Índice

PRÓLOGO

CAPÍTULO 1. PERO… ¿QUÉ ES UN HUMEDAL?

CAPÍTULO 2. LOS HUMEDALES EN LOS SISTEMAS HÍDRICOS

CAPÍTULO 3. CLASIFICACIÓN DE los HUMEDALES

CAPÍTULO 4. LA ‘RIQUEZA’ DE LOS HUMEDALES

CAPÍTULO 5. LA EVOLUCIÓN DE LOS HUMEDALES EN EL MUNDO. EL CAMBIO CLIMÁTICO

EPÍLOGO

GLOSARIO

ANEXO

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS

Javier Gustavo Heredia Díaz

Humedales

Colección Planeta Tierra

comité editorial

Isabel Rábano Guitiérrez del Arroyo

Juan José Durán Valsero

Luis Roberto Rodríguez Fernández

Alejandro Robador Moreno

Eulogio Pardo Iguzquiza

Benigno Asensio Nistal

Javier Sénen García

Arantza Chivite Vázquez

Catálogo general de publicaciones oficiales

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DISEÑO DE CUBIERTA: MARTA RODRÍGUEZ PANIZO

© Javier Gustavo Heredia Díaz, 2019

© instituto geológico y minero de españa, 2019

© Los libros de la Catarata, 2019

Fuencarral, 70

28004 Madrid

Tel. 91 532 20 77

www.catarata.org

Humedales

ISBN (igme): 978-84-9138-085-6

Isbne: 978-84-1067-223-9

iSBN (catarata): 978-84-9097-757-6

nipo: 697-19-016-0

DEPÓSITO LEGAL: M-26.334-2019

IBIC: RBK

este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

PRÓLOGO

Quisiera comenzar este libro con una evocación de mi niñez que creo justificada. Vecina a la provincia donde nací, en Ar­­gentina, se encuentra la provincia de Corrientes, gran parte de la cual está ocupada por los esteros del Iberá. Este es un extenso humedal (15.000 km²) en el que existen lagunas, pantanos, ríos y arroyos de cauces apenas definidos. Mi madre me solía contar leyendas que situaban en sus aguas interiores castillos fabulosos por sus riquezas y peligrosos seres fantásticos. Leyendas análogas, en las que se contraponen la abundancia y el miedo, existen acerca de muchos humedales en el mundo (Perkins Hidalgo, 1963). Creo que todas ellas describen la esencia de la percepción del hombre sobre los humedales desde los albores de la humanidad. El hombre ha encontrado en los humedales una fuente feraz para proveerse de alimentos, tanto en su estadio de recolector-cazador como en las sociedades agrícolas o industriales que le sucedieron (Wells, 1952). Sin embargo, y en contraste con ello, también albergaban importantes peligros, que no eran solo los animales depredadores, sino, más temidos aún, enfermedades tales como el paludismo, la fiebre amarilla y el dengue. La apetencia y el temor, en suma, la necesidad, llevó hasta fecha muy reciente a la mayor parte de las civilizaciones grandes o pequeñas a emprender obras para la desecación de los humedales, esto es para su desaparición. Desde las décadas de 1950 y 1960, en buena medida ya controladas estas enfermedades y diversificadas las fuentes de alimentación, el hombre ha podido despojarse de la atracción y el miedo hacia los humedales y redescubrir en ellos las riquezas y servicios que brindan. Esta puesta en valor ha llevado a una actitud de conservación y, en algunos casos, de restauración de los mismos.

En general, la bibliografía de divulgación sobre humedales se suele centrar en su riqueza biótica: su flora y su fauna. No cabe duda de que la diversidad biótica que albergan es una de sus riquezas más importantes y, en muchas ocasiones, la más vistosa. Sin embargo, otro aspecto a valorar es el importante rol que juegan los humedales en los ciclos globales del agua, del carbono, del nitrógeno, así como cumpliendo otras funciones que también nos son necesarias para la vida. La mayor parte del amplio rango de servicios que brindan los humedales no suelen ser percibidos, y muchas veces estos se degradan o se destruyen en aras de rentabilizar a corto plazo solo alguno de todos estos recursos.

Los humedales se encuentran en todas las tierras emergidas del mundo, en las llanuras y en las montañas, en el trópico y en las latitudes altas, en las zonas áridas y, lógicamente, en las zonas húmedas. Pero existe un elemento común, necesario —se podría decir obvio— para la presencia de un humedal: el agua. Y sobre el agua, la esencia misma del humedal, se sustenta toda su riqueza y los servicios que ofrece.

