Marianela Resumido

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MARIANELA

ACTO UNICO

Huerta de la casa de don Francisco Penaguilas. Al foro, limitando el paraje, una tapia casi
cubierta de madreselvas. Inmediata a ella una fuente grande. A la derecha se supone la casahabitacin, con la que la huerta comunica. All en el fondo, en la lejana, los campos verdes,
las montaas azules. Sillas y bancos rsticos.
TEODORO
(Adentro, que est la puerta abierta. Alzando la voz.) .Ah de la casa! (Mirando a la derecha.)
Buenas tardes, Pablo! (PABLO responde desde dentro.)
PABLO
Oh! Buenas tardes, seor don Teodoro! Voy all.
TEODORO
(Contemplando a PABLO mientras se aproxima.) Lstima de muchacho! Belleza varonil,
privilegiada inteligencia, suprema sensibilidad... y ciego! La luz que les falta a sus ojos, parece
como que aviva ms y enciende la de su alma. Qu trgicas imperfecciones nos muestra a
cada paso la vida!
PABLO
Cunto bueno por esta casa, seor doctor!
TEODORO
Ya le dije a usted la otra noche que bamos a ser muy amigos.
PABLO
A gran honra lo tengo. (Se estrechan las manos). Va usted a pasar all dentro, o llamo a
mi padre?
TEODORO
Pues djelo usted en sus afanes. Debe respetarse el trabajo de todo el mundo. Charlemos
nosotros, que nada mejor tenemos que hacer por ahora.
PABLO
Sintese usted, seor don Teodoro.
TEODORO
Ahora me sentar, amiguito. Me agrada curiosear por la huerta. Primorosa la tiene el patriarca!
Como la nieta la cuida. (Observando con atencin e inters los ojos del joven.) Una vez ms me
hace usted fijarme en su desgracia. Lo han reconocido a usted ya algunos mdicos?
PABLO
S, seor. Y no tengo esperanza. Es de nacimiento mi mal. No tengo esperanza.
TEODORO
Quin sabe! Quin sabe, amigo mo!... (Silencio. El doctor observa an las pupilas del ciego.
Lejos, hacia el fondo, se oye despus cantar a MARIANELA.)
PABLO
Oye usted, don Teodoro?
TEODORO
S. Quin canta?
PABLO
La Nela.
TEODORO
Es verdad. Ya la o tambin la otra noche. No se acuerda usted?
PABLO
Ms bien cre que usted no se acordase.
TEODORO
Cmo no? Me interes mucho esa mueca. Buen lazarillo tiene usted!
PABLO
El mejor de todos. igala, doctor. Qu ajena est ella a que la escuchamos! Qu voz tan bonita!
igala usted... Los dos prestan odo a la cancin unos instantes. Cesa el canto. PABLO grita,
llamando a MARIANELA. Nelal Nela!.. Ven por la huerta, que aqu te espero! (Al doctor.)Y

mientras viene, con permiso de usted, don Teodoro, yo le voy a avisar a mi padre. (Se va por la
derecha.)
MARIANELA
Buenas tardes, seor Golfn.
TEODORO
Ven con Dios, Nela.
MARIANELA
Y Pablo?
TEODORO
No s. He sido yo quien te ha llamado.
MARIANELA
Usted?... Pues mi amito le ha prestado su voz, entonces.
TEODORO
La conoces bien?
MARIANELA
No la confundo con ninguna. No hay otra mejor que me suene.
TEODORO
(Riendo.) Mira qu observadora eres, mujer! As camino mucho. Qu edad tienes t, Marianela?
MARIANELA
Dicen que tengo diez y seis aos.
TEODORO
Diez y seis aos! Atrasadilla ests, hijita. Con quin vives?
MARIANELA
Con el seor Centeno, el capataz de ganado en las minas.
TEODORO
Y quin es tu padre?
MARIANELA
Mi padre?
TEODORO
No le has conocido quizs?
MARIANELA
No me acuerdo de l... (Con candoroso orgullo.) Pero dicen que fue el primero que encendi las
luces en Villa mojada.
TEODORO
Cspita! El primer farolero!
MARIANELA
S, seor; eso dicen.
TEODORO
Y tu madre?
MARIANELA
Mi madre dice que venda pimientos en el mercado de Villa mojada. Era soltera.
TEODORO
Vaya con la buena seora!
MARIANELA
Y a m me crio una hermana ele mi madre, que era tambin soltera, segn dicen. Y mi
padre, cuando se iba a farolear, me llevaba en el cesto, junto con los tubos, y con la aceitera,
y con las mechas... Un da dicen que subi a limpiar el farol que hay en el puente, puso el
cesto sobre el antepecho, y yo me sal fuera y me ca al ro. Pero no me ahogu.
TEODORO
Ya lo veo.
MARIANELA
Porque ca entre piedras. Divina madre de Dios! Dicen que antes de eso era yo muy bonita.
TEODORO
Y ahora tambin lo eres.
MARIANELA

Ahora no, ahora soy un fenmeno, no sirvo para nada.


