Newton Los Arquitectos
Newton Los Arquitectos
Newton Los Arquitectos
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Newton
LOS COLLEGIA
Hasta ahora hemos visto que la arquitectura estuvo íntimamente relacionada con
la religión desde los tiempos primitivos; hemos observado también que los útiles de
que se sirven los constructores representaban verdades morales; que han existido
sociedades secretas, las cuales se valían del Drama de la Fe como rito iniciático, y
que la doctrina oculta se confiaba a quienes se hacían merecedores de ello. Las
sociedades secretas, que nacieron de las necesidades y de la naturaleza de los
hombres, han existido desde el comienzo de la historia, si bien no es posible saber
si existió alguna orden determinada de arquitectos en los tiempos primitivos. Y,
aunque lo más probable es que existiera, no quedan indicios de ello. Es decir, que
la historia conserva datos muy vagos de las primitivas órdenes de arquitectos.
Sin embargo, puede inferirse que los arquitectos primitivos formaban parte de
órdenes secretas pues, como hemos visto ya, se conservaban en secreto tanto las
verdades religiosas y filosóficas, así como los hechos científicos y las reglas del
arte, confiándose únicamente a un núcleo de elegidos. Esto ocurrió en todos los
pueblos de la antigüedad sin excepción alguna; de modo que podemos dar por
cierto que los arquitectos de todas las épocas fueron iniciados. Así pues, los
conocimientos arquitectónicos se guardaban celosamente por necesidad, siendo
1
los arquitectos hombres de cultura sobresaliente. Algunos documentos históricos,
confirman nuestras hipótesis sobre los arquitectos primitivos. Por ejemplo, el
notable himno al Dios-Sol escrito por Suti y Hor, arquitectos de Amonhotep III de
Egipto1.
Se ignora en qué época empezaron los arquitectos a formar órdenes del oficio, pero
quizás fue cuando los Cultos-Misterio comenzaron a extenderse por otros países.
Debe tenerse siempre presente que todas las artes tuvieron al templo por morada,
y que salieron del mismo con el transcurso del tiempo, esparciéndose por medio de
todas las formas de cultura.
Al estar las dos naciones en relación, sus ideas religiosas se mezclaron. Ahora
bien, la religión que entonces profesaban los fenicios era una forma modificada de
la egipcia. Dionisos representaba el papel de Osiris en el drama de la fe de Siria,
Grecia y Asia Menor. De este modo, los Misterios de Egipto que aprendiera Moisés
llegaron hasta las mismas puertas del templo de Salomón en una época favorable
para su difusión. Los hebreos no eran arquitectos y es indudable que los planos
del templo y de los palacios de Salomón fueron proyectados por arquitectos
fenicios y que la mayoría de los albañiles y capataces, así como los materiales,
procedían de Fenicia. Josefo añade que la arquitectura del templo era de un estilo
llamado Griego.
Si es cierto que las leyes de la arquitectura eran secretos sólo conocidos de los
iniciados, entonces no cabe duda de que los constructores del templo de Salomón
debieron de haber pertenecido a alguna orden secreta. ¿Quiénes fueron los que lo
levantaron? Quizás fueron los Artífices Dionisíacos (no se los confunda con los
actores que tomaron posteriormente este nombre), orden de arquitectos que erigió
templos, estadios y teatros en el Asia Menor, y que perteneció al mismo tiempo a
1Podemos citar también el caso de Weshptah, visir de la quinta dinastía egipcia, que vivió allá por el año 2700 antes de
Cristo y fue un arquitecto real a quien el rey levantó una gran tumba. En Berlín se conserva la estatua de Semut, jefe de los
masones o albañiles de la Reina Haturi.
2Historians His. World, vol. II, cap. III Josefo describe detalladamente el Templo, y además la correspondencia entre
Salomón e Hiram de Tiro -Jewish Antiquities, libro VIII, capítulos 2/6.
2
los misterios de Baco antes de que ese culto cayera en rebeldía, como ocurrió
después en Atenas y Roma3.
Aunque la historia no puede verificar este hecho, lo cierto es que la tradición nos
lo ha transmitido, sobreviviendo a través de los siglos y triunfando de todas las
vicisitudes 5.
Después de todo no parece tan fantástica, como creen algunos hombres que se las
dan de superiores, la tradición de que la Masonería naciera durante la
construcción del templo de Jerusalén y que la dieron forma los dos reyes amigos.
¿Cómo explicar sino que los Caballeros de las Cruzadas volvieran a Europa
diciendo que poseían el secreto de una fraternidad a la que estaban ligados por un
juramento? Y, además, ¿cómo es que en todos los tiempos los arquitectos llegados
3 Simbolism of Masonry, de Mackey, capítulo VI; véase también la Enciclopedia masónica del mismo autor, cuyas dos obras
se fundamentaron en la History of Masonry, de Laurie, cap. I; Laurie se inspiró a su vez en el Sketch for the History of the
Dyonisian Artificers, A Fragment, de H. J. Da Costa - 1820- . No sabemos por qué motivo Waite y otros autores dejaron de
lado a los arquitectos dionisíacos, conside rando que eran una quimera, pues las evidencias y autoridades citadas por Da
Costa son innegables. "Lebedos era la sede y asamblea de los Artífices Dionisíacos, que habitaban la Jónica hacia el
Helesponto; allí celebraban ellos sus festividades y solemnes asambleas en honor de Baco", dice Estrabón -libro XIV, 921-.
Pertenecían a una sociedad secreta cuyos miembros se conocían por medio de signos y palabras especiales - Greece de
Robertson - y utilizaban emblemas que tomaban del arte de la construcción - Eusebio, de Pre. Evang. III, c.12-. Entraron en
Asia Menor y Fenicia cincuenta años antes de la construcción del templo de Salomón, y Estrabón asegura haber encontrado
sus huellas en Siria, Persia e India. No es muy correcto,que digamos,dejar de lado los hechos que no se compaginan con
ciertas teorías como hacen algunos autores. Además estos hechos explican muchas cosas, como se verá más adelante.
4 La Leyenda rabínica refiere que todos los trabajadores del templo fueron asesinados para que nadie pudiera edificar otro y
dedicarlo a la idolatría -Enciclopedía Judía, artículo "Freemasonry" -. En torno del templo y de su edificación se hacinan
muchas otras leyendas igualmente absurdas, que no se deben tomar al pie de la letra. Josefo cuenta que Hiram el arquitecto
o , mejor dicho, el artífice de metales, no perdió la vida y que vivió en Tiro hasta una edad bien avanzada. La leyenda nos
dice, sin embargo, que los Misterios se mezclaron con la doctrina hebrea, influenciándose mutuamente en la construcción
del templo.
5 Es cosa rara y sorprendente que todavía exista la secta o tribu llamada de los Drusos, en el distrito del Líbano, la cual
sostiene que no sólo desciende de los Fenicios, sino también de los constructores del templo del Rey Salomón. Tan
persistente e import ante es esta tradición para ellos, que su religión se fundamenta en ella, aunque quizás sea sólo una
leyenda. Tiene esta secta sus Khalwehs o templos, construidos en forma de logias, con tres grados de iniciación y, a pesar de
dedicarse a la agricultura, usa los signos e instrumentos de la construcción como símbolos de la verdad moral. Sus
prosélitos se reconocen entre sí por medio de signos, toques y palabras secretas. Su credo, según las palabras de Hamze, es
que "la creencia en la Verdad de Un Solo Dios substituirá a la oración; el ejercicio del amor fraternal, a la comida; y la
práctica diaria de actos caritativos, a las limosnas". ¿Por qué razón tiene ese pueblo semejantes tradiciones? ¿Quién se la
transmitió? ¿Qué representa este hecho en el ambiente oriental inmutable y fijo? -véase el ensayo de Hacket Smith sobre los
Druses and Their Relation to Masonery, y la discusión siguiente, Ars Quatuor Coronatorum, IV, 7/19.
6 Dice Rawlinson en la History of Phoenicia, "que conocían el arte masónico o de la edificación, que tomaron de Egipto". Sir
C. Warren encontró en las piedras de los cimientos de Jerusalem marcas masónicas en letras fenicias -A.Q.C., II, 125; III,
68.
3
de Oriente se llamaban a sí mismos "Hijos de Salomón" y utilizaban como
emblema el sello de los triángulos entrelazados?. Ya hemos visto que Estrabón
encontró vestigios de los arquitectos dionisíacos en Siria, Persia y la India. Pues
también podemos encontrarlos si vamos hacia Occidente.
Krause fue quien primero observó que las antiguas órdenes de arquitectos fueron
las predecesoras de la Masonería moderna, siguiendo sus huellas que, de cuando
en cuando, se pierden, -pues hay bastantes vacíos-, a través de la fraternidad
dionisíaca de Tiro y de los Collegia romanos hasta los arquitectos y Masones de la
Edad Media. Desde que él escribió esto se han sacado a la luz numerosos datos;
pero, sin embargo, todavía es incierta la fecha de aparición de los Arquitectos en
Roma. Algunos la remontan hasta la misma fundación de la ciudad, mientras que
otros la fijan únicamente durante el reinado del Rey Numa, el amigo de Pitágoras 7.
El hombre individual se sentía cada vez más pequeño y más solo, a medida que
crecía el poder de Roma. Este sentimiento, unido a la creciente especialización de
la industria, despertó el deseo de asociarse, organizándose numerosos Collegia.
Basta echar una ojeada a las inscripciones correspondientes a las Artes et Opificia,
para convencerse del enorme desarrollo de las artes manuales y de cuán
minuciosa era su especialización. Cada ramo del comercio se constituyó en orden
secreta, y tan poderoso llegó a ser su influjo, que los emperadores se vieron
precisados a abolir el derecho de libre asociación. Sin embargo, la efectividad de
los edictos imperiales duraba poco tiempo y era impotente ante el ansia universal
de asociación. Pronto se encontró el medio de evadir la ley que había exceptuado
de sus restricciones las órdenes consagradas por su antigüedad o las de carácter
religioso. La mayor parte de los Collegia se transformaron en instituciones
caritativas o funerarias, en las que la gente humilde trataba de salvarse de la
obscuridad desesperada de la vida plebeya o de la aún más sombría y desesperada
perspectiva de la muerte. Las inscripciones que hablan del horror y de la soledad
de la tumba, del día en que ninguna mirada amiga lea el nombre olvidado y en que
7 Véase el ensayo de Forbes A Masonic Built City, que trata del plano y de la construcción de Roma - Ars Quatuor
Coronatorum, IV, 86 -. Como aún hemos de citar muchas veces los anales de la Coronatorum Lodge of Research, creemos
conveniente emplear de ahora en adelante sus iniciales, A. Q. C., en gracia a la brevedad. Si se quieren tener más dato s
sobre los Collegia de los primeros tiempos cristianos, véase Roman Life from Neto to Aurelius, de Dill - libro II, cap. III- y
también De Collegia, de Mommsen. En la Encyclopedia of Freemasonry hay un artículo magnífico e igualmente en la His.
Masonry de Gould -volumen I, cap. I .
8 Véase Masonic Character of Roman at Morton, por J. F. Crease, A.Q.C. -III 38/59
4
ninguna mano le ofrende flores al difunto son verdaderamente patéticas. Cada
Collegium celebraba honras fúnebres por sus muertos, y señalaba su tumba con
los emblemas de su comercio: si se trataba de un panadero, con un pan; si de un
albañil, con una escuadra, un nivel y un compás.
Parece ser que los Colegios de Arquitectos gozaron desde los primeros tiempos de
especiales privilegios y exenciones, debido a que sus servicios al Estado eran muy
valiosos y, si bien no sabemos si se denominaron Francmasones, lo cierto es que lo
eran de hecho antes de que se les aplicara esta denominación. Se les permitía que
tuvieran sus constituciones y reglamentos seculares y religiosos. Los Colegios
romanos se parecían mucho, por su forma, emblemas y cargos, a las modernas
Logias Masónicas. Ningún colegio debía de estar constituido por menos de tres
personas, y esta regla era tan rígida que llegó a ser máxima de la ley que "tres
forman un colegio". Todo Colegio era presidido por un Magister, o Maestro, con dos
decuriones, o vigilantes, cada uno de los cuales ejercía su poder sobre "los
hermanos de su columna".
Sobre los símbolos de los Colegios baste decir que, de nuevo, encontramos los
sencillos útiles de la albañilería empleados para enseñar la verdad, para la vida, y
la esperanza, para la muerte. En algunos sarcófagos romanos están grabados los
compases, la escuadra, el cubo, la plomada y, a veces, también el nivel. Además,
en 1878 se descubrió el famoso Collegium de Pompeya, sepultado por las cenizas y
la lava del Vesubio desde el año 79 de nuestra era. Se encuentra enclavado el
Collegium cerca del Teatro Trágico, no lejos del Templo de Isis y, por la distribución
de su arquitectura, con las dos columnas enfrente de la puerta y triángulos
entrelazados en los muros, se la ha identificado con una logia. Sobre un pedestal
de la habitación se encontró una extraña obra de arte, que hoy día se guarda en el
Museo Nacional de Nápoles, única en su clase por su dibujo y exquisita ejecución.
