Un Mejor Amigo Muy Gruñón: Wolf Valley: Grumps, #1
Por Shaw Hart
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Siempre estuvimos destinados a ser algo más que amigos.
Lilliana:
He sido la mejor amiga de Foster desde que era una niña.
Llevo enamorada de él el mismo tiempo.
Siempre hemos estado unidos.
Pero no tanto como me hubiera gustado.
Foster:
Lilliana siempre ha sido mía.
Creía que ella lo sabía, pero después de un incidente en el instituto, no estaba tan seguro.
Por eso se me ocurrió el pacto matrimonial.
Cuando ella aceptó, me sentí aliviado.
Ahora que el pacto está a punto de terminar, me preocupa que lo haya olvidado.
Por suerte para ella, estoy dispuesto a recordárselo y a demostrarle lo perfectos que seremos juntos.
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Un Mejor Amigo Muy Gruñón - Shaw Hart
UNO
Foster
—Me sorprende que hayas venido esta mañana —dice mi hermano gemelo, Ford, mientras se sienta frente a mí.
—¿Por qué no iba a hacerlo? —le pregunto, aunque ambos sabemos ya la respuesta.
—Quizá porque Lilliana vuelve hoy.
Le miro sin comprender y él pone los ojos en blanco.
—No me vengas con eso. Ambos sabemos que tienes este día marcado en tu calendario desde hace meses.
—Demuéstralo —refunfuño, y él pone los ojos en blanco.
—¿Vas a decirle por fin que llevas toda la vida obsesionado con ella?
—Probablemente no de inmediato. Estaba pensando en darle la bienvenida a la ciudad y esas cosas primero, tal vez ayudarla a instalarse.
—Listillo —dice riendo, y yo sonrío.
—Debe ser duro para ti que yo tenga todo el cerebro y la apariencia —digo con un suspiro, y él muestra el dedo medio.
—Somos gemelos idénticos, idiota.
—¿Interrumpo una disputa fraternal? —Ransom pregunta mientras se une a nosotros en nuestra mesa.
—Casi siempre —decimos al mismo tiempo, y Ransom sonríe.
Estamos en el Nosh Diner, pero es media mañana y el local está vacío. Estoy seguro de que no durará mucho. Este lugar siempre está lleno. Es uno de los únicos restaurantes aquí en Wolf Valley, después de todo.
Ford es el dueño de este restaurante. El dueño anterior, el viejo señor Riley, se lo vendió justo después de la secundaria. Bueno, nos lo vendió a nosotros. Ford no podría habérselo permitido sin mi inversión, y ninguno de nosotros podría habérselo permitido sin el dinero que nuestra madre nos dejó cuando falleció.
—¿De qué estamos hablando entonces? —pregunta Ransom.
Ransom llegó a la ciudad hace un año y se mudó al lado de mi casa. Nos hicimos amigos rápidamente e intentamos desayunar o comer juntos una vez a la semana. Me había olvidado de que hoy era cuando habíamos quedado para desayunar tarde, así que he tenido suerte de poder descansar del trabajo y venir.
—Lilliana vuelve hoy a casa —le informa Ford.
—Ah, el amor perdido de Foster. No puedo esperar a conocerla.
Le fulmino con la mirada y él sonríe, agarra un menú y finge echarle un vistazo.
—Te encantará —le dice Ford, y los celos empiezan a corroerme.
Lilliana por fin vuelve a la ciudad y no quiero ni pensar en compartirla con nadie más. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuvimos juntos, tres años para ser exactos. Hemos seguido en contacto, mandándonos mensajes o hablando por teléfono cada pocos días, pero no es lo mismo que verla cara a cara.
—Estoy seguro —dice Ransom, y sé que los dos me están tomando el pelo.
—¿Vamos a comer o qué? —chasqueo, y comparten una mirada.
—Se fue a la universidad, ¿verdad? —Ransom pregunta, y Ford y yo asentimos.
—Sí, fue al Instituto Pratt de Nueva York —le digo.
—Es un largo camino para ir a la escuela. ¿Estás seguro de que no intentaba alejarse de ti? —Ransom pregunta, y yo sé que está bromeando, pero sus palabras me revuelven el estómago, y mi mente se remonta al instituto, a una de las últimas veces que la vi en persona.
Ford cree que nunca he intentado decirle a Lilliana lo que siempre he sentido por ella, pero no es cierto. Al final del verano fuimos todos a una fiesta. Lilliana y yo salimos a tomar el aire y acabamos sentados en un columpio mirando las estrellas.
Le había planteado la idea de un pacto matrimonial si ambos no estábamos casados a los veinticuatro años, y ella había aceptado enseguida. Pensé que era una buena señal de que yo también le gustaba. Normalmente, los pactos matrimoniales se hacen para más adelante, no para dentro de seis años.
Aun así, incluso con su aceptación del pacto, había tardado casi una hora en armarme de valor para volverme hacia ella e intentar besarla. Yo también había estado a punto de hacerlo, pero entonces ella se había echado hacia atrás.
Pensar en ella alejándose de mí todavía me hace estremecer, me aclaro la garganta e intento centrarme en cosas más felices.
«Vuelve a la ciudad y por fin recupero a mi amiga».
«Además, está el pacto matrimonial...»
—¿Vais a pedir o qué? —pregunta Ford, y yo parpadeo.
—Por supuesto. Tomaré la hamburguesa —pido, decidiendo que ya es bastante tarde para comer.
—Lo mismo —dice Ransom, y Ford asiente y vuelve a rodear el mostrador.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —Ransom me pregunta mientras esperamos nuestra comida.
—¿Plan para qué?
—Por conquistar a tu chica.
—Solo voy a darle la bienvenida a la ciudad, ayudarla a mudarse