Mi Gran Amor Por Jesús Me Condujo Al Islam
Mi Gran Amor Por Jesús Me Condujo Al Islam
Mi Gran Amor Por Jesús Me Condujo Al Islam
A. María.A.Z
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 3
Agradecimientos ................................................................2
I. Introducción ............................................................3
II. Mi experiencia en los Estados Unidos de
Nortemérica …………7
III. Los Evangelios .......................................................10
IV. La autenticidad del Qur’an .....................................20
V. Vida y misión de Jesús ............................................25
VI. El Profeta Muhammad ............................................31
VII. Las doctrinas del Cristianismo y del Islam ..............45
La Santísima Trinidad .............................................46
La naturaleza divina de Cristo ................................49
La filiación divina de Cristo ...................................54
El pecado original ...................................................55
La racionalidad del Islam .......................................64
VIII. El paso definitivo al Islam. ¿Cómo influyó Jesús en
mi conversión? ............................................................... 69
IX. ¿Cómo afectó el Islam a mi vida? .............................73
X. ¿Cómo afectó mi conversión a las vidas de quienes me
rodeaban? .........................................................................78
XI. Cuando la fe se impone mediante coacción ..............82
XII. Llamamiento al Papá y a otros grandes del mundo ..89
Apéndice - Tablas comparativas entre el Corán y la Biblia 94
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4 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
I
Introducción
4
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 5
que resucitar a los muertos?, me preguntaba. Y así, durante
años…
Al aproximarse la Semana Santa solía ver las
recreaciones televisivas de la Pasión y Muerte de Cristo.
Me moría de ganas de meterme dentro de la tele y tratar de
ayudarlo de algún modo. Rogaba a Dios que viniera en su
auxilio, que no dejara que crucificaran a Su “hijo”. Y al
final, incapaz de soportarlo, lloraba a escondidas (porque
“los hombres no lloran”). En verdad no podía comprender
que se dirigiera tanta crueldad contra un hombre bueno.
Aunque traumatizantes, aquellas experiencias encendieron
en mi interior una llama de vivo amor por tan grande
profeta. Acaso a otros niños que veían colmadas sus
expectativas navideñas fueran los regalos los que les
infundieron el amor a Cristo...
En definitiva, si el objetivo de la Iglesia es engendrar
en los hombres la veneración a Jesús no cabe duda de que
conmigo lo consiguieron. Aprendí a amarlo más incluso
que a mis padres. Mas, aún muy niño, comencé a
cuestionarme el poder divino. Dios, cavilaba para mis
adentros, hace cuanto le viene en gana. Él es el creador del
universo todo: de la tierra, del sol, de la luna, las estrellas y
el hombre. Entonces, ¿por qué no libró de la muerte al
Jesús crucificado? En cierta ocasión, dispuesto a resolver
la paradoja, trepé una tapia en la parte trasera de nuestra
casa y allí me dirigí directamente a Él. “Dios mío,
exclamé, voy a arrojarme desde lo alto de esta tapia. Si tan
poderoso eres, si nada escapa a tu voluntad, hazme volar
surcando los aires. Si no lo haces, dejaré de creer en tu
poder, porque tampoco pudiste salvar a Jesús”. ¡Menos
mal que la tapia no era muy alta…! Y a cada tentativa de
vuelo crecía más en mí el convencimiento de que, al cabo,
Dios no era tan poderoso. ¡Qué chiquillada!, ¿verdad?
6 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
Cuando comencé los estudios de secundaria mis
padres me autorizaron a trabajar con un señor mayor
fotógrafo al que acompañé a multitud de sitios. Resultó
que mi amigo fotógrafo tenía fama de brujo. Doquiera que
acudíamos las clientas le rogaban que les leyera la
buenaventura. Él, entonces, encendía un cigarro y al
tiempo que se consumía y sus cenizas se iban
desprendiendo desvelaba sus “adivinaciones”. Otras veces
hipnotizaba a las personas para sonsacarles sus secretos
más íntimos.
Todas estas experiencias se fueron depositando en mi
conciencia a una edad muy temprana. Por entonces, mis
padres frecuentaban un centro de parapsicología. Allí
acudí con ellos en diversas ocasiones y allí me fui
familiarizando con la meditación, los espíritus, las
posesiones demoníacas, la así llamada “comunicación de
los muertos con los vivos”1, etc.
Allí aprendí también a orar dos veces al día frente a un
pequeño altar que mi padre, con cariñoso esmero, había
erigido. Mi padre tenía un libro que solía leer muy a
menudo. Se titulaba La vida de Jesús dictada por él
mismo. En una de aquellas reuniones, la persona que
1
Los muertos, en realidad, no se comunican con los vivos. Son
demonios los que imitan las voces de las personas fallecidas
para, así, ser escuchados. Son la deprecación a Allah, la
recitación del Corán y el dikr del Profeta los que sí tienen un
enorme poder para expulsar a los espíritus malignos y sanar a los
poseídos. Se trata de un portento que cualquier musulmán puede
obrar. Mas quien pretenda invocar a otro que a Allah o utilizar la
Biblia para expulsar a los espíritus, ese tal no hará sino convenir
con los demonios que pretende exorcizar o utilizar unos
demonios para expulsar a otros.
6
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 7
conducía la sesión me preparó una suerte de talismán.
Según él, sus virtudes portentosas habrían de protegerme
de todo mal, así que lo porté siempre conmigo.
Mientras tanto continuaba reflexionando acerca de la
crucifixión de Cristo. Mi padre me dijo que en el libro que
tanto le agradaba leer Jesús afirmaba en nombre propio
que había viajado a lugares muy distantes de Jerusalén, lo
que me devolvió en cierta medida el optimismo, aunque no
se me alcanzaba cómo podía ser que Jesús hubiera dictado
su propia autobiografía.
Al finalizar los estudios de secundaria me ofrecieron la
posibilidad de trasladarme con una beca a los Estados
Unidos para allí obtener una licenciatura en ingeniería, y
acepté lleno de gozo.
Me desplacé a los EEUU en 1977. Pero antes de eso
tuve una experiencia que afectó muy negativamente a mi
fe cristiana. Cierto día fui testigo de cómo dos cristianos
modélicos se detenían a auxiliar a una persona que había
sufrido un ataque de epilepsia en plena calle. Primero lo
socorrieron, y seguidamente le abrieron la cartera para
sustraerle el dinero1. Aunque los actos individuales no
1
Algunos textos bíblicos prohíben explícitamente el robo y los
demás males, de ello hablan los mandamientos: (Y habló Dios
todas estas palabras, diciendo: Yo soy Yahveh tu Dios, que te
saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás
dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra,
ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las
honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios. No tomarás el nombre
de Yahveh tu Dios en vano…. Honra a tu padre y a tu madre….
No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás
8 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
prueban la validez de una religión, lo cierto es que
aquello me impresionó vivamente. Acaso para algunos
parezca un episodio intrascendente. Pero para mí, que
había visto el severo castigo que mi padre aplicó a uno de
mis hermanos por aparecer en casa con veinticinco
centimitos de bolívar cuyo casual hallazgo no atinó a
explicar de manera satisfactoria, el asunto no era baladí.
II
Mi experiencia en los Estados Unidos de Norteamérica
8
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 9
rezara en la habitación. Le contesté que no. Me sorprendió
ver rezar por vez primera a un musulmán. Antes de
comenzar la oración se lavó las manos y se enjuagó la
boca. Seguidamente, se lavó la cara y los antebrazos1 en el
pequeño lavamanos del aseo interior de nuestra habitación.
Desde luego era la primera vez que veía a alguien lavarse
los pies en un lavamanos… Me quedé embelesado
observando la secuencia de sus movimientos al orar. Se
levantaba, se arrodillaba y finalmente se postraba rozando
el suelo con la frente. Nosotros, en la iglesia, solo nos
arrodillábamos y rezábamos. Pero lo de Fouad era
diferente. Poco después se mudó de habitación y no volví a
ver orar a un musulmán durante meses.
En la escuela donde aprendía inglés los recesos eran
aprovechados por los estudiantes de diferentes países para
1
El Islam otorga una gran importancia a todo lo relacionado con
la limpieza. Por ejemplo, además de la ablución ritual menor o
wudu` (el “alguado”, en castellano antiguo) para la validez de la
oración son requisitos imprescindibles la pulcritud del vestido,
del cuerpo y del lugar donde se ora. También se recomienda la
ablución antes de recitar el Sagrado Corán y antes de retirarse a
dormir. Por otra parte, el ghusl, o aseo completo dejando correr
el agua por todo el cuerpo, es obligado después de mantener
relaciones sexuales y recomendable, antes de acudir a la oración
comunal del viernes (el yumu`a). Enjuagarse la boca, cepillarse
los dientes, recortarse las uñas, afeitarse el vello púbico y de las
axilas, retocarse el bigote, perfumarse, abstenerse de ensuciar
lugares o mobiliario públicos y no contaminar las aguas,
caminos y lugares de sombra y reunión, son puntos vivamente
recomendados en el Islam y se consideran actos de culto que
acercan el hombre a Dios: ninguna otra religión puede competir
con el Islam en interés por la limpieza y pulcritud del cuerpo y
del alma.
10 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
reunirse a charlar. Recuerdo bien una de aquellas
charlas en torno al origen de las religiones. “Rezáis como
rezáis - comenté llegado un momento de la discusión- no
más porque tal es el modo en que vuestros antepasados lo
hacían”. Después añadí que sus antepasados adoraban el
sol y las estrellas, y que tales emociones se habían
transmitido, de generación en generación, hasta hoy.
Comenzaba así a dudar sobre el origen de la fe en Dios,
aunque mis profundas creencias cristianas me libraron de
caer en el ateismo.
Un día, visitando una mezquita, observe a un nutrido
grupo de personas que oraban de igual modo que había
visto hacer a Fouad. Aunque el suelo estaba gélido,
permanecían todos sentados y eso me animó a quedarme a
oír lo que el imán tenía que decir. Se llamaba Jamil Abdul-
Razzaq, era iraquí, y platicaba en inglés sobre la
maledicencia. Recuerdo la suya como una voz poderosa y
plena de pasión. Miraba a los asistentes como si supiera de
alguno calumniador al que no quería señalar directamente.
Seguro que pretendía que todos los maledicentes se
sintieran culpables por igual.
Aquel mismo día recibí un paquete con publicaciones
en torno a diversos temas. Entre ellas había una que
abordaba el estudio del Islam y el Cristianismo desde un
punto de vista comparativo. Me tomó mucho tiempo leer
aquello: al fin y al cabo, a la sazón yo no era más que un
novato de la Oklahoma State University. Pero fue a través
de ese estudio comparativo como tomé conciencia de que
tanto el Islam como el mensaje de Jesús son por igual
producto de la revelación divina. El Mesías dijo que su
mensaje no era suyo, sino de Dios: “Porque yo no he
hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha
10
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 11
enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar.”
(San Juan 12:49). De igual modo, la revelación que
Muhammad, el enviado de Dios, sobre él la paz y la
bendición, transmitió a toda la humanidad provenía
también de Allah por conducto del ángel Gabriel: “Y en
verdad que ésta es la revelación del Señor del universo. El
Espíritu Fiel [el ángel Gabriel] descendió con ella hasta tu
corazón para que adviertas.” (Qur’an 26: l92-194)
Así pues, la autenticidad de una religión y su origen
divino dependen en gran medida de hasta qué punto lo
revelado por Dios a la humanidad ha sido transmitido de
manera exacta. Dicho de otro modo, una religión será
perversa en la medida en que lo revelado a los profetas no
haya sido en ella transmitido fielmente. Si algo se omitió o
se cambió, es casi seguro que la esencia del mensaje
original se habrá perdido para siempre. Por tanto, si
queremos ser justos y objetivos en nuestras valoraciones
deberemos determinar hasta qué punto los Evangelios y el
Corán están libres de adulteraciones, adiciones o
supresiones. Ya que el objetivo es transmitir la verdad al
estimado lector, y considerando que a veces, un relato
personal de sucesos no atrae a cierta gente, lo que
encuentra en este libro es un resumen sobre la
comparación del Cristianismo e Islam – las dos mayores
religiones influyentes en el mundo con el mayor número
de fieles de todas las razas y naciones. Después de ello,
continuaré narrando acontecimientos desde mi personal
experiencia. Ese es nuestro propósito principal con este
libro. Por ello, lector, si buscas la verdad, espero que Allah
te ilumine a través de él.
12 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
III
Los Evangelios
1
Por cierto que Juan no se contaba entre los discípulos de Jesús.
Según la Enciclopedia Británica, “el Evangelio según San Juan
es definitiva e indudablemente una invención” ("the Gospel
according to John is definitely and undoubtedly a fabrication").
Por otra parte, en la introducción a la Catholic Bible se afirma
con toda rotundidad que con el correr de los siglos los copistas
fueron añadiendo a las Sagradas Escrituras pasajes que no
formaban originalmente parte de las mismas y que, en
consecuencia, llegaron a la imprenta en base a manuscritos
plagados de corrupciones de toda suerte. Por otro lado, en la
introducción a la edición revisada de la King James Bible, obra
colectiva de treinta y dos teólogos cristianos ratificada por
cincuenta corporaciones consultivas, leemos: “La King James
sufre graves deficiencias… dichas deficiencias son tan
12
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 13
notables diferencias con los anteriores. Es en este último
en el que se afirma la divinidad y preexistencia de Jesús,
pese a que él jamás dijo nada parecido. El Evangelio según
Juan se compuso entre los años 110 y 115 d.C.
Los evangelios se escribieron tras la división de los
discípulos en diferentes tendencias para dotar de soporte
teórico las necesidades prácticas de la comunidad. Aunque
se procuró basarlos en relatos transmitidos por la tradición,
lo cierto es que, sirviendo como lo hacían a los intereses
particulares de sus autores, no se puso un especial empeño
en mantener el mensaje original libre de adiciones,
recortes y manipulaciones. El Corán lo afirma con
meridiana claridad y hoy, catorce siglos después, un gran
número de teólogos cristianos así lo reconoce.
Cabe destacar que los cuatro citados no fueron los
únicos evangelios compuestos en los siglos siguientes a
que Jesús desapareciera de entre nosotros. Hubo muchos:
el Evangelio de Jacob, el de Pedro, el de Tomás, el de
Felipe o el de Bernabé, entre otros. El Evangelio de los
Hebreos, por ejemplo, compuesto en la misma lengua que
hablaba Jesús, el que utilizaban los habitantes de Nazaret,
niega la divinidad del Mesías, al que considera un gran
profeta de Dios, pero no más que eso. En los cuatrocientos
años que siguieron a la desaparición de Jesús, los
evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan fueron
incluidos entre los textos principales que componen el
corpus de la Biblia. La Iglesia declaró canónicos estos
cuatro evangelios y herético cualquier otro. Desde
1
Dijo Allah, alabado y ensalzado sea: “Y le dimos [a Jesús] el
Evangelio, en el que había guía y luz…” (Quran 5:46). Y en
Marcos 14:9 leemos: “En verdad os digo que doquier que se
predicare este evangelio por todo el mundo se contará también
en memoria o alabanza de esta mujer lo que acaba de hacer.” En
verdad, quien quiera conocer las verdaderas enseñanzas de Jesús
deberá acudir al Corán.
14
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 15
5. Los evangelios fueron compuestos en griego, mientras
que Jesús hablaba arameo.
6. Los evangelios y la mayoría de las epístolas que hoy
conocemos fueron sancionados en el siglo IV d.C.
