Panaguía
Panaguía
Panaguía
la Toda-Santa
Vladimir Lossky
...Fallecido en 1958, Vladimir Lossky fue uno de los telogos ortodoxos ms destacados del
siglo veinte. Entre su obra podemos enumerar Essai sur la thologie mystique de lglise
dOrient (un autntico clsico de la teologa ortodoxa moderna), Der Sinn des Ikonen (en
colaboracin con L. Ouspensky), Thologie ngative et connaissance de Dieu chez Matre
Eckhart, Vision de Dieu, Thologie dogmatique, La paternit spirituelle en Russie aux XVIIIme
et XIXme sicles (con Nicols Arseniev), y l'image et la ressemblance de Dieu, entre otras.
De sta ltima ofrecemos aqu la traduccin de un extracto.
...Aclaramos que, dada la pertenencia ortodoxa del autor, este se refiere siempre en su exposicin
a la Iglesia Ortodoxa, mas sus consideraciones son igualmente vlidas para nosotros, catlicos de
rito bizantino, y para todo catlico, ya que responden a la autntica fe de la Iglesia Universal.
El traductor
...La Theotokos.
Es imposible, por consiguiente, separar los bases estrictamente dogmticas y las de la devocin
en una exposicin teolgica sobre la Madre de Dios. Aqu el dogma deber aclarar la vida,
ponindola en relacin con las verdades fundamentales de nuestra fe, mientras que ella
alimentar al dogma por la experiencia viva de la Iglesia.
...Hacemos la misma constatacin remitindonos a los datos escriturarios. Si quisiramos
considerar los testimonios de las Escrituras haciendo abstraccin de la devocin de la Iglesia
hacia la Madre de Dios, estaramos reducidos a algunos pasajes del Nuevo Testamento relativos
a Mara, la Madre de Jess, con una sola referencia directa al Antiguo Testamento: la profeca de
Isaas sobre el nacimiento virginal del Mesas. En cambio, si consideramos las Escrituras a travs
de dicha devocin o, por utilizar el trmino exacto, en la Tradicin de la Iglesia, los libros
sagrados del Antiguo y Nuevo Testamento nos proporcionan textos innumerables que la Iglesia
utiliza para glorificar a la Madre de Dios.
...Algunos pasajes de los Evangelios, considerados con los ojos externos, fuera de la Tradicin
de la Iglesia, parecen contradecir de una manera flagrante dicha glorificacin extrema, dicha
veneracin que no tiene lmites. Citamos dos ejemplos. Cristo, rindiendo testimonio de san Juan
Bautista, lo llama el ms grande entre los que han nacido de mujer (Mt. 11, 11; Lc. 7, 28). Es,
pues, a l, y no a Mara, que convendra el primer lugar entre los seres humanos. En efecto,
encontramos al Bautista con la Madre de Dios, al lado del Seor, en los iconos bizantinos de la
deixis. Sin embargo, es necesario remarcar que jams la Iglesia ha exaltado a san Juan el
Precursor ms all de los serafines, ni colocado su icono en el mismo rango que el de Cristo, a
los dos costados del altar, como lo hace con el icono de la Madre de Dios.
...Otro pasaje del Evangelio nos muestra a Cristo oponindose pblicamente a la glorificacin de
su Madre. En efecto, a la exclamacin de una mujer en la multitud: Feliz el seno que te ha
llevado y los pechos que te han amamantado! l respondi: Felices ms bien aquellos que
escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc. 11, 27-28). Sin embargo, es justamente este pasaje
de san Lucas, que parece rebajar el hecho de la maternidad divina de la Virgen ante la calidad de
aquellos que reciben y guardan la Revelacin, es este texto del Evangelio el que es ledo
solemnemente durante las fiestas de la Madre de Dios, como si, bajo una forma aparentemente
negativa, encerrara una glorificacin tanto ms grande.
...La Madre de Dios y la Tradicin.
