Croce Julio Cesar - Bertoldo Bertoldino Y Cacaseno

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HISTORIA DE LA VIDA, HECHOS Y ASTUCIAS DE BERTOLDO, LA DE SU HIJO BERTOLDINO, Y LA DE SU NIETO CACASENO.

Prologo del Traductor Muchas veces el mrito nos pasa desapercibido, porque familiarizados con la cosa en donde existe, nos evitamos el trabajo del anlisis el estudio de su ndole. Tal sucede con los cantares que oimos en boca del vulgo, en cuya poesa, como en las rapsodias de Homero y en los cantos del Dante, en los episodios de los Nie- belungens y en las leyendas del Mahabarata, se retrata la fisonoma moral de un pueblo, de una raza, de toda una generacion; tal pasa con esos romances, como el del Cid, verdaderos mitos que se eternizan en los anales de la historia, que son la epopeya de una edad, de una nacion, de una poca; tal acontece, en fin, con esos libros que constituyen la expresion ms genuina de una institucion, la sntesis filosfica y moral de una sociedad. A este gnero pertenece el Bertoldo. Sus dos primeras partes, escritas por Julio Csar della Croce, se publicaron en forma de novela en 1620, y poco despues, Adriano Banchieri, con el seudnimo de Camilo Scaligeri della Fratta, las aument con la historia de Cacaseno, que segun Brunet dise la estampa en el mismo siglo XVII. Nada podemos decir respecto la acogida que obtuvo en su atricion, ni de las consideraciones que merecera la crtica; pero deben bastarnos, para deducirlo, las noticias que nos suministra la historia, manifestndonos que ms tarde, y en el siglo XVII, varios distinguidos poetas italianos, entre ellos los Zannotti, Buruffaldi y Zampieri, se ocuparon de esta obra, formando de las tres novelas un poema en veinte cantos y en rima mayor, del cual se hizo una edicion en 1147, en dialecto veneciano, que figura en el Parnaso italiano. Por otra parte, Cant, al tratar del reinado de Alboino, rey de los longobardos, de fines del siglo XVI, dice: Ignoro de donde haya podido tomar Julio Cesar della Croce esta leyenda; pero todo revela su origen aleman: la crte de Alboino, aunque trasladada Italia, hasta los nombres mismos de Bertoldo, Marcolfa, etc. La

contradictio Salomonis, una de las novelas ms antiguas, presenta una discusion de Guillermo el Conquistador con el villano Marcul- fo, oriundo tal vez de las aventuras de Bertoldo, traducidas en todos los idiomas , y que los alemanes no s con qu fundamento suponen de origen asitico. Bastarn los datos que acabamos de citar, de los cuales se der duce la ventajosa opinion de eminencias irrecusables, para dar por admitida la bondad, hasta ahora poco mnos que sospechosa, de un libro que invade desde tiempo inmemorial los estadios de todas las clases de la sociedad, sin que por eso el crtico se haya dignado tomarse la menor molestia en sacudir el polvo que ha ido cubriendo la belleza de sus pginas. Nosotros, quizs ms atrevidos , pero mnos pretenciosos que amantes de cuanto tiende enaltecer las elucubraciones de la inteligencia, nos hemos propuesto resucitar la importancia que la mano de los tiempos ha intentado borrar. Escrito este libro en poca en que la imaginacion se dejaba llevar en alas de sus inspiraciones, se nota cierto desalio en la forma que embaraza la marcha de la accion y oscurece sus condiciones literarias; mas no por ello dejan de estar sostenidos con propiedad los caractres, tramado y desenvuelto el enredo con artificio , ingenio y naturalidad , y cuidado su fondo hasta el punto que de cada frase brote una sentencia, de cada chiste un pensamiento profundo, de cada locucion un tratado de moral. Entre las escasas obras que llenan los fines que debe proponerse la novela, instruir deleitando, moralizar divirtiendo,. le corresponde un lugar distinguido la Historia de Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno** . Esto snta8ev;si alguna vanagloria puede cabernos al tenerla osada de recorrer sus pginas, esta del deseo de mejorarlas, descartndolas de los defectos que, seguo nuestro criterio, hayan podido imprimirles la falta de conciencia el abandono de los traductores, as como el espritu literario de los tiempos en que se escribieron. La mayor recompensa que pudiramos obtener sera la de que el xito coronara nuestro buen propsito: si no llegamos alcanzarlo, nos contentaremos exclamando con el ilustre historiador: Grande es la empresa; si nuestras fuerzas no bastan llevarla cabo, nos quedar la gloria de haberlo intentado.

HISTORIA DE BERTOLDO. TRATADO PRIMERO. INTRODUCCIN.

PROLGO AL.LCT0R. Benigno y querido lector mi, no te con tar el juicio de Pris, ni el rapto de Ele na , ni el incendio de Troya, ni el paso de Eneas, ni los grandes errores de Ulises ni las indignas operaciones de Circe ni la destruccin de Cartago, ni el egrcito de Giges, ni las victorias de Alejandro, ni la fortaleza de Pirro, ni los triunfos de Ma rio, ni las loadas mesas de Lculo, ni los . grandes hechos de Scipion, ni las victorias de Csar, ni la fortuna deOctaviano; que de semejantes hechos la historia dar al que leyere individual noticia de todo. T slo ahora ser el tema la explicacin de la rara figura de un hombre rstico criado entre asperezas de montaas,y en un todo ageno de la habitacin y comunicacin ra cional; pero adems de ser casi monstruo de naturaleza, era al mismo tiempo tan perspicaz y sutilsimo, que lo profundo de su entendimiento,y lo ingenioso d sus agu*

dezas, disimulaban con tan airoso desemperno lo ridculo de su extraa figura pareca no era posible hallarle segundo en aquellos tiempos :,pues cotejando lo extrnseco de su fesima apariencia con lo fron doso y fructfero de sus talentos, era como tun amensimo jardn guarnecido y resguar dado de espinos y cambroneras estriles, en cuyo interior espacio se dejan registrar las mas exquisitas flores, y rboles fron dosos y fructferos, cuyas aromticas fra gancias atraen su recreo aun la mas es tragada voluntad, la que espero te conmue va el imn de las sentencias, agudezas, astucias , refranes y estratagemas de que us dentro y fuera de la corte con suma presteza y gracia; pues te aseguro, amado lector mi, que luego que vi esta historia en idioma ex trao me dediqu su traduccin al nuestro, con el fin de complacerte y darte en que diviertas los ratos de ociosidad; y si midieses tu gusto con aquel con que yo te he deseado servir, colmars en un todo la medida de mi deseo. No te haga novedad el que no me haya valido de conceptos delicados, pues mi fin no ha sido otro que hacer sin etimologas una traduccin para todos pues como ensea la remontada pluma del guila de la Iglesia San Agustn t lo es pecial de los escritores no est en hacer vo lmenes abultados, sien adornarlos de dul zuras para el gusto, y de utilidad para el gobierno de la repblica. En las frases rs ticas de este corto volumen hallars\ mi rndolas por de fuera y suma complacencia al gusto y sin que te estrague la voluntad en su recreo; pero si te introduces lo interior de su moralidad,, hallars que no tiene palabra, aun de las mas ridiculas simplezas\ que no se dirija tu comn pro vecho y econmico gobierno. Y as, lector discreto y te encargo lo leas con cuidado, para que no te se desperdicie el fruto que en el se encierra, suplicndote procures su* plir la duplicacin de trminos que encon trares ; pues el idioma toscano muchas veces es variable la lengua espaola * y solo me ha llevado el deseo de tu diversin^ como lo puedes ver en el afecto con que te ofrezco mi tarea. Vale.

En el tiempo que Albuino, rey de tos longobardos, dominaba casi toda la Italia y cuya crte se enseoreaba en la hermosa ciudad de Verona, lleg cierto dia al real palacio un rstico llamado Bertoldo, hombre deforme y de feo aspecto, pero de sutil y vivsimo ingenio; pues era muy agudo y pronto en responder a cualquier asunto, si bien de

natural malicioso y melanclico, como suele por lo general acontecer con la gente ruda y campesina. ., Sumamente pequeo de cuerpo, tena la cabeza redonda modo de bola, la frente arrugada, los ojos colorados, brotando fuego; las cejas largas y cerdudas; las orejas borricales; la boca grande y algo torcida, con el labio inferior colgando como el de los caballos; la 'barba luenga y bermeja semejanza de. Ja del macho cabro; las narices desmedidamente largas, remangadas y rematando en punta; los dientes le salian de la boca modo de colmillos de jabal, con tres cuatro papadas que causaban tal ruido cuando hablaba , que parecan pucheros cociendo la lumbre; sus piernas eran cabrunas, manera de nigromntico; los pis desmesurados; el cuerpo velludo como el del oso; llevaba medias de lana burda, remendadas cual tapices viejos, y gruessimos zapatos de tacones muy altos. Puede decirse que era el reverso de Narciso (1)". Una vez en palacio, Bertoldo se introdujo en las primeras antecmaras, y prosiguiendo adelante, internse en donde estaban los grandes, validos y ministros; pas por medio de todos hasta llegar presencia del rey, y sin quitarse el sombrero, ni hacer el menor acto de cortesa ni acatamiento, se sent junto la real persona, quien como monarca benigno, piadoso y amigo de ver semejantes figuras, se imagin que este hombre sera de ingenio gracioso y bufon, considerando que muchas veces suele favorecer la naturaleza con algunos dones particulares esa clase de seres (2). Por lo que, sin dar muestras de enfado ni alteracion, le empez preguntar cariosamente: Quin eres, cundo naciste, y cul es tu patria? Soy un hombre, respondi Bertoldo , nac cuando mi madre me pari, y mi tierra es este mundo. Quines son tus ascendientes y descendientes? Las judas en la olla; porque cuando cuecen suben y bajan, y comindolas yo, vienen parar en m (3). Tienes padres y hermanos? insisti el rey. Los tengo, pero todos han muerto. Pues, cmo los tienes si dices que han muerto? Porque cuando sal de mi casa los dej durmiendo; y hallo tan poca diferencia del sueo la muerte , que creo firmemente que ambos son hermanos carnales (4). . " . Asombrado el rey al oir tan aguda respuesta, conoci que no se habia equivocado en el juicio que del rstico formara, y queriendo ponerle prueba, continu interrogndole: Cul es la cosa ms veloz del mundo?

El pensamiento. Y el mejor vino? El que se bebe en casa ajena (5). Y el mar que nunca se llena? * Para no embarazar la lectura de tan sabroso libro, ni afear la edicion, se ban colocado las notas al final de la obra. La codicia del avariento (6). Y la cosa ms fea que pueda darse en un mozo? La desobediencia. Y el vicio ms notable en un anciano? La lascivia. Y el principal delito en un mercader? La mentira (1). Cul es la gata que por delante lame y por detras araa? La mujer ramera (8). Y el mayor fuego de una casa? La mujer viciosa y el sirviente deslenguado. Y cules son las enfermedades ms incurables? La locura, la gangrena y las deudas del tramposo. Cmo traeras aqu una criba de agua sin verterla? Esperara que se helase, y la traera congelada. Qu busca el hombre que no quisiera hallar? Los insectos en la camisa y los puntos en las medias. Cmo cogeras una liebre sin perro? Esperara que estuviese guisada. :Buen meollo tienes. Y t mejor humor si no comieras. Vaya, pdeme cuanto quisieres que estoy dispues to concedrtelo. El que nada posee mal puede dar otros (9). Por qu no puedo darte lo que pidas? Porque ando buscando felicidad, y t no la tienes (10). No te basta verme sentado en este trono para convencerte que soy dichoso? El que ms alto est ms peligra en la cada. Mira cuantos seores y caballeros andan al rededor mo dispuestos obedecerme. Tambien los hormigones andan al rededor del rbol y le roen la corteza. Sin embargo, luzco en mi crte como brilla el sol entre las estrellas. Tendrs razon, pero yo slo veo tinieblas en la adulacion (11). Acabemos: quieres quedarte en mi crte? El que se halla en libertad no debe buscar la esclavitud. Que te impuls, pues, venir?

La creencia de que un rey tendra diez doce palmos ms que los otros hombres, y se elevase sobre los campanarios y tejados; pero veo que eres como los demas, con la sola distincion de ser rey. Confieso que es verdad en cuanto estatura; sin embargo, en poder y riqueza sobrepujo todos, no slo en doce palmos, sino en mil varas. Ahora nicamente deseo saber, qu te induce dirigirme tal discurso? El pollino de tu mayordomo. Qu tiene que ver el pollino de mi mayordomo con la grandeza de mi crte? Te dir: cuatro mil aos ntes que vinieras al mundo ni existiera tu crte, el rucio ya rebuznaba (12). Ja, ja, ja! Feliz ocurrencia has imaginado para reirnos. Siempre acude la risa en la boca de los necios. Eres un rstico malicioso. Es mi condicion. Te mando que al instante te vayas, pues de lo contrario le har echar: el perjuicio y la vergenza recaern en t. Me ir, pero advierte que las moscas son de tal ndole, que aunque las echen vuelven luego; por consiguiente, si mandas arrojarme la calle, prometo importunarte de nuevo. Pues vete; y si no vuelves como dices lo hacen las moscas, he de mandar te ahorquen. ALEGORA I. LA C1INCA ES NECESARIA HASTA EN LOS RSTICOS Y DEFORMES, PUES CON SD AUXILIO SE TRIUNFA FCILMENTE DE TODOS LOS PELIGROS. Obediente Bertoldo la rden del rey, fuse su casa, y n\on- lando en uo borrico muy viejo que tena, todo desollado y lleno de. mataduras, volvise palacio entre un nublado de moscas y tbanos que acudan al olor de la carniza, y llegando la presencia del rey, le habl en estos trminos: Ya me tienes aqu, rey mio. No te dije que si no volvas como las moscas mandara ahorcarte? dijo el rey. Las moscas no acuden las mataduras? observ Bertoldo. Indudablemente, aflrm el monarca. Pues ya me ves volver sobre esta matadura gangrenada y llena de moscas que casi me tienen comido. Desde luego te califico de ingenioso: anda, que te perdono. Y dirigindose hcia su servidumbre aadi: Hola! acompaadle al punto y que le den de comer.

No puede comer todava quien no ha terminado la tarea, advirti el sagaz rstico. Tienes que decirme algo ms? Aun no he comenzado. Sin embargo, quita de ah esa peste y retrate; porque se dirigen hcia aqu dos mujeres, y es probable que vengan suplcar les conceda audiencia: cuando las haya despachado volvers. Me retiro, encrgandote que obres con justicia. Y en efecto, llegaron las dos mujeres delante del monarca. Una de ellas habia hurtado un espejo la otra: la dueOa del espejo se llamaba Aurelia, y la hurtadora que lo traa en la mano Lisa. Aurelia se adelant, y querellndose, dijo: Seor, esta mujer entr anoche en m cuarto y hurtme el espejo que trae, y no obstante de suplicarla repetidas veces me lo restituya, se niega devolvrmelo; por cuya razon acudo ti para que como rey y seor hagas justicia. Seor, replic Lisa, no es cierto lo que dice; pues h dias lo compr con mi regaladsimo dinero, y no comprendo cmo esta picara tenga atrevimiento para pedir lo que no es suyo. Justsimo seor, no des crdito las falsedades de esa mujer, porque es una ladrona sin conciencia, y no ser verdad lo que digo, por todo el oro del mundo nunca reclamara lo que no es mio. Vaya con la beata! Qu bien finge para que la crean y den la razon! Ah, hermana! No encontrabas otras excusas ms propsito? Pero me consuelo con que estamos delante de un juez que conocer mi conciencia y tu grande hipocresa. Tierra, cmo no te abres y tragas esta infame que con tanta desvergenza me niega lo que es mio, y con mayor picarda finge tener razon para que me tomen por embustera! Ay, Dios mio! Descubre la verdad de este caso. Vamos despacio; aquitense, que ahora quedarn satisfechas. Toma el espejo, dijo el rey uno de los cortesanos , rmpele en menudos pedazos, y reprteselos entre las dos equitativamente, fin de que queden contentas. Consiento en que se rompa el espejo, dijo Lisa, y as acabar nuestro pleito. Yo, no, seor, exclam Aurelia: ntes permitir que se lo lleve entero, pues no tengo nimo para ver romper un espejo tan hermoso. Ademas, que me queda la esperanza de rescatarlo algun dia, pues puede remorderle la conciencia y restiturmelo.

La sentencia del rey me ha gustado: hagase pedazos, y con esto no tendrmos ms motivos de reir. Conozco que el espejo es de la que no quiere que se rompa, observ el rey; su llanto y splicas son claras y evidentes seales de que le pertenece: dsele, pues, y arrojen de aqu esa otra ignominiosamente. Piadossimo rey, te doy inflnitas gracias, porque, comprendiendo la malicia de esa infame, has dado la sentencia como juez sabio y justo. Quedo rogando al cielo te guarde y conceda las mayores prosperidades que para m deseo. Vete en hora buena y procura ser mujer de bien, dijo el monarca. Y volvindose los que le rodeaban, aadi: Bien se conoca que el espejo era de esta pobre cuitada (1)! Rey mio, dijo Bertoldo que haba estado escuchando la sentencia, qu poco discernimiento tienes! Cmo as? Porque crees en lgrimas de mujeres. Por qu no debo creerlas? No conoces que su llanto es engaoso, y cada cosa que hacen dicen, todo artificio? Aunque parezca que lloran con los ojos, ren con el corazon; suspiran delante, y detras se burlan; hablan al contrario de lo que piensan, y el mesarse los cabellos, morderse y mudar de semblante son fraudes y engaos dictados por sus insaciables deseos y pasiones. Tanta bondad tienen en s las mujeres de juicio y prudencia, replic el rey, que si alguna peca, es por descuido, mala fortuna fragilidad; por lo cual son ms dignas de compasion que de castigo, atendida su debilidad y flaqueza. La mujer ama al marido, dirige los hijos, los cria, educa, mantiene y ensea buena doctrina, cuida de la hacienda y la familia, procura que las criadas cumplan con su obligacion, y evita los desrdenes de la casa; es apreciable para la vista de los mozos, consuelo de los ancianos, y alegra de los nios; claridad cierta de dia, y reposo de la noche: quiere con fidelidad, es cariosa en el trato, noble en su conversacion, clara en los convenios, discreta para mandar, pronta en obedecer, honesta en sus razones, modesta en sus procederes, moderada en la mesa, parca en la bebida, agradable con los de casa y afable con los de fuera; en suma, la mujer junio al hombre puede decirse que es una piedra oriental engastada en el oro ms fino; y no porque alguna cometa faltas se debe culpar todas, pues hay millares que son mujeres de bien y muy dignas de consideracion y respeto.

Bien se conoce que amas mucho las mujeres cuando las elogias tan apasionadamente, por cuanto no cabe ensalzarlas con mayor ponderacion. Sin embargo, qu me dirs si ntes de acostarte maana te hiciese desdecir de cuanto has hablado en su favor? Que eres el hombre ms sagaz del mundo, respondi el rey; pero te advierto que si no lo cumples te acordars de m. Pues, hasta maana la noche, dijo el astuto rstico. Y anochecido que hubo, el rey se retir a su cmara, y Bertol- do, despues de cenar, fuse dormir la caballeriza, discurriendo algun medio para conseguir que el rey se retractase de las alabanzas hechas favor de las mujeres; y ocurrindosele uno de sus ingeniosos recursos, se acost esperando que amaneciera para ponerlo por obra. Levantse con el alba, fuse en busca de la mujer favor de quien recayera la sentencia del rey, y la dijo: Sabes lo que S. M. ha determinado? Si no me lo dices, lo iglioro, respondile Aurelia. Pues ha dispuesto que se rompa el espejo y que cada una se os d la mitad; porque la otra apela dela sentencia, y por no oir ms quejas, desea satisfacer entrambas. El rey ha determinado romper mi espejo? Por qu? Despues de sentenciar que se me restituya entero! Te burlas de m? Anda, qutate de mi vista. No me burlo; ntes te aseguro que se lo he oido decir l en persoaa. Ay de m! exclam Aurelia. Qu es lo que escucho? Oh qu sentencias tan justas y qu acciones tan dignas de un rey! Pobre justicia! Qu bien administrada ests! Ahora conozco que merece ms crdito la mentira que la verdad. Ay desdichada de m! Paciencia, pues as me convendr. Es posible que te vea hecho pedazos, espejo querido mio? No quisiera que te sucediese algo peor, repuso Bertoldo. Pues qu puede sucederme peor? El rey acaba de promulgar una ley disponiendo que cada hombre pueda casarse con siete mujeres: con que mira si resultarn desgracias en las casas con tantas mujeres juntas. Qu dices! El rey quiere que cada hombre est facultado para tener siete mujeres? Eso s que es infinitamente peor que si mandara romper todos los espejos de la ciudad. Pero qu diablos de locura se le ha metido en la cabeza? No me es posible darte ms explicaciones; slo te repito que lo que acabo de manifestarte se lo he oido l mismo. Ahora es preciso que vosotras os defendais ntes que el mal tome mayor incremento.

Y dejando alborotada con este enredo aquella mujer, volvise palacio y esper el resultado. Creyendo Aurelia verdad la invencion, se fu precipitadamente en busca de sus amigas y vecinas, y las cont por extenso cuanto Bertoldo la dijera. Ellas, que oyeron tan estupenda novedad, se alarmaron de tal suerte, que como perras rabiosas y feroces leonas echaban fuego por los ojos y dardos por la boca: de manera que divulgada en breve por la ciudad la noticia, juntronse miles de mujeres que todas hablaban un tiempo; y discutido con bastante detencion el asunto, resolvieron ver al monarca y confundirle fuerza de gritos para obligarle que anulara la ley. En efecto encaminronse palacio como lo acordaran, y llenas de rabia y despecho penetraron tumultuosamente hasta la misma estanciatdel rey, en donde empezaron meter lan grande ruido y algazara, que pareca que todas las mujeres del mundo estuviesen all reunidas: de modo, que aturdido y confuso el soberano no acertaba a entender palabra, ni atinaba qu atribuir el motivo de Tan extraordinario alboroto , hasta que faltndole la paciencia y el sufrimiento con tanta insolencia, temeridad y gritera, exclam lleno de clera y con semblante severo: Qu novedad es esta? Qu motivo teneis para semejante sublevacion? Quin os ha puesto en tal desrden? De qu ha nacido vuestro clamoreo? A qu fin son estas exclamaciones? Estais endemoniadas? Qu teneis? Decid luego: cul es la causa de este alboroto? Venimos, contestaron todas atropelladamente, saber lo que contra nosotras has decretado, y de qu dimana la extraa locura que te ha entrado. Qu frenes te ha dad tan raro, contra toda ley divina y humana, grit una de las ms descocadas y rabiosas, para que cada hombre le permitas casarse con siete mujeres? Qu consideracion tan prudente! Mas te prevengo que no nos sometermos tan brbara y temeraria disposicion. Qu decs, locas? Hablad claro para que os entienda y pueda responderos. Seoras, dijo otra de ellas, vayamos despacio. Callen por Dios y entendmonos! En nombre de todas, seor, te digo que mereces ser destronado por la ley que acabas de promulgar. Qu afrentas injurias os he hecho? Explicos, exclam el rey, No lo hemos expuesto ya bien claro? gritaron varias. No os he entendido; volvedlo repetir.

No hay peor sordo que el que no quiere oir: repetimos que no es posible cometer error ms craso que el tuyo , imponiendo una ley para que cada hombre le sea permitido tener siete mujeres. Ms acertado sera que cuidaras de tu reino y de tantos negocios rduos como tienes de tratar, y no meterte en lo que nada te importa. Lo has entendido ahora? Y si intentas llevar cabo ^ esa ley,, has de consentir tambien que cada mujer tenga siete maridos. A eso venimos resueltas y anhelamos saber tu resolucion. Ah sexo ingrato y descortes! Quin ha tratado de promulgar semejante ley? Idos en hora mala, rebeldes, importunas, desatentas y temerarias; pues ahora conozco lo que es la mujer, personificacion del engao, maldad, cizaa, dao y discordia, no habiendo casa lugar donde penetren que no lleven consigo estas malas condiciones. La mujer es un cos de engaos y traiciones; un barro infernal que produce continuamente llantos y lamentos de los pobres maridos, siendo ruina de los padres, tormento de las madres, desgracia de los hermanos, vergenza de los parientes y destruccion de las familias , sirviendo en fin, de pena y afliccion todo el gnero humano. Quitos de delante y no volvais ms mi presencia, espritus infernales. Y viendo que se marchaban aadi: Vlgame Dios! Qu modo de aturdirme con tanto ruido estos diablos de mujeres! Gracias Dios que me veo libre de ellas! Por poco me sacan los ojos (2)! interrumpindose de pronto, repuso: Pero si llego indagar quin ha sido el inventor de esta treta prometo que he de castigarle segun se merece. Entnces Bertoldo, que habia estado escondido escuchando toda la bulla, se encar con el rey y le dijo: Qu te parece, rey mio? No te dije que ntes que anocheciese leeras el libro al reves de como ayer le leiste en alabanza de las mujeres? Discurro que ya estars desengaado de lo que son. :No se puede concebir tamaa impostura, pues suponen que he dispuesto que cada hombre le sea permitido tener siete mujeres: cosa que hasta ahora ni el mismo diablo imaginara, ni m se me ha ocurrido jamas. Oh qu mala semilla y vil canalla! Te acuerdas de lo que hablmos? observ Bertoldo. Confieso que has triunfado, dijo el rey; y en recompensa te concedo el honor de que compartas conmigo el solio real. pueden caber dos en un solo asiento?

No importa, mandar colocar otro junio al mio y gobernars conmigo. El enamorado y los soberanos no desean compaa; y as gobierna solo, pues eres el monarca. Me parece que has sido t el autor de ese enredo. No es cierto? Lo has acertado; si bien no puedes castigarme, en virtud de la palabra que me diste. Supuesto que ha sido invencion tuya te lo dispenso; pero deseo me expliques cmo lo tramaste. Dirigme en busca de la mujer quien favoreciste en el pleito del espejo, dijo Bertoldo, da entender que intentabas nuevamente romperlo y dar la mitad su contraria, y aad que habias dispuesto que cada hombre pudiese tener siete mujeres; motivo por el cual se insurreccionaron tan desaforadamente , profiriendo los desatinos que escuchaste. Eres mayor inventor de enredos que el mismo Merlin (3), y tanto por tu malicia como por el desrden ocasionado incurriste en gravsimo delito. Las infelices han tenido sobrada razon para mostrrseme tan iracundas. He ah porqu no acertaba explicarme que el sexo femenino pudiese estar tan privado de juicio que cometiera tales extravos sin grandsimo motivo: por cuanto me retracto y arrepiento de lo que en su contra he dicho, volviendo de nuevo sostener que el hombre sin la mujer es como via sin poda, jardn sin fuente, rio sin barca, prado sin yerba, monte sin lea, espiga sin grano, rbol sin fruto, ciudad sin plaza, fortaleza sin guarnicion, torre sin escalera, rosa sin olor, pino sin sombra, mar sin pesca, selva sin rboles, y en suma, todo aquel que carece de tan grata compaa se puede comparar con un espejo sin azogue, diamante sin brillo, y... No hablemos ms de ellas, interrumpile Bertoldo, pues observo que las proteges mucho. Quien quisiere ser amigo mio, replic el rey, no diga mal de las mujeres; pues son de naturaleza dciles, plcidas, benignas, cariosas y de buena correspondencia, estando adornadas de tantas virtudes y buenas costumbres, que no conseguirs predisponerme en su contra; y si tal por segunda vez intentaras, mandaba castigarte severamente. No tocar ms las cuerdas de esa guitarra, respondi Bertol- do; y aunque espero darte otro chasco, conflo no perder tu amistad. Dice un refran que no porfes con el hombre potente porque estars ljos del agua corriente (4). Tambien dicen que quien calla es agua mansa, advirti Ber- tQldo.

As departan cuando lleg uno de la servidumbre manifestando que informada la reina del gran gusto que tena Bertoldo en chasquear las mujeres, deseaba verle, y suplicaba al rey le enviase a su cmara. La soberana intentaba prepararle una buena paliza; y pesar de ignorarlo el monarca, luego que oy la splica volvise Bertoldo y le dijo: Este mensajero dice que la reina desea verte; siguele sin dilacion, porque te estar aguardando. Los mensajeros tanto pueden tener de bueno como de malo. Al ruin siempre le remuerde la conciencia. La risa palaciega ms tiene de falsa que de sinceridad. El inocente nada teme. La mujer airada, el pbilo encendido y la sarten agujereada, son tres perjuicios en una casa. El delincuente, replic el rey, menudo se acuerda del castigo. Muchas veces el cangrejo salta de la sarten por librarse de ella y cae en las ascuas, dijo Bertoldo (5). Quien siembra infamias recoge culpas. Tambien el sombrero esconde la caspa (6). ' Quien enred la madeja que la desenrede. Mal puede desenredarse cuando no se encuentran los cabos. Quien siembra espinas no ande descalzo. Contra el estmulo es difcil la prudencia. 82 No temas, que nadie te ultrajar. El que no ha pecado no espera penitencia. No obstante, recelas que la reina te d una pesadumbre, dijo el monarca. Mujer iracunda, mar con espuma. Anda, que estar ansiosa de verte; y no dudes que sers bien recibido. Y mal de su grado, Bertoldo vise obligado seguir al mensajero, quien lo present la reina, que noticiosa, como se ha dicho, de la burla hecha el dia anterior las mujeres, mand aprooiar algunos garrotes, ordenando las criadas que le encerrasen en un cuarto y le sacudiesen el polvo discrecion, las cuales vindole tan monstruoso se ensaaron ms contra l. Pero ljos de desconcertarse el astuto rstico, no faltando quien le avisara que una de ellas llevaba una jarra de agua para arrojrsela por detras cuando lo viese distrado, ide un nuevo artificio para librarse del chaparron, sin darse por entendido. Dme, preguntle la reina: quin te ha enseado tantas astucias?

Yo, que conozco cuanto hay y puede haber, respondi Ber- toldo: si acaso alguna mujer ha cometido algun delito, si est enamorada, si no es casta tiene alguna otra flaqueza, inmediatamente dar noticia detallada de todo, as como si alguna quisiera mojarme traicion, no me detendr en decir lo que de ella me consta, pues no puedo contenerme en semejantes ocasiones. La que llevaba el agua volvise con todo disimulo por donde viniera para que no le viese Bertoldo, por temor de que le descubriese algun pecadillo oculto, y ninguna de las demas atrevise continuar el chasco por tener la que mnos su trapito metido en leja. Pero como la reina estaba colrica y ansiosa de venganza, orden que cada una fuse buscar un palo y le sacudiesen toda satisfaccion. Al or el mandato arremetieron contra l con grande furor y rabia como quien deseaba complacer su seora. Berloldo delante de la Reina Puesto el pobre Bertoldo en>tan gran peligro, recurri de nuevo sus acostumbradas astucias, y las dijo: Cualquiera de vosotras que haya sido la que ha dispuesto envenenar al rey en la comida, estoy contento que tome el palo y me muela los huesos. Empezaron mirarse unas otras diciendo: Yo no he pensado en tal cosa. Ni yo tampoco, responda la otra. Ni yo. Ni yo. Y este tenor furon respondiendo hasta la misma reina, por cuya razon , volviendo dejar los palos en su sitio , qued Bertoldo ileso de la cruel batalla que se aprestaban aquellas furias. Mas la reina, que no se habia apaciguado, determin que se le diese la paliza, y envi un recado los guardias para que al salir de palacio descargasen sin consideracion sobre l con los palos que tenan prevenidos. Sali Bertoldo acompaado de cuatro de la servidumbre para que le conociesen y trajeran noticias de lo ocurrido; pero as que vi que no le quedaba arbitrio .para escaparse de tan rigurosa rden, consult su ingenio, y volvindose la reina, dirigila con grande humildad la splica siguiente: Seora, ya que conozco tan claramente que es tu voluntad el que sea apaleado por tus guardias, te ruego me concedas una pequea gracia, reducida que no me den ningun golpe la cabeza, aunque me sacudan por todo el cuerpo.

No entendiendo la reina el ardid, mand los que le acompaaban previnieran los guardias descargasen al cuerpo exceptuando la cabeza. Siguieron Bertoldo que se diriga hcia el cuerpo de guardia, donde ya tenan los palos preparados para obsequiarle segun la rden. Bertoldo se adelant largo trecho al acompaamiento, y observando los que iban detras formados los guardias, empezaron gri* tarles que no tocasen la cabeza y ' lo demas apretasen conforme dispusiera la reina. Nolando los guardias que Bertoldo iba delante de los demas, imaginronse que era la cabeza de ellos y dejronle pasar sin causarle dao alguno; mas cuando llegaron los criados fue tal el nublado de palos que cay sobre los acompaantes , que apnas les qued hueso sano. Vindose tan maltratados y molidos, se volvieron la reina, que sabedora de lo acontecido se puso ms colrica contra Bertoldo , jurando que se vengara de l: sin embargo, se propuso disimular su enfado hasta la primera ocasion que se proporcionara, nterin hacia curar los que yendo por lana salieron trasquilados. El dia siguiente llense la antecmara de grandes seores y caballeros de todas jerarquas, segun la costumbre de palacio; y no faltando Bertoldo, llamle el rey diciendo: Y bien, cuntame: cmo te ha ido con la reina? Ay, seor, cun corta es la diferencia entre la alpargata y el zapato! respondi Bertoldo. Estaba el mar muy alborotado? aadi el monarca. Quien sabe navegar cualquier golfo surca seguro. El cielo amenazaba tempestad? S, pero descarg sobre otros. t Te parece se habr serenado? Lo dudo, porque lo dej muy nublado. Hallbase la sazon presente un palaciego que siempre estaba en palacio sirviendo slo de hazmereir bufon del rey; llambase Pagoto, y era sumamente pequeo, muy gordo y de facciones desproporcionadas, teniendo la cabeza tan despoblada que pareca una calabaza. Llegse al rey y le dijo: Seor, te pido la gracia especial de permitirme examinar ese rstico montaraz, pues deseo ensearle cmo debe portarse y hablar en palacio. Haz lo que quieras, respondi el monarca, pues me holgar mucho; pero procura no te suceda lo que aquel que se llamaba Bienvenido, que fu raer y volvi raido. No temas, seor, respondi Fagoto; nadie me impone, y l mucho mnos.

Y encarndose con gesto petulante Bertoldo, dijo: Qu dices, pollo cado del nido? . Con quin te imaginas estar hablando, grajo pelado? Ven ac y dme, repuso Fagoto: cuntas leguas hay desde la luna los baos de Arnedillo? Y cuntas pones desde tu calva la caballeriza? replic Bertoldo. Dme: por qu la gallina negra pone los huevos blancos? Y por qu el ltigo del rey que es blanco te pone las espaldas negras? Cules son ms numerosos, los turcos los judos? Dnde tienes ms, en la camisa en la barba? El rstico y el borrico nacieron de la misma madre? El puerco y el cuervo comen en la misma artesa? Cunto h que no comes nabos? Desde que no te echan bellota. Eres bfalo oveja? No metas en danza tus parientes. Cundo dejars las astucias? Cuando no lamas los platos. Dice el refran que al villano no darle vara en mano. Tambien suele decirse que el puerco y la rana no se deben sacar del lodo. El cuervo nunca trae buenas nuevas. Tambien el milano revolotea al rededor de la carniza. Te advierto que soy hombre de bien y mejor educado que t. Quien se loa se enloda (1). Todo hombre rstico es animal daino. Y el adulador un bruto monstruoso. No existe villano sin malicia. Tampoco se encuentra gallo sin cresta, ni palaciego sin adulacion. Observo que tus zapatos abren la boca. Se rien de t, bestia. Cuntos remiendos en las medias! Lo prefiero tener la cara llena de costurones como la tuya. Tena efectivamente Fagoto muchas seales en el rostro, que con razon le valieran en varias ocasiones sus insolencias; por lo que, viendo que le tocaban en lo vivo, tragaba saliva, sin hallar palabras que responder, y se puso ms colorado que un tomate, avergonzado y corrido entre tantos personajes, que soltaron la risa al ver sus gestos; de suerte que el pobre tomara mejor partido escaparse, como lo queria ejecutar, no detenerle los circunstantes. Como hablara tanto Bertoldo tena la boca llena de saliva; y no sabiendo dnde escupir por estar la sala tan alfombrada y las paredes colgadas de rica tapicera, volvise al

rey y le pregunt: A. dnde me permites que escupa? En la plaza, respondi el monarca. Volvindose entnces Bertoldo Fagoto, que como dijimos era calvo, desahog lo que le embarazaba en medio de la cabeza. Afrentado de esta suerte querellse Fagoto al monarca, cuyo tiempo Bertoldo decia en alta voz: El rey me ha dado permiso para escupir en la plaza, y no creo que se halle otra ms propsito que tu calavera. Dme: no se llama la calva plaza de los piojos? Los cortesanos dieron la razon Bertoldo, y avergonzado y corrido Pagoto determin ser prudente y sufrir lo pasado con paciencia, asegurando que hubiera preferido quedarse sin comer exponerse las pullas y sarcasmos de Bertoldo. Gustossimos quedaron los presentes de la derrota de Fagoto porque se tena por uno de los mayores ingenios del mundo, y todos contaba mil fbulas y desatinos, no atrevindose desde entnces levantar los ojos del suelo, abochornado de aquel ultraje hasta el extremo de que casi lleg punto de ahorcarse. Bcrloldo hace burla del palaciego Fagolo. Prxima cerrar la noche y teniendo el rey que dar audiencia unos caballeros , dijo Bertoldo que volviese el dia siguiente, advirtindole que fura ni vestido ni desnudo. En efecto, compareci Bertoldo al otro dia por la maana envuelto en una red de pescar; mas como no llevase otra ropa, al verle el rey le dijo: Cmo te atreves presentarte de un modo tan indecente? No me mandaste que viniese ni vestido ni desnudo? Cierto. Pues ya me tienes como mandaste, repuso Bertoldo; porque con esta red me cubro parte del cuerpo y la otra queda desnuda. El monarca no pudo mnos de deponer el enfado que el modo tan indecoroso de'presentarse le causara, y gustando de oirle por la gracia que sus agudezas le hacan, dirigile la palabra como de costumbre tena. Dme: dnde has estado hasta ahora? le pregunt. Donde ya no estoy, respondi en tono sentencioso Bertoldo. Y qu hace tu padre, tu madre, tu hermano y tu hermana? Mi padre ocasiona un dao, mi madre hace una vecina suya lo que no la volver hacer, mi hermano cuantos halla tantos mata, y mi hermana llora lo que ha reido durante el ao. Descframe esos enigmas que no entiendo.

Mi padre est en el campo cercando una vereda con espinos, de modo que los que solan transitar por ella pasan ahora por los lados, y as como ntes slo existia una senda, se han formado dos con la continuacion de tantos pasajeros. Mi madre cierra los ojos una vecina que acaba de morirse, cosa que no volver hacer ms. Mi hermano est matando al sol los insectos de la camisa. Y mi hermana se halla en el trance fatal de la maternidad. Cul es el dia mas largo? El que no se come. Y el hombre ms loco? El que se jacta de discreto. Por qu asoman las canas ms presto en la cabeza que en la barba? Porque el cabello nace primero. Cul es el hijo que pela la barba su madre? El uso. Y la yerba que hasta el ciego conoce? La ortiga. Cul es la hembra que siempre est en el agua y nunca se lava los pis? La barca. Quin se aprisiona por su gusto? El gusano de seda (8). Y la cosa ms atrevida y desvergonzada? El viento, que penetra debajo de los vestidos de las mujeres. Qu es lo que nadie quiere en casa? La culpa. Cuntos aos tienes? Quien cuenta los aos cuenta la muerte. Y cul es la cosa ms clara que existe? El dia. Ms que la leche (9)? Ms que la leche y la nieve. Si no me lo pruebas evidentemente te he de castigar, concluy el rey. Oh qu infelicidad es la crte! exclam Bertoldo. Y despues de pedir la venia para retirarse, fuse buscar un cubo de leche, y sin que nadie lo viera lo llev al cuarto del rey, cerrando todas las puertas y ventanas por donde pudiese penetrar la luz. Entr el monarca en su aposento y tropez con el cubo, derramse la leche, faltando poco para que cayese y se hiciera gran dao en su persona. Acudieron al ruido y voces que daba para que abriesen las ventanas, y viendo el cuarto inundado de leche y el cubo donde tropezara, pregunt con grande enfado: Hay lguien que sepa quin ha sido el desvergonzado que puso aqu ese cubo de leche cerrando las ventanas para que yo tropezase?

Yo, exclam Bertoldo, para que te desengaes completamente de tus porfas, probndote que el dia es ms claro que la leche; pues si fuera lo contrario, no tropezaras con el cubo. Eres un villano astuto y todo hallas salida. Pero quin es ese que aqu viene? aadi interrumpindose de pronto. Parece de la servidumbre de la reina, y trae un pliego en la mano. Seprate, que seguramente tendr que hablarme en secreto. Ya me voy, dijo Bertoldo; mas temo que sea alguna mala embajada para m. Y retirse respetuosa distancia. Lleg el mensajero, y prvio el debido acatamiento present al rey una carta, cuyo contenido era el siguiente: Seora: Acudimos V. M. para que interceda con el rey, exponiendo las justas razones de todas las damas de la crte. Suplicamos encarecidamente que se nos conceda intervenir en los consejos, oir querellas, sentenciar y tener mando en el gobierno como los hombres. Para lo cual alegamos los varios ejemplos de infinitas mujeres que gobernaron imperios y reinos con tanta prudencia, y aun ms que algunos reyes y emperadores, habiendo tambien salido con sus tropas en defensa de sus estados, con tanto denuedo y bizarra como los ms esforzados soldados: por cuya razon debe nuestro soberano atender la splica, pues es intolerable que solos los hombres tengan el dominio en todo y nosotras en nada: prometiendo ser tan reservadas en los asuntos de importancia, que excedamos los hombres. Confiamos que V. M. como mujer recomendar con toda eficacia esta instancia. Ley el rey la exposicion, y no sabiendo qu resolver en tan desatinada pretension, enter de su contenido Bertoldo, quien dile tal tentacion de risa, que solt la carcajada hasta el punto de que el monarca muy enfadado le dijera: Por qu te ries, majadero? Por la splica tan disparatada de esas damas, respondi Ber- toldo. A ellas las toca pedir, y m servirlas, dijo el rey. Desgraciado el perro que se deja agarrar de la ola. Habla de manera que te entienda. Desdichadas de las casas en que cantan las gallinas y calla el gallo. T eres como el sol de marzo que daa y no calienta. Al buen entendedor pocas palabras bastan. Explcate y saldr de dudas. El que quiera tener la casa limpia, no crie pollos ni palomas.