(concretamente en el año 325) por una minoría de
miembros del Concilio de Nicea. Antes del año 325 los
evangelios, carentes de toda autoridad canónica, fueron
alterados por copistas de las diferentes sectas y
grupúsculos cristianos en consonancia con sus intereses y
caprichos personales.
7. La mayoría de los textos que integran lo que hoy
conocemos como los evangelios se debe a la pluma de
Pablo y sus discípulos. Pablo, que nunca vio a Jesús ni
jamás lo oyó predicar, fue un señalado enemigo del
mensaje del Mesías, a cuyos discípulos asesinaba,
confinaba en mazmorras (Hechos 8:3 y 9:1-2) o los
forzaba a calumniar al Maestro (Hechos 26:11). Sin
embargo, tras su “conversión”, “procuraba unirse a los
discípulos, mas todos se temían de él no creyendo que
fuese discípulo; hasta tanto que Bernabé tomándolo
consigo lo llevó a los apóstoles." (Hechos 9:26-27)
Después de que, aseguraba, Jesús se le apareciera y le
hablara camino a Damasco (Hechos 9:3-8), aunque no
pudiera aportar de ello testigos ni pruebas de ninguna
clase1, de la noche a la mañana se convirtió en el portavoz
1
En efecto, Pablo no tenía más pruebas que su propio
testimonio, lo que en consonancia con la propia Biblia no es
válido: “Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es
válido.” (Juan 5:31) Por otra parte, su versión incurre en
contradicciones. Así en Hechos 9:7 leemos: “Los que venían
acompañándole estaban asombrados oyendo, sí, sonidos de voz,
pero sin ver a nadie”, mientras que Hechos 22:9 afirma:
16 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
oficial de Jesús, aquel al que el Mesías había designado
para predicar al mundo: una designación, por cierto, para
la que tampoco aportaba pruebas (Hechos 9:3-6)1. Pablo
comenzó a acusar a los discípulos y a aquellos que “no
creían que él fuese un discípulo” de andar errados en la fe
(Epístola I a Timoteo 6:20-21). De Bernabé, que tan bueno
y compasivo trato le había dispensado, se dice que “fue
inducido por ellos a usar de la misma simulación.”
(Galatas 2:13) Para completar el círculo, Pablo se arrogó el
derecho a propagar ideas contradictorias con las
enseñanzas del Mesías, que no había venido sino a
completar la Ley (Hechos 21:20 y Romanos 7:6)2. Incluso
1
El mismo Concilio Vaticano II (1962-65) admitió la existencia
de errores en el Antiguo Testamento.
20
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 21
Otro. Samuel II 23 afirma que “Mical, la hija de Saúl,
no tuvo hijos hasta el día de su muerte”, lo que contradice
Samuel II 21:8: “Pero tomó a Armoní y Meribaal, los dos
hijos que Rispá, hija de Aiá, había tenido con Saúl, y los
cinco hijos que Mical, hija de Saúl, había tenido con
Adriel, hijo de Barzilai, el de Mejolá.” A ver, ¿Mical
murió sin hijos o dio a luz cinco? Para resolver la
incongruencia el nombre Mical, que aparece tanto en la
King James como en la New World Translation de los
Testigos de Jehová, ha sido reemplazado en la New
Standard American Version de 1973 por el de Merab.
También el Antiguo y el Nuevo Testamento se
contradicen; por ejemplo, en lo relativo a la visión de
Dios. Así, según Juan 1:18, “A Dios nadie lo ha visto
jamás”, lo que se confirma en la Epístola I de Juan 4:12
pero es completamente contradictorio con Génesis 32:30,
donde Jacob afirma haber mirado a Dios a la cara: “Vi a
Dios cara a cara, y fue librada mi alma”; con Éxodo 33:11,
donde se nos viene a decir que el Señor le habló a Moisés
cara a cara como quien mantiene una amigable charla con
un amigo, y también desde luego con Éxodo 24: 9-11: “Y
subieron Moisés y Aarón... y vieron a Dios, y comieron y
bebieron.”
Y otro ejemplo más. En Juan 3:13 leemos: “Ello es así
que nadie subió al cielo, sino aquel que ha descendido del
cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo”. Pero
Génesis 5:24 afirma: “Camino, pues, Enoch con Dios, y
desapareció, porque lo llevó Dios”, y Reyes II 2:1: “Esto
es lo que sucedió cuando el Señor arrebató a Elías y lo
hizo subir al cielo en el torbellino.” Aclaremos el asunto:
entonces, ¿a los cielos subió solo Cristo o también Enoch y
Elías?
22 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
Todo ello sin contar con que existen numerosas
versiones diferentes del Antiguo Testamento: la hebrea, la
griega, conocida como Septuaginta, y la samaritana por
ejemplo. Y sin contar con que buena parte de los
verdaderos autores de los libros que componen el Antiguo
Testamento nos son completamente desconocidos. Así lo
confirma, sin ir más lejos, la introducción de la versión
francesa de la Biblia, en la que leemos: “Los diferentes
libros que componen la Biblia son obra, en su mayoría, de
autores reconocidos como la voz de Dios entre los suyos,
pero muchos de los cuales han permanecido en el
anonimato”.
El Islam, en una postura rigurosamente justa, mantiene
que en la Biblia se mezclan verdad y falsedad, y el criterio
para distinguir ambas no es otro que el Sagrado Corán y la
Sunna del Profeta Muhammad, Dios lo bendiga y salve. En
definitiva, cuanto en la Biblia sea acorde con el Corán y la
Sunna será tenido por cierto. Y viceversa: cuanto no lo
sea, será tenido por falso. Si en la Biblia, por último, se
alude a algo y en el Corán y la Sunna no, entonces no
podremos juzgarlo. Creer con un convencimiento pleno en
el mensaje original revelado por Dios a Abraham, a
Moisés, a David, a Jesús o a cualquier otro profeta, con
todos ellos sea la paz, es parte sustancial de la fe: sin ese
pío convencimiento no serás musulmán.
22
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 23
IV
La autenticidad del Qur’an
El Corán, la última revelación de Dios a la humanidad,
ha permanecido libre de cambio o intervención humana
durante más de mil cuatrocientos años1. Este Mensaje
Final de Dios fue revelado al profeta Muhammad, Dios lo
bendiga y salve, a lo largo de veintitrés años de forma
segmentada, de modo que en cada revelación se le daban a
conocer uno o varios versículos (o “aleyas”) de mayor o
menor tamaño. Cada vez que el profeta Muhammad
1
En su obra Te Rife of Muhammad, William Muir, un autor no
musulmán, afirma: “Probablemente no haya otro libro en el
mundo - refiriéndose al Corán- que haya permanecido intacto
durante doce siglos”. La orientalista italiana Laura Veccia
Vaglieri dice en su libro Apologia dell Islamismo: "Aun nos
queda otro indicio de la divinidad del Corán: a lo largo de los
siglos, su texto ha sido preservado de la tergiversación, desde el
tiempo de su revelación hasta nuestros días, y así será –si Dios
quiere– siempre y cuando exista el universo (p. 58). "Muestro mi
aprecio por este poderoso libro que no ha sufrido ningún
falseamiento tanto por sus partidarios como por sus enemigos; ni
por intelectuales ni por analfabetos; no lo decae el tiempo, y su
estado hoy sigue intacto igual que el primer día de su revelación
al Profeta fiel, el último de los enviados, añade, al final de su
libro (p. 133).
24 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
recibía una de estas revelaciones la recitaba a sus
discípulos o compañeros, que la coleccionaban por escrito
y la memorizaban. El profeta, además, iba indicándoles la
posición exacta que cada segmento debía ocupar en la
compilación final del Texto. De este modo, cientos de
seguidores del profeta escribieron o memorizaron la
totalidad del Corán aún en vida de Muhammad. Tras su
muerte, Abú Bakr, el primer califa, puso en manos de Zaid
Ibn Zabit la responsabilidad de compilar todo ello en un
solo volumen a modo de obra unitaria. Más adelante, y por
orden del tercer califa, Uzmán Ibn `Affán, se prepararon
siete copias diferentes del Libro que se enviaron a los
centros urbanos principales del mundo islámico.
La pervivencia del Corán en su forma original árabe,
lengua viva y de uso; la existencia de millones de personas
que lo han memorizado de manera escrupulosa y exacta en
los cuatro puntos cardinales y la perfecta coincidencia de
uno y el mismo texto en todas sus copias y manuscritos
son pruebas concluyentes de la autenticidad de esta la
última Revelación de Dios a la humanidad.
El Corán, todo él, en forma y sentido, letra y espíritu,
sin adición ni merma alguna es la Palabra de Dios. Si
Allah ordenaba al profeta Muhammad “Di: ¡Dios es uno!”,
el profeta no podía sino repetir tal cual el mandato,
incluyendo incluso el imperativo “di”, que se mantienen en
el Libro. Para evitar confusiones, los hadices o tradiciones
proféticas, los cuales conforman la Sunna o segunda fuente
del Islam, y en los cuales solo el sentido, y no la forma, es
revelada por Dios, se mantienen aparte del Corán y se
reúnen en obras específicas que se denominan
“compilaciones de hadices”. En la Biblia, por el contrario,
se superponen partes reveladas por Dios junto a otras
atribuidas a los profetas y otras, por último, a personas
comunes y sin capacidad profética.
24
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 25
Para cualquiera que lea el Corán es evidente que está
íntegramente dedicado a afirmar la unicidad divina. No es,
como algunos creen, un canto a las hazañas y grandezas de
Mahoma. Quien lea el Sagrado Corán deberá aceptar de
grado que en este Libro no hay otro afán o interés que
invitar a la fe en la unicidad de Allah, a alabarlo,
glorificarlo y obedecerlo: “Muhammad -leemos en Corán
3:144- no es más que un enviado: otros antes le
precedieron; si muriera o le mataran, ¿os volveríais atrás?
Quien se vuelva atrás ningún daño causará a Dios. Dios
retribuirá a los agradecidos.”
Quien lea el Sagrado Corán verá que sin la
aquiescencia divina era impensable para Muhammad
beneficiar a nadie, ni siquiera a sí mismo: “Di: No está en
mi mano atraerme otros beneficios o daños que los que
Dios disponga. Si yo conociera lo arcano abundaría en
bienes y el mal no me habría tocado. Pero lo cierto es que
no soy mas que un monitor, un nuncio de buenas nuevas
para los creyentes.” (Corán 7:188)
Quien lea el Sagrado Corán incluso hallará aleyas que
recriminan severamente al Profeta por sus acciones. En
cierta ocasión, por ejemplo, un ciego se acercó a
Muhammad, Dios lo bendiga y salve, mientras éste
predicaba a los nobles de La Meca. El ciego, ávido de
instrucción en cuanto Allah había revelado a su mensajero,
interrumpió sus predicaciones. El profeta entonces,
persuadido de la viva fe que embargaba a aquel hombre
devoto, se limitó a fruncir el ceño e ignorarlo deseando
atraer a la fe a los demás. Aquella acción le valió al profeta
una buena regañina: “Frunció el ceño y volvió la espalda
porque el ciego se le allegó. ¿Quién sabe? Acaso podría
haberse crecido en pureza o dejado amonestar; y acaso la
amonestación le hubiera beneficiado. Pero no, le haces
caso al rico, aunque no seas responsable de si no se
26 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
purifica, y a quien a ti acudió lleno de fervor y temor de
Dios ¡a ése no le prestas atención!” (Corán 80:1-11) Si
lees el Sagrado Corán comprobarás que Dios llega incluso
a amenazar de muerte al profeta si osare atribuirle la que
no es Su palabra: “Si hubiera osado atribuir a Nos sus
propias palabras lo habríamos tomado por la diestra y le
habríamos seccionado la aorta, y ninguno hubierais podido
impedirlo” (Corán 69:44-47)
Los árabes paganos acusaron repetidas veces al profeta
de inventarse el Corán. Para ellos reveló Allah varias
aleyas en las que los reta a componer una obra
parangonable al Libro. Así, en Corán 17-88 leemos: “Di:
Aunque la humanidad entera y todos los seres invisibles se
unieran para producir algo semejante a este Qur’an, nada
lograrían ni aunando sus afanes.” Y en Corán 52:33-34:
“O dicen: Él se lo ha inventado. ¿No ves que no están
dispuestos a creer? ¡Que presenten entonces una
composición similar si es cierto lo que dicen…!”.
Como no lo lograron, el reto se redujo posteriormente
a componer solo diez azoras como las del Corán: “Dicen:
¡Él se lo ha inventado! Di: Si es verdad lo que decís,
¡inventaos vosotros diez azoras así invocando en vuestro
auxilio a quien podáis, mas no a Dios!” (Corán 11:13). Y
tampoco lo lograron. Finalmente los retó, gloria a Él, a
componer una sola azora de similar belleza: “Si dudáis de
lo que hemos ido revelando a Nuestro siervo presentad una
sola azora semejante e invocad a vuestros testigos, mas no
a Dios, si lo que decís es verdad. Mas si no podéis -y
ciertamente no podréis-, guardaos del fuego en el que se
consumen hombres y piedras y que aguarda a cuantos
niegan la verdad.” (Corán 2:23-24) El reto se repite en
Corán 10:38: “Y dicen: ¡Él se lo ha inventado! Di: Si es
verdad lo que decís, ¡inventaos vosotros una sola azora así
convocando en vuestro auxilio a quien podáis, mas no a
26
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 27
Dios!” Aunque a la sazón se contaban entre los enemigos
acérrimos del Islam algunos de los más conspicuos
oradores árabes de todos los tiempos, y aunque aquello les
hubiera ahorrado todo el tiempo y el esfuerzo que
derrocharon en combatir el Islam, no lograron componer
siquiera una sola azora comparable al Corán.
Por otra parte, quien lea el Sagrado Corán comprobará
que, al contrario que la Biblia, no incurre en errores
científicos, ni discrepa, contradice o entra en conflicto de
ninguna clase con la razón y/o la ciencia: “¿Es que no van
a reflexionar sobre el Qur’an? Si procediera de otro que
Dios habrían hallado en él una profusión de
contradicciones.” (Corán 4:82) Aunque revelado hace mil
cuatrocientos años, el Corán alude a cosas que los
científicos apenas acaban de descubrir o demostrar con la
ayuda de complejas investigaciones y la más avanzada
tecnología. La razón se resiente ante el hecho probado de
que un hombre analfabeto, hace mil cuatrocientos años,
conociera tales cosas.
Allah, gloria a Él en las alturas, describe con
meridiana claridad las diferentes fases del desarrollo
embrionario: “En verdad, hemos creado al hombre de la
esencia de la arcilla; luego lo depositamos como gota en
un firme receptáculo [el útero]; luego creamos de la gota
un coágulo [una célula embrionaria], del coágulo un
embrión, y en el embrión, huesos que revestimos de carne.
Luego hacemos surgir de todo ello una criatura nueva:
¡Bendito Dios, el creador sublime! (Qur’an 23:12-14)
El Sagrado Corán alude también al big bang: “¿Acaso
saben los que se empeñan en negar la verdad que los cielos
y la tierra formaban una sola masa que luego
fragmentamos?, ¿y que hemos dispuesto a partir del agua
todas las cosas vivas? ¿Tampoco ahora tendrán fe?”
(Corán 21:30) No debemos pasar por alto que estos
28 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
versículos abordan la misma cuestión que fue objeto de
un Premio Nóbel del año 1973 y que la ciencia moderna ha
probado que el 80% del citoplasma de la célula viva está
compuesto por agua. La imposibilidad de que todos estos
datos tan precisos pudieran estar a disposición de un
hombre analfabeto1 de hace mil cuatrocientos años
constituye una prueba categórica de que el Corán es la
palabra de Dios y de que Muhammad es, Dios lo bendiga,
en verdad un profeta.
