Tema 7. Alfonso XIII (1902-1931) - La Crisis de La Restauración
Tema 7. Alfonso XIII (1902-1931) - La Crisis de La Restauración
Tema 7. Alfonso XIII (1902-1931) - La Crisis de La Restauración
ALFONSO XIII Y LA
CRISIS DE LA
RESTAURACIÓN
I. ALFONSO XIII (1902-1923).
INTRODUCCIÓN.
1898 se pone a prueba el edificio político levantado por Cánovas del Castillo. En la angustia de la derrota se vive
una conciencia de liquidación y en muchos sectores del país se hace responsable de la catástrofe a los políticos
profesionales. ¿Va a desmontarse el entramado de la Restauración? No deberían de ser endebles sus cimientos cuando el
sistema consiguió sostenerse en varias coyunturas críticas. Recordemos que Cánovas apoya su arquitectura política en
cuatro pilares: rey, Cortes, Constitución de 1876, turno de dos partidos en el poder. El reinado de Alfonso XIII, cuya
mayoría de edad se declara en 1902, se resume en la caída sucesiva de estos cuatro pilares: en 1912, asesinato de
Canalejas, dejan de funcionar los partidos; en 1917 con la convocatoria de la Asamblea de parlamentarios son las Cortes
las que de manera evidente se han convertido en un órgano inoperante; en 1923 el golpe de Estado de Primo de Rivera
va acompañado de la suspensión de la Constitución; sólo queda el rey, que abandona el país tras el resultado de las
elecciones municipales de abril de 1931.
Por último, hay que mencionar el problema de Marruecos. Desde finales del siglo XIX el interés por el reino
norteafricano había ido aumentando. Tras el Desastre, la posibilidad de reconstruir allí el imperio suscitó las esperanzas
de los colonialistas españoles. España se embarcó en una aventura que le consumiría ingentes cantidades de tropas y
recursos, y que, además de la pérdida de vidas y recursos materiales, contribuiría a envenenar el clima político y a
Prof. Félix González Chicote
En el terreno político, Maura apostaba por una reforma que atrajera a la “masa neutra” del país hacia la
política, rompiendo la indiferencia que denunciaron los regeneracionistas y acabando con el caciquismo. Estableció una
nueva Ley electoral de 1907 (sufragio obligatorio) que hizo más difícil el fraude electoral, aunque no acabo con la
corrupción, pues según su artículo 29 cabía la posibilidad de no celebrar elecciones en los distritos con un único
candidato.
Pero la más ambiciosa reforma de Maura era la nueva Ley de Administración Local, un primer paso para un
autogobierno regional. La ley contó con el respaldo de la Lliga, pero la resistencia de los representantes de la oligarquía
impidió su aprobación. En el fondo, ni conservadores ni liberales estaban dispuestos a renunciar a los privilegios que les
otorgaba el sistema caciquil y centralista. En cuanto al ejército las reformas no llegaron a cristalizar, le faltó tiempo, y la
situación anómala del ejército perduró todavía bastantes años.
La labor de Maura, reformista, a la vez que apoyada en presupuestos conservadores, tuvo la virtualidad de
afrontar los problemas del país: caciquismo, problema social, regional, situación incómoda del ejército y la larga guerra
marroquí. Una confluencia de todos los problemas en la crisis del verano de 1909, la “Semana Trágica”, gasta su capital
político y termina provocando su ostracismo. Los problemas eran más fuertes que su programa reformista.
1.2.2. El regeneracionismo liberal: Gobierno Canalejas (1910-1912).
Entre 1910 y 1912 dirigió el Gobierno José Canalejas, líder del Partido liberal. Durante su
mandato se llevo a cabo un programa reformistas y de modernización de la vida política para atraer a
los sectores populares. En política social se suprimieron los consumos por un impuesto progresivo
sobre las rentas urbanas que generó las protestas de las clases acomodadas; se estableció el servicio
militar obligatorio (Ley de Reclutamiento) en tiempo de guerra y se restringieron las exenciones de
quintas; y se reguló el trabajo nocturno femenino e infantil. El problema más arduo que le toca
resolver, tras la crisis de la Semana Trágica, era el religioso, en abril de 1910 una Real Orden planteó el
problema del aumento de congregaciones y órdenes religiosas (recordar que en Francia desde 1905 se
encuentran eliminadas), es la llamada “ley del candado”, por la que se prohibía durante dos años la
instalación de nuevas comunidades religiosas. Se pretendía negociar en ese plazo un acuerdo con el
Vaticano, pero nunca llegaría a ultimarse a pesar de intentar aumentar la separación Iglesia-Estado.
