Resena de Clase Cavalletti-Libre

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IDENTIDADES

Nm. 6, Ao 4
Junio 2014
pp. 130-133
ISSN 2250-5369

Resea de Clase. El despertar de la multitud de Andrea Cavalletti,


(2013), Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 184 pp.
Este pequeo y valioso libro consta apenas de dos captulos, el primero
titulado justamente Clase, que ms bien podra ser considerado por su mnima
estructura un artculo extenso; y el segundo, una breve Apostilla benjaminiana.
Comienza con la definicin que da Milner de la sociedad moderna entendida
como una sociedad ilimitada y, de ah en ms, recorre distintas figuras tericas
provenientes de diversas tradiciones, disciplinas y autores, para circunscribir la
operatoria actual del concepto de clase y cmo responder a lo ilimitado del capital;
algunas de estas figuras son: la ciudad moderna, el estado, la biopoltica, el
individuo, la masa, la sugestin, el lder, la solidaridad, etc.
De todos los tpicos tratados, la solidaridad resulta clave. Pues, Cavalletti
intenta resignificar el viejo trmino clase -popularizado sobre todo, como es
sabido, por la tradicin de pensamiento marxista- a partir de la idea de solidaridad,
antes que del antagonismo o divisin per se. El trmino escogido en esta empresa es
Auflockerung, tomado de Benjamin para pensar el teatro pico brechtiano y traducido
como relajamiento, distensin, aflojamiento. De all que Cavalletti emprenda
un recorrido singular por los textos clsicos de autores como Tarde, Le Bon o Freud,
donde se presenta primeramente la nocin de masa o muchedumbre, al tiempo que
muestra tambin su distincin respecto de la clase revolucionaria elaborada por los
autores marxistas desde el interior de la misma masa reactiva; en pos de ello la
comprensin acabada del Auflockerung resultar enriquecida por el cruce entre teatro
pico, poesa y poltica, en tanto contrapuesto a las elaboraciones disciplinares
decimonnicas de la sociologa, el urbanismo o la psicologa de las masas.
Hay un extenso prrafo en el que se describe perfectamente cmo funciona el
mecanismo paranoico a nivel de la conformacin de la masa; lo voy a citar in toto
porque tiene una calidad literaria que as lo exige: A finales de julio de 1789, bajo la
presin de la excitacin general, una voz se difunde en Angoumois, en Prigord, en
Auvernia: estn llegando diez mil, veinte mil bandidos; ya han sido vistos; all
abajo, en el horizonte, el polvo que levantan, vienen a arrasarlo todo. Y entonces
todos huyen, abandonan de prisa sus casas y pasan la noche en los bosques, ocultos y
atemorizados. Hasta que el alba revela que el peligro era slo imaginario, un mal
sueo con los ojos abiertos: ya pertenece al pasado, y los hombres pueden volver
tranquilos a sus burgos. Pero precisamente entonces explota el delirio colectivo. Ese
enfermizo sentimiento de angustia, el pnico de la muchedumbre asesina que haba
hecho reunirse y huir a una muchedumbre indefensa, de algn modo se justificaba,
exiga una satisfaccin: si el peligro no proviene de los bandidos sugiere entonces
una voz-, entonces proviene de otra parte. Dailleurs, o sea, explica Tarde, de
supuestos conspiradores. Y as los indefensos fugitivos se convierten en cazadores