1
“Pues tú [Muhammad], antes de recibir esta no leías ni la
copiabas con tu mano escritura revelada alguna. De haberlo
hecho, quienes se afanan en negar la verdad habrían tenido
razones para dudar.” (Corán 29:48)
28
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 29
V
Vida y misión de Jesús
1
Sin embargo, los sacerdotes insisten en oponerse a las
enseñanzas del propio Jesucristo al considerar tales milagros
pruebas de su naturaleza divina. Ante ello uno estaría tentado de
increparles: ¿Por qué entonces no consideráis también un dios a
Moisés, siendo así que al contacto de su callado, que además se
transmutaba en serpiente (Éxodo 4:2-5), las aguas del mar se
hendían (Éxodo 14:16-29)? ¿Por qué no consideráis también un
dios a Josué, que ordenó detenerse el sol y la luna y le
obedecieron rendidos (Josué 10:13)? ¿Por qué no también a
Elías, que de igual modo resucitaba a los muertos (Reyes I
17:20-22)? ¿O a Eliseo, que los resucitaba vivo (Reyes II 4:32-
35) y hasta después de muerto sus huesos lo lograban (Reyes II
13:20-21)? ¿Y Ezequiel, que resucitó un ejército compuesto “por
una muchedumbre grandísima de hombres” (Ezequiel 37:7-10)?
Aunque no fueran sino hombres autorizados por Dios, ¿por qué
no divinizarlos a todos?
30 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
levantando los ojos al cielo dijo: ¡Padre!, gracias te doy
porque me has oído. Bien es verdad que yo ya sabía que
siempre me oyes; mas lo he dicho por razón de este pueblo
que está alrededor de mi, con el fin de que crean que tú
eres el que me has enviado.” (Juan 11:41-42) Simón, es
decir, Pedro, uno de los discípulos más destacados, dijo
una vez: “¡Oh hijos de Israel!, escuchadme ahora: A Jesús
de Nazaret, hombre autorizado por Dios a vuestros ojos,
con los milagros, maravillas y prodigios que por medio de
él ha hecho entre vosotros, como todos sabéis.” (Hechos
2:22) “Como todos sabéis”: para cuantos fueron testigos
de tales portentos Jesús era, sin asomo de duda, un profeta
de Dios, el conducto autorizado por medio del cual Dios
manifestaba su poder. Recordemos el episodio del hijo
unigénito de la viuda al que Jesús volvió a la vida: “Un
gran profeta -exclamaron aquel día todos los presentes- ha
aparecido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.”
(Lucas 7:16)
El Sagrado Corán nombra a este gran profeta, el hijo
de María, a quien califica de Mesías, Ungido o Cristo
(pues las tres palabras significan lo mismo), nada menos
que en veinticinco ocasiones: al profeta Muhammad solo
lo menciona en cinco. En Corán 3:42-62 leemos:
1
María, la madre de Jesús, es la única mujer que el Corán
nombra de manera expresa. Su nombre aparece en el Corán
treinta y cuatro veces y da título a un capítulo o azora completo
(en la Biblia no hallamos nada semejante). Por el contrario, a la
madre, las hijas o las esposas del profeta Muhammad no se las
30
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 31
exaltado sobre todas las mujeres de la creación. ¡María!
¡Ten devoción a tu Señor, prostérnate e inclínate con los
orantes!”
Todo esto estaba fuera de tu alcance [del profeta
Muhammad]. Nosotros te lo revelamos. Tú no estabas con
ellos cuando echaban suertes para ver quién se haría
cargo de María. No estabas con ellos cuando disputaron.
Y los ángeles le dijeron: “¡María! Dios te anuncia la
buena nueva de una palabra Suya. Su nombre es Jesús
hijo de María, el Mesías. Será reverenciado en este mundo
y en el otro. Estará cerca de Dios. Predicará a las gentes
desde la cuna y en la edad adulta, y será un hombre
justo.”
Ella respondió: “¡Señor! ¿Cómo podré tener un hijo
si ningún hombre me ha tocado?” “Así ha de ser, le
manifestó el ángel. Dios crea cuanto quiere: si dispone tan
sólo dice sé y es. Él enseñará a tu hijo el libro y la
sabiduría, la Torá y el Evangelio.”
Como enviado a los hijos de Israel les predicará
diciendo: “Os traigo un signo de vuestro Señor. Con
arcilla modelaré formas de pájaro y soplaré sobre ellas y
por el poder de Dios cobrarán vida1. Por el poder de Dios
sanaré al ciego y al leproso, y resucitaré a los muertos y
os instruiré sobre lo que coméis y lo que allegáis en
vuestras casas. En ello habréis, en verdad, signo para
creyentes.
1
Allah, gloria a su poder, salvó a Jesús y lo hizo ascender a los
cielos, junto a Él, en cuerpo y alma, vivo, sano y salvo.
32
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 33
Esta es, ciertamente, la verdad. Dios es uno. Él es
poderoso y sabio.
1
El zakat o azaque es uno de los pilares del Islam. Se trata de un
porcentaje fijo de la hacienda que se da para los pobres y
necesitados.
34
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 35
herirlo mas sólo alcanzó a rozarle la placenta.” De este
modo vino Dios a responder a las suplicas de su abuela, la
esposa del profeta `Imran, como leemos en Corán 3:36:
“Le he puesto por nombre María. E imploro Tu protección
para ella y su descendencia contra Satán, el maldito.”1
El Corán, en conclusión, considera a Jesús y a
Muhammad igualmente inmaculados, igualmente nobles,
profetas ambos enviados por Allah: ¡Gloria a Él!
VI
El profeta Muhammad
1
Tanto el Corán como la Sunna honran al Mesías y mantienen
que Dios lo protegió del Demonio frente a las afirmaciones que
se vierten en la Biblia acusándolo de que el Demonio lo tentó y
se mofó de él (Lucas 4:2).
2
Pese a la desconsideración de los judíos hacia los árabes, Allah,
como leemos en el Corán, los favoreció durante un tiempo:
“¡Hijos de Israel! Recordad la gracia que os dispensé y que os
distinguí entre todos los pueblos.” (C 2:47) La mayoría de las
veces que el Corán alude a ellos es para describir sus relaciones
con los profetas, en especial con Moisés, cuyo nombre resuena
en el Corán en ciento treinta y seis ocasiones. Recordemos que
el profeta Muhammad, el bendito y salvo por Dios, ordenó a los
musulmanes ayunar el décimo día del mes lunar de moharram y
un día antes o después de esta jornada como muestra de
agradecimiento a Dios por haber salvado a Moisés y a su pueblo
de las manos de Faraón obrando milagros tan descomunales
36 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
Israel! Yo soy el que Dios os ha enviado en
confirmación de la Torá anterior a mí, y como nuncio de
un Enviado que vendrá después de mí, y que se llamará
Ahmad». Pero cuando vino a ellos con las pruebas claras
dijeron: « ¡Esto es sin duda cosa de hechicería!»” (Corán
61:6)
En el Nuevo Testamento, Jesús profetiza la llegada del
profeta Muhammad con las siguientes palabras: “Mas yo
os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si
yo no me voy, el que os habrá de confortar no vendrá a
vosotros; pero si me voy, le enviaré. Y cuando él venga,
convencerá al mundo en orden al pecado, a la justicia y al
juicio… Cuando empero venga el Espíritu de verdad, él os
enseñará todas las verdades, pues no hablará de suyo sino
que dirá todas las cosas que habrá oído, y os prenunciará
las venideras. Él me glorificará: porque recibirá de lo mío
y os lo anunciará” (Juan 16: 7-14) ¿Y quién, decidme, ha
glorificado a Jesús tanto como Muhammad, Dios lo
bendiga y salve?
Por otro lado, en el Evangelio apócrifo de Bernabé
(220) se ponen en los labios de Jesús las siguientes
palabras: “Como los hombres me habían llamado Dios e
Hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese en el día
del juicio un objeto de burla para los demonios, prefirió
que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte
como la división de las aguas del Mar Rojo. Hasta hoy, catorce
siglos después, los musulmanes continúan recordando esa
efeméride. Prueba del fervoroso amor y del respeto que todos los
musulmanes dispensan a los profetas del pueblo de Israel es la
asiduidad con que eligen sus nombres para sus hijos.
36
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 37
de Judas1 en la cruz, y que todos quedasen persuadidos de
que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta
durará hasta la muerte de Muhammad, que, cuando venga
al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen
en la ley de Dios.”
También en el Antiguo Testamento se alude en
diversas ocasiones al profeta Muhammad, alusiones que
han sobrevivido pese a las manipulaciones. Así, por
ejemplo, leemos en Deuteronomio 18:18: “Yo le suscitaré
un profeta de en medio de sus hermanos semejante a ti y
pondré mis palabras en su boca y les hablará todo lo que
yo le mandare.”
De igual modo la localidad de La Meca, también
conocida como Bakka, donde el profeta Muhammad
recibió la revelación, es mencionada en Salmos 84:6:
“Felices aquellos que obtienen de Ti su sustento. Bakka.”
En Corán 3:96 a su vez leemos: “La primera Casa erigida
1
Según los Evangelios, el Mesías fue traicionado por su tesorero
a cambio de treinta monedas de oro. Ibn Kazir y otros exegetas
del Corán, sin embargo, comentando 4:157 afirman que aquel
discípulo que supuestamente traicionó a Jesús no hizo tal, antes
bien se sacrificó por Cristo, pues éste preguntó a los discípulos:
“En el día del peligro, ¿cuál de vosotros querrá tomar mi
apariencia y será mi compañero en el Paraíso?”, a lo que Judas
se prestó voluntario en un acto desinteresado que sí es propio de
un discípulo del Mesías. Téngase en cuenta que la supuesta
traición de Judas contradice otros pasajes evangélicos, entre
ellos Mateo 19:28: “En verdad os digo que vosotros, que me
habéis seguido, en el día de la resurrección, cuando el Hijo del
hombre se sentará en el solio de su majestad, vosotros también
os sentaréis sobre doce sillas y juzgaréis las doce tribus de
Israel.” Si Judas fuera el traidor, ¿cómo es que Jesús habla de
doce sillas y no de once?
38 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
para los hombres es, ciertamente, la de Bakka, casa
bendita y dirección para todos”, así como en Corán 14:37:
“¡Señor! He establecido a parte de mi descendencia en un
valle sin cultivar junto a tu Casa Sagrada”. Y en Isaías
21:13 se alude a la profecía de la Arabia.
Por cierto que Isaías ya profetizó que Muhammad
sería iletrado: “Y se lo dieron a uno que no sabe leer y le
dicen: Léelo; responderá: No sé leer” (Isaías 29:12).
Veamos a continuación cómo describe Bujari en su
recopilación de tradiciones profética, titulada Sahih, el
modo en que tuvo lugar la primera revelación a
Muhammad:
Muhammad se encontraba recluido en una cueva
cuando tuvo lugar la primera revelación. El ángel vino a él
y lo increpó diciendo: “Lee”. “No sé leer”, le respondió
Muhammad, quien más adelante recordaría el suceso con
las siguientes palabras: “Entonces el ángel me agarró con
tal fuerza que me sentí desfallecer. Me soltó bruscamente
y repitió: ¡Lee!, a lo que respondí que no sé leer.
Seguidamente volvió a apretarme hasta que ya desfallecía,
me soltó y repitió: ¡Lee!, y no pude sino repetirle que no
sé leer. Por tercera vez me agarró, y de tal modo, que me
moría. Entonces dijo:
Lee en el nombre de tu Señor que creó
Creó al hombre de un coágulo.
Lee: tu señor es el más noble.
38
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 39
profetas precedentes se cumplieron en la Península
Arábiga con el nacimiento de Muhammad, “el que os
habrá de confortar” (Juan 16: 7-14) o “consuelo de los
hombres” (al-Mu`azzi, como es llamado en árabe).
Muhammad, nacido de entre los descendientes de Ismael1,
a la sazón paganos idólatras, brillaba entre sus pares con
luz propia: era de corazón puro, amaba la verdad y su
ánimo se inclinaba de continuo hacia el pobre y el
desamparado. Antes de la conmoción de la profecía ya era
conocido entre los suyos como “el Honesto”. Allah,
¡Gloria a Él en las alturas!, vino a llamarlo a la edad de
cuarenta años y lo designó Su último mensajero, el profeta
destinado a la humanidad toda. Muhammad, entonces,
comenzó a emplazar a los hombres a la fe en la unicidad
de Dios, el Único que debe ser adorado, el Creador y
Sostén del Universo, el Eterno.
También a él Dios le concedió la facultad de obrar
milagros perceptibles que dieran verosimilitud a su misión
profética: hender la luna o alzar un viento huracanado que
obligó a los coalicionistas a levantar el cerco contra
Medina son sólo algunos de ellos. El Corán alude a esos
mismos milagros (Corán 33:9 y 54:1) en revelaciones que
descendieron de Dios después de sucedidos los hechos y
los paganos, que a la sazón se afanaban por hallar tachas
en el Corán, nunca afirmaron que dichas alusiones
contradijeran la verdad de los hechos; es más, fue razón,
1
Aunque en Génesis 16:16 y 21:5 se deja claramente establecido
que Ismael era el hijo primogenito de Abraham, lo cierto es que
ello, en una nueva contradicción de la Biblia, no resulta acorde a
lo que leemos en Génesis 22:2: “Díjole: Toma a Isaac, tu hijo
único a quien amas…”
40 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
para muchos, de abrazar la fe islámica y para quienes ya
eran creyentes, de acrecentar su fe.
Decíamos que los anteriores no fueron los únicos
milagros. La Sunna alude a otros: el agua corría de entre
sus dedos; los alimentos se multiplicaban, platicaba
certeramente de arcanos y cosas del porvenir de las que
Dios rectamente le informaba, etc. Pero sin duda el
milagro por excelencia en el Islam, aquel que permanecerá
vivo hasta el Día del Juicio, es el Sagrado Corán. El Corán
es sobrenatural y en sí mismo un milagro en virtud de su
forma (esto es, de su belleza literaria y su perfección
lingüística) como en virtud de su contenido (por las
nociones de lo arcano y del mundo sensible que contiene y
por el sistema jurídico que funda).
El profeta Muhammad, Dios lo bendiga y salve,
convivía plenamente con sus contemporáneos, con sus
esposas y sus otros familiares. Nada en él quedaba
encubierto, fingido o disimulado. El menor detalle de su
vida era patente cual libro abierto para numerosas personas
que creían devota y fervorosamente que él era el
mensajero de Dios; que incluso inmolaban su vida en aras
de la fe que él predicaba sin otro medio para persuadirlos
salvo la Revelación verdadera que le había sido otorgada
por Dios.
Muhammad llamó a los hombres a la hermandad bajo
el signo del Islam sin distinción de raza, color, lengua,
patrimonio o sexo: “¡Hombres! Os creamos de un varón y
una mujer e hicimos de vosotros pueblos y grupos
diferentes para que hagáis por conoceros. Para Dios, el
más noble de entre vosotros no es sino el más piadoso.
Dios es omnisciente, nada se le oculta.” (Qur’an 49:13)
El profeta reiteraba que la ascendencia familiar nada
40
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 41
significa a los ojos de Dios1. “Vuestro Señor es uno, decía,
y de un solo hombre descendéis. El árabe no es mejor que
el no árabe. El blanco no es mejor que el negro. Solo la
piedad y la rectitud en el obrar os distinguen.” (recogido
por el Imam Ahmad) Dicho de otro modo, no es el color o
la raza la medida con que Dios ha de juzgarnos, sino la fe,
la integridad y la rectitud. No debemos olvidar que la
esclavitud se hallaba a la sazón muy extendida y que en su
apoyo concurrían la Biblia y otras religiones positivas.