En 1912 Canalejas obtuvo su mayor éxito, cuando el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, que permitía
un inicio de autogobierno y satisfacía las peticiones catalanistas mediante la posibilidad de la unión de las Diputaciones.
Pero el jefe de Gobierno no llegó a ver aprobada la ley en el Senado: el 12 de noviembre caía asesinado en Madrid por
los disparos de un anarquista, fue aprobada en 1914 con el gobierno conservador de Dato. Tras el intento de Canalejas
de regeneración se iniciará una etapa de crisis permanente en los dos partidos dinásticos.
1.3. La guerra de Marruecos y la Semana Trágica.
Tras el desastre del 98, la actuación exterior española se orientó hacia el norte de África, donde el reparto colonial
europeo estaba concluyendo, en los tratados de 1902 y 1904 se concedía una zona marroquí a España y otra a Francia,
pero Silvela no había querido suscribir el primero, el más ventajoso, y finalmente la Conferencia de Algeciras (1906),
que había reducido considerablemente la zona española, y el posterior Tratado Hispano-francés (1912) suponen la
entrada de España en el reparto colonial. Bajo el influjo de Gran Bretaña, se estableció un protectorado franco-español
en Marruecos, donde el Rif (franja al norte) le correspondió a España.
La comparecencia tardía en el continente africano suponía para España una especie de compensación del 98. Pero no se trataba de un ideal
nacional. Para entender la cuestión marroquí es necesario, por un lado, repasar las crisis marroquíes de 1905 y 1911 previas a la Primera Guerra
Mundial que la contextualizan, es decir, adoptar una perspectiva geopolítica y, en segundo lugar, una perspectiva interior con varios planos. En el
plano militar Marruecos se presenta como “la tierra prometida para la redención del honor militar mancillado” derivando hacia la consolidación de
una fracción africanista en el ejército que determinará la vida política del país, siendo esta fracción la protagonista de la rebelión militar de 1936.
En segundo término, en el plano político, la opinión pública de izquierdas antiimperialista (PSOE) era contraria a este tipo de empresas, se alegaba
que en Marruecos se defendía el interés de algunas compañías como la Sociedad española de Minas, la Compañía Norteafricana y la transatlántica
del marqués de Comillas, se habla de la “guerra de los banqueros”. Por otro lado, existieron grupos de presión vinculados a los partidos del turno
(diputados del Partido Liberal) que defendieron la colonización mediante la intervención del Estado (presupuesto), el fomento de Congresos
Africanistas, la creación de órganos de prensa pro-imperialistas “España en África” y, todo ello, vinculado con una burguesía conservadora que veía
en Marruecos tanto una misión “civilizadora” como un “dorado” para sus negocios, sin embargo, no fue ni lo uno ni lo otro, simplemente se trato de
un imperialismo trasnochado que obviaba el principio de ocupación efectiva establecido tras la Conferencia de Berlín de 1885, esa incapacidad
militar fue un lastre para la vida política española hasta 1936. La variable marroquí o colonial en la vida política española es fundamental en tanto
que conllevo el excesivo protagonismo del ejército y movilizó a la izquierda con un objetivo común antiimperialista y antimilitarista, constantes que
sumadas al anticlericalismo constituyen vectores clave para desgranar los elementos de la ideología de izquierdas en la España de principios de
siglo.
Los intereses eran estimulados por los beneficios económicos (minas, ferrocarriles, obras públicas) y por el deseo
de restaurar el prestigio del ejército (defendido por los militares “africanistas”). La presencia española contestada por
ataques tribus bereberes (cabilas) obligaron a mantener un fuerte contingente militar.
La marcha de las operaciones militares de ocupación no eran precisamente triunfales, tras la derrota del Barranco
del Lobo (julio de 1909), que causó más de 1.200 bajas el general Linares, ministro de la Guerra, decide llamar a la
primera reserva, medida extraña porque podía recurrir a excedentes de cupo o a fuerzas estacionadas en algunas
provincias. Mítines, un congreso en Barcelona, acusaciones contra el “impuesto de sangre”, amenazas de huelga,
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manifestaciones en la calle, son las reacciones inmediatas. La chispa del conflicto se produce en el puerto de Barcelona
el 18 de julio con el embarque de las tropas hacia Marruecos. La protesta contó con un componente antimilitarista y de
rechazo a la hegemonía de la Iglesia.
