Venezuela Perdona Semana 3 PDF
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4IV
semana
Perdn prctico
Otro aspecto importante relacionado con la prctica del perdn es el diferenciar perdonar de olvidar. Perdonar no borra el pasado ni la ofensa recibida, ni el olvidar es un
requisito para perdonar. Perdonar tampoco requiere confiar automticamente en la
persona que me ofendi. Perdonar no es un voto de confianza. La confianza est asociada al fruto de arrepentimiento que produce el ofensor que ha sido perdonado.
El perdn prctico
requiere responder
las siguientes preguntas:
ACCIN REQUERIDA
Perdonar para
ser perdonado?
Cuntas veces
debo perdonar?
Debo olvidar
la ofensa - agravio
recibido?
Debo confiar
automticamente en
mi ofensor una vez
que he perdonado?
Al perdonar
debo renunciar
a la justicia?
Cul es el camino
para perdonar y
restaurar a mi
hermano en la fe?
Qu papel juega el
amor en el perdn?
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RESULTADO
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Perdonar para
ser perdonados?
Y cuando estis orando, perdonad, si tenis algo contra alguno, para que tambin vuestro Padre que est en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Porque si vosotros no perdonis, tampoco vuestro Padre que est en los cielos os
perdonar vuestras ofensas.
Marcos 11:25-26
la luz de las Escrituras, qu es el perdn? Es un acto que depende enteramente de la persona que decide perdonar o requiere la colaboracin del destinatario del perdn? Existen algunas condiciones que deben cumplirse para
poder perdonar? Qu objetivo busca la accin de perdonar? Qu piensa Dios acerca
del perdn?
Dice John MacArthur que el perdn es tan importante para el andar cristiano, que
nunca se alej del foco de las enseanzas de Jess. Sus sermones, sus parbolas, sus
enseanzas en privado, e incluso sus oraciones, todos estaban llenos de las elecciones
del perdn. El tema del perdn es vital en la palabra de Dios. La Biblia est llena de
exhortaciones acerca del perdn. No se puede ser un practicante de la palabra de Dios,
y obviar el tema del perdn. El perdn entrelaza toda la trama, historia y doctrinas bblicas.
otra parte, este pasaje expresa que Dios condiciona Su perdn a nosotros, al perdn
que expresamos a otros.
En este pasaje Jess expresa la necesidad de un perdn incondicional y aun unidireccional: una decisin de la voluntad del agraviado, que no est condicionada por la actitud
o mrito del agraviador u ofensor, tal como ocurre con Dios, quien nos perdon en
Cristo, a pesar de ser pecadores (Romanos 5:8). El mandato de Jess es perdonar la
ofensa o el agravio sufrido, sin admitir excepciones, ni dar excusas, ni construir justificaciones. An sin evaluar la gravedad de la ofensa, y sin la consideracin de los mritos
de la persona objeto del perdn. Esto para el estndar del mundo puede lucir descabellado. Pero la dimensin espiritual de Dios no se rige por los preceptos humanos.
La Biblia nos exhorta a amar y perdonar a los que nos ofenden y daan, inclusive a
nuestros enemigos, siendo que lo natural es odiar a los que nos hacen mal. Pero Jess
insisti en que necesitamos, como parte de la vocacin cristiana, amar y perdonar a
nuestros enemigos, lo cual resulta antinatural. La pregunta es: por qu Dios hara una
exigencia tan alta y tan antinatural, que se opone a nuestros instintos y tendencias ms
bsicas? La respuesta no es compleja. Es porque la naturaleza de Dios se expresa en
amor. Dios es amor (1 Juan 4:7-8). l tiene un espritu perdonador. El perdn es cnsono con el carcter de Dios. Y su meta es que seamos como l es (Efesios 4:13). Al
leer el versculo 5:45 de San Mateo queda claro el propsito de perdonar: Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los
que os ultrajan y os persiguen; para que seis hijos de vuestro Padre que est en los cielos,
que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos
(Mateo 5:43-45). Dios quiere que seamos como es l en todo, incluyendo la actitud
perdonadora. Por otra parte, la falta de perdn rompe la comunin con Dios, pues
Dios es infinitamente misericordioso y benigno. Y la falta de perdn es contraria a su
naturaleza.
Ahora dado que existen niveles de perdn, asociados a faltas muy graves, que exceden
los lmites psicolgicos y las competencias emocionales, tales como: abusos sexuales,
homicidios de seres queridos, abandono paterno o materno, experiencias de rechazo
de los padres, violencia contra nuestra integridad, etc., de dnde sacamos los recursos
emocionales y espirituales, para cumplir con el estndar de Dios? Esos recursos slo
lo podemos obtener del propio Dios, de quien viene la exigencia. Para perdonar a ese
nivel necesitamos ser asistidos por el amor y la gracia de Dios. Y esa es una realidad
que est presente en el creyente cristiano. La Biblia declara que el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5).
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Esta frase de Marcos 11:26:Porque si vosotros no perdonis, tampoco vuestro Padre que est en
los cielos os perdonar vuestras ofensas, no est referida al perdn jurdico legal de la justificacin que Dios otorga. Se refiere ms bien al perdn cotidiano que necesitamos
buscar cuando ofendemos a Dios. As como Dios muestra disposicin a perdonar, requiere que nosotros mostremos esa misma actitud. Al perdonar el creyente se identifica
con Cristo. Negarnos a perdonar nos pone bajo la disciplina de Dios.
