El Rol Del Psicomotricista
El Rol Del Psicomotricista
El Rol Del Psicomotricista
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Por contenidos tericos entendemos todo el bagaje de conocimientos que hacen referencia a:
- la concepcin de Educacin y dentro de sta, a la Educacin Psicomotriz;
- a las bases psicolgicas, cognitivas, motrices y socioafectivas en las que se sustenta
el desarrollo del nio; y
- a las herramientas del trabajo psicomotriz: estructura, tiempos, espacios y materiales
para preparar una sesin, y a la profundizacin en el juego (sensoriomotor, simblico, representacional) como herramienta metodolgica para favorecer el desarrollo
infantil.
Por contenidos prcticos o profesionales hacemos referencia a:
- la realizacin de observaciones sobre la prctica psicomotriz, centrndonos en la
expresividad del nio-grupo y la accin del psicomotricista;
- la prctica con diferentes grupos de nios y casos individuales;
- la reflexin y el debate a partir de la puesta en comn del trabajo realizado;
- el anlisis personal y la reflexin sobre el trabajo realizado; y
- la puesta en prctica de estrategias de comunicacin con otros profesionales y la
familia.
Por formacin personal hacemos referencia fundamentalmente a dos aspectos:
- al conocimiento vivencial de la utilizacin del espacio, los objetos y los otros; dinmicas motrices, cognitivas y socioafectivas que entran en juego; y
- al conocimiento de la historia personal, las actitudes, dificultades y necesidades propias que pueden repercutir en la relacin con los otros.
Este bagaje de conocimientos esbozados anteriormente, supone un largo proceso de formacin
continua, en el que nos atreveramos a decir que raras veces se puede llegar a concluir, puesto
que, el conocimiento, la prctica y el autoconocimiento, son aspectos en s mismos dinmicos,
que se crean, modifican o reinterpretan a lo largo de toda nuestra vida y de las sucesivas
generaciones que nos vayan sucediendo.
De acuerdo con las aportaciones que hasta ahora conocemos sobre la estructura de accin del
psicomotricista (Lapierre, Aucouturier, Boscaini, Vaca, Arnaiz, Mila, etc.) as como de la experiencia de un equipo de trabajo de la Universidad de La Laguna a lo largo de doce aos de
prctica e investigacin en la Educacin Psicomotriz, destacaremos como dimensiones del perfil
profesional del psicomotricista las siguientes:
a) Capacidad de observacin y escucha
b) Expresividad psicomotriz
c) Capacidad de utilizar diferentes estrategias de implicacin en el juego para favorecer el desarrollo infantil.
d) Competencias para elaborar de manera creativa y ajustada diferentes escenarios
para la prctica psicomotriz.
e) Capacidad de comunicacin con la familia y otros profesionales
f) Capacidad de mirarse.
1.- CAPACIDAD DE OBSERVACIN Y ESCUCHA
Esta capacidad implica dos procesos complejos y conjuntos: decimos que hay escucha cuando
hay observacin, y ambas suponen una comprensin de lo que el nio nos expresa a lo largo de
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cada sesin de psicomotricidad. Esta capacidad es bsica para ofrecer una intervencin ajustada que facilite la maduracin del nio o la nia.
Para que se produzca la observacin es necesario por una parte, pararse en la accin, es necesario hacer pequeos altos en la sala para observar a los nios y nias, y podernos trazar un
proyecto pedaggico en base al momento evolutivo del grupo y de cada nio o nia dentro de
ste (Aucouturier, 1994).
Pararnos en la actividad, es algo que a veces resulta difcil de llevar a cabo cuando nos encontramos inmersos en una cultura psicopedaggica, en la que el educador mantiene un rol basado
en la actividad. Es fundamental habituarnos a parar y observar, entendiendo que esta observacin es una capacidad fundamental en nuestro rol pedaggico, que es un acto educativo en s
bsico, antes de realizar cualquier intervencin.
En esta observacin es fundamental que haya escucha, entendiendo por tal la capacidad de
descentracin del psicomotricista para poder situarse en el lugar del otro, para entender cmo
se puede estar sintiendo cada nio, cul puede ser el sentido de su expresin, y ofrecerle una
respuesta que le ayude a evolucionar a partir de la relacin afectiva que se produce. Es importante percibir al nio en la dinmica global de la relacin, del investimiento que va haciendo del
lugar, de los materiales y de las personas.