El día 24 se constituyó un comité de huelga (republicanos, socialistas y anarquistas), que hicieron un llamamiento a
la huelga general para el día 26. La huelga de tranvias paraliza la ciudad. La iniciativa popular acabó siendo un estallido
espontáneo de todas las tensiones sociales acumuladas. A las barricadas, le siguieron enfrentamientos con el orden
público y el sentimiento anticlerical desembocó en el ataque e incendio de iglesias. Las autoridades respondieron
declarando el estado de guerra, enviando refuerzos y causando heridos y muertos, por lo que las protestas se
radicalizaron hasta el día 2 de agosto, cuando la normalidad se impuso. La reacción es desmedida, no perdáis de vista la
utilización de artillería en los barrios obreros.
La represión posterior resultó muy dura, centenares de personas fueron detenidas,
procesadas en consejos de guerra, dictándose 17 condenas a muerte y ejecutándose 5 de ellas, el
procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y
Guardia, fundador de la Escuela Moderna como supuesto inspirador ideológico del
levantamiento provocó el conocido affaire Ferrer que produjo una fuerte oleada de protestas en
toda Europa hacia la respuesta del gobierno conservador de Maura. Fabras Ribas, años después,
aseguraba que Ferrer no estaba en Barcelona no había participado en los sucesos.
Los liberales y republicanos se unieron para exigir su dimisión bajo la fórmula: “¡Maura no!”,
con o que se produjo un traspaso de gobierno a los liberales. En Cataluña la izquierda acusó a la
burguesía y a la
Regionalista deLliga
haber apoyado la represión gubernamental reactivando un nacionalismo
republicano y de izquierdas: Unión Federal Nacionalista Republicana. A nivel nacional se
consolidad el fructífero acercamiento de fuerzas de izquierdas y la creación de la Conjunción republicano-socialista, así
como el nacimiento del Partido Reformista de Melquíades Álvarez (1912). Por su parte, el ambiguo papel de los
republicanos lerrouxistas acentuó el desengaño obrero y su viraje hacia las filas del anarcosindicalismo.
Tras el 98, 1909 es la segunda gran crisis, por la confluencia de varios problemas que ponen a prueba el sistema
político de la Restauración.
1.4. Fortalecimiento de la oposición y crecimiento del movimiento obrero.
Durante este periodo las fuerzas de oposición tienen necesidad de renovar sus idearios, formas organizativas y
Prof. Félix González Chicote
dirigentes produciéndose un cambio en la estructura de los partidos que responden ya a las características de una
sociedad de masas.
1.4.1. Republicanismo: entre la división y coalición republicano-socialista.
El Republicanismo representaba las aspiraciones de intelectuales y sectores de clases medias a la democratización
de la vida política y ya desde el inicio de la Restauración se encuentra fragmentado, aún así es la principal fuerza de
oposición, constituyendo la minoría opositora parlamentaria más numerosa. El Intento unificador en la coalición Unión
Republicana (1903) en torno a Salmerón no termino cuajando por las disidencias internas del Partido Radical (1908) de
Alejandro Lerroux que adoptó una vía populista basada en un discurso anticatalanista, demagógico, anticlerical y
supuestamente revolucionario, intentando influir en sectores populares. En esa línea, Vicente Blasco Ibáñez impulsa el
Blasquismo en Valencia con un discurso semejante a Lerroux.
Por tanto, nos encontramos un Republicanismo moderado y reformista con Salmerón y Melquiades Álvarez (Unión
Republicana transformada en el Partido Reformista) y la vía populista del Partido Radical de Lerroux creado en 1908.
Lo más relevante tras los acontecimientos de la Semana Trágica es la coalición republicano-socialista. En 1910, el
PSOE colaboró y pactó una alianza electoral con las distintas tendencias republicanas (salvo el Partido Radical),
expresada en una coalición republicano-socialista, consiguiendo el PSOE su primer diputado en el Congreso (Pablo
Iglesias). Esta coalición, aún con sus momentos de alzas y bajas, será un elemento fundamental para entender el
surgimiento de la II República.