En este pasaje Jess tambin pone de manifiesto que la falta de perdn es un pecado;
es un acto de desobediencia a un mandato expreso de Dios. As pues todos tenemos
la obligacin de no ofender; pero tambin de no sentirnos ofendidos. Este mandato
busca establecer el perdn mutuo entre los creyentes.
Para reflexionar:
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ess demanda una incansable vocacin para perdonar ofensas y agravios. Pero qu
pasa cuando la persona que nos ofende, maltrata o agravia es reincidente? Debo
perdonar a pesar de que la persona no da muestra de arrepentimiento? Debo condicionar el perdn al acto de constriccin de la persona ofensora? Debo perdonar
siempre?
Esto lo recalca Jess en la parbola de los dos deudores que les narra a continuacin
a sus discpulos (Mateo 18:23-35). Esta parbola condena la accin de un siervo al
que se le perdona una inmensa e impagable deuda, pero que se niega a perdonar una
deuda insignificante que tena un consiervo con l, llegando incluso a meterle en la
crcel. En ese personaje estamos representados todos aquellos que nos negamos a
perdonar. Esta es una severa amonestacin a no olvidar la gracia con que Dios nos ha
tratado en Cristo Jess, al perdonar nuestros pecados, a pesar de no merecerlo. Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo an pecadores, Cristo muri por nosotros
(Romanos 5:8).
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El sistema rabnico judo planteaba el llevar cuentas detalladas del nmero de veces
que el agraviado haba perdonado al ofensor, y que dejara de perdonar despus de la
tercera vez. Pedro con su pregunta eleva el nivel a siete veces, pensando que estaba
elevando la norma. Pero Jess responde diciendo que no hay lmites. La Biblia dice
que el amor no guarda rencor (1 Corintios 3:5), y llevar cuentas es una forma de
guardar resentimiento. Jess no est estableciendo un sistema de conteo (sera imprctico) basado el nmero siete (7 x 70=490). Jess lo que est es cuestionando la forma
de definir el perdn de Pedro o del sistema rabnico. Si fuera necesario, segn el mtodo de Pedro o rabnico, contar las veces que perdonamos a una persona reincidente
para saber hasta cundo perdonar, no habra forma de soltar el dolor y el resentimiento
que produce la agresin y ofensa de quien nos agravia y, por lo tanto, sera imposible
perdonar genuinamente. Se imagina usted con una libreta en la que ordena por persona y fecha, la ofensas recibidas por su cnyuge, padre / madre, hijos, compaeros
de trabajo, etc.? Esta sera una contabilidad que terminara por agobiar nuestra alma.
La norma establecida por Jess (Marcos 11.25-26, Mateo 18:21-25) es muy alta, exigente, humanamente inalcanzable, e inclusive luce en apariencia injusta. Cmo perdonar reiterada e incasablemente a quien nos ofende? Luce injusto e impositivo Por
qu Dios condiciona el perdn suyo a nosotros, a nuestra disposicin de personar a
otras personas? Al fin y al cabo quien cometi la falta y el agravio es quien pec. Con
razn los discpulos le dijeron a Jess, sintindose impotentes de alcanzar la elevada
norma de Jess sobre el perdn: Aumntanos la fe (Lucas 17:5).
Lo cierto es que el estndar de Dios es diferente y superior al del mundo. Acaso Dios
no nos perdona constantemente? Dios nos ha dado un modelo de perdn a seguir, al
mostrar siempre un espritu perdonador hacia nosotros, de esta forma establece la
norma de cmo debemos perdonar: Dios perdona nuestras ofensas, as como nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mateo 6:12). Por eso la palabra de Dios nos exhorta a
ser benignos unos con otros, misericordiosos, perdonndonos unos a otros, como Dios tambin nos perdon a nosotros en Cristo (Efesios 4:32).
Para reflexionar:
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Debo olvidar la
ofensa - agravio recibido?
Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jess nuestro Seor, pues me consider
digno de confianza al ponerme a su servicio. Anteriormente, yo era un blasfemo,
un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de m porque yo era un
incrdulo y actuaba con ignorancia. Pero la gracia de nuestro Seor se derram
sobre m con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jess.
1 Timoteo 1:12-14
reo que hay un clich dentro del mbito cristiano eclesistico, as como en
otros contextos institucionales: Olvida la afrenta recibida y pasa la pgina.
En muchos contextos perdonar puede ser equivalente a olvidar o borrar el
dolor y las experiencias traumticas. Pero esto no es posible. No podemos olvidar lo
sucedido, como darle delete a nuestra mente, o resetearla como si fuera una computadora, y borrar un archivo con una sola tecla.
Hay una expresin del psiquiatra Boris Cyrulnik que ilustra esta realidad: La herida
sana, pero la cicatriz no es perfecta. La herida puede sanar y ya no doler, pero queda
la cicatriz que recuerda la experiencia dolorosa vivida. Sera ms apropiado, entonces,
equivaler perdonar con sanar los recuerdos: recordar sin dolor. Y no hay duda que el
perdn es la base para sanar los recuerdos, y liberarse del dolor de la experiencia de la
ofensa y agravio.
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Dios que es nuestra norma sobre el perdn, no borra de su memoria nuestros pecados,
ya que como Dios y Juez Supremo un da traer a cuenta todo acto o palabra nuestra
sea buena o sea mala (2 Corintios 5:10). Pero esta no es una cuenta para condenacin.