TEODORO
Que no sirves? No seas tan modesta, mujer.
MARIANELA
Todos lo dicen que no sirvo ms que de estorbo. Y es la verdad: en cuanto cargo un peso, por
pequeo que sea, me caigo al suelo. Y si me pongo a hacer una cosa difcil, me desmayo en
seguida.
TEODORO
Todo sea por Dios... Vamos, que si dieras t en manos de personas que te supieran manejar, ya
trabajaras bien.
MARIANELA
Pero no oye usted que yo no sirvo para nada?
TEODORO
De modo que eres una vagabunda?
MARIANELA
No, seor, porque acompao a Pablo.
TEODORO
Pues ya ves t si sirves. Parece buen muchacho Pablo.
MARIANELA
(Con entusiasmo.) Madre de Dios! Es lo mejor que hay en el mundo. Pobre amito mo! Sin vista
tiene l ms talento que todos los que ven.
TEODORO
Y t amo te quiere mucho?
MARIANELA
S, seor: es muy bueno. l dice que ve con mis ojos, porque como yo le llevo a todas partes, y le
digo como son todas las cosas...
TEODORO
Todas las cosas que no puede ver.
MARIANELA
S, seor; yo se lo digo todo. l me pregunta cmo es una estrella, y yo se la pinto ele tal modo
con mis palabras, que para l es lo mismito que si la viese. Lo mismito. Y le explico cmo son
las hierbas, y las nubes, y el cielo, y el agua, y los relmpagos, y las veletas, y las mariposas, y el
humo, y los caracoles, y el cuerpo y la cara ele las personas y de los animales... y lo mismito que
si lo viese todo. Y le digo lo que es feo y lo que es bonito, y l dice que se entera mejor que
cuando se lo explica nadie.
TEODORO
Veo que no es flojo tu trabajo. Lo feo y lo bonito! Ah es nada... yeme, Nela: te alegrara a ti
mucho que tu amito recibiera de Dios el don de la vista?
MARIANELA
Divino Dios! Eso es imposible.
TEODORO
Imposible, no; difcil, s.
MARIANELA
Divino Dios! (Pausa.)
TEODORO
Sabes leer, Marianela?
MARIANELA
No, seor. Si ya le digo a usted que yo soy una cosa intil.
TEODORO
Vaya! Pues yo voy a encargarme de hacerte una mujercita de provecho! Y voy a empezar ahora
mismo. Ten ah.
MARIANELA
Qu me da usted, seor?
TEODORO
Dos duros.

MARIANELA
Para qu?
TEODORO
Para que te compres unos zapatos.
MARIANELA
Si yo ando bien descalza! Mire. (Corretea por la huerta.)
TEODORO
Pues hay que aprender a andar calzada. Y hasta a bailar, si me apuras mucho!
MARIANELA
Bailar yo con zapatos! Qu risa! En fin, Dios le pague la voluntad. La Nela con zapatos!
Madre!
TEODORO
(Reparando hacia la derecha.) Pero, qu veo? Si estn aqu mis seores hermanos! Ya poda yo
esperarlos por esa otra parte!
MARIANELA
Es que han entrado por la casa. A doa Sofa le gusta mucho ver el escudo de la puerta.
Sale por la derecha DON FRANCISCO PENGUILAS, seguido a pocos pasos de SOFA y de CARLOS
GOLFN.
DON FRANCISCO
Marianela, a la puerta de la casa te aguarda Pablo. Idos a dar vuestro paseo; pero volved antes
de anochecido, que ya refresca.
MARIANELA
S, seor. Buenas tardes.
TEODORO
Vaya con Dios la seorita Nela. La NELA le sonre, y se aleja por la derecha.
SOFA
Y qu hacas t aqu solo en la huerta, chiflado?
TEODORO
Pues dejar un rato de pelear contigo, y escuchar a la Nela.
SOFA
Que tiene mucho que escuchar! Cuando digo que ests chiflado!
CARLOS
Don Francisco, ya rompieron las hostilidades otra vez. Lo est usted viendo? Mi mujer y ste son
el perro y el gato.
DON FRANCISCO
Ea, pues vamos a sentarnos aqu un ratito en sana paz. No, doa Sofa? Sintese,
sintese...Como ustedes gusten. Ahora son ustedes los amos de esta casa. Les voy a ensear
una fotografa que he recibido hoy, para que vean la sobrina que tengo. (Saca del bolsillo varias
cartas y de una de ellas un retrato, que muestra orgulloso.) Qu tal?
SOFA
La Florentina es una guapa muchacha. Lstima que aquellas endiabladas modistas de Santa
Irene del Camp la vistan de mscara.
TEODORO
A ver. Lindsima criatura! Sobrina de usted, don Francisco?
DON FRANCISCO
Hija nica de mi hermano Manolo.
TEODORO
Mrala, Carlos parece una virgen de Rafael. Florentina se llama?
CARLOS
Yo la conozco, s: Florentina. Y est parecidsima en el retrato. Pero lo mejor que tiene no sale: el
color. Sabes, Teodoro? Es un rosa tostado... un moreno encendido...
TEODORO
Por algo he pensado yo en Rafael. Es una alhaja. Enhorabuena, don Francisco. Felicite usted a
su hermano de parte ma.
DON FRANCISCO

(Recogiendo el retrato y guardndolo con amor.) El bueno de Manolo... Hombre ms feliz!..


