Creencias y Prejuicios en Peirce y Gadamer

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Creencias y prejuicios en la filosofa contempornea:


C. S. Peirce y H. G. Gadamer
Por Nicols Martnez Sez
Resumen
El presente trabajo pretende establecer las semejanzas y diferencias en las filosofas
de C. S. Peirce y H. G. Gadamer, y con particular inters, en las crticas que ambos
autores realizan al fundacionalismo cartesiano y a la denostacin de los prejuicios
mantenida por la Ilustracin A modo de conclusin se compararn cuestiones tratadas
por ambos filsofos en relacin al mtodo, la comprensin del otro, la posibilidad de la
libertad humana y se afirmar la idea de que tanto Peirce como Gadamer siguen siendo
ilustrados al considerar la labor filosfica como una bsqueda abierta, revisable e
ilimitada de la verdad.

Breve introduccin
Una de las principales crticas que filsofos y pensadores contemporneos han
realizado a la filosofa moderna se asienta en el cuestionamiento a la autonoma de la
razn, a la posibilidad de pensar por uno mismo sin ningn tipo de tutela o
sometimiento a autoridad alguna. En Qu es la ilustracin? (1784), I. Kant lleva a
cabo una defensa de la autonoma de la razn que tiene como lema la famosa frase:
Ten el valor de servirte de tu propia razn!. En Crtica del juicio (1790), Kant carga
contra los prejuicios al afirmar que la tendencia a una razn pasiva, y por lo tanto, a la
heteronoma de la razn se llama prejuicio, y el mayor de todos ellos es el de la
supersticin, o sea, el imaginarse no estar sometido a leyes en que se apoya el
entendimiento a base de su propia ley esencial. El programa de la Ilustracin es, para
Kant, el emanciparse de la supersticin que nos sume y nos exige la necesidad de ser
guiado por otros (Kant, 1961, pg. 146).
Con este marco terico, dos filsofos contemporneos, provenientes de distintas
tradiciones filosficas, el estadounidense Charles S. Peirce (1839-1914) y el alemn
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Hans-Georg Gadamer (1900-2002), se han mostrado escpticos con respecto al ideal
moderno de un pensamiento libre de prejuicios y de un punto de partida indubitable y
certero para el conocimiento. Peirce considera que los hbitos guan nuestros deseos y
nuestras acciones, y son el soporte mismo de la investigacin cientfica. Gadamer
enfoca sus crticas al prejuicio ms notable de la Ilustracin: el prejuicio de eliminar
todos los prejuicios, y considera que es imposible la reflexin transparente libre de
prejuicios.
Asumiendo la dificultad que conlleva la comprensin de los artculos peirceanos
publicados a lo largo de su desarrollo intelectual, se tendr como gua para la lectura la
clasificacin de sus cuatro perodos de pensamiento sealados por Karl-Otto Apel en El
camino del pensamiento de Charles S. Peirce (1975)
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. Adoptando tales criterios de
divisin, el trabajo centrar fundamentalmente su anlisis en dos artculos que se
inscriben dentro del segundo perodo de Peirce y que son considerados las partidas de
nacimiento del pragmatismo: La fijacin de la creencia (1877) y Cmo esclarecer
nuestras ideas (1878). Adems se tendr en cuenta las consideraciones de su cuarto y
ltimo perodo en donde desarrolla la famosa idea del sentido comn crtico, en el
artculo Temas del pragmaticismo (1905).

Hbito y verdad en Charles S. Peirce
En uno de sus primeros textos filosficos, El espritu del escolasticismo (1869),
Peirce rescata el valor del espritu del escolasticismo al considerar que el pensamiento
medieval supona que tanto la autoridad como la razn eran dos mtodos coordinados
para llegar a la verdad, y aunque la originalidad del pensamiento no fuese muy
admirada en aquellos siglos, los escolsticos fueron minuciosos y concienzudos en el
tratamiento de cualquier cuestin que se les presentara, dando a cada idea miles de
vueltas en la cabeza. Peirce seala que tales caractersticas no se encuentran en los
filsofos modernos que al parecer trabajan aislados y desoyendo las ideas de sus pares.
Por lo tanto, el espritu de los filsofos modernos, se contrapone al espritu escolstico o

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Karl-Otto Apel seala cuatro perodos en el pensamiento de Peirce: Primer perodo (de 1855 a 1871),
Segundo perodo (de 1871 a 1883), Tercer perodo (de 1883 a 1893 o 1902) y Cuarto perodo (de 1898 o
1902 hasta 1914).
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al del hombre de ciencia, que es un espritu impulsado por la bsqueda minuciosa de la
verdad.
En su segundo perodo, segn la clasificacin apeliana, cuando escribe La fijacin
de la creencia (1877), Peirce rescata el papel de la imaginacin en las investigaciones
cientficas que a partir de la modernidad han logrado conjugar razn y experiencia. El
objeto del razonar, explica Peirce, es averiguar algo que no conocemos a partir de lo que
ya conocemos, y lo que nos lleva a extraer una inferencia ms bien que otra es un cierto
hbito de la mente, constitucional o adquirido, que puede ser bueno o malo dependiendo
si nos lleva a conclusiones verdaderas o a conclusiones falsas. As pues, el hbito es el
soporte de nuestro conocimiento acerca del mundo.