Lo que s es claro que ya Dios, por nuestra fe en la obra de Cristo, no nos imputa esos
pecados, ya que hemos sido limpiados con la sangre preciosa de Jesucristo (Romanos
3:23-25; Efesios 1:7). Tal como lo expresa Isaas 43:25, Dios no trae a memoria esos
pecados: Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m mismo, y no me acordar de tus pecados. La imagen descrita por el profeta Isaas es de un libro de cuentas, en el que
cuando se paga la deuda, esta es cancelada, porque cuando Dios perdona, l olvida;
es decir, trata al pecador como si hubiera olvidado sus pecados. En esta metfora la
deuda es cancelada, pero el registro histrico queda en el libro.
El apstol Pablo, por ejemplo, recordaba (traa a su memoria) sus pecados anteriores,
cuando era fariseo (1Timoteo 1:12-15); sin embargo, manifest confiadamente haber
olvidado (no tomado en cuenta) aquellas cosas que quedaron atrs, para as poder extenderse hacia lo que estaba delante y proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jess (Filipenses 3:13-14). Dios tambin puede fortalecernos a nosotros,
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que hemos decidido perdonar, para no recordar con dolor las ofensas y agravios que
hemos perdonado.
La palabra de Dios no nos exige que no tengamos memoria de nuestros propios errores y pecados o de los errores y pecados cometidos en nuestra contra. Lo que Dios si
nos manda es que perdonemos a los dems como Dios en Cristo Jess nos ha perdonado (Efesios 4:32), incluso cuando claramente recordemos ofensas, agravios, vituperios cometidos en nuestra contra, los cuales ahora no tienen poder sobre nosotros.
Hay una diferencia entre recordar una experiencia de la que se toma un aprendizaje,
o se saca una leccin aprendida, como una experiencia procesada y sanada en sus efectos; y recordar con dolor o rencor. La diferencia en ambos casos est en la forma
como se actualiza la experiencia: cmo nos afecta en el presente, cmo la recordamos.
Al respecto dice el maestro Hugo Garca: En muchos contextos se entiende muchas
veces el perdonar como olvidar totalmente el agravio - borrar de la memoria el incidente -, y eso trae a colacin otro problema: si olvidamos de manera total, toda la experiencia implcita y el aprendizaje se desvanecen y tendemos a recaer en lo mismo
con otras personas y otras situaciones. Por tanto, el perdn es una intencin cuya energa es liberadora, porque logra limpiar el dolor del dao ocasionado, para que luego
del proceso, nada fcil, ni agradable, se nos muestre la experiencia tal cual y podamos
ver luz de la propia oscuridad que el dao nos dej. Olvidar priva del aprendizaje de
la experiencia vivida.
El olvido puede ser un recurso de nuestra mente para protegernos del dolor emocional, pero olvidar reprimiendo, como mecanismo de defensa del yo (Sigmund Freud),
sin haber procesado (metabolizado) la experiencia, no contribuye al proceso de sanidad
de la herida generada por el agravio, ofensa o dao recibido. Olvidar una situacin o
experiencia dolorosa, sin una profunda comprensin de lo sucedido, es un intento
estril por evadir y no confrontar el dolor de la herida. Olvidar no es reprimir, ni ingenuamente bloquear el dolor de la memoria. El olvido sin procesamiento de la herida
no proporciona paz, ni libertad, ni sanidad.
del perdn autntico, y contribuye a mantener vivo (en estado latente) el dolor y la
rabia derivados de la ofensa o dao recibido. Este olvido, que yo llamara irresponsable,
no deja solucionado el conflicto entre las partes involucradas, y slo provee una aparente paz.
El perdn no es un simple olvidar. El perdn no va con el olvido, pues perdonamos
la ofensa que nos han hecho, no lo que no nos han hecho, o hemos olvidado. El perdn es un proceso profundo e ntimo que incluye la afectividad, la cognicin y la conducta. No es en lo absoluto borrar la ofensa, condonar, o excusar.
El perdn implica una renuncia a los deseos de venganza, al rencor y al odio; pero no
implica olvidar. Perdonar implica dejar atrs no traer a memoria -, pero luego de
haber procesado la experiencia que produjo el dolor y haber cerrado las situaciones
abiertas asociadas a la ofensa o agravio recibido. En este sentido, bien aplica la frase:
Comprender es perdonar (Madame Stael).
Para reflexionar:
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Y cuando estis orando, perdonad, si tenis algo contra alguno, para que tambin
vuestro Padre que est en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Porque si vosotros no perdonis, tampoco vuestro Padre que est en los cielos
os perdonar vuestras ofensas.
Marcos 11:25-26
La confianza se basa en el comportamiento de una persona con base a unas expectativas, por un periodo prudencial de tiempo, para que la persona se haga confiable y
predecible nuevamente. La confianza se forja con las acciones y comportamientos
manifestados; se instala a travs del comportamiento congruente a lo largo del tiempo.
Podemos decidir perdonar unilateralmente, y as nos los exige el Seor Jess; pero restablecer la confianza requiere del fruto de la persona que es perdonada. El perdn se
otorga, pero la confianza se recupera. Perdonar no significa exponerse nuevamente
ante el agraviador u ofensor, lo cual finalmente puede acarrear ms dao y dolor al
agraviado. El perdn es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha
cometido contra ella; no es un voto de confianza.
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Perdonar puede iniciarse con una accin especfica (aunque conlleva un proceso), pero
generar confianza no est restringido a una accin puntual. Perdonar y confiar, como
ya hemos dicho, son dos procesos diferentes. Para perdonar necesitamos desligar el
perdn de la confianza, y no condicionar el primero al ltimo. Confiar un proceso que
conlleva tiempo y ocurre posterior al perdn. La confianza tarda mucho en generarse
en las relaciones. Hay un dicho que dice que la confianza sube por las escaleras, pero
baja por un ascensor.