Yamos, acaba: qu dices? Quien lo entiende , quien no lo entiende, y otros que no lo quieren saber. Al que cuece la comida con paja, le sale el caldo ahumado. En conclusion: qu deseas? Que en esta ocasion me ilumines con un prudente consejo, dijo el monarca. Mala seal cuando la hormiga pide pan la chicharra, observ Ber toldo. Convencido de que para todo hallas recursos por estar sobrado de inventivas y astucias , quiero confiarte la resolucion de este asunto. Como te fies de m, no dudes que presto te sacar de toda dificultad , consiguiendo que no vuelvan molestarte sobre esa ridicula pretension. Pues ingnate como puedas y despchalas cuanto ntes. Encaminse Bertoldo la plaza para comprar un pajarillo y lo meti dentro de una cajita que llev al rey, dicindole la enviase cerrada la reina para que la remitiese de su parte las pretendientes, con la condicion de que ninguna la abriese bajo las penas ms severas, y que la maana siguiente la trajesen palacio en la misma forma que se las entregaba, en cuyo caso el soberano les concedera la gracia que deseaban. Tom el mensajero la caja, que entreg la reina, y esta las damas que estaban en su cmara esperando el resultado de la demanda, y mostrndosela, las dijo de parte del rey que si no abrian aquella caja trayndola al da siguiente como se les entregaba, segun era la voluntad soberana, las prometa despachar su instancia satisfactoriamente. Despidironse de la reina muy gozosas y alborozadas por tan halageas palabras; mas luego que se vieron ljos de su presencia, les entr tal afan de saber lo que la caja encerraba, que empezaron decirse unas otras: Quereis que veamos lo que hay dentro? 3\o hagamos semejante cosa, advirti una, porque tenemos ofrecido no abrirla, y puede suceder muy bien que haya dentro alguna cosa de importancia para el rey. Qu puede haber? replicaban las ms curiosas. No, no, aadian otras, que no sabrmos cerrarla como ahora est. S, s, dijo una ms resuelta; abrmosla y haya dentro lo que hubiere. Y despues de acalorados debates, resolvironse abrirla; mas apnas levantaron la tapa, vol el pajarillo con tanta velocidad, que quedaron suspensas, confusas y apesadumbradas por no serlas posible enterarse de las seales que tena ni qu familia perteneca, si era jilguero, pardillo ruiseor, pues viendo qu especie de ave era, lo

pudieran remediar poniendo otra parecida y con las mismas seales, y llevando al dia siguiente la cajita en la forma que se les haba entregado. Enterada la reina del caso se entristeci de tal modo que ni acertaba hablar ni saba qu hacerse; pero al fin se anim y presentse al rey con la comitiva de las damas, quienes entraron tmidas y aturdidas, con la cabeza baja y confusas. Salud la reina su esposo, quien la correspondi con la mayor cortesa y deferencia, y hacindola sentar su lado, la pregunt qu novedad la.traa su presencia con tan crecido nmero de damas, que ascendan ms de trescientas. Vengo con estas nobles matronas, dijo la reina, con objeto de obtener la respuesta la splica elevada V. M. para entrar en los mismos oficios, empleos y cargos que ejercen los hombres; pero la casualidad ha ocasionado que una ms curiosa tuviese impulsos de ver lo que encerraba la caja que mandaste les entregara con rden expresa de que por ningun motivo la abriesen, teniendo que devolverla como la reciban, y abrila no creyendo estuviese dentro el pajarillo que vol sin poderlo remediar; por lo que todas las demas estn tan apesadumbradas que ni se atreven mirarte de vergenza por haber quebrantado tus reales rdenes , lo cual, yo que s lo benigno y clemente que siempre has sido, te ruego las perdones, pues no fue con intencion de desobedecerte sino por mera fragilidad de su naturaleza. Dicho esto volvise el rey las damas con airado rostro, y las dijo con enojado acento: Ah mujeres locas! qu poco juicio os comunic vuestra flaca naturaleza! Teneis audacia para pretender los cargos pblicos de mi crte? Decidme: cmo pudierais guardar un secreto que importara mis estados, defender, castigar y disponer de la vida de los ciudadanos, no siendo capaces por una sola hora de tener cerrada una caja encargndoos tanto que no la abrierais? Volved vuestras casas y ejerced lo que vuestra condicion atae: cuidad de las familias y quehaceres domsticos, que ese es vuestro empleo propio, y dejad el gobierno los hombres, pues si recayera en vuestras manos, todo caminara sin pis ni cabeza, no habiendo cosa por oculta que fuese que no se divulgase. Levantos idos, repito, y os aconsejo que no se os ocurra jamas semejante desatino. Y despidi la reina casi en los mismos trminos, hacindola acompaar su cuarto de varios caballeros. Furonse las mujeres tan sumamente desconsoladas y afligidas que nunca ms volvieron pensar en salirse de su esfera, quedando bien escarmentadas con lo que las dijera el monarca.

Observando entnces el rey el aire de complacencia del astuto y sutilsimo Bertoldo, le dijo: Tu ingeniossima invencion nos ha salido las mil maravillas. Bien va la cabra coja -como el lobo no la coja.' . Por qu dices eso? Porque mujer y fuego hallan lugar luego. Quien se sienta en la ortiga alguna vez le pica la hormiga. Quien al cielo escupe en el rostro le cae. A Lo dices por m? . ' ? Te dir, replic Bertoldo, he sido tu coadyutor en cuestion tan importante como esta, y en premio me das entender que alguna vez tengo de caer en la trampa, pagndolas todas juntas, No soy tan ingrato que desconozca tus mritos. Conocerlos es poco; pero si los aprecias debidamente es mucho. No dudes que luego te remunerar de todo, si bien con la condicion de que siempre has de tener los pis juntos. Los ahorcados tambien los tienen. Todo lo interpretas al reves. Piensa mal y acertars. Pero t piensas mal y haces peor. Qu dao hago en tu crte? Carecer de cortesa, urbanidad y buena crianza. Y qu te importa que'est mal criado y peor acostumbrado? Mucho, puesto que permaneces sin el decoro ni acatamiento debido. Mostrad cmo. Nunca te quitas el sombrero ni humillas la frente. El hombre no debe humillarse otro. Segun la jerarqua debe usarse de atencion y respeto. Hazte cargo que todos somos barro; t eres barro, yo soy barro, y todos nos hemos de volver barro; y el barro'no debe ni puede humillarse al bario. *v, Dices bien que todos somos barro, replic el rey; pero hay diferentes barros, pues de uno se fabrican varias cosas de porcelana riqusima, y sin embargo sucede que en unas se ponen y guardan licores exquisitos y odorferos , y otras se emplean para cosas viles indecentes. Yo soy una de aquellas en las cuales se encierra todo gnero de blsamos, aromas, claveles, rosas, inciensos y otras preciosidades, y t eres una de las que encierran toda .especie de inmundicias; no obstante que uno y otro estamos for mados del mismo barro y amasados por la misma mano. - No te lo niego ; pero tan frgil es el uno como el otro , y

cuando los dos se rompen, igualmente se arrojan los pedazos la calle, y ni del uno ni del otro se hace caso ni aprecio (10). Tienes razon, replic el rey, pero sea como fuere, has de hacerme una reverencia. No lo creo. Cmo que no? . He comido asadores y al tiempo de bajarme se me romperan las tripas. Ah villano! Aunque revientes me hars una cortesa si te me presentas otra vez. Todo puede ser, aunque se me hace muy cuesta arriba creerlo. Maana lo vermos; por esta noche puedes irte casa. Despidise Bertoldo, y aquella noche dispuso el rey bajasen la puerta de su despacho, de tal suerte que cualquiera que entrase . . fuera menester inclinara la cabeza, cumplindose as el deseo de que Bertoldo le hiciese reverencia y de salirse con su tema. Volvi la maana siguiente el astuto Bertoldo, y al reparar en la puerta conoci el ardid del rey para obligarle humillar la frente al tiempo de entrar; pero el gran socarron, en lugar de entrar de frente, se volvi y le acat con las espaldas. Aplaudi el rey la gracia, recibiendo gran gusto de ver la salida que hall con semejante agudeza; sin embargo, fingise algo enojado y le dijo: Idiota, rstico y descortes, quin te ha enseado entrar en mi despacho de esa manera? Quin? respondi Bertoldo. El cangrejo. Cmo te lo.ha enseado el cangrejo? Has de saber, seor, replic Bertoldo, que mi padre tenia diez hijos y era sumamente pobre. Por lo regular hasta el pan nos faltaba la noche, y en vez de darnos de cenar sola referirnos varias fbulas y cuentecillos para que nos quedsemos dormidos. Suceda lo mismo que'deseaba, pues entre el hambre y el sueo, cuando la primera no se satisfaca se daba entrada al segundo, logrando as lo que se propona hasta el da siguiente que la Providencia, ocurra nuestra escasez. Entre las varias cosas que e^o contar, se me qued en la memoria la que voy referir, la cual si escuchas con silencio y paciencia ser muy de tu gusto, pues viene como de molde. Te permito que la refieras, porque tendr originalidad. Mi padre decia, continu Bertoldo, que cuando hablaban los animales, y las lechuzas tejan manteles, el cangrejo y la langosta eran amigos ntimos, y dispusieron ir corref mundo y ver cmo s viva en las demas tierras. El cangrejo caminaba entonces adelante como todos los animales, sucediendo lo mismo la langosta, que no andaba de

medio lado como ahora. En fin, habiendo salido de casa de sus padres, anduvieron largo tiempo por el inundo; llegaron al pas de los saltones, despues pasaron al de las lucirnagas, el cual lindaba con el de las mariposas, de suerte que corrieron todas aquellas tierras y observaron varias costumbres entre dichos animales; internronse hasta la patria de los erizos, empeados la sazon en cruenta guerra contra los murcilagos, cuyos trminos eran confinantes, por sospecha de traicjon y otras causas que.alegaban. Llegaron, pues, los dos compaeros al primer lugar y fueron descubiertos por una patrulla, y sospechando fuesen espas, los prendieron y condujeron atados de pis y manos su capitan, que los examin respecto al fin de su viaje; y no encontrando en ellos ms malicia ni interes que el deseo de ver mundo, se tranquiliz. Manifestaron que la casualidad les habia llevado aquella tierra, y como eran forasteros no estaban enterados de lo que all suceda; que slo deseaban se les pusiese en libertad para regresar su patria, y si no lo pudiesen lograr por razones" de estado, suplicaban se les concediese plaza de soldados en el ejrcito con el sueldo correspondiente, y de este modo serviran con fidelidad en aquella guerra. Luego que el capitan oy tal proposicion los mand desatar parecindol que eran esforzadsimos por la gran cantidad de patas y brazos que tenian, disponiendo que los pusieran en. lista con los demas. Sucedi, pues, que habiendo mandado al cangrejo fuse de espa al campo enemigo, como el pobre era nuevo en aquella tierra y caminaba con tanto silencio, escondiendo la cabeza debajo de su cola, se presumi no sera conocido con tanta facilidad. Dirigase, pues, animosamente al campo del enemigo, donde encontr los centinelas dormidos, y penetr hasta la real tienda de la comadreja, imaginando que tambien durmiese la guardia; pero el infeliz tuvo mala fortuna, porque estaban todos despiertos divirtindose al juego de par y pinta: as fue que al tiempo de asomarse el cuitado para ver lo. que pasaba, le atisb uno de los soldados, el cual levantse con cautela fin de que el cangrejo no lo notase, y tomando un palo, arrojselo con tal acierto, que dndole en la cabeza le dej como muerto por la violencia del golpe; y no tener las armas que le concedi la naturaleza, le hubiera echado los sesos al aire: y eso que ignoraba fuese espa, ntes bien creia hubiese llegado all por casualidad; y viendo tan rara figura, quin sospechara cosa semejante? Creyndole muerto, le agarr por las astas, tirle una laguna inmediata, y sentse otra vez jugar con la mayor tranquilidad.

Luego que volvi en s el desgraciado cangrejo, no pudiendo apnas levantar la cabeza, jur y protest no entrar en parte alguna con la cabeza adelante, procurando siempre caminar al contrario, pues si le suceda otro lance anlogo prefera que le diesen en el espinazo. v Regres al campo y refiri circunstanciadamente lo acaecido, noticiando como las centinelas dorman, pero que en la real tienda de la comadreja se velaba. Oyendo esto el capitan hizo armar con gran sigilo y presteza el tercio de las ardillas y determin asaltar con ellas al enemigo. As fue, pues hallndolos todos juntos en la tienda real, ninguno di cuartel, pasndolos cuchillo en venganza del infeliz apaleado cangrejo, el cual despues de lo ocurrido dijo la langosta: Vamonos de este pas, que no quiero verme en otro percance por el estilo, porque juzgo que la guerra no nos conviene. Dices bien. Pero cmo nos escaparmos, respondi la langosta, pues es muy posible que nos vean descubran por las pisadas? T caminars de lado, replic el cangrejo, y yo hcia atras, y as salvarmos la dificultad. Parecile bien la determinacion la langosta, y ponindose luego de puntillas empez caminar de lado con tanta ligereza, que apnas la podia alcanzar el cangrejo; y de esta suerte escaparon del campo por un paraje escabroso y poco frecuentado. Llegaron finalmente sus casas bien mortificados por los grandes peligros en que se hallaron, y la hora de su muerte dispusieron en su testamento que sus descendientes caminasen en lo venidero del mismo modo que lo hicieron en aquel apurado trance, y que este mandato se observase rigurosamente. Por esto sin duda desde entnces, en cumplimiento de.lo ordenado por el cangrejo, caminan sus descendientes como aquel dispuso. Y yo, teniendo presente el caso al tiempo de entrar, he creido conveniente imitarlo, pues si lguien me descargaba algun golpe, era mejor que lo padeciesen las espaldas que la cabeza. Ahora quisiera saber qu te parece, y qu me respondes, aunque discurro que habr sido de tu agrado .la fabulilla. Cierto que s, pues me has divertido, dijo el rey. Ahora vete tu casa; pero has de volver maana de conformidad que te vea y no te vea, trayndome una huerta, un establo y un molino. Prometo traerte todo eso y ms que ine pidas. Ms vale lo que t ofreces que lo que otros dan.

Con la circunstancia de que yo doy cuanto ofrezco, dijo Ber- toldo, diferencindome de t y otros grandes seores, que si bien en ocasiones el orgullo y no la magnanimidad os impulsa hacer buenas obras, otras sois olvidadizos hasta la ingratitud, y pagais con ella los que mejores servicios os prestan (11). Me ests ofendiendo y puedo mandarte ahorcar, advirti el rey. Otro tanto hiciste con varios que te adularon; y lo que es peor, igualmente te portaste con otros que te defendieron: con que no me cogera de nuevo cualquier atrocidad que hicieras conmigo. Ea, basta de conversacion: no olvides lo que te he encargado, y ten presente que si no lo cumples te espera una buena. Corriente, dijo Bertoldo: me voy para cumplir tu capricho, por lo que te divierte y me divierto. A Dios. ALEGORA E. LA SOBERBIA DE LOS GRANDES Y LA \ AMUA> DE XAS MUJERES PUEDEN MENUDO SER HUMILLADAS POR UN RSTICO. Al dia siguiente el astuto Bertoldo suplic su madre le hiciese una torta de acelgas, manteca y queso, con abundante harina por defuera. Tom despues un harnero, tapse con l el rostro, y con la torta en la mano volvi la presencia del rey, quien vindole aparecer de manera tan extraa, solt la risa y hablle de esta suerte: Qu significa ese harnero con que te encubres el rostro? No me mandaste que viniese de modo que me vieses y no me vieses? Cierto. Pues ya me ves y Ho me ves por los agujeros del harnero, Observo que sales bien de todo con tus sutilezas. Pero dme: dnde est la huerta, el establo y el molino que mand me trajeses? En esta torta, respondi Bertoldo, se hallan representadas las tres cosas: las'acelgas significan la huerta, la manteca y queso el establo, y la harina el molino. Es cierto que no he visto ni tratado entendimiento ms perspicaz que el tuyo , dijo el rey maravillado de tanto ingenio: desde hoy en adelante pdeme cuanto quisieres, y te doy permiso para que te sirvas: de mi crte en todas tus necesidades. Con semejante ofrecimiento Bertoldo se desvi, y retirndose un patio bajse las bragas y fingi evacuar alguna necesidad, lo cual visto casualmente por el rey desde una ventana, le dijo: Bestia, qu intentas hacer? No dices que me sirva de tu crte en todas mis necesidades? Cierto; pero no lo decia por tanto, ni imaginara tal atrevimiento.

Pues justo es que me sirva del ofrecimiento, replic Bertoldo, y descargue el grave peso que no puedo resistir. Y observndolo un guardia, alz un palo para sacudirle, diciendo: Bruto, insolente! Vete la cuadra con los ms racionales que t, y otro dia no te atrevas tamaa desvergenza en palacio, y casi delante del rey, si no quieres que te rompa las costillas. Encarse entnces Bertoldo con l y con grande nfasis le respondi: Hermano, mrchate poco poco, y no seas tan pronto ni tan celoso: advierte que tambien las moscas que revolotean por las cabezas de los tiosos se ponen sobre la real mesa y se ensucian en el plato del rey, que no obstante come la sopa sin escrpulo alguno. Por consiguiente , cmo notas que yo haga en el suelo cosa tan indispensable y necesaria? Si el rey me concede en las necesidades servirme de su crte, qu ms necesidad puede ocurrrseme que la presente (1)? Por esta accion entendi el rey el simbolismo de Bertoldo, y sacndose del dedo una sortija le dijo: Toma esta sortija por recompensa: y t, tesorero, treme mil escudos, que deseo hacer un regalo Bertoldo. No quiero que me interrumpas el sueo. Por qu? pregunt el rey. Porque teniendo esa sortija y tanto dinero, respondi Bertoldo, no descansaria, devanndome continuamente los sesos sin hallar sosiego temiendo que me robaran (2). Adems que siempre he odo decir que quien de otro toma, s mismo se echa la maroma. La naturaleza me hizo libre y libre quiero vivir. Pues con qu te podr gratificar? Demasiado paga quien conoce el beneficio (3). No basta apreciarlo, sino que para manifestar el reconocimiento es preciso recompensarlo. La buena intencion es suficiente paga para el hombre de bien, advirti Bertoldo. El superior no debe ceder al sbdito en generosidad, dijo el rey. Tampoco debe el sbdito, replic Bertoldo, aceptar nada que valga ms de lo que l se merece. Y en esto estaban de su conversacion , cuando lleg un gentilhombre de parte de la reina con una carta en la cual suplicaba al rey le enviase Bertoldo, pues deseaba desvanecer su tristeza con sus gracias; pero todo era ficcion, valindose de semejante pretexto para tener proporcion de quitarle la vida, sabedora de que por su causa habian las damas recibido del rey tan grande afrenta y disgusto; por cuyo motivo estaban tan enfurecidas en contra suya, que poderle coger entre sus uas le desollaran vivo. Leida

la carta y dando crdito su contenido, el rey dijo Bertoldo: Nuevamente me suplica la reina que te permita ir su cmara, porque como se halla algo indispuesta deseara que la divirtieras con tus gracias. Tambien las zorras fingen veces estar enfermas para poder agarrar mejor los pollos, respondi Bertoldo. Qu intentas decir con esto? La experiencia me sirve de libro (4). Enfado de dama presto se pasa. Las ascuas cubiertas mantienen largo tiempo la ceniza caliente. No sabes el objeto por que te llama? Buenas palabras y malos hechos engaan locos y cuerdos. Al que se ha de ir, aviarle. que agua pasada no muele molino. El que una vez se quem con las sopas, las sopla aunque estn fras; lo que es igual, el gato escaldado del agua fra huye. Vaya, que de corsario corsario no hay mas prfida que los toneles vacos. El borracho piensa una cosa y el tabernero otra. Mas por satisfacer un gusto nada se pierde. Gusto que causa dao Dios le d mal ao. Estando en mi crte nada temas. Ms vale pjaro de campo que de.jaula. V al instante y no te hagas desear, porque cosa rogada suele ser poco agradecida. Quien empuja la nave la mar, est ms expuesto al peligro. Acaba, v y no temas. Cuando va el buey al matadero, suda por delante y tiembla por detras. Revstete con el nimo del leon y entra resueltamente. No puede tener nimo de leon quien tiene corazon de oveja. Anda, que y#Se le desvaneci el enfado la reina , pues la burla pasada se ha convertido en risa. Risa de seor, serenidad de invierno, sombrero de loco y trote de mua vieja duran mnos que los valientes y el buen vino. No hagas que te esperen, pues toda tardanza es enfadosa. En fin, voy porque me lo mandas , salga lo que saliere, vaya como quisiere; de cualquier modo es menester entrar, sea por la puerta la cerradura. Lo que me preocupa algun tanto no es la entrada, sino la salida; pero all vermos, pues aunque hay un refran que dice la fuerza no hay resistencia, otros autores han probado que ms vale maa que fuerza. , ALEGORA m. m * .*.

DAR AUDIENCIA LOS SUBDITOS ES VIRTUD Y OBLIGACION DE PRNCIPES MAGNNIMOS Y JUSTOS, AS COMO ES PRUDENCIA EN EL CORTESANO OBEDECER SU SOBERANO (1). Luego que Bertoldo se encamin la cmara de la reina, oy por casualidad que se habia dado rden para que inmediatamente le viesen entrar le soltaran todos los perros, fin de que quedase por ellos bien castigado. Es cuanto puede llegar la crueldad! Pero pronto concibi Bertoldo el medio de salvarse de los perros , acordndose de que al pasar por el mercado habia visto una liebre viva, la cual fu comprar y llevesela oculta debajo del tabardo. Subi palacio para cumplir con la rden, y al llegar cerca de la antecmara de la reina soltaron los perros disparndose desesperados acometerle, y de seguro .1^ hicieran mil pedazos dentelladas, si vindose en tan gran peligro no soltara inmediatamente la liebre, la que apnas distinguieron los perros, salieron tras ella con tanta precipitacion que dejaron Bertoldo, llevndoles ms la aficion la caza, quedando as el ingenioso rstico ileso de las crueles mordeduras que le esperaban. Al mismo tiempo que se celebraba la fiesta de la liebre con los perros, presentse la reina, quien qued al verle admirada, pues estaba persuadida de que aquellos le haban hecho pedazos, di- , cindole con gran clera y enojo: *" ~T aqu, embustero, asesino? Ojal no estuviera! ". Cmo te has escapado de los dientes de mis fieros alanos y dogos? pregunt la reina no acertando salir de su asombro. La Providencia me ha librado, respondi Bertoldo. f^jCalla, que no se rie siempre la mujer del ladron. Quien va al molino preciso es que se empolvorice. Quien lleva al primero no va vaco. Al que le toca es el que lleva. Pues t te toca esta vez. El confiado sale engaado. Prometer y no dar es gran locura (2). El que falte pague la res. El que no lo juega lo malgasta. El favorecido por la suerte goza fama de prudente. Ir bestia y volver bestia es la misma cosa. No entremos, dijo la zorra al lobo. Sin embargo, he conseguido que entraras pesar de tu malicia y tus nfulas de astuto. Paciencia! dijo el lobo al borrico. Tales andan las bodas que Do me llaman la mesa.

Su tiempo llegar quien lo espera, aadi la reina. Ventura me d Dios, que el saber poco me basta! replic Bertoldo. Tras el trueno viene la tempestad. Es cierto, porque el pescado grande se come al chico. No todos los gallos conocen las habas. Pero si la serpiente guarda el veneno en la cola, la mujer airada lo tiene esparcido por todo el cuerpo. Yo te aseguro que esta vez no escapars, aunque intentes las ms sutiles maOas, dijo la reina herida en su dignidad. A fe mia que ahora no volvers alabarte de tus burlas: veamos si tus estratagemas con- las mujeres te valen siempre. t ^ Al que no le toca una, le pilla otra, replic Bertoldo sldesconcertarse; el que camina ms presto engaa al compa$o. Sl' te pido que ya que ests empeada en castigarme, seS tffftto n-^J tes, para salir del susto de una vez, y venga lo que Dio quisiere. iv Al orle producirse en tales trminos la reina muy enfadada lo hizo prender y atar fuertemente de pis y manos, manijando llevasen un cuarto cerca del suyo, porque de nadie se fiafa, miendo se escapase como otras veces, valindose de sus sutiles astucias. Para mayor seguridad le hizo meter dentro de un sacorque ataron para que no pudiese sacar la cabeza, y psole un alguacil de centinela para que tuviese cuidado hasta la maana siguiente que intentaba mandarle arrojar al rio, impidindole de esta suerte volviera dar ms chascos y usase de sus maas. Qued, pues, nuestro Bertoldo atado de pis y manos en el saco, y nunca consinti en su fin ni tuvo ms miedo la muerte que en esta ocasion; pero hasta en medio de tanta zozobra ide una nueva astucia para librarse, la cual le sali medida de sus deseos. En tan apurado trance fingi hablar consigo mismo, y empez suspirar y quejarse diciendo: Oh picara fortuna, y cmo te alegras y gozas de mortificar tanto los pobres como los ricos! Oh maldita hacienda, en qu estado me has puesto! Mejor hubiera sido para m, y ms felicidad disfrutara, si mi padre me dejara pobre mendigo, pues no me ha- llaria en tan infeliz conflicto. Ahora me desengao de que para nada ha servido disfrazarme, ni vestirme con este grueso sayal, dando entender que era un pobre desdichado, no bastando mi humildad ni abandonar mis bienes para que no me hayan

descubierto y conocido por hombre rico! De hecho no se han engaado: pluguiese Dios no lo fuese! Slo la avaricia de gozar mi hacienda les hace querer emparentar conmigo! Bien puedo padecer trabajos; pero nunca consentir ni admitir la proposicion de casarme con ella; pues siendo yo, aunque con riquezas, contrahecho y feo, estoy casi seguro que la novia tendra tentaciones de serme infiel; por consiguiente, si la reina insiste en que'me case con ella, me imagino perdido, y sin saber en semejante lance qu hacer, ni cmo escapar de tal violencia. Movido de la curiosidad de saber la razon de tal discurso, y tal vez apiadado tambien, aproximse el ministro al lugar de donde salian las lamentaciones, y pregunt: Qu discurso ests haciendo? Dme, infeliz: por qu te han metido en ese saco? Ah hermano! respondi Bertoldo con lastimera voz. Djame, que nada te importan mis cuitas. nicamente te suplico no me toques ni preguntes: djame quejar de mi desgracia y cumple con tu oficio. Advierte que, aunque alguacil, soy humano y compasivo, y me mueven lstima las calamidades del prjimo; y si no pudiese ayudarte en el trabajo que padeces, porque mis fuerzas no lo alcanzan, lo mnos te proporcionar algun consuelo que te sirva de alivio. Poco consuelo puedes darme, porque el trmino es breve para lo que conmigo intentan. ' Pues qu, te quieren dar doscientos palos? Peor. Tormento? Mucho peor. Echarte galeras Tres veces peor. Ahorcarte y descuartizarte1? Todava peor. Achicharrarte? Mil veces peor. Pues qu pueden hacerte que sea peor? Me quieren casar (3). Y lo encuentras peor que lo dicho? interrog el alguacil sorprendido por tan inesperada salida. Me imaginaba que eras hombre de entendimiento, pero ahora me persuado de que eres un bestia. Juzgu habias cometido un extraordinario delito, y sales con esa rara extravagancia digna ms de risa que de lstima.

Amigo, replic Bertoldo, no quiero suponer que el casarse sea peor que lo dicho: lo malo consiste en el modo con que intentan llevarlo cabo; y para mi genio te aseguro me ha de ser ms trabajoso que lo dicho. Veamos cul es su intento. Explcate ms claro para que pueda entenderte. Ninguno, dijo Bertoldo con gazmoera; y quisiera no me oyese nadie, porque s que acabaran conmigo. Nadie hay ms que yo, advirti el alguacil; por lo que puedes hablar con toda seguridad. Te suplico que no me seas traidor, dijo el astuto rstico. No presumas de m tal cosa, se apresur responder el alguacil ; y puedes hablar con toda conflanza, que te guardar secreto y te ser fiel. En fin, me fio de t, pues conozco que eres hombre de bien, y espero que no faltars tu palabra. Ea, pues, empieza contarme el caso, que te escuchar atentamente. Has de saber, dijo Bertoldo fingiendo la mayor candidez, que me hallaba con abundancia de bienes, que se juntaba el lustre de mi nacimiento, dotes con que quiso adornarme el cielo; pero como todo no puede ser cabal en el mundo , he tenido la desgracia de nacer muy al contrario de la regular figura de los demas hombres , pues soy tan disforme y monstruoso de cuerpo, que no se hallar segundo en lo humano. Con el motivo de una ausencia dej poderes cierto caballero de mi lugar para que cuidase de mi hacienda. Este caballero tiene una hija muy bonita, y llevado de mis cuantiosas riquezas ha determinado pesar de m fealdad casarme con ella. Tanto l como varios sugetos me han instado repetidas veces sobre el asunto, para reducirme que consienta; mas considerando que estas diligencias no son por el amor que me profesa la novia, y como tampoco puedo persuadirme de que la haya seducido mi Ggura, porque discurro que la ciega solamente el interes, heme resistido tal pretension, y ntes quisiera verme en la horca que casado con ella. Y tan rico eres? pregunt el alguacil un tanto movido por el respeto que infunde la riqueza. S por cierto, respondi el astuto rstico: tanto en bienes races como en muebles me ha concedido mucho el cielo. Pero, cunto ascender tu renta? insisti el alguacil. Un ao con otro contar sobre seis mil escudos, limpios de polvo y paja. Cascaras! muchos marqueses hay que no los tienen. Y dme: es rico el padre de la novia?

Est bastante acomodado, dijo Bertoldo; pero comparado con mi caudal, es pobre. Cunto tendr? tinos mil escudos de renta. No es tan pobre como supones, advirti el alguacil. Y es bien nacido? Eso s. Y no quiere dar algo en dote? S, por cierto... Espera, que te lo contar todo, supuesto que deseas saberlo; aunque si no desatas un poco el saco para sacar la cabeza fuera, casi no podr referrtelo. Destalo, y cuando hayas odo mi peregrina historia, lo volvers cerrar. Con mucho gusto lo har , dijo el alguacil acompaando la accion la palabra. Ea, pues, ya est desatado; habla ahora tu gusto. Pero qu cara tan fea tienes! Slo con ella puedes espantar una corrida de toros; si lo demas del cuerpo corresponde tu fisonoma, sers sin duda un animal horrendo. Acaba de sacarme del saco y vers qu bien plantado soy. Lo har; pero es menester que vuelvas meterte luego que hayas acabado. Quedamos conformes, y nada receles, pues soy caballero, y basta. ALEGORA IV. EL CORTESANO NO DEBE EXPONERSE A LA ENVIDIA NI AL DESPRECIO. QUIEN NO SABE GUARDAR UN SECRETO NO ES APTO PARA NINGN NEGOCIO. EL ARTIFICIO , AUNQUE CEDA LA FUERZA , SIRVE PARA SALVAR DE LA DE LOS PODEROSOS. Vamos, sal fuera! dijo el alguacil. Aqu me tienes: qu te parece esta prosopopeya? Es cierto que eres un bello caballero. Ay Dios mio! No he visto en mi vida ms horrorosa figura! Dme: te habia visto la novia por ventura? Nunca, respondi Bertoldo: y para que ella no me conozca hanme encerrado en este saco, y quieren traerla aqu con el fin de desposarnos sin luz, y luego me desatarn, y al presentarme su vista ser forzoso que se contente, porque as est dispuesto, recibiendo entnces los dos mil doblones de oro que me tiene ofrecidos la reina. Cierto que es buena ventura, exclam el alguacil. Ay qu nio tan hermoso! Oh qu hacienda tan mal empleada! Cuntos pobres honrados se contentaran con la tercera parte! Miren al I.! alguacil saca ;i L'cIloldo dil ccslal. salvaje, que por poseer hacienda y ser caballero tiene mucha fortuna emparentar con l una de las primeras y ms distinguidas familias! Por esto dice bien el refran que el

interes obliga estar al tioso'asomado al balcon. Que m, que soy pobre y no mnstruo como este pollino, no me venga tal fortuna! Pero maldita sea la hacienda, que sirve para guerra de los hombres! Si fueras hombre de bien esta noche te haria riqusimo, dijo Bertoldo con intencion. De qu suerte? pregunt el alguacil. Atiende: estoy resuelto no casarme con ella aunque me rompan la crisma, porque sabiendo que es tan hermosa como el sol y adornada de todas las habilidades y gracias, y por eso envidiada de muchos, cavilo y sospecho que no ser para m solo. Ademas, en vindome tan feo y contrahecho temo no la tiente el diablo y me d algun bocadito sabroso, compuesto con el nombre del gran Turco Solimn, y en pocas horas me despache al otro mundo; y as, si quieres entrar en el saco en mi lugar, te har dueo de una fortuna tan grande como la que podias esperar en tu vida. Cscaras! Parael picaro que hiciere tal locura! Exponerme que cuando vieran que no eras t me echaran un nudo al pescuezo y enviaran la eternidad! Nada receles, dijo Bertoldo, porque en seguida que ests desposado y conozcan que no hay remedio, tendrn paciencia aunque lo sientan; fuera de que t eres buen mozo y agraciado, y acaso se alegrarn, tomando en cuenta mi estupenda fealdad. Una vez hecho, ya no lo podrn deshacer, y con esto entrars en posesion de toda mi hacienda y la suya, porque su padre es muy viejo y poco puede vivir; y en adelante lo pasars con honra y grande esplendor, Shj ejercitar el bajo oficio en que te ocupas, tan vituperable, infame y aborrecido del pueblo. El negocio parece fcil primera vista, pero no quiero ponerme en semejante riesgo, y por tanto vuelve entrar en el saco. Ah cuitado! insisti Bertoldo. Pues no sabes que al audaz le sale bien tentar fortuna (1)? Qu mal te puede resultar de este negocio? Quieres t, una vez desposado con da, que su padre te haga dao alguno? La modestia de la novia, una vez ajustado, temes que ponga dificultad y diga que no te quiere? Y la reina, siendo tan liberal que raya en prdiga, piensas que no querr desembolsar el dinero? No lo har de ningun modo, por no parecer avarienta. Yo te aseguro que todos se conformarn, diciendo que es una fortuna llovida del cielo, y lo llevarn con la debida prudencia; y t vivirs despues muy regalado y contento con tu mujer, servido de muchos criados, sin tener que

envidiar nadie en este mundo. Reflexiona bien este gran fortuna que te depara el cielo, porque no se porporcionan cada dia ocasiones semejantes. Vamos, . entra en el saco, y no lo pienses ms! Porque si hubiera algun peligro, no te excitara que ejecutases cosa que te perjudicara; ni tampoco has de imaginar que te engao y finjo lo que te he dicho. Maana, ntes de comer, sabrs por experiencia lo mucho que te quiero: bgome cargo de tus mritos, y eso me mueve hacerte esta proposicion. Ello es cierto, dijo el alguacil titubeando, que me lo has pintado tan bien, que casi estoy determinado arriesgarme, hecho cargo de lo que se suele decir que el que no se embarca no pasa la mar. Quin puede saber los arcanos del cielo y lo que me tendr destinado en semejante aventura? Yo no entiendo de bachilleras, replic Bertoldo; slo s que aquel que no disfruta su fortuna cuando se le viene rodada la mano, suele suceder que cuando la busca la encuentra en el rio. Y ya que el cielo quiere concederte esta dicha, por qu la desprecias? S muy bien que si no conocieras mi sinceridad no pondras tantas dificultades. En fin, hermano mio, haz lo que te pareciere, que no quiero cansarme ms en persuadirte por tu bien. Ya me entro en el saco; ven cerrar, que te aseguro no he de decir ms por todo el oro del mundo, pues porfiar ya fuera necedad. Agurdale un poquito, que bastante tiempo hay para hacer osla operacion, advirti o alguacil. Quien tiene tiempo no espere tiempo, repuso Bertoldo; considero que desprecias tu fortuna, y no quiero fatigarme ms: harto loco es aquel que hace bien otros en perjuicio suyo. No dudo que tus persuasivas palabras nacen del grande amor que me profesas; asi como conozco que te has molestado por m, y no pretendo abusar de un bien como el que me ofreces. Ya me tienes convencido y resuelto entrar en el saco y hacer cuanto me has dicho sin faltar lo ms mnimo; porque despues de desposado forzoso ser que quede seor y dueo de todo, y que tengan todos paciencia y con lo hecho se conformen. Vaya, cierra este saco, que voy otra vez zambullirme dentro, dijo Bertoldo. Agurdate un poco, pues ya estoy resuelto entrar. No, no quiero hablar ms sobre eso; ven y atars la boca del saco, repuso Bertoldo con grande fingimiento. Detente, amigo, no me quites dicha tan grande como la que espero, exclam el alguacil.

Vamos, pues, no quiero dejar de concederte esta gracia, aunque es verdad que no poco me has hecho enfadar con tu timidez; entra en el saco, y no hables ms; slo te advierto que tengas cuidado y esperes lo que te ha de venir. Por la maana conocers la obra tan buena que he hecho por t. Si no hubiera formado concepto de que eras hombre de bien, no me redujera encerrarme dentro de este saco, dijo el alguacil metindose en l. Ya te he dicho que no tienes de qu recelar: mete bien dentro ese otro brazo, baja un poco la cabeza, porque eres ms alto que yo, y no podr atar bien la boca si no te encoges. Me entiendes? Ay que me desnuco y el pescuezo se me tuerce! Aguarda un poco: ata ahora como quieras, que juzgo no estar aqu mucho tiempo, porque no tardar en llegar el lance de mi fortuna, segun lo que me has referido. Dentro de dos tres horas lo ms estars ya despachado. Ea, pues, estte quieto y no hables, no sea que te conozcan y se eche todo perder. Prometo no hablar ms; pero arrmame la pared, porque me cansar de estar en pi. Vlgate Barrabas, y lo que pesas! exclam Bertoldo suspendindole. Ya ests arrimado... Ests bien? Perfectamente. Pues guarda ahora un profundo silencio, advirti Bertoldo, que es lo que importa hasta que el lance se logre. Descuida, que no chistar, dijo el alguacil; pero tambien debes estarte quieto hasta que llegue la novia. ALEGORA V. EL SABIO EVITA LOS PELIGROS CON DESTREZA, DESPERTANDO LA CODICIA, LA CUAL ACARREA GRAVSIM OS DAOS. Despues que Bertoldo dej al alguacil bien asegurado dentro del saco, slo pens en librarse de la tempestad que le amenazaba. Madurado su proyecto, determin salir por la maana temprano; pero siendo preciso pasar por el departamento de la reina, recelaba ser descubierto. Sin embargo resolvise, acechando ntes repetidas veces y pegando el odo la cerradura por si acaso oa algun rumor; y notando el silencio que reinaba, porque estaban todos sumidos en el ms profundo sueo, abri con tiento la puerta de la cmara de la reina, y acercndose al lecho con gran sigilo, observ que estaba dormida, y ocurrisele pegarla otro nuevo chasco, que llev efecto ponindose sus vestidos. As disfrazado pas poi;Jas habitaciones donde dorman las damas, y descolgando las llaves que estaban cerca de la cama de la portera, abri las demas puertas

con gran diligencia, y presto se encontr fuera del recinto de palacio. Acaeci que haba nevado aquella noche; y temeroso de ser descubierto por las pisadas, se puso al reves los zapatos, de suerte que las pisadas denotasen ser de lguien que viniera palacio y no de quien hubiese salido. Mas al verse en libertad discurri sobre el compromiso en que se hallaba, y en ninguna parte le pareca estar seguro, hasta que al fin hall detras de los muros de la ciudad un horno, en el cual se entr. Acudieron las damas por la maana vestir la reina, y no hallando los vestidos que dejaran por la noche quedronse admiradas y confusas; lo que sabido por la soberana mand le trajeran otros, levantndose tan enfadada que se encamin presurosa donde dejara Bertoldo en el saco; mas no viendo al centinela imaginse que este habia sido el ladron. Tan colrica se puso que asegur que si le caa en las manos lo mandara ahorcar al punto; pero pesar del enfado acercse al saco, y creyendo hablar con Bertoldo, dijo: Ests de tan buen humor como siempre? Seora, estoy dispuesto desposarme con ella cuanto ntes, respondi el alguacil. Pero qu es lo que quieres cuanto ntes? No lo teneis ordenado? No, dijo la reina maliciosamente y con secreta intencion de darle cosa no tan apetecible como la que l deseaba; pero harmos que al punto se disponga. Cuanto ms ntes sea lo estimar, porque anhelo despachar pronto. No pasar mucho tiempo sin que quedes contento. Grande es el ansia que tengo de alcanzar esta dicha, y por lo tanto haz que vengan sin dilacion. En breve te llevarn donde ella est y con eso quedars complacido. Pues si el concierto ha sido que viniera para desposarnos aqu en secreto y cobrar luego los dos mil doblones , cmo he de ir adonde ella.est? Procura que la traigan sin tardanza, que estoy dispuesto cumplir lo contratado. Qu desatinos proflere ese bestia? Qu dice de la esposa y los doblones? Sacadle la cabeza, que deseo verle el rostro. Y como viese que estaba muy distante de ser el que suponia, llena de asombro y deseosa de saber la causa de semejante fechora, dijo: Quin te ha puesto en ese saco? Aquel que haba de ser marido, respondi con naturalidad el alguacil, quien no queriendo por esposa la que le destinabas, ha renunciado en m esta fortuna; por lo cual

puedes mandar que la conduzcan aqu juntamente con los doblones ofrecidos en dote, que estoy pronto cumplir cuanto con l estaba pactado. Qu esposa ni qu doblones? Habla ms claro para que pueda entenderte. La esposa y los doblones que queras dar aquel rstico. Ya veo que le ha engaado! exclam encolerizada la reina dirigindose los que la rodeaban. Pues me asegur cuanto he manifestado, y para que llenase sus veces me hizo entrar en este saco, escapndose para que no le obligasen casarse. Por consiguiente vamos en seguida celebrar el desposorio, pues estoy pronto hacer de grado lo que l por fuerza. Espera un poco, que luego traern el dinero, pues es muy justo que yo cumpla el contrato en honra y provecho tuyo. Estoy pronto, y cada hora se me hace un siglo para contar el dinero; pero te advierto que los doblones sean cabales de peso. Primero los contars, dijo la reina, y si fueren cortos, se te cambiarn. Mintras tanto empieza contar. Y llam cuatro criados que acudieron con garrotes y empezaron descargar con tal furia sobre el desdichado alguacil, que al verse tan mal parado empez clamar perdon; pero ljos de compadecerle, le sacudan ms rcio, hasta dejarle en el suelo como muerto. Mas tal era la clera de la reina, que no considerndolo suficiente castigo, mand que metido en el saco lo arrojasen al rio: as cobr el desdichado los dos mil doblones, y en lugar de la ofrecida novia obtuvo su sepultura (1). Despues de tan desastrosa tragedia se practicaron las mayores diligencias para encontrar Bertoldo, pero como las pisadas se veian marcadas en opuesta direccion, no calcularon que hubiese salido de palacio. La reina insista en que se le buscase por todas partes, resuella que si le prendan fuese ahorcado sin dilacion, vengando as la doble burla de llevrsele los vestidos y dejar al alguacil en el saco. ALEGORA VI. EL UBRE ALBEDRO ELIGE LA PASIN QUE M S PERJUDICA: EL CRISTIANO LO DEBE TENER PRESENTE PARA ENM ENDARSE, EL SABIO PARA EDIFICAR CON Su EJEM PLO. Metido Bertoldo en el horno oia preguntar por los que le buscaban si le haban visto, y cada pregunta era una saeta que le atravesaba el corazon, pues nunca tuvo tanto miedo la muerte como en este lance, hallndose sumamente arrepentido de cuanto hiciera, y sobretodo de haber trocado la libertad de su aldea por la esclavitud de palacio.

