TRADUCCIONES GANIMEDES

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EN LAS ALAS DE LA MUERTE
SAGA ANGELES CAIDOS LIBRO 1
TRADUCCIONES GANIMEDES
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CREDITOS


www.traduccionesganimedes.blogspot.com



TRADUCTORA: ZAMORITA28



Queda prohibida la distribucin de esta traduccin sin
la aprobacin expresa de la administradora del blog
Traducciones Ganimedes, adems esta obra es de
contenido homoertico, es decir tiene escenas sexuales
explicitas hombre/hombre, si te molesta este tema no
lo leas, adems que su contenido no es apto para
cardiacos.





TRADUCCIONES GANIMEDES
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RESUMEN


Samael, un ngel cado con el poder de la vida y de la muerte, descubre a un joven
drogadicto siendo golpeado en un callejn. Nunca la criatura haba sentido este
impulso y rescata a Daniel de su proxeneta. Desde ese momento la vida de Samael
cambiar. Pero ser para mejor o para peor?

Daniel, adicto y puta, sabe que su ex "patrn vendr a buscarlo en cualquier
momento. Lo que no sospecha es lo til que ser entablar amistad con el ngel de
la Muerte.

Podr Samael olvidar a su ex amante, el ngel Rafael, en los brazos de un simple
mortal? Y qu con Daniel, podr aceptar a Samael por lo que realmente es?.











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Ciudad de Nueva York

La oscuridad era una cosa tangible, como un velo extendido suavemente a travs
del cielo. Ninguna estrella se poda ver aqu en la gran ciudad, la contaminacin
lumnica era demasiado fuerte como para que fueran visibles. No es que a l le
importara. Nada podra tocarlo nunca ms, nada hermoso por lo menos.

Caminaba, mientras desabotonaba su abrigo de cuero negro que se agitaba sobre
sus piernas, mientras se mova a travs de las reas menos salubres de la ciudad
de Nueva York. Pasaba por cuadras y cuadras de edificios de apartamentos
construidos a bajo precio, que reemplazaron las viviendas de los antiguos barrios
bajos, pero an llenos de tristes desposedos y francamente con frecuencia
peligrosos para las personas que frecuentaran esta parte de la ciudad. Ninguno de
ellos representaba un peligro para l.

Una ria y un grito silencioso de dolor atrajeron su atencin y se devolvi sobre
sus propios pasos para seguir los sonidos hasta su fuente, la cual se encontraba
dentro de un callejn perpendicular que conectaba hacia la calle.

Un proxeneta, estaba golpeando a uno de sus habituales prostitutos, nada ms y
sin embargo.... no se trataba de una simple paliza. La alta probabilidad de que se
produjera una muerte era lo que le haba hecho entrar en este estrecho y sucio
callejn en primer lugar. El olor a basura podrida del contenedor que ya estaba
ms que rebosado asalt su nariz y dej llorosos sus ojos.

El proxeneta se le qued mirando mientras se acercaba, su cara fea se vea an
ms fea retorcida por la rabia. -Qu es lo que quieres?-.

l ignor la pregunta lanzando su miraba hacia abajo, hacia el lamentable despojo
humano tirado sobre el suelo. Un muchacho. Se dio cuenta que no tendra mas de
dieciocho o diecinueve aos, bastante bajo, los golpes cubran todo su rostro,
tena el pelo castao oscuro y grandes y aterrorizados ojos verdes. No es que no
estuviera dispuesto a tomar su muerte, l an no estaba listo. El chulo, sin
embargo, tena otra cosa en mente.

-Te pregunt...-.

-Te escuch. Quiero al muchacho-.

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El proxeneta se quit del lado del aterrorizado joven y dio un paso hacia l. -l no
est en venta-.

Entonces l sonri y el proxeneta retrocedi. -Dije que quera comprarlo?-.

-Quin coo eres t?-.

-Alguien que no aprecia que otros hagan su trabajo por l. Al muchacho an no le
ha llegado la hora de su muerte-.

El proxeneta se burl. -Quin lo dice?-.

-Lo dice el ngel de la Muerte-. Haciendo con su mano derecha una pequea
gesticulacin y mantenindola mientras hablaba.

El proxeneta se ech a rer, pero el sonido se convirti en una serie de jadeos
como si se estuviera asfixiando. Sus manos fueron hacia su garganta, escarbando
algo en ella para as poder respirar. Su rostro se volvi primero rojo y luego
prpura y finalmente azul, era como si algo estuviera impidiendo que el aire
llegara a sus pulmones. Por ltimo se desplom y se qued totalmente inmvil.

El muchacho mir hacia arriba, con los ojos an ms abiertos, sus frondosas
profundidades estaban llenas de horror y miedo. l le sonri.

-Para de drogarte, mantente alejado de hijos de puta como l y vete a tu casa- le
dijo l.

-No es tan fcil- dijo el muchacho.

l neg con la cabeza burlndose de su propia estupidez. Poda leer al chico
suficientemente bien, saba que en su casa no haba nadie con quien valiera la pena
irse a vivir, no haba manera de mantenerlo fuera de las calles, stas en realidad
eran su verdadero hogar. Y supo lo que deba hacer.

-Entonces ser mejor que vengas conmigo-.

El muchacho se levant dolorosamente sobre sus pies, revelando un cuerpo alto y
delgado, pero revestido por unos sucios vaqueros y un top de licra de espalda baja
que alguna vez haba sido azul, pero que se haba ido desvaneciendo a un
indefinido tono de gris y que estaba tan sucio como sus vaqueros.
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-Quieres ser mi nuevo chulo?, hombre es eso?-.

-No-.

-Entonces, esto cuesta cinco dlares la hora-.

Se gir y mir con altivez al muchacho. Tampoco quiero ser tu fulano. Si quieres
salir de las drogas y de las calles sgueme. Sin embargo, quiero dejarte una cosa
perfectamente clara. Tu decisin me importa un carajo. Todo depende de lo que
t quieras hacer, pero pienso que ya sabes que si te quedas no vivirs por mucho
tiempo-.

Entonces le dio la espalda al chico y camin por el callejn rumbo a la calle un poco
ms iluminada. No le sorprendi en lo ms mnimo cuando el muchacho lo sigui a
cierta distancia.

Tom el camino hacia la estacin de metro ms cercana, el muchacho an lo segua
y compr dos boletos para la calle 72 antes de voltear a mirar
desapasionadamente a su compaero. -Si tomas este tren conmigo, habrs puesto
tu vida completamente en mis manos y har con ella lo que yo quiera. Entiendes
eso?-.

El muchacho trag de forma audible, pero asinti, con sus ojos an bien abiertos
por el miedo.

-Entonces vmonos- Dio vuelta y baj por los escalones para llegar a la plataforma
pero antes de estar en ella se detuvo abruptamente al pensar en algo. El
muchacho casi tropez contra l y se qued mirndolo con temor. -Tienes un
nombre?-.

El muchacho tom una respiracin profunda antes de decir: -Daniel O'Connor-.

Asinti satisfecho y continu su camino hacia la plataforma con Daniel pegado a su
espalda como un fantasma.

Ellos estaban ya en el tren cuando el muchacho volvi a hablar. -Cmo te llamas?-

-Samael-.

* * * * *
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Se bajaron del tren y caminaron unas cuadras junto al parque, Daniel an
permaneca uno o dos pasos atrs de l, antes de que Samael entrara en un
edificio alto que gritaba dinero por montones. El corpulento hombre uniformado y
sentado en el mostrador de la recepcin le sonri a Samael antes de darse cuenta
de Daniel.

-Qu diablos ests haciendo aqu? Fuera-.

-Est bien, Jackson, l est conmigo- Le dijo Samael en forma tranquila.

-Seor?. Esto..., por supuesto no es asunto mo, pero es un chico de la calle,
probablemente un drogadicto-.

-Tienes razn, Jackson. En todas tus apreciaciones-.

Jackson hizo una ligera mueca ante lo dicho por Samael, pero tuvo la sensatez de
no decir nada ms.

Daniel enrojeci por la vergenza. El portero tena razn, l no perteneca a ste
lugar.

-Tal vez ser mejor que me vaya- se atrevi a decir. Samael volte a mirarlo, con
su mirada fra, evaluadora y, aparentemente indiferente.

-Te subiste al tren, Daniel. Te acuerdas de lo que eso significa?-.

Mir fijamente a esos inexpresivos ojos sin poder apartar su mirada antes de
asentir. Haba puesto su vida en manos de este completo extrao antes de subir al
tren. Ahora tendra que vivir con las consecuencias, cualesquiera que estas sean.

Samael asinti y se dirigi hacia el ascensor. Daniel lo sigui obedientemente
preguntndose si habra estado ms seguro si se hubiera quedado en las calles.

El ascensor era privado, de esos que solo llevan a un solo apartamento, sin paradas
hasta la parte superior del edificio. Mientras ascendan, l a escondidas estudiaba
a Samael. Pareca tener ms de veinte aos y era alto, delgado, pero no esculido,
increblemente guapo con su pelo largo de color negro azulado y grandes ojos
negros. Su presencia hizo temblar a Daniel, cuando la adrenalina golpe su
corriente sangunea y se pregunt por qu diablos haba abordado el tren
subterrneo.
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Hubo un agradable tintineo cuando el ascensor se detuvo y las puertas se
abrieron. Samael sali y Daniel lo sigui, con su cabeza hacia abajo mirando las
baldosas del piso del vestbulo de entrada.

-Necesitas una llave para el ascensor y otra para la puerta-.

Alz su vista y se encontr que Samael lo estaba observando, algo
sospechosamente parecido a una juguetona sonrisa asomaba en su boca. -No, no
eres un prisionero-.

-Entonces por qu...?-.

-Por qu ests aqu? Ni yo mismo estoy seguro. Las buenas obras no suelen ser
mi fuerte. Tal vez me recuerdas a alguien, o tal vez estoy tratando de ser algo
que no soy-.

Haba dolor en la voz de Samael, un profundo dolor y Daniel trag con fuerza el
nudo en su garganta al recordar. Dolor. S, l si que lo entenda.

-Mmm... Estara bien si entro al bao y tomo una ducha?-.

