RNC Número 339 / 2013
RNC Número 339 / 2013
RNC Número 339 / 2013
11 y 12-04-1828
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S. E. desespera por la ausencia de noticias de la convencin de
Ocaa y no oculta las preocupaciones por la desaparicin de Pa-
dilla y los sucesos de Cartagena y volvi a hablar con el Gral.Sou-
blette para que se encargue de esa gobernacin y que Montilla
vaya a Cuman.
Dijo que quin iba a pensar que habra de tomar partido por
Montilla contra Padilla; que el Mariscal Sucre tena sobrada razn
en lo imposible que es fundar algo sobre bases de arena, pues
lo nico constante son las situaciones inestables y la ingratitud
que empapa todo, y eso le hace ser pesimista y medio sobre los
resultados de la convencin, pues no podemos llegar muy lejos
sin hombres que sepan obedecer siendo tan escasos los que saben
mandar.
***
(He dudado en agregar esta parte al diario pero me parece de jus-
ticia, atendiendo a una peticin que me hizo S.E.).
Al or ruidos de cabalgaduras no puede contenerse y se aso-
ma al balcn a ver si es Wilson quien llega. No durmi la siesta
sino que termin de leer el manuscrito que le haba presentado el
curaValenzuelay bajamos a la calle a tomar el t con l. Se haba
divertido mucho con su lectura, soltando a veces risotadas y ha-
cindome comentarios jocosos.
Yo nunca tuve veinte mil hombres juntos a mi mando dijo. Si
Galn no se hubiese precipitado y con menos Santanderes en esa
jefatura, la gente de El Socorro no se habra perdido en ese adefesio
de revolucin, y tal vez adelantado la independencia en treinta aos.
Para m, al marqus de San Jorge le falt el guramo que les sobr al
hijo Jorge Tadeo y al nieto Toito Ricaurte. Si Galn hubiese estado
bajo mis rdenes antes de Ayacucho, no habra dudado en fusilarlo
como tuve que hacer con Piar ya que no se poda permitir la estu-
pidez del suicidio de la repblica, con la guerra entre castas, al darle
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al imperio espaol el triunfo seguro pues slo tendran que esperar
a que los americanos nos aniquilramos; pero si lo tuviera ahora, no
vacilara en ascenderlo al menos a coronel y pondra en sus manos
la llave de la caja de Pandora, porque las revoluciones son como el
agua: cuando se estancan se corrompen; y con el mpetu que trae
el auge de la industria en Europa, y los cambios que en todos los
rdenes esto conlleva, no sabemos qu podr estar pasando de aqu
a veinte aos;sin embargo presiento que a ese pregn de unin de
los oprimidos contra los opresores comenzar a asomrsele su hora
sobre la tierra.
El Dr. Valenzuela opin que si no fuera por la pobreza del len-
guaje, algunas guarradas y las impertinencias contra la religin,
se podra ofrecer al pblico; y el Libertador le pregunt alarmado
si acaso era de opinin de ofrecerla a las llamas.
De ninguna manera sera yo capaz de cometer un crimen
as contest ofendido, voy a devolverla a sus dueos. Pero S. E.
no me ha dicho como le pareci.
Comparto con usted su criterio: el lenguaje es a veces de-
masiado chusco; parece escrita por un francs como ste que nos
honra con su presencia dijo aludindome y yo le contest que no
poda opinar sin leerla, por lo cual me fue entregada. Pero la sal-
va la verdad con la quetransparentalos hechos y, precisamente,
alguna que otra entretenida guarrada. Quin la escribi?
La trajeron dos jvenes deEl Socorro que dijeron llamarse Ga-
briela y Jorge Cristancho y que eran nietos de Roque y Betzabeth.
Que la mayor parte la haban escrito entre su abuelo, fallecido a
mediados del pasado ao, y la esclava Anita y que ellos se limitaron
a complementar algunos tems y llevrsela a Florencio Pisco quien
me los remiti.
Qu pasara despus conNazariay Custodio y los mucha-
chos? pregunt S. E.
Eso est en un cuadernillo aparte. Ya se lo busco.
Regres y se puso a leer en alta voz:
Aqu est: Custodio y Nazaria, con ayuda del doctor Flix
Hernndez, se convirtieron en Prudencio Rojo y Sofa Hernndez
y consiguieron refugio en Jaj, en la provincia de Trujillo, con el
padre Jerez que hizo pasar a Prudencio como su hermano ya que
tena experiencia en ello. All colaboraron con el Libertador en la
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campaa de 1813 cuando averiguaron la situacin deNiquitaoy le
dijeron que el camino estaba despejado pero que haba que andarse
con tiento porque haba cuatro indios con ganas de pelear.Murie-
ron en1821, fusilados por el brigadier La Torre cuando les encon-
traron correspondencia que llevaban al general Urdaneta. Afortu-
nadamente sus restos fueron recuperados y Camilo y sus hermanas
se encargaron de que no quedaran ngrimos en la eternidad.
El Libertador solt una estruendosa carcajada y dijo:
Es cierto, ya los recuerdo. Esa batalla la invent yo: una esca-
ramuza que tuvieron Ribas y Urdaneta con unos inditos que echa-
ron cuatro tiros y huyeron, la transform en soberbia batalla en
un parte que yo mismo redact y me envi a m mismo, para que
cayera en manos enemigas. Una jugada que una y otra vez me dio
resultado. Cmo desmoraliz esta contrapropaganda a los realistas
de Los Llanos, pues haban hecho correr que tenan un formidable
ejrcito al mando de Mart para contenernos! Ah comprobamos el
poder de la palabra escrita y cmo muchas guerras se ganan ms
con papel que con municiones. Y con los muchachos qu ocurri?
Aqu leo: Manuela Beltrn: condenada a purgar diez aos en
el Darin, su nieta Juana Restrepo se empe en no abandonarla.
Muri de calenturas en 1784. Juanita pudo regresar, pero enferma
y al poco tiempo muri. Fabricio Nicols CceresBida(Antonio
Antequera).
Yo lo conoc interrumpi S.E.. Se nos uni con MacGregoren
Los Cayos o en Jamaica, no recuerdo bien. Era muy inteligente y bra-
vo, pero no tena don de mando y por eso no pas de coronel. Yo
lo quera para m pero Sucre me lo pele y lo hizo su secretario. Lo
perdimos malamente en Ayacucho, cuando a un soldado nuestro se
le fue un tiro.
Contino dijo el padre Eloy: luego de la fuga de Custodio
yNazaria, el doctor Hernndez vino al Socorro en la comitiva del
arzobispo virrey que andaba amnistiando y pacicando, los encon-
tr, a l y a su hermano, viviendo a gusto con sus parientes indios
y los llev bajo su cuidado a Santa Fe, sin mucho contento de parte
de ellos, pero para su fortuna pues losyariguesfueron sacados de
laTrujillanzay, siguiendo la poltica de Moreno y Escandn, lleva-
dos a un inhspito resguardo a orillas del Magdalena. Se recibi de
bachiller en el colegio del Rosario y de abogado en la Javeriana. Par-
ticip con Nario en la traduccin de Los derechos del hombre y, a la
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detencin del prcer, se vio obligado a cambiar de aires. Se dirigi a
La Guaira a ver si hallaba rastros de su padre y se cas con Juliana
Lpez, una hermosa mulata, hija adulterina de Milagros Lpez, la
que haba enloquecido a Octavio, ms bella queBetzabeth me escri-
bi. Cuando pasaron por aqu, luego de otra fuga, despus del fracaso
de Gual y Espaa, pude comprobar que, comparadas a la misma
edad, elegir la ms bella hubiera sido harto dicultoso.
Se ve que son notas, porque el estilo es ms torpe an que el
anterior. Pero djeme leerlo que a m me entran ms las cosas por
la vista. Es de admirar la vida de ese hombre de la que yo no tena
total noticia. Falta que diga que tambin estuvo en el desembarco
de Miranda en Coro.
El Dr. Valenzuela ri de buena gana y le entreg el manuscrito
dicindole:
Pues S.E. lo ver con sus propios ojos.
No me extraara, teniendo a Fermn de Vargas de amigo
comn.
Subimos a nuestras habitaciones y el Libertador dijo que esa
lectura me iba a entretener ms que nuestra insulsa tropilla, pro-
nunciando la palabra as con t y no ropilla como los dems.
Concuerda ms con los cantos del juego: patrulla, ronda, rondn
(Cestqueilssemoquent?).
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Me qued dormido porque, aunque terminamos de jugar a las
nueve pues el Gral.Soublettese hallaba indispuesto, comenc a
leer el manuscrito y no me solt hasta terminarlo, casi a las tres.
Cuando baj al comedor ya S.E. haba desayunado y estaba
encargando de traer los caballos a n de aprovechar la esplndida
maana. Volvi con el general Soublette, hablando sobre doa
Manuela. Contaba el Libertador que una de las primeras veces
que le vio su extraordinario carcter fue en oportunidad que traa
la entrepierna del uniforme manchada y la esposa de un ocial,
amiga suya,apatusquera, la alert dicindole Manuela, qu ver-
genza y ella, cubriendo la mancha con barro, tranquilamente
respondi: Por qu me debe avergonzar algo natural como el
uir de mi sangre? Vergenza deberan sentir aquellos tiranos que
con su egosmo, ambicin y crueldad estn ensangrentando la
Amrica. Luego, sentndose a la mesa, me pregunt por el escrito
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sobre los comuneros. Yo le dije que no s por qu me recordaba
algo que me haba mostrado hace diez aos mi amigo Alphonse
de Lamartine que, de paso, por lo ltimo que supe, estaba de
diplomtico en Npoles que no conforme con esa, una de sus
primeras obras, la haba quemado; y que el lenguaje llano que
ellos criticaban, a m me haba convenido pues pocas veces hube
de valerme del diccionario.
El Libertador subi y regres con el apndice y sin ms, co-
menz a leer en voz alta:
Flix Camilo Cceres Hernndez: se orden de sacerdote en
1796 y debido al convencimiento de que su madre estaba all, soli-
cit ser enviado a Venezuela. Dos aos despus y por casualidad se
enter por un cura de Pamplona que asistiendo a un bandido que
herido a pualadas se hallaba en trance de muerte, le confes, entre
otros crmenes, haber baleado y robado en Santa Marta, hara unos,
para la fecha de la confesin, siete aos, a unsocorranoque se haba
ganado una fortuna a los gallos. As conoci el triste destino de su
padre. Destinado en 1798 a La Grita, se enamor hasta la mdula
de una deliciosa y bellsima joven, colmada con todos los atributos
que se le pueden pedir a una mujer me consta pues la he conoci-
do, quien tampoco se resisti a sus pestaas rizadas, segn sus
palabras, llamada Margarita Gonzlez, por la que colg los hbitos.
Se dedica a la enseanza y su esposa essobanderay comadrona y
as, con dos nios, fueron recorriendo Mrida y Trujillo hasta llegar
a Bocon donde, al encontrar a Nazaria, se establecieron. Escribe
encendidas proclamas que me enva desde que volvi a normalizarse
el correo: primero a favor de la patria y la Repblica y, ahora, a favor
de la unidad colombiana y fustigando a los enemigos del Libertador.
Una vez cont, antes de la guerra, que en Tchira y Mrida an
haba, multiplicadas, terribles huellas del castigo a los seguidores de
nuestro movimiento, ya que les dieron de presidio zonas infestadas
de lepra, como aqu lo hicieron con las de malaria adonde fue llevada
Manuela; y cuando lleg el misericordioso perdn real, inspirado por
el piadoso arzobispo virrey, restituyndolos a sus sitios,cundierona
su gente, pues ya estaban contagiados y compartieron con sus familia-
res ese castigo de Dios. Me pidi que buscara a los Ramrez en la va
de Pramo, puesNazariale dijo que ellos conocan un bejuco que era
a la lepra como la quina a la malaria y se lo enviara a Florencio Pisco,
en Santa Fe, para que los sobrevivientes de la expedicin botnica
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ubicaran y estudiaran la planta. Yo mismo fui, pero slo consegu
soledad y ruinas.
Cuntas riquezas, cunto bagaje, tienen nuestros pueblos!
A Vd., que le gusta la Historia, amigo Per djomeel Libertador,
levantndose y mientras miraba por la ventana pues se oyeron
herraduras, debera encargarle que instruya una investigacin
seria sobre las rebeliones deEl Cuzco yEl Socorro, y en atencin
a los probados mritos, ascender a los altares de la Patria a estos
comuneros, estas comuneras
BIBLIOGRAFA
PREZCRISTANCHO, OSCAR. (2011). Estos comuneros, estas co-
muneras,Ediciones Trinchera.p. 252.Valera-Venezuela.
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Editado por Editorial Trinchera, 2011.
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LLEGAR A JAJ desde Tuame y Las Mesitas es cruzar muchas
veces la Quebrada de Esdor, atravesando campos de frailejn y
patios de pensamiento, mientras nos sonren al pasar las viejitas
de cien aos.
Bajar de Jaj a Valera, hace treinta aos, era mezclar los domi-
nios de Juan Araujo con los de Manuel Isidro Molina; convivencia
de reojo entre el feudalismo de Dur y el socialismo del Crisol;
a punto de estallar, en ciertas noches de serenata y luna, bajo el
signo oratorio de los pasteles de Rosa Sayago.
Yo vena del monte a la ciudad buscando las sabiduras del
mundo, llegu un domingo en la tarde; y en la noche ya estaba
con atuendo nuevo, aventurndome entre las las de muchachas
en la plaza, a punto de retreta. Las Alteitas, cancin de Tepa,
tierra soada, seal mi regreso musical al temple mexicano de
Trujillo; Valera sera en adelante y hasta la montadura de mis hue-
sos, una maanita, una guitarra, un no s qu de voz quebrada
en los trigales, de ayayay en la neblina y de cocuy con amores
contrariados. En n, Panchita Duarte.
Orlando Araujo
ANCHITA DUARTE
"LA ALONDRA TRUJILLANA"
P
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La voz y el mito
Porque fue el da siguiente y tambin de noche cuando asist a un
segundo espectculo. Me llevaron paisanos ya expertos en Valera,
y me hicieron sentar en sillas delante del estudio. Apareci para
cantar, la Alondra Trujillana: Panchita Duarte, estrella adolescente
de Radio Valera. La voz cobraba altura, desaaba con bonito grito,
se iba hasta el pramo y se vena como juego de metra en laja, con
ganas de querer, con ganas de llorar, con ganas de morir queriendo
junto al ro o de ponerse a llorar a la orilla de un camino.
Para quien vena de lejos, con tanto miedo y tanta soledad aque-
lla voz se le meti por dentro y con ella, de por vida lo que la voz
traa: amores de sus dioses, el reto del tequila, el despecho alardoso,
el nacimiento pobre, la cama de piedra. Adelita, Pancho Villa, Jua-
na Gallo, la buena de Rosita Alvires y all, sobre las tierras del Mota-
tn, peinando trigales y meciendo las ores amarillas y moradas de
la papa, los mitos de la tierra mexicana puestos en el corazn de los
andinos por aquella voz, la de Panchita Duarte, una de las mejores
del mundo en cualquier tiempo y lugar.
No pas por Valera un promotor
Entre los quince y los veinte aos de Panchita no pas por Valera
ningn descubridor de estrellas, ni empresario con sensibilidad
para captar la voz que a ella la habra llevado por escenarios inter-
nacionales y a l le habra dado pinges ganancias.
Esto bien lo supo Enrique Garca, el operador y el pollo Eus-
toquio, guitarristas; lo supo J. J. Castellanos y Mario Haack; pero
ellos como la Alondra, slo tenan como capital sus voces.
Tambin lo sabamos nosotros, los del Colegio Federal; y las mu-
chachas del Madre Rafort. Asimismo lo saban los caballeros del sa-
ln Castalia y los agentes viajeros que pernoctaban en el Hotel Haack
y en el Bristol, pero no era de ellos el reino de los espectculos.
No pas por Valera un buscador de estrellas ni de voces. No
pas. Y Panchita Duarte se consagr a su tierra, a su mundo de
fuego desde Mrida. En las bodegas de los pueblos, en el botiqun
de las esquinas, en las pulperas de los caminos y en las casas del
campo, con radios de pilas, Panchita congregaba con sus canciones
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a las clases altas, medias y menores de toda esa comunidad que
ama en silencio, desde los valles de la caa hasta los picachos del
Dictamorreal.
Y su gloria es este amor
Me fui de Valera y me llev un montn de historias. Me llev el
amor sin egosmo de Amabilia y de dos Crmenes mitolgicas: la
Carrero y la Linares. Por ellas supe, en una calle lejana, azul y roja,
que el amor es un pasajero triste de un tranva llamado deseo. Y el
misterio de la carne perdurable en el milagro de la vida de Flor Ro-
jas cuando, por caminos del Amparo hasta Valera, bajando aquella
cuesta de Carvajal, rod desbarrancndose hasta el ro. El carro se
deshizo, el metal se quebrant en pequeos pedacitos que se espar-
cieron por el monte y las riberas.
Me fui de Valera y conmigo, y despus, muchos amigos; todos con
las historias de identidad que impulsan ms tarde, en las ciudades
lejanas, la formacin de colonias de maracuchos en Valencia, de
guayaneses en San Cristbal, de gochos en el Club Tchira, de
margariteos en el Zulia y de trujillanos en Caracas.
Conmigo venan tres personajes: el General Juan Araujo, Ma-
nuel Isidro Molina y Panchita Duarte. En otras palabras, venan
conmigo, la Quebrada de Dur, el peridico El Crisol y la Alon-
dra Trujillana. Juan Araujo fue Trujillo; Manuel Isidro Molina fue
Trujillo y algo ms; Panchita fue y sigue en piedra y cielo; todo el
ro de amor que aliment Los Andes. Si Juan Araujo es el costado
derecho y Manuel Isidro Molina es el costado izquierdo, Panchita
es el corazn que a los dos les da su movimiento.
El Len de la Cordillera, el viejo General domin el gran
estado andino midindolo con el casco de su caballo y de sus
espalderos. Su dominio dur mientras pudo cabalgar. Panchita
Duarte gobern desde Trujillo al Tchira y desde el Motatn al
cielo de todos los ros andinos, con la gracias del canto, con el
ro de la voz, con la quebrada melancola de Las Alteitas, con
la profunda sencillez de la cancin de pueblo, que haca llorar a
Tolstoi, y que empat en una de amor a la gente de ver, or y callar
que siguen, en el silencio de los ros y de los pramos, oyendo y
esperando el canto de la Alondra.
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Panchita vive y canta
Como en las historias de los mosqueteros, y como siempre nos
sucede a los andinos: despus de largas ausencias los personajes
vuelven a encontrarse; y si han muerto desandan el mundo bus-
cndose los unos a los otros.
Panchita Duarte es mito y vivencia; est en el origen de una
pasin telrica, que siendo tan paramea y tan mexicana es lati-
noamericana por la or y por el canto; sin empresario afortunado,
Panchita por s sola pertenece al escenario de todo un continente.
Y nosotros al escucharla de nuevo volvemos al pecado original,
al paraso perdido, a los ros y a los trigales; sacamos visa para
la adolescencia y nos proponemos un ux de dril, un guante de
hambre, una bsqueda de sabiduras (que jams hallamos) y un
soez goce verdadero; escuchar a Panchita, la voz que mand en
Los Andes mucho ms que generales, curas y caudillos, torturan-
do solamente corazones.
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Soltera casi hasta los treinta
CUANDO QUED HURFANA viv con mi pap hasta que Marietta
se hizo cargo un tiempo de m. Ella cas con un poltico, funcionario
del gobierno, y por eso frecuentaba la vida de los ricos de cada ciudad
donde le tocaba estar con su marido.
Yo era muy bella; alta, rubia, de pelo ondulado, rellena; una rubia
de moda, la catira Monzillo. Era para Marietta como una ligrana,
hacindome sentir su orgullo cuando me mostraba en las estas.
En esos aos mozos me senta muy querida. Reciba muchas car-
tas. Julia Vivas, mi maestra, me deca desde Escuque que las ores de
la dicha no faltaran en la senda de mi vida y que ojal pudiera volver a
adornar con mi gentil presencia aquel rinconcito del mundo en donde
siempre se gozaba de algunos placeres, que aunque sencillos siem-
pre satisfacan. Edda Mara Arriaga me enviaba unos versos segn los
cuales las hadas deban mostrrseme con lucidos trajecitos, bordados
con estrellas y rayos de zar, adornados en el pecho con jazmines
nacarados y rosas de marl.
En Trujillo fui reina de un carnaval; llovan entonces poemas de
mis admiradores. Csar Crdova me confesaba cun difcil era can-
tar en buenos versos las glorias de las reinas hermosas como yo, que
Bernardo Briceo Monzillo
EMBRANZA DE LOS MONTES
M
Para Adelis Len Guevara
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tena a mis pies un bravo caballero con mucho de indio y mucho de
espaol; ofrendndome como indio su brazo de echero y los rayos
dorados de su luciente sol, y como espaol su bizarra templada en los
combates. No deba extraarme si en mis ojos clavaba las dos dagas
de luz de su mirada, pues para m, sin cometer desliz, reservaba el
cetro de Dios, si yo se lo peda.
Y Pablo Correa me comparaba, por mi belleza exquisita, hermosu-
ra y gentileza, con una de esas margaritas que no ms abre su corola
a los rayos de un sol primaveral, como prtico de un soneto cuyo
nal era: la misma gracia tu perl decora /y, es por eso que divina y
bella / vas con tu porte conquistando amor. En otros versos, Pedro
Santini hablaba de mi alta gura, como la de las grciles palmeras, de
mi perl de hermossima italiana, y de mis cabellos un milln de
luceros rubios y hechiceros.
Ms tarde entr en concursos de belleza, para la seorita Trujillo.
Entonces, en los bailes del Presidente del estado llenaba mi cartilla y
me sobraban candidatos, a pesar de no ser muy buena pareja, pues
deca Mara Abreu que deba soltarme porque era tiesa como un palo.
Otro enamorado me regal un libro de Vctor Hugo, con una de-
dicatoria que me dej prendada. La pluma de aquel maestro, aunada
a mi recuerdo, le haba causado ms de un insomnio, mas yo lo hara
feliz si leyendo aquel libro me sorprenda la aurora, pues se hara la
ilusin de que no habra sido tan slo por el libro sino porque mi pen-
samiento estara puesto en l, que me amaba eternamente.
Cmo podra sentirme yo con tantos pretendientes!
Pero Marietta quera para m lo mejor. Y en verdad a m me gusta-
ba esa vida y todava no me haba enamorado lo suciente como para
casarme. Por eso, en aquella poca, una mujer tan bella como yo la
catira Monzillo lleg soltera casi hasta los treinta.
Mi esposo
Lo vi por primera vez en una esta y me gust tanto que le pre-
gunt a Mara Abreu quin era ese hombre. Estaba casado pero
al poco tiempo enviud. Entonces me despos con l contra la
voluntad de la mayora de mi familia segn ella, yo tena mejores
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partidos, en la casa de mi pap, en la calle del hotel Hack, con
muchos testigos de ambas parentelas.
Ramn naci en una aldea de Jaj. Provena de una familia de
caudillos, de los Araujo, que haban sido seores de aquel pueblo.
Quiz por eso entr muy pronto a la poltica que era, entonces,
en buena medida ser guerrero. Gmez lo encerr en el castillo de
Puerto Cabello y ms tarde, siendo ya mi esposo, comand una
rebelin contra la Junta de Betancourt, por lo que fue a parar a la
crcel de Trujillo.
Su manera de concebir la poltica podra entenderse con lo que
dijo cuando conoci a Rafael Caldera: ese, ese es un pendejo, por-
que un hombre que no cargue ni tan siquiera un pual en la cintura
no puede llegar a Miraores. No aceptaba los cambios. Perteneca a
una regin y a una estirpe de guerreros que se haban quedado en
los comienzos del siglo.
Nunca tuvo ocio permanente; saltaba de trabajo en trabajo has-
ta que se hizo hacendado; as fue agricultor, alcaide, polica judicial,
prefecto de pueblo, inspector de sanidad, destilador clandestino de
aguardiente y coronel de los ejrcitos anrquicos.
Quiz fuera ms mujeriego de lo normal. Durante nuestro ma-
trimonio tuvo otras mujeres, y otros hijos. Una Auxiliadora mujer
muy linda de Granados y otras dos que le dieron dos varones y
una hembra, ms o menos contemporneos con mis hijos. Tambin
visitaba los bares de la calle Vargas la de las mujeres de la vida,
de donde guardara recuerdos hasta el n de sus das: una reyerta,
muerte, prisin, una bala en la pelvis que le haca doler el hueso
cuando haca fro, fama y arrepentimiento conmigo.
Rebelin
Llevaba varios meses escondido. De noche vena de la montaa,
y dorma conmigo mientras Hermgenes cuidaba nuestro sueo.
Haba sido escogido para cabecilla del alzamiento en las tierras
de Abajo porque tena coraje y estaba acostumbrado a mandar.
La rebelin se inici en Sabana Grande. Llegaron hasta Motatn
porque en Valera todo estaba en calma, en el ms perfecto orden
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ni los aviones que lanzaran las armas aparecieron en el cielo
de Monay. El golpe haba sido develado y todos se quedaron
tranquilos, pero su carcter no le permiti cruzarse de brazos.
Por la noche, ya derrotados, arriba en el cerro donde esperaban
ver llegar a la gente del gobierno, record a su mujer y a sus hijos,
y se sinti abandonado por los de su estirpe. Les toc huir. Cada
quien deba esconderse donde tuviera apoyo y se sintiera seguro,
y l gan los lados de Sabana Libre, para donde un Tern, en una
bestia, porque no le trabajaban los rones y se le hinchaban los
pies al caminar.
Me qued sola muchos meses. Ninguno de nosotros en la nca
saba por donde andaba Ramn, pero siempre llegaban a buscarlo.
Una tarde se present una comisin y un hombre puso un mu-
ser en la nuca de Jos Manuel mi hijito mayor que arrodillado le
revisaba los cascos a una bestia. Mi nio slo dijo mam!, y yo
vol a quitarle mi pequeo a aquel cobarde actor de la accin ms
vil que presenci en la vida.
Ms tarde Ramn me escribi desde la crcel de Trujillo, don-
de lo visit el negro Abreu. Me ordenaba estar lista para cuando
me necesitara porque slo yo poda hacerle ciertas diligencias.
Se senta orgulloso de haber sido el ms sobresaliente en aquel
movimiento; de como la prensa de Caracas comentaba que en tan
poco tiempo hubiera tomado varias jefaturas civiles y que a ese
paso habra llegado pronto a la capital. Se senta el ms hombre y
responsable de los alzados.
Al nal me peda convertirme, durante su ausencia, en mujer-
hombre de la hacienda, pues todo eso era mo y de mis hijos; aunque
eso lo deca no ms por decirlo pues ya se oa hablar de la clase de
mujer de Ramn Briceo Araujo, y que continuara as para sentirse
ms ufano de m. De verdad, aquella vida, la inseguridad, el miedo,
me atormentaban; pero era lo que yo haba escogido.
Volvi antes de n de ao. Acusado de traidor por unos a sus es-
paldas, porque nadie se atreva a enrostrarle esa palabra sin costarle
la vida, con ms enemigos, pero tambin admirado y envidiado por
otros, por valiente, hasta despus de su muerte, que ocurrira pronto,
pero en una cama, vctima de un mal natural.
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Sola con tres hijos
El cuarenta y siete marc la declinacin de mi marido. En enero es-
taba preso por el alzamiento con la gente de Abajo, y en diciembre
su corazn se resinti. Lo llev a Caracas y regresamos a pasar el
ao nuevo en Monte Largo. El siguiente agosto naci nuestro cuarto
hijo, y en octubre vino el segundo infarto. Esta vez fue ms grave,
pues ya nunca volvera a recuperarse. Contra su salud conspiraba el
tormento de sentirse intil, incapaz de dedicarse a nosotros.
A principios de mil novecientos cincuenta sufri el ltimo ata-
que. Desde el hospital militar de Caracas me escribi una carta que
siempre conserv porque reejaba la naturaleza ntima de mi ma-
rido: un hombre, en el fondo, adems de valiente, muy sentimental
y amoroso. En esa carta, desde su lecho de enfermo, trasluca gran
amor por sus hijos y por m, y reconoca lo que yo haba sido en su
vida.
Mi adorada Matilde:
Puedes gurarte como sera de grande mi agona. Desde
que llegu aqu cre no volver a ver ms a mis seres queri-
dos. Los mdicos decan que esos mismos nervios y ese su-
frimiento me tenan ms descontrolado el corazn. Dejarte,
para siempre, con esos tres hijitos tan pequeitos es para m
una cosa que no s cmo explicrtela; como digo yo cmo
se me puede quitar ese pensamiento ni un momento de mi
mente!. Los mdicos me dan mucho valor y me siento un
poquito mejor, pero yo no s que ser esto mi amor, hoy que
estoy mejor del corazn amanec imposible de un rin,
es tan fuerte el dolor que me ataja la respiracin; pero ah
est Dios y la Santsima Virgen, y todos los santos, que me
han de conceder volverlos a ver, y curarme, aunque sea para
estar por ah, ms que sea vindolos. Creo que si en esta
cruzada Dios me salva la vida volver a Valera, pero a Monte
Largo quiz no vuelva ms, pues no servir ms nunca para
nada, ni para amarrar un becerrito. Pero me conformo con
vivir en Valera con mis hijitos y mi mujer tan buena, que le
pido me perdone tantsimas groseras que le comet. Estoy
seguro que me perdonar. Verdad, mi amor?
Escrbeme, viejita linda ma, para que me des razn de mi
lindo Bernardo. Dmele a Octavito que todos los das se me
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salen las lgrimas por l, porque aqu, al lado de donde es-
toy, ponen un radio que canta la propaganda de la avena
Quaker y al orla se me representa mi lindo ojn. El da
que sal de Valera, que me desped de Jos Manuel, le not
una tristeza profunda a mi adorado hijo.
Bueno mi amor, no te escribo ms largo porque estoy muy
dbil. Pdele a los santos, mi amor, porque yo vuelva al lado
de ustedes; ellos te oyen a ti porque t eres muy buena. Yo
tambin le pido a Dios que me deje sobrevivir unos aos
ms para darle calor a mis tres claveles de hijos y a mi santa
mujer.
A Mojito muchos recuerdos, que reciba un buen abrazo de
su viejo y que mucho fundamento que ahora es que se debe
portar mejor que nunca. Bendigo a mis adorados hijitos y
para ti muchos besos y abrazos de tu triste viejo.
Ramn.
Sus ltimos das los pasamos donde Agustn y Mercedes. All,
una tarde de marzo, mientras Adelita me paseaba a Bernardo, me
qued viuda.
162
RNC
Imagen de San Benito,
Elaborado en Lagunillas edo. Zulia.
163
RNC
EL HAMBRE les hizo partir en una aurora de 1884 hacia Caracas.
Haban madejado la ilusin de que el horror en sus caras y en sus
cuerpos mutilados, conmoviera al General Joaqun Crespo, pero lo que
quedara en el ardiente e inmenso camino, sera un reguero de huesos,
piernas, brazos y cabellos para engordar la tierra.
Eran casi un centenar de leprosos, olvidados de Dios y del general
Jos Mara Baptista; eran proyectos de hombres y mujeres, a quienes
les faltaba la nariz, los odos, la lengua y hasta el sexo. Algunos tenan
concavidades por donde escuchaban el latir de sus venas. Pero no les
importaban sus guras, porque desde haca tiempo se haba fugado en
ellos el discernimiento entre la fealdad y la belleza. Solamente danzaba
en sus estmagos y tripas, el deseo de comer, de morir, pero comiendo.
As salieron en esa aurora la cual se convertira en noche infernal
para pedirle al Presidente Crespo, pan y vestidos. Y tuvieron das y cre-
psculos soando la aventura de hacer realidad esas ilusiones, sin lde-
res y dilogos inteligibles. Qu podan conversar las lenguas rotas, las
gargantas abiertas, los ojos empaados? Soaban el oasis del pescado,
la carne y las legumbres; vean los campos y las comarcas abundantes
en frutos; ya no tendran ms lceras en la piel y el corazn.
Antonio Prez Carmona
A REBELIN DE LOS LAZARINOS
L
Era el mejor de los tiempos,
era el peor de los tiempos;
la poca de la sabidura y
a poca de la bobera;
el perodo de la fe y
el perodo de la incredulidad;
la era de la luz y la era de las tinieblas;
la primavera de la esperanza
y el invierno de la desesperacin.
y el invierno de la desesperacin.
CHARLES DICKENS
164
RNC
Y se fueron por un sendero donde el aire matinal les cantaba una
hermosa balada que les haca olvidar que eran masa podrida, cogu-
los, bolsas y pstulas.
Los soldados saqueadores, los ponchos y los lagartijos, los gene-
rales que se rifaban a las aldeanitas, los escribanos y el cura, dieron
gracias a la Virgen de la Paz, porque esa madrugada sala del Lazareto,
la hediondez de Trujillo.
Iniciaron la marcha sin campanillas, para no despertar a la inocua
ciudad, a la indolente poblacin, que desde haca seis aos, cuan-
do el general Santana Saavedra los meti en las miserables chozas de
La Otra Banda, haba tendido una frontera de asco y estupor. Pero
alguien capt el santo y sea en la antevspera, y al salir la caravana
lacrimosa y ahuecada, dio con jbilo el grito: Pueblo de Trujillo.
Dios nos ha odo. Se van los leprosos!
Y el cortejo sanguinolento inici su avance; tom rumbo por La
Concepcin, despidindose de los cedros y el ro, abrazndose al sol
de Monay y a la tierra acuchillada de Carora.
En las cercanas de Casa de Cinc se quedaron cuatro que ya haban
perdido los pmulos, la carne de los muslos, las orejas y narices. El
feroz sol, la sed y la inanicin les abrieron las sepulturas decoradas por
los cactus. Los otros continuaron la marcha, y la soledad, que siem-
pre los acompaaba, los guareca de los nios campesinos que huan
ante el pavor de sus rostros y tambin de la gente que se esconda.
Aldeanas bondadosas les tiraban comida como a los puercos, como
a los perros. Acampaban por horas, no para dormir, porque podan
matar el sueo de llegar a Caracas, donde les esperaba el pan de Joa-
qun Crespo; acampaban para mitigar el dolor o para que las moscas
lamieran sus llagas.
El intervalo serva para contarse. Faltaba Mara, la que haba per-
dido los senos que otrora eran taparas con miel de abejas. Faltaba
Carmen, la del labio leporino, pero de grandes y brujos ojos jumes.
Faltaba Juan El Parameo, a quien por su cabello trigo le decan Ju-
rungo. Faltaban ms de diez, ms de quince, ms de veinte, pero el
cortejo se levantaba y segua, con el viento ululante de la noche, con el
saludo de los bhos, con el canto esperanzador de los gallos.
Durante el da huan de los caseros para no recibir la lluvia de
piedras ni el agua caliente de los mozalbetes. A veces no tenan la m-
nima idea de dnde estaban, porque el lugar era de tunas o el camino
165
RNC
se lo haba tragado el monte. Proseguan la marcha sin brjula y sin
luz, animados por el generoso pan de Joaqun Crespo, por el banquete
que les ofrecera para premiar una hazaa de cuerpos mutilados.
En un crepsculo de octubre llegaron a una ciudad donde se
les recibi a tiros, siendo varios quemados para que el diablo de
la lepra no se ltrara en la regin. Y los que todava sentan correr
un hilillo de sangre por sus macerados pies, continuaron la ruta
incierta, desconocida.
Ah, qu deliciosos eran los rboles; tenderse bajo sus troncos,
sentir el viento que les acariciaba sus heridas, las hojas que caan
sobre sus pechos! Qu hermosos esos dulces abrigos vegetales, regalo
de la naturaleza! Y ellos podan estar abandonados de los hombres, de
los bandidos del gobierno, de los santos y santas, pero nunca de los
rboles y la lluvia.
Y bajo los rboles acampaban y soaban con el pan de Joaqun
Crespo, y se volvan a contar. Nada extrao, eran muy pocos; slo
se reducan a la veintena. Entonces optaron por dividirse, por tomar
diferentes trochas, veredas o rutas donde se acortara la llegada.
Sin tristezas y sin llantos se despidieron para entrar a una caverna
ms oscura que el inerno que hasta ahora haban vivido.
Y dicen que ninguno lleg a Caracas a comer el pan de Joaqun
Crespo, el pan que jams toc el estmago de los sublevados lazarinos
de Trujillo.
166
RNC
Aureliano Gonzlez
Medallas
NO NIEGO que desde nio aspir a lucir una de esas color ceniza,
que daban a los que se portaban bien y entendan de catecismo.
Despus sus dueos crecan con ellas y brillaban cada da ms
en escuelas, cuarteles y partidos polticos en el poder. Mientras
tanto, este servidor, como todos los animales necesitados, daba
saltos, se arrastraba y adulaba a los superiores, y nada!, mi pecho
y orgullo permanecan vacos.
Ahora me ofrecieron condecoracin por mis esfuerzos y cansan-
cio en tan ardua tarea. El Ateneo de Bocon pidi mi curriculum
vitae y aqu lo publico, con la venia del jefe de esta pgina y la con-
dolencia del lector.
Currculum
Segn libro de nacimientos y defunciones llevado por el presbtero
Juan de Dios Trejo, cura prroco de la ciudad de Bocon, estado
Trujillo, en el mes de diciembre de 1909 hubo en la parroquia 20
nacimientos y 19 defunciones por gastroenteritis. El nico sobre-
viviente (de milagro) fue el sietemesino Aureliano, hijo de Elvira
RNICAS DE UN BOCONS
C
(Fragmento)
167
RNC
Gonzlez, cocinera alterna de las familias Berti, Gabaldn, Villas-
mil, Pino y Venegas. No se sabe a cul de estos apellidos adjudicar
la clandestina paternidad, pero, el caso es que naci y creci hasta
la edad de ir a la escuela. A doa Teresa Troconis, madre central
de los Berti, se le ocurrieron dos decisiones importantes y huma-
nas: la lactancia y la enseanza del raqutico hijo de una madre
de 45 aos, doble milagro de San Alejo y de la Virgen del Carmen,
patronos los dos; una, de la Calle Arriba y el otro, de la Calle Aba-
jo. Lo de la lactancia fue fcil, porque qued a cargo de la burra
de la casa (no Elvira!, sino una de cuatro patas que tambin de
milagro estaba recin parida). El otro objetivo, el de la enseanza,
no pudo ser porque podra creerse que el sietemesino era hijo de
alguno de los tres varones que compartan con sus respectivas es-
posas la casa de los Berti. Eso podra traer confusin, desviacin
o en todo caso, revolucin, y ese era el signo de Aureliano, jun-
to a Sagitario que fue un nio desnudo, lanzando dardos al sol.
As ha transcurrido la existencia de Aureliano. A la muerte de G-
mez, no obstante pertenecer a la Otra Generacin del 28, fund
con Rmulo Betancourt, Miguel Otero Silva, Andrs Eloy Blanco
y Pedro Beroes el peridico Avance, rgano central del PDN, y
fue su director y propietario exclusivo, con el nico n de caer
preso cada vez que al gobernador Mibelli, o al general Eleazar
Lpez Contreras se le ocurriera. Consagrado por la derecha como
comunista, igual que todos los luchadores de izquierda que no
han denigrado de esta doctrina ni de ninguna de las que en el
mundo existen, porque para Aureliano todo lo humano es bueno,
se refugi en la actividad cultural y all est hoy y estar siempre
mientras haya algo que hacer.
Otra fase de este contradictorio personaje es la de ser tomados
sus relatos en sentido humorstico. Un pequeo ensayo sobre sus
amigos Leoncio Martnez (Leo), Rafael Guinand, Julio Garmendia,
Enrique Bernardo Nez, Guillermo Meneses y Aquiles Nazoa, le-
do en la Casa de Bello y publicado en un diario de Caracas, caus
tanta hilaridad, sin el autor proponrselo, que la Universidad Cen-
tral de Venezuela nombr a Aureliano jurado en un concurso de
esta indisciplina, auspiciado por la Ctedra del Humor, a cargo del
conocido humorista y caricaturista Pedro Len Zapata.
168
RNC
Un libro en prensa de las ediciones Libro Menor de la Aca-
demia Nacional de la Historia, llamado Crnicas de un bocons, o
Caballito de alambre; y colaboraciones ocasionales en el diario El
Nacional, dan cuenta de una vida en el umbral de sus ochenta
aos, que es bastante, en relacin al promedio, sin haber hecho
carrera poltica, econmica o literaria.
Bocon, principios del siglo XX.
169
RNC
Sin sonido alguno
El movimiento organizado de sonidos a travs de un
espacio de tiempo eso es msica y ella desempea un
papel importante en todas las sociedades y existe una
gran cantidad de estilos, caractersticos de diferentes
regiones geogrcas o pocas histricas.
AL GRUPO DE INDIVIDUOS o instrumentistas con toda clase de
instrumentos de viento y tambores; es decir, algo as como cor-
netistas y tamborileros, se le da el nombre de bandas a diferencia
de las pandillas juveniles y hasta de mayores de tercera edad por
estas pocas y hasta de cualquier momento del ser humano a los
que se dene de esta manera.
Es el objeto de la presente crnica, mencionar algunas bandas
musicales y su cronologa en el municipio Bocon: en tal sentido
podemos indicar que ya en 1882 exista la Suramericana dirigida
por el Maestro Jugo Pulgar y de all en adelante vino la Unin,
Filarmnica Gmez, Ideal, Porvenir, Dalla Costa, El Carmen, Mu-
nicipal y seguramente alguna otra de menor relevancia, pero que
Ovidio Marn Valenzuela
IRADAS
M
Tomado de Crnicas de Bocon.
170
RNC
sin duda deleitaron con sus presentaciones y ejecuciones al pbli-
co con excelente odo musical de la poblacin.
Aqu guran los apellidos Estvez Galvis, Rafael Mara Her-
nndez, Baptista, Bastidas, Carbonara, Bracamonte, y uno de mu-
cha importancia llamado Nicomedes Delfn (el viejo) al que en
una oportunidad unos miembros de otra banda le gastaron una
broma y bastante seria, cuando a ste en un descanso en la retreta
del domingo y en honor a la Virgen del Carmen, casi lo dejan sin
pulmones.
El jefe de la maldad fue uno que apodaban el Loco acom-
paado de unos de apellido Montilla, Chinchilla, Pea, Valladares
y dos o tres ms que tambin conformaban la banda de malu-
cos, pues ninguno tocaba instrumento alguno y si lo tocaban era
para hacer maldades y el caso fue que en ese descansito merecido
don Nicomedes se descuid y estos muchachos le metieron en su
trompeta (que haba dejado paradita al lado de la silla) una pelota
de goma muy bien arrequintada y al momento de ejecutar la pieza
que, segn dicen era un bolero ranchero; las notas del trompetista
nunca cruzaron el viento en aquella plaza y es as como mano
Nico casi deja sus pulmones tratando de soplar su instrumento
y por culpa de esa banda de zagaletones.
Dos vicarios
En la Iglesia de San Alejo de Bocon, como dijo Vicente Dvila dos
sacerdotes durante un siglo llenaron las naves del Templo con su
palabra, el incienso de su sacricio y el vivo ejemplo de sus virtudes
ello porque el Pbro. Maestro Salvador Vicente de Len, quien ejerci
su ministerio desde junio de 1819 hasta el 21 de julio de 1867 y Juan
de Dios Trejo desde esta ltima fecha hasta el 13 de febrero de 1921.
Pero en Bocon, hay diablos a los que se les mete el demonio de
verdad y esos irreverentes no son slo de estos das, o que la cosa
viene con el progreso o la prdida del respeto. No, aqu el asunto es
lejano y si quiere saque la cuenta por la fecha de muerte del Padre
Trejo, quien como se sabe dur en el ejercicio de sus funciones sagra-
das hasta el ltimo da de su existencia.