Para hacerse confiable la persona que ha generado el agravio y la ofensa, y que ha sido
perdonada, necesita generar actitudes y conductas correctas, que evidencien su arrepentimiento, y que haga que la persona agraviada que ha perdonado, vuelva a recuperar
la confianza.
El restablecimiento de la confianza
en un ejercicio de dos vas
Por un lado la persona que ha producido el agravio u ofensa se responsabiliza por sus
acciones, y genera comportamientos opuestos a sus acciones incorrectas, para ganarse
la confianza del agraviado. Y por el otro lado, la persona que ha sido objeto del agravio
u ofensa, y que ha decidido perdonar, comienza progresivamente a realizar depsitos
de confianza a favor del ofensor. Si la confianza se otorga indiscriminadamente, carece
del mrito para estimular el cambio en la persona ofensora; de esta forma se priva a
la persona de la oportunidad de crecer y madurar.
La reconciliacin entraa reciprocidad, e incluso consenso sobre algunas reas especficas. As por ejemplo un cnyuge puede perdonar la infidelidad cometida por el
otro; pero se requiere del arrepentimiento del que ha actuado con infidelidad para que
medie una sana reconciliacin, as como el acuerdo y la negociacin con respecto a
ciertos trminos y condiciones que hagan que la relacin tenga viabilidad futura.
As ocurre en nuestra relacin con Dios. Nuestro Dios ofrece perdn gratuito, como
un acto de gracia, pero el hombre decide si acepta el don o regalo de Dios que representa Cristo. Si el hombre acepta a Cristo y su sacrificio en la cruz, ste no slo experimenta la realidad del perdn y, en consecuencia, la salvacin; sino tambin es
reconciliado con Dios (Colosenses 1:20-21; Romanos 5:8-10). Pero la persona necesita
consentir en algunos trminos bsicos, como el arrepentimiento y confesin de pecados; as como la aceptacin de Cristo como Seor y Salvador personal. Sin la aceptacin de esos trminos establecidos por Dios, no hay posibilidad de reconciliacin con
l, a pesar de que Dios ha provisto gratuitamente en Cristo Jess, perdn y salvacin.
Una vez que haya mediado el perdn, y se haya solucionado el conflicto, se necesita
establecer procedimientos, prcticas, lmites y acuerdos, que regulen la relacin y que
impidan que se vuelvan a generar las ofensas y agravios, y se repitan los conflictos. Se
necesita de una estructura psicolgica y cultural que le de viabilidad a la relacin, una
vez que se ha dado lugar al perdn.
Por otra parte, podemos perdonar, pero eso no indica que el ofensor est dispuesto a
la reconciliacin, o que la reconciliacin (reanudacin de la relacin) sea conveniente,
como cuando ha habido violencia, o experiencias de abuso sexual, o la vida de la persona pueda peligrar.
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Perdonar no significa que todo deba volver a la situacin original antes del agravio,
como si nada hubiera pasado. Por lo menos no se debe hacer una regla general de
esto, pues hay muchos factores que pueden pesar para que la relacin no pueda volver
a ser como era antes, entre ellas: por falta de disposicin del ofensor, por falta de
frutos de arrepentimiento del agraviador que lo haga merecedor de la confianza como
era antes, por tratarse de una situacin en la que la persona agraviada perciba su vida
en riesgo, o porque la valoracin que se haga de la relacin no sea favorable.
En todo caso el perdn va dirigido a cumplir con la exhortacin de que en cuanto dependa de nosotros estemos en paz con todos (Romanos 12:18).
Para reflexionar:
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Perdn prctico
Al perdonar debo
renunciar a la justicia?
No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos.
Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
No tomen venganza, hermanos mos, sino dejen el castigo en las manos de Dios,
porque est escrito: Ma es la venganza; yo pagar, dice el Seor. Antes bien, si tu
enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando as,
hars que se avergence de su conducta. No te dejes vencer por el mal;
al contrario, vence el mal con el bien.
Romanos 12:17-21 (NVI)
La cruz del calvario representa el encuentro perfecto del amor (incluye el perdn) y la
justicia de Dios. Esa es una teologa al alcance de todos, y que todos pueden entender.
Al observar el horror de la cruz, podemos darnos cuenta del inmenso amor de Dios
por el hombre, que lo llev a dar la vida de Su Unignito Hijo (Juan 3:16). Pero al
mismo tiempo podemos apreciar el increble precio que Dios tuvo que pagar por nuestra salvacin, para as cumplir las demandas de Su justicia. Sabiendo que fuisteis rescatados
de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como
oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminacin
(1 Pedro 1:18-19).
Como juez justo, Dios cumpli en la cruz la justicia de la ley que dice que la paga del
pecado es la muerte (Romanos 6:23); pero como Padre amoroso, provey el medio para
el arrepentimiento y el perdn de los pecados. El perdn no se poda otorgar sin sacrificio expiatorio, porque la justicia quedara insatisfecha. Sin justicia el universo moral
sera un caos.
Romanos 12:17-21 nos da una interpretacin. Al perdonar a los dems, y decidir confiar en Dios como juez justo, renuncio a mi deseos de venganza, y entrego mi causa a
Dios, confiando en que l es mejor juez que yo. No tomen venganza, hermanos mos, sino
dejen el castigo en las manos de Dios, porque est escrito: Ma es la venganza; yo pagar, dice el
Seor. Esta accin no est en contradiccin con hacer uso del sistema de justicia que
Dios ha instituido en el mundo. En todo caso al entregar a Dios mi causa le cedo a l
el control, para que l aplique justicia segn su sabidura y soberana.
