Afrocubanas: Historia, pensamiento y prácticas culturales
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Daisy Rubiera Castillo
Daisy Rubiera Castillo (1939). Máster en Historia. Autora y testimoniante de una de estas historias de maltrato, se ha dedicado a los estudios de género. Publicó Reyita, sencillamente (1997), testimonio de una mujer discriminada, con dos ediciones en Cuba y traducida en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. Publicó además Golpeando la memoria (2005) y otros artículos en revistas cubanas y extranjeras.
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Afrocubanas - Daisy Rubiera Castillo
Edición base: Enid Vian
Edición para e-book: Lilliam Rodríguez Berlanga
Diseño de cubierta: Carlos Javier Solis Méndez
Grabado de cubierta de Belkis Ayón Manso. Sin título, ca. 1993, linóleo, 207 x 165 mm (20,7 x 16,5 cm). Cortesía de Estate Belkis Ayón.
Diseño interior: Idalmis Valdés Herrera
Maquetación: Ana Molina González
© Colectivo de autores, 2011
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2015
ISBN 978-959-06-1622-8
Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras publicaciones.
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14, no. 4104, entre 41 y 43
Playa, La Habana, Cuba
editorialmil@cubarte.cult.cu
Índice de contenido
Dedicatoria
Agradecimientos
Prólogo
Tirando piedras y rompiendo cabeza De deshacer tachaduras y exclusiones al discurso afrofeminista se trata
Introducción
Avivar la memoria. Desterrar el olvido
Primera parte
Historia
Demandas judiciales de las esclavas en el siglo xix cubano
Digna Castañeda Fuertes
La esclava en Cuba frente a la opresión
Las demandas de las esclavas y los procesos judiciales
Evitar la disgregación de la familia
Validar el derecho de coartación
Impedir el plagio o venta de negros libres como esclavos
Conclusiones
Bibliografía
Documentos
Reconstruyendo la historia de la exesclava Belén Álvarez
Oilda Hevia Lanier
Introducción
¿Quién fue Belén Álvarez?
La familia a través de los testimonios de los hermanos de nación
Las prácticas matrimoniales en África
Bibliografía
La mujer de color
en la sociedad colonial santiaguera. Un comentario
María Cristina Hierrezuelo
Recursos económicos logrados en soledad o en compañía
Ascenso económico, ¿ascenso social?
Una reflexión necesaria
Bibliografía
Segunda parte
Pensamiento
Mujeres en torno a Minerva
María del Carmen Barcia Zequeira
Bibliografía
Gratitud. A mis amigas y colegas del periódico Minerva
Úrsula Coimbra de Valverde
Voces negras a favor del Partido Independiente de Color
Carmen Piedra
Habana
Hay que tener calma
Horror a la mentira
Nuestros valores étnicos
Consuelo Serra
Lo que somos
Inocencia Silveira
La negra cubana
Gerardo del Valle
La negra cubana y la cultura
Catalina Pozo Gato
La inteligencia negra
Arabella Oña
La mujer en la santería o Regla Ocha: género, mitos y realidad
Daisy Rubiera Castillo
Mujer y mitología
Mujer y práctica religiosa
Glosario
Bibliografía
Género y racialidad: una reflexión obligada en la Cuba de hoy
Yulexis Almeida Junco
Introducción
Género y Raza: Un encuentro espinoso pero necesario
Género y raza en Cuba, entre cambios y permanencias
Conclusión
Bibliografía
En torno a los estereotipos respecto a la afrocubana: Construcción y deconstrucción de mitos
María Ileana Faguaga Iglesias
La deconstrucción del mito
Bibliografía
Propuesta de una mirada incluyente y no sexista: Las mulatas ¿un invento profanado?
Onelia Chaveco Chaveco
¿La Cecilia de siempre?
Mujeres en imágenes
Bibliografía
Pelos
Carmen González Chacón
Retrospectiva necesaria
El altar de los grandes
Ni blanca, ni negro; pero existo
Me vendo caro
Desagravio
Hasta que llegó el hip hop
Bibliografía
Pasar por blanca
Sandra del Valle Casals
Bibliografía
La Revolución hizo a los negros personas
Yusimí Rodríguez López
Ignorancia es poder
La carga de la Revolución
¿Raza Humana? ¡Ah… Tenía que ser!
Yohamna Depestre Corcho
La habitación propia de la negra cubana
Yesenia Selier Crespo
Bibliografía
Tercera parte
Prácticas culturales
Oriki por las negras viejas de antes
Georgina Herrera Cárdenas
El imaginario femenino negro en Cuba
Aymée Rivera Pérez
Introducción
El ajiaco cubano
o la invisibilidad del negro
El problema negro en la literatura cubana
El imaginario femenino desde la negritud y la mulatez: Nancy Morejón, Georgina Herrera, Excilia Saldaña y Gloria Rolando
Conclusiones
Bibliografía
Oposiciones binarias en Octubre imprescindible y Cuaderno de Granada de Nancy Morejón
Lourdes Martínez Echazábal
Bibliografía
Excilia en la memoria
Coralia de las Mercedes Hernández Herrera
Bibliografía
La dura piel de Teresa Cárdenas
Leonardo Estupiñán Zaldívar
El negrito y la mulata en el vórtice de la nacionalidad
Inés María MartiatuTerry
Los negros en España. Sevilla
Los negros en el teatro del Siglo de Oro
El tema negro en el teatro cubano del xix
Los grandes teatros
El teatro sagrado de los negros
Teatro bufo y nacionalidad
La otra cara de la moneda: El negrito no, el negro
La otra cara de la moneda: La mulata no, la mulata
La otra cara de la moneda: La clase media de color
La otra cara de la moneda: La mujer negra y mulata en la sociedad del xix
Bibliografía
Teatro popular y resistencia grupal
Fátima de la Caridad Patterson
Temas, conflictos y contextos
Las condiciones de vida
Catalina Berroa, la trinitaria audaz (primera mujer compositora de música culta
en el siglo xix)
Isabel González Sauto
Bibliografía
La maratón existe por igual para hombres y mujeres
Edelvis López
Siempre pedagoga
Arte y virtud
Clásicos cubanos del siglo xix
Dos perfiles en una artista
Promotora cultural
Dar vida a los sueños, que no es lo mismo que soñar
María Elena Mendiola
El aporte de Sara Gómez
Sandra Álvarez Ramírez
Bibliografía
Belkis Ayón Manso entre sensibilidades heterogéneas
Lázara Menéndez Vázquez
Inicio
Primer umbral
Segundo umbral
Tercer umbral
Final
Bibliografía
La mujer negra en el deporte
Irene Esther Ruiz Narváez
Introducción
Mujer negra y deporte en Cuba
Las Morenas del Caribe y… muchas más
¿Qué nos falta?