En la afliccion en que se encontraba no se atreva salir del horno por no ser descubierto, temiendo le prendieran y castigaran, constndole por experiencia la mala voluntad y animadversion que la reina le profesaba, y ms precediendo la burla del alguacil y el robo de los vestidos. Sucedi, pues, que como estos le viniesen largos, no pudo recogerlos bien dentro del horno, y quedse colgando la basquia, que por su mala fortuna llam la atencion de una vieja que por all acert pasar, la cual, acercndose y reconociendo por las guarniciones que aquellos vestidos pertenecan la reina, empez publicar que estaba escondida en el horno contndoselo una vecina suya, que cerciorada de la verdad, fu pasando la voz de una otra, de tal suerte, que la maana siguiente se deca de pblico que la reina estaba escondida dentro de un horno fuera de las'murallas de la ciudad. Llegando noticia del rey la nueva, al instante sospech que po- dia ser Bertoldo el autor de una burla tan pesada como la de llevar la reina sitio tan impropio; y como le tenia harto conocido, saba que era capaz de cometer tamao exceso. Encaminse al punto la cmara de la soberana y la encontr hecha un basilisco, refirindole la burla de los vestidos y ponderando el atrevimiento, audacia y desacato del que tan villana accion cometiera. Entnces el rey se hizo acompaar al horno, donde se encontr Bertoldo vestido con las ropas de la reina, y le hizo sacar la fuerza jurando que slo con la muerte pagara tamaa osada. Despojronle de los vestidos, y como se llen la cara de tizne del horno, se puso ms de relieve su natural fealdad, pareciendo el verdadero retrato. del demonio. Villano, infame! exclam el rey con clera, te aseguro que esta vez no escapars aunque te vuelvas el mismo Lucifer. La ocasion hace al ladron. Al que hace lo que no debe le sucede lo que no espera. El que se est quieto no cae, y el que cae no se levanta limpio. El que se re el virnes, llora el domingo. Quien de su enemigo se conduele en sus manos muere. Entre la carne y la mentira no cabe el bien. Quien es defectuoso es sospechoso. A. pesar de no tener hueso la lengua, rompe la mollera. La verdad ha de quedar encima. Tambien se calla veces. No lo hagas si no quieres que se sepa. Quien de ajeno se viste en la calle le desnudan. Ms vale dar la lana que la oveja.

Pecado viejo penitencia nueva. Lengua limpia despide al mdico. Movimientos de manos hasta los insectos asusta. Y los de los pis los ahorcados. Dentro de poco te contars entre ellos. Antes ciego que adivino. Dejmonos de disputas y ya lo vers. Hola! ministros, llevaos este hombre y colgadle inmediatamente de un rbol; advirtiendo que no atendais sus palabras ni splicas, porque es un villano tan sagaz y astuto, que es imposible no tenga el diablo en el cuerpo. Vamos, conducidle sin detencion y ejecutad lo mandado. Seor, considerad que las cosas hechas de prisa nunca salen bien, advirti Bertoldo en tono de splica. . ; Gravsimo ha sido el crimen. . ': Quien mnos razon tiene grita ms alto; slo pido que me permitas alegar mis razones. .Harto te he escuchado, sin embargo de los graves ultrajes inferidos mi real persona. Por decir la verdad he.de sufrir la muerte? Ah seor! no seas tan cruel conmigo; mira.que de corazon te ruego me atiendas y compadezcas. No ignoras lo que dice aquel refran: oir, ver y callar quien del mundo ha de gozar. Y el que aprecia al amo ha de respetar al ama: por consiguiente, ya he dicho que no quiero escucharte y ha de ejecularse sin remision el castigo que mereces. Llevadle y cumplid mi rden al punto. Qu he de hacer? Paciencia! exclam el astuto rstico con hipcrita resignacion. Bien dicen los proverbios: sirve como siervo, corre como ciervo; los ciervos no se sacan unos otros los ojos con las astas; quien le duele le duele; no es todo oro lo que reluce; el que no obra no yerra; palabra y piedra suelta no tienen vuelta; tengo la risa en la boca y por dentro la rabia, pues conozco que es mejor una onza de libertad que diez libras de oro; y bien dicen que un lobo otro no se muerden; y se cuenta del cuervo que por cantar perdi el queso, como m me sucede, pues por burlarme me veo ahora con la soga al gaznate, de la que no me librarn las alas de Ddalo (1), porque la palabra del rey es sagrada y ha de cumplirse aunque quien puede hacer puede deshacer. Pero ea, .Bertoldo, en este trance necesitas tener nimo y resignacion, toda vez que nada puede salvarte; y dirigindose al rey prosigui: Estoy pronto sufrir cuanto has ordenado, rey y seor mio; pero ntes que muera te suplico me concedas una gracia, que

por ser Ja ltima espero obtenerla de tu misericordia. Di, respondi el rey, que no quiero ser tan cruel negndote la postrera splica. -r-Te ruego que no me ahorquen hasta que seale el rbol que sea de mi gusto, y as morir tranquilo y contento. . Si no pides ms, desde luego lo tienes concedido. Vaya, llevadle, y no le ahorqueis sino del rbol que elija. Doite las gracias por la merced, dijo Bertoldo. Ten paciencia, que es forzoso hacer justicia. Y dicho esto ech andar Bertoldo acompaado de los ministros. El rey no entendi la malicia de la splica; mas conducindole los ministros por un bosque muy frondoso, ningun rbol le gustaba, teniendo que llevarle otro cercano. Preguntronle si all habia alguno que le agradase, y volvi responder negativamente; por lo cual tuvieron que recorrer otros muchos, sin que nunca pudieran hallar alguno que fuese de su gusto. Enfadados los minislluerte de Berloldo. ' tros de viaje tan dilatado y conociendo su astucia y gran picarda, le pusieron en libertad, volvindose dar cuenta al rey de cuanto sucediera, quien qued absorto y maravillado de tal ingenio y agudeza, admirado de que cupiese en hombre de su clase tan claro entendimiento. Pasado el enfado, el rey comprendi la razon, y mand que fusen en busca de Bertoldo y le trajesen a palacio, dicindole que estaba perdonado; mas ljos de dar odos al mensaje, respondi que no existia tesoro que pagase la libertad, y que berzas recalentadas y amor de segunda vez nunca se tuvieron por buenos. Viendo el rey que era imposible reducirle que volviese, fu en persona buscarle, y despues de muchas splicas contra su voluntad se lo llev palacio, donde se le aloj en una habitacion contigua la cmara de la reina, quien tambien le otorg su perdon. Desde entnces priv de suerte que todos le agasajaban, y mintras estuvo en palacio observse que por su consejo todos los negocios se despachaban con rectitud; pero como nada dura en el mundo, por abandonarse al ocio y regalo los cuales no estaba acostumbrado, le acometi una enfermedad tan grave que en pocos dias le ocasion la muerte, con suma pesadumbre de los reyes, quienes por largo tiempo no pudieron olvidarle , echando mnos sus chistes, agudeza y buen consejo.

Los mdicos, no hacindose cargo de su complexion, le aplicaron remedios propios slo caballeros y palaciegos, sin embargo de sus advertencias y esto fue sobretodo lo que acab su vida. Llo- " rronle los cortesanos y el rey dispuso lo enterraran con gran fausto y pompa, vistiendo luto la crte como en la muerte de un individuo de la casa real, y quiso perpetuar la memoria de tan preclaro varon haciendo esculpir con letras de oro en la losa de su sepulcro los siguientes versos en forma de epitafio: EPITAFIO DE BERTOLDO. Descansa en paz en esta sepultura Un rstico de claro entendimiento; De rara facha y condicion oscura, Aunque de ingenio y superior talento; Brill su fama tan excelsa altura, Que alcanz del monarca el valimiento; Pero quiso trocar su humilde suerte, Y pag tal mudanza con la muerte. SENTENCIAS QUE BERTOLDO ESCRIBI ANTES DE MORIR. Quien est acostumbrado comer nabos no coma pasteles. Quien est hecho la azada no tome lanza. . El campesino no quiera ser cortesano. Vencer su apetito es de gran capitan. Del que mira al sol y no estornuda, libera nos, Domine. El que todos los das viste de nuevo cada hora tiene quimeras con el sastre. Cuidados ajenos matan al asno. Quien saluda todos presto rompe su sombrero. El que maltrata su mujer, da que murmurar los vecinos. Quien gasta segun sus facultades nunca mendigar. El que promete en el campo debe cumplir en poblado. Quien tema los pjaros no siembre alpiste. El que imite al rico estar seguro en casa. Quien vaya de camino lleve el cayado en la mano y el pan en la alforja. El que cree en sueos pone su pensamiento en la niebla. Quien funda su esperanza en la tierra se aleja del cielo. El que es celoso de sus manos no vaya al tinte. El que te aconseja pudiendo ayudarte no es buen amigo. Cuando se castiga la perra seal de que el perro est ljos. Quien imite la hormiga en verano no pedir pan prestado en invierno. Quien escupe al cielo, en a cara le cae. Quien va fiestas y no sabe bailar de nada sirve y ocupa lugar. El que se casa por ambicion, posee el capital y no la esposa. En la casa que manda la mujer, siempre hallar alfileres a puerta." Quien no puede con su pellejo es una infeliz oveja.

Quien goza la hacienda mal ganada, la hora de la muerte experimentar las consecuencias. El que alaba otro sin conocerle, miente menudo. Quien da pan perro ajeno pierde el pan y pierde el perro. Quien no paga el sudor del pobre no da seales de hombre justo. Quien come gusto de otros nada le hace provecho. El que oculta su saber suele ser ms erudito. Quien quiera corregir otros empiece por dar ejemplo. Quien huye de los deleites de la tierra slo gusta de las delicias del cielo. El que no tiene amigos es como cuerpo sin alma. Quien anticipa la lengua al pensamiento carece de juicio. El que al salir de casa piensa lo que ha de hacer, regresa acabada la obra. Quien da luego lo que promete da dos veces. Quien peca y hace pecar otros, sufrir doble penitencia. El que es malo para s, no puede ser bueno para los demas. Quien quisiere seguir la virtud, huya del vicio. Quien desea imposibles, peca de loco. El que posee buen vino tiene la bodega la puerta. Quien elige armas quiere pelear con ventaja. El que navega en el mar de la sensualidad, desembarca en el puerto de las miserias. Quien se duele del bien ajeno, otros se ren de su mal. El'que lleva la virtud por norte va seguro en su viaje (2). Mand el rey imprimir estas sentencias con letras de oro y colocarlas sobre la puerta principal de palacio fin de que todos las . leyeran. Imponderable era el desconsuelo de los reyes por la prdida de hombre tan capaz, agudo y universal. Sucedi, pues, que las personas que asistieron Bertoldo hallaron debajo de las almohadas del lecho donde falleci un envoltorio, el cual desataron movidos de curiosidad, y encontrando varios papeles escritos, los presentaron al rey, quien despues de desdoblar una infinidad de ellos, di con el testamento que Bertoldo hizo ntes de morir, y dispuso que fura un notario para que le leyese en su presencia, por lo que llamaron al mismo que lo otorgara, quien con la debida reverencia dijo al rey: Aqu me tiene V. M. dispuesto obedecer con el mayor acatamiento sus mandatos. Has hecho t el testamento de Bertoldo? pregunt el rey. S, seor. Cunto tiempo hace? Unos tres meses lo ms. Pues tmalo y lelo, dijo el rey entregndoselo, porque los garabatos que usais en los instrumentos pblicos, no los puedo descifrar. .

Seor, me sorprende que no lo entendais, observ el notario, porque no uso las frases de que suelen valerse otros de mi profesion , ignorando lo que significan ; pues como slo sirvo para los asuntos y diferencias de los pobres rsticos y aldeanos, ellos y yo nos entendemos con mis trminos. Cmo te llamas? pregunt el rey. Cerfollo de los Villanos, respondi el notario. . Cierto que tienes buen nombre y apellido, aunque mejor te sentara el de embrollo, porque los de tu oficio enredan al mundo entero. Lee, pues, seor Cerfollo, alto y claro para que te entendamos. Y obedeciendo el mandato del rey, Cerfollo procedi la lectura. En el nombre del buen comenzamiento y la buena ventura, salga lo que saliere; y pues deseo sea con el mayor acierto y gozo de mis herederos y para el mayor descargo de mi conciencia, digo: que viendo y conociendo ser yo Bertoldo, hijo de Bertolazo, hijo que fue de Bertuzo de Bertn y de Bartolina de Bretaa, persuadido de que todos somos mortales y semejantes las vejigas henchidas que la ms pequea punzada se escapa el aire, contando ya sesenta aos de edad, quiero disponer mis cosas en la mejor forma posible, haciendo testamento para satisfacer mis parientes y amigos, quienes confieso quedar muy agradecido; por lo que ruego al notario seor Cerfollo se sirva otorgar mi ltima voluntad, que es como sigue: Al maestro Bortola, zapatero de viejo, le dejo mis zapatos gordos de cuatro suelas, y ocho cuartos de moneda corriente, en memoria de haber tenido siempre conmigo una buena correspondencia, y veces- dispensarme la fineza de prestarme la lesna para agujerear los tacones y coserlos, y otros infinitos chismes que me convenan. tem, al maestro Ambrosio , barrendero de palacio, le mando diez cuartos por haberme llevado varias cosas componer y desempeado muchos encargos. tem, Barba de Saco, el hortelano, le dejo mi sombrero de paja, por regalarme tal cual vez por la maana con algun manojo. de puerros, comida ms de mi gusto que los regalos de palacio. tem, al maestro Alegra, cordelero, le mando mi correa larga y mi hortera, por habrmela llenado de berzas cada vez que yo tenia necesidad, y otros muchos favores. altem, al maestro Martin, el cocinero, le mando mi cuchillo con su vaina, por haberme dispensado la atencion de asar en el rescoldo muchos nabos, componer algunos potajes

de judas con cebollas, comida correspondiente mi complexion, ms que si fueran faisanes y perdices. tem, la tia Pandurra, la lavandera, la mando el jergon en que duermo, con dos sillas rotas y tres varas de estopa, para que se haga dos delantales; y esto es en pago de lavarme muchas veces la camisa y limpiarme la ctedra necesaria. tem, dejo mandado al marmiton de palacio, que se llama Fi- queto, veinte y cinco zurriagazos, y que sea con un buen ltigo, en pena de la burla que ha hecho de m muchas veces, colgando un cencerro debajo de la cama con intencion de asustarme, sin otras que omito poi no gastar papel en referir picardigelas propias de muchachos insolentes; lo que deseo sea ejecutado cuanto antes para escarmiento de bribones. Prosiga adelante el seor Cerfollo, dijo el rey, que eso se dar el debido cumplimiento. tem, digo, continu el notario, que cuando vine aqu dej Marcolfa mi mujer con un hijo que se llamaba Bertoldino, que al presente contar diez aos, quienes no quise jamas noticiarles dnde me hallaba causa de su fisonoma, por Do tenerla propsito para presentarse en semejantes lugares; pero poseyendo algunas albajuelas , autorizo Marcolfa mi cara esposa para que disponga de. todas hasta que mi hijo tenga veinte y cinco aos; pues entnces es mi voluntad que sea dueo absoluto de todo, con condicion de que si se casa procure no sea con mujer que sepa ms que l; advirtindole ademas: Que no sea llano con los mayores. Que no haga dao sus vecinos. Que coma cuando lo tenga y trabaje cuando pueda. Que no tome consejos de gentes perdidas. Que no le cure mdico enfermo. Que no le sangre barbero que le tiemble el pulso. Que pague sus deudas. Que cuide bien de sus negocios.. Que no se inquiete por lo que no le ataa. Que no se haga mercader de aquello que no entienda; y sobretodo que se contente con su estado, y no desee ms de lo que le d su suerte; que considere que tan presto va el cordero como la oveja, pues la muerte nunca suelta la guadaa y puede cortar igualmente la vida los mozos que los viejos: queriendo que se le graben estos documentos eu la memoria, para que tenindolos presentes no yerre en menoscabo del cuerpo y perjuicio del alma.

tem, declaro no haber aceptado nunca nada de mi rey, quien no ha dejado de persuadirme tomar de su mano sortijas, joyas, dinero, vestidos, caballos y otros ricos presentes, por considerar que tal vez con semejantes riquezas no hubiera vivido tranquilo, y acaso me ensoberbeciera, cometiendo mil infamias que me hicieran odioso de todos, como suele suceder infinitos que, siendo de ruin esfera y condicion, ascienden por su fortuna grados eminentes, sin hacerse cargo de que pesar de tanta dignidad no pueden salir del lodo en que fueron amasados, perdindose por su altivez y soberbia; por lo que estoy contento con morir pobre, y sepan que jamas he adulado mi rey , sino que siempre le he aconsejado fielmente, ha- blndole con claridad, sin dejarme llevar de pasion alguna, y siempre en beneficio del pblico y mejor gobierno de sus estados: y para manifestar en mis postrimeras el grande amor que le profeso, djole estos breves documentos, que segun confio aceptar y observar aunque proceden de un villano, los cuales son los siguientes: Tener la balanza en el fiel, tanto para el pobre como para el rico. Examinar los procesos detenidamente ntes de fallarlos. No dar audiencia nunca quien est colrico. Bienquistarse con el pueblo. Premiar siempre los hombres eruditos y de mrito. Castigar los verdaderos reos. Desterrar los perversos aduladores y las lenguas maldicientes, que son los incendiarios de los palacios y crtes. No agraviar los sbditos. Proteger las viudas, patrocinar los pueblos y defender sus causas. Procurar que se despachen los pleitos, pues de su lentitud proviene quedar en cueros los pobres litigantes; de suerte que el que gana el pleito queda en camisa, y el que lo pierde, sin ella. Si todas estas insinuaciones las observare, vivir tranquilo y 66 HISTORIA DE BERTOLDO. contento, ser gran rey para todos, y seor justo, amado y temido de sus vasallos. Y con esto concluyo mi testamento. Viendo el rey los preciosos documentos que le dejaba, no pudo contener las lgrimas, mostrando la honda pesadumbre que tal prdida le causaba, reflexionando la alta prudencia, amor y fidelidad que le haba profesado durante su vida y aun despues de su muerte. As como Alejandro Magno conserv entre sus ms preciadas joyas la Ilada de Homero, mand este rey poner el testamento de Bertoldo entre las ms ricas y preciosas

piedras que tenia indagar dnde habitaba el hijo de Bertoldo, llamado Bertoldino, juntamente con su madre Marcolfa, porque deseaba tenerlos en palacio para memoria de Bertoldo. Envi este fin algunos caballeros para que les buscasen por los bosques y montaas, advirtindoles que no regresasen la crte sin ellos. Con esta rden marcharon los caballeros, y tanto registraron aquellas sierras, que por fin los encontraron; mas lo que les sucedi se ver en el segundo tratado. Mintras tanto, amigo lector, guarda en tu memoria, como el rey Albuino entre sus alhajas, las mximas del rstico Bertoldo, y no eches en saco roto los beneficios que de practicarlas pueden resultarte. FIN DEL TRATADO PRIMERO SIMPLEZAS BERTOLDINO,HIJO DEL SUTIL Y ASTUTO BERTOLDO,Y LAS AGUDAS RESPUESTAS DE SU M ADRE M ARCOLFA SIMPLEZAS DE BERTOLDINO TRATADO SEGUNDO. INTRODUCCIN. Todo rbol, planta raz produce su fruto segun la especie, sin apartarse un punto de cuanto ha dispuesto la prvida naturaleza, maestra de todas las cosas. Solo el hombre es una planta que con el tiempo cambia y se adultera, no cumpliendo las leyes naturales, segun la experiencia nos lo ensea; pues menudo vemos que de un padre, gallardo nace un hijo feo, horroroso, y otras veces de un varon docto nace un ignorante idiota, cuyos sentidos y potencias no son para limados. Por qu? Responda por m quien lo entienda, porque no soy escolstico ni erudito para resolver semejante materia; y as voy mi asunto, que es referir la vida de Bertoldino, hijo de Bertoldo, tan diferente de su padre como del plomo el oro, por cuanto Bertoldo era atento y corts, y su esposa Marcolfa de claro entendimiento. A quin pues no admira que de dos plantas tan buenas naciese un fruto tan simple como luego vermos? Muchas cosas se cuentan que suelen pasar por sandeces. Del hijo de Mig- dome dicen que acostumbraba permanecer todo un dia las orillas del mar, intentando contar las olas. De otro escriben que se levantaba al alba para ver crecer una higuera de su huerto. Empero no leers tales cosas en esta

breve historia, y s slo la vida y hechos de un rstico idiota muy dichoso, quien siempre favoreci la fortuna, amiga y protectora de los tontos, segun explica Ariosto diciendo: Mala es la fortuna cuando los tontos no ayuda, y generalmente se muestra adversa con los varones doctos, como cada dia se experimenta. Voy pues referir las simplicidades de un bobo zafio y gracioso, rogndote, lector amigo, que lo leas con paciencia y reflexion, pues si analizas las que al parecer son tonteras y chanzas, sobre el solaz del nimo asegrote que sacars utilidad y provecho. ALEGORA I. EN LAS SELVAS BOSQUES NACEN SABIOS Y FATUOS COMO EN LAS CIUDADES. Privado el rey de tan raro entendimiento como el de Bertoldo, de cuyos labios no salan sino sentencias, y cuya prudencia librara la monarqua de graves peligros, necesitaba ya quien le aconsejase en sus dudas alivindole la pesada carga del gobierno. La memoria de los chistes y agudezas del clebre rstico mitigaba sus pesares, y continuamente pensaba en si habria quedado alguno de su familia parentela, aunque no le adornasen todas las prendas que concurran en Bertoldo, pues calculaba que lo mnos se le asemejara en algo; con cuyas reflexiones acordbase al par de la mencion que en el testamento hacia Bertoldo de su consorte hijo Bertoldino, quien institua heredero universal de sus bienes, lamentando que no designase el punto de su residencia, si bien del lenguaje y porte de Bertoldo colegia que ljos de habitar en ciudad, deban ser gente rstica y criada en alguna montaa; y as, llamando Herminio, empleado de palacio, mandle inquirir dnde moraban, sin omitir la menor diligencia hasta encontrarles, y que los condujese la crte con las mayores consideraciones para halagarles, manifestndoles el aprecio que su marido y padre mereci al rey, en prueba del cual y recompensa de sus servicios deseaba tenerles en palacio para que disfrutasen de las amenidades, regalos y grandezas de la crte. Mont inmediatamente Herminio caballo y parti acompaado de varios caballeros, no dejando villa ni aldea por recorrer, y preguntando cuantos topaban, por si les podan dar razon; mas fueron al pronto tan infructuosas sus pesquisas, que estaban casi desesperados, acordndose del encargo riguroso del monarca al advertirles que no volviesen a su presencia sin Bertoldino y su madre. Finalmente, tras largas fatigas determinaron trepar la cumbre del monte ms elevado de la fragosa cordillera por cuya falda caminaban, sin imaginar que all pudieran

habitar mas que alimaas y fieras , pues slo se veian asperezas y peaseos. Llegados la cima arrepintironse de haber subido y volvieron riendas; mas descubriendo al bajar un llano cruzado por una vereda que guiaba al bosque, internronse por ella notando que estaba asaz trillada de gentes y caballeras. Siguieron adelante y llegaron al corazon del bosque, poblado al Septentrion de muchos y altsimos robles, y bastante descampado al Medioda, si bien rodeado de grandsimas peas que cual fortaleza lo defendan. Distinguieron en el centro del bosque una humilde choza de tapia y ramaje con techo de tablas, cuya puerta vieron una mujer feisima sobre toda ponderacion, la cual estaba hilando y tomando el sol. Al ver tantos y tan lucidos forasteros entrse en la choza apresuradamente, cerrando la puerta piedra y lodo como suele decirse, asustada por la imprevista aparicion de tal clase de gente. Tom una tranca y se dispuso fortificar la puerta temiendo que intentaran causarla algun dao. Era la mujer de Bertoldo que con su hijo Bertoldino all moraba, ocupados en apacentar cabras por aquellos bosques y breas. Observando Herminio las precauciones que tomaba no quiso hostilizarla, aunque le fuera fcil derribar la puerta; ntes llamndola con afabilidad la suplic que abriese, asegurndola que no llevaban intencion de ocasionarla dao alguno, sino de favorecerla. Asomse Marcolfa una ventanita y djoles: Pues qu buscais por estos andurriales? Abrid la puerta, seora, respondi Herminio, que no venimos sino para vuestro beneficio. No puede proporcionarlo nadie quien est fuera de su casa, replic Marcolfa. Aunque ausentes de la nuestra, podemos haceros bien. Salid, pues tenemos que hablaros. Quien desea sacarme de casa ms me quiere hacer mal que bien, y as vte la luya, que es el mayor favor que puedes dispensarme. Decidme: teneis marido? pregunt Herminio. Quien se entromete en asuntos ajenos descuida los propios, respondi Marcolfa. Bravo! Dme por favor si tienes marido no. Le tendra si no hubiera comido. He? Habla ms claro, que no te entiendo. Si no comiera pavos, perdices, faisanes, pichones y otros manjares delicados contrarios su complexion, creyndome m que le dije no se alimentase sino de castaas y demas cosas con que se criara, aun vivira.

Pero quin era tu marido? El hombre ms honrado y hermoso de todos. Y cul era su nombre? Ya que tanto deseas saberlo, se llamaba Bertoldo. De veras era Bertoldo tu esposo? S, seor. Gran noticia nos das! Y Bertoldo era el ms hermoso del mundo? A mis ojos pareca un Narciso, pues la mujer honrada la debe gustar ms su marido que todos los demas de la tierra. Te amaba mucho? Tanto, que estaba celossimo. Y con razon, pues cada cual debe apetecer y amar la carne de su carne; fuera de que no le faltaban motivos para tener celos, porque efectivamente posees raras cualidades. Cierto que la hermosura ha de estar en el rostro, pero es mil veces preferible la virtud, hermosura del alma, pues un rostro bonito se marchita como una figura gallarda se encorva con el tiempo, y las virtudes son como los rboles que nunca pierden su verdor y lozana. Hay hombres hermosos que reunen cualidades abominables, y al centrado, otros muy feos quienes dot el cielo de ciertas gracias que les granjean el aprecio y buena voluntad del prjimo; tal era Bertoldo, mi amado consorte. En efecto. Pero dme: tienes algun hijo? S y no. Cmo se entiende? Cuando est en casa le tengo; pero ahora que no est puedo decir que no le tengo. Dnde se halla? Pregntaselo sus zapatos, que con l andan. Para ser criada en la montaa despuntas de aguda. Educme un maestro tan discreto como bueno. Lo creo; pero mudando de prrafo, debo noticiarte que el rey nuestro seor os llama los dos, porque siendo tan grande el cario que profesaba tu marido Bertoldo, anhela teneros su lado; por consiguiente sl sin recelo para que hablemos ms cmodamente. Voy, voy... Y abriendo la puerta Marcolfa presentse en el dintel diciendo: Aqu estoy. Qu me quieres? Ante todo, qu tienes para comer? pregunt Herminio. Quien desea saber lo que hay en la olla ajena da entender que est vaca la suya. Maliciosa eres, aunque discreta.

Como estos aires son tan sutiles, no es maravilla que se aguce el entendimiento de los que aqu habitan; pero ya que deseas saber qu tengo para comer, debo manifestarte que en mi olla slo hallars algunas yerbecillas sin sal. Yerbas sin sal! Cmo las puedes comer as? El apetito es la mejor salsa para nosotros, y te aseguro que nuestra mesa es ms oppara y provechosa que la del rey, pues en estos montes el hambre corresponde la digestion, el ejercicio abre el apetito, la dieta hace la comida tan sabrosa como nutritiva, y finalmente las aguas que tenemos nunca menoscaban la salud. Segun te explicas, bien se conoce que has sido discpula de Bertoldo, pues jamas sali de sus labios palabra que no fuese una sentencia. Y cmo vermos tu hijo? Abrid los ojos cuando venga, que si no sois ciegos le veris sin duda. Pues mintras viene haznos el favor de darnos de beber, porque venimos cansados de andar subiendo y bajando por estos montes sin hallar un manantial donde apagar la sed. Seguidme, que deseo serviros. Llevles una fuente de agua cristalina que distaba de all corto trecho, y dijo: Honrados caballeros y seores mios, h aqu la bodega donde mi hijo y yo venimos beber cada da con nuestros ganados; refrescad cuanto os d la gana, pues nuestras cubas estn siempre provistas aunque las dejamos abiertas de noche y de dia, y bebiendo de este lquido no se os alterarn los sentidos, ni os atacar la gota ni perlesa, como suele suceder los que sin tasa ni medida llenan el estmago de vinos regalados y licores fuertes, que trastornan el entendimiento al hombre, causando no pocos accidentes y desgracias, pues cuando se calientan los cascos, ejectanse con facilidad las cosas ms ilcitas y que mnos favorecen , dando que rer al vulgo y que llorar los de casa. Tales perjuicios acarrea el vicio de la embriaguez, que de lo poco se pasa lo ms, de lo ms lo mucho, de lo mucho al exceso, y del exceso la perdicion. Empero, quien slo bebiere de este cristalino manantial estar siempre en su cabal juicio, y no se expondr servir de risa y mofa las gentes. Cierto que es excelente tu bodega, mas no temas que nadie venga sangrar las cubas. En fin, tienes por ah algun vaso? Aqu carecemos de vasos, pues por lo general bebemos con la taza que nos di naturaleza; y para que me entiendas, bebemos con las manos solamente, y si quieres apagar la sed, no tienes otro remedio que valerte de la misma taza.

Nosotros nos amoldamos las circunstancias. Pero di me: quin es el cabrero que viene con su manada hcia este sitio? Mi hijo Bertoldino. Bertoldino? Oh qu noticia! Ven, acrcate, hijo mio. Asombrado Bertoldino de ver tanta gente caballo, cosa para l de todo punto nueva, dirgese su madre diciendo: Qu gentes qu bestias son las que estn aqu? Frescos estamos, advirti Herminio. El primer saludo de ese montaraz es tratarnos de brutos. * No os ha conocido. Acrcate, hijo mio, que estos caballeros desean hablarte. Ah! Con que los caballeros son medio hombres y medio caballos? observ Bertoldino. Otra te pego! Con que somos medio hombres y medio bestias? No quiere decir tal, sino que como no ha visto en su vida caballos, se le antoja que vosotros y el caballo sois una misma cosa. Poco importa que se lo figure. Hazle venir ac. Ay cuntas piernas tienen! A cada uno ya le he contado seis. Zape! Y cmo corrern! exclam Bertoldino. Calla, tonto, dijo Marcolfa, que las cuatro de abajo son de las bestias, y las otras dos de los caballeros. Digo! No ves cmo estos animales se estn comiendo el hierro? Si tendrn tripas de plomo? S, de estao, dijo Herminio. Habr idiota! No, no se dir de este: de tal palo tal astilla. Lstima grande que el astuto y agudo Bertoldo tuviese un hijo tan estlido! Qu solaz podr disfrutar el rey con tal majadero? Sin embargo, no conseguirmos poco si se lo llevamos. Ea, Bertoldino, disponte venir con nosotros. Adnde me quereis llevar? A la crte. Qu tengo de hacer all? Ser caballero lacayo? Yaya un mentecato! exclam Herminio. Dme, continu Bertoldino: esa crte es macho hembra, est arriba abajo? M adrc qne enlc que bestias Sod esas? Gomo gustes. Vente con nosotros, que sers muy dichoso, pues te espera una buena ventura. Cmo anda vestida la buena ventura, para que la conozca al verla? De oro, plata y piedras preciosas; y t tambien irs ricamente vestido como ella, tratars con las damas ms ilustres y con los caballeros ms principales, quienes te considerarn como igual suyo, estimndote todos porque gozars el favor del rey. Y podr llevar mis cabras la sala del rey cuando quisiere?

S, s, siempre que gustes. Y t, seora, cmo te llamas? Marcolfa. Pues, Marcolfa, si deseas venir empieza liar el hato. Tan fcil ser abandonar mi choza, aunque sea de tapia y ramas, como que los rsticos pierdan su malicia; lo que deseo es que cuanto ntes te vayas de aqu sin mi hijo, porque si te lo llevas de seguro no vivir cuatro dias. Adems, aunque soy madre y puede cegarme la pasion, conozco que el mozuelo es un pedazo de alcornoque, y si os lo llevais ser el hazmereir de la crte, en la cual bien sabeis que no se admiten chisgarabses ni badulaques, sino sugetos astutos, entendidos, que conozcan la aguja de marear, y no unos pobres palurdos como nosotros. No importa, que se le ensear lo que ignore; pues no faltarn maestros que le instruyan en las buenas costumbres, cortesa y poltica: djale venir con nosotros y nada temas. Qu dices, Bertoldino? Quieres ir no la crte? Si vienes, me resolver; si no, de ningun modo. Marcolfa titube algunos instantes, y por fln dijo: Ir para que alcances la fortuna que te aguarda; pero ntes de partir quiero encargar la casa una vecina que vive cerca de aqu, para que la cuide hasta mi regreso, si Dios lo permite. Y quin dejar mis cabras? pregunt Bertoldino. A ella tambien, dijo Marcolfa. No, no, que me las quiero llevar. No es necesario, pues all las hay de sobra. Habr tambien toros? Ms que aqu, respondi Herminio. Vamos, que es lo ms importante. Ya estoy determinado dejarlas, puesto que por all dices que abundan. Ea, madre, cuide la vecina las cabras, y despachmonos luego. . Marcolfa fu casa de la vecina para confiarla el cuidado de la suya hasta la vuelta, y cogiendo luego estopa, cuatro husos, un par de zapatos viejos, la gata y la gallina que tenia, y enfaldando en las sayas lo que pudo, emprendieron el camino de la crte con los caballeros, quienes tratando de poner caballo Bertoldino, y no consiguiendo hacerle abrir las piernas, decidieron colocarle atasajado en la silla guisa de fardo. Todos montados y andando buen paso permitieron Marcolfa que fuse pi por complacerla. Llegaron la ciudad, donde noticioso el rey les sali al encuentro con numeroso acompaamiento de cortesanos, y viendo un bulto sobre un caballo, empez

reir preguntando Herminio: Que envoltorio traes? Seor, es Bertoldino, hijo de Bertoldo. Le hemos hallado entre unos montes, en un vericueto hasta para los lobos inaccesible. Al propio tiempo debo participar V. M. que viene su madre, quien, aunque rezagada, no puede tardar, pues camina buen paso por sus pis, habindose negado tenazmente montar caballo. Y este por qu no viene montado como se debe? Porque por ms que nos esforzmos no quiso abrir las piernas, vindonos precisados traerle de este modo. Salvo vuestro parecer, opino, seor, que ms acertado fuera dejarle en su choza, pues ademas de ser zafio rematado, es tan bobo que se le har creer que los asnos vuelan. Baste para graduar su necedad que se le encaj en la cabeza que habia de traerse las cabras. Cunto nos ha costado sacarle de sus gazpachos y migas! No se resista poco salir de su msera cabaa! Todo se puede dar por bien empleado: bajadle con tiento, pues como no est acostumbrado montar es natural que venga algo molido. Al ver su rara figura, no se puede negar que es hijo de Bertoldo. Y cmo se llama? Bertoldino; y aquella que viene es su madre, llamada Marcolfa, mujer tan perspicaz y aguda, que asombra los ms avisados; al paso que este bestia parece el reverso de la medalla de sus padres. Lleg en esto Marcolfa donde estaba el soberano, y doblando la rodilla dijo coa el debido acatamiento: Serensimo seor, el cielo te guarde, conserve tus estados y acreciente cada hora tu grandeza. Y t conceda cuanto desees, Marcolfa. Vienes cansada? Ms lo estuviera no haber caminado. Qu dices? Explcate, pues como hablas equvocamente no te comprendo. Me explicar. El que camina para obedecer su superior como yo, nunca se cansa, al contrario del que no sirve con buena voluntad, que se fatiga aunque vaya despacio, porque ya tiene el pensamiento y la voluntad cansados ntes de ponerse en camino. Acabas de probarme que has sido consorte de mi estimado Bertoldo, pues en llegando ya brota de tus labios una admirable sentencia. Y dirigindose los de la comitiva aadi: Vaya, que al punto les dispongan alojamiento y vistan lucidamente al uso de la crte, presentndolos despues la reina. Suplico, serensimo seor, que me concedais una gracia, dijo Marcolfa. Con mucho gusto.

Se reduce que no nos despojen de nuestros trapos, los cuales estamos acostumbrados, pues de quitrnoslos nos suceder lo que al rbol quien se desnuda de su natural corteza, que no slo deja de producir fruto, sino que luego luego se seca. Si nos adornas con ricas telas de oro y plata, aumentar nuestra vanidad, y engaado el mundo al vernos con tanta gala, imaginar que somos personas encopetadas, de lo cual se seguir que olvidarmos pronto nuestra humilde esfera, y reinar en nuestras pasiones la soberbia con los demas vicios que la acompaan, y nos harmos aborrecibles de todos, viniendo parar al cabo nuestras vanidades en el escarnio general. Seor, los villanos con zancos son gente muy mala; no puede hallarse otra ms indmita, y todo su talento se reduce la malicia, pues slo han estudiado gramtica parda como suele decirse, y por experiencia vemos que hallndose en pinganitos no aciertan sostenerse, despendose bajo el peso de su ignorancia. As, pues, djanos con nuestros vestidos para que tenindolos la vista meditemos cada instante sobre nuestra pobreza y nos conservemos humildes, considerando que nacimos para servir y no para que nos sirvan. Sentencias muy grandes y dignas de consideracion has pronunciado, muestra de la sinceridad de tu nimo. Conozco que el cielo te ha favorecido con sus gracias, pero no instes sobre el particular, que deseo vistas ricos trajes y seas servida como mereces. Seor, te suplico oigas una fbula, que si bien no viene muy pelo, me la cont mi marido Bertoldo, de feliz memoria, durante una de las largas veladas de invierno. Cuntala, que la escuchar gustoso. Djome, pues, que habia oido referir su abuelo que, pasando cierta ocasion por las tierras de Trapisonda donde suelen llevar las patas de anguilas ahumadas, habia un asno descomunal que, viendo un da caballos de regalo con arreos guarnecidos de oro y plata, frenos con rosetas y broches dorados, y gualdrapas y tapa- fundas bordadas, se le encasquet que tambien debian enjaezarle de la misma manera, alegando que aquello no se hacia por la nobleza del caballo, pues naci para servir como los demas irracionales, y si era por antigedad, no cedia la suya ninguna otra. A semejantes razones respondi el amo: No conoces que ests diciendo un solemne desatino? Has de saber que cuando se crearon las bestias le fue designado cada una su destino: al buey la carreta, al gato la caza del raton, al caballo la silla, y t los palos y cargas. No

ascenderas ms aunque tuvieses todo el oro del mundo; siempre serias conocido por asno, y como tienes las orejas tan largas, nunca podrias ocultar, por mucho que le adornases, que eres asno dedicado sufrir cargas y palizas. Si las orejas han de ser la pinta que me descubran. replic el jumento, presto se puede remediar cortndomelas la medida de las que tienen los caballos; y cuando sane de las heridas, ponindome la gualdrapa y demas atavos nadie me conocer por asno; por consiguiente, que venga cuanto ntes el mariscal y me las acorte. El amo, por complacerle, se las mand cortar y curar, y despues que estuvo bueno le compr galanos jaeces como los de los caballos. Era tan corpulento que todos le creyeron de regalo, y as anduvo muchos dias sin ser conocido; mas como la naturaleza vence siempre, por cuya razon la cabra tira al monte, el infeliz animal vi pasar una burra por la calle, y abandonando la compaa de los caballos, ech correr tras la hembra con tan desaforados rebuznos, que nadie podia detenerle; tir silla y gualdrapa, rompi el freno, cometi otros mil desmanes, y despojado de los ricos aparejos, dos por tres descubri su borrical ascendencia; con que despues de reconocer el engao los que le tuvieran por caballo, llevronle la cuadra donde le zurraron muy bien la badana, reducindole su primer oficio de llevar cargas, para lo cual naci (1). Serensimo seor, este ejemplo puede aplicrsenos. Si nos haces vestir lujosos trajes y alternar con los personajes de la crte, todos nos honrarn y tendrn en buena opinion mintras callemos; pero en oyndonos hablar conocern que somos dos villanos rsticos y tontos, y lo que al principio merezcamos de aprecio y estimacion servir despues de mofa y escarnio para nosotros; con que si quieres que vistamos otro traje dispon que no tenga oro ni seda, pues desdicen de nosotros los atavos, y ms para este hijazo que Dios me di tan ridculo y monstruoso. Me has contado una fbula sentenciosa y ejemplar, y confieso que son convincentes las razones que ha sabido aducir tu claro entendimiento para refutarme. Al orte nadie te juzgar por mujer ordinaria, pues no obstante las apariencias, en el fondo eres todo lo contrario; y no te aflijas si Bertoldino hace dice alguna inconveniencia, porque no ignoro que ser menester perdonarle por inocente y acostumbrado tratar con gentes de

su jaez. Rozndose y departiendo con los cortesanos se le ir puliendo la inteligencia, y cuando se halle ms despejado dispondr que se le instruya como es debido. En un, Herminio, llvalos su estancia; procura que les hagan los vestidos del pao ms fino que se encontrare, y nada les falte de cuanto necesiten. Cuando hayan descansado, presntalos la reina, que les espera con impaciencia. Seor, sers obedecido. Vamos, Marcolfa, seguidme. Adnde nos llevas? pregunt Bertoldino. Al cuarto de tu padre. Mi padre est debajo de tierra, y por lo visto nos quieres sepultar con l. Ay madre! volvmonos casa. No dice tal, zopenco, sino que vamos la estancia de que era husped tu padre cuando vvia. Con que mi padre tenia posada? ' Qu posada ni qu alforjas, sndio? Como diz que vamos la de mi padre, figurbame que haba sido posadero. Quiere decir donde habitaba. Ay desdichada de m! Y qu bien dije que aqu me volvera loca con este bestia! Pluguiese al cielo que no hubiese salido de mi casa! Vamos, ven conmigo y no te desazones. Y obedeciendo el real mandato acompales Herminio una estancia suntuosamente adornada de tapiceras, cortinajes de tis, techo artesonado y sostenido por elegantes columnas, dos camas con colgaduras de brocado de oro, colchas de seda primorosamente bordadas, y otros muebles y alhajas de exquisito primor y riqueza. Mand llamar despues al sastre para vestirlos con la decencia que el rey previno, y hechas las prendas la mayor brevedad, al otro dia probaron Bertoldino las suyas; mas al ajustarle el jubon se le subi un poco oprimindole la garganta, y acostumbrado llevar vestidos holgados, en su ignorancia imaginse que al apretarle el sastre inten/' taba ahogarle, por lo cual empez poner el grito en el cielo. Ignoro por qu el rey ha mandado estrangularme. Qu dices? pregunt el sastre. No eres el verdugo? Soy el sastre de S. M. Basle estrangulado alguna vez? A. mi rey y seor? Qu barbaridad! Pues por qu me estrangulas m, y l no? Qu hago para decir que te estrangulo? Tanto me aprietas la garganta que no puedo respirar. No adviertes que el vestido debe abrocharse ir ajustado la garganta?