...Nos encontramos de nuevo ante la imposibilidad de separar el dogma y la vida de la Iglesia, la
Escritura y la Tradicin. El dogma cristolgico nos obliga a reconocer la maternidad divina de la
Virgen. El testimonio escriturario nos ensea que la gloria de la Madre de Dios no reside
nicamente en una maternidad corporal, en el hecho de haber dado a luz y alimentado al Verbo
encarnado. Finalmente, la Tradicin de la Iglesia memoria sagrada de aquellos escuchan y
guardan las palabras de la Revelacin- da a la Iglesia esa seguridad con la cual exalta a la
Madre de Dios, asignndole una gloria ilimitada.
...Fuera de la Tradicin de la Iglesia, la teologa quedar muda al respecto y no sabr justificar
dicha gloria sorprendente. Es por ello que las comunidades cristianas que rechazan toda nocin
de Tradicin permanecern tambin ajenas al culto de la Madre de Dios.
...El vnculo estrecho que une todo lo que concierne a la Madre de Dios con la Tradicin no es
debido nicamente al hecho de que los acontecimientos de su vida terrestre tales como su
Natividad, su Presentacin en el Templo y su Asuncin, celebradas por la Iglesia- no son
mencionadas en las Escrituras. Si el Evangelio hace silencio sobre dichos hechos, cuya
ampliacin potica es debida a las fuentes apcrifas, a veces bastante tardas, el tema
fundamental que sealan pertenece al misterio de nuestra fe y permanece inalienable para la
conciencia de la Iglesia. En efecto, la nocin de Tradicin es ms rica de lo que se piensa
habitualmente. La Tradicin no consiste solamente en la transmisin oral de hechos susceptibles
de completar la narracin de las Escrituras. Es el complemento de las Escrituras y, ante todo, el
cumplimiento del Antiguo Testamento en el Nuevo, del cual la Iglesia se hace consciente. Es
Ella la que confiere la comprensin del sentido de la Verdad revelada (Lc. 24-25), no solamente
de lo que hay que recibir, sino tambin y sobretodo cmo hay que recibir y guardar lo que se
escucha. En este sentido general, la Tradicin implica una operacin incesante del Espritu Santo
que no puede tener su pleno florecimiento y producir sus frutos ms que en la Iglesia, luego de
Pentecosts. No es ms que en la Iglesia que nos encontramos aptos para descubrir la conexin
ntima de los textos sagrados que hace de las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento- el
cuerpo nico y vivo de la Verdad, donde Cristo est presente en cada palabra. No es ms que en
la Iglesia que la semilla de la palabra no permanece estril, sino que produce su fruto, y sta
fructificacin de la verdad, tanto como la facultad de hacerla fructificar, se llama Tradicin. La
devocin ilimitada de la Iglesia hacia la Madre de Dios que, a los ojos del exterior, puede parecer
en contradiccin con los datos escriturarios, se ha desarrollado en la Tradicin de la Iglesia. Es el
fruto ms precioso de la Tradicin.
...No es solamente el fruto: es tambin el germen y el tronco de la Tradicin. En efecto, puede
descubrirse una relacin concreta entre la persona de la Madre de Dios y lo que llamamos la
Tradicin de la Iglesia. Intentamos, estableciendo esta relacin, entrever la gloria de la Madre de
Dios bajo el silencio aparente de las Escrituras. El examen de los textos, en su conexin interna,
nos guiar en este sentido.
...La Madre de Dios en la Escritura.
