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Dolors Oller
INTRODUCCIN: PEDAGOGA DE LA INTERIORIDAD ................................................ 2. EL QU Y EL CMO DE LA INTERIORIDAD ............................................................ 4. UNA MUESTRA DEL DILOGO FINAL ..................................................................... 3. APROXIMACIN IGNACIANA A LA INTERIORIDAD ...............................................
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NOTAS ................................................................................................................................
Este cuaderno cuenta con la colaboracin de la Direcci General d'Afers Religiosos del Departament de Governaci i Relacions Institucionals
Edita CRISTIANISME I JUSTCIA Roger de Llria, 13 08010 Barcelona Tel: 93 317 23 38 info@fespinal.com www.cristianismeijusticia.net ISBN: 978-84-9730-311-8 ISSN: 2014-654X ISSN (ed. virtual): 2014-6558 Depsito Legal: B-4.057-2013 Imprime: Ediciones Rondas S.L. Marzo 2013
La Fundacin Llus Espinal le comunica que sus datos estn registrados en un fichero de nombre BDGACIJ, titularidad de la Fundacin Llus Espinal. Solo se usan para la gestin del servicio que le ofrecemos y para mantenerle informado de nuestras actividades. Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificacin, cancelacin y oposicin dirigiendose por escrito a c/ Roger de Llria 13, Barcelona.
Este Cuaderno es fruto del deseo de sinergia entre la Fundaci Jesutes Educaci, EIDES (Cristianisme i Justcia) y la Cova de Sant Ignasi de Manresa. Las tres instituciones decidieron aunar esfuerzos para ofrecer conjuntamente una atencin especial a la adolescencia y la juventud, fomentando en ellos el proceso de crecimiento en la fe y la iniciacin en el no fcil camino de la interioridad. Todo ello se ha concretado en: Ofrecer pedagogas para suscitar la interioridad, el silencio, el autoconocimiento... (con ejercicios de expresin corporal, danza, relajacin, silencio, reflexin...) de manera que los adolescentes experimenten la alegra del descubrimiento del misterio de lo Transcendente en el propio corazn y en el corazn de la vida, no obviando, sino encajando, las rupturas propias y ajenas que se producen durante su proceso de crecimiento.
Y todo ello vinculado al lugar santo de la Cova de Sant Ignasi en Manresa, donde Ignacio se encontr con el Seor Jess, con la misma inmediatez con la que un amigo habla con otro amigo.
Fomentar el estudio terico de la pedagoga de la interioridad para adolescentes y jvenes, participando en los frums de reflexin sobre el tema, convocando un seminario de expertos y dedicando una especial atencin a la formacin de pedagogos de la interioridad, una interioridad que, en la estela de Ignacio, slo ser vlida si se conjuga con la exterioridad.
Como previo a este proyecto, las tres instituciones vinculadas a la Compaa de Jess convocaron en la sede de Cristianisme i Justcia una jornada sobre el tema. Este Cuaderno recoge las tres breves ponencias provocativas y el dilogo posterior que se produjo, y que hemos recogido en el ltimo apartado.
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La sinergia entre las tres Instituciones ha llevado ya a una reformulacin del Proyecto Casal Llus Espinal, del que se puede encontrar una primera informacin en www.casallluisespinal.cat, pero que est abierto a nuevas sugerencias y modificaciones, ya que nos encontramos ciertamente ante una realidad compleja y cambiante. Esta propuesta se ha includo en las ltimas pginas de este cuaderno. Francesc Riera i Figueras, sj. President de la Fundaci Llus Espinal - Cristianisme i Justcia Director del Centre Internacional dEspiritualitat Cova de Sant Ignasi
A la hora de hablar de la interioridad, seguramente son mucho ms importantes las preguntas que las respuestas.
Tenemos que empezar, pues, con una actitud de interpelacin: El inters moderno y postmoderno por la interioridad, no participa de un flujo poderoso que lleva a centrar el yo en s mismo y que desemboca en un yo con pocos vnculos, por ms que los humanismos cristianos siempre nos empeemos en ligarlo al otro? El inters por la interioridad y las prcticas asociadas no son una especie de mentiras romnticas? Qu decir de los planteamientos que asocian experiencia espiritual a actividad emocional y plantean el trabajo de la interioridad como un tobogn hacia la fe? Puede la experiencia de Dios ser el resultado de la aplicacin de tecnolo-
El inters por el mundo interior es un signo de los tiempos. Hoy hay muchas iniciativas cualificadas que de una manera autnoma (independiente de instituciones, corrientes...) se adentran en los terrenos de la interioridad. En este mundo diverso, las tradiciones espirituales, que han sido ricas en el cuidado de la interioridad (entrelazndola con una tica, una esttica y unas cosmovisiones), tienen el reto de decir una palabra propia, humilde. Una palabra que no es fcil, porque el
gas del yo (interiorizacin) o de metodologas? Si queremos velar por la interioridad, no habra que dejar a un lado tanta lgica de la actividad y la fortaleza y dar paso a una sabidura de la pasividad y la debilidad?
contexto actual es muy distante de aquel en el cual se originaron. Velar por el mundo interior se ir haciendo ms y ms urgente, y ser una demanda creciente. Ponerse en esta tarea, saberlo fundamentar, hacer que se integre como un nuevo progreso, que no acabe como una moda pasajera, es todo un reto. El camino ms largo es el camino hacia el interior, escribi Dag Hammarskjld, una persona comprometida en el desarrollo y la paz mundial. Durante aos para cuidarse de la vida interior bastaba con los ritos sociales, las liturgias, las plegarias o el silencio. El ritmo de la vida lo favoreca. Dentro de la gran tradicin cristiana ramos deudores de maestros como Agustn, quien en Las Confesiones se explay en el mundo interior; como Casiano, quien siguiendo a Evagrio, en las Colaciones hizo una diseccin precisa, que despus fue extendida por el monaquismo benedictino; y as podramos seguir con Eckhart, Kempis, Ignacio de Loyola, Teresa de Jess, Juan de la Cruz, Francisco de Sales, etc. La vida familiar, de escuela y de pueblo mantena pequeos gestos, ritos religiosos o civiles, que invitaban al recogimiento, a mirar hacia dentro. Al menos callbamos, estbamos en silencio o pensbamos. El siglo XX fue el siglo de la antropologa y del yo. Teilhard nos dej una propuesta paradjica: centrarse en el yo, descentrarse en el otro, sobrecentrarse en el
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misterio. Aprendimos de la Ortodoxia a compasar la respiracin con la palabra Jess. Hablbamos de la espiritualidad del arte. En Occidente irrumpi la psicologa que abri la conciencia del yo. Del Prximo Oriente nos lleg el sufismo; del Lejano Oriente la sabidura del hinduismo, el budismo y tradiciones como el yoga, el zen y las artes que implican el cuerpo y la mente. De Ramana Maharshi (+1950) recibimos la pregunta persistente de quin soy yo. En Vida Interior y no violencia (1962), Lanza del Vasto, discpulo de Gandhi, haca una propuesta integradora de la vida interior y la prctica externa. Maslow hablaba de las experiencias cumbre con una especie de jerarquizacin de las necesidades (1964). Con Thomas Merton (+1968) se hizo algo accesible la riqueza interior del monaquismo. A partir de la Gestalt, en Darse cuenta (1971) John Stevens propuso numerosos ejercicios que algunos denominaran de interioridad. Las psicologas del cuerpo (bioenergtica, focusing) se difundieron y encontraron muchos desarrollos. En Sadhana (1980), Anthony de Mello empez a hacer escuela en el Occidente cristiano. Ms tarde empezamos a hablar ms de emociones (Goleman, 1996), se difundan muchas intervenciones teraputicas o de desarrollo que integran el cuerpo, las emociones, la mente... Finalmente, la autoayuda penetr en las libreras. Desde la religin, y desde humanismos diversos, la necesidad de velar por la vida interior se ha ido haciendo ms presente en nuestra cultura de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo son pocos los que hablan de interioridad.