La capacidad de escucha es a veces especial ante determinados nios, con los que se produce
una relacin de empata, algo similar al enamoramiento cuando una parte interna y sensible de
cada uno, responde en un dilogo fluido ante el sentir del otro. Esta situacin, para nosotros
ideal en el trabajo psicomotriz, puede darse con algunos nios mientras que puede ser difcil
con otros. En este sentido, y cuando trabajamos con un grupo, es fundamental analizar cmo
es nuestra observacin e interaccin con ste, si tenemos constancia de los diferentes nios y
nias que han estado en la sesin, a quines nos hemos acercado ms, a quines menos y tal
vez a quines hemos ignorado, analizando si esto se mantiene durante varias sesiones, porque
puede ser el resultado de una transferencia nuestra, evitando a aquellos nios que nos suponen
algunas dificultades, que reflejan quizs nuestras propias dificultades. La aceptacin de cada
nio como es y no como nos gustara que fuese, supone un trabajo personal y reflexivo por
parte del psicomotricista, que a veces necesita de varios aos para hacerse evidente, consciente
y modificable. Es conveniente reflexionar por qu determinados nios nos atraen, y por qu a
otros casi no nos acercamos. En muchas ocasiones puede ocurrir que aquellos nios y nias
que no se acercan o se acercan menos, son quizs los que ms necesidad de atencin tienen
(Lapierre, 2001).
Nuestra capacidad de escucha y observacin supone el poder esperar por la iniciativa de juego
del nio, por ser capaz de dejar hacer, para poder responder de manera ajustada implicndonos
en el juego, reforzndolo, realizando propuestas, reconduciendo, etc., pudiendo entrar y salir
en los diferentes estilos de relacin y juego que ocurren en la sala.
2.-EXPRESIVIDAD PSICOMOTRIZ
En la escucha del nio hemos de considerar una serie de parmetros que nos posibilitan un
mayor anlisis de su expresividad. Estos parmetros son el lenguaje corporal, la relacin con el
material, la ocupacin del espacio y el tiempo como coordenadas dentro de las que se desarrolla
la accin, la relacin con los otros nios y nias y con el adulto. A partir de esta observacin, el
psicomotricista elabora un proyecto pedaggico, una propuesta en relacin a lo que el nio o la
nia nos expresan, en su manera de utilizar los objetos, de mantener relaciones con los otros,
de su utilizacin de los espacios y del tiempo.
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Dentro de este proyecto, el psicomotricista se ajusta a la actuacin del nio y la nia por medio
de la va corporal y el lenguaje, respondindole segn lo que recibe de l, su emocin, su
necesidad, su disponibilidad, inicindose as la comunicacin. Comunicacin que se establece
tanto por la va corporal como con el lenguaje, con la utilizacin del objeto y con la relacin con
los otros. El psicomotricista debe ser consciente de los diferentes mediadores de comunicacin
de que dispone, para utilizarlos de manera ajustada en la relacin. Entre estos mediadores
destacamos la utilizacin de la mirada, la gestualidad, del cuerpo, de la voz, del espacio y de los
objetos como bases de la relacin.
Para poder utilizar estos mediadores, el psicomotricista debe ser una persona con una buena
capacidad de expresar, disponible a las relaciones de aceptacin y rechazo, capaz de reencontrar
el placer del juego, dejando tras la puerta su historia personal.
Los principales mediadores corporales que utiliza el psicomotricista para entrar en relacin son:
-
El gesto que acompaa, prolonga o completa el gesto del otro (Lapierre, 1990). El
gesto puede ser un acompaamiento directo o a distancia, depende del momento
evolutivo del nio y sus necesidades. En relacin al gesto, Montagner (1995) hace
referencia al papel de la imitacin en el comportamiento espontneo de los nios
entre ellos; imitar el gesto del nio es entrar en acuerdo corporal con l, permitirle
entrar simblicamente en nuestro cuerpo, supone una primera comunicacin de
aceptacin, de identificacin o de fusin. El psicomotricista aprende a ralentizar sus
gestos, a convertirlos en un lenguaje que acoge las producciones del nio, haciendo
de espejo frente a su agresividad, su alegra, su miedo, etc.