S. R. Forbes la describe como sigue en su investigadora obra Rambles in Naples:
5
tiene la punta hacia arriba. Cuelga de la lanza un traje escarlata atado con un
cordón de oro y también uno rojo, mientras que un galón con dibujos
diamantinos rodea la parte superior de la lanza. A la derecha se ve un bastón
nudoso, del que cuelga una basta y peluda tela cuyos colores son el amarillo,
el gris y el pardo, atado con una cinta. Encima hay una mochila de cuero...
Evidentemente esta obra de arte debe ser, por su composición, de carácter
místico y simbólico".
Nosotros no dudamos de que así sea. Además, los que conocemos la significación
de esos símbolos sentimos nuestro parentesco con los hombres que se reunieron
alrededor de aquel altar. En aquella obra de arte labraron ellos la visión del eterno
peregrino que sigue su camino por la vida, con sus vicisitudes y preocupaciones, el
nivel de la mortalidad a que todos descienden al morir y la alada y vacilante
esperanza. La vida, jornada emprendida con el nudoso báculo y el zurrón pesado,
es, a veces, una lucha, en la que necesitamos empuñar una lanza de combate;
más el que sigue el camino de la virtud con la rectitud de una plomada, va en pos
de la victoria lleno de esperanza.
Heridas y derrotas
Forman mi coraza.
De horrores y fatigas
Mi victoriosa lanza,
6
santos. Cuando Diocleciano quiso acabar con el Cristianismo, fue muy benigno
con los Collegia, a pesar de que muchos de sus miembros pertenecían a la nueva
religión y, hasta que éstos se negaron a levantar una estatua a Esculapio, no se
revolvió Diocleciano furioso contra ellos, jurando exterminarlos. Cuatro Maestros
Masones y un aprendiz sufrieron horrendas torturas al declararse la persecución.
Luego se les consideró como santos, y la historia de su heroica fidelidad dio origen
a numerosas leyendas (Sus nombres son Claudio, Nicostrato, Sinforiano, Castorio
y Simplicio). Sus restos fueron trasladados posteriormente a Toulouse, en donde
les erigieron una capilla en la iglesia de San Sernin9. Estos santos fueron los
patrones de los Masones de Alemania, Francia e Inglaterra 10. En un fresco
existente en la iglesia de San Lorenzo de Rotterdam se les representa con un
compás y una llana en las manos. Junto a ellos se ve otra figura vestida a lo
oriental, que también lleva su compás, pero que toca su cabeza con una corona
real en vez de mártir. ¿Será Salomón?, ¿quién otro puede ser acaso?. Este fresco,
que data de 1641 y fue pintado por F. Wounters, fue cubierto más tarde con una
capa de cal que se fue cayendo con el tiempo, apareciendo de nuevo los santos con
sus compases y llanas en la mano.
7
arquitectos libres mucho tiempo antes de que se les denominase con ese nombre,
pues viajaban libremente de lugar en lugar, como puede ver se por sus emigraciones;
y eran libres para fijar el precio de los trabajos por sí mismos, mientras los otros
trabajadores se veían sometidos a los caprichos de los señores feudales o a los
estatutos de salarios”.
La autora cita el texto latino original de un Edicto del rey lombardo Rotario,
fechado en el día 22 de noviembre del año 643, en que confirma ciertos privilegios
de los Magistri Comacini y de sus colligantes .
Por este Edicto se ve que no se trata de ninguna orden nueva, sino de una
corporación de Maestros arquitectos a cuyas órdenes estaban algunos hombres
que ejecutaban sus proyectos. Pues los Comacinos no eran vulgares trabajadores,
sino arquitectos, escultores, pintores y decoradores. Si aceptamos como pruebas
evidentes la afinidad de sus obras y trabajos en piedra, se puede afirmar que se
deban a ellos las modificaciones que sufrió la arquitectura en Europa durante el
período de la construcción de las catedrales, ya que en todas partes dejaron sus
huellas grabadas de tal modo que no dejan lugar a dudas.
Una piedra inscripta que data del año 712 demuestra que la Guilda Comacina
estaba organizada en Magistri y Discipuli, que obedecían a un Gastaldo, o Gran
Maestre, palabras todas ellas utilizadas en nuestras logias. Además, daban el
nombre de Loggia a los lugares en que se reunían, citando la autora una larga lista
de ellas, extraída de los anales de diversas ciudades, y dando también los nombres
de quienes ocupaban los altos cargos y a menudo de sus miembros.
8
Coronados de la Orden. Entre sus emblemas citaremos la escuadra, los compases,
el nivel, la plomada y el arco. "El Nudo del Rey Salomón" constituía uno de sus
emblemas, siendo otro la cuerda sin fin, símbolo de la Eternidad que no tiene
principio ni fin. Sin embargo, posteriormente la Garra de León parece haber sido
su emblema principal. En las ilustraciones que publica la autora se les ve vestidos
con todas sus insignias, con mandiles y emblemas, como guardianes de un gran
arte, de una gran enseñanza en la que eran maestros.
Creo que quien respete en algo los hechos no puede hablar tan a la ligera de una
orden que tiene antecesores tan notables como los grandes maestros comacinos. Si
Fergusson hubiese conocido esta historia, no hubiera tildado de incapaces de
erigir catedrales a los Francmasones en su Historia de la Arquitectura. De ahora
en adelante podemos tener la certidumbre de que fueron los francmasones quienes
levantaron las catedrales que representan el drama de la fe medieval. La orden
francmasónica decayó a la par que el arte Gótico, pero no dejó de existir,
continuando su tradición simbólica entre diversas vicisitudes, a veces bastante
dolorosas, hasta 1717, en que devino una fraternidad que enseñaba la fe espiritual
por medio de la alegoría y la ciencia moral por medio de símbolos.
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donde celebraban sus misterios con solemnes festivales, y llamaban a los
demás hombres "profanos" porque no se les admitía en sus misterios”11.
12 Véase el notable pasaje de la Historia de Francia de Michelet sobre el espíritu de la catedral masónica.
10
FRANCMASONES
La Orden de los Maestros Comacinos se fundó sobre las ruinas del Colegio
Romano de Arquitectos, continuando su tradición simbólica y artística. Si nos
retrotraemos a la época que siguió a la muerte de Diocleciano, observaremos que
los arquitectos trabajaron mucho durante los reinados de Constantino y de
Teodosio; siendo su estilo semejante. Todavía no se les aplicaba la denominación
de Francmasones, como pretende Leader Scott, pero lo eran de hecho, pues
viajaban por donde se les necesitaba, siguiendo a los misioneros de la Iglesia hasta
la misma Inglaterra. No debe confundirse a los francmasones o constructores de
catedrales con los que pertenecían a las guildas de albañiles; pues los primeros
pertenecían a una orden universal, mientras que los segundos estaban adheridos
a agrupaciones locales y restringidas. La orden de los constructores de catedrales
era más antigua, poderosa y artista que la Guilda de albañiles y, si cabe, más
religiosa. De esta orden es de la que desciende la Masonería moderna.
11
de la edificación era más estimado que las demás artes que le rendían homenaje y
le prestaban el apoyo de sus genios. Además, sus símbolos se grabaron antes en
piedra que en el pergamino. Muchos autores se han esforzado en privar a estos
maestros del honor de haber sido quienes proyectaron las catedrales, pero todo ha
sido en vano 13, pues todavía existen los monumentos que nos hablan de su arte
genial. En lo más alto de las catedrales dejaron los arquitectos bocetos grabados
en la piedra, de los que da Findel una lista, en los que retrataban satíricamente los
abusos entonces corrientes en la Iglesia. Semejantes figuras y dibujos sólo se
toleraban por la fuerza de la orden, pues, si no hubiera sido así, la Iglesia hubiera
impuesto sus sanciones a los adeptos.
La Historia es a modo de un espejismo, que nos revela parte del paisaje, dejando
en el olvido lo que más interesa. Las creencias de la Edad Media parecen
uniformes vistas desde nuestra época actual, pero esto no es más que una de las
numerosas ilusiones del tiempo. Lo que ahora nos parece uniformidad no fue sino
conformidad, bajo cuya superficie el pensamiento adoptaba formas tan varias
como hoy día, aunque no expresadas con tanta libertad. La Ciencia y todas las
ideas religiosas heréticas tenían que ocultarse; pero, a pesar de ello, el alma
humana no dejaba de estar en plena actividad y aún se oía la voz de la gran orden
secreta de la Masonería que, protegida por la Iglesia, aunque independiente de
ella, invitaba a la libertad de pensamiento y de religión. Los Masones, debido a la
naturaleza de su arte, tenían relación con todas las clases sociales y oportunidad
para conocer los defectos d e la Iglesia. En sus viajes por Europa, que a veces se
extendían hasta el lejano Oriente, se familiarizaron con diversas ideas religiosas y
aprendieron a practicar la tolerancia, llegando ser sus Logias seguro refugio para
los perseguidos por su ideología.
El credo que los Maestros Comacinos exigían para ser admitido en su orden nunca
fue estrecho, haciéndose cada vez más amplio. Por eso no puede creerse que la
Iglesia ejerciera gran influencia sobre la Orden. Hasta que las grandes guerras
arruinaron a las naciones, ocasionando la disolución de los monasterios, no
empezó a decaer la erección de catedrales ni dejó de influir la Iglesia en la orden
Comacina, sin lograr desviarla de su misión única y original. Poco después llegó la
persecución de los Caballeros Templarios y el trágico martirio de De Molai y
empezó a acusarse a la Masonería de amparar herejías. Es difícil seguir los
inextricables hechos de la Historia de aquel período, pero de todos modos se
observa en ellos que la Masonería se ensanchó rápidamente después de haber roto
con la Iglesia. Y ya en tiempos de la Reforma habían desaparecido casi todos los
vestigios de la Iglesia. Muchos críticos de la orden han sufrido al señalar esta
tendencia, sin saber que al hacerlo se veía más patente la gloria fundamental de la
Masonería.
13“Invariablemente se atribuye a los monjes el honor de haber sido ellos quienes erigieron estos edificios en vez de los
arquitectos profesionales, porque los historiadores fueron monjes... que no estaban versados en geometría como los
Maestros masones, pues sólo se enseñaban en los conventos rudimentos de matemáticas”. James Dallaway, Architecture in
England. Las palabras de este famoso autor son aún más apreciables por no ser Masón.
12
describen la Masonería de los últimos tiempos del período de erección de
catedrales con vislumbres de sus días de gloria. Se conservan unas setenta y ocho
de estas obras, la mayoría descubiertas después de 1860, todas las cuales parecen
ser copias de documentos aún más antiguos, desfigurados con frecuencia por los
copistas, pues se descubren evidentes errores, interpolaciones y correcciones. Se
denominaban Antiguas Obligaciones, porque contenían ciertas reglas de conducta
que antaño se leían a todo el que ingresaba en el oficio y, si bien difieren en algún
que otro detalle, relatan en sustancia la misma leyenda del origen, historia y
reglamentos de la orden, empezando con una invocación y terminando con la
palabra Amén.
Este antiguo manuscrito, más poético por su espíritu que por su forma, comienza
refiriéndose al gran número de trabajadores sin empleo que había en los tiempos
primitivos y a la necesidad de encontrarles trabajo. En el poema se supone que se
consulta a Euclides, quien recomienda "que se sirvan del honrado oficio de la
buena masonería o albañilería". Luego se fija el origen de la orden "en el país
Egipcio". Tras de esto, el libro nos traslada a Inglaterra "durante la celebración del
cumpleaños del buen rey Adelstonus", quien se dice ha convocado una asamblea de
masones, en la que se acuerdan los quince artículos del estatuto de la orden, que
recuerdan los Diez Mandamientos, terminando con la leyenda de los Cuatro
Mártires Coronados, para incitar a la fidelidad. Luego vuelve el autor a referirse al
tema de los orígenes, remontándose nada menos que a los tiempos de Noé y del
Diluvio y mencionando la torre de Babel y la gran sabiduría de Euclides, al que
llama el primero de los "siete sabios". A continuación dice que las siete ciencias
son la Gramática, la Lógica, la Retórica, la Música, la Astronomía, la Aritmética y
la Geometría, y explicando en qué consiste cada una. Promete la obra buena
recompensa a los que se sirvan adecuadamente de las siete ciencias, terminando el
manuscrito con las palabras: "Amén, amén, así sea. Eso decimos todos por
caridad."
13
pareciendo ser cierta, según suponen Gould y Pike, la existencia de la Masonería
simbólica en aquella época. Quizás el poema fuera recitado por una sociedad que
conmemorara la ciencia de la Masonería y que no practicara el arte. Pike y Gould
encuentran indicios de la existencia independiente de la Masonería especulativa en
época tan remota y en una sociedad en que todo había desaparecido, menos el
recuerdo o la tradición de su antiguo Oficio. Pero yo creo que estos escritores traen
las cosas por los pelos, pues, si bien no cabe duda alguna de que la Masonería
simbólica existía en aquella época, no es tan fácil encontrar indicios en este
antiguo poema de su existencia independiente. Ni parece tampoco que el poema
sea a propósito para una guilda simbólica o social. En cambio, palpita en él la
esencia de la Masonería que ha estado siempre presente doquiera que se han
reunido los Masones.