Bibliografía
Un análisis léxico-semántico del discurso sobre la mujer en el rap cubano
Yanelys Abreu Babi y Anette Jiménez Marata
Bibliografía
Datos de autores
Historia Gráfica
Dedicatoria
A las mujeres africanas y su descendencia afrocubana, por su arduo batallar por la libertad, la justicia y la igualdad. Mujeres que desde tiempos inmemoriales nos transmitieron de manera diversa sus padecimientos, necesidades, logros, todo eso que ha llegado hasta nosotras y que nos ha servido de luz.
A las afrodescendientes de hoy que mantienen esa bandera en alto en un intento de agrandar esa luz para las generaciones venideras.
A todas las mujeres, independientemente del color de su piel.
Agradecimientos
En la selección de trabajos para preparar este libro, queremos agradecer especialmente a las mujeres africanas y sus descendientes afrocubanas por su lucha contra el racismo y la discriminación racial.
A todas las que contribuyeron con sus trabajos tejiendo una red de confianza y apoyo para que nosotras iniciáramos, con esta obra, un recorrido hacia el destierro del olvido.
A todas aquellas que, aunque no están en el libro, nos han sabido guiar con su buen hacer y mejor pensar. A Zuleica, por la confianza que puso en nosotras.
El agradecimiento no es solo para mujeres, es también para Tomás Fernández Robaina (Tomasito), por facilitarnos documentos que tenía reservado para futuros trabajos; para Alberto Abreu y Roberto Zurbano, por su apoyo, por escucharnos, leernos, sugerirnos, en fin, por su cariño y esa capacidad que tienen para alentarnos.
Para todas y todos, aunque no estén mencionados, nuestro agradecimiento.
Prólogo
Tirando piedras y rompiendo cabezas¹ De deshacer tachaduras y exclusiones al discurso afrofeminista se trata
1 Parafraseando a la poetisa Georgina Herrera en su Elogio grande para mí misma
, en África, Ediciones Matanzas, Colección Homenaje, Matanzas, 2006.
Solo muy recientemente, los estudios de la mujer o estudios de género en nuestro país están siendo objeto de atención por parte de los investigadores. Desarrollados siempre dentro del ámbito de la academia, no debe sorprendernos el escaso interés o el poco espacio que tiene la mujer negra en ellos. Una academia que históricamente ha detentado un discurso cultural hegemónico y patriarcal que la excluye por su carácter clasista heredado del pasado y por los propios intereses y funciones que cumplía dentro del entramado social al que sirve.
La multi/pluri/transdisciplinariedad ha sido una de las metodologías que nos alentó desde los primeros momentos de la gestación de este libro. Aun cuando se trate de un número bastante grande y heterogéneo de trabajos, todos confluyen en la enunciación de un contradiscurso que se opone al que ha venido circulando históricamente de y sobre la mujer afrocubana.
La imagen de la mujer negra en la sociedad cubana en todas las épocas ha sido construida a base de estereotipos negativos. La violencia, el escándalo, la vulgaridad, el desorden y la promiscuidad sexual les han sido atribuidas. A partir del rumor, de los chistes malintencionados, a través de las letras de ciertas canciones populares, de los medios de difusión masivas se ha construido todo un cuerpo conceptual que la denigra y que ella en los peores casos acepta y reproduce. (…) ha sido también demonizada como delincuente. Es además protagonista de un relato sexualizado que se centra en su cuerpo y que la han hecho propensa a todas las formas de la dominación sexual y clasista y al paternalismo.²
2 Inés María Martiatu: Chivo que rompe tambó, santería, género y raza en María Antonia
, en Una pasión compartida: María Antonia. Selección y prólogo Inés María Martiatu, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2004, p. 55.
Este tratamiento de las afrocubanas y de las mujeres afrodescendientes de la diáspora en general ha sido empleado incluso por los propios movimientos de afirmación del negro, que surgen a principios del siglo xx. Tenemos el ejemplo del Afronegrismo, que en ciertos casos la denigra, la injuria. Como bien escribe la investigadora colombiana Deisy Jiménez, ¿por qué limitar su presencia a un rol sexual? ¿Si se quiere resaltar la ‘sensualidad’ de los afro-descendientes americanos como una característica positiva y como un modo de afirmar su identidad, por qué poner la responsabilidad sobre el cuerpo femenino? ¿Dónde queda la realidad histórico-social de la mujer de color?