El cuento es que a un individuo de la calle arriba se le muri la
mam, y mientan que eran sumamente pobres y tuvo que ser as!
para hacer lo que le dijo al Padre Trejo.
171
RNC
Cunto me cobra por el funeral?
Hijo mo! Con la sotana blanca; tanto. Con la negra; tanto y
con la sotana con capa roja; es un poco ms carito.
A lo que el carajo deudo le repregunt: Y en calzoncillos de
liencillo, cunto me va a cobrar?
Amanecer
La travesa de la noche casi est llegando a su nal, todo es oscuro
y los gallos comienzan su tpica manera de comunicarse, con ese
coro ensordecedor secuencial que comienza casi en nuestros
odos, pero que se va extendiendo con su eco por todo el valle
y resuena con ms fuerza entre los cerros y las montaas que le
sirven de cuero y timbal.
Es la hora de despertarse con la msica gratuita y celestial pro-
veniente de todas las avecillas que se sacuden en sus nidos y dejan
escapar esos trinos; para que el sol se asome a lo lejos en los altos
cordilleranos, que se van vistiendo con amarillo oro de espigas en
los barbechos y los frailejones del Guirigay, La Teta, Cabimb, Santa
Rita, El Pocito, Vira Vira, Cerro El Santo y otros campos ms. Va
desplegando su suave manto para que la brisa se despierte y gue los
cantos de alabanzas que vienen y van desde lejos para que el hombre
de estas santas huertas inicie la nueva jornada.
El azul cielo retrata los esmeraldinos verdes de este valle amado
y las aguas del ro juguetean con las redondas piedras, mientras las
espumas se acercan a la orilla con besos borrachos de un nuevo da.
Los pomarrosos y bambes mecen sus ramas, el tenue amarillo
del sol va tocando esos picachos y bien redondeados cerros, que
se motean con blancos cmulos de tmidas nubes que perezosas
se elevan para dejar pinceladas en el cielo, y al instante la claridad
se apodera de las faldas y zanjones con lentitud de manso buey,
y descubrir acuarelas que slo se degradan en verdes vistosos y
ocultan la pintoresca gama de colores presentes en la paleta del
Valle del Bocon.
172
RNC
La Puerta, estado Trujillo.
173
RNC
Wilfredo Bolvar
OMINGO MILIANI
OTREDAD DE LAS GUAYABITAS
I
Retratos de familia
Domingo Miliani est sentado con una sonrisa esplndida, des-
lumbrante de familia. Impecables, los engominados peinados de
los varones devuelven el almanaque de los aos cuarenta y el o-
reado vestido de la nica mujer del retrato conecta los das de
Bocon con la frustrada Venezuela de un Gallegos derrocado.
La fotografa ausente de color est tomada sobre los escalones
de la antigua casona de la hacienda Las Guayabitas. Una imagen
de familia, en medio de la algarada de sus hermanos menores.
Todos Miliani, hijos de un mismo matrimonio: Domingo, Daniel,
Pedro y Consuelo, los mayores. La segunda camada, Beatriz y
Rosa Mara Miliani, los nios. De camisa corta, Domingo rodea
sus piernas con los brazos anudados sobre las rodillas mostrando
los dedos an frescos de toneladas de lecturas y libros.
nac en la casa en que habito, una casa de campo; ni siquiera
vivo en la ciudad de Bocon porque me resulta muy grande. Es la
casa de los abuelos maternos, fue la casa donde transcurri mi in-
fancia hasta los doce aos.
D
A Ramn Palomares
174
RNC
Otras de las imgenes asoman el marchado tiempo. Los cuen-
tos del viejo Lucio acuclillado en el suelo entre el chim masca su
ocredad. El esplendor de la casona mira la helada campia; y el
amanecer, hace venir a las vacas para recordar el deber de ordear-
las o pastar frente a los postigos de la ventana, mientras el nio Do-
mingo juega frente a una cerrada camioneta ranchera en un tiempo
blanco y negro. El piso y el techo, de tierra cocida; y los pilares, es-
culpidos con el corazn de la madera serrana. La montaa est por
todas partes, con ganas de meterse en la casa como las vacas. Los
aromas, de musgo y barba de palo; y los montaraces colores sobre
la serenidad de las cumbres, desde donde descienden las aguas del
Bocon hacia los inmutados derramaderos de los llanos barineses
y portugueseos.
Los fotograados rostros paralizan la sonrisa de un grupo de ni-
as vestidas de sevillanas con altas mantillas, hacindole crculos a
un infante disfrazado de un indio del cinema, con una pluma en la
cabeza y otra sonrisa Miliani tatuada en las mejillas. Cada uno, de
pie, sobre los escalones que conducen hasta los aposentos mons-
ticos del anciano claustro, actualmente convertidos en habitaciones
familiares. Mezcla de estancia y pequeo convento, los espaoles
construyeron la casona antes de fundar a Bocon en 1563.
Esa casa que perteneci a la familia materna, qued prctica-
mente abandonada. Cuando decid mudarme para all, comenc
a restaurarla junto con un amigo de infancia. Durante nueve aos
estuvimos trabajando. La casa del siglo XVI tiene unos muros de
70 centmetros de espesor, barro apisonado, pisos de ladrillo, ar-
cadas coloniales de piedra, arcos romanos. Las haban derribado
los buscadores de botijas, de entierros, que por cierto jams estu-
vieron all. Encontramos en unos de esos muros desbaratados un
libro de actas de bautismos con fecha de 1695.
Sobre la blanca pared, todas las fotografas oscilan el tiempo
de la restaurada hacienda. En la pequea aldea que era Bocon, el
16 de junio de 1934 naci Domingo Miliani. Pero hasta los doce
aos su infancia transcurri en esta estancia de Las Guayabitas.
Despus, el 21 de mayo de 1947, con la muerte del abuelo mater-
no la casa permaneci a solas, a la buena de Dios y la montaa.
175
RNC
Entonces arribaron los depredadores.
Los buscadores de botijas armados de azadas y codicias de-
molieron cuanto iba quedando de mi infancia [] Aparto herba-
zales, abro camino hacia donde estaban los cuentos de o Lucio
sentado en las baldosas del patio, introvertido en su chim hasta
la hora de escupir sus olvidos.
Enterraron al abuelo junto a las conversas de infancia. Las vo-
ces de los arrieros ascendiendo la cordillera, el ordeo en los co-
rrales de otras haciendas vecinas, y la barba de palo extendiendo
su perpetuidad de roco sobre las glidas madrugadas. En Caracas
aguardarn a Miliani las aulas del Instituto Pedaggico. El pueblo
montas quedar atrs, ms all de la la del Guaramacal, con sus
callecitas largas y elevadas como las canillas que nunca poseern
los momoyes, esos diminutos duendes de las alturas trujillanas.
Cuando la infancia comenzaba a huir, yo pregunt a la abuela
materna qu haba ms all de las montaas. Ella contest: el
mar.
II
Alma Mater, alma serrana
Las guayabas de Caracas son ms grandes y no traen el olor de las
cumbres. Anda el ao 1952 en el liceo Aplicacin, y Domingo Milia-
ni culmina el bachillerato antes de ingresar al Instituto Pedaggico
Nacional, donde grada en 1956 como Profesor de Literatura, Caste-
llano y Latn. En aquellos pasillos conoce al poeta Ramn Palomares.
El muchacho tambin montuno a quien yo conoc, cuando r-
maba Ramn Snchez Palomares lleg un buen da cargado de
asombros frente a la ciudad de apenas medio milln de habitantes.
Vena con la intencin de madurar escritor [] Ramn ingres al
Pedaggico un ao despus de mi incorporacin en aqul instituto
cuya poblacin estudiantil no rebasaba los trescientos estudiantes.
Tal vez por eso, en el viejo edicio, resonaban ms fuertes los ver-
sos latinos que Luis Beltrn Guerrero escanda, estruendoso, cuan-
do entraba a las siete de la maana, para iniciar su clase de Latn
176
RNC
Convertido en profesor, Miliani regresa a Bocon y ofrece cla-
ses de bachillerato a los muchachos del pueblo. Pero la poltica lo
aleja de los apegos de la primaria tierra. De la cordillera andina
otra vez hacia Caracas como docente en colegios privados, has-
ta obtener una beca de la Organizacin de Estados Americanos
(OEA) que lo lleva a Mxico a iniciar estudios de posgrado. En
1965 en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM)
se titular doctor en Letras, recibindose como Profesor de Litera-
tura Hispanoamericana.
El regreso a Venezuela es el tiempo por delante: profesor de Teo-
ra Literaria en la Universidad de los Andes, director de la Escuela
de Letras y fundador del Centro de Investigaciones Gonzalo Picn
Febres. En 1971 regresa de nuevo a la capital y acta como docen-
te de su Instituto Pedaggico de Caracas. Dirigir luego el Centro
de Estudios Latinoamericanos Rmulo Gallegos (Celarg) y se le
nombrar director de investigaciones de la Biblioteca Nacional.
Desde entonces Domingo Miliani asciende a las pginas de im-
prenta; y su nombre viene en la solapa de los libros: slar Pietri,
renovador del cuento venezolano; Prueba de fuego; La realidad mejicana
en su novela de hoy; Una hora de recuerdo para Andrs Eloy Blanco; y
sus dos famosos tomos de Literatura Hispanoamericana, escritos en
coautora con el bellista Oscar Sambrano Urdaneta, son algunos
de sus ttulos para el pas lector. Ahora el muchacho de Bocon es
profesor invitado de diversas Almas Mater, o acta como conferen-
cista y ponente en destacadas universidades nacionales y forneas.
Budapest, Pittsburg, Mosc, Campinhas y Salamanca, entre otros
pases; y ms de doscientos trabajos ensaysticos, monogrcos o
crnicas literarias inevitables para la comprensin de la Literatura
Latinoamericana.
Soterrada la montaa a cuestas, las pginas y libros llevan
siempre a Miliani a los rincones de letras de un Bocon itinerante
y nostlgico.
III
Bocon otra vez
El da menos pensado, en el Libro de los abrazos de Eduardo Galeano
encuentra una frase perfecta para un epgrafe: para qu escribe uno
177
RNC
sino es para juntar sus pedazos?. Recurrir por cosmogona a la
invocacin y evocacin itinerante de su Bocon escolar, los des-
vencijados recuerdos sobre Las Guayabitas o la vieja estancia co-
lonial transmutada en Museo de los Clavos y escribe Nostalgia
del innito, texto con el que regresa a las cumbres trujillanas para
hacer parfrasis:
Todos estos pedazos siguen quitando el sueo a alguien que
contina luchando con esos fantasmas para volverlos relato.
Con la montaraz nostalgia, sobrevendr la decisin de repatriarse
a las cumbres de su infancia. Ser un retorno literal. Torna Domingo
Miliani a las elevaciones de la pber y las mejillas rosadas y se dedica
a reconstruir la hacienda de sus abuelos y el pequeo mundo rodea-
do de diminutas guayabas. Mudar residencia a los mismos escena-
rios de arrieros y quebradas aledaas; y todos los das, amanecer
junto al sol encaramado en un tractor sea para cultivar la tierra o
la palabra. El almanaque marca y Miriam Freilich sube a la montaa
donde conversa con el ensayista metido a agricultor. El 27 de julio de
1986, el retrato de palabras aparece en el diario El Nacional y sus p-
ginas titulan Domingo Miliani cara a cara: cuando la literatura viaja
en tractor. La conversacin es llana y evocativa.
Yo fui el segundo hijo. En Las Guayabitas viv hasta que muri
mi abuelo, un gran lector, liberal, que me hizo leer desde muy
nio. Me fui criando con una infancia muy libre, muy al contacto
con el campo, con la gente, muy identicado con la tierra. Iba a la
escuela montado en un burrito. Me escapaba de la escuela para ir
al campo Cuando muri mi abuelo y tuve que regresar a la casa
de mis padres, fue muy traumtico: ya era un rebelde completo.
Despus de los aos sesenta, cansada de andar en mula, la rebelda
de Bocon destap sus colores y sus dolores. Fabricio Ojeda, el de la
calle arriba y empinadas manzanas; las tertulias del maestro Argimiro
Gabaldn venido de vez en vez desde Biscucuy hasta aquellos lados,
para hacer compras de almacn y regresar por el mismo camino con
una juntura de conversaciones con Fabricio que volcar en fusiles. Se
har pginas, igualmente, la rebelda cultural del Bocon escondido
178
RNC
en los textos de Lourdes Dubuc de Isea y su romera por el antiguo
esplendor de alegras y manifestaciones montanas; o detonar en las
meditaciones interiores venidas en las reminiscencias de El Rebelde,
un peridico mural escrito en la primaria por el muchacho Miliani
metindose ya en honduras literarias.
De regreso a la hacienda, cuando el rostro surque arrugas, Bocon
ser para el escritor los infaltables das de Semana Santa en la vieja
hacienda, a donde cada ao regresan sus hermanos Miliani para ve-
lar el santo sepulcro reclinado a los ancestros de familia y los olores
de esperma quemada. Una procesin de velas alrededor de la plaza
y los melanclicos perdona a tu pueblo Seor, no ests eternamente
enojado precediendo la caravana de inciensos. Los das santos son el
anual reencuentro. La revitalizada estancia congrega hermanos, hi-
jos, sobrinos y nietos de los abuelos Miliani. La casa est perfumada
de ores sembradas por Maritza Abreu de Miliani, la buena compa-
era de su conversador hermano Pedro. Treinta aos despus, con
los ojos hechos nubecillas saladas, Javier Miliani uno de los sobrinos
del escritor evoca los marchados das, doblemente santos: frente a la
construida chimenea de ladrillos, delante de los restaurados arcos
del corredor de la casa de hacienda, Domingo Miliani es el centro
de las conversaciones a la que todos hacen corro. Con Bocon a sus
espaldas, la palabra impecable amontona oyentes y relatos de viajes.
Europa o la estancia en Mxico en ancas de la literatura. La reunin
queda impresa en las fotografas agrandadas con el color de las evo-
caciones. El piso, de ladrillo cocido; y la escalerilla que conduce a la
inmensa cocina en el mismo lugar. Las imgenes en blanco y negro
jadas en las paredes parecen remendar las pisadas de los tiempos
infantiles, mientras desde la memoria las voces remotas construyen
sus propias recordaciones.
Otras veces, Domingo Miliani trae a las reuniones de familia
algunos duraznos y manzanas cultivadas detrs de La Vuelta de
las Guafas, en lo alto de la hacienda de guayabas. A las afueras de
la casa rural, el tractor apacienta surcos y labranzas; y adentro, se
amontonan buena parte de los nueve mil volmenes de su biblio-
teca trada desde Caracas. Por esos das, la cronista Lourdes Dubuc,
Gladys Mendoza de Gonzalo y Alesio Gonzalo, idealizan convertir
su coleccin de impresos en una biblioteca pblica. Ser una idea
179
RNC
truncada en el tiempo. Miliani anda ocupado en otros sueos, es-
cribir surcos sobre los humedales de la encumbrada tierra.
Yo voy con el tractor y los campesinos con sus bueyes y hace-
mos nuestro trabajo: sembramos caf, y sobre todo dialogamos
[] de pronto descubrimos un manantial antiguo en una zona
donde no hay agua donde ms de 700 familias campesinas
clamaban por un chorrito
El hortelano amanecer es de bueyes y tractores, y las fantasas
de aparecidos compartidos.
Un da, cavando, verti el manantial y llen un tanque de
cuatro mil litros. Al da siguiente apareci un arco iris que iba
del pozo que habamos cavado a una quebrada que est al fondo
de la loma. Entonces no sabamos si era que el arco iris le estaba
robando el agua al charco para devolvrsela a la quebrada o estaba
chupando agua de la quebrada para llevar al tanque de los mo-
moes que son los dioses acuticos de los timoto-cuicas. Viven
precisamente en los manantiales bajo la tierra. Nos remos mucho
y algunos campesinos se asustaron, pero el tanque est ah
Los momoyes usan sombreros largos como la oralidad envol-
vente del viejo Lucio y sus conversaciones de oscuridades sobre
las cspides trujillanas. O le traen a Domingo Miliani la andina
palabra universal en los textos de su paisano Ramn Palomares, el
muchacho montuno de Escuque convertido en Premio Nacional
de Literatura: La Sierra, esa inmensa ave tutelar/ asume su noche
de terrible fuerza / y espa desde sus ventosos y profundos gla-
ciares / la ciudad. El helado fro de la madrugada se encarga de
hacer el resto. Domingo Miliani sisea un cigarrillo y escribe entre
aldabones y antiguas puertas.
IV
Viejas piedras
Sola de domingos, la casona de Las Guayabitas sigue al pie de la
colina. A su regreso de Santiago de Chile como embajador del go-
bierno venezolano, el domingo 27 de octubre de 2002 se march
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RNC
Domingo Miliani. Falleci en el punto ms alto de su carrera
profesional y artstica cuando cumpla responsabilidades diplo-
mticas en Chile. Son palabras pronunciadas por ngel Arstides
Hernndez, en un homenaje conferido en el 2004 por la Univer-
sidad Pedaggica Experimental Libertador, una de las tantas que
estudian las vigencias de sus ensayos, monografas, crnicas o
artculos de crtica literaria.
Cuarenta aos despus, las fotografas en blanco siguen recos-
tadas a la blanca pared donde el joven Miliani sonre atornillado
a sus largas piernas, las mismas que ayer a zancadas atravesaban
la amplia casa de los rumores del agua.
Sobre los pasadizos de su volumtrica arquitectura an ventea
el seoro de antigua cartuja. En el rincn de un oscuro cuarto
aldabozado con llaves, un viejo reclinatorio invita la meditacin
monstica y las ocres baldosas parecen repetir las franciscanas
pisadas. El laberinto de ores detrs de la casa al pie de la colina,
escoltada por dos inmensos pinos, mira descender el agua has-
ta la pequea acequia de arcadas, romnica como un diminuto
Segovia, arrojando el escarchado lquido hacia el valle que abre
sus ltimas pendientes desde la quebrada de Las Guayabitas. El
agua es helada y atraviesa el antiguo camino real, salvado por un
puente donde la perpetuidad multiplica el rosado olor de mins-
culas guayabas. Las voces del pasado descubren la resonancia del
tiempo sobre el piso de ladrillos, mientras la pesada neblina se
mete en la casa como queran las vacas. En esa intimidad Domin-
go Miliani pervive la otredad glacial de sus montaas interiores.
Debajo de una sombrerera usada como espejo y consola, el
sepia repite otras fotografas de familia. Las imgenes dormitan
el fro de madrugada, adosadas a la inmcula y alta pared con es-
calones y barandilla que divide la estancia principal de la amplia
cocina donde seorea una verde e inmensa platera colonial. Son
imgenes de los antepasados Miliani. Mirndose entre separados
camafeos, los padres de Domingo: doa Mim, ataviada con su
altiva donosura del siglo dieciocho, de cuellos y bordes afarolados;
y don Pedro Pascal Miliani, de impecable traje, chaleco y corbata,
sealando los rasgos de su ancestral isla de Elba.
En la casa de arriba, donde sombrean las huellas del tractor,
sobreviven los restos de la biblioteca, custodiada por los apegos
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RNC
de doa Mara Reyes y su el Rmulo Bich, a quien el crtico
literario hizo compadres los das anudados al caf caliente y las
buscadas de lea al amanecer. La biblioteca de la montaa pre-
parada por Domingo Miliani es austera como la sabidura. Un
pequeo escritorio con una silleta de cuero frente a una modesta
computadora, nueve pequeos archivadores metlicos para chas
bibliogrcas y algunos recuerdos particulares, entre fotografas
de su vida pblica y privada.
Entre Bocon y Barquisimeto, la desmembrada biblioteca ve
viajar los libros en manos de su hijo mayor Carlos David Miliani.
La estantera muestra pocos ttulos, entremezclados con los de
su primognito, actualmente encargado de las tierras que vieron
germinar las manzanas del escritor. Sobre el modesto estante, una
Gua de frutales de Venezuela de Jess Hoyos; dos tomos sobre cul-
tivos tradicionales venezolanos, un libro con el truculento ttulo
Respuesta a todo, una edicin de El Tnel de Ernesto Sbato; y, tapia-
do por textos de educacin secundaria, un poemario autograado
por Gloria Stolk. Encima de los anaqueles, un raro transistor ame-
ricano de los aos sesenta, con oscilador y entrada para audfonos
que invita a imaginar al literato como un experimentador. A un lado,
la rplica de una lmpara de mechurrio sin su copa de cristal para
cobijar la luz de las madrugadas; sobre las maderas, un viejo tinte-
ro de escritorio con una misin de almanaque; y en el rincn de la
habitacin, una mecedora de abuela desarmada como para reparar.
La estantera dibuja su imaginaria gura en la tenuidad del
andino amanecer.
Escrib muchos poemas casi de descarga, de terapia, de an-
gustia, y termin escribiendo poemas no agrestes, no buclicos
pero si muy vivencialmente metido en esas viejas piedras.
A un lado de la estantera, enmarcado en orlados ribetes do-
rados, el ttulo de acadmico: Domingo Miliani Gonzlez, doctor en
letras espaolas, otorgado por la Universidad Nacional Autnoma de
Mxico, rmado por el rector Dr. Ignacio Chvez el 24 de febrero
de 1966. A un lado, una reproduccin fotogrca montada en mar-
co holands con los rostros y nombres de los profesores y egresados
de su Promocin Carlos Rangel Lamus (1952-1956), entre otros
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RNC
Felipe Montilla, Ministro de Educacin en la dcada del ochenta.
En otra pared, un ache en diapo con el ttulo rase siempre Do-
mingo Miliani; una placa de reconocimiento otorgada por la escuela
de letras de la Universidad Catlica Andrs Bello con fecha 20 de
julio de 1973; y otra con un escudo de armas de la municipalidad
chilena de Panquehue, comuna perteneciente a la Provincia de San
Felipe de Aconcagua en Valparaso, recibida como embajador de
Venezuela en su visita a esa poblacin el 9 de diciembre de 2000.
En una pequea cartelera, algunas fotografas. Domingo Milia-
ni de impecable traje y corbata en sus ltimas actuaciones como
embajador, imgenes de Europa, rdenes y condecoraciones,
botones de las mismas para las solapas, y su esplndida sonrisa
posando para su biografa iconogrca. En modesta montura, la
orden Andrs Bello en su Primera Clase otorgada en 1993 por
el Presidente de la Repblica. Debajo, una resolucin del 10 de
marzo del 2000, rmada por el rector de la Universidad Simn
Bolvar titulndolo Profesor Honorario. Una placa de sus coterr-
neos como padrino de la XXXII Promocin de Bachilleres en Hu-
manidades del Liceo de Bocon del 31 de julio de 1992. Y, como
rbrica de la serrana gratitud, una placa del Ministerio de Edu-
cacin, Ncleo Escolar Rural 491 de Trujillo, conferida por la Es-
cuela Bolivariana Domingo Miliani, fechada en Las Guayabitas en
enero de 2005, por su destacada generosidad en la consolidacin
de tan destacada obra en benecio de la educacin venezolana.
Ahora el mrito del documentado crtico lo atraviesa el viento
de la montaa. Cerca de la casa de arriba, una escuela con su
nombre alegra los recreos de los nios de Las Guayabitas. Los
pizarrones son unos de los ms altos de Venezuela, en medio de
fragantes rosas y resplandecientes jardines, impregnados con el
recuerdo de su vecino y epnimo. Aprendern los infantes del lu-
gar que, muy cerca de esas aulas, junto al alba esgrima el escritor
sus evocaciones entre las meditaciones del silencioso ocio. Las
pisadas de Domingo Miliani ya no andan por la casa; y el tractor
que sola montar dormita a las afueras de la granja, bajo la sombra
de yagrumos y sauces orillados a la carretera comunal que sube o
baja la montaa de dibujos azules.
La madrugada deja indito entre sus papeles:
183
RNC
Entre un sol regateado de nieblas transita mi mano, aprende
otra vez las primeras planas de la escuela, toca las metforas de
la germinacin, deslastra blanduras habituadas a elogiar metfo-
ras fecundas de vaco
Terminado el prrafo, suprime las comas y signos; y vuelve a es-
cribir. Esta vez intenta un poema. He levantado mi niez en ruinas
/ soliviantando la memoria oscura / de mis muertos de ayer/ yacente
infancia/ oculta en los despojos de la casa / donde vivan los abue-
los / lo he logrado/ levantar esos muros / piedra a piedra / de amar /
de amartillarme / honda dicultad / he renacido/ ceniza en soledad
[]. Entonces, otra vez, Domingo Miliani escucha repetir la lejana
voz de la materna abuela que anuncia como un marino eco de cara-
colas, ms all, detrs de la montaa, est el mar.
BIBLIOGRAFA
CASA NACIONAL DE LAS LETRAS ANDRS BELLO. (2011).
Domingo Miliani entre montaas y nubes. Fondo Editorial Domingo
Miliani, pp. 206. Caracas-Venezuela.
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RNC
Fotografa cortesa de don
Pedro Miliani (1938-2012), in memorian.
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RNC
Adriano Gonzlez Len
OS ANTIGUOS VIAJEROS
CUATRO RELMPAGOS cortaron las barbas del maz. Cuatros re-
lmpagos que se desprendieron de los ojos de Anselmo Ruedo y
bailaron como conejos de caas. La lluvia estaba cercando sus pes-
taas para que l amansador de la tierra, ltigo sobre la tierra no
pudiera entender que los sumos y las hierbas podridas, las races de
muchos dedos, se estaban marchando. Anselmo Ruedo no vio nada
y por ello sus ojos aparecieron siempre en las orillas del monte, afa-
nosos, en acecho. Fue un ruido inmenso de latas lanzadas contra
las piedras, de cueros rasgados, de hornos de cal ardiendo. Este era
siempre el comienzo de su historia. Su historia mil veces iniciada
desde sus vestiduras, desde su blusa cruzada por correas, con los
sitios vacos en donde deberan ir las pistolas. O deca: Yo lanc
al aire mi sombrero, mi sombrero aln para matar los pjaros ju-
mes. Despus el trueno se encarg de auyentarlos y ellos se fueron
gritando, dando saltos entre las chamizas, en busca del demonio.
Quin sabe Anselmo Ruedo siempre dudaba cuando nombraba
ciertas cosas. Por ello su frente se haca tensa, se haca lona, sin
arrugas, y era cuando volva a decir:
Hace tiempo nadie cree Miles de rboles tumbados.
Tumbados por patas de caballo, tumbados por el cielo.
L
Seor terrible de mi risa,he aqu
la tierra humeante con sabor de
venado
la arcilla viuda bajo el agua virgen,
la tierra lavada del paso de lo
hombres insomnes
SAINT-JOHN PERSE
186
RNC
Despus trataba de envolver las palabras con sus manos sucias,
manos de concha de palo, y las soltaba:
y lucieron frescos, como lomos de animal, sobre el cam-
po lleno de espejos. Porque aquellos eran espejos o vidrios
vidrios de agua.
Los vidrios y los relmpagos de Anselmo Ruedo vienen ahora
saltando por la ventanilla de marco partido, se meten en el va-
gn herrumbroso, hacen saltar los murcilagos del fondo. Y el
hombre siente que el agua aquella cubre su camisa amarilla, el
agua o la tempestad que Anselmo Ruedo no pudo ver con sus
ojos cercados. Fue toda la siembra de maz que desapareci en
una noche, sin que nadie supiera cmo sin que nadie hubiera
encontrado las mazorcas o las caas reventadas y slo pensando
en aquel sombrero lanzado contra los jumes o en la historia de los
rboles tumbados. Porque es all donde las gentes comenzaban a
construir sus explicaciones y las palabras de Anselmo Ruedo las
enredaban o les ponan relmpagos o conejos saltando o vidrios
o un gran trueno que aullaba como un animal. Y el hombre, que
ahora est metido en aquella lluvia espesa, cree que fue cosas de
brujos. Y a nadie se le hubiera ocurrido pensar, en ltimo caso,
que fue el mismo Anselmo el que hizo desaparecer su siembra,
metido entre las hojas, araando, escupiendo lejos y parecido a un
buey, con su hacha de mango corto o la cola de gallo de su mache-
te arrancando de raz el maizal. Esto pudo haber ocurrido aquella
vez, cuando lo vieron salir del pueblo hacia el monte o hacia la
noche, con los cabellos y la blusa desbandados, como dispuesto a
envenenar todos los pjaros que se coman el grano. Y estuvo me-
tido largo rato entre las mazorcas, mientras su sombrero se alzaba
con los vientos y sus brazos, de rama o de bejuco, salan sobre la
sementera como ganchos quebrados. l avanz tambalendose,
envuelto por el aire salvaje, espantando a gritos los fantasmas, los
brujos, los enemigos de la plantacin. Y se caa y le sala espuma
de la boca y murmuraba cosas como ahora, de pie en el vagn
ruinoso de la tercera clase, ante los ojos del hombre fueron patas
de caballo dice, mientras se arma sobre las tablas podridas.
Se pens siempre que usted haba sido, que fue su hacha o su
cuchillo agrega el hombre.
Y sube el olor agrio desde los hierros abandonados, desde los
potes con grandes letras desdibujadas, desde los cajones cubiertos
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RNC
de musgo. Es cuando el hombre piensa: Anselmo Ruedo ha ve-
nido de nuevo a mentir y est tan viejo, tan lona arrugada como
entonces. Por ello sus palabras suenan igual y sus brazos, sus gan-
chos secos, son los mismos que lanzaron los animales contra las
siembras. Y su sombrero, que nunca us contra los jumes, como
quiso hacer creer a la gente, est hmedo an.
Pero el sombrero se agita contra los murcilagos que salen del
vagn de carga y Anselmo gira sobre sus piernas huesosas.
Hace tiempo el maizal arrasado. Miles de rboles tum-
bados que lucan frescos como lomos de animal, sobre el campo
lleno de espejos.
El hombre haba llegado sobre los rieles mohosos, saltando la
maleza y los lagartos tendidos en los durmientes cubiertos de agu-
jeros. A su lado se iban levantando los carros del tren, cojeantes,
en escombros, cubiertos de miseria y herrumbre. Una luz rojiza,
pegajosa, se levantaba por los ancos del lago y la locomotora apa-
reci entre las matas de paja, enviando ramas hacia el cielo por
su chimenea negada al humo o a los vientos. Regresaba despus
de veinte aos y el puerto no sali a recibirlo con sus viejos pitos,
con sus gritos a la hora de la carga y descarga, con el anuncio de
los barcos y las risotadas que nacan en el muelle. Sinti un fro
extrao trepando sobre su piel y crey que las races, metidas como
serpientes en las paredes de la casa del vigilante, venan a rodearlo.
Bajo sus pasos, los trozos de chatarra, las latas, los tablones par-
tidos, sonaban con viejo ruido de muerte. Luego el gran silencio,
descolgndose de los rboles, de las hojas de pringamosa, de las
macollas de paja, del canto de algn pjaro que cruzaba hacia el
lago. La ruta de los rieles se rompa a veces con pantanos de ores
amarillas, de matas carnosas, de ruidos secos o silbidos interrum-
pidos, vidriosos. Entonces l saltaba sobre las piedras, ayudndose
con pedazos de tubo o con alambres y crea recordar: Martino, el
loco, se hundi en el pozo y sobre las ltimas burbujas se exten-
di un barro verde. Alguien, en vez de lanzarle un palo, le lanz
una hoja de guaje y se le perdi el sol y por ello dio un grito agudo
antes de hundirse y lo cubri el barro verde. El aire caliente que
suba por el matorral lo detuvo. Haba llegado, estaba en la primera
calle del puerto, un martes 18 de abril. Pero nadie atravesaba las
piedras, nadie asomaba por aquellas ventanas destartaladas, por
aquellas puertas solas, levantadas sin pared vecina, sin conducir al
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RNC
interior de ninguna casa. Slo grandes ratas se abalanzaban contra
los montones de trastos y se levantaba un polvo no, amarillo, so-
bre los ladrillos partidos. Ni siquiera una luz negaba la acechanza
de los muertos, de las cabezas de muerto, de las tnicas de muerto,
que eran las nicas que podan salir por los agujeros, por lo que
fueron las salas o los cuartos de las viviendas. Aguas negras, clavos,
tornillos, desperdicios, corriendo por entre las zanjas y slo el golpe
del lago cercano interrumpiendo la calma.
Nadie podra esperarlo pens. Aqu la vida estuvo brotan-
do siempre de cada piedra, de cada golpe de ola. Para m aquellos
tres viejos, que andaban por las tardes aferrados a sus anzuelos
como a sus propios cabellos, siempre haran una eterna salida de
pesca. Y es que cada animal escamoso les detena los aos. Les
detena la torpeza o les detena la voz, aquella voz partida, en bai-
loteo, casi curvada por los escupitajos. Pero es que ni siquiera Pe-
dro Longo, bobo, fofo, sonando una lata de sardinas por las calles
para llamar a los ngeles, viene ahora con su msica imbcil. Ni
Mercedes, la negra, alargando sus hierbas o sus brebajes, alzando
al anochecer su tizn encendido, untado de cabimas, contra las
picadas de raya. Ni Macuro Valbo, calculando sus dos mil bultos
para la nueva partida del barco. Ni las gentes, hirviendo en los pa-
sillos de La Nueva Indiana, cargadas de correas, de sombreros con
barboquejo, de piezas de gnero, de largas cabuyas para amarrar
a los botes. Antes haba msica hacia el lado de los rboles, o algo
que pareca msica, o ranas de grito metlico, y uno pensaba en
el alambre de pas, en los ejes para atar la carga o en aquel rayo
que se hundi sobre el zinc de la Estacin Central, recin trada
la nueva mquina. Muchos dijeron que era un bautizo de fuego.
Pero entonces siempre habra que decir que los rayos bautizaban
la tierra. Cosas simples cosas pero los muchachos no jugba-
mos cuando comenzaba a llover.
El hombre estuvo de pronto en el centro del puerto. Una sen-
sacin de sequa se le subi a la sangre, un punzante deseo de
gritar, de pedir a grandes voces los objetos que solan prestarse
los vecinos, de llamar a cada puerta destartalada, a cada postigo
marcado por la polilla. Pens que deba saludar a sus amigos, que
deba contarles su regreso. Y levant los nudillos para golpear al
vaco, al hueco de sombras que quedaba entre las escasas paredes.
Avanz hasta el muelle, hasta los restos del muelle, ya con la lnea
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RNC
del tren en zig-zag, interrumpida sobre los tablones hediondos,
junto al lago hediondo, de aguas turbias. Todo ola a muerte. A la
muerte lenta que fue asaltando cada objeto, cada hierro, cada al-
macn y luego a las cosas del ferrocarril y por ltimo a las gentes,
desde el da en que los barcos no volvieron a atracar. (All dej
de sonar la lata de sardinas de Pedro Longo). Ms tarde estuvo
marchando hacia la gran casa de la Estacin, prendida todava un
poco ms que las otras a la vida, como empecinada en su vieja
dignidad. Frente al agrio clima que brotaba de los techos ahuma-
dos, el hombre sinti que algo se le parta adentro, se le enredaba
en los huesos. Fue abrindose paso por entre el matorral espeso
y ya en el portn de latas y cabillas, por las hendiduras, apareci
ante sus ojos aquello que una vez caus una esta en el puerto:
Expreso N-C.A. Ferrr. les de L. C.. ba las otras letras, bo-
rradas con el sol y agua, haban brillado completas bajo la marcha
de la banda municipal y los cohetes abiertos por los aires y la cinta
de color que colgaba hasta las ruedas.
Salt la cerca de lminas de zinc y sus pies se hundieron en
el piso arenoso, sonaron ms tarde sobre el estribo, cuando los
murcilagos le pasaron cerca, chillando en aleteos oscuros. Los
asientos de la tercera clase, empolvados, todava como esperan-
do a los viajeros desconocidos que llegaran hasta ellos. Ganchos
espinosos se metan por las ventanillas, y en los rincones, sobre
los soportes, creca un musgo colorado. El hombre tom asiento
y se dispuso a esperar el pitazo de partida. Fue entonces cuando
ellos entraron. Estuvieron mirndolo, le palparon sus ropas, le
hicieron hablar. Y entonces volvieron las historias y no haban
pasado veinte aos y el puerto podra estar sonando, llenndose
de su cancin de llegada y despedida, de su antiguo ritmo duro y
de voces, voces que llegaban ms all del lago, resplandeciente y
agitado por las mordeduras del viento.
Ahora viene la guitarra de Berto Roso, cortante, na, enlaga-
da, y suena su contradanza en el rincn. Berto Roso tocaba su
guitarra en las esquinas y por la noche, junto al muelle, la hunda
en el lago para que las cuerdas sonaran mejor (Once doce
mil mil sacos Todo bien Toma la libreta Marcial... pla
pablmb brucck brucck blmb Suban las cabuyas
abajo Atencin atencin los seores) Berto Roso recoga
dinero en La perla del Lago cuando cantaba aquello de que En la
190
RNC
playa lejana la palma solitaria (Oiga! Ms ron S, del
de aqu, del mejor ron de occidente Bueno S s Sale
maana en La Escuquea con un cargamento de panela
Ms ron) Berto Roso lloraba y la gente crea que debera pagarle
mejor. Pero Berto Roso lloraba por sus canciones. Esos de La Perla
nunca entendieron.
Escuche esta la aprend ayer tarde con los que vinieron de
Moropo dice Berto Roso.
Y el hombre oye la guitarra enlagada y aquello de la La
playa lejana, como entre humo, sonando na, alargada en los
dedos de Berto Roso, escamados de tabaco y raspaduras.
Berto dice entonces cante otra tome
El hombre alarga el brazo y lo sostiene un rato, pero la moneda
se queda hmeda entre su mano y Berto Roso vuelve a cantar:
Duerme sobre la arena la palma solitaria
La voz se oye lejana, ms all de la cerca, a pesar de que Berto
Roso apoya su pie derecho sobre el primer asiento del vagn.
Ms cerca Cante duro dice el hombre.
Pero Berto Roso se llena de sombras y su guitarra enlagada
se pierde en la puerta mientras se escucha: En la playa lejana.
El hombre aprieta la vieja madera, hunde sus dedos entre los
despojos de la polilla, cuando siente el olor. Y est entonces pa-
ralizado tieso contra el espaldar, con los ojos ausentes: Pienso
ahora en aquellas hierbas, Amura. El tren las destroz cuando las
pusiste sobre los rieles y toda la tarde hablaste de los pjaros que
tenas en casa. Qu se hicieron los pjaros? Y las agujas, sobre un
tambor de bordar, que prendan estrellas y caballos sobre la tela.
Otra vez fue un paisaje de un pas lejano. No recuerdo. Un pas de
donde vienen los tigres y las luces. T dibujaste un tigre que tena
dos cuentas brillantes en la cola. Yo no entenda el brillo. Pero me
gustaba. Como todas tus cosas. Como cuando decas que el arco
con cabeza de caballo beba en la madrugada sobre el lago. O
cuando hablabas, Amaura, de que el cielo no terminaba en el lago
ni en el cerro y que un gran barco rojo traera de las estrellas un
cargamento de corales. Est viva t, Amura? Yo no quiero que tus
manos salgan por los agujeros sucios de las casas, que tus manos
se mueran como las puertas o las ventanas.
Mis manos van a colgar una luz en cada casa.
El hombre siente las palabras cerca, rizndole la piel.
191
RNC
El barco puede venir Traer grandes cajas doradas.
El hombre vuelve a sentir el olor. Siente aletazos como si hu-
biera lluvia, como si una lluvia fuerte cayera sobre los brazos de
Amura, huyendo, loca, bajo las matas de palma y algo como un
tigre o una luz que la persiguen.
Son los relmpagos de Anselmo Ruedo que llegan ahora saltan-
do por la ventanilla. Cuatro relmpagos que se desprendieron de
sus ojos y cortaron las barbas del maz.
Se dijo siempre que usted haba sido, que fue su hacha o su
cuchillo repite el hombre.
Pero Anselmo Ruedo piensa que fueron patas de caballo. O
fue cosa de brujos como crey la gente. Algo ocurri para que la
siembra desapareciera en una noche. Aunque ni los bautizos
del rayo. O quizs fueron muchos rayos que nadie vio, como el
primero que se hundi en la Estacin Central, como los otros
rayos que nadie recuerda y que fueron incendiando las casas, las
calles, los rieles, los depsitos, la fbrica de ron. Nadie est ahora
para saber lo ocurrido. O fue porque el barco de Amura no lleg
nunca. O porque la guitarra de Berto sigui tocando su playa
lejana.
Oigan oigan! No me dejen solo hay puesto para todos.
El viaje todava no comienza. Oigan! Falta subir la carga s
tienen tiempo vengan hay sitio.
El hombre se levanta y va hasta la mquina, agitado, con un
temblor quemante en sus manos, impulsado por una extraa
fuerza y por las voces de las gentes que se despiden en el andn.
Amura Berto Anselmo Atencin, nos vamos. Estn
preparados. Digan adis. Atencin. Suban el equipaje. Traigan los
relmpagos la guitarra las luces Amura Anselmo Ber-
to digan adis
Y el hombre oye sonar los hierros viejos cuando el tren avanza
contra el viento nocturno.
BIBLIOGRAFA
GONZLEZ LEN, ADRIANO. (1957). Los antiguos viajeros,
Las Hogueras ms altas. Ediciones Sardio.
Ilustracin: Felipe Guamn Poma de Ayala.
193
RNC
Daniel Alberto Linares
A FLOR Y SUS APSTOLES
(Fragmento)
DESPUS fueron los cndores.
Y los jaguares.
Y supe que existieron.
Y que no eran mentiras de nuestras primeras crnicas la exis-
tencia de enormes felinos en estas tierras. Yo los vi, Cristiano, salir
de la neblina. Y creo que el caballo y yo echbamos algo de luz en
el camino, o era una luz que slo rebotaba en los ojos de ellos, de
los muchos jaguares que nos fuimos encontrando a nuestro paso,
tendidos en el suelo bajo el letargo de un sueo de siglos, y que
al escucharnos de cerca esos ojos se abran, brillando vigilantes.
Despertamos al jaguar asesinado. O al que huy de las enco-
miendas y la espada del conquistador. Nosotros escuchamos sus
bostezos, vimos sus lenguas lamer la niebla y de sus colmillos a-
lados observamos la vigencia de un recelo eterno por los caballos.
Pero no nos atacaron. Despertaron, y a cada paso de nosotros se le-
vantaban en sus cuerpos momicados que eran sombras, sombras
de tigres reclamndonos a punta de tristeza el saqueo de sus mon-
tes. Y con mi presencia protestaban la piel blanca de los primeros
colonos y con la del caballo la ferocidad de los jinetes armados con
arcabuces y plvora. Eso nos lo decan sus ojos. Su tristeza.
L
194
RNC
Y entonces volte y mir atrs y vi un millar de cirios encendidos
en los ojos del jaguar. Y el jaguar era muchos en uno, escoltndo-
nos en aquella parte de la ruta, ms densa y temible, como si su
docilidad nos advirtiera de peligros mayores y al mismo tiempo
merecidos.
Dnde me hallaba? Qu parte del abismo abri sus fauces y ex-
hal esa niebla de tiempo muerto en espejismos calcinados? Grua
el jaguar y por momentos llegu a sentir de cerca sus garras, a mis
espaldas, como queriendo bajarme y cobrarme su aniquilacin. Mi
cabalgadura iba a la cabeza de un gran reproche, una deuda encar-
nada en el fulgor de aquellos miles de ojos fantasmales y luminosos:
Padre Reupa, que alumbras con ardor, no alumbres el cami-
no al invasor Oh! Madre Icaque, manda tus jaguares, desata el
ventarrn y suelta tus cndores, ala el colmillo de las mapanares
y aniquila a los blancos con dolores!
1
Nos persegua el jaguar. Y el poema ancestral. Medan con su
andar sinuoso nuestros propios pasos. Y no fue sino despus de
tanto convencerme de su sosegada compostura, cuando aparecie-
ron los cndores.