Por qu inventamos palabras? Por qu necesitamos el sustantivo interioridad? Tiene inters usar una palabra nueva para referirse a alguna cosa de siempre? La primera vez que o esta palabra fue a Marcel Lgaut. En Interioridad y compromiso (1977) hablaba de la importancia que el compromiso, para que fuese fecundo, naciera de la interioridad. Siguiendo el hilo la encontr en diversos autores franceses (Teilhard, Mounier, Levinas, Merleau Ponty) y tambin algunos centroeuropeos (Kierkegaard, Husserl, E. Stein), hasta llegar a Hegel, quien la usa en relacin con la arquitectura. Antes de estos autores es difcil encontrarla. A pesar de no existir la palabra, la conciencia de la interioridad se ha desarrollado a lo largo de la historia y se ha ido extendiendo de la mano del lenguaje y del arte. La interioridad desde la antigua Grecia (donde la identidad est esencialmente en la exterioridad) ha ido deviniendo interior, a travs de Agustn (quien con las Confesiones escribi el primer diario ntimo de la modernidad), Descartes (quien inventa el yo) o a la psicologa del siglo XX. Hoy la posibilidad de recorrer el mundo interior es mayor que en el siglo XVI. Pero Ignacio de Loyola o Shakespeare recorrieron sus mundos interiores ms que muchos contemporneos nuestros. Las metforas de la interioridad penetran la obra de Shakespeare lingsticamente, imaginativamente y temticamente. Pero posiblemente este nombre madura en el romanticismo y el pietismo protestante centroeuropeo, que escruta en el mundo de los sentimientos y de la
vivencia religiosa ntima ante un mundo catlico que subraya ms la adhesin a la objetividad de la doctrina. Desde finales del siglo XX se difunde esta palabra, y va apareciendo como un concepto filosfico y antropolgico asociado al yo. En Espaa, desde hace unos aos, tambin se habla de ello asociando interioridad a ejercicios psicocorporales, emocionales ms o menos relacionados con la espiritualidad. Sin embargo, en otros pases, a menudo para referirse a estas prcticas, se habla de actividades de toma de conciencia, de espiritualidad (con un sentido a menudo no religioso), y ltimamente de mindfulness, atencin llena o consciente, concepto nuevo que se est extendiendo, con muchas especializaciones, entre ellas el mundo de la educacin y la religin. Con el sustantivo interioridad subrayamos la importancia que la cultura ha dado a la subjetividad, se enfatiza una dimensin de la persona que hoy consideramos muy importante: una dimensin antropolgica autnoma no dependiente de ideologas o creencias, constitutiva de la persona. Es un concepto que tiene la ventaja de ser muy englobante, intuitivo, poco ideolgico, poco tcnico...; y es ms amplio que hablar de emociones, conciencia, subjetividad, alma o espritu. Adems, por un lado, defendemos el yo postmoderno desprotegido frente a un entorno que lo abruma de numerosos ruidos que lo fragmentan y de novedades que amenazan su identidad, o frente a una racionalidad y un empirismo insuficientes. Por otro lado, nos ayuda a concentrar iniciativas para impulsar un crecimiento humano ms integral e ir a fondo en lo que uno emprende.
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En el documento Ser a lescola. Pedagogia i interioritat1, presentado en 2008 en los seminarios sobre interioridad de la Fundaci Jesutes Educaci2, hablbamos de interioridad prestando atencin a los siguientes tems: Es una dimensin antropolgica fundamental de la persona en la cual se dan las condiciones para la subjetividad, la escucha, el sentimiento, la receptividad, la conciencia. Es all donde se da el resultado del consejo de los clsicos: concete a ti mismo! Es el mbito que acoge las diferentes acciones o movimientos no tangibles: sentir, gustar, imaginar, rumiar, querer, asumir, razonar, recordar..., el mbito del sentir y gustar de las cosas internamente. Tambin el del saber sapiencial, donde saber y (de)gustar son muy prximos (diferente del saber del estar informado), el de la ciencia. El mundo interior es all donde resuena lo que recibimos del mundo exterior, es donde pensamos, donde reflexionamos, donde procesamos los impactos que recibimos a lo largo del da, donde sentimos de vez en cuando la indisponibilidad radical de nosotros mismos. Es un lugar para el silencio, donde uno se pone ante s mismo sin defensas, con tanta transparencia como es capaz de tener, donde uno elabora lo que a travs del pensamiento y de los sentidos nos llega.
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Continubamos diciendo: Es el espacio para sentir la individualidad y la libertad, siempre frgil, que nos permite la responsabilidad y el compromiso con nosotros mismos y los dems. La interioridad de la que hablamos no es la de un intimismo cerrado, sino la que afirma siempre un yo y un t, un espacio en el que encuentro al otro, en el que acojo su vida y su misterio... y desde el cual salgo a su encuentro, o un espacio en el que me indigno y reacciono ante la injusticia o el abuso. Interioridad es aquel espacio entre mi yo activo y mi yo profundo. A la vez nos referimos a una realidad no reducible a las emociones o a la inteligencia intrapersonal. Es aquello que nos pasa por dentro y aquello que se nos revela desde dentro. Ms que una cosa, sustantiva, es un mbito: integra cuerpo, pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Por esto a menudo es ms sugerente hablar de espacio o de mundo interior.
1.4. Caminos para descubrir la interioridad y hacerla crecer
Un lugar para unificarnos en un entorno que nos fragmenta. Tambin es un lugar en el que luchamos con nosotros mismos y encontramos emociones que nos duelen, vivencias que abruman, recuerdos que hieren, retos que paralizan, decisiones que exigen.
Cuidar el mundo interior quiere decir crear condiciones para que ste crezca, para que el corazn se ensanche, para que los ojos se abran, para que vivamos desde ms adentro, para ir ms a fondo, para
gustar y saborear ms la vida, para ser ms persona. Pueden ayudar determinadas prcticas fruto de la tradicin y de las ciencias humanas. Hay muchos itinerarios, todos parciales, que pueden ayudar a recorrer y ensanchar el mundo interior. Cada uno debe encontrar el suyo. No todo conviene a todo el mundo ni de la misma manera, recuerda un dicho jesutico. Podemos crecer en el mundo interior enseando a gustar el silencio; haciendo buenas preguntas y yendo a fondo en el pensamiento; educando la forma en que miramos a los dems, a las cosas de cada da, al arte; educando la sensibilidad; aprendiendo a rumiar la vida o lo que leemos o escribimos, en el dilogo y la escucha o en la delicadeza de los pequeos detalles. O haciendo uso de la memoria y de la imaginacin, tan propias de la pedagoga ignaciana. O en la creacin artstica. Tambin lo podemos hacer aprendiendo de las grandes tradiciones religiosas, de la Ortodoxia cristiana o del Oriente, que nos han hablado ms de lo que estbamos acostumbrados en Occidente del cuerpo, de la respiracin, de la atencin y de la concentracin. O tambin aprendiendo aquello que la psicologa moderna nos ha hecho cercano: la toma de conciencia de uno mismo, de las sensaciones, del cuerpo en movimiento expresin corporal, danza, el trabajo de las emociones y de las relaciones. Aprendiendo del mindfulness y de lo que las neurociencias nos aportan para potenciar determinadas prcticas que favorecen la conciencia con la que vivimos. O recorriendo a la ayuda de los especialistas de la psicologa y del crecimiento personal.