Peirce reconoce la existencia de dos estados mentales, el de la duda y el de la
creencia, y donde es posible el paso de uno a otro sin alterar el objeto del pensamiento.
Adems de la desemejanza entre la sensacin de dudar y la de creer, para Peirce hay una
diferencia prctica:
Nuestras creencias guan nuestros deseos y conforman nuestras acciones
(Peirce, 1988)
Por un lado, el estado de creencia otorga un sentimiento de seguridad, tranquilidad
y satisfaccin por el establecimiento de un hbito que determinar nuestras acciones. No
deseamos eludir o cambiar el estado de una creencia por otra cosa:
[] nos aferramos tenazmente no meramente a creer, sino a creer precisamente
lo que creemos (Peirce, 1988).
Peirce indica tres propiedades de la creencia: (i) es algo de lo que nos percatamos
inmediatamente; (ii) apacigua la irritacin de la duda e (iii) involucra el asentimiento de
una regla para la accin, es decir, un hbito. La esencia de la creencia, viene a decir el
filsofo, es el asentamiento de un hbito, y las diferentes creencias se distinguen por los
modos de accin que se siguen. Si las creencias apaciguan la misma duda y producen
las mismas reglas de accin entonces no pueden ser creencias diferentes.
Por otro lado, el estado de duda, tiene efectos contrarios al estado de creencia,
generando inquietud e insatisfaccin, e impulsando una bsqueda y lucha que estimula
la imaginacin hasta finalizar con el cese de la duda y la obtencin del estado de
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creencia, la cual pensamos como verdadera, independientemente de que sea verdadera o
falsa:
La duda [] nos estimula a indagar hasta destruirla (Peirce, 1988).
Peirce critica a aquellos filsofos que han imaginado que para iniciar una
indagacin es necesario empezar por cuestionar absolutamente todo, que pretendan
hacer de su duda una duda radical y que slo conseguan transformar la duda en una
proposicin interrogativa que no estimulaba la lucha por la creencia. La nica duda que
estimula la lucha y la indagacin en busca de una creencia es la duda viva y real que se
origina ante una experiencia externa o interna que entra en conflicto con una idea que ya
poseemos. El punto de partida en Peirce ya no es la duda sino la creencia, y de esta
manera, se presenta como un filsofo opuesto al fundacionalismo cartesiano que
pretende dudar de todo para encontrar una base certera, un punto indubitable y libre de
presupuestos desde donde realizar juicios verdaderos acerca del mundo.
Las creencias de los hombres se influyen unas a otras, y no se fijan meramente en el
individuo sino en la comunidad. Peirce acepta y tolera a aquel que cree de acuerdo a los
deseos de su voluntad y que va contra el impulso social que hace que el pensamiento o
el sentimiento de otro pueda considerarse equivalente al de uno mismo. Este mtodo de
fijar creencias lo denomina mtodo de la tenacidad. Posteriormente, critica duramente a
aquellos Estados o instituciones que pretender regular las opiniones de todos los
hombres a travs de lo que denomina el mtodo de la autoridad, ya que cuando se ha
intentado ha desembocado en las peores crueldades e imposiciones. Un mtodo ms
intelectual y respetable de fijar las creencias, le parece a Peirce, que es el que acepta
slo las creencias agradables a la razn, lo denomina el mtodo a priori. En los
hombres existen preferencias naturales comunes que, a travs de sus influencias y
conversando unos con otros, desarrollan gradualmente en armona con sus causas
naturales. As pues, la agradabilidad de la razn, una sensacin vinculada a lo instintivo,
sera la causa ltima de las creencias y, por lo tanto, la indagacin se convierte en algo
similar al desarrollo del gusto, que es una cuestin de moda sin acuerdo fijo y que segn
Peirce ha fracasado de manera patente al descubrir que los sentimientos se encuentran
fuertemente determinados por las diferentes comunidades. Al fijar los hombres sus
propias opiniones con este mtodo son llevados hacia resultados diferentes minando de
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esta manera el concepto de verdad. Los tres mtodos le parecen a Peirce insuficientes
para la bsqueda de una verdad objetiva, externa y no relativa.
Por lo tanto, considera que para satisfacer nuestras dudas, es necesario un mtodo
por el cual nuestras creencias puedan determinarse, no por algo humano o reducible a la
inspiracin privada de un individuo o a la introspeccin del tipo cartesiana, sino por
algo externo, permanente, que no se vea influenciado por nuestro pensamiento y que
haga de la verdad algo pblico. Tal mtodo debe ser el de la investigacin cientfica que
es el que permite mediante la razn averiguar cmo son real y verdaderamente las
cosas. De esta manera, cualquiera que, teniendo la suficiente experiencia y razonando lo
bastante sobre ello, podra llegar a la nica conclusin verdadera. Peirce sostiene que la
creencia de sentido comn de que hay cosas reales es la condicin de posibilidad de que
surjan insatisfacciones ante dos proposiciones incompatibles que generen una duda real
y, posteriormente, una indagacin cientfica.