Sent sus aladas sombras rajar a tajos la neblina. Eran pjaros
descomunales rodendonos a mansalva, manifestando a travs
de la bruma sus cuchillos de pico y plumas. Sus garras enormes
donde bien caba una res, un hombre, o un caballo, se perlaban
amenazantes a poca distancia de nosotros. O, por el contrario, los
conseguamos echados en el suelo, aliabiertos, intentando hurgar
con sus picos las patas del caballo o lanzndonos sus pupilas de
venganza con el mismo ardor de los jaguares.
Ese era el cndor. Dios de las cumbres, rey de las hojillas de
viento en el alto pramo. Sbdito suyo es el vaco que habita de
cresta a cresta, entre las fosas donde las nubes le resguardan. No
hay cielo dentro de nuestros ojos que pueda tallarse en la enver-
gadura de sus alas. Y en su calvicie, donde hubo tal vez corona, se
encuentra impresa la magnitud de su belleza. Nos vamos quedando
sin ellos. Sin el trenzado invisible de sus vuelos, sin sus tramas de
aire dibujando los penachos de su gloria. Yo vi todos sus muertos,
1
Fragmento del Canto guerrero de los cuicas.
195
RNC
todos sus cados por escopeta y hambre. Y aunque encendidas es-
taban sus miradas, contra el caballo y el hombre blanco, pudo ms
la tristeza, unida a la del jaguar, para que de ambas multitudes slo
quedara la sumisin de sus sepulcros.
Entonces nos detuvimos
Y por tercera vez cedi mi razn al miedo
cubrindome de nuevo de antigua noche
y embalsamndome
masticndome de culpas
volv a sentir la voz de un hombre
un hombre parvo de tiempo
araado
en solicitud de auxilio
pero ya perdido,
y fue cuando vi a Diego Garca de Paredes surgir de la niebla
como el jaguar, el cndor y mi padre. Pero el conquistador se halla-
ba herido de muerte, de sufrimiento. Y se hizo la noche ms negra,
y el rugido de la brisa se transform en el bisbiseo de una gran ser-
piente, atemorizndonos con su aliento bdo, con su oler de hacha
insinuando el hachazo, pero sin hundirse en ningn olor.
La mapanare no ha muerto. Sus punzadas venenosas an ate-
rran a los trabajadores del monte, a quienes les respetan como
una madre que es comn a todos.
Pero sa, la gran mapanare que vi aquella noche, era tan colo-
sal y mgica que hasta la bruma comenz a disiparse a su paso,
despejando el aire y mostrndonos la ntida y no por esto espan-
tosa imagen de una mortandad borrada de nuestras memorias
durante ms de quinientos aos.
Detrs del maese Diego Garca, observ con terror la tierra cu-
bierta del cuica muerto. Y con profundo dolor no vi cuerpo alguno
agonizante, ni un quejido ni un grito, slo sus vidas echadas en los
pastizales despus de una dantesca carnicera.
Cados de arcabuces, molidos por el estruendo de la plvora, o a
cuchilladas, el pueblo cuica ensangrentaba la tierra y sta, en parte
mutilada, llor de pena en la suave llovizna que comenz a empan-
tanar hasta el silencio de las piedras. Porque ese llanto no era sino
la certeza de que los campos ni la espiga jams seran acariciados
196
RNC
con el mismo respeto y mstica del hombre cuica, sino con la bur-
da y displicente mano del opresor, arrebatadora de crepsculos
y lunas, de manantiales y semillas, reunidos en la mirada de un
pueblo que haba surgido de la tierra para amarla y vivirla, hasta
morir en su defensa.
Yo vi a todos los jefes de diez plumas con la soga del espaol en
las gargantas. Y al pauj lo vi volar sobre ellos, buscando los lti-
mos penachos erguidos despus de la batalla. Pero nada se mova,
ni los dbiles cogollos de los rboles ms altos, ni las estras de
las hojas ms bajas. Y ms all, a centenares de pasos, observ sus
canales de riego, sus tobaleyes, desprender un vapor ftido que
pareca marchitar el mismo aire. Chozas, caneyes y trojes, y silos,
chorotes y trpodes, vi despedazados al margen de sus cuerpos.
El murcilago en los pechos, urnas de barro, e inmensa cantidad
de dolos triturados rodeaban el espritu cado de los sacerdotes. Y
postrados ante ellos sent al reupa sol y a la chaseung luna, al gran
espritu kachuta narambeuch, padre de todos los dioses, y a la rana
cantora, y al mismo keuka, el dios malo, vencidos por el hombre
blanco, por su barbarie en forma de cruz.
Pero as como sufran mis ojos al ver todo aquello, el conquis-
tador trmulo, Diego Garca de Paredes, con una aiccin no vista
por m en semblanza alguna, sufra tambin por la imagen del ca-
ballo, el mo, dndome cuenta de que tal seor llevaba siglos sin ver
un animal semejante. Porque el caballo, trado de otras tierras para
imponerse ante el cuica, era su gran orgullo; ms all de las espadas
forjadas en la Espaa de Felipe II, o el crucijo de oro ornamentado
que cea con fuerza entre sus manos temblorosas.
Tal como mi padre el conquistador se acerc a la bestia y le
acarici.
Y entre tanta desdicha, vi de sus labios una luz de sonrisa, hasta
que el pnico la desdibuj, echndose hacia atrs en cortos pasos.
Yo no supe si odiar o sentir lstima por aquel hombre.
Porque algo de m se hallaba en su crimen y algo de mis carnes
tambin sentan su pual hundido. Porque de alguna manera se
urda nuestra historia: l como mi causa, y yo como su ms defor-
me y an incierto resultado.
Mtalo, Facundo!, me gritaban las voces.
No puedo. Tengo muchos aos hablando sus palabras.
Entonces me dijo, el conquistador:
Djame cabalgar
Y tampoco pude, porque en aquel instante quise como nunca
dejar de cabalgar con mi peor ancestro.
S que no fue slo de espada, plvora y caballo por los que
los cuicas cayeron. Antes de regresar la niebla, en la extensin de
aquellas tierras una mnima parte de ese pueblo haba muerto en
la guerra. Pero el resto menguara, lentamente, por las pestes que
trajeron los espaoles.
Y record a Marnola mientras el caballo comenzaba a marchar
de nuevo, mientras la neblina volva con la gran serpiente, y en-
tonces, slo cuando regresaron las tinieblas escuch el grito des-
garrado del conquistador, cada vez ms ahogado de bruma, ah
donde todos los jaguares comenzaron a despedazar sus carnes y
los cndores sus ojos.
Y fue slo despus viejo, y en pnico, cuando por primera vez
conoc la justicia.
Ilustracin: Felipe Guamn Poma de Ayala.
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RNC
Hurgadores.
199
RNC
Gregorio Valera-Villegas
URGADORES DE LO INCIERTO
ALL, EN AQUEL LUGAR de extramuros, al frente de aquella se-
pultura abierta de desechos nauseabundos, justo al pie del atad
de acero rodante y rectangular del que escurra un lquido par-
duzco y ftido, huella que se esparca a lo largo de la va de asfalto
por la que transitaba desde la ciudad. Aqu y all, en ese revoloteo
rapaz de su juego de caza, sobre aquellas dunas de excrementos
de la urbe, dejan ver sus siluetas oscuras de animales al acecho.
Las fosas nasales de los hombres se abren y al unsono despliegan
una especie de ltros inodoros formados por las miles de horas y
das expuestas a la podredumbre. La fetidez se va haciendo ms
insoportable al comps de la descarga del contenedor del bacha-
co gigante que ha acarreado las inmundicias urbanas. Los zamu-
ros descienden, al ritmo de las espaldas de los hombres, presas
del frenes goloso de la carroa. Los msculos y las coyunturas
se doblan rtmicamente. Se levantan y se encorvan las espaldas
pegajosas. El sudor rueda en surcos por las mejillas pastosas de
una mugre ocre y maloliente. Escarban aqu y all, las manos
nerviosas, ansiosas, en una bsqueda frentica y sin trmino so-
bre aquel mundanal de excretas annimas: enseres a medio usar,
frascos rotos, sillas desvencijadas, vidrios translcidos, nada que
H
A Ignacio Irigoyen
200
RNC
se pueda canjear por dinero. Los minutos se pierden en segui-
dilla pasmosa, el desbroce de cacharros contina, y nada, nada
que valga la pena. Slo un cansancio inesperado se va adueando
de los cuerpos. Sin embargo, las ansias de hallar algo canjeable,
que permita al menos ganarse algunas monedas, les hace hurgar
con ms intensidad, con rabia contenida. Al n, luego de algunos
minutos ms de intil desbroce, las manos comienzan a hallar el
ftido tesoro: platea el aluminio de las latas de cerveza, ocultas
sobre comida descompuesta, el cartn y el papel desperdiciado
en las ocinas areas del valle lejano. Unas risas silentes aoran
de los labios cuarteados.
Ellos, los escarbadores, son parte del paisaje lgubre y ftido
del vertedero de basura, aqu y all se ven en su ajetreo junto a
las aves negras, como viudas en el campo de guerra al nalizar
la batalla. ngrimos, como estatuas parduscas por el sucio y la
herrumbre de los cacharros tirados.
A ese olor a vmito eterno uno con el tiempo termina acostumbrn-
dose, rezonga Julin Mrquez.
Un nuevo camin se acerca a la celda de vertido. Su masa mul-
ticolor, de formas diversas y olores nauseabundos cae lentamente,
los hombres casi desaparecen en ella para apartar los desperdicios
aprovechables que ofrecern a los revendedores de las empresas
recicladoras.
Yo llegu a este sitio siendo casi un nio, llevo aqu muchos aos,
mis hijos: Chuito o Jess Manuel y Jess Enrique, nacieron cerca, muy
cerca. Llevo veinte aos removiendo basura No, qu va! las mujeres
pa ca no, ni a mirar siquiera, se pueden enferm. Nosotros nos pusimos
de acuerdo en eso Ni los carajitos tampoco Uno vende algo por da,
y en ese afn algo se gana, y eso pa algo alcanza, al menos es diario, el
diario de uno y de la familia
Una hora, y otra, y otra, pasan con una extraa parsimonia,
como con una rara pesadez de un tiempo casi detenido, en este
ajetreo de inmundicias. La entrada y salida de los camiones es su
ritmo, con su carga de despilfarro, de objetos rotos, desechados
en un breve tiempo.
Al usar y al tirar slo los separan frecuentemente unos pocos
segundos. Se rompe el envoltorio, la lata del envase, el delicado
201
RNC
empaque multicolor con ligranas, todo se degrada al instante, y
ya no se utiliza ms, es el reino de lo sbito, de lo voraz. Luego se
inicia el viaje nal, desde el cesto de la basura, desde las aceras
y calzadas de la ciudad hasta este punto de la no-memoria, sin
cartografa que pueda rastrearlo.
En la catarata de desperdicios se asoma el arco de una bicicleta
casi nueva. Los pies a zancadas inciertas se abalanzan hacia l,
se hunden en aquella masa heterognea y variopinta hasta media
pierna, slo un objeto slido a su paso los detiene. La mano logra
nalmente asir el tubo metlico anhelado. Coo, tronco e pieza!
los revendedores la comprarn sin mucho regateo murmura al-
guien en la parte de atrs.
Yo vea como Chuito meta pa lo hondo la mano y la sacaba con
la aguja de la jeringa clavada en el dedo gordo de la mano izquierda, la
maldita aguja era muy larga y le haba perforao el guante La mano
de pap pareca de gorila por lo hinchada que estaba el viejo sudaba
mucho y la almohada se empapaba como una esponja A ratos se
quejaba, la cara se le vea como si se la jalaran unas manos invisibles,
estirndole los cachetes Chuito tena mucha ebre y ya no hablaba
Despus lo vi en la morgue del hospital Aquella cara, por momentos,
se me cambiaba con la de pap, como en una pelcula de terror Yo
me senta muy mal y quera despertarme, y no poda.
Aqu en este lugar de olvido en su sempiterna supervivencia,
los desechos lo colman todo. En esta tierra de desterrados, sin
nombre, no hay da de asueto, ni n de semana libre, ni vaca-
ciones, slo un frugal descanso nocturno cuando los cuerpos ya
exhaustos, presas de inanicin y fatiga, se abandonan en los ca-
mastros de los ranchos cercanos al cementerio de residuos.
El relleno ha ido llenando esta fosa gigante rememora Jos Francis-
co, compadre y amigo de toda la vida de Julin Mrquez. Antes esto
era un basurero a cielo abierto sin ms, ni ms. La hediondez viajaba con
el aire por muchos kilmetros y por todos los vientos. La gente de la ciud
se quej y entonces hicieron el relleno. Era una fosa de unos veinte metros
de profundidad que los ingenieros llamaban la celda. Parece ms bien,
una bolsa grandsima traga basura con capas de arcilla y plstico pa que
no salgan los malos olores y las ltraciones. La celda es como la par de
una casa de la ciud porque tiene tuberas internas por donde salen los
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RNC
gases y los lquidos venenosos. La celda hace sus necesidades hediondas
como uno, caga y orina frecuentemente.
Aquella suerte de meseta se haba ido formando como la pan-
za de un monstruo de apetito voraz que deglutiera toneladas de
excrementos citadinos. Han transcurrido unos diez aos desde
que se construyera aquel agujero profundo y ancho, como crter
volcnico hecho por orugas de metal. Es un pozo que presume
de asptico con tuberas internas que garantizan una putrefac-
cin adecuada, y descargan los gases y uidos pestilentes unos
metros ms all, en las llamadas plantas de tratamiento. En me-
nos de diez aos ms se convertir en un promontorio annimo,
formado por capas aplanadas de basura enterrada en fretros de
plstico y tierra.
Fue un veinticinco de diciembre cuando Julin Mrquez se hi-
ri, un vidrio grueso y puntiagudo perfor y rasg la palma de su
mano derecha. En el momento, no sinti mayor dolor, slo aquel
hilillo de sangre que no cesaba. Nervioso y malhumorado, opt por
taponarse la herida con el trapo oloroso a sudores rancios, que Jos
Francisco le haba dado para que se cubriera la herida. Al ver que
la sangre se haba detenido, sigui escarbando entre los papeles,
en las bolsas de comida descompuesta y en las botellas de plstico
aplastadas. Muy orondo, se vanagloriaba de ser un buen escarba-
dor, el mejor, aseguraba, sin ningn atisbo de dudas. Olfateo a ki-
lmetros el aluminio, el jierro, el papel, el cartn y los frascos de plstico.
Paeso hay que ten ojo y olfato porque sino se te pasa el tiempo, te afanas
demasiao y no consigues na En las estas de navid y de fin de ao
es la poca en la que la ciudad bota ms porquera Son los aguinaldos
de uno, convertos en la mierda de la ciud, porque uno trabaja por su
cuenta y riesgo. S colectas ms, ganas ms, si no, no ganas na. Nadie
responde de uno, slo uno mismo. As es la vida de uno, y pareciera que
nunca vaya ser distinta.
Tan a su cuenta van que tienen incluso cierta jerarqua laboral. Los
ms fuertes y hbiles se ubican al frente, pegados al camin cuando
hace la descarga. No se pelean entre ellos por el botn conseguido.
Los escarbadores, hombres de mucha fortaleza fsica, van extrayendo
la mercanca de la montaa de basura y la ubican en montoncitos cer-
canos. All los reciben los limpiadores y acomodadores. Las moscas y
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RNC
los olores nauseabundos son los nicos que no respetan jerarqua,
pululan por doquier en vuelos certeros sobre la mortecina y los
rostros sudorosos; mientras que los tufos irrespirables penetran
la piel cobriza que luce como un cuero seco al sol. Ahora la cosa
es con ms orden, dice Jess Manuel, Chuito, incluso nos obligamos a
usar guantes Despus de lo que le pas a pap, nos prometimos eso.
Sin guantes no se trabaja. Los limpiadores trasladan la mercanca al
rea comercial del relleno. All los clasicadores la ofertarn a
los intermediarios de las empresas. Finalmente, a los zamuros les
quedan los desechos orgnicos rancios.
Cada cual establece su horario segn sea su ambicin, sus ne-
cesidades y la resistencia de su cuerpo. Algunos trabajan slo en
las maanas, otros todo el da, y unos pocos hasta veinticuatro
horas sin parar. El relleno nunca cierra sus puertas, los camiones
van y regresan siempre llenos de mercanca.
En un pequeo promontorio cercano al relleno, justo en la lnea
en la que las carrozas rodantes encienden las luces intermitentes
de peligro, est ubicado un kiosco de latas de zinc oxidadadas y
desvencijadas por el viento. Su propietario es Jorgito, un antiguo es-
carbador que despus de un tiempo decidi dedicarse al expendio
de comida. Hasta este sitio van los escarbadores a ingerir alguna
racin de comida cuando el hambre vuelve sus cuerpos exhaustos,
cidos, sin fuerza, slo sus pupilas de zombis se mueven. Y has-
ta all, maquinalmente, se dirigen sin prisas, sedientos, mudos,
a veces bajo el sol abrasador de las primeras horas de la tarde.
l sabe cmo reanimarlos, una bebida fra: guarapo de papeln
con limn es suciente, arma, muy seguro de su sabidura. Y en
verdad, algo les pasa, porque despus de unos minutos de haber
ingerido la bebida, son capaces de sonrer y de hablarle con ms
palabras que las de los monoslabos iniciales pronunciados a la
llegada. Momentos ms tarde, se les ve deglutir los esculidos ali-
mentos muy de prisa, entre la pestilencia que emana de los mon-
tones de desechos cercanos. Los pjaros carroeros pasan muy
cerca del inestable comedero, en vuelo bajo.
Los viejos escarbadores como mi padre eran muy imprudentes, qui-
zs por la necesid o por la ignorancia narra parsimonioso Jess
Enrique. Se meta al basurero casi descalzo, con unas alpargatas de
204
RNC
suela de caucho y nada ms. Tuvo mucha suerte, nunca una torcedura
ni la picada de una culebra, hasta aquel da cuando se puy la mano.
Ese da s que se jodi para siempre
A la zona comercial del relleno llegan los intermediarios.
Un cigarrillo jo en la comisura de los labios desprende sobre sus
rostros su humo gris de fumadores empedernidos. Es por el mal
olor del lugar. Viejo y manido argumento con el que justican su
adiccin. Algunos fueron recolectores y conocen muy bien el ocio,
tanto como para siempre estar intentando comprar por bagatelas la
mercanca recolectada por sus otrora compaeros. Representan a
los pequeos comerciantes, los que negocian con las grandes em-
presas de reciclaje de la ciudad. Su ocio lo realizan segn el gnero
de mercanca: metal, cartn, papel o plstico.
Mi padre cuenta Jess Manuel, Chuito muri de ttano, cuan-
do yo tena catorce aos, sufr mucho Claro, era mi padre! Quince
das despus me vine paca a sustitulo a l. Me trajo Pedro Meja, ese
que ahora negocea con uno la mercanca, siempre tratando de joderlo
a uno. Todo lo que dijo en el velorio de pap era puro embuste, o se le
olvid quin era. Que lo quera como un hermano, que haban llegado
juntos al basurero Que l le haba presentado a mi mam y le haba
convencido para que aceptara en irse a vivir con l Que nosotros
ramos como sus hijos y a farta de l, l nos representara y que
no nos preocupramos porque l nos iba a dar pa los estudios Nada
de basurero, nada de escarbadores, slo estudio Dos meses despus
me convenci pa que me viniera a trabajar pa ca Todo se le olvid
Jess Enrique, el otro de los hijos de Julin Mrquez, es clasica-
dor. Ciertas madrugadas, mareado por la fatiga del trajn innito, se
acuesta en el cobertizo aledao a las ocinas de los administradores
del relleno. Se trata de tres cuartos alineados sobre una pequea
colina en el lado derecho de aquel pestilente lugar. Permanecen
siempre hermticamente cerrados con aire acondicionado para que
el olor a putrefaccin no penetre. Grandes cartones le sirven de le-
cho y de cobijo. Uno en verd duerme a medias con un ojo en los corotos
mientras con el otro medio suea. Aqu se tiene que estar pilas para poder
enfrentar a los intermediarios y a los ladrones de las cosas de uno. Jess
Enrique duerme mientras su socio cuida los objetos recuperados
en el tarantn cercano, armado de cuatro palos clavados en la tierra
205
RNC
y una gran sbana de un plstico negro que le sirve de techo, en la
denominada rea comercial. No consegua trabajo por eso me dedi-
qu a esto. S que es sucio y peligroso lo que hago, por las enfermedades
que uno puede contraer. Uno es de lo ms bajo de la socied, mejor dicho,
uno no est en ella, est fuera. Uno est aqu en este hueco batiendo su
basura para que el hambre no lo mate. Pero, choros s no somos. Qu va!
Eso s que no
Uno suea con un ojo mientras con el otro vigila la mercanca.
Una vez so que una cinta grandsima y muy ancha ayudaba a selec-
cion la basura. Era como una carretera ancha por donde iban rodan-
do las cosas de la porquera que pueden volver a servir. Los camiones
descargaban encima de la cinta-carretera y nosotros bamos escogiendo
la mercanca con mucha facilid: bicicletas, patines rotos, frascos de
plstico, cartones, papel, todo facilito El relleno haba cambiao, te-
namos bao, comedor limpio y bien techao, con sillas de metal y todo.
La enfermera estaba cerca por si acaso alguno se puyaba. Se vea como
una casa grande con una cruz roja en la puerta de la entrada. Tena-
mos bragas de yines azules, guantes de cuero marrones, y botas de
plstico de color verde Pero, nada, me dur muy poco el bendito sue-
o, porque despus, al darme vuelta en la cama, vi a Chuito, mi her-
mano mayor, que se clavaba una jeringa en el dedo gordo de su mano
izquierda al escarbar profundo en medio de la basura. Y en despus, lo
vi tirado en una camilla en la morgue del hospital con la mano y todo
el brazo inamao y de un color como azulao. Por momentos vea la
cara de pap, y de repente la de Chuto. Me despert asustao, sudoroso,
buscando a mi hermano pa comprob si era verd.
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RNC
Fanny Uzctegui
UNA TARDE, Madre Naturaleza estaba sentada en la mecedora, a
la puerta de su casa. Sobre sus rodillas descansaba el cesto tejido
donde se apretaban los ovillos de colores.
Haca mucho tiempo la Tierra le haba pedido que le hiciera un
tapiz para adornar su paisaje. Para complacerla, Madre Naturale-
za comenz a bordar un lugar tropical lleno de verdes azules y de
amarillos, y de todos los colores del arco-iris.
Primero hizo un mar azul y lo salpic de espuma, de pjaros y de
islas. Luego bord bosques y sabanas con todos los tonos del verde:
oscuro para las selvas, tierno para las praderas, casi amarillo para los
pastizales del llano, y azul lejano, para las distantes montaas.
Con los hilos azules que le haban sobrado, sembr el verde
tapiz de ros ondulantes como culebras perezosas. Bord tambin
un lago grande para que se reejara la luz del sol como un espejo;
y para que no estuviese solo en la vasta geografa, cre una her-
mana ms pequea, tan bella como l. A la laguna, como a una
muchacha coqueta, le cosi en su supercie veintids islitas que
parecan veintids moitos en su cabeza de cristal. Ms tarde el
lago recibi el nombre de Maracaibo y la laguna, el de Valencia.
L TAPIZ
E
207
RNC
Como todava quedaban algunas hebras en la mano, teji con
ellas un ro tan ancho y grande que casi no caba en el tapiz. Lo
coloc en torno a la Tierra como un hermoso y resplandeciente
cinturn. Hoy es el padre de los ros y se llama Orinoco.
Hecho todo esto colg el ltimo trozo de lana azul desde un ele-
vado cerro y lo dej caer hasta el corazn mismo de la selva. Y naci
el Churm-Mer o Salto ngel, la cada de agua ms alta del mundo.
El tapiz estaba quedando hermoso pero un poco plano. Le haca
falta relieve. Con los colores ocres, grises, negro, blanco, Madre
Naturaleza construy una imponente cordillera que coloc al oeste
del bordado. A otra cordillera ms pequea la ubic frente al mar.
La grande es la cordillera de los andes y la chiquita la de la costa.
Para que el sol no perdiera su rumbo hacia el tapiz, bord un go-
rrito blanco para la cumbre ms alta de la Cordillera de los Andes,
as el Pico Bolvar luce siempre un sombrero de nieve, que al lanzar
destellos plateados gua al astro rey por el camino correcto.
Para hacer la obra ms colorida, su mano sabia lanz al viento
todos los pedazos de lana que quedaban en el cesto, y el tapiz se
cubri de ores, de sabrosos frutos, de multitud de animales que
habitaron las aguas, los rboles, la tierra, y que surcaban el aire
pintndolo de luz y armona.
Antes de nalizar, como ltimo y generoso regalo, escondi en
el sub-suelo abundantes riquezas minerales: petrleo, oro, hierro,
diamantes, para que los futuros habitantes los usaran cuando tu-
viesen necesidad de ellos.
Era ya tarde cuando termin el bordado. Madre Naturaleza,
cansada, se qued dormida con una sonrisa de satisfaccin en el
rostro. Sobre sus piernas descansaba la obra ms hermosa que sus
manos haban hecho. Y en el borde del telar, en letras formadas
por la luz de las estrellas, poda leerse claramente el nombre del
lugar que esa tarde haba regalado a la Tierra: VENEZUELA.
208
RNC
Sol Linares
USETTE
SUSETTE, MI EX NOVIA, an conserva la mala costumbre de ve-
nir a cambiar el agua sucia de mis pericos. Tiene fe en que los voy a
dejar morir, pero tampoco me molesto en persuadirla de lo contra-
rio, soy muy respetuoso con eso de la fe de la gente, no sea que en
verdad yo sea capaz de dejarlos morir y es por esto que desmentir
algo de lo que no estoy seguro le concede algunas ventajas, en cier-
ta medida traba mis posibilidades, aunque tampoco me incomoda
que ella est mirando dentro de m algo que yo no veo, es slo que
llegar as, como si todava fuera suyo, me ha trado enormes con-
ictos con Mariane, mi actual novia. Hacemos el amor apurados
temiendo que en cualquier momento Susette abra la puerta y nos
pille en lo ms propio de dos novios, es como si entrara mi madre,
y s que si esto llegara a suceder, el glande me crecer y me crecer,
y ya no podr separarme de Mariane y caminaremos avergonzados
hasta el bao, en cuatro patas, pegados como los perros. Y si no es
Susette, son los pericos que nos miran, y es como si Susette estu-
viera all, y Mariane debe tapar la jaula con una sbana, pero los
pericos se enfurecen, chillan, mordisquean los ribetes de la tela,
entonces Mariane se mete debajo de la cama a rezar, y yo me pongo
a cantar la nana de la cebolla hasta que los pericos se calman.
S
A Renato Rodrguez, por siempre
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RNC
Esta maana Mariane me telefone. Me ha puesto a elegir en-
tre los pericos, Susette y ella. Como soy un hombre muy indeciso
(yo mismo no s si decidiendo algo lo he decidido realmente), me
frag una trampa, esperando que la corriente de los sucesos en-
caminara por s sola una resolucin. De manera que le di rdenes
al conserje para que no deje subir a Susette a mi departamento.
Pero es evidente que algo le hizo al conserje, que tambin se ha
puesto de su lado, como todos, en general, como los pericos. El con-
serje me dio la espalda y me afrent refunfuando algo en el idioma
de los conserjes, un dialecto gestual mezclado con brezo, piedras de
ro e indiferencia, de lo que pude traducir que l no poda ocuparse
de los problemas de los inquilinos, que no era un asistente social, que
slo era un conserje del edicio Mucuche y que si no quera dejar
entrar a Susette me vendra bien pensar en cambiar la cerradura.
Debajo de su cicatera recomendacin avizor una salida.
Esa misma tarde me auxili con un herrero. Antes, me asegur
de que el conserje no estuviera en la recepcin y le llegara con el
cuento a Susette. No me interesaba exacerbar su lealtad, era una
forma de neutralizar una guerra que acabara redoblando mis do-
sis de clotrimazol, y tiene que ver en la medida en que la violencia
me produce escozor en los pies, es usual que mi psicoanalista me
remita al dermatlogo y viceversa, teniendo que ingerir psicotr-
picos y aplicarme cremas antimicticas paralelamente.
El herrero subi despus de m. Los herreros, como tal, no tie-
nen ninguna cualidad especialmente ferrosa, de modo que no es
sensato pensar mal de ellos y sostener por ejemplo que sus espri-
tus son ruidosos como un manojo de llaves. Por esto me asegur
bien de que fuera herrero; como no son nada particulares, pueden
pasar por visitadores mdicos, gastroenterlogos u oradores. Nos
tardaramos el tiempo que nos llevara cambiar la cerradura.
Pero nos topamos con un inconveniente, o el inconveniente
se top conmigo. Arriba, acurrucada como una musaraa en mi
sof, estaba Susette, leyendo el manual del imperfecto viajero,
riendo por alguna ancdota de Daz-Plaja.
Los periquitos coman alpiste en su regazo.
Hola dijo, sin dejar de rer. Observ al herrero con sus ojos
color de ciruela.
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RNC
l es el seor Velsquez indiqu avergonzado de mi pri-
mera derrota Es fontanero, viene a destapar el desage del bao.
Arrastr por el brazo al nuevo plomero en quien vi intenciones
de contradecirme. Cerr la puerta, por lgica, mientras el seor
Velsquez se rascaba la calvicie.
Le juro que no s nada de plomera dijo. Es verdad que tuve
algunos intentos en mi juventud, pero crame, no se nada de aguas y
mucho menos conducirlas ordenadamente hacia ningn lado.
Ser fontanero hasta que nos convenga que sea usted otra
cosa le advert.
Abr el grifo de la ducha, por instinto. Pegu varios gritos. Me moj
la camisa. Le moj la camisa al seor Velsquez. Me moj el cabello.
Es tan difcil? pregunt gritando Hable alto, que no le
escucho! Ah, son los pelos de Susette que tapan las caeras!
Djeme anotar! Dos codos, un tubo de tres cuartos, una parrilla.
Muy bien, muy bien!
Salimos mojados del bao. Arrastr a mi nuevo fontanero hasta
las escaleras, acordando verle de nuevo a las diez de la noche en
este mismo pasillo.
Susette preparaba caf. Los pericos haban vuelto a su jaula y
me ignoraban. Yo tambin los ignor, saqu de alguna parte de
mi ser el orgullo de un perro puddle y coquete con l durante
un buen rato. Susette escogi la ventana para soplar el caf y yo
escog el silln orejero que le quedara tan bien a mi soledad si la
tuviera, en el que con gusto me absolvera de la deuda que tengo
con Schubert, pues si en algo puede aprovecharse la soledad es
para atender lo que el piano de Schubert tuviera que decir, como
hablan los pianos, con los dientes partidos.
Volv en m. Susette deca algo sobre la panadera de enfrente,
algo as como que haba sido multada por Indecu denunciada por
un usuario a quien vendieron jamones vencidos. En seguida tuve
compasin de aquel sujeto y me asegur de memorizar el incidente
para evitar que un da me sucediera lo mismo, porque probable-
mente, si lo olvidaba, llegara a comprar jamones cuya fecha de ex-
pedicin se liara con mi fecha de nacimiento, lo que me llevara
a una terrible conclusin, que yo tambin estar un poco rancio. Y
es verdad que nada se iguala al sabor de un jamn en buen estado.
211
RNC
Ya limpi la jaula de los pericos dijo Susette. El sol le daba
en los pelos rojos. Me pareci una mujer a la que se le est que-
mando la cabeza, y quise auxiliarla. Pero despus me pareci un
sol que se est metiendo en el horizonte, y quise besarla. Confun-
dido, segu soplando el caf.
Gracias Iba a decir. Sin embargo, no supe cmo. La palabra
choc con la vula de la garganta. Se fue resbalando hacia abajo,
y cay de nuevo entre las costillas, rebotando en el diafragma, ese
lugar de donde salen la gratitud y otras rigurosidades. No preten-
da quedarme ms endeudado con su amor de lo que ya estaba,
como pasa con la gente buena, que irrumpen en los modos de la
gente y que no se llegan a amar sin que ello implique cierto cri-
men, cierta sensacin de benecio, haciendo de ti un adicto a sus
favores y amandote a cierta comodidad. Me hubiera gustado
comentarle esto a mi conserje, pero ya era demasiado tarde, ya
somos muy los enemigos y l es muy el perro de Susette.
Susette se march. Tres horas ms tarde lleg el herrero. Lo
recib en el pasillo tal como acordamos. Destap la caja de herra-
mientas. La operacin fue sencilla, qued claro que el seor Ve-
lsquez es un hombre cuidadoso para destornillar, esto me gener
conanza y me apacigu la tensin y el crecimiento de los hongos
de mis pies, ahorrndome la rutina de meterlos en agua tibia con
vinagre y bicarbonato de sodio. En menos de tres minutos ya ha-
ba desmontado la cerradura. Not que la antigua perilla era de-
masiado simple, no se adaptaba a estos tiempos y con ese aspecto
cualquiera dira que la puerta guardaba gentes medievales.
Pensaba en esto y me daba cuenta al mismo tiempo de que ya
tena una buena celada, una excusa para que Susette no encon-
trara en la nueva cerradura una traicin, que simplemente viera
en ella una decisin ma de ajustarme a la moda, aunque esto
implicara pasar la madrugada revisando en google las nuevas ten-
dencias de los herrajes.
Probamos varias veces la efectividad de la manivela. Un mo-
mento nos quedbamos por fuera y al otro nos quedbamos por
dentro. El herrero me entreg un juego de llaves. Luego nos diji-
mos chao y se march.
Uno de los periquitos se meca en el columpio. Yo busqu la
toalla limpia con la que tapo la jaula durante la noche, pero el
212
RNC
periquito me salt encima, rabioso. Quera matarme. Yo arroj la
toalla sobre la jaula y retroced, y no tuve otra opcin que sentar-
me en mi silln orejero y cantar la nana de la cebolla:
La cebolla es escarcha, cerrada y pobre. Escarcha de tus das y de
mis noches, hambre y cebolla, hilo negro y escarcha grande y redonda.
As sucesivamente hasta que la jaula qued quieta y yo comen-
c a cabecear como un pescador a orillas de aguas sin peces o de
peces dormidos.
Me sobresalt. Afuera, alguien tir de la nueva cerradura.
Busqu un cuchillo en la cocina, pero slo me topaba con cu-
chillos de plstico, de esos de partir torta. Pens que los cuchillos
tambin se estaban poniendo del lado de Susette, porque hasta
ayer, los cuchillos eran metlicos y cortantes. Tom el bate que
guardo detrs de la nevera y abr la puerta, un poco acobardado,
con una gran picazn en los dedos de mis pies.
Era mi conserje.
Seor Vitolo?
S, quin ms podra ser sino yo? dijo el hombre Ya veo
que ha cambiado la cerradura.
Hay que ponerse a la moda repliqu asxindome. Que nadie
venga despus a segregarlo a uno por anticuado. No, seor Vitolo?
Es un gran acierto dijo, respetando mi coartada, cosa que
agradec en mi interior. Que tenga buenas noches.
Buenas noches, seor Vitolo.
Cerr la puerta. El conserje qued afuera y yo qued adentro,
como sucede cuando uno est a tono con la realidad. Pero volvi
a tocar la puerta. Abr.
Mariane?
Mariane se abri paso. Tir el portafolios al mueble, y encima
de l se ech a llorar.
Qu ocurre? pregunt con el bate en la mano. Lo dej en
el rincn, por parecerme que en adelante no ramos coherentes.
Tu exnovia, Susette, es una bruja!
Iba a decir que todas lo haban sido, no s si lo dije, en realidad
no advierto una gran diferencia entre lo que digo y lo que pienso
hasta que me hallo en el medio de un conicto en el cual nunca
s cmo entr y por supuesto cmo salir.
213
RNC
Encontr mi cama cubierta de alpiste!
Y en ese momento corri a la jaula y le arrebat la toalla que
la cubra. Los pericos ya estaban durmiendo en el interior de su
pajarera.
Qu haces! grit.
Mariane abri la puerta de la jaula y meti la mano.
Qu crees?
Tom los pericos cada uno en cada mano, como dos revlve-
res. Los llev a la cocina.
Prende el horno me orden.
Me puse a buscar la fosforera, temblando, pero no encontr ni
fosforera ni encendedor. En ese momento maldije no tener el vicio
del cigarrillo, porque donde hay fumadores nunca faltar con qu
prender fuego a las cosas. Tom en cuenta este defecto mo para
corregirlo en otra ocasin. Pero los pericos comenzaron a acica-
larse en la mano de Mariane, a morder sus deditos con ternura.
Mariane acudi a este acto de cario sin defenderse. Abri ambas
manos. Los pericos subieron por sus brazos. Se escondieron en su
cabello, mordisquendole las orejas suavemente. La vi regresar a
la sala y cruzar a mi habitacin. La vi acostarse en mi cama con
los pericos.
Yo cuid de ella hasta el amanecer, me qued viendo el progra-
ma Dossier y despus una pelcula Buster Keaton.
La hora de irme al trabajo me lleg con su propia agitacin, no
quise despertar a Mariane ni a los pericos y me march.
El conserje barra las hojas secas del parque, silbaba con mu-
cha prctica, quiz con indecencia; se hubiera entendido con los
pericos si ellos le hubieran mandado a comprar un kilo de alpiste.
La hora de mi almuerzo lleg con el aviso de mis tripas. Regre-
s a mi departamento. La misma cerradura medieval que haba
cambiado la noche anterior estaba atornillada de nuevo a la puer-
ta, de manera que mis llaves no correspondan con el cilindro
de la manija. Me hall atorado afuera, totalmente. Supe que estar
afuera de esta forma es como estar adentro sin poder salir, y me
augur un nuevo trauma, porque en adelante me sera engorroso
saber cundo estoy afuera o adentro de algo, y tendr que estar
muy atento para discernirlo.
214
RNC
En ese instante la puerta se abri.
Susette me esperaba en el sof, leyendo de nuevo El manual del
imperfecto viajero. Me incomod la sensacin de dej vou, como
a cualquier persona que est dentro de sus cabales. Casi salgo a
comprarle otro libraco; de chico le tengo aversin a la monotona.
Hubiera cambiado eventualmente a mis padres de haber tenido la
oportunidad.
Hola dije, buscando a Mariane con la mirada.
No la hall.
Te he preparado el almuerzo dijo Susette desde la cocina.
Um dije, y pas al cuarto. Revis por todas partes. No ha-
ba rastro de Mariane. Regres, desorientado.
Me sent a la mesa, a esperar lo que ola a estofado de cuervo.
Pero ahora, haba tres pericos en la jaula.
El ms nuevo haca gestos espasmdicos, apretado dentro de
l, incmodo con el penacho y el cuerpo taponado de plumas,
oscilando como un pjaro al que de pronto le sorprende el peso
de su propio pico.
Es una receta muy vieja dijo Susette, sirviendo el plato.
Mir a Mariane dentro de la jaula. Sent lstima por ella. Toda-
va no saba cantar.
215
RNC
Vamos a ver al teatro
VAMOS A VER su haber.
Admiremos que el hombre al mirar olvide el ojo con que ve.
Es este olvido un engao. Alojado en l. Le hace al mirar ver lo
recordado. Si a ver bien vamos, todo lo que antes, desengaado,
no fue visto, es ahora lo invisible, visiblemente. Pues no hay quien
mire. Eso nunca se haba visto.
Mire usted que no hay nadie. Vase la mirada: una cosa de
nada. Ve la nada: el nudo desnudado. En lo visible, invisible es
el ojo, el que no est. Est anudado. Oculto. Velo. Y eso hay que
verlo. Al que ve hay que mirarlo con mucho ojo. Un ojo sobre su
mirada. El velo tejido. Ve el teatro quien ve lo ofrecido.
Ofrecida la trama. Entre.
Entretelones. Entretenimiento.Entretanto entre, entre tantos. Ten-
tado. Vete o atrvete atre vido. Ve atrs. Ve la mirada. La ves?
Mrese aquello que permanece como al hilo. Lo ovillado. Lo vuelto
sobre s. Los hilos de la trama entretejidos.
Le digo que en el teatro que entreveo, lo que sujeta y perma nece
sostenido y que luego se hace espacio entre los cuerpos, tocando y
destacando los peleles descascarados que dan cara a los papeles,
Eduardo Gil
EATRO
T
216
RNC
aquello que los coloca y colorea dndoles por n lugar y lugar al
n, eso, le digo, es la trama.
Eso hay que verlo.
Al alojado, al ojado que entr, la trama lo atrae y el atrado en-
tra en razn de lo atractivo y ya medio se tiene, mantenido atento,
se entretiene. Mas no del todo, pues se pierde lo que l trae y se
vaca la nada de sus ojos en lo visto.
ntimo y solo ante las apariciones no sabe, a ciencia cierta,
buscando lo que le parece lo que se le aparece, que l desaparece.
La ccin le inventa lo concreto y le detiene el vaco que traa.
Solo la fantasa escucha el quejido del ojo desvado dndole a apa-
recer alguna cosa.
Es as que se le gana algo a lo lejano y, para hacerlo, la trama se
apropia de lo ajeno y enajena lo propio. Lo vara.
El ojo desvariado ve un reejo y en algo reexiona. Ve que
pende de un hilo: lo tenido lo sostiene contenido. Consentido.
Mire usted si hay alguien viendo. Vea lo que tiene entre ceja y
ceja, lo jo que lo ja.
Si se ha jado usted habr ya visto que el actor, contenido,
contiene la trama.
Con l usted est como pez en el agua, en su elemento, bebin-
dose las palabras como un pez en el agua.
En el agua de un mar muerto de palabras: el mal de las pala bras.
Un mal oculto.
Ocultando su mal de actor, el actor incontenido se hace con-
tinente naufragado y al verse ya perdido se hace transparente,
como el agua, sin nada que ocultar, ms recobrado.
Transparentado. Ahora puede verse al travs. Otra vez. Otro ver.
El actor que no oculta la trama que ha tramado, ni con su
cuerpo o peso ni con su talla o medida, ese, teje y maneja aqu y
all la fantasa.
Su sentido secreto le da, por n, sentido a su presencia. Ha
sentido el secreto y ha asentido.
Este ltimo actor ocupa la mirada, pero evita habitarla como
dueo y no la amuebla.
Por un instante es todo y al segundo siguiente ya no es nada, y
viendo su vaivn, deshabitado de toda ocupacin que perma nezca,
217
RNC
devuelto a su verdad, te da a ver y baja la mirada, devol vindote
a ti, tan distrado, el huso de tus hilos ilusorios, tu madeja, maja-
dero imaginario.
l te deja vuelto t.
Al espiar ese incendio de la imagen el espectador expa.
A travs de tal anomala, de la monstruosidad del cambio per-
manente, del encuentro de los dobles y su pleno articio, el asis-
tente alcanza, en la orilla, en el borde de s mismo, el aroma de
un festejo.
Sin embargo, hay que decirlo y repetirlo en voz baja, todo lo
que en el teatro rememora la esta, el exceso, recuerda tambin
un sacricio. Un fundamento.
El sacricio disimula y justica el aspecto intolerable de nues tras
violencias, la esta enmascara, teatraliza el rostro oscuro del espanto.
Punto nal de las querellas: por el teatro alcanzamos la vio lencia
nal de no ser, por un instante, lo que somos. En aparien cia.
Enclavada en la tierra del teatro, muralla erigida contra el re-
torno de lo que ella misma fue, la tragedia, al elevarse el teln,
nos alza en el gesto de su contenida violencia hasta la altura de su
rostro terrible, para vernos, para reconocernos.
BIBLIOGRAFA
GIL, EDUARDO. (2007). Como ro de luz y de sombra. Fundacin
Editorial El perro y la rana. Caracas-Venezuela.
218
RNC
Pedro Luis Hernndez B.
Qu es la vida
Es ir escarbando
las malas hierbas
juntando atados
pequeos haces
que vamos acaudalando en un ladito
hasta encenderles fuego.
