Revista Maldoror
Revista Maldoror
Revista Maldoror
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MALDOROR
Revista de la Ciudad de Montevideo
N 28 - Nueva poca
Diciembre de 2009
maldorormontevideo@gmail.com
Carlos Pellegrino
Consejo Editor
Lino Dinetto
Reproducciones fotogrficas de obras
Andrs Cribari
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LINO DINETTO
Nelson Di Maggio
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LA SEMANA
DE LOS TRES
JUEVES
(Fragmentos de una novela indita)
Julio Amorn
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Yo haba estudiado ingeniera porque me atraan las
matemticas y la fsica, y durante los primeros aos de la
Facultad mis estudios haban sido bastante buenos; lo que
es ms importante, los haba seguido con entusiasmo y
aficin. Hasta haba dedicado algunas horas a asistir a
cursos suplementarios, en la Facultad de Ciencias, de Fsica
Cuntica y Matemticas Superiores. Haba hecho amistad
con el profesor que diriga el departamento de Fsica -un
conocido fsico argentino, el doctor Ignacio Riera- y hasta
haba sacado tiempo, ni s bien de dnde, para colaborar
con l en una publicacin sobre las transformaciones de
la materia sometida a presiones extremadamente elevadas.
Riera me estimaba, y haba querido convencerme de
cambiar de camino.
-Usted no naci para ingeniero, lvarez -me deca. -A
usted le atraen la fsica, las matemticas, las ideas
generales, la teora; el trabajo del ingeniero es precisamente
el ocuparse de la prctica y los casos particulares... Para
qu va a perder el tiempo estudiando ferrocarriles o
caminos? Eso no aportar nada a su espritu. Hgame
caso, abandone la carrera y haga un doctorado en fsica;
todas las asignaturas que usted ha aprobado en la
Facultad de Ingeniera le sern revalidadas, y en un par
de aos -tres a lo sumo- saldr de la Facultad con un
doctorado en el bolsillo; entretanto podremos trabajar
juntos, o yo lo ayudar en los temas que usted elija... y
naturalmente, despus de obtener su diploma, seguir
trabajando en este Departamento si lo desea...
Pero rara vez escuchamos los consejos sanos y sabios
cuando chocan con nuestros prejuicios. Haba jugado, en
algn momento, con la idea, pero un coro de voces se haba
opuesto.
Mi madre:
-Doctor en fsica? Qu es eso? Qu hace un doctor en
fsica? Un ingeniero hace casas, puentes, ferrocarriles... Si
abandons la carrera no sers nunca otra cosa que
alguien que estudiaba ingeniera, lo llames como lo
llames.
Mis amigos, Mauricio entre otros:
-Con un ttulo de ingeniero pods llegar a cualquier lado;
pods poner tu propia empresa constructora, sos un
hombre libre. Como doctor en fsica lo nico que pods
hacer es morirte de hambre como profesor en un liceo, por
un sueldito hasta que te jubiles. No hagas esa locura.
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La Habana, 3 marzo
Mi querido Mauricio:
Te haba prometido escribirte y aqu va, en efecto, mi
primera carta. Por tu parte, me tendrs al corriente de lo
que ocurre en el Uruguay y de tus aventuras con tu fbrica
PLASTUR S.A.
Hace un poco ms de un mes que llegamos: pasamos
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Roque, comedido, se dispona a hacerles un poco de
crtica literaria cuando vio frente a s a un dibujante de su
piso, un cuarentn flaco, calvo y bigotudo, mal afeitado y
desprolijo, que llevaba en la boca un grueso puro. Roque
saba que se llamaba Castillo.
Castillo no era bien visto en la oficina. Sus convicciones
contrarrevolucionarias eran pblicas y notorias; se le
reprochaba adems su pereza, su ausencia sistemtica al
trabajo voluntario de los domingos, y su indiferencia hacia
la oficina en general. Roque haba intercambiado apenas
algunas palabras con l, pero le resultaba simptico;
siempre haba simpatizado con los disidentes, cualesquiera fuesen las causas de su disidencia. Para ser
disidente, se necesita siempre un poco ms de coraje que
para seguir a la masa. Castillo retir de su boca el puro y
pregunt, luego de saludar vagamente:
-Vas a la asamblea esta tarde?
-Ni siquiera saba que hubiese una asamblea. De qu se
trata?
-Del horario nico. Pedimos que se imponga el horario
nico, como en Obras Pblicas; se entra a las siete, se sale
a las dos y media de la tarde, y hasta maana, chico.
-Me parecera muy bien que se consiguiera.
-Vaya si estara bien...! Con las guagas que tenemos,
que pasan cuando se les ocurre, es mortal eso de volver a
la oficina por la tarde. -Y la asamblea de esta tarde lo va
a resolver ya?
-No, claro, chico: la asamblea de esta tarde es una
asamblea de piso solamente; cada piso va a hacer la suya;
despus se har una asamblea general. Pero si tienes inters
en el horario nuevo, haras bien en quedarte hoy.
Roque pens que, en efecto, la cosa poda valer la pena.
-Normalmente -dijo- a las seis y un minuto ya estoy lejos;
pero por una cosa as me quedar... Ser largo?
-Qu va, si todo el mundo est de acuerdo! En menos de
quince minutos ests afuera.
-Entonces estar all.
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EL CARNAVAL
Y EL CANIBALISMO
Kirsten Mahlke
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Banquetes
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Carnaval
Haremos una introduccin al anlisis de una ceremonia
canbal, descrita desde la perspectiva del carnaval,
recurriendo a una ancdota denominada, paradigmticamente, por Lestringant veille cannibale de Lry,24 si
bien debe destacarse que el ttulo no discierne autor de
narrador. La ancdota exige que se haga esta diferenciacin25 porque la historia ya haba sido contada por
Thevet, en una versin levemente distinta (y l de seguro
la relat como variacin de otro texto), lo que demuestra
que se trata de un tpico literario, semejante a los rumores
relacionados con la Matanza de San Bartolomeo. El marco
est dado por la visita que hacen el narrador y el intrprete
a un pueblo llamado Euramiri, donde se celebra una
ceremonia canbal. El narrador, exhausto por la ardua
caminata, se recuesta en una hamaca mientras el
normando, ya habituado a la vida de los salvajes, se
queda a presenciar la celebracin. El narrador se ve
incomodado, en sus intentos de dormir, por el ruido
circundante, pero ms an por el gesto de uno de los
habitantes del lugar que, de pronto, aparece sosteniendo
frente a sus narices un pie humano cuict et boucan.