Samael estaba mirndolo de nuevo y l se movi incmodo ante esa intensa
mirada. -Creo que sera una excelente idea- dijo su benefactor -y tal vez algo de
ropa decente, aunque habr que esperar hasta maana para eso-.

Asinti, no queriendo interrumpir o ponerle fin al flujo y reflujo de esa voz suave
y melodiosa. No haba acento en el ingls de Samael, podra provenir de casi todas
partes. Era imposible decir algo mas que ciertamente no era de Nueva York.

-Creo que tengo en alguna parte un pijama limpio que podra prestarte por esta
noche-. Se volte y se adentr en el apartamento. -Vamos, Daniel-.

l lo sigui dcilmente y se encontr en una sala de estar que le hizo jadear en
voz alta debido al tamao de la misma. Sus pies se hundan en una gruesa alfombra
beige claro. La mezcla del olor de la tapicera de cuero negro y un florero con
rosas rojas del color de la sangre golpearon su nariz.

Samael desapareci por una puerta a la izquierda mientras que Daniel miraba a su
alrededor con asombro. Las enormes ventanas de lminas de vidrio que parecan
ocupar toda una pared le llamaron la atencin y l se acerc a contemplar un
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pequeo jardn en la azotea y el oscuro parque ms all. Una suave risa le hizo
mirar hacia arriba de manera rpida y se ruboriz por la vergenza. Samael
estaba de pie junto a la misma puerta, apretando un pijama de seda negra en una
de sus manos.

-No ests acostumbrado a esta opulencia, no es cierto muchacho? No te
preocupes. Muy pronto comenzar a no significar nada para ti, cuando comiences a
ansiar tu veneno-.

Se qued mirndolo. Hasta ese momento haba olvidado la herona a la cual su
cuerpo y su mente eran adictos. Las palabras de Samael se la haba recordado. Le
haba hecho ansiarla.

-Por favor... necesito...-.

-No. T slo piensas que la necesitas-. Samael habl con firmeza y no haba
ninguna compasin en sus ojos negros como el pecado. Toma-. Le ofreci el
pijama.

Daniel se acerc a l con cautela, con miedo a acercarse demasiado a su...
benefactor?. De alguna manera empezaba a preguntarse acerca de eso. Samael
sonri como si pudiera leer sus pensamientos.

-All hay un bao-. Samael le indic una puerta al otro lado de la habitacin. -La
habitacin de al lado ser la tuya mientras que ests aqu-.

-Gracias-. Fue todo lo que pens que podra decir ante esa fija y fra mirada
sobre l, pareca como si fuera a devorarle su alma. Eso y el deseo constante por
la herona que creca en sus entraas. -Um... puedo ir ahora?-.

-Por supuesto. Si necesitas alimentos o bebidas la cocina est en la puerta al lado
del vestbulo-.

Esa media sonrisa jugaba de nuevo alrededor de los labios de Samael mientras
hablaba. -Probablemente ser mucho mejor para ti que esa otra porquera-.

Cuando haba sido la ltima vez que haba ingerido una comida apropiada?. Por lo
menos habran pasado un par de das en los que no haba comido nada en absoluto.
La droga suprime el apetito la mayor parte del tiempo. Gracias- le dijo casi
huyendo hacia el bao.
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* * * * *

Samael solo esper que quien ahora estaba a su cargo se instalara antes de salir
de nuevo. Rara vez senta la necesidad de dormir y casi nunca lo deseaba, cansado
de las pesadillas que siempre le acompaaban. Y el muchacho le recordaba tanto
su amor perdido que ansiaba baarse en la muerte como una forma de olvido.

Un vago aleteo atrap sus sentidos y levant la vista. Ah, muy por encima de la
ciudad haba un ngel, aunque no poda decir que era uno de aqu. Una sonrisa
apareci. Si estaba aqu a causa de una misin de misericordia, l tendra el
enorme placer de frustrar sus deseos. Era justo el tipo de juego que necesitaba.

Despleg sus seis alas de plumas negras y se adentr en el oscuro cielo para echar
un vistazo ms de cerca a este posible adversario. Slo el que decidi quedarse
segn la leyenda, poda hacerle frente. Uno de los tres originales, dos de los
cuales haban elegido caer, en vez de vivir como esclavos de un creador al que
nunca pudieron ver.

Pelo rojo color sangre y alas como un arco iris de plumas. Samael gru y se lanz
en picado en medio de la noche antes de que el otro lo viera. Maldicin! Por qu
tena que ser Rafael?. El nico arcngel al cual no deseaba volver a verle la cara,
no por miedo, sino porque an lo amaba.

Aterriz en una azotea y vio como Rafael plane hacia abajo, hacia una casa en
particular en Brooklyn. Un joven y esbelto mortal le abri la puerta y le sonri a
su visitante. Entonces los dos cayeron en los brazos del otro y se besaron, antes
de que desaparecieran dentro de la casa.

Las manos de Samael se apretaron en un puo cuando el dolor lo carcomi, el dolor
que millones de aos de amor, seguidos por diez mil aos de separacin, podran
causar. No odiaba al mortal. De lejos haba observado a Rafael el tiempo
suficiente para saber que l buscaba olvidarlo en los cuerpos de hermosos
mortales.

-Puta- refunfu y se dio vuelta para encontrar otra figura en el techo mirndole
con divertidos ojos verdes del color de los bosques. -Qu coo quieres Beliel?-.

-Hace un momento sent que era posible que te alzaras esta noche para hacer
alguna verdadera diablura y ahora estoy aburrido-.

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-Tus emociones no me importan-.

-No, pero el Hijo de la Aurora, puede enterarse de la buena accin que tuviste con
el hermoso mortal que ahora est viviendo en tu apartamento-. Beliel
abiertamente le sonrea mientras hablaba.

Mir de forma altiva al otro cado. -No trates de chantajearme si sabes lo que es
bueno para ti-.

-Entonces vamos y tengamos algo de diversin. El infierno sabe que ests lo
suficientemente sombro esta noche!-.

Se resisti a la tentacin de aplastar al demonio como el bicho que realmente era,
Samael se content solo con fruncirle el ceo. Te lo advierto, en este momento
tengo ganas de matar y seguir matando-.

-Perfecto!. Entonces, Comenzamos?-. Beliel era completamente incorregible.

Sacudiendo la cabeza suspir. -Est bien, s que voy a lamentarlo, pero qu
tienes en mente?-.

Beliel se desliz sobre el techo emocionado, su pelo verde plido flotaba y
tambin lo hicieron sus alas verdes, hacindose cada vez mas grandes mientras
revoloteaban. Todo en l era de diferentes tonalidades de ese color, incluso su
piel. -Oh, ahora que lo dices!. Creo que un poco de caos en toda la ciudad debera
satisfacernos-.

Le dispar a Beliel una mirada de profunda sospecha antes de sopesar con sumo
cuidado sus palabras. Luego sonri cuando se le ocurri una idea. Abriendo sus
sentidos, tom el control del huracn que se aproximaba a la costa este y cambi
su direccin mientras que lo fortaleca y lo aceleraba.

El ver a Rafael lo haba herido profundamente, por lo que usara su elemento
preferido para causar estragos en la ciudad y matar a varios de sus habitantes.

-Es mejor que bajes de la azotea- Le advirti a Beliel.

Los ojos verdes de su compaero se ensancharon. -Oh! Qu has hecho?-

-Mira al cielo-.
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Beliel levant la vista cuando la formacin de nubes arremolinadas de un huracn
haba aparecido y se aproximaba. Se ri con alegra y volvi a su pequeo baile
deslizndose por la azotea. -Oh, s! Perfecto! Samael, me gusta como trabajas!-.

-Bueno, sintate y admrala si eso te satisface. Me voy a casa-.

-Te vas a follar al bonito mortal?-.

Se volte y observ con ojos entrecerrados a Beliel quien tuvo la inteligencia
suficiente como para retroceder unos pasos. -Ocpate de tus propios malditos
asuntos! Si as lo deseas monta esta tormenta para poder observar como deja
cadveres de mortales a su paso y encuentra tu propia diversin en ello!-.

Beliel intent mostrarse arrepentido, pero fracas miserablemente, solo pareca
estar decepcionado. Solamente porque me gusta mirar- l refunfu. -Y con el
pequeo bajn por la falta de la droga estar an ms dolorido-. Ahora estaba
siendo un total zalamero.

-Divirtete viendo como los mortales sufren con esta tormenta. Te prometo que
habr angustia suficiente, como para saciar tus apetitos-. El tiempo que llevaba
Beliel lejos del cielo y la sociedad que tena con el ngel de la tierra, Uriel, lo
haban vuelto tan perverso y retorcido como la raz de un viejo rbol.

Habiendo tenido ms que suficiente del pequeo demonio verde, extendi sus alas
y se dirigi a su apartamento. Se detuvo en el vestbulo principal slo el tiempo
suficiente para advertirle a Jackson que cerrara las escotillas, antes de entrar en
el ascensor.

Una vez dentro de la sala de estar encendi un interruptor que cerr las
tormenteras
1
de todas las ventanas, antes de mirar fijamente hacia la puerta del
dormitorio de Daniel. Un gemido ahogado detrs de la puerta lo hizo decidirse y
se dirigi hacia ella cuando el viento comenz a aullar alrededor del edificio.

* * * * *

Daniel trep para salir de la baera, al sentirse mejor por haber dejado su
magullado cuerpo en remojo durante un rato. Se sec y se puso el pijama que

1
Son protectores de ventanas fabricadas en lmina de aluminio con cerraduras y herrajes. Su uso no
solo es para combatir la fuerza de los vientos sino que sirve como proteccin contra el vandalismo.
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haba tomado prestado, siendo ste uno de los artculos para vestir ms caros que
se haba puesto en su vida.

Vag por la sala de estar, pero no haba seales de Samael. Nada dispuesto a ir y
buscarlo en lo que evidentemente era el dormitorio del otro hombre se dirigi
hacia la cocina en su lugar.