La mmica, expresin motriz de la cara, traducir en el beb de manera muy inconsciente al principio, las tensiones emocionales, convirtindose rpidamente en un
lenguaje para el otro. La mmica del rostro y del cuerpo, en sus actitudes de abandono, de seduccin, de repliegue, de apertura, de defensa supone un mensaje al
que respondemos tambin de forma primaria, con gestos y actitudes.
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La sorpresa, en la mirada, en los gestos, en la voz, con los objetos... es una de las
estrategias que el psicomotricista desarrolla cuando entra en relacin con el nio. La
sorpresa supone que descubrimos algo que no conocamos, un lugar que ha conquistado el nio, una relacin, un tipo de juego, una mirada... supone que provoca
en nosotros un sentimiento que generalmente refuerza o inhibe al nio, en su disposicin a la accin.
La afirmacin puede ser gestual, verbal, o incluso con la mirada. A veces vale un
gesto, un asentimiento con el rostro o una palabra para reforzar comportamientos
en el nio que pensamos que son adecuados para su maduracin motriz, afectiva o
cognitiva. Devolvemos mediante esta actitud una imagen competencial frente a una
deficitaria, que a veces es suficiente para cambiar modelos de actuar, de pensar y de
sentir.
El refuerzo lo entendemos como aquellas acciones de ofrecer ayuda corporal o verbal, para conseguir que las nias y nios realicen determinadas acciones, que de
acuerdo con la concepcin de Vigotsky, se encuentran en la zona de desarrollo potencial, y que necesitan de nuestra intervencin para poder ser realizadas con xito.
A veces, es completar una frase que dice el nio, otras, ayudarle a subir su trasero
para que pueda trepar por las espalderas, o completar su secuencia de juego simblico para que pueda conectarse con otras secuencias u otros compaeros.
La invitacin, con un gesto, con una mirada o con el lenguaje se puede hacer necesaria para aquellos nios y nias que no se dan el permiso de jugar. En ocasiones,
para encontrarnos con determinadas personas debemos invitarlas a venir porque as
sienten que tienen el permiso; igual les ocurre a los nios y nias en la sala.
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Berta siempre estaba igual en la sesiones, rehua las relaciones con el adulto y los
compaeros. Sus encuentros eran fugaces, y se convertan en una muestra de rabia y
enfrentamiento. Un da decidimos responder provocando su enfado: le ensebamos
los dientes como si de una fiera se tratase, hacindole de espejo, y nos acercamos
dispuestas a enfrentarnos. Su respuesta no se hizo esperar, pele con nosotras durante un tiempo, intentando destruirnos. Su pelea acab en un juego de complicidad.
Despus de aquel da, Berta tena variados y diferentes encuentros con nosotras y con
los nios.
La contencin puede ser una respuesta muy agradable o muy frustrante para el
nio. Como su nombre indica, significa poner lmites, contener la expresividad del
nio. Ante los comportamientos hiperactivos, las frecuentes llamadas de tipo agresivo o la necesidad de parar una determinada actividad, la contencin puede ser una
estrategia de buen resultado. Es fundamental para ello, que el psicomotricista entienda la demanda del nio como una necesidad de lmites, manteniendo la seguridad y a veces conteniendo la rabia y la impulsividad del nio de forma clara y afectiva.
A modo de smil, la contencin podra ser el resultado de un abrazo necesitado que
no fue recibido. Tener a una persona que le sujeta, que tiene fuerza para pararlo,
para mantenerlo sin que se pierda, con calidez, puede ser para muchos nios una
referencia segurizante que les ayude a crecer.
La frustracin al igual que la contencin, puede ser segurizante para el nio. Para
crecer, para autorregularnos, necesitamos aprender que hay lmites a nuestro deseo. La posibilidad de frustrarnos, de asumir nuestra frustracin nos ayuda a crecer
y a ser ms tolerantes en la vida. El psicomotricista en la sala utiliza la frustracin
para romper actividades estereotipadas y repetitivas, y provocar reacciones de respuesta en los nios. Frustramos eliminando ciertos materiales de la sala, poniendo
lmites a sus juegos, no respondiendo al deseo del nio, etc. A veces tambin, frustramos y nos frustramos sin intencin, quizs, porque no se ha dado una buena
escucha.
