Esta historia comienza hacia mediados de los años setenta del siglo XX, cuando el parapsicólogo y comunicador Sebastià D’Arbó (MÁS ALLÁ, 402) dirigía y presentaba el programa radiofónico La Otra Dimensión, en Radio Barcelona de la Cadena SER. Un día, un técnico del programa le confesó que, en su casa, un piso situado en la Avenida Gaudí-Castillejos de la zona del Eixample de Barcelona, se estaban sucediendo una serie de fenómenos extraños, que podían ser identificados con la fenomenología clásica que se atribuye a los poltergeist (MÁS ALLÁ, 385).
A los pocos días, el profesor D’Arbó decidió acudir a la vivienda, donde residía una joven pareja, Carlos y Eva, que todavía no habían cumplido los treinta, a investigar qué es lo que estaba ocurriendo, y así lo recuerda en su cuaderno de campo: “El piso era viejo –escribe en 40 años de Viaje al Más Allá (2021)–, con techos altos y amplias habitaciones. Tenía un largo pasillo y una galería para tender la ropa en la parte posterior. Toda la casa estaba pintada con estridente y chillones colores, sobre todo de color verde, y decorada al estilo moderno y juvenil. Apenas hube entrado en la casa ya me di cuenta de que algo extraño estaba sucediendo allí, porque el piso parecía invadido por una tenue neblina (estilo Londres), que provocaba una visión algo difusa de las cosas…”.
¿UNA VIVIENDA… CON FANTASMA?
En aquella primera visita, el investigador se entrevistó con los dos miembros del patrimonio. Por un lado, Eva manifestaba las secuelas que habían dejado en su estado de ánimo las muchas noches sin dormir, como consecuencia de los supuestos disturbios poltergeist. En cambio, su pareja Carlos, que pasaba mucho menos tiempo en la casa debido a su trabajo, atribuía los fenómenos