El documento analiza las diferentes formas en que la literatura ha retratado las Invasiones Inglesas a lo largo de 200 años, oscilando entre dos extremos: 1) la exaltación de los protagonistas como héroes inmaculados alineados con las ideas del autor o 2) la desmitificación de los héroes atribuyéndoles vicios del presente. El autor argumenta que la literatura debe esforzarse por comprender a los personajes históricos sin prejuicios, como propuso Spinoza. Brevemente menciona algunos autores tempranos
Copyright:
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formatos disponibles
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Alejandro Murgia - Las Invasiones Inglesas y La Literatura
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
153 vistas0 páginas
El documento analiza las diferentes formas en que la literatura ha retratado las Invasiones Inglesas a lo largo de 200 años, oscilando entre dos extremos: 1) la exaltación de los protagonistas como héroes inmaculados alineados con las ideas del autor o 2) la desmitificación de los héroes atribuyéndoles vicios del presente. El autor argumenta que la literatura debe esforzarse por comprender a los personajes históricos sin prejuicios, como propuso Spinoza. Brevemente menciona algunos autores tempranos
El documento analiza las diferentes formas en que la literatura ha retratado las Invasiones Inglesas a lo largo de 200 años, oscilando entre dos extremos: 1) la exaltación de los protagonistas como héroes inmaculados alineados con las ideas del autor o 2) la desmitificación de los héroes atribuyéndoles vicios del presente. El autor argumenta que la literatura debe esforzarse por comprender a los personajes históricos sin prejuicios, como propuso Spinoza. Brevemente menciona algunos autores tempranos
Copyright:
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formatos disponibles
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
153 vistas0 páginas
Alejandro Murgia - Las Invasiones Inglesas y La Literatura
El documento analiza las diferentes formas en que la literatura ha retratado las Invasiones Inglesas a lo largo de 200 años, oscilando entre dos extremos: 1) la exaltación de los protagonistas como héroes inmaculados alineados con las ideas del autor o 2) la desmitificación de los héroes atribuyéndoles vicios del presente. El autor argumenta que la literatura debe esforzarse por comprender a los personajes históricos sin prejuicios, como propuso Spinoza. Brevemente menciona algunos autores tempranos
Copyright:
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formatos disponibles
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 0
1
Las Invasiones Inglesas y la Literatura
Por: Alejandro Murgia Resumen A doscientos aos de distancia, las invasiones inglesas siguen siendo un episodio difcil de clasificar en el imaginario nacional. Las fuerzas en pugna son complejas, y se resisten a un anlisis superficial. Ms enigmticos se vuelven los protagonistas de esta historia cuanto ms pasa el tiempo y las distancias culturales entre ellos y nosotros se ahondan. Esos hombres vivieron en un clima espiritual muy distinto del nuestro, y quien est autnticamente interesado en comprenderlos debe realizar un notable esfuerzo por despojarse de preconceptos propios de nuestros tiempos. A lo largo del siglo XX la ciencia de la Historia ha ido apartndose cada vez ms de su tradicional rol de estudio centrado en la vida de los grandes hombres, para ocuparse de annimos fenmenos econmicos y sociales. Y eso le deja a la Literatura, y a ella sola tal vez, el deber de iluminar la memoria de aquellos personajes. Es lo que ella ha hecho y hace con suerte dispar, en especial la novela histrica. En su recreacin del pasado, la literatura ha ido como en un pndulo, sin saber encontrar el punto de equilibrio. Detectaremos dos extremos: el de la exaltacin de los protagonistas al nivel de inmaculados hroes alineados con las consignas ideolgicas del autor, y el de la desmitificacin ensaada de esos supuestos