La afectividad supone en este trabajo la base de todas las relaciones que se mantienen en la sala. Cuando ponemos lmites, cuando frustramos y tambin, cuando
sonremos y abrazamos, hay un encuentro afectivo entre el nio y el adulto. Un
encuentro que dependiendo de su calidad y ajuste, podr favorecer que el nio se
sienta ms satisfecho emocionalmente y pueda continuar su camino madurativo.
Favorecer la autonoma del nio es uno de los objetivos al que tiende la prctica
psicomotriz. Implica tomar decisiones en nuestra intervencin, para conseguir que
los nios y nias con los que trabajamos aprendan a ser dueos de sus actos, a
decidir, a resolver sus conflictos, a hablar, a pensar y a jugar por s mismos, enten-
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diendo que nos movemos en una edad del desarrollo, donde la dependencia del
adulto y de sus iguales es sinnimo del crecimiento. A estas edades, e incluso en la
edad adulta, la autonoma en su significado ms puro no existe, siempre tenemos
dependencias. An as, es importante ser conscientes de nuestras dependencias y
tratar de ofrecer ayudas al nio, para que cada vez nos necesite menos en su expresin y sus vivencias. Hacemos mencin a la necesidad, porque a veces en un intento
de dar autonoma, dejamos de responder a las necesidades del nio. La autonoma
es algo que se construye desde dentro, y que por tanto es ms una respuesta del
nio hacia su entorno, cuando estn cubiertas sus necesidades necesidad de afecto, de lmites, de frustracin que una reaccin de respuesta a una relacin.
-
Mantener la seguridad del grupo a lo largo de la sesin, es una tarea a veces compleja para el psicomotricista. Es importante buscar tambin dentro de esta estrategia,
la autonoma del nio, de modo que progresivamente se habite a resolver sus
conflictos sin la mediacin del adulto que le diga lo que debe o no debe hacer.
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Una automirada a nuestro trabajo, nos lleva en ocasiones a observar cmo nos anticipamos o
angustiamos ante determinadas situaciones en la sala, donde parece que puede haber dao.
Algunas veces, nuestra intervencin responde ms a un miedo nuestro, que a una necesidad
del nio. Los lmites del hacerse dao son muy variables entre las personas, por ello debemos
desarrollar tambin en este mbito una buena actitud de escucha ante las diferentes necesidades.
3.2.- Estrategias de intervencin en el ritual de entrada
Una de las competencias que debe desarrollar el psicomotricista al inicio de las sesiones es
poder mantener el orden y silencio del grupo. Esta labor no es fcil de conseguir, pues se trata
de un proceso al que el grupo va llegando paulatinamente, cuando consigue inhibir su excitacin inicial al entrar en un espacio tan placentero y motivante para ellos. Mantener un orden,
mostrar que es interesante escuchar al otro, requiere una actitud de reflexin en el psicomotricista,
de respeto, de comprensin y tranquilidad, donde el nio pueda aprender el sentido de mantener una determinada actitud antes de iniciar su juego.
En un espacio psicopedaggico en el que pretendemos que el nio desarrolle su madurez cognitiva
y socioafectiva, es importante que el psicomotricista explique su proyecto de sesin, movilizando en el grupo deseos y fantasas que se elaboran en planes de juego que el nio realiza
posteriormente. Iniciamos as un proceso cognitivo importante a lo largo de toda nuestra vida,
y es el pensar antes de actuar, planificar qu vamos a hacer primero o despus, y ponerle
gestos o palabras a nuestra decisin. Esta planificacin no siempre se lleva a cabo en el juego
posterior, a veces las escenas de juegos de los otros, los materiales o los espacios, nos llevan a
emociones y a acciones diferentes a las que habamos planificado; igual ocurre en nuestra vida,
sin embargo, no por ello deja de ser importante el pensar sobre nuestros deseos e intenciones
y tomar decisiones. En este espacio es muy importante la capacidad de escucha que pueda
tener el psicomotricista para favorecer la expresin del deseo del nio.
