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Cartas - Padres del Desierto
Padres del desierto
Cartas / Padres del desierto. - 1a ed - Munro : Surco Digital, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-47923-9-6
1. Monasterios. 2. Espiritualidad Cristiana. 3. Vida Comunitaria. I. Título.
CDD 230
© 2023 SURCO Digital
Munro – Prov. Buenos Aires – Argentina
www.surco.org
Primera edición digital, enero 2023
ISBN: 978-987-47923-9-6
© Diseño de tapa: SURCO digital
Imagen de tapa: Escenas de vida eremítica. Paolo Uccello. 1460 (Florencia, Italia).
Hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Todos los derechos reservados.
Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin la previa autorización escrita de los titulares del Copyright
, la reproducción total o parcial de esta obra, incluido el diseño de tapa e imágenes interiores, por ningún medio o procedimiento de grabación electrónica o impresión física, bajo las sanciones establecidas por la ley.
Índice
Presentación
CARTAS DE SAN ANTONIO ABAD
Introducción
La presente traducción
Obras citadas de forma abreviada
Siglas de las versiones
CARTA PRIMERA
Tres tipos de vocaciones
La acción del Espíritu Santo
Tres clases de mociones
La acción del Espíritu Santo: sanación de nuestra entera humanidad
La vista y el oído
La lengua
Las manos
El estómago
La genitalidad
Los pies. El cuerpo entero renovado
Las pasiones incorporales
Conclusión
CARTA SEGUNDA
La primera alianza
La segunda alianza
La venida de Jesucristo. La Nueva Alianza
Jesucristo: dispensador del Espíritu Santo
Estamos llamados a cooperar con nuestro Salvador
Conclusión de la carta y despedida
CARTA TERCERA
El conocimiento de sí mismo
El Espíritu de discernimiento
El combate contra el Maligno
La economía de Dios a favor de la humanidad
La venida del Hijo de Dios
Jesucristo todo lo hizo para nuestro bien
El hábito de nuestra santidad
Importancia del autoconocimiento
El amor fraterno
Estar preparados para que el fuego del Espíritu se encienda en nuestros corazones
Saludo final
CARTA CUARTA
Debemos pasar de ser siervas y siervos a hijas e hijos de Dios Padre
Habitar consigo mismo
(habitare secum)
El Espíritu Santo habita en quienes tienen un corazón puro
Un ejemplo del mal que acarrea al hombre no entrar en sí mismo, desconocerse: el hereje Arrio, que pecó contra Dios
CARTA QUINTA
Las visitas de Dios a sus criaturas
Orar día y noche. Tenemos poderosos intercesores
El incansable amor de Dios
La venida del Salvador
Vivir en la acción de gracias por la salvación que hemos recibido en Cristo Jesús
La renuncia
Considerar qué efímera es nuestra existencia terrena
Estamos como ebrios
Solo la Santísima Trinidad es increada
CARTA SEXTA
Saludo a los destinatarios de la epístola
La esencia espiritual de todo ser humano
El Hijo de Dios vino en nuestro auxilio
Los demonios solo quieren nuestra perdición
No conocemos las maquinaciones de los demonios
Dios puede abrir los ojos de nuestros corazones
Los demonios nos envidian y por eso nos persiguen
Con sus maquinaciones los demonios nos sacan del camino recto
Evitar deleitarse en los propios deseos
Muchas son las trampas que nos tienden los demonios
Los nombres de los diversos seres creados
Debemos amar a todos los seres humanos
Oremos al Señor levantando las manos de nuestros corazones
Nos sostiene la gracia de Dios
Conocernos a nosotros mismos. Somos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia
La misericordia del Padre
Vivir en santidad
Nuestra humillante condición
Dios nunca deja de hacernos el bien
El demonio siembra divisiones
El ejemplo de Jesús
Despedida
CARTA SÉPTIMA
La obra salvífica de Cristo
La verdadera libertad del cristiano
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios
Los beneficios del Señor
Prepararnos para el día del juicio
El Padre se compadeció de sus criaturas
Practicar el discernimiento
Jesús tomó la condición de servidor
Meditar en la propia vida
No debemos temer las persecuciones que vienen del mundo
Conocernos a nosotros mismos
¿Con qué podremos retribuir los dones que hemos recibido del Señor?