Después de hacer la invocación acostumbrada 14, comienza el autor por hacer una
lista de las Siete Ciencias, definiéndolas muy a lo ligero y en distinto orden que en
el Poema Regius y exaltando a la Geometría sobre las demás por ser " la primera
causa y fundamento de todas las ciencias y artes ". A continuación hace un breve
resumen de los hijos de Lamech copiado del Génesis y de dos manuscritos, uno de
los cuales afirma que su antepasado fue Caín y otro que fue Set. Se dice en la obra
que Jabal y Jubal grabaron sus conocimientos científicos y artísticos en dos
columnas, una de las cuales era de mármol y la otra de arcilla. Después del
Diluvio, Pitágoras encontró una de las columnas y Hermes la otra, aprendiendo de
14Sus invocaciones difieren en la fraseología empleada, delatando algunas visiblemente la influencia de la Iglesia. Toulmin
Smith observa en su obra English Guilds, que la forma de las invocaciones de los Masones "difiere extraordinariamente de
las de las otras guildas, pues éstas olvidan generalmente el nombre de Dios Padre Todopoderoso", pero los Masones jamás
olvidan la piedra fundamental sobre la que descansa el edificio de la orden.
14
ellas las ciencias que enseñaron después. Otro manuscrito atribuye a Euclides el
mismo papel que aquí se asigna a Hermes. Claro que todo esto parece muy
fantástico, pero no deja de ser significativo que el autor asocie con la antigua
historia hebrea los nombres de Hermes "padre de la Sabiduría" y suprema figura
de los Misterios egipcios, y de Pitágoras, quien se valió de los números como de
emblemas espirituales. Sea como fuere, el manuscrito llega por este camino hasta
Egipto, donde el Poema Regius ubica el origen de la Masonería. Cuando el autor
atribuye el invento de la Geometría a los egipcios, no hace más que seguir la
antigua tradición de que los egipcios se vieron obligados a inventarla, para
restaurar los linderos que arrasaban las inundaciones del Nilo, tradición que
confirman las investigaciones modernas.
El compilador dice más adelante que los hebreos aprendieron de los egipcios el
arte y la ciencia de la Masonería. Luego se sintetiza rápidamente la historia hasta
llegar a la época de David que, según se dice, amaba a los masones, y les fijó
"salarios parecidos a los actuales". El autor se refiere brevemente a la erección del
Templo de Salomón, y dice que " en otros antiguos libros y crónicas de la Masonería
se dice que Salomón confirmó los estatutos que David había otorgado a los Masones,
y que Salomón les enseñó sus costumbres, las cuales difieren muy poco de las hoy
existentes". Aunque se alude al artista jefe del templo, su nombre sólo se menciona
de un modo velado. Ninguna de las Antiguas Constituciones de la orden usa jamás
su nombre, valiéndose de rodeos o de otros nombres para referirse a él 15. ¿Por qué
motivo hacían esto cuando el nombre era bien conocido y se encontraba en la
Biblia, colocada sobre el altar para que todos la pudiesen leer?. ¿No se resistirían a
nombrarlo, porque el nombre y la leyenda relacionada con él tenían una
significación esotérica, antes de concretarse en drama?. El autor deja aquí la
antigua leyenda y sigue el rastro masónico por Francia e Inglaterra del mismo
modo que el Manuscrito Regius, pero más detalladamente. Luego vuelve a Euclides
y sigue esta fase de la tradición hasta el advenimiento de la Orden en Inglaterra;
añadiendo, al final, los artículos de la Ley Masónica aceptados en una asamblea,
de los cuales cita nueve en vez de los quince del Poema Regius.
15Los nombres de Aynone, Aymon, Ajuon, Dynon, Amon, Anon, Annon y Benaim se usa deliberadamente. El Manuscrito
Iñigo Jones Usa el mismo nombre que en la Biblia; pero, a pesar de que data del año 1607, se ha demostrado que es
apócrifo. También afirma el Boletín del Supremo Consejo Masónico de los Estados Unidos que los arquitectos de
Estrasburgo relataban sus leyendas en piedra.
15
Creemos de interés hablar ahora de un documento mucho más antiguo que viene
a ser el puente que une la antigua leyenda con la historia primitiva de la orden en
Inglaterra, dando una versión diferente de la misma leyenda. Este documento que
es un manuscrito descubierto en la Biblioteca Bodleiana de Oxford en 1696 escrito
al parecer en 1436, representa el examen de un masón por el Rey Enrique VI. Su
tìtulo es el siguiente: "Preguntas y respuestas concernientes al misterio de la
masonería, escritas por el Rey Enrique VI y copiadas fielmente por mí, John
Laydande, anticuario, por orden de Su Majestad". El manuscrito, ya muy
borroso, está escrito en un inglés muy antiguo que únicamente los anticuarios
pueden entender y viene a decir lo siguiente:
Los Collegia, sin los cuales ninguna sociedad romana se consideraba completa,
llegaron a la Gran Bretaña al mismo tiempo que los conquistadores romanos,
conservándose aún huellas de su obra. Los Británicos llegaron, según se dice, a
ser tan excelentes arquitectos, bajo la dirección del Colegio Romano, que Cloro
mandó llamar arquitectos de la Gran Bretaña, cuando las ciudades de la Galia y
las fortalezas del Rhin fueron destruidas en el año 298 después de Cristo, para
que las reparasen y reconstruyeran. No existen pruebas evidentes de que los
Collegia siguieran existiendo en la Gran Bretaña después de salir de ella los
romanos, como alguien afirma, n i de que fueran suprimidos cuando la invasión de
los bárbaros, como ocurrió en el Continente. Lo más probable es que fueran
destruidos pues, al renacer el cristianismo, el obispo Wilfredo de York y el Abad de
Warmouth enviaron a buscar en el año 598 de la era cristiana masones a Francia
e Italia para que construyeran con piedra "según la costumbre romana". Esto
confirma las crónicas italianas que relatan que el papa Gregorio envió con San
Agustín, algunos de los miembros de los Liberi Muratori.
16
Agustín envió a su vez en el año 604 al monje Pietro a Roma con una carta para el
mismo Pontífice, en la que le pedía que enviase más arquitectos y albañiles. Como
los Liberi Muratori no eran sino los mismos Maestros Comacinos, es indudable
que éstos trabajaron en Inglaterra mucho antes de que se escribieran las Antiguas
Obligaciones en las que se empezó a hacer la historia de la masonería inglesa16.
Entre los arquitectos enviados por el papa Gregorio destaca Paulino que, cosa
extraña, recibía el título de Magister, con lo que se quería dar a entender, sin
duda, que pertenecía a la orden Comacina, pues así se denominaba a sus
miembros. Es sabido que muchos monjes se inscribieron en las logias, en donde
estudiaron el arte de la construcción de boca de los Maestros. San H ugo de Lincoln
no sólo fue obispo, sino también el arquitecto que proyectó una iglesia, instruyó a
los obreros y manejó el cuezo. Debe tenerse siempre presente que los eclesiásticos
aprendieron de los Masones el arte de la construcción y que no fueron los monjes
quienes enseñaron este arte a los Masones, como alguien afirma erróneamente.
Giuseppe Merzaria, dice al hablar de aquella turbulenta y lejana época que sólo
una lámpara ardía lanzando un brillante destello en las tinieblas de la ignorancia
que se extendían por Europa: "Era la de los Magistri Comacini, cuyos nombres
respectivos desconocemos, y cuyas obras individuales no podemos atribuir a un
autor determinado; pero, sin embargo, se presiente la amplitud de su espíritu a
través de aquellos siglos y sabemos que formaron una entidad numerosa. Podemos
afirmar sin temor a equivocarnos que las mejores y más majestuosas obras que se
erigieron entre el año 800 y el 1000 se debieron a esa fraternidad, siempre fiel y
secreta, de los Magistri Comacini. La autoridad y opinión de los sabios justifican
nuestra suposición" (Maestri Comacini, vol. I, cap. II).
Entre los sabios que están de acuerdo con esta opinión podemos citar a Kugler de
Alemania, Ramee de Francia y Selvático de Italia y , asimismo a Quatremal de
Quincy, quien en su Dictionary of Architecture dice al tratar de los Comacinos "a
estos hombres, que fueron arquitectos, escultores y mosaicistas, al par que
proyectaban y ejecutaban, se puede atribuir el renacimiento del arte y su
propagación por los países meridionales. Es indudable que a ellos les debemos que
no se haya perdido por completo el patrimonio de la antigüedad. El arte siguió
viviendo gracias a la tradición que ellos conservaron, produciendo obras que aún nos
causan admiración y que nos sorprenden, cuando pensamos que se erigieron en una
época de absoluta ignorancia". El escritor inglés Hope va todavía más lejos, pues
afirma que la orden Comacina fue la cuna de las asociaciones de Francmasones,
"los cuales fueron los primeros en enriquecer la arquitectura con un sistema completo
y ordenado, que dominó doquiera que la iglesia romana extendía su influencia"17. De
modo que, si bien los primeros anales de la masonería inglesa son bastante
confusos y, a veces, hasta desconcertantes, no hemos de ir a tientas de tradición
en tradición, ya que existen la historia y los monumentos de esta gran orden que
abarca la época entera y une a la fraternidad de los Francmasones con uno de los
más sublimes capítulos de los anales del arte.
16Véase "El origen de la Arquitectura Sajona" en la obra “Cathedral Builders,” escrita por el Dr. W. M. Barnes en Inglaterra,
independientemente del autor que vivía en Italia. Es notable que los dos autores lleguen a idénticas conclusiones, opinando
que los arquitectos Comacinos estuvieron en Inglaterra antes del año 600 de nuestra era y demostrándolo documentalmente
y por medio de un estudio comparativo de los estilos arquitectónicos.
17
Casi todas las Antiguas Obligaciones fijan la época de aparición de la Masonería en
Inglaterra en el reinado de Athelstan, nieto de Alfredo el Grande, es decir, entre los
años 925 y 940 de nuestra era. Sabido es que este príncipe o caballero fue un
prudente y pacífico legislador, que "trajo la paz y el reposo al país, y construyó
muchos grandes castillos y abadías, porque amaba a los masones". Dícese también
que él convocó una asamblea de Masones, en la que se adoptaron las leyes, reglas
y precios que habían de regular el oficio. Pero, a pesar de todos estos detalles, la
historia de Athelstan y de San Albano no deja de ser una leyenda, aunque data de
una época no muy remota y cae dentro de los límites de la tradición. Pero la
mayoría de los críticos la pasan de largo por entrañar numero sas dificultades, lo
cual no deja de sorprendernos, pues se trata de conservar un hecho que, aunque
borroso, es de importancia para la orden 18.
18Gould rechaza esta leyenda en su History of Masonry por carecer de fundamento, como rechaza todo lo que no puede
demostrar ante un tribunal. Véase, por el contrario, el "Examen crítico de las leyendas del Albano y de Athelstan", de C. C.
Howard -A.Q.C., VII, 73-. Upton opina, por otra parte, que San Albano fue el nombre de una ciudad y no de un hombre, y
demuestra de qué modo pueden deslizarse los errores en la historia - A.Q.C., VII, 119/131- . Sin embargo, la naturaleza de
esta t radición, sus detalles y motivos, así como la ausencia de razón para que sea una ficción, nos disuaden de rechazarla.
Véanse dos hábiles artículos, publicados en pro y en contra, por Begemann y Speth y titulados The Assembly -A.Q.C. VII-.
Oliver y Mackey, escritores más antiguos, aceptan que la asamblea de York es un hecho probado - American Quarterly
Review of Freemasonry, Vol. 1 546; II, 245.
18
guildas no tardaron en estar relacionadas con el ejercicio de los oficios, la educación
de los aprendices y las reglas tradicionales del arte" 19.
Las guildas de albañiles tenían muchos privilegios, por ejemplo la libertad de fijar
o hacer sus leyes y obligar a su obediencia. Cada Guilda tenía el monopolio de la
edificación en su ciudad, excepto el de las edificaciones eclesiásticas; pero este
monopolio implicaba una serie de restricciones y limitaciones, porque los
miembros pertenecientes a las Guildas locales no podían trabajar en otra
población que en la suya y, en cambio, debían reparar el castillo o las
fortificaciones cuando fuera necesario, mientras que los francmasones viajaban
por donde querían e iban trabajando de población en población. Los francmasones
empleaban con frecuencia en sus obras albañiles de la Guilda, dedicándolos a
hacer los trabajos inferiores. En la orden francmasónica no se admitía a los
miembros de la Guilda, a menos que revelasen que poseían aptitudes insólitas
como trabajadores y que eran hombres inteligentes; permitiéndoles que volvieran a
la Guilda si se dedicaban únicamente a trabajos manuales y no se preocupaban
por los fines intelectuales; porque los Francmasones no fueron s olamente artistas
que ejecutaban obras difíciles, sino también una orden que conservaba una gran
tradición científica y simbólica.