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implacables, la parlisis del pnico muta en exaltacin homicida; y el peligro


fantstico da lugar a persecuciones incluso demasiado reales (pgs. 26-27).
Semejante inversin, de los supuestos perseguidos en vengativos
perseguidores, requiere a su vez de un lder, o sea, de un incitador de la masa
reactiva y, por supuesto, de vctimas reales, demasiado reales, segn constatamos
histricamente.
Sin embargo, casi todo el anlisis y el despliegue conceptual de Cavalletti no
discurre por los meandros de la paranoia colectiva, sino que se efecta como un
extenso comentario a una nota del clebre ensayo benjaminiano La obra de arte en
la poca de su reproductibilidad tcnica, el cual, segn el mismo Adorno -citado por
el autor-, era lo ms potente que hubiera ledo, en el plano de la teora poltica,
despus de El Estado y la revolucin; Benjamin haba escrito all: La masa ()
impenetrable y compacta, tal como Le Bon y otros la han hecho objeto de su psicologa
de masas, es la masa pequeoburguesa. La pequea burguesa no es una clase; en
realidad, es slo una masa que se vuelve ms compacta cuanto mayor es la presin a
la que est sometida en medio de las dos clases enemigas: la burguesa y el
proletariado. En esta masa, ese momento emocional del que se habla en la psicologa
de las masas es determinante () Es as como las manifestaciones de la masa
compacta siempre, en todos los casos, revelan un rasgo pnico, ya sea que en ellas se
exprese el entusiasmo por la guerra, el odio a los judos o el instinto de
autoconservacin (pg. 38).
La distincin entre masa reactiva y clase revolucionaria se establece a partir de
la distensin inmanente que obra la solidaridad. La tesis principal del libro sostiene
entonces que la efectiva solidaridad de clase, cuya obra es la distensin social, se
alcanza en el ahorro ilimitado del trabajo, formulado en primera persona por el
obrero al capitalista, ante el afn ilimitado de ganancia que motiva a este ltimo. A lo
ilimitado, por paradjico que parezca, slo se lo puede limitar oponindole lo
ilimitado. El obrero ahorrativo sabe bien que no hay un instante que no pueda ser
comprado, pero precisamente por eso sabe tambin que no hay un instante que no pueda no
ser ahorrado: al contrario del mal sindicalista, l usa de veras la lgica del intercambio,
se atiene en rigor a la naturaleza ilimitada del dinero (pg. 71).
En el caso de la masa, de su formacin compacta y atemorizada, como
adelantamos, resulta esencial el lder, quien tiene una funcin orientadora y se
yergue imprevistamente en un polo de cristalizacin que canaliza las angustias
colectivas, convirtindolas en un odio activo hacia lo extrao. El lder de la masa no
ha de ser nadie excepcional sino un sujeto de lo ms convencional y mediocre que
comparte las caractersticas tpicas -aunque especialmente purificadas, segn
Freud- de sus seguidores; la sugestionabilidad es ms bien un proceso compartido.
A su vez, para que la masa se convierta en clase, resulta necesaria su
autoclarificacin (Selbstverstndigung) respecto al sentido histrico que atraviesa. No
obstante ello no obedece a ninguna conciencia reflexiva, individual o colectiva, pues
se trata justamente de un momento facilitado por el extraamiento en el que
individuo y masa, interior y exterior, forma y contenido, sujeto y objeto, teora y
praxis se neutralizan y conducen a la accin. El lder revolucionario es as reabsorbido

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una y otra vez en tales movimientos de neutralizacin, distensin, relajamiento, en