El mtodo de la investigacin cientfica es el nico mtodo que presenta cierta
distincin entre una va recta y una va errnea, permitiendo comenzar por lo conocido
para proceder hacia lo desconocido. Los otros mtodos no poseen un criterio que
permita tal demarcacin y hacen de la verdad una cuestin relativa. Si bien pueden estos
mtodos ofrecen algunas ventajas con respecto al mtodo cientfico (tranquilidad, un
cierto estado de paz, regocijo sentimental etc.), ste ltimo es el nico que puede
conseguir que nuestras opiniones coincidan con los hechos. Adems, el mtodo de la
ciencia, es el que mantiene la feliz esperanza de que con las disputas, y partiendo de
distintos puntos de vistas y mtodos especficos de acuerdo a las ramas del saber, se
pueda arribar a una verdad comn, es decir, a una misma y nica conclusin.
Jaime Nubiola resalta que en las ltimas dcadas de su vida, el cientfico y filsofo
norteamericano desarroll lo que llam el commonsensismo, vinculado a la tradicin
escocesa del common sense, pero con el aadido de que se trataba de un
commonsensismo crtico. Este sentido comn no solo admite proposiciones indudables
sino inferencias indudables, es decir, hbitos asimilables a los instintos, indispensables
para la vida prctica y la resolucin de cuestiones vitales, que vendran a funcionar
como un complemento y un soporte estable pero corregible para la investigacin
cientfica. As, en Temas del pragmatismo (1915), Peirce rectifica su opinin sobre la
inmediatez de la consciencia y sostiene que la consciencia inmediata es asuncin de
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un hbito o disposicin y afirma que el razonamiento empieza con premisas y no en
forma inmediata. En este artculo Peirce considera a tales premisas como creencias
originales para diferenciarlas de las creencias cientficas. Las creencias originales
forman el sentido comn crtico, son relativamente estables y se encuentra sometidas a
leves cambios de generacin en generacin.
En sntesis se puede sealar que el hbito o sentido comn, cuyos componentes
esenciales son las ideas preconcebidas y los prejuicios, son de carcter contingente y
finito, y estn en la base de las indagaciones cientficas. El mtodo cientfico, a travs
de la reflexin crtica, es el que permite corregir constantemente nuestros juicios de
conocimiento basados en un sentido comn que Peirce considera crtico, es decir,
posible de revisin y correccin por ensayo y error. As lo interpreta David C. Sospedra
cuando considera que el sentido comn no es fuente de verdad, aunque se pueda
suponer que hay mucho de verdad, dado su fuerte estabilidad y universalidad (Sospedra,
2005, pg. 4). Las ideas preconcebidas o prejuicios vienen a condicionar de una manera
no absoluta la indagacin cientfica cuya meta es la de buscar una verdad objetiva,
pblica y de carcter siempre provisional.

Prejuicios y verdad en Hans-Georg Gadamer
En Verdad y mtodo (1960), Hans-Georg Gadamer, orienta sus preocupaciones
filosficas a la pregunta acerca de cmo es posible la comprensin en las ciencias
humanas y sus conclusiones afectan, sin embargo, a todo comprender, incluso el
cientfico. As, se propone eliminar las inhibiciones resultantes del concepto cientfico
de verdad para explorar la historicidad de la comprensin. Sostiene que toda
interpretacin correcta tiene que protegerse contra la arbitrariedad de las propias
ocurrencias y orientar la mirada a la cosa, es decir, debemos dejarnos determinar por la
cosa misma.
Gadamer explica el mecanismo de la comprensin: cada vez que el intrprete quiere
comprender un texto, realiza una proyeccin, y tan pronto como aparece en el texto un
primer sentido, proyecta enseguida un sentido del todo. El sentido slo se manifiesta
porque el intrprete ya lee el texto desde expectativas vinculadas con un sentido
determinado. La comprensin del texto consiste en la elaboracin de este proyecto
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previo que es constantemente revisado conforme se avanza en la penetracin del
sentido. Diversos proyectos de elaboracin probablemente rivalicen unos con otros
hasta que pueda establecerse unvocamente la unidad de sentido. Gadamer no vacila en
afirmar que toda interpretacin empieza siempre con conceptos previos que deben ser
sustituidos progresivamente por otros ms adecuados (Gadamer, 1999, pg. 333). Este
constante reproyectar, en el que consiste el movimiento de sentido del comprender e
interpretar, es lo que describe Martin Heidegger cuando habla de crculo hermenutico.