En el ritual de entrada, el psicomotricista encuadra y asegura la posibilidad de juego espontneo dentro de unas normas que le contienen. Unas normas bsicas de no hacer dao a los
compaeros o destruir determinados materiales.
Las normas en la sala pueden ser establecidas por el psicomotricista o por el grupo, el cual a lo
largo de las sesiones va viendo la necesidad de incorporar nuevas reglas que regulen de forma
ms efectiva el bienestar en la sala. A modo de asamblea, los nios y nias van comentando a
lo largo de las sesiones sus vivencias y van aadiendo normas de convivencia cuando se producen acontecimientos no placenteros (Llorca y Vega, 1998). Buscando una mayor autonoma en
cuanto a la aceptacin de estas reglas, es importante que el psicomotricista explique y cuestione la necesidad de mantener dichas normas.
Por ltimo queremos hacer mencin en este apartado, de lo beneficioso que puede ser establecer un ritual para iniciar la sesin. Los rituales en nuestra vida nos dan seguridad porque se
instauran como hbitos que nos ayudan a enmarcar nuestro acontecer diario. Tener un ritual en
cuanto a nuestra forma de colocarnos, en cuanto a lo que tenemos que hacer o decir para
comenzar a jugar, ayuda al nio a estructurar su pensamiento y en este momento de la sesin,
a inhibir su deseo de movimiento y juego inmediato.
3.3.- Intervencin en las actividades sensoriomotrices
El juego sensoriomotor es un juego de descarga, de descubrimiento, de desinhibicin que
permite al nio ponerse a prueba y desarrollar toda su potencialidad corporal. Es por tanto
fundamental en el trabajo en la sala de psicomotricidad, donde compete al psicomotricista crear
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un espacio para favorecer la vivencia del placer sensoriomotriz. Para ello, el psicomotricista con
su cuerpo, su ayuda y la disposicin del material busca que el nio vivencie los juegos de
sensibilidad profunda, juegos de estimulacin laberntica y propioceptiva, que favorecen una
adecuacin del tono y abran al nio a la emocin y la vivencia (Aucouturier, 1994).
Los juegos sensoriomotrices dan la oportunidad al nio de descargar sus tensiones, su agresividad, su ansiedad; por ello es importante que el psicomotricista contenga estas producciones,
ponindole lmites en ocasiones. Este tipo de actividad, permite tambin que el nio gane
confianza en sus posibilidades, mejorando su capacidad de iniciativa y autoconcepto, descubriendo sensaciones y movimientos que le ayudan a mejorar sus competencias motrices. El
psicomotricista puede animar al nio en sus descubrimientos, reforzarle, sugerirle mediante
propuestas corporales u orales, darle confianza, ayuda o imitarle, para favorecer que el placer
corporal y relacional movilicen su maduracin psicomotriz.
3.4.- Intervencin en la actividad simblica
Frente a la inmediatez y el carcter concreto de los juegos sensoriomotrices, el juego simblico
supone una expresin ms profunda de la vida afectiva del nio. Para comprender este sentido,
se hace necesario que el psicomotricista observe e interprete la utilizacin del material por parte
del nio, la utilizacin de los espacios, las relaciones con los otros as como el argumento
cuando se desarrollan juegos simblicos, de forma que su respuesta pueda estar ajustada.
En funcin de lo sentido, de las posibles necesidades del nio, el psicomotricista interviene en
la sala utilizando los materiales, el espacio, el lenguaje y el cuerpo, para complementar o hacer
evolucionar el juego del nio, a veces tambin para contener o hacer referencia a la realidad
(Aucouturier, Darrault y Empinet, 1985), situndose como compaero que simboliza determinados roles, propicia juegos y situaciones que ayuden al nio a expresar y elaborar, de manera
satisfactoria, sus vivencias.
Generalmente, es en estos momentos de la sesin donde surge la agresividad, la repeticin, la
expresin de ausencia de lmites, de falta de afecto, de reconocimiento, las dificultades para
expresar de forma simblica, etc., manifestaciones que requieren que el psicomotricista ponga
en prctica todo su sistema de accin, de forma que se canalicen, regulen y desarrollen las
necesidades y competencias del nio. Es aqu donde tienen mayor cabida eso que hemos denominado en este artculo como estrategias generales de implicacin en el juego.
