SIN LÍMITES
IN MEMORIAM
Sergio García Ramírez
HÉCTOR FIX-ZAMUDIO
(1924-2021)
Hay presencias luminosas en el paisaje sombrío. Mencionaré una: Héctor Fix-Zamudio, el jurista mexicano más notable del último medio siglo. Falleció hace unos días, serenamente. Y llevó consigo el afecto, el respeto y la gratitud de una legión de alumnos, colegas, seguidores, admiradores de su obra. Me refiero a él más allá de una amistad de toda la vida; lo menciono en mérito de quien ha honrado a México dentro y fuera de nuestras fronteras.
Con Fix-Zamudio se abrió una etapa fecunda en el estudio del derecho constitucional y su herramienta más notable: el juicio de amparo. Antes hubo eminentes que labraron el progreso de estas disciplinas. Pero Fix-Zamudio les dio un aire de modernidad que merece reconocimiento. Con él se forjó una escuela de juristas en la que figuran muchos de los investigadores y catedráticos más notables de nuestra hora. Lo hizo aquí y en otros países, donde se le conoce y respeta.
Permítame el lector una licencia movida por la nostalgia. Conocí a don Héctor hace más de sesenta años, a la vera de un maestro común, migrante generoso, Niceto Alcalá-Zamora y Castillo. Héctor descolló al lado del maestro. Andando el tiempo, Fix-Zamudio tendría millares de discípulos. Uno de ellos fue su hijo Héctor Fix-Fierro, que también figura en el panteón de los juristas mexicanos.
Fix-Zamudio conocía la justicia federal, a la que sirvió con integridad y talento. Luego se entregó a la docencia y a la investigación. Declinó invitaciones para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia. Me consta, porque fui conducto para una de ellas. Su vocación académica era inquebrantable, para bien de la ciencia jurídica y de nuestra casa común, la Universidad Nacional
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