De Alector y Bethilde, 1976.
OEMAS
P
219
RNC
Rojsimo
Consejos
divinos
trae el colibr
por la maana;
algo cedemos
se nos va
en cada
sueo.
De Breves de Ig, 1978.
220
RNC
Un rbol era mi patria y haba en l ramas
y hojas que la embellecan. Sin lmites era
esa patria que creca, cubrindome su sombra
dcil, sometida. Jugaban los cielos con mi
patria, y yo a la vez, jugaba con el viento:
pona mis manos y se calaban himnos, que eran
los himnos de mi patria, sus canciones Y
la lluvia, la lluvia era la paz de mi patria.
* * *
Nos reunimos en el copo de mi rbol
para desenredar los sueos.
Traje canciones que hablan de la
harina de esta patria;
otro, puso sus manos al sol
para enjugar el sudor de las
narices.
El ms joven so
que esperaba embarcado y
sin motivo
sin partir,
pues no haba dnde.
Slo a la espera.
De El rbol de Miloda, 1983.
221
RNC
Nosotros le preguntamos: Sigues haciendo
puentes queriendo unir las orillas que se
enfrentan? S? Bien; te traemos dentro de esta
botella una bonita ciudad en miniatura cruzada
por un ro para que sigas haciendo puentes
queriendo unir las orillas que se enfrentan.
De K snesis, 1985.
Ms all no haba ms nada. Slo el
pendn, l y lo que arda. Entonces
comenz a tararear un himno que nunca
jams se haba cantado y la bandera y l se
sembraron en la tierra germinales.
De El Gonfaloniero, 1987.
222
RNC
LA VIEJA MUDEZ
Yo slo justico tu muerte
si el poema orece,
porque llegas a m en forma de pgina
y cada folio arruinado
por mi indolente torpeza
s que alguna vez fue un nido de pjaros.
Pero cmo ser digno de ti
si an no es savia la tinta.
La mudez, la vieja mudez
La infecunda semilla de mi letra
que tan pocas veces rompe el silencio,
el pulso inseguro
que ahora sube por el tronco
desde la honda raz
y se posa temblando en la rama,
mi palabra no decantada
a quien la fronda le pide frutos
para que el bosque prosiga.
La mudez, s, la vieja mudez
Ya quisiera yo, rbol,
que estos pobres versos
por tu madera albergados
al menos fuesen dignos
del ms breve canto
que alguna vez hubo en tu copa.
OEMAS
P
Octavio Gonzlez
223
RNC
DERRIBEMOS EL RBOL GENEALGICO
Salvo ese olor a bastarda prosapia Mi origen?
Lo conocers como una fetidez, murmur alguien a mi odo.
Por el olor se sabe la calidadCuanta ms calidad tiene el
consangre en vida, peor olor tiene despus de muerto.
Era ese hedor toda mi ascendencia agnaticia?
Antiguamente, las familias Reales
como si las dems fueran ngidas
creyendo destacar su prestigio y fortaleza en virtudes
mandaban a esculpir en piedra su escudo familiar.
Ordenaban cuidadosamente su mensaje en blasones
diferenciados coherentemente en cuarteles.
Era una muestra pblica para blindar
el noble honor de esa familia, ste era su mensaje.
Esta marca indeleble signicaba para ellos la
inmortalidad
granjeada en los esfuerzos del curso de sus vidas.
Mucho tena que ver la predestinacin
la inapelable vocacin divina.
Como tema ecolgico, preservaron la historia de sus vidas
mediante el descubrimiento del linaje.
Restauraron la memoria de sus progenitores
en rbol genealgico Un gran aporte que oxigenaba
como los bosques la esperanza de salvacin de la
humanidad.
Palabras de monarqua en tiempo de los feudos.
Juan Canelones Artigas
OEMAS
P
224
RNC
Yo pido un hacha o una motosierra para la
pretensin de cultivar en selvas privilegios.
Del libro La lengua de los olvidados, 1965 (indito).
225
RNC
TODO VIVE
A Bisdalia Esperanza
Para escribir este poemario he sangrado toda una corta vida
He mirado todo lo que me ha sido posible mirar
hasta llegar a ver
No importa si ese ver ha sido tan obscuro
como la cueva que he
tenido que ser siempre
Todo este dolor no ha sido vano
En vano
Por eso vivo
Para poder leer poemas como los de Gelindo Kalgaro
Casasola
Tambin para ver, casi mirar
El juego de una hija como la ma
Como cualquier Poema
Cualquier Poeta.
EL POEMA DEL MUDO
l habla, l dice, l balbucea, instruye
Saca el alma, avienta imgenes, salta la vista
Ojos cerrados siempre
Ora; no reza: Ora
OEMAS
P
Ral Ernesto Blanco Sambrano
226
RNC
ngeles le acompaan siempre
l dice, l abona, para la or
Trinitaria
Seor
Padre
Eterno
Sol. Sales.
E hice HISTORIA
Nadie me conoce
Soy como el corazn de un rbol
Busco la hoja blanca, s que no est ah
En el poema de la historia humana
Si no que lo diga Tomasa
en la casa
y Dios
La vida extraa, nos extraa, exist.
Del libro Piedra de Querubines (indito).
227
RNC
OEMAS
P
Eusebio Baptista
LA MUJER DE LAS NARANJAS
Un da lleg a mi puerta
balbuce con esperanza
seor cmpremelas, son dulces
y sabrosas muy sanas.
As me dijo, mirndome
con esa triste mirada
tan millonaria de penas
tan millonaria de lgrimas.
Dijo vengo de tan lejos
de aquellas altas montaas
por eso me pesan tanto
esas malditas naranjas.
Nunca sabr la tristona
campesina de los pramos
que si le he comprado
siempre con alegra su carga
es para aliviarle el cuerpo
y es para endulzar mi alma.
Podridas estn las frutas
en un rincn de mi casa
podridas, s tan podridas
como las oscuras almas
que no sienten cunto sufre
la mujer de las naranjas.
228
RNC
OEMAS
P
Jos Barroeta
TESTIMONIO
Siendo yo adolescente, mi padre tal un sendero de robles
y los ech boca abajo al ro. Desde entonces he vivido
[imitando
los ademanes de mi padre rural. Como l, el agua de la roca
plida y me adentraba en los yerbazales.
No tema a las iluminaciones. Era sencillo y diestro.
Hablaba poco de su padre. Ha debido quererle mucho.
[en noviembre,
reza, le coloca ores.
Bajo su peso no obtendr nunca la dicha. Su demonio arder
en la noche campestre y la silueta de sus ojos ha de ser borrada
en los inviernos. Sin embargo, cuanto trato de reconocerme,
voy a su encuentro. Abandono la ciudad y me tiendo sobre la
[tierra roja,
bajo el cielo rojo.
Junto a l, mi infancia no conoce lmites. Teji en m muchos
[encantos,
mucho de lo que mi memoria ha perdido, y as le sueo
[delicado,
llevando trozos de hojas verdes a su boca.
229
RNC
SAMANES
A Ludovico Silva
Esos samanes donde el da
cae con Cristo
apartan lo siniestro.
En ellos la muerte no se eleva
sino vuelve a vivir
como cuando eras nio
e ibas a la suerte.
Esos samanes
vivos en los colores de tu padre
en los ojos
no llevan nada de tiempo ni de espacio
estn sujetos con calma a desaparecer.
Esos samanes que no tienen sentido,
porque jams de alcanzarlos llegaremos
a ellos,
hacen que tu padre muerto est all
entre sombras
con la luz de esos salmos
que da el viento a los muertos.
ARTE DE ANOCHECER
Hay un arte de anochecer.
De la entrada del cuerpo al alma,
de la niebla a la redondez
y del crculo al cielo;
hay un arte de luz,
un campo donde anochecer
es mirar la vida
con el cuerpo cerrado.
230
RNC
Hay un arte de anochecer,
un descenso en la entrada del da
a la completa oscuridad.
Un intermedio donde es necesario
recibir y saber todo sin estremecimiento.
Hay un arte,
un paisaje a veces amable,
a veces torvo,
donde ascenso y descenso son accesorios
de la materia limpia.
Hay un arte de anochecer.
Quien haya vivido o soado con bosques,
luces y demonios,
lo sabe.
TIERRA DE NADIE
Al poeta Gustavo Pereira
No puedo hablar ni leer poemas contigo.
Tu viaje fue rpido y hermoso como una barca,
los navegantes eran tu cuerpo, el de tu mujer
y los hijos de esos cuerpos mejores que hablar y leer
poemas.
Amo el paisaje de mi casa
cuando llegan los buenos marineros con sus rostros
y con sus corales rmes de agua y de bondad.
Amo el paisaje de mi casa
en la tenacidad del soador
en la piedra de los antepasados que fueron cazando nubes
hasta perderse.
Quedan das de la tierra de nadie.
Quedan escombros para el velamen
hojas de serrana para los puertos
llaves sin abrir.
231
RNC
DIME T, PAMPANITO
Dnde estarn mi padre y mi madre
con sus rostros.
Dime t, Pampanito
que ests en la tierra
y en el cielo
qu piedras
qu sueo del camino
recojo.
Dime y dame
la ternura caliente de los
muertos.
232
RNC
OEMAS
P
Vctor Valera Mora
NUESTRO OFICIO
Por este empecinamiento del corazn
en hacerse horizonte por completo:
nosotros, que hemos participado
en los grandes acontecimientos histricos,
que hemos ayudado en lo construido
an con un poco de tristeza,
digamos, casi mucha.
Guardamos
toda nuestra radiante alegra
para lo que construiremos
cuando el pueblo llegue.
Podemos caer abatidos
por las balas ms crueles
y siempre tenemos sucesor:
el nio que estremece las hambres consteladas
agitando feroz su primer verso.
O el otro, el de la disyuntiva,
que no sabe si hacerse echero de nubes
o escudero del viento.
Jams la cancin tuvo punto nal.
Siempre deja una brecha, una rendija,
algo as, como un hilito que sale,
donde el poema venidero pueda
ir halando, ir halando, ir halando,
halando hasta el maana.
233
RNC
Nosotros los poetas del pueblo,
cantamos por mil aos y ms...
De Cancin del soldado justo, 1961.
POR QU DIABLOS PONERSE UNO A LLORAR
He llegado tarde al reparto de los panes.
He llegado un poquito despus de quien me fue invitando.
Hoy con mi peso y estatura
y unas ganas terribles de sentarme a comer
sin modo con qu hacerlo.
Hay razn,
pero no puedo asolarme en las aceras
a llorar con la cabeza entre las manos.
Jueves exactamente a una y cuarto de esta agona
en Los Nez el seor presidente
debe tener ya la barriga repleta.
El cardenal en palacio con su barriga repleta.
Los socialcristianos ahtos de carne humana.
Banqueros empresarios gerentes usureros
con las barrigas rebosantes de plenitud
acariciando el orgullo del cigarrillo
y entonando, todos, loas al cielo:
Oh qu hermosa es la vida.
Cunto nos queda por vivir.
Pero no es solamente en mis asuntos
donde aletean voces hambrientas.
No soy yo solamente.
234
RNC
Somos miles y miles de desempleados,
millones de campesinos sin tierra,
los obreros recibiendo su salario de miseria
al nal de cada jornal de muerte.
Entonces, digo aqu mismo.
Por qu diablos ponerse uno a llorar,
si no estamos solos a una y cuarto exactamente.
De Amanec de bala, 1971.
RETRATO
En Valera donde a Isidoro Antonio y a Elena
Se les ocurri semejante arbitrariedad
los peces no duermen
porque los ros tienen techo de zinc
Y como no he sido nombrado
Para hacer el ridculo papel de zurcidor
de amores desledos y rotos
digo aqu no ms con mis rabietas
que soy el convidado de bahareque
el sacudido por las pasiones
el que desemboca donde nace
235
RNC
MARAVILLOSO PAS EN MOVIMIENTO
Maravilloso pas en movimiento
donde todo avanza o retrocede,
donde el ayer es un impulso o una despedida.
Quien no te conozca
dir que eres una imposible querella.
Tantas veces escarnecido
y siempre de pie con esa alegra.
Libre sers.
Si los condenados
no arriban a tus playas
hacia ellos irs como otros das.
Comienzo y creo en ti
maravilloso pas en movimiento
236
RNC
OEMAS
P
Isaas Caizales ngel
LOS EXQUISITOS
Los exquisitos se levantan tarde
porque madrugar es cosa de obreros.
Desayunan en silencio
y miran la prensa con cierto desgano.
Ellos no leen porque eso es cosa de desocupados.
Los exquisitos siempre callan y cuando deciden hablar
lo hacen para fundar nuevas palabras.
Ellos y slo ellos saben qu significan.
Los exquisitos se perfuman con azafrn,
con hierbas exticas y con delicadas fragancias.
No usan agua de colonia
porque eso es cosa de secretarias o aeromozas.
Van por las calles paseando a sus perritos
sin mirar a nadie y convencidos
de que todo gira a su alrededor.
Los exquisitos no usan prendas de oro,
porque esas son torpezas nuevos ricos.
Sus cuellos llevan la pureza
y la suave transparencia de esa aristocracia
que no sucumbe a tan superficiales gustos.
Se juntan de cuatro en cuatro
para observarse y ver que todo est en estricto orden.
Siempre esperan responder preguntas
porque eso los convence
de su vital importancia en el mundo.
Eso s, sus reflexiones son breves, concisas
y de un gran aporte cultural.
237
RNC
Ellos no lo dicen, pero lo dan por sentado.
Los exquisitos nunca se ren,
no se revientan a carcajadas,
dibujan agraciadas
y suaves sonrisas para cada ocasin.
No hablan con la boca llena
porque es de psima educacin
comer caviar,
tomar champn
y hablar de cine
todo a la vez:
eso es tarea de incipientes
crticos de arte.
Cuando deciden hacer el amor,
son muy cuidadosos con sus ademanes
y si algn inesperado corrientazo,
los hace brincar de emocin,
piden disculpas y de inmediato
se anotan en un exclusivo cursito
que les permitir controlar sus orgasmos.
Si tienen que ir al dentista
lo hacen de madrugada:
nadie, bajo ninguna circunstancia,
puede enterarse de que ellos
tambin tienen la sangre roja, rojita
Los exquisitos no buscan
ni encuentran porque ellos
son la tapa del frasco
y estn seguros de que sobrevivirn
a cualquier hecatombe.
Jams suean con ratas,
con alacranes,
con vacas flacas,
con cucarachas,
con sapos muertos,
con charcos de tierra amarilla,
con casitas de bahareque,
238
RNC
con largas hileras de hormigas.
Los exquisitos no tocan tambor
ni dejan que sus cuerpos se cian
a esas danzas estrafalarias.
Ellos no se enamoran,
porque para ellos el amor es un mal hbito,
una costumbre banal,
pasada de moda y poco sofisticada.
Cuando se besan no se entregan
a ese tipo de pasiones tan simplonas,
y mientras mueven la lengua,
si es que la mueven,
recuerdan Casablanca
y, en perfecto ingls,
balbucean:
We are the world!
No es necesario que la piel les arda
o que se les queme la garganta
con alguna frase extraordinaria:
Todos estamos plenamente convencidos
de que su intelecto escapa
a nuestras limitadas interpretaciones
y debemos la cabeza
cuando la Providencia
nos haga tropezar con ellos.
Los exquisitos no se enfurecen
ni vomitan
ni se despeinan
no sudan
ni orinan en plena calle,
no se emborrachan
ni tienen resacas
no amanecen tirados en una cuneta
no bailan pegao
no compran cigarros detallados
no suean despiertos.
239
RNC
Ellos son la quintaesencia de solemnes
rituales donde el silencio es la llave que abre
y cierra cualquier intento de barbarie.
Los exquisitos no se detienen en tristezas
ni en asuntos de Estado.
No van al ftbol
no juegan lotera
no comen mango verde con sal y adobo
no se baan con cariaquito morao
no se pierden en la secreta voluntad de un amanecer
no permiten que un trago de ron,
les caliente las orejas.
No saben lo que es encender
el rubor de una cintura
que se hace un volcn
entre las manos.
Permanecen impvidos ante el dolor ajeno.
No tienen patria
porque ellos son los excelsos ciudadanos del Mundo.
No se dejan engaar por las apariencias
No tragan en seco
no pujan
No se atreven a ir descalzos.
No saben cmo se bate el cobre
no se baan dos veces en un mismo ro
no se impresionan:
No reconocen la desnudez de otros cuerpos,
porque slo saben mirarse a s mismos.
No se quedan.
Siempre abandonan.
Nunca se van.
Ellos andan inmutables
caminando por sus impolutas avenidas
sin cantarle a la hermosa vida.
240
RNC
OEMAS
P
Ramn Palomares
EL NOCHE
A Oscar Sambrano Urdaneta
Aqu llega el noche
el que tiene las estrellas en las uas,
con caminar furioso y perros entre las piernas
alzando los brazos como relmpago
abriendo los cedros
echando las ramas sobre s,
muy lejos.
Entra como si fuera un hombre a caballo
y pasa por el zagun
sacudindose la tormenta.
Y se desmonta y comienza a averiguar
y hace memoria y extiende los ojos.
Mira los pueblos que estn
unos en laderas y otros agachados en los barrancos
y entra en las casas
viendo cmo estn las mujeres
y repasa las iglesias por las sacristas y los campanarios
espantando cuando pisa en las escaleras.
Y se sienta sobre las piedras
averiguando sin paz.
De Paisano,1964.
241
RNC
PAJARITO QUE VENS TAN CANSADO
Pajarito que vens tan cansado
y que te arrecosts en la piedra a beber
Decime. No sos Polimnia?
Toda la tarde estuvo mirndome desde No s dnde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Vens a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar
Te gurs ahora un pjaro
Ah pjaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercs
Yo soy Polimnia
Y con razn que una luz de resucitados ha cado aqu
[mismo
Polimnia rindote
Polimnia echndome la bendicin
Corazn pursimo.
Pajarito que llegas del cielo
Figuracin de un alma
Ya quisiera yo meterte aqu en el pecho
darte de comer
Meterte aqu en el pecho
Y que te quedaras all
lo ms del corazn.
De Adis Escuque, 1968-1974.
242
RNC
HUYENDO
Despus que matates a tu hermano,
despus que lo volvites cecina,
que te echates las tripas por el cuello y bufabas
despus que se te hizo poco para quitarle pedazos
y darle ms y ms tajos.
Hay que rezar la oracin, hay que rezar la oracin.
Y te volvites hormiga y cuando pasaban los guardias
te metas bajo las matas
y te volvas gusano y te subas
por las tapias
y las tapias estuvieron llenas de sangre y por la noche
brillaban
y se oan salir quejidos del monte.
Te fueron a buscar por los chaos y
te buscaron por el monte y
Hay que rezar la oracin, hay que rezar la oracin.
Y comenzaba a llover y se pona todo
resbaloso,
y se resbalaba la gente en los huesos de tu hermano y las
[costillas de tu hermano
que brillaban por la noche
sobre los cerros.
No coms hgado por estos das,
no coms tripas, no coms
sesos,
no coms carne por estos das
porque te vas a comer el hgado y las tripas y los
sesos,
de tu hermano
y te vas a estar con una espina de mapurite,
con una espina de mapurite clavada en la garganta,
[clavada en
243
RNC
la boca del estmago
clavada en la nuca, clavada en las vergenzas.
Mira que el campanero repica y habla la boca de tu
[hermano
y que juegan baraja y se apuesta una pierna de tu hermano
y que bailan y toca la mano de tu hermano
y que silban y son los labios de tu hermano
y que muerden y son
los dientes de tu hermano.
Hasta que aparecites,
hasta que te trajo el ro,
hasta que despus del aguacero te trajeron las aguas
y no tenas ojos.
De Paisano, 1964.
PRAMO
Pas la niebla por las cuestas,
tap con su noche,
ningn pjaro se ve por los montes,
ninguna luz.
Cant por qu ests tan sola
por qu llors,
por qu te metites donde estamos los tristes.
Cuerdita de la montaa, pjaro de los siete colores,
a quin le cants,
a quin le decs de querer.
All est la que tiene un gran vestido,
se la pasa llorando,
se la pasa bebiendo de la montaa.
244
RNC
Echaron agua bendita
y se murieron las torcaces y dejaron
esterado de plumas todo.
Ay,
cuando ests cantando
todo se mueve, todo se vuelve
hacia donde cantas.
Te llamar paloma, te llamar miel,
te dir piedrita de ro.
Cuerdita de la montaa, pjaro de los siete colores:
A quin le decs de querer?
De Paisano, 1964.
Abuelo, padre y tas del poeta Ramn Palomares.
Foto cortesia de Mara Eugenia Chvez Parra.
246
RNC
ALEGRE BOCON
(Indito)
Madre tierra que vuelas por los astros
y ahora mismo resguardas con tu belleza azul tu pueblo
protege tus pequeos mortales
que celebran el suelo donde les has dado la vida
y llnalos de feliz alegra.
Vamos, vamos todos a Bocon
nadie pierda el corazn de la misa
y estallen los cohetes, las bombas y colores
y aseguremos nuestro sitio en la iglesia, codo a codo con
[San Alejo, el Gran Encomendero.
Bocon cumple aos, las muchachas ms bellas en
[ventanas oridas
sus novias de cereza, corazn de manzanas, vamos dicen,
donde nos llama alegre San Alejo, el Gran Encomendero
cuntas historias Alegras de muchachos se apoderan del
[viento!
Violines y guitarras bailan bajo los rboles.
Vamos, vamos a Bocon que est de cumpleaos.
Iremos de paseo a la Laguna Negra, donde se duerme la
[zarzaparrilla.
Por Las Palmitas andaremos arriba del roco, sobre el amor
[ardiente
madrugadas de fro,
nos vamos a Mosquey. Comeremos arepas con ajes y
[mojos.
La Loma Isleta, los Zanjones, Barrancos y Pantanos
qu harn ahora? Los Momoyes, las brujas, los patos
[guirir
que descansan all de un largo viaje
El ro pasa sereno sus vegas y sembrados de caa y de
[maz.
Hay una msica distante
el bachiller Barroeta, da vuelta a su liceo
luego sale volando en su silla de cuero
247
RNC
para calmar un dolor cruel que lo atormenta.
El ero Servio Tulio Saavedra, camina y habla
con los adolescentes licestas, de coraje y de miel
que celebran la vida, y junto a ellos,
va silencioso Antonio, el Majo, mi compadre.
Yo pienso en cuatro reinas,
cuatro reinas esplndidas, con ores encantadas
que ascienden una calle entre noches y nieblas
y todo se ilumina perdindose en la sombra
sobre el resplandor mgico del calzado invisible.
Mrida, mayo de 2013.
Abuela del poeta Ramn Palomares.
248
RNC
Pueblo de las Mesitas, estado Trujillo.
249
RNC
ENTRO A LA POESA de Jorge Valero como quien entra a un
bosque luminoso, a un espacio donde prevalece el esplendor del
mundo. Y es que esta reciente antologa, El verbo de los ngeles
1
,
nos muestra la singular obra de un poeta que ha venido haciendo
una poesa llena de vitalidad y de esperanza en la vida. La espe-
ranza es un smbolo central en la conguracin de estos textos.
Es decir, un smbolo de la plenitud del mundo que el poeta crea
en un lenguaje solidario y directo: ... la esperanza es renacer,
nos dice; y en otro verso: El llamado de la esperanza est all,
all aurora la vida (p. 72). Esta visin esperanzadora del ser ya la
ha destacado excelentemente la poeta y crtica Mara Auxiliadora
1
Jorge Valero. El verbo de los ngeles / Word of the Angels (Houston, Published
by CITGO Petroleum Corporation, 2009. El libro est dividido en nueve
partes. Cada una mantiene un equilibrio expresivo en relacin a la temti-
ca y conguracin total del texto, pero tambin estas secciones dieren en
el tono, los matices y la confeccin de los versos. En el prlogo escrito por
la poeta Mara Auxiliadora lvarez se nos ofrece, con claridad y lucidez,
un juicio valorativo de la poesa aqu reunida. La traduccin de los textos
al ingls ha sido realizada por la profesora Linde M. Brocato.
David Corts Cabn
A POESA DE JORGE VALERO
Clidas palabras
deja el rumor de viento.
JORGE VALERO
L
250
RNC
lvarez en la introduccin que acompaa estos poemas: ... una espe-
ranza que no nace de la ingenuidad sino de la sabidura, nos dice (p.
20). Ciertamente, es esa sabidura la que encarna una manera de estar
en el mundo, de sentir la esencia del ser como una manifestacin de
la naturaleza. La vida, la naturaleza, el cosmos mismo vistos no como
entidades contradictorias sino como un espacio donde las cosas con-
uyen armoniosamente. Una realidad en la que la mirada rescata la
presencia de las cosas. De ah que el primer poema del libro sea una
especie de lectura del universo. Ya en el primer texto, En el papiro
innito del tiempo, se jan los rasgos que conguran no slo la visin
potica del autor, sino tambin su postura hacia la vida, el amor, el ser,
la naturaleza, la belleza, la amistad, la esperanza y la fe en el universo
que todos compartimos:
[...]
Recorro los caminos de mis preguntas. Sin saberlo.
Intuyo el verbo, el gesto, la mirada. All presente.
Silencioso. Refugiado incesante en la palabra del poema. Del
papiro. Del Dios fuego que aviva el divino aroma del
incienso. Se enmudece el pensamiento de profanas
[palabras.
Una imagen serena. Poesa: una constelacin de sentimientos
que reconstruye el amor, con el lenguaje de la noche. (p. 72).
La intuicin as como el gesto o la mirada son signos referen-
ciales de ese mundo. Formas de conocimientos que nos revelan
un sentido esperanzador de la vida. El simbolismo que encierra la
palabra papiro destaca una lectura del mundo y del entorno, un
dilogo del autor con la realidad de las cosas: En papiros funerarios /
toco, palpo, leo, / frmulas mgicas / de lenguas misteriosas / que
recito / a la cada del sol, nos dice (p.78). Y es que para Valero la
poesa tambin es simultaneidad. Es decir, un acontecer que tra-
sciende el sentido del tiempo. Toda la historia misma con sus mi-
tos y transformaciones, con su cotidianidad, con las vivencias del
amor, el dolor y la vida funden las vastas e inconfundibles huellas
del presente y del pasado. Para el poeta, la escritura encarna una
especie de papiro amoroso que proyecta una esttica de la naturaleza
y la existencia: la celebracin del universo. Los ngeles, la luz, la
251
RNC
ora y la fauna revisten el sentido de esta celebracin con imgenes
conmovedoras que hacen de la lectura una experiencia memorable.
Sin pretensin de descubrir lo que ya la naturaleza y el amor le
han revelado, el poeta ja su mirada en todo lo que le rodea. Una
mirada que le devuelve el paisaje por el que ha transitado. Ese
camino en que las palabras, como en un acto milagroso, le traen
una y otra vez el lenguaje del mundo, una poesa en la que el
poeta mismo pone a prueba su intimidad, su corazn habitado
por la ternura y el amor. Por un momento oigamos el pjaro que
despliega su cntico en estos versos:
Cntame, pjaro
la balada del mar
el eco del ro
tu msica sonora y de esperanza.
Entrgame tu arrullo
y anima con tu canto mi nostalgia.
Te espero en la orilla de la sombra
coreando la tonada del sol.
Los dioses fraguan tu voz, pjaro,
con la luz que presagia
mi destino.
(Pjaro, p. 116)
La luz ser siempre en esta poesa de Valero una va de cono-
cimiento, una reiterada presencia que al igual que el pjaro, el ngel,
el sol, el papiro o la piedra armarn esa visin de mundo. No la
luz daina o contaminada por las sombras del odio o de la muerte,
sino la luz que sugiere un compromiso con lo que la vida misma le
ofrece al poeta ya sea en el plano amoroso, poltico, social o potico.
Es decir, su destino humano forjado en la sincera armona de ese
horizonte reservado a su vida. Por eso el mundo se le ofrece como un
escenario donde el presente y el pasado conuyen como en un viaje
denido por la esperanza. Su pensamiento se abre hacia la imagen
de la infancia como un recuerdo que proyecta sus vivencias. No
para dolerse de lo que qued atrs, sino para fortalecer su espritu.
252
RNC
Para expresar un sentimiento que es adems representativo de la
experiencia misma de su vida. De ah que todo lo que acontece en
esta poesa trace la visin que funda gran parte de estos poemas
proyectando esa exaltacin simultnea de la existencia. En este
plano el hablante contempla su pasado, su estar en la esencia de
las cosas que llenan de sentido su realidad humana. De este modo,
esa semblanza de la infancia destaca la realidad integradora del
presente como en los poemas que aparecen en la seccin El altar
del recuerdo y El llamado del Momboy, y de los que cristalizan
ms ntidamente las profundas sensaciones que marcaron la in-
fancia del poeta: Recuerdos de nio, Jolgorio en el yagrumal
o El trapiche de Agua Clara, todos nos dan una estampa donde
lo cotidiano va dejando paso a una imagen que proyecta las cosas
que un da fueron y que ahora permanecen en el recuerdo, pero
sin dar lugar a ninguna amargura o resentimientos:
[...]
III
Palomas de febril aleteo merodean los techos de zinc.
Acrobticas iguanas trepan rboles centenarios y
supercies vegetales.
Pericos cantan inarmnicos coros. Con la negrura de sus plumas
el pjaro jum anuncia la proximidad de la muerte. Gatos lloran en
trifulcas indescifrables. Endemoniadas
reyertas de perros en solares poblados de higos, mangos y cambures.
IV
El lechero va dejando en la madrugada cntaros de telrico nctar
en las casas de la comarca. Y el burro calmo rebuzna en voz mansa
con irnico tributo a los durmientes.
(Recuerdos de nio, p. 124)
Es sta una poesa sentida al contacto de la naturaleza y los seres
que poblaron la niez del poeta. De esas experiencias surge, en
parte, la realidad que copia el paisaje de este imaginario potico:
una profunda sensibilidad que estalla como una llama sobre la me-
moria del tiempo. Y es que el poeta ha sabido expresar la intensidad
de sus experiencias con naturalidad y amor en su caminar por el
253
RNC
mundo. La memoria de la niez reitera estas vivencias poniendo
en perspectiva la ternura de esos sentimientos, sin olvidar tampo-
co la vulnerabilidad del destino humano. Por eso reitero que para
Jorge Valero la poesa es una gran celebracin, un sentimiento
que traspasa al poeta y le revela el esplendor del cosmos: Las
hojas del cambural/ dialogan con las piedras/ las piedras se posan
/ en las pupilas del manso arrollo (p. 136); nos dice, para luego
seguir en la continuidad de ese sentimiento que no conoce fron-
teras porque en l va el alma del poeta como una fuerza silenciosa
sobre las aguas del Momboy:
Un arrullo de trompetas
riega sus ecos
con el viento
de los caamelares.
En imagen de caracol
aoran siete colinas
entre nubes.
Las aguas del Momboy
arrullan
el festn de los espritus
animan
el cortejo feliz de la parranda.
Los nios duermen
en la espiga luminosa,
suean golosinas
en la esta de San Juan Bautista.
(Siete Colinas entre nubes, p. 142)
Sentir la dicha de la convivencia, sentir tambin la armona del
universo en todas sus manifestaciones es, en cierto modo, lo que
busca la justa pureza de este lenguaje que recrea el pasado; pero
adems, la presencia de un yo consumido por el amor, porque el
amor es tambin un motivo central de esta poesa. Un motivo que
justica el tono de estos textos. Por el amor el poeta logra expresar
su ntima realidad con los seres y las cosas que inquietan su es-
pritu; por la poesa el pasado se le revela en la evocacin de los
amigos y poetas, y de los familiares y conocidos que han partido
hacia un cielo ms alto y luminoso.
254
RNC
Pero el poeta canta con su ilusin y su alegra, y con su ternura
y su esperanza. En su voz la poesa se transforma en el verbo de
los ngeles, porque slo as es posible acercarse a su realidad amo-
rosa: El verbo de los ngeles / toca las campanas del cielo / coros
nupciales/ entonan himnos de amor (p. 262), nos dice. As, en las
ltimas secciones del libro (Encantado en el retablo y El rito de sus
aromas), su expresin se acerca a un modo de decir ms ntimo y
reservado. All la intensidad del amor se convierte en una absoluta
presencia: Escucho el cntico de su corazn, / fuego y follaje de mar
(p. 272), reitera en estos versos, para sealar ms adelante: Danza
en el jardn / de relucientes alheles / brilla en el mar / su transpa-
rente sonrisa (p. 274). Esta visin personal del amor encarna un
sentimiento depurado que proyecta la imagen del mundo y de la
vida en la presencia del ser amado. Este sentimiento aparece aqu
no deliberadamente sometido al erotismo de la carne, pues surge
como evocacin amorosa en sincrona con la visin del universo.
Esta imagen del amor nos transporta a otro plano en el que ms
que una realidad concreta lo que percibimos es el modo idealizado
de un amor expresado en un lenguaje de evocaciones. Las palabras
de las que el poeta se vale para crear sus imgenes (ninfas, sue-
os, cliz, danza, coros celestes) nos transmiten la naturaleza
romntica que de esa visin:
Retoa el polen en la oquedad de la tierra
En el regazo del tiempo se oculta una dctil gura
Flota la alada sonrisa en el santuario de la fertilidad
Levitan los cuerpos con el tono del gon
Los cantos gregorianos se elevan con plegarias
En la lumbre del sol se revela el misterio del amor.
(Misterio, p. 294)
Las imgenes de estos poemas reejan una percepcin idealizada
del amor. Con excepcin quizs del poema titulado Estoy habitado
de humedad (p. 314), la mayora de estos textos nos transmiten
no la realidad concreta de un erotismo que parte de una expe-
riencia personal, sino de una concepcin idealizada del cuerpo:
La sueo / escueta en la sombra / otando en la luz / y el vientre
del crepsculo (p. 298), seala en estos versos: y, Dnde podra
255
RNC
encontrar / lo que no me ha sido dado? (p. 306), reitera en este
otro. Porque como hemos visto en esta lectura, el amor da la im-
presin de un anhelo que se maniesta no necesariamente como
una realidad fsica, sino como un deseo sumergido en la palabra o
en la mirada que busca obsesionada el perl de ese cuerpo. Esta
misma intuicin recoge el concepto amoroso de su interioridad,
no como una queja, sino como un pensamiento guiado por la ilu-
sin de rendirse a la belleza del cuerpo que busca poseer: Con el
paso de las horas / corre mansa el agua clara / sobre el rmamento
/ de su cuerpo (p. 340).
El verbo de los ngeles es un libro que traza el sentir del amor, de
la vida y del tiempo en un estilo que se distingue por la evocacin y
el contenido de sus imgenes. Jorge Valero ha logrado exponer, con
gran naturalidad y belleza, una visin que nos muestra siempre el
sentido de la vida y la esperanza en la solidaridad humana. El verbo
de los ngeles nos muestra que la poesa es un espacio ntimo y si-
lencioso donde cada lector puede reencontrarse a s mismo, o como
seala la contraportada del libro: un largo cntico celebratorio de
la vida, una slida sobrevivencia del amor y de la alegra en acto
de reverenciar la ddiva abierta del mundo con igual generosidad.
256
RNC
LA FLOR Y SUS APSTOLES es una novela que cuenta la historia
de una or, Marnola, y de los apstoles. Es curioso ir observando
cmo Marnola parece olvidada, sea para armar, para negar o
para debatirse en el desconcierto. Todo se desvanece antes de que
llegue a un encuentro ms o menos denitivo en las historias cru-
zadas de los personajes, y ese desvanecimiento procede de una
falta de la propia naturaleza humana: Marnola es una muchacha
que padece sndrome de Asperger, entre oscuras hiptesis y vagos
pronunciamientos sus familiares niegan la capacidad sensitiva y
real de su hija. Marnola, sintindose siempre castigada por algo
que desconoce es empujada irremediablemente a la soledad. Aun-
que lo considere, distante y aun contrario a ella, Marnola es el
hilo de un ovillo mayor, algo as reconocemos cuando llegamos
a comprender que Marnola es un pretexto del escritor para urdir
un universo poticamente sostenible a partir de una eleccin ms
afectiva en cuanto constituye lo ms profundo de los personajes y
su relacin con la naturaleza. El discurso de La or y sus apstoles
se expresa en lo que denomino pica de la nostalgia. Es posible
que, en un momento, esta armacin se diluya para retirarse, ella
misma, en espera de quien pueda hacerle revivir como merece,
Julio Borrom
EMORIA Y POESA EN
LA FLOR Y SUS APSTOLES,
DE DANIEL ALBERTO LINARES
M
257
RNC
como es su imperioso destino. Quin no, sino Facundo La Cruz
Heredia, el personaje que alumbra los fondos ltimos de la nove-
la, que aun reconociendo a Marnola, la de carne y hueso, la trans-
gura en smbolo en su imaginacin. Facundo recuerda y olvida
hablando de s mismo y de Marnola, mientras el narrador cuenta
su verdad huyendo de las crnicas que el mismo Facundo dicta
en su delirio; no deja subsistir la menor duda de que a los testi-
monios escritos por Facundo en forma de crnicas se ponen otros
que apenas ha sacado a la luz la memoria. Este personaje es un
cronista, un sepulturero de muertos y de los afectos, un activista,
un hablador, un lector de libros sobre los Andes trujillanos. Digo
pica de la nostalgia, y Facundo lleva siempre consigo su historia
toda y las historias que fabula alrededor de su viaje existencial y
mtico ha de volver para poder lograr la unidad de los hechos del
pasado y ordenarlos en un cuaderno de los Andes venezolanos, y
ver cmo trazan un surco en el tiempo que garantizar la pervi-
vencia de Marnola o de ese reino futuro hallado en las palabras
de los apstoles, que son los poetas. Estamos, pues, ante un doble
camino: por un lado, el mundo mgico construido por Facundo
que no volver, y por otro, el alumbramiento del mito encarnado
en Marnola. La or clausurada en un tiempo y abierta en la ima-
ginacin, como los paisajes andinos, las lagunas encantadas y los
momoyes hacindose su naturaleza ms frgil a causa del poder
demoledor del progreso. Sin embargo, Daniel logra en su novela
el cultivo de una espeleologa de la moral que es inmanente a la
naturaleza con su propia manera de comunicarse por reaccin
contra los urbanismos de altos riesgos ecolgicos. Facundo con
un entusiasmo algo voluntario es un buen hombre, un personaje
vivencial donde est lo alto y donde lo bajo del lugar en que se
halla su palabra, lo descubre y despierta todo. No es lo mismo
leer que traducir el silencio de los pjaros. Traducir el silencio de
Marnola enrollada en su introspeccin interminable. Traducir la
fascinacin de las piedras o el ro tan parecido al padre. El tra-
ductor de la naturaleza tiene que identicarse en cierto modo con
el autor original; hacer de demiurgo, en el caso de Facundo hacer
de brujo, adivinador, imaginero y en su memoria la plasticidad de
crnicas que recuperan nuestros mitos y leyendas, la Venezuela
258
RNC
raizal y luminiscente de los pramos, la memoria de los pueblos
originarios y su lucha contra el espaol colonialista. Una novela
que devela el orden implicado de la naturaleza y sus bondades,
con esto Daniel Linares ha retornado a la novela por el camino
fundante de la nacionalidad venezolana, ha retornado con la me-
moria y la poesa.
Memoria es la reunin de la remembranza. Ella oculta en s, y
se oculta a su vez (...) el recuerdo de lo que ha de pensarse es la
fuente primigenia de la poesa. Por esto la poesa es el arroyo
que en ocasiones retrocede hacia el manantial, hacia el pensar
como remembranza (...). Toda poesa nace de la devocin del
recuerdo
1
.
A decir verdad, no nos representa ya el pasado, sino que lo
pone en juego en sus diversas modalidades narrativas; y si todava
hallamos los ecos de un mundo remoto que nos habla en un pre-
sente instantneo, no es porque conserve la nostalgia de quedarse
vvido en los recuerdos de Facundo o en el museo posmoderno
2
,
sino porque prolonga su efecto de novela de la liberacin acompa-
ada de un discurso que arma lo venezolano en un presente que
recomienza sin cesar, constituido en los fueros de la poesa y por
esa materia audible de las narraciones orales, las que sentimos
directamente deslizarse a travs de la historia venezolana, con lo
cual es posible reconocer tambin las tradiciones, encontrarlas
precisamente all donde los decires del pueblo aparecen en su ver-
dad de niebla, en su canto primordial, en la tristeza de los cuicas,
sus cantos fraternos y libertarios, en los velorios y las lagunas
donde el momoy suea y el ro en su temblor de hoja; porque si
algo precede al tiempo lineal de la historia, es porque se encuen-
tra en cierta posicin diferente de la que el orden impone. Daniel
Linares escribe una novela fundadora al emprender una reme-
moracin dirigida hacia delante, pues el proceso de la memoria
1
Martin Heidegger. Qu signica pensar? Pgs. 16-17.
2
Alain Touraine. Crtica de la modernidad. Pg. 210.
259
RNC
renueva, a modo de recuerdo, lo que ha sido y ahora es y deviene
3
.
Y la memoria en La or y los apstoles procede de un determinado
horizonte de sentido que construye un mundo que conere uni-
dad y totalidad a las historias dictadas por las profundidades de
la poesa, esa poesa que habita en la casa interior de Facundo, as
el sentido subsiste como su realizacin. Memoria y poesa nacen
de un manantial originario siempre nuevo y los aconteceres per-
duran en el mundo. Digo Facundo, el pariente ms cercano del
narrador, segn toda su manera de ser, este personaje es el vaso
comunicante por donde la historia de la novela trasunta, todo
empieza en l y termina en sus recuerdos. Marnola, la hija que
nunca tuvo Facundo y ste el padre en la ansiada bsqueda de
Marnola, la or transgurada en smbolo, un padre ausente y una
hija sublimada en la imaginacin. Su amigo Cristiano con quien
establece un epistolario donde cada uno lleva sus recuerdos des-
ledos, esta relacin es de lo ms inquietante, Cristiano es la nica
llave que abre las puertas del corazn de Facundo y ste el nico
capaz de hacerlo regresar a la ciudad donde quiere morir. Hay
una nostalgia en Facundo, una nostalgia de poca, nostalgia que
es una tica de la accin porque denuncia el irreversible proceso
de produccin de horizontes tecnolgicos y urbansticos depre-
dadores del medio ambiente. La nostalgia en Facundo radica en
esta falta de solidaridad con la naturaleza, por su deshumaniza-
cin y destruccin de los patrimonios y bienes culturales. Es una
nostalgia de la memoria. Y esa nostalgia, nalmente, actualiza los
recuerdos de Facundo que son aquellos que se producen, como
una chispa, entre las notas archivadas y los papeles escritos. Esta
relacin de escrituras dan un nuevo sentido a su propia vida, son
reescrituras del archivo memorialstico de un hombre tendido en-
tre dos pocas, por un lado, la ruralidad y los valles andinos, y
por el otro, la ciudad y sus formas de vida. En algn intersticio la
fabulacin rompe la soledad de Facundo, entonces, la historia se
convierte en mito y la ciudad exige su remedio contra el mal del
3
La expresin, el recuerdo del presente de Edmundo Husserl nos acoge
en el sentido autntico que queremos dar al referirnos a este aspecto. Fe-
nomenologa de la conciencia del tiempo inmanente. Pg. 108.
260
RNC
trco y la incomunicacin. Los mundos se permean, se trastocan,
mudan sus encantos y desencantos, sus mitos y escatologas, sus
retornos y calamidades. Sin duda, el autor de La or y sus apstoles
celebra la naturaleza, el amor al terruo, la Matria, los instintos,
la desnudez, el tema del padre, el retorno a la infancia que nunca
halla reposo en tierra alguna y siempre es un paraso donde fui-
mos expulsados. Celebra una Venezuela que no puede darse sin
el otro y porque la tierra exige el paso por la alegra, aunque esta
alegra sea, a la postre, la condicin de la tierra.
