Discurso de Andres Bello Instalacion U de Chile
Discurso de Andres Bello Instalacion U de Chile
Discurso de Andres Bello Instalacion U de Chile
in
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la
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floribus
fuente
amargo
angit
del
se
leporum
(Lucrecio)
deleite
levanta,
Las ciencias y la literatura llevan en s la recompensa de los trabajos y vigilias que se les consagran.
No hablo de la gloria que ilustra las grandes conquistas cientficas; no hablo de la aureola de
inmortalidad que corona las obras del genio. A pocos es permitido esperarlas. Hablo de los placeres
ms o menos elevados, ms o menos intensos, que son comunes a todos los rangos en la repblica
de las letras. Para el entendimiento, como para las otras facultades humanas, la actividad es en s
misma un placer; placer que, como dice un filsofo escocs, sacude de nosotros aquella inercia a
que de otro modo nos entregaramos en dao nuestro y de la sociedad. Cada senda que abren las
ciencias al entendimiento cultivado, le muestra perspectivas encantadas; cada nueva faz que se le
descubre en el tipo ideal de la belleza, hace estremecer deliciosamente el corazn humano, criado
para admirarla y sentirla. El entendimiento cultivado oye en el retiro de la meditacin las mil voces
del coro de la naturaleza: mil visiones peregrinas revuelan en torno a la lmpara solitaria que
alumbra sus vigilias. Para l solo, se atava la creacin de toda su magnificencia, de todas sus galas.
Pero las letras y las ciencias, al mismo tiempo que dan un ejercicio delicioso al entendimiento y a la
imaginacin, elevan el carcter moral. Ellas debilitan el podero de las seducciones sensuales; ellas
desarman de la mayor parte de sus terrores a las vicisitudes de la fortuna. Ellas son (despus de la
humilde y contenta resignacin del alma religiosa) el mejor preparativo para la hora de la
desgracia. Ellas llevan el consuelo al lecho del enfermo, al asilo del proscrito, al calabozo, al
cadalso. Scrates, en vsperas de beber la cicuta, ilumina su crcel con las ms sublimes
especulaciones que nos ha dejado la antigedad gentlica sobre el porvenir de los destinos
humanos. Dante compone en el destierro su Divina Comedia. Lavoisier pide a sus verdugos un
plazo breve para terminar una investigacin importante. Chenier, aguardando por instantes la
muerte, escribe sus ltimos versos, que deja incompletos para marchar al patbulo:
Comme un derrnier rayon, comme un dernier zphire
anime la fin d'un beau jour,
au pied de I'echafaud j'essaie ancor ma lyre.
una historia sublime que le habla de Dios, y ocupa dignamente su pensamiento hasta el fin de sus
das".
Paso, seores, a aquel departamento literario que posee de un modo peculiar y eminente la
cualidad de pulir las costumbres; que afina el lenguaje, hacindolo un vehculo fiel, hermoso,
difano, de las ideas; que, por el estudio de otros idiomas vivos y muertos, nos pone en
comunicacin con la antigedad y con las naciones ms civilizadas, cultas y libres de nuestros das;
que nos hace or, no por el imperfecto medio de las traducciones siempre y necesariamente infieles,
sino vivos, sonoros, vibrantes, los acentos de la sabidura y la elocuencia extranjera; que, por la
contemplacin de la belleza ideal y de sus reflejos en las obras del genio, purifica el gusto, y
concilia con los raptos audaces de la fantasa los derechos imprescriptibles de la razn; que,
iniciando al mismo tiempo el alma en sus estudios severos, auxiliares necesarios de la bella
literatura, y preparativos indispensables para todas las ciencias, para todas las carreras de la vida,
forma la primera disciplina del ser intelectual y moral, expone las leyes eternas de la inteligencia a
fin de dirigir y afirmar sus pasos, y desenvuelve los pliegues profundos del corazn, para
preservarlo de extravos funestos, para establecer sobre slidas bases los derechos y deberes del
hombre. Enumerar estos diferentes objetos es presentarlos, seores, segn yo lo concibo, el
programa de la Universidad en la seccin de filosofa y humanidades. Entre ellos, el estudio de
nuestra lengua me parece de una alta importancia. Yo no abogar jams por el purismo exagerado