.³
3 Deisy Jiménez: "Tambores en la noche, de Jorge Artel: La mujer de color y su imaginario sexual", en La casa de asterión, Revista Trimestral de Estudios Literarios, abril-mayo-junio de 2006, t. VII, no. 25.
En los movimientos de la negritud, salvo raras excepciones se la ignora. Así también ocurrió en el Black Power de las décadas del 60 y del 70 del siglo xx, en que algunos de sus exponentes más representativos sitúan a la mujer en un plano subalterno. A esto se refiere el investigador Agustín Laó Montes, La mayoría de los análisis de la diáspora africana tienden a marginalizar las consideraciones de género y sexualidad
.⁴ Estos movimientos enfatizan un conflicto centrado en los problemas del hombre negro. Incluso muchos hombres negros consideran el racismo como una agresión a su masculinidad. Cuando hablan de racismo se refieren al hombre negro y cuando hablan de feminismo se refieren a la mujer blanca. En fin, se impone no solo ennegrecer el feminismo
como diría la pensadora brasilera Sueli Carneiro,⁵ sino también feminizar la negritud.
4 Agustín Laó-Montes: Hilos descoloniales. Trans-localizando los espacios de la diáspora africana
, en Tabula Rasa, Bogotá, Colombia, julio-diciembre 2007, no. 7, pp. 47-79.
5 Sueli Carneiro: Ennegrecer el feminismo
, en revista Movimiento, Agencia Cubana de Rap, La Habana, 2009, no. 7, pp. 47-50.
Todo ello explica en parte por qué la mujer afrocubana ha sido mantenida en un plano subalterno. Concebida "la subalternidad como una condición de subordinación, entendida en términos de clase, casta, géne-ro, oficio, o de cualquier otra manera.⁶
66 Ranajit Guha: Preface
, en Ranajit Guha y Gayatri Spivak, (eds.): Selected Subalternal Studies, Oxford University Press, New York, 1988. Citado por Ileana Rodríguez, en Hegemonía y dominio: subalternidad, un significado flotante.
Los propósitos de este libro no solo van más allá de ofrecer una compi-lación de estudios sobre los temas propuestos, sino que pretende intervenir en el campo cultural cubano en la coyuntura compleja de nuestra sociedad, en la que los conflictos raciales han aflorado y acaparado la atención y el debate sobre ellos. Los documentos y trabajos aquí expuestos tienen como objetivo dar al lector la información necesaria que le permita el desmontaje de los discursos hegemónicos.
La multidisciplinariedad en este caso se expresa en la inclusión de ensayos históricos, sociológicos, musicológicos, de la historia de la literatura, la historia del arte y otros. Ese mismo criterio lo hemos seguido desde el punto de vista genérico. Aparecen ensayos, artículos, entrevistas, géneros no solo de la literatura sino del periodismo, y otros híbridos que resul-tarían difíciles de clasificar. Muchas periodistas, poetas, artistas y pensadoras en general han venido trabajando casi siempre de manera independiente y el hecho de reunirlas en un libro es ya un paso muy importante.
En fecha tan temprana como 1888, dos años después de la abolición de la esclavitud, las negras y mulatas, desde las páginas de la revista Minerva y otras, fueron capaces de articular un discurso completamente diferente al de las mujeres blancas. Abordaron en sus textos temas tales como la reivindicación de su identidad y de su africanía, la experiencia de la esclavitud, el orgullo racial y la exhortación a la superación cultural
.⁷
7 Inés María Martiatu: Mujeres, raza e identidad caribeña
. Conversación con Inés María Martiatu. Entrevista por Sandra Álvarez Ramírez, en La Gaceta de Cuba, La Habana, enero-febrero de 2010, no.1, pp. 42-45.
Ellas se expresaron con una clara concepción de género, raza y clase. Esto puede considerarse el antecedente del afrofeminismo⁸ entre nosotras. Se adelantaron incluso a las mujeres blancas de clase media y alta cuyas expresiones aparecidas en revistas de la época han sido conceptuadas por el investigador Julio César González Pagés como protofeministas.⁹
8 El afrofeminismo surge en la década del 70 del siglo
xx
en los Estados Unidos, Latinoa-mérica y El Caribe. Las mujeres negras colocan su propia agenda, que no había sido tenida en cuenta por las feministas blancas, casi siempre de clase media o alta, ni por los hombres negros en el Black Power.
9 Julio César González Pagés: Las etapas históricas del feminismo en Cuba: reflexiones, debates y experiencias (1878-1952)
, en Cubaliteraria.
Según este autor, "reflejaron un mundo de espacios privados donde el paisaje y la familia eran temáticas centrales (…) La amplia producción literaria femenina que se realizó entonces, resaltó los roles familiares; la madre, la esposa y la hija fueron las protagonistas de sus textos.¹⁰
10 Ídem.
Tendríamos que preguntarnos si el discurso de las colaboradoras de la revista Minerva, es tal o es un contradiscurso que se opone al de los que las atacan. La poetisa África de Céspedes en su trabajo Reflexiones
, expresaba:
La mujer negra, sañudamente tratada por sus viles explotadores viene hoy a ser el blanco más saliente a donde dirigen sus saetas envenenadas aquellos mismos que traficaron con su noble sangre en los luctuosos días de la esclavitud. Por eso (...) nos preparamos a la defensa en el constante batallar porque estamos pasando; y tal haremos hasta que se nos considere tal como somos y no tal como cada artista pirata le ha parecido o convenido a sus medrosos fines (...) nos invitan a luchar, pues luchemos. (…) a nosotras, las de raza negra, se nos considera en las últimas capas de ese infamante juicio.¹¹
11 África de Céspedes: Reflexiones
, en revista Minerva, 28 de febrero de 1889, no. 10, pp. 2-5. Citado por María del Carmen Barcia Zequeira: Mujeres en torno a Minerva
, en revista La Rábida, Huelva, España, 1998, no. 17, p. 9.