...San Lucas, en un pasaje paralelo al que hemos citado, nos muestra a Cristo renunciando a ver a
su Madre y sus hermanos, declarando: Mi Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la
palabra de Dios y la cumplen (Lc. 8, 19-21). El contexto de dichas palabras es evidente: segn
san Lucas, en el momento en que la Madre de Dios deseaba ver a su Hijo, este vena de exponer
la parbola del Sembrador (segn san Mateo (13, 13) y san Marcos (4, 1-20), la parbola del
Sembrador sigue inmediatamente al episodio con la Madre de y los hermanos del Seor. El
vnculo es por ello evidente): la semilla arrojada en tierra buena, son aquellos que, habiendo
escuchado la palabra, la guardan en su corazn bueno y puro y producen fruto en silencio. Quien
tenga odos para escuchar, escuche (Lc. 8, 15). Y ms adelante: Tened, pues, cuidado de la
manera en que escuchis, porque se dar a quien tiene, pero a quien no tiene, se le quitar lo que
crea tener (Lc. 8, 18). Ahora bien, es justamente dicha facultad de escuchar y guardar en un
corazn puro y bueno las palabras referentes a Cristo, facultad que, por otro lado (Lc. 11, 28),
Cristo haba exaltado por encima del hecho de la maternidad corporal, que no es atribuida por el
Evangelio a otra persona ms que a la Madre del Seor. San Lucas lo seala con una especie de
insistencia, en dos pasajes, en el relato de la infancia de Cristo: Y Mara conservaba todas estas
palabras, ponindolas en su corazn (2, 19 y 51). Aquella que dio a luz a Dios segn la carne
guardaba en su memoria todos los testimonios sobre la divinidad de su Hijo. Podra decirse que
tenemos ya all una expresin personificada de la Tradicin de la Iglesia, antes de la Iglesia, si
san Lucas no hubiera especificado que Mara y Jos no haban comprendido las palabras del
Nio que deba estar en lo que incumba a su Padre (2, 49-50). Pues las palabras que la Madre de
Dios guardaba fielmente en su corazn no haban sido an plenamente actualizadas en su
conciencia.
...Antes de la consumacin de la obra de Cristo, antes de Pentecosts, antes de la Iglesia, incluso
Aquella sobre la cual el Espritu Santo ha descendido para volverla apta para servir a la
Encarnacin del Verbo, no ha an alcanzado la plenitud que su persona estaba llamada a realizar.
Sin embargo, es ya posible la relacin entre la Madre de Dios, guardando y reuniendo las
palabras profticas, y la Iglesia, guardiana de la Tradicin. Es el germen de la misma realidad.
Slo la Iglesia, complemento de la humanidad de Cristo, podr guardar la plenitud de la
Revelacin que, si hubiera sido consignada por escrito, no podra ser contenida por el universo
entero (cf. Jn. 21, 25).
...Slo la Madre de Dios, que fue elegida para llevar a Dios en su seno, podr realizar plenamente
en su conciencia todo lo que conllevaba el hecho de la Encarnacin del Verbo, que fue tambin
el hecho de su maternidad divina. Las palabras de Cristo que parecen tan duras para su Madre,
exaltan esa cualidad que ella tiene en comn con los hijos de la Iglesia. Pero mientras que estos
ltimos, guardando la Tradicin, no podrn volverse conscientes de la Verdad y hacerla
fructificar ms que en una medida ms o menos grande, la Madre de Dios, en virtud de la
relacin nica en la cual su persona se encuentra cara a cara con el Dios que puede llamar su
Hijo, podr elevarse desde este mundo hasta la conciencia total de todo lo que el Espritu Santo
comunica a la Iglesia, realizando en su persona dicha plenitud. Ahora bien, dicha conciencia
plena de la Divinidad, dicha adquisicin de la plenitud de la gracia, propia del siglo futuro, no
puede tener lugar ms que en un ser deificado. Esto nos pone ante una nueva cuestin, a la cual
Santo, recibi en sus entraas la Persona divina del Hijo, recibe ahora el Espritu Santo enviado
por el Hijo.
...Vocacin y santificacin.
...Se puede comparar, en un cierto sentido, estos dos descensos del Espritu Santo sobre la Santa
Virgen con las dos concesiones del Espritu Santo a los Apstoles: en la tarde de Resurreccin y
el da de Pentecosts. La primera les concedi el poder de atar y desatar, una funcin
independiente de sus cualidades subjetivas, debida nicamente a una determinacin divina que se
les impuso para cumplir este rol en la Iglesia. La segunda dio a cada uno de ellos la posibilidad
de realizar su santidad personal, lo que depender siempre de las condiciones subjetivas. Sin
embargo, las dos concesiones del Espritu Santo, funcional y personal, se completan
mutuamente, como se puede verlo en el caso de los Apstoles y sus sucesores: no se puede
cumplir la funcin propia en la Iglesia, si uno no se esfuerza en adquirir la santidad; y, por otra
parte, es difcil de alcanzar la santidad descuidando la funcin en la cual uno ha sido establecido
por Dios. Las dos deben coincidir cada vez ms durante la vida: la funcin se vuelve,
normalmente, un medio por el cual se adquiere la santidad personal, olvidndose de s mismo.
