En la Sierra de Zongolica, en Veracruz, se encuentra la comunidad de Moxala, una lugar que se ha quedado sin medicamentos y doctores que atiendan la casa de salud local. Si alguien necesita atención médica debe recorrer 5 kilómetros de un camino empinado lleno de piedras y lodo para llegar a la clínica más cercana. Si es de noche la cosa se complica aún más porque los senderos no cuentan con alumbrado y el hospital más cercano queda a 4 horas del lugar. Ante la falta de acceso a los tratamientos, los pobladores han optado por recurrir a la medicina tradicional.
En 2020, los habitantes de Moxala y el Colectivo Feminista Cihuatlahtolli iniciaron el proyecto, y este año están trabajando para habilitar un inmueble que lo albergue. Lo llaman Casita de la Salud. Al principio, la iniciativa buscaba empoderar a las mujeres de la comunidad cuya voz queda por lo general opacada por sus contrapartes masculinas en las asambleas del pueblo. “Es una forma de empoderarse y, a partir de este empoderamiento, empezarán a hablar más sobre la situación que viven como mujeres”, dice Jairo Guarneros, trabajador social del colectivo.
La forma de hacerlo fue rescatando las prácticas de medicina herbolaria para tratar enfermedades simples como congestión, gripa o malestares estomacales. Guarneros comenzó a discutir con las mujeres, únicas encargadas del proyecto, los diferentes preparados que podían hacerse con plantas medicinales, entre ellos jarabes, pomadas, tinturas, cataplasmas y tés.
Conforme el proyecto agarró tracción, las mujeres pasaron de esperar por algún tipo de dirección a tomar la iniciativa de qué más se podía hacer. La idea es que este grupo inicial de mujeres se convierta en “la punta de lanza