Artsticamente decorada con estantes de acero inoxidable y toda clase de
accesorios concebibles encontraron sus ojos. No estaba seguro por dnde
comenzar, mir alrededor y vio una panera llena de bagels
2
. Cort uno, lo dej
caer en la tostadora y encontr el queso crema y una manzana en la nevera. Eso y
un vaso de agua era todo con lo que l podra por ahora.

La tostadora salt y puso queso para untar con rebanadas de manzana en su bagel
antes de sentarse en uno de los altos taburetes de lo que evidentemente era una
barra de desayuno.

Se las arregl para comer la mitad del bagel antes de tirar el resto en la
trituradora de residuos y lav el plato y el cuchillo que haba usado para cortar la
manzana. Luego, sin haber an alguna seal de Samael volvi a entrar en la sala de
estar y abri la puerta de lo que Samael haba designado como su dormitorio.

Se vea tan opulento y costoso como el resto del apartamento, tena una cama
queen size y una tenue iluminacin. La ventana tena una vista lateral al parque y
todo se haba decorado en tonos de turquesa, que iban del aguamarina ms plido
al ms profundo verons. Era una hermosa habitacin, pero l no estaba de humor
como para admirarla porque senta su estomago contrado con los primeros
dolores que iban y volvan.

Samael estaba en lo cierto. Toda la opulencia y belleza en el mundo no significaba
nada mientras l estuviera sintiendo este dolor. Se acurruc en la cama en
posicin fetal y se quej en voz baja. El dolor disminuy y se meti bajo las
sbanas, sorprendido de lo agotado que se senta.


2
El bagel es un pan elaborado tradicionalmente de harina de trigo y que suele tener un agujero en el
centro. Antes de ser horneado se cocina en agua brevemente, dando como resultado un pan denso
con una cubierta exterior ligeramente crujiente. (Gracias Wikipedia).
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No saba cunto tiempo haba pasado, se despert al sentir otro calambre
retorciendo su estmago, pero la habitacin estaba totalmente negra y el viento
aullaba afuera. Gimi de nuevo, agarrando su centro.

La luz inund el espacio de la entrada y una alta figura se perfil contra l por un
momento antes de que la puerta fuera cerrada de nuevo. La figura avanz hacia la
cama.

-Samael? Eres t?-.

Se oy una aguda risa sin humor. -A quin ms esperabas, chico?-.

Se incorpor rpidamente y retrocedi hasta que su columna vertebral golpe la
cabecera de la cama. -Qu quieres?-.

-Lo mismo que t. Comodidad y olvido-.

-Ya veo-. As que haba llegado la hora en que deba comenzar a pagar la
hospitalidad de Samael con su cuerpo. Como sus conocidos de la calle solan decir.
-As que slo buscabas comida gratis despus de todo-.

Meci su cabeza de un lado al otro Samael para luego inclinarla hacia l. -No seas
burdo, Daniel. No, si no sabes lo que es mejor para ti-.

Levant su mano hacia su palpitante mejilla y sinti escozor y sangre de la
hendidura de su labio. Cerr los ojos, queriendo llorar, pero haca mucho tiempo
que haba olvidado cmo hacerlo. -Eres igual que ngelo!-. Le Grit, pero su voz
sonaba suave y perdida entre los aullidos del viento de afuera.

Otra corta carcajada vino de Samael, junto con el sonido de ropa cayendo al suelo.
El lecho se hundi con el peso de Samael y Daniel se apresur a salir por el otro
lado. Una fuerte mano agarr su mueca y tir de l hacia atrs. El brazo libre de
Samael lo atrap por la cintura y lo atrajo hacia l.

Se estaba sintiendo realmente asustado ahora, las visiones de cmo ngelo haba
muerto estaban jugando en su cabeza como un disco rayado. Aljate de mi!-.

Pero en lugar de dejarlo ir, Samael lo acerc an ms a l y lo agarr del pelo para
jalar su cabeza hacia atrs. Entonces, estaba siendo besado, la lengua de Samael
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demandaba su entrada. Su respiracin se volvi entrecortada y separ sus labios
por la sorpresa. Nadie le haba dado un beso jams. No antes de este momento.

Volvi a gemir y se aferr a Samael como si fuera una balsa en medio de un mar
agitado por la tormenta.

El pijama de seda negra fue arrancado de su cuerpo tan fcilmente como si
hubiera sido hecho de papel de seda y las manos de Samael vagaron sobre su
desnuda espalda, acariciando y volviendo a acariciar cariosamente.

Afuera, el viento aullaba.

Samael se apart de su boca y lo oblig a retroceder hasta que fue colocado
nuevamente en posicin supina. Otro dolor desgarrador en sus intestinos lo golpe
y trat de encorvarse alrededor de l, pero Samael lo dominaba con el peso de su
cuerpo.

Un ardiente beso hasta el alma fue puesto sobre sus labios y los gemidos de
Daniel fueron siendo ms intensos a medida que su cuerpo responda. Una mano
encontr su medio en alerta excitacin y comenz a acariciarlo hasta que estuvo
completamente erecto y deseoso.

Samael se alej de nuevo, aunque la mano sobre su ereccin se qued all. Se oy
el ruido de un cajn abrindose y luego cerrndose de nuevo y algo siendo
desenvuelto

Corcove cuando sinti como un dedo cubierto con algo fro y hmedo
atormentaba su ano antes de empujarse dentro de l con una suavidad
sorprendente.

-No tienes miedo de contagiarte de algo?- Pregunt con amargura.

Otra risa vino de Samael, esta vez ms suave. -No. Y si te interesa, has tenido
suerte. Ests limpio-.

Un momento, cmo diablos iba a saber eso?.

-En serio? Yo estaba en las calles para poder mantener mi adiccin y nunca fu
exigente con mis clientes o me preocupaba protegerme-.

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Otro dedo se uni a su compaero y ambos le acariciaron su interior, mientras
que la otra mano le acariciaba el exterior. -Ya lo s. Como te he dicho, has tenido
suerte-.

-Cmo coo lo sabes?-.

-Digamos que he aprendido algunos trucos de alguien que yo conoca. Ahora
cllate-.

Daniel estaba a punto de hacer alguna clase de mordaz rplica cuando los hbiles
dedos encontraron su prstata y grit de placer en su lugar.

La risa de Samael se escuch una vez ms. Era suave y sexy a sus odos en este
momento.

-Te gusta lo que te hago?-

-Oh Dios, s!- Ambas manos se retiraron inmediatamente.

-Ni se te ocurra volver a mencionar ese nombre!-

Estaba confundido, lleno de lujuria mezclada con dolor y se pregunt qu le haba
molestado tanto a Samael. -Qu nombre?-.

-Dios. Si, l existe y no da una mierda por ti o por m!-.

-Eres raro-.

-S. Muy raro, mucho ms raro de lo que te puedas imaginar-.

Quera complacer a Samael, quera que esas manos regresaran. -Lo siento. Nunca
lo dir otra vez-.

Pero Samael no pareca estar dispuesto a darle ms placer. En su lugar, se inclin
hacia l y tom uno de sus pezones con su boca, mordindolo con fuerza suficiente
como para que sangrara.

Grit de dolor, su voz se igual al aullido del viento. Hubo ms dolor cuando
Samael le dio a su otro pezn el mismo tratamiento y sinti lgrimas en sus ojos.

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-Por favor, por favor no lo hagas-.

Samael se apoder de sus piernas y las dobl hacia arriba hasta que lo abri
completamente, quedando su culo expuesto a lo que fuera que el otro hombre
quisiera. l volvi a gritar cuando fue penetrado, solo hasta que se dio cuenta que
el mismo material fro y hmedo cubra la verga de Samael y que en realidad no le
dola, dej de hacerlo, solo se senta lleno, hasta casi rebosar.

Samael se presion sobre l, una mano la enred en su pelo para mantener su
cabeza inmvil mientras su boca era saqueada. No hubo gentileza. Casi no poda
respirar cuando los labios aprisionaron su lengua y Samael jodi su boca con tanta
contundencia como joda su cuerpo.

Al mismo tiempo, un calambre golpeaba en su estmago y gimi de dolor tanto
fsico como mental.

Samael dej de besarlo y los levant a ambos hasta que Daniel fue empalado en su
regazo con sus piernas alrededor de su cintura. l lo sostuvo fcilmente con un
solo brazo y con su mano libre acarici el encalambrado vientre de Daniel. El
calambre disminuy casi de inmediato y Daniel se aferr a Samael como un mudo
agradecimiento.

-Ah, as que has comenzando a entender. Puedo hacer las cosas ms fciles para ti
o puedo hacerlas insoportables. La eleccin es tuya-.

-Por favor, har o dir lo que quieras, pero por favor no me hagas dao-. Senta
vergenza de las lgrimas que corran por su rostro y el evidente dolor en su voz
cuando haba hablado, pero Samael levant su barbilla para mirarlo fijamente con
esos ojos insondables.

-Pens que quera que tu dolor contrarrestara el mo, pero de alguna manera creo
que no va a funcionar. A pesar de que me ruegues y gimas tan bellamente-. La
mano libre de Samael limpi las lgrimas de sus mejillas. Adems, fui un poco
injusto ya que no sabas las reglas-.

Sus oscuros ojos parecieron haberse ido lejos, como si Samael estuviera
escuchando algo. Fuera lo que fuera, pareca sacar fuerzas de eso. En cuanto a s
mismo, lo nico que oa era el quejumbroso viento aullando. Se aventur a hacer un
comentario. -Eso es una especie de tormenta?-.
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-Ya ha cumplido con su propsito y se calmar pronto-. Samael lo acerc de nuevo
y comenz a moverse dentro de l, el movimiento era ms suave esta vez. l gimi
cuando le acarici la prstata con infalible precisin y termin con sus brazos
alrededor del cuello de Samael con ganas de ms.

-Es tan bueno- susurr asombrado. Nunca le haba importado a nadie si me
gustaba o no. Nunca me haban besado-.

La habitacin se ilumin por el repentino destello de un relmpago, seguido de un
trueno que sonaba como si alguien estuviera arrancado pedazos del cielo como si
fuesen pedazos de tela. Samael lo penetraba con tanta fuerza mientras lo
sostena que era casi doloroso.