Entonces, Dios envió a Muhammad e impuso la
manumisión del esclavo como una de los méritos que en
mayor medida acercan el hombre a Dios y le permiten
expiar sus faltas. Dios, el Altísimo, dice: "Pues nunca se ha
puesto a subir la Cuesta. Y ¿cómo sabrás qué es la Cuesta?
Es manumitir a un esclavo. (Corán 90: 11-13)
Como augura Allah en Corán 22:107, Muhammad,
Dios lo bendiga y salve, fue enviado “cual obra de
misericordia de la que se habría de beneficiar la creación
entera”. “Son los misericordiosos quienes encuentran la
suprema misericordia, decía; sed clementes con cuantos
hollan la faz de la tierra y Aquél que está en los cielos lo
será con vosotros.” “Quien no obre con amorosa
misericordia para con sus semejantes no conocerá la
clemencia de Dios” (ambos hadices fueron recogidos,
respectivamente, por el Imam Ahmad y Bujari).
El profeta Muhammad, en efecto, era la
personificación misma de la misericordia. En Qur’an
1
De hecho, Abu Lahab era tío del profeta Muhammad y sin
embargo, por haberse opuesto al designio divino, por haber sido
impío, fue condenado y de nada sirvió su parentesco con el
profeta ante los ojos de Dios.
42 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
3:159 leemos: “Por una misericordia venida de Dios has
sido suave con ellos. Si hubieras sido áspero y duro de
corazón, habrían huido de ti. ¡Perdónales, pues; pide el
perdón de Dios en su favor y consúltales en el gobierno!
Pero cuando hayas tomado una decisión, confía en Dios.
Dios ama a los que confían en Él.”
El profeta, Dios lo bendiga y salve, era clemente
incluso con sus enemigos. Sirva como muestra el siguiente
ejemplo: Cuando aconteció la conquista de La Meca,
persuadidos de que se tomaría una terrible venganza por
cuanto le habían hecho a él y a todos los primeros
musulmanes, los idólatras esperaban ser muertos. Pero el
profeta se limitó a plantarse junto a la puerta que
franqueaba el paso a La Caaba y preguntarles: “Y ahora,
¿qué pensáis que haré con vosotros?”. “Tú eres,
contestaron, un hermano noble, hijo de un noble hermano
de nuestro padre”. “Marchaos en paz, resolvió. Sois
libres.” Gestos tales jalonan toda su trayectoria vital y
hacen manifiestas su grandeza y magnanimidad. Había
llegado su hora, no tenía más que tomarse venganza a su
sabor. Mas no: la creación entera habría de beneficiarse de
semejante misericordia. No tomaría venganza olvidando la
palabra de Dios: “…y aquellos que reprimen la ira y
perdonan a sus semejantes, pues Allah ama a quienes
obran rectamente” (Qur’an 3:134) Dios también ha dicho:
“¿Es que acaso dan igual el bien y el mal? ¡Remedia con
lo mejor! Si así obras, el otrora enemigo te ceñirá con su
amistad. Tan grande bien está reservado a los pacientes.
Tan grande bien es la fortuna de los asaz dichosos.”
(Qur’an 41:34-35) Si lo instaban a que rogara a Dios por
la perdición de sus enemigos, el profeta, aunque ellos le
habían astillado los dientes y fracturado el cráneo, miraba
42
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 43
al cielo e imploraba: “¡Dios mío! ¡Perdona a mi pueblo,
pues no sabe lo que hace!” (Recoge la tradición Ibn
Hibban).
Nunca le invadió la ira por algo personal: si se
enfadaba, siempre era por la causa de Dios. “La bizarría,
solía decir, no se muestra en el combate sino en la
contención del genio.” (Hadiz transmitido por Bujari)
No se puede ser más modesto de lo que era el profeta
Muhammad. Cuenta Ibn Mayya que en cierta ocasión se le
acercó un hombre. Llegaba temblando, pues suponía que
iba a ser recibido por un gran monarca. “Cálmate, le
susurró el profeta tranquilizador. No te hallas ante un rey.
Yo soy solo el hijo de una pobre mujer que se alimentaba
de cecina en La Meca.” “Un solo grano de arrogancia en el
corazón, sentenciaba, te pesará tanto que no entrarás en el
Reino de los Cielos”. Otra vez, por último, coincidió que
el sol vino a eclipsarse justo tras la muerte de su hijo
Ibrahim. “¡Mirad!”, exclamaba el gentío, “el sol ha
quedado eclipsado por su muerte”. “Nada de eso”,
respondió el profeta. “El sol y la luna son signos de Allah
y no obedecen a la vida ni a la muerte de nadie.” (Los
hadices anteriores fueron transmitidos por Muslim y Bujari
respectivamente)
En otro hadiz recogido por Bujari, el profeta
Muhammad ordena a sus seguidores: “No hagáis como los
cristianos con el Hijo de María: no me celebréis en exceso,
que no soy más que un siervo de Dios. Llamadme, pues, el
Siervo de Dios (Abdullah) o el Mensajero de Dios
(Rasulullah).”
Otra vez, uno de sus compañeros se dirigió a él
diciendo: “Tú eres nuestro señor y tu autoridad nos
gobierna.” El profeta montó en cólera (pues, como
decíamos, solo la causa de Dios lograba enfurecerlo) y
44 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
respondió: “Solo Allah es el Señor. Yo no soy señor de
nadie. Que no os engañe Satanás. No quiero que me
consideréis por encima de lo que Dios me ha hecho. Yo no
soy sino el siervo de Dios y su mensajero.” (El hadiz lo
recoge el Imam Ahmad)
El Islam considera el interés por los desamparados, los
indigentes y los huérfanos un elemento insoslayable de la
fe: “¿Ves a esos que desmienten el Juicio de Dios? Son los
mismos que repudian al huérfano, los mismos que
desalientan al que da de comer a los pobres.” (Corán
107:1-3) Desatender a los débiles, en efecto, conduce al
infierno: “No creía en Dios el Altísimo, y desalentaba a
quienes deban de comer al pobre.” (Corán 69:33-34)
El mensaje divino que el profeta Muhammad vino a
regalarnos condena toda forma de injusticia, de agresión y
terror contra el inocente: “Y no quebrantéis los límites
impuestos: Dios detesta a quienes lo hacen.” (Corán 5:87)
También el Corán (5:32) dice: “Por eso prescribimos a los
Hijos de Israel que quienquiera arrebatare la vida a un ser
humano sin que éste se la hubiera quitado a otro ni
sembrado la corrupción se considere cual si hubiera
asesinado a la humanidad entera, de igual modo que
quienquiera salvare la vida a un ser humano, se considere
como si se la hubiera salvado a la humanidad entera.”
El asesinato es, pues, para el Islam un acto de suma
brutalidad. El Islam recomienda dispensar un trato
humanitario incluso a los animales y prohíbe infringirles
daño alguno. Todos los recopiladores de tradiciones
proféticas son conformes en que el profeta Muhammad
contaba cómo “una mujer atrapó en cierta ocasión a un
gato y le impidió comer ni beber ni alimentarse siquiera de
insectos o gusanos hasta que el animal murió y por ello,
44
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 45
aquella mujer sufrió los tormentos del infierno.” También,
cómo una mujer dio de beber a un perro y Dios le perdonó
sus pecados. “¿Acaso Dios ha de recompensarnos por
cómo tratamos a las bestias?”, le preguntaron, y el profeta
respondió: “Dios ha de recompensaros por cuanto hagáis a
cualquier ser vivo.”
El Islam llama a la tolerancia y el respeto hacia todos
los seres humanos, sean o no musulmanes. “Quien cometa
una injusticia o no otorgue sus derechos al no musulmán,
decía el profeta según un hadiz recogido por Ibn Dawud;
quien lo abrume de cargas o le arrebate lo suyo por fuerza,
ese tal me hallará en su contra el Día del Juicio.”
El Islam también llama a ser fiel a la confianza dada y
condena la traición: “Devuelve fidelidad y confianza a
quien te la dio, mas no traiciones a quien te traicionó”, dijo
el profeta (hadiz transmitido por al-Tirmidi). De igual
modo condena el egoísmo e invita a los hombres a desear a
su prójimo lo que desearían para sí mismos. “No te
contarás entre los creyentes, decía el profeta, hasta que no
desees para tu prójimo lo que para ti mismo.”
También invita el Islam a ser decente y bien nacido y
respetar y honrar a la mujer: “El creyente con una fe más
devota es aquel que hace gala de decencia y trata
dignamente a sus esposas.” Cuentan que en cierta ocasión
un hombre se acercó a él y le preguntó: “¿Quién, profeta
de Dios, es la persona que merece mi mejor compañía?”.
“Tu madre”, le respondió. “¿Y quién después de ella?”,
volvió a preguntar. “Tu madre”, reiteró el profeta. “¿Y aún
después?”. “Tu madre”, respondió por vez tercera. “Pero,
¿y aún después”?, insistió aquel hombre por cuarta vez.
“Tu padre.” (Los tres hadices fueron recogidos por Bujari
y Ahmed) “Quédate con ella, pues el paraíso reposa a sus
pies”, respondió a un hombre que le rogaba sumarse a la
46 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
guerra por la causa de Dios dejando atrás a su madre (en
esta ocasión el hadiz lo recoge al-Nasa´i). En otro hadiz
dijo: “Quien tenga una niña y no la entierra viva ni la
humilla ni prefiere más a su hijo –quiere decir el varón–,
Dios lo hará entrar en el Paraíso” (lo recoge Ahmed).
Como también dijo: “Quien tenga tres hijas o tres
hermanas, o dos hijas, o dos hermanas, que se esmere en
su compañía y demuestre en ellas su temor de Dios, pues
en verdad que tiene el Paraíso” (lo recoge al-Tirmidhi). En
efecto, el buen trato a la mujer constituye en el Islam uno
de los mayores méritos para entrar al Paraíso.
El hombre, padre, hijo, hermano, esposo o gobernante,
es responsable de cuidarse de la mujer; de procurarle
cuanto de lícito precise en su vida; de permitirle el acceso
a su porción de la herencia, a su regalo nupcial, etc.1 Según
1
Levítico 15:19-30 afirma: “Cuando la mujer tuviere flujo de
sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y
cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche. Todo
aquello sobre que ella se acostare mientras estuviere separada,
será inmundo; también todo aquello sobre que se sentare será
inmundo. Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos, y
después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche.
También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella
se hubiere sentado, lavará sus vestidos; se lavará luego a sí
mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Y lo que
estuviere sobre la cama, o sobre la silla en que ella se hubiere
sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la noche. Si alguno
durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo
por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda. Y
la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos días
fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de
sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será
inmunda como en los días de su costumbre. Toda cama en que
durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su
costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo,
como la impureza de su costumbre. Cualquiera que tocare esas
cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará
46
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 47
leemos en Corán 2:228: “Ellas tienen derechos
equivalentes a sus obligaciones, conforme a justicia”.
La fe que el profeta Muhammad vino a regalarnos
invita también a la piedad filial, a un tierno amor e
inclinación por los padres incluso si pugnaren
abiertamente contra el Islam. En Qur’an 31:14-15 leemos:
“Y hemos encomendado al hombre cuidarse de sus padres:
su madre lo lleva [en su seno] soportando una penalidad
tras otra hasta destetarlo a los dos años. Sé agradecido
conmigo y con tus padres, pues Yo soy el final destino. Si
ellos te instan en lugar de a Mí a adorar lo que desconoces,
¡no los obedezcas!, mas trátalos como es debido durante
toda tu vida.”
Esta fe que nos llegó de la mano de Muhammad nos
llama asimismo a tratar a los demás con amabilidad y
ternura: “No conocerá el fuego la persona amable, cercana
y cariñosa con sus semejantes”, repetía. “¿Sabéis quiénes
1
Entre las muchas pruebas de la veracidad de Muhammad, Dios
lo bendiga y salve, se cuenta el hecho de que fuera una persona
analfabeta que vivió toda su vida en un medio caracterizado por
una cultura muy limitada. ¿Cómo hubiera sido posible, entonces,
que se inventara una ley divina integral capaz de cubrir hasta los
detalles más nimios exigidos por la vida humana en los ámbitos
de la fe, los actos de culto, las relaciones transaccionales y la
moralidad?, ¿cómo un sistema de normas sobrehumano y que
abarca el matrimonio y su disolución, filiación, lactancia,
prestación de alimentos, derecho sucesorio, derechos y deberes
paterno-filiales, entre parientes en otros grados y entre vecinos,
el derecho penal y los derechos universales del hombre tanto
como sus necesidades religiosas, espirituales, intelectuales,
económicas y familiares, sistemas políticos y económicos y
hasta la etiqueta en el comer, el beber, vestir, viajar, dormir,
despertar, bostezar, pedir permiso para pasar a casa ajena, visitar
al enfermo, higiene personal y un largo etcétera? ¿Cómo iba a
ser posible?
48
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 49
bendiga y salve, antes de comenzar a predicar ya se
hallaba desposado con Jadicha, que en gloria de Dios esté,
una rica hacendada de La Meca de cuyos negocios él se
ocupaba. Cuando hizo pública su misión profética trataron
de persuadirlo para que renunciara con tentaciones
mundanas de toda suerte, incluyendo riquezas y
dignidades de soberano. Mas nada de ello pudo desviarlo
del deber de transmitir el mensaje revelado por Allah y
eligió la vía del sacrificio y el sufrimiento. Más adelante,
cuando ya Allah había hecho de él una persona de enorme
influencia, en lugar de regalarse con la lujuriante vida de
un rey hizo votos de vida simple, se alejó de abundancias,
durmió sobre una estera de esparto y habitó una cabaña de
barro. Incluso cuenta al-Tirmidi que no era infrecuente que
“le pasaran sucesivas noches con el estómago vacío y su
50
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 51
Islam.”
En Muhammad, de George Bernard Shaw, leemos: “El
mundo precisaba a la sazón de una persona con el
pensamiento de Muhammad, un profeta que puso siempre
su fe en un lugar de respeto y reverencia, la religión con
mayor capacidad para aglutinar civilizaciones de todos los
tiempos. Observo que un buen número de europeos han
abrazado ya el Islam, y creo que esta religión aún ha de
abrirse mucho camino en Europa [...]. Durante la Edad
Media, los representantes de la Iglesia, por ignorancia o
puro fanatismo, bosquejaron un cuadro tenebroso de la
religión revelada a Muhammad, a quien consideraron
enemigo declarado del Cristianismo. Sin embargo, después
de analizar su figura con todo detenimiento, colijo que la
suya es una obra prodigiosa; que jamás fue enemigo del
Cristianismo, que debería ser considerado el salvador de la
humanidad y que, si en sus manos estuviera hoy el
gobierno del mundo, resolvería nuestros problemas
trayendo la paz y la felicidad a todos.”
Alphonse Lamartine, el famoso poeta francés, dice en
su libro Historia de Turquía, (París, 1854, tomo II, pp.