que condena todo lo nuevo en materia de idioma; creo, por el contrario, que la multitud de ideas
nuevas, que pasan diariamente del comercio literario a la circulacin general, exige voces nuevas
que las representen. Hallaremos en el diccionario de Cervantes y de fray Luis de Granada no
quiero ir tan lejos, hallaremos en el diccionario de Iriarte y Moratn medios adecuados, signos
lcidos para expresar las nociones comunes que flotan hoy da sobre las inteligencias
medianamente cultivadas, para expresar el pensamiento social? Nuevas instituciones, nuevas
leyes, nuevas costumbres; variadas por todas partes a nuestros ojos la materia y las formas; y
viejas voces, vieja fraseologa! Sobre ser desacordada esa pretensin, porque pugnara con el
primero de los objetos de la lengua, la fcil y clara transmisin del pensamiento, sera del todo
inasequible. Pero se puede ensanchar el lenguaje, se puede enriquecerlo, se puede acomodarlo a
todas las exigencias de la sociedad, y an a las de la moda, que ejerce un imperio incontestable
sobre la literatura, sin adulterar-lo, sin viciar sus construcciones, sin hacer violencia a su genio. Es
acaso distinta de la de Pascal y Racine la lengua de Chateaubriand y Villemain? Y no trasparenta
perfectamente la de estos dos escritores el pensamiento social de la Francia de nuestros das, tan
diferentes de la Francia de Luis XIV? Hay ms: demos anchas a esta especie de culteranismo;
demos carta de nacionalidad a todos los caprichos de un extravagante neologismo; y nuestra
Amrica reproducir dentro de poco la confusin de idiomas, dialectos y jerigonzas, el caos
babilnico de la Edad Media; y diez pueblos perdern uno de sus vnculos ms poderosos de
fraternidad, uno de sus ms preciosos instrumentos de correspondencia y comercio.
La Universidad fomentara, no solo el estudio de las lenguas, sino de las literaturas extranjeras. Pero
no s si me engao. La opinin de aquellos que creen que debemos recibir los resultados sintticos
de la ilustracin europea, dispensndonos del examen de sus ttulos, dispensndonos del proceder
analtico, nico medio de adquirir verdaderos conocimientos, no encontrar muchos sufragios en la
Universidad. Respetando, como respeto, las opiniones ajenas y reservndome solo el derecho de
discutirlas, confieso que tan poco propio me parecer para alimentar el entendimiento, para
educarle y acostumbrarle a pensar por s, el atenernos a las conclusiones morales y polticas de
Herder, por ejemplo, sin el estudio de la historia antigua y moderna, como el adoptar los teoremas
de Euclides sin el previo trabajo intelectual de la demostracin. Yo miro, seores, a Herder como a
uno de los escritores que han servido ms tilmente a la humanidad: l ha dado toda su dignidad a
la historia, desenvolviendo en ella los designios de la Providencia, y los destinos a que es llamada la
especie humana sobre la tierra. Pero el mismo Herder no se propuso suplantar el conocimiento de
los hechos, sino ilustrarlos, explicarlos; ni se puede apreciar su doctrina sino por medio de previos
estudios histricos. Sustituir a ellos deducciones y frmulas, sera presentar a la juventud un
esqueleto en vez .de un traslado vivo del hombre social; sera darle una coleccin de aforismos en
vez de poner a su vista el panorama mvil, instructivo, pintoresco, de las instituciones, de las
costumbres, de las revoluciones, de los grandes pueblos y de los grandes hombres; sera quitar al
moralista y al poltico las convicciones profundas que slo pueden nacer del conocimiento de los
hechos; sera quitar a la experiencia del gnero humano el saludable podero de sus avisos, en la
edad, cabalmente que es ms susceptible de impresiones durables; sera quitar al poeta una
inagotable mina de imgenes y de colores. Y lo que digo de la historia, me parece que debemos
aplicarlo a todos los otros ramos del saber. Se impone de este modo al entendimiento la necesidad
de largos, es verdad, pero agradables estudios. Porque nada hace ms desabrida la enseanza que
las abstracciones, y nada la hace ms fcil y amena sino el proceder que, amoblando la memoria,
ejercita al mismo tiempo al entendimiento y exalta la imaginacin. El raciocinio debe engendrar al
teorema, los ejemplos graban profundamente las lecciones.