Haba tantas preguntas acerca de Samael en su mente, pero lo nico que poda
hacer era aferrarse al otro hombre y perderse en el placer que experimentaba
entre sus brazos.

Era tan placentero. Ninguno de sus fulanos lo haban sostenido durante tanto
tiempo. Ninguno de ellos se haba preocupado de su placer. No estaba seguro de si
Samael lo haca hasta que una mano fue colocada alrededor de su pene y
comenzara a acariciarlo con la cantidad correcta de presin.

Todo fue demasiado y se vino en una explosin de sensaciones que le hicieron
gritar por su intensidad. Oh Dios!, oh Dios!, oh Dios!. Pero no se atrevi a
gritarlo en voz alta. En cambio, llorique el nombre de Samael una y otra vez.

Samael le dio una estocada final y se sinti lleno de calidez. Se estremeci contra
el pecho de Samael mientras que el mundo poco a poco volva a la normalidad y la
velocidad del viento decaa.

Sinti ablandarse la polla de Samael dentro de l e hizo el ademn de que iba a
bajarse de su regazo. En su basta experiencia una vez que su compaero haba
terminado, no quera cerca a Daniel. Pero Samael lo mantuvo quieto y lo bes
nuevamente.

Era diferente a los otros besos brutales que Samael lo haba forzado. Era casi
tierno y le dieron ganas de llorar de nuevo. Se sostuvo nuevamente de Samael,
confundido, pero contento de que todava lo quera a su lado. Lo hizo sentir menos
puta y ms como un amante.
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Samael dej de besarlo y levant su cabeza para sonrerle. Era totalmente
diferente a las otras fras sonrisas que haba visto en ese hermoso rostro. Era
clida y gentil y haca juego con los ojos de Samael. -Gracias, Daniel-.

-Yo tambin tengo que darte las gracias. Nadie me haba hecho sentir de esa
manera antes-.

-Olvdate de todo eso. Esa parte de tu vida se termin-. Samael se qued en
silencio por un momento, como si estuviera eligiendo sus siguientes palabras. -No
soy siempre la ms agradable compaa. Puedo ser malhumorado, exigente y poco
razonable, y no querrs verme cuando pierdo los estribos, pero me gustara que te
quedaras conmigo. Si tu sientes que no puedes hacer eso, entonces puedo hacer
otros arreglos, buscarte un apartamento decente y un trabajo para que no tengas
que vender tu cuerpo para conseguir drogas. La eleccin es tuya, pero elige
sabiamente, porque si decides quedarte vas a ser mo en todos los sentidos de la
palabra-.

Abri su boca para darle su respuesta, cuando un dedo se presion sobre ella para
silenciarlo. -No, Daniel, no me des la respuesta en este momento. Pinsalo con
cuidado y recuerda todo lo que te he dicho y el dolor que te di, as como el placer.
Dame una respuesta en una semana-.

Samael lo levant de su regazo y se sali de debajo de l. Ahora duerme un poco,
Daniel-.

Quera argumentar que estaba bien y que no necesitaba dormir, pero cerrando los
ojos por su propia voluntad, se qued dormido reconfortado por el viento que
mora.

* * * * *

Samael, vea como Daniel se quedaba dormido, su mente estaba llena de emociones
contradictorias. l haba querido hacerle dao al muchacho, quera ser como Beliel
y deleitarse en el dolor del mortal como una concesin al suyo, pero de alguna
manera no haba sido capaz de hacer eso. Daniel haba sufrido casi tanto como l
durante su corto periodo de vida y descubri que no poda aadir otro a ese dolor.
Y el muchacho lo haba dejado sorprendentemente satisfecho.

Cuando todas esas dolorosas muertes lo haban alimentado haba sido capaz de
calmar su mal humor y ser gentil con el mortal en sus brazos. Y entonces ya no
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quera el dolor de su amante, la angustia de la gente que mora en la ciudad fue
suficiente para apaciguarlo. Aadiendo a lo anterior la ira de Rafael hacia l y el
rayo que haba arrojado al ngel del aire con infalible precisin, lo haba hecho
sentir realmente bien como para llegar a su clmax y dejar que el muchacho
llegara al suyo.

Lo que realmente lo tena confundido en este instante era la pregunta que le haba
hecho al chico para que permaneciera con l. Nunca haba querido mantener a un
mortal cerca antes, se limita a utilizarlos para as superar sus agonas interiores.
Una o dos noches solan ser ms que suficientes, especialmente si el tonto mortal
se enamoraba de l. Ahora pareca ms como si la bota calzara en el otro pe y l
era el que se haba enamorado de Daniel. Y eso era ridculo. Su amor, la cosa ms
retorcida y no deseada, era todo para Rafael, quien ni siquiera lo haba querido al
final.

Sin embargo, le haba pedido al muchacho que se quedara, estara decepcionado si
l quisiera irse. Demonios, por qu lo haba rescatado en primer lugar.

Estpido! Estpido!

En unos pocos aos el muchacho envejecer y l ya no lo deseara. En qu
demonios haba estado pensando?.

Lucifer siempre le haba dicho que l era impetuoso y se dio cuenta de que en esta
ocasin su hermano tena razn. Haba sido ms que impetuoso al rescatar a Daniel
como si se tratara de un gato callejero y ms an para encontrarlo atractivo y
queriendo aliviar su dolor.

Estpido!

Se visti rpidamente, queriendo salir de la habitacin de Daniel, lejos de la
tentacin de su cuerpo caliente y dispuesto, lejos de su dulce aroma, lejos de sus
demonios internos, sus propios sentimientos no eran otra cosa que odio y dolor.

An as, suavemente quit el hmedo cabello castao rojizo de la cara del chico
antes de salir de la habitacin y cerrar la puerta detrs de l.


* * * * *
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-Qu coo quieres decir, ngelo est muerto?- Gino Scarlatti no era un hombre
feliz y era an menos feliz tenindole que decir al jefe la noticia. l se inclin
sobre su escritorio, era regordete, tena un anillo de cubierta plana en una mano
que estaba sobre la pulida superficie y miraba fieramente a Murphy. El alto
irlands trag con fuerza hacindole sentir un poco mejor.

-Fue encontrado en la maana por unos nios en un callejn. Parece que tuvo un
ataque al corazn-.

-Un ataque al corazn?. Pero si l slo tena veintisis o veintisiete aos! Cmo
podra l tener un ataque al corazn de mierda?-.

-No lo s, Gino. Pero eso es lo que los paramdicos dijeron que haba sido-.
Murphy estaba nervioso y con buena razn. Haba sabido siempre que l mataba a
los portadores de malas noticias, especialmente si esa noticia podra minar su
propia posicin en la familia. Los matones a sueldo eran muy susceptibles.

Tratando de calmarse con mucho esfuerzo dijo -Est bien, est bien. No es culpa
tuya, Murphy. Slo asegrate de que sus putas y traficantes de drogas siguen
haciendo su trabajo-.

Murphy trag con fuerza. -Um, Gino...-.

Gino entrecerr los ojos y sac su pistola de la funda de hombro. -Cul es el
problema, Murphy?-.

-Una de sus perras no regres al chequeo esta maana. Era un drogadicto, pero
hasta ahora nadie ha encontrado su cuerpo-.

-Nadie abandona este trabajo a menos que lo haga en un atad! Lo entiendes,
Murphy?-.

Murphy volvi a tragar. -Por supuesto que s, Gino. Si l est por ah, vivo o
muerto, lo encontraremos-.

-Slo asegrate de hacerlo o pagars por l personalmente. Ahora lrgate de
aqu, joder!-

Murphy no necesit que se lo dijera dos veces y casi sali corriendo de su oficina.
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Scarlatti puso la pistola de nuevo en su funda y se frot la barbilla mientras
pensaba las cosas detenidamente.

Lo ms probable era que la puta haba escapado solamente para hacer un trabajo
para s mismo porque ngelo no haba estado all para mantenerlo a raya. Y como
l era un adicto, en cualquier momento llegara arrastrndose para su revisin. As
que adems de la deshonra que trajo a la familia, dudaba que hubiera causado un
dao verdadero. Pero una vez que agarrara a esa perra...

Cogi el telfono y marc al localizador de Murphy. El telfono son casi de
inmediato y reemplaz la orden a su receptor -Murphy, en caso de que la perra
est viva, as se queda y me lo traes, entendido?-.

-Por supuesto, Gino. Algo ms?-

-No. Slo encuentra a esa puta-. l colg el telfono y se sent en su silla. El jefe
tena que saber acerca de ngelo, por supuesto, pero la puta era su problema con
el cual tena que lidiar y l tena su propia manera especial de hacerlo. Pensar en
eso lo hizo sonrer.

* * * * *

Cuando Daniel se despert, fue a causa de la luz del da que entraba por la
ventana y el sonido de las sirenas en las calles. Se sent y vio un montn de bolsas
con el logotipo de Bloomingdale
3
en ellas colocadas en una de las sillas. Samael
haba comprado ropa para l?.

Sali de la cama y mir por la ventana y as poder ver por qu las sirenas sonaban
en ese punto. Se qued sin aliento ante la vista que se extenda ante l. La ciudad
era un desastre, con escombros por todas partes. La tormenta de anoche debi
haber sido una autentica maravilla.

Sacudi la cabeza y se acerc a inspeccionar el contenido de las bolsas. Haba
vaqueros, camisetas, tops y chalecos en sus azules favoritos y verdes oscuros y
una gabardina de color beige clido, precisamente el tono adecuado para hacer

3
Bloomingdale's (o Bloomie's) es una cadena de tiendas por departamento de lujo en los Estados
Unidos operada por Macy's, Inc., en la cual es socio de Macy's. Bloomingdale's tiene 36 tiendas en
todo el pas, con ventas anuales de $1.9 mil millones. Sus precios son ms altos que las tiendas de Lord
& Taylor, Nordstrom y la antigua Parisian, y un poco ms bajo que Saks Fifth Avenue, Neiman Marcus,
Bergdorf Goodman y Barneys New York.
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resaltar su pelo castao. Se preguntaba cmo haba sabido Samael el tipo de ropa
que le gustaba. Escogiendo un par de pantalones vaqueros y una camiseta al azar,
se dirigi hacia el bao para ducharse.