Para una persona que se ha adherido a una religin, una buena liturgia, la meditacin silenciosa y la lectura de los textos sagrados son un mbito natural de desarrollo de la dimensin interior. Considero, sin embargo, que un camino privilegiado para ayudar a crecer la interioridad es propiciar el hecho de detenerse a contemplar los gestos de grandeza humana (de amor/generosidad, de libertad, de nobleza, de decir verdad, de perdn, de belleza...), o ante los dramas de dolor, de muerte y de injusticia o ante nuestra pobreza extrema que a veces la vida nos pone delante. De esta interioridad podr nacer el gozo, la paz, la bondad, la compasin, el agradecimiento, la indignacin y el compromiso. Desde siempre la espiritualidad ha considerado el mundo interior en relacin con la prctica religiosa. La espiritualidad propone una cosmovisin, una tica, unos procesos, y, desarrollndose, ejercita la interioridad. No es pensable una espiritualidad sin interioridad. Interioridad y espiritualidad, para un creyente, van estrechamente unidas. Pero para un no creyente pueden corresponder a mbitos diferentes. En una sociedad secularizada, la interioridad se presenta como una dimensin autnoma, que tiene valor por s misma, y que acabar desarrollndose, o no, en una espiritualidad laica o religiosa. La interioridad es un mbito que, en la medida en que se pone en movimiento, toma una direccin, se vuelve espiritualidad. Cuando al cuidado de la dimensin interior le sumamos un sentido (tico,
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esttico, notico), el cuidado de la interioridad se convierte en espiritualidad. En el inicio de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola [1 anotacin] encuentro una posible clave para distinguir interioridad de espiritualidad. El trabajo de la interioridad es:
Un creyente, un no creyente, un estoico o un buscador de sabidura pueden estar interesados. Estamos en el terreno de las tecnologas del yo. Que en este proceso ore vocal y mentalmente, y lo haga no slo para la bsqueda de la sabidura sino:
Todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar [] y de otras espirituales operaciones [] todo modo de preparar y disponer el nima para quitar de s todas las afecciones desordenadas. [EE 1]
nos traslada de las tecnologas del yo al espacio de la espiritualidad, de la fe y de la gracia. Hay un espacio para cada una de estas dos palabras. Tendramos que seguir el esfuerzo apasionado de teorizacin de la experiencia espiritual iniciado en el siglo XVII, proseguirlo con el estudio de lo que aportan las grandes tradiciones que han recorrido estos caminos, para, desde ellas, entrar en contacto con lo que aporta la psicologa de hoy y las nuevas ciencias del cuerpo y la mente. Tambin deberamos profundizar en la interioridad y espiritualidad de la Ortodoxia cristiana, ms comunitarias y estticas, con un nfasis diferente en el yo.
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Para buscar y hallar la voluntad divina en la disposicin de su vida para la salud del nima, se llaman ejercicios espirituales. [EE 1]
Los lmites entre el cuidado de la interioridad y la espiritualidad son difusos. Un ejercicio de hatha-ioga puede ser plegaria para un creyente; la observacin de un cuadro puede ser una profunda experiencia espiritual para un artista; la lectura de poesa puede ser una manera de meditar; la accin de compromiso social puede ser una experiencia de unidad con el otro dentro o fuera de una espiritualidad. Deca Eckhart: Dios est en el fondo del fondo; el cuidado de la interioridad ayuda a ir hacia el fondo de uno mismo. La interioridad es lugar de encuentro con Dios (o el lugar donde resuena el encuentro con Dios presente en el mundo). Y desde la perspectiva cristiana, cuando desde el fondo del fondo miramos a Jess en la cruz antropologa escandalosa es cuando se nos revela nuestra profunda interioridad.
1.6. Qu nos aporta cuidar de la interioridad?
Acabo volviendo a Marcel Lgaut. Con el cuidado de la interioridad, deca l, estamos poniendo condiciones para la libertad, para convertirnos en personas. La interioridad es condicin para ser persona, para avanzar en nuestra propia humanizacin, hacia una vida plena. Una persona con poco cultivo de su interioridad desarrolla poco su personalizacin. Trabajar la interioridad es habitar el propio espacio interior, habitar en uno mismo, o sea, lo contrario a estar fuera de uno mismo. Hemos intuido que tener cuidado explcito de la interioridad tiene que ver con el desarrollo sano de las personas, con ser nosotros mismos y con la felicidad.
El cuidado de la interioridad nos interesar en diversos contextos: en la vida privada, en la familia, en las organizaciones, en las instituciones dedicadas al desarrollo humano, la transmisin de valores, los servicios sociales, etc. En las instituciones con objetivos espirituales y de una manera especial en la educacin, porque es donde se configura la personalidad de muchas personas. En la escuela, integrar el cuidado de la dimensin interior, especialmente a tra-
vs de la palabra (porque la escuela es obrador de la palabra), es urgente. Este cuidado se tiene que hacer, partiendo de la vivencia, dirigido a los alumnos y a los educadores, y se debe incorporar en el proyecto educativo, en la vida de cada da (en el estilo de cmo hacemos lo que ya hacemos, en la forma de ensear, con pequeas prcticas de atencin: silencio, psicocorporales, estticas, etc.) y en momentos especiales que ayuden a ser ms conscientes de ello.
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2. EL QU Y EL CMO DE LA INTERIORIDAD
Xavier Melloni, sj.
Con la palabra interioridad se pretende sealar en los ltimos aos aquella dimensin insustituible e irreductible del ser humano que todas las civilizaciones han cultivado durante milenios, fundamentalmente dentro del mbito de la religin, y que nuestra cultura, despus de aclararla, est redescubriendo ms ac o ms all del marco de las tradiciones religiosas.
sta es precisamente la novedad de nuestro tiempo: el redescubrimiento de este espacio interior del mundo en palabras de Rilke, imposible de apresar, siempre disponible en su inaccesibilidad, que est antes y despus del lenguaje con que lo podemos identificar. En gran parte, la crisis religiosa es una crisis de lenguaje. No se cuestiona tanto lo que dicen sino cmo lo dicen. Qu quieren decir las religiones? Hacia dnde apuntan? Hacia esta dimensin intangible y transcendente, no slo del ser humano, sino de la realidad misma. Esta dimensin ltima se ha personificado en las religiones testas, mientras que en las religiones orientales permanece impersonificada. Esto explica, en parte, la aceptacin que stas tienen en nuestra sociedad secularizada.
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Despus de dcadas de rechazo de un espacio sagrado saturado de palabras y de interpretaciones, se percibe en nuestros contemporneos la sed de esta dimensin. Si bien haba sido denunciada por los Maestros de la Sospecha como un escapismo de la condicin humana y como una alienacin del compromiso con la realidad, los acontecimientos sociales y polticos del siglo XX nos han mostrado que, cuando esta dimensin se niega, aparece una sociedad sin alma y unidimensional. Hablar de interioridad no supone dar un paso atrs, ms o menos nostlgico, sino un paso hacia delante. En qu sentido? Esta recuperacin de lo sagrado o de la dimensin espiritual no comporta la absolutizacin de un lenguaje determinado que nos d seguridad o poder, sino la ca-
pacidad de comprender todos los lenguajes que apuntan hacia esta espaciosidad. Nos desposee a la vez que nos abre. En este sentido, cada vez es ms clara la distincin entre religin y espiritualidad. Las religiones son marcos interpretativos ms o menos institucionales que custodian una determinada experiencia de lo sagrado; la espiritualidad es esta experiencia. Desde los marcos religiosos tradicionales se cuestiona o se sospecha de una espiritualidad (o interioridad) sin religin, mientras que desde muchos mbitos de la cultura secularizada se busca esta dimensin al margen de lo que consideran prisiones o arqueologa. De todos modos no utilizaremos el trmino espiritualidad por dos razones: porque puede contener un dualismo implcito, separando la espiritualidad del cuerpo de otros mbitos de la persona, y porque tiene una connotacin ms religiosa, la cual la hace menos apta para dialogar con la cultura secularizada. En el mundo anglosajn, influido por el budismo, el trmino que ms se utiliza es mindfulness, que podemos traducir por plenitud de conciencia. Interioridad intenta ser una palabra abierta, lo ms neutra posible para no connotarla de parcialidades, de alguna interpretacin que excluya a alguien, sino que suscite el reconocimiento de aquello que cada uno debe indagar, ya que est en juego la calidad de cada existencia y la manera de estar en el mundo. Entendemos por interioridad aquello sin lo cual el ser humano es amputado en su dimensin ms profunda. Es aquello que nos hace conscientes de estar atravesados de infinito. Aquello que, cuando lo descuidamos, nos animalizamos, porque
nos dejamos llevar por los instintos sin ninguna contencin, o nos mecanizamos, convirtindonos en autmatas de la accin. Ahora bien, este retorno de lo sagrado tambin se debe discernir, porque todo es susceptible de degradarse y tenemos la tentacin de apropiarnos de todo. Con el eslogan de la interioridad tambin podramos caer en nuevos dogmatismos, demonizaciones o exclusiones. Por esto nos hace falta estar bien atentos al nuevo espacio que se abre a la vez que necesitamos del legado de sabidura que nos precede en nuestro caso, la tradicin ignaciana para discernir los signos. La polaridad bsica est en si fomenta el descentramiento alabanza (expansin), reverencia (recogimiento), servicio (entrega) [EE 23] o el autocentramiento.