hroes, desmitificacin que se regodea en endilgarles la misma ruindad que detectan en los personajes pblicos del presente. En este trabajo recorreremos diferentes manifestaciones literarias que a lo largo de estos doscientos aos han inspirado las Invasiones Inglesas, sometindolas al examen de la dicotoma anteriormente anunciada. Vicente Lpez y Planes, Pantalen Rivarola, Paul Groussac, Manuel Glvez, y Arturo Capdevilla sern los principales autores tratados. Introduccin Pocos episodios de la vida nacional son tan ricos, tan cargados de tensiones culturales, como los agitados meses de las invasiones inglesas. Buenos Aires, esa somnolienta aldea, aislada, perdida en un rincn lejano del mundo, de un da para el otro pasa a estar en el centro de la escena, y vive en carne propia las tensiones polticas y las crisis culturales de su tiempo. Comerciantes y abogados, gente que ocupaba hasta entonces su tiempo en rencillas de protocolo y etiqueta, o en permisos aduaneros, experimentan algo nuevo: el embriagante licor del herosmo. Las invasiones inglesas marcan la despedida definitiva de una idlica vida sencilla y apacible, una vida de inocencia poltica y religiosa (o de retraso colonial, como diran los apasionados amantes del progreso). Cierra una etapa e inaugura otra muy diferente A doscientos aos de aquellos hechos, las invasiones inglesas siguen siendo un episodio difcil de clasificar en el imaginario nacional. Las fuerzas en pugna son complejas, y se resisten a un anlisis superficial que se preocupe meramente por descubrir quines eran los buenos y quines los malos. Para el lector curioso, los documentos y fuentes que nos han llegado de aquellos tiempos son realmente fascinantes. En especial los personajes que pueblan esta historia, son extremadamente novelescos: desde los jefes ingleses, como Beresford, Popham, o Whitelocke, pasando por el marqus de Sobremonte, sus parientes y aclitos, y llegando, por supuesto, el ms fascinante de todos, Santiago de Liniers, un hroe de otro tiempo, salido de alguna novela de caballera, con sus gestos nobles, sus costados ms humanos, y su fin trgico. Son personajes novelescos y enigmticos. Y ms enigmticos se vuelven cuanto ms pasa el tiempo y las distancias culturales entre ellos y nosotros se ahondan. Estos hombres vivieron en un clima espiritual muy distinto del nuestro, y quien est autnticamente interesado en comprenderlos debe hacer un esfuerzo por despojarse de preconceptos propios de nuestros tiempos; de lo contrario, interpretar errneamente los mviles de sus acciones. Lamentablemente se ve mucho este defecto en 2 la divulgacin histrica popular de estos das, donde los hombres de 1800 aparecen razonando como posmodernos del siglo XXI. Yo pienso que esta pseudo-historia de best-seller que nos toca sufrir, ms preocupada en el escndalo que en la verdad, y en copiar y pegar ms que en la investigacin, slo puede prosperar debido al abismo de ignorancia en que ha cado la sociedad actual. Lo cierto es que a lo largo del siglo XX la ciencia de la Historia, la verdadera Historia, ha ido apartndose cada vez ms de una tradicin de estudio centrado en la vida de los grandes hombres para ocuparse de annimos fenmenos econmicos y sociales. Y eso le deja a la Literatura, y a ella sola tal vez, el deber de iluminar la memoria de aquellos personajes. Es lo que ha hecho y hace, pero con suerte dispar. En su recreacin del pasado, la literatura ha ido como en un pndulo, sin saber encontrar el punto de equilibrio. Detectaremos dos extremos: 1. La exaltacin de aquellos hombres al grado de hroes inmaculados, movidos por ideales que curiosamente coinciden en su extensin y significado con los defendidos por el autor, aunque ste escriba en una poca muy posterior. Este extremo transforma a nuestros personajes en figuras de cartn, sin relieve, ni inters humano, y deforma los autnticos mviles que les sirvieron de impulso, oscureciendo la verdad. 