Lidia Falcon
Lidia Falcon
Lidia Falcon
como la prostitucin. Utilizando la ensea de la libertad se est haciendo creer a la sociedad que la prostitucin es una profesin libremente elegida por las mujeres que a ella se dedican. Lo ms penoso es que un sector del Movimiento Feminista defiende tal postura, con el argumento de respetar la libertad de las prostitutas y de proporcionarles los derechos y ayudas sociales de que carecen. Excluyendo aquellas que son objeto de trata y explotacin sexual, aseguran que muchas otras y obvian que la mayora estn traficadas por las mafias de la prostitucin- escogen libremente, y hacen hincapi en este trmino, un trabajo que les proporciona ms beneficios que los empleos manuales, mal pagados y rutinarios. Haciendo exclusin de que no hay mayor coaccin que la miseria, ante la que toda libertad de decidir queda abolida, los defensores de la libertad de prostituirse han elaborado un discurso falaz con el que estn convenciendo a gran parte de la sociedad, especialmente a los sectores ms jvenes, incluyendo a las muchachas, para que se acepte que la regulacin de la prostitucin traer beneficios a todos los concernidos por ella, especialmente a las prostituidas. Beneficios a los que se deben sumar los impuestos que el Estado podr cobrar de semejante oficio, convirtiendo con ello al Estado en un prostituidor.
La defensa de la prostitucin como postura progresista La aceptacin de los medios de comunicacin Nos encontramos en un momento histrico en que se produce un fenmeno impensable hace solamente cincuenta aos: Que se haya
permitido, con el beneplcito de todos los poderes sociales, que se lleve adelante una campaa de gran difusin entre los sectores polticos e intelectuales de nuestro pas para que se considere la prostitucin como un oficio igual a cualquier otro, perfectamente admisible socialmente, en razn de lo cual resulta imprescindible legalizar su ejercicio. Lo ms falso de esta campaa es que se considere progresista tal ideologa, teniendo en cuenta que durante milenios la sociedad patriarcal ha considerado la prostitucin como una institucin reconocida y necesaria, y en algunos momentos hasta sagrada, para que los hombres pudieran disfrutar de las mujeres a su libre albedro. Pero lo cierto es que hace cincuenta aos, e incluso treinta, en el seno del Movimiento Feminista, se crea que en poco tiempo se socavara las bases de la sociedad y del Estado patriarcal que mantiene el predominio de los hombres sobre las mujeres en todos los aspectos de la vida: econmico, poltico, cultural, familiar y sexual, y se abolira la prostitucin. Por el contrario, varias dcadas ms tarde, se ha creado una corriente de opinin muy fuerte, que va ganando terreno y aceptacin pblica, que pretende legalizar la prostitucin para retrotraernos a los tiempos medievales. Porque, maquillen como maquillen sus argumentos, los partidarios de la legalizacin no estn inventando nada. Los ardorosos defensores de la prostitucin no estn defendiendo una reforma moderna. Por el contrario, no dicen nada nuevo que no hubiera contemplado con anterioridad el Derecho Romano, en el que la prostitucin se hallaba regulada minuciosamente. Causa sorpresa comprobar que los argumentos que utilizan los pro legalizacin son los mismos que us Santo Toms para justificarla, aduciendo las necesidades sexuales de los hombres y la de la existencia de las cloacas de la sociedad.
