Poemas

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Segundo concurso

de poesa

Fusiles y Muecas Juan de Dios Peza


CUADRO REALISTA Juan y Margot, dos ngeles hermanos Que embellecen mi hogar con sus carios Se entretienen con juegos tan humanos Que parecen personas desde nios. Mientras Juan, de tres aos, es soldado Y monta en una caa endeble y hueca, Besa Margot con labios de granado Los labios de cartn de su mueca. Lucen los dos sus inocentes galas, Y alegres suean en tan dulces lazos; El, que cruza sereno entre las balas; Ella, que arrulla un nio entre sus brazos. Puesto al hombro el fusil de hoja de lata, El kepis de papel sobre la frente, Alienta el nio en su inocencia grata El orgullo viril de ser valiente. Quiz piensa, en sus juegos infantiles, Que en este mundo que su afn recrea, Son como el suyo todos los fusiles Con que la torpe humanidad pelea. Que pesan poco, que sin odios lucen, Que es igual el ms dbil el ms fuerte, Y que, si se disparan, no producen Humo, fragor, consternacin y muerte. Oh, misteriosa condicin humana! Siempre lo opuesto buscas en la tierra; Ya delira Margot por ser anciana, Y Juan, que vive en paz, ama la guerra. Mirndoles jugar me aflijo y callo: Cul ser sobre el mundo su fortuna? Suea el nio con armas y caballo, La nia con velar junto a la cuna. El uno corre de entusiasmo ciego, La nia arrulla a su mueca inerme,

Y mientas grita el uno: Fuego! fuego, La otra murmura triste: Duerme, duerme. A mi lado ante juegos tan extraos Concha, la primognita, me mira: Es toda una persona de seis aos Que charla, que comenta y que suspira! Por qu inclina su lnguida cabeza Mientras deshoja inquieta algunas flores? Ser la que ha heredado mi tristeza? Ser la que comprende mis dolores? Cuando me rindo del dolor al peso, Cuando la negra duda me avasalla, Se me cuelga del cuello, me da un beso, Se le saltan las lgrimas y calla. Sueltas sus trenzas claras y sedosas, Y oprimiendo mi mano entre sus manos, Parece que medita en muchas cosas Al mirar cmo juegan sus hermanos. Margot, que canta en madre transformada, Y arrulla a un hijo que jams se queja, Ni tiene que llorar desengaada, Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja. Y este guerrero audaz de tres abriles Que ya se finge apuesto caballero, No logra en sus campaas infantiles Manchar con sangre y lgrimas su acero. Inocencia! Niez! Dichosos nombres! Amo tus goces, busco tus carios; Cmo han de ser los sueos de los hombres, Ms dulces que los sueos de los nios! Oh, mis hijos! No quiera la fortuna Turbar jams vuestra inocente calma, No dejis esa espada ni esa cuna: Cuando son de verdad, matan el alma! Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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Sirve ms vino Rubn C. Navarro


Dame ms vino, muchacha, y cntame una cancin, a ver si esta noche logras aturdirme el corazn... Alegre? pues estar quiero ms alegre, mucho ms, que no sepa que estoy triste, que no lo sepa jams... Que si la quise? con fiebre... que si la quiero? no s... Que si me engaa? no hablemos de esas cosas... para qu? Hermosa? Como los ngeles... buena? Como ellos tambin... Que donde est? No s donde, no s donde ni con quin... Lgrimas? Vaya... de veras!, pero no son de pesar! es el humo del cigarro que me est haciendo llorar. Sirve ms vino, muchacha, ms vino para los dos, que si te quiero y me quieres, pues a gozar, vive Dos. Sintate aqu, en mis rodillas, clava tus ojos en m, hblame de amor, y dime que ya de amor te perd; jura como juran todas gurdame fidelidad, y dame un beso tan largo que dure una eternidad. Lgrimas? Vaya... de veras!, pero no son de pesar! Es el humo de este vino que me est haciendo llorar. T no sabes lo que es esto de soar y de soar en un amor imposible que no puedes alcanzar, triste amor que te condena con razn o sin razn a vivir siempre callando los gritos del corazn.

Dame ms vino, muchacha, quiero beber ms y ms, que no sepa que estoy triste, que no lo sepa jams. Lgrimas? Vaya... de veras!, pero no son de pesar! es el humo del recuerdo que me est haciendo llorar... Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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Corazn coraza Mario Benedetti


Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche est de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imgenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a m porque te escondes dulce en el orgullo pequea y dulce corazn coraza porque eres ma porque no eres ma porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro porque t siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes fro tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no. Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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Para que t me oigas Pablo Neruda


Para que t me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Ms que mas son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan as por las paredes hmedas. Eres t la culpable de este juego sangriento. Ellas estn huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas t, todo lo llenas. Antes que t poblaron la soledad que ocupas, y estn acostumbradas ms que t a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que t las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia an las suele arrastrar. Huracanes de sueos an a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas splicas. mame, compaera. No me abandones. Sgueme.

Sgueme, compaera, en esa ola de angustia. Pero se van tiendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas t, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.

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Humorismos tristes Luis G. Urbina


Que si me duele? Un poco; te confieso que me heriste a traicin; mas por fortuna tras el rapto de ira vino una dulce resignacin... Pas el acceso. Sufrir? Llorar? Morir? Quin piensa en eso? El amor es un husped que importuna; mrame cmo estoy; ya sin ninguna tristeza que decirte. Dame un beso. As; muy bien; perdname, fui un loco; t me curaste -gracias-, y ya puedo saber lo que imagino y lo que toco: En la herida que hiciste pon el dedo; que si me duele? Si; me duele un poco, mas no mata el dolor... No tengas miedo... Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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En Paz Amado Nervo


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando plant rosales cosech siempre rosas. ... Cierto, a mis lozanas va a seguir el invierno: mas t no me dijiste que mayo fuese eterno! Hall sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan slo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Am, fui amado, el sol acarici mi faz. Vida, nada me debes! Vida, estamos en paz!

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Los amorosos Jaime Sabines


Los amorosos callan. El amor es el silencio ms fino, el ms tembloroso, el ms insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazn les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque estn solos, solos, solos, entregndose, dndose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al da, no pueden hacer ms, no saben. Siempre se estn yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prrroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -que bueno!- han de estar solos. Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan tambin como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sbana y su cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, slo locos, sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas. Se ren de las gentes que lo saben todo, de las que aman a perpetuidad, verdicamente, de las que creen en el amor como una lmpara de inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse. Los amorosos se avergenzan de toda conformacin. Vacos, pero vacos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrs de los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra recin nacida, a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios una cancin no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida.

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El perro cojo Manuel Bentez Carrasco


Con una pata colgando, despojo de una pedrada, pas el perro por mi lado, un perro de pobre casta. Uno de esos callejeros, pobres de sangre y estampa. Nacen en cualquier rincn, de perras tristes y flacas, destinados a comer basuras de plaza en plaza. Cuando pequeos, qu finos y giles son en la infancia, baloncitos de peluche, tibios borlones de lana, los miman, los acurrucan, los sacan al sol, les cantan. Cuando mayores, al tiempo que ven que se fue la gracia, los dejan a su ventura, mendigos de casa en casa, sus hambres por los rincones y su sed sobre las charcas. Qu tristes ojos que tienen, que recndita mirada como si en ella pusieran su dolor a media asta. Y se mueren de tristeza a la sombra de una tapia, si es que un lazo no les da una muerte anticipada. Yo le llamo: psss, psss, psss. Todo orejas asustadas, todo hociquito curioso, todo sed, hambre y nostalgia, el perro escucha mi voz, olfatea mis palabras como esperando o temiendo pan, caricias... o pedradas, no en vano lleva marcado un mal recuerdo en su pata. Lo vuelvo a llamar: psss, psss. Dcil a medias avanza moviendo el rabo con miedo

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y las orejitas gachas. Chasco los dedos; le digo: "ven aqu, no te hago nada, vamos, vamos, ven aqu". Y adis la desconfianza. Que ya se tiende a mis pies, a tiernos aullidos habla, ladra para hablar ms fuerte, salta, gira; gira, salta; llora, re; re, llora; lengua, orejas, ojos, patas y el rabo es un incansable abanico de palabras. Es su alegra tan grande que ms que hablarme, me canta. "Qu piedra te dej cojo? S, s, s, malhaya". El perro me entiende; sabe que maldigo la pedrada, aquella pedrada dura que le destroz la pata y l, con el rabo, me dice que me agradece la lstima. "Pero t no te preocupes, ya no ha de faltarte nada. Yo tambin soy callejero, aunque de distintas plazas y a patita coja y triste voy de jornada en jornada. Las piedras que me tiraron me dejaron coja el alma. Entre basuras de tierra tengo mi pan y mi almohada. Vamos, pues, perrito mo, vamos, anda que te anda, con nuestra cojera a cuestas, con nuestra tristeza en andas, yo por mis calles oscuras, t por tus calles calladas, t la pedrada en el cuerpo, yo la pedrada en el alma y cuando mueras, amigo, yo te enterrar en mi casa bajo un letrero: aqu yace un amigo de mi infancia. Y en el cielo de los perros, pan tierno y carne mechada, te regalar San Roque

una muleta de plata. Compaeros, si los hay, amigos donde los haya, mi perro y yo por la vida: pan pobre, rica compaa.

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Era joven y era viejo; por ms que yo lo cuidaba, el tiempo malo pasado lo dej medio sin alma. Y fueron muchas las hambres, mucho peso en sus tres patas y una maana, en el huerto, debajo de mi ventana, lo encontr tendido, fro, como una piedra mojada, un duro musgo de pelo, con el roco brillaba. Ya estaba mi pobre perro muerto de las cuatro patas. Hacia el cielo de los perros se fue, anda que te anda, las orejas de relente y el hociquillo de escarcha. Portero y dueo del cielo San Roque en la puerta estaba: ortopdico de mimos, cirujano de palabras, bien surtido de intercambios con que curar viejas taras. "Para ti... un rabo de oro; para ti... un ojo de mbar; t... tus orejas de nieve; t... tus colmillos de escarcha. Y t, -mi perro rea-, t... tu muleta de plata". Ahora ya s por qu est la noche agujereada: Estrellas... luceros...? No, es mi perro cuando anda... con la muleta va haciendo agujeritos de plata.

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Los motivos del lobo Rubn Daro


El varn que tiene corazn de lis, alma de querube, lengua celestial, el mnimo y dulce Francisco de Ass, est con un rudo y torvo animal; bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubbia, el terrible lobo. Rabioso a asolado los alrededores; cruel ha desecho todos los rebaos; devor corderos, devor pastores, y son incontables sus muerte y daos. Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los ms bravos perros, como de cabritos y de corderillos Francisco sali: al lobo busc en su madriguera. Cerca de la cueva encontr a la fiera enorme, que, al verle, se lanz feroz contra l. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano, al lobo furioso dijo: Paz, hermano lobo! El animal contempl al varn de tosco sayal; dej su aire arisco, cerr las abiertas fauces agresivas, y dijo: Est bien, hermano Francisco! Cmo! exclam el santo Es ley que t vivas de horror y de muerte? La sangre que vierte tu hocico diablico, el duelo y espanto que esparces, el llanto de los campesinos, el grito, el dolor de tanta criatura de Nuestro Seor, no han de contener tu encono infernal? Vienes del infierno? Te ha infundido acaso su rencor eterno Luzbel o Belial?