(Suspira con extraa nostalgia.) Ay!...
SOFA
Sintate, Teodoro. No seas mal educado. Siempre te ha de gustar distinguirte.
TEODORO
No quiero sentarme, Sofa. Levntate t.
SOFA
Es que me pone nerviosa verte de pie.
TEODORO
Es que te conviene ponerte nerviosa, a ver si adelgazas un poco.
CARLOS
jajaja
SOFA
Rele la gracia al hermanito, hombre.
DON FRANCISCO
Haya paz, haya paz... ser mejor que retornemos a la casa.
Queda la huerta sola. Cae sobre ella la tarde, llenndola de misterio y de paz. A poco vuelven
cogidos de la mano MARIANELA y PABLO. Vienen del campo, por la izquierda.
PABLO
Jovialmente. Tendra que hacer en casa. O querra enterarse de algo. Es ya de noche, Nela?
MARIANELA
An no, nio mo. Pero ya se ve en el cielo la primera estrellita. Parece que nos est mirando.
sa me gusta a m ms que todas.
PABLO
Elevando sus ojos a lo alto con tristeza profunda. Es verdad que exists, estrellas? (Silencio.)
Antes me formaba yo idea del da y de la noche, cmo dirs t, Nela?
MARIANELA
Cmo? Dmelo, Pablo, que ello ha de ser cosa bonita.
PABLO
Pues era de da cuando hablaba la gente, y era de noche cuando la gente callaba y cantaban los
gallos. Pero ahora comparo de otro modo. Es de da cuando estamos juntos t y yo; es de noche
cuando me dejas, cuando nos separamos.
MARIANELA
Ay, divina Madre ele Dios! A m, que tengo ojos, me parece lo mismo.
PABLO
Voy a pedirle a mi padre que te deje vivir en mi casa para que nunca te separes ele m.
MARIANELA
(Batiendo palmas.)Eso, s, eso! Pdeselo esta noche! (Contentsima, se recoge sus faldas y
rompe a bailar.)
PABLO
Qu haces, Nela?
MARIANELA
Bailar de alegra!
PABLO
Ests bailando?
MARIANELA
De contenta, Pablo, de contenta! No he de bailar, con esa ocurrencia que has tenido? Que yo
viva contigo siempre!... que no nos separemos nunca!. ..
PABLO
Eso quiero yo.
MARIANELA
Y ves t lo que te he dicho tantas veces? Ahora me he puesto aqu a bailar porque estoy solita
contigo. Junto a ti soy otra distinta. Se conoce que t me das de esa luz que llevas por dentro, y
que es ms brillante que la del sol.
PABLO

Pues, y el ciego, lo que quiere a su lazarillo? (Le toma las manos y se las acaricia.) Oye,
Nela, qu has hecho de las flores que cogiste antes? Madre de Dios! Las he perdido! Qu
pcara!
MARIANELA
Pero no te apures, que aqu en tu huerta estn las ms bonitas de todo el mundo, y ahora mismo
te voy a hacer un ramo. (De ac y de all, corta rpidamente flores diversas y luego se las ofrece
a PABLO agrupadas.)
PABLO
Anda, s me gusta tenerlas en mis manos. Aunque no las veo, creo como que las oigo, Nela.
MARIANELA
Tonto, si las flores no cantan ni hablan...
PABLO
Eso ser para vosotros, los que podis gozar mirndolas. A los que no las vemos, nos guardan
ellas esta compensacin.
MARIANELA
Ponindole entre las manos las que ha cogido. Toma: ah tienes un ramo precioso.
PABLO
Ves t? Parece que ellas me lo dicen... Dentro de m hay una cosa... yo no puedo expresarte
qu... una cosa que responde a ellas. Ay, Nelilla ma! se me figura que por dentro yo veo algo.
MARIANELA
Como yo cuando cierro los ojos. Si todo lo del mundo lo llevamos por dentro. Vamos a ver, Pablo:
sabes t lo que son las flores?
PABLO
Pues... las flore-. .. Son unas sonrisillas que echa la tierra. Eso deca mi madre, que era
andaluza.
MARIANELA
No, simple. Las flores son las estrellas de la tierra misma.
PABLO
Vaya un disparate! Y qu son las estrellas?
MARIANELA
Las estrellas son las miradas de los que se han ido al cielo.
PABLO
Entonces las flores...
MARIANELA
Son las miradas de los que se han muerto y no han ido al cielo todava.
PABLO
No, no; no creas desatinos. Nuestra religin nos ensea que el espritu se separa de la carne y
que la vida mortal se acaba
MARIANELA
(Adornndose con las flores los cabellos.) Cuando nia, dicen que no era fea... Ahora...
PABLO
Ahora tu belleza ha crecido. No me engaas. Cmo es posible que tu bondad, tu gracia, tu
inocencia, que han sido capaces de alegrar mis tristes das, no estn representadas en la misma
hermosura? Dice mi padre que los que no vemos no podemos comprender la forma.
MARIANELA
(Arrojando al agua las flores.) Madre ma! Por qu no soy como Pablo dice?
PABLO
Qu hablas, Nela?
MARIANELA
Nada, seorito. Deca que el agua se ha puesto a temblar, porque se han cado en ella las
flores, y ya no me veo.
(Acercndose.) Y ese libro que te lea tu padre dice que soy bonita?
PABLO