Para Gadamer, el que intenta comprender est expuesto a los errores de las
opiniones previas y la tarea hermenutica consiste en la elaboracin de proyectos
correctos y adecuados, es decir, anticipaciones que deben confirmarse en las cosas. La
arbitrariedad de las opiniones previas acaba con el proceso de las proyecciones
anticipadas y revisables. El intrprete no debe dirigirse a los textos directamente desde
sus opiniones previas y hbitos lingsticos sino que debe examinarlas en cuanto a su
legitimacin, es decir, en cuanto a su origen y validez (Gadamer, 1999, pg. 334).
Gadamer explica que no se puede presuponer que lo que nos dice un texto tiene que
poder integrarse sin problemas con nuestras propias opiniones y expectativas. Esto no
ayuda a la comprensin sino que, por el contrario, lo que nos es dicho por alguien, ya
sea en una conversacin o por un libro, se encuentra por principio bajo la presuposicin
opuesta de que aquella es su opinin y no la ma, y que se trata de que yo tome
conocimiento de la misma, que est abierto a la opinin del otro en alguna clase de
relacin con el conjunto de las opiniones propias, pero no necesariamente de que la
comparta. El que quiere comprender un texto tampoco puede entregarse desde el
principio al azar de sus opiniones previas e ignorar lo ms obstinada y
consecuentemente posible la opinin del texto, sino que tiene que estar dispuesto a
dejarse decir algo por l. Gadamer aboga por una conciencia hermenutica de carcter
receptivo aunque no neutral, capaz de hacerse cargo de las propias opiniones previas y
prejuicios. Lo que importa, seala el filsofo, no es llevar a trmino final las
anticipaciones sino hacerlas conscientes para as ganar una comprensin correcta de las
cosas mismas. Los prejuicios no percibidos, en cambio, nos vuelven sordos hacia la
cosa de que nos habla la tradicin.
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Toda comprensin es prejuiciosa, es decir, que parte de ideas previas y
anticipaciones. sta es una de las conclusiones ms importantes que Gadamer seala y
culpa a la Ilustracin por haber querido desconocer este hecho e ignorar la tradicin:
Pues existe realmente un prejuicio de la Ilustracin, que es el que soporta y
determina su esencia: este prejuicio bsico de la Ilustracin es el prejuicio contra
todo prejuicio y con ello la desvirtuacin de la tradicin. (Gadamer, 1999, pg.
337)
En el anlisis de la historia del concepto de prejuicio slo en la Ilustracin
adquiere el matiz negativo que ha tenido hasta el da de hoy cuando pasa a significar
juicio falso o juicio no fundamentado. A los ojos de la Ilustracin la falta de una
fundamentacin no deja espacio a otros modos de certeza sino que significa que el
juicio no tiene un fundamento en la cosa y por tanto es un juicio sin fundamentos.
Gadamer afirma que sta es la conclusin tpica del espritu racionalista, de cuyo eco se
hace la ciencia moderna al seguir el principio de la duda cartesiana de no tomar por
cierto nada sobre lo que quepa alguna duda.
La tendencia general de la Ilustracin, opuesta a la tradicin, fue no dejar valer
autoridad alguna y decidirlo todo desde el tribunal de la razn. La Ilustracin instaur la
oposicin entre uso de la propia razn y fe en la autoridad y, en su repulsin
generalizada contra sta ltima, ignor que la autoridad es, adems de una fuente de
prejuicios, una fuente de verdad. As, el rechazo de toda autoridad no slo se convirti
en un prejuicio consolidado por la Ilustracin, sino que condujo tambin a una grave
deformacin de su concepto. El concepto de autoridad se convirti en lo contrario de la
razn y la libertad, en el concepto de obediencia ciega (Gadamer, 1999, pg. 374).
Gadamer rechaza que la esencia de la autoridad sea esto ltimo porque la autoridad no
tiene su fundamento ltimo en un acto de sumisin y de abdicacin de la razn, sino en
un acto de reconocimiento y de conocimiento. As, se reconoce que el otro est por
encima de uno en juicio y perspectiva y que en consecuencia su juicio es preferente o
tiene primaca sobre el propio:
La autoridad no se otorga sino que se adquiere, y tiene que ser adquirida si se
quiere apelar a ella. Reposa sobre el reconocimiento y en consecuencia sobre una
accin de la razn misma que, hacindose cargo de sus propios lmites, atribuye al
otro una perspectiva ms acertada. Este sentido rectamente entendido de autoridad
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no tiene nada que ver con una obediencia ciega de comando. En realidad no tiene
nada que ver con obediencia sino con conocimiento. Cierto que forma parte de la
autoridad el poder dar rdenes y el encontrar obediencia. Pero esto slo se sigue
de la autoridad que uno tiene. (Gadamer, 1999, pg. 347)
De esta manera Gadamer rescata y valora el concepto de autoridad y lo vincula al
reconocimiento que se hace de una persona por tener una visin ms amplia, es decir,
un saber mejor. Por tanto, lo que diga tal persona no es irracional ni arbitrario, sino que
en principio puede ser reconocido como cierto.
Tampoco el Romanticismo, como actitud restauradora y contrapuesta a la
Ilustracin, logra una consciencia autnoma al intercambiar el patrn de valoracin de
los ilustrados haciendo que el mito de un tiempo originario se sobreponga a la razn.
