ADORNO Theodor Tres Estudios Sobre Hegel
ADORNO Theodor Tres Estudios Sobre Hegel
ADORNO Theodor Tres Estudios Sobre Hegel
Tres estudios
sobre Hegel
taurus
THEODOR W. ADORNO
TRES ESTUDIOS
SOBRE HEGEL
Versin espaola de
VICTOR SANCHEZ DE ZAVALA
Taurus
M a d r id -6
ISBN: 84-306-1061-8
Depsito legal: M. 37.666-1973
PRINTED IN SPAIN
Dedicado a
K a r l H e in z H a a c
NOTA LIMINAR
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ADVERTENCIA
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ASPECTOS
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con el espritu mismo), ste se erige en algo ontolgicamente ltimo, aunque comprenda juntam ente la fala
cia que en ello yace (la del a priori abstracto) y se es
fuerce por alejar esta su propia tesis general. En la
objetividad de la dialctica hegeliana, que echa abajo
todo mero subjetivismo, se encierra algo de la volun
tad del sujeto de saltar sobre la propia sombra: el
sujeto-objeto de Hegel es un sujeto. Lo cual explica
una contradiccin que no est resuelta, pese a la propia
exigencia hegeliana de consecuencia om nilateral, la de
que la dialctica del sujeto-objeto, desprovista como
est de todo concepto supremo abstracto, constituya
el todo y, sin embargo, se realice como vida del esp
ritu absoluto: la quintaesencia de lo condicionado se
ra lo incondicionado. Y no en ltimo trm ino se apoya
aqu eso que flota en la filosofa hegeliana y que ello
mismo est en el aire, su escndalo perm anente: el que
el nom bre de su concepto especulativo supremo, inclu
so el de lo absoluto, de lo ab-suelto sin ms califica
ciones, sea literalm ente el nombre de aquello, lo que
est flotando. Pero el escndalo hegeliano no se ha de
atribuir a ninguna falta de claridad ni confusin, sino
que constituye el precio que ha de pagar Hegel por la
consecuencia absoluta (la cual choca con las barreras
del pensar consecuente sin poder quitarlas de en me
dio). En lo mal compuesto y achacoso de la dialctica
hegeliana se encuentra esta su mxima verdad, la de su
imposibilidadpor mucho que ella, la teodicea de la
autoconciencia, carezca de autoconciencia de tal cosa.
Mas con ello se ofrece Hegel a la crtica del idealis
mo, a una crtica inmanente, como reclam aba l de
toda crtica: su crecida le alcanz a l mismo. Richard
Kroner ha caracterizado la relacin entre Hegel y Fichte con palabras que, por lo dems, en cierto modo con
vienen ya a este ltimo: El yo, en cuanto que median
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LA SUSTANCIA EXPERIENCIAL
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en la biografa de Hegel de los motivos teolgicos o sociopolticos, ni nuestro inters afecta a quien, como l,
haya llegado subjetivam ente a esta o aquella doctrina,
sinocon espritu hegelianoa la presin de lo objeti
vamente apareciente que se reflej y templ en su filo
sofa. Tambin dejaremos de lado lo que ha quedado
codificado como efecto histrico suyo, esto es, la con
cepcin del concepto de evolucin y su vinculacin con
la esttica metafsica procedente de Platn, e incluso
de Aristteles, as como todo lo que ha pasado a las
ciencias particulares; por lo tanto, vamos a preguntar
por lo que su filosofa exprese como tal: qu es lo que
tendry no en ltim o trm inosu substancia que la
hace no agotarse en resultados de ciencias particu
lares.
Parece que ya es tiem po de plantear un recurso a
ello: la tradicin (por lo menos la del idealismo alemn
poskantiano, que encontr su form a ms expresiva en
Hegel) ha quedado descolorida, y la terminologa, ab
sorta y lejansim a desde muchos puntos de vista. En
conjunto, la actitud hegeliana se mantiene en direccin
transversal al program a de asuncin inm ediata de lo
llamado dado como base inconmovible del conocimien
to; program a que, ya desde los das de Hegel, se ha
vuelto casi obvio no meramente para el positivismo,
sino tam bin para sus autnticos enemigos, como Bergson y HusserL Cuanto menos sufran la inmediatez hu
mana los om nipresentes mecanismos de mediacin del
intercambio, tanto ms se apresurar una complaciente
filosofa a aseverar que posee en lo inmediato el funda
m ento de las cosas; y este espritu ha triunfado sobre
la especulacin, tanto en las ciencias csicas como en
sus adversarios. Pero no se tra ta de que hayan cambia
do los estilos de pensar o las modas filosficas (como
acaso imaginen los enfoques estetizantes y psicologi79
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samiento y, por ello, infalible. Pero la filosofa hegeliana desafa a este concepto de inmediatez y, con l,
al tan difundido de experiencia: Frecuentemente tie
nen los hom bres por superior a lo inmediato, y se figu
ra uno como dependiente lo mediado; mas el concepto
tiene ambas caras: es mediacin merced a dejar en
suspenso, e igualmente sucede con la inm ediatez6;
segn l, no hay nada entre el cielo y la tierra que no
est mediado, y que, por lo tanto, no encierre en su
determinacin de lo que m eram ente sea la reflexin de
su mero estarse ah existiendo, un momento espiritual:
... la misma inmediatez est esencialmente m ediada7.