Muerto de miedo, no puede conciliar el sueo en toda la
noche, porque ha entendido el gesto como una amenaza y
un anticipo de lo que ser su propia suerte, la de ir a dar
sobre el asador. Por la maana, el malentendido es
esclarecido con ayuda del intrprete (que haba trincado
toda la noche en otras casas del pueblo con los pcaros
salvajes).
Pero me dijo que no tramaban nada en contra
nuestra. Despus de contarles todo a los salvajes, a
los que mi venida haba generado una dicha tal que
permanecieron toda la noche a mi lado, dijeron que
de ninguna manera se haban dado cuenta de que
yo les tena miedo, lo que les dio una gran tristeza.
Para mi consuelo, estallaron en carcajadas al darse
cuenta de lo que me haban hecho.26
La angustia del narrador se esfuma con las risas. La risa
no slo logra vencer el miedo existencial del narrador. Es
carnavalesca en la medida en la que absuelve a los
banqueteurs tupinamba y al mismo tiempo libra a su
visita europea del miedo ligado a la transgresin de la
prohibicin alimentaria.27 La risa es la que posibilita la
iniciacin en una sociedad ajena, cuya lengua haba
resultado tan extraa y sus gestos tan amenazantes. La
noche plagada de temores queda entonces superada y rer
junto a otros hace desaparecer la desesperacin del
individuo al darle cobijo en la colectividad.
El canibalismo de los tupinamb, tal como lo confirman los viajeros que estuvieron en Brasil en el siglo
XVI, est dirigido contra los prisioneros de grupos
enemigos y no contra los integrantes de la propia tribu. Se
trata, entonces, de un fenmeno exgeno. Por otra parte,
los prisioneros que sern ingeridos, antes de morir, se
jactan a su vez de haber ingerido a cantidad de otros
prisioneros, con lo que los ancestros de la tribu que los
retiene se encuentran en sus cuerpos y, en consecuencia,
pasarn a formar parte de un interminable ciclo al ser
nuevamente ingeridos por sus propios descendientes. En
este caso el acto (a excepcin de las mujeres mayores, de
las que se hablar ms adelante) no est motivado por la
gula, sino por la venganza, razn por dems honrosa,
tambin para los europeos de aquella poca.28 Es decir que
el motivo del canibalismo de los tup pudo ser integrado a
un cdigo de honor respetado por la sociedad entera.29
Contando con esta legitimacin y liberado, a travs de la
risa en comn entre los lectores y los habitantes del pueblo,
el canibalismo deja de ser un tab moral. Lry puede
entonces presentar los actos en los que se ceba, mata, asa,
descuartiza y devora a los prisioneros como un banquete
literario carnavalesco.30
Finalmente, tras haber sido engordados como cerdos,
se los mata e ingiere en las siguientes ceremonias, tal es
la introduccin de Lry al captulo XV sobre el canibalismo,
en el que recurre una vez ms al vocabulario del engorde y
la faena de cerdos propios del carnaval. El banquete
comienza con una bacanal y danzas en las que participan,
adems del prisionero, mujeres, hombres y nios de todas
las comarcas. Todos estn alegres y, en contra de toda
expectativa, hasta el prisionero demuestra estar de nimo
jocoso: Sautant & buuant il sera des plus ioyeux. Despus
de varias horas es atado con una soga a la altura del pecho
y llevado por las calles del pueblo. Al espectador la escena
le resultaba familiar a raz de los usos punitivos europeos.
Sin embargo, haba una diferencia.
En lugar de entristecerse y meditar, a la hora de su
muerte, sobre qu suerte haba de correr su alma (Lry,
tras un embarazoso intento, no volvera a pensar en la
conversin como posibilidad),31 el prisionero danza con
toda alegra, bebe, re y finalmente se ufana, lleno de
orgullo, de cuntos prisioneros mat y comi. 32 Es
sorprendente el grado de similitud que existe entre este
relato y un rumor que corra en 1572 en Francia: Los
cabecillas de las bandas asesinas de la Matanza de San
Bartolom de Lyon en 1572 expusieron sus sangrientos
jubones e hicieron alarde de la cantidad a la que haban
dado muerte33 en lugar de mostrar arrepentimiento.
Pero las palabras del prisionero tambin establecen un
nexo con los mrtires protestantes que, enorgullecidos,
eran quemados en la hoguera. Se hace mencin explcita
del caso del predicador Jacques Pouent de Meaux. Dice la
fuente que de Meaux fue quemado en la Place de Grve
tras haber pronunciado ante los presentes un discurso
arrebatador. 34 En cierto modo, la imagen del indio
desnudo que es llevado a la plaza del pueblo para ser
ejecutado oscila entre cumplir el papel de vctima y el de
victimario. La insolencia que encierra su comportamiento
es reprobable y simultneamente ejemplar o, incluso,
existencial, como prueba de fe de un mrtir. Slo quienes
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En este polmico librito, que intenta dejar al descubierto lo absurdo del culto
a las reliquias, el agelast, Calvino demuestra tener la habilidad de hacer uso
de la comicidad con maestra dans une langue neuve o sallient dans de justes
proportions la cration de lcrivain et la collaboration du peuple, cit. en: Jean
Calvin, Trait des Reliques. Suivi de lExcuse a Messieurs les Nicodmites (Genf
1543), introduccin y notas de Albert Autin, Paris 1921, p. 80.