Tanto uno como otro ejecutan la misma operacin: romper con la continuidad de
sentido de la tradicin. Este anlisis lleva a Gadamer a cuestionarse si el estar inmerso
en las tradiciones significa estar sometido a prejuicios y limitado en la propia libertad.
Al respecto dice:
Mucho antes de que nosotros nos comprendamos a nosotros mismos en la
reflexin, nos estamos comprendiendo ya de una manera autoevidente en la
familia, la sociedad y el estado en que vivimos. La lente de la subjetividad es un
espejo deformante. La autorreflexin del individuo no es ms que una chispa en la
corriente cerrada de la vida histrica. Por eso los prejuicios de un individuo son,
mucho ms que sus juicios, la realidad histrica de su ser (Gadamer, 1999, pgs.
343-44)
Al considerar al hombre como un ser finito e histrico, Gadamer pretende
rehabilitar el concepto de prejuicio y as reconocer la existencia de prejuicios
legtimos. La cuestin ahora es: cmo distinguir los prejuicios legtimos de aquellos
que tenemos que superar mediante la razn crtica?
Una conciencia hermenutica sabe que no puede estar vinculada a las cosas al
modo de una unidad de sentido incuestionable y natural. Entre la familiaridad y la
extraeza se ubica la tarea de la hermenutica (Gadamer, 1999, pg. 365). La
hermenutica no tiene como objetivo desarrollar un procedimiento o mtodo de
comprensin ya que la fe en el mtodo niega la historicidad del comprender. As
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entonces, lo que debe hacerse es iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende.
Estas condiciones estn dadas pero los prejuicios y opiniones previas que ocupan la
conciencia del intrprete no estn a su disposicin; el intrprete no puede distinguir los
prejuicios productivos que hacen posible la comprensin de los que la obstaculizan y
producen malentendidos. Esta distincin slo puede saldarse en la comprensin misma.
El sentido de un texto siempre supera al de su autor y, por ello, la comprensin no
es slo un comportamiento reproductivo sino siempre productivo. Quizs, seala
Gadamer, no es correcto hablar de comprender mejor en relacin con este momento
productivo inherente a la comprensin.
Comprender no es comprender mejor, ni en el sentido objetivo de saber ms en
virtud de conceptos ms claros, ni en el de la superioridad bsica que posee lo
consciente respecto a lo inconsciente de la produccin. Bastara decir que, cuando
se comprende, se comprende de un modo diferente. Este concepto de la
comprensin rompe desde luego el crculo trazado por la hermenutica
romntica. (Gadamer, 1999, pgs. 366-67)
Todo texto entendido es comprendido desde una pretensin de verdad. Gadamer
rechaza de la hermenutica del Romanticismo la idea de que la distancia histrica
permite desconectar la participacin subjetiva del observador y as comprender el
verdadero sentido que hay en las cosas. El verdadero sentido contenido en un texto no
se agota al llegar a un determinado punto final sino que es un proceso infinito. No es
que slo se vayan desconectando nuevas fuentes de error y eliminando las distorsiones
del verdadero sentido sino que constantemente aparecen nuevas fuentes de comprensin
que hacen patentes relaciones de sentido insospechadas. La distancia histrica no
permite una comprensin concluida ya que siempre la comprensin se encuentra en
constante movimiento y expansin. (Gadamer, 1999, pgs. 368-69).
Lo que s permite la distancia en el tiempo es resolver la verdadera cuestin crtica
de la hermenutica, la de distinguir los prejuicios verdaderos bajo los cuales
comprendemos, de los prejuicios falsos que producen malentendidos. La conciencia
histrica y hermenutica debe hacer conscientes los prejuicios que guan su
comprensin y esto implica poner en suspenso su validez. Pues mientras un prejuicio
nos est determinando, ni lo conocemos ni lo pensamos como juicio. Gadamer afirma
que slo se logra hacer visible un prejuicio cuando de algn modo se lo estimula a
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travs del encuentro con la tradicin. La comprensin empieza all donde algo nos
interpela y la suspensin de todo juicio tiene la estructura lgica de la pregunta, cuya
esencia es abrir y mantener abiertas las posibilidades (Gadamer, 1999, pg. 369).
Gadamer introduce el concepto de horizonte como aquel que representa una
posicin que limita las posibilidades de ver. Los prejuicios forman el horizonte de un
presente, pues representan aquello ms all de lo cual ya no se alcanza a ver. El
horizonte es el mbito de visin que abarca y encierra todo lo que es visible desde un
determinado punto.
El que no tiene horizontes es un hombre que no ve suficiente y que en
consecuencia supervalora lo que le cae ms cerca. En cambio tener horizontes
significa no estar limitado a lo ms cercano sino poder ver por encima de ello. El
que tiene horizontes puede valorar correctamente el significado de todas las cosas
que caen dentro de ellos segn los patrones de cerca y lejos, grande y pequeo.
