Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es sobradamente conocido por su gran número de novelas, traducciones y premios recibidos. Hace muy escasas fechas, una de sus obras más conocidas, de 1986, La ciudad de los prodigios, que recibió en su momento, precisamente, el Premio Ciutat de Barcelona, fue trasladada al cómic por medio del arte de Claudio Stassi. La novela, que también se llevó al cine, habla del período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, entre real y ficticia; en ella veíamos las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante pobre que actúa de repartidor de propaganda anarquista y de vendedor ambulante de crecepelo, todo lo cual llevaba al narrador a recrear su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo.
Ese tipo de libros han vinculado a Mendoza con su urbe natal para siempre, a lo largo de una trayectoria prolífica y exitosa sobremanera. Estamos, no en balde, ante uno de los tótems de la narrativa española de las últimas décadas, como lo demuestra el hecho de que fuera galardonado con el Premio Cervantes de las Letras Españolas en el 2016. El autor de (1975), libro con el que ganó el Premio de la Crítica, de más de mil cien páginas, que reunió las aventuras y desventuras de uno de sus últimos personajes más destacados, al margen de la publicación individual de la peripecia de estos.