Las flores del mal: Clásicos de la literatura
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Charles Pierre Baudelaire (1821-1867) fue un poeta, crítico de arte y traductor francés.
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire, né le 9 avril 1821 à Paris, est l'un des poètes les plus influents et controversés de la poésie française. Connu pour son recueil révolutionnaire Les Fleurs du mal, Baudelaire a marqué le symbolisme par son exploration du spleen et de la modernité. Sa vie tumultueuse, marquée par des excès, des amours passionnées, et des luttes personnelles, a nourri une oeuvre où la beauté côtoie la mélancolie. Fils d'un ancien prêtre devenu fonctionnaire, Baudelaire a été profondément affecté par la mort prématurée de son père et le remariage de sa mère, ce qui a influencé sa vision du monde. Baudelaire a su capter l'essence de son époque, transformant ses expériences personnelles en une poésie intemporelle. Son influence sur la littérature classique est indéniable, faisant de lui un véritable chef-d'oeuvre de la poésie française. Ses écrits continuent d'inspirer de nouvelles générations, confirmant son statut d'icône littéraire. En plus de sa poésie, Baudelaire a également été un critique d'art perspicace, contribuant à l'émergence de l'art moderne. Il a défendu des artistes comme Eugène Delacroix et a été l'un des premiers à reconnaître le génie de Richard Wagner. Malgré les controverses et les procès pour immoralité auxquels il a dû faire face, Baudelaire a persévéré dans sa quête de l'idéal artistique, laissant derrière lui un héritage durable qui continue de résonner dans le monde littéraire et au-delà. Son exploration des thèmes de la beauté, de la déchéance, et de la rédemption, ainsi que son style unique, ont fait de lui une figure centrale du mouvement symboliste. Baudelaire est décédé à l'âge de 46 ans, laissant une empreinte indélébile sur la poésie et la culture mondiale.
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Las flores del mal - Charles Baudelaire
Charles Baudelaire
Las flores del mal
(Clásicos de la literatura)
Título original: Les Fleurs du mal (1857)
e-artnow, 2015
Contacto: info@e-artnow.org
ISBN 978-80-268-3476-2
Cubierta: Carlos Schwabe; Ilustración de «Les Fleurs du Mal», Paris: Charles Meunier, 1900
Índice
AL LECTOR
SPLEEN E IDEAL
Bendición
EL ALBATROS
ELEVACIÓN
CORRESPONDENCIAS
(YO AMO EL RECUERDO…)
LOS FAROS
LA MUSA ENFERMA
LA MUSA VENAL
EL MAL MONJE
EL ENEMIGO
EL DE LA MALA SUERTE (El artista ignorado.)
LA VIDA ANTERIOR
CARAVANA DE GITANOS
EL HOMBRE Y EL MAR
DON JUAN EN LOS INFIERNOS
CASTIGO DEL ORGULLO
LA BELLEZA
EL IDEAL
LA GIGANTA
LA MASCARA
HIMNO A LA BELLEZA
PERFUME EXÓTICO
LA CABELLERA
(YO TE ADORO…)
(TU PONDRÍAS AL UNIVERSO ENTERO…)
SED NON SATIATA
(CON SU VESTIMENTA…)
LA SERPIENTE QUE DANZA
UNA CARROÑA
DE PROFUNDIS CLAMAVI
EL VAMPIRO
(UNA NOCHE…)
REMORDIMIENTO POSTUMO
EL GATO
DUELLUM
EL BALCÓN
EL POSESO
UN FANTASMA
(YO TE DOY ESTOS VERSOS…)
SEMPER EADEM
TODA INTEGRA
(QUE DIRÁS ESTA NOCHE…)
LA ANTORCHA VIVIENTE
REVERSIBILIDAD
CONFESIÓN
EL ALBA ESPIRITUAL
ARMONÍA DE LA TARDE
EL FRASCO
EL VENENO
CIELO ENCAPOTADO
EL GATO
EL HERMOSO NAVIO
LA INVITACIÓN AL VIAJE
LO IRREPARABLE
PLATICA
CANTO DE OTOÑO
A UNA MADONA (Ex-voto a la manera española)
CANCIÓN DE LA TARDE
SISINA
FRANCISCAE MEAE LAUDES (Versos compuestos para una modista erudita y devota)
A UNA DAMA CRIOLLA
MOESTA ET ERRABUNDA
EL ESPECTRO
SONETO OTOÑAL
TRISTEZAS DE LA LUNA
LOS GATOS
LOS BUHOS
LA PIPA
LA MÚSICA
SEPULTURA
UN GRABADO FANTÁSTICO
EL MUERTO ALEGRE
EL TONEL DEL ODIO
LA CAMPANA RAJADA
SPLEEN
SPLEEN
SPLEEN
SPLEEN
OBSESIÓN
EL GUSTO DE LA NADA
ALQUIMIA DEL DOLOR
HORROR SIMPÁTICO
EL HEOTONTIMORUMENOS
LO IRREMEDIABLE
EL RELOJ
CUADROS PARISIENSES
PAISAJE
EL SOL
A UNA MENDIGA PELIRROJA
EL CISNE
LOS SIETE ANCIANOS
LAS VIEJECITAS
LOS CIEGOS
A UNA TRANSEÚNTE
EL ESQUELETO LABRADOR
CREPÚSCULO VESPERTINO
EL JUEGO
DANZA MACABRA
EL AMOR DE LA MENTIRA
(YO NO HE OLVIDADO…)
(A LA CRIADA…)
BRUMAS Y LLUVIAS
SUEÑO PARISIENSE
EL CREPÚSCULO MATUTINO
EL VINO
EL ALMA DEL VINO
EL VINO DE LOS TRAPEROS
EL VINO DEL ASESINO
EL VINO DEL SOLITARIO
EL VINO DE LOS AMANTES
FLORES DEL MAL
LA DESTRUCCIÓN
UN MÁRTIR (Dibujo de un maestro desconocido)
MUJERES CONDENADAS
LAS DOS BUENAS HERMANAS
LA FUENTE DE SANGRE
ALEGORÍA
LA BEATRIZ
UN VIAJE A CITEREA
EL CUPIDO Y EL CRÁNEO
REBELIÓN
EN RENIEGO DE SAN PEDRO
ABEL Y CAÍN
LAS LETANÍAS DE SATÁN
LA MUERTE