2. El otro extremo es la ensaada desmitificacin de los supuestos hroes, desmitificacin que se regodea en endilgarles la misma ruindad que cree detectar en los personajes pblicos del presente. Premisa: hoy en da, todos los hombres pblicos son corruptos, cnicos, farsantes, traidores. Es posible que los hombres del pasado fueran mejores? No, esa visin ennoblecida ha de ser un invento de los historiadores. Por lo tanto, los hombres del pasado eran sin necesidad de demostrarlo con documentos- corruptos, cnicos, farsantes, traidores. Hay un regodeo en esta supuesta revelacin, el regodeo del sumergirse en la cinaga, muy caracterstico del momento espiritual que vivimos. Hay una tendencia abusada hasta el cansancio de explorar las races de nuestros vicios, remontndolos de modo simplista al pasado colonial, y presentar tal lugar comn con la exaltacin de quien acaba de realizar un gran descubrimiento. El error que ms lamento en este extremo es la despreocupada creencia de que los hombres son siempre iguales, en la poca que sea, que nuestros ancestros coloniales razonaban y sentan exactamente como nosotros, y por supuesto lamento la falta absoluta de respeto por la memoria de hombres que ya no estn para defenderse de las ms absurdas acusaciones. Este extremo est tan lejos de la verdad como el otro. En sus peores manifestaciones, este segundo extremo agudiza otra tendencia muy tpica: hay contradecir todo lo que se ha sostenido en el extremo opuesto. Si alguien era caracterizado como bueno, tiene que ser malo, y si era caracterizado como malo, eso basta para que se gane nuestras inmediatas simpatas. Es el sndrome del revisionismo de cafetn, que subido al peldao de un inflado orgullo intelectual contempla con sorna la Historia Oficial, abanderndose en una supuesta contra- cultura ms lcida y desmitificadora. Resulta pattica la proliferacin de ttulos con expresiones como la historia que nos ocultaron, o las verdades que nadie nos cont, cuyas pginas no contienen absolutamente ninguna investigacin original, y repiten datos que cualquiera puede leer en libros publicados hace ms de setenta aos, slo que con mucho menos rigor intelectual. Quin es el que no nos cont esas supuestas verdades? Nuestra maestra de primer grado? Es doloroso constatar cmo algunos de nuestros ms populares divulgadores de historia y su pblico lector parecen ponen el listn de la cultura argentina al nivel de la educacin primaria. Yo espero para la literatura otra actitud, una actitud que puedo sintetizar con una frase de Spinoza que es desde hace muchos aos mi lema, y que dice: he procurado no rerme de las acciones humanas, ni indignarme, ni abominar de ellas, sino comprenderlas. No me cabe duda de que el novelista debe ajustarse a esta regla, de lo contrario, difcilmente haga autntica literatura. 3 Periplo literario de las Invasiones Inglesas Del puado de autores contemporneos a los hechos que hicieron literatura inspirndose en las invasiones inglesas mencionaremos a Vicente Lpez y Planes y al presbtero Pantalen Rivarola, ambos criollos. Lpez y Planes public en 1808 su Triunfo Argentino, largo poema pico de ms de mil versos endecaslabos celebrando los hechos militares de la reconquista y la defensa de Buenos Aires. De estilo netamente neoclsico, el Triunfo Argentino iguala hiperblicamente a Liniers y al vecindario de Buenos Aires con lo hroes mitolgicos de la antigedad grecolatina. Llama la atencin el virtuosismo con el que Lpez, que a la sazn contaba con tan slo veintids aos, escribe esta pgina que parece sacada de La Eneida, haciendo gala de una slida cultura clsica y perfecto dominio del estilo. Por lo general, los crticos literarios han tendido una actitud despectiva hacia el poema, justamente por su pesado andamiaje neoclsico que lo lleva a dedicarle ms versos al panten romano y las alusiones mitolgicas que a los hechos concretos ocurridos en Buenos Aires, pero desde un punto de vista estrictamente literario, no se puede negar el pulso firme del autor y su adecuacin a los cnones del gnero, como tampoco el cuantioso vocabulario que posea, lo que habla muy bien de la educacin recibida