Lo digo yo, que te conozco; que te veo brillar dentro de m, como un astro celeste en estas
sombras en que, vivo! Mariquilla, compaera ma, ven ac. (Estrechndola las manos contra
el pecho) Chiquilla bonita, te quiero con toda mi alma! Quireme t, o me muero!
MARIANELA
Pablo, nio de mi corazn, yo te quiero a ti ms que a nadie. Porque t vives, vivo yo contenta.
Mi vida es tuya toda, porque eres t quien me la da con desvaro. Y ese libro que tu padre te lee
es el nico libro que no miente! Yo soy hermosa, muy hermosa! ...
PABLO
S!
MARIANELA
(Con vehemencia.) Quin te diga lo contrario, te engaa! Yo soy muy hermosa! (Nuevo
silencio.)
DON FRANCISCO
Pablo?
MARIANELA
Tu padre.
DON FRANCISCO
Pablo! Ests ah?
PABLO
Aqu estoy, padre con la NeJa.
Sale por la derecha DON FRANCISCO, y se llega a PABLO, conmovido y gozoso.
DON FRANCISCO
Te esperaba impaciente, hijo. Es tarde? te guardo una buena nueva.
PABLO
Padre? De qu?
DON FRANCISCO
(Esforzndose en aparecer sereno.) De tu desgracia, de tus ojos... Quiero yo ser quien t e la
diga primero que nadie.
PABLO
Don Teodoro, acaso...?
DON FRANCISCO
S... Cmo lo adivinas! (PABLO escucha a su padre con ansiedad. MARIANELA con indecible
sentimiento, en que se confunden la alegra y el temor.) Ha venido a verme... hemos hablado
largo rato... quiere reconocerte maana... Me ha citado un caso anlogo al tuyo, resuelto
felizmente... Me ha dado esperanza por ti...
PABLO
Padre!
DON FRANCISCO
S, s; me ha dado esperanza, hijo mo...
PABLO
Nela, t oyes esto? (La NELA calla.) Dice usted que maana, padre...?
DON FRANCISCO
Maana, s... maana te reconocer despacio... Vamos adentro ahora... La noche est fresca...
PABLO
Nela, Nela; ven con nosotros. Qu alegra!
MARIANELA
No, seorito... Yo me marcho ya... Luego me rien all, si tardo.
PABLO
Pero te vas contenta, como yo?
MARIANELA
S, s... como t... lo mismo que t...
DON FRANCISCO
Anda, Pablo, vamos adentro.
PABLO

Hasta maana entonces, Mariquilla. Ven temprano. Gran da maana para nosotros! ... Ay,
Nela! Te ver algn da?
MARIANELA
La Virgen har ese milagro. Hasta maana, seorito.
PABLO
Hasta maana, Nela.
DON FRANCISCO
Hijo, ven.
Se aleja con l por la derecha. MARIANELA, a solas con su conturbado espritu, llora sbitamente;
solloza. Luego, corno si se acusara preguntndose, exclama:
MARIANELA
Por qu lloro yo de esto? (Maquinalmente la arrastran sus pasos hacia la puerta de la huerta,
pero sus ojos no dejan de mirar con melancola hacia el sitio por donde PABLO se march.)
Luego se retira Es de da y reaparece la NELA por el primer trmino de la derecha. Se
encamina perezosamente a la casa, y al ir a entrar en ella, retrocede, con gesto de hasto y de
cansancio. Ensimismada, va maquinalmente a sentarse en el tranco de piedra. TEODORO
GOLFN, aparece entonces y se le acerca.
TEODORO
En qu ests pensando, Mariquilla?
MARIANELA
Levantndose sobresaltada.
Don Teodoro! No le haba visto. De dnde sale usted?
TEODORO
Sintate, sintate. Quiero decirte algoSabes Estoy enamorado de ti Marianela. Una de estas
noches voy a venir a darte serenata con guitarras y con panderos.
MARIANELA
Madre de Dios! Sonrindole con gratitud.
TEODORO
Pero primero tengo que reirte, por muy enamorado que est.
MARIANELA
Pues qu he hecho?
TEODORO
Malgastar el dinero que te di para unos zapatos
MARIANELA
(Tristemente.) Si Pablo recobra la vista y la Virgen Mara, sabe cmo se lo he pedido yo, mis
paseos con l se acabaron.
Ya nada tendr que hacer al lado suyo. Yo era su gua, su lazarillo... nada ms. Ahora no le
faltarn otras compaas.
TEODORO
Es que l no querr prescindir de ti Marianela. (sta baja los ojos. TEODORO la observa en
silencio. Pausa.) Dime por qu te escondiste antes?
MARIANELA
Temblorosa. Antes... cundo?
TEODORO
Cuando oste que te llamaba por ah la seorita Florentina.
MARIANELA
Yo no me escond de ella...
TEODORO
S te vi yo. No lo niegues.
MARIANELA
Me escond, porque no saba quin me llamaba.
TEODORO
He credo notar que le tienes t cierta antipata a la seorita forastera.
MARIANELA
Madre de Dios! Yo, no! No, don Teodoro, no crea usted eso.