276-277): “Ningún hombre, sea voluntaria o
involuntariamente, puede aspirar a otro objetivo más
sublime, pues este propósito, que sobrepasa la capacidad
humana, destruye las supersticiones que separan entre el
Creador y Sus creados. En este mundo ningún hombre ha
conseguido, en breve tiempo, una revolución tan grande y
duradera como esta. Si la sublimidad de la intención, la
fragilidad de los medios y la grandeza de los resultados
son los criterios del ingenio de los hombres, ¿quién se
atreve a comparar a cualquier gran hombre de la historia
con Muhammad? Ha conmovido las almas basándose en
un libro que cada una de sus letras se ha convertido en una
52 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
ley. El sistema de valores que fundó unificó pueblos de
distintas hablas y razas. Su extraordinaria paciencia en la
adversidad y en la victoria, su cumplimiento de los valores
espirituales y su abstención absoluta de gobernar reflejan
la verdadera personalidad de Muhammad. ¿Quién será más
grande que él?”
En su obra Apología del Islam, la orientalista italiana
Laura Veccia Vagliery afirma: “Muhammad, como
predicador de la religión de Dios, fue amable y bondadoso
incluso con sus propios enemigos. En su personalidad se
mezclaron la justicia y la misericordia, dos cualidades
nobles que ninguna mente humana pueda concebir (p. 38).
El teólogo húngaro Gottlieb Wilhem Letner, ilustre
orientalista, dice: “Realmente, expreso, en voz alta, mi
deseo de ver el día en el cual los cristianos muestran su
gran respeto a Jesucristo a través de venerar a Muhammad.
El verdadero cristianos es, sin duda, quien respeta la
verdad enunciada por el profeta del Islam1”
VII
Las doctrinas del Cristianismo y del Islam
1
“The Islamic Review”, mayo de 19661, pp. 6-10.
52
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 53
En el Islam, en contra del trinitarismo católico, es la
unicidad de Allah, Dios uno y único, la doctrina
fundamental y la base de la fe. Para el Islam, la deificación
de Jesús, sobre él sea la paz de Dios, constituye una vuelta
al paganismo1. Conforme al Corán, Jesús no es la
encarnación de Dios sino su profeta y mensajero que,
como cualquiera otro, llamó a la fe en la unicidad divina.
El Islam, por otra parte, también rechaza la filiación divina
de Jesús, el pecado original y la expiación de los pecados.
El Islam reposa sobre seis pilares de fe:
1. La fe en Dios, Allah.
2. La fe en la existencia de los ángeles.
3. La fe en las escrituras reveladas.
4. La fe en los mensajeros o apóstoles de Dios.
5. La fe en el Día del Juicio Final.
6. La fe en el Decreto divino.
La Santísima Trinidad
1
En su A Brief History of Civilization (t. 11, p. 276), Will
Durant afirma: “El Cristianismo no acabó con el paganismo. Lo
que hizo fue adoptarlo.” Debemos entender esta afirmación en lo
que respecta al Cristianismo de Pablo, no al Cristianismo
verdadero y auténtico, el que nos invita a creer en la pura
unicidad de Dios.
54 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
habló Jesús de la Trinidad sencillamente porque creía en
el mismo Dios, y del mismo modo, que los profetas
precedentes. Y todos ellos creyeron y llamaron a la fe en la
unicidad, no en la trinidad, de Allah1. Así, relata Marcos
(12:28-30) que “uno de los escribas, que había oído esta
disputa, viendo lo bien que les había respondido, se
arrimó, y le preguntó cuál era el primero de todos los
mandamientos. Y Jesús le respondió: El primero de todos
los mandamientos es éste: Escucha, ¡Oh Israel!, el Señor
Dios tuyo es el solo Dios, amarás al Señor Dios tuyo con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y
con todas tus fuerzas; éste es el mandamiento primero.”
Ésta no es, ni mucho menos, la única prueba de que Jesús
depositaba su fe en un Dios único, no trino. En Mateo
4:10, por ejemplo, se pone en labios del Mesías la
siguiente afirmación: “Adorarás al Señor tuyo, y a Él solo
servirás.”
1
En Isaías 44:24 leemos: “Yo soy el Señor hacedor de todas las
cosas”, en 45:5, “Yo soy el Señor, y no hay otro que yo: no hay
Dios fuera de mí”, y en 45:18, “Porque esto dice el Señor,
criador de los cielos, el mismo Dios que formó y conserva la
tierra; el que es su Hacedor, y que en vano la crió, sino que la
hizo para fuese habitada: Yo, el Señor y no hay otro que yo.” De
igual modo, en la Epístola I a Timoteo 6:16 se define a Dios
como “el solo que es inmortal”, y en Isaías 46:9: “Pues yo soy
Dios, y que no hay otro Dios, ni nadie que a mi sea semejante”.
En Corán leemos: “Dios es el creador de todo y vela por todo”
(Corán 39:62); “Ése es Dios vuestro Señor. No hay otro Dios. Él
es el creador. ¡Servidle pues! Él vela por todo” (Corán 6:102);
“Confía en el Viviente, Él no muere” (Corán 25:58) y, por
último: “No hay nada que se Le asemeje. Él es quien todo lo
oye, quien todo lo ve.” (Corán 42:11)
54
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 55
En realidad, el conocido como Dogma de la
Santísima Trinidad fue declarado más de trescientos años
después de que Jesús dejara de estar entre nosotros. Los
cuatro evangelios canónicos no aluden a él ni una sola vez,
y ni Jesús, ni sus discípulos, ni ninguno de los primeros
padres de la Iglesia enseñaron jamás nada semejante. Hoy
sabemos que el dogma de la Santísima Trinidad se
estableció, no sin fricciones ni controversias, en el
Concilio de Nicea y fue aprobado por la minoría de sus
miembros1. Además, racionalmente analizado, el concepto
mismo de la Trinidad es insostenible. La fe en tal dogma
nos exige creer en la existencia de tres personas distintas, o
hipóstasis, en la esencia de Dios, personas que por lógica
sólo pueden ser finitas o infinitas. Si las definimos como
infinitas habremos de concluir que existen tres infinitos,
mientras que si las definimos como finitas, en cuanto que
tales, ni el padre, ni el hijo ni el espíritu santo serán Dios.
1
En el primer concilio ecuménico, Jesús fue deificado; en el
segundo lo fue el Espíritu Santo; en el tercero, la Virgen María;
en el decimosegundo, la Iglesia se arrogó el derecho a otorgar el
perdón de los pecados y por último, en el vigésimo, se decretó la
infalibilidad del Papá.
Según la Enciclopedia Americana, el monoteísmo surgió como
movimiento teológico en un momento muy temprano de la
historia, mucho antes, desde luego, de la aparición del dogma
trinitario. No cabe duda, continúa esta prestigiosa publicación,
de que el cristianismo hunde sus raíces en el judaísmo, el cual
mantiene un monoteísmo muy estricto. Y concluye: el Dogma de
la Santísima Trinidad, declarado en el siglo IV, no refleja de
manera exacta las enseñanzas del cristianismo primitivo respecto
a la naturaleza de Dios, antes bien debe considerarse una
desviación de las mismas.” (véase Enciclopedia Americana,
tomo 25, p. 294)
56 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
La solución a semejante aporía por parte de los padres
de la Iglesia consistió en afirmar que el dogma en cuestión
es un “misterio”. Así pues, el dogma de la Trinidad se basa
en elevar a dos seres creados (Jesús y el espíritu santo,
benditos sean) a la categoría de divinidad.
El Islam, por el contrario, explica el principio de la
unicidad de Dios de manera fácil y clara: Allah es uno,
nada es igual a él ni participa de su naturaleza divina; Él es
el creador, el subsistente, y en Él, ensalzado sea, se
sostiene la existencia de toda criatura; no engendra en la
carne ni es engendrado, pues su esencia es completa y
perfecta; nada es comparable a Él o copartícipe de su
divinidad ni tiene, como los seres sexuados, compañera.
En Juan 8:38-40 leemos: “Yo hablo lo que he visto
en mi Padre: vosotros hacéis lo que habéis visto en vuestro
padre. Respondiéronle diciendo: Nuestro padre es
Abrahán. Si sois hijos de Abrahán, les replicó Jesús, obrad
como Abrahán. Mas ahora pretendéis quitarme la vida,
siendo yo un hombre1 que os he dicho la verdad que oí de
Dios: no hizo eso Abrahán.” Y en Juan 17:3-4: “Y la vida
eterna consiste en conocerte a Ti, solo Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien Tú enviaste. Yo por mí te he glorificado
en la tierra; tengo acabada la obra, cuya ejecución me
encomendaste.”
El Corán afirma la unicidad de Allah en la azora 112:
1
“Porque Yo soy Dios, y no un hombre.” (Oseas 11:9) “No es
Dios como el hombre para que mienta, ni como hijo de hombre
para estar sujeto a mudanza.” (Números 23:19) “Mi espíritu no
habitará jamás en el hombre, pues es carne mortal.” (Génesis
6:3)
56
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 57
Di: Él es Dios, Uno,
Dios, el Eterno,
No ha engendrado, ni ha sido engendrado.
No tiene par.
1
Por ejemplo, de The Bible in Basic English, The Darby Transla-
tion, Weymouth's New Testament, Holy Bible: Easy-to-Read
Version (Contemporary English Version), The American Stan-
58 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
1
Sin embargo, Mateo 12:50 relata el mismo episodio con las
siguientes palabras: “Porque cualquiera que hiciera la voluntad
de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano y mi
hermana, y mi madre.” Como podemos comprobar, Mateo ha
sustituido “Dios” por “Padre” atendiendo a razones teológicas.
Según el reputado teólogo Kisman, tanto Lucas como Mateo
introdujeron no menos de cien cambios en el evangelio de
Marcos por similares razones.
60 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
obstante, así hoy como mañana, y pasado mañana,
conviene que yo siga mi camino; porque no cabe que un
profeta pierda la vida fuera de Jerusalén. ¡Oh Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que a
ti son enviados!” (Lucas 13:33-34)
Todas estas palabras que la Biblia pone en boca de
Jesús nos muestran que, en su relación con Dios, no se
consideraba más que cualquier otro ser humano. Él no era
el Creador, sino la criatura. Una criatura en nada diferente
a Adán. ¿Qué otra conclusión podríamos sacar cuando lo
vemos rezarle a Dios, por ejemplo, en Marcos 1:35 y en
Lucas 5:16? ¿No es acaso un profeta el que reza a Dios, o
es Dios quien se reza a sí mismo? ¿No glorificaba a Dios
diciendo “Yo te glorifico, Padre, Señor del cielo y de la
tierra” (Mateo 11:25)?
Concluimos, pues, que el dogma de la naturaleza
divina de Cristo no se sostiene en las enseñanzas de Jesús
tal y como nos las han transmitido los evangelios. Como
los dogmas de la Santísima Trinidad y de la Encarnación,
también éste surgió tiempo después de que el Mesías
dejara de estar entre nosotros. Una vez más nos
encontramos ante una concesión cristiana al paganismo.
No olvidemos que numerosos héroes fueron divinizados en
la mitología precristiana: lo mismo que los hinduistas
hicieran con Krishna, los budistas con Buda, los persas con
Mitra, los antiguos egipcios con Osiris, los griegos con
Baco, los babilonios con Baal y los sirios con Adonis, los
cristianos lo hicieron con Jesús.
Al negar el dogma de la encarnación, o lo que es lo
mismo, de la transmutación de Dios en su criatura, el
Islam nos libera de tales supercherías. El Islam defiende
con la mayor firmeza que ni Jesús, ni ningún otro ser
humano, es ni será nunca Dios. Corán 5:75 afirma que
Jesús fue un mensajero de Dios, como tantos otros que le
60
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 61
precedieron, y que “solía comer” en compañía de su
madre. Una criatura que come no puede ser Dios: ni Jesús,
ni Muhammad ni ningún otro profeta; y ello toda vez que
comer implica una servidumbre material, y Dios es el
Subsistente, de nada ni de nadie depende. Comer implica
digerir; y digerir implica actos innobles en nada acordes a
la majestad divina.
No debemos olvidar que un gran número de pueblos
antiguos, más o menos primitivos, incluso negaban la
posibilidad de que un enviado de Dios pudiera ser un
mortal común que come y bebe. Recordemos el episodio
que nos narra el Corán respecto a lo que dijeron los
descreídos de Noé: “Este no es más que otro mortal como
vosotros: como lo mismo que vosotros, y bebe lo mismo
que vosotros.” (Corán 23:33); y, más tarde, respecto a lo
que dijeron los beduinos iletrados del profeta Muhammad:
“¿Qué clase de profeta es este que come y se pasea por los
mercados?” (Corán 25:7). Quienes divinizan a Jesús no
hacen sino llevar esto al extremo: para ellos es Dios
mismo quien bajó de las alturas para, transmutado en ser
humano, alimentarse de materia. ¡Gloria a Dios en las
alturas, tan ajeno a tales desvaríos!
El Corán niega la naturaleza divina de Jesús con las
siguientes palabras: “No creen, en realidad, quienes dicen:
Dios es el Mesías, el hijo de María. El Mesías dijo: ¡Hijos
de Israel, servid a Dios, mi Señor y Señor vuestro! Dios
veda el paraíso a quien asocia a Dios [falsos dioses]. Para
ésos está reservado el fuego del infierno. Los inicuos no
hallarán auxilio.” (Corán 5:72-73)
Allah también ha dicho: “Para Dios, Jesús es
semejante a Adán, a quien creó de tierra y a quien dijo sé y
62 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
fue.” Tampoco Adán tuvo madre ni padre1. Jesús fue un
profeta de Dios, piadoso, devoto y puro como todo profeta,
pero a la postre humano. “En verdad os digo que yo soy el
siervo de Dios. Él me ha dado la Escritura y me ha
convertido en su profeta.” Si tal afirma Jesús en Corán
19:30, en Hechos de los Apóstoles 3:13 leemos: “El Dios
de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios
de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús.”
(Nuevo Testamento, Editora Católica; el subrayado es
nuestro)
Como fácilmente concluirá el lector, no es pues el
Islam el único que sostiene que Jesús no era divino sino
humano: también lo hace la Biblia. De hecho, en un
programa de la televisión británica titulado Credo,
diecinueve de los treinta y un obispos de la Iglesia
Anglicana afirmaron que los cristianos no están obligados
a creer en la naturaleza divina de Cristo (Daily News de 25
de junio del año 1984).
1
También leemos en la Epístola a los Hebreos 7:3 que
Melquisedec nació “sin padre, sin madre, sin genealogía, sin ser
conocido el principio de sus días, ni el fin de su vida”, y no por
eso nadie sostiene la naturaleza divina de Melquisedec.
62
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 63
hijo, y yo le seré padre; y estableceré el solio de su reino
sobre Israel para siempre.”
Así pues, a la vista de las citas anteriores y de otra
profusión de lugares en la Biblia debemos concluir que el
término “hijo” no es usado en tales contextos en sentido
propio sino figurado, y que debe entenderse que el “hijo de
Dios” es la persona bienamada por Allah. El mismo Jesús
dijo: “Amad a vuestros enemigos… para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial” (Mateo 5:44-45) y
“Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9) No cabe la menor
duda de lo que Jesús quiere decir cuando afirma que
alguien es “hijo de Dios”. No existe justificación posible
para no entender que Jesús es el hijo de Dios en sentido
figurado. Cuando afirmamos que Jesús es el hijo de Dios
estamos diciendo exactamente lo mismo que cuando lo
predicamos de Adán, del pueblo de Israel, de David o de
Salomón. Esto sin tener en cuenta que si en trece ocasiones
la Biblia denomina a Jesús “hijo de Dios”, nada menos que
en ochenta y tres lo denomina “hijo del hombre”.
El Islam rechaza con la mayor energía la filiación
divina de Cristo. Así lo establece el Corán con claridad
meridiana: “Dicen que Dios ha tomado un hijo. ¡No, gloria
a Él! Suyo es cuanto está en los cielos y en la tierra. Todo
le debe obediencia.” (Corán 2:116) En definitiva, atribuir
al hijo filiación divina quiebra el principio de perfección
de Dios, ensalzado sea.