1.4.2. Los movimientos nacionalistas.
El Catalanismo estaba dominado por la LLiga Regionalista de Catalunya (1901) dirigida por Enric Prat de la Riba
y Francesc Cambó, su línea política se concretaba en la defensa de las clases burguesas y conservadoras en un sentido
moderado y reformista, modernización económica, regeneración política y la reivindicación de la vía autonomista para
Cataluña (frente a la constante acusación de separatismo el horizonte regionalista predomina). En segundo término, la
izquierda nacionalista catalana representada por el Centre Nacionalista República
Con todo, Cataluña es el centro político del momento, 1905 el choque entre nacionalistas y militares por el
incidente del Cu-Cut provoca la ley de jurisdicciones de 1906 y la unión de las fuerzas políticas catalanas en la
Solidaritat Catalana de 1907 que obtuvo una contundente victoria electoral que hizo desaparecer casi por completo a
los partidos liberal y Conservador en Cataluña y representó un éxito de la protesta de la sociedad catalana contra el
intervencionismo militar, situación que se repitió en 1909 con la Semana Trágica. El gobierno Canalejas concede la
Mancomunidad de Cataluña (1914) que representó el reconocimiento de la personalidad de Cataluña.
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El nacionalismo vasco con un PNV más moderado (parlamentario y autonomista) se aproxima a la burguesía
industrial e intenta ampliar sus bases. El resto de los movimientos regionalistas no tuvieron un papel tan destacado.
1.4.3. Sindicalismo y conflictividad obrera. UGT y CNT.
Paralelamente a la crisis política, se produce una evolución lenta pero profunda de la economía y de la
estructura social, que transforma el modo de vida de las gentes y que hace de la España de 1930 un país muy distinto
del que vio iniciarse el siglo. El crecimiento económico, sin embargo, no alteró la desigualdad en el reparto de la
riqueza, ni atenuó la pobreza en la que vivía inmersa la mayor parte de la población. Eso explica las enormes tensiones
sociales y el crecimiento y protagonismo del movimiento obrero, así como de los partidos y organizaciones políticas de
la izquierda.
El nuevo siglo comenzó con un intenso ciclo de agitaciones obreras, que tuvieron una fase de ascenso hasta
1911 y, a continuación, un moderado descenso hasta 1917. La mayor incidencia del movimiento huelguístico tuvo lugar
en Cataluña (donde se registró una cuarta parte de todas las huelgas del territorio español), seguida de Valencia,
Andalucía, Asturias, Castilla, el País Vasco y Madrid. En 1902 tuvo lugar una huelga general en Barcelona, que se
extendió a las comarcas industriales de Cataluña. En 1903 hubo huelgas en las zonas mineras de Vizcaya y Riotinto, que
se repitieron en 1906 en Asturias y Bilbao.
En 1911 tuvo lugar un intento de huelga general revolucionaria en muchos puntos de España. La mayoría de
estos conflictos tenían en común la voluntad de oponerse a la pérdida de capacidad adquisitiva de los obreros y al
deterioro de las condiciones de trabajo. También se reclamaban la jornada laboral de ocho horas y el reconocimiento
de los sindicatos y de su capacidad de negociación colectiva.
A nivel de partidos el PSOE fortalece sus bases e inicia su acercamiento al republicanismo. Junto a Pablo Iglesias
aparecen otros líderes políticos como Francisco Largo Caballero y Julián Besteiro, antiguo alumno de la ILE y catedrático
de lógica. Por su parte, el sindicalismo español se estructura en dos corrientes:
a) El sindicalismo socialista (UGT) que tuvo un crecimiento estable con mayor incidencia en Madrid y norte de España
evolucionando hacia una vía reformista, trabajando su dirigente Largo Caballero en la Comisión de Reformas Sociales y
apoyando la coalición republicano-socialista. La UGT pasó de 77.000 afiliados en 1911 a 211.000 en 1920, al tiempo que
ponía en marcha las Casas del Pueblo desde 1915.
b) El sindicalismo anarquista: fundación del CNT. El impulso del anarquismo resultó muy importante en Cataluña, y
sobre todo en Barcelona, donde sociedades obreras y sindicatos autónomos de inspiración anarquista crearon, en 1907,
Solidaridad Obrera, una federación de asociaciones obreras de carácter apolítico, reivindicativo y favorable a la lucha
revolucionaria. Solidaridad Obrera contó con prensa propia, Tierra y Libertad y Solidaridad Obrera, y, en 1910, impulsó
la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El nuevo sindicato nació con el objetivo de extenderse por
toda España y consiguió consolidarse como hegemónico en Cataluña, logrando también una fuerte implantación en
Andalucía y Valencia.