11
Notas
En la Francia del siglo XVI tambin se registraron diversas formas de canibalismo,
que fueron clasificadas por Lestringant como: I. Canibalismo por hambre, es
decir, aquel que se da como consecuencia de malas cosechas, saqueos
perpetrados por soldados o sitios (Lry certifica un caso sucedido en 1573 en
Sancerre); II. Canibalismo por venganza, que adquiri contenido simblico
par ticularmente a par tir de la Matanza de San Bartolom (1572), momento
histrico en el que la crueldad llega a su punto clmine; III. Canibalismo ritual, tal
como suele ser atribuido a los habitantes de las costas de occidente, ce dont
tmoignet nombre danecdotes tragico-bouffonnes trs tt intgres au folklore
du mtier; IV. Canibalismo criminal, documentado durante el reinado de Henri
IV: Histoire prodigieuse dune jeune demoiselle de Dole en la Franche-Comt,
laquelle fit manger le foye de son enfant un jeune Gentilhomme qui avoit viol
la pudicit sous ombre de mariage prtendu (Troyes, 1608). V. Lestringant,
Catholiques et cannibales. Le thme du cannibalisme au temps des guerres de
religion, en: Pratiques et discours alimentaires la Renaissance (Actes du
Colloque de Tours 1979), Paris 1982, p. 233.
Tous ces susdicts bouchers, et le peuple aussi qui accepte telle chair, sont
comme ceux de la Province de la Messe, de ceste race cruelledes canibales du
Bresil [...] lesquels mangent de la chair humaine, Trento cit. en: Lestringant,
Une cartographie iconoclaste, p. 103.
9
Cuisine, o rien nest aual / Qui nait est tarteuel, Anon., Satyres
Chrestiennes de la cuisines Papale (1560), p. aiiii.
10
16
A continuacin me remitir al trabajo de Peter Pfrunders, Narren, Ketzer,
Totenfresser, que sita las obras carnavalescas en el contexto de la Reforma.
17
Chrestiens bouillis, roustis, trainez jusques aux cendres, cit. en: Lestringant,
Catholiques et cannibales, p. 235.
18
19
[S]i Herodote [...] nous racontoit quen quelques pays les hommes seroyent
theophages [...] aussi bien quils racontent de quelques anthropophages,
elephantophages, acridophages, phthirophages, et autres, entre los que se
encuentran los thochzes, dont les rites sont accompagns de mysteres
hyperbadinomorologiques (qui est au plus haut point de sottise et de folie).
Henri Estienne, Apologie pour Herodote, Cap. VII, pp. 11-18.
[L]a graisse des corps humains (qui dvne faon plus barbare & cruelle que
celle des sauuages, furent massacrez dans Lyon, apres estre retirez de la riuiere
de Saone) ne fut-elle pas publiquement vendue au plus offrant et dernier
encherisseur? Les foyes, coeurs, et autres parties des corps de quelquesvns ne
furent-ils pas mangez par les furieux meurtriers, dont les enfers ont horreur?
Lry, Histoire, p. 376.
20
21
23
As well as a sign of Indian savagery, the depiction of dismembered bodies on
grills was also a sign for Protestants of Catholic idolatry and blasphemy, for
Catholics a sign of Protestant fanatical heresy, and for Christians in general a
symbol of violence and dismemberment at the centre of their faith. Zika,
Fashioning New Worlds from Old Fathers, p. 269.
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dem.
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pas nous qui on en vouloit: apres quil eut le tout recit aux sauuages,
lesquels sesiouyssans de ma venue, me pensans caresser, nauoyent boug
daupres de moy toute la nuict: eux ayans dit quils sestoyent aussi aucunement
apperceus que iauois eu peur deux, dont ils estoyent bien marris, ma consolation
fut (selon quils sont grands gausseurs) vne risee quils firent, de ce que sans
y penser, ils me lauoyent baillee si belle..., Lry, Histoire, p. 452-453.
[A]vec eux leur hte europen, de la peur lie la transgression de linterdit
alimentaire, Lestringant, Le Huguenot et le Sauvage, p. 52 Nota 33. Lestringant
all hace referencia explcita a las tesis de Bachtin sobre el uso positivo de la
hiprbole, en particular al Cap. IV en: Bachtin, Rabelais.
27
En los misterios, sobre todo en las diableries, no son pocas las veces que
se habla de cuerpos trozados, de cuerpos que son asados y devorados.
Bachtin, Rabelais, p. 390.
30
31
Lry (al igual que Staden) describe cmo intent ganar para Dios, Toupan,
a una prisionera que iba a ser ejecutada de un porrazo. Ella, burlndose, le
contest: Que me bailleras t-tu, & ie feray ainsi que tu dis? l le pide, en
respuesta, que piense qu suceder con su alma tras la muerte. Y entonces ella
vuelve a rer y dice: Mais elle sen riant derechef, fut assommee & mourut de
ceste faon. (Lry, Histoire, p. 216) Para la comunidad protestante no es difcil
imaginar dnde ardera la pobre alma que tanto ri de su Seor.
32
33
mes entrailles en furent esmeues. Car combien que jaye demeur dix mois
entre les sauvages Ameriquains en la terre du Bresil leur ayant veu souvent
manger de la chair humaine [...] si nen ay-je jamais eu telle terreur que jeus
frayeur de voir ce piteux spectacle. Gralde Nakam (Ed.), Au lendemain de la
Saint-Barthlemy. Guerre Civile et famine. Histoire mmorable du Sige de
Sancerre (1573) de Jean de Lry, Paris 1975, p. 291.
39
La participacin de mujeres y nios en los movimientos iconoclastas tambin
era considerado un tpico del mundo al revs. En el arte de la Reforma las
mujeres que golpean a clrigos son un tema recurrente. Vase Sergiusz
Michalski, Bildersturm, p. 101.
40
[S]e presentans auec de leau chaude quelles ont toute preste, frottent &
eschaudent de telle faon le corps mort quen ayant leu la premire peau, elles
le font aussi blanc que les cuisiniers par deca scauroyent faire un cochon de
laict prest rostir. Lry, Histoire, p. 361.
42
43
Et de fait, pour assouuir leurs courages felons, tout ce qui se peut trouuer s
corps de tels prisonniers, depuis les extremitez des orteils, iusques aux nez,
oreilles et sommet de la teste, est entierement mang par eux. Lry, Histoire,
p. 366.
44
45
[E]n nous monstrant la teste, ils en firent vne grande rise, Lry, Histoire, p.
373.