Y el gran lobo humilde: Es duro el invierno y es horrible el hambre! En el bosque helado no hall que comer y busqu el ganado y en veces com ganado y pastor. La sangre? Yo vi a ms de un cazador sobre su caballo llevando el azor al puo; o correr tras el jabal, el oso o el ciervo; y a ms de uno vi mancharse de sangre, herir, torturar, de las roncas trompas al sordo clamor, a los animales de Nuestro Seor. Y no era por hambre que iban a cazar. Francisco responde: En el hombre existe mala levadura; cuando nace, viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura. T vas a tener desde hoy qu comer. Dejars en paz rebaos y gente en este pas. Que Dios melifique tu ser montaraz! Est bien, hermano Francisco de Ass. Ante el Seor, que todo ata y desata, en fe de promesa, tindeme la pata. El lobo tendi la pata al hermano de Ass, que a su vez le alarg la mano. Fueron a la aldea. La gente vea y lo que miraba casi no crea. Tras el religioso iba el lobo fiero, y, baja la testa, quieto le segua como un can de caza, o como un cordero. Francisco llam la gente a la plaza y all predic. Y dijo: He aqu una ambale caza. El hermano lobo se viene conmigo; me jur no ser ya nuestro enemigo, y no repetir su ataque sangriento. Vosotros, en cambio, daris su alimento a la pobre bestia de Dios. As sea!, contest la gente toda de la aldea. Y luego, en seal de contentamiento, movi testa y cola el buen animal, y entr con Francisco de Ass al convento.

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Algn tiempo estuvo el lobo tranquilo en el anto asilo. Sus bastas orejas los salmos oan y los claros ojos se le humedecan. Aprendi mil gracias y haca mil juegos cuando a la cocina iba con los legos. Y cuando Francisco su oracin haca, el lobo las pobres sandalias lama. Sala a la calle, iba por el monte, descenda al valle, entraba en las casas y le daban algo de comer. Mirbanle como a un manso galgo. Un da, Francisco se ausento. Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, despareci, torn a la montaa, y recomenzaron su aullido y su saa. Otra vez sintise el temor, la alarma, entre los vecinos y entre los pastores; colmaba el espanto los alrededores, de nada servan el valor y el arma, pues la bestia fiera no dio tregua a su furor jams, como si tuviera fuegos de Moloch o de Satans. Cuando volvi al pueblo el divino santo, todos le buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufran y perdan tanto por aquel infame lobo del demonio. Francisco de Ass se puso severo. Se fue a la montaa a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva hall a la alimaa. En nombre del Padre del sacro universo, conjrote, dijo, oh lobo perverso!, a que me respondas: Por qu has vuelto al mal? Contesta. Te escucho. Como en sorda lucha, habl el animal, la boca espumosa y el ojo fatal: Hermano Francisco, no te acerques mucho... Yo estaba tranquilo all en el convento, al pueblo sala, y si algo me daban estaba contento

y manso coma. Mas empec a ver que en todas las casas estaban la Envidia, la Saa, la Ira, y en todos los rostros ardan las brasas de odio, de furia, de infamia y mentira. Hermanos a hermanas hacan la guerra, perdan los dbiles, ganaban los malos, hembra y macho eran como perro y perra, y un buen da, todos me dieron de palos. Me vieron humilde, lama las manos y los pies. Segua tus sagradas leyes; todas las criaturas eran mis hermanos: los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y as me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entraas revivi la fiera, y me sent lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. Y recomenc a luchar aqu, a me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el jabal, que para vivir tienen que matar. Djame en el monte, djame en el risco, djame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad. El santo de Ass no le dijo nada. Le mir con una profunda mirada, y parti con lgrimas y con desconsuelos, y habl al Dios eterno con su corazn. El viento del bosque llev su oracin, que era: Padre nuestro, que ests en los cielos... Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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A Margarita Debayle Rubn Dario


Margarita, est linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar: tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento. ste era un rey que tena un palacio de diamantes, una tienda hecha del da y un rebao de elefantes, un kiosko de malaquita, un gran manto de tis, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como t. Una tarde la princesa vi una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger. La quera para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla, y una pluma y una flor. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son as. Pues se fu la nia bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la haca suspirar. Y sigui camino arriba, por la luna y ms all; mas lo malo es que ella iba

sin permiso del pap. Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Seor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor. Y el rey dijo: "Qu te has hecho? Te he buscado y no te hall; y qu tienes en el pecho, que encendido se te ve?" La princesa no menta. Y as, dijo la verdad: "Fu a cortar la estrella ma a la azul inmensidad." Y el rey clama: "No te he dicho que el azul no hay que tocar? Qu locura! Qu capricho! El Seor se va a enojar." Y dice ella: "No hubo intento; yo me fu no s por qu; por las olas y en el viento fu a la estrella y la cort." Y el pap dice enojado: "Un castigo has de tener: vuelve al cielo, y lo robado vas ahora a devolver." La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jess. Y as dice: "En mis campias esa rosa le ofrec: son mis flores de las nias que al soar piensan en m." Viste el rey ropas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.

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La princesita est bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor. Margarita, est linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento. Ya que lejos de m vas a estar, guarda, nia, un gentil pensamiento al que un da te quiso contar un cuento. Alumno: _____________________________ Grupo: ______________________________

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La chacha Micaila Antonio Guzmn Aguilera


Mi cantn, magresita del alma, ya pa que lo quero, si se ju la paloma del nido, si me falta el calor de su cuerpo, si ya sus canarios de tiricia se han ido muriendo, si los capulines ya no sueltan sus frutos del tiempo, y las campanillas, las adormideras si han cado, tan recio que cualquiera que va a visitarme pisa sobre ptalos. Y yo que la vide, dialtiro decada con los ojos negros zambutidos en unas ojeras moradas, y aluego los tales quejidos; los tales mareos que dizque eran vados al decir del mdico. Algame la Virgen! Ya noms de acordarme, padezco mucho escalofro y me hogo del pecho, y se mi hacen las manos y pieses, como los badajos de los timbres ltricos. Qu poco a poquito, se me ju muriendo! Tosa y tosa y lloraba la probe en silencio. -No llores, Micaila, por toitos los santos del Cielo, decale al verla llorando, y al decirlo, lloraba yo mesmo. -Si te pondrs gena, con los revoltijos que ti ha dado el mdico, no sias disconfiada con las medicinas, que a mi me sacaron del maldito infierno. Andale!, mi Chacha,

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quero ver tu rostro trigueo, como dos tizones achispaos, tus lindos ojuelos. Ah se mi olvidaba decirte que trujo un rebozo de bola mi compadre Chencho, pa cuando te alivies y en el cuaco trotn, en el prieto, he pensado pa entonces que vayamos los dos riales un sbado a verlo. Queres? Y el domingo le entraremos al mole muy recio, y a la barbacoa, y a los asaderos, y en cuanto que Dios escurezca, al paso golvemos por el llano, abajo, asegn se sigue la falda de cerro. Micaila! no llores y le daba un beso, Ella se sonrea, un instante, pero me miraba con una tristeza como si la sombra del presentimiento le preara los ojos de llanto, que despus derramaba en silencio. El da de su muerte, su rostro cenizo, me dio mucho miedo. -Pos qu tienes, Chacha? -No s lo que tengo, pero s que me voy y es pa siempre -Correr si quieres por el sior mdico, queres, trigueita? - Ya pa que? mejor tate sosiego, quero hablarte por ultimo Chacho, antes de que me hoguen los remordimientos. Asintate y oye; yo quise decrtelo dende hace muchsimo tiempo y a la mera, no, pos yo me ciscaba, cmo uno es mujer! Chacho, qu caray! y el miedo dizque no anda en burro,

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pero ora qu li hace, mi negro, si ya se te muere tu Chacha qu li hace que sepas mi horrible secreto. Hace unos seis aos, siguro recuerdas que nos envitaron a los herraderos los siores amos? -Vaya si mi acuerdo! No ju aquel domingo que sal cornao por un toro prieto, cerca de las trancas, en el Rancho Verde de or Juan? -El mesmo, ya vide que tas acordado, por i tienes noms qui al saberlo, de la casa grande por la puerta mesma me sal corriendo y en las trancas jall a don Antonio, aquel hijo mayor de don Pedro, que era entonces alcalde del pueblo. Pregntele al punto por ti, por tu herida, por tu paradero, y me dijo que en una camilla te jalaron pa casa del mdico, y que si quera que me llevaba en ancas en el punto mesmo; acet, qu caray!, no era cosa de dejarte morir como un perro. No nos vido salir de las trancas naiden, y llegando de un bote al potrero, y a galope tendido trepamos la cuesta del cerro, y al bajar la barranca del Cristo, tan jonda y tan negra, don Antonio empez con sus cosas con sus chicoleos, que si yo era una rosa de mayo, que si eran mis ojos noturnos luceros. Yo todo a esto callaba; l se puso necio y me dijo que t eras muy probe: total un ranchero; que l, en cambio, era dueo de hacienda con muchas talegas de pesos;

que ti abandonara que nos juramos pa Mxico, o pa los Uruapas o pa los Quertaros. Yo me puse muy gira y le dije: qui aunque probe, me daba mi prieto pa presumir mucho y andar diariamente con el zagalejo muy lentejueliao y cada semana con rebozo nuevo. -Por si no por amor, por la juerza, me dijo rayando su penco; y sin ms me apret la centura y mi boca manch con un beso. Nunca lo hubiera hecho, sent que la sangre cegaba mis ojos, y el furor mi seno; saqu del arzn el machete, y por las espaldas, lo jund en su cuello. Cay pa delante con un grito horrendo, y rod rebotando hasta el jondo del desfiladero... Naiden supo nada cuando lo jallaron todito disecho, guiados por el puro jedor del barranco, los jueces dijieron, quesque ju un suicidio, por no s qu amores y dems enredos. Yo me estuve callada la boca pero ahora, pos dime, ya pa qu, mi prieto? Se qued como esttica; acaso rezaba al morir, por el muerto. La abrac llorando, la bes en silencio, y poco a poquito, se me ju muriendo... Mi jacal est maldito... si lo queres, madre, pos ai te lo dejo, si te cuadra, qumalo, si lo queres, vndelo; yo me gelvo a las filas, mi mama, a peliar por la patria me gelvo; si me quebra una bala, qu liace! al cabo en el mundo,

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pa los que sufrimos la muerte en el alma, vivir o morir es lo mesmo. Mi cantn magresita del alma, sin ella ya pa qu lo quero?

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Besos Gabriela Mistral

t los conoces bien son besos mos inventados por m, para tu boca. Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado. Te acuerdas del primero...? Indefinible; cubri tu faz de crdenos sonrojos y en los espasmos de emocin terrible, llenronse de lgrimas tus ojos. Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspend en mis brazos... vibr un beso, y qu viste despus...? Sangre en mis labios. Yo te ensee a besar: los besos fros son de impasible corazn de roca, yo te ense a besar con besos mos inventados por m, para tu boca.