Al mismo tiempo hay que aclarar algo: la importancia de este
universo encuentra otra lectura, de las mltiples que pueden te-
ner sus autnticos motivos, y me reero a las claves bblicas que se
encuentran a lo largo de la novela. Enunciemos algunas sin nin-
gn orden, tal vez como las recuerdo: en la ciudad de Valera don-
de transcurre parte de la historia, llega una invasin de langostas,
los animales bajan de las montaas, se rebelan y se confunden en
las calles con los carros y peatones, se generaliza el desorden, un
diluvio arrasa con todo. Acaso la historia de los comienzos del
mundo revelados en el Antiguo Testamento y el Arca de No pu-
dieran ser un intertexto? Puede uno cerciorarse en otras partes de
la novela, del problema de la culpa, cuando se habla de la desnu-
dez, y si hay culpa hay vergenza, y si hay vergenza hay pecado,
y si hay pecado, est el Padre y los hijos abandonados. Y la moral
y el pudor. Entonces, el tema del padre es la bisagra que une a
Facundo y a Marnola, la hija abandonada y virgen, slo conocida
por su amor a las ores. En estas acciones y rupturas de los planos
temporales y espaciales donde sucede la historia, los personajes
son llevados por un gran movimiento, un xodo de cuerpos y
almas abatidos por las pestes, las que han de aparecer con cada
cada de los siete ptalos de la or que abren siete sellos. Las e-
bres, los animales, las lluvias, la niebla, la desnudez, el regreso a
los rboles y la estupefaccin. Esto es la profeca y un profeta es
Alguien que duerme debajo de los tiempos y despierta en otros
4
.
As comienza la novela, y por supuesto, hunde sus rizomas
en una reescritura de las Escrituras Bblicas, y a medida de la
4
Daniel Alberto Linares. La or y sus apstoles. Pg. 29.
261
RNC
consumacin de las pestes y de las alteraciones en la vida de los
personajes, el universo mgico de los momoyes, el pueblo cuica,
la primera nacin indgena, entrando a los Andes por la parte de
El Tocuyo, cuyo parentesco con los indios de Mrida y ms all,
los de Centroamrica, con los chibchas, con los quichuas y con
los tup-guaranes, segn testimonio de Tulio Febres Cordero
5
,
arma una historia de anidades y de la Patria Grande. Nuestras
primeras crnicas, las lagunas y el ro Momboy, los encantamien-
tos, los rboles y pjaros milenarios, los caballos y las burras en
su templanza y devocin, los hacedores del barro y el maz, las
bocas que hablan y las casas recuerdan quines fueron sus pri-
meros moradores; este universo mtico traspasa el umbral de sus
caminos y conuye en el espacio y tiempo urbano con sus modas
plasticadas, desperdicios, clichs y depredacin. Dos universos
interconectados donde encontramos poetas, personajes histricos
y pueblos que slo existen en el inconsciente colectivo. Se pue-
de hacer una lectura de estos escenarios en la novela y notar en
sus grandes cuadros, el reino de los muertos, el inframundo, el
Apocalipsis, hay una especie de ocultamiento y desocultamiento
sucesivo en el cual el cielo y el inerno cristiano existen slo en la
imaginacin del creyente por culpa, y por otro lado, el histrionis-
mo de los momoyes es un espectculo pagano.
Una novela inspirada profundamente en el imaginario de los
Andes venezolanos convive con la religin cristiana. Una novela de
la desnudez y del Eros contra la vergenza del cuerpo cristiano, en
esto se acerca a la losofa hind que arma el cuerpo en su virtud
y libertad, tambin al ideal de la belleza griega y de nuestros indge-
nas que sienten su cuerpo Uno con la naturaleza. No hay dios que
colore sus rostros, entonces se acaba la fe, el evangelio, la espada,
y se arma una verdad del corazn porque el hombre que est
desnudo no tiene culpa, no cubre su cuerpo por miedo al castigo
divino y a la mirada panptica de Dios y de los poderes instituidos
en la sociedad. La desnudez tiene un valor mgico y sagrado
6
.
5
Tulio Febres Cordero. Obras completas. Procedencia y lengua de los aborge-
nes de los Andes venezolanos. Pgs.10-12.
6
Alain Danilou. Shiva y Dionisos. La religin de la Naturaleza y del Eros.
Pg. 76.
262
RNC
Acaso en las casas y en los corazones de nuestros campesinos no
simpatizan las plantas medicinales, el chim y las estampitas de la
Virgen Mara? Se nos olvida que debajo de los techos de las casas
campesinas cuelga el Santo Corazn de Jess y, a su lado, la gurita
de un momoy bonachn y ebrio?
Es muy probable que Daniel Alberto Linares haya creado una
novela en forma de capas superpuestas e intercaladas, como si
debajo del primer pliego pudiramos observar los intermedios y el
ltimo, que nos devolvera al primero, y as al orden implicado de
los universos en la coexistencia de sus propios espejos. Una lec-
tura especular que interroga sobre los aspectos de construccin
de la novela simultneamente con una lectura arquitectnica del
discurso y, por otro lado, la dimensin potica de la obra. Y digo
arquitectnica y potica en el sentido de un proceso global que da
cuenta de las claves de la estructura narrativa y de la poesa como
signo fundante de la novela. Las cartas de Facundo y Cristiano
dan un fresco escriturario de una amistad contra el olvido, las
notas explicativas insertadas en el texto son hojas sueltas de una
novela inconclusa que bien el lector terminara por descifrar y re-
escribir, el Diario del lector ingenuo es una bitcora que describe un
museo de las crnicas, los reversos de pginas sueltas sorprenden
al lector que intenta leerlas como un folletn o artculos periods-
ticos. Por otro lado, la historia de Marnola y Facundo arrojada al
inmenso escenario donde las acciones transcurren, primero cada
una en su tiempo y espacio mtico, y en su relacin con la contem-
poraneidad desde donde se nombra y sustituye las voces antiguas,
los giros indgenas; se presenta el obligado contraste con lo origi-
nario y la nostalgia preserva su retorno en completa sencillez, su
ms alto grado de creacin y se recuerda para no olvidar.
En esta serie de transiciones apresuradas, en este tejer y des-
tejer en la gura de Facundo y de las tonalidades asombrosas de
este mosaico arcaizante y contemporneo que bien pudiera con-
siderarse esta novela, pica de la nostalgia o novela ecolgica o
novela del Eros, est a mi juicio, la causa principal de que cada
hallazgo esttico en La or y sus apstoles sea juzgado como de-
nitivo cuando el tejido narrativo es slo un atisbo, un intento
de contar una historia entre muchas otras en la que he llegado a
263
RNC
encontrar algo as como una ventana abierta con vistas a la Vene-
zuela profunda, a su composicin paisajstica donde duermen los
mitos, la oralidad, la historia y el canto originario de nuestros an-
cestros. Y de que lo que antao mantena una jeza de carcter en
los pueblos, la poesa asequible a todos por naturaleza y en cual-
quier momento, devela en La or y sus apstoles, su carcter fun-
dante, la lengua que todo lo nombra, la lengua madre. Qu hay
detrs de todo esto. La Poesa. Was bleibet aber Stiften die Dichter
(Lo que queda / lo fundan los poetas). Este dstico de Hrdelin
ahonda la conviccin de que la poesa es el conocimiento pleno
de la condicin humana, de sus registros lmicos e histricos por
aquello que es, se maniesta y porque a raz de esto permanece
en el dominio de la rememoracin y se desplaza hacia adelante
con fuertes deseos de pasar y dejar sus huellas en la tierra. La
poesa nombra lo que queda, pasa y se transforma, el recuerdo de
las cosas no quedara como una simple curiosidad aun ms de dar
la impresin del desapego al futuro. La idea de poesa en La or
y sus apstoles aprehende al mundo desde el oscilar de atrs para
adelante hacia la reminiscencia que reconcilia un mundo abierto
al innito. Daniel Alberto Linares cuenta y vuelve a contar sin ce-
sar la historia de Marnola que vive entre las ores y nos recuerda
a Proserpina, la hija de Ceres raptada por Hades, la destruccin de
los patrimonios, la celebracin de los lugares, la vida secreta de las
ores y de las experiencias psicodlicas con el hongo, destructor de
la razn y del orden de las cosas, los mitos y las leyendas, la ciudad
y sus desrdenes, a veces retrocede un poco y relata una vez ms
la historia que no tiene principio ni n, porque queda elevada a
arquetipo y, sin embargo, se marcha tras la profunda huella de la
tierra. La huella es una piedra. La huella es el rbol que Runo,
uno de los personajes abraza como si fuese su padre. La huella es el
ro Momboy desbordado y rabioso por tantos pesticidas y plstico,
nos recuerda aquel su pariente mtico el Escamandro, aquel Dios
ofendido por Aquiles que quiso envolverlo en sus aguas. La huella
es una hoja. La huella es un color ido tras su sombra. La huella es
una rama y su ceniza. La huella es un hueso humano y el cuento
sobre el origen de ese hueso que viene de la muerte y de la muer-
te, la vejez y de la vejez el nacimiento, y del nacimiento el coito,
264
RNC
el amor, la sensacin y el apego hasta descubrir la raz del problema
y el desconocimiento
7
. La huella sigue ah para perturbarnos y dejar
constancia de su presencia, de su paso por el mundo y de su arraigo.
En este momento me parece adecuado introducir la nocin de
monumento, tal como la entiende Vattimo, es ante todo un hecho
destinado a registrar rasgos y recuerdos de alguien a travs del tiem-
po, pero para otros
8
. Recordemos otra vez a Hlderlin, Was bleibet
aber Stiften die Dichter (Lo que queda / lo fundan los poetas). Lo que
queda, lo que dura son las huellas, el monumento que otros reco-
nocen en la fragilidad de las cosas, del imaginario colectivo y la me-
moria; la perturbacin que todava estremece y destierra. Podemos
suponer tal vez que estamos con La or y sus apstoles en el registro
de una poca inscrita en el recuerdo de Facundo, una poca en el
sentido del quedarse en la tierra, del quedarse lejos de s y dentro de
las cosas que nombra. Lo que fundan los poetas permanece, que-
riendo devenir lo que en cierta manera ya es, gloria de crecer en el
desierto
9
. La poesa funda su verdad en esta poca, ella funda su
monumento para las generaciones futuras, su memoria, la belleza y
esa verdad en el desierto que crece producto de un mundo inseguro
y fragmentado que se alimenta de guerras, conictos polticos e inva-
siones a pueblos, que domina el hombre y a la naturaleza a travs de
los mecanismos del poder y la seduccin. Esta gloria de crecer en el
desierto, de la que nos habla Daniel en su novela, representa el esta-
do actual en que se encuentra el mundo que ha perdido su sentido y
ha olvidado sus monumentos, pero al mismo tiempo, en el desierto
crece la Poesa, su verdad y su belleza. En La or y sus apstoles, la
poesa cumple su apostolado en el sentido de una alabanza a la tierra
de donde proviene, muestra ms que admiracin por las cosas que
nombra en el rememorar uno de los rincones ms remotos, la Vene-
zuela Andina, que le permite inspirar un nuevo vigor a la novela que
tendr que llegar a la certeza de un tiempo reconcentrada y al mismo
tiempo escondida en la poesa. Digamos que la poesa en La or y
sus apstoles profundiza una comprensin sintiente y ms cabal de
7
Chogyam Trungpa. Abhidharma. Pg. 123.
8
Gianni Vattimo. El n de la modernidad. Nihilismo y hermenutica en la
cultura posmoderna. Pg. 68.
9
Daniel Alberto Linares. La or y sus apstoles. Pg. 338.
265
RNC
la historia con la maravilla de la naturaleza, el amor, la amistad y el
retorno del mito, la mayor sabidura de la tierra para los antiguos. La
poesa sigue siendo un milagro en esta novela del escritor trujillano
Daniel Alberto Linares.
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za y del Eros. Kairs. Barcelona.
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VATTIMO, GIANNI. (1998). El n de la modernidad. Nihilismo y her-
menutica en la cultura posmoderna. Gedisa. Espaa.
266
RNC
EN LA BIBLIOTECA Pblica Mario Briceo Iragorry de Trujillo
se cre la Sala Estadal exclusiva para albergar todo trabajo in-
telectual, de creacin e investigacin sobre la historia del estado
Trujillo; el trabajo de los poetas, de los ensayistas, publicaciones
de revistas atesorando artculos interesantes sobre la dinmica de
Trujillo que hoy ya forman su historia. Todo ello resultaba intere-
sante, pero por tratarse de una biblioteca quedaba la disyuntiva:
a cuntos trujillanos llegaban sus servicios? Lgicamente que la
repuesta se circunscriba a unos pocos, por residencia o por tareas
exclusivas, mas su labor expansiva no tiene la irradiacin colectiva,
propiamente dicha. La preocupacin que a nosotros embargaba era
el hecho de que tanta riqueza formativa e informativa quedaba en
la exclusividad de los anaqueles.
Pues bien, como parte de la democratizacin de la cultura, a
partir del nuevo proceso poltico la idea de que ese trabajo litera-
rio, investigativo e histrico comenzara a implicarse en la tarea de
la comunidad, o se socializara, empieza a tener fundamentacin
en la nueva juricidad nacional cuando a travs de la Constitucin
de la Repblica Bolivariana de Venezuela la cultura, ms que p-
blica, debe ser comunitaria y un bien irrenunciable del pueblo
Benigno Contreras Briceo
DITORIAL ARTURO CARDOZO
E
267
RNC
venezolano, segn el Captulo. VI De los derechos culturales
y educativos. Ese bien irrenunciable, el rescate del patrimonio
histrico y cultural, constitua un deber exclusivo de los entes na-
cionales y regionales, especialmente de las gobernaciones a travs
de las coordinaciones culturales.
Debemos sealar, entonces, que la Coordinacin Trujillana
de Cultura, tomando esa determinacin, desarroll una poltica
inesperada y poco probable, tal era nuestra incertidumbre: res-
catar todo ese trabajo de investigacin e historia realizado hasta
esos momentos en el estado Trujillo, anunciando la creacin de
una editorial exclusiva para el estado que se encargara de reeditar
trabajos y libros que parecan, como antes acotramos, reliquias
casi intangibles para la comunidad, durmiendo el triste letargo
del anaquel casi olvidado de nuestra Biblioteca Mario Briceo
Iragorry y an peor, en las olvidadas e intiles bibliotecas de los
ateneos de Trujillo.
El Coordinador de Cultura de ese momento, el poeta Pedro
Ruiz, es el creador y la buja animadora de tal proyecto y con
entusiasmado empeo se arma de recursos y equipos tcnicos y
humanos para tal logro. En el rea de diseo coloca al talentoso
joven lvaro Alvarado quien, desgraciadamente, fallece tras un
accidente de trnsito. Luego Jorge Chami y otros artistas trujilla-
nos continuaran esa tarea, con una elaboracin tcnica que nada
tena que envidiarle a las importantes editoriales nacionales.
Una interesante y signicativa decisin fue la de haberle colocado
a la editorial el nombre de un ilustre trujillano, ejemplo de virtud
social, poltica, profesional e intelectual y, sobre todo, un insigne es-
tudioso de la historia de Trujillo cuyo clsico trabajo es una extraor-
dinaria manifestacin del sentimiento y querencia por su tierra ma-
tria, nos referimos al historiador betijoqueo Arturo Cardozo.
El 14 de agosto del 2001 nace la editorial con la publicacin
Sobre el cauce de un pueblo, extraordinaria obra de Cardozo, que
recoge la historia de Trujillo enfocada concretamente en el siglo
XIX, la cual slo era asimilada en los predios de la academia y las
bibliotecas para la tarea de la investigacin o para los acuciosos
de la historia. Su contenido de historia de pueblo, para la absoluta
mayora de los trujillanos era desconocida o inaccesible hasta que
la editorial la recoge y la hace pueblo.
268
RNC
Comenzaba as a trazarse una interesante intencin animada
por sus principios: Recuperar la memoria histrica trujillana,
enriquecer el patrimonio histrico venezolano y contribuir con
la voluntad poltica de hacer de Venezuela un pas de lectores y
salvar la brecha que histricamente ha separado al pueblo de sus
libros y del vasto caudal de la literatura universal. Casi un cente-
nar de publicaciones as lo rearmaron.
Obras de autores trujillanos que una vez tuvieron la oportu-
nidad de que su trabajo se publicara y que haban quedado para
el exclusivo deguste intelectual de coleccionistas o instituciones
educativas como las bibliotecas, comenzaban a salir de los ana-
queles para tener presencia colectiva.
La incorporacin a su poltica editorial de nuevos trabajos y la
estimulacin a la investigacin y creatividad narrativa y potica
tuvieron all su espacio. Tienen especial importancia los libros
ganadores de las tres primeras Bienales Nacionales de Literatura
Ramn Palomares, que se convirti desde su primera edicin en
una esta de la cultura.
La Editorial Arturo Cardozo se propuso la publicacin en se-
rie de los trabajos, especialmente, de autores trujillanos referidos
en colecciones de crnica, literatura y ensayo. Se reedita una de
las obras clsicas ms emblemticas sobre el estudio de la historia
y la crnica trujillana una obra casi en peligro de extincin la
que una vez llamramos la biblia trujillana por ser una refe-
rencia inevitable y crucial para todo aquel que quisiera trabajar
y escribir sobre historia trujillana; esto es, la obra de Amlcar
Fonseca: Orgenes trujillanos, la cual haba sido editada exclusiva-
mente en Caracas en 1952 por la Tipografa Garrido, convertida
prcticamente en una reliquia inalcanzable.
Se reeditan trabajos de ilustres trujillanos como los de Mario Bri-
ceo Iragorry, Amrico Briceo Valero, el Pbro. Juan de Dios Andra-
de, Domingo Miliani, Adriano Gonzlez Len. Ilustres poetas como
Ana Enriqueta Tern, Ramn Palomares, Vctor el Chino Valera
Mora, Pedro Cuartin, Miguel Mrquez, Pedro Luis Hernndez, Ra-
mn Rivas Sez, etc., conformaron la exquisita seleccin que llegaba
a la colectividad; las obras de interesantes ensayistas surgen de la
editorial: la de Eduardo Rivero, Vctor Vsquez, Eduardo Viloria; las
269
RNC
bellas crnicas de don Tulio Montilla y una prolca e importante
coleccin de Cuadernos de la Memoria que ilustran nuestra ga-
laxia intelectual trujillana como la de Ana Enriqueta Tern, la de
Wilfrido Gonzlez, la de Oscar Martnez, Francisco Prez Perdomo.
En n, una riqueza selectiva de trabajos de historia y de li-
teratura que ayer, repetimos, se consuman en el letargo de los
anaqueles y que hoy ocupan espacios en las escuelas y distintas
instituciones educativas y, sobre todo, ya no son el reservorio de
exclusivas manos de coleccionistas o de estudiosos particulares
celosos por resguardar obras o textos que ya casi parecan desa-
fectos al colectivo.
2 Bienal Ramn Palomares, 2005.
271
RNC
NUESTRA PATRIA en revolucin expresa su sensibilidad e inteli-
gencia a travs de las bienales de literatura y concursos integradores
de las artes, que se han transformado en verdaderas estas de la cul-
tura nacional Venezuela adentro.
Y es que en el proceso bolivariano las bienales tienen gran sig-
nicacin, porque se trata del reconocimiento y visibilizacin del
patrimonio intelectual, y la riqueza de su diversidad en cada uno
de nuestros pueblos, porque son nuestros narradores, poetas, cro-
nistas, ensayistas de trayectoria pero tambin las voces emergen-
tes, quienes protagonizan estos encuentros de la imaginacin y la
palabra creadora.
Las bienales de literatura permiten fortalecer los dems progra-
mas liberadores que ejecuta el Ministerio del Poder Popular para la
Cultura, porque no slo propician el alumbramiento de nuevos escri-
tores y escritoras, sino que va a tener cuerpo de libro todo el imagi-
nario de cada una de nuestras regiones, que son tema y laboratorio
de escritores y escritoras, a lo largo y ancho del pas.
Fue en Trujillo, en el ao 2003, cuando bajo un concepto revolu-
cionario, incluyente, que determin la participacin masiva de cul-
tores, cultoras y las comunidades, se efectu la 1
a
Bienal Nacional de
Pedro Ruiz
ISTEMA NACIONAL DE
BIENALES DE LITERATURA
Reconocimiento y visibilizacin del
patrimonio intelectual de la patria
S
272
RNC
Literatura Ramn Palomares, de la cual ya van cuatro ediciones; la
ltima en noviembre de 2011, en Bocon.
Verdaderas estas populares, integradoras de las letras y las artes,
han sido las cuatro ediciones de la Bienal Ramn Palomares, en las
cuales se ha homenajeado a intelectuales trujillanos de la talla de Ma-
rio Briceo Iragorry, Ana Enriqueta Tern, Adriano Gonzlez Len,
Francisco Prez Perdomo, Jos Barroeta, Vctor Valera Mora, Eusebio
Baptista, Oscar Sambrano Urdaneta, Fabricio Ojeda, entre otros.
Desde entonces han ido naciendo bienales en otros estados del
pas, como parte de las polticas masicadoras del Libro y la Lectu-
ra, que el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a travs del
Centro Nacional del Libro, la Fundacin Casa Nacional de las Letras
Andrs Bello, los Gabinetes de Cultura, la Red Nacional de Escritores
y Escritoras Socialistas de Venezuela, Gobernaciones, Alcaldas Boli-
varianas, y el Poder Popular, impulsan de manera sistemtica.
Hijas del proceso revolucionario son, tambin, la Bienal Jos Vi-
cente Abreu, creada en el ao 2008 en homenaje al hombre que com-
bati y dej memoria de los asesinatos de la dictadura perezjimenista
y los de la IV Repblica. Y, en el ao 2009, se efectu la 1
a
edicin de
la Bienal Manuel Felipe Rugeles, en el estado Tchira.
Nios de Niquitao reciben al poeta Ramn Palomares, 2011.
273
RNC
Al ao siguiente, 2010, asistimos al nacimiento de la Bienal Cruz
Salmern Acosta, all en Manicuare, estado Sucre. Aquellos fueron
das memorables en los que el pueblo hablaba en el lenguaje del poe-
ta mrtir, desde cada una de sus manifestaciones artsticas.
Fue en la isla de Margarita, estado Nueva Esparta, donde en el
mes de septiembre de 2011 se llev a cabo la 1 Bienal Nacional de
Literatura Gustavo Pereira, la cual convoc al pueblo y escritores de
todo el pas que celebraron la obra potica, la militancia y las contri-
buciones tericas a la revolucin de este reconocido intelectual mar-
gariteo.
A mediados de octubre, tuvo lugar en San Felipe, estado Yaracuy,
la 1 edicin de la Bienal Rafael Zrraga, evidenciando la vigencia
de este autor yaracuyano, vivo y organizador de la memoria de sus
paisanos.
De igual manera, en el 2011 tuvo lugar, en el estado Monagas, la
1
a
Bienal Literaria Flix Armando Nez, con el propsito de dar a
conocer la vida y obra de este poeta oriundo de esa tierra oriental.
Entre las Bienales Nacionales de Literatura que ya existan y se
han fortalecido durante el proceso revolucionario, est la Orlando
Araujo, en el estado Barinas, de honda resonancia en el pas.
El ao 2012 no fue distinto. En el mes de julio tuvo lugar la 1
a
Bienal Argimiro Gabaldn, en el estado Portuguesa, y la 2
a
Bienal
Cruz Salmern Acosta, en el estado Sucre.
La 2
a
edicin de la Bienal Jos Vicente Abreu se efectu en el esta-
do Apure, en el mes de agosto, y en el mes de noviembre la 1
a
Bienal
Antonio Crespo Melndez, en Carora, estado Lara, una verdadera
esta de las letras y las artes en homenaje a Cecilio Zubillaga Perera
Cho Zubillaga, Alirio Daz, Elisio Jimnez Sierra, Hctor Mujica,
Luis Beltrn Guerrero, Al Lameda y Federico lvarez.
Este ao (2013) corresponde realizar cuatro bienales ya fundadas:
la Orlando Araujo de Barinas; Gustavo Pereira, Nueva Esparta; la V
edicin de la Ramn Palomares, Trujillo; y la Rafael Zrraga, Yaracuy.
Igualmente, este ao nacern otras cuatro bienales: la Vctor Ma-
nuel Gutirrez en Cojedes; Lydda Franco Faras en el Zulia y la Bienal
del estado Carabobo.
De manera que estas estas del libro y la palabra continan este
ao al calor del pueblo. Todas y todos estamos invitados.
275
RNC
LA COMUNIDAD TRUJILLANA, como la de otros pueblos andi-
nos, resume una cultura de herencias antagnicas: la cuica, con
sus caractersticas de mansedumbre, su sociedad con ocios agr-
colas y artesanales y su veneracin por las cumbres, las lagunas,
los arcos. La espaola, portadora de la religin catlica llena de
colorido y de smbolos. La africana con su ancestral temor hacia
las selvas, su creencia en el contacto directo con fuerzas sobre-
naturales que en sus propios dominios, le rodean. Hubieron de
fusionarse por la fuerza o por el hbito y de ellas ha salido o se
han creado multitud de leyendas en las que es difcil deslindar el
origen. A travs de los siglos su espiritualidad religiosa ha estado
acompaada del temor ancestral a plantas, animales, fenmenos
naturales, seres sobrenaturales, malcos y bencos.
En la Regin de los Andes muchas de esas antiguas creencias
permanecen vivas, modelan las conductas, estimulan o abruman
al habitante de las reas rurales que se ve envuelto en una abigarrada
sucesin de imgenes que en ocasiones perturba su vida y en otras
constituye aliento y esperanza para enfrentar los rigores del dia-
rio trajinar. Para el Dr. Miguel Acosta Saignes (1965:135) como
todo el mundo cultural venezolano el de las creencias tiene tres
Lourdes Dubuc de Isea
REENCIAS
C
(Fragmento)
276
RNC
races: la indgena, la africana y la europea. Algunas de las que
enumera estn activas en los ncleos humanos estudiados en este
libro. Los zamuros se renen una vez al ao en ciertos sitios de la
Cordillera para misteriosos concilibulos en la Teta de Niquitao
(Dubuc: 1966:265), el arco iris tiene cabeza de caballo y muer-
de a los humanos (tiene el ojo largo y la hocica de bestia). Para los
campesinos, la leyenda del arco iris, heredada de sus antepasados
indgenas atribuye a la lluvia que cae durante su presencia, la
facultad de producir erupciones cutneas. No se puede hablar en
las cercanas de las lagunas de las cumbres pues inmediatamente
se ocultan tras una espesa niebla o sobreviene una tempestad.
Basta sacar un pella de chim de la cajeta y masticarla para pro-
tegerse de la mordedura de las serpientes (El que carga su cajetal
no lo pica macaurel).Las maderas deben cortarse en menguante y
preferentemente en el mes de enero para que no se piquen.
En el mes de agosto hay un da aciago en el que cualquier cosa
malca puede ocurrir. Esta creencia subyace en otros lugares de los
Andes: en los mercados de Mrida se registraron estas observaciones:
()En la zona rural del pramo se acostumbra tomar ruda los
primeros das del mes de agosto como proteccin, ya que en
este mes puede ocurrir cualquier accidente se toma por si
pasa cualquier cosa el da de hoy. Yo tom esta maana, eso se
toma con caf o con guarapo, se le echan tres ramitas de ruda.
Se puede tomar en la maana, al medioda o en la noche. Es
que dicen que el mes de agosto tiene un da malo, y como no se
sabe qu da entre el primero y el ltimo ser, porque eso slo
lo sabe Dios, entonces se debe tomar ruda el primero. Esa es
una creencia que viene desde los indios (Villamizar, 1995: 25).
Seres diminutos a quienes se debe respetar viven en los hume-
dales. En Bocon se les conoce como Momoyes y su descripcin
participa de pormenores expuestos en otros espacios geogrcos.
En su obra citada Salas (1985:97) describe
En 1997 recolectamos en Barlovento algunas creencias sobre los
encantos y sus orgenes espritus (masculinos y femeninos)
que habitan palacios subterrneos debajo de las aguas, ros,
277
RNC
lagunas y cuevas. Se hacen visibles cuando lo desean y si se
enamoran de un ser humano lo encantan o hechizan por me-
dio de la mirada para raptarlo Las lluvias los ros crecidos
estn relacionados con la venida de los encantos y de las ser-
pientes. ().
La autora cita a Farson (1976) quien arma
() unos cayeron en las aguas y bosques y se convirtieron en
geniecillos y espritus de la naturaleza, y los que quedaron,
cayeron cerca de las casas de los mortales y actan en calidad
de duendes buenos ().
Estos seres misteriosos y ambivalentes (buenos y malos) pueblan
igualmente los espacios verdes del estado Falcn. All se les conoce
como haitones y lvarez (1999:128) nos proporciona detalles de su
sonoma, costumbres, hbitos y ejercicios de supervivencia:
estos seres sigilosos se reparten por igual embelesos y arrebatos
() en los auentes de estos valles retozaban todo el da sobre
todo cuando la gente se entregaba a las faenas de los sembra-
dos Por el quiebre de los terrenos inclinados corran aguas
donde asomaban y se hundan alternativamente los sombreros
desmesurados se habla de su piel de barro, terrosa, semejante
al matiz cobrizo de los indios... lanosos vellos tersos y ama-
rillos pantalones con ecos los pies al revs los talones de-
lante y los dedos hacia atrs fuertes remolinos acompaan a
las apariciones rfagas de aire su habla es una jerga que en
muchos casos ni el cautivo ni la gente que se los tropieza pue-
de comprender se alejan de los ruidos, de las presencias im-
portunas son los apacibles, los ms puros, aquellos que por
alguna razn dejan momentneamente su habitacin oculta en
las montaas. Ejercitan entonces sus conjuros para confundir
a las personas que tracan por los montes. Sobrevienen cam-
bios de paisaje, malabarismos, insercin de ajenas realidades al
acontecer corriente su preferencia por los nios los induce a
mgicos articios, bien sea con la presencia de bellos anima-
les, de los cuales, toman, por ejemplo, apariencias auriformes o
bien haciendo brotar de entre sus manos... lucientes imgenes
orales puados de ores desparramados alrededor ().
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RNC
En el universo de las creencias populares los encantos, los es-
pantos, las brujas y otros seres misteriosos tienen presencia rele-
vante y hay quienes aseguran haberlos visto o sufrido sus efectos.
El muy conocido axioma yo no creo en brujas, pero de que las
hay, las hay reeja una mentalidad abrumada por la duda sobre
los nefastos efectos de las fuerzas del mal. Estas leyendas ejercen
sobre la razn popular una sugestin irresistible que llega hasta
asegurar, como ciertas, cada una de las apariciones imaginarias,
robustecidas de generacin en generacin con sonidos, percepcio-
nes y sensaciones tctiles. Para Gustavo Luis Carrera (1959:63)
se trata de expresiones narrativas complejas, peculiares, desti-
nadas a profundos campos de percepcin sensible y espiritual
del hombre. La aceptacin o negativa de la veracidad de su
signicado, depender del grado de cultura de cada pueblo.
Pero su poder seductor es evidente ().
Ante la evidencia del mal y la imposibilidad e impotencia para
enfrentarlo surgen las contras, los baos, los conjuros, los ensalmos o
las oraciones a los que se adjudica un poder especial de proteccin
mediante el cual se previene la desdicha.
() En el sistema de creencias populares, para cada brujera o
signo premonitorio de mal agero existe una contra o efec-
to anulatorio. La religiosidad popular contempla, entre otras
caractersticas, la posesin de oraciones secretas que protegen
contra las picaduras de culebras, ayudan a conseguir novios, a
protegerse contra las acciones de seres malignos e inclusive a
ocasionar el mal sobre otros () escapularios, reliquias, agua,
velas, palma bendita, la seal de la cruz, rezo de Magncat.
(Salas 1985:96).
La presencia de mdicos chamarreros, curiosos, adivinos, garan-
tiza la efectividad tanto de la curacin emprica de enfermedades
de humanos y animales como la imprecacin o accin capaz de
adjudicar un dao a un malqueriente. La comprobada habilidad
de estos personajes tiene remotos antecedentes: en el Archivo del
Registro Principal de la ciudad de Trujillo consta un Proceso de
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Idolatra incoado en Bocon en 1712 donde se menciona a varios
piaches a quienes acudan los vecinos en demanda de lluvia, control
de plagas en sus cosechas, o prevencin de enfermedades y quienes
fueron sometidos a persecucin, tortura y muerte.
Sobre los menesteres infernales de las brujas circulan, igualmente,
muchas leyendas. Segn varios informantes se transforman a las dos
de la madrugada pronunciando la frmula ritual: Sin Dios ni Santa
Mara. El da domingo y los caballetes de las casas son el tiempo y lu-
gar predilectos para sus andanzas. Hay varios modos de capturarlas.
Uno de ellos es tirar al suelo un saquito con granos de mostaza. La
bruja tratar de recogerlos todos pero si llegan las cinco de la maana
y quedan algunos por recoger, recuperar su forma humana y podr
comprobarse su identidad.
Les quitan los sombreros a los hombres, todas las noches se me-
ten un mediecito debajo de la lengua. Son como zamuros. Bajan
de madrugada y pasan roznando. Se sientan en el caballete de
las casas y pueden escuchar todo lo que hablan los amos de la
casa para contrselo a las amigas de ellas. (Dubuc, 1966: 297).
Momoyes
En el imaginario popular, los Momoyes son llamados tambin Esp-
ritus del Agua, Amos de los Arcos, duendes. Algunos piensan que
antes eran dioses. Sus superiores son Doa Aldonza y Don Moterudo
a quienes otros reconocen como Doa Margarita y Don Ciriaco Co-
cuiza o Don Domingo. Sus dominios son: ros, quebradas, lagunas,
barriales, charcos, pozos, acequias, zanjones. Y su residencia, espa-
cios encantados en el fondo de la tierra y en lo ms hondo de las
aguas, donde, segn parece, tienen mucho oro.
Son pequeitos, parecidos a los enanos, su rostro es feo, arru-
gadito, en algunos casos llevan barbas o son negros. Su vestimenta
incluye siempre un sombrero grande, un sombrerote, van descalzos,
su ropa vara: puede ser un pantaln azul y una camisa roja, rota. Los
pantalones al revs, enrollados y sujetos con una liga.
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Son fuertes, espritus tormentosos. Cuando se molestan son de
cuidado, amenazadores, vengativos: dejan a las personas convertidas
en mndigos
1
. Son, a la vez, muy enamorados.
Se alimentan con frutas silvestres (moras) y hierbitas que na-
cen a orilla de ros y quebradas.
Su comportamiento es inquietante: aparecen y desaparecen.
Se mudan de un sitio a otro en medio de torrenciales aguaceros
(se escuchan, entonces, tambores, truenos y relmpagos). Cuando
baja la creciente, pueden convertirse en un animal, por ejemplo
una lagartija. Qu les gusta? El chim, el aguardiente (miche y
mejor si es zanjonero), la ceniza. No les gusta la sal. De vez en
cuando, un sbado, es posible encontrarlos en el mercado adonde
van a comprar carne. Cmo se comunican con las personas? Por
seas. No hablan. Los halan. Algunos dicen que s han escuchado
sus amenazas o su msica en los zanjones. Los truenos son los
tambores, la lluvia es la msica. Cuando hablan con la gente, sta
se desmaya y ellos desaparecen.
Hay diversas formas de enfrentarlos: llevar contras (una cruce-
cita, una virgencita vestida de rojo, orozuz, un Cristo bendecido),
acudir donde un mdico ramero, el brujo de la montaa, un m-
dico chamarrero, un mdico hierbatero o tomar un guarapo de
chayota con miche. Entre sus tretas y travesuras ms frecuentes se
cuentan: mandar lloviznas, robar chim, tirar piedras o polvitos,
hacer ruidos, asustar, molestar a los que duermen, quitar las cosas
de un lugar y ponerlas en otro, enfermar a la gente (ebre), pro-
vocar inundaciones. Y cmo es su naturaleza? Muchos dicen que
son buenos amigos del silencio. Cuidan las sementeras, las aguas,
los musgos y los rboles. Con ellos se puede hacer negocios. Y
hay quienes les temen y piensan que son malos, peligrosos, de
cuidado porque roban el espritu, emboban, perturban, se llevan
al cristiano al fondo de la tierra o a lo profundo de las aguas.
1 El mndigo diere del mendigo. Este es una persona pobre, desvalida,
que solicita ayuda econmica para subsistir. El mndigo al que se alude en
los cuentos de los Momoyes, es persona despojada del espritu, incapa-
citada para el razonamiento.
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A continuacin vivencias y experiencias trasmitidas por los in-
formantes:
1. Marcelo iba con su hermano a cuidar un mis en los potre-
ros. Se quedaban de noche. Cuando el hermano se dorma vena
un hombrecito pequeitico con un enorme sombrero y se paraba
en la puerta con una mano en cada lado. All haba un barrial. La
mam no los dej volver. Eso era encantado.
2. Un muchacho iba a trabajar y le pidi permiso al agua, en-
tonces le dijo que quera permiso y le dijo que eso era tuyo y mo
nada ms. Luego se fue a trabajar. Vino despus otro muchacho y
no le dijo nada al agua, y cuando pis el barro se estaba hundien-
do, y estaba pidiendo auxilio. Otros muchachos lo escucharon y
lo fueron a rescatar y lo sacaron.
3. A otro seor lo estaban persiguiendo los Momoyes y cuando
volte, el Momoy lo agarr de una mano y le haca seas para
que se fueran al zanjn y el seor le dijo que iba para otro lado,
pero insisti en hacerle seas que pa el zanjn (los Momoyes no
hablan). El seor le dijo que s quera ir pa casa de l, pero el
Momoy lo solt y cuando volte, el Momoy haba desaparecido,
ya no estaba.
4. Fui con un hermano mo a cortar la caraota para almacenarla,
pero mi hermano se haba ido solo, aparte, y a l le dio una cosa,
como un desmayo y entonces despus regres a comer el desayu-
no para ver si era por falta de alimento y da la coincidencia que
cuando regres, l no lleg hasta donde nosotros. l se fue a cortar
unos cascarones que echan las matas de cambures, en lo que hal
el cascarn se desmay, porque resulta que el encanto tena ganas
de llevrselo, pero no lo hizo porque nosotros estbamos all, cerca.
Cuando vimos que se caa, fuimos a atenderlo, menos mal que lle-
vbamos contras. Porque si uno no est protegido, los Momoyes lo
van embobando a uno para llevarle el espritu y entonces uno anda
sonmbulo, sin espritu, queda ido, uno no se da cuenta de la vida.
Mi hermano no volvi a trabajar all, porque siempre que bamos
llova, y es una llovizna que cae slo donde trabajbamos, porque
hay un encanto que no nos deja trabajar.
5. Los Momoyes son buenos o malos? En parte son buenos, si
uno les pide permiso permiso para qu? Para trabajar la tierra
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Y las aguas? Tambin. Por lo menos que uno est cerca de un
jagey ellos (los Momoyes) son los dueos de eso. Uno les pide
permiso para que uno pueda ir a trabajar sin molestarlos a ellos,
pero siempre cargando una contra, un santico. Porque ellos le
tienen miedo. Porque ellos eran dioses antes. Yo conozco a un
seor que los vio, dijo que eran chiquitos, pero con un sombrero
grandote, igual a un sombrero mexicano, descalzos. A ellos no se
les ve la cara. Un sombrero pico de manare. Gregorio cuenta que
antes de ir a trabajar hay que pedirles permiso, y la persona debe
cargar una contra. Que si me da miedo un Momoy? S, porque
emboban a uno. No me gustara encontrarme un Momoy de cer-
ca, sino de lejos. El chim se lo roban a uno. Si yo tengo el chim
bien guardado en los bolsillos, y estoy trabajando en el campo, de
presto no lo encuentro, as lo busque donde lo busque. Uno no
puede hacerles mucha bulla porque dice a llover.
6. Hay hombres Momoyes y mujeres Momoyas, que se enamo-
ran de uno, lo persiguen para embobarlo y llevarle el espritu. Lo
ms recomendable es que uno siempre cargue una contra.
7. All en San Jacinto, haba un muchacho que se lo haban
llevado los encantos, estuvo un ao completico debajo de la tierra.
Estaba trabajando y desapareci, l se distrajo viendo animalitos,
lo embobaron y se lo llevaron. Estuvieron buscndolo por cielo
y tierra. Los familiares del muchacho tuvieron que hacerle una
promesa a San Antonio para que apareciera porque estaba sin
espritu. A San Antonio le ofrecieron un velorio y as fue que sa-
li el muchacho bobito. Cuando pasa eso, hay que bautizarlo de
nuevo. Los encantos son los Momoyes, para m no son buenos
porque llevan a uno debajo de las aguas, en cuevas. Slo Dios
sabe cuntos habrn. Siempre cargo mi contra. Y aconsejo que los
muchachos pequeos no salgan sin ella, y cuando jueguen cerca
de las aguas, hay que ponerles una proteccin. La proteccin o
contras son: orozuz, incienso, cera bendita, palma bendita, mirra,
una virgencita, mejor se le hace una virgencita roja y se le pone
todo eso. A Juan Manzanilla lo que se dice es que lo agarr un
Momoy con la yunta de bueyes y lo arrastraban hacindole seas
hasta el zanjn, le agarraban la mano. A Petronila la tenan muy
bobita. El Momoy se llamaba Juan. La mujer no saba qu hacer,
estaba bobita porque estaba muy cerca del encanto.
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8. Un da fui con mi pap a buscar lea a una montaa, enton-
ces mi pap me dijo que vyase por all a buscar lea y se queda
aqu. Luego se fue poniendo oscuro, era como la una de la tarde
y empec a sentir que haba algo que sonaba. Yo pens que eran
unas reses que iban diaparriba y no era, cuando vi hacia una mata
de mancharropo, vi a un Momoy encaramado arriba, tena un
pantaln azul y una camisa roja, pero la cara no se la vi. No s si
sera hembra o hombre, entonces a lo que yo me agach a agarrar
la lea pa ir a buscar a mi pap, cuando volv a mirar ya no haba
nada, ya se haba ido el Momoy. En una varita estaba, tena som-
brero, yo lo vi de espalda. Despus segua oscuro y le dije a mi
pap que nos furamos, porque nos bamos a mojar, y mi pap me
dijo: Vmonos si quiere, pero no vamos a llevar lea de aqu.
Bueno, vmonos. Pero cuando venamos en el camino nos cay
tremendo palo de agua. Y cuando llegamos a casa le contamos a
mi mam y nos dijo: Esos son los Momoyes que estn buscan-
do a alguien. Yo iba mucho a esa montaa a buscar lea y desde
ese entonces no volv ms.
9. Una vez yo estaba lavando en el pozo, me zumbaron una
piedra y me lleg cerquita del pie y no vi a nadie y pens que era
un amigo, y sal para arriba para insultarlo para ver si era l y no
vi a nadie; y en ese pozo asustaban, se escuchaban los potes con
los que uno sacaba agua del pozo y no era nadie.
10. Un tal Silvestre fue a sacar los bueyes de donde los tena y
un Momoy le dijo: Mire de aqu para arriba manda usted y de
aqu para abajo mando yo. Si te vuelvo a hallar metido aqu, te voy a
llevar. Y que le dijo, por lo que Silvestre se qued calladito y se fue.
11. Hay personas a quienes les salen frente a frente. Donde hay
agua, all gobiernan ellos. Cuando ellos se mudan, quin queda
dueo del agua? Cuando se van, se llevan el agua, todo queda seco,
borradito. Cuando se van, es con msica: los tambores son los true-
nos y la lluvia es la msica.