Si bien la filosofa kantiana (que Hegel presupone en
toda polmica) intent despojar a todo conocimiento
vlido de las formas del espritu, en cuanto constitu
tivos suyos, Hegel, para sortear la separacin de Kant
entre form a y contenido, interpret todo ente como
algo al mismo tiem po siem pre espiritual; y no es el
ms insignificante de sus hallazgos gnoseolgicos el de
que incluso los m omentos en los que el conocimiento
se figura poseer lo que para l es ltimo e irreductible
son tam bin siempre, a su vez, productos de la abstrac
cin y, por ello, del espritu. Aclaremos simplemente,
al respecto, que, por ejemplo, las llamadas impresio
nes sensoriales, a las que la antigua teora del conoci
m iento retrotraa todo saber, son, por su parte, meras
construcciones, que no se dan puram ente como tales
en la conciencia viva; de modo que, por ejemplo, no se
percibe ningn rojo aislado (a p a rtir del cual se com
pusieran luego las llamadas sntesis superiores) fuera
de las condiciones del laboratorio, preparadas y extra
as al conocimiento vivo: aquellas supuestam ente ele
8Hegel, WW 9, pg. 58.
WW 15, pg. 174.
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nazan con una catstrofe universal.) Experiencia hegeliana a la que el scbopenhaueriano Richard Wagner dio
una frm ula esquilea: la herida cierra slo con el dar
do que la hiriese. La conciencia de Hegel padeci, como
ninguna conciencia filosfica anterior, con la distanciacin entre sujeto y objeto, entre la conciencia y la rea
lidad; pero su filosofa tuvo fuerzas para no huir en
retirada ante tal padecimiento a la quim era de la mera
inmediatez de mundo y sujeto; y no dej que la extra
viase el que la sinrazn de una razn meramente par
ticular (a saber: la que sirva a unos intereses puram en
te particulares) se derrita slo merced a realizarse la
verdad del todo; cosa que cuenta en favor de su refle
xin de la reflexin ms que los gestos irracionalistas
a que se dej inducir Hegel de vez en cuando, cuando
trataba desesperadam ente de salvar la verdad de una
sociedad que ya se haba vuelto falsa. La autorreflexin
hegeliana del sujeto en la conciencia filosfica es, en
verdad, la conciencia crtica de s misma de la socie
dad, en el momento de alborear.
El motivo de la contradiccin y, con l, el de una
sociedad que se abalanza sobre el sujeto dura, ajena,
brutalm ente (motivo con el que Hegel aventaja a Berg
son, el metafsico del fluir), pasa, en general, por ser
el principio global de su filosofa; y el mtodo dialc
tico lleva su nombre por razn de l. Pero ello, ju sta
mente, fomenta la traduccin a la experiencia espiri
tual de que habla: muy fcilm ente mana de l un modo
de considerar puram ente histrico-filosfico que subsu
me los niveles del espritu bajo sumos conceptos ro
tundos, convirtindolos en rbricas; con lo que se re
baja la dialctica a una concepcin elegible del mundo,
como la que la filosofa crtica aportada por Hegel ha
ba herido m ortalm ente. Asimismo es inevitable que se
pregunte de dnde saca propiam ente Hegel el derecho
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SKOTEINOS *
O CMO HABRIA DE LEERSE
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su resultado han de ser (la construccin del sujetoobjeto, aquel m ostrar que la verdad es esencialmente
sujeto); y las categoras del ser seran ya en s lo que
]a doctrina del concepto, como su en y para s, acaba
por descubrir. En el Sistema (la gran E n ciclopedia)
se expresa eslo con la mxima franqueza: La finitud
del fin consiste en que, en su realizacin, el m aterial
utilizado para ello como medio slo se le subsume y se
le adeca exteriorm ente. Ahora bien: de hecho, el ob
jeto en s es el concepto, y puesto que aqul, como fin,
se realiza en ste, este ltimo es slo la manifestacin
de su propio interior; y la objetividad es, por lo tanto,
algo as como una cscara bajo la que el concepto ya
cera oculto. En lo finito no podemos presenciar ni ver
si verdaderam ente se alcanza el fin; en cuanto al cum
plimiento del fin infinito, nicamente es preciso dejar
en suspenso el engao de que no se haya cumplido an:
el bien, el bien absoluto, se consuma eternam ente en
el mundo, y el resultado es que se cumple ya en y para
s, sin que necesite esperarnos a nosotros. Mas este en
gao es aquello en lo cual vivimos y, al mismo tiempo,
lo nico que acta, en lo que estriba el inters del m un
do: en su proceso, la idea misma se vuelve este enga
o, opone o tra cosa y su accin consiste en dejar el
engao en suspenso: la verdad slo brota de este error,
y en ello se encuentra la reconciliacin con el erro r y
con la finitud. El ser otra cosa o error, en cuanto pues
to en suspenso, es, a su vez, un momento necesario de
la verdad, que slo existe al volverse en su propio res u l t a d o Esto sirve para contrapear aquel puro entre
garse a la cosa y sus momentos al que se confa la
Introduccin de la Fenom enologa: el comportam ien
to no ser tan concreto como sta querra, pues los
* Hegel WW 8, g 232, Adicin, pg. 422.
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