La enseñanza del Espíritu Santo
Investidos por el Espíritu Santo
Saludo final y despedida
CARTAS DE AMMONAS
Introducción
1. Noticia biográfica
2. Las Cartas
Carta I [La salud]
Carta II [La fuerza]
Carta III [La humildad]
Carta IV [El discernimiento]
Carta V [La paternidad espiritual]
Carta VI [La paternidad espiritual. La oración por sus hijos]
Carta VII [El carisma de los Padres]
Carta VIII [El carisma que hemos recibido de nuestros padres]
Carta IX [La perseverancia en la vocación monástica]
Carta X [La tentación es un signo de progreso]
Carta XI [Discernir la voluntad de Dios. Estabilidad]
Carta XII [La soledad]
Carta XIII [El Espíritu de penitencia y el Espíritu Santo]
Carta XIV [La justicia]
Carta (atribuida a) san Ammonas eremita
Introducción
CARTA DE SAN MACARIO
Introducción
CARTA DEL BIENAVENTURADO PADRE ARSENIO
Introducción
LAS CARTAS DE SERAPIÓN DE THMUIS A LOS MONJES
Introducción
Carta sobre la muerte de Antonio
Carta a los monjes
Presentación
Los Padres del monacato primitivo solían acompañar espiritualmente a sus discípulos mediante cartas. No poseemos una abundante cantidad de ellas, salvo el caso de los reclusos Barsanufio y Juan, pero cuyas epístolas no incorporamos en esta publicación.
Los textos que ahora ofrecemos han sido publicados, en castellano, o bien en una obra específica, como es el caso de las Cartas de san Antonio; o bien, en diversos números de Cuadernos Monásticos. Al ofrecerlos ahora confiamos en poder brindar una modesta colaboración para quienes deseen tenerlos reunidos en un solo volumen.
Deseo expresar mi sincero agradecimiento a quienes han colaborado para poder llevar a buen término esta obra.
Enrique Contreras, osb
CARTAS DE SAN ANTONIO ABAD
Introducción
San Antonio ocupa un lugar único, de privilegio, en el ámbito del monacato cristiano primitivo como cabeza de todos los monjes cristianos. Su vida (hacia 251-356) y su fisonomía nos son conocidas sobre todo por la célebre obra que le consagró san Atanasio: la Vita Antonii. Los apotegmas nos aportan otros rasgos interesantes, que para nada contradicen el relato del obispo de Alejandría, sino que colocan felizmente al Padre de los monjes en medio de otros ancianos de su tiempo, sus émulos, en la imitación y la búsqueda de Cristo en el desierto¹.
"Siete Cartas atribuidas a Antonio nos son conocidas en versiones latinas, georgiana y siríaca, como así también en fragmentos coptos². Ellas son citadas por Shenute de Atripé, que tenía diez años al morir Antonio. Son, con mucha probabilidad, las cartas que san Jerónimo leyó en griego³. ¿Pero son realmente de Antonio? Un buen número de historiadores las dejan de lado, a menudo demasiado rápidamente⁴. Su acceso es dificultoso. Sin embargo, críticos cada vez más numerosos las aceptan, y la tesis de Rubenson ha demostrado su importancia… Su oscuridad se adapta bien a lo que se esperaría de un hombre no formado en la retórica griega; su origenismo es sorprendente; uno y otro aspecto explican su débil difusión: fue necesario el nombre de Antonio para que esos textos se difundieran. Sin embargo, las Cartas, en una cierta medida, pueden armonizarse con la imagen de Antonio que nos transmiten la Vida y los apotegmas"⁵.
Es posible que la influencia origeniana Antonio la haya recibido vía Dídimo el Ciego, que sabemos fue visitado por el santo abba:
«El beato Antonio, cuando descendió de la Tebaida a Alejandría para llevar el testimonio de la fe de Atanasio contra los arrianos, consoló a Dídimo con estas magníficas palabras: No te ofenda, dijo, oh Dídimo, estar privado de ver con los ojos, porque te faltan aquellos ojos que tienen los ratones, las moscas y los lagartos; pero alégrate, tienes los ojos que tienen los ángeles, con los cuales ven a Dios, por los cuales para ti se enciende la gran luz del conocimiento
»⁶.
Y el mismo Dídimo el Ciego, según testimonio de Paladio, decía:
El bienaventurado Antonio entró tres veces en esta celda para verme e invitado por mí para hacer una oración, inmediatamente se puso de rodillas aquí mismo, sin que tuviera yo necesidad de repetírselo, dándome con ello una lección práctica de obediencia…
⁷.