A esto agrega la investigadora María del Carmen Barcia: "De las palabras de África de Céspedes se desprende que las mujeres negras y mestizas que habían emprendido la defensa de sus derechos a través de la revista Minerva, estaban siendo atacadas".¹²
12 Ídem.
De cualquier manera este discurso de las afrocubanas de entonces fue desoído, borrado por los estudiosos que posteriormente han escrito la historia de las ideas en Cuba. El hecho de destacarlo aquí puede ser considerado como un contradiscurso formulado desde el presente.
No es casual que la aparición de la revista Minerva se haya producido en 1888. La restauración de la monarquía española trajo consigo cambios en la sociedad civil de la metrópoli, pero también de las colonias. Se aprobaron la Ley de Imprenta (1879), la Ley de Reuniones (1880) y la Ley de Asociaciones, entre otras.
Recordemos que la ciudad letrada en la colonia estaba integrada por hombres blancos, propietarios, heterosexuales e ilustrados. Ellos controlaban no solo la producción artístico-literaria, sino la educación y la difusión de la información. Como producto de la apertura reformista, aparecen entonces nuevas publicaciones y asociaciones de grupos que reclaman un espacio propio en la sociedad civil.
La transformación de los cabildos negros en sociedades de instrucción, recreo y socorros mutuos es quizá uno de los hechos más ilustrativos de este proceso. Estas sociedades se fundaron en toda la Isla, en las ciudades grandes y en los pueblos más pequeños. Se sabe que en 1887 ya eran ciento treinta y nueve. Muchas de ellas integraron el Directorio Central de Sociedades de la Raza de Color.¹³
13 Oilda Hevia Lanier: El Directorio Central de Sociedades de la Raza de Color, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
Este texto, ya desde su título, nos está dando información de su contenido. Se trata de rescatar el discurso de la mujer afrocubana,¹⁴ de las afrodescendientes. Hemos dividido el libro en tres partes pero los trabajos que integran cada una de ellas se complementan, dialogan entre sí.
14 Desde que el sabio Fernando Ortiz acuñó este término ha sido polémico. Prevalecen diversas opiniones que, por supuesto, respetamos. Ver Rogelio Martínez Furé: Somos o no somos
, en Briznas de la memoria, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2004.
Los trabajos aquí reunidos en algunos casos podrán desconcertar, por su heterogeneidad, al lector no avisado. No corresponden con las ordenadas tipologías establecidas por el discurso institucional cubano. Según explica el crítico Alberto Abreu Arcia en su ensayo El campo de las ciencias sociales
, este discurso institucional, por el hecho de discurrir, oficial y públicamente, desde su autoridad: santifica algunas tesis, miradas, teorías, al tiempo que excluye otras, las subalterniza
.¹⁵
15 Alberto Abreu Arcia: El campo de las ciencias sociales
, en http://www.afromo dernidades.wordpress.com
Hemos elegido una forma de curaduría
editorial que haga inteligibles no solo cada uno de los trabajos en particular, sino el enfoque de la compilación en general. Es preciso que el libro se entienda como un todo, que sea comprensible. Recurrimos a una combinación donde se aplican al mismo tiempo el orden cronológico, el temático y el ir de lo macro a lo micro en cada tema, o sea, de lo general a lo particular.
En la introducción Daisy Rubiera hace énfasis en el lugar al que la mujer negra y mestiza ha sido relegada en la sociedad cubana de todos los tiempos; el contexto en que aparece esta compilación y sus funciones en la contemporaneidad en medio de conflictos y debates en torno a la problemática racial y lo que todavía queda por resolver en cuanto a ello, en fin para qué sirve el libro; en el prólogo, me adentro en la esencia, las intenciones, el carácter conceptual con que ha sido concebido este volumen, o sea, qué es el libro.
Siguiendo el orden propuesto veremos cómo este se cumple en cada una de las partes. Agrupar los trabajos de forma cronológica pero sin perder de vista el factor temático y el orden de lo general a lo particular.
Así tenemos que en la primera parte denominada Historia, incluimos trabajos sobre aspectos poco conocidos del protagonismo alcanzado por la mujer negra, muy alejados de la idea estereotipada de la esclava y la mujer libre de color en la colonia. Demandas judiciales de las esclavas en el siglo xix cubano
, de Digna Castañeda Fuertes, nos muestra cómo muchas de estas mujeres lucharon, aun desde su condición de esclavizadas y se rebelaron en desiguales litigios judiciales para lograr que las leyes que les favorecían fueran cumplidas. En Reconstruyendo la historia de la exesclava Bélen Álvarez
, de Oilda Hevia Lanier y La mujer «de color» en la sociedad colonial santiaguera. Un comentario
de María Cristina Hierrezuelo, ambas autoras se apoyan en una base documental, procedente, principalmente, de archivos notariales. Nos revelan datos que dan fe de la activa gestión económica de mujeres negras en las ciudades, con la peculiaridad de que algunas de ellas eran nacidas en África, por lo que lograron movilidad social y ascenso económico en las adversas circunstancias de la sociedad colonial extraña para ellas en todos sentidos y muchas veces permaneciendo solteras, por lo que no puede atribuirse su éxito al matrimonio.