Este libro brinda una atención particular al vínculo entre los humedales y los sistemas hídricos donde se encuentran, y de los que forman parte inalienable, y a las invisibles funciones que cumplen, las cuales, al ponerlas el hombre en valor, las ha transformado en servicios. Este libro está escrito con el deseo de dejar el claro mensaje de que la única estrategia de conservación de un humedal, de su ecosistema y de sus servicios, es el conocimiento del mismo y de su funcionalidad para poder establecer una gestión sostenible del sistema hídrico con el que se vincula.

El capítulo inicial del libro aborda la cuestión de qué es un humedal, de su definición, se verá que la palabra humedal es relativamente moderna y que su definición no es única. En el segundo capítulo se presenta la variedad de vínculos que pueden existir entre un humedal y el sistema hídrico en el que se encuentra y algunos rasgos hidrológicos que caracterizan a los humedales. A su vez, esta variedad de vínculos lleva a una gran diversidad de tipologías de humedal. En el tercer capítulo se presentan las clasificaciones de los humedales más relevantes que ponen distintos ordenamientos a estas tipologías. El cuarto capítulo trata sobre servicios ecosistémicos que brindan los humedales y su valoración. Estos servicios parten de las funciones que realizan los humedales y, a diferencia de estas, que se desarrollan sin más, los servicios tienen un carácter antrópico que les asigna un valor. Por ello, su identificación y tasación tiene un componente subjetivo que demanda al llevarlos a cabo hacerlo con una visión que trascienda a las circunstancias estrictas del presente y ser conscientes de que ni siquiera esta visión es única y, por tanto, existe una gama de metodologías de evaluación. El capítulo final describe el estado y evolución de los humedales en el marco global y en España y su perspectiva frente al cambio climático. Los humedales brindan una imagen de exuberancia, muchas veces solo por el contraste con el territorio que los rodea. Sin embargo, son sistemas dinámicos y de gran fragilidad, en el siglo XX se ha perdido un 70% de la extensión de los humedales del planeta y, en la casi totalidad de los casos, no fue debido a causas climáticas, sino como consecuencia de la acción del ser humano. Es necesario entender que para la preservación de los humedales se requiere un fuerte compromiso por parte del conjunto de la sociedad, además de buena conciencia y sensibilidad ambiental.

En lo que respecta al establecimiento de políticas de protección y gestión sostenible de los humedales, la Convención de Ramsar tiene un papel protagónico a escala global, 170 son los países firmantes, con 2.341 humedales inscritos en todo el planeta. Sin lugar a dudas es el esfuerzo internacional de salvaguarda ambiental más relevante en el presente. En el anexo se exponen los criterios de la Convención para identificar humedales de importancia internacional. Además, el libro contiene un glosario de términos relacionados con los humedales, la hidrología y la geología.

Finalmente, deseo expresar mi agradecimiento a Víctor García-Vaquero y Álvaro, economista titulado del Banco de España, que ha posibilitado actualizar a euros de 2019 las valoraciones globales de los humedales y sus servicios. Asimismo, quiero agradecer a mi hijo Ignacio Heredia y a mi compañero de despacho Héctor Aguilar, quienes han revisado con paciencia y dedicación —no exenta de humor— el manuscrito del libro.

CAPÍTULO 1

PERO… ¿QUÉ ES UN HUMEDAL?

El término humedal es moderno. Si investigamos, en ningún texto o narración oral o canción anterior a mediados del siglo XX encontraremos esta palabra, ni siquiera en el ámbito científico o técnico. Históricamente se ha hablado de pantanos, lagos, marismas, manglares, etc. Así, no se cantaba al humedal, ni ningún monstruo habitaba en un humedal.

Tenemos en español una gran variedad de palabras para referirnos a los distintos ambientes que hoy conocemos como humedales. Muchas definiciones son generales y pueden ser sinónimas entre sí, pero otras muchas son muy precisas en cuanto a la situación específica del ambiente que describen. Entre las denominaciones generales encontramos pantano, que la Real Academia Española (RAE, 2018) define como un terreno hundido de fondo más o menos cenagoso y abundante vegetación, donde las aguas se estancan de forma natural. Entre los sinónimos de pantano encontramos estero, marjal, ciénaga; este último se deriva de cieno, que nos indica un suelo saturado, una de las características de los humedales. Otros sinónimos son trampal, que hace referencia al carácter peligroso de los humedales, y bañado, muy extendida en Latinoamérica.