Lo realmente moderno y avanzado es abolirla como estn haciendo en Suecia. No es una casualidad que tal medida se implante en el pas ms avanzado del mundo. A la organizacin patriarcal antigua se une, en el dominio que ejercen los hombres sobre las mujeres prostituidas, el ms descarado machismo. En las observaciones y estudios que he realizado puedo asegurar que ninguna de las mujeres que se encontraban sometidas a esa explotacin sexual lo haba escogido voluntaria y libremente como se pretende, ni se encontraban satisfechas con semejante esclavitud. Todas eran utilizadas por uno o varios chulos, todas eran expoliadas por el proxeneta y todas eran maltratadas por los clientes y por los macarras. Y utilizo el trmino de esclavitud conscientemente, a pesar de las crticas que provoca. La esclavitud no es una palabra, cuyo significado cabe en el diccionario de la Real Academia. La esclavitud es un estado humano, una situacin social, un drama que sufren millones de mujeres en el mundo entero, que consiste en vivir sometidas a la utilizacin y las vejaciones y humillaciones sexuales por parte de los hombres de cualquier edad, clase, condicin, estado fsico, veinte, treinta veces cada da, durante aos. Por ello, la ONU ha declarado que la nica esclavitud que subsiste hoy da es la prostitucin y el trfico sexual de mujeres y menores. No es cierto que sea la nica que subsiste, porque desgraciadamente sabemos que en muchos pases todava los seres humanos se compran y se venden, pero s es la nica esclavitud que puede ser legal. Como sucede ya en algunos pases, y por lo que temo pronto en el nuestro. La prostitucin es una explotacin fundamentalmente femeninaincluidas las nias-. Los hombres, muchachos y nios que se estn utilizando actualmente en este comercio, son afortunadamente un nmero mucho ms pequeo, y fundamentalmente homosexuales. Porque la
prostitucin es una explotacin sexual inventada, organizada y disfrutada por hombres, segn las normas del patriarcado. Por eso es tan antigua. Por eso el modelo actual sigue siendo mujer prostituida, hombre prostituidor. Y por eso, porque son los que detentan el poder y el dinero, son los hombres los que pagan y las mujeres las que se prostituyen para vivir.
La prostitucin no es un trabajo
Es fundamental, para analizar la cuestin, rechazar la categora de trabajo para esta explotacin. Como ha manifestado la ONU, la prostitucin no puede ser considerada un trabajo, porque carece del respeto y la dignidad que se merece el trabajo. La prostitucin no es un oficio, ni un empleo, ni una tarea. La prostitucin es una explotacin, la ms grave de todas porque afecta a lo ms ntimo del ser humano que es la sexualidad, porque reduce a las mujeres a la categora de objetos sexuales para satisfaccin y goce de los hombres. De hombres que disfrutan con tal clase de dominio. Es falaz que se defienda la prostitucin alegando que muchos trabajos son igualmente duros y que otros profesionales han sufrido momentos de escasez y de penosas condiciones de vida, al igual que las mujeres prostituidas. Lo que tales defensores no explican es por qu ellos mismos en esos momentos de graves dificultades econmicas no han resuelto sus problemas siendo prostitutas o chaperos en las calles o en los prostbulos. Porque esos y esas profesionales que se sienten tan liberales con las prostitutas lo son mucho menos consigo mismos. Conocen muy bien las diferencias que existen entre ser albail, limpiadora, camarero, dar clase, vender en una tienda, o dejarse violar analmente veinte veces cada
da. Tal actividad les parece aceptable para determinadas clases de mujeres y de hombres, siempre pobres, y abusadas o inmigrantes, pero de ninguna manera para ellos mismos. Son varios los mitos que se barajan actualmente acerca de la prostitucin. El primero es el de las ventajas econmicas de que disfrutan las mujeres prostituidas.
Muy insistentemente se repite el argumento de que las mujeres prostituidas deben ser consideradas como trabajadoras de cualquier otro sector de la produccin. Se alega que no slo es una buena fuente de ingresos, sino que con la prostitucin ganan ms dinero que en otras profesiones, lo que les permite vivir en condiciones econmicas desahogadas, comprar vivienda, disfrutar de mejor calidad de vida y darles a sus hijos una educacin esmerada. Es decir, ofrecen a la opinin pblica la imagen de que la prostitucin es una profesin lucrativa, que les ofrece a sus trabajadoras grandes oportunidades para disfrutar de abundancia econmica. Pero esta imagen es absolutamente falsa. Los que defienden esta clase de explotacin quizs puedan convencer a gente que se halle muy alejada del mundo de la prostitucin y que ignore completamente en que condiciones se desarrolla, pero lo cierto es que no hace falta ser un experto en el tema para saber que las mujeres prostituidas apenas disponen de dinero propio. La mayor parte de los ingresos que se obtienen con este trfico sexual van a parar a las manos de los chulos, proxenetas, de los empresarios de los burdeles, pubs, clubs de carretera, casas de masaje, y de