En la segunda parte: Pensamiento, comenzamos por trabajos sobre y de las poetisas y periodistas de la revista Minerva en pleno siglo xix. "Mujeres en torno a Minerva, de María del Carmen Barcia y
Gratitud. A mis amigos y colegas del periódico Minerva", de Úrsula Coimbra de Valverde. Le siguen una serie de escritos de mujeres afrocubanas que participaron muy activamente en la vida pública de los convulsos primeros años de la república y que como las de Minerva se pronunciaron con una conciencia muy clara de género y de raza. Algunos de ellos son alocuciones periodísticas, textos urgentes, muy comprometidos con momentos coyunturales de la política a lo largo de la etapa republicana. Poco se ha divulgado del desempeño activo y combatiente de la mujer en las lides del Partido Independiente de Color. Fragmentos de trabajos publicados por Carmen Piedra y publicados en Previsión, órgano del PIC, son un ejemplo de ello. Consuelo Serra, en su artículo Nuestros valores étnicos
, publicado en Ideales de una Raza enfatiza en la visión entre blancos y negros, y en la dignidad y el orgullo de ser cubanos y de ser negros. Lo que somos
, de Inocencia Silveira¹⁶ es una denuncia de cómo se combaten a determinados individuos solamente por el color de la piel. Gerardo del Valle, en su artículo La negra cubana
, justifica la situación de la mujer negra por su falta de interés en la superación. La negra cubana y la cultura
fue la lúcida respuesta de Catalina Pozo Gato. En La inteligencia negra
, Arabella Oña¹⁷ destaca el esfuerzo realizado por los de su raza en la superación cultural y las escasas oportunidades que se han producido en la sociedad en correspondencia con este.
16 Diario de La Marina, La Habana, 27 de enero de 1929.
17 Adelante, La Habana, marzo de 1938, no. 34.
El pensamiento religioso y el protagonismo de la mujer en la Regla Ocha o santería no podía faltar en este volumen. La mujer en la santería o Regla Ocha: género, mitos y realidad
, de Daisy Rubiera, analiza ese importante aspecto.
Los temas referidos a la identidad racial, el racismo, la discriminación racial y las complejas relaciones interraciales son abordados por algunas de las autoras más jóvenes. Aun cuando se pronuncien a partir de ciencias sociales muy definidas como la sociología, la antropología o la historia, siempre sus textos revisten un carácter híbrido cuando en ocasiones deconstruyen estos mismos postulados académicos. Ellas parten de sus experiencias per-sonales, lo que da por resultado textos nada fáciles de clasificar.
Algunos de estos trabajos se han presentado en espacios no convencionales como el periodismo digital y en el ámbito performático. Sus autoras han actuado con representantes del hip hop y otras manifestaciones alternativas.
El trabajo de Yulexis Almeida Junco titulado Género y racialidad: Una reflexión obligada en la Cuba de hoy
, es un texto a medio camino entre el ensayo sociológico y lo testimonial. Cierra con aspectos de una investigación de campo de la autora en el barrio popular de La Timba. En su condición de historiadora y antropóloga, María Ileana Faguaga Iglesias se adentra en los temas relacionados con las distorsiones de la imagen de la mujer negra, con su trabajo En torno a los estereotipos respecto a la afrocubana: Construcción y deconstrucción de mitos
. En Propuesta de una mirada incluyente y no sexista: las mulatas ¿un invento profanado?
, Onelia Chaveco Chaveco hace énfasis en el tratamiento que como seres sociales recibieron las mujeres mulatas.
La representación simbólica de la identidad y la reivindicación de la belleza negra frente al canon occidental, son asuntos que aparecen en Pelos
, de la ensayista Carmen González Chacón. Pasar por blanca
de Sandra del Valle, toca, desde la experiencia de la autora, dos temas recurrentes en la historia de nuestro país: mestizaje y blanqueamiento. La Revolución hizo a los negros personas
de Yusimí Rodríguez, muestra los prejuicios que prevalecen en la conciencia de algunas personas blancas con poder para imponer sus concepciones claramente racistas. Yohamna Depestre en ¿Raza humana? ¡Ah… Tenía que ser!
, se formula a sí misma, también desde su experiencia de vida, preguntas que apuntan al despertar y toma de conciencia de su identidad racial desde la infancia. La habitación propia de la negra cubana
de Yesenia Selier es una reflexión en que la autora contrasta la realidad de la mujer negra con la de la mujer de las clases privilegiadas del primer mundo, en el estado postmoderno globalizado.
En Prácticas Culturales, el último segmento del libro, hemos tratado de abarcar el mayor número de manifestaciones. Abrimos con Oriki por las negras viejas de antes
de Georgina Herrera, texto concebido en un espacio de negociación entre la oralidad y la escritura. Representa las importantes tradiciones de la gente sin historia. El imaginario femenino negro en Cuba
de Aymée Rivera Pérez, es un trabajo en que la autora demuestra cómo la condición racial ha influido históricamente en las expresiones de las mujeres negras y mestizas en el campo artístico literario. Trabajos como Oposiciones binarias en Octubre Imprescindible y Cuaderno de Granada de Nancy Morejón
, de Lourdes Martínez Echazábal, Excilia en la memoria
de Coralia de las Mercedes Hernández Herrera y La dura piel de Teresa Cárdenas
, entrevista a esta escritora, hecha por Leandro Estupiñán Zaldívar vienen a particularizar con aspectos puntuales en ese mismo contexto.