12. Sucede en una Escuela de rbol Redondo, donde una nia
estaba enferma y yo le pregunt: Qu le pasa? Y ella no me
responde. Y luego les pregunto a sus padres y ellos me dijeron que
era un hombrecito muy pequeo que estaba enamorado de ella;
y se encontraba en un zanjn, que era un Momoy. Se enamor de
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ella y le quera llevar el espritu, pero la nia le tena mucho mie-
do y a l no le gustaba eso. La mam estaba muy preocupada y la
iba a llevar donde un mdico ramero, para que le mandara unos
baos. El Momoy se puso ms bravo y la enferm ms.
13. Una vez, en una quebrada, salan muchos Momoyes y te-
nan a un nio encantado. El nio no quera comer en su casa,
porque l deca que ellos le daban comida. Descubrieron que los
Momoyes se lo queran llevar, y el to vino al mdico y le llev
unas medicinas. Un da suba el to y le salieron cinco Momoyes
y le dieron una paliza, pero l cargaba una cruz. Y ellos le dijeron
que si no fuera por ese bejuco que cargaba no se nos ira. Y lo de-
jaron ir. Y el muchachito se mejor. Y frente a la casa de l siempre
sala un arcoiris.
14. Una vez una seora fue a buscar agua a una quebrada,
cuando estaba cargando las latas de agua vio a un hombrecito que
se le acocaba y sinti un escalofro y como si una culebra se le es-
tuviera enrollando en el cuerpo. El hombrecito era un Momoy y la
agarr por una mano y se la llev debajo de la tierra, donde haba
una casa de oro. Ah haban muchos Momoyes comiendo chim
y tomando aguardiente y otros comiendo ceniza. A la seora le
robaron el espritu y la convirtieron en una Momoya.
15. Una seora se fue a recoger agua a una quebrada, ah vio
a un hombrecillo de sombrero grande, no le vea la cara, la ropa
rota, los pantalones enrollados y amarrados con una liga. El viejo
llevaba dos taparos; la seora se le qued mirando y l le dijo que
qu estaba haciendo y ella le dijo que agarrando agua. l le dijo
que bueno, que la agarrara y desapareci.
16. Cuando yo era ms joven me provoc ir para la laguna de
junto de mi casa, me fui con la comadre Eleuteria y una de sus
hijas, y nos pusimos a lavar las ropas, cuando de pronto se fue es-
cureciendo y dijimos: Ah caray! Nos va a llover, estn hacien-
do truenos y est refusiliando. Ahorita se pone el camino que pa
qu le digo de feo! Y me contaba la comadre que ella haba visto
a los Momoyes, que eran muy chiquitos y que salan del pozo y
ms cuando llova. A yo, me dio mucho miedo y que salan del
fondo de la tierra y que se ponen a molestar a los que duermen.
Esos bichos son muy feos y tienen barbas!
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17. Eso es peligroso hablar de los encantos. Bueno yo estaba
por all arriba y uno de esos bichos me encant cuando yo estaba
en un charco y me mordi un muslo y me cur un mdico. Los
encantos son chiquitos, viejos, matan a la gente, hay que darles
chim y miche para que no se pongan bravos, y tienen madre
sombrero. Cuando uno se va a baar en los pozos tiene que qui-
tarse las cadenas de oro y de plata para que no se las roben. Cuan-
do hubo la creciente salieron por todos laos y decan que eso era
la venganza de ellos.
18. Los Momoyes son duendecillos o espritus del agua, que
si una persona se acerca al agua donde ellos habitan se los lle-
van, para servirles de esclavos; y si una mujer o una persona les
gusta, las enamoran atrayndolas con ores, msica suave y los
encantan, etc. Luego se los llevan al fondo del pozo o ro donde
habitan. Segn cuentan hacen una esta cada cinco aos y se mu-
dan de santuario. Los lugares donde hay estos duendecillos son
los siguientes: la Laguna de los Cedros, el Molino de Mosquey,
Tosts, Laguna de Niquitao, y donde haya agua, ros y pozos. Por
eso las gentes de los campos no van solas a esos sitios. Yo he ido
a los pozos abandonados y lo que hay es un pozo hondo, hondo,
y hay piedras redondas y piedras de lozas y muequitos de barro.
Tambin dicen que cantan y tocan muy lindo para encantar a las
gentes que estn despus de las doce de la noche por esas partes.
19. Son espritus del agua que salen cuando llueve y estn en
los zanjones, lagunas, pozos, quebradas. Salen cuando est llo-
viendo y ellos son pequeos. Tienen un sombrero muy grande. Y
son negros y se enamoran de las muchachas para quitarles el es-
pritu. Ellos vienen para el mercado los sbados a comprar carne
20. Un muchacho en las vacaciones compr un mueco, des-
pus de tenerlo un tiempo en su casa, vio que ste se quebr. En
lo que fue a agarrar los pedazos se le apareci un Momoy, que te-
na la camisa rota y los pantalones al revs y le pidi aguardiente.
l se lo dio, pero en lo que el muchacho le iba a dar chim, sin
saber que le tena miedo este Momoy desapareci.
21. Viven dentro del agua. Cuando crece el ro dicen que eso
son los Momoyes. Viven en las cuevas y dicen que tienen ms
fuerza que uno. Que son pequeos, con un sombrero muy grande.
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22. Son unos hombres totalmente chiquitos que habitan en
los charcos y que llaman a la gente. Que comen chim y toman
aguardiente. La gente que quiere hacer negocio le dan ese regalo.
Los encantos viven en las lagunas en las que uno no puede me-
terse, porque se queda encantado para siempre. Son los amos de
los arcos.
23. Viven en las aguas encantadas, son duendes, hombrecitos
pequeos, negros, barbudos y usan un sombrero grande. Comen
chim y beben aguardiente y se roban el espritu de las personas,
son espritus atrayentes de personas que las pierden.
24. Son unos hombres pequeos que usan sombreros grandes,
les llegan a pedir aguardiente y chim a las personas, pero ms a
las mujeres que estn solas. Ellos aparecen en las lagunas y viven en
el agua. En la Laguna de los Cedros hay Momoyes, porque cuando
uno le tira piedra a la laguna empieza a llover. En el ao 1951, en
diciembre se le apareci al padre Ferraro un Momoy, y le dio un pa-
pel para que dejaran las casas solas, y se fue. Y le decan que estaba
borracho, otros que estaba loco, l iba diciendo que desocupen las
casas pero nadie le hizo caso. A la ltima casa que lleg les dijo que
salieran de all, pero el dueo del negocio le dijo: Me ir usted a
dar lo que hay en este negocio o qu es lo que le pasa? Bueno, dijo
el Momoy: Yo no le voy a dar plata, yo lo que s le digo es que mi
familia es muy grande y nos vamos a mudar para ac. Entonces al
seor Chayito Ortega le dio mucha rabia y le zumb un golpe al
hombrecito y despus Chayito le dio media panela al Momoy y l
le dijo: Yo no necesito eso. Y se fue. Como a los ocho das hubo
una creciente muy grande que se llev el puente real y las casas. Se
ahog un seor llamado Pedro Cachirulo y en esos das la gente
qued sin nada y vivan en El Concejo.
25. Son los que viven en las lagunas, las personas que se en-
cantan no se ponen viejas, ni se mueren nunca porque son esp-
ritus tormentosos. Viven debajo del agua y a las personas que se
llevan no las sacan jams. Ellos se roban los espritus y ellos ator-
mentan tanto que vuelven locas a las personas, porque les quitan
las cosas que tienen en un lado y se las ponen en otro.
26. Leyenda de Doa Aldonza y Don Ciriaco Cocuiza. Ellos
eran dos Momoyes que vivan en La Vega, y una vez decidieron
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irse a vivir en la Loma de San Jos. Decidieron hacer una es-
ta, pero sus paisanos prerieron ir al baile donde Don Ruperto.
Los Momoyes, bravos, hicieron oraciones, y prendieron velas para
hacer que lloviera y fue tanta la tormenta que provocaron unas
inundaciones. Y los vecinos salieron perjudicados. La seora Ro-
melia dijo que desde ese da su abuela y otras personas recibieron
una ebre muy larga, y la cur un brujo de una montaa con un
guarapo de chayota con miche e hizo oraciones para que se les
quitara la ebre que les dio, porque no crea en las amenazas de
los Momoyes. Doa Aldonza y Don Ciriaco se fueron de all. Y
desde ese da, la seora Felipa, que as se llamaba la abuela de la
seora Romelia, crey en las amenazas de los Momoyes y a mu-
chas personas les cont esta leyenda.
27. Es una historia que me la cont un seor hace tiempo. El
seor tiene aproximadamente ochenta aos de edad. Dice que l
una vez los vio y habl con ellos. Segn me dijo que eran unos
hombrecitos pequeos como un enano, tenan un sombrero gran-
de y una como chamarra tipo ruana. Le pidieron chim y aguar-
diente. Segn cuenta l son espritus del agua y a veces le roban
el espritu a las personas quedando la persona como un mndigo.
A los Momoyes les gusta el aguardiente y el chim pero menos la
sal. Viven en las lagunas y acequias solitarias, y cuando se mu-
dan de una parte a otra se oyen tambores, truenos y torrenciales
aguaceros con crecientes de quebradas y ros. En los sitios donde
viven dicen que est encantada y hay oro. Se alimentan de moras
y alimentos que salen de las orillas de los ros.
28. La gente dice que los Momoyes son unos hombres muy pe-
queos, dicen que son parecidos a los enanos y que viven en las
aguas encantadas. En la Laguna de los Cedros existen los Momoyes,
tambin viven debajo del agua en cuevas cubiertas de puro oro.
Dicen que tienen morocotas. Dicen tambin que la gente les lleva
chim y se lo ponen en un sitio y los Momoyes buscan el chim
en la noche y ese otro da los Momoyes les ponen oro a las per-
sonas que le llevaron el chim. En las aguas donde viven los Mo-
moyes no se puede baar la gente, porque lo Momoyes jalan la
gente para el fondo y es difcil sacarlos de all. Tambin la gente
que se est mirando mucho el agua y se marea: eso es porque los
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Momoyes encantan a la gente y se caen al agua. Los Momoyes
hablan con la gente y cuando terminan de hablar la gente se des-
maya y ellos desaparecen.
29. Una vez iba un seor por un camino. El seor iba en busca de
pasto para los animales. De pronto se le aparece un hombre pequeo
y le dice: Seor! Por qu usted no me da chim? Y el seor le
contest: Quin es usted, amigo? l le respondi: Soy hombre
como todos. Est bien, pero sepa que yo no como chim, me hace
mal para la salud. Y el Momoy le dijo: Si a ust no le da la gana
de darme, no me d! Y el seor se desmay y los amigos del seor
le preguntaban qu era lo que le haba pasado. Esto fue lo ocurrido.
30. Una vez andaban caminando mi hermano y una ta por la
Quebrada Seca y haca como dos das que haba bajado una cre-
ciente muy fuerte, y los Momoyes estaban cucados. A mi herma-
no se le puso atrs un Momoy en forma de lagartija hasta que lo
tumb y se cay desmayado. En la noche se pegaba con la pared y
gritaba que un viejo se lo quera llevar, no dorma, ni coma y un
mdico chamarrero lo cur.
31. Una seora cont que una vez haca un sol radiante. Era
un Jueves Santo y se fueron dos primos a baarse y les salieron
dos viejitos que les decan que si les daban miche o chim no los
agarraban, no los llevaban al pozo encantado. Entonces ellos no
les hicieron caso. Los Momoyes los agarraron a los dos. A los tres
das aparecieron y duraron locos mucho tiempo.
32. Bueno, que esta era una muchacha que desde muy pe-
quea se pasaba metida en la quebrada bandose, era la pasin
de ella. Ya despus creci, como a los diecisiete aos se volvi
como loca, se pasaba gritando nombre o palabras muy extraas
que preocuparon a la mam de ella. Luego se iba a la quebrada y
se pona a gritar igual y cuando la iban a llevar tiraba patadas y
golpes que tenan que llevrsela a la fuerza. Despus de que pas
un ao la mam se preocup, porque despus de tanto tiempo y
no se le quitaba. As que le llev a un doctor y no le encontraron
nada. Despus la muchacha segua igual. Una vecina le dijo a la
mam que era mal de ojo o alguna brujera que le haban puesto.
As, la mam la llev a un mdico hierbatero, que le mand unas
medicinas para que se curara. Entonces la mam se las hizo pero
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se puso peor. Y ahora gritaba y deca ms nombres que antes, y
tambin que les iba a regalar toda su ropa a los nombres que de-
ca a cada rato. La mam se la pasaba llorando y rezando por la
hija, haciendo promesas a los santos. Un da la mam se despert
porque la escuch hablando en su cuarto, y la encontr desnudi-
ta, rompiendo la dormilona o la bata que tena y deca: Este es
para tal y tal, para que no se ponga bravo, porque no he ido a vi-
sitarlo, y ese para Y as muchos nombres extraos. La mam le
dio tanto miedo que empez a gritar: Hija, por el amor de Dios,
reacciona, qu te pasa. Entonces se puso a rezar. A la muchacha
se le prendieron los ojos y dijo con una voz muy ronca: Cllate,
vieja, delante de m no reces. Y se hinc y empez a decir la pa-
labra Momues. Y esto hizo pensar a la mam, que la palabra la
haba odo antes. As que al otro da se fue para donde la mam de
ella que ya estaba vieja y le pregunt el signicado de la palabra.
Y ella le contest: Esos son unos hombres pequeitos que viven
en las quebradas o lagunas encantadas, por cierto, dicen que la
que est cerca de tu casa est encantada, pero no es para que te
asustes, hija. Estas palabras dejaron ms preocupada a la mam
de la muchacha. Entonces fue con un mdico hierbatero y le dijo
que a la hija la haba encantado una laguna, y el mdico le dijo
que si la casaban se le quitaba el encantamiento. As que la casaron y
en vez de mejorar se puso peor que antes. Y ahora se iba pa la que-
brada y all se desnudaba y rompa la ropa en pedacitos y cuadritos.
Y deca igualito que antes, que este era para tal, bueno y los pedacitos
de tela al correr un poquito por el agua se desaparecan. Y ahora la
muchacha se muri jovencita. Bueno dicen que se muri ahogada,
y otros que se la llev la quebrada. Ah, se me olvid decirle que
era puro a las doce de todos los das que se iba para la quebrada. Y
un da de esos no la encontraron, pero lo que s encontraron fue la
peineta que ella siempre se pona en medio de la quebrada, sobre
una piedra, como puesta. Y desde entonces dicen que los Momues
son espritus de los ros. Mire, antes s salan y encantaban mucha
gente, pero ahora casi no. Este cuento se lo ech la abuela de mi
abuela y mi abuela se lo ech a mi mam, y mi mam a m y dicen
que fue verdad.
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Encantos, espantos y cosas de magia
El escenario de estos relatos es misterioso: mientras ms se ca-
mina ms lejos est el lugar al que se debe llegar. Se ven cosas
maravillosas que prontamente desaparecen. Cuando uno acuer-
da, est perdido. Cuevas a las que se entra pero no se puede salir.
Sbanas blancas que se transforman en mujer; mano que sale del
agua con muchos anillos brillantes, arcoiris que sigue a la perso-
na, aguas alborotadas. El da de San Juan se cucan
2
las culebras
y se abren las cuevas y se ven los tesoros, pero el que entra, ms
nunca vuelve a salir. Contras: sal, ajo, oracin a San Rafael de la
Piedrita, asistencia de un mdico chamarrero. Consecuencias de
enfrentar los encantos: la gente se priva (pierde el conocimiento),
se recupera pero queda medio tontona. Leamos los incidentes vi-
vidos y relatados. Brujas, espantos, son algunos de esos encantos
que abruman a las personas.
1. Estaban unos hombres cazando, uno de los perros que lle-
vaban se meti en una cueva encantada, pero ellos no lo saban y
fueron a buscar al perro, y entre ms caminaban, ms grande se
haca la cueva. La cueva se cerr y no pudieron salir, se encon-
traron con una casa muy bonita y adentro haban unos viejos con
animales. Uno de los muchachos les mostr un diente de ajo y
todo desapareci.
2. Haba una vez un seor que carg las bestias y se fue para
Caldera y en el camino se le apareci una sbana blanca. Y los
animales echaron a correr y la sbana se fue convirtiendo en una
mujer vestida de funda negra y saco blanco. La mujer se le fue
encima y del susto cay privao en la orilla del camino. Entonces l
se acord de San Rafael de la Piedrita y se le apareci una luz y l
despert de lo privao. Cuando l ve la luz y mira para donde estaba la
mujer, la mujer ya se haba ido.
3. Mis tas y mi abuela siempre iban a la naciente de un pozo
a buscar agua. Y en una de esas andanzas la dejaron sola a mi ta
Narcisana, y en lo que ella fue a sacar agua del pozo se le apareci
una mano con muchos anillos que le brillaban. Entonces ella sali
corriendo asustada a la casa de mi abuela. Y desde ese momento
2 Cucar: alborotar, alterar.
291
RNC
ella comenz a enfermarse. Y cuando ella la acostaban se desapa-
reca y la encontraban en el pozo. Entonces le dijeron a mi abuela
que la llevara en donde un mdico chamarrero, que viva en rbol
Redondo, entonces mi abuela y mi ta la llevaron hasta all en un
caballo. Y durante el trayecto hacia rbol Redondo se les apareci
un arcoiris y este no desapareci hasta que llegaron all. El mdico
chamarrero la cur pero ella qued medio tontona.
4. Dicen que en la Quebrada Mitimbn que divide las Lomas
de la ciudad, hay un encanto, que all est el reinado de Mara Al-
donza y que cuando ella llega se sienten ruidos extraos. Y que han
desaparecido personas si logran baarse cuando sus aguas estn
alborotadas.
5. Petronila le saba los nombres a los encantos. Estaba bajeada
boba, mndiga. Petronila! Le decan y ella bajeada. Y la muchachita
tambin. Ponen boba a la gente. No les provoca salir. Buscan ir pa
los Jageyes. Les atraen el espritu. A un muchacho lo mudaron
para debajo de la tierra. Qu hicieron? Tuvieron que hacer una
promesa a San Antonio. Le hicieron un velorio y cuando apareci lo
bautizaron de nuevo porque le haban robado el espritu. De presto
sali el muchacho.
6. Cuando bajean a un cristiano lo ponen a caminar. Dicen a
caminar. Mientras ms caminan ven cosas ms bonitas: oro, mu-
chas cosas bonitas, paisajes, ores. Cuando menos acuerdan estn
perdidos.
7. Los encantos abren las puertas el da de San Juan. Meten a
unos y al ao siguiente lo sueltan. El que va para las quebradas el
da de San Juan baja a buscar oro. El que va para las quebradas que
se avispe.
8. El hijo de Ignacia vea cosas muy bonitas pero no todos las
ven.
9. Yo, junto con un hermano mo fuimos a cortar la caraota para
almacenarla, pero mi hermano se haba ido solo, y a l le dio una
cosa, como un desmayo y entonces despus regres a comer el de-
sayuno para ver si era por falta de alimento y da la coincidencia que
cuando regreso, l no lleg hasta donde nosotros. l se fue a cortar
unos cascarones que echan las matas de cambures, en lo que hal
el cascarn se desmay, porque resulta que el encanto tena ganas
de llevrselo, pero no lo hizo porque nosotros estbamos all, cerca.
292
RNC
Cuando vimos que se caa, fuimos a atenderlo, menos mal que lle-
vbamos contras. Porque si uno no est protegido, los Momoyes lo
van embobando a uno para llevarle el espritu y entonces uno anda
sonmbulo, sin espritu, queda ido, uno no se da cuenta de la vida.
Mi hermano no volvi a trabajar all, porque siempre que bamos
llova, y es una llovizna que cae slo donde trabajbamos, porque
hay un encanto que no nos deja trabajar.
10. Estaban unos hombres cazando, uno de los perros que lle-
vaban se meti en una cueva encantada, pero ellos no lo saban y
fueron a buscar al perro, y entre ms caminaban, ms grande se
haca la cueva. La cueva se cerr y no pudieron salir, se encon-
traron con una casa muy bonita y adentro haban unos viejos con
animales. Uno de los muchachos les mostr un diente de ajo y todo
desapareci.
11. Eso es peligroso hablar de los encantos. Bueno yo estaba por
all arriba y uno de esos bichos me encant cuando yo estaba en un
charco y me mordi un muslo y me cur un mdico. Los encantos
son chiquitos, viejos, matan a la gente, hay que darles chim y mi-
che para que no se pongan bravos, y tienen madre sombrero. Cuan-
do uno se va a baar en los pozos tiene que quitarse las cadenas de
oro y de plata para que no se las roben. Cuando hubo la creciente
salieron por todos laos y decan que eso era la venganza de ellos.
12. Una muchacha le daba sueo y as hasta que le pusieron
unas contras: palma bendita, orozuz, incienso y un santico, una
cruz una bolsita negra.
13. El da de la Cruz a las doce de medioda se agarra una cruz
de la rosa de montaa: los ganchos son slo cruces y sirven para
proteccin en el bolsillo y en la cartera o colgado al cuello.
14. Los entierros se sacan entre nueve y doce de la noche. An-
tes del primer canto de gallos. Las personas que lo sacan tienen
que ser bien avenidas. Si no, se desaparecen.
15. Los entierros algunas veces los entierran con mortaja.
Amarran la botija con una cinta negra y un Cristo encima del
cofre, botija o cajn. El que lo encuentra no puede volver el Cristo
o sea, voltearlo, porque se muere. Se saca el entierro y se deja todo
lo dems.
16. Antes cuando la gente se mora y no tenan para comprar
una urna le hacan una barbacoa de palos o lo ponan en una
293
RNC
estera, lo amarraban y as lo llevaban al cementerio. A veces ni
entierro le hacan porque los padres no se daban abasto. La gente
se mora de viruela. Yo tuve la suerte de que a m no me diera.
La curaban con miche. Baaban a los enfermos con eso. Unos se
curaban y otros se moran.
17. Haba una vez un seor, un seor carg las bestias y se fue
para Caldera y en el camino se le apareci una sbana blanca. Y
los animales echaron a correr y la sbana se fue convirtiendo en
una mujer vestida de funda negra y saco blanco. La mujer se le fue
encima y del susto cay privao en la orilla del camino. Entonces
l se acord de San Rafael de la Piedrita y se le apareci una luz
y l despert de lo privao. Cuando l ve la luz y mira para donde
estaba la mujer, la mujer ya se haba ido.
18. Mis tas y mi abuela siempre iban a la naciente de un pozo
a buscar agua. Y en una de esas andanzas la dejaron sola a mi ta
Narcisana, y en lo que ella fue a sacar agua del pozo se le apareci
una mano con muchos anillos que le brillaban. Entonces ella sali
corriendo asustada a la casa de mi abuela. Y desde ese momento
ella comenz a enfermarse. Y cuando ella la acostaban se desapa-
reca y la encontraban en el pozo. Entonces le dijeron a mi abuela
que la llevara en donde un mdico chamarrero, que viva en r-
bol Redondo, entonces mi abuela y mi ta la llevaron hasta all
en un caballo. Y durante el trayecto hacia rbol Redondo se les
apareci un arco iris y este no desapareci hasta que llegaron all.
El mdico chamarrero la cur pero ella qued medio tontona.
19. Y por aqu tambin salen las brujas, esas s son feas y les
gusta asustar a la gente y tambin a los animales cuando estn
durmiendo. Pues, como le contaba, comadre, una vez esas maldi-
tas brujas no nos dejaron dormir, puro sentadas en el caballete de
all, donde Flora. No ve que ella y que vive mal con ese hombre,
y ellas asustan a esa gente. Yo le dije que le tirara sal, paall pal
techo y que las asuste con un palo de escoba, pa que vea cmo se
van a molestar ms palante.
20. Las brujas llegan antes de cantar el gallo. Si no logran irse
antes, caen. All se agarran. Ellas se enamoran de los hombres,
ellos amanecen aruados. Hay formas para alejarlas. Se pone so-
bre el techo de la casa un interior usado (sin lavar) del hombre
294
RNC
que ellas buscan. Se riegan semillas de mostaza: con eso se hace
de da mientras se agarran o se coloca una tijera en forma de cruz.
Cuando se oye bulla en el techo se le grita. Venga maana por sal.
La primera mujer que llegue buscando sal el da siguiente, esa es
la bruja.
21. En San Rafael agarraron una bruja como Dios la ech al
mundo y que le dieron una paliza.
22. Los pies pegaditos. Los brazos pegaditos. Derechita para
abajo. El pelo suelto. Una muchacha delgadita, pequea. Pas vo-
lando. La vi de pronto. Casi nos pas por encima. La vimos bien.
El nao Chalino, Pea y tres pasajeros ms. En la raya de Trujillo
y Pampn poco antes de llegar a la mesa del Zorro. Vestido nito.
23. Le echaron un mal de ojo de los bravos, entre cuero y car-
ne. Con una toma se lo quit: cinta roja, un pedacito de oro, un
azabache, un coralito y toda clase de yerbas (mejorana, ruda).
Un tantico de cada uno. Lo que se le dio al muchacho fue un de-
dal de ese bebedizo.
24. Para botar las verrugas o cadillos se hacen nuditos en un hilo
(tantos nudos como cadillos o verrugas hayan) y se tiran al fogn.
25. Hubo un curioso, el seor Magdaleno, que curaba de lejos
el minador del apio.
26. La seora Mara, en el camino de La Laguneta, es experta
en curar diarreas y arreglar cuajos.
27. Para curar heridas o picadas de animales ponzoosos: tres
montecitos distintos se machacan con los dientes y se colocan
sobre la picadura.
28. Tres montecitos distintos se cogen, se machacan y se colo-
can como cataplasma en cualquier herida. Cierra y cura.
29. Bao con siete esencias (de la corona hacia abajo). Sobre
una ponchera: se bota para la calle. Se dice: Si pava tengo, pava
boto, yo no quiero pava que la recoja otro, tres veces. A las tres de
la tarde o las doce del da. Se sahma la ropa, el clset, debajo de
la cama. Se para y se pasa tres veces en cruz sobre el sahumerio.
Antes de acostarse agua bendita en cruz en la cama. Encomendar
el sahumerio a la Santsima Trinidad: Salga lo malo de adentro //
entre la Divina Majestad / los ngeles me acompaen / y la Sant-
sima Trinidad.
295
RNC
30. Da aciago. El primer lunes de agosto es delicado. Hay una
hora en ese da que nadie sabe cul es pero es aciaga. Muchos se
quedan en su casa por precaucin.
31. Cuidado con mojarse en los primeros aguaceros de marzo!
Peligroso para la salud en general.
32. Cuando est venteando se mueve la mata de ruda y para
el viento.
33. Una mujer que tenga siete aos de vivir con un hombre,
amancebada, al dentrar a una iglesia pinta casco de mula.
34. No s qu da de esta el compadre Pablo me dijo: Vaya,
bsquese otro yugo. Vamos enyugar para arar aquel terreno
maana. Al otro da era San Pedro y San Pablo. Ave Mara Pur-
sima! Cuando fuimos a ver estaban las culebras a ras del suelo
ese da se cucan las culebras.
35. Yo todava pido permiso cuando corto un cambur y dis-
pongo de algo, de una mata, de un rbol. En la tierra ma hay
muchos pozos (nacientes). En el 81 haba guajes gruesos como
de seis pulgadas todo eso se arrastr con la creciente. Lo que
qued fueron las piedras.
BIBLIOGRAFA
DUBUC DE ISEA, LOURDES. (2007). Del imaginario popular. Pa-
labra y memoria colectiva. Gobernacin Bolivariana de Trujillo.
Coordinacin Trujillana de Cultura, Fondo Editorial Arturo Car-
dozo.
296
RNC
EN EL DISCURSO INAUGURAL del Primer Simposio de Litera-
tura Trujillana Mario Briceo Iragorry (1985), Adriano Gonzlez
Len, nuestro Midas de la Palabra, expresaba que se escribe por
una extraa resolucin del espritu () la marcha irrecuperable
del tiempo, hay que frenarla de algn modo. Esa condicin des-
colorida de los seres hay que cubrirla alguna vez de resplandores.
Ese dictamen del espritu se ha producido en algunos coterrneos
que han situado a Trujillo en un mbito privilegiado de las letras
hispnicas. El memorable libro Los cuicas y sus herederos poticos
publicado en 1978 por el recordado escritor Antonio Prez Car-
mona nos expresa, con elegante rigor, el legado de los trujillanos
que ha hecho posible que nuestro estado tenga resonancia esttica
universal. Escritores, fabuladores y artistas plsticos, de diferentes
tendencias, han cubierto de resplandores este espacio geogrco.
Quin podra negar el aporte de Mario Briceo Iragorry, Domin-
go Miliani, Vctor Valera Martnez, Oscar Sambrano Urdaneta y
Mario Briceo Perozo en su afn de restituir metafricamente su
comarca. Muchas voces han diseado, desde diferentes perspec-
tivas, ese mbito imaginario para luchar contra la muerte y el ol-
vido. Al igual que el libro de Prez Carmona una serie de eventos
Rafael Jos Alfonzo
RUJILLO ES UNA FBULA
T
297
RNC
rearman la existencia de todo un patrimonio esttico-literario
de primer orden. El Primer Simposio de Literatura Trujillana Ma-
rio Briceo Iragorry, el Segundo Simposio de Literatura Trujillana
Ana Enriqueta Tern y la Bienal de Literatura Trujillana Ramn
Palomares han constituido espacios propiciatorios para el estudio,
la valoracin y proyeccin de la produccin literaria de los habi-
tantes de estas latitudes. Esto, indudablemente, evidencia el valor
trascendente del hacer escritural de trujillanos y de residentes en
esta tierra que, a pesar de no ser oriundos de este lar prodigioso,
forman parte de su patrimonio literario. La relacin surgida de
estos encuentros literarios inuy, de alguna manera, en el de-
venir de la Maestra en Literatura Latinoamericana y del Centro
de Investigaciones Literarias y Lingsticas Mario Briceo Iragor-
ry adscrito al Ncleo Universitario Rafael Rangel; dependencias
que adquirieron un rango acadmico de indiscutible distincin
en nuestro pas.
Trujillo es el referente imaginario de una serie de escritores
fundamentales de nuestra lengua; la comarca fundada en la pa-
labra potica adquiere otros atavos, otro rostro, una presencia
magntica y plural, se hace resonancia de un universo ms vasto,
se transforma en lenguaje. Y el terruo con sus implicaciones y
elementos caracterizadores: formas de habla, personajes, vicios
atvicos y cotidianidad forman parte de un contexto cultural ms
amplio. En la escritura de Adriano Gonzlez Len, Ana Enriqueta Te-
rn, Francisco Prez Perdomo, Ramn Palomares y Pepe Barroeta, la
comarca, ese espacio amado y transgredido constituye la imagen
de un mundo donde est presente toda una problemtica que
confronta el ser humano. La identidad de pueblo y cultura, en
este sentido, se escenica, posibilitando que la regin, ese sitial
nebuloso o de montaas labernticas traspase sus lmites para
constituirse en voz del universo.
Trujillo ostenta merecidamente seis Premios Nacionales de Lite-
ratura. Este galardn, considerado el ms importante que el Estado
otorga a sus escritores, le fue adjudicado a Jos Ramn Heredia,
Mario Briceo Iragorry, Francisco Prez Perdomo, Ramn Paloma-
res, Adriano Gonzlez Len y a Ana Enriqueta Tern. Conside-
ramos importante subrayar que nuestro Adriano Gonzlez Len
298
RNC
obtuvo en 1968 el prestigioso Premio Biblioteca Breve Seix Bar-
ral en Barcelona, Espaa, por su emblemtica novela Pas porttil.
La traduccin a varios idiomas de esta novela hizo posible que
ese Trujillo reescrito por Adriano Gonzlez Len haya sido ima-
ginado por lectores de otras lenguas. Y la presencia continental
de un escritor trujillano se pone de maniesto en la proyeccin
que tiene la obra de Pepe Barroeta, Ednodio Quintero y Ramn
Palomares. Este bardo escuqueo se hizo merecedor del Premio
Internacional de Poesa Vctor Valera Mora, convocado por el Mi-
nisterio del Poder Popular para la Cultura de este pas. Cabe des-
tacar que este certamen fue instituido como un reconocimiento a
la obra de ese combativo poeta trujillano, llamado afectivamente
por sus coterrneos y amigos, Chino Valera Mora.
La prodigiosidad espiritual de esta regin, no slo se expresa
en el ejercicio literario de otros trujillanos que como David Ali-
zo, Antonio Prez Carmona, Ramn Rivas Sez, Josefa Zambrano
Espinoza, Ramn Urdaneta y Antonieta Madrid han contribuido
al fortalecimiento de una singular bibliografa de las letras vene-
zolanas, tambin el trabajo sostenido y la obra de nuestros artistas
plsticos, han hecho posible que Trujillo sea considerado como
una de las regiones de mayor productividad esttica. Asdrbal
Colmenares, Salvador Valero, Antonio Jos Fernndez el Hom-
bre del Anillo, Josefa Sulbarn, Evelia Mendoza, Elosa Torres,
Carmen Torres, Rafaela Baroni, Omira Lugo y Nabor Tern son
algunos de los interlocutores de una tierra que se constituye como
el mbito propicio para que persista el resplandor de la inocencia
y del asombro. El gnero de la crnica, de la misma manera, tiene
sus sobresalientes representantes; podemos decir que cronistas
como Lourdes Dubuc de Isea, Tulio Montilla, Gilberto Quevedo
Segnini, Al Medina Machado, Segundo Pea, Francisco Crespo
Salas y Luis Gonzlez han desempolvado, con pasin de solita-
rios, el curso del tiempo para desaar el nefasto discurso de la
incertidumbre. Ante todo lo expuesto, podemos decir que la alta
gloria de Trujillo est mucho ms all de las proclamas, batallas y
efemrides patrias, se encuentra en ese lugar de lo indecible que
sus fabuladores han creado para que la muerte, en su inesperada
aventura, no nos borre la memoria
299
RNC
AHORA BIEN cmo iniciar una reguracin desde la mirada del otro,
desde esa convivencia ldica que se da entre el lector, la palabra escrita
y el escritor, cmo socializar esa simbiosis desde un corpus, a partir
del aparato que lo mira todo, de esa cmara que capta el mundo en
pequeos pxeles para luego producir una interpretacin desde la pala-
bra, esa palabra que interpreta lo que el otro ha dicho desde la historia,
desde el mundo y desde el tejido discursivo. Dos miradas, un hombre,
una familia, la historia, el ser un legado para trascender en la memo-
ria colectiva de los latinoamericanos, venezolanos y trujillanos, escribir
sobre un hombre es indagar en las vivencias y trascendencia que l
mismo ha dejado a partir de su yo, en este apartado se plasmar un
recorrido por el mundo del doctor y coronel Antonio Nicols Briceo,
hombre trujillano quien adems de ser militar fue un acadmico, un
ser humano lleno de ideas, convicciones y fuerza.
El hombre, su ideal
Su ser es social
Su pensamiento vuela, transforma
Su ideal se escapa del caparazn, su ideal se vuelve palabra
Sus ideas se hacen grito, su escritura se inmortaliza
El ser humano deja sus huesos, deja su estado material
Para convertirse en una cosmovisin de mundo
Hombre, escritor, revolucin, ideas, pensamientos
Pensamientos que trasciende
En la sociedad e ideario, historia
Que trasciende espacio desde el colectivo escriturario
CAROL TERN
NA LECTURA A LA VIDA DE ANTONIO
NICOLS BRICEO DESDE LA
VISIN IDENTITARIA DEL SER
Carol Tern ~ Yherdyn Pea
U
300
RNC
El ser humano vive, se crea desde lo individual para trascender
al colectivo, su temple y coraje arma inmortal de las ideas se pro-
nuncia desde el imaginario, as mismo este elemento no escapa en
el ideario de Antonio Nicols Briceo quien nace en Mendoza Fra
un 29 de abril de 1782. Sigue estudios de Derecho y estudios mi-
litares llegando a obtener el grado de coronel. Incorpora a su pen-
samiento ideales independentistas, inspirados en la Revolucin
Francesa desde su juventud. Briceo Perozo citado por Villegas
plantea los clsicos griegos y latinos, as como los ingleses, fran-
ceses y espaoles nutrieron la amplia cultura de Antonio Nicols,
la que enriquecer con las ideas de los lsofos que en Francia
hablan de derechos humanos y de rgimen liberal (Fundacin
Polar, 1988:447). Como seala el autor, su formacin ideolgica
es enraizada en el pensamiento occidental y sus elementos revo-
lucionarios de la poca.
El presente apartado no busca quizs dar a conocer al hroe
solamente, sino al hombre, su identidad; ello no quiere decir que
nos apartaremos de la historia, su realidad o de la historiografa,
sino abordaremos aquellas huellas que no se conocen del hombre
detrs del militar, del hombre detrs del prcer, hay episodios de
la tradicin que no se pueden dejar a un lado como el hecho de
los escapados de Caracas en agosto de 1812, all estaba inmerso
el doctor Antonio Nicols Briceo, diputado del primer congreso
venezolano, jurisconsulto eminente, miembro de familia ilustre
desde los tiempos de la Conquista.
As como este episodio historiogrco que aparece reescrito en
el III Decreto de Guerra a Muerte, texto mimeograado que lleva
por nombre South American History en el cual se hace referencia
a esta vivencia de Antonio, entre muchas otras que citan otros
relatos de su vida patritica, tambin el ilustre profesor y escritor
trujillano Alberto Villegas en un artculo titulado Del discurso de la
cotidianidad al discurso de la trascendencia comenta:
Antonio Nicols Briceo, familiarmente llamado Toito, pasa a la his-
toria con el sobrenombre de El Diablo, no por su actuacin posterior
al Pacto de Cartagena o la Proclama de Guerra a Muerte sino produc-
to de sus cualidades actorales puestas de maniesto en los actos sa-
cramentales en honor del Corpus Christi en sus visitas familiares a
301
RNC
Trujillo, Mrida y Barinas. Ms tarde la familia Briceo vivir en
la poblacin de Yare [hoy estado Miranda] y Antonio Nicols for-
mar parte de la cofrada de los Diablos de esa poblacin. (p. 25).
Se puede observar en el enunciado anterior como ciertos ele-
mentos de su niez, de su convivencia son los que le hacen tras-
cender como elemento identitario a Antonio Nicols Briceo, tal
como hoy lo escuchamos y denominamos El Diablo y que es parte
de esa memoria comn, que habita en los corazones trujillanos y
venezolanos pero de los cuales se desconoca sus races, simbo-
loga que es parte de su cotidianidad como lo plantea el profesor
Villegas, pero que a su vez es uno de los elementos identitarios de
este insigne hombre.
La identidad de todo hombre es lo que lo hace nico, es su
destino y su huella en el tiempo, Antonio Nicols Briceo conce-
ba en su ideario la academia, las letras y su vida miliciana con
los vestigios a or de piel para ir en bsqueda de la victoria in-
dependentista, pero a su vez con las necesidades e intereses de
cualquier ser humano que busca ser hombre, ser amado, esposo,
padre y luchador en un contexto muy marcado por clases sociales
diferenciadas no slo por razas y colores sino por arquetipos de
poder para la poca que se viva en la Venezuela colonial.
Briceo Perozo (1982) describe en su pluma a un Antonio
Nicols Briceo que bebe el elixir de los clsicos, que saborea
el nctar de occidente en distintas lenguas, en distintos tiempos
siempre bajo la luz de la vela y mirada a los grandes lsofos y sus
corrientes idearias, acompaado del fusil, la sangre y la muerte
tomado de la mano de la literatura, la poesa y las expresiones ar-
tsticas que expanden la sensibilidad e inspiradoras del momento.
El imberbe Antonio Nicols saborear el latn clsico y el griego
de Homero, se familiarizar con el francs de la Enciclopedia,
el ingls de Locke, y se buscar a s mismo por la pluralidad de
senderos de la historia y de la losofa, el arte y la literatura ()
Haba cursado, tambin, Derecho Ponticio. (pg.: 69).
Se puede mirar a este prcer no slo en su faceta militar, sino
en una mirada a su ser interior, al hombre guardado y desconocido
para muchos, al individuo que produce ideas, que deja su esencia
no slo en la visceralidad de la guerra, en la memoria de muerte
inclemente de la independencia que asxia, sino en su naturaleza
sensible e indmita ya que poseer decisiones propias, que pon-
dran en duda su lealtad al otro, sin embargo, su yo identitario
ser la marca propia que tatuar su lugar como hombre de armas,
como ser libertario sin temor a la compaa de todos los mortales,
frase que dej huella imborrable en la historiografa y que le iden-
tica en su espritu indmito Fuslenme pronto para no sufrir
por ms tiempo a los tiranos que oprimen a mi patria.
Esas palabras que marcan los relatos y la memoria colectiva
en la guerra de independencia conforman un legado identitario
del hombre, del Diablo, de Toito del ser individual y de esencia
nica de nuestro Antonio Nicols Briceo, quien dej el mundo
mortal el 15 de junio de 1813, pero que pas a ser parte de los
inmortales de quien la historia, el relato y la literatura construyen
textos para recocer al hombre, al ser que fue.
BIBLIOGRAFA
BRICEO PEROZO, M. (1982). El Diablo Briceo. Caracas. Grcas
Armitano, C.A. Fundacin Polar (1988). Diccionario de Historia de
Venezuela. Caracas. Editorial Ex Libris. Tomo I.
VILLEGAS, A. (2009). Del discurso de la cotidianidad al discurso de
la trascendencia. Cifra Nueva. (20), 23-27.
303
RNC
TRUJILLO A TRAVS DEL TIEMPO
Pedro Jos Frailn Rangel
M
Mario Briceo Perozo: escritor y maestro
MARIO BRICEO PEROZO en la vida venezolana es reconocido
por diversas actividades intelectuales, don Mario, como tambin
se le conoce, estuvo ejerciendo su labor en las ciencias jurdicas
como abogado y juez, en las ciencias polticas como gobernador
del estado Trujillo en el tiempo de transicin entre la dictadura
de Marcos Prez Jimnez y el inicio de la democracia representa-
tiva de Wolfgang Larrazbal. En el rea de educacin cumpli el
ejercicio educativo desde la docencia rural, la urbana a nivel de
primaria, en distintas escuelas y liceos del pas. Lleg a ser direc-
tor de algunos de ellos.
En las aulas universitarias tambin se destac en distintas c-
tedras, fue acadmico por excelencia, tanto as que lleg a desem-
pearse como Individuo de Nmero de la Academia Nacional de
la Historia y de la Academia Nacional de la Lengua en Venezuela.
Ejerci la misma funcin en la de Ciencias Polticas de Filadela,
en la Sociedad Bolivariana del Per, en la Academia Costarricense
de Ciencias Geolgicas, y en la Academia de la Historia de Cuba y
de Espaa. Entre otros relevantes cargos,ostent la membresa del
Centro de Historia del estado Falcn. Le fueron otorgadas varias
ARIO BRICEO PEROZO
304
RNC
condecoraciones, entre ellas, la Orden Andrs Bello en su Segun-
da Clase.
Fund revistas en instituciones cientcas como el Centro de
Historia del estado Trujillo. Tuvo una destacada labor en la archi-
vologa venezolana. Fue director del Archivo General de la Nacin,
realizando estudios de Diplomacia en la Escuela de Estudios His-
panoamericanos de Sevilla, llev a cabo trabajos en el Archivo de
Indias, cargo que desempe desde 1959 hasta su muerte en 1995.
Desarroll el ejercicio del periodismo y de la poesa, pero su labor
predominante fue la de historiador, lo que demostr escribiendo,
como arm Herodoto: La historia nace cuando se escribe.