La CNT se definía como revolucionaria y presentaba una ideología basada en tres presupuestos básicos: la
independencia del proletariado respecto a la burguesía y a sus instituciones (el Estado), por lo que se declaraba
totalmente apolítico; la necesidad de la unidad sindical de los trabajadores, y la voluntad de derribar al capitalismo, a
través de la expropiación de los capitalistas. La acción revolucionaria debería llevarse a cabo mediante huelgas y boicots
hasta proceder a la huelga general revolucionaria. Sus líderes más representativos fueron Salvador Seguí, Ángel
Pestaña y Joan Peiró. La evolución de la CNT sufrió notables altibajos; a un período expansivo le seguía otro de
represión y clandestinidad, como sucedió en 1911, cuando, después de la huelga general de septiembre, el sindicato
estuvo prohibido hasta 1914.
crisis de la naranja en Valencia y Castellón de 1814 arrastra a la industria asociada: cajas, papel de seda, estampillado. La
reducción de precios, única solución, fue ruinosa para los pequeños propietarios. La guerra provoca en este sector
pérdidas y agrava los desequilibrios, acentuados con una crisis de subsistencias por desabastecimiento de trigo (Rusia
no abastece y se recurre a Argentina, pero tenía demasiados compradores). En definitiva, el campo vuelve a ser el
sector más desasistido y la emigración (éxodo rural) se reactiva.
El año 1917, de tensiones sociales, es expansivo para la industria. ¿Cómo se explica que sea a un tiempo año
de huelgas y de escasez, y de beneficios y expansión? Si analizamos la relación precios-salarios podemos entender la
situación. Los precios suben a partir de 1917 mientras que los salarios se elevan a menor ritmo y sobre todo de manera
desigual. Estableciendo un índice 100 para 1913 los salarios se colocan en 125 y los precios en 161, en el año 1918.
Detrás de estos índices se encuentra un acusado deterioro de la capacidad adquisitiva de las clases populares. Pero son
más importantes las disparidades sectoriales. Los trabajadores de las industrias en expansión fueron atendidos en sus
demandas, era importante continuar la producción; por el contrario las zonas agrícolas, con mayores subidas de precios
y menores salarios, vieron agravarse las condiciones de vida de la población campesina; la emigración masiva rural se
hizo forzosa.
2.2. La crisis de 1917.
2.2.1. Antecedentes: evolución política 1913-17.
El conde de Romanones (P. Liberal) sustituyó a Canalejas e intentó continuar su programa de gobierno, pero
pronto tropezó con la oposición de conservadores y de parte de su partido, dimitió en 1913. Alfonso XIII encargó
gobierno al conservador Eduardo Dato, siguiendo la lógica de la alternancia canovista. El gobierno Dato declara
la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial. Entre 1914-1917 los gobiernos desarrollaron una política
tímida, alejada de los proyectos regeneracionistas y obsesionada por estabilizar la situación. Los Conservadores,
con Dato al frente, y luego los liberales, primero con Romanones y luego con García Prieto, siguieron una línea
E. Dato
moderada y condicionada por la división de las clientelas políticas (división en los partidos), que producirá
tensión parlamentaria (Dato llega a suspender las Cortes para evitar conflictos), la protesta social con huelgas y
manifestaciones y el creciente descontento. El único proyecto serio fue el programa del ministro de Hacienda
Santiago Alba presentado en 1916 en economía.
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2.2.2. Las crisis de 1917.
Ortega y Gasset, habla en estos momento de vieja y nueva política y de derribar el viejo cascaron caciquil de la
España oficial, completamente alejado de lo que se llamaban la España real, así llegamos a la crisis de 1917. Tres
momentos y tres problemas pueden distinguirse entre los acontecimientos del año 1917: las Juntas de Defensa
(problema militar), la Asamblea de Parlamentarios (problema político) y la Huelga general revolucionaria (problema
social).
2.2.2.1. La crisis militar: las Juntas de Defensa.
Hemos indicado ya las vertientes del problema militar: exceso de oficialidad, ingresos bajos, presupuesto para
armamentos escaso. Habría que añadir la politización del ejército, rasgo genuino de la edad contemporánea española,
la insatisfacción que provoca la interminable guerra de Marruecos y las diferencias internas entre los distintos cuerpos
(artillería/infantería). En 1917 los detonantes de la crisis son tres: el bajo sueldo de los militares (sueldo real menor por
la inflación), el establecimientos de unas pruebas de aptitud que tendrían que realizar los oficiales de infantería y la
reintroducción en 1910 de los ascensos por méritos de guerra, que habían sido suprimidos a raíz de la guerra de Cuba y
Filipinas por los grandes abusos a que habían dado lugar.