en el Colegio de San Carlos primero, y en la Universidad de Chuquisaca despus. El hecho de que un poema de lectura difcil como el Triunfo Argentino haya sido tan popular en su tiempo nos invita a replantearnos la supuesta orfandad cultural en que estaran sumidos los habitantes del Ro de la Plata. Difcilmente salgamos bien parados de una comparacin entre aquellos tiempos y los nuestros en cuanto al bagaje cultural de los escritores en boga y sus lectores, aunque los medios de acceso a la cultura de aquellos das fueran desesperadamente escasos comparados con los actuales. Lo ms relevante de El Triunfo Argentino fue el espaldarazo definitivo que el poema le dio al trmino argentino. Vosotros sois los clebres britanos Que os gloriis de haber solos resistido De Napolen el soberano esfuerzo? Vosotros sois aquellos que habis dicho A la faz de la Europa que un britano Es bastante a rendir cuatro argentinos? Se debi a un clculo poltico del joven Vicente Lpez y Planes, o simplemente a una necesidad impuesta por las reglas de la composicin potica, el hecho de que eligiera casi con exclusividad el trmino argentinos para referirse a los defensores del suelo patrio? Una sola vez en el poema aparece la palabra Espaa, y una sola vez se utiliza bonaerenses, palabra poco eufnica y difcil de ajustar en un endecaslabo. Al parecer, porteo no era an voz corriente o suficientemente formal. Es interesante detenerse un instante sobre el hecho de que los ms de quinientos versos pares del poema riman con una misma rima asonante I-O, y que en ese esquema, nada encaja tan perfectamente como argentino, que adems era un cultismo muy apropiado para el estilo del texto. Lo cierto es que este poema fue el principal responsable de que el trmino comenzase a circular en el habla comn, ya instaurado como gentilicio, para referirse a los habitantes del Ro de la Plata. El presbtero Pantalen Rivarola era profesor del colegio de San Carlos, y aunque al parecer estuvo en Chile durante los episodios blicos, narra los hechos con detalles ms concretos que Lpez en sus obras Romance heroico y La gloriosa defensa de la ciudad de Buenos Aires, publicadas tambin en 1808. Rivarola reconoce que un poema heroico es algo que est ms all de su capacidad literaria, por lo cual opta por el romance, como gnero ms popular y llano. Pero su obra, si bien carece del ornato de 4 la de Lpez, es tanto o ms colorida, y se lee an hoy con agilidad e inters. Cito un fragmento que ilustra la expresividad del cannigo, y su habilidad para cargar las tintas en el sentimiento anti-ingls. No se puede ponderar con expresiones ni acentos los trabajos y fatigas, los clamores y lamentos de tantas pobres familias que vagando sin sustento y desnudas, con sus hijos van del enemigo huyendo, por entre espinas y lodo, por entre zanjas y cercos, perdidos todos sus bienes, ropa, muebles y dinero. Si los brbaros del Norte, o los ms feroces negros; si los turcos o los moros, si los indios ms sangrientos; al fin, si los hotentotes ms salvajes y mas fieros as cometido hubiesen atentados tan horrendos, delitos tan execrables, y tan criminales hechos, nada habra que admirar de naciones tan incultas, de tan ignorantes pueblos. Pero que gente ilustrada, nacin culta, sabio reino, que en sus papeles anuncia hacer felices los pueblos, tales horrores practique, cometa tales excesos a la faz de todo el mundo, a vista del orbe entero, qu resta sino que todos a voz en cuello gritemos, que son la afrenta del hombre, el horror del universo, y de todos para siempre la execracin y el desprecio? Lpez, Rivarola, y los dems autores contemporneos a los hechos escriben en un tono muy parecido, ensalzando sin lmites como es natural- a los hroes de 1806-1807. En rigor, no podemos clasificarlos en ninguno de los dos movimientos del pndulo a que nos referimos en la introduccin, puesto que no hay distancia temporal entre los autores y los hechos, ni intentos de reconstruccin de su ideologa. Hay simplemente un exaltado homenaje a coetneos, cuyas virtudes y defectos se conocen personalmente sin necesidad de conjeturas. 