(Gadamer, 1999, pg. 373)
Gadamer niega que existan dos horizontes distintos y totalmente cerrados. Cuando
nuestra conciencia histrica se desplaza hacia horizontes histricos no quiere decir que
se traslade a mundos extraos, a los que nada la vincula sino que por el contrario todos
ellos juntos forman ese gran horizonte que se mueve por s mismo. Un horizonte no se
gana desplazndose a una situacin histrica sino que este desplazarse significa traerse
a s mismo hasta esta otra situacin. Uno es el que se desplaza a la situacin del otro.
Este desplazarse no es empata de una individualidad en la otra, ni una sumisin del otro
bajo los propios patrones, sino que significa siempre un ascenso hacia una generalidad
superior, que rebasa tanto la particularidad propia como la del otro. El concepto de
horizonte expresa esa panormica ms amplia que debe alcanzar el que comprende, y
que est en formacin en la medida en que se pone a prueba constantemente todos los
prejuicios.

Conclusiones y asuntos en cuestin
El trabajo ha pretendido abordar, en los textos de Peirce y Gadamer, algunos puntos
en comn tales como la crtica al fundacionalismo moderno, la utilidad de un mtodo en
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la bsqueda de la verdad, las determinaciones a la libertad vinculadas a los prejuicios e
ideas previas, el valor cognoscitivo de la autoridad y la comprensin del otro:
i. Contra el fundacionalismo cartesiano
Tanto Peirce como Gadamer se presentan crticos al fundacionalismo cartesiano y a
su pretensin de buscar un punto indubitable y libre de prejuicios. Peirce sostiene que
slo una duda real y viva que surge de una experiencia conflictiva con nuestras ideas
preconcebidas puede motivar la indagacin de la verdad. Por lo tanto el punto de partida
de Peirce no es la duda, como lo es en la filosofa cartesiana, sino aquellas creencias
originales que entran en conflicto haciendo de la duda una motivacin para la
indagacin que busca las creencias verdaderas.
Por su parte Gadamer considera que la primera de todas las condiciones
hermenuticas es la precomprensin que surge de tener que ver con el mismo asunto
que se quiere comprender. No es posible desembarazarse por completo del mundo como
propona Descartes cuando separaba la sustancia pensante de la sustancia extensa. A
diferencia de esto, Gadamer seala que los prejuicios son fundamentales y
sustentadores, ya que la vinculacin con el asunto que se quiere comprender se expresa
a travs de la tradicin misma desde la que se pregunta. Por otra parte, afirma que la
conciencia hermenutica no puede estar vinculada a las cosas desde una unidad de
sentido incuestionable y natural. La aspiracin de Gadamer no es deshacerse de todos
los prejuicios sino iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende y hacer
conscientes hasta cierto punto los prejuicios que guan esta comprensin. La principal
preocupacin de Gadamer est en sealar que en las ciencias del espritu no puede
haber una ciencia libre de prejuicios ya que el significado del asunto que se indaga no se
encuentra solo al final sino tambin en el comienzo, desde el momento en que se elige
el tema de investigacin y se lo recorta en funcin de un cierto inters del investigador.
ii. Diferencias acerca del mtodo
Peirce considera que el nico mtodo que trata a la verdad como algo externo,
objetivo y provisional en tanto sujeto a posibles correcciones, es el mtodo cientfico.
As pues, el filsofo norteamericano, aspira a que el mtodo de la ciencia sea el nico
que pueda ser utilizado en las ciencias del espritu cuando se desea encontrar en stas
algn tipo de verdad. Al llevar a la filosofa a una condicin igual a las ciencia
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naturales, los investigadores, en lugar de despreciarse entre ellos, cooperaran hombro
con hombro multiplicando sus resultados (Peirce, 1988). Adoptar el mtodo cientfico
implica establecer una nomenclatura donde se definen cnones terminolgicos, como
ocurre en la qumica, la zoologa o la botnica, de tal manera que cada trmino tenga un
significado definido nico y aceptado universalmente por los estudiosos de la materia.
Cualquier tergiversacin de los significados originales no es ms que una descortesa e
injuria a la filosofa misma. El mtodo cientfico hace que la reflexin se sobreponga al
hbito, que es condicin de posibilidad para el conocimiento, y que la indagacin
cientfica logre sortear los obstculos que los prejuicios, tanto personales como
culturales, ofrecen a la bsqueda de la verdad.
Gadamer, en cambio, considera que la fe en el mtodo niega la historicidad de la
comprensin y por tanto no est interesado en describir un mtodo sino en iluminar las
condiciones bajo las cuales se comprende. La crtica de Gadamer apunta al carcter
nico que tiene el mtodo para acceder a la verdad dejando de lado cualquier otra
verdad o experiencia de verdad que no pueda accederse va este privilegiado mtodo. Lo
importante, para Gadamer, es ser conscientes de las propias anticipaciones que guan la
comprensin. Un comportamiento objetivador y ajeno a la tradicin no es posible
debido a que la tradicin es algo propio, ejemplar o aborrecible, donde estamos
inmersos y la actitud real consiste en reconocerse dentro de ella. Intentar apartarse de s
mismo para refugiarse en un mtodo objetivo priva a la comprensin del horizonte
histrico. A diferencia de Peirce que considera a la verdad como algo externo a
nosotros, Gadamer advierte que la verdad se recoge en la misma tradicin donde nos
encontramos y por tanto diluye la dualidad gnoseolgica exterior-interior u objeto-
sujeto ya que slo es posible el ensanchamiento de un interior u horizonte de
comprensin.