No sabemos en qué período dictó Antonio sus cartas. Pero es posible, sobre todo a la luz de la Carta séptima, que haya sido en una etapa en que la controversia arriana no había llegado a sus momentos más álgidos. Tal vez, entre los años 340-350⁸.
Las cartas de Antonio esperan una edición crítica. El supuesto original copto existe solo en fragmentos, y la versión griega que menciona Jerónimo se ha perdido por completo. Poseemos de ella una traducción latina, atribuida tradicionalmente a Valerio de Sarasio⁹. Un artículo reciente sostiene que la traducción latina debe considerarse como una composición temprana, realizada en algún momento entre los siglos V y VII
; ella sería, además de la traducción siríaca¹⁰, del siglo V, de la primera carta de Antonio y de la versión georgiana, algo posterior, uno de los primeros testimonios de las cartas de Antonio¹¹.
La presente traducción
En el año 1981, se publicó la versión castellana del epistolario antoniano, la cual fue realizada por la Hna. M. Reyes Ordoñez; la efectuó a partir del texto francés aparecido en la colección Spiritualité orientale. En fecha reciente apareció también una edición digital (epub), publicada por la Editorial Santidad (Castellón de la Plana, España, 2021), que reproduce la traducción de 1981.
Dada la particular situación del epistolario antoniano, ya que se carece de un texto original, sea este copto o griego, solo podemos ofrecer una versión provisoria. Para realizar la cual se ha optado por seguir principalmente la traducción al inglés del Prof. Rubenson. Hemos incluido también, en letra más pequeña, la traducción castellana realizada por M. Reyes Ordoñez.
Obras citadas de forma abreviada
Cartas: traducción de M. Reyes Ordoñez en: San Antonio, Cartas, Burgos, Monasterio de Las Huelgas, 1981 (Col. Espiritualidad Monástica, 8).
Chitty: The Letters of Saint Antony the Great (Translated with an Introduction by Derwas J. Chitty), Oxford, SLG Press, 1975.
Epistolae: PG 40,977-1000 (versión latina de Valerio de Sarasio a partir del texto griego perdido). Letters: Samuel Rubenson, The Letters of St. Antony. Monasticism and the Making of a Saint, Minneapolis, Fortress Press, 1995 (Studies in Antiquity and Christianity).
Lettres: Lettres de S. Antoine. Version géorgienne et fragments coptes. Traduits par Gérard Garitte, Louvain, Imprimerie Orientaliste L. Durbecq, 1955 (Corpus Christianorum Orientalium, Vol. 149. Scriptores Iberici, Tome 6).
Saint: Saint Antoine. Lettres. Introduction, par dom André Louf, ocr. Traduction française par les Moines du Mont des Cats, Maine & Loire, Abbaye de Bellefontaine, 1976 (Spiritualité orientale et vie monastique, nº 19).
Saint Antoine: Père Matta El-Maskîne, Saint Antoine ascète selon l’Évangile suivi de Les vingt Lettres de saint Antoine selon la tradition arabe (traduction), Bégrolles-en-Mauges (Maine & Loire), Abbaye de Bellefontaine, 1993 (Spiritualité orientale. Série monachisme primitive, 57).
SCh: Sources Chrétiennes, Eds. du Cerf, Paris.
VA: Vita Antonii; ed. Gerhardus Johannes Marinus Bartelink en: Athanase d´Alexandrie. Vie d’Antoine, Paris, Eds. du Cerf, 1994 (SCh 400).
Siglas de las versiones
A: versión árabe
C: versión copta
G: versión georgiana
L: versión latina
S: versión siríaca
¹ Cf. Les Sentences des Pères du désert. Collection alphabétique. Traduite et présentée par Dom Lucien Regnault, moine de Solesmes, Solesmes, Abbaye Saint-Pierre de Solesmes, 1981, p. 13.
² Cf. M. Geerard, Clavis Patrum Graecorum, Turnhout, Brepols, 1979, n° 2330.
³ Jerónimo, De viris inlustribus 88: El monje Antonio, sobre cuya vida Atanasio, obispo de Alejandría, ha escrito un magnífico volumen, es autor, en lengua egipcia, de siete cartas, llenas de contenido y sentido apostólico, enviadas a los diversos monasterios, traducidas al griego. La principal es la que dirigió a los Arsenoitas. Vivió bajo el mandato de Constantino y sus hijos, y llegó a la edad de 105 años
(ed. en Texte Und Untersuchungen Zur Geschichte Der Altchristlichen Literatur 14,1 [1896], p. 45).