5 Cien aos despus En 1907 Paul Groussac public su Santiago de Liniers. Si bien se trata de un ensayo histrico, su cualidad literaria lo hace merecedor de una mencin destacada en este breve recorrido. En efecto, visto desde un cristal exclusivamente esttico, tal vez se trate del mejor libro escrito sobre las Invasiones Inglesas, o por lo menos, del libro mejor escrito. El anlisis histrico y la compulsa de fuentes alternan con pginas imaginativas de gran vuelo y exquisito estilo. En Groussac, la evocacin del Buenos Aires colonial encuentra una de sus mejores expresiones. Los felices patricios de principios de siglo cavilaban poco, trabajaban algo, coman bien y dorman mejor. El Semanario fomentaba el sibaritismo hasta el grado de recetar el modo de tener sueos agradables, en un artculo que comenzaba as: Como pasamos gran parte de la vida durmiendo [] De vez en cuando, un escndalo social de tamao mayor rompa la telaraa de la crnica diaria: era una humorada de Anita P, la capitosa criolla de la isla de Francia, muy festejada de los hombres y abominada de las mujeres sobre todo de las feas-; o una borrasca del coronel Bourke, ingls que se daba por alemn, tahr y espadachn, adems de espa, y que desempeaba a maravilla su triste papel Esos y otros lances exticos caan en la juiciosa sociedad patricia como piedras en un estanque, levantando un oleaje de crculos concntricos, cuyas ltimas ondulaciones duraron hasta la Revolucin. Groussac es un escritor polmico y apasionado, que siempre toma partido, y en este caso lo hace por su compatriota Liniers, a quien siente injustamente relegado por la historiografa argentina. La ndole combativa de Groussac tal vez le reste eficacia como historiador, pero no como escritor. Su permanente espritu crtico lo lleva a examinar con desconfianza lo que historiadores anteriores han dicho, por lo cual parecera que podramos asimilarlo al segundo movimiento de nuestro pndulo, pero lo cierto es que no vemos en l los defectos apuntados en ese grupo, y como el sentido final de su obra es laudatorio (reivindicar la figura de Liniers), parecera ms apropiado asimilarlo al primer movimiento. El solo hecho de que cueste encasillarlo nos demuestra que estamos ante un autor de genio muy personal. Lo que queda fuera de toda duda es que la lectura de su Santiago de Liniers es amensima, lo que constituye el principal logro de una obra literaria. Arturo Capdevila public en 1938 Las invasiones inglesas: crnica y evocacin, una especie de collage semi-novelado en el estilo inconfundible del autor de Crdoba del recuerdo, donde alternan descripciones de tono casi lrico, dilogos annimos, y citas de documentos de la poca. El libro contiene no poca investigacin original y demuestra conocimiento acabado de la literatura existente sobre los acontecimientos tratados. Tal vez la virtud ms sobresaliente del Las invasiones inglesas es su consustanciacin con el sentimiento religioso del pueblo del virreinato, y la capacidad de su autor de expresarlo poticamente a ms de ciento treinta aos de distancia. La postura ideolgica del libro puede resumirse con palabras del propio Capdevila en el prlogo a la cuarta edicin: slo he procurado y procuro una cosa que estimo salvadora: reargentinizar a la Argentina en esta hora tan turbia del mundo y tan laxa de la nacionalidad, en que vemos cultivarse en la patria el ms funesto espritu de plagio, ora de derecha, ora de izquierda, a los vientos de la moda. [] Muchos somos ya los que pensamos que hoy como nunca debemos ser fieles a nosotros mismos, si queremos ser salvos. Seguir, pues, proponiendo a los argentinos en estas evocaciones mas la visin del pasado y en l las razones realmente profundas del porvenir. 