los macarras que dominan a las mujeres que han prostituido. Aquella que crea que puede ganarse la vida ejerciendo la prostitucin por su cuenta, que lo pruebe. Que salga a la calle y se site en una esquina para atraer a los hombres, que es lo ms barato, para ello no hace falta ninguna inversin ni montar un establecimiento adecuado, y comience a llamar a los clientes. Antes de media hora habr aparecido un chulo y la habr conminado agresivamente a que responda a preguntas como stas: Cmo ests t aqu? Yo no te conozco. T, por cuenta de quien trabajas?, Dnde est tu chulo? Dnde est tu amo? Con nosotros no ha hablado. Dile que venga a hablar conmigo, porque esta esquina es ma. Si lo hace en un local cerrado, por su cuenta, en pocos das recibir la visita del chulo que domine el barrio. En algunos pases, donde la persecucin de la prostitucin se ha tomado en serio, algunas mujeres polica se han disfrazado de prostitutas y apostado en la calle. Pretendan conocer la organizacin mafiosa y llegar hasta los capos que dominaban aquel barrio o aquel lugar de la ciudad. Pues, bien, los matones al servicio de la mafia han secuestrado y hecho desaparecer a las que lo han intentado sin proteccin. En el caso de las mujeres policas, stas suelen tener proteccin de sus compaeros. Las vigilan desde algn coche cercano, y en algunas ocasiones incluso han podido detener a los intermediarios, que son, naturalmente, los de ms baja categora. Pero se han producido casos en que esa proteccin ha sido ineficaz y ha desaparecido la mujer que ha intentado hacer de gancho. Las mujeres prostituidas tienen apenas lo suficiente para su subsistencia. Los proxenetas no les dan ningn dinero. Se est engaando a la opinin pblica asegurando que las mujeres prostituidas perciben ingresos mensuales muy superiores a los de las obreras, mujeres de limpieza o secretarias, incluso que pueden llegar a
ganar grandes cantidades de dinero. Resulta penoso pensar que haya quien pueda creer que las prostitutas en los burdeles, en las casas de masajes, en los puticlubs de carretera, en los pubs y cabarets van obtener ingresos muy sustanciales. Por el contrario, la inmensa mayora de las prostituidas no perciben dinero alguno de sus proxenetas, chulos y macarras que son sus secuestradores. El dinero lo reciben, naturalmente, los proxenetas, y son ellos y sus gorilas los que controlan totalmente a las mujeres, porque si no lo hicieran una buena parte de ellas huiran de su tutela. A las que estn encerradas en locales determinados, los propios guardianes les compran los cosmticos, la ropa interior y otros aditamentos que necesitan para su tarea. Muchas veces las mujeres ni siquiera disponen de ropa normal. No tienen vestidos que puedan usar en la calle, sino nicamente batas trasparentes, tangas, lencera fina, zapatos de tacn alto, porque nunca pueden salir a la calle. De esto la prensa ha informado cuando alguna ha podido escaparse. En casos excepcionales la mujer que ha huido por una ventana o ha salido con el auxilio de algn cliente, ha aparecido en la calle o en la comisara de polica vestida en ropa interior, porque era la nica ropa que tena. La campaa por la legalizacin Claro que siempre es fcil calumniar e insultar al mensajero cuando lo que informa no agrada. Por los comentarios de los defensores de la legalizacin dirase que las condiciones en que viven las prostitutas son un invento de los periodistas. Forma parte de la campaa de legalizacin, con la intoxicacin que produce en los nimos crdulos y en la gente desinformada, que se afirme que en los hoteles y clubs de alterne no se explota a las mujeres, no se les cobra un porcentaje y no se les obliga a rendir un dinero determinado. Es
tambin una falacia afirmar que las mujeres se van de esos hoteles porque tienen unas condiciones que no les gustan y que el secuestro a que se las somete para que paguen el rescate, se limita a que tienen contrada una deuda y los dueos de los locales no quieren que lo abandonen hasta que no la tengan pagada. Incluso se compara con la deuda que cualquier banco quiere cobrar. Sera bueno averiguar si algn director de banco le cobra la hipoteca de su casa a alguna cliente en servicios sexuales. En esta curiosa interpretacin del rescate de la prostituta influye el machismo que est rigiendo la polmica que sostenemos sobre el tema, ya que nadie pone en duda que existe un mercado de trabajadores que son extorsionados por las mafias de la trata de personas, y todos creemos firmemente en lo que los medios de comunicacin nos informan acerca de los exorbitantes rescates que pretenden los secuestradores. nicamente cuando se trata de mujeres se pone en duda la coaccin y el abuso. Lo cierto, que conoce todo el mundo de un extremo a otro del planeta, aunque los defensores de la prostitucin lo nieguen, es que a las mujeres recluidas en los clubs, especialmente extranjeras, se les retienen el pasaporte, se les quita la documentacin para que no puedan moverse, se las asla de su familia o de los amigos o de quienes puedan ayudarlas, y la norma general es trasladarlas continuamente de un lugar a otro de tal modo que tampoco puedan hacerse amigas de las otras compaeras de desgracia, ni trabar relacin habitual con algn cliente, que quiz pudiera ayudarlas. Tanto en la esquina de una calle o en los parques y en las casas de masaje, la estrategia es ir intercambindolas continuamente. Cuando alguna de ellas, y bien pocas son las que lo logran, se ha liberado de esta esclavitud han contado que no han estado ms de mes y medio o dos meses en cada sitio. Pero no precisamente por su gusto.