Dios no slo nos exhorta a que encomendemos nuestra causa a Su justicia, sino que
adems nos insta a realizar acciones amatorias a favor de nuestro ofensor: si tu
enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; porque el amor se hace realidad
a travs de la accin. Esta accin es teraputica y, segn el pastor Rony Madrid, cumple
los siguientes objetivos:
Verificar si nuestro corazn est limpio y que no guarda ningn rencor.
Comprobar que hemos entregado ese sentimiento en las manos de Dios.
Hacer reflexionar a nuestros ofensores: Actuando as, hars que se avergence
de su conducta.
Ancdota aleccionadora
supuestamente arrepentimiento. Yo suger que el caso fuera denunciado a la las autoridades competentes, independientemente de que su esposa y miembros de la iglesia
manifestaran perdn (como yo), y aun se le brindara asistencia jurdica y acompaamiento en el proceso.
En esa ocasin fui etiquetado de falto de misericordia. Yo sostuve que no se deba
confundir la misericordia y el perdn con la justicia, y que la iglesia no deba extenderle
un voto de confianza automtico. En todo caso la congregacin estaba promoviendo
que se quedara impune un delito. Al correr de un ao, este hermano viol a la otra hijastra tambin menor, y huyo de la casa.
Para reflexionar:
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Perdn prctico
Cul es el camino
para perdonar y restaurar
a mi hermano en la fe?
a palabra de Dios nos exhorta a ser proactivos y diligentes para resolver los conflictos y desavenencias que ocurren en el seno de la iglesia. Esto obra a favor de
evitar que se generen races de amargura, resentimientos y enemistades, tanto
en el ofendido como en el ofensor. Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de
Dios; de que ninguna raz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados (Hebreos 12:15 - LBLA).
Si un hermano en la fe comete una ofensa o agravio contra m, mi responsabilidad en
Cristo, es actuar con diligencia, caridad, tolerancia y espritu conciliador. Para tal fin
la Biblia prescribe un protocolo o procedimiento a seguir, que indica una progresin
en funcin de la receptividad del que ha fallado, cuyo objetivo es la restauracin de
los involucrados y, de ser posible, la reconciliacin. Esa es una vocacin que es inherente al llamado de ser cristiano: Dios por medio de Cristo nos reconcili consigo mismo y
nos dio el ministerio de la reconciliacin (2 Corintios 5:18 NVI).
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Esta no es una ocasin para desahogar nuestra rabia o dolor contra el hermano
ofensor, pues su objetivo no es el desquite ni la venganza, sino la restauracin.
Esta entrevista debe transcurrir en el marco de una correccin fraternal. El hecho
de acudir al ofensor a solas, busca proteger su reputacin. No es una simple reaccin a la ofensa o agravio recibido, sino que es motivada por el inters y amor
fraternal de hermano. San Agustn agudamente expresa el espritu de este procedimiento: "Quien te ha ofendido, ofendindote, ha inflingido a s mismo una
grave herida, y t no te preocupas de la herida de tu hermano? ... T debes olvidar la ofensa recibida, no la herida de tu hermano".
Si, despus de agotar estas instancias, l rechaza la correccin, es necesario decirlo a la comunidad eclesistica: Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia. Solo despus
de agotar las instancias anteriores y no haber ningn cambio, entonces, debes
contar lo que ocurri a la iglesia.
Todo este procedimiento fraternal indica que existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana, tal como expresa Glatas 6:2: Sobrellevad los unos las cargas de
los otros, y cumplid as la ley de Cristo. En el cuerpo de Cristo somos llamados a soportarnos
unos a otros, y perdonarnos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro (Colosenses 3:13).
Esta es una vocacin y un llamado ineludible.
Es as como cada creyente consciente de sus propios lmites, carencias y defectos, est
llamado a la restauracin y la reconciliacin, considerndose a s mismo, no sea que l
tambin sea tentado; pero tambin est llamado a recibir con humildad la correccin
(amonestacin, exhortacin) fraterna, pues reconoce que l /ella tambin puede fallar.
Este procedimiento descrito en Mateo 18:15-20, que tiene como mtodo el perdn y
como meta la restauracin y, por ende, la reconciliacin, crea una espacio y una oportunidad para la comunin restaurada. Negar el perdn, por el contrario, rompe la comunin no solo con nuestro hermano ofensor, sino tambin con nuestro Padre
Celestial (Marcos 11:25).
Para reflexionar:
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Perdn prctico
Qu papel juega el
amor en el perdn?
l amor no se irrita, no guarda rencor (no toma en cuenta el mal recibido", BAS). No
lleva las cuentas de las ofensas para poder recordarlas, con el fin de vengarse
o tomar revancha. El que ama se niega a guardar rencor y vivir enemistado, y
est dispuesto a perdonar las ofensas y agravios recibidos. El que ama manifiesta un
espritu perdonador. Quien es movido por el amor no se dejar llevar por las provocaciones y las ofensas, y la ira no le dominar. No puede estar enojado por mucho
tiempo ni vivir con amarguras y resentimientos, porque practica el perdn como un
estilo de vida.
Dice tambin 1 Corintios 13, que el que ama todo lo sufre (disculpa, perdona), todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta. Si amamos estamos dispuestos a perdonar las ofensas y
agravios recibidos, y a restaurar al ofensor, porque esa es la naturaleza del amor.