lugar de erguirse en alguien investido de prestigio y excepcionalidad.
De all tambin que el filsofo o terico materialista se encuentre en una
singular posicin respecto de la autoclarificacin sealada. Segn Benjamin, en carta
a Scholem, el comunismo no es otra cosa que la expresin de ciertos experimentos
que he hecho en mi pensamiento y en mi existencia, es una expresin drstica y no
infructuosa de la imposibilidad de que la routine cientfica actual ofrezca un espacio a
mi pensamiento, de que la economa actual le conceda un espacio a mi existencia ()
el comunismo representa, para aquel al que le han robado todos, o casi todos, sus
medios de produccin, el intento natural y racional de proclamar el derecho a estos
medios, tanto en su pensamiento como en su vida (pg. 53).
Por ltimo, en la apostilla benjaminiana con que finaliza el libro, Cavalletti
expone con claridad cmo concibe la resignificacin del trmino clase a la luz de lo
que aporta la Auflockerung, en el entrecruzamiento del procedimiento potico y
poltico. Una vez ms resulta necesario citarlo in extenso, dada la ntima solidaridad
de los componentes que solicita el argumento conclusivo:
El ensayo de 1914-1915 Dos poemas de Friedrich Hlderlin distingue el
ideal que inspira al poeta, es decir, lo poetizado o -como tambin podra traducirseel dictado (Gedichtete), de la forma que este ha logrado conferirle, de la poesa
(Gedicht) como su determinacin en acto si bien limitada. Algo del dictado ha
quedado an en potencia. De ello debe ocuparse ahora el buen exgeta. Cmo
puede hacerlo? No ser quizs ese ideal ya lejano, como una sombra vaga e
inefable? Por el contrario, este se distingue por su mayor determinabilidad: no por
una falta cuantitativa de determinaciones, sino subraya Benjamin- por la existencia
potencial de las determinaciones presentes en acto en el poema, y de otras.
De aqu la definicin para nosotros esencial: El dictado (Gedichtete) es un
aflojamiento (Auflockerung) de los lazos funcionales establecidos que imperan en el
poema (Gedicht). La exgesis fuerza el dato textual, flexiona sus articulaciones, relaja
o estira los vnculos prosdicos y, desestimando algunos lazos evidentes, hace
aparecer la multiplicidad de vinculaciones posibles Persigue as la cada vez ms
rigurosa o ms alta definicin del dictado.
Aqu, entonces, puede iluminarse tambin el significado poltico de
Auflockerung. Diremos efectivamente que la clase revolucionaria no es algo vago
respecto de la masa ms o menos comprimida por los lazos biopolticos ()
Internamente relajada, la clase es la existencia potencial de las determinaciones en
acto de la sociedad, y de otras. En tal sentido debe entenderse la frase de 1936: el
relajamiento () es obra de la solidaridad (pgs. 151-152).
Nuestra pregunta fundamental sigue siendo an cmo no responder a las
reacciones presentes, segn la seria advertencia benjaminiana dirigida al grupo de
Bataille: cmo no trabajar para el fascismo; esto es, cmo impedir -o, al menos,
obstaculizar- la conformacin de la masa reactiva y temerosa; y eso no se soluciona,
por ejemplo, recurriendo al ideal de progreso social a travs del aumento
indiferenciado del consumo, sino con la efectiva solidaridad de clase; o sea, en la
distensin (Auflockerung) que habilita nuevas posibilidades, nuevos vnculos sociales,
en torno a lo real de su trama articulada. Que respecto a eso, adems, algo tenga que
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hacer el Estado, ya no responde a las inquietudes benjaminianas (ni cavallettianas),


sino a las de la hora latinoamericana por la cual nos interrogamos.
Sobre todo pienso en el consumo de esos individuos permanentemente
insatisfechos y odiosos que se suelen llamar de clase media pero que, estrictamente
hablando, no forman una clase social sino a lo sumo una masa compacta y reactiva,
siempre temerosa de perder sus privilegios; a estos individuos conviene ante todo
educarlos en la imposibilidad de lo real, esto es, en la inexistencia de cualquier
prdida sustancial o, lo que es lo mismo, en la repeticin de la prdida ficcionada a
travs de mltiples objetos parciales (semblantes): psicoanlisis y arte, por abreviar,
cumplen aqu su mejor funcin (formadora). Mientras que respecto a las dos clases
verdaderas, estructuralmente antagnicas y por ende de cara a lo real: proletarios y
burgueses, segn el lxico habitual, habra que proceder de distinta forma. A los
primeros, permitirles sostener el ahorro ilimitado de su nico bien: el trabajo (como
dice Cavalletti). A los segundos, en cambio, disciplinarlos en la inversin ilimitada de
su capital, considerado as como un bien social colectivo, sin dejarles ningn espacio
para la especulacin financiera.
Roque Farrn CIFFyH /CONICET

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