TEODORO
Pues lo que es a Pablo no le cay muy bien en un principio. Apenas quera hablar con ella. No le
fue simptica.
MARIANELA
Eso me lo dijo l a m el primer da que los tres juntos salimos de paseo, mientras la seorita
corra y saltaba lejos de nosotros. Pero luego me dijo tambin que deba de ser muy
hermosa. Como es tan buena!.. Cuando Pablo la vea por sus ojos...
TEODORO
Si lo permite Dios. Pues ahora, mucho disimulo. (Sale, dejando sola a Marianela quien se queda
mirando en el riachuelo su rostro y se queda dormida, por el otro lateral aparece Florentina la ve
y se acerca a ella, la despierta)
MARIANELA
(Como despertando de un sueo.) Seorita Florentina...
FLORENTINA
S; yo soy. Es la alegra que te ha trastornado?
MARIANELA
S, la alegra, s...
FLORENTINA
Sabes ya lo que pasa?
MARIANELA
S... lo he odo a don Carlos...
FLORENTINA
Y yo vengo corriendo a decrtelo a ti! Por qu no fuiste con el doctor, a sufrir y a gozar todos
juntos? Qu momento, Nela, cuando le descubrieron los ojos a mi primo! Su grito, su gesto, nos
sobrecogi a todos. Retroceda espantado, cerrndolos como si le asustara ver...
MARIANELA
Pobrecito!
FLORENTINA
Qu cosa! Qu milagro de Dios! En seguida el doctor volvi a vendarlo, y l, excitadsimo,
trastornado, febril, pidi con ansia que lo dejara ver de nuevo. Don Teodoro tuvo que
complacerlo, para que se calmase... Y entonces, Nela, la primera cara que vio fue la ma. Y qu
dirs t que se le ocurri preguntar? Es esta la Nela? Claro! crea que estabas all con
nosotros. Y cuando se enter de que era yo su prima, comenz a gritar. Bendito sea el sentido
que permite gozar de esta luz divinal! Y luego me elijo: Qu tienes en tu cara, primita ma, que
parece la misma idea de Dios puesta en carnes? De tu cara salen como unos rayos... Ests en
medio de una cosa que debe ele ser el sol
MARIANELA
Quiere verme!. ..
FLORENTINA
Es natural, muchacha. Mira si pregunt por ti. Antes que por nadie. Ahora est descansando. En
la alcoba no entra ms que mi to. Qu alegra la del buen seor! Qu llanto de alegra!
Temimos que perdiera el juicio. Yo me puse a rezar y no pude: no saba estar quieta. Y entonces
pens que mi mejor oracin era venir en busca tuya. Y aqu me tienes. Me miras de un modo
particular, chiquilla... Por qu no dices nada? No ests t tambin contenta, como yo?
MARIANELA
No he de estar contenta? Eso s...
FLORENTINA
Corriendo y saltando he venido!
MARIANELA
Por m?
FLORENTINA
Por ti, Nela; por ti, hermanita ma. Yo quisiera que en estos das nadie estuviese triste en el
mundo; quisiera poder repartir
mi alegra, echndola a todos lados, como echan los

labradores el grano cuando siembran; quisiera poder entrar en todas las habitaciones
miserables, y decir: Ya se acabaron vuestras penas: aqu traigo yo remedio para todos.
Pero como esto slo puede hacerlo Dios.
MARIANELA
Yo? Con usted?
FLORENTINA
Conmigo, s. Yo he hecho a la Virgen una promesa, si le daba la vista a Pablo la de recoger al
pobre ms pobre que encontrase, para hacerle completamente igual a m; para ofrecerle, no slo
mi bienestar material, sino eso que vale ms que todas las limosnas... T has sido hasta aqu la
cariosa compaera de mi primo, su lazarillo, su gua en las tinieblas. l repite que ha visto con
tus ojos y ha andado con tus pasos... T me perteneces, Marianela: mi pobre eres t. Dejars de
serlo, y a mi lado sers mi hermana. Dame la mano. Ven conmigo.
MARIANELA
(La NELA se desprende de ella.) No...
FLORENTINA
Qu no?
MARIANELA
No, seorita, no...
FLORENTINA
No me llames ya seorita. Te he dicho que vas a ser mi hermana.
MARIANELA
Eso no es posible. (Rehusndola.) No puedo, no puedo ir all ...
FLORENTINA
Me asustas, Nela... no s comprenderte.
MARIANELA
(Apartndose rpida y bruscamente de ella, casi de un salto, y huyendo hacia el fondo.) No!
Eso no! Ir all, no! Adis, nia ma!
FLORENTINA
,
(Atribulada.) Pero, Nela! Ests local Huyes de m? Nela! Hermana!
MARIANELA
Adis, nia ma, adis! Desaparece.
FLORENTINA
Nela! NeJa! (Llorando. ) Pero, Dios mo, qu es esto? NeJa! Nela! Nela! Por qu se va? Por
qu me deja as? Por qu no quiere mi cario? (SALE TRAS DE NELA)
DON FRANCISCO
Tarda don Teodoro... Est Pablo tan impaciente...Pausa. Hermosa maana. La lluvia ha
refrescado la atmsfera.
Dentro, hacia la derecha, se oye la voz de PABLO.
PABLO
Pap?
DON FRANCISCO
Aqu me tienes, hijo mo. (Se aproxima a la puerta de la derecha. Por donde PABLO sale. Trae
vendados los ojos.)
PABLO
No viene todava el doctor?
DON FRANCISCO
Por este lado no aparece. Y l ya sabes que siempre viene por la huerta. Como no quiera
sorprendernos hoy entrando por el otro lado...
PABLO
Va a dar lugar a que me desespere, y sin su permiso, me quite yo la venda.
DON FRANCISCO
No, no; clmate; que ayer lo hiciste y se incomod mucho.
PABLO
De labios afuera para tenerme a raya. Luego le escuch decirle a usted por lo bajo que ya no
haba cuidado.