⁴ Así H. Dörries, considera como improbable en boca de un copto la expresión: espíritu que ve a Dios
(Carta 6,1 [en la trad. castellana de M. Reyes Ordoñez]). Así también J. Roldanus (1968) y M. Tetz (1983), no toman en cuenta las Cartas.
⁵ Citamos parcialmente a: Vincent Desprez, Saint Anthony and the Beginnings of Anchoritism: I, en The American Benedictine Review 43:1 (1992), pp. 71-72. Cf. Atanasio di Alessandria. Vita di Antonio. Antonio Abate. Detti – Lettera (Introduzione, traduzione e note de Lisa Cremaschi), Milano, Paoline, ²2001, pp. 85-87.
⁶ Rufino, Historia Eclesiástica 2,7 (Rufino di Concordia. Scritti vari, Roma, Ed. Città Nuova – Società per la conservazione della Basilica di Aquileia, 2000, pp.272-273 [Col. Scrittori della Chiesa di Aquileia, V/2]). Esta visita posiblemente tuvo lugar en el año 338; cf. VA §§ 69-71; pp. 314-320, pero que, sin embargo, no refiere el encuentro con Dídimo; y Jerónimo, Epístola 68,2: … citado en la ciudad por san Atanasio, obispo de Alejandría, para tratar el modo de refutar a los herejes, y como acudiera a él Dídimo, hombre eruditísimo pero privado de la vista, en medio de las conversaciones que estaban manteniendo sobre las Escrituras santas, admirado Antonio del talento de su interlocutor y alabando su agudeza de espíritu…
(sigue, con algunas variantes, el texto citado por Rufino; la carta es del año 397 y estaba dirigida a Castriciano, un piadoso ciego de Panonia; trad. en Cartas de San Jerónimo. I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1962, pp. 645-646 [BAC 219]). Ver A. de Vogüé, Histoire littérarire du mouvement monastique dans l’antiquité, 3. Première partie: le monachisme latin. Jerôme, Augustin et Rufin au tournant du siècle (391-405), Paris, Les Éditions du Cerf, 1996, p. 304, nota 451.
⁷ Paladio, Historia Lausíaca, cap. 4,3 (ed. G. J. M. Bartelink en: Palladio. La Storia Lausiaca, Verona, Fondazione Lorenzo Valla - Arnoldo Mondadori Editore, 1974, p. 28 [Vite dei Santi, II])
⁸ Así, L. Cremaschi, op. cit., p. 87.
⁹ Su versión la habría realizado en 1475; y más tarde fue impresa en París (año 1516). Por lo tanto, es esta versión latina la que, junto con una traducción georgiana de los siglos VI-VIII, sigue siendo el principal testigo de las siete cartas de Antonio (cf. Peter Tóth, ‘In volumine Longobardo’. New Light on the Date and Origin of the Latin Translation of St Anthony’s Seven Letters, en Studia Patristica 64 [2013], p. 48).
¹⁰ Ed. de F. Nau, La version syriaque de la première lettre de saint Antoine, en Revue de l’Orient Chrétien 14:3 (1909), pp. 284-288 (trad. francesa), y 289-297 (versión siríaca).
¹¹ Peter Tóth, art. cit, p. 57.
Texto
¹²
CARTA PRIMERA
¹Ante todo, los saludo en el Señor¹³.
Los saludo en el Señor.
Tres tipos de vocaciones
Creo que las almas, tanto de varones como de mujeres, que Dios en su misericordia ha reunido por medio de su propia Palabra, son de tres tipos:
Hermanos, juzgo que hay tres clases de personas entre aquellas a quienes llama el amor de Dios, hombres o mujeres.
²Algunas fueron alcanzadas por la Palabra de Dios, en virtud de la ley de la promesa y del discernimiento del bien inherente en ellas desde su primera formación¹⁴. ³Ellas no dudan, sino que reaccionan con prontitud, como hizo Abraham, nuestro padre. Ya que él se ofreció a sí mismo por amor, en virtud de la ley de la promesa, Dios se le apareció y le dijo: ⁴"Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré" (Gn 12,1). ⁵Y él fue, sin dudar para nada, sino respondiendo a su llamada. ⁶Este es el modelo para el comienzo de este género de vida. Y subsiste todavía en aquellos que siguen este modelo. ⁷Dondequiera y cuandoquiera que las almas lo mantienen y se ajustan a él, fácilmente adquieren las virtudes, puesto que sus corazones están prontos a dejarse guiar por el Espíritu de Dios. ⁸Este es el primer tipo.