2.2. Los diversos mbitos de la interioridad
La interioridad abre unos espacios que permiten la manifestacin de ms realidad. Hay mucho ms de lo que vemos, sentimos, pensamos o creemos. La vida tiene muchas capas de profundidad y accedemos a ellas a medida que avanzamos en esta profundidad. El cuidado de la interioridad permite otro acceso a lo que nos rodea. En vez de una mirada depredadora, nos ensea a relacionarnos con el entorno de manera ms gratuita. Se trata de transformar la mirada-flecha en mirada-copa: pasar de conquistar a recibir, de exigir a acoger. La paradoja de nuestra sociedad es que nunca
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La interioridad tambin abre un espacio en las relaciones humanas, de manera que permite el respeto de la radical alteridad. Sin esta contencin, el otro se confunde con las propias proyecciones. El cultivo de la interioridad posibilita que el otro sea reconocido en su misterio irreductible sin que lo fagocite. Esta distancia no es lejana sino espacio que, al ser recorrido, permite descubrir y venerar el rostro del otro y captar con ms finura y delicadeza sus matices, sus necesidades, la validez de sus puntos de vista aunque contradigan los propios. Al mismo tiempo, permite darse cuenta de las propias reacciones. Concete a ti mismo, ya deca el frontispicio del templo de Delfos. El trabajo interior ayuda a tomar conciencia de las propias necesidades, deseos, anhelos y proyecciones que deforman la percepcin de lo que nos rodea. Esta atencin sobre uno mismo
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habamos tenido tantas cosas y nunca habamos estado tan insatisfechos. La interioridad abre una distancia entre el deseo y la satisfaccin, lo que permite pasar del consumo compulsivo al goce sereno y agradecido de cada momento. Aqu la mxima ignaciana, ligeramente parafraseada, adquiere todo su sentido: No el mucho consumir sacia y satisface el alma, sino el sentir y gustar internamente de cada cosa [cf. EE 2]. En palabras del cantautor argentino Facundo Cabral, tristemente asesinado, tener menos para tenerse ms. Este tenerse ms posibilita otra cualidad de los sentidos; desvela una dimensin ms contemplativa que a la vez nos hace menos compulsivos y ms austeros porque cantidad y calidad del goce son inversamente proporcionales.
permite que el propio contorno clarifique el contorno de la individuacin ajena, lo que sanea las relaciones. Captamos la profundidad de los dems en proporcin de nuestra profundidad. El cultivo de la interioridad afecta tambin a nuestra manera de estar en el mundo. Ante las diversas situaciones, permite discernirlas no desde el autocentramiento sino desde un horizonte mayor. La visin del Reino que tena Jess naca de su capacidad contemplativa. Sus alternancias entre las poblaciones de Galilea y el tiempo de recogimiento (en el desierto, en el Tabor, a la orilla del lago) le permitan esta circularidad entre accin y contemplacin indispensables para la lucidez ante el compromiso social y poltico. Porque la interioridad no se opone a la exterioridad, sino a la superficialidad. La exterioridad, en cambio, es su indispensable complemento, su campo de verificacin, el criterio de verificacin y de autentificacin por su credibilidad. En la medida en que la interioridad libera de las exigencias egocntricas, posibilita maneras ms libres y liberadoras de estar en el mundo. El trabajo sobre la interioridad tiene consecuencias directas sobre la solidaridad y la justicia en tanto que desactiva las pulsiones depredadoras que nos lanzan los unos sobre los otros y nos ciegan. Son diferentes las ideas que provienen de nuestras reacciones inmediatas de aquellas que recibimos en estado de quietud y de distanciamiento. La interioridad permite darnos cuenta de que antes de vio2.2.4. Ante las ideas 2.2.3. Ante las situaciones
lentar el mundo para adaptarlo a nuestra visin, formamos parte de l. Ms all de la estrategia egocentrada de la supervivencia o de la ambicin, descubrimos que formamos parte de una totalidad mayor en la cual se inscribe nuestra aportacin. La razn interiorizada descubre que hay otras dimensiones cognitivas y aprende a poner en relacin aquello que antes le pareca contradictorio o absurdo porque entraba en competicin con la propia construccin. Tambin nuestras creencias estn saturadas de proyecciones. Muy a menudo son las extensiones sublimadas de nuestros anhelos o frustraciones. La misma plegaria de peticin necesita abrirse a un horizonte mayor. El cultivo de la interioridad permite darse cuenta de que la forma que adquiere para m o para mi grupo el Absoluto no es la nica posible. La interioridad permite aligerar de saturaciones nuestras imgenes de Dios y abrirse a las expresiones religiosas de los dems en la medida que vislumbramos la profundidad de dnde nacen. Los dolos se convierten en iconos y la competitividad por el espacio sagrado se convierte en oportunidad para compartir las indagaciones del Misterio en el silencio que antecede a la palabra. Hasta aqu hemos descrito los diversos mbitos de la interioridad. Ahora debemos abordar cmo cultivarla, cmo alimentarla y hacerla crecer. En el pasado se dispona de un entorno religioso que proporcionaba los ritmos, el marco espacial y
2.3. El cmo de la interioridad
el marco simblico que facilitaban la vida espiritual. Lo que es propio de nuestra poca es la fragmentacin de la matriz religiosa, con lo que cada persona y cada comunidad debe encontrar sus condiciones para hacerla posible. Porque la interioridad necesita de un tiempo, de un espacio y de unos soportes (corporeidad, palabras, textos, imgenes y gestos) para crecer. Las cosas ms importantes para la supervivencia son de ritmo diario. Cada da necesitamos comer, beber, dormir y ocuparse de la higiene. Lo mismo sucede con la interioridad. Si queremos ser unos seres despiertos, necesitamos una prctica constante al inicio y al final del da. Pero hay que considerar tambin otros ritmos: el semanal, el mensual, el anual y el que viene dado en el trnsito de las grandes etapas de la vida, aquello que en las sociedades antiguas se conoca como rito de paso. En nuestra sociedad secularizada hay reminiscencias del sabbath judo y del domingo cristiano en el xodo de los fines de semana hacia la naturaleza. Por otro lado, el ciclo litrgico vinculado a las estaciones puede seguir siendo de gran ayuda. La falta de marcos establecidos hace que sea necesario descubrir cmo combinar los tiempos personales con los comunitarios. Hay dos perodos en los que la interioridad debe ser cultivada particularmente: al inicio y al final de la vida, en la infancia y en la ancianidad. Urge que se introduzca un tiempo diario de silencio en las escuelas, si pudiera ser al inicio y tambin al final de cada da,
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2.3.1. Un tiempo
Si bien tambin los espacios para la interioridad venan dados antes por el marco de la cristiandad, hoy se tienen que recrear. El primer espacio sagrado que hay que descubrir es nuestro cuerpo, que es la primera arquitectura sagrada que habitamos. Nos hace falta el aprendizaje de la postura de meditacin, la recuperacin de gestos significativos, etc. El segundo espacio es el que tenemos que crear en casa, en correlacin con el ritmo diario de silencio. Ser propio de la ciudad y de la sociedad futuras la incorporacin arquitectnica de este espacio en todos los hogares, del mismo modo que hoy en da son inconcebibles las casas sin comedor, cocina, sala de estar, bao o dormitorio. Tambin aqu hay que discernir y tener en cuenta la complementariedad entre los espacios privados y los comunitarios. Las religiones siempre han sido generadoras de comunidad. En la nueva situacin habr que encontrar espacios comunes regeneradores para los cuales harn
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2.3.2. Un espacio
desde primaria a bachillerato, de manera que las nuevas generaciones puedan incorporar el gusto y el hbito del silencio y los acompae por siempre ms. ste es uno de los aprendizajes ms valiosos que pueden recibir, ya que sostiene a todos los dems desde la base. El otro reto que tiene nuestra sociedad es dar sentido a la pasividad de la tercera y cuarta edad, y preparar para el gran paso de aquello que llamamos muerte, un cambio de nivel de existencia para el cual haberse ejercitado en la interioridad es fundamental. Pero esto no se improvisa: hace falta haberse preparado mucho antes.