DON FRANCISCO
Ah, tunante! Pues s que hay alguno. Bien claro lo repite l uno y otro da: No se pasa de la
ceguera a la luz, no se entra en los soberanos do minios del sol, como quien entra en un teatro.
Tambin en este nacimiento hay dolor. Has de tener paciencia, chiquillo.
PABLO
Ms de la que tengo, pap? De todas las horas del da, no me dejan los ojos libres sino dos o
tres. Y es una iniquidad que lo tenga a uno tanto tiempo a oscuras! Luz! Luz! As no se puede
vivir! Yo me muero! Necesito mi pan de cada da, necesito la funcin ele mis ojos...
DON FRANCISCO
Temo que te hayas excitado mucho, hijo. Pcaro palique! Por qu no vuelves a tu cuarto?
PABLO
Ms me excita la soledad.
DON FRANCISCO
Aqu no, hijo mo. Anda, vete all; que ahora ir yo, a darte compaa en silencio. Acaba de
llegar alguien..
PABLO
Avseme usted si llega Florentina. (Se marcha por la puerta de la derecha. Ingresa Teodoro)
DON FRANCISCO
Qu hay?
TEODORO
Nada malo; no se inquiete usted. He cazado a la Nela.
DON FRANCISCO
Por fin! Cunto va a alegrarse mi hijo!
TEODORO
No le diga usted nada todava.
DON FRANCISCO
No?
TEODORO
No. Djeme usted a m hablarle del caso.
DON FRANCISCO
Ah, bien.
TEODORO
Vyase usted con l, mientras yo acomodo y tranquilizo a Mariquilla, y luego baje al patio a
buscarme, y hablaremos los dos.
DON FRANCISCO
Conforme. Y cundo le quita usted hoy la venda? Est muy nervioso.
TEODORO
Ya, ya. Tiempo hay de todo, don Francisco.
DON FRANCISCO
Lo que usted haga, est bien hecho. Hasta ahora. (Vase por donde PABLO.)
TEODORO desaparece unos momentos. Queda la escena sola. Luego vuelve, trayendo a
MARIANELA de la mano.
Viene la muchacha como prisionera, avergonzada, recelosa, protestando en lo ntimo de su ser.
TEODORO
Ves como no hay nadie? Llegamos a puerto seguro. Entra sin cuidado, chiquilla.
MARIANELA
Y Pablo? Temblorosa, asustada.
TEODORO
Pablo no sale de su habitacin sin permiso mo. No tienes nada que temer. Pero qu bueno es
esto!... La Nela, escondindose del pobre Pablo, y el pobre Pablo sin otro pensamiento que el de
ver a la Nelal
MARIANELA
Pablo no quiere verme ya.
TEODORO
Pues no habla de otra cosa!

MARIANELA
Pues no quiere verme.
TEODORO
En qu te fundas para creerlo?
La NELA calla.
TEODORO
Ven ac. Quiero que hables conmigo con la confianza de otras veces. Haz cuenta de que soy tu
padre.
MARIANELA
Yo no tengo padre.
TEODORO
Por eso. Pero, en fin, si lo prefieres, haz cuenta de que soy el cura de Villa mojada que viene a
confesar a la Nela. Acrcate a m. (La chiquilla sonre con tristeza. Obedece, y cae delante de l
de rodillas, como si de veras se fuese a confesar. No, tonta; as no: con menos ceremonia. Me
falta la sotana para permitir que te arrodilles. Sintate a mi lado. As, as. Sospecho yo que
deseabas encontrar una persona con quien desahogarte; a quien contarle tus penillas. Pobre
Marianela! Ests demasiado sola en el mundo.
MARIANELA
Por eso quera quitarme de l.
TEODORO
Qu disparate! Y a eso ibas cuando te sorprend en la boca de la Trascava?
MARIANELA
S, seor.
TEODORO
Ibas a arrojarte a aquel agujero espantoso?
MARIANELA
S, seor. Me resolv a irme con mi madre. All est mi madre.
TEODORO
De dnde has sacado tal idea? A unos cuantos huesos sin vida llamas tu madre? Crees que
ella sigue viviendo, pensando y querindote en aquella caverna? Nadie te ha dicho que las
almas, una vez que sueltan su cuerpo, jams vuelven a l? Nadie te ha dicho tampoco
que tu madre cometi un gran crimen al darse la muerte? El mismo que ibas t a cometer. Qu
bien pensabas alcanzar arrojndote all?
MARIANELA
Ay! Un bien que quizs usted no comprenda. El de no sentir nada de lo que ahora siento.
TEODORO
Tan doloroso La Nelilla?
MARIANELA
Para no pensar sino en la muerte, seor. Yo s que los que se mueren y son buenos logran all
toda la ventura que aqu les falta.
TEODORO
Pero si yo te he conocido hace unos das gozosos y satisfechos, cmo puede ser este
cambio? Cmo ahora no quieres vivir?
MARIANELA
Vivir s que quisiera!
TEODORO
Quisieras vivir, e intentas matarte?
MARIANELA
Pues quisiera vivir!
TEODORO
Pues vive, criatura. En esta casa te quieren todos. Por qu rechazas la mano fraternal que
te tiende la seorita Florentina?
MARIANELA
(Con energa.)Porque esa mano es la que me mata!
TEODORO