Como es peligroso para los chulos mantener a las mujeres en el mismo sitio, incluso algn cliente puede apiadarse de alguna, las cambian continuamente, disponiendo de ellas como mercanca, que es lo que son para sus explotadores. Y si protestan las apalean, y cuando intentan rebelarse las matan. Entre las mujeres asesinadas en nuestro pas cada ao un nmero significativo de las que se conocen eran prostitutas. Las condiciones laborales Situmonos, por tanto, ante la perspectiva de legalizar la prostitucin. Siguiendo las normas vigentes laborales debemos contemplar las condiciones del contrato de trabajo y del convenio colectivo de ese sector. El Estatuto de los Trabajadores, los contratos de trabajo y los convenios colectivos de las diversas profesiones, establecen las actividades de cada categora profesional, sus deberes y derechos. Debemos preguntarnos, en consecuencia, cuales sern las condiciones que se debern estipular en el contrato de trabajo de las mujeres prostituidas, y en el que debern constar determinadas puntualizaciones necesarias: Las horas que debern dedicar las prostituidas a soportar relaciones sexuales no precisamente escogidas por ellas, el nmero de hombres que tendrn que recibir cada da, las remuneraciones que percibirn contadas por horas, por la cantidad de hombres o por la diversidad de actividades sexuales. As, es de suponer que la que deba atender a 20 hombres ganar menos que la que lo haga con 40 y ms que la que cuente 10. Acaso estipularn que las que se sometan a un coito anal cobrarn ms que cuando soporten un coito vaginal. Quiz el coito bucal ser ms barato, y me despierta la curiosidad conocer a cunto se cotizar el sadomasoquismo. Finalmente, a qu precio se sealar cada servicio normal en las casas de lenocinio normales? cal ser la escala de salarios que se le aplicar?, la ms baja correspondiente a la de la mujer de
limpieza, dada la innecesariedad de cualificacin profesional? O se tallar y pesar a las mujeres como al ganado, o se las escoger en concurso pblico, una variante del antiguo mercado de esclavas, segn la edad y las caractersticas fsicas. En definitiva, pienso que si una mujer prostituida ha de cobrar igual o parecido precio que la mujer de limpieza por hora de trabajo, y las tareas que se le exigen son las que ya sabemos, sin duda ser mucho mejor dedicarse a la limpieza. Tambin debemos precisar si las mujeres prostituidas dispondrn de los servicios generales de los dems trabajadores, de tal modo que el momento en que se encuentren en paro podrn ir al INEM a solicitar un empleo en un burdel o a pedir el ingreso en otro diferente, y el INEM deber tener una bolsa de trabajo entre las ofertas se puedan plantear. En consecuencia, dentro de esta hiptesis, cabe la posibilidad de que a cualquier mujer que se encuentre en el paro, aunque previamente haya trabajado siempre en fbricas u oficinas, se le podr ofrecer el empleo en un burdel. Si no tiene trabajo en el sector en que se ha formado, puede sin embargo ser prostituta. Y si rechaza semejante oferta se la podr eliminar de las listas y de los beneficios del paro. Otro aspecto de la cuestin: las prostitutas, debern poseer formacin profesional? Tendremos que instalar centros de enseanza de prostitutas, y las nias cuando terminen la enseanza primaria a los 14 o 15 aos, podrn ir all aprender las mejores formas de satisfacer la sexualidad de los hombres que las paguen? Siempre que se sea ms experta se podr ganar ms dinero. Las consecuencias Y cuales seran las consecuencias para los nios y las nias hijos de las prostitutas? Hasta ahora las vctimas de esta explotacin- estigmatizadas