Una vez duchado y vestido vag sin rumbo por la sala de estar, preguntndose
dnde estaba Samael. Un sobre en la mesa de centro le llam la atencin y l lo
recogi, encontrando que iba dirigido a l. La caligrafa con la cual estaba escrito
su nombre era hermosa, era una letra inglesa elegante que le haca evocar una
poca antigua. Abri el sobre y encontr una nota en el interior.

Espero que te guste la ropa. Las llaves estn en la barra de desayuno en la cocina
para que puedas entrar y salir cuando quieras. Sintete libre de utilizar el
televisor o el estreo o si tu prefieres ordenadores hay uno en el estudio.

Debo estar en casa a alrededor de las 8 pm, pero no te molestes en hacer la cena.
Vamos a comer fuera.

Samael

Mir el reloj que estaba sobre el sistema estreo y descubri que era cerca de
las cinco. Haba dormido todo el da?. Un gruido de su estmago le dijo que
tena hambre, as que fue a la cocina a hurgar.

Las llaves estaban precisamente donde Samael haba dicho que estaran, pero l
no estaba interesado en salir del apartamento hasta que salieran a comer. Se
prepar otro bagel con queso crema y rebanadas de manzana y esta vez se comi
todo disfrutndolo realmente.

Una vez que lav el plato, se fue en busca del estudio. Adivinaba que era la puerta
ms all del dormitorio de Samael, pero l se detuvo delante de esa puerta
primero, dejndose vencer por su curiosidad. Tal vez el espacio privado de Samael
le dira algo ms acerca del hombre.

Abri la puerta y se asom. No estaba seguro de lo que haba esperado encontrar,
pero estaba decepcionado. Elegantemente decorada como el resto de la vivienda,
aunque en un color rojo oscuro bastante sombro, era slo una habitacin. No
haba fotografas, nada que pudiera decirle quin era Samael.

Suspir y cerr la puerta antes de seguir hacia el estudio. Era la ltima habitacin
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en el apartamento, pero supuso que sera tan hermoso, como impersonal al igual
que el resto del lugar.

Abri la puerta encontrando una mesa de caoba que pareca ser de la poca
medieval. Un silln de cuero negro que pareca ser muy cmodo. Lo atrajo y se
sent frente a un sistema informtico que pareca ser una obra de arte. A su
alrededor haba estantes y ms estantes de libros, algunos que parecan ser
autnticas antigedades, que soltaban un delicioso aroma a papel y
encuadernacin de cuero. Lo que contena esta sala era lo ms cercano a tener
alguna pista sobre la personalidad de Samael, por lo que se puso de pie y le ech
un vistazo a los libros.

Estos eran muy antiguos y eclcticos. Ttulos tan diversos como la demonologa,
volcanes y la coleccin completa de Spillane
4
estaban all, junto con libros de arte
de toda clase, desde Goya y Brueghel hasta los artistas ms modernos, como
Hockney y Warhol. La coleccin era tan diversa que ni as esto le dijo algo acerca
de su propietario.

Se sent de nuevo frente al ordenador y lo prendi, con la intencin de encontrar
un sitio de juegos con los cuales distraerse, mientras pasaban un par de horas. En
lugar de escribir juegos en el motor de bsqueda, se encontr escribiendo
Samael.

Haba una banda de rock heavy metal con ese mismo nombre, pero todas las
dems referencias eran acerca de un demonio. l frunci el ceo. No, eso era
ridculo. Su Samael era condenadamente hermoso como para ser un demonio.
Espera un minuto. Su Samael? El hombre se lo haba dicho a l. Perteneca a
Samael no al revs.

Todo el inters en jugar se haba ido y en su lugar, hizo clic en un sitio
perteneciente a la Enciclopedia Juda. En ella se nombraba a Samael como el
ngel de la muerte o la serpiente del Jardn del Edn.

Frunci el ceo y de repente record la noche anterior cuando fue golpeado.

-Quin lo dice?-


4
Frank Morrison Spillane, es reconocido como uno de los ms destacados autores de novela negra del
siglo XX.
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-Lo dice el ngel de la muerte-

Y luego, ngelo jade y muri.

-Nunca menciones ese nombre de nuevo-.

No. Era absurdo. No haba tales cosas como demonios. Aqu dice que
probablemente su nombre podra ser sacado de algn dios sirio. Y alas? Samael
no tiene alas!.

Trat en otro sitio y encontr que se nombraba a Samael como el acusador, el
seductor y el destructor. Sus ojos se agrandaron. No haba visto l todo eso?.
Samael haba acusado y destruido a ngelo y luego lo haba seducido.

Comenz a temblar y apag la computadora. Tenan que ser los efectos
secundarios de las drogas jugndole una mala pasada a su mente.

Se acord de los libros de demonologa en los estantes de Samael y tom uno al
azar. Lo cogi y de un tirn lo cerr estaba disgustado se dio cuenta que estaba
escrito en latn.

Lo devolvi a su sitio y trat con otro.

Este si estaba escrito en ingls y tena una lista de los "Prncipes Demoniacos y
all mismo junto a Lucifer estaba Samael. Una nota al margen escrita con la limpia
caligrafa de Samael le llam la atencin, pero estaba escrita con letras realmente
extraas como el hebreo o algo as y no lo poda entender en absoluto.

Dndose por vencido, suspir y dej el libro en el estante justo a tiempo cuando
oy que la puerta del apartamento se abra. Sali del estudio y contuvo el aliento
al ver quien lo saludaba. Samael se vea impresionante con un abrigo largo de color
rojo vino de fino terciopelo y botas negras de fetiche con cadenas de plata y
hebillas a todo lo largo de ellas. Le ech un vistazo y sonri.

-An sigues aqu entonces? Estaba casi seguro que huiras-.

-Y a donde?. Tu me dijiste que tena una semana para tomar una decisin. No
puedo quedarme aqu toda la semana?-. Oh Dios, por favor, deja que me quede.

-No te estoy echando, Daniel. Por supuesto que puedes quedarte si eso es lo que
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quieres-.

Estaba imaginando cosas o Samael pareca saber lo que haba estado leyendo
mientras l estaba fuera? Tena que saber, pero en qu forma abordara el
tema?. -Yo estaba pensando... tu nombre... es muy inusual-.

-Ah- Dijo una sola palabra tan suavemente que casi tuvo que esforzarse para
escucharla tan fuerte como si fuera un trueno. -As que me has estado
investigando no?-.

Sinti que rpidamente se le suba el calor a la cara. -Yo... eh...-.

-Antes de que nosotros vayamos ms lejos con esto, Daniel, te voy a hacer una
advertencia. Nunca me mientas. Eso me cabrea-.

Frunci el ceo ante eso. -Yo no iba a mentir. Me dio vergenza porque te habas
dado cuenta que haba estado fisgoneando eso es todo-.

-Est bien. Entonces, a qu conclusiones has llegado despus de que tu...
fisgonearas?.

-A ninguna. Quiero decir... bueno no te pareces en nada a un demonio-.

Samael se ech a rer y sacudi la cabeza. -No es de extraar ya que no soy un
demonio-.

-Pero puedes leer en latn y escribir con letras extraas-.

La risa ces abruptamente. -As que miraste en los libros, as como en la Internet.
Las letras son en hebreo si te interesa, aunque puedo leer y escribir en todos los
idiomas-.

Estaba cada vez ms y ms confundido. -Pero... tu has dicho que no eres un
demonio-.

-Vayamos a comer y voy a tratar de explicrtelo durante la cena-.

l se mantuvo firme. -Yo no voy a ninguna parte, excepto por esa puerta por mi
propia cuenta, hasta que no sepa qu demonios es usted!-
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Samael suspir y entorn los ojos. -Muy bien, Daniel, ya que insistes. Soy un ngel
cado condenado a vagar por la tierra, en lugar de vivir en el cielo. No me siento
particularmente condenado, tu entiendes, pero los ngeles del cielo te diran que
estoy tanto condenado como maldito-.

Samael tena que estar bromeando. Era ridculo. Y sin embargo, l lo haba visto
con sus propios ojos. No crea en ninguna de esas cosas en absoluto hasta que le
eso de que eres el acusador, el seductor y el destructor. Eso... s, que lo creo,
porque yo mismo lo he visto-.

-T lo has experimentado, de hecho-.

-S!-

-As que quieres saber qu es verdad y qu es ficcin, es eso?-.

-Lo quiero...- Pero aparte de los brazos de Samael alrededor de l y esa boca
sensual, exigente y posesiva, no estaba seguro de lo que l realmente quera. -S,
supongo-.

Samael sonri. -Y puedo hacerlo durante la cena?-.

Inclin la cabeza, admitiendo la derrota. -Voy a buscar mi abrigo. Por cierto,
gracias por la ropa-.

-Fue un placer. Me alegro que te gustara-.

Se dio la vuelta a mitad de camino hacia su cuarto y se qued mirndolo. -No te he
dicho que me gustaba-.

Samael simplemente lo mir desdeosamente. Te levantaste cuando una sirena te
despert. Echaste un vistazo afuera a los daos ocasionados por la tormenta
antes de examinar lo que haba en las bolsas. Tengo que continuar?-.

-No, creo que no-. l se zambull en su habitacin, recogi el abrigo nuevo y se
puso las botas negras de suave ante que encontr en otra bolsa, todo el tiempo se
preguntaba en qu demonios se haba metido.


* * * * *
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Samael llev a Daniel a su restaurante favorito, un restaurante de comidas
rpidas italiano junto a la Quinta Avenida, cerca del Empire State. El lugar estaba
escondido en la esquina de un edificio y cuando llegaron se sentaron de inmediato.

Comieron en un agradable silencio, Daniel se meta una berenjena baaba en
parmesano, mientras que Samael cortaba en cubitos y coma delicadamente un
raro y tierno bife.

Despus de la cena Samael se qued mirando a Daniel sobre su copa de vino. El
chico se haba comido una cena de tamao extra grande y estaba feliz metindose
una especie de postre dulce y espumoso. Se senta como en casa con l, como si en
realidad fuera un joven mortal.

l se recost en el espaldar del cubculo y sonri. As que, leste en un par de
sitios en la web y algunas piezas hicieron clic en su lugar. Estoy en lo correcto?-.