46
47
ceste execrable boucherie du peuple Franois [...] car puisquil y en a de tels,
voire de plus detestables, et pires au milieu de nous. Lry, Histoire, p. 377.
35
levant lors sa massue de bois auec les deux mains, donne du rondeau qui est
au bout de si grande force sur la teste du pauure prisonnier, que tout ainsi que
les bouchers assomment les boeufs pardeca, ien ay veu qui du premier coup
tomboyent tout roide mort, sans remuer puis apres ne bras ne iambe, Lry,
Histoire, p. 360.
36
37
[I]ay conclu que le maistre des uns estoit le maistre des autres: savoir, que
les femmes Brsiliennes, entre lesquelles il y a aussi des Sorcieres, nommees
par eux Mossen-y-gerre, et celles qui font ce mestier infernal par dea, estoyent
conduites dun mesme esprit de satan: sans que la distance des lieux, ni le long
passage de la mer, empesche ce pere de mensonge doperer et l en ceux qui
lui sont livrez par le juste jugement de Dieu. Lry, Histoire, p. 398, Nota 2.
38
Et certes mestant achemin prs le lieu de leur demeurance, et ayant veu
los, et le test de la teste de ceste pauvre fille, cur, et rong, et les oreilles
manges, ayant veu aussi la langue cuite, espesse dun doigt, quils estoyent
prests manger, quand ils furent surpris: les deux cuisses, jambes et pieds
dans une chaudiere avec vinaigre, espices et sel, prest cuire et mettre sur le
feu: les deux espaules, bras et mains tenans ensemble, avec la poitrine fendue
et ouverte, apareillez aussi pour manger, je fus si effroy et esperdu, que toutes
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AGE DE CARVALHO
Expedit
Fechado em bruma
e breu, o ar cerrado
pelas sete freguesias
do escuro, um lustro fosco
de unha, malte e fumo
no brinde passagem
do prncipe,
que vi,
me deu a mo,
me disse
quando.
48, no aeroporto
chegada a hora,
o estalo dum talo
em flor
ao abotoar o cinto,
tempo partido
sob os ps
antes do take off:
cumpres anos,
com a mangueira cantante
enterrada no ar
queres estar,
s no s, decides
e entre sinais luminosos
da carne em trnsito
decolas.
Trans
s esSe Se,
osso em p
da pergunta da resposta
(ser, ser, ser
atravs,
a caminho de,
manga brilhante se ofertando
entre ramas de ouro)
ps-OP
Max e Paul
At aqui,
diante do lago,
sombra de um pressgio
encravado na madeira
da cabana,
com vocs
dois, um
ramo de mos, preparando
(Demter, a ira
das chamas,
prepara o menino eterno,
que Metanira materna
ir deter)
a despedida.
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SELVA CASAL
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Ventanas
Nada ms triste que un remedio triste
cuando as amaneces ves el mundo
pero el mundo es un campo desangrado
un holocausto
tu viviste eso y lo olvidaste
el amor existi y palpitaron voces
pero lo olvidaste
yo amaba las ventanas
window fentre
todas las ventanas
en cualquier pas en cualquier mundo
eso dir si me interrogan
es todo lo que s
nac para decir ventana y por ella asomarme
ya desde la ventana del vientre de mi madre
todo lo vi
desde entonces padezco y en secreto
Padre nuestro que ests en el cielo
de tantos huesos hondos ten piedad
sobre ellos sopla
no nos dividas ms entre muertos y vivos
dos lneas paralelas que no se encuentran nunca
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el mundo estalla
yo viv en el infierno
vi como la tecnologa arrasaba jardines hipnotizada
yo viv en este mundo
recuerdo las masacres
el humo
el desasosiego
la desazn
el miedo
en un tiempo el hombre era amigo del pan
algo flotaba en los amaneceres
haba madre
el agua conviva con las piedras preciosas
ya no hay bosques ni selvas
alguien tiene hojas blancas para escribir eso que olvid y golpea?
no saber nada
destrozamos y nos destrozamos
enterramos los muertos
comemos y dormimos
nadie vive en el alma de nadie
qu somos? Solo una boca inmensa devorndolo todo devorndonos
pero no me interrogues
jams podr decirte lo que es vivir lo hermoso
lo nico lo lacerante que es vivir
ni porque amar y sufrir lo mismo
Me despert perpleja
Me despert perpleja de haber estado all
dnde nadie saba
lo prometiste ibas
yo acostumbrada a ese destiempo
no junt los racimos ni abrac a aquel que amaba
ni encontr domicilio ni tierra donde estar
me despert perpleja de haber estado all
yo que no tena mundo ni sombra a que abrazar
me despert perpleja y su color arda
tal una nueva vida
tal una forma cierta sueo vuelve entero y en mi qudate
todos los arpegios del cielo no alcanzaron
los mares los jardines
no alcanzaron esa perplejidad
con que en mi estuviste
mas all del abrazo y las palabras
entrar en el abismo
la eternidad no cesa de hostigar.
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EDUARDO ESPINA
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LAS BUENAS
FRASES
QUE DE VEZ
EN CUANDO
SALEN
Eduardo Espina
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UN RARO
ORIGEN
El texto indito de Mario Levrero que se publica tiene
un raro origen, lo que en realidad tratndose de l no debe
sorprender.
Todo se inici cuando en 1980 Fernando lvarez
Cozzi exhibi privadamente el filme Hoy estuve en el
Centro, con libreto del mismo Levrero. En el transcurso
de la conversacin, lvarez Cozzi le confi a Levrero un
extrao sueo que haba tenido lo que dio lugar a que este
se comprometiera a escribir algo basado en lo que acababa
de escuchar. Tiempo despus Levrero le entreg a lvarez
Cozzi el texto prometido, pero curiosamente nada tena
que ver con el sueo en cuestin.
El texto constaba de dos partes separadas que, segn
Levrero, era necesario leer pasando de un fragmento del
primer apartado a otro fragmento del segundo apartado.
Lamentablemente, uno de ellos se perdi. De acuerdo a lo
que recuerda lvarez Cozzi, el texto extraviado se
relacionaba con la teora de sistemas. Por aquella razn lo
que publicamos es un texto incompleto, quizs un guin
novelado, quizs un mero ejercicio levreriano. Lo nico
seguro es que se trata de una narracin discontinua
difcilmente catalogable, como dice Eduardo Espina.