como dicen- ocultaban a sus hijos sus actividades. Les matriculaban en colegios donde no se conoca su situacin y los nios no podan comentar con otros compaeros lo que haca su madre. A partir de la legalizacin esta ocultacin no ser necesaria, puesto que se tratar de un empleo como otro cualquiera. Por tanto sus hijos irn a colegios donde se encontrarn con compaeros que comentarn las circunstancias en que sus padres desarrollan su trabajo, y los que tengan una madre prostituida podrn explicar, como una condicin normal de sus actividades: Ayer mam lleg muy cansada porque tuvo que hacer diez coitos anales y despus le dola tanto el culo que no poda sentarse, O casi no pudo comer de tantas mamadas como le pidieron anoche. Eso, y otras cosas peores, es lo que queremos que digan y oigan nuestros nios? Esa es la sociedad que queremos? Un negocio para todos: empresarios y trabajadoras. La libertad como supuesto indiscutible de este contrato de trabajo. La prostitucin nicamente es un negocio rentable para los empresarios. En este caso la plusvala es inimaginable. Porque no se puede calcular el beneficio en trminos de produccin de bienes. Aqu no se trata de produccin de bienes ni de servicios. Estamos hablando de entregar toda la persona, como en la esclavitud. Porque el cuerpo y la sexualidad es la persona misma y no un trozo de la misma. En tal sentido, mucho mejor que yo, Carlos Pars analiza, en la revista PODER Y LIBERTAD, la identificacin de cuerpo con identidad personal. Como dice el profesor Pars La mujer comprada se resigna a una funcin de objeto que se entrega. Simple cuerpo a disposicin de quien posee el dinero que ella necesita o anhela. Y ms all de ambos trminos, cliente y prostituta, semejante situacin es globalmente infamante para la sociedad que la
mantiene en cuanto refleja las relaciones de dominio patriarcal en su nivel ms primario y normaliza una clara explotacin. Cuando se afirma que las mujeres contratan con total libertad, estamos hablando de la libertad de quien no posee nada ms que su cuerpo para ser explotado. El 99% de las prostitutas, como nos ensean todas las estadsticas mundiales, son pobres. Condicin sta que hasta los legalistas aceptan. En realidad, excepto algunos personajes de ficcin de ciertos escritores y cineastas que acunan inverosmiles fantasas y las vuelcan en sus creaciones, como Buuel en Belle de Jour, aquella pelcula completamente estpida acerca de una seora de la burguesa que viva muy bien en un ambiente refinado con un marido rico, pero a la que le gustaba ser prostituta, y se disfrazaba de tal por las tardes en un burdel; excepto, digo, en ese escenario, producto de las fantasas masculinas de determinados perversos, y seguramente frustrados sexualmente, varones, nadie puede imaginarse que se sea prostituta por vocacin, ni por aficin. Qu libertad es la que poseen mujeres que no tienen qu comer, que no pueden alimentar a los hijos o, que, en tantsimos casos, han sido ya violadas por los hombres de su entorno desde la infancia o desde la pubertad, o que son maltratadas y apaleadas por los hombres de su familia, padre, novio, marido, amante, que tantas veces son los chulos que las explotan? O la de las emigrantes, lanzadas por la miseria a la aventura de la bsqueda de otra situacin econmica en un pas extrao, abandonando patria, familia, amistades, para encontrarse solas, sin recursos y perseguidas por las leyes de extranjera? Y esa es, digan lo que digan, la historia habitual de la prostitucin. Como dice el filsofo Pars y aun en los casos reducidos en que no se producen tales extremos es preciso reconocer que una mujer que ejerce la prostitucin para proporcionarse bienes superfluos o elevar su nivel de
vida est afirmando su inferioridad y dependencia econmica respecto a los hombres a quienes se entrega. El 99 % de las mujeres son pobres, estn humilladas, han sido vejadas en su dignidad de persona. No se consideran por tanto iguales a las otras ms afortunadas. Y nuestra sociedad, cuando legalice la prostitucin, seguir sin considerarlas dignas de compararse con las mujeres decentes. El estigma El estigma, que los legalistas aseguran que marca a las prostitutas por los prejuicios religiosos o clasistas que imperan en nuestra sociedad, es precisamente el que imponen ellos a las mujeres que consideran buenas para ser prostituidas. Porque ninguno de los padres ni maridos ni hermanos ni hijos de buena familia desea que sus hijas, su esposa, su hermana o su hija se dediquen a la prostitucin, ni tampoco ninguna de las mujeres que se consideran decentes tienen semejante horizonte entre sus expectativas. Todos ellos y todas ellas, se consideran a s mismas diferentes a las otras, a aquellas que s pueden, y a lo mejor deben, dedicarse a la prostitucin. La legalizacin no resolver ninguna de estas lacras