falta nuevas arquitecturas y nuevos templos. A diferencia de los recursos estables y unvocos de imgenes, smbolos, textos y ritos que nos han acompaado durante siglos, hoy los tenemos que saber escoger personalmente y como grupo. El legado de escrituras, mtodos y caminos disponibles es inmenso. ste es uno de los retos ms grandes que tiene nuestro tiempo. Disponemos de la oportunidad para que cada uno elija los marcos simblicos y los soportes que ms lo ayuden, pero tambin corremos el peligro de la dispersin y de la autocomplacencia. No es fcil discernir cundo conviene resistir la dificultad y atravesarla, y cundo conviene cambiar de vehculo sin cambiar la direccin. La falta de marcos exteriores hace ms necesaria la figura de los maestros. Y stos no abundan. El maestro es quien ayuda a avanzar hacia regiones ms descentradas, identificando las tentaciones y las detenciones en el camino, sealando con cuidado cul es el paso siguiente para dar a luz lo ms noble y ms puro de cada uno. Todos los caminos espirituales conducen hacia el mismo horizonte: la entrega del yo a un Todo mayor, tanto si se concibe personalizado como si no. La entrega es la misma. Este progresivo descentramiento del yo es lo que atestigua que el trabajo de la interioridad es verdadero. Nada ms lejos que fomentar la autocomplacencia. Hay que recorrer los difciles trnsitos de
2.4. Un itinerario
2.3.3. Soportes
las noches oscuras y salir transfigurados sin retroceder. De hecho, existe una progresin universal que en la tradicin medieval se identificaba con las vas purgativa, iluminativa y unitiva. Con otros nombres lo encontramos en las estaciones (maqam) del camino suf; en los diez cuadros zen del boyero, as como en el propio recorrido de las cuatro Semanas de los Ejercicios ignacianos. Quiz cambie la forma de las montaas, pero la nieve cae en las mismas cuotas. Hacia esta nieve inmaculada se dirigen todos los caminos. Estos itinerarios pueden estar dentro de los marcos religiosos o en sus mrgenes. Se puede practicar el yoga y el zen sin participar de la cosmovisin hind ni budista, a pesar de que stas son cuestiones que an quedan por dilucidar y lo estarn en las prximas dcadas, porque es muy cierto el dicho latino: lex orandi, lex credendi, segn rezas, as crees, es decir, nuestras creencias estn configuradas por la manera de rezar.
2.5. Hacia un estado de existencia unificado
ms all de la autorreferencia del yo y de la urgencia de la inmediatez. La interioridad no es una huida, sino un tomar distancia de la inmediatez para ganar en libertad y lucidez. La interioridad tiene profundidades sucesivas que se abren a medida que el yo se entrega. Cuando crece la interioridad, tambin se revela la profundidad de la exterioridad. Son correlativas, porque no vemos la realidad tal y como es, sino tal y como somos. Esta forma unificada de vivir en el mundo, en ciertos mbitos se identifica con el estado de no-dualidad. En lenguaje ignaciano se trata de llegar a ser contemplativos en la accin, vivir todas las situaciones desde la percepcin de la Presencia que todo lo sostiene y que todo lo convoca. En palabras de Teilhard de Chardin:
La interioridad indica el silencio que hay detrs de las palabras y de los actos. Se produce un recorrido incesante que va del silencio a la palabra y de la palabra al acto; a la vez, se mueve tambin en direccin inversa: del acto a la palabra y de la palabra al silencio. El silencio es la suspensin de la inmediatez que otorga al acto y a la palabra otra dimensin que va
Posibilitar la apertura de esta diafana, esto es lo que nuestra generacin anhela. Cada tradicin puede contribuir al trabajo sobre la interioridad aportando lo mejor que se ha depositado en ella.
Este Foco, esta Fuente estn, pues, en todas partes. Precisamente porque es infinitamente profundo y puntiforme, Dios est infinitamente prximo y extendido por todas partes [...]. El Medio Divino, por inmenso que sea, es en realidad un Centro. Tiene, por tanto, las propiedades de un centro [...]. En el Medio Divino se tocan todos los elementos del Universo por lo que tienen de ms interior y definitivo. Poco a poco [...] concentran lo que tienen de ms puro y de ms atrayente.3
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Al empezar quiero evitar el riesgo de caer en el anacronismo de pensar que Ignacio responda a preguntas que nos hacemos hoy y ms an caer en la tentacin de una especie de capitalizacin ignaciana sosteniendo que l ya haba previsto lo que nosotros hoy tratamos sobre la interioridad. No obstante, parece haber una cierta afinidad entre el carisma ignaciano y muchas de las cosas que hoy nos interesan en el campo de la interioridad, como lo demuestra el hecho de que personas que siguen esta espiritualidad hayan hecho aportaciones interesantes, sin dejar el ignacianismo o incluso acentundolo (A. De Mello4, Franz Jalics, Mariano Ballester, etc.).
Adems, otra observacin preliminar, siempre he pensado que en la experiencia ms propiamente espiritual hay una serie de condiciones previas que pertenecen al campo de la educacin personal humana. Por ejemplo, se hace difcil iniciar una experiencia espiritual sin ningn tipo de educacin del silencio, sin un cierto conocimiento prctico de la gratuidad, sin la capacidad de entrar dentro de uno mismo, etc. Intentar una experiencia espiritual con esta carencia se nos antoja un angelismo,
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como si Dios entrase en nuestras vidas por una puerta falsa San Ignacio presupone en parte, esta formacin personal, y tambin la ofrece, pero lo hace a travs de la misma mistagoga y de forma muy gradual. Pensamos en el acompaamiento que realiz durante aos a Pedro Fabro, antes de darle los Ejercicios, o en el que propone en la anotacin 18a de los Ejercicios en la Parte VII de las Constituciones sobre la forma adaptada de dar los EE.
