SIN LÍMITES
LA ESPADA DEL DIABLO
Una leyenda asegura que durante su enfrentamiento con el diablo, san Miguel asestó con su espada un tajo en la tierra y el resultado fue una línea imaginaria sobre la cual se erigieron siete lugares sagrados en los que centro la trama de La espada del diablo, mi última novela. Tres de ellos, además, están separados exactamente por la misma distancia (los construidos en Irlanda, Inglaterra y Francia).
«Entonces, hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles combatieron, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Y fue precipitado a la tierra el gran dragón, la serpiente antigua que se llama ‘Diablo’ o ‘Satanás’, el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él…». (Apocalipsis 12,7). Podemos considerar este texto una simple metáfora, como es lógico. Sin embargo, la leyenda que antes he resumido no estaría de acuerdo con ese juicio. Aquella batalla fue «real» y dejó una cicatriz en la tierra, que podría ser una de esas «serpientes» o líneas donde la fuerza telúrica es especialmente intensa, según las creencias de diversos pueblos antiguos.
Sin embargo, ¿cómo podemos dar crédito a la idea de que el arcángel San Miguel y el propio diablo hayan sido seres corpóreos, capaces de empuñar espadas? Lo cierto es que en el se menciona en tres ocasiones a Mikael («¿Quién como Dios?»), es el soldado de Dios, razón por la cual se le suele representar ataviado con una armadura y empuñando una espada.
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