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Transferencias y justicia intergeneracionales
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Libro electrónico296 páginas3 horas

Transferencias y justicia intergeneracionales

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Esta obra aborda en sus páginas el estudio del impacto intergeneracional de nuestros comportamientos y decisiones. A partir de una revisión a los sistemas fiscal y de salud, a las pensiones, al proceso de militarización, así como a las prácticas de deforestación y a las respuestas al cambio climático, los capítulos que integran este volumen develan
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2023
ISBN9786075645414
Transferencias y justicia intergeneracionales

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    Transferencias y justicia intergeneracionales - José Ramón Cossío Díaz

    I. EL ENVEJECIMIENTO EN MÉXICO: SEGURIDAD ECONÓMICA Y TRANSFERENCIAS

    Isalia Nava Bolaños¹

    INTRODUCCIÓN

    México inicia la segunda década del siglo XXI en medio de importantes transformaciones económicas marcadas por la denominada enfermedad por coronavirus (covid-19). La actividad económica, que ya registraba un proceso de estancamiento, muestra desafíos en sus rumbos y consecuencias. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante 2020 el producto interno bruto (PIB) oportuno disminuyó 8.5% respecto a 2019, con datos desestacionalizados, mientras que en 2021 aumentó 5% en relación con 2020. Las Perspectivas Económicas Provisionales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estiman un crecimiento del PIB de 3.3% en 2022 y de 2.5% en 2023. Estos desequilibrios económicos tienen importantes consecuencias para la población, sobre todo para los grupos más vulnerables, como las personas mayores. Aparejada a estas circunstancias económicas, se da también una dinámica de envejecimiento demográfico, que se refleja en una mayor participación absoluta y relativa de la población en edades avanzadas. La población en edades de 65 años y más (P65+) se duplicó, al pasar de 4.9 millones de personas (5.0%) en 2000 a 9.8 millones (7.6%) en 2020.

    Una de las principales preocupaciones derivadas de este envejecimiento de la población se relaciona con la seguridad social, sobre todo en una sociedad como la mexicana, que está lejos de cumplir con los objetivos de una plena protección social. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS) 2017, sólo 38.6% de los hombres y 22.2% de las mujeres de 65 años y más cuentan con una pensión contributiva. A ello se agrega el bajo monto de las prestaciones; 74.3% de la población pensionada recibe hasta dos salarios mínimos. Además, con la reforma que elimina la solidaridad intergeneracional y la administración pública de los dos principales institutos de seguridad social, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en 1997 y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en 2007, se anticipa que en los próximos años las pensiones resultantes de las cuentas individuales serán insuficientes en cobertura y beneficios.

    Así, las perspectivas futuras de la población, en particular de la P65+, exigen revisar de manera integral los mecanismos de protección social, incluyendo las pensiones no contributivas, así como repensar los mecanismos de solidaridad entre generaciones y grupos sociales. El objetivo de este capítulo es analizar la seguridad económica de las personas mayores en México enfatizando la relevancia de los intercambios entre generaciones.

    El capítulo inicia con una revisión de la dinámica demográfica en México, en relación con el proceso de envejecimiento de la población, que ya ha comenzado a ser visible y se vislumbra en el futuro como permanente y a ritmos altos. En la segunda sección se estudian las transferencias intergeneracionales² y las oportunidades que éstas ofrecen para apoyar a las personas en edades avanzadas en un contexto de envejecimiento demográfico. En la tercera sección se analizan las principales fuentes de seguridad económica de la P65+ en México; particular atención se dedica al análisis de las transferencias, en especial, en los antecedentes de las pensiones contributivas y no contributivas. Por último se presentan las reflexiones finales.