3.5.- Intervencin al finalizar el primer tiempo de la sesin
Dependiendo de la estructura que queramos dar a la sesin, al finalizar el tiempo para el juego
y el movimiento, solemos introducir un momento de calma en la sesin para iniciar el tiempo de
la movilidad con el pensamiento. De nuevo aqu, es importante la creatividad y expresividad del
psicomotricista para ayudar al grupo a mantener este momento de calma. Podemos utilizar
diferentes recursos para conseguir que el grupo permanezca en la inmovilidad, desde una visita
o encuentro individual con cada uno de los nios,
Todos nos vamos a acostar y cuando estemos dormidos pasar la bruja Maruja
tocando a cada uno para ver cmo respira y regalarle un poquito de aire para que
pueda dormir mejor
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su actividad, iniciando un recorrido por su pensamiento, por sus fantasas y por sus recuerdos.
Es un momento que puede ser individual o compartido, donde el psicomotricista decide si puede
permanecer dentro del grupo o necesita situarse desde fuera.
3.6.- Intervencin en la representacin
El ltimo tiempo de la sesin est dedicado a la actividad representativa, donde el nio nos
cuenta a travs de diferentes medios dibujo, modelado, construcciones cmo ha interiorizado
sus vivencias, cmo puede elaborarlas mediante su pensamiento y expresarlas. Es por tanto
una actividad, donde de nuevo el nio nos cuenta su mundo interno, su historia, sus vivencias
y sus competencias cognitivas. Como seala Aucouturier (1994) es un itinerario que el nio
recorre desde el placer de actuar hasta el placer de pensar. De acuerdo con lo planteado en el
momento inicial de la sesin, tambin se podra definir como un recorrido circular en el que el
nio pasa del placer de pensar sobre su accin, a la accin misma, para de nuevo volver a
retomar su pensamiento sobre lo que ha hecho.
En muchas ocasiones el nio no representa secuencias o escenas de lo ocurrido en la sesin,
sino que hace dibujos o construcciones referidas a su fantasa, a su entorno. En este momento,
el nio tambin elabora un itinerario que transcurre desde el desarrollo de sus fantasas mediante la actividad sensoriomotriz, a poderlas expresar mediante su pensamiento y su lenguaje,
separndose, descentrndose de la actividad corporal como medio de expresin global, para
acercarse a las operaciones representacionales.
En este espacio el psicomotricista debe favorecer en la medida en que sea posible, que el nio
realice una planificacin sobre lo que va a representar. Es importante este proceso porque de
nuevo, ayudamos a que el nio elabore un proyecto de trabajo que luego pone en prctica. Al
igual que el juego en la sala y, dependiendo de las competencias del nio, puede ocurrir que el
resultado de su dibujo o de su modelado no responda a su idea inicial y se cambie el contenido
de la produccin, pero ambos procesos son interesantes, tanto el tener una idea previa, como
el poder modificarla en funcin de los resultados, puesto que el nio flexibiliza, reorganiza su
pensamiento en funcin de la similitud entre su produccin y la realidad.
Para algunos nios con discapacidad cognitiva puede ser interesante la mediacin del psicomotricista para enriquecer y favorecer su capacidad representativa. En este sentido, puede ser un
descubrimiento para el nio que el psicomotricista utilice el dibujo, el modelado o la construccin para representar las ideas o deseos del nio. En este proceso al igual que en el juego, es
importante que el psicomotricista sepa entrar y salir de la dinmica del nio cuando ste ya no
lo necesita.
Este espacio en el que ha cesado la actividad corporal, se presta de nuevo a la necesidad de
mantener el orden, de escuchar al otro, de encontrar el acuerdo en la utilizacin de los materiales. Se hacen de nuevo importantes las estrategias que utiliza el psicomotricista para favorecer
el dilogo como resolucin de conflictos, la autorregulacin, etc.