Ahora, las posibilidades de ascenso estaban en Marruecos; una campaña al Rif por unos meses daba pie al Rey
para favorecer a sus amigos y, por otra parte, beneficiaba sobre todo los oficiales jóvenes y solteros -sin problemas de
familia, por tanto- que además de cobrar allí sueldos más altos, a la vuelta se veían rápidamente ascendidos en el
escalafón sin necesidad de una preparación “académica” como exigían los tiempos tal y como ejemplificaba la guerra
europea.
Aunque el movimiento se inicia en Barcelona en enero de 1917 ya se habían formado Juntas de oficiales de
Infantería y de Caballería en la mayor parte de las guarniciones del país. Sus objetivos eran: oponerse al ascenso por
méritos de guerra; solicitar una subida de los sueldos -máxime cuando eran evidentes las diferencias con los de
Marruecos-, enfrentándose a los políticos parlamentarios, quienes aparecían como responsables de las medidas; exigir
que los gobiernos y el pueblo tuvieran más respeto al Ejército, cuya misión era ser la columna vertebral del país.
A la vista de tantos frentes, la solución desde el poder fue legalizar las Juntas e intentar atraerse al Ejército como
fórmula para sostener la monarquía. El resultado fue la Ley del Ejército de junio de 1918, que trajo la subida de los
sueldos y la regulación de los ascensos por una Junta de Clasificación (Comisiones Informativas de las Armas del
Ejército) que, evidentemente, frenaba los ascensos espectaculares. Lograda la pretensión, el Ejército volvió a convertirse
en pilar de la Monarquía y del Gobierno frente al problema social; pero con una matización, ahora dominaba al
Gobierno porque éste lo necesitaba.
2.2.2.2. Crisis política: la Asamblea de Parlamentarios.
El segundo acto de la crisis de 1917 fue la Asamblea de Parlamentarios. Desde febrero de 1917 las Cortes
estaban cerradas, no por incompetencia, sino por miedo a que se planteara el debate de los graves problemas por los
que atravesaba el país. Desde febrero los partidos de oposición venían reclamando la reapertura de las Cortes pero el
Gobierno no atendió a la petición de que se abrieran. Cambó, jefe de la Lliga y de la burguesía política catalana, decidió
intervenir ya que la insurrección de las Juntas de Defensa daba suficientes motivos para abrir las Cortes. El día 1 de julio
la Lliga optó por convocar a una reunión a los parlamentarios catalanes, invitando al resto de fuerzas políticas.
Prof. Félix González Chicote
a Los Solidarios, que actuaron en Barcelona y entre los cuales se hallaban Buenaventura Durruti, Juan García Oliver y
Francisco Ascaso. Los sindicatos incrementaron su filiación, la CNT en el Congreso de Sants (1918) acordó la creación de
Sindicatos Únicos de Industria bajo la necesidad de negociación directa entre obreros y patronos.
La Federación Patronal barcelonesa exigía medidas de fuerza, y el general Martínez Anido, gobernador civil de
Barcelona, protagonizó una política de protección de los pistoleros de la patronal; ejerció una dura represión contra los
sindicalistas y puso en práctica la Ley de Fugas, según la cual la policía podía disparar contra los detenidos en caso de
intento de fuga. Todo ello originó la época conocida como pistolerismo (1916-1923) con 226 muertos en 800 atentados,
tanto dirigente como el presidente del gobierno Dato como dirigentes sindicales como Sarvador Seguí y el abogado
laboralista Francesc Layret (1920), ambos asesinados por pistoleros a sueldo.
3.3. El desastre de Annual y sus consecuencias.
El Protectorado español en Marruecos era una zona con escaso valor económico y de difícil orografía. Los grupos
empresariales perdieron su interés ante el escaso rendimiento económico y las clases populares estaban en contra de
una nueva guerra colonial que suponía el “impuesto de sangre". Además el ejército se encontraba dividido
(peninsulares y africanistas) ante el problema de los ascensos por méritos de guerra. Por tanto, los defensores de la
política colonial eran, casi exclusivamente, los llamados africanistas, un sector del ejército muy vinculado con el círculo
de la Corona y con el propio Alfonso XIII.
Desde 1909, la guerra de Marruecos no había dado tregua, excepto el período de la Primera Guerra Mundial (1914-
1918). Al terminar está, Francia y España reemprendieron las acciones militares para controlar el territorio.
Aparecieron entonces los grandes cabecillas rifeños como Al-Rasuni y, sobre todo, Abd el-Krim, quienes se enfrentaron
con éxito a los ejércitos coloniales.