19 History of the English Constitution. Naturalmente que las Guildas eran indígenas en casi todos los países y épocas, desde
la China a la antigua Roma -The Guilds of China, por H. B. Morse- . Actualmente sobreviven en forma de asociaciones de
comerciantes y trabajadores. La historia de las Guildas Inglesas la ha relatado con mano maestra Toulmin Smith y la de las
compañías particulares Herbert y Hazlitt. Nosotros poco podemos añadir a lo que ellos dicen. Sin duda alguna los
Francmasones influyeron en las Guildas, sobre todo al determinar los cargos y símbolos, pues ya se sabe que algunas,
como, por ejemplo, los Steinmet sen alemanes, atribuían significación moral a sus útiles de trabajo, y otras, como la
Companionage francesa, conservaban la leyenda de Hiram; pero ninguna de ellas pertenecía a la fraternidad de los masones
libres. Algunos autores ingleses como Speth, por ejemplo, van aún más lejos y niegan que los Steinmetsen tuvieran
doctrinas esotéricas. Los eruditos alemanes Krause y Findel caen en el error de afirmar que eran francmasones -véanse el
ensayo de Speth, A.Q.C., I, 17 y la History of Masonry de Steinbrenner, Cap. IV.
19
igualmente que la de su espíritu, fe y símbolos, como lo atestiguan el triángulo y el
círculo que forman la piedra fundamental de la tracería ornamental de todo templo
gótico. La Masonería alcanzó entonces todo su esplendor, llegando al cenit de su
poder y teniendo por símbolo el León de la tribu de Judá; por ideales, la fuerza, la
sabiduría y la belleza; por lema, la fidelidad a Dios y al Gobierno, y por misión,
cooperar al bienestar público y a la caridad fraternal. Como guardiana de
tradiciones sublimes, fue refugio de los oprimidos y enseñó el arte y la moralidad a
los hombres. El Papa Nicolás III confirmó en el año 1270 todos los derechos
concedidos previamente a los Francmasones y les concedió otros. Sabido es que
todos los papas anteriores a Benedicto XII otorgaron señalados favores a la Orden,
hasta el extremo de eximir a sus miembros de la observancia de los estatutos y de
las leyes municipales como, asimismo, de la obediencia a los edictos reales.
Por esto no debe pasmarnos que los Francmasones tuvieran como lema la Libertad
y despertaran la animosidad de las autoridades y del clero al que habían servido
tan noblemente, sobre todo cuando empezaron a moverse las fuerzas rebeldes de
la Reforma, y se sospechó que la orden amparaba a ciertos hombres y alimentaba
las influencias simpatizantes con el cambio inminente que se esperaba. Como a las
logias pertenecían hombres de diversos matices religiosos y políticos, empezó
primeramente a ser acusada la Orden de negarse a obedecer la ley y, más tarde,
acabó por ser perseguida. En Inglaterra se dictó un estatuto contra los masones en
1356, por el que se prohibían sus asambleas bajo penas severas y, si bien parece
ser que no se aplicó la ley con todo rigor, la orden sufrió muchísimo en las
conmociones civiles de aquel período. Sin embargo, la Francmasonería revivió con
el advenimiento de la paz tras la larga guerra de las Dos Rosas, reconquistando
otra vez su prestigio y aumentando su fama con la reconstrucción de Londres
destruida por el fuego y, particularmente, con la erección de la Catedral de San
Pablo. (Habiendo sabido la reina Isabel que los Masones tenían ciertos secretos
que no podían revelarle -pues ella no podía ser su Gran Maestre-, envío fuerzas
armadas para que disolvieran la Gran Lo gia anual de York, que se celebraba el 27
de diciembre de 1561, día de San Juan; pero Sir Tomás Sackville la hizo observar
que algunos de los guerreros enviados eran francmasones, los cuales “informaron
de tal modo a la reina, que ésta no volvió a intentar la disolución de las logias ni los
molestó jamás; pues estimaba que eran hombres que cultivaban la paz y la amistad,
las artes y las ciencias, sin mezclarse en los negocios de la Iglesia ni en los del
Estado” 20.
20
de la arquitectura, la masonería iba decayendo también, por lo que no pocos de
sus miembros se identificaron con las Guildas de albañiles, a las que antes habían
mirado despectivamente, mientras que otros, perdiendo de vista sus elevados
fines, transformaron las logias en casinos sociales. Pero, a pesar de las defecciones
y de la decadencia, siempre hubo quien fue fiel a los ideales de la orden y se dedicó
a propagar sus enseñanzas morales y materiales, hasta que llegó "el resurgimiento
de 1717".
Ninguna persona (sea cual fuere su categoría social) será aceptada como
Francmasón si no es en una logia de cinco francmasones por lo menos; de los
cuales uno debe ser maestro o vigilante de la zona o división en que la tal
logia esté establecida y otro de la familia de la Masonería Libre.
Estudiemos primeramente sus doctrinas éticas. Basta con leer las Antiguas
Constituciones de la orden, en las que se mezclan las elevadas verdades con la
legislación del arte, para encontrar la base moral de la masonería universal. Estos
antiguos documentos, que formaron parte del ritual más antiguo de la orden y que
se recitaban o leían a todos los jóvenes cuando se les iniciaba como Aprendices,
relataban las leyendas, leyes y ética del arte, insistiendo en la antigüedad de la
orden y en el servicio a la humanidad, lo cual es característico de la Masonería,
pues ninguna otra orden ha proclamado como suya esa legendaria y tradicional
21
historia. Habiendo ya estudiado esos anales legendarios y su valor histórico, nos
resta examinar el código moral enseñado a los candidatos que, habiendo jurado
solemnemente ser leales y conservar el secreto, eran instruídos en sus deberes
como Aprendices y en su conducta como hombres. Lo que a ese antiguo código le
faltaba de sutileza le sobraba de sencillez, de tal modo que puede resumirse con
las palabras del profeta "Obrar con justicia, amar la compasión, andar
humildemente ante Dios", eterna ley moral, fundamentada en la fe, puesta a
prueba por el tiempo, y aprobada como válida por hombres de todos los climas,
creencias y condiciones.
Al cabo de siete largos años el Aprendiz presentaba su obra maestra a la Logia -en
tiempos más antiguos a la Asamblea anual- la cual, después de examinarla
detenidamente, le declaraba Maestro. Con esto cesaba de ser discípulo y sirviente,
pasaba a engrosar las filas de los compañeros y se convertía en hombre libre,
22
capaz, por primera vez en la vida, de ganarse la vida y elegir su trabajo. El nuevo
compañero escogía su Marca para que pudieran indentificarse sus obras y tomaba
sus avíos de trabajo, viajando ya como Maestro en su arte y recibiendo los salarios
correspondientes a su cargo, no sin antes haber ratificado sus votos de honradez,
veracidad, fidelidad, templaza y castidad, asumiendo, además, la obligación de
mantener el honor de la orden.
También juraba no descubrir ni contar a hombre alguno lo que oía o veía hacer en
la Logia y guardar los secretos de sus compañeros Masones como los suyos, a
menos que pusiera en peligro el bueno nombre de la Orden. Asimismo, debía
prometer que haría de mediador entre su Maestro y sus Compañeros buscando la
justicia. Si veía que un compañero cortaba una piedra de un modo indebido, debía
ayudarle sin pérdida de tiempo, para que no se perdiera la obra. Si encontraba a
un Masón en la desgracia o la miseria, debía ayudarle en la medida de sus fuerzas.
En una palabra, debía de ser justo y honrado con todos los hombres y,
especialmente, con los miembros de la orden, "para que el lazo de la caridad
mutua y del amor se aumentara y continuase".
Eran más rígidos todavía, si cabe, los votos de los compañeros elevados a la
dignidad de Venerables de la Logia o de la Obra. Una vez más juraban
solemnemente no profanar los secretos de la Orden. Algunos manuscritos citan
que la Ley de Oro fue la ley del Maestro. El Venerable debía de ser inmutable,
constante, l eal y veraz, pagar a sus Compañeros debidamente, no dejarse sobornar
y ser un juez justo. Salvo cuando estuviese enfermo era obligación suya asistir a
las Asambleas anuales que se celebrasen a menos de cincuenta millas de
distancia, si bien la distancia varía en los diferentes manuscritos.
Debía de ser paciente con sus discípulos, instruirles con diligencia, animarles con
aumentos de paga y no permitir que trabajaran de noche, "a no ser para adquirir
conocimientos, la cual será excusa suficiente".
Debía de ser también juicioso y discreto y no emprender las obras que no pudiera
realizar en provecho de su patrón o del oficio. Si algún compañero se equivocaba,
era obligación del Maestro de la Obra corregirle con delicadeza y tratar más bien
de ayudarle que de molestarle, evitando el escándalo y las palabras que pudieran
herir su susceptibilidad.
23
Tales eran algunas de las leyes de la vida moral con las que la antigua masonería
educaba a sus miembros, con objeto de que fueran buenos trabajadores, hombres
honrados y dignos, capaces de ayudar y servir a sus Compañeros; a las cuales,
según nos dice el manuscrito de Rawlinson, "se añadieron varios artículos para la
libre elección, buen ascenso y mejor aviso de los Perfectos y Verdaderos Masones,
Maestros y Hermanos".
Y, si bien es cierto que, como ética de vida, parecen estas leyes sencillas y
rudimentarias, no por eso dejan de ser fundamentales ni de ser hasta ahora la
única puerta que conduce a la Casa del Señor. En realidad, son cosas tan dignas
de guardarse en el corazón y de inspirar nuestras acciones que bastarían por sí
solas para que la Masonería fuera respetada por todos. Estas reglas tienen un
doble aspecto: primero, la formación del hombre espiritual sobre los cimientos de
una moral inmutable; y segundo, la creencia religiosa, sencilla y sublime en la
Paternidad de Dios, la Hermandad de los hombres y la Vida Eterna, enseñadas por
la Masonería desde sus primeros tiempos hasta nuestros días.
Así, pues, nos los representamos en forma de una pequeña comunidad o pueblo de
trabajadores, que moraban en modestas viviendas y tenían una Logia en el centro
adjunta a la catedral que, lentamente, iban construyendo. El Maestro se ocupaba
en los planos y cuidados del Arte, los Compañeros cincelaban las piedras de los
muros, arcos y agujas, y los Aprendices llevaban los utensilios y el mortero,
cuidaban a los enfermos y realizaban oficios de naturaleza semejante a éstos. La
Logia era siempre el centro de interés y de actividad, el lugar de trabajo, de
estudio, de devoción y, asimismo, la habitación común en que se realizaba la vida
social de la orden. Todas las mañanas, según se ve en los archivos de York
Minster, se empezaban con actos de devoción a los que seguían las instrucciones
dadas por el Maestro sobre la obra que se debía de realizar durante el día, en las
que, sin duda alguna, se incluirían el estudio de las leyes del arte, de los planos
del edificio y la significación de los ornamentos y emblemas. Únicamente los
Masones eran admitidos a las Logias, pues sus porteros o guardatemplos 23 no
permitían el acceso a los extraños y fisgoneadores.
22 Los guantes se utilizaban más comúnmente en la antigüedad que ahora, siendo corriente entonces el regalarlos. Con
frecuencia, se distribuían guantes entre los labradores que habían recogido la cosecha - History of Princes in England, de
Roggers -, siendo los guantes ricamente bordados ofrenda aceptada con verdadera alegría por los príncipes. La mano
desnuda era considerada como signo de hostilidad, y la enguantada, co mo signo de paz y de buena voluntad. Los mandiles y
los guantes tenían para los Masones significados insospechados por las demás gentes, conservándose aún hoy día su
simbolismo. Los vestidos de los constructores, así como sus utensilios de trabajo, tenían su significado moral.
23Guardatemplos es una palabra peculiar a la Masonería que significa el que guarda la Logia de los oídos extraños. La
palabra inglesa Tiler, o techador, se deriva probablemente de la Edad Media, cuando los que hacían tiles o tejas pa ra techar,
tenían también hábitos emigratorios y acompañaban a los Francmasones para techar las construcciones. Algún techador
sería puesto de centinela, y de aquí que, con el transcurso de los tiempos, el nombre de Tiler se aplicase a todo Masón que
guardaba la Logia. En español se designa a estos individuos con el nombre de guardianes o de guardatemplos.
25
Así comenzaba el trabajo de cada día, y así iba erigiéndose la catedral como un
monumento de la Orden, a pesar de que se perdían y daban al olvido los nombres
de quienes la edificaron. No debe extrañarnos que los Francmasones llegaran a
quererse y a sentir lealtad por su orden peculiar, perdurable y única, pues
trabajaban durante muchos años en la misma construcción y vivían juntos. Hasta
nuestros tiempos han llegado las tradiciones de sus diversiones y alegrías, de sus
cantos de fiesta, de sus días de gala que nos relatan cuán genuina era su alegría.
