SIN LÍMITES
JAULAS DE CRISTAL
e imaginas tu vida sin tu teléfono inteligente o sin dispositivos móviles? De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías del INEGI, en 2020 88.2 millones de personas de los 126 millones de habitantes que vivían en México eran usuarios de un teléfono celular y, de ellas, 91.8% tenía un teléfono inteligente.
Si estás dentro de este grupo de personas, te invito a hacer una pausa en el scroll y seguir leyendo porque, aunque los teléfonos inteligentes, tabletas y otros dispositivos pueden ser una herramienta altamente útil para simplificarnos la vida y conectarnos con el mundo, también pueden ser dañinos si no los usamos con responsabilidad.
Si, por el contrario, te encuentras dentro del grupo de personas que se las ha ingeniado para no caer presa de estos dispositivos, este artículo también puede interesarte porque sigues viviendo en un planeta rodeado de tecnología, y la tecnología muchas veces nos invita a usarla de formas sutiles y furtivas. Este año se cumplen tres décadas desde que la compañía IBM presentó el primer teléfono inteligente en 1992, aunque en realidad lo comercializaron hasta 1994. Contaba con una pantalla táctil y con la capacidad de mandar correos electrónicos y faxes, un calendario, una libreta de contactos, un programador de citas y un teclado de pantalla de entrada de lápiz óptico estándar y predictivo. Lo llamaron Simon Personal Communicator (SPC).
Aunque este dispositivo causó fascinación entre los usuarios, la verdadera revolución digital de las telecomunicaciones inteligentes no llegaría sino hasta años después, con la invención y la accesibilidad del internet. En el proceso también fueron surgiendo tabletas, pantallas táctiles, redes sociales, plataformas de video como Netflix, cámaras en los celulares y aplicaciones de trabajo digitales, entre muchas otras herramientas. Cada una de estas innovaciones convirtió a los teléfonos en computadoras portátiles tan incrustadas en nuestras vidas que ya ni siquiera las notamos; ya no cuestionamos su presencia en nuestras vidas. Pese a ello, no todas las personas las usan igual o en la
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