El pecado original
El pecado original es el cometido por Adán al
desobedecer a Dios y comer el fruto prohibido del árbol de
64 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:17)1. La
doctrina cristiana sostiene que todos los seres humanos
han heredado esa culpa, lo que significa, al cabo, que todos
los hombres son concebidos con tal mancha. Y puesto que,
continúa la doctrina cristiana, el principio de justicia
divina exige la expiación de la culpa, Dios no puede
perdonar el pecado, aún el venial, sin cobrarse por ello
cumplida compensación. Y, por más asombroso que
resulte, puesto que conforme a lo que Pablo establece en la
Epístola a los Hebreos (9:22), “sin derramamiento de
sangre no se hace remisión”2, la doctrina cristiana
concluye que el pecado original debe lavarse con sangre.
Mas, ¿qué remisión cabría de sangre impura y
culpada? La redentora habrá de ser sangre no contaminada,
perfecta y desnuda de corrupción. Y es por eso que Jesús,
el “Hijo de Dios” sin pecado, vino al mundo, fue
crucificado, sufrió una agonía indecible y derramó la
sangre de sus venas. Así quedó purgada la culpa de la
humanidad. Al fin y al cabo, solo el Dios infinito podía
pagar el infinito precio del pecado. Ergo solo quien acepte
que Jesús es el Redentor puede salvarse. A menos que
admitamos nuestra redención por la pasión y muerte de
Cristo estaremos condenados al fuego eterno.
En todo este asunto caben distinguir tres cuestiones: 1.
El concepto de pecado original. 2. La creencia en que el
principio de justicia divina exige que la remisión del
pecado se cobre un precio de sangre. 3) La creencia en que
1
Ante lo cual no puede uno menos que preguntarse cómo es que
Dios castigó a Adán por cometer tal acto si éste a la sazón
desconocía la diferencia entre el bien y el mal.
2
Lo cual, por cierto, contradice otros pasajes en los que se
afirma que se puede redimir el pecado con trigo (Levítico), con
dinero (Éxodo 30:15) e incluso con joyas (Números 31:50).
64
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 65
la pasión y muerte de Cristo redimió del pecado a toda la
humanidad y que la única vía para la salvación eterna del
alma es el que discurre por el camino de la fe en el
sacrificio de Cristo por los hombres.1
Comencemos por la primera. En la página 140 del
libro titulado Catholic Teaching, obra del reverendo padre
De Groot, leemos: “Las Sagradas Escrituras nos enseñan
que el pecado de Adán se transmitió a todos los seres
humanos, excepción hecha de Nuestra Santísima Señora.”
Y en Romanos 5:8-19: “Así como el delito de uno solo
[Adán] atrajo la condenación a todos los hombres, así
también la justicia de uno solo [Cristo] ha merecido a
todos los hombre la justificación que da vida.” No cabe
otra interpretación: todos los seres humanos han heredado
el pecado de Adán. Pero lo cierto es que, como tantos otros
dogmas cristianos, el del “pegado heredado” no tiene
fundamento alguno en las enseñanzas de Jesús o de los
profetas que le precedieron. Los profetas siempre
enseñaron que el hombre es responsable de sus propios
actos y solo de sus propios actos, y que los hijos no
heredan las culpas de sus padres.
Prueba de que el hombre nace sin culpa ni pecado la
tenemos en que, para Jesús, nada había tan inocente y puro
como un niño. Recordemos cuando dijo a los discípulos:
“Dejad, que vengan a mí los niños, y no se lo estorbéis;
porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios.
En verdad os digo que quien no recibiere, como niño, el
reino de Dios, no entrará en él.” (Marcos 10:14-15) Así
pues, el Islam condena con la mayor energía el dogma del
1
Si la única vía para la salvación del alma radica en la fe en la
redención que se sigue de la pasión y muerte de Cristo,
¿debemos colegir entonces que quienes vivieron antes de que tal
suceso aconteciera están irremisiblemente condenados?
66 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
pecado original. También para el Islam los niños son
criaturas puras que nacen desnudas de pecado o culpa. La
culpa no se hereda. La culpa es una carga individual que
nos imponemos al hacer lo que no debíamos o no hacer lo
que debíamos.
Bien pensado, todo esto atenta contra la sana razón. Es
el colmo de la injusticia condenar a toda la humanidad por
el pecado de su antecesor. El pecado es, por definición,
una trasgresión voluntaria de la ley de Dios o de la norma
que distingue el bien y el mal. La responsabilidad o el
castigo por dicha culpa solo pueden recaer en la persona
que la comete, jamás en sus descendientes. Considerar al
hombre cargado de pecado al nacer parece una broma de
mal gusto; qué digo broma de mal gusto, lo que parece es
el colmo de la misantropía. ¡Cuán duro de corazón,
insensato e ilógico hay que ser para, con San Agustín,
deducir del dogma del pecado original que los niños sin
bautizar están condenados a arder en el infierno por los
siglos de los siglos…! Pero la dura realidad es que hasta
fechas muy recientes a los niños sin bautizar no se les daba
cristiana sepultura por la peregrina razón de que habían
muerto sin expiar el pecado original y, en consecuencia, en
pecado mortal.
Ni que decir tiene que el Islam rechaza la doctrina del
pecado original y defiende que los niños nacen libres de
toda culpa. En el Islam, la culpa no se hereda: cada cual
carga con la culpa que le corresponde por su acción u
omisión indebidas. A la vista de todo ello, negada la
mayor, es decir, demostrado que el principio sobre el que
se sustenta el dogma del pecado original no es acorde ni a
las enseñanzas de Jesús ni a la sana razón, no podremos
menos que concluir que todas sus consecuencias
doctrinales son igualmente falsas.
Esto en lo que toda a la primera cuestión. Volvamos
66
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 67
ahora a la segunda, esto es, al principio que exige que la
remisión del pecado original y de todos los posteriores
pecados de los hombres se cobre un precio toda vez que, si
Dios perdonara al pecador sin aplicarle el correspondiente
castigo, ello significaría que no existe justicia divina. A
este respecto, en una obra titulada The Atonement (en
español, La expiación de los pecados), y concretamente en
su página cinco, afirma el reverendo W. Goldsack: “Debe
quedar para todos más claro que el agua que Dios no
puede sin más vulnerar las normas que Él mismo ha
impuesto. En consecuencia, Dios no puede perdonar al
pecador sin aplicarle el conveniente castigo. Pues si de tal
modo obrase, ¿cómo podríamos calificarlo de ecuánime?”
Con afirmaciones como esa solo se demuestra una
supina ignorancia respecto a la naturaleza de Dios. Dios no
es un juez común o rey justiciero. Dios es, citando el
Corán, “clemente, su misericordia todo lo abarca, suyo es
el Día del Juicio Final.” Dios, por tanto, es mucho más que
justo: como dice José, “¡Él es el más misericordioso entre
los misericordiosos!” (Corán 12:92). Al hombre contrito y
con el ánimo inclinado a templar sus malas pasiones,
¿cómo no habría Dios todopoderoso de remitirle sin más
sus faltas e imperfecciones? Al fin y al cabo, la función
general del castigo no es sino prevenir el pecado y
promover la reforma del pecador. Imponer un castigo por
faltas pasadas que fueron objeto de arrepentimiento y
reforma no es justicia, sino venganza. De igual modo,
¿puede acaso calificarse de clemencia o misericordia
perdonar al pecador por la falta de la que ya fue
castigado?, ¿y perdonarlo por sus pecados infringiendo el
castigo a un tercero?
El Dios que adoramos es el Dios de la clemencia. Si
nos impone normas y nos exige acatarlas ello no repercute
en su propio beneficio, sino en el nuestro. Si castiga al
68 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
hombre por sus faltas y pecados no es para recrearse en
la satisfacción malsana de haber resarcido su agravio,
como se desprende de la doctrina cristiana, sino para evitar
la extensión del pecado y lavar la culpa del pecador
protervo. A cuantos se arrepienten y enmiendan Dios les
perdona sus faltas y pecados; no los castiga, ni a ellos, ni
menos a otro en su lugar. Y en nada contradice esto el
principio de justicia divina pues Allah dice: “Vuestro
Señor se ha impuesto la misericordia. Si obráis mal por
ignorancia, mas luego os arrepentís y enmendáis, no
dudéis de Su clemencia. Dios es clemente, Su misericordia
todo lo abarca.” (Corán 6:54)
Recordemos que el tercer eje del Dogma de la
Redención sostenía que Cristo pagó con su pasión y
muerte en la cruz del Calvario por la expiación del pecado
original y de todos los demás pecados del hombre, y que
solo el poder salvífico de su sangre otorga al alma la
bienaventuranza eterna. A este respecto, el reverendo De
Groot afirma en la página 162 de su obra antes citada:
“Cristo, Dios y hombre, quien tomó sobre sí nuestros
pecados satisfaciendo para su remisión la exigencia de
justicia divina, es por ello mismo el mediador entre Dios y
el hombre.” Esta teoría, sin embargo, contradice en igual
medida el principio de misericordia y el de justicia
divinas1, puesto que, por una parte, si Dios exigiera un
1
Ante todo esto no puede uno menos que preguntarse supongo
que con tantos otros: Los remordimientos de Adán, su
arrepentimiento, su expulsión del paraíso, los numerosos
sacrificios ofrendados a Dios, ¿no fueron precio suficiente para
su salvación? Porque si fuera así, ¿que expiación posible
tendrían pecados incomparablemente más horrendos? Y por otra
parte, ¿cómo es que el misterio de la redención quedó oculto a
68
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 69
precio de sangre por el perdón del género humano estaría
haciendo alarde de la más cruel inclemencia; y, por otra,
torturar y crucificar a un inocente por los pecados ajenos
resulta cuando menos perverso.
Son numerosos los argumentos que se podrían
esgrimir contra el dogma de la redención. En primer lugar,
el dogma según el cual Cristo fue crucificado para lavar el
pecado de Adán reposa en un presupuesto falso, y negada
la mayor, queda negada también su consecuencia. El
presupuesto en cuestión es que no es sólo Adán quien
carga con su pecado, sino toda la humanidad, a lo que se
puede responder recordando Deuteronomio 24:16: “No se
hará morir a los padres por los hijos, ni a los hijos por sus
padres, sino que cada uno morirá por su pecado.”; así
como Ezequiel 18:20: “El alma que pecare, ésa morirá: no
pagará el hijo la maldad de su padre, ni el padre la maldad
de su hijo.” El mismo Jesús sentenció: “Dará el pago a
cada cual conforme a sus obras.” (Mateo 16:27), lo que es
perfectamente acorde a Corán 53:38: “Que nadie habrá de
cargar con la carga ajena; que el hombre sólo será
sancionado con arreglo a su propio esfuerzo, y verá el
resultado de su esfuerzo.”
En segundo lugar, según leemos en Génesis 5:5, Adán
y Eva vivieron aún 930 años tras haber comido del árbol
del bien y del mal. En consecuencia, no se sostiene
Génesis 2:17: “Mas del fruto del árbol de la ciencia del
bien y del mal, no comas: porque en cualquier día que
comieres de él, infaliblemente morirás.” En realidad este
pasaje lo que nos viene a decir es que Adán se arrepintió y
guardó en adelante los preceptos de Dios, por lo que fue
perdonado, como puede deducirse a la vista de Ezequiel
1
Ante tal afirmación, y debiendo como debemos pensar bien de
los discípulos, que Dios esté satisfecho de ellos, sólo podemos
concluir que, o bien el episodio es inventado en su daño, o bien,
al saber que la persona que se hallaba presa no era el Mesías,
sino un simulacro, lo abandonaron.
72 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
mediante sus enseñanzas y mediante el ejemplo vivo de
sus actos, no para morir voluntariamente en la cruz
ofreciendo su sangre para lavar los pecados del mundo.
Vino, como todos los profetas a lo largo de la historia de la
humanidad, y así lo decía, para invitar a los pecadores al
arrepentimiento, no para expiar sus pecados: “Y desde
entonces empezó Jesús a predicar y decir: ¡Arrepentíos,
pues está cerca el reino de los cielos!” (Mateo 4:17)
En verdad resulta penoso comprobar cómo la Biblia
llega al extremo de maldecir por esta causa a Jesús,
bendito sea: “Jesucristo nos redimió de la maldición de la
ley, habiéndose hecho por nosotros objeto de maldición;
pues está escrito: Maldito todo aquel que es colgado en un
madero.” (Gálatas 3:13). Una vez más nos hallamos ante
una concesión cristiana a las antiguas religiones paganas.
Arthur Findley (Rock of the Truth, pág. 45) alude a
dieciséis personajes históricos de los que se afirmó en su
tiempo que eran dioses venidos al mundo para salvar a su
pueblo. He aquí algunos de ellos: el egipcio Osiris (1700
a.C.), el babilónico Baal (1200 a.C.), el griego Adonis
(1100 a.C.), el hindú Krishna (1000 a.C.), el tibetano
Andra (725 a.C.), el griego Prometeo (547 .C.), el chino
Buda (560 a.C.) y el persa Mitra (400 a.C.).
El Dogma de la Redención, además de un insulto a la
inteligencia, nos tienta a sobrevalorar la fe en detrimento
de los actos, justo como hace Pablo al desdeñar la ley y los
mandamientos que Jesús vino a completar y a cuyo
cumplimiento llamó a los hombres en Romanos 3:28: “Así
que concluimos ser justificado el hombre por la fe sin las
obras de la ley”. Pues no olvidemos que Pablo niega
incluso que fueran sus obras las que le fueron
compensadas a Abrahán sino sólo su fe (Romanos 4:2-3).
Así, Pablo consigue limitar la salvación y la
bienaventuranza a la fe en la crucifixión de Cristo con
72
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 73
independencia de las obras y del guardar los
mandamientos. Mas ¿que sería de la humanidad si
aplicáramos esto a rajatabla? Para refutar a Pablo basta con
recordar las palabras del mismo Jesús: “Y así, el que
violare uno de estos mandamientos, por mínimos que
parezcan, y enseñare a los hombre a hacer lo mismo, será
tenido por el más pequeño en el reino de los cielos; pero el
que los guardare y enseñare, ése será tenido por grande en
el reino de los cielos.” (Mateo 5:19)
El Islam rechaza con toda firmeza el Dogma de la
Redención al afirmar que el perdón de los pecados no se
obtiene en ningún caso por el sufrimiento o sacrificio
ajenos, sino por la gracia de Dios, el arrepentimiento
sincero y la perseverancia en dar la espalda al mal y obrar
el bien. Asimismo, si el pecado o falta hubiera supuesto
una injusticia para con terceras personas, dicha injusticia
habrá de ser reparada y, en la medida de lo posible,
deberemos obtener el perdón de las víctimas para que
nuestros pecados queden definitivamente lavados.
El Islam promete la salvación y la bienaventuranza
para cuantos crean en la unicidad de Dios y obren con
bien: “Quien dirija su rostro a Dios y haga el bien tendrá
su recompensa junto a su Señor. Nada tiene que temer ni le
abatirá la tristeza.” (Corán 2:112), y “Quien desee
encontrarse con su Señor no tiene sino que obrar el bien y
rendirle culto en su unicidad.” (Corán 18:110), lo que es
perfectamente concordante con las enseñanzas de Jesús tal
y como se vierten en la Epístola del Apóstol Santiago
2:14-17: “¿De qué servirá, hermanos míos, el que uno diga
tener fe, si no tiene obras? ¿Por ventura a este tal la fe
podrá salvarle?... Así la fe, si no es acompañada de obras,
está muerta en sí misma.”