Algunos son llamados por la ley del amor depositada en su naturaleza y por la bondad original que forma parte de ésta en su primer estado y su primera creación. Cuando oyen la palabra de Dios no hay ninguna vacilación; la siguen prontamente. Así ocurrió con Abraham, el Patriarca. Dios vio que sabía amarlo, no a consecuencia de una enseñanza humana, sino siguiendo la ley natural inscrita en él, según la cual Él mismo lo había modelado al principio. Y revelándose a él le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela y ve a la tierra que Yo te mostraré
(Gn 12,1). Sin vacilar, se fue impulsado por su vocación. Esto es un ejemplo para los principiantes: si sufren y buscan el temor de Dios en la paciencia y la tranquilidad reciben en herencia una conducta gloriosa porque son apremiados a seguir el amor del Señor. Tal es el primer tipo de vocación.
⁹El segundo tipo lo encontramos en aquellos que oyen que la ley escrita da testimonio de todo el sufrimiento y castigo preparado para el malvado ¹⁰y anuncia las santas promesas para los que progresan. ¹¹Por los testimonios de la ley escrita, sus pensamientos se levantan y ellos tratan de entrar en sus llamadas. ¹²David también da testimonio de esto al decir: "La ley del Señor es perfecta, vivifica el alma" (Sal 18 [19],8)¹⁵. ¹³Y en otro lugar dice: "La revelación de tu palabra ilumina y hace sabios a tus hijos" (Sal 118 [119],130); ¹⁴y lo mismo, más veces de las que somos capaces de dar cuenta.
He aquí el segundo. Algunos oyen la Ley escrita, que da testimonio acerca de los sufrimientos y suplicios preparados para los impíos y de las promesas reservadas a quienes dan fruto en el temor de Dios. Estos testimonios despiertan en ellos el pensamiento y el deseo de obedecer a su vocación. David lo atestigua diciendo: La ley del Señor es perfecta y vivifica el alma
(Sal 18 [19],8); y en otro lugar dice: La revelación de las palabras ilumina e instruye al ignorante
(Sal 118 [119],130). Así como en otros muchos pasajes que podríamos citar.
¹⁵El tercer género lo encontramos en aquellos corazones que son duros desde el comienzo y que persisten en las obras de pecado. Dios misericordioso, les envía aflicciones y castigos, ¹⁶hasta que, a través de sus aflicciones, ellos se dan cuenta, se arrepienten y vuelven. Y si se arrepienten con todo su corazón, entran en la llamada y alcanzan las virtudes, como los demás, de los que ya he escrito.
Y he aquí el tercer tipo de vocación. Algunos, cuando aún están en los comienzos, tienen el corazón duro y permanecen en las obras de pecado. Pero Dios, que es todo misericordia, trae sobre ellos pruebas para corregirlos hasta que se desanimen y, conmovidos, vuelvan a Él. En adelante lo conocen y su corazón se convierte. También ellos obtienen el don de una conducta gloriosa como los que pertenecen a las dos categorías anteriores.
¹⁷Estas son las tres puertas¹⁶ para las almas que se arrepienten hasta que obtienen la gracia y la llamada del Hijo de Dios.
Estas son las tres formas de comenzar en la conversión, antes de llegar en ella a la gracia y la vocación de hijos de Dios.
La acción del Espíritu Santo
¹⁸Pero creo que, aquellos que han entrado con todo su corazón y se han preparado para resistir todas las pruebas de los enemigos hasta vencerlos, ¹⁹antes han sido llamados por el Espíritu, que les alivia todo, para que el trabajo del arrepentimiento les sea dulce. ²⁰Él establece para ellos una regla sobre cómo arrepentirse en sus cuerpos y en sus almas, ²¹hasta que les ha enseñado el camino para volver a Dios, su propio Creador. ²²También les da el control sobre sus almas y cuerpos, en orden a que ambos puedan santificarse y heredar juntos.
Los hay que comienzan con todas sus