Si me aprietas ms no podr sufrirlo, pues ya siento que me van subiendo del estmago los puches que com h poco. Quita, quita, que suben sin poderlo remediar! Y esto diciendo Bertoldino di con lo de su estmago en la cara del sastre, quien exclam encolerizado: Bruto! Mal torozon te d Dios, puerco de los diablos! Mira cmo me has puesto! As reventases! Por qu me apretabas tanto, avisndote que ya no poda ms? Djame con mis vestidos viejos y holgados, que no quiero me encajes por fuerza en ese saco apretado. En fln, el villano en todas partes dar conocer lo que es, y nadie por ms que haga sacar la rana del charco. Toma tu ropa, porque el ponerte otra es lo mismo que ensillar un cerdo. Y con el hocico emplastado fuse gruendo el sastre su casa, lavse bien, y sali despues en busca del rey para referirle lo sucedido. Desternillbase el monarca de risa durante la narracion, considerando la inocencia del uno y la formalidad del otro. Llam palacio otro sastre, el cual hizo el vestido ancho que Bertoldino deseaba, y Marcolfa un jubon de pao fino; y as vestidos presentronles la reina, quien al ver aquellos rostros tan ridculos no pudo tener la risa. Notando Marcolfa la burla, hizo una reverencia lo campesino y dijo: Serensima seora, en cierta ocasion o contar all en la montaa una vieja de hasta ciento veinte aos, que cuando los grajos hablaban aconteci lo que voy referir. Como siempre han mostrado gran predileccion por los campanarios, segun se observa en nuestros tiempos, un dia subieron la torre de Babilonia, desde cuya altura contemplaron los sucesos del mundo; vieron como unos en- gaaban otros; distinguieron los petardistas, embusteros, los amos desagradecidos, los criados poco fieles, las criadas desobedientes, Jas madres nada modestas, los padres disolutos, los hijos viciosos, las viudas escandalosas, los cortesanos vanidosos, los validos lisonjeros, los bufones descarados, los jueces injustos, las rameras falsas, los terceros malvados, en fin, el mundo enredado y revuelto, notando los hechos de cada uno. Oyeron referirse unos otros el modo que tenan para vivir engaando al prjimo, y vieron que llegaba tal extremo la desconfianza .que ya nadie se fiaba ni siquiera de s mismo; los negocios adolecan de mala fe, yendo todo cada dia de mal en peor. En resolucion, reparando los hombres que se divulgaban sus delitos por las malas lenguas de los grajos, citronlos

ante la reina de las aves, acusndolos del grave crimen de curiosidad y propaladores de sus vicios y depravadas costumbres, por cuya causa el mundo se hallaba notablemente infamado. Oyendo la reina tan fundadas quejas llam los grajos, reprendiles severamente, y les prohibi publicar lo que vieran desde la torre, so pena de pelarles las cabezas con agua hirviendo. Desde entnces los grajos no hablan y slo se concretan graznar continuamente: Crs, cras, cras, que significa maana, maana, maana, porque de un dia otro esperan la facultad de hablar, y si les es concedida revelarn muchas cosas que ahora encubre la solapada malicia. Pero tenindome embelesada la narracion de esta fbula, aadi Marcolfa, la buena vieja me cont otra que referir si lo permites, pues tambien cumple nuestro objeto. Y obtenida la anuencia de la soberana, continu: Dijeron pues las aves de quienes hablbamos que, cuando los caracoles tenan pellejo, hallronse en la ciudad de las sanguijuelas algunos ratones mercaderes de higos secos, que abastecan la ciudad y lugares comarcanos. Encaminbanse all varios comerciantes de Indias con crecida cantidad de nueces moscadas para trocarlas por higos secos; mas sucedi que hallndose un dia fatigados de tan largo viaje hicieron alto al pi de una encina situada en un verde prado, en donde se quedaron dormidos, y lo mejor del sueo sobrevino una manada de jabales que hocicadas rasgaron los sacos y comironse las nueces; aunque en el pecado llevaron la penitencia, pues acostumbrados la bellota, se les revolvi de tal modo el estmago que las vomitaron con las tripas. Muy afligidos quedaron los mercaderes al despertar, encontrndose los sacos rotos y vacos; empero continuaron el camino, y hallando ms adelante unos pellejos de ardillas, los destinaron para regalar al rey de las tencas fritas, por cuya ciudad deban pasar, quien apreci sobremanera el obsequio, agasajndoles con gran cantidad de criadillas de tierra. Furonse con este presente la ciudad de las sanguijuelas, donde por falta de segadores se vieron obligadas segar aquel ao las mises, y tuvieron proporcion de hacer negocio, trocaron las criadillas por higos secos, dndoles ademas una partida de hongos salados. Embarcronse" y llegaron al puerto de las lagartijas, abordando los pocos das en otro que se llamaba de los escarabajos, en el cual resolvieron descansar algunos das, cuyo efecto touiaron tierra y llevaron los barriles la

aduana, pagando los derechos consiguientes; mas habiendo tenido harta confianza en aquellos empleados, recibieron un solemne chasco, y fue que los escarabajos idearon la pesada burla de alzarse con los higos y llenar los barriles de boiga, dejndolos de manera que no se echase de ver el fraude. Efectivamente, volvieron los mercaderes ponerse en camino sin sospechar lo ms mnimo, y en pocos das llegaron su patria. Acudieron los moradores de la ciudad inmediata felicitarles por su regreso, siendo tal el tropel y la confusion de los que deseaban comprar higos, que les tenian acorralados, deseando lodos ver las mercancas. Destaparon por fin los barriles, y quedaron suspensos y mudos de asombro al encontrarse en lugar de Ligos las tortas excrementicias, armndose tal alboroto de palmadas, silbidos y risotadas , que corridos y avergonzados tuvieron que escapar de la plaza. Volvironse la aldea donde nacieron, y los pocos dias murieron desconsolados con tan imprevisto percance. Esta fbula me cont la vieja, que viene, seora, como de molde nuestro caso. El rey nos mand buscar, sacndonos de nuestro centro, persuadido sin duda de que seramos aptos y propsito para vivir en la crte, y cada paso tmome que le suceda lo que los pobres mercaderes, teniendo que sonrojarse, porque en lugar de higos dulces y sabrosos se encuentre con asquerosa mercanca, como somos nosotros, que presumo fastidiarmos en breve todos, segun ya lo han empezado probar las sandeces de Bertoldino, que cada da van aumentando. Preferible fuera que el rey nos dejara tranquilos en nuestra choza, mandarnos venir ser mofa de palacio; pero ya que tal es su voluntad, estoy pronta acatar humildemente sus rdenes. A no oirlo, dijo la reina, nunca creyera tu grande elocuencia y los ejemplos que tan oportunamente acabas de aducir. Apnas acierto persuadirme de que hayas nacido en un desierto, pues tu cultura y lenguaje suelen ser dotes peculiares de quien se ha educado entre varones doctos en alguna populosa ciudad, dedicndose la lectura de libros curiosos instructivos. Si tu marido maravill la crte con sus sutiles astucias y sabias sentencias, t asombras y confundes los ingenios ms esclarecidos que te oyen. Toma este anillo, y pn telo en el dedo como testimonio del singular cario que me mereces. La viuda no debe llevar ms anillo que el de desposada; me basta saber que puedo agradarte. Pues qu te dar que sea de tu gusto? Nada, cuando necesitas ms que yo.

No ignoras que, como reina de Italia, poseo tantos tesoros que nadie cedo en grandeza. Ah! te fallan tantas cosas, seora, que... Qu me falta? Deseo que me lo digas. No saldr de esta crte por quien soy, seora! sin conseguir que confieses lo mucho que necesitas; y como la necesidad se sigue la pobreza, habrs de convenir en que eres ms pobre que yo. Cuando me desengaes probndome lo que dices, convendr en que eres la mujer ms grande del mundo. nterin, vete descansar. Y t, Bertoldino, espero que vengas visitarme con frecuencia. Qu quiere decir visitar? pregunt el simple. Que vengas verme todos los das. Acaso soy algun mendrugo de pan? No lo dije, seora? exclam Marcolfa. Ves este majadero cmo interpreta tu soberano mandato? No importa; en las crtes todo pasa desapercibido, por la gran variedad de gentes que en ellas existe. En fin, retiros y descansad. Llegaron su habitacion que, como se dijo, estaba maravillosamente adornada y surtida de todo lo necesario, y trabaron los dos conversacion, diciendo Bertoldino Marcolfa: Madre, he oido decir que la reina quiere estar sobre todas las demas mujeres, y seria lo mejor que cuanto ntes nos volviramos casa, porque si ella se pone encima de t, has de echar las tripas por la boca, siendo ms gorda que la vaca que tenemos en casa: vmonos de aqu, porque si no, vers cmo te hace reventar. Mira, tonto, cuando se dice que la reina est sobre todas las mujeres, no es lo que entiendes de subirse encima de ellas, sino que como seora y duea es ms que todas, y como tal debe ser venerada. S, s. Ya vers si ella se sube encima de t, si te da gana de reir de llorar! Calla, babieca, que no s quin te pareces, pues no puedo creer que de hombre de tan claro ingenio como era tu padre, haya salido un zoquete semejante. Pregunto: quin naci primero, yo mi padre? Vlgame Dios! Qu mameluco tan grande! Cmo quieres haber nacido primero que tu padre? Ay pobre de m! Que yo haya venido la crte con este gran pollino! Dme, madre: al rey se le da el tratamiento de amo de seor? Discurro que el que le des ser bueno, pues de cualquiera suerte que hables siempre te explicars peor. No obstante, si quieres que no se ran de t, Do abras jamas la boca. Y si se me ofrece bostezar?

En fin, brela cuando quisieres, que de todos modos la crte ya te ha conocido por un simplon, dando que reir todos; y lo peor es que siempre te suceder lo mismo, pjies tus sandeces no tienen trmino. Con que las crtes se ren? Y dnde tienen la boca? Calla, que viene gente, y me parece que es el rey. Qu nos quiere ese seor? Cierra la boca y nada digas ahora. Ya la cierro; mrame bien como la tengo cerrada. S, s. Tenia bien cerrada, hasta que yo te diga que hables. Durante la conversacion de Bertoldino con su madre estuvo escuchando el monarca con gran gusto, tanto por la inocencia del uno, cuanto por la agudeza y talento de la otra; por cuya razon les mand llamar, y conducindoles en su carroza una quinta situada en las cercanas de la ciudad, hermoseada con deliciosos jardines, vastos viedos, espesos bosques, un bellsimo estanque con peces, y otros varios recreos, habl Marcolfa en estos trminos: Hacindome cargo de que acostumbrada tu libertad y la vida del campo te servir de crcel la ciudad, me ha parecido conveniente cederte esta quinta para que disfrutes de ella y goces de sus recreos; por lo cual te hago donacion de todo lo que encierra, advirtiendo que ha de ser con la obligacin de que Bertoldio vaya verme lo mnos una vez al dia. Aqu hallaras todo lo necesario, y si faltare algo, dispondr que os provean de cuanto pidiereis. Agradezco, seor, tu generosa magnanimidad, pues no me reconozco digna de tanta honra, siendo mujer criada en rsticos paales y nacida en agrestes lugares. No hallo circunstancias en m para habitar en sitios reales como estos; y ms me convendra vivir entre cuevas y peaseos, donde no habita la riqueza ni la cortesa, pues ya puedes considerar que tanta grandeza no se aviene con mi humilde clase, ni mnos con este idiota que nicamente sirve de risa. Cree, seor, que vivo avergonzada y corrida de ver que es la irrision de todos, y cada dia ms pasmada de que de agua tan clara y dulce haya salido un pescado tan amargo; quiero decir que de un padre tan entendido y sentencioso haya nacido un hijo tan rudo y simple, cuya ignorancia llega hasta el extremo de preguntar al levantarse de la cama cul es lo primero que ha de poner en el suelo, si los pis la cabeza. Es cierto, Bertoldino? No respondes? Por qu tienes cerrada la boca? Porque yo se lo he mandado. Cmo as?

Me pregunt la mayor necedad que puede ocurrirse, cual es la de qu tratamiento se da tu real persona, y le respond que de cualquier modo hablar bien, como no abra la boca. Pensaba que hubiese dicho otro desatino mayor, pues por eso no es justo privarle del don de la palabra que Dios le concedi; ademas, prefiero los inocentes por naturaleza los tontos por conveniencia. Ea, Bertoldino, te doy licencia para hablar: abre la boca. Mi madre no quiere, y dice que la tenga cerrada. Habla, pero mira lo que dices, y reflexiona que ests delante del rey. Yo quisiera que se fuse de aqu cuanto ntes. Ah! picaro, ingrato. Son palabras esas para decirlas nuestro dueBo y seor, debindole tantos y tan grandes beneficios? Por qu quieres que se vaya? Porque mintras est aqu no puedo ir merendar. Admirable atencion! Te parece que es buen modo ser tau descorts? No hagas caso de este necio; doite las gracias por el bien que nos dispensas, pues no soy ingrata como este bruto, que desea te vayas de aqu para saciar su apetito desordenado. Tiene muchsima razon en lo que ha dicho, y ahora sostengo que no es tan tonto como opinan. Os dejo; quedad con Dios, y no te olvides de ir verme todos los dias. Lo has entendido? dijo Bertoldino. S, seQor amo. Pero pregunto: cul es el da ms largo, el de la ciudad el de la villa? Tan largo es el uno como el otro. Vaya, cuidado que olvides mi encargo. Ya escampa y cntaros llova. Miren qu discreta pregunta! Vlgame Dios, qu jumento! Seor, no dejar de enviarle todos los dias por complacerte. Cuida de Bertoldino, Marcolfa, y hasta la vista. Buen viaje, seor, y concdate el cielo cuanto en mi gratitud para t deseo. ALEGORA II. LOS DISCURSOS DE LOS SABIOS COMPLACEN DAN FRUTO; LOS DE LOS JG- INOHANTES EMPALAGAN Y NO SON DE UTILIDAD ALGUNA. Luego que se fu el rey quedaron Marcolfa y Bertoldino dueos de la quinta en virtud de la cesion que se les hizo. Estaba esta adornada de cuanto puede apetecerse para vivir con comodidad, contando entre los amenos sitios de los jardines con un estanque que con tenia gran diversidad de pesca, entre la cual, como es consiguiente, se criaban

ranas. Sucedi, pues, que cierto dia estaba Bcrtoldino en el borde del estanque divirtindose en contemplar los peces que corran y saltaban, cuando repar que gran nmero de ranas nadaban y cantaban en desconcierto; y como parece que con su particular canto remeden las palabras cuatro, cuatro, figuresele Bertoldino que le decan que el rey no le habia ciado mas que cuatro escudos, siendo as que le regal mil; por cuya razon corri casa muy enfadado, tom el cofrecillo de los escudos, se volvi al estanque y empez tirar puados de ellos baca donde cantaban las ranas, exclamando: Tomad, animales de Barrabas, contadlos y veris si son ms de cuatro. Pero como pesar de esto redoblasen el canto, menude los puados, aadiendo: Tomad, canalla, y veris cmo nos ha dado el rey ms de mil escudos. Y diciendo y haciendo no slo acab el dinero, sino que no creyndolo bastante para acallar las ranas, arroj con clera al agua el cofrecillo, y despues de denostarlas y maldecirlas, volvise casa furioso como un tigre. Al verle Marcolfa de tal modo, salile al encuentro preguntando sobresaltada: Qu tienes, Bertoldino, que vienes tan sofocado? Estoy trinando contra las ranas del estanque. Por qu? Te han hecho algun dao? Ellas lo saben. Te han interrumpido el sueo con sus chillidos'? Mucho peor es lo que me ha sucedido. Pues qu es? Acaba, dlo. No te acuerdas" de que el rey nos regal un cofrecito de escudos? -S, y qu? Has de saber que dieron en decir aquellas malditas bestias que slo di cuatro, y al or tamaa mentira las arroj un buen puado para que se desengaaran; pero prosiguiendo en sus cuatro, cuatro, echles otro puado, y como persistiesen en su obstinacion, les arroj el cofrecillo para que los contasen y quedasen desengaadas. Ahora volvern poner todo el dinero en el arca, y cuando vaya me lo entregarn y lo traer casa sin que falte ni un escudo. Qu dices esto, madre? No he obrado como hombre de bien? Con que has arrojado los escudos al estanque? exclam Mar- colfa. Si decan que no eran mas que cuatro! Ay desventurada de m! Desdichada Marcolfa! Salvaje, imbcil, no s cmo no te ahogo entre mis manos. Qu dir el rey cuando sepa semejante locura? Es natural

que se irrite y nos despida por culpa tuya, gran bestiaza; si te echase galeras seria bien merecido. Qu loco pudiera cometer tal desatino! Su seora diga lo que quisiere; suya es la culpa; tuviera enseadas sus ranas que supiesen los escudos que regalaba. lo peor de todo ser que si prosiguen en gritar, me enfadarn de tal suerte, que las tirar cuantos trastos halle en casa. Espero que lo vers como sigan marendome, pues de este modo las ensear que no hagan mofa de m; y cuidado conmigo, que soy ms bestia que todas ellas. En tu vida has dicho mayor verdad; y si cabe, eres mayor bestia que todas las bestias juntas. Venid conmigo, y oiris su maldita obstinacion, pues ahora hacen ms ruido que nunca; quiero ir all y arrojarles toda la casa. Ay pobre de m! Adnde vas? Pues que se estn quietas y callen, porque si no... Clmate, que yo har que los pescadores las cojan con cierto bocadito, y as no te enfadarn ms; esprame aqu, que voy la ciudad para ver si los encuentro ya que has dado en ese tema; entre tanto guarda la casa. Despues que se fu Marcolfa, cometi Bertoldino otro desatino, mejor dicho otros dos todava mayores que el primero. Habindola oido decir que las ranas se cogan con un bocado, imagin que fuerza de bocaditos de pan lo conseguira ntes que volviese su madre. Oy que continuaban cantando, y no pudiendo contener la clera, fuse adonde estaba el pan, lo parti' bocados, y metindolos en un saco, encaminse al estanque, al cual los arroj todos de golpe. Sumergironse las ranas al caer los mendrugos en el agua, y subieron los peces atrados por el cebo; pero como eran muchos, tropezaban los unos con los otros, de suerte que pareca que diesen una sangrienta batalla. Por ltimo, en breve tiempo dieron fin al socorro de los mendrugos. Viendo Bertoldino que se habian comido todo el pan, regres casa furioso, carg con un costal de harina, y llegando al estanque empez echarla con una pala los peces, creyendo cegarlos al darles en los ojos segun fusen apareciendo. Llevado cabo tal disparate, volvise casa satisfecho de su venganza. ALEGORA III. LOS FARSANTES REDUCEN A ALGUNOS LOCOS TAN DEPLORABLE ESTADO, QUE TARDE NUNCA RECUPERAN EL JUICIO. Al llegar Bertoldino su casa despues de lo referido, repar en una clueca que empollaba huevos en un ceston, quitla, y ponindose en su lugar los aplast todos. Estando

metido en la cesta llam la puerta Marcolfa, quien ljos de ir en busca de los pescadores como dijera, fuse ver la reina para proporcionarla un rato de distraccion con su visita. Bertoldino no respondi: llam por segunda y tercera vez, y obteniendo el mismo resultado que la primera, empez dar voces diciendo: Bertoldino, Bertoldino, ven, hijo, y bremela puerta. No puedo. Por qu no puedes? Estoy metido en el cesto de la clueca. Y qu ests haciendo? Estoy sacando los pollitos. T sacar pollos? Ay desdichada de m! habr aplastado los huevos! Ea, ven, abre la puerta. Ya he dicho que no puedo, madre, porque empiezan nacer ahora y siento ya que uno me est picando. Habr mujer ms infeliz! Que har con este bruto? Oh, nunca hubiera venido aqu con este tonto! Bertoldino, Bertoldino, breme. Madre, poquito poco, que la clueca me est mirando, y no quiere apartarse del cesto. Ven, hijo mio, y breme la puerta. Espera un poco, que ya voy. Sali Bertoldino de la cesta y abri su madre, la cual, como le vi tan pringado de los huevos, empez gritar indignada ex.r clamando: Ah picaro, traidor, infame! Qu has hecho? Qu tienes? De qu te alborotas? Grandsimo bestia, qu quieres que tenga? No ves qu buena la has hecho? Mira qu pringado ests! Voy corriendo pedir licencia al rey para volver la montaa, pues con los desatinos y brutalidades luyas no es posible vivir entre gentes. Ahora conozco la prudencia de que us tu padre en no querer revelar nadie que tenia hijos, pues bien prevea que le serviras de sonrojo y vergenza. Qu bestia cometiera el desatino de romper los huevos y ahogar los pollos que empezaban nacer? Ademas, mrate qu limpio ests! Qu dirs al rey cuando te llame, y pregunte por qu ests tan asqueroso? Dirle que he hecho una tortilla en mis asentaderas. Oh qu respuesta tan decente y propia de tu gran discrecion! Qutate al punto esas medias, ponte otras, y vamos comer, que debemos ir la ciudad. Y qu has de comer, si en casa no hay bocado de pan? Cmo que no hay pan? No dej de sobra al salir? Cierto. Pues dnde est? No dijiste que las ranas se cogan con un bocado?

Y qu quieres decir con eso? Todo el pan que habia en casa lo he echado en el estanque en bocados para coger las ranas; pero los malditos peces acudieron, y se lo comieron todo; de suerte que no han dejado las ranas el ms pequeo bocado; pero no te d cuidado, que despues les he jugado una burla que has de reir mucho: empieza reir, rele por Barrabas. Que me ria? Ah infame! Buena cosa para reir; ms seguro es que con tus tonteras me hagas llorar. Veamos, qu burla qu chasco les has pegado. Dlo, que discurro ser otra locura mayor que la antecedente. No sabes que habia un costal de harina en casa? S. Pues como estaba tan enfadado con los peces porque se ha- bian comido el pan de las ranas, tom el saco de harina, y toda se la he tirado los ojos. Y para qu lo has hecho? Con nimo de cegarlos, y creo que muchos habrn cegado, y no vern ms luz en su vida; pues paladas les tiraba la harina. Vlgame Dios, qu locura! Ojal te hubiese ahogado al tiempo que naciste. Oh Bertoldo mio! Si vieras esto, qu dirias? T que eras un manantial de sentencias, qu barias al oir tales y tan extravagantes simplezas? Vaya, disponte para ir la ciudad, porque el rey desea verte. Por qu no viene si quiere verme? S, por cierto; ms razon era que el rey te viniese a ver t. La merced que me has de hacer es cerrar la boca, y 110 abrirla hasta volver casa, y no sea como otras veces, que has desobedecido. Y si el rey me pregunta alguna cosa, no pudiendo abrir la boca, como quieres que le responda? Calla, que yo hablar por los dos. Pues ya la cierro; mira si est bien cerrada. As la has de tener, y no la abras hasta que yo te lo mande, si no quieres pagarlo caro cuando volvamos. Despues de estos debates Marcolfa y Bertoldino se dirigieron ver al rey, quien despues de grandes demostraciones de cario pregunt Bertoldino cmo estaba; mas viendo que no desplegaba el labio, se volvi el monarca Marcolfa y la dijo: Por qu no responde? Acaso le ha dado algun accidente que le impida hablar? Mejor fuera, seor, que hubiese nacido mudo, pues as no hablara tan enormes desatinos ni cometiera tales locuras como las que acaba de hacer mintras estuve ausente

de casa: Qu ha hecho? Seor, s que con justa razon te has de enfadar cuando lo sepas, por lo que vuelvo repetir que mejor hicieras dejdonos en en nuestras montaas, que conducindonos aqu, donde todo el mundo conocer las tontadas de este necio. Pero qu es ello, que segun lo ponderas das entender ha cometido algun gravsimo delito? Dlo presto y no te aflijas, que aunque sea el ms grave que se puede cometer, queda perdonado. Cont Marcolfa lo sucedido con Bertoldino, y el rey en lugar de reprenderle empez reir de tal manera que se vi obligado, por no poder ms, tirarse sobre los almohadones por largo rato, hasta que reprimiendo la risa volvise Marcolfa diciendo: Esas son las graves faltas que me ibas participar? Lo crea cosa de ms entidad; bien hizo en ensear las ranas cmo han de hablar: no te aflijas, que no te faltar dinero, ni pan, ni cuanto hubieres menester. Seor, ya que te complaces en sus barbaridades, no dir esta boca es mia. Yo viendo que este ignorante no guarda el respeto y comedimiento debidos T. M., le he mandado que no abra la boca sino en casa, porque tiemblo no prorumpa en tonteras indignas de pronunciarse en tu presencia. Pues yo le doy licencia para que hable cuanto quisiere; llvale la cmara de la reina para que tenga un rato de diversion. Y t, Bertoldino, aunque haya delante damas y caballeros, habla con toda libertad, y lo que te parezca, sin ningun temor, reparo ni sujecion. Penetraron Marcolfa y Bertoldino en la habitacion de la reina, que les recibi con vivas expresiones de cario; mas como el rey haba permitido Bertoldino que hablase con entera libertad, tom este vocablo por el nombre de una camarista de la reina que se llamaba Librada, quien se hallaba presente, y en vez de llamarla por su nombre, empez saludarla con los mayores disparales y desvergenzas que su corto entendimiento le dictaba, y en trminos rsticos la dijo: Libertada, cunto daras por ser bien apaleada? Y por qu haba de serlo? Los palos se emplean en los burros como t, replic la camarista. Yo seria burro si t fueras mi mujer, pues hablando con verdad, tu presencia es de burra vieja. Quin te ha dado libertad para ser tan desvergonzado con una dama de mis circunstancias y linaje? Vte tu aldea, villano, guardar cabras monteses, que es ms propio para t que tratar con racionales.

Qu mejor cabra que t? Te pareces ellas hasta en el rumiar cuando comen sal. Gurdate de m, insolente, que si te cojo te he de romper ese hocico de lechon. Si me rompes los hocicos, te aplastar esa nariz de lechuza. Calla, Bertoldino. Quin te ha mandado decir semejantes picardas esa dama? exclam la reina. El rey; y si no, pregntalo mi madre. Es cierto, Marcolfa? Serensima seora, varias veces he protestado al rey que este muchacho no conviene en la crte, pues no todos se hacen cargo ni reflexionan que es tonto, y ya tiene agraviados muchos. Porque no dijese algun desatino delante del rey, le mand que tuviese la boca cerrada hasta volver casa; pero no slo le ha dado licencia vuestro esposo para que hable, sino que permiti lo hiciera como le pareciera sin sujecion alguna; y como este bruto todo lo entiende al pi de la letra al reves, habiendo oido llamar vuestra camarista con el nombre de Librada, ha pensado el gran salvaje que el rey le autorizaba para decirla lo que se le viniese la boca. Cuando la reina oy semejante tontera se ech reir carcajada suelta, en cuyo punto lleg el rey, y como le refiriesen lo sucedido, renovsele la risa, y cuando se le apacigu regalle (qu fortuna en .un villano indiscreto!) cincuenta escudos de oro, y mand se volviese su casa; pero ntes de despedirse la reina le di una buena reprension, dicindole que en adelante no se desvergonzara ms con sus damas; que mirase bien lo que hacia, si no quera como descortes y desatento experimentar un riguroso castigo, y se amparase de la modestia, que era en la crte la mejor prenda. Callando todo Bertoldino, correspondi con una gran cortesa al uso de la montaa, prometiendo la reina hacer lo que le mandaba, y partieron su casero. Llegados all, Bertoldino encontrse con la mujer del hortelano que se llamaba Modesta, y creyendo que el dicho de la reina se referia la tal, se arroj sobre ella sin andarse en rodeos, sujetndola por el guardapis y llevndola tirones como el lobo la pobre oveja. Era tanta la violencia con que la empujaba, que casi psole las faldas la cabeza, vindose obligada por los desmanes de aquel loco, que as es justo se le llame, proferir grandes voces, las que acudi precipitadamente su marido con un

garrote, el cual se abstuvo de descargar sobre sus costillas por consideracion al rey, contentndose con arrancrsela de las manos con gran trabajo, diciendo: Bestia, quin te ha enseado usar con las mujeres acciones tan rsticas y villanas? La reina. La reina? Qu dao ha causado la reina para mandarla arrastrar de esta suerte? V preguntrselo, que te lo dir. Ir para averiguar esta infamia. Anda, y vuelve presto, para que pueda aprender cortesa, que tambien me encarg la estudiase. Parti sin dilacion y ciego de clera el hortelano, y echse los pis de la reina, refirindole el caso, y rogndola le manifestase si habia sido su voluntad que Bertoldino cometiera la infamia de arrastrar su mujer pblicamente, levantndola los vestidos sobre la cabeza, con otras indecencias. Respondi la soberana negativamente, aadiendo que ntes bien le habia reconvenido y exhortado que aprendiese el modo de portarse en la crte, y que tuviese siempre presente la buena correspondencia, para lo cual le convendra abrazarse con la modestia, nico camino para adquirir buen concepto; pero ni le he dicho, ni le he mandado, ni me ha pasado por las mientes que ofenda tu mujer, ni se abrace con ninguna otra. Ay seora, que mi mujer se llama Modesta! exclam el hortelano. Se llama Modesta tu esposa? S, seora. Comprendo pues que ha sucedido lo mismo que con mi camarista Librada. Djole el rey que hablase con libertad, y pens el majadero tener licencia para desvergonzarse con ella, de suerte que fuera menester valerse de la fuerza para refrenarle. Esto ha sido mayor bestialidad, y siento que el nombre de mi mujer haya sido la causa de tal desrden: ya suponia que una se- fiora de vuestras prendas y prudencia no era capaz de estimular tan indecorosa accion: permitid, pues, que me retire porque estoy con zozobra, temiendo que aquel bestia haga algo peor que lo pasado. Retrate, y di Marcolfa que venga cuanto antes, pues tengo precision de hablarla. Seora, quedaris al punto obedecida. Encaminse el hortelano su casa, y encerr su mujer en un cuarto, temeroso de que cometiese alguna otra fechora aquel salvaje quien aquietaron no sin trabajo.

El hortelano cumpli el encargo de la reina, y Marcolfa fuse en seguida la crte, donde la recibi su soberana cariosamente, y hacindola sentar su lado la dijo con rostro afable y bondadoso: Querida Marcolfa, te necesito como jamas hube menester ninguna otra persona del mundo. El haber menester nace de la necesidad, la necesidad viene de la pobreza, y la pobreza de la carencia; por consiguiente eres ms pobre que yo, pues no teniendo yo necesidad de t ni de tus riquezas, queda probado que por grande y poderoso que cualquiera sea siempre ha menester de los demas (1). Es verdad; y con tan concluyentes razones, te aseguro que nunca ms me alabar de ser tan feliz que no necesite de nadie; pero dejemos por ahora este discurso, y vamos lo que ms importa, pues deseo que me ayudes en una cuestion importante. Gomo sea cosa que ataa tu persona, aqu me tienes pronta para servirte. A no incumbirme, no te hiciera venir con tanta instancia. La noche pasada estuvimos de fiesta, con msica, canto y -baile, dando fin con un juego entre las damas y caballeros, en el cual quien perda pagaba una prenda, imponindose varias penitencias para rescatarla; unos se les hacia representar, otros improvisar una dcima, estos recitar versos hericos, aquellos escribir cartas amorosas, etc., segun el capricho del depositario de las prendas; y habindome tambien tocado pagar una, di un solitario, el cual no me ser devuelto sino en el caso de que esta noche descifre un enigma que por pena se me impuso. El enigma es este: No tengo agua y bebo agua; que si tuviera agua bebera vino. Despues de quebrarme la cabeza largo rato, no he podido sacar nada en limpio, y cuanto ms pienso en ello, mnos acierto; por cuya razon mi diamante corre gran peligro. S muy bien que Dios te di un ingenio agudo y sutil, y recuerdo que en cierta ocasion me explicaste este misterioso enigma; pero se me ha olvidado y es menester que des tormento tu ingenio para que yo pueda rescatar mi prenda. Si slo es eso, lo saben hasta los pastores de mi tierra. Cmo es posible? Y la tengo yo por tan dificultosa! Voy descifrrtelo al instante. Mucho me place. El enigma se refiere al molinero, el cual se halla en un molino que no tiene agua bastante para moler; y como no muele no gana para poder comprar vino; sindole preciso

beber agua por necesidad, porque si tuviera agua para moler, tendra dinero para comprar vino, y no se hallara reducido beber agua. Ests enterada? Conozco en efecto que esta es su interpretacion, la cual nunca adivinara, y estoy segura de recobrar mi prenda: por lo tanto sigamos hablando sobre otra materia para distraerme, pues tu conversacion me es gratsima. Malo es que el rio salga de madre; pero peor cuando estn de mal humor los poderosos. Por qu? Porque el rio solamente perjudica los campos inmediatos, al paso que el poderoso malhumorado atemoriza sus sbditos. Es verdad; mas eso seria cuando el humor procediese de alguna causa grave como de un ultraje y la sed de venganza, de desear alguna empresa y no poderla lograr; empero yo ignoro el motivo del mal humor que me aqueja. Quien tiene mal humor, no tiene sabor. No te entiendo. Hablar de manera que me entiendas. El agua por qu dicen que es hmeda? Porque moja. Dices bien, pero cuando se bebe, qu sabor deja en la boca? Ninguno, porque es inspida. Pues h ah por qu el que est de mal humor no tiene sabor alguno, y suele causar enfado cuantos le tratan; aunque es verdad que hay humores diferentes, alegres, melanclicos, pacficos, gustosos, enfadosos, falsos, ligeros y tontos, como se ve en mi hijo Bertoldino, quien por ser tan gran bestia ocupa el primer lugar entre los imbciles. No extrao que sea tonto; lo que me maravilla es que de padres tan agudos haya salido un hijo tan escaso de juicio. Ya sabes, seora, que las mujeres embarazadas son antojadizas, habindolas que apetecen cuanto ven, y no ha faltado quien deseara comer sesos de liebre y mollejas de mosquitos, de suerte que si unas desean cosas que fcilmente se encuentran, otras por al contrario raras y extraas; por lo tanto, no te asombre lo que me sucedi cuando llevaba en el seno ese zngano que tantos disgustos me cuesta. Se me antojaron los sesos de un nade, y como el antojo naci de mi pasion y delirio, ha sacado la cabeza con sesos de nade (2), que es uno de los animales ms tontos que Dios cri en este mundo, careciendo tanto de instinto, que por la noche no atina dar con el nido: esta es la causa de que sea Bertoldino tan necio, siendo tan agudo su padre, y yo nada tonta.

Es preciso tener paciencia, que otros son ms fatuos, mayormente cuando sus cosas son tolerables. Ahora vte y dle de merendar, que ya es hora. Voime casa, donde de seguro me espera alguna novedad. Te encargo que vengas verme ms menudo. ALEGORA IV. LA. SABIDURA NO SE HERMANA CON LA PRESUNCIN, COMPAERA DE LA IGNORANCIA. nterin la reina departa con Marcolfa, fuse Bertoldino casa, y entrando en el corral vi volar una infinidad de grullas, y al punto imagin que podra cogerlas, pues repar que bajaban beber en una artesa que habia para el uso del ganado. Discurri varios medios, y no hall otro ms hacedero que el de ver cmo las emborrachaba; por lo que fuse la bodega, tom un barril de vino generoso que el rey regalara su madre, y lo vaci dentro de la artesa; despues se escondi en un rincon para ver beber las grullas y el efecto que les causara el vino. Apnas lo ejecut cuando se posaron todas al rededor de la artesa, y empezaron gustar de tan grata bebida, y tanto bebieron que se embriagaron cayendo todas como sin vida. A tal espectculo, Bertoldino acudi con grande alborozo, y cogindolas una por una las ensart al rededor de su cinto para llevrselas su madre cuando viniese, creyendo haber ganado un gran trofeo. Distinguila lo ljos, y brincando de alegra empez dar voces diciendo: Mira las grullas, mira las grullas! Quiso la fatalidad que con el movimiento, el aire y el tiempo trascurrido las grullas comenzaran sentir la opresion del cinto; y vindose oprimidas con mortales y terribles angustias, principiaron sacudir las alas esforzndose para escaparse de aquel lazo. De tal suerte las batieron, que como eran muchas no pudo resistirlas, y las grullas consiguieron levantarle cierta altura. Repar Marcolfa que Bertoldino andaba por el aire, y no sabiendo el motivo de cosa tan extraa, trmula y confusa empez clamar: Ay pobre de m, qu veo! Bertoldino, qu te ha sucedido? Adnde vas? A cenar con las grullas: sosigate, que presto volver. Desdichada de m! Bertoldino, Bertoldino! Ya no soy Bertoldino, sino grulla. Ay de m, que las grullas se llevan mi hijo! Dios sabe si le ve ms! Ven, muerte, y acaba conmigo, que no quiero estar ms en este mundo; ven, y me quitars tantos

disgustos como paso. ALEGORA V. QUIEN MEDRA CON L SUDOR AJENO, LABRA SU PERDICIN, INSPIRANDO LSTIMA LOS CIRCUNSPECTOS PREVISORES. Mintras Marcolfa se quejaba de su desdicha, las grullas emprendieron el vuelo hcia donde haban bebido, y casualmente sucedi que, cruzando un estanque abundante de pesca, se rompi el cinto que las sujetaba; y el pobre, imitacion del infeliz Icaro, cay de cabeza con las piernas hacia arriba, dando con su cuerpo en el agua, de suerte que con el estruendo los peces salieron la orilla; mas como la fortuna slo favorece los tontos (1), despues de zambullirse varias veces sali sin lesion alguna. Lleg Marcolfa, y vindole en estado tan lastimoso, le pregunt lo que le ha- bia sucedido, diciendo: Pobrecito mio! Cmo te llevaban por el aire las grullas? Las emborrach con el vino que nos regal el rey. Ay desdichada de m! Qu has hecho, majadero, infame, tonto? No hice mas que vaciarlo en 'la artesa del ganado, bajaron las grullas al olorcillo, y se lo bebieron todo; despues que estuvieron embriagadas cayeron en el suelo como muertas; yo que las vi as, las fui cogiendo y sujetando al cinto. De este modo iba recibirte, cuando al llegar cerca de la puerta empezaron volver de su letargo, aleteando con tal violencia, que pudieron ms que yo y me levantaron en el aire, como viste. Quiso mi desgracia que se rompiese el cinto, que si no, yo volaba como ellas, y me llevaran la casa de la luna, y desde all al pas de Culicotidonia, tierra donde son hembras las mujeres. No, que sern machos. Bruto, qu pan tan mal empleado el que comes! Vamos casa y te mudars el vestido. Qu bien dice aquel proverbio: Nada les importa los locos que se hundan las estrellas del cielo! Mrese por experiencia este, que pesar del peligro en que se ha hallado, lo toma risa; no s qu me haga con este jumento, pues cada da comete mayores disparates. Ea, anda casa. No quiero ir, que aqu me secar al sol; anda t y treme un cesto, que quiero llenarlo con los peces que salieron del agua cuando ca dentro, para regalos al rey, que lo agradecer, y mucho ms cuando le cuente la estratagema de que me he valido para cogerlos. Vaya si reir con esta imevu moda de pescar! Cierto que s. Simplon, no conoces que has perdido el juicio, y que no tienes ms sesos que una mosca'? As los tuvieras t y cuantos hay en el mundo; pues todo ira mejor. Si no, dme: cuando me cri Dios estaba yo presente?