74 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
1
El ateísmo, por otra parte, se extendió entre los siglos XVIII y
XIX por la concurrencia de diversas causas entre las que cabe
destacar la perversidad de la Iglesia, la humillante subyugación a
la que sometió a los diversos pueblos del mundo, el modo vil en
74
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 75
incluso, eran acreedores a la bendición divina gracias a sus
buenas obras. El problema es que colocaban entre el Dios
supremo y ellos mismos a mediadores, y es a esos
mediadores a los que debían abandonar volcando sus
corazones, conforme al mensaje transmitido por los
profetas, hacia el Dios verdadero y único. Se explica así,
pues, que todos los profetas comenzaran su labor
exhortando a su pueblo en los siguientes términos:
“¡Pueblo mío! Adorad al Dios único (Allah), pues no hay
otros dioses menores (ilah)” (Corán 7:65). Dice Dios en el
Corán: “Hemos suscitado en el seno de cada comunidad un
profeta [portador de este mensaje:] "¡Adorad a Dios, y
apartaos de los poderes del mal!” (16:36), y “Antes de ti
[Muhammad], a todos los profetas les revelamos [el
mismo mensaje]: ¡Yo soy el único Dios, adoradme!”
(21:25). El Islam, es decir, la “sumisión al Dios único”, es
la religión de todos los profetas y enviados de Dios, desde
Adán hasta Noé, y desde Noé hasta Muhammad, pasando
por Abraham, Moisés y Jesús. Cuantos seres humanos han
adorado al Dios único y seguido al profeta de su lugar y
tiempo son musulmanes y han sido salvos. El Islam enseña
a los hombres la fe en todos los profetas sin distinción.
1
Civilization on Trial, New York, Oxford University Press,
1948.
78
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 79
VIII
El paso definitivo al Islam.
¿Cómo influyó Jesús en mi conversión?
80
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 81
entonces no cabe duda de que esta es la religión
verdadera.” Veinte años llevaba oyendo decir que Jesús
había sido asesinado. Era como si me hubieran conducido
por un camino carente de alternativas. Pero ahora una
avenida despejada y franca se abría ante mis ojos con
respuestas más lógicas. Todo se aclaraba… ¡La última
pieza del rompecabezas había sido colocada! Para mí, este
era el último de los milagros que Jesús, con el poder de
Dios, había obrado. Aquel hombre que restauraba la vista
al ciego, que anduvo sobre las aguas, que sanó al leproso,
que hizo andar al paralítico, que multiplicó los panes y los
peces para alimentar a multitudes y que resucitaba a los
muertos no pudo ser crucificado. Ahora lo veía claro a la
luz de la inteligencia. Quiero formar parte de esta religión,
me dije; quiero ser musulmán.
Y de igual modo que el peso de la cruz se había
desvanecido, también el Viernes Santo, el Sábado de
Gloria, el Domingo de Resurrección, toda la Semana
Santa, las siete estaciones de penitencia y los ayunos de
Cuaresma, todo se desvaneció. Todo me pareció una farsa.
Y con ello también me liberé del “poder” de mi talismán,
que fue sustituido por la potencia lógica de mi mente de
joven estudiante de ingeniería que rechazaba tanta
irracionalidad. Yo, que había sido bombero y había
salvado vidas y haciendas; que no había adquirido los
malos vicios del tabaco y el alcohol, por más que la
sociedad los considerara “normales”, ya no podía seguir
tolerando tanta argucia y tanta imposición.
Durante el verano de 1979 cursé en la Universidad del
Estado de Oklahoma una asignatura optativa curricular que
iluminó mi nuevo camino y me animó a seguir avanzando.
Se llamaba “Tradición Islámica”. Al acabar aquel verano
regresé a Seattle y, ante el mismo imán que me había
82 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
proporcionado los primeros materiales, pronuncié el
testimonio de fe islámica o chahada. De este modo abracé
formalmente la religión islámica.
Guardo un recuerdo muy vivo de aquel momento.
“¿Estás seguro de querer abrazar el Islam?”, me preguntó
el imán. “Sí”, le respondí. “¿Incluso si ello supone que en
tu pasaporte se haga constar que eres musulmán?”. “Sí,
incluso en ese caso”. “Si ese es tu deseo, repite pues
conmigo: Doy fe de que hay un solo Dios, Allah, y de que
Muhammad es el mensajero de Allah”. Repetí lo mismo en
inglés (I testify that none has the right to be worshipped
except Allah, and I testify that Muhammad is the
Messenger of Allah) y en árabe (Ach-hadu an la ilaha il-la
Al-lah wa ach-hadu anna Muhammadan rasulu l-lah) con
el imán, y ese fue mi paso definitivo al Islam.
82
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 83
IX
¿Cómo afectó el Islam a mi vida?
84
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 85
de nuestros pecados, el Islam venía a mostrarme que todos
y cada uno de nosotros somos responsables de nuestros
propios actos y por ellos seremos o no salvos. ¡Es lo
lógico! Las enseñanzas que adquiría iban formando una
secuencia perfecta de engranajes en la que cada aspecto
aprendido reforzaba las lecciones anteriores.
Comencé entonces a dedicar cada vez más tiempo al
estudio de la religión. Cuando los horarios de
entrenamiento matinal en el gimnasio comenzaron a
solaparse con mis oraciones del amanecer decidí dar
prioridad al espíritu y postergar la hora del gimnasio.
Antes de abrazar el Islam quería ser cantante, aprendí a
tocar la guitarra y llegué a dar varios conciertos. Pero
cuando comprobé que todo aquello interfería en mi
formación espiritual también lo dejé y comencé a dedicar
ese tiempo a aprender a recitar el Corán en la lengua
original de la revelación: la lengua árabe. Todo ello, unido
a mis responsabilidades como joven esposo y estudiante de
ingeniería de veintiún años, no me dejaba tiempo libre
para más actividades. Y bajo la buena guía de Allah llegué
a sentir un apego tan profundo a mi nueva fe que quise
instruir a otras personas con aquella poca ciencia que había
adquirido.
Regresé a Venezuela. Mi familia entonces no conocía
el Islam. Observaban atentos mi nuevo modo de orar, y
llegaron a acostumbrarse a él. No me criticaban ni
condenaban mi acción: después de más de cuatro años en
los Estados Unidos sin ver a mis padres y hermanos, el
amor filial prevaleció sobre cualquier otra consideración y
me aceptaron tal cual era.
En el trabajo pedí permiso a mi jefe para orar cinco
minutos en la oficina. En 1982 yo era prácticamente el
único musulmán empleado en la industria petrolífera
86 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
venezolana. Así que rogué a Allah que me diera fuerzas
para perseverar en mi fe mientras las tentaciones se
multiplicaban por doquier. Y gracias a la misericordia de
Allah, permanecí limpio de pecado.
Han pasado más de veintiocho años desde que me hice
musulmán y me siento muy feliz de haber tomado aquella
decisión. En mayor medida aún cuando observo, ¡gloria a
Él en las alturas!, que tantas personas abrazan hoy el
Islam. El Islam es actualmente la religión de mayor y más
rápida expansión en el mundo y aquella con un mayor
número de fieles practicantes1 pese a las modestas
posibilidades de las personas que predican la fe islámica
en comparación con los de otras religiones, en especial con
los misioneros cristianos. Si no fuera por los enormes
recursos a su disposición, el Cristianismo, sencillamente,
no podría competir con el Islam. Basta con echar un
vistazo a los conversos a estas dos religiones mayoritarias
y universales para comprobar que el Cristianismo atrae a
su seno a personas de muy limitados recursos cuya
indigencia se ve tentada con las posibilidades de prosperar
que sólo los cristianos les ofrecen. ¿Cómo explicar, si no,
que al tiempo que las iglesias y la fe que representan son
presas de un abandono masivo en sus feudos tradicionales
1
El número de fieles practicantes en el Islam excede
ampliamente el de todas las otras religiones juntas, incluyendo el
cristianismo. Según datos publicados por el periódico Sunday
Times, por ejemplo, en Gran Bretaña visitan la mezquita
semanalmente unos novecientos treinta mil devotos, cuando
apenas novecientos dieciséis mil cristianos visitan sus templos.
Y esto en un país de tradición cristiana donde los musulmanes
son minoría.
86
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 87
el cristianismo se exporte a los países subdesarrollados?
No es este en absoluto el caso del Islam: entre los
musulmanes conversos hay pobres, pero también hay
ricos, famosos y científicos; hay, incluso, a quien la
conversión al Islam le ha costado perder los bienes del
mundo: a más de un sacerdote, por ejemplo.
Y así, mi fe continúa fortaleciéndose día a día y en la
misma medida en que veo cumplirse la promesa de Allah:
“Quisieran apagar de un soplo la Luz de Allah, pero Allah
hará que resplandezca a despecho de los infieles. Él es
quien ha mandado a su enviado con la Dirección y con la
religión verdadera para que, a despecho de los asociadores,
prevalezca sobre toda otra religión.” (Corán 61:8-9)
Cualquiera que conozca la Biblia sabe que algunas de
sus enseñanzas generalmente solo las cumplen los
musulmanes. Por ejemplo, como podemos comprobar en
Génesis 17:3 y en Mateo 26:36, tanto Jesús como los
profetas que le precedieron se postraban al orar, lo que hoy
solo los musulmanes hacen. Únicamente las mujeres
musulmanas se cubren el pelo como prescribe la Biblia: la
inmensa mayoría de las cristianas incumplen un
mandamiento que la Virgen María no dudaba en cumplir
escrupulosamente (Proverbios 4:9 y Corintios I 11:5).
Incluso el saludo que Jesús dispensaba a sus semejantes:
“¡Que la paz sea contigo!”, hoy solo lo utilizan los
musulmanes. Son muchos, en fin, los mandamientos que
ya solo los musulmanes respetan: la ablución antes de orar
(el wudu´, lo que nuestros mayores, los musulmanes
castellanos llamaban alguado); la circuncisión, no comer
cerdo ni carne convenientemente sacrificada, y un largo
etcétera.
88 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
En conclusión: los verdaderos, los auténticos
seguidores de Jesucristo y de cuantos profetas le
precedieron son los musulmanes y solo los musulmanes.
88
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 89
X
¿Cómo afectó mi conversión a las vidas de quienes
me rodeaban?
90
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 91
aclarar al lector que cuando una persona abraza el Islam,
su vida no tiene por qué cambiar radicalmente de la noche
a la mañana. Puede que ocurra así, pero no necesariamente
es ese el caso. Generalmente el proceso es gradual y se
desarrolla al tiempo que la persona se va formando en los
principios fundamentales de su nueva fe y se estrechan los
lazos que lo unen a sus hermanos y hermanas.
He aquí algunas preguntas que suelen formularme los
asistentes a mis conferencias:
1. ¿Para ser musulmán es preciso hablar árabe?
2. ¿Para ser musulmán es preciso ser árabe?
3. ¿Para ser musulmán debo dejar de creer en
Jesucristo y en la Virgen María?
La respuesta a estas tres preguntas es no: un no
categórico. El Islam es una religión universal y hay
musulmanes en todos los países del mundo. Tampoco la
lengua es impedimento. Y para ser musulmán, por último,
es imprescindible creer en Jesucristo y en la Virgen María,
su madre, bendita entre todas las mujeres.
También hay personas que dudan en dar el paso
creyendo que no cumplen ciertos requisitos. Nada de eso.
Hacerse musulmán es lo más sencillo del mundo. No
existen complicaciones para ello, ni ceremonias especiales,
ni mediación de agentes ni nada por el estilo. Para abrazar
el Islam se requiere únicamente tener fe sincera y guardar
obediencia al único Dios verdadero, el Creador y Sostén
del universo; Aquel que nos da la vida y nos la arrebata, el
que dispone cuando el hombre solo propone, el único que
debe ser adorado y reverenciado, el que porta los nombres
más bellos, el que reúne las cualidades sublimes; Aquel de
cuya gloria nada ni nadie participa, Dios Uno, Dios Eterno
que no ha engendrado, ni ha sido engendrado ni tiene par.
92 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
Para ser musulmán, en definitiva, deberás abandonar
toda forma de idolatría o paganismo.
Este es el primer paso y está representado por la
fórmula “Dios es uno y Muhammad es su profeta” (“la
ilaha il-la Al-lah Muhammad rasulu Al-lah”). Una vez que
hayas dado testimonio público de tu fe pronunciando esta
fórmula en voz alta podrás ir aprendiendo el resto poco a
poco. No tienes de qué preocuparte, pues aunque
fallecieras en ese punto del camino serás considerado
musulmán y con la misericordia infinita de Allah gozarás
del Paraíso. Y no olvides que, aunque hayas hecho pública
tu fe en que Muhammad es el profeta de Dios, eso no
significa en modo alguno que estés afirmando que
Muhammad es el único profeta de Dios: estás testificando
tu fe en que Muhammad es el último de una cadena de
profetas y enviados de Dios que se remonta hasta Adán, y
al creer en él, manifiestas creer en todos los demás,
incluido Jesucristo.
92
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 93
XI
Cuando la fe se impone mediante coacción
1
MUHAMMAD ATA UR RAHIM: Jesus Prophet of Islam.
Riyadh (Kingdom of Saudi Arabia), Presidency of Islamic Re-
search, IFTA and Propagation, 1984, p.117.
94
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 95
“El Señor os ha entregado la ciudad, y sea esta ciudad
y todo lo que hay en ella, anatema sacrificado al
Señor…todo lo que se hallare de oro y plata y de utensilios
de cobre, y hierro, sea consagrado a Dios, y guardado en
sus tesoros. Levantando, pues, el grito todo el pueblo, y
resonando las trompetas… pasaron a espada1 a todos
cuantos había en ella, hombre y mujeres, niños y viejos,
matando hasta los bueyes y las ovejas y los asnos.” (Josué
6:16-21).
“Ve, pues, ahora y destroza a Amalek, y arrasa cuanto
tiene; no le perdones ni codicies nada de sus bienes, sino
mátalo todo, hombres y mujeres, muchachos y niños de
pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos.” (Reyes I 15:3).
“Sus niños serán estrellados delante de sus ojos,
saqueadas sus casas, y forzadas sus mujeres.” (Isaías
13:16)
“Mal haya Samaria por haber exasperado a su Dios,
perezcan todos al filo de la espada; sean estrellados contra
el suelo sus niños, y abiertos los vientres de sus mujeres
preñadas2.” (Oseas 14:1)
1
¿Cómo puede la Iglesia acusar al Islam de haberse extendido
“por la espada”, cuando el término “espada” aparece en la Biblia
en 406 ocasiones mientras que el Corán no aparece ni una sola?