Una riqueza de palabras aún mayor encontramos cuando se describen humedales con algún rasgo particular, como tremedal, que la RAE (2018) define como un terreno pantanoso, abundante en turba, cubierto de césped, y que por su escasa consistencia retiembla cuando se anda sobre él. Este nos lleva a turba, que es un carbón ligero, esponjoso, que se forma en lugares pantanosos debido a la descomposición de restos vegetales. En el litoral marítimo encontramos marismas, que son llanuras intermareales; albuferas, como se denomina a las lagunas litorales separadas del mar por un cordón de arena o barra, o, en el trópico, manglares, que es una zona cubierta por árboles muy tolerantes a las sales existentes en la zona intermareal y que se inunda periódicamente. En la montaña, en los Andes centrales al humedal se lo denomina bofedal; en la Patagonia se lo llama mallín y en los Pirineos, ibón. Los llanos anegados se conocen en España como tablas o navas. La denominación de los cuerpos de agua superficial naturales es aún más numerosa, en general dependiendo de sus dimensiones; así, se tienen lagos, lagunas, charcas o, en Castilla, lavajos. En cuanto a los cuerpos de agua superficial artificiales, la denominación usual es la de lago de embalse y en España es una de las acepciones de pantano. También los salares o salinas son ambientes que se consideran humedales.

Pero… ¿desde cuándo todos estos ambientes diversos y, con ellos, sus numerosas denominaciones se encuentran comprendidas en el término humedal? Humedal es una palabra que proviene de la palabra inglesa wetland, con la que se indica una tierra que tiene un suelo húmedo y esponjoso (WordRe­­ference, 2019) o, en español, la RAE (2018) la define como un terreno de aguas superficiales o subterráneas de poca profundidad. La palabra se comienza a usar a principio del siglo XX en los Estados Unidos, vinculada a la protección del hábitat de vida silvestre, en particular, de las aves. A partir de las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, el uso de la palabra wetland se incrementa exponencialmente, lo que también se refleja en la publicación de trabajos de investigación científica. Este incremento en el uso del término es reflejo de la actividad internacional que se viene produciendo en esos años en torno a los humedales. Se deben reseñar rápida­­mente:

Del 12 al del 6 de noviembre de 1962, se celebra la Con­­ferencia MAR (de MARshes, MARécages, MARismas) en Les Saintes Maries-de-la-Mer, Francia, donde por primera vez los gobiernos, las ONG y los expertos en humedales piden la creación de un tratado internacional para su conservación y una lista de aquellos con importancia internacional.

Entre 1963 y 1970 se realizan una serie de reuniones internacionales en las que se negocia el texto para una convención sobre humedales. Estas reuniones cuentan con el apoyo del International Waterfowl and Wetlands Research Bureau (IWRB, actualmente Wetlands Inter­­national) y el Gobierno de Holanda.

El 2 y 3 de febrero de 1971 el Gobierno de Irán es anfitrión de una conferencia que se celebra en el balneario de Ramsar (Irán), donde los representantes de 18 naciones acuerdan la Convención relativa a los humedales de importancia internacional especialmente como há­­bi­­tat de aves acuáticas. El tratado que se firma el 3 de febrero de 1971.

En diciembre de 1975 entra en vigor la Convención de Ramsar.

Actualmente el número de partes contratantes (países adherentes) son 170, el número de sitios Ramsar (hu­­me­­dales protegidos) son 2.341 y cubren 2.524.899,73 km². En el anexo se indican los criterios que debe cumplir un humedal para ser inscrito en la Convención de Ramsar.

La motivación conservacionista con la que surge el término humedal y su rápida difusión son fiel reflejo de la puesta en valor, inicialmente, de la riqueza en biodiversidad de estos am­­bientes y, posteriormente, de la apreciación de otros servicios ecosistémicos. Sin embargo, la valoración de estos ecosistemas no hubiera sido posible si a la par no se hubieran ido controlando desde mediados del siglo pasado los problemas de salubridad que históricamente les eran inherentes.

Sin embargo, si se quiere profundizar en la definición de humedal nos encontramos con la sorpresa de que no existe una única definición de humedal. Cowardin et al. (1979) ya identificaron la inexistencia de una definición única, correcta, indiscutible y ecológicamente racional para los humedales. Estos autores atribuyen a esta carencia, principalmente a la diversidad tipológica de los humedales y a la dificultad de delimitar entre ambientes secos y húmedos, pues estos se sitúan en un continuo. Sin embargo, ha existido una necesidad de establecer una definición de qué es un humedal. Este requerimiento, esquemáticamente, se puede atribuir a alguna de las tres causas siguientes: la realización de inventarios de los mismos; razones legales, para su delimitación, o el estudio