El Alto Comisario español en Marruecos (máxima autoridad militar del Protectorado) es el general Berenguer, éste
se encargará de ocupar con éxito la zona occidental (Ceuta y Tetuán); la zona oriental estaría al mando del general
Fernández Silvestre que iniciará la ocupación desde Melilla. Silvestre, sin embargo, en una pésima actuación diseñada
en la comandancia de Melilla, inició una penetración rápida, sin tomar la precaución de no quedar aislado de la
retaguardia ante el ataque de Abd-el-Krim en Annual el ejército español huyó en desbandada, perdiendo todo el
territorio y 13.000 hombres.
La derrota de las tropas españolas en Annual (1921) tuvo una serie de consecuencias: produjo una enorme
indignación pública y originó un intenso debate sobre las la deficiente organización y preparación del ejército. Crispó a
la opinión pública y la prensa y los contrarios culparon de la derrota al gobierno y al ejército lo que produjo un
distanciamiento entre los militares y la clase política. El gobierno dimitió y se formó un gobierno de concentración con
Antonio Maura. Se inició un proceso parlamentario para indagar las responsabilidades militares y políticas, para lo que
se nombró una comisión en el Congreso encargada de elaborar un informe (Expediente Picasso), que contó con la
oposición del ejército, pues podían depurarse responsabilidades de los mandos (Alto Comisario en Marruecos, general
Dámaso Berenguer) y llegar a implicar a la propia monarquía. La cuestión de Marruecos se convirtió en un factor de
crisis política, que llevó a los militares a optar por un golpe de Estado, dirigido por Miguel Primo de Rivera.
En cualquier caso, la dictadura fue una solución inconstitucional para frenar la posible reforma del sistema, que
podía resultar amenazadora para ciertos sectores e intereses sociales.
porque había salvado su honor, con los empresarios inversores en Marruecos y con su propia Hacienda, que pudo
empezar a pensar en la reducción del déficit presupuestario.
4. EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930) Y LA EVOLUCIÓN POLÍTICA HASTA LA CAÍDA DE LA DICTADURA.
4.1. El Directorio Civil.
En diciembre de 1925, cuando ya eran claros los resultados positivos del desembarco de Alhucemas, Primo de
Rivera propuso al rey la sustitución del Directorio Militar por un Gobierno civil (aunque al militar Martínez Anido en
Gobernación). El proceso de institucionalización de la Dictadura se realizó mediante la formación de una Asamblea
Nacional Consultiva, convocada en 1927, pese a las reticencias del propio Rey. Constituida por 400 miembros elegidos
mediante sufragio restringido por los municipios, provincias, Iglesia, Ejército, sectores de la cultura, intereses
económicos, etc.. se le encargó la elaboración de una nueva Constitución. Tras un año largo de trabajos, el proyecto
que se presentó en 1929 no satisfizo a nadie. Organizaba un Estado sin soberanía nacional ni división de poderes, una
Cámara única, la mitad de los miembros de designación real, y en el que se otorgaba al Rey una enorme capacidad
legislativa y ejecutiva, hasta el punto de que el propio Primo de Rivera se opuso al texto. Al final, tanto la Asamblea
como la Unión Patriótica demostraron ser un fracaso: ni obtuvieron respaldo popular ni eran una alternativa viable a la
Dictadura.
4.2. Política económica: la modernización autoritaria.
La dictadura se benefició de una buena coyuntura económica internacional, iniciada en los felices años veinte,
tras la Primera Guerra Mundial. En ese contexto, el régimen puso en marcha un programa de fomento de la economía
española en el terreno industrial y en las infraestructuras, aunque apenas se ocupo del problema agrario. La idea
rectora fue la nacionalización de importantes sectores de la economía y el aumento de la intervención estatal
(fortalecer el mercado nacional con medidas proteccionistas e importantes subvenciones estatales). El Estado tuvo un
protagonismo notable gracias al fomento de las obras públicas: red de ferrocarriles mediante concesiones a las
compañías que explotaban el tráfico ferroviario, extensión de la red de carreteras con un circuito Nacional de Firmes
Especiales (1926) que mejoró y amplió las carreteras
El gobierno aprobó el Decreto de Protección de la Industria Nacional, que preveía la concesión de ayudas
estatales a las empresas que no podían competir con el exterior. También se concedieron grandes monopolios, como el
de telefónica (1924), a la Compañía Telefónica Nacional de España, y la exclusividad en la importación, refinado,
distribución y venta de petróleo a la compañía arrendataria de CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de
Petróleos, 1927). Todo ello fue financiado mediante los llamados Presupuestos Extraordinarios, de forma que el
Presupuesto Ordinario del Estado cada año aparecía equilibrado, pero se iba acumulando una gran deuda
extraordinaria.