...Algo de anlogo se puede ver en el caso, por otro lado nico, de la Madre de Dios: la funcin
objetiva de la maternidad divina, en la cual fue establecida el da de la Anunciacin, ser tambin
el modo subjetivo de su santificacin. Ella realizar en su conciencia y en toda su vida personal
el hecho de haber llevado en su seno y alimentado a Dios Hijo. Es aqu que las palabras de
Cristo, que parecan rebajar a su Madre ante la Iglesia (Lc. 11, 28) reciben su sentido de alabanza
suprema: bienaventurado aquella que no solamente fue la Madre de Dios, sino que realiz
tambin en su persona el grado de santidad correspondiente a dicha funcin nica. La persona de
la Madre de Dios es exaltada ms que su funcin, la consumacin de su santidad ms que sus
comienzos.
...La funcin de la maternidad divina est ya cumplida en el pasado, mas la Santa Virgen,
permaneciendo sobre la tierra luego de la Ascensin de su Hijo, sigue siendo como siempre la
Madre de Aquel que, con su humanidad gloriosa, tomada de la Virgen, sentado a la derecha del
Padre, por encima de todo principado, poder, virtud y dominacin, por encima de todo nombre
que puede ser pronunciado no solamente en este siglo, sino tambin en el siglo futuro (Ef. 1, 21).
Cul es el grado de santidad realizable en este mundo que podr corresponder a esta relacin
nica de la Madre de Dios con su Hijo, Cabeza de la Iglesia, residente en los cielos? Slo la
santidad total de la Iglesia, complemento de la humanidad gloriosa de Cristo, conteniendo la
plenitud de la gracia deificante que el Espritu Santo no cesa de comunicarle despus de
Pentecosts. Si los miembros de la Iglesia pueden convertirse en familiares de Cristo, su madre,
hermanos y hermanas (Mt. 12, 50), segn el grado alcanzado en su vocacin. Slo la Madre de
Dios, por la cual el Verbo se hizo carne, podr recibir la plenitud de la gracia, alcanzar una gloria
sin lmites, realizar en su persona toda la santidad que la Iglesia puede tener.
seamos demasiado locuaces con los gnsticos que, queriendo decir ms de lo necesario ms de
lo que podan- han mezclado la cizaa de sus herejas en el trigo puro de la tradicin cristiana.
...Escuchemos mejor a san Basilio, que define lo que pertenece a la Tradicin, diciendo que se
trata de una enseanza impublicable e inefable, la cual fue conservada por nuestros padres en un
silencio inaccesible a toda curiosidad e indiscrecin, ya que ellos han sido sanamente instruidos
para proteger la santidad del misterio por el silencio. No sera conveniente, en efecto, publicar
por escrito la enseanza sobre los objetos que no deben ser presentados a las miradas de aquellos
que no han sido iniciados en los misterios. Adems, la razn de una tradicin no escrita es esta:
examinando varias veces seguidas el contenido de dichas enseanzas, algunos correran el riesgo
de perder la veneracin a fuerza del hbito. Porque una cosa es la enseanza, y otra cosa, la
predicacin. Las enseanzas son guardadas en silencio, las predicaciones son manifestadas. Una
cierta oscuridad en las expresiones, de las cuales las Escrituras hace a veces uso, es tambin una
manera de guardar silencio, con el fin de hacer difcilmente inteligible el sentido de las
enseanzas, para la utilidad ms grande de aquellos que leen (Tratado del Espritu Santo,
XXVII).
...Si la enseanza sobre la Madre de Dios pertenece a la Tradicin, no es ms que a travs de la
experiencia de nuestra vida en la Iglesia que podremos adherirnos a la devocin sin lmites que la
Iglesia ha consagrado a la Madre de Dios. Y el grado de dicha adhesin ser la medida de
nuestra pertenencia al Cuerpo de Cristo.