Daniel asinti con la cabeza. -Esas tres palabras...-.

-Bueno, vamos a deshacernos de la mierda primero, de acuerdo?. En primer lugar,
no soy un demonio, excepto en el sentido de que opt por dejar lo que ustedes
llaman el cielo y vivir en la tierra. Si tienes que etiquetarme y los mortales
parecen amar las etiquetas, soy un ngel cado-.

-Tu ya me contaste todo eso-.

-Lo s, pero quera reiterarlo-. Tom un sorbo de su vino y suspir. -Bueno vamos
a los hechos directamente. Yo soy el ngel de la Muerte. Me llamaron Shemal por
los sirios, y an se me conoce como Shiva por los hindes. Miguel, aunque es un
asno pomposo, no es mi adversario, ni tampoco me ha lanzado a mi o cualquier otra
persona del cielo. Nunca he pretendido ser una serpiente, nunca he estado casado
con Lilith
5
o con ninguna otra hembra y, aunque a veces se me confunde con l, yo
no soy Satans-.

-Wow!. Entonces, Qu pasa con todas las otras cosas?- Daniel pareca un poco
aturdido, pero admiraba al chico por querer afrontar la verdad sin importar cual
fuera.


5
Primera esposa de Adn que abandon el edn por su propia voluntad y que se uni con Asmodeo
que segn la mitologa juda es el demonio o la serpiente del Edn.
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-Te refieres a que soy el acusador, el seductor y el destructor?-.

-Si, a eso. Aquella frasecita realmente me molesta, porque eso parece ser cierto-.

Cmo explicarle a un mortal que tuvo que hacer todas aquellas cosas? Y que
adems estas hacan parte de su poder. Entonces se acord de su primera reunin
en aqul oscuro callejn. -El proxeneta que te golpeaba me molest con su actitud.
Cmo se atrevi a decidir la vida y la muerte? Esos son mis dominios. Esa fue mi
acusacin y lo mat-.

-Entonces me sedujiste!-.

-No era mi intencin, pero sucedi algo que me hizo necesitarte. Lo siento-.

-No, no, no lo sientas. Si te soy sincero me gust. Fue la primera vez que lo
disfrut-.

Saba eso, por supuesto, pero an as se senta bien escuchar a Daniel admitirlo.

-As que no te opondras a hacerlo de nuevo?- Esta vez estaba siendo
deliberadamente seductor y los grandes ojos del muchacho y su jadeo por la
sorpresa fueron toda la respuesta que necesitaba. Entonces el mortal lo estrope
todo.

-Eso parece como si no pudiera detenerte, no es cierto?-

El tallo de la copa se quebr bajo sus dedos mientras trataba de mantener
refrenado su temperamento en ese lugar pblico. Un turbado camarero corri por
un vaso nuevo y deseoso de inspeccionar su mano por si haba cortes o se haba
incrustado fragmentos de vidrio, pero era movido ms por el temor a un posible
litigio, que por su bienestar. Antes de recoger el vidrio roto examin su mano
completamente ilesa, pero fue agitada con impaciencia para que la soltara.

En medio de todo esto, su mirada nunca dej la cara de Daniel y ley las
emociones del muchacho. El miedo, s, que estaba all en abundancia, pero debajo
de eso, senta sincera admiracin por l, un deseo de entender y la lujuria. En
respuesta fue deliberadamente cruel. Sin embargo, tu nunca has sido capaz de
detener a nadie, verdad?-.

A Daniel se le subieron los colores. -Maldito seas!-.
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-Demasiado tarde, Daniel, me he condenado a m mismo. Pero seamos civilizados
una vez ms. Si quieres dormir solo hasta que hayas tomado tu decisin, no tengo
ninguna objecin. No voy a tratar de seducirte, pero, si me quieres, eso tambin
estar bien-. Tom otro sorbo de su vino, su temperamento estaba bajo control
por ahora.

Al otro lado de la mesa, Daniel se qued mirando su plato. -Lo siento. Supongo que
fui grosero-.

-Digamos que un poco... imprudente de acuerdo?-.

Daniel trag con fuerza y asinti. Se qued en silencio mientras terminaba su
postre, pero an haba, obviamente, muchas cosas en su cabeza. Puso sobre la
mesa su tenedor y le ech un vistazo a Samael. -Puedo hacerte una pregunta?
Bueno, varias preguntas en realidad-.

l se ri entre dientes. -Por supuesto que puedes. Pero no te prometo que vaya a
responder a todas ellas, dispara-.

-Cmo es el cielo?-

-Igual que la antigua Grecia o Roma, ya que hay una gran cantidad de columnas y
jardines. Se trata bsicamente de una dimensin muy similar a esta. Y el lugar es
aburrido-.

-Es por eso que te fuiste?-

-Hubo algunas luchas internas y algunos de nosotros optamos por marcharnos en
vez de aceptar toda esa mierda ms. La irona es que a nosotros no nos gusta
mucho el gnero humano, pero vivimos entre ustedes-.

-Mira, a mi ensearon que... l... te ech de casa. Pero tu me ests diciendo algo
diferente-.

Suspir. Cmo explicarle que nunca haba visto con sus propios ojos a algn
todopoderoso creador, an cuando l haba estado en el cielo? Que hasta donde l
saba, los ngeles eran los dioses. Decidimos irnos y nadie trat de detenernos.
Uno de los serafines llamado Metatron bsicamente gobierna el cielo y nos
cansamos de sus normas y reglamentos-.

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-Cuando sucedi todo eso?.

-Alrededor de hace diez mil aos. La humanidad todava utilizaba herramientas de
piedra y vivan en cuevas, cuando llegamos por primera vez aqu. Nosotros ms o
menos los dejamos salir solos adelante, a menos que tuviramos que actuar por
alguna razn. Por qu crees que todas sus religiones, tanto antiguas como
actuales son tan similares?-.

Daniel se encogi de hombros. -Nunca haba pensado en eso antes, pero s que los
viejos dioses y diosas fueron demonizados-.

l asinti con la cabeza. El muchacho era brillante para alguien que haba estado
viviendo en las calles. -Algunos de sus nombres an son los mismos o muy similares.
Su memoria popular era muy fuerte hasta que empezaron a escribir las cosas y as
colocar sus ideas en piedra. Ustedes dejaron de pensar y aceptaron solo lo que
lean, as que las cosas fueron manipuladas, sobre todo cuando alguno de ustedes
tuvo la brillante idea de que haba una sola mente detrs de la creacin. Metatrn
ha alentado aqul patrn durante todos estos siglos y ahora la mayora de la
humanidad se ha quedado atascada con el monotesmo-.

-Sin embargo, los hindes no lo son-.

-Ellos estn mucho ms equivocados que los dems, pero s, por lo menos aceptan
que aprendieron mucho de nosotros y que algunos eran mujeres. Has terminado
con eso?-.

-Podramos tomar un caf? Realmente no deseo moverme mientras que estemos
hablando de todo esto-.

-Est bien-. Llam al camarero y le orden caf antes de encender un cigarrillo.

-Tienes uno de repuesto?-.

Empuj el paquete sobre la mesa. Srvete tu mismo-.

Vio a Daniel encender un cigarrillo e inhalar con cierto regocijo. -Aunque a mi no
me afecte, fumar no te hace mucho bien-

-S, s, yo sigo oyendo eso. Aunque no puede ser tan malo como la herona-.

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-Si quieres creer eso. S mi invitado.

Se call cuando el caf lleg y esper hasta que el camarero levantara el plato
vaco de Daniel y hubiera desapareci antes de hablar otra vez. -As que, todava
piensas que soy un demonio?-

Daniel sonri y neg con la cabeza. -Creo que eres un mago muy talentoso o algo
con un nombre inusual-.

-En serio? Por qu?-.

-Dices que los escritos tienen errores, pero tu no tienes alas! Se supone que
tienes doce-.

Sacudi la cabeza y se ri en voz alta. -Piensa en un nmero, dblalo, smale lo que
sea y se llevan el primer nmero que haban pensado. El nmero correcto es seis,
no doce-.

-Como sea. No tienes ninguna!-.

-No es que no se puedan ver, Daniel. Me vera condenadamente estpido vagando
por las calles llevando seis alas en mi espalda, ahora no quiero hacerlo-.

Daniel lo mir y era obvio que l no crea que tuviera alas. Tal vez una noche le
mostrara la verdad sobre ello.

* * * * *

Samael haba cumplido su palabra y Daniel haba dormido solo despus de que
regresaron del restaurante. Durante el desayuno, Samael haba sugerido que
tomara algo de aire, que diera un paseo por el parque o tal vez hiciera algunas
compras.

Haba optado por el parque y le haba preguntado, ms bien tmidamente si a
Samael le gustara acompaarlo. -Me encantara, Daniel, pero no puedo hoy.
Alguien quiere verme-.

-Oh, est bien. Volvers en la noche?-.

Samael sonri. -Importa?-.
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Sinti el color subir a toda prisa por su cara otra vez. -Yo... mm... me gusta dormir
contigo, si eso te parece bien-.

La sonrisa de Samael creci y pas su brazo a travs de la barra de desayuno para
acariciar la caliente mejilla. Mientras que ests completamente seguro-.

l apoy la cabeza en el toque. -Estoy muy seguro-.

-Entonces muy seguramente voy a volver tan pronto como pueda. Disfruta de tu
paseo- Se levant y fue a buscar un abrigo. Cuero negro esta vez. El mismo que
haba usado cuando Daniel lo haba visto por primera vez.

-Ese abrigo te queda muy bien, pero con el rojo te vez an mejor-.

-Gracias-. Un ligero beso se presion en su mejilla y luego Samael dej el
apartamento.

Limpi la cocina y recogi su propio abrigo. Estaba a punto de irse cuando vio el
paquete de cigarrillos sobre la mesa junto a una nota.

-Probablemente querrs uno de estos. Traer ms-.

Sonri para s mismo y sali del apartamento. Verse bien vestido, no le dara
problemas en el hall de entrada, Jackson lleg hasta asentir y murmurar: -Buenos
das, seor-.