Hay besos que pronuncian por s solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmticos, sinceros hay besos que se dan slo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos. Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueos errantes y perdidos. Hay besos problemticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado. Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en ntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros. Judas besa a Jess y deja impresa en su rostro de Dios, la felona, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agona. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traicin y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores. Hay besos que producen desvaros de amorosa pasin ardiente y loca,

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Despablate amor Mario Benedetti

Bonjour buon giorno guten morgen despablate amor y toma nota slo en el tercer mundo mueren cuarenta mil nios por da en el plcido cielo despejado flotan los bombarderos y los buitres cuatro millones tienen sida la codicia depila la amazonia buenos das good morning despablate en los ordenadores de la abuela onu no caben ms cadveres de ruanda los fundamentalistas degellan a extranjeros predica el papa contra los condones havelange estrangula a maradona bonjour monsieur le maire forza italia buon giorno guten morgen ernst junger opus dei buenos das good morning hiroshima despablate amor que el horror amanece

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De qu se re Mario Benedetti

seor ministro de qu se re de qu se re ust conoce mejor que nadie la ley amarga de estos pases ustedes duros con nuestra gente por qu con otros son tan serviles cmo traicionan el patrimonio mientras el gringo nos cobra el triple cmo traicionan ust y los otros los adulones y los seniles por eso digo seor ministro de qu se re de qu se re aqu en la calle sus guardias matan y los que mueren son gente humilde y los que quedan llorando de rabia seguro piensan en el desquite all en la celda sus hombres hacen sufrir al hombre y eso no sirve

(Ser curioso) En una exacta foto del diario seor ministro del imposible vi en pleno gozo y en plena euforia y en plena risa su rostro simple ser curioso seor ministro de qu se re de qu se re de su ventana se ve la playa pero se ignoran los cantegriles tienen sus hijos ojos de mando pero otros tienen mirada triste aqu en la calle suceden cosas que ni siquiera pueden decirse los estudiantes y los obreros ponen los puntos sobre las es por eso digo

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despus de todo ust es el palo mayor de un barco que se va a pique ser curioso seor ministro de qu se re de qu se re.
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En el circo romano (La muerte de Marciano) Juan Antonio Cavestany

que un enorme len saltaba al circo la rizada melena sacudiendo; avanzaron los dos, uno hacia el otro, el los brazos cruzados sobre el pecho, la fiera, echando fuego por los ojos, y la ancha boca, con delicia abriendo. Llegaron a encontrarse frente a frente se miraron los dos, y hubo un momento en que el len, turbado, pareca cual si en presencia de hombre tan sereno, rubor sintiera el indomable bruto, de atacarlo, mirndolo indefenso. Dur la escena muda, largo rato pero al cabo, del hijo del desierto la fiereza venci, lanz un rugido, se arrastr lentamente por el suelo y de un salto cay sobre su victima. En estruendoso aplauso rompi el pueblo..., brill la sangre, se empap la arena y an de la lucha en el furor tremendo, Marciano con un grito de agona: -Te perdono, Nern dijo de nuevo. Aquel grito fue el ltimo, la zarpa del feroz animal cort el aliento y all acabo la lucha. Al poco rato ya no quedaba ms de todo aquello que unos ropajes rotos y esparcidos sobre un cuerpo tambin roto y deshecho: una fiera bebiendo sangre humana y una plebe frentica aplaudiendo

Marciano, mal cerradas las heridas que recibi ayer mismo en el tormento... Presentse en la arena, sostenido por dos esclavos; vacilante y trmulo. Caus impresin profunda su presencia; Muera el cristiano, el incendiario, el prfido.! Grit la multitud con un rugido por lo terrible, semejante al trueno; Como si aquel insulto hubiera dado vida de pronto y fuerzas al enfermo, Marciano al escucharlo, irguise altivo, desprendise del brazo de los siervos, alz la frente, contempl la turba y con raro vigor, firme y sereno cruzando solo la sangrienta arena lleg al pie mismo del estrado regio; Puede decirse que el valor de un hombre, a ms de ochenta mil impuso miedo, porque la turba al avanzar Marciano, como asustada de l, guard silencio; llegando a todas partes sus palabras que resonaron en el circo entero: -Cesar- le dijo- Miente quien afirme, que a Roma he sido yo quien prendi fuego, si eso me hace morir, muero inocente y lo juro ante Dios que me esta oyendo.! Pero, si mi delito es ser cristiano, Haces bien en matarme, porque es cierto: Creo en Jess, practico su doctrina y la prueba mejor de que en l creo, es que en lugar de odiarte: te perdono.! Y al morir por mi fe, muero contento.No dijo ms tranquilo y reposado acab su discurso, al mismo tiempo

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El seminarista de los ojos negros Miguel Ramos Carrin

una salmantina de rubio cabello ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo. Pero no ve a todos: ve slo a uno de ellos, su seminarista de los ojos negros. IV Cada vez que pasa gallardo y esbelto, observa la nia que pide aquel cuerpo marciales arreos. Cuando en ella fija sus ojos abiertos con vivas y audaces miradas de fuego, parece decirla: Te quiero!, te quiero!, Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! A la nia entonces se le oprime el pecho, la labor suspende y olvida los rezos, y ya vive slo en su pensamiento el seminarista de los ojos negros. V En una lluviosa maana de inverno la nia que alegre saltaba del lecho, oy tristes cnticos y fnebres rezos; por la angosta calle pasaba un entierro. Un seminarista sin duda era el muerto, pues cuatro llevaban en hombros el fretro, con la beca roja por cima cubierto, y sobre la beca, el bonete negro. Con sus voces roncas cantaban los clrigos, los seminaristas iban en silencio, marchando en dos filas hacia el cementerio como por las tardes al ir de paseo. La nia angustiada miraba el cortejo los conoce a todos a fuerza de verlos... tan slo, tan slo faltaba entre ellos, el seminarista de los ojos negros.

Desde la ventana de un casucho viejo abierta en verano, cerrada en invierno por vidrios verdosos y plomos espesos, una salmantina de rubio cabello y ojos que parecen pedazos de cielo, mientas la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo. Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, marchan en dos filas pausados y austeros, sin ms nota alegre sobre el traje negro que la beca roja que cie su cuello, y que por la espalda casi roza el suelo. II Un seminarista, entre todos ellos, marcha siempre erguido, con aire resuelto. La negra sotana dibuja su cuerpo gallardo y airoso, flexible y esbelto. l, solo a hurtadillas y con el recelo de que sus miradas observen los clrigos, desde que en la calle vislumbra a lo lejos a la salmantina de rubio cabello la mira muy fijo, con mirar intenso. Y siempre que pasa le deja el recuerdo de aquella mirada de sus ojos negros. III Montono y tardo va pasando el tiempo y muere el esto y el otoo luego, y vienen las tardes plomizas de invierno. Desde la ventana del casucho viejo siempre sola y triste; rezando y cosiendo

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VI Corrieron los aos, pas mucho tiempo... Y all en la ventana del casucho viejo, una pobre anciana de blancos cabellos, con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, mientras la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo. La labor suspende, los mira, y al verlos sus ojos azules ya tristes y muertos vierten silenciosas lgrimas de hielo. Sola, vieja y triste, an guarda el recuerdo del seminarista de los ojos negros...

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Chau nmero tres Mario Benedetti

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Te dejo con tu vida tu trabajo tu gente con tus puestas de sol y tus amaneceres sembrando tu confianza te dejo junto al mundo derrotando imposibles seguro sin seguro te dejo frente al mar descifrndote a solas sin mi pregunta a ciegas sin mi respuesta rota te dejo sin mis dudas pobres y malheridas sin mis inmadureces sin mi veterana pero tampoco creas a pie juntillas todo no creas nunca creas este falso abandono estar donde menos lo esperes por ejemplo en un rbol aoso de oscuros cabeceos estar en un lejano horizonte sin horas en la huella del tacto en tu sombra y mi sombra estar repartido en cuatro o cinco pibes de esos que vos mirs y enseguida te siguen y ojal pueda estar de tu sueo en la red esperando tus ojos y mirndote.

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No te rindas Mario Benedetti

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No te rindas, an ests a tiempo De alcanzar y comenzar de nuevo, Aceptar tus sombras, Enterrar tus miedos, Liberar el lastre, Retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, Continuar el viaje, Perseguir tus sueos, Destrabar el tiempo, Correr los escombros, Y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas, Aunque el fro queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se esconda, Y se calle el viento, An hay fuego en tu alma An hay vida en tus sueos. Porque la vida es tuya y tuyo tambin el deseo Porque lo has querido y porque te quiero Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo. Abrir las puertas, Quitar los cerrojos, Abandonar las murallas que te protegieron, Vivir la vida y aceptar el reto, Recuperar la risa, Ensayar un canto, Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas E intentar de nuevo, Celebrar la vida y retomar los cielos. No te rindas, por favor no cedas, Aunque el fro queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se ponga y se calle el viento, An hay fuego en tu alma, An hay vida en tus sueos Porque cada da es un comienzo nuevo, Porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no ests solo, porque yo te quiero.

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Puedo escribir los versos ms tristes Pablo Neruda

roco. Qu importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche est estrellada y ella no est conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazn la busca, y ella no est conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos rboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cunto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su odo. De otro. Ser de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como sta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla

Puedo escribir los versos ms tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: La noche est estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos ms tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella tambin me quiso. En las noches como sta la tuve entre mis brazos. La bes tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo tambin la quera. Cmo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos ms tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Or la noche inmensa, ms inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el

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perdido. Aunque ste sea el ltimo dolor que ella me causa, y stos sean los ltimos versos que yo le escribo.

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Civilizacin Jaime Torres Bodet


Y su muerte deshace todo lo que pens haber levantado en m sobre sillares permanentes: La confianza en mis hroes, mi aficin a callar bajo los pinos, el orgullo que tuve de ser hombre al or en Platn morir a Scrates, y hasta el sabor del agua, y hasta el claro jbilo de saber que dos y dos son cuatro... Porque de nuevo todo es puesto en duda, todo se interroga de nuevo y deja mil preguntas sin respuesta en la hora en que el hombre penetra a mano armada en la vida indefensa de otros hombres. sbitamente arteras, las races del ser nos estrangulan. Y nada est seguro de s mismo ni en la semilla en germen, ni en la aurora la alondra, ni en la roca el diamante, ni en la compacta oscuridad la estrella, cuando hay hombres que amasan el pan de su victoria con el polvo sangriento de otros hombres!

Un hombre muere en m siempre que un hombre muere en cualquier lugar, asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres. Un hombre como yo; durante meses en las entraas de una madre oculto; nacido, como yo, entre esperanzas y entre lgrimas, y como yo feliz de haber sufrido, triste de haber gozado, Hecho de sangre y sal y tiempo y sueo. Un hombre que anhel ser ms que un hombre y que, de pronto, un da comprendi el valor que tendra la existencia si todos cuantos viven fuesen, en realidad, hombres enhiestos, capaces de legar sin amargura lo que todos dejamos a los prximos hombres: El amor, las mujeres, los crepsculos, la luna, el mar, el sol, las sementeras, el fro de la pia rebanada sobre el plato de laca de un otoo, el alba de unos ojos, el litoral de una sonrisa y, en todo lo que viene y lo que pasa, el ansia de encontrar la dimensin de una verdad completa. Un hombre muere en m siempre que en Asia, o en la margen de un ro de frica o de Amrica, o en el jardn de una ciudad de Europa, Una bala de hombre mata a un hombre.

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Qu les queda a los jvenes Mario Benedetti

Qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de paciencia y asco? slo grafitti? rock? escepticismo? tambin les queda no decir amn no dejar que les maten el amor recuperar el habla y la utopa ser jvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es la suya no convertirse en viejos prematuros qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de rutina y ruina? cocana? cerveza? barras bravas? les queda respirar / abrir los ojos descubrir las races del horror inventar paz as sea a ponchazos entenderse con la naturaleza y con la lluvia y los relmpagos y con el sentimiento y con la muerte esa loca de atar y desatar qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de consumo y humo? vrtigo? asaltos? discotecas? tambin les queda discutir con dios tanto si existe como si no existe tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazn propio y el ajeno / sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente.

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Telenovela Rosario Castellanos


El sitio que dej vacante Homero, el centro que ocupaba Scherezada (o antes de la invencin del lenguaje, el lugar en que se congregaba la gente de la tribu para escuchar al fuego) ahora est ocupado por la Gran Caja Idiota. Los hermanos olvidan sus rencillas y fraternizan en el mismo sof; seora y sierva declaran abolidas diferencias de clase y ahora son algo ms que iguales: cmplices. La muchacha abandona el balcn que le sirve de vitrina para exhibir disponibilidades y hasta el padre renuncia a la partida de domin y pospone los otros vergonzantes merodeos nocturnos. Porque aqu, en la pantalla, una enfermera se enfrenta con la esposa frvola del doctor y le dicta una ctedra en que habla de moral profesional y las interferencias de la vida privada. Porque una viuda cosa hasta perder la vista

para costear el baile de su hija quinceaera que se avergenza de ella y de su sacrificio y la hace figurar como una criada. Porque una novia espera al que se fue; porque una intrigante urde mentiras: porque se falsifica un testamento; porque una soltera da un mal paso y no acierta a ocultar las consecuencias. Pero tambin porque la debutante ahuyenta a todos con su mal aliento. Porque la lavandera entona una aleluya en loor del poderoso detergente. Porque el amor est garantizado por un desodorante y una marca especial de cigarrillos y hay que brindar por l con alguna bebida que nos hace felices y distintos. Y hay que comprar, comprar, comprar, comprar. Porque compra es sinnimo de orgasmo, porque comprar es igual que beatitud, porque el que compra se hace semejante a dioses. No hay en ello hereja. Porque en la concepcin y en la creacin del hombre se us como elemento la carencia. Se hizo de l un ser menesteroso, una criatura a la que le hace falta lo grande y lo pequeo.