    RUMBO AL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

    Transición demográfica

    México, al igual que otros países en desarrollo, ha seguido el patrón clásico de transición demográfica, que se caracteriza por el paso de niveles altos de mortalidad y fecundidad a niveles bajos y controlados, siendo la mortalidad la variable que primero comenzó a descender. La disminución en la mortalidad se atribuye a las mejoras de las condiciones socioeconómicas del país, que se reflejaron en los avances tecnológicos, sobre todo en el ámbito médico; la expansión de la infraestructura sanitaria y los servicios de salud; la implementación de medidas de higiene y salud pública, y la elevación de los niveles de escolaridad (Gómez de León y Partida, 2001). Así, la tasa de mortalidad infantil (TMI) disminuyó de 130 decesos de menores de un año de edad por cada 1 000 nacimientos en 1950 a 77 en 1970, 23 en el año 2000 y a 13 en el 2020. Asimismo, la reducción de la mortalidad se ha traducido en un alargamiento de la supervivencia. Mientras que en 1950 la esperanza de vida al nacer para los hombres fue de 45.9 años y para las mujeres de 48.8 años; en 1970 aumentó a 57.6 y 62.1 años, respectivamente. En el año 2000 la vida media de los hombres era 72.0 años, y la de las mujeres, 77.4 años, y en 2020 alcanzó los 72.4 y los 78.1 años, respectivamente (Conapo, 2018). En consecuencia, la esperanza de vida ha aumentado significativamente en las últimas siete décadas.

    Además de la reducción de la mortalidad y las ganancias en la esperanza de vida, el país experimentó descensos importantes de la fecundidad durante el siglo pasado. El inicio del control de la fecundidad se ubica en los años sesenta, cuando un grupo de mujeres pioneras urbanas y con mayores niveles de escolaridad redujo el número de nacimientos. Posteriormente, se presentó una generalización de las nuevas pautas reproductivas a través del uso masivo de métodos anticonceptivos y las transformaciones de las normas sociales (Zavala de Cosío, 2001). De esta forma, la Tasa Global de Fecundidad (TFG) pasó de 6.6 hijos por mujer en 1950 y 1970 a 2.7 en 2000, y disminuyó a 2.1 en 2020, cifra equivalente a la tasa de remplazo (Conapo, 2018).

    A las variaciones de la mortalidad y la fecundidad se agregan los cambios en la migración internacional. Para el caso de México, ha sido notoria la constante salida de mexicanos hacia los Estados Unidos, incrementándose significativamente en las últimas décadas del siglo pasado, al mismo tiempo que se modifican los perfiles migratorios: mayor heterogeneidad y diversificación laboral, menor circularidad, creciente diversificación regional y mayor presencia de flujos de migrantes indocumentados (Corona y Tuirán, 2001). Cabe mencionar que las causas del fenómeno migratorio se atribuyen a la interacción de factores en ambos lados de la frontera, en relación con el caso mexicano son de particular relevancia aquellos que se vinculan con la expulsión de la fuerza de trabajo como consecuencia de las precarias condiciones económicas y laborales. Se estima que en 1950 la emigración internacional fue de 31 089 personas, pasó a 165 368 en 1970 y en el año 2000 alcanzó la cifra de 703 535 (Conapo, 2018). A comienzos del siglo XXI, inicia un nuevo patrón migratorio atribuido a las fuertes medidas de control migratorio, la crisis económica, el desempleo y la reducción en la demanda en los Estados Unidos (Massey, Pren y Durand, 2009). Así, en 2020 el número de emigrantes fue de 314 423.

    La evolución de los tres componentes de la dinámica demográfica, fecundidad, mortalidad y migración, previamente presentados, modifican el tamaño y la estructura por edades de la población. Como se ilustra en la figura I.1, México se ha caracterizado por el paso de pirámides de población rejuvenecidas, que fueron resultado de las altas tasas de fecundidad y de la menor reducción de la mortalidad hacia estructuras que desde la década de los setenta pierden su forma piramidal, como consecuencia de los descensos de la mortalidad y los incrementos de la esperanza de vida. A medida que el tiempo avanza, la silueta piramidal refleja una mayor concentración de la población en edades adultas y avanzadas, es justo el proceso de envejecimiento

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