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APERTURA
SICILIANA
Teresa Porzecanski
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ALGUNAS
REFLEXIONES
A PROPSITO
DE LA MSICA
ACUSMTICA
Beatriz Ferreyra
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Las articulaciones
Las articulaciones constituyen en la
msica electroacstica, una
suerte de medianera transicional, de pasaje que
vincula dos fenmenos sono-
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La velocidad
La velocidad se presenta adoptando situaciones muy
diferentes: un sonido simple puede tener una masa que se
mueve muy rpido en su interior y dar una sensacin de
velocidad o de energa, sin variar empero en el tiempo; las
articulaciones entre sonidos breves con masa estable y/o
variables pueden a su vez ser muy rpidas y tambin
permitir esta sensacin de velocidad y energa. La
articulacin entre dos o ms sonidos, cuanto ms cortos
parecer ms rpida la articulacin, y cuanto ms largos
sean los sonidos las articulaciones se presentarn como
ms lentas. Todo depende de la cantidad de energa
implicada en la ocurrencia del fenmeno y su duracin.9
Estas definiciones no son tan categricas; la percepcin,
siempre la percepcin, nos juega a veces gamberradas y
desmanes.
Se puede llegar a estabilizar as una estructura, luego de
hacerla arrancar, luego de acelerarla o endentecerla con
distinto grado de rapidez o lentitud. Asimismo espesar u
oscurecer la composicin de tramas siempre cambiantes
por la superposicin de elementos que se sobreponen
gracias a articulaciones diversas, construyendo polifonas
complejas.
Las funciones
A lo largo de los aos del anlisis
dinmico de mis obras as como de
las de otros compositores, diferenciar la nocin de funcin
respecto del carcter
particular de un
sonido. Un sonido que
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p o s e a varios
rasgos o caractersticas diferentes, puede
cambiar su funcin de acuerdo
a su posicin relativa al interior de
determinada estructura. Transformarse
en una articulacin entre dos sonidos gracias
a su forma dinmica (particularmente los sonidos
al revs o con dinmica invertida). Colorear un
conjunto sonoro por la masa grave; lograr el deslizamiento de la estructura hacia el registro agudo; iniciar una
polifona gracias a una textura de grano centelleante, etc.10
La maleabilidad de sonidos simples permite soluciones
estructurales muy variadas (ver el tem siguiente).
muy diferentes objetos, compuestos por elementos simples, permutables, que podan ser
cambiados por otros que tuvieran similares
trazos pertinentes, uno variado y otro
complejo.11
Partiendo de esta idea compuse, a lo
largo de mi carrera musical, objetos
construidos con diferentes funciones: ser intermediarios entre dos
conjuntos, formar parte de estructuras complejas, colorear
motivos complejos, transformarse en articulaciones de
pasaje, en incrustaciones
decorativas o ser susceptibles de influir en el desarrollo de un motivo,
de una secuencia y, tambin, la de ser un acontecimiento capaz de cambiar
completamente el sentido y la
continuacin del desarrollo de la
obra. A veces es muy difcil diferenciar los
sonidos elementales de la estructura de la que
forman parte.
Y se podra constatar algo realmente relevante: la
percepcin de este objeto construido como un todo, no
resultaba de la suma de sus elementos, sino que cada uno
de ellos haca aparecer otras caractersticas distintas de
aquellas por las cuales haban sido elegidos.
Es posible plantear la pregunta fundamental de en qu
momento entendemos que un objeto est construido como
unidad y en cul constituye una sucesin de elementos/
componentes, distribuidos en forma secuencial en el
tiempo.12 Aparece aqu de nuevo la nocin de duracin
aplicada al conjunto y, por extensin, de los elementos
que lo componen. La duracin de cada elemento del objeto
construido puede inclinar nuestra percepcin en el sentido
de que es unitario (cuando es corta) o una estructura
articulada en el tiempo (cuando es larga). Solo la
experimentacin podr darnos una respuesta.
Antes de concluir estas reflexiones sobre la msica
electroacstica, quiero agregar otras sobre su difusin
pblica en situacin de concierto.
El objeto construido
En 1968 el Grupo Solfeo, constituido por Henri
Chiarucci, Guy Reibel y yo misma, propuso a los miembros
del Grupo de Investigaciones Musicales (GRM) hacer una
serie de trabajos de reflexin, en grupos pequeos o
individualmente, distribuidos en un semestre, dndole a
cada participante la total libertad de elegir su tema. David
Rissin, Alain Savouret, Edgardo Canton y Gerhard
Castagn respondieron a nuestro llamado, as como
Martin Davorin Jagodic, en aquella poca pasante en el
GRM.
Este conjunto de reflexiones sobre temas muy diversos,
reunido bajo el nombre de Campaa de Investigacin
1968, se estructur en cinco partes y un anexo. Cada tema
fue abordado en conferencias, en el local de Radio Francia,
y difundido en forma de emisin radiofnica.
El estudio que Martin Davorin Jagodic y yo emprendiramos, titulado A la bsqueda del objeto musical,
propona una investigacin del objeto sonoro a partir de
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Trinh Xuan Thuan: Le chaos et lharmonie ed. Folio essais 1998; La mlodie
secrte ed. Folio essais 1988; Edward T.Hall: La danse de la vie ed. du
Seuil 1984; Linconln Barnett: Einstein et lunivers ed. Gallimard 1951; Ilya
Prigogine: La fin des certitudes ed. Poche Odile Jacob 2001; ibd. Les lois du
chaos ed. Flammarion 1994; Stephen Hawking: Trous noirs et bb univers
ed. Poches Odile Jacob 1003; ibd.Une brve histoire du temps ed.