Qutate de delante, que no puedo sufrir tantas simplezas, y repito que vayas casa al punto. Ya he dicho que quiero coger los peces, y que me traigas una cesta; si no, me los pondr en los calzones, y se los llevar as al rey. Estamos? Ay infeliz de m! Este bruto lo har como lo dice. Espera, que te traer la cesta y el vestido para complacerte. ALEGORA VI. CONTRA LA PRESUNCION, ACHAQUE DE TONTOS, EL ENTENDIM IENTO OFRECE EL VERDADERO ANTDOTO, INEFICAZ CUANDO ES TARDO. Mintras Marcolfa iba buscar la cesta y el vestido, Bertoldino quedse en cueros para que se enjugara la ropa al sol; pero como era en lo ms ardoroso del mes de julio y la hora de medio da, se le empezaron pegar las moscas de suerte que le acribillaban, sin poderse librar de su furor; unas le picaban en la espalda, otras en el brazo y en el pescuezo, dndole tal asalto que lleg enfadarse, y cogiendo un manojo de mimbres y otro de cambroneras, compuso dos como escobas, y las empez retar sangrienta batalla; pero como se le pegaban, Bertoldino se daba en el cuerpo, y mintras saltaban de un lado otro, l segundaba con furia en donde se le posaban. Tanto se sacudi que se llen de llagas; mas viendo que no podia librarse de la plaga, empez llamar su madre para que viniera defenderle, diciendo las moscas: Esperad, que ahora vendr mi madre y os dar el pago que mereceis. Madre, corre, que las moscas me quieren comer! A estas voces sali Marcolfa, imaginndose que le habia sucedido alguna desgracia, y viendo que con tan blandos algodones se desollaba vivo, se los quit de las manos, cubrindole las ensangrentadas carnes; llevle la cama, porque no podia tenerse en pi, ya por la caida en el estanque, ya por lo aporreado que estaba, ytambien por haber estado tanto tiempo sufriendo el rigor del sol; de manera que se hallaba tan fatigado, dolorido y ensangrentado, que mova lstima. Dirigise Marcolfa al punto en busca de un mdico, y de camino pas visitar la reina. Entr en su cmara saludndola como acostumbraba: y extraando la soberana fuse hora tan intempestiva, la dijo: Qu buena suerte te trae, Marcolfa, estas horas y con tal calor? No es mi buena suerte, sino la mala. Qu te ha sucedido? Se ha muerto acaso Bertoldino? Parece que vienes afligida. Seora de mi vida, ojal se hubiese muerto! Por qu? Qu te ha hecho?

Marcolfa refiri lo ocurrido Bertoldino, y la reina, despues de desternillarse de risa, le dijo: Tienes razon, y siento infinito tus desazones. Perodme: dnde le dejastes al salir de casa? En la cama molido y hecho una lstima, pues por defenderse de las moscas se ha vapuleado. Es menester que vaya el mdico y recete lo necesario, porque estando como dices, ser preciso echarle ventosas sangrarle, otro remedio adecuado su mal: bsquenle y sin dilacion visite Bertoldino, y le ponga luego en cura, pues importa mucho su salud. T, Marcolfa, v ver lo que ordenare el mdico. Consulate, que espero no sea cosa de cuidado, y cuanto se ofreciere se apron- tar al momento; con que no te acongojes, que los golpes poca mella causan en los muchachos. Cuando el rey se entere tendr un buen rato, que aguar el pesar de verle malo. Ya s, seora, que los locos dan gusto y divierten los extraos, pero no los propios. Me voy, aunque dificulto permita que el mdico se le acerque, porque creer que le va matar; no obstante, deseo que le visite para que me diga lo que se ha de ejecutar, y lo har, pues de ese modo nada recelar; y as, seora, queda con Dios. l te guie. Cuando Marcolfa penetr en el cuarto de Bertoldino, este estaba durmiendo; por lo que abriendo el balcon se aproxim al lecho y llamle repetidas veces, pero como estuviese lo mejor del sueo, no responda; cuyo tiempo lleg el mdico, y acercndose, lo descubri un poquito para reconocerle las heridas, y hallndole bastante maltratado, dijo Marcolfa: Mira si le puedes despertar para reconocerlo mejor. Despierta, Bertoldino. Bertoldino, no oyes? No puedo despertar, respondi. Cmo que no puedes? No sabes que estoy durmiendo? Yaya, despierta; mira que si no te echo al suelo. . Anda hilar, y no me enfades. Vaya una salida! Estoy durmiendo como un tronco, y quieres que despierte? fYlgame Dios! exclam el mdico. Est hablando y dice que duerme ; no he oido mayor tontada en mi vida. Quin es ese hombre barbudo que est contigo? pregunt Bertoldino. Algun picaro. No importa, pues no me asusta. Seor figura, qutese de delante de m, porque... Agradece que estoy durmiendo, que si no, me habia de levantar y daros tantos palos como puede llevar un borrico de yesero. .

Slo esto me faltaba; vaya, duerme, duerme, que para m es fortuna que no ests despierto. Marcolfa, ya conozco la enfermedad; te enviar cinco pildoras capitales, con las que se le descargar la cabeza; y aunque deseara le echaras una lavativa, por la dificultad, que ofrece el que permita se la administren, le pondrs una cala, y por tres maanas consecutivas le dars unos pedacitos de caa- fstola, con lo cual espero que en breves das sanar. Agradezco tus favores, y perdona que en este momento no me sea posible obsequiarte, respondi Marcolfa. Agradezco mucho tu atencion: pero nada necesito. A Dios, y djale dormir cuanto quisiere. Despidise el mdico, riendo de la gran simpleza de tan solemne majadero, que aun se quedaba gruendo y deca que dorma. Lleg palacio, refiri los reyes el suceso, los cuales soltaron la carcajada sin que por largo rato les fuese posible contenerla, y mandaron que al punto llevasen los medicamentos Marcolfa, quien luego que los recibi llegse al lecho de Bertoldino, diciendo: Duermes todava, simplon? S, duermo. Qu me quieres? Te traigo una medicina que ha recetado el mdico, quien asegura que luego te pondrs bueno. Duermo, duermo. Tmala t por m. Vamos, sintate, tomareis un poco de casia (1), y despues te dar en las espaldas con el ungento de dialtea y vers cmo al punto te curas. Qu has dicho? Qu me coma una casa? Que se la coma el mdico si tiene hambre. No digo casa, tonton, sino casia; tmala bocaditos, y si no te gustase as, te la dar en la caa, desleida en vino, del modo que prefieras. Cmo quiere el brbaro que pueda tragar una casa y caas enteras? Ms valiera que me hubiese recetado unas puches. Sin duda el tal mdico es un grandsimo ignorante. Yo te har las puches despues de tomar la medicina; y si no quieres casia, tomars estas cuatro pildoras, y luego te pondr esta cala, que te descargar la cabeza. Bien est, har lo que quisieres, con tal que me hagas las puches. Te lo prometo: toma las pildoras ahora, que la cala te la pondr despues. No, no; dmelo todo, que ya entiendo lo que me dices, y lo har como deseas. Pues tmalo todo, y ten buen nimo, hijo mio. Pero ljos de seguir las indicaciones de su madre, Bertoldino se traga la cala y se aplica las pildoras al ano.

Qu haces, bestia? dice Marcolfa. Espera, que eso es al conIrario. Desdichada de m! Lo que ha de tomar por arriba se lo aplica por abajo. Djame. Piensas que soy lerdo? T eres la que no has entendido al mdico. Quieres que me ponga abajo este tarugo estando baado en miel? Buen tonto seria: esto se debe tomar por la boca, y estas bolas por abajo. Si sabr lo que me pesco! Y por ms que gritara Marcolfa, tragse la cala, y se esforzaba para encajarse las pildoras por detras. Bien le pes al desdichado la toma de la cala, pues como estaba tan enmelada se le atarug en la garganta de modo que no poda tragarla, y lleg casi trminos de ahogarse, causando un tiempo lstima y risa sus visajes y gestos. Viendo Marcolfa tan lastimoso suceso envi llamar al mdico, quien vino prontamente por rden de la reina, y hallndole con temblores convulsivos, le di un vomitivo que le hizo arrojar lo de la garganta. El pobre mdico no se desvi tiempo, y recibi todo el vmito en la cara: as es que despues de limpiarse con bastante trabajo, fuse su casa furioso.y colrico, maldiciendo de los insensatos y de quien le enviara visitar tan gran bruto. Apnas qued Marcolfa sola llegse al lecho, del cual se separara para acompaar al mdico, y pregunt: Cmo ests, Bertoldino? Bueno, y estar mejor cuando traigas las puches que me ofreciste. Cierto que por tu habilidad las mereces, pues has dejado casi ciego al mdico con la cala que le arrojaste como si fuera una bala. Para l ha sido el dao, y es razon que quien tal hizo tal pague, pues yo no le llam. Ya s que no le llamaste, pero tampoco podas, porque la cala te impedia hablar. Mejor estaba cuando tenia aquel bocado en la garganta, pues con l no me habia de morir de hambre como ahora me sucede; y si quieres que viva hazme luego una grande artesa de puches, porque me siento tan debilitado, que apnas puedo hablar. Voy hacrtelas al momento, ya que mi desgracia as lo quiere. Despacha presto para sacarme de esta afliccion y desmayo. Coci Marcolfa una buena cacerola de puches, las que comise Bertoldino con descompasado apetito, yendo despues aligerarse del peso al pi de un olmo, donde se qued dormido. Noticioso de aquel percance el rey, lo envi buscar con un coche, y cuando lleg su presencia preguntle: Cmo ests, Bertoldino? De pi, respondi el bobo.

Ya lo veo; pero deseo saber cmo te sientes. . Siento tocar las campanas. Lo que pregunto es si te sientes malo bueno. Pues si ya he dicho que siento tocar las campanas, no siento bien? Me gusta la respuesta! Ea, pues no quiere responder, conducidle la cmara de la reina, porque deseo que le vea. Tradmela aqu. Y empez resistirse, teniendo que llevarle poco mnos que la fuerza; y luego que le vi la soberana, con gran risa dijo: Oh! Aqu tenemos Bertoldino! Qu hace Marcolfa? Las que hacen son vacas, y no yo, seora reina. Dme: te encuentras aliviado de tu indisposicion, pues he tenido noticia que has estado enfermo? Hasta ahora no he salido de casa, con que mira cmo puedo haber estado en el infierno, ni tampoco tengo noticias donde est: lo que te estimar es que me digas si es palomar pajar ese infierno. S, s, palomar es. Pero dme: qu se ha hecho tu madre? Cuando yo la dej estaba dando de beber los polluelos de nuestra clueca, que ha tenido hasta treinta. Tu clueca tiene hijuelos? Ya se ve que los tiene. Y por qu no los tienes t? Te falla por ventura un buen gallo? Soy yo gallina acaso? Mi madre dice que sin un buen gallo las gallinas nunca empollaran. Y las gallinas no son hembras como t? Pues si deseas tener hijos, yo te buscar un buen gallo, y si no, te llevarmos el nuestro. Ningun gallo he menester, y te agradezco el cuidado. Hola, criados, llevad merendar este cuitado. Antes de merendar dispon que me lleven hacer mis necesidades, que es lo que ms me urge ahora. Tienes sobrada razon. Filandro, ven. Aqu estoy, seora. Qu mandais? Lleva este pobrecillo adonde l te diga, y cuanto ntes, no sea que le suceda algun trabajo. Adnde quieres que te lleve? pregunt Filandro Bertoldino. A hacer aguas mayores. Me flguro que este descomulgado ha de soltar la carga ntes de hora. Ea, ven conmigo. Qu bravo leo me han entregado! No s qu gustos tan raros tienen estos prncipes en tolerar esta casta de bufones, y ms este, que es un bruto. Hoy dia ms se aprecian, protegen y patrocinan semejantes gentes, que un hombre erudito, cansado de

quemarse las cejas estudiando (2): son los que se premian, y este bruto le colman de ricos vestidos y regalos exquisitos, sucediendo todo al contrario con los sugetos de mrito, como acontece en palacio con muchos criados antiguos y envejecidos en el servicio, sin recibir jamas la menor gratificacion por sus dilatados mritos, mantenindose estos pobres de humo y vana esperanza, en la que acaban sin ms ascenso que su miseria. Todos se afanan por la crte, y en ella se hallan cortas recompensas y prolongados deseos, y si estos no vivieran con esperanza, ms presto correran buscar su muerte que pasar la crte. Yo soy uno de tantos que despues de servir en ella muchos aos con la mayor fidelidad y celo, no he alcanzado la menor recompensa; y ahora para colmo de desgracia tengo que llevar descomer este bruto. Buen pago, por cierto, despues de tantos servicios! Hallarme reducido ejercicio tan bajo indecoroso! Oh pobre Filandro! Vamos, descomulgado. Adnde me quieres llevar? Adonde hagas tu menester. Llvame al campo, y djame all. Vamos, que te llevar adonde desees, ya que mi corta fortuna as lo dispone. Por esta vez me han pillado, pero no me hallar en otra. Condjole Filandro lo llimo del jardn, donde hizo su menester; y luego lo llev la despensa, dile pan y un pedazo de salchichon, con un buen trago de vino, llevndole despues de merendar donde estaba la reina, quien le pregunt: Has merendado bien? S, seora. Y qu te han dado de bueno? Pan y lasamo. -Qu? No he dicho que samalo? No te entiendo. Quiero decir malaso. Peor que peor. He comido lamaso, entiendes? Pues bien claro me explico; y para que me entiendas mejor, repito que se llama masalo. Qu desatinos ests diciendo? Qu infierno .de nombres son los que dices de lasamo, samalo, malaso, lamaso y masalo? No entiendo lo que pretendes decir. Qu le has dado merendar, Filandro? Salchichon, seora; vea V. M. qu buena cabeza tiene, pues de cinco veces no ha acertado nombrarlo, como si se tratara de la mayor dificultad.

El lector podr presumir lo que la reina reiria. Lleg el rey la sazon, y se reprodujo la risa al contarle el referido lance, que divulgado por palacio caus Ja de todos, durando largo tiempo sus comentarios; pues quedaron tan impresas en la memoria de los cortesanos las cinco palabras de lamaso, samalo, malaso lasamo, y masalo, que cuando llegaba ocasion de poner en la mesa salchichon, ninguno acertaba llamarle sino con los nombres extravagantes ya dichos. Mand finalmente la reina que llevasen Bertoldillo en carroza su casa, y as que lleg le pregunt Marcolfa: Qu has visto en la ciudad que sea de tu agrado? La olla de la cocina del rey. Qu particularidad tiene? Que caben en ella ms de mil tazas de sopas, porque es muy alta y barriguda. Siempre ests pensando en comer! Quien no piensa en comer no piensa en vivir; y si no comiera me morira. Gran verdad; pero ahora deseo me digas: qu has aprendido de bueno en la crte? El andar subiendo y bajando escaleras. Cierto que eres gran sugeto, y das muestras de tu gran discernimiento. Pregunto: los gansos son nades? Bueno va. S, con tal que me dejes. Otra cosa te quera preguntar y se me ha olvidado. Tal seria ella. Ya, ya me acuerdo. Dme: cuando me concebiste estabas presente? Ay pobre de m! Ya te he dicho que no me rompas ms la mollera con tus desatinos, pues tanto me enfadas que ya te aborrezco. No te enojes. Escchame; te contar lo que he observado. Estando en el cuarto de la reina he visto que no tiene sino dos piernas, lo cual me ha maravillado, porque nuestra vaca tiene cuatro. Qu te parece? Responde. Qu quieres que responda? Que en vez de concebirte valiera ms hacer una torta. Mejor! As mehubieras dado un cachito. ALEGORA VIL DONDE SE INDICAN LOS M EDIOS DE CONSERVAR LA SALUD. Era ya tarde y dando punto la pltica furon acostarse. Levantronse al romper del alba, y como Marcolfa tuviese que ir la ciudad para algunas compras indispensables, encarg Bertoldino el cuidado de la casa y sobretodo que vigilase los polluelos que andaban sueltos por el corral, para que el gavilan no se los llevase.

Fuse Marcolfa, y cual si su hijo le hubiesen mandado entregarlos al gavilan, ensartlos todos empezando por uno blanco y atndolos por la pierna, y de tal suerte los subi al tejado, donde los dej, bajando en seguida una azoteilla para ponerse de observacion. Sucedi, pues, que un gavilan, que de continuo revoloteaba al rededor de la casa, arrojse sobre ellos, y comenz picar el blanco, que era el primero de la sarta levantndolo en el aire con los demas. Echse reir Bertoldino diciendo: Al blanco, al blanco! Tira bien del blanco y te llevars los otros. As aconteci. Al regresar Marcolfa de la ciudad, sali Bertoldino recibirla soltando rcias carcajadas. De qu te res? pregunt la madre. Ocurre algo nuevo? Ay madre ma! cuanto me he divertido! Te aseguro que cuando sepas el motivo te reirs tambien. Ay qu gusto! No se puede dar mayor. Tonto, por qu quieres que me ria si no lo dices? No me encargaste los pollos? S; prosigue. Pues le he pegado un gran chasco al gavilan. El cielo me ampare! Y qu chasco es? Dlo presto. Los at en una sarta, vino el gavilan, y todos se los llev de una vez; pero no puedo ponderarte el trabajo que le ha costado; pues aunque le gritaba que agarrase primero al blanco para que le costase mnos trabajo llevarse los demas, no me entenda, hasta que por ltimo se esforz hizo lo que le decia. Te hubieras desternillado de risa al ver que aquel pjaro tan grande apnas podia llevar una manada de pollos. Dme: no le he pegado buen petardo al pajarraco? T lo eres, bestia indmita; no s cmo me detengo, pues me estn dando impulsos de agarrarte por el pescuezo y ahogarte entre mis uas. Ah rey Albuino! Ya decaste de mi concepto, viendo que te pagas y complaces con los desatinos de este loco, que no tiene ni aun visos de racional. Es cierto que cada uno en este mundo posee su venita de loco; pero tal exceso es insufrible. Qu remedio tiene, ni cmo ha de dejar de cometer insolencias, si cuando sepa el rey este desatino, en lugar de reprenderle lo celebrar hacindole algun regalo en premio? Ah pobres filsofos! Aprended con este ejemplo: aplicos, sudad, trabajad, perdiendo la vida en el estudio, que por ms que hagais, pobres viviris y pobres moriris, pues en esta crte ms protegido est y mejor premiado un loco ignorante, que cien eruditos por muchos mritos que tengan. Este

pago acostumbra dar el mundo. Y dme, bruto, dnde est la gallina? Encerrada en el gallinero, para que no impidiera al gavilan llevarse los hijuelos: piensas que soy tan tonto? Paciencia: lo hecho pecho. Entra en casa, que ya estoy satisfecha de que eres un mozo muy discreto. Pero dme: si esto llega odos del rey, qu dir? Se enojar tenindote por necio, ignorante y mentecato. Y quin quieres que se lo diga al rey? Te parece que Do hay orejas que todo lo estn oyendo? Yo no veo otras que las del burro del hortelano; y ciertamente creo que est aqu cerca para observar lo que pasa; reprale bien, y vers qu tiesas las tiene. Yo te aseguro que pronto tomar la debida providencia. ALEGORA VE LA CURIOSIDAD DEBE SER CASTIGADA. Alto! Qu vas hacer? A cortar las orejas este pollino, que est escuchando cuanto hablamos, y ha de pagar la curiosidad para que aprenda cortesa. Y ntes de que Marcolfa pudiera estorbarlo, Bertoldino puso por obra su brbaro intento. Ay infeliz de m! exclam Marcolfa. Ya cort las orejas al borrico del hortelano! Qu dir ahora? Si va querellarse al rey, nos envia en hora mala con justa razon. Ah picaro! El picaro traidor es el borrico, que la da en escuchar lo que pasa entre nosotros; pero yo le aseguro que ya no oir ms en su vida. Ea, ya viene el hortelano, y pues su borrico no oye, oirs lo que no quisieras; y le sobrar razon para obligarte que se lo pagues. En efecto, atrado por los rebuznos del desorejado rucio, el hortelano acuda ms que de paso, temiendo alguna nueva fechora; y conteniendo apnas la clera en vista del inesperado desastre, exclam: Quin ha cortado las orejas mi borrico? Yo, respondi con la mayor naturalidad Bertoldino. Por qu motivo? Porque estaba escuchando lo que parlbamos. Aqu no necesitamos bufones: pgame al punto el borrico; sino, me voy querellar al rey para que me haga justicia. Escucha; aguarda; no vayas, que yo te satisfar el valor del borrico; djalo mi cargo, que todo se compondr. No, no; quiero que el rey lo sepa,, pues ya sucedi lo que sabes con mi mujer, y no quiero dar lugar que algun dia se le antoje hacer otra locura mayor, que me d ms que sentir, si tanto se tolera; por consiguiente, voime corriendo la ciudad quejarme al rey.

sin ms razones el hortelano se encamin palacio, donde expuso sus quejas al monarca, quien mand inmediatamente llamar Bertoldino, al cual vindole comparecer con las orejas del burro que le asomaban por entre el jubon..dijo: Ven ac, Bertoldino. Aqu estoy, seor amo. Acrcate ms, hortelano. Serensimo seor y rey mio, aqu estoy, dijo el hortelano aproximndose. Cul es la queja que traes? pregunt el monarca. Seor, que este majadero me ha estropeado el borrico, y vengo pediros justicia. Es verdad, Bertoldino? Es verdad, porque el asno, seor... dijo Beftoldino. Lo eres t: prosigue. Estaba con las orejas tiesas para escuchar lo que hablbamos mi madre y yo; y porque no oyera jamas negocios de otros, le he cortado las orejas, y para que te enteres de la verdad, las he trado conmigo; tmalas, y llama quien se las ponga de nuevo, que mi madre pagar la compostura. A estas razones se puso el rey reir, de suerte que apenas po- dia respirar, hasta que se soseg y dijo: Hortelano, ya sabes que Bertoldino es hombre de bien, y si te ha estropeado el borrico no quiere deberte nada; toma tu prenda que son las orejas del asno, y mando, para escarmiento y castigo de tal delito, que Bertoldino monte en el borrico desorejado, acompandole t hasta casa. Dme; ests satisfecho de la sentencia? Seor, ese es un castigo que redunda ms en detrimento mio que suyo ; lo que pido es que me abone el valor del borrico, y despues monte en l quien quisiere, que yo slo deseo lo justo, porque no es razon que yo pierda lo que me cost. Dices bien: cunto quieres por el asno? Yo, seor, no deseo ganar ni perder nada; el ao pasado me cost ocho ducados. Bien est, se te pagar al punto. Herminio, ven ac. Mande V. M. Dle este hombre ocho ducados; y t, Bertoldino, toma el borrico, que quiero regalrtelo, para que te lleve casa. Pero andad juntos, y correspondos como buenos vecinos y amigos. As lo harmos, seor. Vamos, Bertoldino, monta y volvamos casa. Y caballero Bertoldino en el rucio, el hortelano cogi el ronzal diciendo: Arre! So Qu diablos haces que te vas cayendo?

Es que me pesa ms la cabeza que el tafanario. Ten bien: s; ch, toma, arre all, hombre de los diablos, djame la brida. Arre, anda, camina. A Dios, seor. Pero tales fueron las trazas que dispuso para atormentar al pobre borrico, que este la mitad del camino di con el brbaro jinete en el suelo, hundindole una costilla. Comprendi Marcolfa al verle tan malparado que era preciso poner trmino los disgustos que su clebre hijo la causaba, y fuse presentar los reyes con nimo de consultrselo, quienes encontr rindose todava de las simplezas de Bertoldino. El monarca as que la vi dijo: Querida Marcolfa, qu buena ventura te trae por ac? No la tengo; al contrario. Por qu? Te ha sucedido alguna desgracia? Qu ha de ser? Bertoldino que ha cado del borrico, y que- brdose una costilla, y vengo buscar una bizma para curarle. Mintras me despachan tendr tiempo para contar una novela que viene muy adecuada al caso, si me das permiso y gustas escucharla. En hora buena; empieza, pues nos complacermos en oira. Guando los hormigones iban caza de chinches, hallndose en la ciudad de Berlinches una mosca recien viuda y una homicida lombriz con una vara larga de torear que haba quitado un moscon de campo que iba la conquista de la miel de la Alcarria, ao sealado porque se vieron muchos alcarreos en aquella tierra, sucedi que yendo la casa de la mosca una grandsima ara- a macho vi asomada la ventana la mosca, que como era domingo se haba compuesto, y tenia la cabeza puesta, como se suele decir, de veinte y cinco alfileres; tan bonita le pareci al arana. que enamorada de su hermosura la hizo una guiadita, y como le tocara en el corazon la flecha de Cupido, empez pasear la calle arriba y abajo, hecha un petimetre. La desdeosa viudilla conoci la intencion de su galan, y haciendo la desentendida se retir, escondindose como suelen hacer las viudillas zalameras. Una vez se asomaba y hacia un gesto, otra una guiada; todo para chasquearle, de manera que el pobre araon se dej llevar de su cario, quedando abrasado con el fuego que le devoraba; mas no pu- diendo resistir su amoroso incendio, busc traza de entrar por la ventana: psolo por obra, y empez trepar por la tapia imaginando que era alguna de las de vida airada. Prosigui la empresa con nimo de alcanzar su fin, y despues de lograrlo volverse por el mismo camino. Con

estas cuentas subia muy alegre el galan, cuando ella se asom, y viendo tal atrevimiento y desvergenza, fue corriendo buscar una caldera de leja, dispuesta para lavar los calzones de un piojo que tenia en su casa de husped, y apnas observ que echaba las garras al balcon, se la encaj hirviendo sobre la cabeza, fln de castigar su osada; pero el araa era muy picaro, y conociendo la intencion se puso por yelmo una cscara de nuez. Luego que vi el diluvio de agua hirviendo sobre s, colocse de suerte, que si le cayera alguna fuese sobre la cabeza, defendida por el yelmo; de modo que poco fue el dao que recibi, librndose del primer golpe; pero como dur ms tiempo el chorro de leja del que emple para caer al suelo, quiso la fatalidad que con la cada se le quitase el yelmo, y le cogi la cabeza el agua, cocindole los sesos, que se le pasaron otra parte; y desde entnces han tenido siempre las araas los sesos atras, por lo que hicieron juramento de vengarse de hecho tan afrentoso: y por eso andan siempre las araas caza de moscas, resentidas del ultraje que recibieron de la viudilla, tendiendo en todos los desvanes, rincones y agujeros sus redes homicidas, siendo muy comun cuando prenden una descabezarla y dejar el cuerpo. Lo mismo creo ha sucedido mi hijo, quien le aconteci que una vez que iba corriendo tras una cabra por una empinada cueste, se cay de espaldas; y rodando di con la cabeza en un tronco de saco, de cuyas resultas se le fu el juicio la parte posterior, quedando tan ligero de cascos como el saco, y dedicndose desde entnces tambien coger moscas. Con que as VV. MM. haran una accion loable en darnos licencia para regresar nuestra choza; porque presumo que se ha de cumplir la sentencia de mi marido Ber- toldo (de felice memoria), que dijo: Quien est acostumbrado cebollas no busque pasteles; y siendo nosotros nacidos y criados en lugares rsticos incultos, no debemos pretender, ni es razon, salir fuera de nuestro centro. En la crte el cortesano, y en la aldea el labriego. Has dicho bien, Marcolfa; mas quien ha bebido en la mar, puede tambien hacerlo en un rio. Te aseguro que siento la simplicidad de Bertoldino, aunque opino que permaneciendo en la crte quiz llegue tener ms juicio. Quien naci loco nunca sanar. Quien mal baila bien enfada. Genio y figura, hasta la sepultura. El que no tiene cabeza tenga pis. A la muerte no vale mdico ni medicina. Ms vale pjaro en mano que ciento volando.

Ms vale ser pjaro libre que regalado en la jaula. Todo derecho tiene su reves. No todas las cabezas que tienen pelo, suelen tener sesos. Todo se puede sobrellevar, excepto el mal tiempo. Nunca se hizo colada sin que lloviese. Una hora de buen sol seca mil coladas. Quien no tuerza bien la ropa, no la secar en tres das. Habla ms claro, que no te entiendo. No hay peor sordo que el que no quiere oir. Prosigue, que ya te escucho, y como cuentes otra fbula de suerte que me persuada con razones concluyen tes, dar licencia para que os retireis vuestra aldea, prometindoos no impedirlo, si bien lo sentir y dispondr que nada os falte mintras vivais. Ya que VV. MM. me prestan atencion, habrn de saber que cuando las lucirnagas eran mercaderes de linternas, un caracolazo de los que tienen cuatro astas se enamor de una babosa. Era esta muy graciosa, y habindola caido encima el roco una noche de abril, estaba todava ms lustrosa y bella. Sucedi, pues, que en aquella misma noche la vi el caracol, dironse palabra de esposos, y la condujo su casa obsequindola con un suntuoso banquete, al cual concurrieron todos los deudos y amigos. Fueron varias las habilidades que se hicieron, distinguindose cuatro cangrejos de buen porte y mejor traza que tocaron la viola: seguase estos un galpago que tocaba el arpa con perfeccion; dieron un poco de msica, nterin llegaba la hora de la cena, despues de la cual se renov la diversion, cantando una mariposa unas tonadillas graciosas acompandose con la guitarra; pero como estaba un poco resfriada no pudo dar al auditorio toda la satisfaccion que deseaba. En seguida acordse que saliesen algunos bailar; y una seal, todos los instrumentos empezaron sonar, dando principio al baile un galpago y una mariposa, que encantaron con sus habilidades; pero sali otra pareja que fueron un grillo blanco y una chicharra, hicieron raya, como suele decirse, bailando la espaoleta con tal destreza, que maravillaron los concurrentes. Acabaron el baile, y molidos y cansados propusieron juegos, delegando la direccion una pulga decidora y jocosa. Acept esta el encargo sin hacerse de rogar, invent varios y bellsimos juegos de prendas, para cuya restitucion impuso al que perda penitencias, que consistan en sentencias agudas y discretas, motes, preguntas y respuestas

elegantes, etc., etc. Pero el inconveniente que tuvo la diversion fue haber sido tan larga, que muchos de cansados se durmieron, y otros se furon molidos. As pues somos nosotros, que con la fiesta se pas bien el tiempo; pero el juego no solamente no se acaba, sino que cada dia se va dilatando; siendo cierto que si dura, Bertoldino se quedar cada dia ms dormido. Por esto, seores, ser mejor que mudemos de clima, pues puede suceder que le haga despertar el aire de la montaa, aunque sea dificultoso. Ademas, siempre o decir que'todo pjaro canta mejor en su nido que en el ajeno; y as deseo volver este pjaro al suyo, y tocante m, quiero vivir en mi cabaa del modo que ms me convenga, sin fastidiar nadie. Por lo cual, serensimos seores, suplico con el mayor respeto que nos concedais licencia para marcharnos, porque ya no habeis de sacar ningun partido de uno ni otro, pues aunque Bertoldino sea mi hijo, razon no quita conocimiento. Deseamos complaceros, respondi la reina. El tiempo que has estado en la crte hemos disfrutado con tu agudeza, que es tanta que ntes bien se te puede llamar orculo que mujer rstica y criada en el desierto. Ciertamente mereciste estar empleada con un hombre de altas circunstancias como Bertoldo, cuyas sentencias las tengo esculpidas en letras de oro encima de la puerta de palacio para perpetuar su sabidura; pero ya que es preciso condescender tus ruegos, Herminio, v mi despacho y toma el cofrecito cubierto de terciopelo negro, en donde hay dos mil escudos de oro, y tremelo para drselo Marcolfa, y despues pasars casa de algun mercader de paos, y le dirs que te entregue cuatro piezas de pao fino y doscientas varas de lienzo para ropa blanca, y hars que dispongan una litera, en la que les conduzcan su lugar con el mayor cuidado. En seguida les enviars doce costales de harina, doce barriles de vino y cuanto les haga falta para el viaje y vivir con quietud y sosiego en su albergue. Ea, Marcolfa, puesto que ya se te ha concedido la gracia de regresar tu casa y vivir en ella tu gusto, te agradeceramos que aunque fuera de tarde en tarde vinieses vernos. Ya te he significado el grande sentimiento que nos causa tu partida; pero como no deseamos sino lo que apeteces, no opondrmos ningun obstculo. Magnnimos seores! exclam Marcolfa: me falta lengua para daros las debidas gracias por tantos y tan singulares favores como he recibido de la piadosa clemencia de VV. MM., por lo que os suplico encarecidamente me perdoneis, confiando que en cuanto hubisemos faltado y en adelante podamos faltar, lo suplais con vuestra innata

piedad. Deseo que Dios os conceda gracia para conservaros en vuestro reino en paz y con la mayor felicidad; valor y fuerzas contra vuestros enemigos; que veais cumplidos vuestros deseos, y que os otorgue las mayores satisfacciones. No cesar de rogar al Seor os galardone con la bienaventuranza, y hme aqu rendida vuestros reales pis pidindoos humildemente perdon de todo; y si por ignorancia hubiese incurrido en alguna culpa, vuelvo suplicaros me perdoneis, y as partir con el consuelo de que siempre me tendris por humilde sierva y apasionada vasalla vuestra. Con las expresiones y razones tan humildes y discretas de Marcolfa el rey ni la reina no pudieron disimular sus lgrimas, y luego que se despidi, se retiraron sus gabinetes, en donde dieron rienda suelta la tristeza y melancola por la ausencia de Marcolfa, que parti con Bertoldino cargada de escudos y otras ddivas. Los condujeron en la litera hasta dejarles en su msera choza natal. Acudieron su llegada los vecinos darles la bienvenida, y se hicieron Gestas durante algunos dias en aquellas sierras al estilo del pas. Como todo acaba en esta vida, tambien terminaron los festejos de aquellos rsticos, viviendo los dos cortesanos en la montaa muy tranquilos y alegres lo restante de su vida, sin (ener nada que desear. Bertoldino entre palurdos era el hombre ms discreto y poltico de todos. En fin, como hombre ya prctico en la crte di diversos chascos aquellas pobres y agrestes gentes; mas como en aquellas asperezas no habia quien supiese escribir, no es posible mencionarlos, ni lo que despues le sucedi. No obstante, por raros conductos se vino saber que cuando Bertoldino lleg la edad de treinta aos, la rudeza de su entendimiento se disip de manera que pareca absolutamente otro hombre, dotado de una sagacidad y discrecion tan admirables, que no daba muestras de haber sido tan gran tonto como queda referido. De m s decir que duras penas lo creo, porque aunque Dios', como Todopoderoso, puede hacerlo, vulgarmente se dice que las tres cosas ms difciles de curarse son la locura del tonto, las deudas del tramposo y la gangrena. FIN DEL TRATADO SEGUNDO. VIDA DE CACASENO TRATADO TERCERO.

INTRODUCCIN. El astuto Bertoldo y la sagaz Marcolfa su esposa, sin embargo de haber nacido y criarse en lo ms fragoso de la montaa, no slo maravillaron con sus dichos, sentencias morales y agudas respuestas los particulares que los oian, sino tambien al rey Albuino y su esposala reinaIpsicratea, de quienes eran vasallos; por loque recibieron de estos soberanos numerosas mercedes y ddivas correspondientes su grandeza. Alcanzaron dichos rsticos la dicha de concederles el cielo un hijo. Varios eran los motivos de alegra de ambos esposos, siendo el mayor imaginarse que el hijo se pareca su padre Bertoldo, y para que la semblanza fuese completa tomaron la nominacion paterna y le pusieron por nombre Bertoldi- no; pero frustreseles la esperanza, pues ya crecido, todo lo que Bertoldo tenia de agudo y sagaz sac aquel de simple, aturdido y bruto. Viendo el pobre padre tal contrariedad, y no pudiendo sufrir las tontadas de su hijo, se fu la crte, donde como vimos acab sus dias, quedando Marcolfa viuda con Bertoldino. Tuvo noticia de ellos el rey, y les mand buscar, sucediendo que cayesen tan en gracia las inocentadas de Bertoldino en la crte, que cuando se ren tir de ella, el rey le regal dos mil escudos de oro con otras innumerables cosas de valor y precio. Vendi estos presentes Marcol- fa, y con el producto compr fincas para pasar cmodamente el resto de sus dias. Despues se cas Bertoldino y tuvo un hijo que se llam Cacaseno, de quien referirmos la graciosa vida. ALEGORA I. ES PROVIDENCIAL QUE LOS RSTICOS SEAN APTOS PARA LA PROPAGACIN, TAN NECESARIA PARA LA CONSERVACIN DEL GNERO HUM ANO. Parti Herminio con un criado desempear una mision poltica en las provincias de la monarqua, y pasando casualmente por la falda de una montaa en que moraba la memorable Marcolfa con el clebre y nunca bien alabado Bertoldino , juzg hacer una cosa muy grata y meritoria si llevaba los reyes noticia de ellos, y determin verlos. Emprendi la ascension Ja montaa, y llegado la cumbre observ la buena situacion del pas y una casa de buena apariencia. Llam la puerta, se asom la ventana Marcolfa, y conociendo Herminio se apresur abrirle recibindole con grande regocijo. Hzole muchos agasajos, y entre los varios asuntos de que habl contle que su

hijo Bertoldino habia casado muy bien gracias al dinero y alhajas que le dieron los reyes, aunque cuando ellos furon la crte ya poseian algunos bienes para poder subsistir. Aadi que Bertoldino, despues que pas los aos de su mocedad, habia cambiado de tal modo que estaba desconocido por su discrecion, viviendo alegres y tranquilos, con la nica desazon de que despues de tanto tiempo como hacia que Bertoldino se casara, no tenia mas que un hijo, ya de siete aos cumplidos, y con el desconsuelo de haber salido ms simple y necio que su padre. Tuvo Herminio gran gozo con esta conversacion, y resolvi llevar noticia los reyes de cuanto Marcolfa le reflriera, preguntndole: Dme, Marcolfa: dnde est Bertoldino y su hijo? Han ido cerca de aqu la choza de.un pastor nuestro, y discurro que no tardarn en volver, pues se acerca ya la hora de amasar. Y el hijo que dices, cmo se llama? Arsenio; pero como estos montaeses siempre inventan, aaden y quitan nombres, los propios no suelen servir, sucediendo que si uno se llama Antonio por ejemplo, y es de estatura elevada, le llaman Toon; si de baja, Too;.si ms diminuta, Toeto; si pequeo y gordo, Toolo; si pequeo y flaco, Toino: de modo que trastornan tanto el nombre de Antonio, que no se conoce, como al presente sucede mi nieto, que llamndose Arsenio, como es pequeo y algo simple, le han puesto el ridculo nombre de Cacaseno. Cuando oy Herminio tan extravagante nombre, se le encendi ms el deseo de conducirle la crte. Mintras discurra sobre los medios para llevrselo, oy Dominga, mujer de Bertoldino; que venia cantando esta coplilla: ESTRAMBOTE. Todos dicen que soy tan linda y bella Que de algun gran seor hija parezco; Uno me llama de Diana estrella, Otro que amor flechero ser merezco; Todo el lugar me dice sin querella Que en mi frente las flores reverdezco; Y un mancebo anteayer al verme clama: No en vano tienes de hermosura fama. A cuya sazon lleg Bertoldino, y despues Dominga y Cacaseno con manojos de esprragos, fresas y requesones, que traian de su cortijo; hirironse muchos cumplimientos unos y otros, y Herminio dijo: Eres tu la mocita que cantaba? No, seor, que era una pastora nuestra.

Ah embustera! dijo Marcolfa; mira que no parece bien decir mentiras. S, seor, ella era, y sabe cantar muchas coplillas graciosas. Dominguita, hazme el favor de volverla cantar, lo que sea de tu agrado. De veras? No puedo cantar, porque estoy ronca. Vamos, canta. De qu tienes miedo? dijo Bertoldino. Ciertamente que no puedo, y ahora de ninguna me acuerdo. Vaya, quieres hacerte de rogar y dejar desairado este caballero? aadi Marcolfa. No hacen ms las grandes msicas, observ Bertoldino, que se hacen de rogar mucho, y cuando cantan ya tienen enfadado al auditorio. Ea, Dominguita, canta, canta. Por lo mismo que tratas de sonrojarme, no quiero cantar. No te enfades, Dominguita, que tu marido se chancea, dijo Herminio. Canta, hija, que no sienta bien hacerse de rogar tanto. Cantar, pero no aqu. Con tal que cantes, sea donde quisieres, dijo Herminio. Marcolfa y Bertoldino se despidieron para ir disponer la comida, cuyo tiempo Cacaseno venia de almorzar, y Herminio le tom de la mano, mintras que Dominga cantaba el siguiente ESTRAMBOTE. Si te vienes conmigo, prenda mia, A caballo vendrs en mi pollino, Vers hecha un espejo mi alquera, Todo su ajuar, el gallo y el cochino. Del jilguero oirs la meloda Cuando el albor asoma matutino; Y tendrs el contento duplicado, Tordos cazando y mirlos en el prado. As que acab de cantar Dominga pregunt Herminio Cacaseno: Nio hermoso, qu haces? En este instante acabo de almorzar. Buen principio. Dme: cul es tu nombre? No, seor, no soy hombre, que soy muchacho. No te pregunto si eres hombre; te pregunto cmo te llamas. Cuando me llaman respondo. Y si yo hubiese de llamarte, qu tengo de decir? Lo que quisieres; pero ten las manos quietas, que parece me quieres sacar los ojos, y no me enfades de suerte que te sacuda con este garrote, pues no sabes aun quin soy. Es menester advertir que mintras Herminio hablaba con l hacia varios ademanes, y creyendo Cacaseno que le quera sacar los ojos, se enfad, alz el palo, y le iba

descargar en la cabeza, cuando lleg Marcolfa y le sacudi un rcio bofeton, con lo que le hizo presto bajar el palo. Empez gritar Cacaseno, de suerte que pareca un lechon cuando le degellan, no pudiendo acallarlo hasta que acudi su madre. ALEGORA II. LAS M UJERES SE PAGAN DE APARIENCIAS. Llevle Dominga un gazpacho para sosegarle, y le pregunt: Qu tienes, Cacaseno mio, que tanto chillas? , , , la abuela me ha pegado porque me he defendido, , , , de este hombre que me quera sacar los ojos con los dedos, , , . Calla, Cacasenito mio, que obligarmos la abuela que duerma descalza. S, s, hijo mio? Ea, escupe, y vers cmo la casco. No es cierto lo que dice, pues no intentaba sacarle los ojos, exclam Herminio. Vamos, hijo mio, toma un tres, y hagamos las amistades. Viendo Cacaseno el tres, es decir, el cuarto, se soseg, y Dominga le dijo: Haz un besamanos este caballero, y besa la mano la abuela. Herminio estuvo observando los movimientos que hacia, no pu- diendo contener la risa, considerando el gusto que tendrian los reyes al ver su extravagante figura, pues era sumamente grueso, de frente aplastada, ojos saltones, cejas largas y cerdudas, narices chatas, y boca tan puntiaguda, que pareca gato monts. Llegada la hora de comer todos se lavaron las manos y se sentaron la mesa. Y aqu dejo la consideracion del curioso lector lo que sufrira conteniendo la risa el pobre Herminio por no disgustar aquella buena gente. Pero con la mira de llevarse Cacaseno la crte, les dijo: Habeis de saber que comprando unas cabritas en la plaza la otra maana el proveedor de palacio uno de esta serrana, que discurro le conoceris, estuvo contando cmo os tratabais, dando noticia de Cacaseno, lo cual lleg odos del rey, quien me ha mandado venir para que le lleve su presencia, pues anhela verle, y teneis obligacion por respeto y agradecimiento de manifestarle vuestra buena voluntad y fiel afecto. Cmo se entiende! No, seor, no puede ser, porque mi hijo es tan simple y bruto, que si va la crte de seguro le ha de suceder algun trabajo. Nuera querida, no tengas miedo, que yo le acompaar; y has de tener entendido que los brazos de los soberanos son muy largos, y llegan lo ms remoto del mundo; y considerando esto, es menester obedecerlos con razon sin ella, y sobretodo por las mercedes que nos han dispensado.