Si es cierto que su vida era recia y llena de vicisitudes, también lo es que tenía su
encanto de amistad, de simpatía, de servicio, de comunidad de intereses y la dicha
que produce la dedicación a un arte noble.
Cuando un Masón deseaba salir de una Logia e ir a trabajar a otra parte, lo cual
podía hacer siempre que quisiera, no tenía dificultad en darse a conocer a los
hombres de su oficio por medio de signos, toques y palabras 24.
Esto nos lleva a uno de los problemas más calurosamente debatidos de la historia
masónica: la cuestión del número y naturaleza de los grados que se conferían en
las antiguas logias del oficio. Difícilmente encontraríamos otro problema que haya
interesado tanto a los arqueólogos de la Orden como éste, y, aunque es difícil
llegar a una conclusión definitiva, vamos a resumir el resultado de las
investigaciones actuales sobre este asunto 25.
24 Asunto es este sugestivo en extremo, pues hasta en los tiempos primitivos parece haber existido un lenguaje universal de
signos, empleados, a veces, por todos los pueblos. Los signos empleados por tribus distantes se parecían mucho, debido,
quizás, a que eran gestos naturales con los que expresaban la bienvenida, o sentimientos de angustia, etcétera. Hasta en la
Biblia encontramos vestigios de lo que de cimos, cuando leemos que la vida de Ben- Hadad se salvó por hacer un signo.
También los indios del Norte de América tenían una clave de signos. "Ellis, valiéndose de sus conocimientos de Maestro
Masón, logró entrar en la parte sagrada o aditum de uno de los templos de la India". Véase la aventura que a Haskett Smith
le ocurrió entre los drusos. Kipling está verdaderamente desacertado en su obra “El hombre que quería ser Rey”, en la que
toma como tema fundamental los signos masónicos. Si las logias masónicas conservan no pocos de los antiguos signos del
lenguaje de la raza, de debe a las exigencias del arte, al instinto de la orden por lo antiguo, lo universal y lo humano, y a su
anhelo de valerse de todas las formas y modos con que puede atraerse a los hombre s para que se conozcan y amen.
25Una vez más hemos de citar las investigaciones de la Quatuor Coronari Lodge, que son indudablemente las mejores en su
género. Los estudios de W.J. Hughan que arguyen en pro de la existencia de un solo grado en las logias a ntiguas y los de G.
W. Speth, en pro de los dos grados e indicios de un tercero, son suficientes para capacitarse del estado de la cuestión.
26
Parece no ser cierta la hipótesis de que existiera un solo grado pero, de todos
modos, tenemos datos suficientes para no estar enteramente a merced de
conjeturas. César Cantú afirma que los Maestros Comacinos "eran convocados por
un Gran Maestre a la Logia para tratar de los asuntos comunes a la Orden, recibir
novicios, y conferir a otros grados superiores". Abundan los datos evidentes
similares a éste, pero creemos que podrán evitarse muchos errores si se tiene en
cuenta lo siguiente:
Parece ser que el Aprendiz tenía acceso a la Cámara, pero no a la Logia, por lo
menos generalmente. Claro que se puede argüir que en los "otros consejos" a los
que se refieren los antiguos libros se daban a conocer únicamente secretos
técnicos; pero este argumento no tiene valor alguno, puesto que ya admite que
existían secretos. A medida que la orden decaía y que dejaba de edificarse, es
natural que los secretos técnicos fueran convirtiéndose en secretos de ritual,
aunque unos y otros tuvieran su simbolismo. Además, si bien la historia no
conserva más que un solo juramento -lo cual no quiere decir que no existieran
28
otros- ha de tenerse en cuenta, sin embargo, que, siempre que se habla de signos,
toques y palabras secretas, se hace en plural, y que, si los secretos de los
Compañeros eran puramente técnicos, lo que muchos no creemos, es también
cierto que iban acompañados y protegidos por ciertos signos, toques y palabras de
paso. De lo cual se deduce sin lugar a dudas que el ingreso de los aprendices en
las filas de los Compañeros constituía un grado de hecho o contenía, por lo menos,
la esencia de un grado, con sus signos y secretos peculiares.
Y no sólo es esto, sino que, aún nos quedan vestigios del "Papel del Maestro" en
todo el período de transición y aún de antes de él, cuyos vestigios aumentan a
medida que el oficio de Maestro de Obras pierde su aspecto práctico por haber
terminado el período de erección de catedrales. ¿Cuál es este "Papel del Maestro"?.
No podemos dogmatizar habiendo tantos datos imprecisos; pero parece ser que lo
ocurrido en el año 1717 no fue la adición de un tercer grado, sino más bien la
conversión de los dos grados en tres.
26 Desde tiempo inmemorial ha sido costumbre de los autores que pertenecían o no a la orden, tratar la Masonería co mo si
fuera un conglomerado de restos arcaicos y vulgaridades moralizantes, formado con los jirones de la leyenda de los albañiles
y arquitectos y con los de la doctrina ocultista. Si fuera así, el autor sería el primero en admitirlo. El que una orden tan
noble, de tan heroica historia, tan rica en símbolos y vestigios de remota antigüedad haya sido creada por piadoso fraude o
en un rato de buen humor, está más allá de los límites de lo crédulo y pertenece al dominio de lo absurdo.
29
La Masonería es institución demasiado sublime para que se haya podido instituir
en un solo día y menos aún por un pequeño núcleo de hombres. La Masonería es
producto de una lenta evolución en la que ha ido adquiriendo su belleza y
desarrollo. A semejanza de esas catedrales erigidas por el esfuerzo de varias
generaciones, la orden masónica ha llegado a ser con el tiempo el templo de la
Libertad y de la Fraternidad, cuya historia es la eclosión de su alma íntima,
producida en el pro ceso natural de su transición desde la arquitectura a "su objeto
noble y glorioso". De modo que no hace falta salir de la Masonería para encontrar
su verdadero objeto, porque su forma actual es únicamente una expansión
inherente a su naturaleza. Y en esto hemos de insistir con frecuencia como,
asimismo, contra quienes se empeñan en escudriñar por los rincones de la
Historia buscando extraños orígenes a la Masonería.
30
MASONES ACEPTADOS
La música, que es la más divina y exaltada de las artes, sigue un ritmo y utiliza
figuras geométricas, no pudiendo liberarse de los números so pena de caer en el
31
caos y el desorden. Por esto no es extraño que los hombres santificaran la ciencia
que les hacía vislumbrar la unidad de un orden existente en el universo 27.
Ya sabemos que los hombres de la Edad Media revelaron sus pensamientos por
medio del simbolismo, y por eso los emblemas masónicos se encuentran en la
literatura, el arte y la filosofía de aquella época. Y no sólo se hallan estos símbolos
en las catedrales, tumbas y monumentos, lugares en que, por su naturaleza,
podrían estar, sino también en los dibujos y decoraciones de las casas, en los
vasos, joyas y objetos de alfarería, en las marcas de agua que usaban los
fabricantes de papel y los impresores, y hasta como letras iniciales de los libros.
En todas partes se encuentran los antiguos emblemas. La escuadra, la regla, la
plomada, la piedra cúbica, las dos columnas, el círculo, el compás, la escalera de
caracol, los números tres, cinco, siete y nueve y el doble triángulo, con otros
muchos más símbolos, fueron utilizados igualmente por los Hebreos, los
Cabalistas y los Rosacruces. Y, verdaderamente, son tan abundantes los datos
evidentes, especialmente desde la época del renacimiento del simbolismo por
Alberto Magno en 1249, que podríamos llenar un libro entero con ellos.
2 7 El Dr. Hutchinson ha escrito un hermoso trabajo en su obra Spirit of Masonry, uno de los más antiguos y notables libros
masónicos. Plutarco dice que Platón creía que "Dios geometriza". En otro lugar Platón manifiesta que "la Geometría
verdadera es el conocimiento de lo Eterno", y, en el pórtico de la Academia de Atenas, mandó escribir estas palabras: "No
entre nadie que no sepa Geometría". De igual modo pensaron Aristóteles y los antiguos pensadores de Egipto y la India.
Según Proclo, Pitágoras estudió los números y las magnitude s: el número absoluto, en aritmética; el número aplicado, en la
música; etc.
32
Un antiguo poeta escribía en el año 1623, cantando a Dios como el Gran lógico:
"Nadie puede prever su fin, a menos que ponga en Dios su esperanza, y que si aquí
abajo aprendiésemos por medio del compás, la aguja, la escuadra y la plomada,
nunca perderíamos de vista la medida con que nuestro Dios nos ha medido. 28"
A pesar de esto, hay quien jamás se cansa de investigar en la fosca niebla de las
conjeturas para averiguar de dónde tomaron los masones sus emblemas
inmemoriales. Y uno piensa, después de leer sus numerosos ensayos, que todo el
mundo reverenció los símbolos masónicos, menos los mismos masones. A menudo
llegan estos escritores a dar por supuesto que nuestra orden tomó sus símbolos de
los cabalistas y rosacruces, cuando lo cierto es todo lo contrario, pues aquellas
impalpables fraternidades, que buscaban un cuerpo en que encarnar sus difusos y
fantásticos pensamientos, se sirvieron de los símbolos masónicos para llegar más
fácilmente al corazón de los hombres.
¿Por qué ese misterio innecesario -por no decir mistificación- cuando los hechos
son tan sencillos y se encuentran escritos en manuscritos y grabados en piedras?.
Mientras los Cabalistas se entretuvieron construyendo sus complicadas y extrañas
cosmogonías, los masones continuaron su trabajo, dejando sus símbolos en
acciones y no en credos, pero asiéndose a su fe sencilla, a su esperanza y a su
deber, como se dice en una antigua escuadra de bronce encontrada cerca del
puente de Limerick y que lleva la fecha de 1517: “Esfuérzate por vivir con amor y
busca el Nivel con la Escuadra”.
Y hasta el mismo Oliver llega a la conclusión de que los secretos de los Masones de
la Edad Media no eran sino las leyes de la Geometría suponiendo que de ahí se
deriva la letra G y olvidándose de que la Geometría tuvo un significado místico que
ahora ignoramos. Además, añade que toda la filosofía de Pitágoras consistía en
repetir la tabla de multiplicar. Alberto Pike cree que "no podemos afirmar que el
simbolismo de la francmasonería sea anterior a 1717", en lo cual anda equivocado,
pues bastarían las Marcas masónicas que aún se conservan para demostrar todo
lo contrario. Claro que los emblemas tienen significados tanto más profundos,
cuanto más pensadores sean quienes los estudien, y que debe haber habido
masones que no habrán ni llegado a sospechar tan siquiera. El simbolismo fue, sin
duda, patrimonio y tesoro de los Masones que trabajaron en las logias de
Inglaterra y Escocia muchos siglos antes ya del año 1717.
Por esto no es extraño que pidieran ser aceptados en la Orden 29 los hombres
instruidos y notables, atraídos por la riqueza de su simbolismo y por su espíritu de
fraternidad. Todavía no se sabe a punto fijo de cuándo data la admisión de
semejantes hombres en las Logias pero, en los más antiguos documentos
existentes, se encuentran ya vestigios de ello, aceptemos o no como histórica la
admisión del Príncipe Eduardo en el siglo X, de quien dice el Poema Regio que "era
28 J.V. Andreno, Ehreneich Hohenfelder von Aister Haimb. La frase "A menos que ponga en Dios su esperanza", se podría
traducir al pie de la letra como sigue: "A menos que en Dios tenga él su morada o edificio".
29De aquí el nombre de Masones aceptados, pues algunas logias no admitían a esos miembros. En el mes de abril de 1786,
nada menos, fueron propuestos dos hermanos para miembros de la Domatic Lodge, número 177, de Londres, y s e l e s
rechazó, porque no eran masones prácticos.
33
un maestro especulativo", lo cual puede significar que conocía profundamente la
teoría y la práctica del arte.
Hope supone que los primeros miembros de esta clase fueron eclesiásticos que
deseaban estudiar para arquitectos y dibujantes, con objeto de dirigir la
construcción de sus propias iglesias; tanto más cuanto que la orden tenía "tan alto
y sagrado destino, que estaba exenta de toda jurisdicción local y civil y gozaba de la
protección de la Iglesia".
Luego, cuando la orden no gozaba los favores de la Iglesia, ingresaron los eruditos,
los místicos y los amantes de la libertad.
