SIN LÍMITES
UNA BELLA Y BRUTAL VENGANZA
La novela negra actual ha dejado de vivir de las consabidas ciudades occidentales que, tradicionalmente, eran escenario de los crímenes y casos delictivos literarios. Nueva York, Londres, París, Venecia, Madrid… han perdido preponderancia tras la irrupción–gracias al apogeo del género y su alud de traducciones a diferentes idiomas–de obras ambientaambientadas en países nórdicos, pero también orientales o africanos.
Así, de un tiempo a esta parte, ya se nos hace habitual que haya multitud de superventas periféricos del género que llegan a nuestras fron-teras mediante traducciones, ventas masivas y lectores fieles. Es el caso del islandés Arnaldur Indridason (1961), gracias a novelas como Las ma-rismas y La mujer de verde, donde su protagonista, el solitario Erlendur Sveinsson, se enfrentaba a delitos de explotación medioambiental. Y otra autora islandesa, Yrsa Sirgurdardottir (1963), que, por ejemplo, en El ladrón de almas, propuso un intrincado caso en torno a muertes y muchos sospechosos en un fantasmal balneario.
Los ejemplos de esta, podríamos decir, periferia del crimen, serían demasiados para traerlos a estas pocas líneas. Pero añadamos un par de otras latitudes: mucho sabe de (1960), que con su periodista Lena Poljans-kaja y obras como , indagó en los vicios de la política moscovita; de forma similar a como lo ha ido haciendo el moldavo (1970), que en indagó tanto en las acciones de la mafia en el periodo de la Perestroika UN como en explicar el capitalismo tras el derrumbamientocomunista. Probablemente, esta nueva oleada de talentos–en la que habría que incluir al difunto y su –haya tenido muy en cuenta a la generación anterior escandinava. Así, Camilla Läckberg (1974) hereda el monumental éxito de su compatriota y de su detective Kurt Wallander, tan conocido en España. La escritora de , que publicó con veintinueve años, en el año 2002–sólo tres más tarde sus libros ya encabezaban las listas de suecas y se permitía el lujo de abandonar su trabajo como economista para dedicarse íntegramente a la literatura–, coloca siempre a su pareja de detectives en su idílico pueblo natal.
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