6 Mirad a los cuatro puntos cardinales y creedme. No es mal consejo el retorno a Mayo y a sus vsperas. Para qu? Para que nos cristalicemos? No. Para saber entonces de verdad cul es la senda de seguir adelante. Conforme a este planteo, el libro apunta a exaltar el sentimiento nacionalista y los valores de pertenencia religiosa que impulsaron la reconquista y la defensa. Es, pues, un exponente cabal del primer movimiento del pndulo. Debe sin embargo destacarse en Capdevila la mesura en las apreciaciones y su humano inters por comprender a todos los actores sin intentar juzgarlos inmediatamente (es muy valiosa en ese sentido su presentacin del punto de vista de Crdoba en las invasiones y la participacin de su gente acompaando al desafortunado marqus de Sobre Monte). Debemos esperar hasta la publicacin de La muerte en las calles, de Manuel Glvez, en 1949, para encontrar la primera autntica obra de ficcin narrativa ambientada durante las invasiones inglesas. Por qu este largo silencio? No es fcil dar la respuesta. Desinters generalizado por el tema? Ser, como dijimos antes, que las invasiones han sido siempre un episodio difcil de clasificar en el imaginario nacional? Glvez, novelista prolfico, aborda los episodios de 1806-1807 como parte del recorrido por la historia argentina que hubo de plasmar en una serie de novelas nacionales al estilo de Benito Prez Galds. En La muerte en las calles se percibe una slida documentacin histrica y el respeto por una consigna bsica de las novelas histricas, cual es la de presentar dos planos argumentales: 1. El de los protagonistas, que son caracteres ficcionales cuyos actos acompaan los hechos histricos sin alterarlos ni influirlos de manera decisiva. 2. El teln de fondo de los grandes personajes histricos, a quienes atisbamos indirectamente a travs de la ocasional relacin personal que los protagonistas mantienen con ellos. La extensa novela (368 pginas) adolece de al menos dos defectos literarios importantes que el autor de novelas histricas debera evitar. Uno es el didactismo: los dilogos entre los personajes a menudo son una excusa para instruirnos de los hechos histricos, y se desenvuelven ostentando tanta prolijidad de detalle como poca naturalidad. -Maana termin con sus informes Esteve salen para Perdriel los primeros enganchados. [] -Me he olvidado de anunciarles que contamos ya con un hroe. -Un hroe? preguntaron varios. -El seor Juan de Dios Dozo. Por orden del seor don Martn ha entrado en la logia masnica fundada por los herejes y denominada Southern Cross, que quiere decir Cruz del Sur Todos miraron con admiracin a Dozo [] -Los ingleses dijo Dozo, despus de agradecer los elogios a su favor y con aire de pobre hombre han fundado un par de logias. Una se llama Estrella del Sur, no como asegur el seor don Felipe, y est en la calle de San Carlos, frente a San Juan; y la otra, Hijos de Hiram y est en la calle Ribas. He entrado en la primera porque de ella forman parte algunos que se entienden con nuestros enemigos, como el seor capitn don Saturnino Rodrguez Pea. El segundo defecto otro riesgo inherente a la novela histrica- es la tendencia de los personajes a la clarividencia, de la que Glvez abusa. Se dira que todos en la novela tienen constantemente premoniciones de lo que va a pasar, no slo en el futuro cercano, sino tambin en la gesta independentista que comenzar unos aos despus, y hasta en el siglo venidero. Esta clarividencia est 7 sazonada de evaluaciones con perspectiva histrica de los hechos que viven, como si en realidad los personajes fueran todos estudiosos de la Historia argentina trasladados en el tiempo. -Sobremonte! declar don Anselmo -. l nos hubiera salvado de caer bajo el dominio de un aventurero francs. -Ca, hombre! Su marqus es un incapaz. Lo veremos pronto fracasar en la otra orilla. Huir, o har cualquier tontera irremediable. Glvez es el ms fiel exponente del primer movimiento del pndulo. Los personajes histricos se nos presentan idealizados y en pose, preparados a soltar discursos patriticos. Desde su nacionalismo pro-hispanista, el autor pinta con simpata a los diversos grupos que se enfrentaron a los ingleses, superados ya los antagonismos que los tornaban problemticos. Espaoles viejos, patricios revolucionarios, Liniers, lzaga, todos