Efectivamente, el examen de conciencia y los modos de orar que Ignacio propone en los Ejercicios Espirituales son prcticas muy sencillas de vida interior que estn al alcance de muchas personas. Habiendo dicho esto, pasamos a hacer un anlisis de la aportacin ignaciana a la comprensin y a la pedagoga de la interioridad. Hay una serie de palabras caractersticas de Ignacio que entran dentro de la constelacin del vocabulario propio de la interioridad. Me voy a ceir a analizar tan solo tres. 3.2.1. Interior a) Hablamos de aquello que es interior a la persona, pero con un grado notable de profundidad. Es el centro de la persona y aquello con l relacionado, el espritu. Por otro lado, exterior y tambin externo, a veces, son correlativos de este sentido de interior. Veamos este importante texto:
3.2. Anlisis terminolgico
y tales que de su aprovechamiento se espere notable fruto a la gloria de Dios. Pero los de la primera semana pueden extenderse a muchos, y algunos exmenes de conciencia y modos de orar, especialmente el primero de los que se tocan en los Ejercicios, aun se extender mucho ms; porque quienquiera que tenga buena voluntad ser de esto capaz. [Const. 649]
La ley del Espritu es interior en la medida que el Espritu acta en el interior de las personas, en su espritu. b) Interior puede tener una significacin de lucidez y de profundidad, mientras que obras exteriores significan obras hechas con la buena voluntad y generosidad, pero con poca lucidez y madurez espiritual. Esto es lo que experimentaba el peregrino camino de Montserrat:
c) Las actividades interiores se contraponen a las exteriores: Aquellos interiores estos exteriores. [Const. 813] Cosas espirituales o exteriores. [Const. 253]
Esta nima que an estaba ciega y no miraba a cosa ninguna interior sino toda su intencin era hacer estas obras grandes exteriores, porque as las haban hecho los santos para gloria de Dios, sin mirar ninguna ms particular circunstancia. [Auto. 14]
d) Las virtudes y disposiciones espirituales (humildad, intencin recta, etc.) son cosa interior y, por tanto, la vida interior equivale con frecuencia a vida espiritual. As, el peregrino yendo hacia Montserrat se senta muy generoso, pero, en cambio nada experimentado en la vida espiritual, como lo demuestra el episodio del debate con el moro que el santo narra de inmediato y casi a modo de ejemplo: No mirando a ninguna cosa interior, ni sabiendo qu cosa era la humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discrecin para reglar ni medir estas virtudes. [Auto. 14]
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Y de nuestra parte, ms que ninguna constitucin exterior, la interior ley de la caridad y amor que el Espritu Santo
Y, hablando de cmo se ha de conservar y crecer la Compaa, las Constituciones precisan la importancia capital de una serie de actitudes y virtudes que son cosas interiores:
e) Hay una interrelacin entre interior y exterior. El exterior puede ser la manifestacin del interior. Por ejemplo, la penitencia externa que es fruto de la interna [EE 82]. Lo exterior tambin puede ser de alguna manera dependiente
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O sea que todo aquel conjunto de actividades, actitudes y virtudes constituyen aquellos [dones] interiores. Por tanto, segn esta significacin, exterior es lo contrario, en el sentido de dones naturales y humanos. Entonces, una cosa interior, segn la significacin propia y usual del trmino (pensar, teologa, creacin literaria o artstica, etc.) es exterior.
Los medios que juntan el instrumento con Dios y le disponen para que se rija bien de su divina mano son ms eficaces que los que le disponen para con los hombres, como son los medios de bondad y virtud, y especialmente la caridad y pura intencin del divino servicio y familiaridad con Dios nuestro Seor en ejercicios espirituales de devocin y el celo sincero de las nimas para la gloria de quien las cre y redimi, sin ningn otro inters. Y as parece que por un lado ha de procurarse que todos los de la Compaa se den a las virtudes slidas y perfectas y a las cosas espirituales, y se haga de ellas ms caudal que de las letras y otros dones naturales y humanos. Porque aquellos interiores [Const. 813]
b) La palabra espiritual tambin expresa las actividades o ejercicios interiores, como son la oracin o el examen. Ignacio habla de la familiaridad con Dios nuestro Seor en los ejercicios espirituales de devocin, se den a las virtudes slidas y perfectas y a las cosas espirituales [Const. 813]. Esta acepcin coincide de hecho con interior, ya que se contrapone a actividades exteriores, como aparece en esta orientacin para la formacin espiritual de los novicios: Todos generalmente en santidad tengan en qu entender cosas espirituales o exteriores. (Const. 253)
a) Espiritual parece tener una calidad de profundidad y de trascendencia especial equivalente a ser movido por el Espritu. Abundan en el lenguaje ignaciano, sobre todo en los Ejercicios Espirituales y en el Diario Espiritual, expresiones como mociones espirituales, inteligencias espirituales, consolaciones espirituales, desolaciones espirituales.
La palabra espiritual se corresponde bastante con interior, pero con algunos matices.
3.2.2. Espiritual
Aquellos interiores son los que han de dar eficacia a estos exteriores. [Const. 813]
c) Espiritual califica la vida espiritual, la cual a veces aparece formulada bien explcitamente: en cuan grado ayuda y aprovecha en la vida espiritual
d) A veces estn unidos espiritual e interior, y los dos trminos se refuerzan recprocamente cosas interiores espirituales [Aut. 20]; internas mociones espirituales [DE 61]. El adjetivo interno coincide en parte con interior en su sentido ms elemental (3.2.1.a). Pero interno con frecuencia tambin coincide con el sentido ms profundo de espiritual (3.2.2.a): las cosas internas [EE 44,5]; pena interna [EE 203,1]; internas noticias [EE 213,2]; alegra interna [EE 316,4); muy interna y suave devocin [DE 120,1]; mociones internas [DE 149,2]... A veces, segn la bien fundamentada opinin de Parmananda Divarkar, tiene una connotacin de relacin personal con Dios, cuando se trata del conocimiento interno de mis pecados [EE 63,2], conocimiento interno del Seor [EE 104], conocimiento interno de tan bien recibido [EE 233]5. 3.2.4. Breve sntesis 3.2.3. Interno
[Const. 101]. Pero a veces aparece de manera menos explcita, por ejemplo, para indicar que el peregrino aun no estaba acostumbrado a la vida espiritual, es decir, en cosas interiores espirituales [Aut. 20]. En los Ejercicios nos encontramos con esta expresin para significar la vida espiritual: todas las cosas espirituales [EE 189,10].
De los datos precedentes se pueden sacar las siguientes conclusiones sobre la manera como Ignacio entenda la interioridad.
c) La interioridad es abierta al exterior y es dinmica, como lo muestra el sentido de conocimiento interno. Hablar de interioridad es hablar de la relacin con Alguien, es encontrarse con una Presencia. Porque en Ignacio la interioridad tiene un horizonte creyente, de fe, no es simplemente un ejercicio asctico o psicolgico. En este sentido la interioridad se aproximara
b) La interioridad tiene una riqueza inmensa de dimensiones, implica todo el ser, el conjunto de actitudes que humanizan a la persona y al cristiano. La interioridad no es exclusivamente el mundo interior, ya que las virtudes y las prcticas externas espirituales son interiores: bondad, caridad, intencin recta, gratuidad [cf. Const. 813], atencin a la manera de relacionarse, humildad, paz interior y exterior, madurez en la manera de expresarse [cf. Const. 250].
a) A menudo la interioridad hace referencia a aquello ms profundo de la persona, el corazn: sentir y gustar las cosas internamente [EE 2,4]; se conocen ms interiormente los pecados [EE 44,5]; interno conocimiento de mis pecados [EE 63,2]; interno sentimiento de la pena que padecen los daados [EE 65,4]; conocimiento interno del Seor [EE 104]; pena interna de tanta pena que Cristo pas por mi [EE 203]; conocimiento interno de tan bien recibido [EE 233]; mocin interior, [EE 316,1]; que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devocin crecida [EE 322,3]. Y cosas internas se identifican con los ejercicios espirituales [EE 44,5], con la experiencia espiritual. No es extrao que las primeras reflexiones teolgicas sobre los Ejercicios girasen alrededor de la theologia cordis.