Champs/Flammarion 1988; ibd. El paradigma Holografico: ed. Kairos 1986;
Marc Lachize-Rey: Au-del de lespace et du temps ed. le Pommier 2000;
Joao Magueijo: Plus vite que la lumire: ed. Dunod 2003; Alain Bouquet,
Emmanuel Monnier: Matire noire ed. Dunod 2003; Fritjof Capra: Le Tao de
la physique ed. Sand 1985; Brian Green: La magie du cosmos ed. Robert
Laffont 2000; Lunivers lgant ed. Gallimard 2000; Roger Penrose: Les
deux infinis et lesprit humain ed. Flammarion 1999; Kip S. Thorne: Trous
noirs et distorsions du temps ed. Flammarion 1997; Ludwig von Bertalanffy:
Thorie gnrale des systmes ed. Dunod 1993; Dr Thrse Brosse: La
Conscience-Energie, structure de lhomme et de lunivers Ed. Prsence
1984; Patrice Van Eersel: La source noire ed. Grasset 1986; Marilyn
Ferguson: La revolution du cerveau ed. Calman/Levy 1974; John C. Eccles:
comment la conscience contrle le cerveau ed. Fayard 1992; Rudolf Steiner:
Lessence de la musique, lexprience du son ed.EAR 1985; Mission cosmique
de lart ed. EAR 1982; Satprem Sri Aurobindo ou laventure de la conscience
ed. Buchet/Chastel 1995.
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UM
MONSTRO
MUDO
Denis Leandro Francisco
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Referncias bibliogrficas
HATOUM.
HATOUM.
HATOUM.
HATOUM.
HATOUM.
Relato
Relato
Relato
Relato
Relato
de
de
de
de
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um
um
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Alguien frente a m
Tambin escribe
Alguien frente a m
Tambin est escribiendo
Ser un cuerpo
que se piensa?
Pensar que es
un cuerpo?
Habr descubierto
que fui palabra?
Es palabra
porque se pronuncia?
Alguien reflejado
puedo Ser yo?
Puede mi reflejo
Ser yo?
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DE LO
E
COLOQUIAL
A LO
VIRTUAL.
ARMONA
SOMERS
EN POITIERS
Miguel ngel Campodnico
Nota
1 Nmero 24, mayo de 2006.
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ARCHIVOS EN MOVIMIENTO
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A Borges le llama la atencin y participa, gracias a la lectura de El hombre que se comi el autobs,
de esa emocin infrecuente, entre irnica y festiva, que Ferreiro no disimula en relacin con las
mquinas,1 de las que se espera en general ms que un humor potico como el suyo, algo as
como un rendimiento eficaz hasta la inadvertencia. Un autntico ultrasta comenta Emir
Rodrguez Monegal unos cuantos aos despus en su ensayo El olvidado ultrasmo uruguayo.2
Los espectadores se enfrentan a los archivos del porvenir dice Varela, con la ilusin de que los
hechos del pasado sean rescatados de la ignorancia que los hace desaparecer, al tiempo que
analiza con sorprendido detenimiento los fenmenos pticos y la animacin que lo deslumbran.
Entre redes de sitios sin fronteras, la posibilidad de leer innmeros escritos (dispersos en
revistas de circulacin casi nula o de difcil acceso en bibliotecas demasiado sombras), confirma
ante pantallas ms domsticas, ms familiares, ms medidas, esa felicidad que Ferreiro haba
manifestado ante la pantalla del cine, incitante y conmovida por gratas emociones. Su fervor da
lugar a un manifiesto que suma su devocin a los que, de diferente militancia, se proclamaban,
suscriban y abundaban en aquellos aos. Ferreiro celebra los oficios de una felicidad habitual,
ritual, secular, que las primeras mquinas proyectaban en el milagro del cine y de sus imgenes
que concentran en la pantalla la imaginacin esttica y los prodigios de tecnologas que, desde
distintos espacios, siguen prodigando.
Desde las revistas CARTEL o LOS DEBATES o en LA REVISTA IBEROAMERICANA o en
SNTESIS hasta los derroteros de MALDOROR, pasando desde las colecciones a los sitios de
Internet, un discurso en vaivn oscila entre la pgina y la pantalla o al revs, de la imprenta a
otras varias impresiones. No solo se exalta la alegra ante el funcionamiento de las mquinas
sino ante la habilitacin de un rgimen abierto de conocimientos interminables que propone una
forma similar, pero de materialidad diferente o ausente, donde la humanidad entera transita.
Hacer del mutismo en movimiento una fiesta del humor, de las limitaciones de esa superficie
luminosa un mundo contenido, de la visin de los recursos tcnicos una fantasa que no se enfrenta
al ngel de la historia estupefacto, espantado cuando, en esos mismos aos, entrevea la tragedia
que, con el progreso y sus tempestades, sobrevino despus sino que recupera el advenimiento
de fbulas sonoras y secretas que el cine inventa y difunde la actualidad en la multiplicacin de
incontables pantallas.
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Seccin Cientfica
EL CINEMATGRAFO
Jacobo Varela
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EL CINE VISTO
DESDE LA PANTALLA
Conferencia de Alfredo Mario Ferreiro
en el Cine Club de Montevideo.
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ARCHIVOS EN MOVIMIENTO
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Homenaje
No quiero pasar a relatar a ustedes mi proyecto de Gran
Cine, sin antes rendir un homenaje de nombres citados a
los que por esta puerta blanca penetraron a nuestra
memoria y all se estn como jalones de una poca de cine
que, particularmente, coincide con nuestras infantiles
andanzas por las salas de cinematgrafo.
Quiero citar y que cada uno de ustedes sienta el
escalofro de un recuerdo a Mack Sennet y sus baistas; a
Max Linder, a Perla White, a Ruth Roland, Leon Bary, a
Houdini, Eddi Polo, Charles Ray, Creighton Hale, Ralph
Keller, June Caprice, Wallace Reid, Mary Pickford, Douglas
Fairbanks, William Hart, Bessie Love, Sessue Hayakawa,
Lilian Gish, Charlie Chaplin, Pauline Friederich, May
Murria, Pola Negri, Adolphe Menjou, Ralph Inse, Gloria
Swanson, Van Dive, Luisa Fazenda, Lon Cheney, Buster
Keaton, Harold Lloyd, Emil Jennings y Greta Garbo.
Ellos han entrado por esta puerta. Algunos volvern a
entrar. Otros, han partido definitivamente hacia la muerte
y no volveremos a verlos sino en el Gran Cine que, a
continuacin, propongo.