Le devolvi el saludo, tratando de no rerse en voz alta. Esto era tan diferente a
como Jackson lo haba abordado la primera vez.

Sali hacia el parque, dndose cuenta cuan rpidamente su vida haba cambiado y
su cuerpo haba sanado. La herona ya no era un problema, sus ansias haban
desaparecido por completo y estaba limpio y sano de nuevo. l sonri al cruzar la
avenida y se dirigi hacia el parque. ngel pareca ser ms apropiado que demonio
en cuanto se refiere a Samael, incluso con aquellas rpidas explosiones de
temperamento.

Estaba tan perdido en sus sueos de su glorioso benefactor que no se dio cuenta
que haba vagado bajo los rboles y no not a los hombres que suban por el
camino detrs de l hasta que fue demasiado tarde y fuera agarrado por manos
fuertes e hirientes.
TRADUCCIONES GANIMEDES
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-Gino ha estado buscndote, puta-.

Murphy y algunos de sus matones y si Gino Scarlatti quera verlo, l estara en un
mundo de dolor antes de que l finalmente muriera. -Sultenme!- Su voz sonaba
triste, incluso a sus propios odos.

Se rieron de l, manos y puos los arrastraron sin piedad hacia una puerta.
Pateaba y luchaba con fuerza, pero todo fue intil y fue atado en el asiento
trasero de un sedn negro esperando. Murphy y uno de sus otros matones se
sentaron con l mientras que el otro se subi en el asiento delantero del pasajero
y el coche se impuls sin problemas y se alej. El incidente no haba durado ms
de cinco minutos, y no haba causado ninguna reaccin dentro la concurrida ciudad.

-Me has causado una gran cantidad de problemas de mierda, pendejo- dijo
Murphy y le dio un puetazo en el estmago. -Me alegro de que ests vivo para
que Gino pueda tener algo de diversin contigo-.

-Crees que l dejar que una cucaracha como tu mire?- La nica esperanza de
Daniel era lograr molestar a Murphy para que se enloqueciera, sacara su pistola y
lo matara limpiamente.

Pero Murphy no estaba jugando. Aunque solo pueda escuchar tus gritos ser
feliz-.

Los otros matones se rieron entre dientes y perdi hasta el ltimo rastro de
esperanza mientras que el auto lo llevaba inexorablemente hacia Scarlatti y a una
muerte segura.

* * * * *

-Qu tienes en mente, Lucifer?- Samael haba volado a los dominios de Lucifer.
Al igual que el cielo, ste estaba en una dimensin aparte. Slo los mortales se
referan a l como el infierno. Estaba lejos de ser cualquier visin dantesca,
estaba bien iluminado, era clido y confortable, completamente en sintona con la
personalidad hedonista de Lucifer.

Su legendario hermano era un entusiasta de los sentidos, tomando el placer en el
sentido de ser como un caliente fuego o un largo bao en una piscina de
hidromasaje. Amaba las sedas, satenes y terciopelos. Aunque no era un gran
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comedor, l realmente disfrutaba de gustos epicreos tanto en los alimentos
como en los vinos. Su entorno reflejaba todo esto y mucho ms.

-Estoy un poco sorprendido de que te presentaras, eso es todo-. La melodiosa voz
de Lucifer siempre mantena un matiz de sarcasmo, pero hoy era ms pronunciado
que de costumbre. Le seal un silln al otro lado de la chimenea y se sent,
cruzando las piernas.

Samael se qued de pie y frunci el ceo. -Ha venido Beliel a contarte cuentos?-.

-No, en absoluto. Pero Metatrn tuvo el descaro de enviarme un mensaje sobre tu
interferencia fuera de tu propio dominio-. El hermoso rostro de Lucifer tuvo un
notable cambio cuando mostr su enojo y se convirti en casi bestial.

Samael estaba tan furioso, pero mantuvo controlado su temperamento. -No saba
que tuviera un dominio-.

-No, ni yo, pero Metatrn parece pensar que el elemento aire es el juguete de
Rafael y no el tuyo. Sintate, Samael!-.

Se sent en el borde de la butaca y frunci el ceo. Fisgn entrometido!-
el estado de nimo de Lucifer pareci cambiar y su rostro volvi a su belleza
natural. -Supongo que viste a Rafael-.

-S. Luego Beliel quera jugar as calm mis sentimientos y le di su diversin con
aqul huracn-.

Lucifer suspir. -Lo siento, Samael-.

-No es tu culpa. Rafael decidi quedarse y yo decid irme as que no hay nada ms
que decir-.

-Tu lealtad a mi fue la que hizo que decidieras marcharte. Tienes tiempo hoy
para hablar, o tu joven mortal te necesita?-.

l se ri entre dientes y se corri hacia atrs para acomodarse. -No te pierdes
nada con ese truco que haces?-

Lucifer se encogi de hombros con indiferencia. -Trato de no hacerlo. Yo slo me
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di cuenta, ya que esto no es tu normal forma de actuar. No te lastimes ms,
hermano mo-.

-No lo har. l es brillante y atractivo, pero l es slo un mortal al fin y al cabo.
Sin duda pronto me cansar de l-.

-Ah, pero s lo impetuoso que puedes llegar a ser-.

Tena que reconocer la justicia de eso. Era impetuoso. Haba sido la impetuosidad
la que le haba hecho salvar a Daniel en primer lugar. Pensar en el mortal hizo que
Samael lo buscara, para encontrar a Daniel luchando contra las garras de varios
matones satisfechos.

-Lucifer, tengo que irme. Lo siento-.

-S, Ya lo que veo. Trae al chico a verme un da de estos y no le hagas caso
Metatrn-.

-Yo?, nunca-.

Extendi sus alas, con ganas de irse. Vete- dijo Lucifer y alz vuelo. Pero no sin
antes or la risa del Hijo de la Aurora y decir: -Tan impetuoso-.


* * * * *

Gino Scarlatti era un matn de cuello corto y ancho, cuerpo achaparrado y patas
cortas, as se vistiera con cantidades desproporcionadas de costosa seda nunca
podra convertirse en un caballero. Estaba inclinado sobre Daniel, que estaba
atado a una silla en su oficina.

Detrs de l Murphy se ech a rer hasta que Scarlatti le dijo que se fuera y que
no volviera. Pobre Murphy tendra que contentarse con escuchar.

-No me importa el dinero que tu nuevo proxeneta haya gastado en ropa para ti, tu
eres mo y puedo hacer contigo lo que quiera! Cmo te atreves a cambiar de
patrn?

Daniel no respondi. Todo lo que pudiera decir slo empeorara las cosas, as que
se qued tranquilo y trat de conservar la energa para la prueba por venir. Una
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mano regordeta adornada con anillos de oro macizo golpe su cara y de paso le
rompi el labio.

-Respndeme, pequea mierda!-

-No he cambiado de patrn- se le escap en medio de una bocanada llena de
sangre.

-Entonces, quin es tu amigo del costoso apartamento?-

Sinti su histeria burbujear cuando Daniel dijo -Un ngel cado-.

Otro golpe en la otra mejilla esta vez. -No te hagas el gracioso conmigo, sabiondo
cara de culo! Quin es l?-.

-Te lo dije. Su nombre es Samael-.

-Samuel, qu?-

-No es Samuel. Samael. Su nombre significa el veneno de Dios y l es el ngel de
la Muerte-. Daniel se rea ahora, como las ltimas treinta y seis horas haban
parecido como un sueo hecho realidad, comenzaba a preguntarse si se trat de
algo que haba visto a causa de la herona.

-Ni una mierda y va a ser peor para ti!- Scarlatti estaba cada vez ms enojado
con l, pero no haba nada que pudiera hacer al respecto. La verdad era tan
extraa que nunca le iba a creer.

-Est bien punk tu lo pediste-. Camin Scarlatti hacia su escritorio mirando hacia
un cajn y sacando una caja del tipo que generalmente se utiliza para guardar
herramientas. La abri y estuvo listo. Daniel saba que esa caja no contena
herramientas comunes y corrientes, en su lugar haba instrumentos diseados
para causar una gran cantidad de dolor antes de que l realmente matara a su
vctima.

Daniel levant la cabeza, quera ver lo que Scarlatti tena preparado para l,
cuando un movimiento a su izquierda le llam la atencin. Samael, con sus alas
negras extendidas mientras sobrevolaba fuera de la ventana. Su risa se hizo an
ms histrica al darse cuenta de que el dolor y el miedo al fin lo haban conducido
al borde del abismo de la locura.
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La cada de cristales rotos lo seren, Samael estaba ah, resplandeciente y
terrible. A Scarlatti se le cay el bistur que haba seleccionado y se corri hacia
atrs varios pasos.

Samael mir a la puerta y frunci el ceo. Desde el exterior se escucharon varios
gemidos, seguido de tres golpes sordos cuando los cuerpos golpearon la alfombra
de la oficina exterior. Murphy debi haberse ido a casa solo. El ngel de la
Muerte volvi su atencin a Scarlatti.

-No pongas tus asquerosas garras en lo que es mo-. Samael no levant la voz. Era
tan suave como una brisa de verano: una brisa fuerte anunciando la llegada de una
inminente tormenta acompaada de tornados.

Daniel esperaba que Scarlatti dijera algo, pero no lo hizo. En su lugar, una mancha
de humedad se propagaba hacia abajo por la entrepierna de su costoso traje como
si se hubiera orinado encima.

Samael no le prest atencin por un momento mientras liberaba a Daniel de sus
ataduras. Lo levant sobre sus pies y se asegur de que l poda sostenerse por s
mismo antes de soltarlo.

-Esprame afuera, Daniel. De hecho esprame abajo en el vestbulo-.

-Pero...-

Aqul resplandor inhumano se clav sobre l y trag saliva. -No discutas conmigo,
Daniel. Te lo juro, realmente no deberas quedarte-.

De mala gana se fue de la oficina, cerrando la puerta detrs de l. Murphy y sus
dos compaeros estaban tirados en el suelo, sangrando por las orejas y por la
nariz y evidentemente bien muertos. Dio un paso alrededor de ellos para llegar
hasta la puerta cuando un grito de terror sali de la oficina interior. Se
estremeci y abri la puerta, casi rompiendo sus bisagras por el afn de salir de
all. Luego se fue corriendo rumbo al ascensor, an escuchando ese grito
resonando en sus odos.