obtienen su bendicin, o al menos su benevolencia, aunados contra el enemigo comn. Los ingleses en cambio, son siempre en Glvez lo otro, lo forneo, lo que no forma parte de nuestra identidad nacional: mercantilsimo, imperialismo, codicia, soberbia. El final de la novela constituye un buen resumen de los rasgos apuntados: -Cuntas alegras! La Patria y yo somos felices. Y todos, porque nos hemos salvado de ser ingleses y protestantes. No es milagroso que esta humilde colonia espaola haya vencido por dos veces al soberbio y poderoso imperio britnico? Esto quiere decir que Dios nos ha ayudado, y tambin que somos un gran pueblo. Tenemos alma, fuerza, entusiasmo. Hemos evidenciado ante el mundo lo que somos y lo que podemos hacer. Me siento tremendamente orgulloso de haber nacido en esta tierra. Ahora slo falta que echemos a los otros. -A los godos? -Claro! Tenemos que prepararnos para ese gran da- Veo que llegar el momento de nuestra independencia. Lo siento Lo adivino Antnez mir a los ojos de su amigo y no se sorprendi al vrselos llenos de lgrimas. Manuel Mujica Linez incluye en su Misteriosa Buenos Aires, de 1950, un relato, La casa cerrada, cuya accin transcurre durante la defensa de la ciudad en julio de 1807. Se trata de un texto breve y muy expresivo, que slo nos da un atisbo, aunque sugerente, de los hechos histricos. Amerita una mencin aqu en atencin a que indudablemente se trata del texto ms popular de cuantos integran el presente recorrido, y ha quedado en el recuerdo de sus muchos lectores. -A la calle, a la calle, a Santo Domingo! Me ajust el cinturn. Mis compaeros me llamaban. Me volv para seguirles. Nada haba cambiado en el fondo del aposento. La madre, sentada en el lecho, gema tapndose los odos. Detrs asomaba la cabeza diablica, oscilante, babeante. Las dos hijas se abrazaban con miedo. Me miraron y adivin en su crispacin anhelosa un ruego desesperado. Fue como si sbitamente una oleada del fresco perfume de los jazmines me envolviera en pleno mes de julio. Todava me quedaba una bala en el fusil. Reverendo Padre, cualquier hombre hubiera hecho lo que hice. Un tiro seco, un solo tiro seco... A tantos otros haba muerto ese mismo da desde la retirada de la Plaza de Toros: oficiales fuertes y esbeltos, soldados que apenas salan de la adolescencia, a tantos, a tantos! Cay la cabeza espantosa, como en un juego, como si fuera una cabeza de cartn y de lana... 8 Hasta hoy me persigue el alarido de la madre, hasta hoy, como me persigui el 5 de julio de 1807 en mi fuga por la calle de Santo Domingo negra y roja de cadveres, lejos de la casa cuyas puertas haba arrancado... Doscientos aos despus Un nuevo salto de cincuenta aos nos lleva a la actualidad y al aniversario doscientos de las invasiones inglesas. La fecha coincide con cierto auge de la novela histrica en la Argentina, y como consecuencia, tras un silencio de cincuenta aos encontramos numerosas obras inspiradas por los acontecimientos de 1806-1807. Entre ellas, las ms reconocidas han sido las de Alejo Brignole El amante de rojo (2000), Jorge Castelli El delicado umbral de la tempestad (2001, Premio La Nacin Novela), y Miguel Wiazki Sobremonte, una historia de codicia argentina (2001). No es la intencin de este trabajo realizar un anlisis del auge de la nueva novela histrica. Me limitar a sealar que en nuestro pas el fenmeno salvo excepciones- ha estado signado por la mediocridad. En cuanto a la recreacin de un mundo pasado, difcilmente pueda compararse el nivel de documentacin y compenetracin con el espritu de la poca que manifiestan novelas histricas publicadas en otras partes del mundo (pongamos por caso el de Patrick OBrian en Inglaterra), con la delgada ptina de historicidad que exhibe la mayor parte de los productos nacionales. Para el lector estudioso de la historia, que se acerca a esos libros con el anhelo de ver cobrar vida un universo que le es caro, y que disfruta con la exactitud de la reconstruccin, la decepcin suele ser inmediata. Estos libros en realidad presuponen