Briceo Perozo en la escritura para
permanecer en el tiempo
Francisco Omar Araujo en su libro Trujillo entre letras y letrados le
contabiliz un total de ciento cincuenta y dos ttulos entre folle-
tos y libros, en diversas temticas, como poesa, e historia en sus
distintas clasicaciones. Hizo referencia a la colonial, la indepen-
dentista, a la republicana. Trabaj con el gnero de la biografa en
diversos personajes, a nivel nacional, regional y local, a las insti-
tuciones como algunas academias y el Archivo General de la Na-
cin, pero algo signicante es su labor histrico-biogrca sobre
Simn Bolvar, nuestro Libertador. Del total de sus obras le dedic
veintisis ttulos, en los que hace un compendio muy denso del
pensamiento bolivariano. Me atrevera a decir que es un historia-
dor mayor que ha estudiado a esta gura, la cual para nosotros los
venezolanos es un smbolo patrio de unicacin nacional. Otros
personajes sobre los que hizo dos libros mximos son: Cervantes
y Cristbal Mendoza. A Francisco de Miranda le dedica varios
ttulos editados por la Academia Nacional de la Historia; tambin
gira una mirada a la patria chica, como la calicara otro Briceo,
Mario Briceo Iragorry escribiendo varios ttulos sobre el estado
Trujillo.
Los ttulos dedicados al Libertador son: El Bolvar de Garca
Mrquez; Bolvar en Mitare; Bolvar, gua democrtico de Amrica; El
Bolvar que llevamos por dentro; Bolvar y el 5 de Julio; Bolvar y el
305
RNC
ideal democrtico; Bolvar y la integracin hispanoamericana; Bolvar
y el Rotary; Bolvar y Urdaneta; Breve historia de los foros rotarios
bolivarianos; Breve historia de una mxima de Bolvar; La Campaa
de Boyac, jornada bolivariana de Unidad Nacional; La Campaa del
Sur, jornada bolivariana de Unidad Continental; Ctedra bolivariana.
La ciudad argentina de Bolvar; Como Bolvar ninguno; Historia boli-
variana; El ideal hispanoamericano del Libertador; El legado bolivariano
deLasso de la Vega; El Libertador; Soneto en: Prospecto de grandeza; El
primer congreso de archiveros bolivarianos; Reminiscencias griegas y la-
tinas en las obras del Libertador; Testimonio bolivariano sobre El Cuzco;
Sonetos a Bolvar; La unidad hispanoamericana, una constante en el pen-
samiento del Libertador; Un olvidado amigo del Libertador.
En el ao de 1970 la promocin de bachilleres mencin Hu-
manidades del Liceo Cristbal Mendoza, nombr padrino a don
Mario, quien en agradecimiento les regal un libro que escribiera
y publicara ese ao, con el ttulo de Historia bolivariana. En su
presentacin dijo:
No puedo pensar en nuestra Amrica sin tener en cuenta a
Bolvar, no slo en el pasado y en el presente, sino tambin
en el porvenir Bolvar fue un poeta de la palabra y de la
nacin En Iberoamrica no hay otro camino que el que
nos marc Bolvar (15:1970).
En este texto realiza un estudio del pensamiento bolivariano,
que es un llamado, tanto a la juventud, como al venezolano en
general hacia el inters por sus ideas. Es un anlisis de los grandes
pronunciamientos del Libertador como: el Discurso del 4 de Julio
de 1811; El Maniesto de Cartagena; El Decreto de Guerra a Muerte;
Maniesto de Carpano; La Carta de Jamaica; el Discurso de Angostu-
ra; el Discurso de Ccuta; los Tratados de Trujillo, entre otros de gran
importancia.
Briceo Perozo: una memoria constante a su pueblo
La historia colonial estuvo presente en su escritura con ttulos como:
Los abogados de la Colonia; Alcaldadas Venezolanas en los Siglos XVI-
306
RNC
XVII-XVIII. mbito Institucional de la Capitana General de Vene-
zuela; Las Causas de la Incidencia; Temas de Historia Colonial de
Venezuela. Recuerda este perodo histrico que nosotros lamen-
tablemente tenemos olvidado, como si no fuera parte de nuestra
memoria y hemos cometido el atropello de dividir la historia, lo
que en lugar de hacernos ms fuertes nos hace ms dbiles frente
al tiempo que es inclemente y no caduca.
De nuevo digo que su escritura es amplia, inmensa, tanto que
resulta imposible, en un ensayo corto, resumirla toda. En cuanto
a su Trujillo natal escribi: Barbarita de la Torre; El cardenal Castillo
Lara en Trujillo; Carmen Aura Carrillo; Cristbal Mendoza el sabio
que no muere nunca; Cruz Carrillo en el Panten Nacional; Domingo
Briceo y Briceo; Don Cristbal Mendoza abogado de la libertad; Dr.
Antonio Jos Pacheco; El ejemplo del Diablo; Fallecimiento del maestro
Mejas; Historia del estado Trujillo; La leccin perenne de Mendoza;
Los muecos de barro de Mario Briceo Iragorry; El Diablo Briceo;
Poetas trujillanos; Don Juan de Trujillo; Un libro para Bocon; Trujillo,
la ciudad que no envejece; Trujillo la ciudad que no muere, entre otros
ttulos. No se olvid de su estado y de su ciudad que constante-
mente estaba visitando. Cuando fue gobernador de Trujillo fund
la editorial Biblioteca Trujillana de Cultura, donde se publicaron
algunos ttulos: Cosecha bajo el miedo de Vctor Valera Martnez.
Cromos trujillanos de Ramn Tirado Briceo. Inquietudes acerca de
la educacin en Venezuela de Arnoldo Gabaldn.
Don Mario Briceo Perozo naci en la ciudad de Trujillo, la
ciudad pacca como l la bautiz, un 22 de julio de 1917, el lti-
mo de los 16 partos que tuvo su madre, Eustoquia Perozo Briceo,
poetisa conocida como la Alondra del Castn. Naci en su casa,
que siempre fue su casa y la de los dems, ubicada en la avenida
Bolvar. En su entrada principal,est escrito el siguiente soneto:
Esta casa es tu casa caro amigo
que llegas indeciso a los umbrales
sus puertas dos alas fraternales
abiertas siempre en actitud de abrigo
aqu se requiere conversar contigo,
vivir tu dicha, consolar tus males;
307
RNC
de nadie denigrar, pues somos leales
hasta en la enemistad del enemigo.
Ricos no somos en metal, empero
servimosa quin urge de servicio,
libre del odio y de la envidia crasa
salve hermano! viandante caballero
que demora las plantas en el quicio,
no toques la puerta, pasa pasa!
BIBLIOGRAFA
PERRY, OLIVERIO. (1964). Valores humanos de la Gran Colombia. Vene-
zuela Ecuador Colombia. Editora Grafos. Venezuela.
ARAUJO, FRANCISCO. (2006). Trujillo entre letras y letrados. Valera:
Fondo Editorial Universidad Valle del Momboy.
BRICEO PEROZO, MARIO. (1970). Historia bolivariana. Caracas.
Ministerio de Educacin. Direccin General. Departamento de Pu-
blicaciones.
Conversacin con:
Prof. Dimitri Briceo. Hijo de Mario Briceo Perozo. Trujillo, 18 de
agosto de 2013.
Dr. Daniel Perdomo. Juez. Integrante la promocin de bachilleres en
Humanidades Mario Briceo Perozo del liceo Cristbal Mendoza, Tru-
jillo, 18 de agosto de 2013.
308
RNC
Ramn A. Tovar L.
L ENFOQUE GEOHISTRICO
I
LAS PROFUNDAS transformaciones operadas por la realidad,
particularmente en el tiempo corrido desde nales del siglo pasa-
do al presente, han alterado no slo el orden cultural o antrpico
sino que han afectado tambin en niveles nunca vistos al natural.
Tal ha sido la magnitud de estos cambios que podra armarse
sin temor a equvocos, que los objetos de las ciencias no son en
la actualidad como ellas las concibieran en sus orgenes. La inge-
nuidad primigenia con que el hombre interviniera a la naturaleza
ya no existe. Los enfoques que entendan a objetos bien delimi-
tados y patos para ser encerrados en una teora han caducado.
Igual armacin vale para el orden social. Lo social entendido
como unidad de lo natural y lo articial; unidad indisoluble se
levanta hoy para el hombre en general (cientco, poltico, artista,
empresario, ingenieros, u otros) como un inmenso complejo que
ha puesto en crisis los tratamientos epistemolgicos tradicionales.
No pocas de las correlaciones que tenamos como vlidas y
con las cuales pensbamos y sobre las cuales avanzbamos ex-
plicaciones aceptables, ya no funcionan. Esto ha conducido a la
procura de nuevas estimativas; a una revolucin en el campo del
E
309
RNC
saber y de sus respectivos instrumentos conceptuales. La supues-
ta autonoma de la disciplina en s rod por tierra; hoy asistimos
a los enfoques multi, inter y/o intradisciplinarios; la realidad que
pretende comprender y explicar la ciencia, as lo impone. Ciencia
sin la cual no es posible concebir el destino inmediato y por tanto
futuro de los pueblos.
En esta direccin, el espacio mundial actual se nos aparece
como un conjunto complejo de estados, pueblos y naciones, cuya
localizacin y territorios respectivos responde a un dilatado proce-
so histrico ya cristalizado. No est exento de alteraciones pero las
mismas no podrn traducirse, al menos a escala mundial, en trans-
formaciones de fondo. Grupos humanos con una misma lengua y
tradiciones se denen solidarios con su respectiva parcialidad o
limitacin territorial. Qu condena a tal parcialidad?; necesaria-
mente una entidad de estirpe poltica sujeta a un devenir histrico
y por tanto vendra a ser su concreto resultado.
La realidad se nos propone como un conjunto complejo de
especicidades integradas a un contexto comn o entidades, lo
que nos aparece implica la especicidad que reviste la totalidad.
Especicidad que obedece a una esencia u ontologa de ndole
estrictamente geohistrica. Dos son las perspectivas que se ofre-
cen como las dominantes en un enfoque global de esa realidad o
totalidad; por una parte la concebida desde el equilibrio del sis-
tema sociedad-naturaleza, donde se ubicara la visual poltica en
un plano secundario y la otra, la que a nuestro juicio sera la pro-
piamente determinante, constituida por la vigencia del conjunto
integrado por las superpotencias (URSS-USA), las potencias y el
resto; esta ltima direccin o enfoque implicara necesariamente
a la primera y sus problemas.
Es as como el enfoque geohistrico se incorpora en esta nueva
situacin. l se desprende de la propia concepcin geogrca que
entiende al espacio como un producto concreto o sntesis de la ac-
cin de los grupos humanos sobre su medio ambiente para su ne-
cesaria conservacin y reproduccin sujeto a condiciones histricas
determinadas, No se contrae exclusivamente, sin desprenderse de
ello, a pura preocupacin intelectual a la que algunos acostumbran
reducirlo; es en esencia la concrecin real del objeto geogrco y se
310
RNC
impone en las tareas de la planicacin social como en las inves-
tigaciones del mismo carcter, en virtud de su competencia en la
debida identicacin de los pueblos, estados y naciones.
Si el hombre es un ser natural en tanto que resultante de una
evolucin bajo inuencias ecolgicas (lo que justica y fundamenta
la perspectiva del equilibrio del sistema sociedad-naturaleza), cuen-
ta tambin condicin que le es inmanente con la capacidad para
organizar el medio donde vive (organizacin del territorio) para su
particular y exclusivo benecio. En este nivel o direccin podra
aceptarse como un agente natural que construye como los otros
animales su propio entorno en un plan de estricta igualdad entre
congneres; se estara en presencia de una relacin de oposicin
entre grupos humanos y naturaleza; una integridad o sistema
equivalente, en trminos cualitativos, a la de cualquier otro agrupa-
miento de seres vivos. En este sistema hombre-naturaleza el peso
de cada uno de los componentes estara dado por el nivel o la facti-
bilidad de intervencin que disponga el respectivo grupo humano
frente a la gama de entes naturales seleccionados y/o seleccionables
a los nes denunciados de la conservacin y reproduccin.
Pero, es lo cierto que a la escala del elemento antrpico se gene-
ran diferenciaciones que engendran una nueva estructura en esta
relacin hombre-naturaleza. As, de una supuesta situacin de ho-
mogeneidad se entra en una de mayor complejidad; las relaciones
son ms intrincadas; la variable social inmanente al grupo humano
asume un rol principal; el posible sistema hombre-medio natural
cede inexorablemente al sistema sociedad-naturaleza. Esta integri-
dad sustituye a la primera si es que pudo existir; viene interesada
por la divisin del trabajo tanto espacial o de localizacin sobre la
supercie de la tierra (ciudad-campo; campo-ciudad) como social
(relaciones de los hombres entre s), y tecnolgica (niveles de civili-
zacin reinantes). Esta calidad estructural que reviste el elemento
antrpico determina una nueva realidad; nos introduce ante una
nueva situacin que se inscribe a su vez en un proceso factible de
experimentar cambios, bien a mediano, largo o muy largo plazo,
porque es histrico. El mismo obedece a la determinacin social,
coordinadora de la funcin trabajo y de su relacin inevitable con
los bienes, que informa necesariamente la gestin de los grupos
311
RNC
humanos en la conguracin (sonoma-paisaje) de su entorno,
registro concreto este ltimo de esa dinmica global; la cual re-
produce, segn su rango, las calidades del hombre como ente
antropolgico, sociolgico, econmico, poltico, espiritual y en
esencia histrico.
La relacin inicial hombre-naturaleza se diversica, se com-
plica, pero no se divorcia de la unidad estructural primigenia; es
una unidad per se, la misma que autoriza la validez de los de-
rechos humanos, base de la defensa de la paz entre los pueblos y
naciones. Esta unidad pervive, si hay diversidad (cambios, varie-
dad) cristaliza en una unidad de calidad histrica; se produce en
un espacio y tiempo determinados; es la que sustenta y alimenta
la coherencia de la accin antrpica. Asume o conlleva un carc-
ter ontolgico en tanto que resultante substancial o esencia, ya
que si de nuevo incorpora lo positivo de lo viejo; por ser nuevo es
engendro inevitable de lo viejo. Lo concreto es concreto por ser
sntesis de mltiples determinaciones, la unidad de la diversidad.
Para la mente es un proceso de sntesis y un resultado; no un pun-
to de partida; para nosotros es el punto de partida de la realidad,
en consecuencia de la intuicin y de la representacin.
1
Si el trabajo es consustancial con el hombre, la solucin a los
mltiples problemas que con l se crean, solucin que busca la sa-
tisfaccin del hombre como ser social, aguza el ingenio; el hombre
es el nico animal capaz de plantearse y alcanzar objetivos cada vez
ms elevados
2
, objetivos y propsitos que est emplazado a solven-
tar no necesariamente a agotar; de all la signicacin de la plani-
cacin y de la evaluacin.
El hombre se encuentra frente a la tierra (como) el gran la-
boratorio, el animal que proporciona los medios y los materiales
de trabajo, y tambin la ubicacin, la base de la comunidad que
1
MARX, Karl: Fondements de la Crique de lEconomie Politique. Pars. Edi-
tions Anthropos, 1967.
2
ENGELS, Federico: El papel del trabajo en la transformacin del mono
en hombre en Obras Escogidas. Mosc. Ed. Progreso, 1969.
312
RNC
produce y se reproduce por medio del trabajo vivo.
3
Si el hombre
vive en sociedad, no hay comunidad sin arraigo territorial. Slo el
idealismo fue capaz de desarraigarlos.
En este orden asistiramos a la comunidad mayor, la huma-
nidad; entendida por toda la supercie de la tierra, pero a la vez
reestructurada en unidades concretas, menos extensas (segn las
escalas), que la reproducen en sus respectivos espacios (unidades
espaciales) con sus particularidades y especicidades estructu-
rales factibles de objetivarse desde un enfoque visual (simbiosis
temporo-espacial) necesariamente de estirpe geohistrica. La ex-
tensin de tales unidades gradara en trminos cuanticualitativos
la intensidad de la especicidad.
Estamos en presencia de la trascendencia del ente antropolgi-
co incorporado a la gama de condiciones histricas determinadas,
lo que conducira inexorablemente al problema del desarrollo que
vendra a ser una situacin propia del proceso de crecimiento in-
trnseco de la estructura que se reproduce en cambios globales
tanto de las condiciones de vida como del espectro de necesida-
des especcas de la comunidad contemplada o considerada.
Si procediramos a resumir, tendramos que el enfoque geohis-
trico abarcara un objeto que sintetiza tres direcciones fundamen-
tales e indispensables: la antropolgica, la sociolgica y la histrica
que conllevan conjuntamente la fundamentacin econmica, sta
al realizarse o resolverse en el espacio, apoyada en un territorio,
ceida a la divisin del trabajo, determina que este objeto se repro-
duzca en unidades espaciales (territoriales) concretas con las que
el hombre asegura su permanencia sobre la supercie de la tierra.
Unidades sometidas a la dinmica propia de la interdependen-
cia, factibles de ser estudiadas, denunciadas y propuestas desde
su individualidad o especicidad geohistrica. El enfoque estric-
tamente geohistrico se desprende, como se dijera arriba, de la
concepcin geogrca que entiende un espacio como un produc-
to concreto de los grupos humanos sobre su medio circundante,
para su conservacin y reproduccin dentro de condiciones his-
tricas determinadas.
3
MARX, Karl: Formaciones econmicas precapitalistas. Buenos Aires. Ed. An-
teo, 1973.
313
RNC
II
El espacio geogrco dispone de un soporte natural (territorial);
mientras ste se comporta como un hecho dado aqul aparece
como realizado o concebido; si lo geogrco obedece a los rit-
mos de una dinmica social, el territorio opone a esta ltima su
especicidad alcanzada o cristalizada dentro de una dilatada
evolucin geolgica que informa en su totalidad el planeta tierra.
Determnanse as en trminos metodolgicos dos realidades: la
natural y la cultural; y nos reencontramos con la clsica oposicin
aristotlica que explica la restriccin de la ciencia al orden natu-
ral. La fsica no puede ser objeto de la ciencia porque es articio,
la ciencia es la inteleccin de la naturaleza. Esta direccin de la
tarea cientca rein hasta muy recientemente. Ha habido que
pagarle un largo tributo. Los cambios hasta ahora ocurridos en
la civilizacin occidental, con la gama de novsimos problemas
generados, invirtieron la ecuacin. No slo existe la ciencia de lo
articial sino que es este tipo de ciencia o su concepcin la que
con mayor urgencia reclama el momento actual.
Hasta la Segunda Guerra Mundial se tuvo como vlido el jue-
go espontneo de la interseccin hombre-naturaleza; an ms, se
transri por analoga el estilo de la ciencia natural a no pocas de
las ciencias sociales; no es precisamente sta la situacin presente.
En el mismo terreno de la agricultura, no obstante los logros de la
gentica, los abonos se conceban como simples enmiendas, adi-
tivos con los cuales restituir sus condiciones originarias al suelo.
En la actualidad pareciera que esta categora suelo no dene lo
que con anterioridad as se conceba; tal la distorsin experimen-
tada que lo ha divorciado de su esencia; los cambios introducidos
no slo en su estructura sino en su componente bitico (micro-
ora y micro-fauna) por el uso de herbicidas, pesticidas y otros
anes, nos conduce a interrogarnos: esto que llamamos conven-
cionalmente suelo es natural o articial?; esta semilla con la cual
se acorta o alarga los ciclos de crecimiento y maduracin, ser
un producto estrictamente natural o engendro de la ingeniera
humana? Sin embargo, se comportan como entes naturales, son
elementos del soporte, productos de la civilizacin, y factibles de
ser manejados desde el anlisis; no sucede lo mismo con la otra
314
RNC
gama de fenmenos directamente ligados al ente antropolgico o
cultural. El hombre, dijimos, es el nico animal capaz de plantear-
se y alcanzar objetivos cada vez ms elevados; esto es: sus crea-
ciones, primero son concebidas, diseadas, para posteriormente
ser realizadas. No pueden avenirse con el anlisis como es el
caso de los entes tenidos como naturales sino con la sntesis. El
impacto incoado por el desarrollo y expansin de la civilizacin
actual nos ha colocado dentro de un mundo construido y domi-
nado por lo articial. El mismo ha relegado a la obsolescencia
no pocos instrumentos conceptuales de las ciencias, tal ha sido
el grado de las alteraciones experimentadas por sus objetos: las
reas especcas que han limitado para su investigacin y estudio
de la totalidad o realidad. La supuesta hegemona del hecho en
s ha cado; ahora vivimos bajo el imperio de las relaciones, la
realidad a la par que mltiple y compleja es integrada, no frag-
mentada; de ac la vigencia de la concepcin global impuesta por
las determinantes de este momento histrico. El mismo que ojal
no sea truncado por una hecatombe blica, expresa una profunda
revolucin cultural que interesa todos los rdenes.
Si se le quisiera tan slo atisbar, bastara con una revisin de-
tenida de la prensa. Observaremos la actitud de instituciones y
organismos con peso en el mbito mundial como: las Naciones
Unidas, las Iglesias, en especial el Vaticano, la Comunidad Eco-
nmica Europea, la Unesco; reparemos en situaciones como las
que suceden en el rea del islam que cubre un territorio que se
dispone desde el Asia Central hasta el norte de frica; todos son
los signos de los nuevos tiempos. La ciencia tradicional calzada
sobre el hecho aislado no ofrece respuestas ni vlidas ni con-
ables; no se compadece con la determinante de la problemtica
de nuestro presente histrico: lo multi, inter y intradisciplinario.
As en lo social es la planicacin, el diseo, la concepcin de
conjuntos, lo que se ha impuesto fuera de toda discusin. El saber
cientco se transforma bajo la presin de la realidad vigente, las
instituciones se resienten, no pocas se vacan de contenido. Es
digna de reexin muy especial lo experimentado en el campo
de la psicologa y las teoras de la personalidad. La realimenta-
cin la tropezamos por todas partes.
315
RNC
III
La geografa no pudo escapar a estas instancias que ya han afec-
tado al movimiento cientco; por lo pronto el debate est abierto;
cruza por una crisis que aspiramos pueda superar con ventaja al
reencontrarse con las determinantes fundamentales de su objeto.
Ya para 1945, Gaston Bardet nos alertaba acerca del advenimiento
de las masas, la multitud desplaza a los grupos, las poblaciones
de los grupos locales diseminados en las regiones, lejos de orga-
nizarse a s mismas o de reordenarse en nuevos grupos indivi-
dualizados, a la escala humana, se concentran en aglomeraciones
monstruosas al servicio de la industria.
4
Jean Tricart seala como
hay momentos en la historia donde nuestro espritu se resiste
a liberarse de una actitud esencialmente, en verdad exclusiva-
mente analtica y colocarse en el nivel de la comprensin de las
relaciones entre objetos diferentes. La segunda mitad del siglo
XIX y la primera del siglo XX constituyen uno de esos perodos.
En las ciencias naturales, la sistemtica y la siologa intensi-
caron el anlisis con la ayuda de nuevos instrumentos como el
microscopio. La geografa se atomiza en un sinnmero de espe-
cialidades ms o menos independientes o separadas unas de las
otras. Los Humboldt, los Darwin, los Eliseo Reclus ceden ante
W.M. Davis y los Walther Penck. Sin embargo a una visin de
conjunto que se compadece con la consideracin del organis-
mo del ser estudiado, son excepcionales los gegrafos que tienen
consciencia plena de las interacciones (sic.) que estructuran su
objeto de estudio.
5
Ives Lacoste declara que reducir la geografa
a una espaciologa de formaciones sociales, traera como conse-
cuencia amputar buena parte de la funcin estratgica propia de
este saber. El espacio donde se producen las acciones y las luchas
4
BARDET, Gaston: LUrbanisme. Pars. Presses Universitaires de France,
1959.
5
Herodote, revue trimestrielle; Pars, 1982. N 26. Geographie-Ecologie, Jean
Tricart.
316
RNC
(sic.) no es exclusivamente el espacio social sino el territorio
(sic.) con sus rugosidades topogrcas, su vegetacin, los efec-
tos que conllevan los ritmos climticos, sus accidentes, etc. El
terreno para los gegrafos como para los militares, es en primer
trmino y no hay por qu olvidarlo, la topografa, las pendientes,
los acantilados, las llanuras, los valles y arroyos. Por ello los ge-
grafos deben preocuparse por lo que, en ese tiempo, denuncian
los geomorflogos.
6
Advierte Tricart que la calidad de recurso no obedece exclusi-
vamente a la esencia natural sino a su incorporacin en el mbito
de una civilizacin y en un determinado nivel de desarrollo;
esto aunque evidente conviene recordarlo. Para el hombre de
Neandertahl, los minerales de hierro no constituan ningn re-
curso, a lo ms un tipo de piedra, ignoraban por completo la meta-
lurgia. Para los militares de la Primera Guerra Mundial, el uranio
no participaba entre los productos estratgicos, se desconocan las
armas atmicas. Un razonamiento prospectivo, apoyado en el sa-
ber tecnolgico permite acceder a la presencia de algunas poten-
cialidades capaces de elevar un determinado cuerpo o substancia
a la categora de recursos.
7
Considera Georges Bertrand que
El postulado materialista (donde) el hombre, por tanto la sociedad,
est en la naturaleza y no fuera de ella, ni menos an contra ella,
recobra toda su amplitud y tiende a convertirse en la piedra de toque
de una renovada reexin acerca del lugar y papel de la geografa
fsica y de los gegrafos en el desarrollo actual de la investigacin
naturalista y social. La geografa fsica se coloca as en el corazn
del debate. Los gegrafos son, sin discusin, quienes actan como
tradicionales intermediarios entre un determinado conocimiento
naturalista y algunas formas de anlisis social. Jams han expul-
sado de su problemtica el elemento natural y menos an sus
6
Herodote, Pars, 1978, N 12. Editorial: Ives Lacoste.
7
Ibidem. Vocation des terres, ressources ou contraintes et developpement
rural, Jean Tricart.
317
RNC
implicaciones socio-econmicas. Adems no pueden permitirse
ese lujo; hacerlo sera correr el riesgo de perder su identidad (sic.)
frente al concierto de otras ciencias sociales (sic.), como ha suce-
dido recientemente con algunas formas de geografa humana. Los
gegrafos gozan de una situacin privilegiada en el contacto de las
ciencias sociales y naturales, (precisamente) ahora, en un momen-
to, cuando etnlogos, antroplogos, socilogos y economistas, e
historiadores, intentan ubicarse, no sin evidentes impropiedades,
en semejantes perspectivas.
8
Ives Lacoste puntualiza como
en la evolucin de la geografa universitaria, desde los aos ini-
ciales de este siglo, hubo fases de regresin; adems no fue ella
la nica disciplina afectada, Jean Tricart, en lo que corresponde
a la geografa fsica, fue uno de los primeros en denunciar los
daos que entraaban la adopcin del modelo deivisiano que
no contempla en el anlisis de los procesos morfogenticos a los
suelos y respectivas formaciones vegetales, con lo que se produjo
una gran regresin en comparacin con las concepciones (hols-
ticas) de Humboldt. La biogeografa que bien pudo establecer las
bases, como un correctivo, fue por mucho tiempo marginada.
9
Destaca Tricart como
los gegrafos no han realizado investigaciones metodolgicas y con-
ceptuales en la direccin sistmica. Con A. Cailleux expresa nos
hemos introducido por esta va pero en un rea limitada a la geo-
morfologa climtica; y hemos insistido agrega- diferencindonos de
nuestros precursores alemanes, sobre la importancia predominante
de las modalidades indirectas del inujo climtico en la morfognesis.
Hemos demostrado el papel restringido de la accin directa de los
parmetros climticos en el sistema morfogentico (expresin deri-
vada del Sistema de Erosin de A. Cholley) y acentuando por el
contrario los pasos indirectos a travs de los cuales el clima al actuar
sobre la vegetacin incide por este medio en los suelos y nalmente
8
Ibidem. La geographie physique contre nature. Georges Bertrand.
9
Herodote, N 26. Editorial. Ives Lacoste.
318
RNC
en la morfognesis. Nosotros redescubrimos as el concepto de
ecosistema.
10
Georges Bertrand estima que
la autonoma de la geografa fsica est por demostrarse y hacerse
tanto en la teora como en la prctica. No sera posible lograrlo
sino con un proyecto al estilo de los sistmicos. Tal proyecto
consiste, en primer trmino en el reconocimiento de un objeto y
un objetivo especcos en funcin de los cuales organizar el siste-
ma de investigaciones y del cual dependera la seleccin del m-
todo. No es el mtodo, en verdad, lo que dene al proyecto sino
ste ltimo quien dene al mtodo. Al olvidarlo, no pocos trabajos
geogrcos, entre los mismos algunos con pretensiones metodol-
gicas, dan la impresin de girar sobre s mismos o combatir contra
los molinos de viento.
11
Con idntico propsito establece que la
unidad conceptual y metodolgica de la geografa fsica residira
en una frontera determinada de aprehender y aislar lo fsico del
espacio geogrco. Lo que requiere de un concepto, esto es una
representacin general y abstracta que tenga valor de referencia
universal; que sustituya las nociones imprecisas como las de me-
dio o espacio natural, paisaje, fsica del espacio geogrco,
ese concepto es el de geosistema. El geosistema es el objeto de
la geografa fsica. Es un concepto naturalista cuya nalidad es
comprender la estructura y funcionamiento del sistema geogrco
natural. Es, en una determinada escala de espacio y de tiempo, un
volumen de espacio geogrco que corresponde a una organiza-
cin estructural y a un funcionamiento autnomo. Es una faceta
de la interseccin geogrca donde se interpenetran e interaccio-
nan la litomasa, la aeromasa, hidromasa y la biomasa, incluido los
impactos de origen antrpico.
12
Estas opiniones ilustran sucientemente como ni en el campo
especco de la geografa fsica puede ignorarse la presencia del
factor antrpico, como el establecimiento de su autonoma como
10
Ibidem. Geographie-Ecologie. Jean Tricart.
11
Ibidem. Construire la geographie psysique, George Bertrand.
12
Ibidem
319
RNC
una rama independiente no ser posible salvo que se acceda al
logro de una forma que permita a la vez que aprehender tam-
bin aislar lo fsico de la estructura integral que es el espacio
geogrco.
Adems, al cercenarse tanto la investigacin como el cultivo de
la geografa de las concepciones globales u holsticas se tradujo en
una regresin frente a los alcances logrados hasta Humboldt.
Rearman tambin la calidad geogrca del sitio y sus equiva-
lencias espaciales, en particular lo atinente a la variable territorial:
el terreno para los gegrafos es en primer trmino la topografa,
las pendientes, los acantilados, las llanuras, los valles y arroyos
concebidos desde su localizacin o posicin geogrcas.
En resumen no pocos de los ingredientes indispensables para
instruir un enfoque geohistrico del espacio a la escala que se con-
sidere prudente.
IV
La anatoma del hombre es la clave de la anatoma del mono y no
lo contrario.
13
El espacio mundial actual en su nivel ms intenso se
estructura, como ya se dijera, en superpotencias, potencias y resto. Las
pocas de expansin, a las que estuvimos tan acostumbrados desde el
siglo XVI, en las que los estados poderosos en funcin del equilibrio
se repartan el mundo a su buen mandar, parecen canceladas. Esto ha
dado paso a la tendencia que hoy domina. En su lugar asistimos ahora
a la modalidad de las zonas de inuencias. Una de stas, con notas has-
ta el presente no del todo bien conocidas, es el territorio de la llamada
Europa Occidental. No existe en el mismo homogeneidad de opinin
y los conictos internos asumen en ocasiones caracteres graves en ms
de lo que poda creerse. El poder poltico de Europa ha fenecido, en
cuanto al poder econmico, si no est liquidado, lo que es imposible,
aparece muy mermado, en buena medida mediatizado y debe enfren-
tar tanto a Estados Unidos como al Japn en una dura competencia.
No obstante la Organizacin de la Comunidad Econmica Europea, la
13
MARX, Carlos: Contribution la critique de lEconomie Politique. Pars. Edi-
tions Sociales, 1957.
320
RNC
dependencia extrarregional se acrecienta por la necesidad de mercados
para sus excedentes de produccin, el desfase tecnolgico y la carencia
de petrleo en los lmites de su territorio. El problema del gasducto que
desde Siberia sirve este hidrocarburo estratgico para los pases del rea
del sistema europeo, es muy ilustrativo de la situacin vigente. Pudo
ms la limitacin o servidumbre tecnolgica (factor civilizacin) que la
oposicin ideolgica. Esta contraccin de Europa Occidental hace que
la mayor carga de la zona mundial denida por inercia como el libre
cambio recaiga sobre la superpotencia, la de la Unin Sovitica. Estn
de poder a poder y pareciera que una guerra no la ganara ninguna y
la perderamos todos, pero jams vivieron los europeos tanta amenaza
sobre sus propias cabezas; el fantasma de Hiroshima y Nagassaqui los
aterra. Oportuno recordar lo que un periodista hind destacara en las
Naciones Unidas; sera muy difcil disuadir a los asiticos que el lanza-
miento de las bombas atmicas sobre el Japn obedeca en buena parte
al hecho de tratarse de un pueblo de raza amarilla y no de blancos.
Las dos crisis mundiales de carcter blico, entre las mismas
el triunfo de la Revolucin Bolchevique de 1917, son los factores
desencadenantes del momento actual. Los estados coloniales domi-
nantes han sufrido fuertes derrotas que los medios de comunica-
cin ni las academias han ponderado sucientemente. En el Sureste
Asitico tanto Europa como los Estados Unidos fueron expulsados;
y recientemente en el Cercano Oriente hemos asistido a una retira-
da que para muchos puede resultar sorprendente. En el intervalo
de estos dos grandes acontecimientos se han registrado otros de
tipo aparentemente local, pero que se suman a los signos de la
desestructuracin del espacio heredado de las anteriores pocas
de expansin. Son los casos de la liberacin de Argelia, la con-
solidacin de la Revolucin Cubana, la expulsin del somocismo
de Nicaragua con ferviente apoyo del bajo clero catlico (asociado
a la Teologa de la Liberacin), la Guerra de Las Malvinas que sin
la ayuda de USA parece que no hubiera podido triunfar Inglaterra,
la intervencin de la superpotencia occidental para arreglar los
asuntos de una islita que se mostraba como insignicante: Grana-
da, sin contar entre tanto signos de cambio evidente, los sucesos
que han conmovido y conmueven, en especial al sur, al continente
africano. En este mismo orden debemos ubicar las interrogantes
321
RNC
que suscitan las dos potencias del Extremo Oriente: China y Japn,
as como la posicin emergente de la India en el ndico.
A lo expresado se agrega que en los tiempos actuales el mejor mer-
cado de un pas desarrollado es otro desarrollado; las contradicciones
histricas dominantes desplazaron la anterior concepcin segn la
cual las relaciones ms beneciosas para los pases industrializados
eran las que sostenan con los pases de economas agrarias o subde-
sarrolladas. Los intercambios entre los pases industriales asumen un
lugar cada vez ms importante. Vale decir que la variable econmica
pasa a segundo plano y retoma el primer rango el carcter poltico.
El mapa poltico del mundo est transformado; el hecho de-
terminante: la descolonizacin; su expresin concreta: el sur-
gimiento de la multiplicidad de estados que solicitan, muchos lo
han logrado, su puesto en el seno de la Organizacin Mundial de
las Naciones Unidas. Las decisiones de esta institucin reprodu-
cen las tensiones como las conveniencias del Mundo Nuevo.
Esta tendencia descolonizadora ha engendrado un nuevo
espacio geogrco donde las unidades primarias de las colecti-
vidades humanas como son los pueblos y las naciones, reasu-
men un rol de peso estructural en el advenimiento de este Mundo
Nuevo. Asistimos a un nivel diferente de organizacin del todo.
Para su explicacin no son ya sucientes los enfoques tradicio-
nales; nuevas variables emergen con fuerzas no bien conocidas.
Pareciera como si la sentencia de Luciano recobrara nuevos visos:
Amo de muchos, esclavo de todos. La Unesco reeja en nues-
tra opinin la cristalizacin institucional de mayor signicacin
en la situacin; es la audiencia de las identidades culturales; es
la conrmacin de la perspectiva geohistrica del espacio. Las
categoras pueblo y nacin revisten nuevas connotaciones al
hacer vlidas sus idiosincrasias; las mentalidades se despojan de
las viejas ataduras. Pueblo, entendido como solidaridad del grupo
humano con su territorio. As nos lo advierte Demangeon cuan-
do seala que el hombre no puede ser estudiado sin el suelo
en que habita y que el suelo es el fundamento de toda sociedad,
la utilizacin de un mismo territorio crea una solidaridad social
322
RNC
independiente de los lazos de sangre y ms rme que ellos.
14
En
cuanto a la categora Nacin, se nos propone como una comuni-
dad estable, histricamente formada, de idioma, de territorio, de
vida econmica y de psicologa, manifestada en la comunidad de
cultura.
15
Las amarras espirituales de las potencias imperiales con pre-
tensiones de sustituir lenguas y hbitos de pueblos y naciones han
fenecido. Estamos en presencia de acontecimientos limitados; el
futuro es presente, como el presente es pasado porque si nuevo
incorpora lo positivo de lo viejo. Slo una hecatombe atmica
podra romper este proceso que nos dirige hacia una sociedad
distinta. Es una situacin real, actual, objetiva; por ello la meto-
dologa geohistrica como aconsejaba nuestro Libertador debe
apoyarse en el presente para remontar hacia el pasado y avizorar
el porvenir; es la anatoma del hombre la clave para explicarnos
la del mono y no lo contrario.
Esta metodologa necesariamente se apoya en la categora proce-
so; nosotros hemos avanzado los siguientes pasos del mismo: ocu-
pacin-jacin, expansin y cristalizacin. Estamos emplazados a
concebir y formular un nuevo instrumento conceptual; en este caso
habr que ocurrir a una revisin de los existentes en el seno de las
ciencias del hombre para ayudarnos con los que nos faciliten la ta-
rea No nos advierten los clsicos que la tendencia fundamental de
todo ser vivo o animado es la de permanecer o en situacin contra-
ria restablecer el equilibrio inicial? No se acepta como postulado
que si cambia la posicin de un elemento o variable del conjunto,
cambia necesariamente la estructura? Qu permanece de lo que
debemos admitir como equilibrio inicial en la cristalizacin actual?
Suspendamos las interrogaciones y conformmonos con admitir
que el enfoque geohistrico abarcara un objeto que incorpora tres
direcciones fundamentales e indispensables: la antropolgica, la
sociolgica y la histrica capitalizadas o sintetizadas en el espacio;
de all la signicacin que asume la categora Pueblo.
14
DEMANGEON, Albert: Problemas de geografa humana. Barcelona (Espa-
a). Ediciones Omega, 1956.
15
STALIN, Jos: El marxismo y el problema nacional y colonial. Mosc, 1941.
323
RNC
V
Ilustremos con ciertos casos esta perspectiva geohistrica que
ahora proponemos.
EL KOSOVO. Tal vez para algunos este toponmico resulte ex-
trao. Se trata de una regin yugoslava. Cubre una extensin de
10.997 Km
2
, un poco ms de la mitad del la supercie del centro
norte venezolano donde estn el Distrito Federal, Miranda, Ara-
gua y Carabobo con una supercie de 21.544 kilmetros cuadra-
dos. En ese pequeo territorio reside una poblacin de 1.600.000
efectivos. Pertenece el Kosovo a la Repblica Federada Serbia par-
te de la Repblica Popular Federativa de Yugoslavia. Situada en el
corazn de las montaas dinricas, no es por ello un rea aislada;
al contrario constituye, a la escala de los Balkanes, una va de
paso muy importante, es la antigua ruta del Adritico a Constan-
tinopla que si bien no funciona como en otros tiempos es el eje
que relaciona una de las llanuras del Kosovo con el norte de Al-
bania. Por el Kosovo pasa una de las vas que unen al Egeo con la
cuenca de la Panonia (Llanura danubiana, a la cual est asociada
Belgrado) a travs de los Valles del Ibar, auente del Morava. La
conguracin general del territorio (forma) del estado yugoslavo
le conere a esta provincia un valor estratgico de primer orden;
de su control depende el de Macedonia, salida al Egeo. Pero cul
es el problema? Reside en el poblamiento y su historia. El Kosovo
es un relictus del imperio turco otomano, formado por albaneses
de religin islmica; diere de los serbios (ortodoxos) as como de
los croatas y eslovenos (catlicos). En tiempos de la denominacin
turca, producto de la poltica imperial, penetran como una cua en
el campo de Serbia. Cuando se derrumba el Estado islmico como
consecuencia de los movimientos nacionalistas de principios de
este siglo (la cuestin de oriente), la ciruga de las potencias euro-
peas traz las fronteras de Albania y al ampurarla de sus territorios
histricos del Kosovo, asoci ste a la Serbia. Pero los naturales del
Kosovo no reclaman que se les incorpore a su patria primigenia
(Albania) sino que se les cambie su status poltico en el seno de la
Repblica Socialista Federativa de Yugoslavia. En la actualidad es
una provincia autnoma de Serbia y exigen que se les eleve a Rep-
blica. Les asiste el principio de igualdad de las nacionalidades que
324
RNC
prima en los estados socialistas. Pero por qu tal desconfianza?
pesa ms el espritu nacionalista serbio, reforzado por la posicin
geoestratgica y los intereses econmicos (riquezas minerales) de
la provincia? O fresca an en la memoria de los serbios, las dos
derrotas sufridas a manos de los turcos en el Campo de los Mirlos
(el Kosovo); la ltima en 1448 que asegur definitivamente para
entonces las fronteras septentrionales del imperio? Pesar o no
la presin de los intereses de las superpotencias ancladas en el
Mediterrneo y ms an en el Mediterrneo Oriental?
Los aborgenes del Kosovo han protestado e incluso producido
manifestaciones violentas; una contradiccin con el principio de
igualdad de las nacionalidades propia de los sistemas socialistas.
EL CERCANO ORIENTE. Este toponmico nos es ms familiar;
comprende al conjunto de pases que se disponen desde Turqua
hasta Egipto. El primero ejerce el control del paso de los estrechos
entre el Mediterrneo y el Mar Negro; el segundo por su parte lo
hace en el Canal de Suez y el Sina hacia el Mar Rojo. Entre am-
bos se ubican Siria, Lbano, Jordania e Israel, cuatro estados de
pequea dimensin, cuyas fronteras nacieron con el reparto que se
hicieran franceses e ingleses de los restos del imperio turco despus
de la Primera Guerra Mundial. Tales fronteras sin considerar para
nada ni a los naturales ni sus culturas. Si Egipto y Turqua gozan
de una unidad nacional slida y antigua, la situacin no es idntica
para el resto. En el interior de una extensa rea islmica-ortodoxa
(el sunismo), este grupo de pases revisten caractersticas de un
subconjunto muy particular denido por un considerable nmero
de minoras religiosas que se han atrincherado en las montaas
localizadas entre el mar y las grandes llanuras del interior. A las mi-
noras religiosas, producto de cismas del cristianismo o del islam,
se suman los judos; estos Estados sufren as los enfrentamientos
de chiitas y sunitas, drusos y cristianos, exacerbados por los inte-
reses extranjeros movilizados por las riquezas petroleras del Medio
Oriente y la especulacin tanto comercial como nanciera. Los ju-
dos tienen dentro de s la rivalidad de los Ashknazes (los venidos
de Europa) y los Spharades (orientales o aborgenes).
Esta estructura poltico-religiosa hace que una minora que
acceda al poder, puede ser desplazada por medio de la violencia
325
RNC
y alianza circunstancial de las otras. El Lbano, escenario recien-
te de importantes acontecimientos histricos, cuenta en su seno
un mosaico de comunidades: la poblacin de 1.600.000 habitan-
tes se distribua as en 1955: maronistas 29%, sunitas 20%, chiitas
18%, griegos ortodoxos 10%, catlicos 6%, drusos 6% y resto. En
nuestros das se considera que la poblacin lleg a los 2.600.000
efectivos y no es factible precisar la importancia numrica de las di-
ferentes minoras pero se cree que el grupo ms fuerte sea el chita
por tener un crecimiento demogrco ms acelerado que el resto
de las comunidades. Beirut concentra casi la mitad de la poblacin
total del Lbano pero es en el campo y sobre todo en las montaas
donde cada una de esas comunidades disponen de un territorio
bien delimitado; los sunitas son en buena proporcin citadinos.