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Y el secreto teolgico, el murmullo murmurado al odo del poeta, la discusin del aula del filsofo es ahora potestad del publicista. Como dijimos antes no hay nada malo en ello. Se est siguiendo un orden natural y recurriendo a su canal idneo. Cuando el programa acaba la reunin se disuelve. Cada uno va a su cuarto mascullando un -apenas- "buenas noches". Y duerme. Y tiene hermosos sueos prefabricados.

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Hombres necios que acusis (Redondillas) Sor Juana Ins de la Cruz


Hombres necios que acusis a la mujer sin razn, sin ver que sois la ocasin de lo mismo que culpis: si con ansia sin igual solicitis su desdn, por qu queris que obren bien si la incitis al mal? Cambats su resistencia y luego, con gravedad, decs que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el nio que pone el coco y luego le tiene miedo. Queris, con presuncin necia, hallar a la que buscis, para pretendida, Thais, y en la posesin, Lucrecia. Qu humor puede ser ms raro que el que, falto de consejo, l mismo empaa el espejo, y siente que no est claro? Con el favor y desdn tenis condicin igual, quejndoos, si os tratan mal, burlndoos, si os quieren bien. Siempre tan necios andis que, con desigual nivel, a una culpis por cruel y a otra por fcil culpis.

Pues cmo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fcil, enfada? Ms, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y despus de hacerlas malas las queris hallar muy buenas. Cul mayor culpa ha tenido en una pasin errada: la que cae de rogada, o el que ruega de cado? O cul es ms de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues para qu os espantis de la culpa que tenis? Queredlas cual las hacis o hacedlas cual las buscis. Dejad de solicitar, y despus, con ms razn, acusaris la aficin de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntis diablo, carne y mundo.

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La guaja Vicente Neira

hum! Y a t qu te importa? para que quieres cansarte? si aqu est la burra que todo te lo jaga Te piensas granuja que al estar tu madre jechita una negra quemndose el alma mientras tu me malgastas el tiempo que d ms que lstima Jecho un ropa suelta... hecho un rajamantas... por esas callejas detrs de los perros por esos regatos tirando a las ranas o cogiendo nidos en las zarzamoras Qu as ests de lindo grandsimo guaja! Y ese siete tan guapo en la blusa? Y esos pantalones tan llenos de manchas? hum! que gorra ms limpia! que medias tan majas! que pelos tan lindos! que cuello, que puos, que codos, que mangas! Yo no s lo que hacer ya contigo me tienes muy harta De sobra conoces que somos solitos... que ya no tenemos quien nos lo ganaba... que la vida de toditos los pobres es vida de lgrimas... pero ni por esas! a t que te dejen roncando en la cama

Ven ac granuja Dnde andas so guaja? hoy te mondo los huesos a palos. No llores ni huyas por que no te escapas yo no s lo que hacer ya contigo me tienes m jarta. A t ya no te valen palabras, a t ya no te valen razones ni rias ni encierros ni golpes ni nada! Te dije al marcharme: levntate pronto y estira esos huesos y dobla las mantas y enciende la lumbre y arrima el puchero y enjuaga las ollas y barre la casa Y vengo y me encuentro, grandsimo pillo! la lumbre sin brasas, la puchera sin caldo ni prigue, la vivienda peor que una cuadra, la burra sin pienso las pilas sin agua Segaste la hierba? Trajiste la paja? Regaste los tiestos? Cerniste la harina? Clavaste la estaca? Comi la cordera? Bebi la lechona? Cogiste los huevos? Mudaste la cabra?

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y te pongan la mesa tres veces y rueden los das y viva la holganza Sbete esos calzones so pillo! tate esos zapatos so randa! lmpiate esos mocos, lvate esa cara y vete ahora mismo donde no te vea que me tienes, me tienes muy harta Te aseguro chiquitn te aseguro que esto te se acaba Endende maana a la cola del burro! Conmigo a la plaza, conmigo al molino, conmigo a la jaza a sudar fatigas, a mojarte el alma, ya vers las penitas que cuesta... ya vers con que ahogo se gana este pan que tan comodamente, a lo bobo! a lo bobo te zampas! y ahora A la cama!, A la cama! La aurora se acerca esplndida, difana, lentamente despliegan las nubes su manto de escarcha, la madre afanosa se tira del lecho y sus toscos aperos prepara que ya espera ms ruda que nunca la brega diaria. Cariosa y tierna se acerca hasta el lecho donde el nio cndido, tranquilo descansa, un instante contempla amorosa su faz sonrosada y despus... Con cario ferviente dando un beso en sus labios exclama: Yo turbar este sueo tan dulce?

no fuera quien soy ni tuviera entraas!... juega, brinca y destroza hijo mo!... tu madre lo gana Alumno: __________________________ Grupo: ___________________________

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Lo que necesito de ti Mario Benedetti

No sabes como necesito tu voz; necesito tus miradas aquellas palabras que siempre me llenaban, necesito tu paz interior; necesito la luz de tus labios !!! Ya no puedo... seguir as !!! ...Ya... No puedo mi mente no quiere pensar no puede pensar nada ms que en ti. Necesito la flor de tus manos. aquella paciencia de todos tus actos con aquella justicia que me inspiras para lo que siempre fue mi espina mi fuente de vida se ha secado con la fuerza del olvido... me estoy quemando; aquello que necesito ya lo he encontrado pero an te sigo extraando!

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Cancin desesperada Pablo Neruda

alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te ceiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumb la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve ms all del deseo y del acto. Oh carne, carne ma, mujer que am y perd, a ti en esta hora hmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te triz como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y all, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y t fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y t fuiste el milagro. Ah mujer, no s cmo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el ms terrible y corto, el ms revuelto y ebrio, el ms tirante y vido.

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El ro anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazn llueven fras corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de nufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pjaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejana. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que arda como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi

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Cementerio de besos, an hay fuego en tus tumbas, an los racimos arden picoteados de pjaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cpula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. se fue mi destino y en l viaj mi anhelo, y en l cay mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh sentina de escombros, en ti todo caa, qu dolor no exprimiste, qu olas no te ahogaron. De tumbo en tumbo an llameaste y cantaste de pie como un marino en la proa de un barco. An floreciste en cantos, an rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Plido buzo ciego, desventurado hondero,

descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fra hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturn ruidoso del mar cie la costa. Surgen fras estrellas, emigran negros pjaros. Abandonado como los muelles en el alba. Slo la sombra trmula se retuerce en mis manos. Ah ms all de todo. Ah ms all de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!

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Que me perdone la ciencia Claudio Martnez Paiva Estoy slito en mi rancho Me he quedado solo en mi casa, Ladran los perros afuera Como si vieran fantasmas Y alumbran mi pensamiento Candiles de luces malas lijones de pjaros negros Le ponen luto a mi alma. Y es tan grande el sentimiento Que llevo dentro de mi alma Que no lo dicen las cosas, Ni lo explican las palabras. Ocho aos tena ocho aos El pobre hijito de mi alma Que despert una maana Con los ojos encendidos Y el cuerpecito echando llamas. Me muero nana, deca Me muero tata, gritaba Siento una sed de martirio Siento un fuego que me abraza. Bese el cachorro en la frente Y lo deje sobre la cama Y vol, vol en mi caballo, siete leguas, Siete leguas de distancia Siete puales de punta Metidos en mi garganta Y el grito de mi hijo adentro, Agua nana, agua tata. Le expliqu al doctor el caso Y se acomod en su butaca Me miro de arriba abajo Y me dijo: Seor lo siento mucho!

Pero la senda que va a ese rancho Es muy mala y me va a estropear el auto. El mdico no vena el mdico no vena No porque fuera mala la senda que va a mi rancho Si no porque no tena con que pagarle a la ciencia. Siete leguas, siete leguas de distancia Ah comprend yo, entonces Que la ciencia, no es tan ciencia Cuando no tiene conciencia. Porque en esos mismos caminos Por donde muchos mdicos no andan, Cruza a galopes la muerte Y va y viene la desgracia! Me orden que le comprara Al pasar por la botica Un frasco de limonada Y trajera a mi enfermo Cuando la fiebre pasara. Yo regrese a mi rancho Igual que regresara todo padre En iguales circunstancias El corazn en los labios Y la tristeza en el alma La fiebre, duro poquito La fiebre dur poquito Y se me fue una maana Entre el canto de zarzales Y el suave aclarar del alba. Yo abrazaba a mi hijo, lo besaba As se me fue mi hijo As muri mi hijito Con la frente, muy helada Y yo sin voz ni dinero Parado junto a mi casa.

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As as la tierra lo aguarda Con las manos sobre el pecho Acuando mi desgracia Sin vida su cuerpecito Ya de la fiebre descansa. Estoy, slito en mi rancho me he quedado solo en mi casa, ladran los perros afuera Como si vieran fantasmas Y alumbran mi pensamiento Candiles de luces malas, Y al filo de media noche Mi cuchillo cabo de plata

La nica plata del pobre Que no le sirve pa nada Y medito mi venganza Y por eso grito al mundo Que me perdone la ciencia, No me culpen si maana, Me gritan que soy bandido. O un mal hombre sin entraas, Nac buey y me hacen puma Soy cordero y me ponen garras. Dios! Dios! Todo poderoso has que despunte el alba y arranca de mi pecho este grito, este grito que me mata: agua nana, agua.. agua tata.

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La cada de las hojas Marcos Rafael Blanco Belmonte


Matrimonio feliz! miran dichosos correr por el jardn a sus dos hijos, son de plata sus risas infantiles y son de oro sus rizos que vuelan agitados por los aires. Descansan, luego un grito provocador y el juego se reanuda con ms entusiasmo y ms ahnco. Algunas veces el uno en brazos del otro cae. Cmo se quieren los dos nios! Ella es fresca, robusta y apionada, l, es un tanto plido y raqutico, pero ambos son iguales en amarse, iguales en su eterno regocijo, iguales en bondad y hermosura, iguales en espritu. Una maana, cuando alegres ambos correteaban, fueron sorprendidos por una extraa visita, era un lejano to, mdico de gran fama, que al llamado del padre fue solcito, porque le despertaban sobresaltos, la delicada complexin del nio. El mdico lo toma entre sus brazos, lo examina, lo ausculta y sus carrillos besando con ternura lo autoriza a continuar el juego interrumpido. Jugaban a ocultarse, la hermanita haba hecho en la alcoba su escondrijo y en tanto su hermanito la buscaba, ella escuch el pronstico del to.

-Amarga es la verdad y me lastima tener que decirla, pero es preciso, este dulce calor de primavera defiende su organismo, le hace bien el aroma de las flores y de los ramajes el oxgeno, Ah! pero a la cada de las hojas cuando esos tilos la calzada alfombren de hojas secas, tened resignacin, morir el nio! Pas la jubilante primavera, pas el fecundo y caluroso esto, a las primeras rachas otoales aquel ser enfermizo demostr que el doctor no se engaaba, fue perdiendo los bros para jugar, mostrando desaliento, al comer era nulo su apetito, y una triste maana ya su lecho abandonar no quiso. Los padres permanecen largas horas contemplando a su plido enfermito, que es el ser de su ser, que es toda su alma. Toda? Y la nia? El otro ser querido que adora con pasin al dulce hermano, Qu es de su alma de nia, lo ms ntimo? A este recuerdo se preguntaron ambos Dnde est la nia? Dnde se ha ido? que no acude a las voces del enfermo que la extraa y la llama casi a gritos? Va la madre en su busca y la encuentra vagando en el jardn bajo los tilos, en los troncos apoya una escalera, y con el rostro abatido, pero con el paso

firme sube y baja de ella, lleva un hilo en la mano derecha y una aguja y con afn solcito, va ensartando las hojas que del otoo al sculo han cado, y los vuelve a ensartar en los ramajes. Desde que amaneci venciendo el fro, se entreg a su labor, el jardinero que asombrado la vio, nada le dijo, pero la madre al verle le pregunta: -Qu hace mi bien querido? y la nia angustiada le responde: -O lo que una vez dijo mi to, ya empieza la cada de las hojas.. aydame mam, yo te lo pido, que no se alfombre de hojas la calzada para que no se muera mi hermanito.