LA MUERTE DE LOS AMANTES
LA MUERTE DE LOS POBRES
LA MUERTE DE LOS ARTISTAS
EL FINAL DE LA JORNADA
EL SUEÑO DE UN CURIOSO
EL VIAJE
AL POETA IMPECABLE
Al perfecto mago de las letras francesas
A mi muy querido y muy venerado
Maestro y amigo
THEOPHILE GAUTIER
Con los sentimientos
de la más profunda humildad
Yo dedico
Estas flores malsanas.
Ch. B.
AL LECTOR
La necedad, el error, el pecado, la tacañería,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Está todo vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;
Cada día hacia el Infierno descendemos un paso,
Sin horror, a través de las tinieblas que hieden.
Cual un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja ramera,
Robamos, al pasar, un placer clandestino
Que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja.
Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
Desciende, río invisible, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
Todavía no han bordado con sus placenteros diseños
El canevás banal de nuestros tristes destinos,
Es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.
Pero, entre los chacales, las panteras, los podencos,
Los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,
Los monstruos chillones, aullantes, gruñones, rampantes
En la jaula infame de nuestros vicios,
¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!
Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,
Haría complacido de la tierra un despojo
Y en un bostezo tragaríase el mundo:
¡Es el Tedio! — los ojos preñados de involuntario llanto,
Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
Tú conoces, lector, este monstruo delicado,
—Hipócrita lector, —mi semejante, — ¡mi hermano!
1855.
SPLEEN E IDEAL
I
Bendición
Cuando, por un decreto de las potencias supremas,
El Poeta aparece en este mundo hastiado,
Su madre espantada y llena de blasfemias
Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:
—"¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras,
Antes que amamantar esta irrisión!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
En que mi vientre concibió mi expiación!
Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres
Para ser el asco de mí triste marido,
Y como yo no puedo arrojar a las llamas,
Como una esquela de amor, este monstruo esmirriado,
¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia
Sobre el instrumento maldito de tus perversidades,
Y he de retorcer tan bien este árbol miserable,
Que no podrán retoñar sus brotes apestados!"
Ella vuelve a tragar la espuma de su odio,
Y, no comprendiendo los designios eternos,
Ella misma prepara en el fondo de la Gehena
Las hogueras consagradas a los crímenes maternos.
Sin embargo, bajo la tutela invisible de un Ángel,
El Niño desheredado se embriaga de sol,
Y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
Encuentra la ambrosia y el néctar bermejo.
El juega con el viento, conversa con la nube,
Y se embriaga cantando el camino de la cruz;
Y el Espíritu que le sigue en su peregrinaje
Llora al verle alegre cual pájaro de los bosques.
Todos aquellos que él quiere lo observan con temor,
O bien, enardeciéndose con su tranquilidad,
Buscan al que sabrá arrancarle una queja,
Y hacen sobre El el ensayo de su ferocidad.
En el pan y el vino destinados a su boca
Mezclan la ceniza con los impuros escupitajos;
Con hipocresía arrojan lo que él toca,
Y se acusan de haber puesto sus pies sobre sus pasos.
Su mujer va clamando en las plazas públicas:
"Puesto que él me encuentra bastante bella para adorarme,
Yo desempeñaré el cometido de los ídolos antiguos,
Y como ellos yo quiero hacerme redorar;
¡Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
De genuflexiones, de viandas y de vinos,
Para saber si yo puedo de un corazón que me admira
Usurpar riendo los homenajes divinos!
Y, cuando me hastíe de estas farsas impías,
Posaré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, parecidas a garras de arpías,
Sabrán hasta su corazón abrirse un camino.
Como un pájaro muy joven que tiembla y que palpita,
Yo arrancaré ese corazón enrojecido de su seno,
Y, para saciar mi bestia favorita,
¡Yo se lo arrojaré al suelo con desdén!"
Hacia el Cielo, donde su mirada alcanza un trono espléndido,
El Poeta sereno eleva sus brazos piadosos,
Y los amplios destellos de su espíritu lúcido
Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:
—"Bendito seas, mi Dios, que dais el sufrimiento
Como divino remedio a nuestras impurezas
Y cual la