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A mi hija Muriel
Precisiones I
Despus de todo aqu no ha pasado nada
Lluvia de recuerdos devueltos al olvido
Noches de insomnio para recuperar los sentimientos
Contricin y vergenza por la comedia interminable
y un grito de cal viva perturbando el horizonte
Tumultos de fantasmas que no renuncian
Soledades invasoras que allan y dejan sordo
Siluetas que se pasean delante de las puertas
exigiendo que las transgresiones del orden no se repitan
con tan insolente frecuencia.
Adis recuerdos imborrables
proyectos naufragados en la indiferencia de los das
prisa ciega para hundirse sin memoria
en las presencias encontradas y perdidas.
Afuera siguen acechando banalidades inquietantes
y otras sorpresas duras y ciertas
que debemos enfrentar todava.
Precisiones II
La seal de partida fue la prdida del perfil.
Y fue el reino del cmo
de los inciertos das jueves o viernes
de la exigente necesidad que agota
los entusiasmos ms decididos.
Desde entonces el silencio
escarba en vano el oculto designio del tiempo
esa sombra larga larga que su propia
permanencia desvanece.
Los recuerdos estorban en horas as
de arreglo de cuentas
las actitudes de melancola o nostalgia
son mscaras para impedir la arena
para retrasar el destino que enceguece.
Oh mis cmplices: todo el mundo tropieza
y el castigo de recuerdos es discreto
pero implacable para negar
las existencias satisfechas.
Engaar la soledad simulando ocupaciones
es un ejercicio de buena educacin
es hacer creer en la eternidad de nuestro suelo
es recordar a Pompeya y sonrer.
Es tener presente que las primaveras no son siempre exactas
ni las relaciones imperecederas
y que ninguna recompensa
o satisfaccin inesperada
podrn agotar esta sal infinita.
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GUILLERMO MERINO
Precisiones III
Ni la magia de cada amanecer
cierra el abanico de las muertes repetidas
ni las madreselvas en flor del tango rescatado
impiden naufragar en la negrura de las mercaderas
de las cuentas bancarias
y los das empiezan anochecidos
y uno habla de una pecera a otra
de soledad a indiferencia.
Espejos de calidad dudosa
deforman la sinceridad de los encuentros
y los afectos aterrizan en la bruma
desvanecidos para siempre.
Los escalones ceden y es un deslizarse
sin asideros hacia fines imprecisos
hacia objetos que sin cesar ruedan
hacia la inalcanzable sinfona de la respuesta.
Cuando rfagas de inquietud arrecian
y las copas de los rboles permanecen inmviles
a los que vemos esto el corazn se nos desboca
y sonremos idiotamente desde el fondo de nuestro asombro.
El rumbo se prepara con ascetismo
con fantica persistencia
y cada palabra precisa es un paso menos
en el camino hacia la casa de las despedidas.
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TRADUCIR ES REDIMIR
Sobre la teologa
del lenguaje
de Walter Benjamin
Donatella Di Cesare
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4. Tra-ducir y sobre-vivir
Pero la extraacin de lo propio no puede ser el fin ltimo
del traductor. Su tarea, como la delinea Benjamin, parece
tener una meta todava ms alta y no poderse detener en lo
propio, en cuanto extraado. Por otra parte, la extraacin
de lo propio no quiere decir la negacin de lo propio. Ms
bien quiere decir dejar que la propia lengua se transforme
en el encuentro con la lengua extranjera. Importante es,
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9. La lengua pura
Esta afinidad escondida de las lenguas, esta armona,
tiene empero en Benjamin otro nombre: lengua pura
(reine Sprache). La lengua pura es la lengua mesinica, la
lengua que se proclamar al final del tiempo, al final de la
historia, y de la historia de las lenguas. La traduccin tiene
parte en la anticipacin de la lengua pura, porque es la
traduccin la que se ocupa de la eterna sobrevivencia de
las obras y del infinito renacimiento de las lenguas. Es la
traduccin la que experimenta y hace experimentar aquella
historia como un sagrado crecimiento de las lenguas.28
En el pasaje de una lengua a otra, pasaje en el que ambas
son traspuestas a un espacio ms elevado y ms puro,
emerge cuan lejano est, respecto de la revelacin, aquello
que a ellas est oculto y en ellas est escondido, esto es su
afinidad, que va convergiendo en la lengua pura, pero
tambin surge en que medida puede ser hecho presente en
la conciencia de esta distancia. Tal presentificacin, que
solo se da en la distancia y a travs de la distancia, es
resultado de una anticipacin. Es aqu que, mientras
anuncia la lengua mesinica, la traduccin enuncia la
propia condicin mesinica y, a la vez, tambin la
condicin mesinica del lenguaje.
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Notas
Acerca de la interpretacin de la Torre de Babel en la hermenutica hebrea y,
ms en general, sobre la cuestin filosfica de la traduccin ver D. Di Cesare,
Utopia del comprendere, il nuovo melangolo, Genova 2003, pp. 61-139, en
particular pp. 61-68.
2
Talmud Sanhedrin 109 a.
3
M. Heidegger, Hlderlins Hymne Der Ister, en Gesamtausgabe, vol. 53,
Klostermann, Frankfurt 1984, p. 81.
4
dem, p. 60.
5
F. Rosenzweig, La Scrittura e Lutero, en id., La Scrittura. Saggi dal 1914 al
1929, trad. it a cura di G. Bonola, Citt Nuova, Roma 1991, pp. 115-141, p. 115.
6
F. Rosenzweig, Postfazione agli inni e poemi di Yehudah HaLevy, en id., La
Scrittura. Saggi dal 1914 al 1929, cit. pp. 145-i63, p. 147.
7
Nota del traductor: se deja la voz italiana tra pues la autora hace coincidir
homonmicamente, en ms de una oportunuidad, la preposicin entre con la
primera slaba del verbo traducir.
8
W. Benjamin, Il compito del traduttore, in id., Angelus Novus, trad. it. de R.
Solmi, Einaudi, Torino 1962, p. 40.
9
Derrida, De Tours de Babel, en Teorie contemporanee della traduzione, a cura
di S. Nergaard, trad. it. de A. Zinna, Bompiani, Milano 1995, pp. 367-418, p. 388.
