Bolivia-Un País Muerto
Bolivia-Un País Muerto
Bolivia-Un País Muerto
Con la libertad de expresión y opinión que, en teoría nos garantiza la CPE, al igual
que muchos ciudadanos, antes y ahora, expongo mis reflexiones sobre un país y
un estado nacional que nunca terminó de nacer pero que, en mi percepción, hoy
está muerto.
Son muchas y complejas interrogantes que han pretendido ser explicadas de una
y mil maneras y sobre cuyos detalles resulta irrelevante seguir debatiendo, para
indagar más bien en las causas de fondo, en las actitudes, comportamientos e
intenciones y explorar las posibilidades reales de crear uno o varios países para
las células vivas que aún habitan este organismo muerto.
Si fuera cierto el 10% de los grandes logros que pregonan en sus gigantescas
campañas publicitarias, seguramente Bolivia estaría muy próxima a los niveles de
desarrollo de los países del primer mundo y no necesitaríamos cumbres, diálogos,
reencuentros ni pactos.
Por otra parte, una sociedad que tiene a más del 80% de su población en el más
absoluto desamparo y subsiste en condiciones de miseria infrahumana, con
cientos de miles de niños trabajadores, (en las minas hay 120.000 niños
trabajando), que viven en las calles mendigando, que se alimentan de clefa y
Escrito en 1993, pero sigue igual en el 2010
prostitución, que viven en cárceles por delitos que pueden o no haber cometido
sus progenitores, que no tienen acceso a los servicios básicos, cuyo presente es
una pesadilla y que han perdido el futuro irremediablemente, para quienes no
existen derechos humanos ni de ninguna naturaleza, pues mientras no logren la
hazaña de llegar a la edad de ser electores, no son atractivos ni interesan a los
políticos, a los partidos, ni siquiera a las elegantes y ponderadas instituciones que
supuestamente defienden los derechos humanos.
¿Qué milagro tendría que acontecer para que un nuevo pacto o contrato social
vaya a cambiar en algo una realidad que no pudo modificarse con 18
Constituciones, que los poderosos de turno siempre las (in)cumplan según sus
intereses corporativos o personales y solo nos vendan ilusiones que el pueblo
debe pagar en género y en especie?.
La sociedad boliviana en su conjunto atraviesa por una gran crisis de valores. Más
allá de cuestiones étnicas, culturales o de cualquier otra índole, hay una fractura
irreversible entre el mundo occidental y oriental, en la que virtualmente es
imposible encontrar puntos de encuentro, ni siquiera de coexistencia.
Escrito en 1993, pero sigue igual en el 2010
Se distinguen claramente tres niveles: el primero, que responde a los intereses de
todo tipo de los propietarios de los medios, el segundo, subordinado al primero, de
la Dirección y Redacción y el tercero, de los periodistas, el más vulnerable y
supeditado a los dos anteriores. Los periodistas y líderes de opinión pública que
han incursionado en política, cada vez nos demuestran que lo que pregonaban
locuaz y elocuentemente con su palabra, su discurso o su carisma, cambiaba
radicalmente cuando accedían a ese poder con el que muchas veces eran
ácidamente críticos.
Todo esto resulta más lamentable al contribuir a que los medios de comunicación
que, más que respeto y credibilidad, generan temor, desorientación e
incertidumbre y que, como ya se han constituido en el Poder sobre el Poder, salen
en defensa o en ataque irreductible de sus afiliados. ¿Cómo es posible que entre
los propios periodistas se lancen adjetivos o juicios de valor categóricos, como
sostener que unos son intachables, de ética indudable, mientras otros son
igualmente descalificados, cuando debería ser la opinión pública la que la que
pueda, por lo menos, apreciar las conductas y actitudes, los errores y aciertos, dar
o no credibilidad a los medios o a los periodistas o a cualquier persona en función
pública?.
Fariseos de salón. Todos los días y de una y mil maneras se violan los derechos
humanos, se ultraja, se abandona y se hace sufrir lo insufrible a cientos de miles
de personas, pero esto pasa totalmente desapercibido en los elegantes salones,
en los que la aristocracia y plutocracia criollas compiten por sobresalir y exhibirse
sin ningún pudor en actos sociales de una elite que, turnándose en oficialismo u
oposición o repartiéndose cargos e instituciones, lleva un nivel de vida que no
tiene nada que envidiar al que se desarrolla en las principales capitales del
mundo.
Sin embargo, los grandes responsables de toda esta tragedia política y social,
somos los propios bolivianos, que incapaces de reaccionar, adoptamos posiciones
pusilánimes, carentes de solidaridad, indiferencia total ante los problemas que
afectan el bien común, falta de civismo y amor por el terruño, un no importismo
absoluto y un silencio cómplice casi sadomasoquista y socialmente suicida.
Por ello, el o los países que tengan que crearse sobre el descalabro y los restos
mortales de lo que quiso y no pudo ser Bolivia, requiere un profundo cambio de
actitud en las personas, para que se establezcan instituciones sólidas, eficientes y
que funcionen efectivamente, un reordenamiento territorial y administrativo total,
pero sobre todo, que se respeten y cumplan las leyes, a las cuales deben
someterse gobernantes y gobernados para tener un verdadero estado de derecho
Escrito en 1993, pero sigue igual en el 2010