Qu dices?
MARIANELA
Eso, eso digo!... Lo que me ofrece la seorita Florentina es la muerte!
TEODORO
La muerte llamas a una proteccin tan generosa? La muerte es la que t ibas buscando en la
Trascava.
MARIANELA
Por huir de esa otra. Entre las dos, aqulla; mil veces aqulla! (Con sbito miedo.) Pero
llveme usted de aqu... vmonos de esta casa!
TEODORO
Por qu, inocente?
MARIANELA
Porque no quiero estar aqu! Nono no
TEODORO
Qu? Qu tienes, Nela? Tocando su frente y sus manos. Chiquilla, ests helada... Qu te pasa,
mujer
MARIANELA
Viene! (Con espanto y angustia.) No! S, s viene! Es Pablo! Es Pablo!
TEODORO
No, tontuela... no es Pablo... Clmate... No ves? (Sealando a la puerta de la terraza.) Es la
seorita Florentina.
MARIANELA
(Separndose de l, amedrentada, inquieta, turbadsima, la mirada baja.) La seorita
Florentina!..(Llega FLORENTINA, en efecto. Viene tocada de un sutil y negro velito, que realza su
hermosura.)
TEODORO
Eh, qu tal?... Soy buen cazador de mariposas?
FLORENTINA
Marianela!
MARIANELA
(Sorprendida y alegre.) Seorita... (Luego la mira con inefable expresin.)
FLORENTINA
Por fin has querido venir a vernos?
TEODORO
No, no: por fin he conseguido yo que venga.
MARIANELA baja los ojos.
FLORENTINA
Sabes te queremos ms, aunque te hayamos conocido ms tarde. Y aunque usted no nos
quiera.
MARIANELA
Yo s los quiero a ustedes mucho.
FLORENTINA
En dnde la ha encontrado usted?
TEODORO
Por ah. Me dieron el soplo del sitio en que estaba...
MARIANELA est plida, descompuesta, con seales de una espantosa alteracin fsica y moral.
FLORENTINA lo advierte y se le acerca de nuevo con gran cario.
FLORENTINA
Pero qu te pasa a ti, Marianela? Tiemblas, tienes fro... No la ve usted, doctor?
TEODORO
S, s... Est agotada ele cansancio y de fiebre... Necesita reposar primero que nada.
FLORENTINA
Pues aqu... en mi alcoba... Cogindola de la mano. Ven.
TEODORO

S, Nela: te hace falta dormir un poco... Djate llevar por la seorita Florentina. Luego volver yo
a seguir charlando contigo, y a llevarte en mi compaa, y a contarte un cuento precioso.
FLORENTINA
Anda, ven. Amorosamente conduce a su dormitorio a MARIANELA, que va profundamente
abatida y marchita.
TEODORO
Vindolas .trasponer las blancas cortinas de la alcoba. Si yo fuera pintor, pintara ese cuadro.
Sale FLORENTINA de su alcoba. Hablan a media voz
FLORENTINA
Pronto dormir. Pobrecita! Su postracin y su tristeza me dan miedo. No, doctor?
TEODORO
La salvaremos, Florentina. Es inconcebible lo que sufre esa alma. Soberano espritu mal alojado!
El cuerpecillo es miserable.
FLORENTINA
Dnde? La encontraste
TEODORO
En la misma boca ele la Trascava, resbalando ya hacia el abismo.
FLORENTINA
Quera matarse?
TEODORO
S.
FLORENTINA
(Aterrada.) Jess!
TEODORO
Dice que su madre est all dentro y que se iba a juntar con ella.
FLORENTINA
Qu espanto! Pero por qu quera matarse?
TEODORO
(Esquivando la contestacin.) Ya nos lo explicar. En cuanto a Pablo, ni una palabra de esto.
FLORENTINA
No?
TEODORO
No. Podra daarle. Sobrados motivos de excitacin tiene l para que aadamos uno tan
poderoso. Hoy lo dejo prisionero en su cuarto, en castigo de la barrabasada de ayer. Duerme?
La Nela
FLORENTINA
(Vuelve a la puerta de su dormitorio y observa desde all a la NELA.) Creo que s.
TEODORO
Bueno.Me retiro hasta luego, entonces.
FLORENTINA
Hasta luego. Se asoma otra vez a su habitacin, pendiente de la NELA. Al fin se pregunta: Por
qu huy de m esta criatura? ... Por qu despus ha intentado matarse? ... Por qu me mira
de ese modo?... (Sintase junto a la puerta de la terraza, dominada por estas ideas. A poco, por
la puerta frontera sale PABLO, descubiertos los ojos, y se dirige derechamente a ella con gozoso
semblante.)
PABLO
Primita!
FLORENTINA
Pablo! Qu es esto? Has visto al doctor?
PABLO
No; no lo he visto. Ha venido ya?
FLORENTINA
S. Pero quin te ha quitado la venda?
PABLO