un pblico con una informacin previa muy elemental, y una tibia curiosidad por el pasado, un pblico que no perciba como una peca por ejemplo- el hallar en boca de un personaje de principios de siglo XIX trminos y expresiones pertenecientes a pocas posteriores. En rigor, no puede hablarse de autntica novela histrica argentina en el sentido de literatura que persigue la reconstruccin lo ms fiel posible del pasado. Lo que hay es novelas de intencin poltica, periodstica, moralizante, o de estudio psicolgico, que utilizan para sus propios fines un teln de fondo histrico. El impacto de la accidentada historia argentina de los ltimos cincuenta aos es muy visible en estas novelas. La autocrtica y la bsqueda de sntomas de corrupcin en nuestros antepasados reemplazan el candor nacionalista de Glvez. El segundo momento del pndulo se halla en su cnit. Un rasgo interesante de las novelas mencionadas es que por primera vez hay espacio para una mirada simptica hacia los ingleses, lo que permite dar cuenta con ms libertad de las interesantes expresiones de admiracin mutua que se produjeron durante el agitado ao que duraron los intentos militares en el Ro de la Plata. La mencionada obra de Jorge Castelli, por ejemplo, asume directamente el punto de vista del general Withelocke en los hechos. Esta capacidad de asumir la voz del otro enriquece indudablemente la literatura. Es muy temprano para aquilatar debidamente la trascendencia y valor de las novelas antedichas, exponentes de un movimiento que tal vez no se haya agotado an. Lo cierto es que para los apasionados del Buenos Aires virreinal y de las Invasiones Inglesas, todava hay anhelos literarios por satisfacer, que esperan su pluma. Alejandro Murgia Graduado en Letras por la Universidad de Buenos Aires, ha ejercido la docencia universitaria en la Universidad del Museo Social Argentino. Actualmente se dedica al estudio del Buenos Aires virreinal como investigador independiente y en funcin de su quehacer literario. 9 Bibliografa 1. Romance heroico en que se hace relacin circunstanciada de la gloriosa reconquista de la ciudad de Buenos Aires, Capital del Virreinato de Ro de la Plata, verificada el da 12 de Agosto de 1806, por un fiel vasallo de Su Majestad y amante de la Patria, quien lo dedica y lo ofrece a la Muy Noble y Muy Leal Ciudad, Cabildo y Regimiento de esta Capital, Buenos Aires, Real Imprenta de los Nios Expsitos, 1807. 2. La gloriosa defensa de la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Ro de la Plata, verificada del 2 al 5 de Julio de 1807, Brevemente delineada en verso suelto, con notas, por un fiel vasallo y amante de la Patria, quien lo dedica al Sr. D. Santiago Liniers y Bremont, Brigadier de la Real Armada, Gobernador y Capitn General de estas provincias, y General del Ejrcito Patritico de la misma Capital, Buenos Aires : Imprenta de los Nios Expsitos, 1807. [el autor de esta dos obras es Pantalen Rivarola] 3. Vicente Lpez y Planes, El triunfo argentino. Poema heroico en memoria de la gloriosa defensa de la Capital de Buenos Aires contra el ejrcito de 12.000 hombres que le atacaron los das 2 a 6 de Julio de 1807, Buenos Aires: Imprenta de los Nios Expsitos, 1808. 4. Groussac, Paul, Santiago de Liniers. Conde de Buenos Aires. 1753-1810, Buenos Aires : Arnaldo Moen Editores, 1907 5. Capdevila, Arturo Las invasiones inglesas. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1941 [el texto citado es del prlogo a la cuarta edicin]. 6. Glvez, Manuel. La muerte en las calles: Novela de las invasiones inglesas (1806-1807) Buenos Aires, 1949. 7. Mujica Linez, Manuel. Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires : Ed. Sudamericana, 1950. 8. Brignole, Alejo. El amante de rojo, Buenos Aires : Ed. Sudamericana. 2000. 9. Wiazki, Miguel Sobremonte, una historia historia de codicia argentina. Buenos Aires : Ed. Sudamericana, 2001. 10. Castelli, Jorge El delicado umbral de la tempestad. Cuestiones de un general ingls. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 2001.