Cmo vincular el anti-fundacionalismo de Peirce y Gadamer con su respectiva
aceptacin y rechazo del mtodo cientfico? Aqu se puede sealar un punto de cruce
interesante entre ambos filsofos. Cuando Peirce piensa al mtodo de la ciencia lo
piensa como soportado por un sentido comn crtico, es decir, por un sentido comn
que si bien es estable puede modificarse y corregirse a lo largo del tiempo. Que el
mtodo funcione sobre los prejuicios del sentido comn es lo que hace que la filosofa
peirceana se distinga del fundacionalismo cartesiano y su bsqueda de un punto certero,
indubitable y libre de prejuicios. Gadamer, quien tambin presenta a su filosofa
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contraria al fundacionalismo, rechaza el mtodo por creerlo parte de ese
comportamiento objetivador que pretende apartarse de la propia subjetividad e instalarse
en un punto libre de prejuicios. Al ser toda comprensin prejuiciosa, ningn mtodo
puede liberarnos de la historicidad dentro de la cual comprendemos y, por lo tanto, no
tiene el mtodo ese status privilegiado de acceso nico a la verdad.
iii. Dos ilustrados en busca de la verdad
Si se hiciera una delimitacin, quizs algo arbitraria, pero que permitiese organizar
lo que a prima facie parece catico, se podran sealar dos grandes tendencias en las
propuestas filosficas contemporneas: la primera, vinculada an con la tradicin
ilustrada que si bien es crtica de muchas de sus tesis sigue teniendo como finalidad la
bsqueda de la verdad, aunque la forma de acceder a ella, va un nico mtodo u otro
tipo de acceso, es una cuestin de continuas disputas entre los ilustrados; la segunda
tendencia incluira a todas aquellas propuestas filosficas posmodernas que profesan un
fuerte rechazo a cualquier tipo de verdad, y asumen una posicin escptica y relativista
de carcter radical. No se pretende aqu sostener que todos los autores son posibles de
ubicar dentro de estas dos grandes tendencias, sino que quizs puedan sealarse sus
cercanas a una u otra lnea de acuerdo a los temas por los cuales se interesan y al
nfasis que con defienden ciertas tesis.
De esta manera se puede arriesgar la hiptesis de que tanto Peirce como Gadamer, a
pesar de ser crticos de algunos puntos centrales de la Ilustracin, siguen siendo
ilustrados al considerar que la labor filosfica se vincula con la bsqueda de la verdad.
Peirce busca la verdad por la verdad misma, donde sta tiene un carcter ilimitadamente
abierto. Una proposicin verdadera no es nunca con seguridad verdadera sino que se
acepta como provisional y posible de refutacin. La filosofa peirceana tiene como
punto de partida una creencia falible y este principio de falibilidad no implica, en forma
alguna, negar la verdad objetiva sino impulsar la investigacin cientfica en su
bsqueda. El mtodo cientfico, al someter a crtica las ideas preconcebidas, hace
avanzar progresivamente el conocimiento de la verdad cuando se pasa del estado de
duda al estado de creencia.
Gadamer considera su proyecto contrario al de la Ilustracin por adscribir al mayor
prejuicio: el prejuicio de eliminar todos los prejuicios, y advierte que toda comprensin
parte necesariamente de prejuicios. A pesar de sostener tesis anti-ilustradas, Gadamer
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no deja de hablar de adecuacin, correccin de sentido, prejuicios legtimos y falsos y
pretensin de verdad en la comprensin de textos que involucra un proceso infinito
donde no slo se eliminan fuentes de error sino que surgen nuevas fuentes que
establecen nuevas relaciones de sentido. Admite, adems, una forma de distinguir
prejuicios legtimos de los que producen malentendidos que es la que se da a travs de
la distancia histrica. En su cuestionamiento a la idea de progreso, por estar demasiado
apegada a las ciencias de la naturaleza, afirma, sin embargo, un avance a travs de la
penetracin de sentido cuando los conceptos previos se sustituyen por otros ms
adecuados. Siguiendo a Javier Hernndez-Pacheco, que mantiene que la lectura de
Verdad y mtodo es una invitacin a buscar una idea de saber y de verdad ms amplia
que la de las ciencias positivas, podemos arriesgar la idea de que Gadamer seguira
instalado dentro de la tradicin ilustrada.