Por eso cuando a Jess le pregunto un maestro de la Ley, cul era el mandamiento
ms importante de la Ley. El contest: Ama al Seor tu Dios con todo tu corazn, con todo
tu ser y con toda tu mente. ste es el primero y el ms importante de los mandamientos. El segundo
se parece a ste: Ama a tu prjimo como a ti mismo (Mateo 22:36-39 NVI). Si amar es
nuestra prioridad, entonces seremos capaces de perdonar a los que nos ofenden.
Este amor debe manifestarse tanto en sentido vertical como horizontal. En sentido
vertical recibo el perdn de Dios y me apropio de su amor, a su vez le expreso mi gra97
Como la vida se resume en aprender a amar, Dios quiere que valoremos las relaciones
y nos esforcemos por mantenerlas, en lugar de descartarlas siempre que se produzca
una divisin, un disgusto o conflicto (Rick Warren). Aqu es donde el amor que es
el vnculo perfecto (Colosenses 3:14), capacita para perdonar y preservar la relacin.
Por eso 1 Pedro 4:8 nos exhorta dicindonos: Y ante todo, tened entre vosotros ferviente
amor; porque el amor cubrir multitud de pecados. Similar idea plantea Proverbios 10:12:
El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. Esto habla de perdn y
restauracin del que se ha extraviado. El que tiene verdadero amor (gape) ensea,
instruye, exhorta, amonesta y corrige el mal. Practica adems la disciplina, no como
un castigo, sino como un acto de amor que perdona y busca la restauracin. El que
ama perdona como va para propiciar la restauracin.
Dios nos am y por eso no perdon en Cristo Jess. Por eso tambin la Biblia nos exhorta a perdonarnos los unos a los otros, como Dios tambin nos perdon en Cristo y de
la manera que Cristo nos perdon (Efesios 4:32; Colosenses 3:13), como una expresin
de nuestro amor hacia Dios y hacia nuestro prjimo. Esto es posible gracias a que el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (Romanos 5:8).
una actitud humilde (Glatas 6:1); Y un siervo del Seor no debe andar peleando; ms bien,
debe ser amable con todos, capaz de ensear y no propenso a irritarse. As, humildemente, debe
corregir a los adversarios, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer
la verdad (2 Timoteo 2:24-25).
Si amamos nos esforzaremos por mantener la unidad del Espritu mediante el vnculo de la paz
(Efesios 4:3 - NVI). Esto nos es posible sin manifestar disposicin a perdonar.
Para reflexionar:
1. Depende tu amor de los mritos, reciprocidad o afectos que otros te prodigan, o acta como una
resolucin de tu voluntad?
2. Practicas la consolacin como parte de la demostracin de haber perdonado?
3. Eres capaz de amar a personas difciles?
99
rea
Perdonar y ser
perdonado
Perdonar y ser
perdonado
Escala
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
Evitas sacar cuentas del nmero de veces que has perdonado a Cuntas veces
1 2 3 4 5
perdonar
una misma persona?
Cultivas la prctica de la benignidad y la misericordia,
Cuntas veces
1 2 3 4 5
perdonar
como lo hizo Cristo?
Evitas tirar al olvido irresponsable las ofensas
Olvidar la ofensa 1 2 3 4 5
y agravios recibidos?
Evitas reprimir las emociones de dolor al ser herido?
Olvidar la ofensa 1 2 3 4 5
Perdn y
confianza
1 2 3 4 5
Perdn y
confianza
1 2 3 4 5
Perdn y justicia
1 2 3 4 5
Perdn y
confianza
1 2 3 4 5
Perdn y
confianza
1 2 3 4 5
Perdn y justicia
Perdn y justicia
Perdn y
restauracin
Perdn
y restauracin
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
Perdn
y restauracin
1 2 3 4 5
Amor y perdn
1 2 3 4 5
Amor y perdn
Amor y perdn
1 2 3 4 5
Amor y perdn
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
Dios nos dejo ejemplo a seguir al perdonarnos en Cristo Jess, para que
igualmente nosotros perdonemos.
Perdonar no es equivalente a olvidar.
El que ama se niega a guardar rencor y vivir enemistado, y est dispuesto a perdonar las ofensas y
agravios recibidos.
101
SEMANA 3:
Padre, perdnalos
porque no saben lo
que hacen
Sneca nos dice que los crucificados maldecan el da en que nacieron, a los verdugos,
a sus madres, a todo y a todos, incluso terminaban escupiendo a los que les miraban.
Cicern nos cuenta que a veces era necesario cortar las lenguas a los que iban a ser
crucificados para impedir que blasfemaran de una manera terrible en contra de los
dioses. Es seguro que los verdugos de Cristo esperaban or voces y maldiciones de
aquel que por las rdenes recibidas de poner su cruz en medio, consideraban, sin duda,
como un jefe de malhechores; los fariseos y escribas, que conocan mejor al Maestro
de Galilea, esperaban or por lo menos quejidos de dolor, pero cun sorprendente
fue lo que oyeron! De los labios de Cristo sali no un grito, sino una plegaria, una
dulce y suave oracin de perdn. El verbo griego no est en pasado, sino en gerundio;
legein no es "dijo", sino "iba diciendo". Lo que nos hace suponer que esta admirable
frase fue repetida varias veces, durante el cruel proceso, cuando los clavos entraban
en la carne, cuando la cruz fue levantada y el dolor se haca ms agudo. Jess iba repitiendo la plegaria de perdn: perdnalos porque no saben lo que hacenperdnalos porque no saben lo que hacen (Misioneros Oblatos o.cc.ss).
Padre, perdnalos porque no saben lo que hacen. Estas palabras resultan inauditas para un hombre que est muriendo crucificado en una cruz de oprobio, en las
condiciones en que Jess muri. Previo a la crucifixin, Jess fue cruelmente azotado.