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El matricida Efran Alatriste Nava


Sobre el banquillo gris, del acusado, se encuentra un hombre de mirar perdido y de ver su semblante entristecido el corazn se siente apesarado. Hundida entre las manos la cabeza y sumido en el mar de sus sollozos ante la ley brutal y los curiosos que mofndose estn de su tristeza. Grave y sereno el juez; fruncido el seo impasible se encuentra en el estrado sin embargo en la faz del magistrado, se adivina un pesar jams domeo. El turno es del fiscal; con voz de trueno ante la turba hostil de odio cegada lanza su acusacin de hiel cargada cual lanza la serpiente su veneno. Ah lo tenis seores es la bestia! el hombre sin entraas el ladino el ser ms despreciable el asesino! que priva de la vida sin molestia. Es un chacal! malvado y truculento, un ente sin piedad un MATRICIDA! quien con sus garras arranc la vida de la mujer que le brindo el sustento. De la mujer que lo vel de nio, de la mujer que lo forj en su sangre, de esa mujer que como toda madre le arrull alguna vez en su corpio. Y cmo le pag qu cruel delito! que injusticia sin par que cobarda arrancarle la vida en forma impa seores este ser es un maldito!

Es un chacal y al condenarlo en suerte que se cumpla la ley en su persona y si Dios su pecado le perdona Que la justicia le condene a muerte! Call el fiscal; la turba enardecida con rugido feroz grit al momento Muera, muera; pero antes al tormento! Que muera el indeseable matricida! Habla por fin el juez desde su estrado imponiendo silencio al ruido hecho y dice: todo ser tiene derecho que hable sobre el asunto el acusado. Anegados los ojos por el llanto la faz ajada hirsuta la cabeza jams he visto tan fatal tristeza, jams he visto sufrimiento tanto. Yo soy el asesino la he matado! y lo juro ante Dios no me arrepiento! si por ello me aplican cruel tormento por su dicha lo doy por bien empleado. Ms mienten los que dicen que con saa a mi madre mat, miente la plebe! yo la mat sin el dolor ms leve la mat con amor, y as no daa. La mat con ternura, suavemente se extingui su existencia tormentosa cual leve palpitar de mariposa y abandon la vida dulcemente. Dulcemente muri, cunto la quise! difcil es medir lo que es cario mat a quien me arrull cuando era nio sin embargo es amor; porque lo hice. Cuntos de los hipcritas humanos a quien yo supliqu pidiendo ayuda hoy me escarnecen con terrible duda y todava pretenden ser cristianos!

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Cmo sufri mi madre pobrecita! con atroces dolores en el pecho implorndole a Dios desde su lecho sufriendo aquella enfermedad maldita! Jams he de olvidar aquella noche! en que gritando de dolor me dijo Mtame por piedad, mtame hijo! y no esperes de mi alma ni un reproche. Yo bendigo tu mano hijo de mi alma, Mtame ya! y dame sepultura yo bien s que mi mal no tiene cura, Mtame por piedad! dame la calma. Y ese grito salvaje y lastimero, que anhelaba la muerte suplicante taladraba mi alma a cada instante Mtame hijo! Dios mo por qu no muero? Y se ofusc la luz de mi conciencia, y dej de ser hijo fui verdugo! y le arranqu del sufrimiento el yugo yo le quit seores la existencia! Lo dems ya lo saben; qu tortura ya no soporto del dolor el peso! y aqu me encuentro ante vosotros preso y es mi nica pasin la sepultura. Mas no es la ley quien deber juzgarme, aunque s soy culpable de eutanasia no se van a rer de mi desgracia No lo harn! porque yo voy a matarme! Una daga sac de la cintura que en el pecho clavse con violencia al cielo suplic Seor clemencia! y se borr en su rostro la amargura. Y as termina la existencia agita de un hombre que de amor es

MATRICIDA! y deja en los anales de la vida UNA HISTORIA DE AMOR CON SANGRE ESCRITA! Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Ante la tumba de un maestro Fidencio Escamilla Cervantes


Maestro, escucha un momento mis palabras, Haz a un lado el gis que te agiganta, Cierra el libro con el cual nos hablas Y escucha, maestro: Estas manos, que antes eran vanas, No saban de escuelas, no saban de aulas, Ignoraban todo, eran slo humanas Que a puros reflejos se desarrollaban. Contar a retazos, sumando los dedos. Ah mis pobres manos tanto que sufrieron antes de tu estancia , querido maestro! Cuando ni una escuela haba en el pueblo. Y llegaste t, a ensear sediento De ciencia, nosotros vivamos hambrientos, Nos diste tu mente, tus conocimientos, Y luchamos juntos, aun mismo tiempo. Y la noche oscura que antes era eterna, Se volvi maana, risa, primavera; Hiciste el milagro, prendiste la hoguera Que ilumina al hombre en su ardua tarea. Cmo agradecerte querido maestro todos estos aos tus miles de esfuerzos? Tu vasta ternura, tus das de desvelo, Tu noble paciencia, tus sabios consejos. Me faltan palabras, me sobra el aliento Para dedicarte un bello recuerdo Que vaya en mi pecho y en mi pensamiento, Que me gue en la vida en todo momento. Ahora ests aqu frente a m, en silencio, Tal vez meditando que cambian los tiempos

Que avanza la ciencia, tambin sus secretos, Que nosotros mismos estamos creciendo. Pero ests aqu, slo aqu y no dices nada; Tu voz que en el mundo es oda sagrada, Ha quedado escueta, tranquila, callada, sin pedir aplausos, ni gloria, ni fama. Slo un epitafio recuerda tu nombre, Una tumba sola y una cruz ms pobre, Un recuerdo magro de aquellos menores Que bajo tus manos hoy se hicieron hombres. Que tristeza maestro me aprisiona el alma De ver esta tumba rodeada de calma, Pero sola, sin voces de nios que a gritos te llaman; Los pueblos sin alma ya no te reclaman. Que ingrato es el pago de la especie humana, De todos los pueblo y en todas las razas; Hoy te vitorean si les haces falta, Maana, si mueres, ya nadie te extraa. Dnde estn los padres de los hijos? Los que guiaste! Los que bebieron agua de tu ciencia hasta saciarse, A aquellos que de la ignorancia los sacaste; No han podido o no han querido recordarte. Legaste tu vida, sin premios, ni honores, Quedaste hecho nada, ignorado y pobre, Cubierto de tierra, que tu cuerpo absorbe.
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Slo una flor marchita es la ofrenda Y una cruz olvidada y macilenta, para tanto tributo que cobr la tierra,

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que poco fue el triunfo que obtuvo la escuela! Aqu ests, maestro, rodeado de olvido, Venero de ciencia que yaces tendido, Cual faro radiante que hubieran destruido; Hroe sin medalla, gigante dormido. Dnde estn los que guiaste? Yo pregunto! Grito sin respuesta, se han quedado mudos, Los rostros impvidos, los cuerpos enjutos; Ni una sola frase se escucha en el mundo. Y tu voz esa voz que recorri la sierra, La costa y el bosque cual grito de guerra, Impregnada en los vientos, volvindose eterna, Llevando el mensaje de toda la ciencia. Esa voz, maestro, que nadie recuerda, Se queda contigo, al morir te la llevas, Pero cuando alguien grite: Dnde est el MAESTRO? Hroe sin bandera! Con orgullo inmenso y con voz serena: Lo tengo en mi espritu _Nos dir la Escuela! Lo tengo en mi seno Gritar la tierra! Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Rob pan para mis hijos Fidencio Escamilla Cervantes


Si seor, yo rob esos panes, tambin los quesos fundidos, Los dulces, la sal, los higos. Yo rob todo eso, seor; Lo robe para mis hijos. Qu es malo robar? Qu es de los peores delitos? Qu se castiga con crcel?, No importa porqu se hizo? Qu es traicin a la patria? Qu si con ese ejemplo predico? Qu soy peor que criminal? Seor; es que tenan hambre mis hijos Y yo he estado sin trabajo; tampoco tenemos casas, Ya no tenemos ni cinco Qu porqu no busco empleo? Desde hace seis meses, seor, y no lo encuentro. Siempre lo mismo lo mismo!! Que si tengo referencias y que si gozo de crditos, Que donde trabajaba antes y a cuanto ascenda Mi sueldo; que si mi filiacin es prista, Que si apoyo al buen gobierno. Y al final: vuelva otro da, el personal es completo No seor, no tuve escuela; me cri entre los basureros. Mis padres? Nunca los conoc, ni conoc a mis abuelos mi cama fue la basura y mis amigos los perros; all aprend a defenderme, all mis aos crecieron. Entre las moscas, entre miasmas, entre el

polvo y basureros. All me di cuenta que el hombre es aborto del infierno. All me di cuenta que el mundo es un vil pleito de perros Y crec, crec y crec; y mi alma se hizo ms dura Y mi destino ms negro y una palabra que a diario Me taladraba en el cerebro: Hambre! Hambre! Hambre! Las cscaras no alimentan, el agua sabe a vinagre, Las tortillas tienen hongos muy duros estn los panes, Los frijoles quedan rancios, las frutas a orines saben. Y as crec: entre pus y desperdicio, entre microbios de Entre bacterias de tifo, entre perros y entre gatos; Entre todo esto tambin crecieron mis hijos: Unos hijos esquelticos viviendo entre desperdicios, Jugando entre suciedades y bandose con vicios. Y un da quise conocer mi pueblo el pueblo que no me quiso, El que miraba en mis noches y en mis infantiles sueos Como algo maravilloso; algo as como un juguete nuevo. Que decepcin abrigu en mi alma! Cuanta miseria lleg a mis ojos! Miseria sucia, miseria humana, nido de ratas, bestias en brama Donde l ms fuerte castiga y mata, donde el ms dbil sufre y acata; Nido de fieras llenas de rabia donde las normas Ya se olvidaron, donde no existen sabias

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palabras: Se veja, se viola, se tima y roba Y por la paz ni un ser humano trabaja. Todo esto vi con mis ojos y el corazn se volvi ms negro: All tenemos basura, aqu viven los despojos, Que all vivimos los malos; aqu transitan los buenos, Aqu viven de caviar, all vivimos de abrojos, Que all no carcome el cncer, aqu se alimentan cuervos; Aqu viven los decentes, all los menesterosos; Y me acord de mi gente y me acorde de mis hijos, Del hambre que an les cuelga como microbio infeccioso, Y rob, Rob esta bolsa con higos! No s s voy a llegar a un sumarsimo juicio. Si ya conoc el pecado y mi pena es el presidio El precio ya est pagado por esa bolsa de higos. Por favor, seor gendarme, aplique usted el castigo, Pero por su santa madre, lleve ese pan a mis hijos, Que usted tambin es un padre; hgalo en bien de su oficio. Hoy es domingo, seor, no se trabaja; Ellos estn con hambre porque no hubo desperdicios Y aunque flacos y esquelticos, con sarna, cncer o tifo, no dejo de ser su padre y ellos, no dejan de ser mis hijos; Aunque duerman en basura, aunque se baen con vicios,

