SIN LÍMITES
Un paseo por la España de los AUSTRIAS
JERÓNIMO DE BARRIONUEVO, EN UNA CARTA FECHADA EN EL AÑO 1654 DECLARA QUE EN MADRID HAY CADA NOCHE MIL ROBOS Y ESCALAMIENTOS DE CASAS, no muy diferente era lo que se vivía en Sevilla, Valladolid o Toledo, aunque estas últimas dos ciudades habían perdido protagonismo desde que Madrid se convirtió en corte. Dice: “Andan los los ladrones en cuadrilla de diez en diez y de veinte en veinte. La justicia, de noche, en viendo tres o cuatro de camarada, luego los enjaulan, con lo que no caben en las cárceles de pie”.
LADRONES ESPECIALIZADOS
En el siglo XVII había escaladores, los que usaban escala para introducirse en las casas; salteadores de tejados o altaneros que utilizaban la técnica de meterse por las ventanas altas de las viviendas, a estos también les llamaban grumetes o guzpatareros, término proveniente del lenguaje de germanía en el que guzpataro significa agujero. Otros se dedicaban a quitar las cosas de las manos de su propietario y salir corriendo, eran los hombres de leva y monte, por el hecho de que levar significaba huir llevándose algo. Más tarde, el término correr se asimiló al de robar, así que estos ladrones de rápidas manos y veloces pies pasaron a denominarse corredores, y los especializados en arrebatar capas, prenda muy valiosa en la época, fueron conocidos como capeadores. También abundaron los cicateros. Hoy día se emplea esta expresión para referirnos a un avaro o tacaño, pero entonces tenía otro sentido. La bolsa donde se llevaba el dinero era conocida como cica, así que cicatero era el ladrón de bolsas, cortador de bolsas o aliviador de sobacos. Estos solían pulular allí donde abundaba la gente, en iglesias, fiestas y corrales de comedias. Hablando de iglesias, había especialistas en llevarse el dinero de los cepillos y las cajas que contenían dinero, estos eran los juanes o devotos del maese Juan.
Los que hurtaban en tiendas y mercados se conocían como bajamaneros, término despectivo, dado el poco valor de lo que solían hurtar;
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