El azotamiento era una prctica del imperio romano que se aplicaba a la vctima condenado a la pena capital. Se efectuaba este castigo con un ltigo hecho de varias correas
102
(3 correas) a cuyos extremos haba atados speros pedazos de metal o hueso afiliado.
Se estima por la prctica romana, que Jess debi de recibir ms de 120 golpes ternarios, administrados por dos fuertes verdugos, uno ms alto que el otro, diestros en
su oficio, los cuales puestos uno a cada lado del reo, le cubrieron metdicamente con
sus golpes toda la superficie del cuerpo (trax, abdomen, brazos y piernas, a excepcin
de la parte del pecho correspondiente al corazn), sin dejar espacios (Dr. Telmo
Salas). Al punto que la persona se converta en una llaga completa. Esto coincide con
la expresin de Isaas 52:14:Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue
desfigurado de los hombres su parecer
Con frecuencia los hondos desgarrones que se producan en la carne por el ltigo llegaban al hueso mismo. El Obispo Eusebio de Cesrea, historiador de la iglesia del
III siglo, dijo refirindose a los azotes infligidos por los romanos a aquellos que iban
hacer ejecutados: Las venas de la vctima quedaban al descubierto y los msculos,
tendones, e intestinos quedaban totalmente expuestos.
Pero luego tuvo que padecer la muerte ms dolorosa e ignominiosa que una era de
crueldad puedo disear. Con las manos y pies atravesados con clavos, se dejaba a la
vctima colgando en agona, hambre, sed intolerable y continuas convulsiones dolorosas, hasta que sobrevena la muerte. La crucifixin parece incluir todo los que la
muerte y el dolor pueden tener de horrible y espantoso: vrtigos, calambres, sed, hambruna, insomnio, fiebre traumtica, ttano, vergenza, publicidad de la vergenza, larga
duracin del tormento, horror de anticipacin, mortificacin por causa de las heridas
desatendidas- todo intensificado hasta el punto en que la vctima podra tener el alivio
de la inconsciencia.
La posicin incmoda hara que todo movimiento resultara doloroso, las venas laceradas y los tendones aplastados palpitaban con angustia incesante; las heridas, inflamadas por causa de estar al aire, se gangrenaban gradualmente; las arterias
especialmente en la cabeza y en el estomago- se hinchaban y opriman con la sobrecarga de sangre; y mientras que cada variedad de miseria iba en gradual aumento, se
aada a ellas el intolerable tormento de una sed quemante y rabiosa; y todas estas
complicaciones fsicas causaban una excitacin y ansiedad internas, que hacan que las
perspectivas de la muerte misma-la muerte, el enemigo desconocido, ante cuya proximidad el hombre tiembla - tuviera el aspecto de una liberacin exquisita.
Al leer los evangelios, se llega a la conclusin de que la historia de Jess es, sin duda
alguna, la ms grande historia de amor y perdn jams antes contada.
104
na herida fsica en la piel no sana instantneamente sino a travs de un proceso. Este proceso incluye algunas fases: inflamatoria (se detiene la hemorragia
y aparecen los agentes defensivos), proliferativa (formacin del tejido de relleno) y remodelacin y maduracin (revestimiento de nuevo tejido). La cicatrizacin
de la herida es un fenmeno que comienza con la coagulacin sangunea para despus
continuar con la activacin de los procesos catablicos de limpieza y seguir con la regeneracin del nuevo tejido de relleno (fase anablica) y finalizar con estructuracin
de un nuevo tejido cicatricial. En este proceso el dolor es un mecanismo de informacin que prende un alerta sobre la herida aparecida, un sistema de advertencia que
avisa de la presencia de una herida que requiere
atencin. El dolor acta como un mecanismo
de proteccin, que hace que nos avoquemos a
algunos cuidados de la herida. El dolor impide
lastimarnos. El dolor indica tambin que la herida todava no ha sanado. En este sentido, el
dolor aporta grandes beneficios al organismo
en lo fsico y en lo emocional.
Sanar las heridas emocionales tambin requiere
de un proceso, pero a diferencia de la herida fsica, cuyo proceso de sanacin es involuntario
e inconsciente, la sanidad emocional requiere
intencionalidad y elaboracin. Sanar una herida
emocional es un proceso que comienza con la decisin de perdonar. En este sentido
es importante distinguir que perdonar es lo mismo que sanar. Pero no es posible sanar
de heridas emocionales sin perdonar. El perdn es el comienzo de la sanidad emocional. De esta premisa necesitamos estar plenamente convencidos.
Puede que no nos sintamos preparados para perdonar, sobre todo si la herida es reciente o muy profunda; pero no sanamos para luego perdonar, sino al revs, perdonamos para luego sanar. El perdn precede a la sanidad de la herida emocional. Ahora
cuando permanecemos renuentes a perdonar, aferrndonos a la ofensa y agravio, retardamos la curacin de la herida emocional.
105
Es fcil ver las heridas y las cicatrices fsicas: la sangre, la piel rasgada. Se puede observar si son recientes o viejas, superficiales o profundas. Sin embargo, las heridas y
las cicatrices emocionales, que resultan de agravios, ofensas, abusos, discriminaciones,
etc. no son tan fciles de detectar o apreciar su magnitud. Algunas de ellas necesitan
poca atencin, pero otras, las de alto impacto, como abusos de todo tipo (sexuales,
violencia), rechazo y abandono de los padres, entre otras, requieren tratamiento urgente, pero, muchas veces, han sido ignoradas durante aos, como si nada hubiera pasado, o como si el tiempo trajera sanidad a ellas. Si estos tipos de heridas y cicatrices
son ignoradas, pueden resultar en serios daos psicolgicos: disfuncionalidades, generacin de estados emocionales txicos, etc.