Por favor, usted llveles esos panes Qu tienen hambre mis hijos! Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Dolor por la muerte de un nio Fidencio Escamilla Cervantes


No seor, en el ISSSTE yo no creo, ni en el seguro social, Y aunque son logros del pueblo, ya no creo, ya no creo, Perd la confianza en ellos y la perd por entero. Cmo no iba a perderla s a causa de todos ellos perd a mi primer hijo? Como lo oye el primero! Empez con calentura, ardor por todo el cuerpo, Y unos espasmos horribles y un dolor aqu, en el pecho, Su cabecita sudaba, se quejaba por entero, A veces abra los ojos y me deca Te quiero, te quiero! Y me desgarraba el alma al ver a mi hijo, el primero, Hecho bolita en su cama con un dolor en el pecho. Yo lo miraba a sus ojos, le acariciaba su pelo, Quera mitigar con frases lo que l est sufriendo. Y pens en el hospital S! El que se encuentra en el pueblo, All tenan que aliviarlo, para eso lo puso el gobierno. Arrop a mi muchachito y sal casi corriendo Como alma que se lleva el diablo, con mucho temor y miedo. No s si eran mis lgrimas o a poco estaba lloviendo,

Si me sal sin camisa o el fro era muy intenso. Si era noche plagada o cerrada de luceros, Si el calor estaba hiriente o muy intenso era el viento. Slo s que entre mis brazos a mi hijo llevaba enfermo, Con espasmos seguiditos y encendido todo el cuerpo, Y lloraba desesperado, tal vez de dolor y miedo; Yo le miraba su rostro y lo apretaba en mi pecho, Y as con mi nio a cuestas llegu al hospital del pueblo, Con la esperanza en la ciencia en manos de galenos. Me dirig a las urgencias y ya casi sin aliento Le dije a las enfermeras Mi hijo se est muriendo! Atindalo por favor! Qutenle este sufrimiento, Dganme a donde lo paso y que lo revise un mdico. Que se queja el pobrecito de dolor en todo el cuerpo, Sus ojos son dos tizones de calentura est hirviendo. esperaba ver sobresaltos, que todo fuera corriendo, que la enfermera gritara pidiendo ayuda a los mdicos, que se abrieran consultorios y todos a un mismo tiempo se abocaran a mi nio y ver que le estaba ocurriendo.

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Que distinta la respuesta y que me helo todo el cuerpo, Pues en lugar de auxilarme o que llamara a un mdico: Pidi credencial del ISSSTE o carnet, en su defecto Si era empleado de confianza o simplemente maestro. Que ya eran otras las leyes y haba nuevos reglamentos En todos los hospitales que manejaba el gobierno. Adems no haba servicio por ser primer da de enero, Pues los doctores de guardia celebraban ao nuevo, Que fuera ms comprensivo y atendiera el reglamento, Que con cualquier aspirina se pondra bien el enfermo. Al escuchar aquellas palabras sent la rabia por dentro, Agarr a mi muchachito, lo arrop contra mi pecho, Al consultorio ms cerca penetr casi corriendo, y all estaba el gran jolgorio las enfermeras y mdicos, viviendo la borrachera producto de ao nuevo Qu importaban los pacientes, si era el primero de enero? Brindaban con alegra y el brandy, mezcal y aejo En esos hombres de ciencia estaba surtiendo efecto, Me miraron con sorpresa, despus se soltaron riendo; Que ellos curaban los males de los pacientes enfermos.

Pero el que llevaba yo no ocupaba ya de mdicos Que eran los funerales los que atendan a los muertos, Perd la nocin del espacio y la razn por completo; Carrera, gritos, auxilios, por enfermeras y mdicos. Pues con u hacha en mis manos de rmpase en caso de incendios Arremet contra todos: mujeres y hombres parejo, Lo hice con furia y saa pues se me fue mi pequeo Por culpa de aquellas bestias; lo dems no lo recuerdo. Han pasado ya quince aos de soledad y de encierro, Desde aquella noche amarga en que perd a mi pequeo Unos pedan manicomio, que estaba mal del cerebro; Otros, cadena perpetua, que sirviera de escarmiento. Han pasado ya quince aos de quedar convicto y preso, y de lo que pas esa noche, la verdad, no me arrepiento. Porque han sido quince aos de dolor y sufrimiento, De estar pensando en mi hijo, est dormido o despierto. Y cada vez que eso pasa se me revuelve el cerebro Las lgrimas me traicionan y en ellas bao mi cuerpo. Y me acuerdo de esa noche y me acuerdo de esos mdicos De la misin que les dieron para rescatar enfermos.

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Aunque no fueron los nicos porque como ellos hay cientos Que anteponen veleidades y su quehacer de galenos. Por eso sufro este encierro! Por eso no me arrepiento! As pase un siglo entero de dolor y sufrimiento. Mientras suee con mi nio y que me diga te quiero, Con su carita encendida y baado en sudor su cuerpo, Con los espasmos horribles y su dolor en el pecho, Su mirada mortecina y aquellos quejidos ttricos. No olvidar ni un segundo que por culpa de esos mdicos La vida de mi chiquillo qued desecha en mi pecho.

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Los nios de la guerra Fidencio Escamilla Cervantes


Manos sin cumplir aun los diez abriles, ya empuan metrallas y fusiles, matando a soldadescas y a civiles, nios martirizados y serviles. y sin embargo, son nios tambin; de carne y hueso, con deseos de jugar y ser traviesos. Oh humanidad que miras a tus hijos por las trincheras muertos Qu ser de los nios que juegan a las guerras? Por que el deseo de matarnos todo el tiempo? Que nos conteste el cientfico el secreto! Que nos conteste el militar sangriento! Que nos contesten los entupidos gobiernos! Ellos quieren el fin! Qu importa el hecho? Qu importan los miles de harapientos? Qu importa que el pueblo quede hambriento? Qu importan los nios de este avanzado tiempo? Los nios de Guatemala. Los nios de El Salvador. Los nios de Honduras y Nicaragua. Los nios de nuestro Mxico que solo piden amor Eran nios aun y as cayeron, entregaron una vida que jams vivieron, quedaron como nios mrtires ante los ciegos, fueron experimentos tiles ante los sabios necios, fueron carne de can para los mil

gobiernos. Esos seres que regados fueron por los suelos, no merecieron ni un corto minuto de silencio, ni siquiera un crucifijo oscuro y macilento, ni una medalla al deber como inmortal recuerdo, ni un escrito final, ni un monumento, simplemente cayeron porque tenan que caer; los nios de la guerra, de esa entupida guerra ya estn muertos.

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Madre India Ignacio Rueda Latasa


Me lo escupi como ofensa, y a mi, me supo a alabanza Tu madre mi madre qu? Se me tensaron las venas como cuerdas de guitarra, como cuando alguien mete la mano as noms, sin saber tocar. Y tiemblan, vibran, suenan a muerte, -luego se calmanpero en su impulso ntimo late un eco de venganza. As se me templaron las venas al eco de sus palabras. Tu madre mi madre qu ? tu madre era india India s, pero de pura raza, todo el mundo puede verlo lo lleva escrito a claras sobre la tersa vitela del valo de su cara, con caracteres incaicos sobre un fondo de oro y plata. Un collar de baratijas, le cuelga en su pecho y canta, como un nido de gorriones que al respirar se le espantan Dos arracadas le cuelgan de sus orejas con gracia; como si fuesen marcando poquito a poco las ansias de que un da mejor que nunca llegue a despuntar el alba. Para rematar, dos trenzas le cubren pecho y espalda; como si los Dioses Indios, hubiesen firmado el acta. India mi madre, Muy india! y largusimas son sus faldas; que slo el viento o la mano de mi padre las levantan.

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Tu madre mi madre qu? sirvi de india en mi casa y era para todos como una bestia de carga. Para todos s, lo admito; pero no para el canalla de tu padre que mil veces quiso de nia estrujarla y poseerla cuando ya era mujer casada! Para el no, lo juro, lo juro por tata Dios y Santa Mara del Iquique mi virgen de la montaa. que si ella fue copo de nieve, mi madre; no le pidi nada. Sobre la piel su cuerpo, no hay ms huella que las de los golpes, que mi padre borracho le propinaba. Mi tata, hay! mi tata.. Borracho y todo lo quise, con pasin emocionada. Porque la borrachera de mi padre ms grande y ms amarga, no era de alcohol, del que llora en el trapiche la caa. Sino del zumo ensangrentado de un refino de mil lgrimas. Borracho, para olvidar. Borracho de ira y de rabia. Borracho y as borracho sin saberlo la ultrajaba. Mam, Mam, como un relicario beso las huellas que hay en tu cara, porque son como cien aos que compasin te hizo mi tata. con la viril iracundia de su hombra pisoteada, sobre el trapiche cruento de una injusticia nefasta. Y no llores Mam, que ya nadie de Dios ha de matarte el alma

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te defender, aunque sea con esta gudua, que aspira a ser andamio y casa de un mundo mejor. Si no, que las caas nuestra milpa se vuelvan lanzas . As que as Me has brindado la ocasin de estas palabras, anda, sigue tu camino, con tu soberbia de raza, y el mundo de tus prejuicios como joroba en la espalda. la vida te ha sido fcil y por serlo; inapreciada, ojala que cuando haya problemas (y estn cercanos) sepas superar la vida con valor y elegancia; y temo que sean tus hijos parsitos del maana, y que si llevan las trenzas ; se ahorquen con ellas por no aguantarlas, La vida para vivirla, hay que sufrirla y amarla, Anda, sigue tu camino, pero mide tus palabras! quisiste hacerme una ofensa y a mi, a mi me supo a alabanza. Mi madre es india, India India Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Por favor Dios moslo tengo 17 aos


El da de mi muerte fue tan comn como cualquier otro da de mis estudios escolares. Hubiera sido mejor que me hubiera regresado como siempre en el autobs, pero me molestaba el tiempo que tardaba en llegar a casa. Recuerdo la mentira que le cont a mam para que me prestara su automvil; entre los muchos ruegos y splicas, dije que todas mis amigas manejaban y que considerara como un favor especial si me lo prestaba. Cuando son la campana de las 2:30 de la tarde para salir de clases, tir los libros al pupitre porque estara libre hasta el otro da a las 8:40 de la maana. Corr eufrica al estacionamiento a recoger el auto, pensando slo en que iba a manejar a mi libre antojo. Cmo sucedi el accidente?, eso no importa. Iba corriendo con exceso de velocidad me senta libre y gozosa disfrutando del correr del auto. Lo ltimo que recuerdo es que rebas a una anciana, pues me desesper su forma tan lenta de manejar. O el ensordecedor ruido del choque y sent un tremendo sacudimiento. Volaron fierros y pedazos de vidrio por todas partes, senta que mi cuerpo se volteaba al revs y escuch mi propio grito.

De repente despert, todo estaba muy quieto y un polica estaba parado junto a m, tambin vi un doctor. Mi cuerpo estaba destrozado y ensangrentado, con pedazos de vidrio encajados por todas partes; cosa rara, no senta ningn dolor. Hey, no me cubran la cabeza con esta sbana! no estoy muerta. Slo tengo 17 aos, adems tengo una cita por la noche, tengo que crecer y gozar una vida encantadora, no puedo estar muerta! Despus me metieron en una gaveta. Mis padres tuvieron que identificarme, lo que ms me apenaba es que me vieran as, hecha aicos. Me impresionaron los ojos de mam cuando tuvo que enfrentarse a la ms terrible experiencia de su vida. Pap envejeci de repente cuando le dijo al encargado del anfiteatro: "S, se es mi hijo". El funeral fue una experiencia macabra; vi a todos mis parientes y amigos acercarse a la caja mortuoria; uno a uno fueron pasando con los ojos entristecidos. Algunos de mis amigos lloraban, otros me tocaban las manos y sollozaban al alejarse. Por favor, que alguien me despierte! Squenme de aqu, no aguanto ver inconsolables a pap y mam; la afliccin de mis abuelos apenas les permite andar; mis hermanas y hermanos parecen muecos de trapo. Pareciera que todos estn en trance, nadie quiere creerlo; ni yo misma.