Como se podrá observar, media un espacio de muchos años entre los dos asientos,
a pesar de lo cual Ragon y otros sostienen actualmente que Ashmole fundó la
34
masonería, como si un hombre solo hubiera podido constituirla. Si esto fuera
verdad, es verdaderamente extraño que sólo dos asientos del Diario se refieran a la
orden; pero esto no desconcierta a los teóricos, tan aferrados a sus ídolos, que
cierran los ojos a la evidencia de los hechos. Rago sostiene que Ashmole con unos
pocos adeptos Rosacruces, alquimistas y ocultistas se adhirieron a la masonería
cuando ésta estaba a punto de desaparecer, introduciendo en ella sus símbolos y
convirtiéndola en el portavoz de sus elevadas y extrañas doctrinas. ¡Fascinador
asunto falto de verdadera base!. No tenemos datos evidentes de la existencia de la
Fraternidad Rosacruz hasta bastante tiempo después, si se exceptúa una historia
formada por una serie de romances escritos por Andrea en 1616, en los que se
habla de una fantástica fraternidad que, cuando tomó forma, tuvo fines muy
diferentes de los masónicos. El ocultismo es algo fugaz que no sabemos de dónde
viene, cosa tan vaga como la niebla que se arrastra por las montañas. Por más que
buscamos no logramos encontrar rastro alguno de la influencia rosacruz en la
Masonería ni tampoco vislumbres de la de su elevada filosofía ¿Se habrá acaso
evaporado enteramente ese sublime misticismo hermético no dejando ni tan
siquiera su espectro y yéndose como vino a donde ningún mortal puede ir de
exploración?
Sea como fuera, es evidente que la Warrington Lodge estaba constituida por
Masones aceptados. De los diez hombres presentes en la Logia de Londres, según
refiere el segundo asiento del Diario, era Ashmole el más antiguo, pero no era
miembro de la compañía de masones, aunque los otros nueve lo eran y también
dos neófitos. Sin duda alguna esta es la Logia cuya antigüedad ha podido fijar
Conder, el historiador de la compañía, en 1620: "y los libros de la compañía eran
anteriores a esta fecha, de modo que podemos afirmar que la costumbre de recibir
masones aceptados era anterior a la época de la prerreforma". En un asiento de los
libros de la Compañía que data de 1665, se dice que: "En la habitación pendía una
lista de Masones aceptados, dentro de un hermoso marco en el que habían labrado
una cerradura y una llave". ¿Por qué hacían esto?. Sin duda alguna los Masones
aceptados o quienes fueron iniciados en el aspecto esotérico de la compañía, no
formaban toda la Compañía, y esta lista era la de los hombres más notables, cuyo
recuerdo se conservaba mucho tiempo después de su muerte... “Esto es una
suposición nuestra, pero lo que podemos afirmar con certeza es que, nada menos
que en el año 1620, y quizás mucho antes, se asociaban algunos miembros de la
Compañía de masones con otros elementos para formar de cuando en cuando una
Logia que tenía por objeto la Masonería especulativa".
36
LA GRAN LOGIA DE INGLATERRA
Porque, por ejemplo, cuando comparamos la Masonería del 1688 con la del año
1723, descubrimos que ha sufrido algo más que un renacimiento. Compárense las
instrucciones que se refieren a la religión en los Antiguos Estatutos -algunos de los
cuales se lograron librar del estigma de la Iglesia- con los mismos artículos de las
Constituciones del año 1723 y el resultado será sorprendente. En las Antiguas
Obligaciones o estatutos se dice: "Tu primera obligación consiste en ser fiel a Dios y
a su Santa Iglesia, no incurriendo en ningún error o herejía".
Pero las obligaciones de 1723 dicen: "Es deber de todo Masón obedecer la ley moral.
El Masón que comprenda verdaderamente su arte no será nunca un Ateo estúpido ni
un irreligioso libertino. Aunque antiguamente se obligaba a los Masones a pertenecer
a la religión del país o nación en que vivies en, se ha creído ahora más acertado el
que acepten la única religión en que todos los hombres están de acuerdo, dejándoles
en libertad de formar Opinión por sí mismo. Esta religión consiste en ser hombres
buenos, veraces, honrados y honestos. Por esta razón es la Masonería el Centro de
Unión y el Medio que concilia la verdadera Amistad entre personas que habrían
permanecido a perpetua distancia".
Esta declaración tendría hoy día un gran valor; pero, cuando se considera que fue
escrita en 1723 entre crudos rencores e intolerancias inimaginables, se comprende
que constituya un hecho memorable de la historia humana. El hombre que
escribió este documento es digno de la veneración y el agradecimiento de la raza.
Los partidismos inexorables en religión y política formaban la alternativa de una
tiranía eclesiástica que permitiese cierta libertad de creencias, o de una tiranía
doctrinal que consintiese alguna libertad en el culto. Triste dilema en verdad.
38
Pero, en medio de aquellos extremismos antagónicos, aparecieron los masones que
abjuraron de las dos tiranías y se declararon campeones de ambas libertades,
mientras los católicos y protestantes, anglicanos y puritanos, calvinistas y
arminianos sostenían una guerra mortal dando al viento sus maldiciones de odio.
Los hombres de amplias ideas, acorralados por la estrechez de los credos y de los
rituales, se irguieron pidiendo libertad y caridad.
Creemos que ahora es tiempo oportuno para exponer las diferentes teorías
existentes sobre el orden de la Masonería en general y la organización de la Gran
Logia de Inglaterra, en particular. Son las siguientes:
Primera, que todo tiene por base el templo imaginario de Salomón descrito
por Lord Bacon en su utopía “La Nueva Atlántida”, a pesar de que Bacon no
dice que el templo sea una casa, sino un estado ideal.
Y cuarta, que los Francmasones son una derivación de la Orden del Temple.
Hasta el mismo Lessing sostuvo esta teoría pero, luego, dejó de defenderla.
Ni que decir tiene que todas estas teorías son extremadamente absurdas. El
escritor De Quincey las debate una por una en su “Inquiry in to the Origin of the
Freemasons”, a la cual ha añadido su teoría favorita del origen Rosacruz de la
orden, cayendo en un extremo tan disparatado como los que trata de combatir.
La primera Gran Logia se fundó sobre esta base, base sobre la cual descansa
también la Masonería actual, la cual sostiene que la unidad de espíritu es
preferible a la uniformidad de opinión, y que, allende la grande y sencilla "religión
en que todos los hombres están de acuerdo", no hay dogma que valga lo que un
acto caritativo.
39
Vamos a ver ahora cuál fue la organización de la primera Gran Logia. No sabemos
cuantas logias existieron durante aquel período en Londres e ignoramos si las unía
otro lazo que el de sus secretos esotéricos y sus costumbres. Tampoco sabemos si
todas las Logias de Londres fueron invitadas a tomar parte en el movimiento.
Desgraciadamente, las actas de la Gran Logia no comienzan hasta el 24 de junio
de 1723, y la única historia de los acontecimientos es la que se encuentra en el
Nuevo Libro de Constituciones del Dr. James Anderson, editado en 1738. Aunque
James Anderson es solamente testigo de los sucesos, su libro tiene el valor de
haber sido aprobado por la Gran Logia. Su relato es tan breve que podemos
transcribirlo íntegro:
El Gran Maestre Sayer ordenó a los Maestros y Vigilantes de las Logias que se
reunieran con los Grandes Oficiales todos los trimestres en el lugar que él
determinaría en las citaciones enviadas por mediación del Guardatemplo."
40
Tal es el único anal o acta que conservamos de la fundación de la Gran Logia de
Inglaterra. Preston y otros escritores no tuvieron otros datos que el que acabamos
de transcribir para describir los acontecimientos, aunque quizás los datos que
Preston añade puede haberlos adquirido de hombres que hubieran presenciado la
fundación de la Gran Logia. Todas las investigaciones hechas para descubrir
quiénes estuvieron presentes además de los tres oficiales nombrados, han
fracasado, habiéndose descubierto únicamente un antiguo libro llamado Multa
Paucis que asegura haber sido seis y no cuatro las logias representadas. Así, pues,
al considerar estos datos a la luz de nuestros conocimientos sobre la Masonería de
aquel período, se nos sugieren varias cosas:
No eran, pues, ninguna innovación; pero, como dice Anderson en una nota,
"debían reunirse trimestralmente según la antigua costumbre", de modo que la
tradición había llegado a ser autoritaria en tales asuntos. Aún quedan los
vestigios de estas antiguas costumbres en la celebración de banquetes el día
de San Juan, en la democracia de la Orden, la costumbre de votar
levantando la mano, en su deferencia al Maestro Masón más antiguo, en la
costumbre de utilizar insignias de oficio y en su ceremonia de instalación,
todo lo cual se hacía en logias que estaban a cubierto de oídos y miradas
extrañas 30.
Tercero.- De las cuatro logias que tomaron parte en la Gran Logia sólo una -
la del Ron y las Uvas- tenía mayoría de Masones aceptados, estando las
30Mucho se ha escrito sobre los banquetes celebrados los días de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista,
sin llegar a ninguna demostración concluyente. Como ya sabemos, los Colegios Romanos adoptaban como patronos
a antiguas deidades paganas, que fueron substituídas por santos o mártires de la orden de constructores al
advenir el cristianismo. Nunca ha podido aclararse la causa de que los masones eligieran los dos Santos Juanes en
vez de Santo Tomás, patrón de la arquitectura. Pero, indudablemente, estas dos fiestas que se celebran en los
solsticios de verano y de invierno, son reminiscencias de la religión de la Luz de la que nació la Masonería y, por lo
tanto, son más antiguas que el cristianismo.
La insignia consistía en un gran mandil blanco tal como se ve representado en el cuadro de Hogarth titulado La
Noche. Las bandas tenían la misma forma que las que actualmente se usan, aunque eran un poco más cortas. No
se sabe fijamente cuándo se cambió el color de las bandas en azul, pero parece ser que no fue antes del año 1813,
en que empiezan a verse bandas y mandiles ribeteados de azul. En el año 1727 se ordenó a los oficiales de las
logias privadas o subordinadas que llevaran las insignias colgando de un mandil blanco. Y en 1731 el Gran
Maestre se investía con joyas de oro o doradas que pendían del cuello por medio de cintas azules y con un blanco
delantal ribeteado de seda azul.
31 Esto se deduce del libro de las Constituciones de 1723, en el que se dice que se ha hecho para "usarse en las
Logias de Londres". A continuación siguen los nombres de los Maestros y Vigilantes de las veintidos Logias, todas
las cuales radican en Londres. Al principio no se pensó en imponer la autoridad de la Gran Logia al país e n general
y mucho menos al mundo entero.
41
otras tres constituidas por Masones activos o del oficio de la construcción.
Así pues, el movimiento fue originado predominantemente por los Masones
activos o por hombres que lo habían sido y no, como muchos han afirmado,
por un grupo de hombres que trataba de valerse de los restos de la
Masonería activa para explotar una filosofía oculta. Es también digno de
tenerse en cuenta que la mayor parte de los jefes del movimiento fueron
Masones Aceptados y miembros de la Logia del Ron y de las Uvas, a la cual
pertenecían, además del historiador Dr. Anderson, Jorge Payne y el Dr.
Desaguliers, segundo y tercer Grandes Maestres de la Gran Logia,
respectivamente.
Cuarto.- ¿Por qué razón fue la Masonería el único de todos los oficios y
profesiones que después de haber terminado su obra, conservó no sólo su
identidad de organización, sino también sus antiguos emblemas y
costumbres, transformándolas en instrumentos de religión y de rectitud?.
Las catedrales habían sido terminadas hacía ya mucho tiempo o se habían
dejado sin terminar; el alma de la arquitectura gótica estaba muerta y se
despreciaba este estilo; y la ocupación de Maestro Masón había
desaparecido, siendo substituida por arquitectos que, como Wren e Iñigo
Jones, no se habían educado en las Logias, sino que se habían hecho en los
libros o viajando. ¿Por qué no murió entonces la Francmasonería al mismo
tiempo que las guildas o no se agrupó en forma de una asociación de
trabajadores? Seguramente esta es la mejor prueba de que la Orden no fue
tan sólo una orden de arquitectos dedicados a erigir iglesias, sino una
fraternidad moral y espiritual, cuya misión consistía en guardar los grandes
símbolos y enseñar las verdades inmortales.
Otro suceso notable, acaecido en la Gran Logia, es el plan r ealizado en 1724 para
recoger fondos de Caridad General con destino a los Masones que se encontraban
en la miseria. Propuesto por el Conde de Dalkeith, tuvo favorable acogida, y es
curiosa coincidencia que el primer Gran Maestre Sayer fuera uno de los primeros
en demandar protección. No consta en las actas si se le auxilió en aquel momento;
pero, sin embargo, conocemos las cantidades de dinero que se votaron para
ayudarle en 1730 y 1741. La Comisión de Beneficencia llegó a tener gran
importancia, por lo cual se acordó por unanimidad en 1730 que ella despachara
los asuntos que no pudiera resolver convenientemente la Asamblea trimestral, y,
además, que todos los Maestros de las Logias regulares, junto con todos los
Grandes Oficiales, presentes, pasados y futuros, fueran miembros de la Comisión.
Más tarde se otorgaron tales poderes a esta Comisión, que dio motivo a protestas y
a que se recurriera a la Gran Logia. Obsérvese que la Comisión de Beneficencia
realizaba uno de los ideales de la Orden: ayudar a los necesitados, ya
pertenecieran o no a la Masonería.
Una vez más hemos de volver a tratar de la tan debatida cuestión de los orígenes
del Tercer Grado. También aquí los hombres de estudio han estado buscando por
todas partes los motivos de este grado, y parece lo lógico que, al fracasar por
completo, se hubieran fijado en el único lugar en que podían tener la esperanza de
descubrirlos: o sea en la Masonería. Pero no ha sido así, sino que han creído que
los místicos, ocultistas, alquimistas, cabalistas y hasta los Vehmgerichte fueron
quienes fundaron la Masonería 33.