Para muchas personas confrontarse con el dolor que produce la herida emocional es
muy amenazante, y prefieren minimizarlas, negarlas o ignorarlas. Pero sanar se requiere
aceptar que fuimos heridos, experimentar y concienciar el dolor que nos dej la herida,
metabolizar ese dolor y perdonar, para as iniciar el viaje hacia la sanidad; pero si decidimos vivir anestesiados, o resentidos, la herida seguir abierta. Soy capaz de sentir
el dolor que las heridas por ofensas y agravios recibidos me han generado? Cunta
anestesia hay en mi vida? Puedo detenerme y sentir? Puede habilitarme para perdonar? Puedo acudir a Dios y confiar que l puede ayudarme a perdonar y sanar?
106
Tanto las heridas fsicas como las heridas emocionales sanan de adentro hacia afuera.
Cuando ocurre una herida en el cuerpo, se activan desde el interior del cuerpo los recursos para tratar con la herida y traer cicatrizacin. El cuerpo tiene una sabidura interna innata para lidiar con las heridas, trayendo sanidad desde adentro hacia afuera.
Igual ocurre con las heridas emocionales. Al ser lastimados por ofensas y agravios,
necesitamos tomar contacto que lo que nos paso, con lo que sentimos - reconocer el
dolor emocional-, procesar la herida, y elegir internamente perdonar. El perdn es
una decisin personal. Si por el contrario, buscamos la justificacin y argumentos en
el exterior, como que el ofensor se arrepinti e hizo mritos, o nos pidi perdn, para
poder perdonar, entonces, estamos poniendo a depender nuestra decisin de perdonar
en alguien distinto a nosotros y, en consecuencia, bajo la responsabilidad de otro, y
no de nosotros. Por lo que sanaremos si el otro lo permite o quiere.
Una herida en el cuerpo que no se atiende adecuadamente en el momento de su ocurrencia (lavar herida, aplicar desinfectantes, aplicar sutura, vendar, etc.), se puede infectar y volverse crnica; y luego tardar un tiempo mayor para sanarse, adems de
requerir tratamientos de ms envergadura como antibiticos, o drenajes, etc. Igual
ocurre con las heridas emocionales que no se atienden adecuadamente. La herida emocional no cicatrizada se infecta con amargura y rencor. Ofensas y agravios que no perdonamos, se pueden volver crnicos en nuestra vida. As el dolor puede dar paso al
sufrimiento, y el enojo puede derivar en resentimiento y rencor. Si no se perdona al
comienzo desde el enojo y el dolor, entre ms tiempo pase se hace ms difcil perdonar. Perdonar desde el sufrimiento y el resentimiento es un asunto complejo y difcil.
Heridas existenciales
Todos tenemos heridas emocionales: unas leves, otras ms grandes y, a veces, unas
que parecen incurables. Mi experiencia como psicoterapeuta, me dice que hay heridas
de altsimo impacto como los abusos sexuales por parte de progenitores, el maltrato
infantil agravado, asesinato de seres queridos, el rechazo y el abandono de los padres,
que pudieran considerarse existenciales. Y a menos que medie ayuda especializada es
casi imposible traer sanidad a esas heridas, y an con apoyo teraputico los resultados
siguen siendo desalentadores. Creo que hay tipos de heridas a las que slo Dios puede
traer sanidad.
107
El Perdn: El camino
a la Reconciliacin
Descubriendo el perdn en 40 das
ste libro est diseado para guiarle en la comprensin del perdn desde dos
dimensiones: la teolgica (bblica) y la psicoteraputica. En l se exponen algunos valiosos principios de la palabra de Dios, acerca del perdn, tanto desde
la perspectiva vertical, que afecta nuestra relacin con Dios; como desde la perspectiva
horizontal, que toca nuestra relacin con nuestro prjimo.
Arnoldo A. Arana: Tiene un Doctorado en Teologa y Consejera de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida
USA. As mismo posee una Maestra en Gerencia de
Empresa y una Licenciatura en Contadura Pblica de la Universidad del Zulia. Es certificado como Facilitador en Procesos Personales Psicoterapeuta Gestalt - por el Centro de
Aprendizaje e Investigacin en Facilitacin Gestltica (CENAIF). Tiene un diplomado en Facilitacin en Terapia Psicocorporal de la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho. Es
Arnoldo A. Arana
Coach de Liderazgo certificado por Lifeforming Leadership
Coaching. Tiene una formacin en sexualidad del CENAIF.
Se ha desempeado como profesor universitario en instituciones tales como la Universidad del
Zulia (LUZ), la Universidad de Carabobo (UC), la Universidad Rhema, La Universidad LOGOS
y la Universidad de la Tercera Edad (UTE). A la fecha se desempea como docente en la Universidad de Carabobo. As mismo ha ocupado posiciones gerenciales en importantes empresas
de Venezuela. Ha sido conferencista y facilitador/consultor en temas relacionados al Liderazgo
y la Gerencia, y la vida matrimonial y familiar, para diversas empresas e instituciones en el pas
y en el exterior. Es coautor de los libros El Carcter: Factor clave en el Liderazgo, y Liderazgo
Visionario: El arte de alcanzar la visin. Es Director/Consultor de Global Leadership Consulting.
Funge como pastor asociado en la Iglesia Restauracin a las Naciones en Venezuela.
RIF: J-31270600-7
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