Ante las representaciones del nio, el psicomotricista puede sorprenderse, preguntarse, frustrar... en funcin de las necesidades sentidas, favoreciendo una mayor elaboracin. Tambin es
importante la capacidad de escucha, de interpretacin que pueda tener este profesional para
ver ms all de la ejecucin motriz, el sentido de lo que puede estar expresando el nio.
El momento de la representacin, al igual que el ritual de entrada, es un momento para la
interaccin directa adulto, nio; donde cada uno es reconocido por el grupo. En este sentido,
puede aprovecharse este tiempo para propiciar que cada nio exprese, cuente su representacin al resto del grupo, como un momento para ser reconocido por los dems.
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creativa el material o para desarrollar juego de roles, esta graduacin en la presentacin del
material, nos puede facilitar el andamiar el paso del juego sensoriomotor al simblico.
En nuestro trabajo hemos observado cmo es conveniente alternar la utilizacin de un espacio
multisensorial, lleno de estmulos para la actividad psicomotriz, con un espacio determinado por
la utilizacin de un solo material. Esta ltima disposicin exige del nio una mayor implicacin
en el juego, un mayor uso de su creatividad y mayores encuentros entre iguales. Sin dejar de
ver necesaria la vivencia del placer sensoriomotriz, pensamos que el recorrido que hace el nio
desde lo sensoriomotor a la expresin de su emocin y su vida afectiva se ve en ocasiones
facilitado, por la presencia de menos, en ocasiones un solo material, que facilita que haya un
centramiento de la atencin y una mayor bsqueda de relaciones con el adulto y con sus
iguales. Asimismo, tambin pueden aparecer situaciones de mayor dificultad tanto para el nio
como para el adulto, que se ve ms implicado en el juego. Estas situaciones, en la medida en
que se van resolviendo, propician que se desarrolle un crecimiento personal y profesional.
A lo largo de las sesiones es interesante observar a qu actividades dedican ms tiempo los
nios, cules nos parecen ms interesantes en su desarrollo, observando tambin a qu actividades o espacios dedicamos nosotros tambin, una mayor atencin. A veces esa mayor dedicacin puede responder a nuestras angustias o dificultades, ms que a una necesidad del grupo.
5.- CAPACIDAD DE COMUNICACIN CON LA FAMILIA Y OTROS PROFESIONALES
El psicomotricista en su relacin con el nio o con el grupo, descubre y mantiene relaciones que
quizs no se establecen en ningn otro lugar. Su formacin, y la peculiaridad de esta prctica, le
dan un conocimiento sobre el nio que probablemente desconozcan otros profesionales o personas del entorno. Asimismo, esta informacin sobre la expresividad psicomotriz se puede ver
enriquecida, ampliada o modificada, por la informacin que obtenemos de cmo es el nio en
otros espacios, de las relaciones que mantiene.
Pensamos que entre las estrategias que debe conocer y utilizar el psicomotricista, debe tener un
espacio la relacin con los otros, intentando que sea una relacin fluida, cercana y enriquecedora para ambas partes. Hablar de lo que hacen los nios en la sala, de lo sentido, con otros
profesionales con los que coincidimos no es una tarea fcil, tenemos que transformar el discurso psicomotor, vivencial y muy personal, en un lenguaje til para el crecimiento de esos nios
y nias en su familia o en su escuela, si no queremos que nuestro trabajo desde la educacin
psicomotriz, se convierta en una situacin aislada. Pensamos que nuestra intervencin y nuestra comprensin del nio ha de calar en los otros contextos que le envuelven, no slo por los
cambios que el nio introduce a partir de sus vivencias, sino tambin por la informacin que
hayamos podido ofrecer a padres y educadores, que pueda llevar a la reflexin y generar nuevas actitudes.
6.- CAPACIDAD DE MIRARSE
Como hemos podido ver a lo largo de este trabajo, la profesin del psicomotricista requiere de
una formacin continuada basada en la reflexin sobre la accin; una formacin que incide
tanto en el conocimiento del otro como de s mismo, profundizando en las actitudes y valores
inmersos en la relacin, que puedan favorecer una accin educativa.