El mundo agrario siguió en manos de los grandes propietarios sin que se emprendiera reforma alguna, aunque sí
se promovió el regadío a través de la creación de las llamadas Confederaciones Hidrográficas, que pretendían el
máximo aprovechamiento agrícola e hidroeléctrico de los recursos en las cuencas de los grandes ríos españoles.
4.3. Política social corporativa.
En el terreno social social, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que pretendía
eliminar los conflictos laborales mediante la intervención del Estado, la integración de los sectores moderados del
movimiento obrero y la represión de las organizaciones más radicales. Con este fin se creó la Organizativa Corporativa
Nacional, que agrupaba a patronos y obreros en grandes corporaciones (sindicalismo vertical) y regulaba los conflictos
laborales a través de Comités Paritarios, formados en igual número por patronos y obreros. Su misión era la
reglamentación de los salarios y de las condiciones de trabajo, así como la mediación y arbitraje en caso de conflicto.
Paralelamente se promovió la legislación laboral recogida en el Código de Trabajo (1926). El sistema fue bien visto,
aunque no en todos sus aspectos, por una parte del movimiento obrero representada por la UGT, que pudo
desenvolverse con cierta libertad bajo el régimen; mientras, los anarcosindicalistas y comunistas eran perseguidos y
obligados a permanecer en la clandestinidad.
4.5. La oposición a la dictadura
La oposición a la dictadura estuvo integrada por algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, los
nacionalistas, los comunistas, los anarquistas, determinados sectores del ejército y la casi totalidad de los intelectuales.
Los antiguos partidos del turno criticaron la excesiva duración del régimen y varios dirigentes republicanos
participaron en conspiraciones militares como el complot de la sanjuanada (enfrentamiento del Arma de Artillería con
el régimen), en junio de 1926. Otra intentona similar fue la dirigida por el político conservador José Sánchez Guerra
(1929), que también contaba con un cierto apoyo militar.
Con respecto a los intelectuales y el mundo universitario, la dictadura pretendió controlarlos férreamente
mediante la censura y limitando su libertad, llegando incluso a cerrar las universidades. El conflicto derivó en algaradas y
protestas estudiantiles y fue el origen de un gran sindicato, la Federación Universitaria Española (FUE), de carácter
republicano. El enfrentamiento de los intelectuales, Ortega y Gasset, Blasco Ibañez y Menéndez Pidal. En 1924,
suscribieron un manifiesto con más de cien firmas en contra de la política cultural. La represión no se hizo esperar,
IES FRAY LUIS DE LEÓN Tema 7. Alfonso XIII: La crisis de la Restauración 12
Unamuno fue desterrado a Fuenteventura y Blasco Ibañez se traslado al extranjero desde donde promovió una gran
campaña contra el rey y el dictador.
El conflicto político más persistente se produjo, sin embargo, con el republicanismo y los nacionalismos,
especialmente el catalán. La oposición de los republicanos fue permanente y organizaron la llamada Alianza
Republicana, que logró unir a las diversas facciones del movimiento y desarrollar una amplia campaña propagandística
en el exterior. En Cataluña, las medidas tomadas por Primo de Rivera, como la liquidación de la Mancomunidad (1925),
así como la prohibición del uso público de la lengua catalana y del baile de la sardana fueron recibidas como
profundamente anticatalanas y provocaron un notable distanciamiento incluso entre los sectores que, como LLiga
Regionalista de Cambó, habían acogido la dictadura con cierta simpatía. La oposición del catalanismo de izquierdas y
republicano fue aún más decidida. En ella se distinguió el grupo Estat Catalá con su intento de invasión armada dirigida
por Frances Maciá desde Prats de Molló (Francia), en 1926.
Por último, la CNT se mostró contraria al régimen y fue intensamente perseguida, lo que agravó el
enfrentamiento en su interior entre los partidarios de posturas radicales y violentas y los que defendían posiciones más
posibilistas (Ángel Pestaña). En julio de 1927, los primeros crearon la Federación Anarquista Ibérica (FAI). También el
PSOE cambió su posición hacia 1929, cuando rechazó abiertamente los intentos continuistas del régimen y se pronunció
a favor de la República.
Prof. Félix González Chicote