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Por favor, no me pongan en esa fosa! Te prometo, Dios mo, que si me das otra oportunidad ser la ms cuidadosa del mundo, slo quiero otra oportunidad ms. Por favor, Dios Mo, slo tengo 17 aos! Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Manelic Antonio Mediz Bolio


Como una cabra arista baj de su montaa, de su montaa que era salvajemente huraa como su espritu hecho a las bravas alturas, como su cuerpo en donde dejaron huellas duras el sol de fuego, el soplo de las tormentas locas y mordidas de lobos y araazos de rocas. Baj de los picachos a la llanura un da; all dej el rebao, la choza, la jaura, los agrios vericuetos, las claras soledades dominio de las guilas y de las tempestades. Arriba dej todo cuanto su vida era, y con un dulce sueo dentro del alma fiera, vino a la tierra baja, a tierra misteriosa que miraba de lo alto como una vaga cosa que no le era dado conocer hasta cuando bajase por la amada, que le estaba esperando. La amada, la hembra llena de suavidad, aquella que l miraba en las noches temblar en cada estrella, a la que luego en sueos como una luz vea, y que en el sol brillaba al despertar el da, aquella en que pensaba sin tregua ao tras ao, viendo cmo, en los riscos se ayuntaba el rebao, y cmo en el silencio del monte adormecido, las guilas buscaban el calor de su nido Y as vibrante bajo las pieles de su sayo,

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su ser, quizs engendr de una cumbre y un rayo, ingenuo y primitivo, enamorado y fuerte, el pastor baj un da de cara hacia la suerte. Y ah , en la tierra baja, en la tierra del amo, Manelic hall cruda decepcin al reclamo de un amor que l quera nuevo, frtil y suyo, suyo no ms! Alegre como un temprano arrullo de trtola, como eco de cancin un cario como un regazo donde durmiese como un nio Y supo que ah, lejos de los hoscos rediles que dej en la montaa, los hombres eran viles, ms viles y traidores que las malas serpientes que abajo se arrastraban lo mismo que las gentes! Y supo que su amo, el amo que le daba la mujer que all arriba como un cielo soaba, era ms vil que todos y que tambin menta, y que era como un lobo que robaba y hua Supo algo ms horrible: la mujer de su sueo era del amo. El amo era el nico dueo de todo: de la tierra, del amor, de la vida ... El era slo un siervo, la bestia encarnecida, una cosa... un pedazo de carne esclavizada, sin derechos, sin honra, sin amor y sin nada! Y entonces, entre el asco de toda la mentira,

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de toda la cruel beja del mundo sinti ira, ira trgica noble de len provocado que se ha dormido libre y despierta enjaulado. Y oy que de l rean como de simple y bobo, De l que igual que un hombre estrangulaba a un lobo Ya no pudo ms Un da se alz contra el tirano y le arranc la vida. Con su plebeya mano se hizo justicia el siervo... Todos enmudecieron Ante el soberbio triunfo y estupefactos vieron cmo el pastor hirsuto, labraba bestia huraa, Con su mujer en brazos se volvi a su montaa Oh, Manelic Oh plebe que vive sin conciencia de tu vida oproviosa, que arrastras la existencia dcil al yugo innoble, que adormeces tu alma de hierro, en el marasmo de ignominiosa calma Oh Manelic, oh carne santa y pura del pueblo, carne abierta bajo el golpe del ltigo infamador; despierta Cuando entre la impudicia de los hombres te sientas, cuando en tu pecho el odio desate sus tormentas, cuando todo te nieguen y te insulten el orgullo, levntate y exige que te den lo que es tuyo Levntate. T eres la fuerza y el derecho Si te estrujan la vida, si te infaman el lecho,

si te pagan la honra con mezquino mendrugo. No envilezcas de miedo soportando al verdugo No lamas como un perro la mano que te ata haz pedazos los grillos, y si te asedian, Mata ! No temas nada y hiere, porque Dios es tu amigo y por tu brazo a veces desciende su castigo. Que la soberbia aleve halle tu brazo alerta, que a veces es justicia que la sangre se hierta Oh Manelic Oh plebe que vives en la altura Ven a la tierra baja, desciende a la llanura, y cuando aqu te arranquen en miserable robo Tu ilusin, que tus manos estrangulen al lobo Que lo fulmine el rayo que vibra en tus entraas, y despus, con lo tuyo, regresa a tus montaas . Alumno: _______________ Grupo: ________________

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Mejor no quiero vertesera tan sencillo Jos ngel Buesa


Mejor no quiero verte... sera tan sencillo cruzar dos o tres calles... Y tocar en tu puerta. Y t me miraras con tus ojos sin brillo sin poder sonrerme con tu sonrisa muerta. Mejor no quiero verte... porque va a hacerme dao pasar por aquel parque de la primera cita. Y no s si an florecen los jazmines de antao ni s quin es ahora la mujer ms bonita. Mejor no quiero verte... porque andando en tu acera sentir casi ajeno todo lo que fue mo. Aunque es slo una esquina donde nadie me espera y unos cristales rotos en un balcn vaco. S... seguir muriendo de mi pequea muerte de hace ya tantos aos el da que me fui pues por no verte vieja... mejor no quiero verte, pero tampoco quiero que me veas tu a m.

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El llanto del payaso Jem Wong


Re fuerte payaso re, No ves que a la gente no le importa tu pesar, Iluminada esta la gran carpa, es da de fiesta La funcin debe de empezar Luce gracioso y gentil Se siempre un amigo cordial Ponte la enorme nariz colorada Y tus zapatos de charol con cintas azuladas Seores de la audiencia Ya comienza la funcin Re fuerte payaso, re Vas por buena senda sigue No ves que todos te aplauden Magistrales arcos iris Sean hoy tus amplias sonrisas No viertas gotas de sangre Sobre el colorido traje No es momento de llantos, ni de congojas Lmpiate esos lagrimones No ves acaso que ensucian el piso Estpido payaso Sino te gusta vete es tu decisin A nadie le importa Tu orfandad o tus miedos. Llora solo por dentro ruiseor herido Que no te escuchen clmate A cuestas dices cargar toda tu pena Pero a la humanidad no importa Ese es solo tu problema Lloras por el candor, por la fe Lloras por la pureza, la lealtad La amistad, el amor, los sueos, la verdad Pero entiende payaso tonto

Aqu solo vienen a rer, solamente a rer Si te desgarras o te duele Finge amiguito que no nada pasa Las verdades por suerte Tienen de contraparte las mentiras Re fuerte payaso re No seas como la arena Mensajera de dolor y calamidad. Mira graban todo lo que dices, Te toman bellas fotos y las exhiben No te sientes un actor importante, Ves hay muchas pruebas sobre tu arte No llores tonto payaso Cosete la herida y esconde la pena Entiende a nadie le importas Solo quieren carcajadas y dulces Y globos, no quieren desgracias No buscan espantos, ni verdades Estas resultan siempre dolorosas Qu dices? Qu te duele? Qu te mueres? Y a quin le importa jaaaaaaaaa Re fuerte payaso, re Ya se abre el teln Recuerda tu acto en la cuerda floja Cae con fuerza eso les gusta

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Pjaros prohibidos Eduardo Galeano


Los presos polticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonrer, cantar, caminar rpido, ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pjaros. Didosk Prez, maestro de escuela, torturado y preso "por tener ideas ideolgicas", recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco aos. La hija le trae un dibujo de pjaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la crcel. Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de rboles. Los rboles no estn prohibidos y el dibujo pasa. Didosk le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los rboles, muchos pequeos crculos entre las ramas: Son naranjas? qu frutos son? La nia lo hace callar: Ssshhhhh Y en secreto le explica: Bobo no ves que son los ojos? Los ojos de los pjaros que te traje a escondidas.

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La cabeza del Raw Rubn Daro

vers colmado tu afn, pues s un cuento musulmn que sobre un amante versa, y me lo ha contado un persa que ha venido de Hispahn. IV

I Cuentos quieres, nia bella? Tengo muchos que contar: de una sirena de mar, de un ruiseor y una estrella, de una cndida doncella que rob un encantador, de un gallardo trovador y de una odalisca mora, con sus perlas de Bassora y sus chales de Lahor. II V Cuentos dulces, cuentos bravos, de damas y caballeros, de cantores y guerreros, de seores y de esclavos; de bosques escandinavos y alczares de cristal; cuentos de dicha inmortal, divinos cuentos de amores que reviste de colores la fantasa oriental. III VI Dime t: de cules quieres? Dicen gentes muy formales que los cuentos orientales les gustan a las mujeres; as, pues, si eso prefieres Luego, el altivo monarca, con rdenes imperiosas llama a todas las hermosas mujeres de la comarca Emprendi viaje el anciano; lleg, mir las estrellas; supo conocer en ellas las cuitas del soberano; y adivinando el arcano como viejo sabidor, entre el inmenso estupor de la cortesana grey, le dijo al monarca: ?!Oh Rey! Te ests muriendo de amor.

Enfermo del corazn un gran monarca de Oriente, congreg inmediatamente los sabios de su nacin; cada cual dio su opinin, y sin hallar la verdad en medio de su ansiedad, acordaron en consejo llamar con presura a un viejo astrlogo de Bagdad.

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que su podero abarca; y ante el viejo de Bagdad, escoge su voluntad de tanta hermosura en medio, la que deba ser remedio que cure su enfermedad. VII

que al verle baja la vista; el alma del Rey conquista con su semblante la hermosa, y agitada y ruborosa tiembla llena de temor cuando el altivo Seor le dice: ?Sers mi esposa. X

All ojos negros y vivos; bocas de morir al verlas, con unos hilos de perlas en rojo coral cautivos; all rostros expresivos; all como una urea lluvia, una cabellera rubia; all el ardor y la gracia, y las siervas de Circasia con las esclavas de Nubia. VIII

As fue. La joven bella de tez blanca y negros ojos, colm los reales antojos y el Rey se cas con ella. Feliz, dirs, tal estrella, Emelina? No fue as: no es feliz la Reina all la linda persa agraciada, porque ella est enamorada de Balzarad el raw. XI

Unas bellas, adornadas con diademas en las frentes, con riqusimos pendientes y valiosas arracadas; otras con telas preciadas cubriendo su morbidez; y otras, de marmrea tez, bajas las frentes y mudas, completamente desnudas en toda su esplendidez. IX

Balzarad tiene en verdad una guzla en la garganta, guzla dlcida que encanta cuando canta Balzarad. Vile un da la beldad y oy cantar al raw; de sus labios de rub brot un suspiro temblante... Y Balzarad fue el amante de la celestial hur. XII
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En tan preciada revista, ve el Rey una linda persa de ojos bellos y piel tersa,

Por eso es que triste se halla siendo del monarca esposa,

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y el tiempo pasa quejosa en una interior batalla. Del Rey la clera estalla, y as le dice una vez: ?Mujer llena de doblez: di si amas a otro, falaz.? Y entonces de ella en la faz surgi vaga palidez. XIII

y en lo horrible de su suerte, avariciosa de muerte ponzooso filtro apura. Fue el Rey donde la hermosura, y estaba all la beldad fra y siniestra, en verdad, medio desnuda y ya muerta, besando la horrible y yerta cabeza de Balzarad. XVI

?S ?le dijo?, es la verdad; de mi destino es la ley: yo no puedo amarte, Oh Rey! porque adoro a Balzarad.? El Rey, en la intensidad, de su ira, entonces, call; mudo, la espalda volvi; mas se va en su mirada del odio la llamarada, la venganza en que pens. XIV Al otro da la hermosa de parte de l recibi una caja que la envi de filigrana preciosa; abrila presto curiosa y lanz, fuera de s, un grito; que estaba all entre la caja, guardada, lvida y ensangrentada la cabeza del raw. XV En medio de su locura

El Rey se puso a pensar en lo que la pasin es, y poco tiempo despus el Rey se volvi a enfermar.