El teatro está representado aquí por El negrito y la mulata en el vórtice de la nacionalidad
, de mi autoría. Aquí no solo deconstruyo los arquetipos racistas, sino que ofrezco la otra cara de la moneda
, la del negro y la mulata reales en la sociedad colonial y su exclusión en los primeros proyectos de nación. Teatro popular y resistencia grupal
, de Fátima de la Caridad Patterson, es el relato de primera mano de una creadora, mujer de teatro que en la contemporaneidad se ha impuesto un reto: sumergirse en el entramado de las culturas populares tradicionales siempre teniendo como centro a la mujer caribeña.
En el rubro de la música, tenemos a Catalina Berroa, la trinitaria audaz (primera mujer compositora de música «culta» en Cuba en el siglo xix
), de Isabel González Sauto. Su semblanza de esta extraordinaria personalidad poco conocida pero no por eso menos relevante. Una entrevista con María Elena Mendiola, La maratón existe por igual para hombres y mujeres
, por Noely López, nos presenta la personalidad y el quehacer de esta directora de orquesta, pedagoga, productora musical, promotora cul-tural y crítica. Por su parte, la propia María Elena Mendiola escribió Dar vida a los sueños, que no es lo mismo que soñar
, sobre la personalidad y la carrera de una de las figuras de nuestro país que más se ha destacado en la música internacionalmente, la pianista, directora de orquesta, compositora sinfónica y de ópera Tania León. Sandra Álvarez Ramírez, con El aporte de Sara Gómez
, incursiona desde la teoría feminista en la obra de la cineasta. Hace el análisis de uno de sus documentales. Lázara Menéndez, en Belkis Ayón Manso. Entre sensibilidades heterogéneas
, establece cómo esta artista singular fue capaz de apropiarse desde una mirada muy original de los que la Menéndez llama magnos temas de la historia del arte
. En La mujer negra en el deporte
, de Irene Esther Ruiz, la autora hace un recorrido por ese campo en que la mujer negra se ha destacado ampliamente. Con "Un análisis léxico-se-mántico del discurso sobre la mujer en el rap cubano", por Yanelys Abreu Babi y Anette Jiménez Marata, concluimos este libro.
No podíamos terminar sino con el hip hop, la expresión más combativa y emancipadora de todas las referidas a los temas de la raza y la cultura afrocubanas en los siglos xx y comienzos del xxi. Este movimiento no ha surgido de una vanguardia intelectual como en las décadas del 20 y del 30 y luego del 60 del siglo xx, sino que se ha producido de una forma horizontal en todo el país y entre jóvenes de diferentes clases sociales, pero sobre todo entre negros y mulatos de extracción humilde.
La mujer rapera destaca no solo por el contenido de un discurso afrofeminista, sino por su alcance al ser parte de un movimiento que emerge y se desarrolla de una manera masiva. Ellas realizan importantes proyectos que tienen como centro el hip hop en beneficio de la comunidad. El racismo, la discriminación, la droga, la prostitución, la violencia doméstica, el mercantilismo y la falta de espiritualidad son algunos de los temas que este discurso aborda con valentía. Un discurso que habla al presente y al futuro. Ellas están resistiendo. Hacen historia.
Este libro, al hacer visibles los textos que lo constituyen, es uno de los primeros gestos para ir recuperando el lugar que el discurso de las mujeres afrocubanas tiene en la historia de las ideas en Cuba, de la cual fueron excluidas, pero también para propiciar su análisis, su estudio.
A partir de ahora quedan muchas interrogantes por formular. ¿Qué camino seguir? ¿Cuáles son las herramientas teóricas y metodológicas más adecuadas a nuestra historia, condiciones y necesidades? ¿Cómo realizar intervenciones que propicien el mejoramiento y cambios sustanciales en el campo cultural y en nuestra sociedad en general? Estas son solo algunas preguntas que deberemos contestarnos colectivamente en el futuro.
Inés María Martiatu Terry
La Habana, julio de 2010
Introducción
Avivar la memoria. Desterrar el olvido
Reflexionando sobre la invisibilidad de las mujeres negras dentro de la invisibilidad general de las mujeres, pensé en lo imperativo de avivar la memoria histórica, para comenzar a llenar el vacío existente en la historia y la sociedad cubanas sobre su imagen, acción, subjetividad, pensamiento y valores.
Avivar la memoria nos permitirá reflexionar sobre la experiencia histórica de la mujer negra, no recogida en su totalidad por el discurso clásico sobre la opresión de las mujeres; porque, en realidad, no se ha dado cuen-ta del efecto cualitativo que esa opresión sufrida tuvo y tiene en su identi-dad femenina y racial. Es sacar a la luz, para que se conozca y reconozca, toda una historia de resistencia y de lucha en la que las mujeres negras —en todas las épocas—, han sido protagonistas, en su afán de convertirse en seres humanos plenos, con posibilidades y oportunidades, independientemente de su clase, raza, género, sexo y religión.
También es insistir en la necesidad de que nuestros textos de historia expresen el papel desempeñado por las mujeres negras y mulatas en cada momento histórico de nuestro país, pues no basta con la sola mención de María Cabrales, Mariana Grajales y Dominga Moncada —esposa la primera y madres las dos últimas de los generales Antonio Maceo y Guillermón Moncada—, obviando la labor exacta que desempeñaron en la sociedad que les tocó vivir a partir del hecho de ser mujeres, de sus subjetividades y sus acciones individuales como mujeres negras.