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f) Gracias a esta subordinacin, las cosas exteriores, simplemente humanas, pueden llegar a ser espirituales y particularmente los mismos ministerios al servicio del prjimo pueden ser espirituales en la medida en que estn animados por el elemento espiritual. Ignacio dice a un jesuita preocupado porque vive demasiado distrado en cosas administrativas materiales:
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e) La interioridad tiene una cierta preeminencia respecto de las cosas externas y corporales, porque pertenece a las cosas superiores a las cuales se han de sujetar las otras [EE 87, 2]. La interioridad, adems, da fuerza o calidad a las cosas externas y por esta razn la interioridad, entendida del modo amplio que hemos tratado en el punto b) se ha de cultivar especialmente: se haga de ellas [las cosas espirituales] ms caudal porque aquellos interiores son los que han de dar eficacia a estos exteriores para el fin que se pretende [Const. 813).
d) Hay una unidad entre el interiorinterno y externo-exterior. Ignacio no separa entre interior y exterior. Lo externo puede ser la expresin de lo interno, por ejemplo la penitencia externa que es fruto de la primera [la interna] [EE 82,3]. Hay que prestar atencin a la sensibilidad con el fin de ordenarla a la razn, como tambin las cosas inferiores (sensibles y exteriores) se han de subordinar a las superiores (espirituales e interiores) [EE 87,2]. Y hay que alabar penitencias, no solamente internas sino tambin externas [EE 359].
a la manera como la entiende Ramn Llull: la disponibilidad total a vivir enamorado, a vivir definitivamente seducido.
g) Aunque la interioridad es la que da fuerza al exterior, a la vez depende de l. No podemos hablar de interioridad dejando al margen la exterioridad. Una addicin de los Ejercicios Espirituales afirma que la posicin corporal se ha de mantener o cambiar en funcin de la experiencia espiritual que se est produciendo: Si hallo lo que quiero de rodillas, no pasar adelante, y si prostrado, igualmente, etc. [76,2].
Del cargo de las cosas temporales, aunque en alguna manera parezca y sea distractivo, no dudo que vuestra santa intencin y direccin de todo lo que tratis a la gloria divina lo haga espiritual y muy grato a su infinita bondad; pues las distracciones tomadas por mayor servicio suyo, y conforme a la divina voluntad suya, interpretada por la obediencia, no solamente pueden ser equivalentes a la unin y recoleccin de la asidua contemplacin, pero aun ms aceptas, como procedentes de ms violenta y fuerte caridad.6
Ignacio habla de guardar con mucha diligencia las puertas de los sentidos [Const. 250], porque a travs de los sentidos corporales salimos hacia fuera desde el interior y el exterior nos entra en el interior Las addiciones [EE 73-90], en general, son orientaciones que en buena parte hacen referencia al exterior (mirada, palabra, gesto corporal, relacin con el lugar y la temperatura, etc.) en orden a una experiencia profundamente interior, aunque tambin holstica. Para una experiencia espiritual superior como es la del Resucitado, hay que tener en cuenta aspectos bien exteriores como son la luz, la
h) La pedagoga de la Compaa empez inspirndose en los Ejercicios Espirituales7 y, por tanto, muchas cosas que Ignacio propone como mistagoga en los Ejercicios tienen valor para una pedagoga humana de la interioridad. Concretamente, en referencia a la interioridad, se puede afirmar que el ncleo del paradigma pedaggico ignaciano, es una profunda iniciacin a la interioridad humana: 1) experiencia, que es un ejercicio bien orientado y motivado personalmente; 2) reflexin, que es un discernimiento de aquello que se ha experimentado; 3) accin, que es un compromiso madurado y realizado con un cierto grado de conciencia en la misma realizacin.
3.3. Mistagoga
frescura, etc. [EE 229,4]. Y, en relacin a las Constituciones se habla de la guarda de las puertas de los sentidos, se relaciona esta disposicin con la paz, el silencio, la humildad, la modestia, la madurez, la paciencia, el respeto. Ms an, la penitencia externa puede ser una especie de splica corporal para obtener alguna gracia interior (contricin, lgrimas por la pasin de Cristo, luz interior) [EE 87,3-4]. Incluso la misma comida es lugar de experiencia espiritual, porque quitando de lo conveniente en la comida y bebida muchas veces sentir ms las internas noticias, consolaciones y divinas inspiraciones [EE 213,2].
importancia a que la persona se centre y a la unificacin interior. Este es el sentido de la 20 anotacin [EE 20]:
Apartarse fsicamente ayuda mucho, pero la cosa importante es el trabajo de cortar los hilos de conexin con lo que no hace referencia a aquello que uno tanto desea. Las addiciones y las anotaciones de los Ejercicios Espirituales [EE 73-90;1-20] suponen la integracin de las diferentes dimensiones interiores de la persona (pensamiento, imaginacin, sensibilidad, etc.), de la interioridad con la exterioridad de la persona (cuerpo: posicin y gesto corporal, mirada, palabra, etc.), y de toda la persona con el entorno (cosmos: luz, oscuridad, fro, calor, etc.) hasta conseguir la unidad profunda de todo en el espritu, en la profundidad de la persona. Por tanto, la atencin a la interioridad se ha de conjugar con la atencin a los aspectos exteriores personales y relacionales, tanto con las personas como con el entorno. No olvidar que en la prctica la interioridad no solamente abarca el silencio, el recogimiento, la oracin etc. Sino tambin el cultivo y el ejercicio de las virtudes
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Estando as apartado, no teniendo el entendimiento dividido en muchas cosas, mas poniendo todo el cuidado en una sola, es a saber, en servir a su Criador y aprovechar a su propia nima, usa de sus potencias naturales ms libremente, para buscar con diligencia lo que tanto desea.
3.3.2. Integracin
San Ignacio habla poco de silencio en los Ejercicios, solamente una vez cuando explica la manera suave de entrar Dios en el alma [EE 335,6]. En cambio, da mucha
3.3.3. Amplitud
(humildad, respeto, etc.), las relaciones personales, la gratuidad, la conversin del corazn Es decir, la interioridad no es simple, sino polidrica, no es debilidad, sino vigor. 3.3.4. La interioridad es dinmica a travs del amor
El secreto de la vida espiritual es que sea una vida movida por el amor, el que de arriba desciende [cf. EE 184,2;338,2]. La interioridad, pues, es atencin y disponibilidad al amor que nos habita y nos mueve. Por esta razn los pensamientos y las mociones espirituales, que son signos que nos ayudan a descubrir la accin y la direccin del amor, constituyen en gran parte la vida interior. En consecuencia, el discernimiento no solamente la capacidad de escuchar, sino tambin de interpretar, es de suma importancia, es uno de los elementos principales de la interioridad. Como actividad conjunta de desapego y adhesin, la abnegacin es uno de los aspectos de la interioridad indispensables para dejarse llevar por el amor. Desapego 3.3.5. La abnegacin
de aquello que en nosotros impide la accin vivificadora de Dios y la adhesin a los valores evanglicos y a la voluntad de Dios que nos mueve desde dentro y, por tanto, abnegacin de juicio y voluntad, segn san Ignacio. El salir del propio amor, querer e inters [EE 189,10] se corresponde con dejarse mover por el amor que desciende de arriba, del amor de Dios [cf. EE 184,2]. De aqu la importancia capital que da Ignacio a la interioridad como una experiencia profunda y transformadora por el amor. Aunque lo que hasta aqu hemos dicho tiene un alcance general o universal, Ignacio supone que hay un proceso de iniciacin y de crecimiento. Por esta razn, en los Ejercicios, propone una gradualidad a la hora de hacerlos, empezando por unas prcticas sencillas de oracin y examen [cf. EE 18]. Y en el momento de orientar las actividades de los jesuitas en dar los Ejercicios Espirituales, supone que se ofrece a cada uno aquello que necesita y es capaz de practicar; por tanto, los Ejercicios completos son para pocas personas, como hemos visto en el texto de las Constituciones citado al inicio de estas pginas. 3.3.6. Gradualidad
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Decamos en la introduccin que, como previa al proyecto de Pedagoga de la Interioridad, dirigido especialmente a jvenes, las instituciones promotoras (CJ-EIDES, FJE y Cova de Manresa) convocaron la jornada de reflexin, de la cual son las tres ponencias anteriores.
En este captulo final, he recogido resumidamente buena parte de un dilogo que fue rico y plural, y que ayuda a interpretar, matizar y ampliar aspectos de las tres intervenciones anteriores.