Y pudiera yo, seores, dejar de aludir, aunque de paso, en esa rpida resea, a la ms hechicera
de las vocaciones literarias, al aroma de la literatura, al capitel corintio, por decirlo as, de la
sociedad culta? Pudiera, sobre todo, dejar de aludir a la excitacin instantnea, que ha hecho
aparecer sobre nuestro horizonte esa constelacin de jvenes ingenios que cultivan con tanto ardor
la poesa? Lo dir con ingenuidad: hay incorreccin en sus versos; hay cosas que una razn
castigada y severa condena. Pero la correccin es la obra del estudio y de los aos; quin pudo
esperarla de los que, en un momento de exaltacin, potica y patritica a un tiempo, se lanzaron a
esa nueva arena, resueltos a probar que en las almas chilenas arde tambin aquel fuego divino, de
que por una preocupacin injusta se las haba credo privadas? Muestras brillantes, y no limitadas al
sexo que entre nosotros ha cultivado hasta ahora casi exclusivamente las letras, la haban refutado
ya. Ellos la han desmentido de nuevo. Yo no s si una predisposicin parcial hacia los ensayos de
las inteligencias juveniles extrava mi juicio. Digo lo que siento: hallo en esas obras destellos
incontestables del verdadero talento, y an con relacin a algunas de ellas, pudiera decir, del
verdadero genio potico. Hallo, en algunas de esas obras, una imaginacin original y rica,
expresiones felizmente atrevidas, y (lo que parece que slo pudo dar un largo ejercicio) una
versificacin armoniosa y fluida, que busca de propsito las dificultades para luchar con ellas y sale
airosa de esta arriesgada prueba. La Universidad, alentando a nuestros jvenes poetas les dir tal
vez: "Si quereis que vuestro nombre no quede encarcelado entre la Cordillera de los Andes y la mar
del Sur, recinto demasiado estrecho para las aspiraciones generosas del talento; si quereis que os
lea la posteridad, haced buenos estudios, principiando por el de la lengua nativa. Haced ms; tratad
asuntos dignos de vuestra patria y de la posteridad. Dejad los tonos muelles de la lira de
Anacreonte y de Safo: la poesa del siglo xix tiene una misin ms alta. Que los grandes intereses
de la humanidad os inspiren. Palpite en vuestras obras el sentimiento moral. Dgase cada uno de
vosotros, al tomar la pluma: Sacerdote de las Musas, canto para las almas inocentes y puras:
.............Musarum
virgini
(horacio).
bus
puerisque
sacerdos
canto.
y cuntos temas grandiosos no os presenta ya vuestra joven repblica? Celebrad sus grandes das;
tejed guirnaldas a sus hroes; consagrad la mortaja de los mrtires de la patria. La Universidad
recordar al mismo tiempo a la juventud aquel consejo de un gran maestro de nuestros das: "Es
preciso, deca Goethe, que el arte sea la regla de la imaginacin y la transforme en poesa".
El arte! Al or esta palabra, aunque tomada de los labios mismo de Goethe, habr algunos que me
coloquen entre los partidarios de las reglas convencionales, que usurparon mucho tiempo ese
nombre. Protesto solemnemente contra semejante asercin; y no creo que mis antecedentes la
justifiquen. Yo no encuentro el arte en los preceptos estriles de la escuela, en las inexorables
unidades, en la muralla de bronce entre los diferentes estilos y gneros, en las cadenas con que se
ha querido aprisionar al poeta a nombre de Aristteles y Horacio, y atribuyndoles a veces lo que
jams pensaron. Pero creo que hay un arte fundado en las relaciones impalpables, etreas, de la
belleza ideal; relaciones delicadas,. pero accesibles a la mirada de lince del genio competentemente
preparado; creo que hay un arte que gua a la imaginacin en sus mas fogosos transportes; creo
que sin ese arte la fantasa, en vez de encarnar en sus obras el tipo de lo bello, aborta esfinges,
creaciones enigmticas y monstruosas. Esta es mi fe literaria. Libertad en todo; pero yo no veo