La ciudad de Beirut se divide en dos: el Oriental (maronita) y el
Occidental (islmico). Aunque la guerra ha reforzado cierto sen-
timiento de unidad nacional entre las comunidades que rechazan
por igual a palestinos y a los israelitas, el terreno es el dominio de
la inestabilidad ms inconcebible; las diplomacias han saboreado
indistintamente las desagradables lecciones deparadas por esta
realidad geohistrica, expresin inequvoca de una especicidad
que fundamenta una identidad.
Podramos aportar muchos otros casos ilustrativos a riesgo de
extendernos; sirva lo ofrecido para reexionar acerca de la predic-
cin del gran maestro de la ciencia geogrca, el francs Max So-
rre: La Geografa Humana tiende a convertirse cada vez ms en la
Geografa del Hombre;
16
pero el hombre es historia, y el enfoque
geohistrico nos encamina hacia esos senderos.
VI
La escala con que hemos propuesto los casos denunciados, pone
en evidencia la especicidad de indiscutibles regiones histricas.
Las mismas no obedecen exclusivamente a la extensin territo-
rial en trminos cuantitativos que bien pudiera ser una variable,
en un momento determinado, sino particularmente a la posicin
geogrca dentro de un contexto histrico dado.
16
Sorre, Max: LHomme sur la Terre. Pars. Libraire Hachette, 1961.
326
RNC
Antes de la revolucin de los transportes y de la armacin de la
navegacin martima en el nivel que ahora la conocemos, las barre-
ras naturales continentales oponen a la topografa como un fuerte
factor condicionante tanto de las relaciones como de las comunica-
ciones. Los puntos de aprovisionamiento, los pasos y corredores as
lo conrman. Hay relictus en este sentido; en el Asia Central los
pasos de Ferghana y Zungaria; sus estepas han constituido sitios
de paso concitando los intercambios de tcnicas y doctrinas entre
el oeste y el este. Los nmadas se desplazaban a travs de las este-
pas, y ponan en relacin los pueblos situados en uno y otro lado;
permitan la travesa tanto a misioneros como a comerciantes. En
los tiempos de paz las ventajas de las estepas asiticas para los inter-
cambios eran indiscutibles: terreno plano, ausencia de obstculos
en el relieve, ningn ro a vencer, sitios para aprovisionarse de agua
al pie de las montaas
17
, se localizan en los oasis.
En nuestra Amrica pre-europea abundan las ejemplicaciones
tanto en el mbito cordillerano como en el potmico, as nuestros
valles intermontanos como nuestras redes uviales hermanadas
a nuestras costas martimas aseguraron, la continuidad e inten-
sidad de las relaciones; el caso del Esequibo entre el Atlntico y
la cuenca del Amazonas, nuestro Mar Caribe escenario de peso
geohistrico abierto a las investigaciones.
El territorio de un pas, al funcionar como soporte nacional al
tenor de la concepcin aportada, se inscribe en una composicin
de fuerzas centrpetas. Elevado al rango geohistrico determina
un comportamiento de fronteras que debe ser discernido con su-
ciencia a los nes de la denicin de una poltica en ese campo.
En Perspectiva Geogrca de Venezuela planteamos como el
relieve (del pas) fundamento del soporte natural del territorio,
es un elemento positivo en lo que toca a la accesibilidad y ui-
dez de las comunicaciones. En este sentido tipicamos al nuestro
como un pas no montuoso, con pendientes suaves y desarrollo
de supercies planas y bajas. Aunque hmedo no muy proclive a
los efectos degradantes de la erosin siempre y cuando cuidemos
de conservar una actitud racional en la intervencin de nuestro
17
Gourou, Pierre: LAsie. Pars. Libraire Hachette, 1961.
327
RNC
medio ambiente que hemos calicado como muy afecto al rbol.
Del mismo modo las polticas correctivas que podamos instru-
mentar no tropezarn con obstculos insalvables. Esta nota de
la poca montuosidad de nuestro relieve explica la facilidad de
emplazamiento de su red vial, denida por redes troncales; igual
en cuanto a su red uvial. Al insistir en estos factores espaciales
apuntamos como San Cristbal se ubica a unos 825m. sobre el
nivel del mar y a una latitud de 7 46 N., a pocas horas por tierra
del borde meridional del Lago de Maracaibo y de las ciudades de
Maracaibo y Barquisimeto; sta ltima puede alcanzarla tanto por
la llanura oriental del Lago de Maracaibo como por los llanos oc-
cidentales en empalme con Acarigua-Araure. Maracaibo-Barqui-
simeto-San Cristbal forman un sistema o integridad. La ciudad
importante con mayor altitud en Venezuela es Mrida: 1.641 m.
sobre el nivel del mar, otros dos centros que estn entre 1.000 y
1.500 m. son Bocon (1.225 m.) y Los Teques (1.169 m.), es decir,
que los principales centros de relacin del pas se localizan por
debajo de la cota de mil metros sobre el nivel del mar lo que se
compadece con las estructuras espaciales
18
que le son propias. Es
un pas abierto al mar que guarda toda clase de recursos; conside-
ramos que paisaje, gneros de vida y civilizacin constituyen una
triloga indisoluble, el primero hecho visible, observable donde
se capitalizan los otros. Cambios en el orden de la civilizacin
(tecnologas) engendran cambios en los dems, cambios a su vez
en la actitud o modo de concebir las relaciones.
VII
Dejemos as planteado cmo el enfoque geohistrico conduce a la
identicacin del problema espacial especco y determina, en la
medida de sus alcances u objetivos, la gama de factores o varia-
bles participantes en el mismo as como su ponderacin; lo que
le asegura su necesaria participacin en las tareas de diseo y
ejecucin de cualquier tipo de planicacin.
18
Tovar, Ramn: Perspectiva geogrca de Venezuela. Valencia (Venezuela).
Vadell Hermanos, Editores, 1978.
328
RNC
Plantea tambin otra necesidad de orden metodolgico: la pe-
riodicacin de carcter histrico donde se apoya; periodicacin
que no tiene porque ser coincidente con la de los que cultivan y
ejercen el ocio de historiadores.
Para el caso venezolano nosotros hemos establecido tres gran-
des momentos geohistricos denidos del presente al pasado
como tiene que ser la perspectiva que nos ocupa. El perodo ac-
tual o contemporneo hasta tanto no se produzca un cambio sig-
nicativo y fundamental en las estructuras espaciales vigentes;
ste arranca con la dcada de los cuarenta, asociada a la Segunda
Guerra Mundial y la vigencia de las leyes de Impuesto Directo
sobre la Renta (1942) y la Ley de Hidrocarburos (1943) que se
tradujeron en la nueva estructura del ingreso scal con todas las
implicaciones que ahora conocemos. El perodo inicial en opo-
sicin al actual llamado tambin prehispnico por distinguidos
investigadores nativos pero que preferira bautizar de aborigen;
ste se cierra con el contacto de las culturas europeas y las autc-
tonas vigentes para entonces en nuestro territorio; lo que diera
paso al intermedio consolidado por la instauracin de los repar-
timientos y encomiendas como a su expansin con la poltica de
poblamiento espaol que determinar la existencia y presencia de
nuestras ciudades y pueblos erigidos as en los elementos confor-
mantes de la Venezuela agraria que reencontramos en el perodo
actual en situacin de coexistencia.
El perodo inicial o aborigen que nos lega la organizacin del
espacio habilitado para la prctica de las actividades agrcolas;
es evidente la coincidencia de nuestro espacio agrcola actual y
el que utilizaban nuestros pobladores aborgenes. Sobre ste se
inscribe el de haciendas, hatos y otras instituciones socio-eco-
nmicas del perodo histrico colonial que nosotros extendemos
por el peso de las actividades del suelo hasta la implantacin
de la reforma legislativa arriba denunciada. Las mismas informan
e individualizan el momento geohistrico actual o contempor-
neo. Los dos primeros estn caracterizados por la dispersin de
la poblacin en oposicin al actual; decimos que ahora domina la
ciudad sobre el campo asociada a la existencia de un Estado rico,
no as en los anteriores.
329
RNC
Desde estas coordenadas hemos propuesto el enfoque geohis-
trico de Venezuela; proponemos hemos dicho, no imponemos.
BIBLIOGRAFA
TOVAR L., RAMN A. (1996), El enfoque geohistrico. Valencia:
Universidad de Carabobo.
Hombre caminando, 1960.
Alberto Giacometti.
OLABORADORES
C
O L A B O R A D O R E S
C
333
RNC
GILBERTO ANTOLNEZ (Estado Yaracuy, 1908-1998)
Sus trabajos sobre arqueologa, folclore, etnologa, religin y mi-
tologa, tanto de Venezuela como de Sudamrica demuestran su
gran dominio de la materia.
Fue militar por largo tiempo, ejerci el periodismo, la crtica y
la crnica; adems fue pintor, dibujante, poeta, ilustrador y gra-
bador. Antolnez public un solo ttulo: Hacia el indio y su mundo
(1996), texto de referencia de varias universidades venezolanas y
del exterior. La Fundacin Casa de las Letras que lleva el nom-
bre de este insigne yaracuyano, conjuntamente con el Centro Ex-
perimental de Talleres artsticos (CETA) ha publicado los ttulos
Retratos y guras, Los ciclos de los dioses y El agujero de la serpiente,
compilacin de trabajos dispersos e inditos, bajo la responsabili-
dad de Orlando Barreto.
ORLANDO ARAUJO (Calderas, 1928-1987)
Intelectual, economista y escritor venezolano. En 1958, se incor-
por a la docencia en las facultades de Economa y Humanida-
des de la Universidad Central de Venezuela y en 1969 asumi
la direccin de la Escuela de Letras de dicha institucin. En la
dcada de 1960 fue un activo militante de la izquierda y gur
entre los redactores de El Venezolano y otras publicaciones anes.
La bibliografa de Orlando Araujo consta de 30 ttulos. La varie-
dad extensin y calidad de su obra le conere rango de polgrafo.
Entre sus ensayos cabe destacar Lengua y creacin en la obra de
Rmulo Gallegos (1955, 1977 y 1984) publicado en el apogeo de la
dictadura perezjimenista y el cual fue considerado por el propio
Gallegos como el mejor trabajo escrito sobre su obra. En 1972
gan el Premio Municipal de Prosa por Narrativa venezolana con-
tempornea. En 1975 gan el Premio Nacional de Literatura por
Contrapunteo de la vida y de la muerte: ensayo sobre la poesa de Al-
berto Arvelo Torrealba (1974). Produjo literatura infantil con libros
como Los viajes de Miguel Vicente Pata Caliente (1977).
WILFREDO BOLVAR (El Tigre, estado Anzotegui, 1958)
Escritor, cronista, fotgrafo, audiovisualita y publicista. Licencia-
do en Comunicacin Social por la Universidad Catlica Cecilio
334
RNC
Acosta, maestra en Historia de Venezuela de la UCLA (Lara) y
Diplomado del Cronista (UPEL Carabobo). Entre sus publicacio-
nes destacan: Araure una historia para la Historia (1984), Reperto-
rio acarigueo (1986), Jos Antonio Pez: de Araure naci para morir
acarigueo (1987), Apuntes para la historia del agua (1999), Araure
era un cuento de Navidad (1999), El cronista en Venezuela (2002),
De un grano muchos granos (2003), La batalla de Araure da a da
(2004), Acarigua:100 aos crnica e imagen (2005), Ocio de cronista
(2007), Acarigua testimonios en el tiempo (2008), El cumpleaos de
Bolvar en Araure (2009). Es Cronista Ocial del municipio Araure
(Portuguesa) desde 1986; presidi pos dos perodos (199-2003) la
Asociacin Nacional de Cronistas Ociales de Venezuela (Ancov);
cre el primer Diplomado del Cronista en Venezuela y desde el
2004 es Archivero Nacional de la Asociacin de Cronistas Vene-
zolanos.
BERNARDO BRICEO MONZILLO (Valera, estado Trujillo, 1948-1997)
Estudi en esa ciudad y en Mrida, donde curs bachillerato y se
licenci en Geografa (Universidad de Los Andes). Es diploma-
do en Planicacin Regional (CEPAL- ILPES- ONU, Santiago de
Chile) y doctor en Geografa e Historia (Universidad de Sevilla).
En la actualidad es profesor de la Escuela de Arquitectura de la
Universidad de Los Andes. Ha sido colaborador ocasional de dia-
rios y revistas regionales y nacionales. Membranza de los montes es
su nico libro.
ARTURO CARDOZO (Betijoque, estado Trujillo 1920-1999)
Abogado de la Repblica y profesor de Historia en la Universidad
Central de Venezuela; presidente de la Sociedad de Historiadores
Latinoamericanos y del Caribe, Captulo Venezuela; ha sido uno
de los hijos de esta tierra que desde Caracas, ha luchado por su
terruo; autor de varios libros donde dene muy bien la socio-
loga, poltica y psicologa del trujillano y de todos los andinos:
Sobre el Cauce de un Pueblo, 1963; Proceso Histrico de Venezuela,
1986 en cuatro tomos; Proceso de la Historia de los Andes Venezola-
nos, primera edicin 1967 y sobre el mismo tema la publicacin
aumentada de 1993. Investigador de Historia. Electo senador por
335
RNC
el estado Trujillo, bajo la bandera del Partido Comunista de Ve-
nezuela y los dems miembros del Polo Patritico.
RAFAEL RAMN CASTELLANOS (Estado Trujillo, 1931)
Historiador, crtico de literatura e historia, bigrafo, ensayista, -
lsofo, periodista, diplomtico, novelista y poeta. Director de la
Gran Pulpera de Libros Venezolanos, Presidente de la Asociacin
de Periodistas de Opinin de Venezuela (APOV) desde 1988.
CARLOS CONTRAMAESTRE (Tovar, estado Mrida en 1933 - 1996)
Mdico, escritor, pintor y poeta. Perseguido poltico durante la
dictadura de Prez Jimnez. Miembro y fundador del grupo El
Techo de la Ballena, autor de la controversial exposicin Homena-
je a la necrolia (1962). De su obra potica puede destacarse: Por
decreto y por sueos de Maximina Salas (1968), Armando Revern,
el hombre mono (1969), Cabimas-Zamuro (1977), La mudanza del
encanto (1979). Escritor experimental, su literatura, sarcstica la
mayora de las veces, trata de impugnar un mundo que no puede
compartir. Desde 1969 es director del Centro Experimental de
Arte de la Universidad de los Andes.
LUIS ALBERTO CRESPO (Carora, estado Lara, 1941)
Autor de una poesa de profundo acento telrico en la que des-
tacan ttulos como Resolana, Si el verano es dilatado, Costumbre de
sequa o Entreabierto, ha compartido su obra literaria con el ejercicio
del periodismo, la crtica, la crnica y el guion literario. Ejerci la
direccin del Papel Literario del diario El Nacional, desde donde
impuls la promocin de nuevas generaciones. Fue presidente de
la Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs Bello, ha recibido
el Premio Nacional de Literatura 2010 y el I Premio Miosotis, en
Npoles, Italia, por su ms reciente libro, Trtola de ms arriba.
LOURDES DUBUC DE ISEA (Valera, 1928, estado Trujillo)
Licenciada en Educacin, Mencin Planicacin Educativa (UCV,
1985). MSC Andragoga (URU, 1987). Es profesora Instruc-
tor a Tiempo Convencional en el Centro de Ecologa de Bocon
(ULA-NURR). Se desempea tambin como Cronista Ocial del
336
RNC
Municipio Bocon (Ad honrem). Fundadora, Asesora y/o Coor-
dinadora de varias ONG del municipio Bocon: Accin Social,
Ateneo, Centro de Servicios Campesinos Tiscachic, Asociacin
Civil Elvira Parilli de Senior. Pertenece a Asociacin de Profesores
de la Universidad de Los Andes, Colegio de Licenciados de Ve-
nezuela, Asociacin Nacional de Cronistas Ociales de Venezuela
(ANCOV), Asociacin de Cronistas Ociales del Estado Trujillo
(ACOMET). Algunas de sus obras publicadas son: Romera por el
Folklore Bocons. Universidad de Los Andes. Ediciones del Recto-
rado. Mrida. Eusebio Baptista: una semilla en el aire. Euroamrica
Impresores, Mrida, 1968, Bolvar, Periodista. INCIBA, Caracas
Homero Leonardi, Patrimonio del Viento.
EDUARDO GIL (Niquitao, estado Trujillo, 1943)
Director y docente teatral. Se forma como actor y director en
el Teatro Universitario de la UCV bajo la direccin de Nicols
Curiel. Licenciado en Letras (UCV), estudi en Francia en el Cen-
tro Universitario Internacional de Formacin y Bsqueda Teatral
de la Universidad de Nancy, dirigida por Michelle Kokosowski
en los aos 70. Es el fundador del Taller Experimental de Teatro.
Es un conferencista y asesor de proyectos culturales en distintas
instituciones del pas en el rea de las artes escnicas. Ha escrito
y publicado en distintas revistas y peridicos. Es Premio Nacional
de Teatro (2001) por su contribucin como pedagogo y creador al
desarrollo del teatro de vanguardia en Venezuela.
AURELIANO GONZLEZ (Bocon, estado Trujillo, 1909)
Habla de s mismo como de un muchacho de mandado; acom-
paante de seoras y seores andinos, jugador, preso comn y
poltico, sastre, comerciante y empleado pblico, amigo de nota-
bles polticos con quienes comparti la lucha clandestina durante
la dictadura de Juan Vicente Gmez y la posterior formacin de los
partidos democrticos y tambin amigo de escritores y artistas.
Mantiene un referente andino-trujillano de conducta y de visin
que no ha declinado desde su primera incursin en la letra impresa
publicada en el primer nmero de la revista Fantoches, en 1936,
hasta sus posteriores publicaciones en el diario El Nacional.
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ADRIANO GONZLEZ LEN (Valera, estado Trujillo 1931-2008)
Escritor y poeta venezolano, conocido por sus cuentos y novelas,
especialmente Pas Porttil y Viejo. Fue corresponsal del diario El
Nacional en la zona andina y ya graduado de abogado en la Uni-
versidad Central de Venezuela (UCV), donde adems fue profesor
de literatura, fund con Guillermo Sucre, Edmundo Aray, Rodolfo
Izaguirre, Efran Hurtado y otros el grupo Sardio, que edit una
revista del mismo nombre que difunda escritores de todo origen
y de gran compromiso poltico. Ms tarde, colaborara con revis-
tas como Letra Roja y El Techo de la Ballena. El Nacional tambin le
dio el premio del Concurso Anual de Cuentos de 1956 por El lago.
Adems public Damas (1979), De ramas y secretos (poesa, 1980),
El libro de las escrituras (serigrafas de Marco Miliani; Ediciones de
Galera Durban-Arte Dos, Caracas-Bogot, 1982), Solosolo (1985),
Linaje de rboles (Caracas, 1988) entre otros.
DANIEL ALBERTO LINARES (Estado Trujillo, 1980)
Docente y trabajador sociocultural en las reas de literatura, artes
escnicas y medios audiovisuales. Actualmente trabaja como es-
pecialista en gestin cultural. Autor de las novelas: Mujer de tiza
(ganadora del Concurso de Autores Inditos de Monte vila Edi-
tores 2010), La or y sus apstoles (Premio Nacional de Literatura
Stefania Mosca 2011).
SOL LINARES (Escuque, estado Trujillo 1978)
Egresada en Castellano y Literatura por la Universidad de Los
Andes (ULA), es narradora y poeta. Ha publicado Cuentafarsas
(2010), y Percusin y tomate. Cuenta con diferentes premios rela-
cionados con la literatura.
CELSO MEDINA (Cuman, estado Sucre, 1954)
Profesor del Instituto Pedaggico de Maturn desde 1984. Egres
como licenciado en Educacin Mencin Castellano y Literatura de la
Universidad de Oriente, en 1983. Obtuvo la Maestra en Literatura
Latinoamericana, en la Universidad Pedaggica Experimental Liber-
tador, Ncleo Maracay y el Doctorado en Filologa Hispanoamerica-
na en la Universidad de Salamanca. Fue fundador de la Biblioteca de
Temas y Autores del Estado Sucre y se desempe como su primer
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Secretario Ejecutivo. Fue director de Cultura del Estado Sucre. Diri-
gi la revista Clice. Autor de los libros de poemas Oleaje, Misterios
gozosos y Epgrafes para el ave de la sed y de los libros de ensayos Ssifo
entre nosotros, La literatura frente al pesimismo e Historia y novela en
Denzil Romero.
DOMINGO MILIANI (Venezuela, 1934)
Vivi en Chile como embajador de Venezuela. Entre sus obras se
encuentran: Cristbal Coln entre el Paraso y el Inerno, El pensa-
miento americanista de Mariano Picn Salas y De dnde venimos y ha-
cia dnde vamos: Breve contribucin al desconcierto. Miliani tambin
ha colaborado en obras colectivas como:Simn Rodrguez: el hombre
entre la historia y la ccin, Manuel Daz Rodrguez, Quinientos aos de
Amrica: descubrimientos, encuentros y desencuentros,Lo fantstico en
Cristbal Coln, Los tres clavos y Pretextos,entre otras.
ANTONIO PREZ CARMONA (Escuque, estado Trujillo 1933-2006)
Periodista, investigador de la historia indgena y crtico de arte,
aborda con frescura y originalidad la poesa, el cuento, la novela,
el ensayo y la crnica. Desde muy joven se incorpora a las luchas
sociales de su pas, por lo que sufre prisin y torturas al nal de la
dictadura de Marcos Prez Jimnez. Luego de unirse al movimien-
to insurreccional de la dcada de los sesenta, se exilia en Espaa.
Entre sus libros destacan los poemarios De la nostalgia (1983) y De
la guerra y la ternura (2005); las novelas Paula (1986) y Cambises
(1998); los relatos Hombres y tierra mgica (1982) y Muerte por agua
(2005), as como los ensayos Los cuicas y sus herederos poticos (1979)
y Viaje por la poesa venezolana y el orbitar universal (2004), cuyo se-
gundo tomo dej indito.
BLAS PEROZO NAVEDA (Estado Falcn, 1943)
Ha ejercido como profesor de la Universidad de Los Andes. Ha
publicado los libros: Can (1969); Babilonia (1971); Maracaibo City
(1983); Mala fama (1988); Mala lengua (1989); El ro, el rayo (1993).
Se adscribe a una generacin posterior del grupo Apocalipsis de
Maracaibo. Para romper con ellos, su poesa toma aliento de la poe-
sa Beatnik, y de los poetas venezolanos de ms reciente aparicin,
Caupolicn Ovalles y Vctor Valera Mora.
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PEDRO RUIZ (Valera, estado Trujillo, 1953)
Poeta y cronista. Director de Cultura del Gobierno Bolivariano de
Trujillo (2000-2008). Fundador y director general de la Bienal Na-
cional de Literatura Ramn Palomares (2001-2007). Fundador y
director del Fondo Editorial Arturo Cardozo (2001-2008). Ha pu-
blicado en crnica: La memoria de Aragua, volmenes I y II (1990-
1992); Palo Negro ayer y hoy (1992); Artesana y arte popular de
Aragua (2000); Otilio Galndez, un poeta que canta la patria (2006);
Ramn Palomares. Habitando el reino (2007); Dos poetas que cantan
la patria: Ramn Palomares y Otilio Galndez (2007). En poesa: Con
el ro a la espalda (1985); Estacin posible (1995); Campesino (2000).
OSCAR SAMBRANO URDANETA (Bocon, 1929-2011)
Escritor, ensayista y crtico literario, especializado en la vida y
obra de Andrs Bello. Estudi en el Instituto Pedaggico Nacio-
nal y en la Universidad Central de Venezuela, donde se gradu
como doctor en Literatura. En la dcada de 1940, Urdaneta fue
designado como miembro del grupo a cargo de la seleccin de
las obras completas de Andrs Bello. Desde entonces, se involu-
cr en el mundo literario, admirando y acercndose a la obra de
Bello. Fue director de la Fundacin Casa Nacional de las Letras
Andrs Bello. A partir de 1977, y por ms de 20 aos, fue jefe de
redaccin de la Revista Nacional de Cultura (1959-1963) y director
de colecciones como la Biblioteca Popular Venezolana y la revista
Tricolor, tambin fue miembro del consejo consultivo de Biblioteca
Ayacucho y de la editorial Monte vila Editores. Fue presidente
del Consejo Nacional de la Cultura (Conac), Desde 2006 fue di-
rector del programa de televisin Valores por Vale TV.
RAMN A. TOVAR L. (Puerto Cabello, estado Carabobo, 1923)
El maestro Ramn Tovar es Individuo de Nmero de la Academia
Nacional de la Historia, impulsor de una nueva corriente en la En-
seanza de las Ciencias Sociales que se denomina la Geohistoria
cuyo sustento radica en estudiar el presente desde el pasado bajo
una perspectiva en el tiempo que se explica en el contexto socio-
poltico de la realidad del pas en un momento histrico dado.
Ramn Tovar es Profesor Emrito del Departamento de Geografa
e Historia del Instituto Pedaggico de Caracas, ha contribuido
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con ms de cincuenta aos de productiva labor docente-investiga-
tiva a la educacin del pas, ha desarrollado y creado una escuela
de hombres y mujeres que han emulado su trabajo creador en la
bsqueda de una enseanza activa que se sustente en la forma-
cin de un hombre crtico y consustanciado con su medio. El
mayor nfasis se dirige a crear nuevas formas pedaggicas para la
enseanza de la geografa, teniendo siempre por delante el con-
cepto de integracin de las Ciencias.
FANNY UZCTEGUI (Bocon, estado Trujillo, 1932-2012)
Poeta, promotora de cultura del Ateneo de Bocon durante varios
aos. Actualmente se desempea como Coordinadora de Cultu-
ra del Museo Trapiche de los Clavos, de Bocon. Su obra litera-
ria comprende: Poemas para nios (Caracas / Ejecutivo del Estado
Trujillo, 1959), Florecitas navideas, en Tricolor (No. 206, Ca-
racas 1969), Seora Lucirnaga, en Otras pginas para imaginar
(Caracas, Fundacin Festival del Nio, 1971), Declogo conser-
vacionista, en Natura (Caracas, La Salle, 1983), Cocuyo farolero
y otros poemas, en Frontera (1984), El estanque y la ronda (Mri-
da, CODEPULA, 1985). En el 2007, el Centro Nacional del Libro
(Cenal) le otorga el 4to. Premio Nacional de Literatura Infantil por
su libro Piapoco.
GREGORIO VALERA-VILLEGAS (Bocon, estado Trujillo, 1958)
Filsofo, escritor y profesor de Filosofa de la Educacin de la
Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Simn Ro-
drguez. Fue investigador del Centro de Estudios Latinoamerica-
nos Rmulo Gallegos. Miembro del Programa de Promocin del
Investigador (PPI-3) y del Programa de Estmulo del Investigador
(Nivel C) del Ministerio de Ciencia y Tecnologa.
RAL ERNESTO BLANCO ZAMBRANO (Caracas, D.C., 1962)
A sus diecisis aos se hizo militante revolucionario del MRT
(Movimiento Revolucionario de los Trabajadores). Responsable
del Frente Estudiantil en la organizacin y el 14 de febrero de 1980
es herido de bala en el liceo Manuel Palacios Fajardo del 23 de Ene-
ro por huelga estudiantil a favor de los presos polticos. Comenz
a escribir en 1980, caracteriza la poesa del pueblo con la guerra
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del pueblo venezolano, vive desde entonces en Bocon y estudi en
Mrida. Ha publicado poemas en antologas y revistas del pas. Su
proyecto editorial es indito: Piedra de querubines; Nada te pertene-
ce (poesa) y otros.
OCTAVIO GONZLEZ (Bocon, estado Trujillo, 1962)
Licenciado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad
de Los Andes. Curs estudios de postgrado en la Universidad de
Salamanca (Espaa). Poeta y narrador, mantiene una larga lista
de ttulos inditos (poesa, cuentos, novela y ensayos). Ha publi-
cado: Los vastos dominios (1991), El poeta desconocido (2009) y El
ornitorrinco que quera ser escritor (2012). Por igual ha publicado
ensayos en diarios, revistas y Actas de Congresos, as como di-
versos catlogos de exposiciones para galeras y museos donde ha
incursionado en la crtica de arte. Como pintor, ha expuesto en
Venezuela y Espaa; como msico, se encuentra grabando en la
actualidad su primera produccin discogrca.
JUAN AGUSTN CANELONES ARTIGAS (Bocon, estado Tru-
jillo, 1965)
Egresado de la Escuela de Letras y Educacin por la Universidad
de Los Andes. Docente en la actualidad en la Escuela Bolivariana
Miticuncito NER 236, Bocon. Ha publicado Santuario (poesa) y
en proceso: La lengua de los olvidados (poesa).
BENIGNO JOS BARAZARTE (Bocon, estado Trujillo, 1979)
Promotor Cultural por la Coordinacin Trujillana de Cultura (del
estado Trujillo). Promotor de lectura y talleres de creacin literaria
por la Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs Bello (Cara-
cas). Estudiante de Castellano y Literatura (en situacin de Grado)
por la Universidad de Los Andes NURR-TRUJILLO. En su haber
indito Vestida de Kalshnikov (poesa).
ISAAS CAIZLEZ NGEL (Bocon, estado Trujillo, 1973)
Premio Nacional de Poesa Fernando Paz Castillo 2010. Premio
Municipal de Poesa del estado Trujillo 2003. Magster en Estudios
Culturales de la Universidad ARCIS de Santiago de Chile (Grado
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de Excelencia-2010). Licenciado en Letras, mencin Lengua y
Literatura Hispanoamericana y Venezolana de la Universidad
de Los Andes (Cum laude 2002). Fue Investigador de Casa de
Las Amricas, La Habana, Cuba. Exprofesor del Programa en
Comunicacin Social de la Universidad Bolivariana de Venezuela
(UBV). Profesor invitado al Postgrado de la Escuela Superior de
Guerra rea, Fuerte Tiuna, Caracas. En poesa, Ceremonia de lo
adverso (2003); Profanaciones y derrotas (2010); Las ruinas de la
casa (2010); Las buenas razones (2011); Cuaderno palestino (2012);
y, La Tierra & El Fuego (2013). En ensayo, es autor de De los magos
estudio crtico de la narrativa breve cubana de los aos sesenta (2002);
Verano en Pekn: Crnicas de otro viaje.
ELAS PINO ITURRIETA (Bocon, estado Trujjillo, 1944)
Doctor en Historia por El Colegio de Mxico, Individuo de N-
mero de la Academia Nacional de la Historia, Profesor Titular de
la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Catlica
Andrs Bello. Actualmente es Director del Instituto de Investiga-
ciones Histricas de la Universidad Catlica Andrs Bello. Fue
Decano de la Facultad de Humanidades y Educacin de la UCV
y Presidente de la Fundacin Centro de Estudios Latinoamerica-
nos Rmulo Gallegos. Ha sido investigador visitante en El Colegio
de Mxico, coordinador de Seminario en la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos de Sevilla y conferencista en la Universidad
de Georgetown, Bonn y El Colegio de Jalisco. Entre sus ms re-
cientes publicaciones destacan: El divino Bolvar; Contra lujuria,
castidad; Pas archipilago: Venezuela 1830-1845; Las ideas de los pri-
meros venezolanos; Fueros, civilizacin y ciudadana; Positivismo y go-
mecismo; Venezuela metida en cintura; Nada sino un hombre; Ideas y
mentalidades de Venezuela; Ventaneras y castas, diablicas y honestas;
y La independencia a palos.
ANA ENRIQUETA TERN (Valera, estado Trujillo, 1918)
En 1989 la Universidad de Carabobo le otorga el Doctorado Hono-
ris Causa en Educacin, este mismo ao es merecedora del Premio
Nacional de Literatura. Domina el verso libre, los sonetos, los terce-
ros, las dcimas, entre otras, creando paisajes de la interioridad, un
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RNC
universo potico con la palabra, donde visiona los dictados de su ser
primario en fuego y noche. Una de las mujeres de mayor relevancia
en Venezuela y considerada la poeta viva ms importante del pas.
Fue homenajeada en la 4 edicin del Festival Mundial de Poesa,
Venezuela 2007.
CAROL TERN (Valera, estado Trujillo, 1975)
Licenciada en Educacin mencin Castellano y Literatura (ULA-
NURR). Magster en Docencia para la Educacin Superior (UNERMB),
Maestrante en la Maestra de Literatura Latinoamericana (ULA
-NURR); Doctorante en el doctorado de Ciencias de la Educacin
(UNERMB). Docente de Servicio Comunitario (UNESR), Miembro
activo del Centro de Investigaciones Lingsticas y Literarias Mario
Briceo Iragorry. Ponente y conferencista en varios eventos regiona-
les, nacionales e internacionales.
DAVID CORTS CABN (Arecibo, Puerto Rico, 1952)
Poeta y crtico perteneciente a la dispora puertorriquea, es una
de las voces ms caractersticas de la poesa caribea contempo-
rnea. En 2006 fue invitado al III Festival Mundial de Poesa de
Venezuela. Ha publicado: Poemas y otros silencios (1981); Al nal
de las palabras(1985);Una hora antes(1991);El libro de los regresos
(1999); Ritual de pjaros (2004). Recientemente ha publicado en
Monte vila Editores Latinoamericana, Islas. Sus poemas y re-
seas literarias han aparecido en revistas de Estados Unidos, M-
xico, Venezuela, Espaa y Puerto Rico.
FRANCISCO PREZ PERDOMO (Bocon, edo. Trujillo, 1930-2013)
Poeta y crtico literario, form parte de los grupos Sardio (1958),
Tabla Redonda (1959) y El Techo de la Ballena (1961). Fue distin-
guido con el Premio Nacional de Literatura en 1980. Su obra po-
tica comprende: en poesa: Fantasmas y enfermedades (1961); Los
venenos eles (1963); La depravacin de los astros (1966); Huspedes
nocturnos (1971); Ceremonias (1976); Crculo de sombras (1980); Los
ros secretos (1988); El sonido de otro tiempo (1991); Tambin sin es-
pacio (1996); El lmite innito (1977); La casa de noche (2001); An-
tologa mnima (2003).
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JULIO BORROM (Valera, estado Trujillo, 1970)
Poeta, ensayista y promotor cultural. Curs estudios de Lenguas
y Literaturas Clsicas en el ncleo de Mrida de la Universidad
de Los Andes. Ha colaborado como articulista en diversas revis-
tas y peridicos. Ha publicado tres poemarios: Tiempo de pja-
ros dormidos (2002), Camisa de plumas (2004), Desnuda te ves ms
alta (2007); y dos libros de ensayos: Salmos al exilio (ganador del
concurso Certamen de las Artes y las Letras convocado por la
Fundacin Editorial El perro y la rana, 2006) y Escritos desde el
monasterio (De libros, lectores y cultura, 2009).
MANUEL BERMDEZ (San Fernando de Apure, 1930-2009)
Profesor de Castellano y Literatura del Instituto Pedaggico de
Caracas (IPC), Individuo de Nmero de la Academia Venezolana
de la Lengua, docente titular jubilado y Doctor Honoris Causa
del IPC.Bermdez trabaj en RCTV por ms de quince aos en
el Departamento de Semitica, y analizaba las telenovelas, espe-
cialmente de Jos Ignacio Cabrujas, as como el ciclo de Rmulo
Gallegos. Entre sus ttulos publicados guran: Tradicin y mesti-
zaje (1974), Cecilio Acosta, un signo en el tiempo (1983), La ccin
narrativa en radio y televisin (1984), Doa Brbara ante la crtica
(1984), Escaneo semiolgico sobre textos literarios (2000) y Enciclope-
dia rstica de personajes insignicantes de Apure (2007).
MARIO BRICEO IRAGORRY (Trujillo, estado Trujillo, 1897-1958)
En 1922 se convirti en Secretario de la Cmara de Diputados
y posteriormente Cnsul de Venezuela enNueva Orleans(1923-
25). En 1927 es nombrado Director de la Escuela de Ciencias Po-
lticas. En 1928, fue designado presidente del estado Carabobo y
Secretario de laUniversidad Central de Venezuela. Mario Briceo
Iragorry se incorpor a la Academia Nacional de la Historia y de la
Lengua en 1932. Briceo desempe tambin la Direccin del Ar-
chivo General de la Nacin (1942-1943), la Gobernacin del estado
Bolvar (1943-1944) y la Presidencia del Congreso de la Repblica
de Venezuela (1945). En 1947, recibi el Premio Nacional de Lite-
ratura por su libro El regente Heredia o la piedad heroica y en 1949
fue nombrado embajador de Colombia. Sus restos fueron llevados
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alPanten Nacionalel 6 de marzo de 1991. Algunas de sus obras
son: Horas(1921); Motivos(1922); Ventanas en la noche(1925); El
Caballo de Ledesma (1951); Los Riberas (1957); La hora undcima
(hacia una teora de lo venezolano)(1956); Mensaje sin destino (1951).
PEDRO FRAILN(Valera, estado Trujillo, 1963)
Profesor Asociado de la Universidad Valle del Momboy. Direc-
tor de Biblioteca y Publicaciones. Director de la revista Arbitra-
da Momboy. Profesor de Historia Poltica y Constitucional de Ve-
nezuela, y de Filosofa del Derecho. Miembro Correspondiente
del Centro de Historia del estado Trujillo. Articulista del Diario de
los Andes, Los Domingos en la Pgina; Venezuela: Historia y Poltica.
Conductor del Programa de Radio Cuarto Poder, todos los das de
6:50 am a 7:50 am, de lunes a viernes, por Radio Tiempo FM 91.5.
Egresado en Ciencias Polticas, estudios de Postgrado en Teologa.
Maestra en Literatura Latinoamrica.
RAFAEL JOS ALFONZO (Coro, estado Falcn, 1949)
Ha sido distinguido con importantes premios nacionales; entre
los que se destacan: Premio del Concurso de Poesa de las Univer-
sidades Nacionales (Direccin de Cultura UCV), Premio II Bienal
de Narrativa Rmulo Gallegos (Ateneo de El Tigre), Premio de
Poesa de la Contralora General de la Repblica, Premio Muni-
cipal de Literatura (Poesa), Caracas, Premio del Concurso Anual
de Cuentos del diario El Nacional y el Premio de Poesa de la Casa
de la Cultura de Maracay. Errantes y Sitiados (1987), Morir en los
bordes de Enero y otros relatos (1992), El laberinto y la pena- Ensayo
sobre la cuentstica rulana (1992), La metamorfosis de lo idntico-
ensayos sobre poesa y narrativa latinoamericana (1994), Arcanos
(1992), Juglara (1998) y Memoriales del verano (2001), constituyen
algunas de sus obras publicadas.
YHERDYN PEA (Valera, estado Trujjillo, 1976)
Licenciado en Educacin Mencin Historia y Geografa (ULA-NURR).
Maestrante en la Maestra de Docencia en Geografa y las Ciencias de la
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Tierra (ULA-NURR). Coordinador-Fundador del Taller de Historia Abya
Yala (NURR -ULA). Miembro activo del Centro de Investigaciones Lin-
gsticas y Literarias Mario Briceo Iragorry. Ponente y conferencista
en varios eventos regionales, nacionales e internacionales. Coordina-
dor (E) del Centro de Historia del Estado Trujillo (Casa de la Procla-
ma de la Guerra a Muerte).
OVIDIO MARN VALENZUELA
Escritor cuentacuentos, uno de los investigadores de los Mo-
moyes, leyenda de origen mitolgico, algunas de sus obras son:
Huella, Momoyes tallas y cuentos. Coordinador del centro de His-
toria del Estado Trujillo. En mayo de 2013 present su exposicin
fotogrca Crnicas de Bocon, cuentos, retratos y miradas como
parte de los actos especiales previos a los 450 aos de la funda-
cin de Bocon.
EUSEBIO BAPTISTA (Bocon, estado Trujillo, 1914-1945)
Fue jurista, poeta, educador y hombre de gran condicin humana.
Recibi el ttulo de doctor en Ciencias Polticas en la Universidad
Central de Venezuela en 1941, con la tesis doctoral titulada Con-
sideraciones sobre la eutanasia, problemas morales y judiciales.
Eusebio Baptista en su labor jurdica y social contribuy a la fun-
dacin, en 1936, de la Unin de Obreros y Artesanos de Bocon.
Se destac como escritor, cultivando especialmente el ramo de
la poesa cuya profusa creacin fue recogida, por la cronista de
Bocon Lourdes Dubuc de Isea. En1960, se honra su memoria
en el estado Trujillo con la fundacin de la escuela granja (actual-
mente Escuela Tcnica Agropecuaria) Dr. Eusebio Baptista, cuyo
objetivo es formar bachilleres tcnicos agropecuarios en Ciencias
Agrcolas.
RAMN PALOMARES (Escuque, estado Trujillo, 1935)
Poeta. En 1975 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su
libro Adis Escuque; en 2006 resulta ganador del Primer Premio
Internacional de Poesa Vctor Valera Mora; y en 2010 del Premio
Iberoamericano de Literatura, en 1958 se gradu como profesor
de Castellano y Literatura en el Instituto Pedaggico de Caracas.
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Tambin se licenci en Letras por la Universidad de Los Andes, de
la que fue profesor titular de Literatura y de la cual est jubilado.
En 1958 publica su primer libro de poemas: El Reino. Por esta
poca forma parte de Sardio. En 1963 se suma al movimiento es-
ttico El Techo de la Ballena, y participa como editor de la revista
Rayado sobre el Techo. En 1964 se publica su poemario Paisano.
Palomares edita ese mismo ao El ahogado, un poema con foto-
montajes de Mateo Manaure. En 1965 obtiene el Premio Munici-
pal de Poesa de Caracas por Paisano, y publica Honras fnebres.
En 1967, en conmemoracin del Cuatricentenario de Caracas, Pa-
lomares publica el poema Santiago de Len de Caracas. En 1975
es reconocido con el Premio Nacional de Literatura por su obra
Adis Escuque. En 1991 se le rinde homenaje a su trayectoria en
la Primera Bienal de Literatura Mariano Picn Salas. En 2001 le
es concedido el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de
los Andes.
VCTOR VALERA MORA (Valera, estado Trujillo, 1935-1984)
Poeta perteneciente a la Generacin del 58. En 1956 obtiene el
ttulo de bachiller en Filosofa y Letras en el liceo Santa Mara de
Caracas. En 1961 se grada de socilogo en la Universidad Cen-
tral de Venezuela. Ese mismo ao se realiza una edicin artesanal
de su primer libro Cancin del soldado justo. Comparte con los
poetas Caupolicn Ovalles, ngel Eduardo Acevedo y Luis Ca-
milo Guevara como miembro del grupo literario La Pandilla de
Lautramont. En 1969 trabaja en la Direccin de Cultura de la
Universidad de Los Andes. Dos aos despus, publica Amanec
de bala. En 1972 aparece Con un pie en el estribo. En 1979 publi-
ca 70 poemas stalinistas, libro con el que gana el Premio de Poe-
sa del Consejo Nacional de la Cultura en 1980. Por cinco aos
(1976-1981) se desempea como promotor cultural del Consejo
Nacional de la Cultura (Conac). Diez aos despus de su muerte
aparece Del ridculo arte de componer poesa, publicacin pstu-
ma que recoge la produccin potica de Valera Mora entre 1979 y
1984. En 2002 Fundarte publica sus Obras completas.
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OSCAR PREZ CRISTANCHO (Rubio, estado Tchira, 1948)
Cronista e investigador. Del 2000 a 2010 fue representante ante
la Asamblea Nacional por el estado Trujillo. Ha publicado Estos
comuneros, estas comuneras(2011. Ediciones TrincheraValera-Ve-
nezuela) y Casualidades de la vida (en imprenta).
PEDRO LUIS HERNNDEZ (Mxico, 1949)
Poeta. Nace entre la frontera de Guatemala y Mxico. Debido a la
azarosa situacin de Guatemala sus padres se exilian en Mxico.
En 1958 obtiene la nacionalidad venezolana.