Por otra parte, es cuestionar la sistemática ausencia que el discurso oficial nos ofrece, y el deliberado o no, olvido académico —salvo algunas excepciones—¹ no solo de las mujeres negras que se desenvolvieron durante los siglos xvi al xviii, sino de las que vivieron en la sociedad cubana durante el siglo xix y el xx y que formaron parte tanto de las capas po-bres, como de las clases media y alta.
1 Estas las verán mencionadas en algunos de los trabajos que conforman este libro.
Es visualizarlas, para una mayor comprensión de algunos de los rasgos que, en cada contexto histórico, adquirió su pensamiento. Reconocer la influencia que ellas ejercieron en el proceso de consolidación de la identidad nacional, independientemente de que en los momentos en que se fijaron los estereotipos femeninos que se avenían con el pensamiento liberal y con el proyecto de construcción de la identidad nacional y la nación (…) quedaron excluidas de dicho modelo
.² Y, sobre todo, comprender que la invisibilidad es la base del fundamento de la significativa ausencia cultural que históricamente las ha caracterizado.
2 Susana Montero: La cara oculta de la identidad nacional, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2003, p. 62.
Además, poner al descubierto la constante agresión a la cual ha sido sometida la mujer negra, acompañada de su lucha por el reconocimiento y aceptación de sus valores, que se mantienen en nuestra sociedad actual, en la que, en detrimento de su autoestima, sigue siendo el blanco de refra-nes y chistes racistas, humillantes y malintencionados, como: Una blan-ca dormida parece una paloma muerta; una negra dormida parece un aura tiñosa muerta
o, Más vale una blanca que veinte negras
.
En tal sentido avivar la memoria es mantenernos fiel a la discusión en torno a la situación de la mujer negra en nuestra sociedad, no solo desde una perspectiva histórica, sino también actual, es enfrentar el problema para que se comprenda que la significación social de ser mujer negra, no es la misma que para la mujer blanca —hasta entre las pobres—, aunque parezca ilógico en un proyecto social como el nuestro, que ha logrado romper con múltiples estereotipos, pero, desgraciadamente, no ha podido deconstruir aquellos sexistas, raciales y racistas que persisten muy ligado a ellas.
Para avivar la memoria hemos conformado Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales. Una selección de trabajos que ofrecen una visión abarcadora de la presencia de las mujeres cubanas afrodescendientes a través de nuestra historia y en diferentes campos, con el objetivo de dotar a las nuevas generaciones, en especial a las de negras y negros cuba-nos, de paradigmas que puedan contribuir, entre otras cosas, con el desarrollo de su identidad racial, además de rescatar para la memoria histórica de los afrocubanos su inclusión en la historia de las ideas de la nación cubana, donde apenas han tenido representación algunos de los aportes de las mujeres de su mismo grupo social. Con ello deseamos contribuir a la eliminación de los estereotipos negativos que se tiene sobre las mujeres negras y estimular al estudio de la rica herencia africana, mantenida a través del aporte de las afrocubanas en la historia, la literatura y el arte.
En uno de mis libros plantee que todo libro ha de revelar una verdad oculta por miedo, por olvido, por censura, por desconocida o por novedosa, este se ha escrito con la intención de transmitir alguna enseñanza
. Con esa concepción se han recogido todos los trabajos que conforman esta obra, seguras todas sus autoras de que estamos avivando la memoria, pero también desterrando el olvido.
Daisy Rubiera Castillo
La Habana, 15 de junio del 2010
Primera parte
Historia
Demandas judiciales de las esclavas en el siglo xix cubano
Digna Castañeda Fuertes
Durante los últimos veinticinco años, los estudios destinados a mostrar el papel desempeñado por las esclavas de origen africano en las colonias caribeñas han aportado publicaciones cardinales, de carácter puntual, o teórico-metodológico, referidas fundamentalmente a las posesiones inglesas o francesas.¹ Sin embargo, en el Caribe hispano-antillano la producción historiográfica dedicada al tema aún no ha alcanzado esa envergadura.
1 Son ejemplos notables: Hilary McD. Beckles: Naturals Rebels: A Social History of slaves Black Women in Barbados, New Brunswicck, Rutgers University Press, New Jersey, 1989; y Marietta Morrissey: Salves Women in the New World, University Press of Kansas, Kansas City, 1989.
En Cuba, la esclava de origen africano no ha sido objeto de estudio particular. Su vida se conoce a través de obras literarias como Francisco, de Anselmo Suárez y Romero; Petrona y Rosalía, de Félix Tanco, y la excepcional Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde.² Asimismo, existen estudios históricos o sociológicos que tangencialmente analizan aspectos de la vida de esas mujeres.³ Por esta razón, el trabajo que a continuación presento tiene por objetivo comenzar a cubrir el vacío existente en la historiografía cubana respecto al tema.
2 Anselmo Suárez y Romero: Francisco, Dirección de Cultura, Ministerio de Educación, La Habana, 1947; Felix Tanco Bosmeniel: Petrona y Rosalía, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980; Cirilo Villaverde: Cecilia Valdés, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972.
3 Entre ellos se destacan los de Fernando Ortiz: Los negros esclavos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975 y Pedro Deschamps Chapeaux: El negro en la economía habanera del siglo
xix
, UNEAC, La Habana, 1971.
La esclava en Cuba frente a la opresión
Durante los primeros siglos de la trata en Cuba, las esclavas en los ingenios eran escasas. Aunque, desde el 5 de mayo de 1528, los procuradores de las ciudades que ya habían sido fundadas expresaron su interés en introducir negras africanas, los hacendados se negaban sistemáticamente a ello, debido a la relativa facilidad con que obtenían esclavos en las costas de África, lo que hacía innecesaria la reproducción natural de la esclavitud.