Y en particular al rey Alburno, quien debemos cuanto tenemos, aadi Bertoldno; con que as, Dominga, tranquilzate, que esta es nuestra mayor fortuna. ALEGORA III. LOS HIJOS COMUNMENTE SIGUEN LAS HUELLAS DE SUS PADRES, PROCURANDO CONSERVAR LA HONRA Y GLORA DE SUS ABUELOS. Con las razones de Marcolfa y Bertoldino no replic palabra Dominga; visti su hijo con el traje de los das de Gesta, entregse- lo su abuela Marcolfa, y despues de las caricias paternales propias del caso, se despidieron, quedndose Bertoldino y Dominga para cuidar de la casa. Herminio, Marcolfa y Cacaseno bajaron la mon- tafia y tomaron el camino de la crte. Herminio as que lleg la primera posada mand desmontar su criado y despachle por la posta participar sus soberanos lo que ocurra. Qued el caballo del criado sin jinete, y Herminio se volvi Marcolfa que llevaba Cacaseno, y le dijo: Marcolfa, me parece ms conveniente que Cacaseno monte caballo ya que estamos en llano que de este modo no se cansar. Dices bien; ya que este caballo no lleva carga, bueno ser que le ocupe Cacaseno: vamos, te montar en l. No quiero, que me morder. Por qu te ha de morder? Ya he dicho que no quiero. Yes como me ensea los dientes? Espera, Marcolfa: me apear y le pondr de suerte que vaya bien. Ea, no tengas miedo; abre las piernas, y sintate encima de la silla. Ah qu bravo mozo! Tomala brida en la mano, djale que siga mi caballo, y yo respondo de que no te caers. ALEGORA IV. LA EXPEIUENCIA ES LA M AESTKA DEL HOMBRE, POR CUYA RAZN EL RSTICO NO DEBE IMITAR AL CORTESANO. Antes de volver montar caballo, Herminio previno Cacaseno que tuviese las riendas bien sujetas, y l comprendi que debia tirar de ellas. As lo ejecut, y el caballo se encabrit,. con lo que cobr tanto miedo que exclamaba grito herido: Ay que me mata! No habr quien me favorezca? Porque esta .bestia me quiere llevar por los aires y romperme los cascos. A tan descompasadas voces volvise Herminio y djole: Afloja, afloja las riendas. El pobre Cacaseno, que no entenda lo que le decan, las solt del todo; por lo que el caballo se desboc y le tir al suelo; pero tuvo la fortuna de caer en un arenal, por

cuya razon no se hizo dao. Asustse Marcolfa, creyendo le hubiese acontecido alguna desgracia, y empez llorar clamando: Ay desdichada de m, que el muchacho se ha estropeado! Bajad presto. Qu es esto, Cacaseno? Te has hecho dao? dijo Herminio apendose. Bien mal, quiero volverme casa. Vamos, hijo, monta caballo, te pondr la brida en la mano, y le dejars caminar como quisieres, replic el cortesano. Si quieres que vaya, djame montar tu manera. Muy bien, yo tendr el caballo, y para que alcances mejor los estribos, sbete encima de esta piedra, y montars ms cmodamente. Mont Herminio caballo, y encarg Marcolfa que tuviese las riendas del de su nieto; pero Cacaseno se adelant y puso el pi izquierdo en el estribo derecho, quedndose con la cara las ancas del caballo. Cuando Herminio se volvi y repar en tal disparate, no pudo contener la risa, y le inst para que se apease; mas no fue posible de ningun modo, respondiendo que aquella era la manera de cabalgar. ALEGORA V. EXISTEN SERES EN EL M UNDO QUE SOLO SIRVEN PARA DIVERSIN DE LOS DEM S. Tenaz Cacaseno'en su tema no hubo medio de convencerle, por ms que Herminio repitiera: Bjate, que has montado al reves. Nunca podr estar mejor. Ademas, no dijiste que el rey te ha enviado para conducirme? Cierto. Pero qu infieres de eso? Que tomes la brida del caballo y me conduzcas; as obedecers tu amo, y no ver los peligros que debo pasar. Buena la hemos hecho! Ya he llegado lazarillo de caballo en lugar de serlo de un ciego. Qu tal la salida de este marmota en figura de camueso? Estando en estas razones acert pasar un labriego que iba la crte, y llamle Herminio para que llevase de las riendas el cabaLlegada de Cacaseno la corte. lio de Cacaseno hasta la puerta de palacio, donde le previno que le esperara, ordenndole que al entrar en la ciudad pidiese auxilio la guardia, por si los muchachos apedreaban Cacaseno le tiraban naranjazos. Pic espuelas, lleg palacio y hall los reyes en un balcon esperando la entrada de Polan, cuya noticia ha- bian recibido

por su criado. Mintras Herminio les referia las aventuras ocurridas por el camino con Cacaseno, vieron venir Mar- colfa, al labriego que conduca el caballo de Cacaseno, y este montado al reves, llevando detras tal golpe de gente, armando tal algazara con sus silbidos y gritera, cual si fuese dia de carnestolendas. Cay tanto en gracia los reyes la bulla,'que no se puede ponderar. Llegaron palacio, subieron y entr prmero Marcolfa, y despues de hacer una gran reverencia, la dijo el rey. Bien venida seas, Marcolfa, pues no creiamos que vivieses despues de tanto tiempo. Todava vivo para servir T. M., de quien ser siempre esclava. "-Marcolfa, no me conoces ya? No te acuerdas de m? pregunt la reina. Seora, son tantas las obligaciones, gracias, mercedes, favores y ddivas que recib de vuestra liberal mano mintras estuve en la crte con Bertoldino, que tengo siempre delante de los ojos las imgenes de los dos; y no lo digo por adulacion, pues aunque pobre montaesa, nunca la gast y siempre dije la verdad desnuda: este modo de portarme y el ser agradecida lo aprend de Bertoldo, agudo y sentencioso en sus proverbios, los que bien entendidos pueden servir de enseanza al que atento los leyere; muchos dijo, y entre los que le o recuerdo estas sentencias: El pobre soberbio es veneno acerbo. El pobre que se humilla es sincera avecilla. EJ pobre tramposo es peor que el oso. El pobre verdadero es como el cordero. Cierto que son dignas de meditarse, dijo la reina; pero dejan. do esto por ahora, dnde esl Cacaseno? Seora, conmigo venia, pero no le veo. Pobre de m! Dnde se habr quedado? Oyendo lo cual un ujier alz una cortina hizo entrar a Cacaseno, que traia una puerta arrastrando; los reyes soltaron la risa al ver tan buena entrada, y el ujier descifr semejante extravagancia diciendo: Sepan W. MM. qoe al tiempo de subir la escalera de palacio mintras Marcolfa entraba en la cmara, este salvaje le dijo uno de vuestra servidumbre que tenia ganas de hacer aguas; lo llev al excusado, y al entrar le drjo: Trete la puerta hcia t. Y el gran bruto as lo ha hecho, pues la ha desgoznado y la trae arrastrando, y de esta suerte le acompaamos para que le veais. Dme, Cacaseno: por qu traes arrastrando esa puerta? pregunt el rey. Y qu se te da t?

Mucho, pues como dueo de casa quiero saberlo. Si eres el dueo de casa, tuya ser esta puerta, y me dirs lo que tengo de hacer con ella. S, sultala, dijo el rey. Puerta, ya te suelto, que el dueo de la casa te da licencia, exclam Cacaseno; anda, anda, que pesas demasiado y no te puedo sostener; obedece, puerta, que si no te cascar el amo de casa. Con semejante simpleza lleg Marcolfa muy enfadada y^se la quit mandndole que hiciese una cortesa los reyes, y postrndose de rodillas les besase las manos. Obedeci Cacaseno, pero fue ponindose gatas y diciendo: Oh seores mos! Ya veis mi reverente cortesa, tirndome por el suelo como mi abuela me lo mand; ya no falta sino que me metais el dedo en la boca para besaros la mano: venid, que os estoy aguardando. Qu haces, jumento? exclam Marcolfa. Pues no me has dicho que les haga la cortesa y les bese la mano de rodillas? Ea, pues, ya estoy con las rodillas en el suelo; diles que vengan, les besar, que ya tengo ganas de merendar. Los reyes celebraron mucho tamaa sencillez, le mandaron levantar, y llamando a un caballero que se llamaba Atilio, le ordenaron le llevase merendar. En el nterin quedse Marcolfa disculpando al inocente Cacaseno de esta suerte: Serensimos seores, debeis considerar que Cacaseno no es mnos ignorante que su padre Bertoldino; en fin, de tal rbol tal fruto; por lo que os ruego no extraeis sus simplezas. Le he trado la crte gustosa en mu estra de que obedezco los mandatos de mis soberanos; mas espero vuestro permiso para volverme casa, que slo he abandonado por complaceros. Est bien. Y Bertoldino vive todava? dijo el rey. Sano y rollizo, respondi Marcolfa. Cuando tuvo ms edad, empez tener razon y juicio, cosa que parece fabulosa, y despues se cas, naciendo de este matrimonio Cacaseno; y te aseguro que con la boda y otros infinitos gastos, nunca hubiramos podido sostenernos no ser por vuestra real munificencia que dispuso, que pesar de todo nos quedase lo suficiente para pasarlo medianamente segun nuestro estado. Es cierto lo que dices de Bertoldino? pregunt el monarca. Cierto, pues no diria una mentira mi rey y seor, aunque me costara la vida; y si no te causa enfado, quisiera contarte un caso de los que al intento referia Bertoldo, de uno que por mentir un prncipe perdi mil pesos (1).

Tendr especialsimo gusto en oirlo. Habia un prncipe que tenia un criado muy querido, y sucedi que, viendo cierto hidalgo la familiaridad que le dispensaba su amo, trat de elevar por su conducto una pretension, ofrecindole mil pesos si la lograba: el sonido de tan codiciado metal abri las puertas de la avaricia, y prometile que hara lo posible para que se le despachase favorablemente. No tard el criado en recurrir al prncipe, suplicando que le concediese la tal gracia; y para alcanzarla se vali de una mentira, diciendo que era para un hermano suyo. El prncipe respondi que lo consultara con el ministro y le dara la respuesta. Como las mentiras no tienen alas y el embustero necesita gran memoria, los pocos dias el prncipe record que en cierta ocasion le haba dicho su criado que no tenia hermano alguno,por lo que para aclarar la verdad quitse de cuentos y secretamente hizo llamar al hidalgo pretendiente. Lleg la audiencia y el prncipe le dijo: Si no conflesas la verdad te retirar mi gracia. Respondi el hidalgo que nada ocultara de cuanto supiese, por lo que pregunt el prncipe: Fulano es hermano tuyo? El hidalgo respondi negativamente. Pues por qu te ha prometido apoyar tu pretension? replic el prncipe. Seor, respondi el hidalgo, hele ofrecido mil pesos si se despachaba favorablemente. Pues dame los mil pesos, ya que yo te concedo la gracia que solicitas, y te prohibo que lo digas tu amigo. Ajeno el criado lo acontecido entre su amo y el hidalgo, cierto dia que estaba el prncipe de buen talante le hizo memoria de la gracia que le haba suplicado para su hermano, lo cual respondi con agudeza: Puedes buscar otro hermano, pues el que te imaginabas serlo tuyo lo es mio. Respuesta pronta y graciosa invencion, dijo el monarca. Pero volviendo nuestro asunto, por qu has omitido darnos noticias de tu persona, cuando todos los aos hubiramos tenido el gusto de enviarte algun regalo? Indiscreto es quien no se contenta con lo preciso; bastante hemos disfrutado de vuestra real magnanimidad con tanto como nos disteis al tiempo de nuestra partida. Con su importe hemos comprada muchas tierras, de suerte que con lo que poseemos vivimos mejor que otro de mayor esfera (2).

Por qu no te has vestido del paflo fino y lienzo delgado que llevaste? pregunt el rey. Porque nuestra infeliz montaa requiere vestidos toscos, pan mezclado coa centeno, y agua pura y cristalina, con cuyos alimentos se mantienen los cuerpos sanos y robustos. El que se contenta con su estado es dichoso; pero me parece una gran simplicidad mantenerse de vegetales y beber agua, pu- diendo comer bien y beber mejor. No hay peor cosa para la salud que beber vino quien no lo tiene acostumbrado; y en prueba de eso deseara contaros un suceso acaecido un caballero aleman, que mi marido referia como cosa cierta, y que viene propsito hablando de los aficionados al vino. Puedes empezar cuando quieras. Cierto caballero aleman determin salir de su patria para ver la maravillosa ciudad de Roma, y recorrer el delicioso reino de Npoles. Psose en camino con un criado de su confianza, y prctico en tales pases^y llegados Bolonia, el caballero mand al criado que se adelantara y parase en todas las tabernas de las ciudades, villas, lugares y ventas que hallase por el camino, y probara el vino escribiendo sobre la puerta de la taberna donde lo encontrase bueno, el mote latino Est. Cumpli el criado la rden, y donde el amo veia Est, se paraba un dia, tanto por la curiosidad de visitar la poblacion, como para gustar de tan deliciosa bebida. Furon caminando por la Romana; lleg el criado un lugar de la Tosca- na, situado entre Florencia y Sena, que se llama Pogibonce; se par en una hostera, llamada de las Llaves, donde encontr tres clases de vinos, moscatel, verdea y treviano, y con tan buen hallazgo el criado puso tres veces Est, Est, Est. Lleg su amo, dispusironle la comida y mand que le sacaran de los tres vinos; los cat, y cada uno le gust cul ms, detenindose all tres dias sin saciarse de beber, y con tanto exceso, que le sobrevino una sofocacion repentina que en pocas horas le llev al sepulcro. Noticioso el criado del suceso, volvise atras afligido con tan funesta noticia, para participarla los parientes de su amo y todos sus amigos, quienes, al preguntarle de qu habia muerto su amo, responda; EST, EST, EST. Propter nimium est, Dominus meus mortus est. Con que, aplicando el cuento, vuelvo repetir que el vino es muy nocivo y engendra infinitos desrdenes y enfermedades; lo que no sucede en las montaas, en donde

nadie ni siquiera locata, pues ms apetecemos las aguas cristalinas que susurrando se despean de las fuentes, las cuales cuando las bebemos llegan tan delgadas y apetitosas, que nos libran de toda suerte de indigestiones. Cierto que ha sido muy graciosa y adecuada la historia; pero por cuanto me hago cargo de que estars muy cansada del viaje. vte descansar, y despues volvers con Cacaseno. Llani el rey al mayordomo y le mand que f acompaase Marcolfa al cuarto que se le habia destinado, en donde encontr Cacaseno tendido en el suelo gritando: Ay, ay, ay! No le puedo hacer callar, dijo un criado que all estaba. Qu ha sucedido? pregunt Marcolfa. Has de saber, respondi el sirviente, que despues de merendar me dijo que quera dormir; y juzgando que no fuese tan simple, le dije que se subiese sobre esa cama, y l se agarr con manos y pis de una de sus columnas de tal modo, que cuando lleg al remate se rompi la columna y di en tierra con su cuerpo como le ves. No te maravilles de esto, porque como en la montaa no se usan camas de esta moda, se ha imaginado que el cielo de ella era en donde se habia de acostar. Y llegndose l exclam: Ay desdichada de m! Qu veo! No habla. Cacaseno? Cacaseno? Djame, no me dispiertes, que estoy durmiendo, respondio al fin. . Marcolfa le levant del suelo rendido de sueo, le tendi en la cama, cerr los postigos y le dej durmiendo. En este intermedio el criado fu dar cuenta los reyes del suceso, que se quedaron admirados de semejante simpleza, maravillndose al mismo tiempo de la memoria tan feliz que conservaba Marcolfa de todos los dichos de Bertoldo. Volviendo de nuevo hacer conmemoracion de cuando Cacaseno se agach esperando que le diesen la mano para besrsela, y excitndoles la risa tan rara sencillez como querer subirse al ciclo de la cama, hicironle contar nuevamente la historia, celebrndola siempre en gran manera. El rey le mand luego que tornase ver lo que pasaba y le diese cuanto ntes noticia de las novedades que sobreviniesen con el inocente Cacaseno. Mintras estaba durmiendo, Marcolfa, cansada del viaje y bien comida, se fu descansar; pero lo mejor del sueo la despert el gran golpazo que di Cacaseno de la cama abajo, el cual empez clamar: Ay de m! Ay infeliz de mi! Dnde estoy? Qu ruido es ese? Qu te ha sucedido? pregunt Marcolfa.

Qu ha de ser? Que me he caido de la cama y se me han saltado los ojos. Habr mujer ms desventurada que yo! Qu dirn Bertoldino y Dominga cuando sepan que ests ciego? Adnde ests? Si estoy ciego, cmo quieres que lo vea? Espera, abrir los postigos. Alegra, alegra, abuelita, que ya me han vuelto los ojos. Salvaje, cmo puede ser que estuvieses ciego? Seria que los postigos estaban cerrados. Levntate de ah. Te has hecho dao? Bastante, porque siento un gran dolor en las espaldas; pero se puede.dar por bien empleado por el hallazgo de mis ojos. Estando Marcolfa y Cacaseno en estas razones, el criado, quien habia enviado el rey para averiguar lo que suceda, se estuvo escondido detras de una mampara, y cuando oy lo referido, se apresur, sin poder moderar la risa, participrselo al rey, contndolo con tanta gracia y chiste, que los monarcas soltaron la carcajada. Mand despues la reina al criado que pasara recado Marcolfa Pndola que la precisaba hablarla inmediatamente sobre un asunto de su incumbencia, pero que fuse ella sola dejando a Cacaseno en su cuarto. Recibi Marcolfa el recado y dijo su nieto: Hijo, la reina me ordena que vaya verla, pero sola; por lo tanto qudate aqu hasta que vuelva. Yo tambien quiero ir. porque temo que si me quedo solo vuelva perder los ojos. No suceder; qudate, que vendr lo ms pronto que pueda. Marcolfa cerr la puerta con gran prisa fin de que Cacaseno no se escapase tras ella; pero empez gritar de tal modo que pa- recia un becerro, 11 callando hasta que encontr unos juguetes con que divertirse. Llegada Marcol i delante de la reina, la dijo: Serensima seora, aqu me tienes tus rdenes. Querida Marcolfa, recuerdo que cuando estuviste la otra vez en la crte con Bertoldino, me descifraste ciertas dudas enigmticas, acaecidas en un juego en que me hall con unas damas y caballeros; y como tengo maana la noche otra diversion semejante, quisiera que me ensearas un juego de tu agrado. A.y seora! las plantas silvestres nunca crian fruto domstico. Yo, que vivo en una montaa, mal puedo inventar cosa que corresponda la persona de una reina como t: los que s no sern como yo deseara. No importa, dme uno, que estar contenta y satisfecha siendo tuyo. Debo obedecer y dar gusto T. M., pues no ignoro que lo que en m seria comun y ordinario, saliendo de tus labios se apreciar y celebrar infinito, ensendonos la

experiencia que, aunque los caballeros digan algun desatino, se acoge como si lo pronunciara un orculo, y lo interpretan por una sentencia muy docta (3); sin embargo, te suplico me concedas tiempo para pensar el enigma del juego que deseas. Una persona tan capaz como t necesita tiempo para pensarlo? Creo que te burlas de m. Yo? Lbreme Dios! Soy muy agradecida, y como dije poco ha en presencia del rey, siendo yo una pobre infeliz, tengo presente que con tus ddivas he llegado gozar grandezas correspondientes mi clase. No sabes aquel proverbio que dice: Este mundo es escalera, que uno acierta y otro yerra? Mi marido Bertoldo solia decir, hablando del mundo: La carne en el garabato huele el perro y maulla el gato. Y para decirlo ms claro, unos arriba y otros abajo; y este propsito se me ocurre una moraleja de la zorra y el oso. Deseo que la refieras, y despues volvermos nuestro asunto. Pasando casualmente un dia la picara y astuta de la zorra por un patio de cierto caballero, se subi sobre un aljibe casi enjuto, psose mirar al fondo, y descubri gran cantidad de pececi- llos que se mantenan con la humedad que habi; quedado; llevada de su glotonera quiso descender abajo; vi que liabia una cadena con dos cubos, se abalanz uno de ellos, y con u peso baj prontamente, y se hart de pesca, como se suele deci;, hasta la garganta: cuando estuvo saciada acordse de como habia bajado, y se persuadi que seria lo mismo para subir; pero se equivoc de medio medio, porque no pudo subir de ningun modo. Hallndose en esta afliccion empez quejarse amargamente exclamando: Ay infeliz de m, y qu he hecho! Crei hacer una cosa buena, y me ha salido muy mala. Desgraciada de m! Qu har? Quin me librar de este cautiverio? Si los dueos vienen y por desgracia me hallan aqu, dirn que me he comido la pesca y me la harn echar palos del cuerpo, como suelen decir; que el que se comi las velas vomite los pbilos, y si vienen limpiar el aljibe perecer sin duda. Mintras la zorra hacia esos extremos pas por all un oso pariente suyo que la conoci en la voz; acercse, se asom y vindola all abajo la dijo: Por qu te quejas? Te has caido, no puedes subir? Cuntame lo que te ha sucedido, que deseo ayudarte en tan gran necesidad.

Entnces estuvo pronta la astucia la maliciosa zorra, y explicse en estos trminos: Querido pariente, sabes por qu me quejo? Por el caldo que est damasiado gordo; quiero decir que he bajado aqu y comido tantos peces que estoy harta hasta los ojos. Y por eso te quejas? replic el oso. No me quejo de lo que he comido, aadi la zorra, sino que siento lo que dejo. Hay mucho ? pregunt el oso. Se pueden cargar diez acmilas, respondi prontamente la zorra. Oyendo el oso esto, dijo: Pues tambien voy bajar y sacar la barriga de mal ao. Cmo bajaste t? sete de ese cubo, dijo la zorra, y vers con qu ligereza bajas; pero no sueltes las manos. Tan presto incauto fue para acoger el consejo de la zorra, que sin otra consideracion asise al cubo, al mismo tiempo que ella se meti en el que estaba abajo, subiendo con ms velocidad arriba cuanto ms pesado era el oso, al cual, cuando se vi en salvo, dijo: A. Dios, amigo, hasta la vista, que creo no ser nunca. Por lo que aplicando el cuento, digo que muchas veces cuando una persona se halla en la mayor pobreza asciende las felicidades mayores, como sucedi la zorra, que despues de haber saciado su apetito sali victoriosa, al paso que otros experimentan lo que el pobre oso, que dejndose engaar, llevados de una vil golosina, acaban su vida en la mayor necesidad. Me has proporcionado un buen rato con la' fbula, y sola tu agudeza pudiera traer las cosas tan prontas y adecuadas al caso. Pero volviendo nuestro asunto, quiero que me ensees un juego de prendas, en que el que perdiere la pague, y para volverla cobrar tenga que descifrar algun enigma cumplir cualquiera otra penitencia discreta. Pues voy ensearte uno, que espero ser muy aplaudido de todos los concurrentes, el cual vi Bertoldo hacer unos caballeros, cuyo ttulo es: LA ORQUESTA. EXPLICACIN DEL JUEGO. Los jugadores han de ser doce, y cuando mnos ocho; cada cual ha de tomar uno de los infrascritos instrumentos que imitar con la boca con las manos, reemplazndolo despues con otro de los compaeros. NOM BRES DE LOS INSTRUM ENTOS. Primero. ..... Espinela.

Segundo Archilaud. Tercero Guitarra. Cuarto Violin. Quinto Bajon. Sexto Chirima. Sptimo Trompeta. Octavo Tambor. Nono Corneta. Dcimo Flauta. Undcimo Viola. Duodcimo. . . . Trompa. El que hiciere el juego dir, por ejemplo, dirindin con tu espineta. El de la espineta responder con su instrumento, y despues (ocar uno de los otros, el que le pareciere, diciendo: Dirindin con mi espineta y trapala, con tu tambor. El que tuviese el tambor responder al instante: 1. Dirindin la ma, tu espineta. 2. Tronc, Tronc. . . el mio, tu archilaud. 3. Trinc, Trinc. . . la mia, tu guitarra. 4. Sirisi, siris. ... el mio, tu violin. 5. Virvi, Viriv. . . el mio, tu bajon. 6. Taran, tarantan. . la mia, tu chirima. 1. Tara, tara. ... la mia, tu'trompeta. 8. Trapat el mio, tu tambor. 9. Turichi la mia, tu corneta. 10. Fis, fis, fis. . . la mia, tu flauta. 11. Vion, vion, vi. . . la mia, tu viola. 12. Fu, fu, fu. . . . la mia, tu trompa. El que faltase pagar prenda del modo siguiente: Cuando le llamasen, si no responde presto con su instrumento, pierde: esto es, si falta lo prescrito diciendo tuyo en vez de mio, y no imita con la voz las manos, segun corresponda, los instrumentos, pagar prenda. Pero como, segun dice el proverbio, todo cansa en este mundo, es tanto ms agradable el juego cuanto ms breve sea: por consiguiente, conforme se vayan depositando las prendas van saliendo los jugadores del juego, y cuando se han perdido seis, se adjudican los vencedores, siendo preciso para recobrarlas que otro de los que no han salido llame su instrumento, en cuyo caso vuelve al juego, y el que ha errado entrega la prenda y sale. Quedo enterada; y para que veas si es cierto lo explicar. El que dirige el juego debe cantar con la boca, imitando el instrumento con las manos; y cuando los jugadores

oigan designar su instrumento, respondern en seguida, debiendo el indicado proponer otro, el que le pareciere; y de esta manera se seguir con las demas condiciones que me has dicho, las cuales conservar en la memoria. Pero si acaso llegase yo ser uno de los vencedores, quisiera que me enseases una dificultad para proponerla al dueo de la prenda. Est bien: cmo baria T. M. para partir veinte en cinco partes, y que cada una de ellas quedase en nmero impar? Tambien he estudiado algo la aritmtica; espera que calcule, ver si me sale. 1358, sobran 4; no sale: 3333, sobran 8, peor: 3573, sobran 2, tampoco. Cuatro por cinco veinte, pero son pares: no es posible partir en cinco partes, y que sean nones. Vase pues con qu facilidad: para partir veinte en cinco partes, que sean nones, ha de dividirse la palabra v&nti en esta forma: VENTI (4). Ya ves cun fcilmente est resuelta la dificultad, y creo que es bastante enigmtica. Cierto que es muy discreta, y me ha gustado: quedo enterada, persuadindome que saldr airosa de mi empresa, y te dar las gracias. Ahora puedes irte ver Cacaseno, porque el pobrecillo te estar esperando impaciente. ALEGORA VI. DEBEM OS HUIR DE LA GULA Y AVARICIA, PORQUE DEGRADAN A LA HUMANIDAD. Con la mayor veneracion y respeto despidise Marcolfa de la reina. Mas volviendo Cacaseno, como quiera que su abuela le dijo al ir ver la reina que se entretuviese hasta que volviera, un criado, viendo que estaba solo, se escondi en un rincon del cuarto para observar lo que hacia, mantenindose all hasta que hizo una de las suyas, y sin poder contenerse fu corriendo dar cuenta al rey, quien mand que se le trajese. Volvi el criado y sacle del cuarto con el pretexto de que le llevaba beber, y le condujo delante del rey, quien mirndole la cara, que traa toda engrudada, pregunt Atilio, que as se llamaba el criado: Qu le ha sucedido al pobre Gacaseno, que trae la cara tan sucia? Seor, un mozo de la repostera puso la lumbre un perol de cola para pegar los cristales de los ramilletes, y parecindole cosa de comer, agarr el perol y se le puso entre piernas, comiendo una porcion de cola, con la cual se debe haber estregado la cara; de suerte que diflculto que Barrabas le pueda limpiar. Dme, Cacaseno, pregunt el rey; has comido cola?

Mi abuela me dijo cuando se fu que me entretuviese; y como no hall otra cosa, me he divertido con aquel perol de puches; y este cara de judo me ha trado delante de t, en lugar de llevarme beber. El rey, oyendo razones tan inocentes y mirando su cara, solt la carcajada y mand al criado que le llevase beber; pero como deseaba que la reina fuese sabedora de tal simplicidad, le hizo sea de que le condujera su cuarto, lo que obedeci puntualmente. Cmo vienes con esa cara engrudada? pregunt la reina al verle. Es que he merendado y se me habr pegado alguna grasa; pero quisiera que me hicieses el favor de mandar darle este veinte y cinco palos, porque el rey ha dispuesto que me lleve beber, y no ha querido; as haz que traigan agua porque me siento hinchado como vejiga de puerco. A decir la verdad te le pareces en todo, y tu cara no es de otra cosa que de lo que acabas de nombrar. Mand que la refiriese el suceso que celebr infinito, y despues orden que lo llevaran beber. Lleg Marcolfa su cuarto, y no hallando Cacaseno inquietse de tal modo, que iba buscarle sumamente enfadada, cuando lleg Atilio con Cacaseno, y despues que supo lo ocurrido empez clamar: Pobre de m! Este bruto tiene la culpa de verme avergonzada en esta crte. Procur lavarlo, pero fue en vano, pues tan dura y tenaz estaba la cola, que no habia fuerzas humanas para despegrsela de la cara y manos, siendo preciso calentar agua para podrsela quitar. Enfadada de sus bestialidades y- desesperanzada de su enmienda, determin pedir licencia los reyes para retirarse su montaa: los hall juntos, y con una reverencia humilde y profunda dijo: Serensimos y piadosos seores, ya que tengo la fortuna de hallaros juntos, acaecindome lo que varias veces suele suceder al cazador que pone la red para un pjaro y coge dos un mismo tiempo, con el mayor rendimiento vengo suplicaros ule concedais licencia para volverme casa. Conozco que es perjudicial los intereses y gobierno de tu casa tu ausencia, y te concedo permi so para irte, aunque te aseguro que desearamos que te quedases. En todo asunto, oracion, argumento y goce de favores, gusta siempre la brevedad; por otra parte no parece bien que un sbdito se familiarice con su prncipe largo rato, porque tal vez cuando mnos se piense no le hallar de gracia, y le suceder lo que al raton con el gato, que despues de jugar con l largo tiempo, se cansa, y le despedaza la

cabeza para concluir su alegra. Mi marido sola decir que la amistad de un prncipe es como el fuego, y as es menester precaverse y no acercarse demasiado, que queme, ni alejarse tanto, que no caliente, sino mantenerse prudente distancia. Confieso que tal vez con muchos suele suceder lo que dices; mas contigo no habamos de desconocer el mrito y las relevantes cualidades que te adornan; pero supuesto que ests decidida irte, tienes mi permiso, con condicion de que sea del agrado de la reina. Yo se lo concedo, aunque con la obligacion de venir con Ca- caseno verme una vez al ao; si bien seria mayor mi gusto si te quedaras vivir en la crte. Piadossima reina, debes tomar en consideracion dos cosas: la primera es, que si yo dejara los aires puros de mi montaa y me faltasen aquellas aguas sutiles, aquellos alimentos tan saludables, y me quedase en la crte, con exquisito vino, viandas delicadas y demas regalos que aqu se acostumbran, en breve pienso que me morira; la segunda, que habitando en la crte, ttulo de mujer que procedo en todo con claridad y enemiga capital de la lisonja, no pudiera sufrir algunos que presumen de cortesanos y slo son ambiciosos y aduladores, con ndole de avestruz. Conoces esos tales? pregunt el monarca. Los conozco por unos versos que escribi mi marido cuando estuvo en la crte. Pues quiero que los digas. Yo tambien, que discurro sern como suyos, apoy la reina. Los dir, deseando que se queden impresos para siempre en vuestra memoria como en la ma. DEL VIRTUOSO CORTESANO Y DEL AM BICIOSO. En vez de crte puso la voz muerte Un poeta, y no es mucha la ignorancia; Porque de crte muerte, si se advierte. Es muy poca ninguna la distancia. O ya la muerte, pues, ya la crte, Regulando su modo traje y porte, Concurre el virtuoso: A este opuesto, le sigue un ambicioso; De ceremonias viene prevenido, Con su hebilla y zapato presumido: Don Simon ser pretende al que llegare; Pero un tonto ser el que as lo usare, Porque en su trato y en su vil porfa No ser don Simon, s simona.

Al virtuoso, si medrar se aplica, Que es muy difcil se le significa: Su esperanza desde hoy pasa maana, Y por mucho que estudie, siempre afana. Al ambicioso en todo entremetido, Con falsa adulacion, labio fingido, Si en la lisonja funda la alabanza, Siempre la crte da buena esperanza. Corre pronto al halago, al fingimiento, Y es ms aleve cuando ms atento; Pues con la risa falsa en sus razones Corre bellaco las sublevaciones. Oye uno de estos su dueo, acaso, Que tiene hambre, y estla mesa al paso: Si ya no tiene gana, lo mejora, Pues le dice muy presto que no es hora. Si otro da tal punto est presente, Y el valedor con gana no se siente, Le responde con mucha cortesa: No es tiempo de comer, no es medio dia. Si el patron dice hola! ya est listo, Ligereza mayor jamas se ha visto; Y aunque sea muy tarde muy temprano, Se le presenta con sombrero en mano. Si acaso escupe, como est delante, Va y con el pi lo limpia en un instante; Pero basta: la hoja aqu doblemos Y el discurso otro punto traslademos, Que un til pensamiento en esto se halla, Y es quitar de la oreja tal canalla. Esos versos escribi Bertoldo, bien enterado de la que es la crte; y dejar de hablarles claro no fuera en mi mano, con lo que era preciso ser mal vista. No hay duda que aunque malos merecen atencion por su profunda moralidad , dijo el rey; pero volviendo la cuestion, repito que tu conversacion nunca nos puede fastidiar. Dme: no me has ofrecido que volvers vernos? pregunt la reina. Si Dios me lo permite no tendr dicultad en cumplir tan debida obligacion. El rey llam al mayordomo y le mand que trajese doscientos escudos para Marcolfa, disponiendo al mismo tiempo que por la maana temprano previniese una litera para conducirla la montaa. El mayordomo se apresur obedecer la rden, pero de tan mala gana, echando tantos entripados y juramentos como el marinero en tempestad, que

sali de la estancia murmurando: Oh qu sinceridad la de algunos seores en apoyar desatinos, proteger tontos y dar alas bufones, como se ve con este seor, que manda dar doscientos escudos estos monos, irrision de la crte! Mejor premiarn semejantes gentes que un hombre erudito y aplicado, que se descalabre el entendimiento dedicndose perfeccionar alguna obra, y despues de tanto desvelo y trabajo la presenta con el fin de obtener la justa recompensa, y lo nico que saca de su afan es que ni siquiera le den las gracias. Tales son las que alcanzan los eruditos y doctos despues de tan malos ratos y penosos estudios. Mintras furon tomar el dinero el rey envi la rden al literero para que al romper el alba estuviese pronto para conducir los dos grandes personajes su tierra. En este intermedio Marcolfa hizo los reyes sus cumplidos de despedida en la siguiente forma: Ahora conozco que VV. MM. son nuestros amos y seores, y amigos verdaderos. Puesto que dices que nos reconoces por verdaderos amigos, dme: qu entiendes por la palabra verdaderos? pregunt el monarca. Seor, es que tambien hay amigos falsos. Pues aclrame esa diferencia. Escchalo en esta OCTAVA. Tanto me sirve el bien que no aprovecha Cuanto el mal que no daa: hola! cuidado, De amigos de promesa hay gran cosecha, Que el bolsillo te ofrecen con agrado; Mas si la prueba vienes, la desecha, Que es chchara y parola te ha mostrado; Slo es amigo el que en grandeza alguna Favorece al de msera fortuna. Pues cmo se ha de gobernar el hombre para granjear amigos verdaderos? Las amistades verdaderas son las que estn fundadas en acciones y costumbres virtuosas; porque las cimentadas en el vicio duran muy poco, pues los amigos se convierten en prfidos enemigos. De las amistades que uno llega conocer que son perjudiciales, debe huir para no caer en el peligro, al que sigue el precipicio; y es prctica conocida que si un hombre dcil trata de continuo con otro de malas costumbres, adquiere la fama del compaero. Vulgarmente se suele decir: dme con quin andas, te dir

quin eres; y tambien: quien con lobos anda aullar se ensea; y por lo general semejantes amistades suelen ocasionar despues de tan grande amor, doblado, tenaz intenso odio, de suerte que aunque pase mucho tiempo y vuelvan las amistades, nunca llega ser lo que ntes; pues el vicio del odio es de tan mala inclinacion, que el vengativo en lo exterior parece que perdona, siendo al contrario, porque nunca olvida, y en lo interior reserva el veneno. Por consiguiente, lo mejor es que ninguno se mezcle en lo que no le toca, pues nunca saldr bien, y se arriesga muchas contingencias; y como yo no tengo ojeriza ni odio nadie, quiero decir vuestras majestades una moraleja que viene adecuada nuestro asunto. La escucharmos con atencion, mintras viene el mayordomo con los doscientos escudos. Cuando las gallinas hilaban lana y tejan pao para hacer calzones los gallos, refiere Esopo y otros autores que hablaban los animales, y por consiguiente tenan entre ellos sus amistades, quimeras y pleitos, y trataban y contrataban en todo lo que les era preciso para vivir. En la misma poca hallbanse las zorras odiadas generalmente, por haber engaado todo el mundo con sus astucias y maliciosos latrocinios. Sin amigos, y perseguidas en extremo, encontrse por casualidad cierto dia una con un perro mastn, el cual as que la vi se abalanz ella para matarla; con el sobresalto y temor procur ponerse en salvo, como en efecto lo consigui; y fue su suerte que hallando un agujero, se escondi, de modo que no le era posible al perro entrar y conseguir su intento. No obstante, vindose asediada y siempre con el mismo peligro si sala, ide una nueva astucia, que fue hablar al perro con palabritas melosas, diciendo: Hermoso, querido, amado perro mo, por qu me quieres matar? Sabrs que yo venia deseosa de hallarte y conferenciar contigo sobre un asunto que ha de redundar en beneficio tuyo; depon tu enojo, y escchame. Oyndose alabar y tratar con tanta blandura y halagado por el nteres del negocio favorable, respondi el perro, que la escuchaba complacido. Ya s, perro mo, aadi la zorra, que tienes noticias de mis picardas, pero te prometo por quien soy la enmienda; que estoy tan arrepentida, que en adelante vivir sin hacer mal nadie; por lo que te vengo buscar, persuadida que entre todas las bestias del mundo, t solo mereces ser smbolo de fidelidad, y espero que la uses conmigo ,pues no te puedo expresar la gran lstima que me causa el estado infeliz que esls destinado, teniendo que vigilar dia y noche la casa de tu amo para cumplir con tu obligacion y

vivir con la miseria de lo que te quieren dar, que no sirve para nadie, y la recompensa es trabajar sin descanso de dia y de noche. Pobrecito mo! Te aseguro que se me parte el corazon de dolor por la lstima que te tengo; y as te vuelvo decir que estoy arrepentida de todas mis iniquidades, y slo me falta para ser buena en adelante un fiel compaero; por lo que deseo tener amistad contigo, y llevndome en tu compaa te aliviar en algun modo de tanta sujecion, y har centinela como t en casa de tu amo: t hars la guardfa de dia, y yo de noche, y con esto empezar hacer mritos, nterin que t te empeas con el amo, insinundole que me reciba para mayor seguridad de su casa. Entnces el perro, cuadrndole tan buenas proposiciones, sin considerar que el trato y amistad de una bestia tan infame se le haba de convertir en dao y perjuicio hasta su muerte, la dijo: Sl de ese agujero, que yo te dar la pezua de bestia honrada y palabra de no ofenderte y hablar mi amo para que te reciba para guarda de su casa y ganado. Sali fuera la zorra fiada en su palabra, y juntos los dos nuevos amigos marcharon casa del perro. As que el dueo vi la zorra, tom una estaca y fu corriendo matarla; mas en vez de huir tendise con gran mansedumbre panza arriba. Viendo el perro accion semejante, se compadeci y puso en medio para que el amo no la quitase la vida, insinundole que la recibiese para mayor gobierno y seguridad de la casa: el amo condescendi y prometi al perro mantenerlos los dos, consignndoles cuatro panes diarios para cada uno, una artesa de agua, huesos y dems regalas y emolumentos que se proporcionasen. Qued hecho el pacto por dos tres dias, y satisfecho el amo del perro y de la zorra,malicioso animal acostumbrado comer gallinas, pollos y capones hurtados por sus uas; y no pudiendo habituarse comer el pan bazo mezclado de centeno y salvado que se amasa para los perros, pens una maa; y hallndose un dia en conversacion con el perro, le empez decir: Perro mio, fiel compaero, querido, amigo de mi vida, ya que estamos solos quiero decirte cuatro palabritas, que te aseguro redundarn en favor nuestro; pero con la condicion de que me has de dar palabra de no oponerte mis designios tan favorables nuestro mayor bien. Te doy palabra, respondi el perro, de escucharte, como verdadero amigo y vivir unnime contigo, sin que revele nadie el secreto: con que bajo este supuesto bien puedes libremente descubrir tu pecho sin el menor recelo.