Entonces, existe en ambos filsofos una adhesin, aunque expresada en lenguajes
filosficos diferentes, a la idea de que el papel de la filosofa es la bsqueda de la
verdad? Si consideramos que en Peirce la indagacin cientfica por la verdad se hace
sobre una base de prejuicios de sentido comn y en Gadamer que la comprensin busca
alcanzarse a travs de prejuicios legtimos dentro de una tradicin donde es posible un
avance en la penetracin de sentido, podemos indicar que tanto uno como otro estn
interesados en alcanzar y comprender la verdad desde lenguajes diferentes. El
desacuerdo, adems del mtodo, quizs pueda sealarse en el lugar donde ambos
filsofos buscan la verdad: mientras Peirce busca la verdad a travs de la indagacin
cientfica yendo ms all del sentido comn, Gadamer busca la verdad en un ms
ac, es decir, en el mismo horizonte de comprensin en que se encuentra quien
pregunta y donde se surgir una respuesta provisional una vez ampliado el propio
horizonte.
iv. En defensa de la libertad humana
De las dualidades libertad-hbito (Peirce) y libertad-tradicin (Gadamer) que ponen
en cuestin la autonoma de la razn se pueden plantear nuevas preguntas acerca de las
condiciones de posibilidad de la libertad humana: estamos determinados en nuestra
libertad por el hbito o la tradicin? Cun libres y creativos podemos ser?
Por un lado, el sentido comn crtico en Peirce abre un espacio de reflexin sobre
las ideas preconcebidas dadas y que aquellos defensores del sentido comn clsico,
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exhortaban a que aceptemos de manera acrtica. A pesar de expresar su admiracin por
otros mtodos de fijacin de creencias considera que slo el mtodo de la ciencia es el
que permite hablar de verdad en un sentido pblico y absoluto, en lugar de privado y
relativo.
Por otro lado, Gadamer sostiene que, si bien los prejuicios limitan la posibilidad de
un acceso acabado a la verdad objetiva, existe una chispa de autorreflexin individual
que parece abrirse espacio bajo la corriente cerrada de la historia. Gadamer seala que
la tradicin es siempre un momento de la libertad porque incluso aquella tradicin ms
autntica y venerable necesita ser afirmada, asumida y cultivada (Gadamer, 1999, pg.
349).
Resulta entonces que el sentido comn crtico y la chispa de autorreflexin
individual, a que refieren ambos filsofos, parecen no oponer la libertad al hbito o
tradicin. Estos dos ltimos no son determinantes, en sentido fuerte, del pensar, hacer o
decir humano sino que, al contrario, son las bases que posibilitan la bsqueda de la
verdad y, si bien son condicionantes, no nos determinan absolutamente en nuestra
libertad. As, las filosofas peirceana y gadameriana se encuentran en posiciones
tericas distantes de aquellas filosofas deterministas que socaban la libertad. El sentido
comn o la tradicin pueden ser aceptados o rechazados desde la perspectiva crtica,
pero sobre todo, dejan un espacio vital y creativo que vale la pena defender.
v. El desafo de comprender al otro
En su prlogo de Perfiles filosficos (1991), Richard J. Bernstein, afirmaba que
tanto para Peirce como para Gadamer, es precisamente enfrentndonos a lo que es
distinto a nosotros como arriesgamos, sometemos a prueba, modificamos y refinamos
nuestros juicios anticipados. El esfuerzo por sustraernos de lo ms cercano y salir de la
comodidad de las opiniones previas es lo que nos impulsa a la indagacin por la verdad,
a la bsqueda del dilogo autntico con el otro, aceptando sus ideas sin subsumirlo a
nuestras propias opiniones y haciendo que el resultado de una conversacin no sea
sabido de antemano por ninguno de los interlocutores. Ambos filsofos defienden la
idea de tener en cuenta la perspectiva del otro, y por lo tanto, nos plantean un reto en
momentos donde el esfuerzo por conocer el punto de vista del otro, del que piensa
diferente, se vilipendia por intil o simplemente se vuelve cada vez ms excepcional. Lo
cercano, lo muy cercano y un conjunto de consignas polticas fanticas que se imponen
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con el fin de formar parte del sentido comn, consolidan un horizonte estrecho que no
permite movilidad ni acepta dilogo alguno. Peirce y Gadamer revaloran el concepto de
autoridad alejndolo de la obediencia ciega y acrtica, y vinculndolo con el
reconociendo del otro como alguien ms ilustrado, con una visin ms amplia, es decir,
con un saber mejor. Estas ideas los distancian del imperante relativismo contemporneo,
que con sus enfurecidas diatribas a la neutralidad y a la posibilidad de un saber mejor,
predominan entre los intelectuales y acadmicos. En respuesta a esta situacin, vale la
pena remarcar lo que Gadamer llama receptividad frente a lo otro, una receptividad que
no se confunde con la neutralidad, ya que asume sus ideas previas como anticipaciones
y aspira a un esfuerzo indagatorio por la verdad. Se desprende de aqu la posibilidad de
superacin, tanto de una posicin ingenua neutral como de una toma de posicin
estrecha por cercana, por el an noble esfuerzo de comprender el punto de vista de los
otros.
Bibliografa

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