* * * * *

Samael se acerc al escritorio y escogi de la caja un objeto delgado, parecido a
una sonda. Lo inspeccion por un segundo antes de avanzar hacia Scarlatti. El
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matn de los bajos mundos gritaba, ululaba un horrible lamento, incluso mucho
antes de que lo tocara.

Un aleteo en la ventana anunci la llegada de Beliel. -No irs a empezar sin m,
cierto?-

-Ser mejor que Daniel se encuentre a salvo o tu sers el proximo!-

-Tu hermoso juguete est bien, aunque algo molesto. Te est esperando en el
vestbulo, como le indicaste y est tratando aceptar este lado tuyo-.

Samael suspir. l saba que no haba forma en que el chico pudiera llegar a
aceptarlo en su forma angelical. Luego volvi su atencin a Scarlatti. -Te
gustara sujetarlo por un rato, Beliel?-

El demonio verde sonri. -Siempre es un placer, mi seor-.

Pasado un tiempo, cuando Scarlatti era una masa irreconocible de sangre y carne
en el suelo, Samael volvi a su forma humana y levant una ceja oscura hacia
Beliel. -Satisfecho?-.

-Oh, s. Creo que hoy te sobrepasaste-.

-Estaba furioso-.

-S, yo dira que estabas bastante furioso. A propsito, tu mortal todava te est
esperando-.

-Tal vez sera mejor para ti que lo dejars ir y conseguirle un lugar donde pudiera
vivir y darle algo de dinero-.

Beliel era inusualmente serio cuando escucho sus palabras. -Quieres que l te
recuerde por esto?-

-Eso es mejor para l. El pequeo idiota estaba a punto de enamorarse de m y
ambos sabemos como esto siempre termina-.

Beliel suspir. -S. Ellos siempre envejecen y mueren al lado tuyo. Y Lucifer nunca
mueve un solo dedo para inmortalizarlos-.

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-Exactamente. No quiero pasar por todo eso otra vez, Beliel. Sobre todo despus
de ver... lo de la otra noche-.

Beliel se cruz de brazos y se apoy en el escritorio. -Nunca te haba visto
preocuparte tanto por alguien antes. Siempre los usaste, abusaste de ellos y luego
los abandonaste-.

Samael movi la cabeza por su propia y tonta cobarda, por el hecho de que las
preguntas de Daniel y sus reacciones a las respuestas haban suscitado su
admiracin. Cuando la mayora ni siquiera haban buscado respuestas por s mismos
y mucho menos aceptar la verdad.

-Me preocupa- admiti. -No s por qu, pero lo que hago-.

-Qu era lo que tena que decirte la Estrella de la Maana?- l frunci el ceo
ante Beliel.

-Parece que tengo que darte las gracias por mantener por una vez tu bocota
cerrada-.

-Pero l ya lo saba todo de todos modos, no?-.

-Por supuesto que s-. Su ceo fruncido se hizo mas profundo. -Oh, mierda!-.

Beliel se ri entre dientes, un sonido como de cristales rompindose. -Contina.
Sabes que me lo dirs tarde o temprano-.

l comenz a caminar con tanta fuerza que era probable que hiciera un agujero en
la alfombra de felpa gris. -Quiere conocer a Daniel-.

La risa de Beliel ces abruptamente. Inslito- l coment.

-S, verdad?, Oh, diablos!-.

Beliel se encogi de hombros. Por supuesto, eso significa que tendrs que
mantener a tu lado al mortal por un tiempo-.

l mir airadamente al insecto. Rete de nuevo y voy a arrancarte las alas, pluma
por pluma. Ahora regresa a donde sea que estabas y djame en paz!.
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Beliel hizo una mueca y se volte alistndose para volar nuevamente a travs de la
ventana.

-Y Beliel, gracias-.

El demonio sonri. -Como te lo haba dicho, fue un gran placer-. Luego se fue
volando por el aire a una velocidad demasiado rpida para la comprensin humana y
mucho menos para poder verle.

l sonri, mir una vez ms los restos de lo que alguna vez haba sido Gino
Scarlatti y dobl sus alas escondindolas para que pudiera verse como un mortal
antes de salir de la oficina y tomar el ascensor hasta el vestbulo donde Daniel lo
esperaba.

* * * * *

Fue un viaje silencioso de vuelta al apartamento, Samael, aparentemente absorto
en sus pensamientos y Daniel no saba qu deba decir, en todo caso. Slo cuando
estaban caminando de la estacin del metro hacia el apartamento Samael habl.

-Creo que ser mejor que solo cenemos esta noche. Hay cosas que tenemos que
discutir y que no se pueden resolver en pblico-.

Daniel se estremeci ligeramente. Aqu viene. Vuelve a las calles Daniel, he
terminado contigo. Casi poda or a Samael dicindole estas palabras. No pude
caminar por el parque-.

Samael asinti mostrando que estaba de acuerdo. -Tienes razn, y por lo general
me resulta ms fcil hablar cosas serias cuando estoy en movimiento.
Conversaciones serias tienden a ser indigestas, no te parece?-

l asinti con la cabeza, en este momento no confiaba ni en l mismo para hablar.
Apenas se dio cuenta que cruzaron la avenida y entraron en el parque. En lugar del
canto de los pjaros y el ruido eterno del trfico actual, estaba escuchando un
grito horrorizado. Mir de reojo a Samael, resultaba difcil comparar al hermoso
hombre a su lado con el ngel vengador de la oficina de Scarlatti. Y sin embargo,
ambos haban demostrado que se preocupaban por su bienestar.

-Quieres que me vaya, no?-

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-Yo quiero lo mejor para ti, Daniel-.

Le mostr una triste risita. -S, claro, cada bastardo me lo ha dicho alguna vez,
mis profesores, mis padres, ngelo, y todos estn llenos de mierda! Tu me habas
dado una semana para tomar una decisin, lo recuerdas? T fuiste quien me pidi
que me quedara!-.

Para su sorpresa Samael se ri entre dientes. No me tienes miedo ni en lo ms
mnimo verdad?-

El grito terrible de Scarlatti hizo eco en su cabeza otra vez, pero no senta
ningn temor de Samael, incluso cuando haba entrado en la oficina de Scarlatti
en toda su horrible gloria, no haba tenido miedo de l. -No. Y quieres saber por
qu?-.

Samael asinti. -Estoy intrigado-.

-Es simple. Cuando llegue la hora en que me muera, sers t el que me lleve-.

Samael se detuvo en seco, y Daniel se volte para ver cul era el problema.
Samael se qued mirndolo fijamente con mucha tristeza en su expresin.

-Qu pasa?-

-Todo lo que puedo prometerte, Daniel es la muerte, incluso si puedo retrasarla el
mayor tiempo posible y que esta sea apacible-.

Se devolvi hacia su ngel demonaco y le acarici la mejilla. -Te preocupas
demasiado-.

-Dime algo, siempre has sido as de sabio?-.

Daniel sonri. -No. Ni siquiera cuando fui una callejera-. Pero la sonrisa se
desvaneci al recordar por qu estaban all y dej caer la mano de nuevo a su
costado. -Entonces, cundo quieres que me vaya?-.

Su mano fue agarrada y Samael la elev hasta su mejilla una vez ms. -Yo no
quiero que lo hagas. Eso no era lo que quera discutir contigo. Bueno, slo de una
forma indirecta. Lucifer quiere conocerte-.

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Se qued mirando a Samael. -Yo? Por qu?-.

-No tengo ni la menor idea. Eres el primer mortal que encontr por casualidad y
tambin el nico que l ha deseado conocer-.

-Debera estar asustado?-

Samael frot su mejilla contra la mano de Daniel antes de dejarla ir otra vez. -
Slo si lo tratas irrespetuosamente.-

Volvi a colocar su mano dentro del bolsillo de su abrigo antes de volver a caminar
al lado de Samael, una vez ms. As que, sobre esa semana? Eso sigue en pie?-.

Samael se ri entre dientes. S-.

Daniel asinti y le dio una patada a una piedra suelta en el camino. -Y vas a
dormir en tu propia habitacin por el resto de la semana?-.

-Si eso es lo que quieres, s-.

l asinti otra vez antes de rerse. -Para ser un inmortal que todo lo ve puedes
ser un gran tonto. Yo no necesito esa semana, Samael. Ya he tomado mi decisin-.

El mundo entero pareca haberse detenido en un latido de su corazn antes de que
Samael dijera -Ah, s?-

Daniel asinti de nuevo y le sonri a su compaero. -Yo estuve pensando en la
conversacin que tuvimos ayer por la noche cuando me fui a la cama y me di
cuenta de algo. Si quiero un buen trabajo, tendr que ir a la universidad y si lo
hago slo estar regurgitando las ideas de otros eruditos. Porque una vez que se
escribe las cosas bien podran quedar escritos en piedra, verdad?. As que yo
prefiero aprender a leer tus libros, y aprender de alguien que realmente sabe
todas las respuestas-.

-Por supuesto no me graduar oficialmente, pero creo que voy a necesitar toda
una vida slo para aprender-.

Un fuerte brazo apareci alrededor de la cintura de Daniel y Samael hizo un alto
antes de volver a mirarlo fijamente a l. -Creo que vas a estar tan viejo como el
pecado cuando puedas salir y trabajar en eso. Significa que te quieres quedar?-.
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Daniel mir hacia sus fros ojos y encontr que ya no eran tan fros, estaban
llenos de un oscuro fuego. -S que eres malhumorado y autocrtico y todo lo
dems, pero s, me quiero quedar contigo-.

El otro brazo de Samael se uni a su compaero y Daniel fue jalado con fuerza
ms cerca y muy profundamente besado. l enroll su brazo alrededor del cuello
de Samael y le devolvi el beso hasta que un disgustado transente que paseaba
con su perro les dijo que se consiguieran una habitacin.

Se separaron riendo y reanudaron su paseo. El pasado poda estar lleno de dolor y
el futuro ser incierto pero por el momento ellos estaban felices.