32 Leemos en el Gentlmen's Magazine de 1783 que el Dr. Anderson nació en Escocia -no se dice en qué lugar- y que, durante
muchos años, fue ministro de la Iglesia Presbiteriana de Swallow Street, Piccadilly, teniendo fama entre los que profesaban
esta Confesión. Sus amigos le llamaban "el Obispo Anderson". Él se casó con la viuda de un oficial del ejército, la cual le dio
un hijo y una hija. A pesar de ser un hombre ilustrado - compiló las Royal Genealogies, las cuales fueron su flaco-, fue algo
imprudente en los negocios, perdiendo casi todas sus propiedades en el año 1720. Se ignora si se inició masón antes de
llegar a Londres. Lo único que se sabe es que intervino en el movimiento de la Gran Logia, ingresando en ella en el año
1721. En los últimos años de su vida sufrió muchas desventuras, aunque no se sabe de qué género. Murió en 1739. Sus
apologistas exageraron quizás su extraordinaria cultura, pero de todos modos fue hombre noble y utilísimo.
33 Habiendo tratado tantas veces este asunto, el autor cree oportuno fijar su posición actual, por temor de ser tildado de
materialista o enemigo del misticismo. El autor ha estudiado los grandes místicos con verdadero fervor, como lo prueban
sus dos libros “El Cristo Eterno” y “Enseñanzas de los Santos”, pero una cosa es el misticismo y otra la mistificación,
pudiéndose definir el primero de las siguientes maneras:
Primera.- se entiende por misticismo el sentimiento de un Mundo Invisible, del cual somos ciudadanos, la creencia en Dios,
en el alma y en que todas las formas vivas y bellas son símbolos de cosas más sublimes que ellas. Es decir, que quienquiera
que profese una religión que no sea sólo teoría o forma, es ya místico, existiendo entre él y los grandes místicos sólo una
diferencia de grado.
Segunda.- el misticismo no es patrimonio exclusivo de un grupo de adeptos, sino que es innato al alma humana,
constituyendo lo que al hombre le separa de la animalidad. Todo el que ora o eleva su pensamiento al cielo se inicia en el
e terno misticismo, que es fuerza y solaz de la vida humana.
Tercera.- Los Masones de la antigüedad fueron hombres religiosos y, por lo tanto, participaron de la gran experiencia
humana de las cosas divinas, no necesitando aprender el misticismo de labios de los Maestros Ocultos. Aquellos masones
vivían y trabajaban a la luz del misticismo, que resplandecía en sus símbolos, como en todos los símbolos que tienen algún
significado bello. El misticismo es el alma de los símbolos, porque cada emblema es un esfuerzo hecho para expresar una
realidad demasiado sublime para que pueda manifestarse por medio de la palabra.
Así, pues, la Masonería es tan mística como la poesía, el amor, la fe, la oración y todo lo que hace amable la vida; pero su
misticismo es sano y nat ural y no fantástico, irreal o desequilibrado. Claro que estas palabras son importantes como todo
lenguaje hablado para describir la Masonería, por eso se sirve ella de parábolas, representaciones y símbolos.
43
Hagamos ahora una relación sucinta de los hechos. Nadie niega que se pensara
con frecuencia en el templo de Salomón durante la organización de la Gran Logia,
lo cual sucedió también mucho antes, como lo demuestra la obra de Bacon “Nueva
Atlántida”, publicada en 1597. Este templo hebreo preocupó a hombres tan
sobresalientes como Broughton, Selden, Lightfoot, Walton, Lee y Prideaux, pero no
tanto por su simbolismo como por la forma de su construcción, de la cual llegó a
Londres un modelo de Templo Judah durante el reinado de Carlos II. Y lo mismo
ocurrió en el continente, de modo que la gente no cesó de interesarse por el
Templo de Salomón durante toda la Edad Media.
La Masonería fue la institución que más se interesó por el templo, pues como dice
Jaime Fergusson, el historiador más autorizado sobre arquitectura: "No existe
quizás otra construcción del mundo antiguo que haya despertado tanta atención
desde que fue destruida, como el Templo que Salomón erigió en Jerusalén,
reconstruido por Herodes. Durante la Edad Media influyó este Templo en alto grado
en la forma de las iglesias cristianas, sirviendo sus particularidades de santo y
seña entre las asociaciones de constructores." De modo que se cae por su base la
teoría de que el interés que experimentaba la gente de aquella época por el templo
fuera una novedad, y de que su significado simbólico fuera entonces aceptado por
la Masonería.
Parece cosa natural que la leyenda del Maestro-Artista que proyectó el templo de
Salomón, correspondiera al Grado de Maestro. ¿Cómo comprender entonces que,
si no se reservaba esta leyenda para el Grado de Maestro, se aludiera a ella sólo de
un modo velado en las Antiguas Obligaciones leídas a los aprendices?. ¿Para qué
velar el nombre si no ocultaba ningún secreto?. El motivo y objeto del Tercer Grado
eran manifiestamente masónicos, y no hay necesidad de buscar su tradición fuera
de la orden para darse cuenta de ello.
El autor rechaza todas las teorías de los caba listas y rosacruces, porque no existe razón alguna para creer que ayudaran a
la formación de la Masonería.
34El Dr. Anderson trata bastante extensamente en el libro de las Constituciones de la construcción del Templo, incluyendo
una nota sobre la significación del nombre Abif que, como se recordará, no se encuentra en la Versión autorizada de la
Biblia, y a continuación dice "dejamos por decir aquello que no se debe, ni se puede manifestar por medio de la escritura".
Es increíble que él pudiera hacer que a doptaran los masones un nombre y una leyenda desconocidos para ellos. ¿Habría él
tenido, si hubiera sido así, tan favorable acogida por parte de los antiguos masones que se esforzaban en conservar los
antiguos usos y costumbres de la masonería?.
44
Alberto Pike comete el error de creer que un núcleo de hombres pertenecientes a
una de las cuatro logias de 1717 "se reservó para sí la autoridad del Tercer Grado
con objeto de introducir los símbolos herméticos en la masonería; ellos crearon la
división en tres grados para propagar sus doctrinas entre quienes podían
aceptarlas, veladas en símbolos, dando a los demás vulgares explicaciones
morales". Lo que no se comprende es por qué establecieron una serie de grados
para ocultar lo que deseaban mantener secreto. Esta teoría se parece mucho a la
de que muchas de las doctrinas impuestas a la Masonería se organizaron para
ocultar la verdad más bien que para enseñarla. Pero, ¿era necesario acaso que la
Masonería fuera a buscar en otra historia y tradición diferente de la suya las
verdades y símbolos herméticos?. Se ignora si Hermes fue un hombre o un mito,
pero lo cierto es que fue una gran figura de los Misterios Egipcios y que se le llamó
el padre de la sabiduría. ¿En qué consistió su sabiduría?. Por los fragmentos que
aún conservamos de sus doctrinas se deduce que consistía únicamente en una
moral y una fe espirituales y elevadas, enseñadas por medio de visiones y
rapsodias utilizando los números como símbolos. ¿Constituía esa sabiduría una
novedad para los masones?. Indudablemente que no, puesto que el mismo Hermes
fue uno de los héroes de la orden, según se habrá visto en las Antiguas
Obligaciones, donde ocupa un lugar de honor junto a Euclides y Pitágoras. ¿Qué
necesidad había de salir de la masonería para buscar la pura fuente de la doctrina
hermética?. Los miembros de la Gran Logia fueron adeptos, sin duda alguna, pero
únicamente adeptos masónicos que trataban de sacar a la luz el templo sepultado
de la Masonería y revelarlo en forma adecuada a su belleza, sin que los ocultistas
se sirvieran de ella para explotar su concepto particular del universo.
¿Quiénes fueron los hombres inteligentes que, según Pike, crearon el Tercer Grado
de la Masonería?. La tradición señala a Desaguliers, el ritualista de la Gran Logia,
del cual dice Lyon que fue "el cabecilla y co-creador de la masonería simbólica".
Sin embargo, Lyon exagera al elogiarle, a pesar de que Desaguliers es tan digno de
alabanza como Anderson y Payne, quienes, según parece, colaboraron con él. Pero
lo cierto es que el Tercer Grado no se creó, sino que fue desarrollándose poco a
poco como las grandes catedrales que no pueden atribuirse a un solo artista, sino
a una orden de hombres que trabajaron bajo una unidad de propósito y de
aspiraciones. Tan gradual e imperceptible fue el proceso de desarrollo del antiguo
ritual descripto en el incunable Sloane, hasta su división en tres grados, ocurrida
entre los años 1717 y 1730, que no puede fijarse su fecha exacta y menos aún
atribuirse a uno o dos hombres únicamente. Por las actas de la Sociedad Musical
sabemos que la logia establecida en la Cabeza de la Reina de la calle de Hollis,
empleaba los tres grados en 1724. En 1727 se establece la costumbre de señalar
una noche para el Grado de Maestro, habiéndose ya entonces complicado mucho
el ritual.
No podemos dar más datos sobre este grado, pero sí diremos que los Masones,
fatigados de las interminables luchas de sectas, se volvieron hacia los antiguos
Misterios en busca de sus tradiciones, consistentes en la antigua, elevada y
heroica creencia en Dios y en el alma del hombre como la única cosa inalcanzable
en la tierra. Si, como dijo Aristóteles, la tragedia tiene por misión purificarnos y
exaltarnos, llenándonos de piedad y de esperanza y fortificándonos contra las
desventuras, permítasenos añadir que no existe en el mundo drama comparable
con el del Tercer Grado de la Masonería, por su sencillez, profundidad y fuerza, por
45
su capacitación de las realidades de la vida humana, su representación de la
estupidez del mal y del esplendor de la virtud, su revelación del sentimiento de
humanidad que nos arrebata hasta desafiar la muerte, dando hasta la vida antes
de difamar, traicionar o profanar su integridad moral, y, además, porque anuncia
la victoria de la luz sobre la oscuridad. Edmundo Booth dijo las siguientes
palabras sobre la esencia de la tragedia:
"Jamás he encontrado leyenda tan sublime, tan real, tan magna como la
leyenda de Hiram, a pesar de mis investigaciones y estudios de las obras
maestras de Shakespeare para dar realidad a sus dramas en la escena
mímica. La leyenda de Hiram es substancia sin sombra: el destino manifiesto
de la vida, que no necesita describirse ni expresarse para causar una
impresión imborrable a todo el que la llega a comprender. Ser el Venerable
Maestro y poner toda mi alma en el trabajo, teniendo al candi dato por
auditorio y a la logia por escenario, sería para mí mayor distinción que recibir
los aplausos del público en todos los teatros del mundo."
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LA MASONERÍA UNIVERSAL
BENJAMÍN FRANKLIN.
Parece ser que al principio la nueva Masonería alcanzó muy lentamente el favor del
público, debido a las condiciones que acabamos de citar, a pesar de lo que dice
Anderson en 1719: "Ahora visitan las logias algunos hermanos que habían
abandonado el Oficio; algunos nobles se han hecho hermanos y se han constituido
nuevas logias." El anticuario Stukely cuenta en el asiento de su diario, fechado en
el mes de enero de 1721, fecha en que fue iniciado, que él era la primera persona
que había ingresado en muchos años en la masonería y que no era fácil encontrar
suficientes hombres para celebrar la ceremonia. Incidentalmente confiesa que
ingresó en la orden en busca de los secretos de los "Antiguos Misterios". Sin duda
alguna Stukely exagera bastante, pero de todos modos es posible que no se
celebrasen numerosas iniciaciones en aquella época, reclutándose las logias por la
adhesión de los antiguos masones. Parece ser que debió costarle gran trabajo a
Stukely hallar amigos que conocieran debidamente el ritual; pero es absurdo el
afirmar que fuera dificilísimo encontrar siete masones en Londres. Stukely escribe
poco después que la Masonería "se propagó de un modo inusitado con gran
asombro de sus miembros", lo cual sucedió por haber aceptado la Gran Maestría el
duque de Montagu, con lo que alcanzó la Orden un prestigio que jamás había
tenido. En ese mismo año de 1721 se revisaron las antiguas Constituciones del
Arte.
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Debido al secreto con que envolvía sus movimientos, seguir las huellas de la
Masonería en cada país es cosa tan difícil como investigar su historia primitiva.