Solamente en Baracoa los monjes belemitas admitieron negras en su ingenio y las casaron con sus esclavos.⁴ Sin embargo, a principios del siglo xix, después de la restricción de la trata negrera, se comenzó a valo-rar la posibilidad de traer hembras de África para incrementar las dotaciones de esclavos mediante la reproducción. En esta línea de acción se destacó el economista criollo Francisco de Arango y Parreño, quien propuso, como síndico del Consulado de La Habana,⁵ incrementar el núme-ro de esclavos mediante la introducción de hasta un tercio de negras en cada dotación, y que, para facilitar el proceso, se eximiese de todo pago de derechos la entrada de estas a la Isla.
4 Fernando Ortiz: ob. cit., p. 196.
55 Funcionario facultado, en las ciudades, para tutelar los derechos de los esclavos y administrarles justicia.
Con similares propósitos los diputados propusieron, entre otros aspec-tos, que el amo de negro de campo casado con esclava de otro sea obliga-do a venderlo por tasación siempre que el dueño de la esclava lo quiera comprar, contando también con la voluntad del negro, y entendiéndose con el amo del negro que no tenga un tercio de hembras en su hacienda, y también cuando el amo del negro no le permita casarse
.⁶
6 Fernando Ortiz: ob. cit., p. 197.
En ese marco fue promulgada la Real Cédula del 27 de abril de 1804, la cual ordenaba: que en los ingenios y haciendas donde solo hubiese negros, se pusieran también negras, limitándose el permiso para introdu-cir negros en esas fincas a ese solo sexo hasta que estuviesen casados todos los negros que lo desearan
.⁷
7 Ibídem, p. 198.
Aunque esto no se cumplió totalmente, a mediados del siglo xix ya se encontraban negras esclavas en todas las haciendas, compartiendo las rudas faenas de las plantaciones con sus congéneres masculinos. El desempeño de las labores que aquellas estaban obligadas a ejecutar fue realizado con tal efectividad que algunos mayorales llegaron a decir: las negras son de más resistencia y de más consistencia que los hombres
.⁸
8 Anselmo Suárez y Romero, citado por Fernando Ortiz: ob. cit., pp. 198-199.
Esa aseveración se basaba en que los deberes de la mujer esclava no se limitaban a las labores agrícolas, sino que además, acometían otras, tanto en la ciudad como en el campo, pues eran utilizadas directamente por sus amos o alquiladas para servir de nodrizas o para realizar tareas domésticas (cocine-ras, planchadoras, costureras, etc.). También las dedicaban a parteras o comadronas.⁹ Muchas de estas labores, fundamentalmente las dos últimas, les sirvieron incluso para adquirir su libertad, la que también obtenían mediante la vida sexual común con un blanco, caso bastante frecuente.¹⁰
9 Véase Pedro Deschamps Chapeaux: ob. cit., pp. 169-184.
10 Fernando Ortiz: ob. cit., p. 285.
Además del rigor del trabajo a que estaban sometidas las esclavas, en campos y ciudades, también fueron víctimas de los más crueles y ultrajan-tes castigos, es decir, se las azotaba, se las enviaba al cepo y al bocabajo, aun cuando estuvieran en estado de gestación.¹¹ Asimismo, eran objeto del sadismo de algunos dueños, quienes manifestaban su aberración sexual a través de medidas inconcebibles en mentes sanas.
11 Ibídem, p. 230.
Ejemplo de esto último fue, en La Habana, don Ramón Saíz, quien prometió a la mulata esclava Florencia Rodríguez o Hernández,¹² de catorce años de edad, otorgarle la libertad si le prestaba su cuerpo
, que en términos actuales quiere decir si sostenía relaciones sexuales con él. Logrado su objetivo no solo no la liberó, sino que la castigaba frecuentemente y la obligaba a trabajar en una herrería. Incluso, según palabras de la esclava, trató de po-nerle argollas de plata en la parte más secreta de la naturaleza
.
12 En los documentos aparece indistintamente con esos apellidos.
Ante esta situación, en octubre de 1834, la esclava se quejó al alcalde. A pesar de ello, el alcalde no actuó y se limitó a decirle que hablaría con el amo, y que volviera para la casa. La esclava continuó sus demandas en otras instancias, pues en la villa nadie le hacía caso, según declaró, porque el amo tenía dinero; agregó que pedía ayuda porque si la entregaban, ella moriría.¹³
13 Archivo Nacional de Cuba (ANC), Fondo Gobierno Superior Civil, legajo 936, no. 33047.
También las esclavas eran víctimas de abusos, tales como el robo de sus pertenencias por sus amos. Así, por ejemplo, en la villa de Guanabacoa, en marzo de 1828, fue presentada una denuncia al alcalde primero de la villa, por María del Carmen Gangá, africana, contra su amo, porque este le había robado 21 onzas de oro y varias joyas que, según la esclava, eran producto de los ahorros de su marido. Aunque el amo fue citado en nu-merosas ocasiones, nunca compareció, según consta en los oficios y demás diligencias que integran el expediente.¹⁴ Mientras tanto, la esclava permaneció depositada en manos del síndico, lo que indica la parcialidad de las autoridades coloniales.
14 Ibídem, legajo 938, no. 33109.
Las demandas de las esclavas y los procesos judiciales
En la batalla legal efectuada por las esclavas, predominaban tres tipos de demandas judiciales, las cuales revelan los atropellos