La legalizacin no resolver ninguno de estos problemas. La campaa de la legalizacin ha sido promovida por las mafias de la prostitucin, que existen desde hace ms de un siglo y que en el Chicago de los aos 20 del siglo XX, el crimen organizado mont la red de trfico de mujeres que se extiende al mundo entero, y del que fue promotor Lucky Luciano, llamado el rey del prostbulo. Esas mafias lo que pretenden es que las legislaciones de los pases desarrollados, en los otros son ellos los que imponen las leyes, no les persigan. No enfrentar ms el riesgo de que
algunos de sus esbirros sean encausados y a veces encarcelados, y ahorrarse el dinero que ahora les suponen las mordidas y los sobornos. No crean que los impuestos les saldrn ms caros, porque ahora pagan los de los hoteles, clubs, cafeteras, pubs, etc. y adems los sobornos a policas, jueces, polticos, etc. Las violaciones de las prostitutas se seguirn produciendo, porque todos, chulos y clientes piensan que para eso estn, y la violencia, el desprecio y las humillaciones seguirn siendo el reglamento de personal de esas mujeres. Lo que pretenden los proxenetas es la total impunidad. Ni denuncias, ni investigaciones, ni molestias de los vecinos ni admoniciones moralistas de las feministas. Lo mismo pretenden los traficantes de drogas. Las dos mafias quieren convertir nuestro pas en el paraso de la droga y la prostitucin. Y nosotros debemos responder a la pregunta, ese es el pas que queremos? Al parecer s. Segn la gua sobre la trata de personas con fines de explotacin sexual elaborada por la Asociacin de Prevencin, Reinsercin y Atencin a la Mujer Prostituida (APRAM) y editada por el Ministerio de Sanidad, Poltica Social e Igualdad, Espaa es el primer pas de la Unin Europea en consumo de prostitucin. Un 39% -principalmente varones 35 y 55 aos- han demandado estos servicios alguna vez en su vida. Le siguen a mucha distancia Suiza, donde el 19% de los hombres ha pagado por utilizar el sexo de las prostitutas; Austria con un 15%, Pases Bajos donde son el 14% y Suecia con una tasa del 13%.
La dignidad humana. La ltima reflexin que hay que hacer es sobre la dignidad humana. Parece que cuando se trata del tema de la prostitucin no hay posibilidad de hablar de Dignidad Humana. Slo se habla de dinero. Slo se habla de lo que es ms rentable econmicamente. Suponer que los servicios sexuales se pueden vender igual que se venden los zapatos, igual que se vende cualquier objeto, forma parte del pensamiento moderno que ha llevado a la confusin mental que padecemos en nuestra sociedad. Hay quien asegura que ha realizado una investigacin con las propias prostitutas y ellas le han asegurado que no se sienten ms indignas por el hecho de ejercer la prostitucin, que en realidad se es igual de explotado y se sienten tan dignas siendo marisqueras que prostitutas. Pero resulta que de tal modo piensan slo las mujeres. Si a los hombres se les presenta la alternativa de ser mineros, carpinteros, albailes o prostitutos, ninguno tendr ninguna duda de cual de estas profesiones hiere su dignidad humana. De esta comparacin se deduce que las mujeres no tienen dignidad. Sabamos por la larga historia de la inferioridad de la mujer que ellas no tienen honor. Las mujeres slo disfrutan del honor del marido, del padre, del hombre que las compra, que las posee. Esto es as en la organizacin patriarcal de la sociedad, y as se mantiene en la moral tradicional. Desde la Biblia donde la mujer pertenece al hombre y es slo la hija de, la hermana de, la esposa de. Y ms tarde, en el mundo medieval y en los cdigos de honor de la caballera andante se mantiene la misma ausencia de personalidad de la mujer. Pero que esta inanidad de la dignidad de las mujeres se plantee en el da de hoy, despus la Declaracin de Derechos Humanos de la ONU de 1948, y de la Declaracin de Derechos de la Mujer