La mirada est en el espacio transicional entre el psicomotricista y el nio, espacio en el que se
instaura la comunicacin, la accin y la representacin. El uso consciente de la mirada quiere
decir estar a la escucha del otro, estar presente, y el psicomotricista est presente en la sesin
si su mirada tiene en cuenta no slo lo que hace el otro, sino lo que l mismo hace en funcin
de lo que ha visto y de lo que puede prever (Boscaini, 1994). Esto quiere decir, que hay una
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doble mirada, sobre s y sobre el otro, como actor y espectador atento; una mirada sobre el
presente y una sobre el antes y el despus.
El psicomotricista debe aprender a mirarse en el espejo, en su gesto, en el otro, en el dibujo, en
las producciones plsticas y sonoras... Debe adems, aprender a mirar el propio trabajo antes y
despus del desarrollo de la sesin, para comprender todo lo que tiene lugar dentro y fuera de
la sesin misma. Debe saber que el control de la mirada quiere decir, control motor, control de
las emociones, del tiempo, del espacio real y vivido, del objeto y de la accin. Control que se
hace fundamental para dejar de escucharse a s mismo, de expresar sus sentimientos y emociones y ponerse a la escucha del otro. Aprender a mirar requiere de una formacin de base y
permanente para todo personal mdico o educativo que se proponga ayudar a otro a travs de
una relacin. Es en funcin de esta mirada en las dos vertientes, que el psicomotricista podr ir
ajustando sus respuestas, podr ir desarrollando su capacidad de escucha y podr ir trabajando
sobre sus dificultades y realizar nuevos proyectos de sesin.
Ser psicomotricista es pues un proceso de autoconocimiento y conocimiento del otro que no
finaliza jams, en la medida en que como personas nos vamos modificando y reconociendo a lo
largo de toda nuestra vida. El psicomotricista es por tanto una persona abierta y respetuosa,
que trata de comprender al nio, que se sita en la escucha y la comunicacin con el otro,
abierta a nuevas experiencias y conocimientos que puedan ir enriqueciendo su prctica profesional.
Pensamos que las actitudes de disponibilidad, escucha y aceptacin deben mantenerse de manera coherente en todas las vertientes de actuacin del psicomotricista; esto es, el nio o el
grupo, el propio psicomotricista, y los otros; todas aquellas personas, familias y profesionales
con los que a lo largo de nuestra vida mantenemos alguna relacin.
Por qu decid hacerme psicomotricista?
Quizs porque en el mbito educativo, la primera relacin que me conmovi y removi por dentro fue la de pelearme con mi profesor de psicomotricidad.
Quizs, porque descubr que necesitaba relacionarme con los nios y nias. Porque
reflejada por sus dificultades hemos encontrado un espacio de resolucin conjunta.
Probablemente, porque encontr un modo de crecer en mi vida profesional y personal, a partir de las emociones y las relaciones afectivas con los otros.
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A veces
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No
A veces
Siempre
- invitacin
- provocacin
- contencin
- afectividad
- imitacin
- frustracin
- favorece las relaciones entre iguales
- propicia la autonoma de los nios y nias del grupo
9. Mantener la seguridad del grupo: cmo ejerce el ser smbolo de ley
Da seguridad al grupo
Se muestra autoritario
Ridiculiza
Es permisivo
Permanece firme y claro
Es discreto
Utiliza el tiempo fuera
Intenta que el grupo se autorregule
Es flexible en funcin de las necesidades
Se anticipa, angustia
10. Intervencin en el ritual de entrada
Mantiene el orden y silencio del grupo
Explica al grupo su proyecto de la sesin
Pregunta al grupo sobre los planes de juego
Ayuda al grupo en sus planificaciones
Se recuerdan las normas de la sesin
Hay un ritual para iniciar la sesin
11. Intervencin en las actividades sensoriomotrices
Favorece los juegos de sensibilidad profunda
Asegura
Contiene
Anima
Ayuda
Propone
Inhibe
Espacializa
Imita
12. Intervencin en los juegos simblicos
Interviene ejerciendo un rol
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No
A veces
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Siempre
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CAPACIDAD DE MIRARSE
18. Coordinacin, fluidez entre las actuaciones de los psicomotricistas
19. Dificultades
21. Aspectos interesantes para comentar con la familia y/o otros profesionales
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS:
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