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El cristo de mi cabecera Rubn C. Navarro

Cuando sin amparo me dej en la vida

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Cuando estaba solo... solo en mi cabaa, que constru a la vera de la audaz montaa, cuya cumbre, ha siglos engendr el anhelo de romper las nubes... y tocar el cielo; cuando sollozaba con el desconsuelo de que mi Pastora - ms que nunca huraade mi Amor al grito nada responda; cuando muy enfermo de melancola, una voz interna siempre me deca que me morira si su almita blanca para m no fuera, le rezaba al Cristo de mi cabecera, porque me quisiera...! porque me quisiera...! .................................... Cuando nos unimos con eternos lazos y la pobrecita me tendi sus brazos y me dio sus besos y alent mi Fe; cuando en la capilla de la Virgen Pura nos bendijo el Cura y el encanto vino y el dolor se fue...; cuando me deca, loca de alegra, que su vida toda para m sera... le rezaba al Cristo de mi cabecera, porque prolongara nuestra Primavera...! ...Porque prolongara nuestra Primavera...!

y en el pobre lecho la mir tendida; cuando at sus manos, que mostraban una santa y apacible palidez de luna y cort su hermosa cabellera bruna, que en el fondo guardo de mi viejo arcn; cuando, con el alma rota en mil pedazos, delicadamente la tom en mis brazos para colocarla dentro del cajn; cuando muy enfermo de melancola, una voz interna siempre me deca que ya nada! me consolara, le rezaba al Cristo de mi cabecera, porque de mis duelos compasin tuviera...! ...porque de mis duelos compasin tuviera...! .............................................. Hoy que vivo solo... solo, en mi cabaa, que constru a la vera de la audaz montaa. cuya cumbre ha siglos engendr el anhelo de romper las nubes y besar el cielo; hoy que por la fuerza del Dolor, vencido, busco en mi silencio mi rincn de Olvido; mustias ya las flores de mi Primavera; triste la Esperanza y el Encanto ido; rota la Quimera, muerta la Ilusin... ...Ya no rezo al Cristo de mi cabecera...! Ya no rezo al Cristo ... que jams oyera los desgarramientos de mi corazn...! Alumno: _______________

Paquito Salvador Daz Mirn

me dice granuja, y escapo con miedo de que haya denuncia. Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Los otros muchachos se ren, se burlan, se meten conmigo, y a poco me acusan de pleito al gendarme que viene a la bulla; y todo, porque ando con tiras y sucias. Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Me acuesto en rincones solito y a obscuras. De noche, ya sabes, los ruidos me asustan. Los perros divisan espantos y allan. Las ratas me muerden, las piedras me punzan... Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Pap no me quiere.

Cubierto de jiras, al brego hirsutas al par que las mechas crecidas y rubias, el pobre chiquillo se postra en la tumba, y en voz de sollozos revienta y murmura: Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Qu bien que me acuerdo! La tarde de lluvia; las velas grandotas que olan a curas; y t en aquel catre tan tiesa, tan muda, tan fra, tan seria, y as tan rechula! Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Buscando comida, revuelvo basura. Si pido limosna, la gente me insulta, me agarra la oreja,

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Est donde juzga y rie a los hombres que tienen la culpa. Si voy a buscarlo, l bota la pluma, se pone muy bravo, me ofrece una tunda. Mam, soy Paquito; no har travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. Alumno: _______________ Grupo: ________________

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El brindis del bohemio Guillermo Aguirre y Fierro


Olvidaba decir que aquella noche, aquel grupo bohemio celebraba entre risas, libaciones, chascarillos y versos, la agona de un ao que amarguras dej en todos lo pechos. y la llegada, consecuencia lgica, del "feliz ao nuevo"... una voz varonil dijo de pronto: --Las doce, compaeros; Digamos el "requiescat" por el ao que ha pasado a formar entre los muertos. Brindemos por el ao que comienza! porque nos traiga ensueos; porque no sea su equipaje un cmulo de amargos desconsuelos... --Brindo dijo otra voz, por la esperanza que a la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, por la esperanza, nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestra camino. Brindo porque ya hubiese a mi existencia puesto fin con violencia esgrimiendo en mi frente mi venganza; si en mi cielo de tul, limpio y divino no alumbrara mi sino una plida estrella: Mi esperanza. --Bravo! dijeron todos, inspirado esta noche has estado y hablaste bueno, breve y substancioso. El turno es de Ral; alce su copa

En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno. Regocijadamente departan seis alegres bohemios. Los ecos de sus risas escapaban y de aquel barrio quieto iban a interrumpir el impotente y profundo silencio. El humo de olorosos cigarrillos en espirales se eleva al cielo, simbolizando al resolverse en nada, la vida de los sueos. Pero en todos los labios haba risas, inspiracin en todos los cerebros, y repartidas en la mesa, copas pletricas de ron, whisky o ajenjo. Era curioso ver aquel conjunto, aquel grupo bohemio, del que brotaba la palabra chusca, la que vierte veneno, lo mismo qu, melosa y delicada, la msica de un verso. A cada nueva libacin, las penas hallbanse mas lejos del grupo, y nueva inspiracin llegaba a todos los cerebros, con el idilio roto que vena en alas del recuerdo.

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y brinde por... Europa, ya que su extranjerismo es delicioso... --Bebo y brindo, clamo el interpelado; brindo por mi pasado, que fue de luz, de amor y de alegra y en el que hubo mujeres tentadoras y frentes soadoras que se juntaron con la frente ma... Brindo por el ayer que en la amargura que hoy cubre de negrura mi corazn, esparza sus consuelos trayendo hasta mi mente las dulzuras de goces, de ternura, de amores, de delicias, de desvelos, -yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente brote un torrente de inspiracin divina y seductora, porque vibre en las cuerdas de mi lira el verso que suspira, que sonre, que canta y que enamora. Brindo porque mis versos cual saetas lleguen hasta las grietas formadas de metal y granito, del corazn de la mujer ingrata que a desdenes me mata... Pero que tiene un cuerpo muy bonito! Porque a su corazn llegue mi canto, porque enjuguen mi llanto sus manos que me causan embelesos; porque con creces mi pasin me pague... vamos!, porque me embriague con el divino nctar de sus besos.

Sigui la tempestad de frases vanas, de aquellas tan humanas que hallan en todas partes acomodo, y en cada frase de entusiasmo ardiente, hubo ovacin creciente, y libaciones, y rer, y todo. Se brindo por la Patria, por las flores por los castos amores que hacen un valladar de una ventana, y por esas pasiones voluptuosas que el fango del placer llenan de rosas y hacen de la mujer la cortesana. Slo faltaba un brindis, el de Arturo, el del bohemio puro de noble corazn y gran cabeza; aquel que sin ambages declaraba que solo ambicionaba robarle inspiracin a la tristeza, Por todos estrechado, alzo la copa frente a la alegre tropa desbordante de risa y de contento; los inund en la luz de una mirada, sacudi su melena alborotada y dijo as, con inspirado acento: -Brindo por la mujer, mas no por esa en la que hallis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer desventurados!; no por esa que os brinda sus hechizos cuando besis sus rizos artificisosamente perfumados.
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Yo no brindo por ella, compaeros, siento por esta vez no complaceros,

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Brindo por la mujer, pero por una, por la que me brind sus embelesos y me envolvi en sus besos: por la mujer que me meci en la cuna. Por la mujer que me ense de nio lo que vale el cario exquisito, profundo y verdadero; por la mujer que me arrull en su brazos y que me dio en pedazos uno por uno, el corazn entero. Por mi Madre! bohemios, por la anciana que piensa en el maana como en algo muy dulce y deseado, porque suea tal vez, que mi destino me seala el camino por el que volver pronto a su lado. Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio vida, y ternura y cario; por la que fue la luz del alma ma, y llor de alegra, sintiendo mi cabeza en su corpio. Por ella brindo yo, dejad que llore, que en lgrimas desflore esta pena letal que me asesina; dejad que brinde por mi madre ausente, por la que sufre y siente que mi ausencia es un fuego que calcina. Por la anciana infeliz que sufre y llora; y que del cielo implora que vuelva yo muy pronto a estar con ella; por mi Madre, bohemios, que es dulzura

vertida en la amargura y en esta noche de mi vida estrella.. El bohemio call; ningn acento profan el sentimiento nacido del dolor y la ternura, y pareci que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente un poema de amor y amargura.

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Porque me quite del vicio Carlos Rivas Larrauri


No es por hacerles desaigre... Es que ya no soy del vicio... Astedes mi lo perdonen, pero es qui hace ms de cinco aos que no bebo copas, onqui ande con los amigos... Qu si no me cuadra?...Harto! Pa que he di hacerme el santito: he sido reteborracho; como pocos lo haigan sido! Perora si ya no tomo, manque me lleven los pingos! Dendi antes que me casara encomenc con el vicio; y, aluego, ya de casado tambin le tup macizo... Probecita de mi vieja! Tan gena siempre conmigo...! Por ms que lhice sufrir nunca me perdi el cario! Era una santa la probe, y yo con ella un endino; noms porque no sufriera llegu a quitarme del vicio, pero, poco dur el gusto, la de malas se nos vino y una nochi redepente, qued comun pajarito. Dicen que juel corazn... Yo no s lo que haiga sido; pero sento en la concencia que jue mi vicio cochino el quizo que nos dejara solitos a m y a mhijo, un chilpayate di ocho aos que quedaba gerfanito a led en qui hace ms falta la madre con sus carios!

Me sent disesperado de verme solo con mhijo... Probecita criaturita! Mal cuidado...mal vestido sempre solo...Ricordando al ngel quebia perdido! Entonces pano pensar golvi a darle recio al vicio, porque ponindome chuco, me jallaba ms tranquilo, y cuando yastaba briago y casi jueras de juicio, parece que mi dijunta taba all, junto conmigo! Al salir de mi trabajo miba yo con los amigos, y, aluego, ya a medios chiles, mercaba yo harto refino y regresaba a mi casa onde mi aguardaba mhijo; y all, duro!, trago y trago, hasta ponerme bien ptimo... Y aistaba la tarugada! Ya endinantes les he dicho lueguito va a mi vieja que llegaba a hablar conmigo y encomenzaba a decirme cosas de mucho cario, y yo, a contestar con ella, como si fuera dialtiro cierto lo questaba viendo, en tan mientras que mhijo si abrazaba a mi asustado dicindome el probe nio: Onde est mi mamacita? Dime on t, papacito... Es verdad que test hablando? Cmo yo no la deviso...? Pos qu no la ve, tarugo, vaye que li haga carios!

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Y el probecito lloraba y pelaba sus ojitos buscando ritiasustado a aquella a quen tanto quiso...! Una noche, al regresar destarle dando al oficio, llego y, al abrir la puerta, ay Jess, lo que deviso! Hecho bola sobre el suelo, taba tirado mi nio, risa y risa comun loco, y pegando chicos gritos... Qu te pasa?...Qu sucede...? Ti has gelto loco dialtiro...? Pero intonces, en la mesa, videl frasco del refino, que yo bia dejado lleno, enteramente vaco. Luego luego me di cuenta y me puse retemuino: Qui has hecho, escuincle malvado Ya bebites el refino...! Paqui aprendas a ser geno, voy a romperte lhocico...! Y luego con harto susto que lhizo golver al juicio, y con una voz di angustia que no he di olvidar, me dijo: No me pegues...no me pegues...! No soy malo, papacito. Jue pa ver a mi mamita como cuando habla contigo! Jue pa quella me besara y mhiciera hartos carios! Dendentonces ya no tomo onqui ande con los amigos... No es por hacerles desaigre, pero ya no soy del vicio...

Y cuando quiero rajarme porque siento el gusanito, de tomarme alguna copa, noms mi acuerdo de mhijo y entonces si ya no tomo manque me lleven los pingos...!

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