Por ejemplo en 1680 llegó a la Carolina del Sur un tal Juan Moore, natural de
Inglaterra, que marchó antes de terminar el siglo a Filadelfia, en donde fue
Administrador de Aduanas en 1703. En una carta que escribe a un amigo suyo en
el año 1715 dice haber "pasado algunos días de fiesta con mis hermanos
masones". Este es el primer vestigio de la Masonería americana, a menos que
aceptemos como auténtico un curioso documento de la historia de la isla de Rhode
que dice lo siguiente: "En este año de 1656 (el día y el mes están tan borrosos que
no se pueden distinguir) nos hemos reunido en la Casa de Mardicai Campanell y,
después de asistir a la sinagoga, conferimos a Abram Moses los grados de la
Masonería". El 5 de junio de 1730 confirió el duque de Norfolk a Daniel Coxe de
Nueva Jersey el cargo de Gran Maestre Provincial de Nueva York, Nueva Jersey y
Pensilvania; pero parece ser que él no ejerció su autoridad hasta mucho después,
si alguna vez llegó a hacerlo. Tres años después, Henry Price fue designado para el
mismo cargo en Nueva Inglaterra, correspondiendo a Price el honor de haber sido
el padre de la masonería regular de América. Pero, evidentemente, los masones
fueron llegando al Nuevo Mundo poco a poco, como se habrá observado por los
casos que acabamos de citar que datan de una época anterior a la Gran Logia de
1717.
No se sabe cuándo ejerció Coxe su autoridad por primera vez; pero la Pennsylvania
Gazette, publicada por Benjamín Franklin, se refiere muchas veces a los asuntos
masónicos desde el mes de julio de 1730. No quedan tampoco datos de la fecha
exacta en que Franklin ingresó en la orden -fue iniciado en año 1730 o el 1731-,
siendo desde entonces un cabecilla de todo lo que contribuía a mejorar su ciudad
nativa. La "Junto", formada en 1725 y conocida inadecuadamente con el nombre
de Club del Delantal de Cuero, fue fundada por él. Franklin habla en un artículo
masónico publicado en la Gazette el día 3 de diciembre de 1730, de "varias Logias
de Francmasones" existentes en la provincia, y, el día 9 de junio de 1732, anuncia
la organización de la Gran Logia de Pensilvania, de la que fue nombrado Vigilante,
en la Taberna de Sol, de la calle del Agua. Dos años más tarde era elegido Franklin
Gran Maestre, y publicaba una edición del Libro de las constituciones, primera
obra de este género editada en América. De este modo hizo su aparición temprana
la Masonería en el Nuevo Mundo, donde laboró contribuyendo a establecer sus
principios básicos en la ley orgánica de la república mayor del mundo.
Y volviendo de nuevo a la Gran Logia de Inglaterra, nos toca ahora historiar una
época en que la orden sufrió los ataques de la oposición y del ridículo exterior y
padeció luchas y deslealtades intestinas. Al ser publicado en 1723 el Libro de las
Constituciones de Anderson, los principios fundamentales de la Masonería
pasaron al dominio público, pudiendo estar sus enemigos prevenidos y alerta. Hay
gente tan ciega que se niega a comprender su principio de tolerancia y libertad,
achacándola que oculta un objeto político, a pesar de que el Libro de las
Constituciones prohibe taxativamente que se trate de política en las logias. Jamás
debe olvidarse el siguiente artículo, en el que se define la actitud obligatoria de los
masones, especialmente hoy día en que se tratan de inyectar tendencias religiosas
a la política:
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"Con el objeto de conservar la paz y la armonía de las logias y evitar querellas,
no se consentirá en ellas que se promuevan disputas. Menos aún deben
consentirse las discusiones sobre religión, naciones y política del Estado,
puesto que todos nosotros somos, como masones, de la Religión Católica o
universal arriba mencionada (o sea la religión en que todos los hombres están
de acuerdo); también pertenecemos a todas las Naciones, idiomas y lenguas, y
no podemos aceptar la política dentro de las logias, porque no conduce a su
bienestar. Este precepto ha sido siempre activamente observado en Inglaterra,
y de un modo especial desde la época de la Reforma o de la disensión o
secesión de estas naciones de la comunión de Roma".
Como cosa digna de tener en cuenta, obsérvese que la orden de los Gormogones
cesó de existir en 1738, año en que el Papa Clemente XII publicó su bula contra
los Masones. De modo que la antigua orden de los Gormogones se devoró a sí
misma, desapareciendo por completo, no sin antes hacer un último y desesperado
esfuerzo por realizar sus fines. Este episodio conmovió profundamente a los
masones que lo denunciaron ante la Gran Logia, la cual tomó nuevas precauciones
36 Muchas veces se ha dicho absurdamente que los Masones son "los Jesuitas protestantes", a pesar de que el espíritu, los
principios y propósitos de las dos órdenes son completamente opuestos. Lo único que tienen de común es que las dos son
sociedades secretas, lo cual explica que la oposición de la iglesia latina contra la masonería no se debe a que ésta sea
secreta, porque sino ¿cómo consiente que la sociedad secreta de los Jesuitas viva en su seno?. En realidad, la diferencia
esencial puede concretarse diciendo que "estas dos sociedades son dos polos opuestos, porque una posee las cualidades de
la que otra carece en absoluto". Los Jesuitas obedecen a un solo hombre, mientras que los Francmasones siguen la ley de la
mayoría. Los Jesuitas fundamentan la moral en la conveniencia; los francmasones, en el bienestar de la humanidad. Los
Jesuitas no profesan más que un solo credo; mientras que los masones respetan todas las convicciones honradas. Los
Jesuitas tratan de destruir la independencia individual; los masones, de contribuir a ella.
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para librar sus ritos de la traición y del vandalismo, pues hasta entonces no lo
había hecho con verdadera severidad, ya que había admitido en la orden a
hombres indignos.
Estos libros, que tuvieron su época, sólo pueden interesar hoy día a los
anticuarios. Pero, en vez de perjudicar a la orden, ayudaron a que se propagara,
pues demostraban que algo extraordinario debía de tener una orden en la que los
individuos arriesgaban tanto. La Masonería siguió su camino triunfante,
dejándolas en el montón de las cosas olvidadas.
Muchos más serios fueron los cismas que surgieron dentro de la orden a partir del
año 1725 y que no terminaron hasta principios del siglo pasado. El estudio de este
período es bastante difícil porque hubo una época en que habían cuatro Grandes
Logias de Inglaterra cada una de las cuales pretendía ser la verdadera. Además,
una Gran Logia, cuya demarcación territorial era poco extensa, adoptó el pomposo
nombre de "Gran Logia de toda Inglaterra", mientras que otra, fundada a mediados
del siglo, se tituló la de "Los Antiguos", tildando a la logia madre de "Moderna". Por
otra parte, parece ser que existió otro gran organismo que se denominaba "La
Suprema Gran Logia". Investigando las causas de estas divisiones, llegamos a los
siguientes resultados:
37No sólo era esto, sino que en 1735 resolvió la Gran Logia "que en lo futuro todos los grandes cargos excepto el Gran
Maestre, se seleccionarían en ese gran organismo" formado por los antiguos Administradores. Hecho sorprendente en verdad.
La orden había dejado perder la facultad de elegir los Vigilantes y ahora se iba a una oligarquía espantosa. Tres meses
después, los Grandes Administradores presentaron un memorial en el que pedían "poder constituirse en una logia especial"
con sus joyas particulares, etc. Esto aumentó el descontento, naturalmente.
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Tercero, la Masonería Escocesa difería de la Inglesa en ciertos detalles,
conservando cada una tenazmente sus usos y costumbres y siendo, por lo
tanto, difícil armonizarlas.
En síntesis, la situación, si no iba a terminar por completo con la orden, tendía por
lo menos a dividirla. Por eso parece un verdadero milagro que se produjeran tan
pocos cismas.
Pero más formidable todavía fue el cisma de 1751, originado, según se cree
actualmente, por un grupo de masones irlandeses habitantes en Londres no
reconocidos por la primera Gran Logia, los cuales la acusaron de haber adoptado
"nuevos planes" y de haberse separado de la antigua ideología.
38 Es corriente hablar del "Rito de York" como si fuera una de las formas más antiguas y verdaderas de la Masonería; pero
esto no se ajusta a la realidad, aunque sirve para distinguir una rama de otra; porque, en realidad, el rito de York no existe,
siendo este nombre más bien un tributo de reverencia que un hecho cierto.
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Los cargos de primer y segundo Diácono parecen haber tenido su origen en este
organismo. Los Masones de Atholll fueron presididos por Maestros de las logias
afiliadas, hasta que en 1756 aceptó Lord Blesington el cargo de primer Gran
Maestre, habiéndose dejado en blanco los títulos en espera de que un noble
ocupara ese cargo. Su cuarto Gran Maestre fue el duque de Atholl que también lo
fue al mismo tiempo de la de Escocia, asistiendo a su instalación en Londres
representaciones de las Grandes Logias de Escocia y de Irlanda.
Dermott, hábil y audaz antagonista, no había dejado títere con cabeza para
mejorar la Masonería de Atholl, induciendo a su Gran Logia a que concediera
cartas constitutivas a las Logias del ejército y de la armada, que llevaron la semilla
masónica a todos los países del mundo. Pero cuando este hombre infatigable e
inflexible fue a reposar en el lugar del eterno descanso pudo manifestarse
ampliamente el deseo de unión de todas las Grandes Logias, deseo favorecido por
la muerte de la Gran Logia de York y de la "Gran Logia del Sur del Trento". En
1802 se hizo ya un intento con este fin que fracasó; pero en 1809 se reunieron
varios comités que informaron sobre "la viabilidad y conveniencia de la unión".
Con este objeto se cambiaro n cartas fraternales, se examinaron las diferencias y se
encontró la manera de terminar con el cisma40.
39 William Preston nació en Edimburgo en 1742. Llegó a Londres en 1760, para trabajar de pintor a jornal y allí adquirió
grandes conocimientos sobre la historia, leyes y ritos del Oficio, siendo requerido de todas partes para que diese
conferencias. Era un buen orador y, con frecuencia, hablaba en las Logias de la ciudad. Después que su error de separarse
de la Masonería se dio al olvido, le honraron concediéndole diversos cargos, especialmente el de la Gran Secretaría, con lo
que pudo tener tiempo para proseguir sus estudios. Posteriormente, escribió el Freemason's Callender, un apéndice al Book
of Constitutions , una Histor y of Masonry, y su obra más famosa, Illustrations of Masonry , de la que se hicieron más de veinte
ediciones. Además, él intervino muchísimo en la formación del Ritual.
40Entre los artículos que se aceptaron al verificar la unión, se acordó que la Masonería tuviera tres grados, "incluyendo el
Sagrado Real Arco". No es nuestro propósito hacer en este libro un estudio detallado de la Masonería Capitular, que tiene su
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La unión se verificó por fin en una gran Logia de Reconciliación celebrada en el
Freemason's Hall de Londres el día de San Juan, o sea el 27 de diciembre de 1813.
La entrada en el local de los delegados de las 641 logias de la Gran Logia Moderna
y de los 359 de la antigua o de Atholl, todos mezclados, como si fueran de un solo
organismo, fue un acto verdaderamente grande y conmovedor. En aquel momento
de fraternidad, todos estuvieron dispuestos a sacrificar sus prejuicios en pro de los
principios que sostenían en común, para conservar los antiguos landmarks de la
Orden; siendo de notar que los Masones de Atholl habían insistido en que la
Masonería borraba el color distintivamente cristiano que se le había dado y volvía
a su primera declaración formal de principio41s.
propia historia y sus historiadores. Sólo diremos que parece haber principiado en 1738/40, existiendo distintas opiniones
sobre si comenzó en Inglaterra o en el continente. Laurencio Dermott la adoptó para la Gran Logia de Atholl treinta años
antes que la Gran Logia de Inglaterra. Dermott creía que era "la esencia misma de la Masonería" y no tardó en servirse de
ella a manera de clava con que apalear a los Modernos; pero no fue su inventor, como muchos suponen, pues cuando llegó a
Londres, había sido iniciado en ella, si bien es cierto que lo fue de un modo irregular. Donckerley, encargado por la G ran
Logia de Inglaterra para introducir en ella la Masonería capitular, fue acusado de haber trasladado la gran palabra
masónica del tercer grado al Real Arco, substituyéndola, luego, por otra. Aquí sólo hemos de decir que la Masonería del Real
Arco es la auténtica masonería y que no es más que la continuación del drama del Tercer Grado, en el que se expone el
espíritu y los objetos del antiguo arte masónico.
41 Es cosa digna de citarse el que el autor del artículo que trata sobre "Masonería" en la Catholic Encyclopedia - artículo
admirable y bello - habla sobre esto, aunque la interpretación que da es completamente equivocada. Él cree que las
objeciones que se hacen al aparato cristiano del ritual se deben a que se tiene enemistad al cristianismo; pero no está en lo
cierto, pues la Masonería nunca se ha opuesto al cristianismo ni a ninguna otra religión. Lo que ocurría es que el
cristianismo de aquellos tiempos -y por desdicha también el actual - era el cubil de los sectarismos fanáticos, mientras que la
masone ría era antisectaria. Muchos masones eran entonces fervientes cristianos, como también ocurre ahora -hay muchos
clérigos en la orden-, pero la Orden abre los brazos a todas las creencias que confiesan su fe en Dios lo mismo si son
católicas, que protestant es, mahometanas o hindúes. Y seguirá haciendo lo mismo, mientras sea fiel a su ideal, a sus
principios y a su historia.
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