2
El Islam permite la Yihad exclusivamente como un medio para
defender a los débiles, incluidos mujeres y niños, no para
matarlos o estrellarlos contra el suelo: “¿Por qué no queréis
combatir por Dios y por los débiles -hombres, mujeres y niños-
oprimidos…? (Corán 4:75). La Yihad es un medio de legítima
defensa, nunca un acto de agresión: “Combatid por Dios contra
quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no
ama a los que se exceden.” (Corán 2:190) La Yihad, por último,
es un medio para garantizar la libertad de instruir a los hombres
96 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
La Biblia es el único libro del mundo que incita a
matar a niños, estrellar contra el suelo a recién nacidos y
abrirle el vientre a embarazadas. La presencia de tales
versículos prueba por sí misma la corrupción por obra
humana de la Biblia puesto que tales horrores, qué duda
cabe, no pueden atribuirse a Dios.1 ¡Cuánta verdad hay en
la verdadera palabra de Dios!: “¡Ay de aquellos que
escribe la Escritura con sus manos y luego dicen: «Esto
viene de Dios» para luego malvenderlo! ¡Ay de ellos por
1
La Biblia atribuye al rey David actos de genocidio perpetrados
por los medios más atroces y criminales de los que un profeta de
Dios sin duda es inocente. Así, leemos en Reyes II 12:29-31:
“Juntó, pues, David todas las tropas, y marchó contra Rabbat, y
la tomó por asalto. Y quitó de la cabeza de su rey la corona, que
pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosísimas; la cual
fue puesta sobre la cabeza o trono de David. De más de esto,
llevó de la ciudad muchísimos despojos. A los habitantes los
sacó fuera, y mandó que unos fuesen aserrados haciendo pasar
sobre otros narrias o carros con ruedas de hierro, y despedazarlos
con cuchillos y arrojarlos en los hornos de ladrillos. Así trató a
todas las ciudades de los ammonitas. Enseguida volvióse David
con todo su ejército a Jerusalén” De igual modo, Paralipómenos
98 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
aceptar la doctrina de la Iglesia Católica: “No cabe
coacción en religión. La buena dirección se distingue
claramente del descarrío.” (Corán 2:256)
Hoy somos testigos en diferentes países de las
consecuencias de la coacción en materia religiosa.
Drogadicción, asesinato, latrocinio, prostitución,
corrupción, violaciones y homosexualidad son los frutos
de forzar a las personas a profesar una religión que no se
lleva en el corazón.
Aferrarse a tradiciones ancestrales no necesariamente
conduce a una nación al éxito. Por ello vengo a presentaros
una alternativa. Una alternativa que puede salvar vidas,
rehabilitar a drogadictos, unir familias y articular
sociedades. Aquellas primeras noticias del año 2002 que a
todos nos rompieron el corazón en torno a la Iglesia
Católica estadounidense nos hablaban de abusos sexuales a
menores inocentes por parte de sacerdotes. Increíblemente,
los jerifaltes del Vaticano, en lugar de actuar con
contundencia contra tan horrendos crímenes, trataron de
ocultarlos ofreciendo dinero a cambio del silencio de las
víctimas. Años antes ya alertaba cierto informe que aun
conservo de que más de un 5% de los sacerdotes
estadounidenses abusaba sexualmente de menores. Sin
1
Una de las mayores calumnias que quienes corrompieron la
Biblia han dirigido contra la persona de Jesús, y que los
musulmanes no podemos tolerar, es que se diga de él que era un
borrachín, como hace Lucas 7:34: “Ha venido el Hijo del
hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre voraz y
bebedor, amigo de publicanos y de gentes de mala vida.” ¿Ya no
recuerdan Proverbios 20:1: “Lujuriosa cosa es el vino, y llena
está de desórdenes la embriaguez; no será sabio quien a ella se
entrega”? ¿Cabe siquiera imaginar qué sería de la humanidad si
diéramos crédito a que uno de los más grandes profetas de Dios
era un alcohólico?
100 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
homosexualidad, incesto y otras formas de corrupción
moral son extremadamente altos en comparación con los
países en los que lo es el Corán?
Una vez, por ejemplo, discutiendo con un ciudadano
estadounidense, le recordaba el caso de varios criminales
que bajo la influencia del alcohol violaron a una señora en
la Arabia Saudí y fueron condenados a la pena capital. Le
dije que gracias a que se había aplicado sobre ellos todo el
peso de la ley ahora cientos de miles de mujeres se
hallaban a salvo de otros potenciales violadores. Él
respondió que tales leyes son extremadamente severas y
no podrían aplicarse en su país, ante lo cual yo no pude
menos que recordarle que en los Estados Unidos, en los
últimos ocho meses, un promedio de dos mil mujeres
habían sido violadas diariamente, lo que suma la espantosa
cifra de medio millón. Escandalizado, admitió la
efectividad de la ley islámica. Si tuviera la oportunidad de
volver a hablar con él le diría que si a un imán se le
ocurriera abusar sexualmente de un menor, para salvar a
los demás niños se le ejecutaría de inmediato. ¡Qué feliz
me siento de haber abrazado el Islam! El orgullo me
embarga al pensar que soy musulmán.
100
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 101
XII
Llamamiento al Papá y a otros grandes del mundo
1
El Islam otorga un estatus especial a las gentes de la Escritura,
también cuando de llamarlos a la fe y dialogar con ellos se trata.
Allah dice: “Debéis dialogar con la gente de la Escritura con
buenos modales” (Corán 29:46) En el Corán también se dice que
los cristianos son los más cercanos a los musulmanes: “Y
encontrarás, ciertamente, que los más amigos de los creyentes
son los que dicen: «Somos cristianos». Pues hay entre ellos
sacerdotes y monjes y no son altivos.” (Corán 5:82)
102 Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam
de transmitir este mensaje a toda la humanidad: “Di: «
¡Gentes de la Escritura! Convengamos en una fórmula
aceptable a nosotros y a vosotros, según la cual no
serviremos sino a Dios, no le asociaremos y no tomaremos
Señor fuera de Él». Mas si dan la espalda, di: « ¡Sed
testigos! ¡Somos musulmanes!»” (Corán 3:64)
Las pruebas han sido presentadas. Cuantos tengan
ojos pueden apreciarlas; cuantos disfruten de sana
capacidad de raciocinio pueden analizarlas. Ahora ha
llegado el momento crucial en el que Dios nos llama a la
verdad. Lo repito: es mi obligación, y mi responsabilidad,
como ser humano que se ha sometido por libre voluntad a
Allah, Uno y Único, el Clemente cuya misericordia todo lo
abarca, llamar a todos los hombres a que rechacen el culto
a los falsos dioses e ídolos y a toda otra cosa creada por la
mano de Allah o del hombre, y arrepentidos se sometan de
cuerpo y alma a la voluntad de Allah, el único y verdadero
Dios, Creador del universo.
Por mucho dinero, prestigio, posición o poder con
que los incrédulos se solacen en esta vida nunca será
bastante para pagar tras la muerte su admisión en el
paraíso1. Sin embargo, el más infortunado y menesteroso
1
Ni siquiera la felicidad del mundo y el sosiego del espíritu
están reservados en vida a aquellos que no cumplan el cometido
para el que fueron creados: la adoración al Dios único. Dice
Dios: “Al creyente, varón o hembra, que obre bien, le haremos
ciertamente que viva una vida buena y le retribuiremos, sí, con
arreglo a sus mejores obras.” (Corán 16:97) Y también dice:
“Quienes crean y sus corazones hallen sosiego en el recuerdo de
Dios, pues en efecto el corazón encuentra su sosiego en el
recuerdo de Dios.” (Corán 13:28). También: “Quien siga mi
dirección no se extraviará y no será desgraciado. Pero quien no
102
Mi gran amor por Jesús me condujo al Islam 103
de los hombres que de fe de que Dios es uno y Muhammad
es su profeta y mensajero se deleitará en la vida del más
allá con mayores dignidades que el adinerado más
opulento que se niegue a creer mientras aún respira en la fe
contenida en el último mensaje de Dios a los hombres.
“Si alguien desea una religión que no sea la
sumisión a Dios, no se le aceptará y en la otra vida no será
de los salvos.” (Corán 3:85) También, bendito sea su
nombre, ha dicho: “Si poseyeran los infieles todo cuanto
hay en la tierra y otro tanto, y lo ofrecieran como rescate
para librarse del castigo del Día de la Resurrección, no se
les aceptaría. Tendrán un castigo doloroso. Querrán salir
del Fuego, pero no podrán. Tendrán un castigo
permanente.” (Corán 5:36-37)
Pero mientras tu alma permanezca en tu cuerpo;
mientras puedas respirar y hablar y tengas conciencia de
tus actos, aún estarás a tiempo de arrepentirte. Y si tu
arrepentimiento es sincero, das fe de que Dios es uno y
Muhammad es su profeta y mensajero, y permaneces ajeno
a toda forma de idolatría, Dios te perdonará. Aunque
apenas te distanciara del infierno un centímetro, tenlo por
seguro, Allah te perdonará, tus malas obras se tornarán
bondades y podrás entrar en el paraíso por los siglos de los
siglos: “No así quien se arrepienta, crea y haga buenas
obras. A éstos Dios les cambiará sus malas obras en
buenas. Dios es indulgente y misericordioso.” Allah
también ha dicho: “A quienes crean y obren bien, les
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“Aprendí a amar a Jesús más que a mis propios
padres”
“Tal es Jesús, hijo de María, para decir la Verdad,
sobre la que ellos dudan.” (Corán 19:34)
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(Corán 10:44)
“Diré a Dios: «No me condenes, dame a conocer
“Mi Señor no yerra, ni olvida.” (Corán
por qué me recriminas. ¿Es un placer para ti
oprimir?»” (Job 10:2-3) 20:52)
“¿Hasta cuándo me tendrás olvidado, Señor? “El Señor escucha todas las plegarias.”
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¿Eternamente?” (Salmos 13:2) (Corán 14:39)
“¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú
escuches?” (Habacuc 1:2)
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que llora con profusión (“Lloraré a lágrima viva, Todopoderoso, realmente Sabio!” (Corán 16:
mis ojos se disolverán en lágrimas”: Jeremías 60) “Él es Dios, aparte del cual no existe
13:17); se lamenta, gimotea y anda por ahí deidad: ¡el Supremo Soberano, el Santo,
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desnudo (“A causa de esto, me lamentaré y Aquel de quien depende por entero la
gemiré, andaré descalzo y desnudo, lanzaré salvación, el Dador de Fe, Aquel que
aullidos como los chacales, gritos lastimeros determina qué es verdadero o falso, el
como los avestruces”: Miquéas 1:8); silba Todopoderoso, Aquel que sojuzga el mal y
La Biblia acusa a Jesús de falta de amor filial: El Corán defiende a Jesucristo de ambas
“¿Qué tengo yo contigo, mujer?” (Juan 2:4), le acusaciones y pone en sus labios las
espeta displicente a su madre. siguientes palabras: “Dios me ha ordenado
De igual modo lo acusa de arrogancia y ser bondadoso con mi madre. No me ha
violencia: “No piensen que he venido a traer la hecho arrogante ni de corazón duro.” (Corán
paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la 19:32)
espada.” (Mateo 10:34)
El primer milagro obrado por el Mesías fue la El primer milagro de Jesús, Dios lo bendiga,
conversión del agua en vino en las bodas de fueron las palabras que recién nacido
Caná de Galilea (Juan 2:9) pronunció en la cuna defendiendo a su
madre (Corán 19:30-33)
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es de los hombres».” (Mateo 16:23) testigo de nuestra sumisión! ¡Señor!
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También afirma que Judas, pese a ser su ¡Creemos en la Revelación y seguimos al
tesorero, lo traicionó por treinta monedas de enviado; cuéntanos, pues, entre quienes dan
plata (Mateo 26:15) testimonio!» (Corán 3:52-53)
“¡Creyentes! Auxiliad en el camino a Dios
como dijo Jesús, hijo de María, a los
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hijo de David, fornica con todas las concubinas creyentes!»” (Corán 27:15)
de su padre (Samuel II 16:21
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La Biblia acusa a Job de perder la paciencia y El Corán defiende también a Job de esta
oponerse a la voluntad de Dios (Job 10) acusación: “Pues en verdad le hallamos
paciente en la adversidad: ¡Qué excelente
siervo! ¡Ciertamente, se volvía a Nosotros de
continuo!” (Corán 38:44)
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tierra, sino en Israel.” (Reyes II 5:15) nuncio de buenas nuevas y admonitor, pues
Dios ordenó a todas las naciones que se no ha existido comunidad por la que no haya
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inclinaran ante los judíos y lamieran el polvo de pasado un admonitor.” (Corán 35:24)
sus pies: “Con el rostro inclinado a tierra se “Hemos dirigido a cada comunidad un
postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies.” enviado [portando este mensaje:] « ¡Adorad
(Jeremías 49:22) a Dios, y apartaos de los poderes del mal!».”
Condena a un tercio de la humanidad a ser (Corán 16:36) Dios, en resumidas cuentas, ha
LA CIENCIA
La Biblia contradice la ciencia contemporánea al No existen contradicciones o desencuentros
afirmar que el mundo fue creado 3700 años a.C. entre el Corán y la ciencia moderna. Antes
o, dicho de otro modo, que tiene unos seis mil bien el Corán vierte afirmaciones que, con el
años. También cuando sostiene que apenas uso de la más sofisticada tecnología, la
mediaron unos días entre el comienzo de la ciencia apenas acaba de demostrar o
descubrir. ¿Desea comprobarlo? Sírvase por
creación y la aparición del hombre sobre la favor leer Corán 2:74, 173 y 222; Corán
tierra. La geología ha demostrado que el origen 4:56; Corán 6:99 y 125; Corán 10:92; Corán
del planeta tierra se remonta a unos 4550 12:47; Corán 13:41; Corán 15:14-22; Corán
millones de años y que desde ese momento hasta 16:66; Corán 17:12; Corán 21:30-32; Corán
la aparición del hombre hubo de transcurrir un 22:5; Corán 23:12-14; Corán 24:40-43;
vasto período de tiempo. Corán 27:88; Corán 30:1-4; Corán 36:37-40;
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La Biblia afirma que Dios creó la luz, el día y la Corán 41:11; Corán 51:47; Corán 52:6;
Corán 55:19-20 y 37; Corán 57:25; Corán
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noche antes de crear las estrellas, el sol y la luna 78:6-7; Corán 86:1-3; Corán 96:16 y otros
(Génesis 1:3); que la tierra tiene cuatro esquinas muchos, muchos versículos que demuestran
o ángulos (Apocalipsis 7:1) y es plana, como se el carácter sobrenatural del Corán.
deduce de Mateo 4:8: “Otra vez le pasa el diablo El Corán, por ejemplo, alude a la forma
a un monte muy alto, y le muestra todos los esférica de la tierra: “El día gira sucediendo
a la noche y la noche, sucediendo al día”
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«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis provisión: “Si cometen una indecencia o son
los pecados, les serán perdonados, y a quienes se injustos consigo mismos, recuerdan a Dios,
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los retengáis, les serán retenidos.” (Juan 20:22-23) piden perdón por sus pecados -pues, ¿quién
perdona los pecados sino Dios?- y no
reinciden a sabiendas.” (Corán 3:135)
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí,
ciertamente estoy cerca y respondo a la
oración de quien invoca cuando a Mí me
TERRORISMO
“Ve, pues, hiere a Amalec, destruye todo lo que “Por eso prescribimos a los Hijos de Israel
tiene y no te apiades de él; mata hombres, que quienquiera arrebatare la vida a un ser
mujeres y niños, aun los de pecho, y vacas, humano sin que éste se la hubiera quitado a
ovejas, camellos y asnos.” (Samuel I 15:3) otro ni sembrado la corrupción se considere
cual si hubiera asesinado a la humanidad
entera, de igual modo que quienquiera
salvare la vida a un ser humano, se considere
como si se la hubiera salvado a la humanidad
entera.” (Corán 5:32)
CIENCIA Y SABIDURÍA
“Pero del árbol del conocimiento del bien y del “¡Señor! ¡Aumenta mi conocimiento!”
mal no comerás, porque el día que de él comas, (Corán 20:114)
ciertamente morirás.” (Génesis 2:17) “Dios elevará a aquellos de vosotros que
“Pues en la mucha sabiduría hay mucho crean y a aquellos de vosotros a quienes se
sufrimiento; y quien añade ciencia, añade
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