Perro mio, replic la zorra, ya puedes considerar nuestro msero estado (no lo digo por el amo, que no dudo cumplir lo prometido), sino mira de la suerte que nos hemos puesto comiendo perruna; estamos flacos como dos linternas y negros como sartenes; y no es porque t seas feo, ntes bien eres galan y hermoso; pero la falta de carnes te pone horrible. Ah pobrecito! Si te vieras observaras que se te pueden contar las costillas! As, pues, quisiera que te aprovecharas tiempo de mi consejo: yo s muy bien que eres prctico en esta villa, porque cuando sales con el amo tienes conocidas todas las casas de los vecinos, de modo que no ignoras sus entradas y salidas, y las pocas que no conozcas las puedes recorrer de dia y enterarte; y de noche, mintras el amo duerme, podemos ir hoy una casa y maana otra buscar un par de gallinas, que ensendome t el gallinero, te quedars para guardarme las espaldas y yo con gran destreza dar el golpe, y de este modo cada noche mudarmos de sitio, viviendo alegremente muchos dias sin que ninguno lo conozca, porque t no eres sospechoso. Consinti el perro dejndose seducir de las malditas astucias de la zorra; y poniendo el plan en ejecucion, se regalaron costa de los vecinos del lugar, pues ningun gallinero qued salvo. Pasados algunos dias, estando en conversacion varias mujeres, dijo una: No sabeis que esta noche me han hurtado un par de gallinas? A m me ha sucedido lo mismo anteayer, respondi otra. Y as sucesivamente fueron todas refiriendo lo mismo, por lo que determinaron poner una trampa en uno de los gallineros, y estar la vista por ver si podan descubrir al ladron. Mintras esto se trataba entre ellas, el perro, que andaba rondando y espiando la caza, oy los preparativos que disponan y fuse corriendo dar aviso la zorra, la cual dijo: Amiga, ya que por fortuna hemos engordado, no volvamos hurtar. Sin duda el perro miraba primero por la vida que por la golosina; pero la viciosa zorra, que no poda acostumbrarse la perruna, hall otra nueva astucia: iba por la noche al gallinero de su amo y se comia una gallina, perseverando en esta infamia hasta unos seis das, y hacindose sus cuentas de lo que poda resultar, dijo: Ya no es tiempo de estarnos con las manos quedas, porque si el amo pasa revista 4 sus gallinas, me culpar, y mi vida correr grave riesgo. Despues que ech sus cuentas se fu casa del amo y le dijo: Seor, es cierto que estoy muy satisfecha de los grandes favores y del buen trato que me has hecho, y como agradecida vengo descubrirte una infamia que se comete todas las noches en tu gallinero.

Qu infamia es la que se comete? pregunt el amo. El picaron de tu perro, respondi la zorra, en quien tanta confianza tienes, es el ladron que cada noche hurta una gallina, ignorando lo que hace con ella. Es verdad lo que me dices? replic el amo. Si quieres desengaarte vte al gallinero, cuenta las gallinas y conocers la falta; y para convencerte, esta noche te ensear al perro con el hurto entre las manos. Airado el amo contra el perro convino en cerciorarse por sus propios ojos; por lo que despidise la zorra, y yendo encontrar al perro, le dijo en secreto: Amigo, es tanto el amor que te profeso, que no puedo estar un instante sin verte. Y aadi: Sabes que comprendo que esto de andar por los gallineros no es muy bueno, pues puede suceder que un da otro caigamos en la trampa y lo pague nuestro pellejo; no obstante, me hallo con ganas de que nos comamos un par de gallinas. De las del amo? pregunt el perro. S, de las mismas; yo las matar, y tu las sacars fuera de casa y las esconders en un barranco, donde nos las comermos despues. El perro mostr alguna repugnancia tan depravada proposicion; pero la zorra lo enred de tal modo que consinti. Y en efecto, por la noche hizo que el amo viese al perro con las gallinas en la boca, indignado de tal infamia, al dia siguiente le mat mintras dorma. Cuando la zorra vi tal castigo, tom en cuenta aquel refran que dice: cuando la barba de tu vecino vieres pelar pon la tuya remojar, y calcul que no la tenia mucha cuenta estar en semejante tierra, temblando de que la sucediese lo mismo que al perro. Fundados eran estos juicios, pero hallaba difcil escaparse; no obstante, el amo vino en su ayuda dicindole al cabo de algunos dias: .. . Ahora ya he quitado el perro de' tu compaa, que era el ladron de las gallinas; discurro tendrs conocida la gran conGanza que me has merecido, por lo que deseo que sirvas de perro. La zorra con gran solapa replic: Con mucho gusto obedecer tus mandatos, pero deseo que desuellen el perro y cures el pellejo, y por la noche me lo pongas al rededor del cuerpo , para que se figuren los ladrones que soy el perro y tengan miedo de m, aunque no hago nimo de ladrar, que ser lo ms acertado, pues dice el proverbio: perro ladrador nunca ha sido buen mordedor; y de este modo disimular la invencion, y quedarn engaados creyendo que soy tu perro.

Parecile al amo el partido ms seguro y aderez el pellejo como se lo habia propuesto la zorra, que se lo visti fingindose perro; pero la infame, maldita y maliciosa bestia, cuando la casa estaba en silencio, se fu al gallinero y comise dos gallinas, y disfrazada con el pellejo del perro se escap del lugar. Se levant por la maana el amo. y no hallando la zorra y viendo la falta de las gallinas, comprendi la estratagema, por lo que dijo en alta voz: Me est muy bien empleado y merezco lo que me ha sucedido. Tal acontece todos los que lidian con gente viciosa, con quienes, siempre se pierde: estoy persuadido de que el pobre perro ha muerto inocente, y su desgracia ha dimanado de sus relaciones con la maliciosa zorra. Y aqu termina la fbula que he prometido contar VV. MM. No hay duda que la fbula no slo es ingeniosa, sino de grandsimo ejemplo para los que frecuentan malas compaas y tratan con gente soez y viciosa, la cual hace verdica aquella sentencia que dice que las malas compaas pierden al hombre. Y volviendo lo pasado, digo que el mayordomo te entregar doscientos escudos que deseo regalarte; encargndote que vengas vernos como lo has prometido. Maana temprano partirs en la litera que ya tienes prevenida tu casa, en donde imagino te estarn esperando con grande ansia Bertoldino y su mujer. Dej de hablar el rey y la reina dijo: La fbula es muy graciosa, y. puede servir de mucho, particularmente los nios; mas deseo saber una cosa: de qu procede que los prncipes tienen tantos amigos? A los grandes todos se les muestran amigos, unos por interes, otros por adulacion, otros por miedo, y los ms sencillos por obligacion y respeto; sin embargo, os suplico noteis estas sentencias pastoriles: Quien delante te alaba majestuoso, En ausencia te vende acelerado, Con el nimo infiel y escandaloso Te afecta su cario desalmado. Si de sus gustos triunfas dadivoso, Te corona por hombre celebrado; Y si de estos te libras con bonanza, No fundes ms en ellos tu esperanza. Lleg el mayordomo y entreg Marcolfa los doscientos escudos, y quitndose la reina del dedo una sortija de esmeraldas disela

para que en su nombre la regalase Dominga Menguina, que as se llamaba en la aldea. Despues que recibi lo expresado, la astuta Marcolfa dijo los reyes: Serensimos y piadossimos seores: habeis de saber que entre las muchas y lindas cosas que contaba mi marido, me parece adecuadsimo en este momento la siguiente. Decia de Alejandro Magno que un da regal gran cantidad de oro un filsofo y este rehus admitirlo. Fue una accion sumamente alabada de todos; pero no as la de Alejandro, cuyas prodigalidades desaprobaban muchos, porque los bienes y riquezas que Dios concede los reyes no deben derrocharse, pues slo han de servir para las urgencias precisas; atender los gastos del estado, y con lo sobrante practicar actos de caridad, ser lo ms grato los ojos de Dios. El filsofo, pues, esquivndose para no admitir la ddiva, ofendi Alejandro, prefiriendo quedarse en su miseria recibirla. No obstante doy VV. MM. las ms debidas gracias por los favores tan grandes que os habeis servido hacerme; y ahora slo espero me deis vuestras ltimas rdenes, desendoos larga vida, colmada de las mayores felicidades, y que siempre goce vuestro reino la paz y tranquilidad ms envidiables. Los reyes quedaron maravillados de la elocuencia de Marcolfa, porque en sus conceptos no pareca mujer nacida entre montes, antes al contrario tan sagaz, que podia vender discrecion, en lo cual demostraba haber sido consorte de Bertoldo, hombre tan celebrado en el mundo. Por la maana temprano trasladronse en litera hasta su casa, y la vuelta el literero di noticia SS. MM. del alborozo que mostraron Bertoldino y Dominga al verlos, aadiendo que les hicieron grandes regocijos, juntndose los labradores de aquellas montaas en su cortijo; pero mayor alegra dice que tuvo Bertoldino cuando oy el sonido de los escudos, como tambien Dominga con el regalo de la esmeralda (que es tan bueno recibir, que hasta los tontos agrada), y con doble alegra no se saciaba de hacer infinitos carios su hermoso Cacaseno. Marco'.fa j Caeasmo llegan su cortijo. Como Marcolfa saba leer y escribir, al tiempo que el literero emprenda la vuelta le entreg una carta para el rey. Lleg palacio, present el pliego S. M., quien pas inmediatamente la habitacion de la reina, participndola que haba recibido carta de Marcolfa, Abrironla con grande ansia y mayor gusto, y leyeron su contenido que deca: CARTA DE M ARCOLFA LOS REYES DESDE LA M ONTAA. .

Seores: cumpliendo con lo prevenido por VV. MM., os participo mi arribo esta humilde choza, valindome de la ocasion del retorno del literero esa crle. Hornos sido recibidos con grandsimo aplauso de Bertoldino y Dominga, habindoseles acrecentado mucho el alborozo con los regalos con que nos honrasteis, de lo que os damos todos juntos rendidas gracias. No escribo cosa particular de Caca- seno, porque el literero sale hoy por la maana muy temprano y todava est en la cama, y as esta servir de reconocimiento, mintras yo y toda mi familia deseamos VV. MM. las mayores dichas. . FIN TRATADO TERCERO. APNDICE. CONTINUACIN DE LA HISTORIA DE CACASENO. ALEGORA I. LAS COSTUM BRES SENCILLAS DE LA ALDEA POSEEN EL ENCANTO DE LA VERDAD. Lueugos aftas hacia que Marcolfa y su nieto Cacaseno obtuvieron permiso del rey Albuino y la reina Ipsicratea para volver sus queridas montaas; y en los desiertos lugares, donde ntes slo se levantaba la casa de nuestros insignes personajes, se distinguan cinco seis rsticos albergues que la rodeaban, cual manada de polluelos junto la altiva cuanto celosa madre bajo cuyas alas se abrigan. Gracias la munificencia de los soberanos los descendientes de Bertoldo progresaban de dia en dia en tierras y ganados, y la sazon podan ya casi adjudicarse ttulos seoriales aldeanes- cos, que aldea ms bien que cortijo pareca el grupo de cabaas que en torno de su morada haban ido aglomerando los pastores y labriegos que bajo la dependencia de su hacienda vivan. Consecuente con la palabra que la reina empeara, Marcolfa no dejaba de hacer su visita la crte cada ao, con lo cual menudeaban los regalos y crecan cada vez ms su valimiento con los suyos y la estimacion de los monarcas, sin que su prudencia y buen discurso cesaran de recordarle el origen y estado que perteneca, como suele suceder con muchos que, salidos del polvo de la nada, se dejan llevar de la soberbia al verse encumbrados por la fortuna, sin considerar que la locura de esta es como el capricho de los tiempos, que lo que hoy edifica maana lo destruye. Tranquilos y apacibles, pues, corrian los dias de aquella familia, cuya bienandanza pudiera compararse con la de los sencillos moradores de la antigua Arcadia, tan

decantada de los poetas, consistiendo los principales goces para endulzar sus cotidianas faenas en los inocentes pasatiempos de sus veladas, en que, reunidos todos, ora la sentenciosa Marcolfa narraba cuentos y contaba fbulas que deleitaban la par que instruan, sirviendo su moraleja como de fructfera semilla para los rsticos oyentes que la escuchaban con la boca abierta cual si fuera un orculo, ora al compas del caramillo y la zambomba entonaba Dominga sus cantinelas, se ensayaban graciosas danzas la claridad de la luna, al amor de la lumbre se descifraban acertijos, proponan juegos, inventaban habilidades, reia, hablaba, beba, y refocilaba, en fin, con tal rden y mesura, que no tuvo que lamentarse jamas lo ms mnimo que turbase la fraternal armona que entre ellos reinaba. No se eximia Cacaseno de tomar parte en todas esas diversiones, causando con sus estupideces la risa de los unos y el disgusto de los otros, pues Marcolfa, Dominga y Bertoldino, de quien ya se dijo el cambio que con los aos se habia efectuado en su juicio, no podan ver ninguna de Fas simplezas de su hijo nieto sin tomar una rabieta sentir honda mortificacion. Prxima la poca en que Marcolfa solia visitar la crte manifest Dominga los vivos deseos que en varias ocasiones mostraran los monarcas de conocerla, por lo mucho que no cesaba de ponderarles Herminio su gracia para cantar, dicindola que se habia visto precisado prometerles llevar consigo ella y Cacaseno, la ltima vez que estuvo en palacio. Varias y no infundadas objeciones puso la nuera, que combati la suegra con la cordura y atinado juicio que tanto la adornaban. Ninguno de los vicios es tan despreciable como la ingratitud, replic al indicarla cierta oposicion la voluntad de los soberanos, y ya sabeis las mercedes que nuestros reyes y seores debemos. No hagas copo el escorpion que cuando se ve criado mata los que le dieron el sr, que es quien se asemejan los que al considerarse poderosos desconocen la mano que los ha enriquecido. No te inquietes, aadi Bertoldino, porque en la crte de nuestro rey y seor no acontece como en la de muchos prncipes donde no reina mas que la adulacion y la intriga, siendo objeto de mofa y desprecio la sencillez de nuestras costumbres y la inocencia de nuestras obras. Hartos por las suyas discurro, dijo Dominga, que es muy cierto lo que decs; sin embargo, no se me oculta que nunca puede convenir la rusticidad de nuestra naturaleza

con la cultura de las gentes criadas en las ciudades y palacios, teniendo por precision que parecerles contrarios sus gustos nuestros mritos y habilidades. Lo digo porque si los deseos de los soberanos son lo que me habeis significado, grande ha de ser su desengao cuando oigan en mis cantares lo que tan lejos est de su grandeza. Nada es tan cansado como el caminar por un desierto arenoso, replic Marcolfa, donde la vista no encuentra ninguna especie de plantas ni diferencias de cosas en que recrearse, ni nada empalaga tanto como el comer siempre lo mismo: por exquisitos que sean los placeres cortesanos, todos se parecen entre s, confundindose como las gotas de agua en un estanque; por cuya razon apetecen de cuando en cuando lo que est fuera de su estado y condicion, una planta silvestre que amenice el arenal por donde viajan, algunos tordos que reemplacen la perdiz que diariamente adorna su mesa. Pues m me gustan mucho ms las perdices que los tordos, abuelita, dijo Cacaseno que estaba en un rincon del zaguan con una cacerola de patatas entre piernas y un pedazo de torta en la mano. Siempre has de salir con tus majaderas, exclam con enojo Marcolfa. No que no, replic Cacaseno sin dejar de mascar dos carrillos. Como si los tordos valieran tanto como una perdiz, y una perdiz tanto como un venado! Como t! dijo con enfado Dominga. Los sonidos de una esquila que en aquel momento dejronse or lo ljos dieron otro giro la conversacion. Mira, madre, mira cmo viene triscando la chota delante de todas! exclam Cacaseno desde el dintel donde se puso de un brinco tan pronto como descubri el ganado. No la ves? no la ves? Dnde? pregunt Dominga que con Marcolfa y Bertoldino se reunieron en la puerta. Toma! Pues no reparas donde te sealo con el dedo? Y extendiendo el brazo di con tal fuerza en el rostro de su abuela que en aquel mismo tiempo se volvia para mirar donde su nieto indicaba, que la caus un gran dolor, hasta el punto de que las lgrimas impidieran, por algunos instantes ella y los otros, satisfacer el deseo que las ocasionara. Ay que por poco me salta un ojo este bruto! exclam Marcolfa. Pues no se me saltaron m los dos, y me los pusiste? De que te asustas saltndote solo uno? Calla, animal, si no quieres que te crea ms bestia de lo que eres! replic Marcolfa encolerizada.

Yo soy hijo de mi padre, y mi padre es hijo tuyo, y tu eres mi abuela, y... Nadie lo creeria por lo grandsimo bestia que has salido, le interrumpi Marcolfa, no tener en cuenta que quien hizo el sol y las estrellas y demas maravillas del mundo universo, pudo tambien hacer que del roble nacieran peras muy sabrosas, y del peral bellotas speras, como sucede contigo, que de un rbol tan hermoso y de fruto tan delicado que adornaba la mesa de los soberanos, ha nacido un silvestre madroo. Y dme: por qu quieres que vaya la crte si dices que soy madroo silvestre? Porque los cortesanos tienen capricho de divertirse con lo8 bufones como t. Antes que concluyera Marcolfa de pronunciar estas palabras ech correr Cacaseno, arrojando la cacerola que en medio de todo no abandon un slo instante, basta aquel en que pareca como si de la mano del alfarero saliera, por lo relamida y limpia que quedaba. Denuestos y diatribas sin cuento brotaron de la boca de Bertol- dino, quien no impedirlo su madre y Dominga escapara tras l con nimo de zurrarle de lo lindo, y sin embargo Cacaseno no aflojaba en su carrera, no escuchando ms razones que los balidos de la chota, que como dijo se adelantaba triscando por los vericuetos. Guiado por un zagal, mancebo como de diez y nueve aos, avanzaba el rebao por la falda de una colina cortada en su base por varios peascos, que formaban grave la par que hermoso con tras te con la faja de maleza en la cual como en lecho de verdura se recostaban. Pues es Lelio? dijo Dominga apnas los ecos de una voz dulce y simptica cual de virgen resonaron. As parece, afirm Bertoldino. Escuchad, escuchad, exclam Dominga con interes tiempo que el jven pastor empezaba repetir las siguientes coplas: Cuando al aire mis cantares Doy del bosque en la espesura, Roba el aire mi ventura Y me deja los pesares. Quiso mi negra fortuna Tratarme con tal mudanza, Que fu poner mi esperanza En los cuernos de la luna. En las ms duras encinas Tu nombre yo grabar, Pero debajo pondr

Que no hay rosa sin espinas. Apnas se perdieron en el espacio las ltimas notas de esta msica sencilla, cantada con ms gracia que arte, y por lo mismo ms grata al odo y al corazon, pues suele suceder que tanto ms nos place y deleita una cosa cuanto mnos se engalana con lo que no corresponde su naturaleza, la sensata Marcolfa empez deshacerse en alabanzas en pro del cantor. O en varias ocasiones decir mi esposo y padre vuestro, honra de la crte y prez de estas montaas que fueron su cuna, que los que como Lelio tenan el don de componer versos debian merecer la consideracion de los humanos; pues eran los elegidos de Dios en este valle de lgrimas para endulzar con sus cntigas las desdichas de los hombres, y qu s yo cuntas cosas ms, que casi casi les ponia en los cielos. Pero mira que es particular gracia la del mancebo, dijo Dominga, eso de sacarse de la cabeza en el instante mismo que quiere cuantos versos se le antojan, que sienten bien lo que desea aplicarlos. Notorio es que el poeta nace y no se hace, replic Marcolfa, y no debes extraBar que ese mancebo haya recibido de Dios tal habilidad cuando t misma la posees de cantar como nadie. Tiene razon madre, aadi Bertoldino, pues no hay nadie que deje de alabar tu voz y gracia. Desaforados clamores que se oyeron en la maleza inmediata atajaron la conversacion de los montaeses, que acudiendo encontraron Cacaseno con el vestido destrozado por los dientes del perro de Lelio, y el rostro hecho una sangra por los araazos de las plantas espinosas que all abundaban. El jven pastor que en balde se esforzaba para acallarle contles como habindose empeado en que el perro no corriese las ovejas que se separaban del hato, pues deca ser esta la causa de que no pudiese coger su chota, emprendila pedradas con el mastn, el cual revolvise contra l, tirndolo al suelo y ensandose de tal suerte, que no acudir en su ayuda indudablemente le despedazara. Llevronle casa sin que dejase de continuar bramando como un becerro, y para sosegarle fue menester apelar al nico medio, agasajndole con una buena cacerola de puches, que como sabemos era su mayor regalo. ALEGORA ll LA BELLEZA DE LAS COSAS ESTRIBA EN SU PROPIA NATURALEZA.

Incomparable panorama ofrecan aquellas montaas cuando pasaba lo que acabamos de narrar: hora solemne impregnada de religiosa armona; hora en que el alma se siente baOada en un flido misterioso que la anega en vagas y dulcsimas fluctuaciones para sublimarla; hora, en fin, en que la natura entera parece hallarse poseida de un sentimiento profundo y melanclico que la embellece con los encantos de una majestad divina. El sol teia de prpura y escarlata los trminos del Occidente, baando con su ltimo rayo las erguidas frentes de los montes, que aparecan como coronadas de nubes; las canoras aves entonaban himnos de agradable meloda; las plantas exhalaban sus perfumes, las flores sus aromas, la tierra sus vapores que se perdan en lo infinito como las espirales del incienso en las sagradas bvedas del templo, y los blandos cfiros vibraban en el espacio ecos misteriosos, delicadas notas.que modulaban una plegaria al supremo Hacedor de tanta maravilla. Graciosas zagalas y gallardos mancebos, pastores y mozos de labranza, estos con sus aperos, aquellos con sus rebaos, acudan por distintos lados gozar del descanso reparador con que la prxima noche les brindaba. Las chimeneas de las cabaas semejaban otros tantos pebeteros elevando sus columnas de humo hacia el firmamento, como si corA respondieran la ofrenda que toda la creacion se apresuraba rendir al Dios de las alturas. Marcolfa y su familia contemplaban aquel grandioso espectculo con el recogimiento y el xtasis de las almas cristianas, esperando que unos y otros, pastores y labriegos, pusieran trmino sus respectivas y ltimas obligaciones, para que, reunidos todos como de costumbre, dieran gracias al Omnipotente por haberles permitido gozar un da ms de los beneficios de una vida tranquila y llena de las dulzuras de sus conciencias sin mancha. Divididos hombres y mujeres y colocados en rden detras de Marcolfa y los ms ancianos, de hinojos todos y con las cabezas descubiertas ante la imgen de la inmaculada Virgen, colocada en un nicho del lienzo interior de la casa, entonaron la oracion de la tarde, cuyos ecos, llevados en alas de los cfiros, resonaron en las regiones del ter para confundirse con las salmodias de los ngeles y serafines bajo la inmensa bveda de los cielos. Concluido aquel religioso acto cada cual dirigise su cabaa, donde les aguardaba la frugal cena, compuesta generalmente de legumbres y frutas secas, que el apetito

hacia ms sabrosa que los manjares delicados que cubren la mesa de los poderosos. Empezaba cerrar la noche cuando iban acudiendo para pasar en tertulia el mejor rato de solaz que disfrutaban, que, como se ha dicho, era el de las veladas. La satisfaccion y el contento se pintaban en todos los semblantes, mnos en el de Cacaseno, que agazapado en un rincon miraba con torvo ceo cuantos entraban, ponindose de un brinco en medio del zaguan al ver Lelio seguido de su perro, que nunca le abandonaba, gritando desaforadamente al paso que esgrima con ademan furioso un rcio garrote: Me la has de pagar, perro judo! Te he de romper las palas como t me has roto los calzones. v Con semejante sorpresa nadie pudo contener la risa por los gestos extraos y la figura ridicula que ponia, excepto Bertoldino que montando en clera se abalanz l para quitarle el palo y darle una buena correccion; pero Lelio se habia apresurado desarmarle, y Marcolfa interponerse exclamando: Qu intentas, majadero? Te has vuelto loco de atar para no discurrir que, como dice el adagio, el olmo no puede dar peras? Pero borrico tonto arriero loco, replic Bertoldino. Insensatos delos que imaginan que por su sola voluntad y la fuerza han de sacar las cosas de su propia naturaleza y estado! Podr el arriero darle tales palizas al asno que al fin logre matarlo; pero nunca, por mucho que se desahogue sobre sus costillas, conseguir que deje de ser lo que una voluntad ms poderosa que todas las humanas ha decretado que sea. Depon, pues, tu clera, y deja Dios que llene de entendimiento la cabeza hueca de ese imbcil, si bien procura por medios prudentes y racionales que sus barbaridades no causen perjuicio tercero, que es lo nico que puedes hacer y ests en la obligacion de remediar. Ninguno dejaba de prestar atento odo la sentenciosa Marcolfa, excepto Cacaseno que no ces de gruir, murmurando amenazas contra el perro y su amo que le impidi tomar venganza. Tiene razon Marcolfa, dijo Lelro, pues nosotros lo experimentamos cada dia con las ovejas, que la que sale zurda y de mala querencia de nada le sirve la piedra ni el cayado. Como el rbol que nace de mala ley, aadi otro, que por ms que se le pode siempre da poco fruto. Bien, pero toda mi vida he oido decir que el arbolillo se ha de criar derecho, replic Bertoldino.

Ay! que por ms que haga la medicina con el cojo de nacimiento nunca conseguir que no cojee, dijo Marcolfa. Pero cojear mnos. Como har mnos barbaridades tu hijo con el tiempo, si poco poco y usando de correctivos eficaces procuras enmendarle; mas no por eso conseguirs que tenga bien sentada la mollera. Acababa de pronunciar Marcolfa estas frases, cuando se percibi en la cocina un gran estruendo acompaado de las voces de Caca- seno que deca: Pensabas que no me las habias de pagar, bestia feroz y perversa? Toma, toma el premio de tus mordeduras y brbaras fechoras! Y segua a este razonamiento tal batahola de aullidos, golpes y gritera, que no pareca sino que una legicn de demonios alborotaba el cotarro; por lo que acudieron en tropel los que fuera estaban, no siendo poca la sorpresa al encontrarse con la escena ms chistosa que imaginarse puede, la cual ni la autoridad de Mar- colfa, ni. las amenazas de Bertoldino, ni la intervencion de todos juntos, hallaban medios de poner trmino; pues Bertoldino le daba Cacaseno, Cacaseno al perro, el perro al gato, el gato cuanto por delante encontraba, y all era el aconsejar, gruir, mayar, embestir, morder, araar, sacudir, exclamar, romper y chillar, armndose tal confusion y algaraba, que nadie acertaba entenderse. Por fin logr escabullirse el gato y en pos el perro, quedndose el hroe de la jornada de pi sobre una mesa donde se haba subido para poder atizar su sabor y man salva, como guerrero parapetado en inexpugnable fortaleza, despues de dar origen tan singular pelea tirando el gato los hocicos de su mortal enemigo, el mastn de Lelio. Este estaba desesperado lamentndose de la manera lastimosa que el gato puso su perro. No me he de inquietar, respondi las reflexiones que uno de sus compaeros le diriga, si me lo ha desollado como hubiese podido hacerlo un tigre? Maldito idiota, brbaro y montaraz, que no ha nacido sino para descrdito de los suyos y menoscabo de los ajenos! Modrate, Lelio, dijo Marcolfa, pues debes tener en cuenta lo que ntes t mismo apoyaste. S, pero... La ira es uno de los consejeros que ofuscan la razon hasta el punto de que lo blanco lo veamos negro, y como todos los vicios, nos saca de nuestro natural estado,

convirtindonos en fieras desposeidas de templanza y demas condiciones que Dios se dign conceder .los racionales. Ya ves que me quejo con justicia, y el caso no es para mnos despues de lo que pas esta tarde y momentos h, dndome a conocer su mal intento y tenaz rencor, que poco que me descuide me va dejar cualquier dia sin perro, que ademas de la voluntad que le tengo por lo fiel y leal que siempre ha sido, no podra encontrar otro que tuviese sus buenas cualidades para el ganado, tanto para evitar el descarro de las reses, como para reir valerosamente con el lobo ms feroz que hayan podido criar estas serranas. Nada debera oponer tus razones si no mediase la cuestion que ntes tocmos. Pero cmo es posible que el rio corra monte arriba, ni los cuadrpedos vuelen, ni lluevan albardas? Con tu buen discurso comprenders que es locura pretender cambiar el rden de las cosas, pues cada una de ellas slo sirve para lo que Dios la ha destinado; y as acontece con ese estpido, de cuyas barbaridades nadie con ms legtimos ttulos que yo tiene derecho lamentarse. Esto diciendo, Marcolfa tuvo que acudir donde Cacaseno se hallaba sin temer rey ni roque, con un berrinche que le llevaba pateta, como suele decirse, y amenazando con un tizon que habia tomado del hogar todo bicho viviente que le diriga la palabra en cualquier sentido que fuese, tratara de aproximrsele para disuadirle de sus hostiles intentos contra el mastn. Yamos, Cacasenito, le dijo Marcolfa con la mayor suavidad y blandura, ya sabes que la abuelita te quiere mucho... S, s, la interrumpi Cacaseno lloriqueando, mnos cuando me pone como nuevo llamndome con mil nombres brutales, me zurra la badana de lo lindo. Es la mejor prueba de que te quiero, porque como dice el refran, quien bien te quiera te har llorar. Y por eso el endiablado mastn que causa mi lloro, y que si me descuido esta tarde me despedaza, debo decir que me quiere bien. No, hijo mio, no, replic Marcolfa: entiende que lo del adagio se refiere al que corrige nuestros defectos valindose de los medios que manda la religion y buenas costumbres; no al feroz perrazo, al cual te prometo castigar segun merece. S, s, que lo maten, que lo maten! exclam bramando de clera Cacaseno. Lo matarmos, dijo Marcolfa; pero por la Virgen Santsima deja el tizon, tranquilzate, besa la mano tus padres en seal de que les pides perdon por lo que con tu

clera les hayas ofendido, conforme deben hacer los buenos hijos, y haz las paces con todos. Y as me prometes la muerte del picaro perro? S. Renacio se mostraba Cacaseno pesar de la promesa, la cual tuvo que unir el mismo Lelio la suya para que desistiera de su terquedad y cumplimentase lo que su abuela acababa de prevenirle. Volvi con esto reaparecer la alegra en el semblante de chicos y grandes, hombres y mujeres de los que componan la reunion, y pronto cambi de aspecto la que ntes pareca segunda Troya. Los chistes, cuentos, agudezas, chascarrillos, bromas y risotadas menudearon que fue un prodigio, esforzndose cada cual para lucir sus dotes particulares, aunque llevando siempre la palma la discreta Marcolfa como reina y seora de la rstica colonia, cuyos individuos se miraban en ella, cual agradecidos sbditos en su bondadosa soberana. Cacaseno, con lo molido y fatigado que le dejaron las dos batallas que tan desaforadamente habia sostenido, no tard mucho en sentirse acosado por el sueo, y ntes de la hora acostumbrada quedse dormido en un rincon, excitando ms de una vez la risa de la concurrencia con la descompasada msica que con sus ronquidos produca. Dispersse por fin la reunion despues que uno de los pastores, dado al estudio de los astros, anunci que deban ser las diez, y el silencio, hermano inseparable de la noche, envolvi aquel recinto en su misterioso manto. ALEGORA III. EL VERDADERO M RITO SE OCULTA COM O LA HUM ILDE VIOLETA. Vino el dia siguiente, y apnas el lucero del alba brillaba en la elptica del firmamento, el reposo huia en tropel de aquellas caba- as que se apresuraban abrir sus puertas al trabajo. Pronto las inmediaciones se vieron pobladas de rebaos, las tierras abriendo sus fecundas entraas al arado, el hacha hiriendo las secas intiles ramas de los rboles, y todo, en fin, animado por el poderoso aliento de la actividad. Cacaseno era el nico que permaneca saboreando el calor de la cama, resentido todava del cansancio de la vspera, ms bien arrullado por la pereza como pudiera serlo uno de los ms exagerados sibaritas. Vlgame Dios! deca Dominga despues de haber entrado doce veces en el cuarto por ver si se levantaba. Este muchacho nos har perder la cabeza desde el primero

hasta el ltimo. Y eso? pregunt Marcolfa. Ha dado en la mana, el imbcil, que no tiene piernas. * Cmo as? Dice que desde que ha dispertado que no se las siente; y por ms que le he hecho notar que era aprension suya hacindoselas tocar y hasta pellizcndole, se mantiene en sus trece, replicando que le pasa lo mismo que cierta noble y hermosa dama encantada, que no se desencantaba hasta que mataban al gigante que la guardaba; y por consiguiente, que l no recobrar las piernas hasta que maten al perro de Lelio y le traigan el pellejo. Habrse visto igual sandio! exclam Marcolfa. Sabes lo que he pensado? aadi Dominga. Qu? pregunt la suegra. Ver si alguno de los pastores tiene una piel de cabra gris, que es la pinta del mastn, y trarsela como si fuera la que pide. Nunca seria posible imaginar mejor astucia, y desde luego vaya Bertoldino recorrer las cabaas, que de seguro encontrara en alguna la piel que se desea. Puso Bertoldino manos la obra, aunque no de muy buena gana, mintras Marcolfa y Dominga entablaban nueva conversacion sobre diferentes asuntos de la casa. Empero lo mejor un nuevo accidente vino interrumpirlas haciendo que ambas echasen correr asustadas al cuarto do Ca- caseno. Deshacase este en exclamaciones, porque con la mana de que le habian quitado las piernas, causa de encontrrselas al dispertar dormidas, como se dice vulgarmente, fu coger cierto objeto del suelo, y tanto inclin el cuerpo fuera de la cama, que cay de cabeza, faltando poco para que se desnucara, si bien se hizo un chichon de gran calibre.' Abuela y madre le hallaron en tal postura, que nadie creyera sino que era preciso administrarle los santos sacramentos. Como la ternura maternal es el mayor sentimiento de cuantos Dios ha concedido las criaturas, llegando al extremo de que las fieras amamanten sus hijos hasta dos dias despues de muertos, segun se observa en el hipoptamo, Dominga se abalanz Caca- seno, trmula y helada de espanto, pudiendo apnas exclamar: Hijo mio! Cacaseno! Cacasenito! aadi Marcolfa cogindole una mano y dndole tirones con suavidad. Ay, que se ha muerto! Santsimos cielos! Hijo de mis entraas! Vamos, Cacasenito, responde: qu tienes? insisti Marcolfa. Si est muerto! repiti Dominga.

Y en tales sollozos prorumpi la desolada madre, que Bertoldi- no, que eo aquel momento salvaba los umbrales, precipitse dentro del cuarto, aturdido y tembloroso como un azogado. Qu es esto? Qu sucede? dijo apnas ofrecise su vista aquel cuadro. Ay! el hijo de mi vida... Calla, mujer, interrumpi Marcolfa que ms discreta que su atolondrada nuera, rato hacia que le tentaba el pulso. Pero... fu replicar Dominga. Comprende, dijo Marcolfa, que tus llantos, gritos y lamentos de nada serviran si tu hijo se encontrase en el estado que crees. El aturdimiento oscurece el ju icio, resultando que veamos el mal donde no existe y nos salga torcido lo que quisiramos fuese derecho; as pues, ntes de dejarnos llevar de nuestras, impresiones, preciso es que consideremos si son verdaderas no, y si la causa que las produce es perniciosa buena. Cuntas veces sucede que vemos una sombra que pasa rpida por delante de nosotros, distinguimos all lo ljos un objeto, y la sombra que se nos figura un conejo que corre escapado en busca de su madriguera es un gato que cruza por el alero del tejado, y el objeto que nos parece un hombre es una pea encima de otra, los renuevos que brotan del tronco de algun rbol, cualquier otra cosa semejante? Serenos conforme es debido, y reflexionad que vuestro hijo todo lo que tiene de simple tiene de marrullero, y en prueba de esto, su pulso late con la fuerza del de un toro, y excepto vosotros, que el atolondramiento os saca de quicio, cualquiera dira que su respiracion es el resoplido de un fuelle, mayor que el de la fragua de Vukano. Ser posible? dijo Dominga entre alegre y sentimental, sin acertar explicarse lo que oa. Merecera, si tal sucediera, que se le obsequiase con una que fuera sonada, aadi Bertoldino; porque el loco por la pena es cuerdo, y ya pasa de castao oscuro; y cuando se llega hasta tal punto... Y cortando de pronto su locucion, acercse donde permaneca Cacaseno estirado y fingindose cadver, con nimo de ponerle en movimiento ms que de prisa; pero se interpuso Marcolfa, diciendo: Qu adelantars empleando la violencia con quien sabes que la falta de entendimiento le ha de impedir la enmienda? De modo que porque l le d la gana ser preciso que suframos las consecuencias de sus barbaridades?

Y qu vas remediarle, si aunque la mona se vista de seda, mona es y mona se queda? Dios ha decretado que suframos la carga de las sandeces de ese imbcil, y no hay ms que llevarlo con paciencia. Quin est exento en este mundo de su cruz? Consulate, que la tuya es muy ligera comparada con la de otros muchos que padecen mil privaciones y quebrantos, y da gracias la divina Providencia que se ha dignado mostrarse con nosotros tan misericordiosa. Confieso, madre, que tienes razon; pero considera que al paso que vamos el mundo es un comino: quiero decir, que si siempre se le dispensa, nunca cesar de cometer faltas, viniendo un da en que se desee poner remedio y la enfermedad no tenga cura. Confio que no suceda as; dejadme obrar, que aunque no soy mdico, me prometo encontrar la medicina para la dolencia que padece vuestro hijo, que por cierto no es floja, ayudada por el tiempo y la prudencia. Cansado Cacaseno de conservar durante tanto rato aquella violenta postura, hizo en este instante un movimiento, que observado por Dominga, que no se habia separado de junto l, la arranc un hondo suspiro, preguntando luego: Cacaseno, hijo mio, qu tienes? Dme: qu te hace mal? Nada, respondi por fin el imbcil. Lo ves? dijo entnces Marcolfa su nuera. Mira si con sobrada razon decia que cesaras en tus lloriqueos y pesadumbre, y os tranquilizarais. Cmo que no te hace nial nada? continu Dominga; pues qu vinieron aquellas voces, y el no responder ni una palabra, permaneciendo de conformidad que parecas cadver? Es que como me quitaron durmiendo las piernas, dijo Caca- seno, fui coger desde la carna los zancos, y tanto ech el cuerpo afuera, que ca de cabeza y estoy desnucado. Pues para qu necesitabas los zancos no teniendo piernas? observ Bertoldino. Ya he dicho que estoy desnucado, y no puedo hablar; si no, te respondera que como he odo decir muchas veces que andaba el mundo trastornado porque la mayor parte de las gentes discurren con los pis, deseaba ver si se me habia vuelto lo de arriba abajo, y metindome los zancos en donde en tal caso estaban los pis del discurso, poda andar. Por mi fe que no te faltaba otra cosa, dijo Marcolfa, que llenar tu caletre con tan flexible materia como la de los zancos. Vaya, levntate.y vente tomar el desayuno... Mal puedo levantarme cuando no tengo piernas y me he desnucado.