y de que se creara el Comit de No Discriminacin Contra la Mujer, y de la aceptacin universal de la igualdad de todas las personas, verdaderamente anacrnico y terrible. Las mujeres no tienen ms dignidad que la que los hombres les confieren. Por lo tanto a aquella mujer que desempea una profesin decente y se halla inserta en un mundo habitualmente ordenado, le han concedido la dignidad los hombres que dirigen esa sociedad. Y las prostitutas no la tienen, porque los hombres que son sus prostituidores no se la conceden. Pero esta escala de valores, esta estratificacin patriarcal y medieval de las mujeres no se puede aceptar desde el feminismo. No se puede aceptar una semejante concepcin de valores humanos en nuestra sociedad. Porque, de ser as, querremos que nuestras hijas se dediquen a la prostitucin? Alguno de los que defienden la legalizacin, lo hara?, entregara a sus hijas a un proxeneta? O las que aseguran que es una trabajo como otro cualquiera, en un momento de dificultades econmicas, se habran dedicado a la prostitucin? O habran inducido a hacerlo a su madre o a su hermana, para salir de un bache econmico? Esa distincin entre lo que desean para ellas y sus seres queridos y lo que reservan para las otras significa que todava hay dos clases de mujeres. Y, en definitiva, queremos que nuestros hijos sean clientes de la prostitucin?, queremos una sociedad en la que los hombres vayan a los burdeles los fines de semana, como esos jvenes que he entrevistado? Estas son las preguntas fundamentales que tenemos que hacernos en el momento actual. Se habla de un debate abierto sobre el tema para que la sociedad est informada, antes de decidir si aceptamos la prostitucin. Es cierto que la parece
sociedad tiene que estar informada, y tiene que analizar todo lo que estamos diciendo aqu. Y tenemos que pedirle a los sectores que pueden reflexionar, que lo hagan y que busquen respuestas a tantas preguntas. Observo que slo se preocupan del tema aquellos que estn volcados a defender la prostitucin y, sospecho, que en el sector masculino la mayora de ellos deben de ser clientes de burdeles. Pero los que no, parecen que no dan importancia al fenmeno y no han participado, todava, en esta reflexin. Y sin embargo, nos estamos jugando, para el futuro una sociedad sin principios, sin normas, sin dignidad humana. Por lo tanto, aunque en el debate que se pudiera entablar, y pongamos con mucho optimismo que fuera muy sincero, muy abierto y con todos los datos, la ciudadana decidiera que la prostitucin se debe aceptar, seguira siendo inaceptable. Porque en las cuestiones de dignidad humana y de moral no siempre tiene razn la mayora. Como se demostr durante varios siglos en el debate por abolir la esclavitud y el racismo. Luchar contra la indignidad, luchar contra la explotacin de los seres humanos, luchar contra la opresin, ha sido la tarea, a veces de una vanguardia pequea, de gente esforzada, de gente que muchas veces ha sido vctima de esa lucha, perseguida por su defensa de la libertad, de la igualdad y de la dignidad. Pero sin embargo, tenan razn. Llamar utpicos a los que defienden esos principios, como si se les insultara, resulta ridculo. La utopa del siglo XVIII es la realidad de hoy. La democracia, la declaracin de los derechos humanos, las leyes protectoras de los trabajadores, de las mujeres, de los nios, la abolicin de la esclavitud, de la pena de muerte, fueron las utopas de los siglos que nos precedieron, y sus defensores ridiculizados, perseguidos, marginados y hasta torturados y asesinados. Pero tenan razn.
Y sea quien sea el que decida que se tiene que aceptar la prostitucin, esa infame actividad y tal infame comercio, el feminismo seguir defendiendo que es inaceptable. Plantear que para que contine nuestra sociedad como est, tenga que existir un sector de mujeres, y tantas veces de nios y de hombres, que sean explotados sexualmente, seguir siendo inaceptable. La utopa de hoy, es decir, el deseo de que exista una sociedad igualitaria en la que no se discrimine a nadie por su sexo, y en el que los hombres y las mujeres vivan armnicamente realizando su sexualidad en libertad y gratuidad, ser la realidad de maana.