Yo solo.
FLORENTINA
Como ayer Van a reirte.
PABLO
Me defender. Me defenders t.
FLORENTINA
Yo, no. Hay que hacer lo que l manda.
PABLO
(Rindose.) Eso es! Dime dnde te has ido esta maana?
FLORENTINA
Vaya una pregunta indiscreta! A ti qu te importa?
PABLO
No me ha de importar, si son pasos tuyos? Qu has hecho? Dmelo. Has ido otra vez en
busca de la Nela?
S. Muy pronto la vers.
PABLO
Pobre Mariquilla! Tengo un ardiente deseo de verla. La protegeremos, verdad? Hay que
protegerla, Florentina. No te parece? ... Protegerla... (Pausa.) En qu ests pensando, primita?
FLORENTINA
En la Nela. Temo por su razn... No se me olvida que la otra tarde me crey la Virgen Mara y
me bes el vestido.
PABLO
La Nela, en su ignorante fe, simboliza en la Virgen Mara toda idea religiosa, de belleza, de
bondad y de perfeccin. Por eso te confundi con ella.
FLORENTINA
No digas herejas.
PABLO
Infeliz muchacha! Tiene ideas muy extravagantes... La nica luz que reciba su espritu se la
daba yo, que era ciego, que desconoca la realidad, y contribua sin quererlo a aumentar sus
errores. Gracias a Dios, ya hay lgica en todas mis ideas, en todos mis afectos! Florentina! Mira
cmo tiemblo de dicha al lado tuyo. Florentina, es que yo, sin ver, tena noticias de esos ojos
tuyos, y que no me importara quedarme ciego nuevamente despus de haberlos visto.
FLORENTINA
Quieres callar, Pablo?
En este instante asoma, tras las blancas cortinas del dormitorio, el rostro angustiado y lvido de
la NELA, quien desgarrada de dolor y sin fuerzas apenas para tenerse en pie, escucha las
palabras de los enamorados.
PABLO
Tus ojos son lo ms hermoso que ha hecho Dios. Qu son ante ellos ni las flores ms lindas, ni
las aguas ms transparentes, ni los montes azules, ni la misma luz descomponindose en los
cielos? Yo cre enloquecer un da con la idea de ver: si me hubieran dicho, y yo hubiera podido
comprenderlo en mis sombras, que iba a mirar mi imagen retratada en tus ojos, hubiera
enloquecido. Florentina, luz de mi vida, amor mo, quireme como yo te quiero!
FLORENTINA
Pablo... Qu es esto, Pablo? ... Qu pasa por m? ... (Separndose bruscamente de l, que la
abraza.)
Inopinadamente llega Teodoro por donde se march. De una rpida ojeada se hace cargo del
cuadro y experimenta viva contrariedad.
TEODORO
(A PABLO, enrgicamente.) Qu significa, Pablo? ... Por qu est usted as? Vyase a su cuarto
ahora mismo y cbrase inmediatamente los ojos.
PABLO
Perdneme usted.
TEODORO

Son ya muchas imprudencias, Pablo. A su cuarto en seguida.


PABLO se vuelve para obedecer, y ve a la NELA, que instintivamente ha salido del dormitorio de
FLORENTINA, y que parece una estatua de la tristeza.
PABLO
Eh?... Quin...? Es esta la pobre que has recogido, Florentina? Es esta quizs?...
(MARIANELA da un paso hacia PABLO, tendindole su mano spera y morena.) Oh! Nela!
(PABLO la coge slo un momento, y a su contacto lanza un grito desgarrador, en que grita toda
su alma.) La NELA, como si se sintiese atravesado el corazn por agudo pual, vacila y va a caer.
FLORENTINA la auxilia y la sostiene. TEODORO observa mudo e inmvil, pero ntimamente
alterado; con la ansiedad predecesora de las grandes catstrofes de la vida. Hay un silencio
trgico.
MARIANELA
(Respondiendo al fin, con voz apenas perceptible, al grito de PABLO y a su mirada atnita.) S...
seorito mo... yo soy la NeJa.
PABLO
Eres t... eres t...
TEODORO
Retrese, Pablo; se lo ruego. Se lo ordenar si es preciso.
PABLO echa a andar de nuevo, sin poder desviar sus ojos de la NELA. sta entonces lo detiene
llamndolo, ms bien que con la voz con el gesto y con la mirada, que siente PABLO como si lo
mirasen desde el fondo de una sepultura. Llegase PABLO a ella. MARIANELA le coge una mano, y
tomndole otra a FLORENTINA, las une, las besa con supremo amor, y las aprieta juntas contra
su pecho. Y como si el esfuerzo realizado agotara las ltimas energas de su grande espritu y de
su cuerpecillo mezquino y enfermo, cae desplomada en tierra. Acuden a ella TEODORO y
FLORENTINA. PABLO retrocede con espanto.
TEODORO
Esto es la muerte, Florentina!
FLORENTINA
La muerte? Pero qu la mata?
TEODORO
(Con desesperacin.) Los ojos que la vieron!
PABLO
Transido de dolor, anonadado. Los ojos que la vieron...
TEODORO
Nela! No hay remedio! Es la muerte! La realidad que ha sido para l nueva vida, ha sido para
este infeliz dolor y asfixia, la humillacin, la tristeza, los celos... la muerte!
PABLO
(Expresando con infinita pena y amargura la tremenda conmocin de su alma.) La muerte! La
mataron mis ojos!
TELON

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