Yo s que te he de romper la nuca y cuantas costillas sean menester, grit Bertoldino, si continuas con tu bestialidad. No, que si est muerto como se empea en sostener, replic Marcolfa, lo mejor ser que le enterremos para que lo coman los gusanos. V mandar que caven la hoya, Bertoldino, y pronto estarmos fuera del paso. Al momento voy. Y como viese Cacaseno que su padre se dispona salir para ejecutar lo que su abuela propusiera, pues le creia capaz de ello, solt un lloro que reson en toda la casa, al propio tiempo que de un brinco se subi la cama exclamando: Gentes de malas entraas, que quereis soterrar aun hijo que Dios os ha dado! Hola! con que t eras el que no tenia piernas y estaba desnucado? dijo Bertoldino frunciendo el ceo con ademan amenazador. Y en tal estado permaneciera aun si no hubieses trado la piel del perro, replic Cacaseno sealando una de cabra que su padre arroj en medio del cuarto al entrar. Los tres soltaron la carcajada, asombrados, sin embargo, de la poderosa influencia que muchas veces suele ejercer en el nimo la preocupacion. Ya vers, bestia, incapaz, si agarro una tranca cmo te quito esos resabios que tanto tormento nos dan, despabilndote de tal modo que no te quede hueso sano en todo el cuerpo. Nuevos berridos, rabietas y pataleo ocasionaron estas amenazas de Bertoldino, siendo menester la intervencion de Marcolfa para que uno y otro se aquietaran. El relincho de un caballo acompaado de los ladridos alborotados del perro guardian de la casa, vino terminar la cuestion. Salieron apresuradamente deseosos de informarse de la novedad, siendo Bertoldino, que se anticip, el primero en quedar perplejo la presencia de dos caballeros que montados en briosos corceles se adelantaban. Ah! eres t, criado soez y mal nacido? dijo Cacaseno asi que les vi. Marcolfa sali recibirles dndoles la bien venida con gran agasajo, lo mismo que Bertoldino y su esposa, que les acogieron con muestras de singular afecto y alegra. Venimos de parte de nuestros reyes y seores, dijo uno de ellos apnas desmontaron, para suplicarte que nos acompaes la crte con Cacaseno y Dominga, pues es de suma necesidad vuestra presencia. No imagino que seamos tan necesarios, nosotros pobres rsticos y de ninguna utilidad. Si furamos insignes diplomticos que con sus conocimientos y sabidura pudiesen

ilustrar y dar brillo la corona, bien afamados capitanes que con su gran valor y pericia lograsen aadir nuevos florones al estado con ricas y dilatadas conquistas, veria justiOcado el motivo de la comision que aqu te trae Bien sabes, Marcolfa, replic Atilio, pues tal era el mensajero, que tu esposo, de eterna memoria, labr la felicidad de la nacion con sus consejos. Mi esposo era como el sol, que brilla en todas partes; pues Dios le concedi la gracia de distinguirle de lo general de los hombres, como al sol de las estrellas. Y t de lo comun de las mujeres, interrumpi Atilio, que dudo se encuentre otra no slo que iguale, sino que llegue en mucho tu inteligencia y discrecion. Yo agradezco esos favores, aunque es tan corriente en vosotros los cortesanos el usar de la lisonja, que los considero como efecto natural de la costumbre. Harto persuadida debes estar de lo contrario, cuando siempre viste la deferencia con que en la crte te distinguieron. Efectivamente, tanto SS. MM. como los palaciegos nunca cesaron de honrarme con consideraciones inmerecidas; pero no es esa una razon que destruya la verdad de lo que en general sucede y t debes reconocer, si la parcialidad, que es como el tramposo que todo lo falsifica, no adultera la rectitud de tu juicio y la sinceridad de tu conciencia. Y dme, pregunt en esto Cacaseno que rato hacia que hormigueaba porque no le permitan meter baza en la conversacion: la seora reina est tan gordona como entnces? Ah! tengo la pesadumbre de participaros que no la conoceris de lo desmejorada que se halla. Cmo! dijo Marcolfa apesarada. Y el burro del hortelano? pregunt en seguida Cacaseno. Calla, animal! exclamaron duo Bertoldino y Dominga. Desconocido por la falta de las orejas, como muchos que andan por este mundo de Dios rebuznando que es un prodigio. No hagais caso de este zote, dijo Marcolfa, porque demasiado sabeis lo que puede dar de s. Vinieron como llovidos del cielo interrumpir el dilogo los litereros que Atilio y su compaero dejaran atras, ansiosos de llevar cuanto ntes Marcolfa la presencia de los soberanos. Dispuesto en seguida el alojamiento para cada cual conforme lo que permita la casa, los viajeros se retiraron descansar, nterin se les preparaba algo con que confortasen el estmago.

Abundante y sabrosa sino exquisita y servida en ricos manteles fue la comida con que se les obsequi, cuyos postres se amenizaron hablando sobre el viaje, que por fin convinieron en que lo emprenderan al amanecer del siguiente dia. Grande fue la animacion de aquella velada esmerndose los huspedes en festejar los enviados de los soberanos, los cuales no cesaban de ponderar la felicidad de aquellos sencillos rsticos. ALEGORA IV. LA AUSENCIA DE LOS BUENOS SE DEPLORA, AS COM O LA DE LOS M ALOS SE DESEA. Tierno interesante cuadro ofreca aquella colonia en el momento de la partida, despidindose los unos de Marcolfa, abrazando los otros Cacaseno, Bertoldino dando consejos Dominga, estos vertiendo llanto, aquellos prodigando afectuosos apretones de manos, y todos, en una palabra, lamentando anticipadamente la ausencia, como si se tratara de una separacion eterna. Empezaba clarear cuando abandonaron el lecho con nimo de emprender inmediatamente el viaje, y ya el sol doraba los dinteles del Oriente cuando se ponan en marcha: siendo tal el sentimiento de los que se quedaban, que hasla que se perdieron de visla ninguno se retir de lo alio de un collado donde se subieron para enviarles desde ljos la ltima despedida. Percances, y no pocos, les sucedieron en el camino, durante el cual no atravesaron pueblo ni aldea que no salieran los vecinos la puerta como si se tratara de ver animales extraos, causa de lo mucho que llamaban la atencion las literas acompaadas por los dos caballeros de la servidumbre real; pero lo ms chistoso fue la entrada en la crte, la cual no qued gato ni perro, como se dice vulgarmente, que no presenciara. Ventanas y balcones, puertas y calles se hallaron en pocos momentos atestados de gente que se apresuraba verles, atrados por los silbidos, gritera y algazara de la turba multa de muchachos que les segua, advertidos de su llegada por ese misterioso noticiero sin nombre ni forma que todo lo trasmite la infantil y revuelta muchedumbre, que no repara en aprovecharse de ello su modo, y las mas veces en lastimoso detrimento del prjimo. Avisado el rey por Atilio, que se adelant, les esperaba con lo mejor de su comitiva en el balcon de palacio, saludndoles afectuosamente as que les distingui para

manifestarles su grande estimacion, saliendo la reina con sus damas recibirles la escalera principal, por donde subieron, usando con ellos las mismas ceremonias que si fueran individuos de la real familia. Visible contraste ofreca la seriedad de Marcolfa con el embarazo de Dominga y el aire grotesco del insensato Cacaseno, que adelantndose balanceando como balandra en inquieta mareada, dijo: Dios te guarde, seora reina, y qu flaca te has quedado desde que se te han puesto arrugas en la cara! Y t cmo creciste en tan pocos aos! Si as sucedi con tu entendimiento, doy mis plcemes tu abuela que tan alarmada la traan tus desaciertos. Que por desgracia van aumentando cada dia, serensima seora, contest Marcolfa adelantndose. Y cogiendo de la maco Dominga, aadi, hincando ambas la rodilla con el respeto debido: Tengo la dicha de presentarte mi querida nuera, que tanto deseabas conocer, la cual espero dispensars, pues como nunca salida de aquellas serranas y no dada al trato de la crte, se halla tmida y deslumbrada por el brillo del trono. Mucho me alegro de verla entre nosotros, en donde encontrar el afecto que segun me informaron se merece. Gracias, serensima seora, balbuci Dominga cortada y confusa. Siempre se ha dignado distinguirnos vuestra excelsa bondad y munificencia, aadi Marcolfa, lo cual sentimos no poder'recompensaros sino con la gratitud que eternamente encontraris en nuestro corazon. Jamas quedan suficientemente remunerados los servicios de varones ilustres, que como el que fue tu esposo, con tantos y tan inmensos beneficios enriqueci el estado. En esto vieron al rey que con todo su squito les salia al encuentro, y corrieron saludarle con el acatamiento correspondiente, presentndole la reina en persona Dominga para evitarla parte de vergenza, quien el monarca recibi con deferente amabilidad, ha- blndola con una llaneza para ella inesperada, pues exceda de cuantos antecedentes Marcolfa y Bertoldino la dieran en varias ocasiones. Por este ltimo preguntaron Albuino y su esposa inmediatamente de llegar la real cmara. Est bueno y rollizo cual nunca, respondi Marcolfa, y siempre dispuesto, como fiel y agradecido vasallo, servir VV. MM. Por qu no le traais con vosotros sabiendo que habramos tenido un singular placer despues de tanto tiempo que no le hemos visto? dijo la reina.

Harto lo apeteciera y yo me alegrara, aunque no fuese sino por cumplir aquel precepto divino que dice ieelesposo nunca debe dejar la esposa. Pero cmo quedara nuestra casa en manos exAPNDICE. 191 traas? Recordad, serensimos seores, el adagio: hacienda, tu amo te vea, si no que te venda, y os convenceris, si reflexionais la gran verdad que encierra, que no obra con ninguna cordura el que confia sus intereses otros; pues muchos ejemplos existen de gentes reputadas por buenos y fieles servidores que no han podido resistir al perverso atractivo de la vil codicia. Reconocemos tus fundadas razones, sensatas y profundas, como hijas de tu clara inteligencia, y ya que no es posible sea completa nuestra alegra, congratulmonos siquiera de la dicha que nos proporciona el ver entre nosotros su esposa, cuyas buenas condiciones y sobresaliente mrito tendrmos el gusto de admirar. Llena de rubor y vergenza manifest Dominga al monarca su agradecimiento con entrecortadas palabras, vindose Marcolfa precisada salir en su ayuda. Vino cambiar el rden de la situacion uno de la servidumbre anunciando cierto alto personaje quien el rey tenia concedida audiencia; por lo que nuestros insignes rsticos pasaron la habitacion de antemano preparada para su alojamiento, la cual, como ya inferirn los lectores, era la que ocupaba el inmortal Ber- toldo durante su privanza. Ay suegra de mi vida, exclam Dominga as que quedaron solos en la habitacion, que yo no s lo que me pasa!... Estoy mareada con el lujo y magnificencia que brilla por todas partes, y muero de vergenza cada vez que he de hablar delante de gentes tan encopetadas. Reflexiona que son de la misma familia y descendientes de Adan y Eva como t, y que por ms que el orgullo de sus mundanos ttulos y honores les lleve al extravo de pretender estar muy por encima de los otros que no pertenecen su clase, porque el favor, la intriga la adulacion, la mayor parte les ha elevado una altura en la cual se creen omnipotentes, no por eso deben considerarse exentos de la variable y caprichosa fortuna, pues no pasan de ser mortales, expuestos los mismos vaivenes que los demas, porque como los demas son flacos y dbiles, destinados convertirse en el polvo de la nada de donde nacieron. Con esto sabrs apreciar lo que en s merecen sus

presunciones, que equivalen la lluvia que cae en el mar, y si este es el motivo de tu vergenza por la burla y crtica que temas hagan de tus modales y manera de producirte, aprenders compadecerles por su miseria, convencida de que no debemos abochornarnos sino de nuestras malas obras. Qu quieres qne te diga? replic Dominga. No ignoras que mi genial siempre ha sido corto y creo imposible remediarlo; porque como t misma observas muchas veces tratndose de las barbaridades de mi hijo, lo que est en la masa de la sangre difcilmente se remedia. Y en estas y otras razones embebidas, les sorprendi la noche, y despues un criado entr anunciarles que la cena les aguardaba. Brincando y con las ms grotescas muestras de gastronmico alborozo acogi Cacaseno la suculenta noticia, que gloton y goloso como l mismo, la esperaba con un ansia que comenzaba sacarle de sus casillas. Satisfechos, pues, sus estmagos, los soberanos les dieron permiso para irse descansar, tomando en consideracion las molestias del viaje, y qued aplazado para la noche siguiente el que Dominga les complaciese luciendo su tan encomiada voz en la reunion que con tal objeto haban dispuesto, la que asistira lo ms selecto de la crte. ALEGORA V. LA M ODESTIA REALZA LAS BUENAS CUALIDADES QUE SIEM PRE SOBRENADAN COM O EL ACEITE EN EL AGUA. Numeroso era el gento que invada los regios salones correspondiendo a la invitacion delos monarcas, quienes, deseosos de hacer brillar el mrito de la voz y gracia de Dominga, no escasearon ningun gnero de medios, compitiendo el lujo con la riqueza, el gusto con la hermosura, la suntuosidad con la magnificencia, y en una palabra, la esplendidez ms digna con la profusion mnos jactanciosa. All no se veian abigarrados adornos y suprfinas alhajas, recargadas molduras y hacinados muebles, chavacanos cuadros, grotescas estatuas, nada que ofendiese la vista hiriese desagradablemente el nimo: todo era srio, pero exquisito; rico, pero modesto; bello, pero sencillo, y arreglado con tal rden y bien entendida simetra, que el arte y la elegancia hubieran podido estudiar su modelo en aquel acabado conjunto. En tanto que iban acudiendo los invitados la extraordinaria y singularsima reunion, Dominga y Marcolfa batallaban con Cacaseno, el cual se empe en no acompaarlas pretextando que estaba el tiempo muy frio para salir de casa.

Bien decia aquel sabio que una de las cosas ms suprfinas de este mundo era el dispensar favores bestias desagradecidas, dijo Marcolfa cansada de bregar con la terquedad de su nieto. Con qu cara nos presentamos los que tantos beneficios debemos, despues de haberles dado palabra de que tambien vendras con nosotras? Demasiada honra nos cabe de merecerles la distincion de que nos conozca toda la crte para que nos mire y respete como miraron y respetaron al varon de quien eres indigno vstago. Ya he dicho que no salgo de casa, replic Cacaseno, y no saldr por ms que me vengas con sonajas que no entiendo. Yamos, hijo mio, dijo Dominga, obedece la abuelita, porque quien no respeta sus mayores, no alcanza gracia de Dios. Que no seais pesadas, os digo. Pero si no hemos de salir de casa como t crees! Que me dejeis en paz. Ay! que ni un alcornoque es tan duro como la cabeza de este bruto! exclam Marcolfa. Yo estoy sofocada! aadi Dominga; pues no faltaba sino que SS. MM. lo tomasen mal y se enfadaran. Yo s que me enfadar y har una barbaridad si me dais ms matraca. Este animal ser nuestro descrdito! clam Marcolfa. S? Pues ahora veris, dijo Cacaseno empezando $ hacinar muebles y utensilios en un rincon. Ay que ha roto una cornucopia! grit Marcolfa al tiempo de que dicho mueble rodaba por el suelo hecho astillas. Qu intentas, bestia, idiota! Que no me saqueis de aqu, dijo Cacaseno encaramndose en un monton de sillas y esgrimiendo un candelabro, aunque venga en vuestra ayuda un ejrcito. Dios mio! Baja de ah, hijo desnaturalizado! Que con semejante escndalo vas ocasionar nuestra ruina, exclam la pobre Dominga llena de espanto. No quiero, no me da la gana, porque demasiado conozco vuestras maas. Cielos! Brbaro! Y madre y abuela prorumpieron en tales improperios, que Ati- lio, que en aquel momento venia avisarles que los soberanos les aguardaban, retrocedi desde la puerta, corriendo noticiar sus seores lo que ocurra, por si gustaban participar de la diversion que les ofreca tan chocante comedia. En efecto, los reyes seguidos de algunos cortesanos se dirigieron al punto all, sorprendiendo los aderes en lo mejor y ms chistoso del espectculo, el cual les

proporcion el rato ms delicioso que desde mucho tiempo disfrutaran. Marcolfa y Dominga quedaron corridas, al paso que Cacaseno continuaba sin darse por entendido; pero la reina con la mayor amabilidad se apresur sacar las unas del apuro, mintras el rey hizo que cediera el otro, prometindole que no saldra de la habitacion como deseaba. Las protestas de agradecimiento de Marcolfa fueron tantas que no son para contadas, y la bondad de los monarcas lleg al punto de llevrselas las dos su lado, para que de este modo les acataran como sus reales personas. Una escogida msica, que acab de dejar alelada Dominga, fue la seal de que habia principiado el festn, y la danza anim aquellos salones con la alegra ms encantadora. Cree, serensima soberana, decia Marcolfa, que la confusion de tantas parejas movindose nuestra vista me desvanece la cabeza. Es este mucho barullo para nosotras, avezadas la mezquindad de una aldea. Comprendo lo mismo, y supongo que estaris molestadas; pero mi seor y soberano vuestro ha querido daros una prueba ms del aprecio en que tiene la familia del que nunca se separa de su memoria, y prestar mayor realce al mrito de Dominga, pues no ignoras que tanto aumenta el precio de las cosas cuanto ms encumbrado est el que las posee. Tanto vales cuanto tienes, dice el refran, y es muy verdadero, porque la experiencia nos lo acredita, que las piedras preciosas puestas en la alhaja del pobre pasan por falsas, pues la idea de la miseria es lo suficiente para falsificarlas, y todo lo del rico es de grandes quilates y vala. As se ve que cuando uno est elevado todo el mundo se le brinda por amigo, y le adulan y le ensalzan hasta santificar sus defectos, cuando al abatido le abandonan y desprecian, inventando faltas y suponindole vicios de que carece, convirtiendo sus buenas cualidades en malas, y procurando empeorar su triste situacion, en vez de darle la mano para que se levante, como manda nuestra santa religion. Marcolfa tenia embebidos cuantos cerca de ella se encontraban escuchando sus palabras. Tu discrecion es como los rayos del rey de los astros, dijo Ip- sicratea, que deslumhran cuantos fijan en ellos la vista. Pobre de m, nacida entre rsticas breas, no puedo ser sino como diamante sin pulir. Como la luz se distingue al traves de las nubes, as tu entendimiento se nota pesar de la tosca corteza que cubre tu persona.

Tu bondad conmigo es tanta, seora, que aunque las condiciones que me adornan llegasen la altura que supones, bastada por s sola para considerarme muy pequea. Termin en esto el baile, y la conversacion tom otro rumbo, causa de proponer el rey que cantase Dominga. Nunca le lati el corazon con ms inquietud mortal ninguno, ni el bochorno se pint en rostro humano como en el de la pobre esposa de Bertoldino en aquellos momentos. Vlgame Dios! qu cortedad, qu vergenza, qu mortal angustia! Merced las reflexiones de su discreta suegra, Dominga se levant y encaminse un aposento contiguo donde la esperaba un clebre msico que taia primorosamente el arpa, con el cual haba ensayado para acompaarla. Un silencio sepulcral sustituy en seguida al ruido que reinaba en los salones, y despues de algunos instantes, durante los cuales Marcolfa y el msico acompaante procuraron calmar nimo de Dominga, oyronse los preludios del arpa, los que se uni luego la voz de la cantante, modulando la siguiente letra: Descarriada ovejita que andas vagando, no oyes del caramillo tierno el reclamo? Cmo no corres calmar las angustias de tus pastores? De Endimion las querellas la luna atiende, y sus rayos derrama sobre su frente; mi voz escucha, descarriada ovejita, como laMuna. Un nutrido aplauso reson en aquellos mbitos, siendo tanto lo que gust el aire sencillo y tierno de la msica y la dulzura y flexible extension de la voz, que todos entusiasmados pidieron que se repitiera varias veces, lo cual accedi Dominga, que como flaca mujer experimentaba tambien los efectos de la satisfaccion, viendo halagado de una manera tal su amor propio. Los plcemes y los elogios menudearon que fue un portento, cuando Marcolfa y su nuera volvieron los salones acompaadas de la reina y las principales de sus damas, que para mayor deferencia y obsequio corrieron en busca de ellas as que termin el ltimo canto.

Empero los aterradores ecos de cien voces que con pnico desconcierto clamaban fuego, fuego! vino aguar la fiesta lo mejor, y cuando Marcolfa y Dominga se mostraban ms ufanas y engreidas saboreando el ms rico bocado del manjar que su disfrazado orgullo con tanta esplendidez se prodigaba. Al rden sucedi entnces el barullo, la confusion, el atolondramento, y la alegra qued sbitamente reemplazada por el terror, la angustia, el espanto: todo eran clamores, prisas, desmayos, accidentes, estrujones, corridas, sin que nadie lograse entenderse, ni por ms que el rey y algunos de sus gentileshombres, que volvan de informarse del percance, no cesaran de desvanecer voz en grito la alarmante nueva, se consegua restablecer la calma en los alborotados nimos. ltimamente, fu entrando poco poco la reflexion en los obcecados entendimientos, y con ella la tranquilidad y el rden, vinindose saber que Cacaseno habia sido el causante de todo aquel trastorno. Imaginaos cul seria el disgusto de Marcolfa y Dominga al or Atilio que venia de adquirir ms pormenores, decir los monarcas: El siniestro no ha sido tan lamentable como chistoso. Cacaseno. .. Apnas pronunci tal nombre, cuando Dominga mud de color, interrumpiendo Marcolfa: Dios mio! Qu habr hecho el bestia? Nada que deba poneros en cuidado, dijo el rey, pues sabeis que todo lo que os pertenece es de mi agrado. Prosigue, Atilio, que juzgo ser divertido el lance. Cacaseno, pues, continu Atilio, al verse solo y no sabiendo con qu entretenerse, se acord de un canuto de caa que trajo oculto no s en qu parte, el cual contenia una coleccion de escarabajos, grillos, sabandijas y qu s yo cuntos bichos ms, y di en hacer con ellos una solemne procesin. Al efecto se encamin la cocina para proporcionarse cerillas con que figurar las luces que el acto requiere, y volvindose la habitacion, cerrse por dentro, parti en pedacitos la cerilla que encendi pegados en el lomo de aquellos animaluchos, los cuales fu soltando por el suelo, al mismo tiempo que entonaba un canto, con una voz que desgarraba los tmpanos. Los reyes y demas oyentes no acertaban contener la risa, en tanto que la abuela y la madre del protagonista devoraban en secreto la mortificacion que atormentaba sus corazones. Algunos de los criados, prosigui el narrador, corran bulliciosos agruparse la puerta atrados por aquella extraOa cantinela, cuando de pronto vieron salir Cacasano

espantado y voceando desaforadamente: fuego, fuego! cuyos gritos repitieron algunos atolondrados, minlras otros ms serenos y animosos se precipitaron en la habitacion. Y Cacaseno? pregunt la reina. Desatinado fu parar en el jardn, donde uno de los guardas, que le conoci, tuvo que detenerle, pues de lo contrario aun estara corriendo. ' Los oyentes soltaron la carcajada, y la reina volvi preguntar: Y por fin, qu fue ello? Que alguno de aquellos asquerosos insectos se meti por debajo de las colgaduras de la cama y prendi fuego las guarniciones, comunicndose en seguida lo demas. Quin sufre tanta barbaridad! exclam Marcolfa. Repito que no te inquietes, mayormente siendo cosa en la cual se ve su poca malicia. Pero, serensimo seor... Nada, Marcolfa, repiti el rey, lo ms que ha podido suceder es que se hayan quemado las colgaduras. En efecto, los que acudieron cortaron el fuego con facilidad, tirando al suelo el resto que quedaba de los cortinajes que se apagaron con slo pisotearlos. Ah no es nada, replic Marcolfa. Te parece poco el dao que ese bestia ha causado? Por cierto no me explico cmo VV. MM. les cae en gracia lo que para m es la desgracia mayor con que Dios ha podido castigarme en este mundo. Porque, hijos sus actos de la inocencia, no ocultan las malas pasiones conforme los de la generalidad de los que nos rodean, que por el afan de medrar son como la zorra de la fbula que nos contaste, que no satisfecha con que el amo matara al perro, llev su astucia al extremo de que la vistiera con su piel para acabar con su gallinero y burlar mejor su buena fe. Sin duda que muchos puede aplicarse el cuento; pero pocos le viene tan de molde como mi nieto aquello de: la cabra siempre tira al monte. Y dnde le dejaste? pregunt el monarca Atilio. En la cocina atracndose de golosinas que ha sido preciso que el repostero le diese para apaciguarle, pues de ningun modo quera salir del jardn ni atender nadie. Ay el grandsimo bruto! Cualquier dia es capaz de comerse toda su parentela por los pis, dijo Marcolfa con tal naturalidad, que arranc una estrepitosa carcajada los circunstantes. Vamos, vamos verle, indic la reina, para preguntarle si le pas el susto, y que nos refiera el caso.

Y encaminronse donde estaba Cacaseno, seguidos de crecido nmero de damas y caballeros que, como los monarcas, deseaban divertirse por fin de fiesta con las tonteras del nunca bien ponderado Cacaseno. ALEGORA VI. LA GULA SUELE SER COM O LA HIEDRA, QUE CON SUS ABRAZOS M ATA. Soberanamente arrellanado en un magistral sillon encontraron los reyes Cacaseno, comindose dos carrillos un gran pastelon despues de haberse engullido un pollo de cabo rabo, dos chuletas y otras varias frioleras por el estilo, sin contar con la huspeda, como suele decirse, pues le esperaba todava una buena tortada que acariciaba su insaciable apetito ostentndose ufana sobre la mesa. Ah lobodevorador! exclam Marcolfa no pudiendo contenerse al verle masticar con sin igual avidez. Eres tan gloton como idiota, y tan idiota como desordenado! Cundo tendrs bastante, que no contento con verte Linchado como un cuero lleno de aire, y regoldando de harto, aun miras lo que queda como si te faltara tiempo para embaularlo? T, manda que me den un trago, dijo Cacaseno por via de contestacion las reprensiones de su abuela. El repostero que era quien se diriga, llen un vaso de vino que Cacaseno apur de un trago, y continu engullendo con gran risa de los reyes y cortesanos, que le. contemplaban maravillados de que en aquel estmago cupiera tanto. Quien no tiene sesos, carece de vergenza, dijo Marcolfa. Y el que no come es porque no tiene hambre, respondi Cacaseno. Los asnos no pueden dar sino coces. Djame tranquilo, porque, sino, me incomodo. Ah bestia feroz! Ms vale ser bestia que vieja sin muelas como t. Y tal retahila de dimes y dirtes se arm entre abuela y nieto que aquello era morirse de risa, durando la funcion hasta muy avanzada hora, en que los reyes determinaron retirarse, y con ellos todos los demas. Pero cmo era posible que quien estuviese cerca de Cacaseno descansase? Repleto y harto como un cerdo cebado, pas la noche con un clico endiablado, trayendo todo palacio revuelto, inclusos los monarcas, que por consideracion los muchos servicios del clebre Bertoldo, todo lo sufran de aquella familia. Misericordia de Dios! este bestia la entrega si un milagro no le salva, exclamaba Marcolfa.

Virgen santsima! Qu dir su padre cuando me vea sin el hijo de mis en I rafias? aadia Dominga. Pero pesar de los lamentos de la una y las exclamaciones de la etra, ni los recursos de.la medicina ni nada de este mundo consiguieron vaciar el frrago de aquella vejiga. Oc tal modo se agrav, que las veinticuatro horas de la tra- gantela ya se lo habia llevado pateta. Figuros el desconsuelo de su madre y su abuela, y la pesadumbre de los reyes por la prdida de un sbdito tan bruto! Sin embargo, se le hicieron solemnes y pomposos funerales los que asisti toda la crte de riguroso luto, y el monarca mand esculpir en la losa de su sepultura el siguiente epitafio: Caro cuesta el ser gloton; Poned la gula freno, Si morir cual Cacaseno No quereis de indigestion. Cuentala crnica que Marcolfa todava vivi largos aos, durante los cuales Dominga y Bertoldino tuvieron tro retoo, que bautizaron coa el nombre de Bertoklo, para perpetuidad del de su abuelo, fuente y origen de esta historia, siendo sus padrinos Albuino Ipsicratea, los cuales enriquecieron a aquella familia de manera, que con el tiempo llegaron ser sus descendientes seores de horca y cuchillo; convirtindose la pequea colonia de pastores en una gran villa, cuyas ruinas todava ostentan su pasada grandeza al viajero que hoy atraviesa aquellas montaas. NOTAS. INTRODUCCIN. (1) El autor seguramente se refiere en esta anttesis al personaje de uno de los dramas del teatro clsico griego, tomado ce la mitologa, modelo sin ''duda de El lindo don Diego de nuestro repertorio de principios del siglo. Basta decir para inteligencia del lector, que el tal Narciso era la personificacion ms acabada de la hermosura varonil, llegando hasta el punto de enamorarse de s mismo, segun nos cuenta la fbula. (2) Efectivamente, el rey Albuino discurra con discernimiento, pues innumerables ejemplos nos prueban que la Providencia compensa los de- Afectos fsicos con alguna gracia particular, como para dar testimonio evidentsimo de su justicia y sabidura. (3) El autor se vale de semejante figura aludiendo las alternativas que el hombre se halla sujeto en la vida social, comparndolas con las judas cuando hierven.

() La mayor parte de los grandes filsofos. y si mal no recordamos uno de tantos el inmortal Balmes, han tratado este fenmeno de nuestra naturaleza en el se'ntitlo que el rstico personaje. No podemos mnos de ver en la metfora de Bertoldo una idea profunda aceptada por los ms claros talentos, cuya manifestacion no ha dejado de rendir el competente tributo la misma ciencia. (5) A tal extremo llega la mezquindad humana, que solemos ver en lo de los demas un bien mal entendido, cual es el del beneficio de nuestros intereses en detrimento de los ajenos, sin hacernos .cargo de la relacion reciproca entre los individuos que constituyen el colectivo sociedad, y que al perjudicar al prjimo nos perjudicamos nosotros mismos. (6) Nada hay tan repugnante como la avaricia: esa sed insaciable, ese terrible ms que perturba la conciencia del desdichado posedo de tan funesta pasion, llega nublar de tal modo su entendimiento, que, considerando concentrada su felicidad en lo que slo contribuye aumentar su desdicha, multiplica sus afanes por adquirir riquezas intiles para sus semejantes y hasta para s propio, cuyo positivismo slo existe en el fondo de los aromes donde se amontona el oro, cuyo brillo es como el de la luz que deslumhra la mariposa para abrasarla. (7) Entindese por la entira que alude Bertoldo, el engao dolo, jurdicamente hablando; puesto que siendo su version en la acepcion ms general del modismo, fuera atentar de otro modo contra el principal recurso de ciertas clases mercantiles, apoyado en el charlatanismo que en todas pocas ha invadido sus estadios, y en particular hoy que la buena fe est poco mnos que en almoneda continua. (8) El vicio obstruye todas las facultades nobles del individuo; y una vez desbordado el torrente de las pasiones, no queda de la mujer, de esa criatura delicada y bella que la fantasa del poeta ha idealizado y el hombre considera como el pao de lgrimas de su apesarada existencia, sino sr abyecto que nicamente obedece la influencia del oro que empaa su honor, prostituye sus sentimientos y compra sus caricias. (9) Un prncipe es un verdadero padre de familia cuyos sagrados deberes le imponen la obligacion de no pertenecerse s mismo. Por eso Bertoldo no considerando en el rey Albuino sino un especial administrador de los intereses de sus subditos, slo ve en lo que posee el patrimonio de los meno- v res cuya tutela le est confiada, del cual le

hace notar que no tiene derecho de disponer su arbitrio y con imprudente liberalidad. (10) Opinamos como Bertoldo que la felicidad se encuentra ms bien en la tranquilidad y la calma del que disfruta una vida oscura, pero laboriosa y rodeada de los encantos de la virtud, que en la riqueza, fausto y opulencia del poderoso. (11) El adulador se arrastra como el reptil y lame la mano del adulado para que pague su bajeza, mintras se dispone desconocer los favores que le haya dispensado, cuando la adversidad le hiera con sus acerados dardos. (12) Gomo quien dice: la historia de tu dignidad no te d ttulos para engrerte de ese modo: ntes que t han existido otros reyes, y Dios cre los animales ntes de fundar las monarquas.Segun las crnicas, la primera de las monarquas fue instituida por el cazador Nemrod, en Senaar. ALEGORA I. (1) El ejemplo del espejo es un fac-smil del episodio de las dos madres, que figura en la historia de Salomon, el cual nos abstenemos de reproducir atendida su popularidad. Aunque con algunas pequeas variantes, el mismo ejemplo embellece las pginas de las antiguas leyendas de los poemas chinos. Pero no por eso nos parece menos recomendable el mrito del que recuerda hechos dignos de imitarse como este, dirigido corregir la ligereza de aquellos en quienes se halla depositada la administracion de justicia y de cuya prudencia pende el bien el mal de los individuos, por el respeto, la suplantacion de sus derechos y por consiguiente la prosperidad el atraso de los pueblos. (2) La volubilidad del rey Albuino respecto las mujeres, nos prueba la poca firmeza de nuestros juicios, y principalmente cuando se refieren los ms dbiles, de los cuales suele abusar la miseria humana. (3) Merlin: personaje tradicional citado por Cervntes en su Quijote como uno de los encantadores ms clebres que ha creado la supersticion. Ariosto le hace representar un gran papel en los fantsticos episodios de su poema Orlando furioso, y est en la actualidad llamando la atencion del alta literatura otro poema con el nombre de este personaje por ttulo, que el ilustre poeta Edgardo Ouinet acaba de publicar en Francia. () Es decir, que todo el que atente contra el poderoso se expone verse privado de sus favores, y por lo tanto, ljos del agua corriente, que quiere expresar los beneficios de que goza el protegido por el poder.

(5) Nunca contentos con nuestra suerte, solemos ser vctimas del empeo en buscar otra mejor. (6) Jamas debe alucinarnos la apariencia en razon que los malvados siempre suelen cubrirse bajo un exterior lleno de atractivos. (7) Nada previene tan desventajosamente como la alabanza propia; pues el verdadero mrito lleva en s la condicion de la modestia, por aquello de que, conforme dice uno de los sabios de la Grecia, el talenlo es como la salud, que el que ms la posee es quien menos se la conoce. (8) El gusano de seda nos recuerda la imagen de que se vale uno de nuestros grandes hombres en la bellsima dcima dirigida corregir la soberbia en el lujo, la cual por la relacion de su moraleja con el sentido de lo que motiva esta nota, nos creemos en el caso de reproducir. Esa seda que relaja Tus procederes cristianos, Es obra de unos gusanos Que labraron su mortaja: Tambien en la region baja La tuya han de elaborar. De qu,'pues, te has de jactav, Y en qu tus glorias consisten, Si unos gusanos te visten, Y oros te han de desnudar? (9) Seguramente al valerse el autor de la leche, como trmino de comparacion de la claridad, no lo hizo en el sentido recto de esta palabra, sino por tener la leche el color que se considera ms claro, el blanco, juzgndolo el ms propio para establecer el equivoco que se propuso emplear como recurso para la nueva peripecia con que intentaba poner en accion la agudeza de Bertoldo. (10) El orgullo hace olvidar con facilidad su condicion humana al poderoso, quien sin hacer alto en lo perecedero del bien en que funda su soberbia, no advierte que su fin ha de ser el de los demas quienes se considera superior. (11) Los varones eminentes por la fortuna su nacimiento, siempre han adolecido de la censurable debilidad de creer que los demas deben servirles, sin quedar ellos obligados agradecer sus servicios, cuando no existe razon ninguna para mutilar las relaciones que establecen la ley de equilibrio en el orden social. ALEGORA II. (1) Como quiera que del juego de palabras resulta un equvoco que pudiera dar lugar gratuitas interpretaciones, creemos de nuestro deber consignar esta nota por via de

salvedad, advirtiendo que la frase del rey se refiere las necesidades morales, y la aplicacion material de Berloldo es en nuestro concepto para corregir la falta de propiedad en el habla haciendo palpables las consecuencias que puede dar mrgen. (2) Sin duda es preferible la tranquilidad la posesion de cuantas riquezas puedan adquirirse en el campo del materialismo, las cuales traen consigo inquietudes y sobresaltos que nunca llegan compensar las efmeras ventajas que proporcionan. (3) La mayor satisfaccion para las deudas morales, es la gratitud; y la expresion ms viva del agradecimiento es reconocer el beneficio recibido por medio de su genuina manifestacion. .'i) La experiencia es madre do la ciencia. dice un antiguo proverbio: verdad que no podemos mnos de admitir conviniendo con Lamartine en que ms instmye un da de caravana qu6 un ao de estudio. ALEGORA III. (1) En todas ocasiones, por ms que pretendan lo contrario ciertos utopistas que fundan la razon de su lgica en absurdas elucubraciones, como los falsos apstoles de la negacion de lo relativo, la obediencia constituye un deber, pues de su accion depende el reconocimiento y proclamacion del principio de autoridad legalmente constituido: ad virtiendo que en lo absoluto de la version se comete la fIgura sincdoque, y debe entenderse en sentido hipottico . (2) Estudiad en la vida prctica las gravsimas consecuencias que d lugar la falla de cumplimiento de las promesas, y no slo otorgaris caria de naturaleza al aforismo de lancina Ipsicratea, si no que veris en la promesa un contrato lcilo consagrado por la conciencia, trascendental muchas veces. (3) Debido seguramente -la inmoralidad que agobia nuestro dichoso siglo, desgraciadamente son muchos los que abundan de las mismas ideas respecto al matrimonio, puestas en boca de Bertoldo por viade reproche. Acrrimos y constantes impugnadores de todo lo que tiende al pesimismo, nuestros deseos serian los de combatir con loda la precisa latitud un mal que, extendiendo los dominios que ha llegado conquistarse en la conciencia, va insensiblemente corroyendo como vil carcoma la vinculacion de la familia; pero creyndolo, hasta pesado, si se quiere, tratndose de una simple nota, nos concretarmos preguntar: Anulada tan sbia y santa institucion, qu seria de la

justicia distributiva en cuanto cierta clase de derechos, como el hereditario, por ejemplo? Qu de los principios fundamentales de la sociedad cristiana, apoyados en la acrisolada moral de sus divinos cdices? Quede la consideracion del buen juicio, ya que no la de los idelogos partidarios de las aberraciones. ALEGORA IV. (1) Nos prueba la verdad del aforismo, de que la fortuna es por regla general patrimonio de la audacia, la reconocida autoridad que ha alcanzado el verso del latino Audaces fortuna juvat, pasando la posteridad para eternizarse en la mente del vulgo. ALEGORA V. (1) Consecuencia necesaria de la ambicion insensata, y la ligereza en dejarnos seducir por las palabras sin detenernos analizar el fondo de aquello que se relieren. ALEGORA VI. (1) Ddalo: hijo de Himetion, nielo de Eumolpo Eupalamo y biznieto de Erecleo, rey de Atnas. Fue uno de los arquitectos y estatuarios de Grecia; invent la segur, el nivel, el berbiqu, y sustituy las volas los remos; fabric autmatas que seguu Aristteles caminaban por medio del azogue de que los llenaba, los que Pausnias concede cierta expresion y vida. Condenado muerte, segun unos, y destierro perptuo segun otros, tuvo que refugiarse en Creta, corte de Minos, donde construy el laberinto de su nombre, tan celebrado por los poetas. All, habiendo favorecido los amores de Pasfae, esposa de Minos, fue encerrado en el laberinto con su hijo Icaro y el Minotauro. Entonces fabric unas alas que peg con cera sus espaldas y las de su hijo, y se puso en libertad. Pero olvidando Icaro sus instrucciones, se remont tanto, que el sol derriti sus alas y cay al Egeo, donde pereci anegado. Ddalo lleg Egipto, la corte del rey Cocalo, quien desde luego le hizo sufrir la misma suerte que al hijo, ahogndole en una estufa, para prevenir las amenazas de Minos. De su nombre han formado los poetas latinos, dcedalus (c, um } en el mismo sentido que inyeniosus. Hubo tres Ddalos estatuarios; el ateniense cuya historia acabamos de apuntar, el de Siciona, y el de Bitinia, autor de una de las ms clebres estatuas de la antigedad. (2) Si alguna de las pginas de esta obra merece ser tenida como bellsima joya de imponderable valor, es sin duda esta en que se inscriben las .sentencias que nuestro

originalsimo protagonista nos leg su muerte. Prescindiendo de cuantas consideraciones deben estimarse por razon de las circunstancias del libro, como la poca en que se escribi, el objeto tan marcado de su destino, el gnero literario que pertenece, sus tendencias, etc.; si en cada uno de los aforismos que motivan esta nota se encuentra un detalle digno de apreciarse como saludable consejo, bien como principio editicativo, en el todo de su coleccion compendia un tratado completo de moral y filosofa, que el buen criterio no puede mnos de recomendar por su sana doctrina, principalmente la juventud, nunca sobrada de experiencia, y por lo comun siempre falta de disfrazadas Minervas, que, cual otro Telmaco, la concedan la necesaria prudencia para saber distinguir el bien del mal, la verdad del error, el extravo del deber, y ajuslar sus acciones la conducta que la virtud prescribe y el propio inters ordena. ALEGORA I. (1) Cuntos pudieran apropiarse con ms justicia la moraleja de esta fbula! Aprendan los que pretenden engalanarse con lo que no corresponde su jerarqua, y llevados de la ambicion de la envidia se empean en salirse de su esfera, violentando su destino hasta el extremo de caer en la mayor ridiculez. ALEGORA III. (1) Asi exclamaba un clebre filsofo, que una paja es necesaria para la armona de los mundos. (2) Ave palmpeda de un pi de alto, piernas encarnadas y cortas, dedos unidos por una membrana, pico manera de esptula, convexo por la punta, y cuerpo manchado de blanco, azul y negro con visos tornasolados. Pertenecen la misma familia los cisnes, ocas, cerceta de invierno, pato silvestre, silbador, etc., y de ninguno de ellos nos suministra la ciencia geolgica el menor dato que justifIque la propiedad del smil objeto de esta nota. Sin embargo, en boca del personaje que lo pone el autor es dispensable falta, pues no altera un pice el concepto. ALEGORA V. (1) Podr tener su parte de sofisma, pero la experiencia nos ha demostrado en ms de una ocasion que no est tan falto de fundamento el concepto, si bien hoy nos parece ms oportuno decir que la fortuna es de la farsa. ALEGORA VI. (1) Casia: especie de pulpa oriunda de Egipto, con granos del tamao de una lenteja ordinaria, la cual se emplea con muy buen xito por los habitantes de aquel pas en la

curacion de las oftalmas.Gnero de plantas de la familia de las leguminosas, que comprende varias especies, entre ellas el sen y la caafstula, ambas medicinales.La lanceolada produce el sen, y la lgnea la otra, que es la corteza de una de las especies del gnero casia, restos de la antigua polifarmacia. Su virtud es excitante causa del aceite voltil que contienen. (2) Sin embargo de que en Espaiia tovava lamentamos en parte esta verdad amarga, debemos hacer justicia al siglo que no deja morir de hambre inteligencias como la de nuestro inmortal manco de Lepanto ni artistas como Zurbaran. Cada cual habla de la feria segun le va en ella: el tal Filandro no se hubiera producido en semejantes trminos si en la' corte encontrara la tierra de" promision como muchos que, no tan tontos como suponemos que l sera, saben explotarla que es un prodigio. ALEGORA V. (1) Hoy que la adulacion est en alza, tal vez le hubiera valido al mentiroso el duplo de la cantidad que le cost perder en aquellos mejores tiempos. (2) Leccion para los que se crean nuevas necesidades que, excediendo sus facultades, les colocan en mil difciles situaciones que les abruman. (3) Es la pura verdad, porque pocos sern los que hayan dejado de verla infinitas veces en accion, si es que no la han sentido como nosotros. (4) Qudase en italiano el numeral venti, porque como su equivalente winte tiene ms de cinco letras, que son las partes en que se ha de dividir, no quedara el enigma perfecto traducido al castellano. FIN DE LAS NOTAS.

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