Prueba para Libro Papelucho y Mi Hermano Hippie
Prueba para Libro Papelucho y Mi Hermano Hippie
Prueba para Libro Papelucho y Mi Hermano Hippie
Marcela Paz
No puedo soportarlo!- clam el pap tirndose las mechas! Un hijo mo
hippie... - y dio un puete en la mesa. Tuvo que chaparse los dedos y por el
dolor y tambin para enredar los garabatos que le arrancaba ese dolor.
Javier venia llegando de vacaciones. Traa el pelo largo y crespito, un
cinturn a lo indio, pantaln verde con lagartijas blancas y en lugar de
camisa, una cadena de laboratorio de la que colgaba una estrella de mar
que se enredaba en unos pelos colorines que le haban salido en el pecho.
En lugar de zapatos sus patas gordas y casposas se agrandaban silenciosas
en el suelo y cada ua de los dedos de los pies tena pegado un caracol y
algn color cataclptico.
Yo no me convenca bien de que era l el mismo Javier cadete de marina,
hermano mo.
Esto pas el domingo por la tarde.
El lunes nadie vi a Javier ni pregunto tampoco. El martes igual.
El pap parti a todas las casas conocidas y volvi acezando y con cara de
otro. La mam lleg a despintar el telfono de tanto marcar nmeros. A la
Domi le dio por llorar y llorar y amontonar gente para contarles que Javier
haba desaparecido.
Yo le encontraba razn a Javier de irse, con ese recibimiento. Total no haba
hecho nada malo, solo se haba dejado crecer el pelo. Y cuando ha sido
cadete tanto tiempo y obedecer y obedecer, le tienen que bajar ganas de
hacer lo que se antoja, aunque se le antoje usar caracoles en las uas.
Pero Dnde estara?
Tena una pila de ideas, pero igual que los telfonos cruzados. Y se aclar el
asunto: perdido o secuestrado, desaparecido o pulverizado, Yo era quien lo
iba a encontrar!. Estaba decidido.
Qu tanto cuesta rastrear el mundo de tierra o del agua, el subterrneo o
el areo?. En mis horas libres bien poda olfatear el universo y encontrar
huella o pista.
Para saber lo que hacen los desaparecidos es lgico tratar de desaparecer.
As que apenas me encontr una de esas tapas de cemento que hay en las
calles medio corridas a un lado, tapando algn hoyo misterioso, me met en
l.
Y a medida que iba desapareciendo de este mundo, iba viendo ms lindo y
ms azul el cielo.
Haba un ruido de aguas profundas, de sapitos solitarios, de ranas
hipodrmicas. Ninguna voz mandona o asustada; ni afanes, ni inquietudes.
Mis pies tocaron una agita helada, pero sigui bajando y me lleg a las
rodillas.
La suave agita subterrnea me traa ideas muy geniales. Tan geniales que
ya ni me acordaba del Javier.
As que segua caminando y haciendo olitas. De pronto me di cuenta de que