La importancia de la interioridad es clara y de ah la actual demanda en sociedades muy hurfanas de ella. La interioridad nos posibilita estar y sentirnos vivos; nos ayuda a poder tener la autoconciencia de ser y de que no soy sino en relacin con los dems y con el Otro; en definitiva, nos conduce a conectar con el Misterio. La interioridad es clave para encontrar sentido al vivir. Es el espacio en el que puedo experimentar qu es la libertad humana y desde dnde puedo percibirme como un
Hoy podemos percibir una evolucin de la conciencia y una progresiva valoracin de la interioridad: estn surgiendo dentro de la sociedad muchas iniciativas importantes, al margen de las instituciones.
yo recibido, como don, cosa que posibilita que me pueda entregar de forma ntegra, a cada accin, por pequea que sea. La interioridad nos posibilita vivir el momento presente con atencin y es condicin de posibilidad para la propia transformacin personal y para una accin de verdad transformadora. La interioridad es condicin de posibilidad para una verdadera pastoral. Todo este despertar del mundo interior que va ms all de las prcticas pastorales deviene imprescindible hoy para que se pueda hacer experiencia religiosa.
Nuestra sociedad tiene la necesidad de saber detectar las olas que nos sacan del mar. Hay que saber discernir para poder encontrar a Dios en todas las cosas y a todas en l.
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En san Ignacio la interioridad se vive siempre como algo relacional, que se contagia. Hay que tener presente que espiritualidades sin Dios (la de Andr ComteSponville, por ejemplo) incluyen en la interioridad los valores: dentro del ser humano hay unos valores que nos mueven.
No podemos olvidar que la interioridad no abarca slo el silencio, sino que est conectada al cultivo del ejercicio de las virtudes. La gran pregunta es hasta qu punto los valores forman parte de la interioridad o emergen en un segundo momento.
Interioridad y valores
Precisamente, hoy estamos asistiendo al despertar consciente de all donde nacen los valores, las races del rbol que no se ven (los valores seran la parte visible, el tronco), un querer ir explcitamente a la fuente de la que emanan los valores.
A qu nos referimos cuando hablamos de interioridad
Para cultivar la interioridad basta encontrar un cierto espacio y hacer silencios o pide ms cosas? San Ignacio peda a quien quera ingresar en la Compaa un mes de Ejercicios, una temporada desempeando tareas humildes y peregrinar sin dinero. Este despliegue ms amplio que, en definitiva, es la reaccin ante la vida y la entrega, tambin es interioridad. En la parbola del Buen Samaritano se nos dice que el Samaritano se compadeci del hombre herido y lo ayud. Su proceso interior se tradujo en accin. Por esto, la importancia de la abnegacin que es una transformacin del corazn, que se hace dcil. Y esto slo se da en relacin con el otro. Interioridad no quiere decir aislarse; en nuestro interior encontramos el olor de los dems. Interioridad quiere decir hacer las cosas desde dentro, desde un corazn limpio, evangelizado. Las cosas profanas se convierten as en cosas espirituales. Pero para que esto pase, se necesita un cierto bagaje espiritual, haber recorrido camino.
La terminacin -or (sufijo comparativo) de interior y exterior expresa lo que est ms all, hacia dentro y hacia fuera de m. Nos referimos a un lugar ms all de la percepcin inmediata de las cosas; se crea un espacio que hace que nuestra actuacin no responda a un estmulo-respuesta porque soy capaz de mirar la realidad desde ms all.
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En mi interior hay pensamientos, emociones, intuiciones, recuerdos... y tambin hay una dimensin intuitiva-relacional-Transcendente. Hay que considerarlo todo, con una visin integral.
Constatamos que nuestra sociedad est muy exteriorizada: vivimos demasiado en el exterior de nosotros mismos. Asimismo, percibimos una llamada a aportar alguna cosa que ayude a hacer camino hacia la interioridad. En este itinerario se puede comenzar por el silencio o por los valores y, muy concretamente, por la humildad. Hoy en da, sin embargo, parece muy importante tener experiencia de silencio-gratuidad que puede hacer brotar la chispa que encienda el fuego interior.
Para poder hablar de interioridad y de espiritualidad, hay que abrir antes una reflexin antropolgica sobre qu ser humano se va configurando hoy. El ser humano actual no tiene tiempo, y su espacio se ha reducido porqu Internet posibilita una comunicacin constante. La interioridad requiere tiempo y espacio. Implican un proceso. La pregunta est en qu utilizamos nuestro tiempo. Porque donde ponemos nuestro tiempo, ponemos nuestro corazn. Es cuestin de priorizar. Es importante constatar la emergencia actual de la idea de peregrinacin: quien peregrina recupera el espacio, al otro (quien va conmigo de peregrinacin y a quien me encuentro por el camino) y el tiempo. El cultivo de la interioridad necesita un tiempo y un esfuerzo, y esto implica un replanteamiento serio de elementos propios de nuestra cultura, un ir a contracorriente. Cuidado con no vender interioridad como si fuera un objeto ms de consumo.
Una interioridad a contracorriente
En vez de vivir a menudo fuera de nosotros mismos, lo que hace falta es habitarnos nosotros mismos, que cada uno se habite a s mismo y, en esto, nos puede ayudar nuestra tradicin cristiana, con la riqueza de su antropologa. Los procesos son experiencia. Es clave, pues, partir de la experiencia, saber posibilitar los tiempos y crear espacios para poder ayudar a conectar con la propia sed.
cuenta que estas estructuras entran en nuestro interior y configuran nuestro imaginario. No nos interesa cualquier interioridad. Ante una interioridad que no busque la justicia nos tendramos que preguntar si la apoyamos. Adems, hace falta que sea una interioridad habitada por la Transcendencia.
Qu interioridad?
Nos hace falta una interioridad habitada por los otros y por el Otro, en el que estn todos, que posibilite irlos viviendo como ntimamente relacionados con lo que soy, hacindome progresar en empata, compasin y ternura hacia ellos. Una interioridad que tiene que ver con justicia, obviamente, porque tiene que ver con el amor, inseparable de la justicia, de una justicia vivida desde Dios, en Dios que es amor misericordioso. Tal vez fuera bueno plantearnos qu concepto de justicia tenemos cuando hablamos de justicia hoy en da.
Cmo nos sentimos interpelados?
No hace falta tratar de la interioridad en una asignatura concreta; tenemos que ir analizando la estructura religiosa que paradjicamente nos est proponiendo hoy en da la ciencia, la psicologa, el marketing, etc. Y ver sus rasgos, teniendo en
Constatacin que detrs de las instituciones convocantes del encuentro hay mucha experiencia, reflexin y que la fidelidad a los signos de los tiempos nos exige decir alguna palabra sobre este tema, que tiene tantas implicaciones personales y so-
Esta sociedad nos clasifica de una determinada manera; si no decimos nada, nuestro silencio significa para la sociedad alguna cosa. Como colectivo slo podemos hacer una reflexin hacia dentro o podemos salir al exterior y decir algo en este debate. Tenemos que decidir si queremos estar presentes en la sociedad.
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NOTAS
1. Helena ESTEVE, Ruth GALVE y Llus YLLA, Ser a lescola. Pedagogia i Interioritat, Barcelona, Pags Editors. 2. La Fundaci Jesutes Educaci es una fundacin que agrupa los colegios vinculados a los Jesuitas de Catalua. 3. Teilhard DE CHARDIN, El Medio Divino, Madrid, Taurus ediciones, 1984, pg. 93-94. 4. Anthony de Mello, a la pregunta que un da le hicieron sobre quien haba sido su gur, respondi: el Padre Calveras. Este jesuita era uno de los mximos conocedores de los Ejercicios Espirituales y un gran experto en dirigirlos. Vase el relato de una entrevista de De Mello con Calveras, en: Anthony DE MELLO, Contacto con Dios, Santander, Sal Terrae, 1991, pg. 59-62. 5. Parmananda DIVARKAR, La senda del conocimiento interno. Reflexiones sobre los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, Santander, Sal Terrae, 1984, pg. 180181. 6. Carta a Manuel Godinho, 01.01.1552. 7. As comenz la pedagoga de los colegios para seglares en el colegio de Mesina, fundado el 1548.
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