10
W. Benjamin, Il compito del traduttore, cit. p. 40.
11
W. Benjamin, Il compito del traduttore, cit. p. 41.
12
Cfr. ibidem.
13
Ibidem.
14
Cfr. dem, p. 51.
15
Cfr. dem, p. 47.
16
Cfr. W. Benjamin, Sulla lingua in generale e sulla lingua delluomo, en id.,
Angelus Novus, cit. pp. 53-70, p. 57.
17
Cfr. dem, p. 65.
18
Cfr. dem, p. 59.
19
Cfr. W. Benjamin, Il compito del traduttore, cit. p. 44.
20
W. Benjamin, Il compito del traduttore, cit. p. 49. Para lo que atae al concepto
de nombre cfr. en particular W. Benjamin, Sulla lingua in generale e sulla
lingua delluomo, cit. p. 58. Se debe notar que Benjamin, en la huella de la
tradicin hebrea, desarrolla en sus escritos lo que podra llamarse una filosofa
del nombre.
21
W. Benjamin, Il compito del traduttore, cit. p. 51 [traduccin modificada].
22
dem, p. 44 [traduccin modificada].
23
Cfr. ibidem.
24
Ibidem [traduccin modificada].
25
dem, p. 42.
26
Ibidem.
27
Ibidem.
1
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CONDICIONAL
Mauro Paz
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PARCIALMENTE
ENCOBERTO
Mauro Paz
elipe acordou. Era o dia em que completava quarenta anos e a tigela de cereal no estava na mesa de cabeceira.
No rdio-relgio, dez e vinte e cinco. A televiso, ainda ligada, chuviscava. Sobre a mesa do computador,
camisetas emboladas, revistas, um pacote de salgadinhos de cebola e farelos. Dona Clia jamais deixaria o
filho acordar com o quarto naquela condio. Felipe coou a virilha direita na emenda com o saco, onde cultivava
uma micose. Cheirou a mo e espreguiou. Dando seqncia ao prolongamento do brao, puxou a fita da persiana
sua esquerda. Entre as antenas dos prdios, o cu nublado, carregado, abafando ainda mais o dia de vero.
Me, meu lanche gritou.
Nada. Deve ter ido ao supermercado, pensou. No dia do aniversrio de Felipe, o prato preferido, fil com fritas, no
poderia faltar. Todo incio de janeiro, Dona Clia reservava uma parte da modesta aposentadoria para esse agrado.
No entanto, era estranho que a me se esquecesse do cereal. Levantou. Vestiu o calo de futebol jogado junto aos
tnis. O elstico cansado deixava amostra o cofrinho. Fazia anos que Felipe no jogava bola. A pea era recordao
dos tempos de colgio. Para maior conforto, devido ao peso adquirido nos anos de cio, Felipe cortara a sunga
interna do calo. No espelho do banheiro, examinou a barba de trs dias. Prendeu o cabelo e lavou o rosto. mida,
a toalha felpuda tinha marcas de dedos e cheiro de cachorro molhado. Absurdo! Precisava ser trocada diariamente.
No caminho para cozinha, percebeu a porta do apartamento aberta. Encostou. Na cozinha, pratos usados, restos
nas panelas e loua por lavar. Com o umbigo roando na borda da pia, procurava um copo semi-limpo.
Dona Clia, Dona Clia, depois de velha deu para ficar relaxada resmungou.
Enxaguou o copo com um resto de chocolate em p no fundo. Na geladeira, s a garrafa dgua. Bebeu direto no
bico. Revirou a dispensa, sem sucesso. Levou a garrafa para o quarto. Logo a me chegaria com o almoo. Sintonizou
a televiso no canal auxiliar. Ligou o vdeo game. Tinha duas semanas que empacara na ltima fase do jogo de
estratgia. Cada fase, um grande imprio da antiguidade. Por ltimo, os malditos romanos. Precisava tomar as
cidades com o exrcito brbaro. No entanto, as legies organizavam-se, defendiam e atacavam em blocos. Talvez se
conhecesse um pouco de histria, seria mais fcil. O tempo voou em frente ao jogo. Trs da tarde e nada da me, nada
de almoo. O estmago grunhia. Vestiu a primeira camiseta do monte junto ao computador e saiu decidido a
encontrar Dona Clia. O elevador abriu. A recepo do prdio vazia. O rdio do porteiro, ao invs da msica
evanglica, emitia um constante chiado. Na rua, nenhum carro, nibus ou pedestre. A tabacaria com a cortina de
ferro baixa. Desceu dois quarteires. Ao cruzar a pequena praa, nada de pombas, crianas ou txis no ponto, o mais
movimentado do centro. As portas do supermercado estavam abertas, porm as luzes apagadas e os caixas vazios.
Tem algum a? Me, estou aqui fora.
O eco retornou sozinho pelo meio das estantes. Felipe entrou. No escuro, cuidava o cho, com medo de esbarrar em
algum rato. O aougue ficava no fundo, direita. Ningum. Pendurado no forro, o mbile girava exibindo as ofertas
do dia. Felipe voltou pelo corredor dos chocolates. Pegou uma barra e um pacote de biscoitos recheados. Antes de
sair, retirou do freezer, ao lado de um dos caixas, uma lata de refrigerante e guardou os mantimentos na sacola
plstica com a marca do supermercado estampada. Caminhou at a praa. Escolheu o mesmo banco do qual Dona
Clia assistia-o jogar bola quando menino. Abriu o biscoito, o refrigerante. A me se encantava com a desenvoltura
do filho. Comentava com as amigas que um dia o veriam brilhar no futebol estrangeiro. O lanche terminou rpido.
Levantou. Andando uns sete quarteires, chegaria ao apartamento de Leonardo, o nico amigo que no o condenava
por nunca ter trabalhado. O cu nublado agravava o cinza dos prdios. Pelas ruas estreitas do centro, s o vento
acompanhava Felipe soprando pedaos de papel, poeira e palavras incompreensveis ao ouvido. quela altura do
caminho, o calor fez do chocolate uma pasta que ficou pela lixeira em frente ao prdio de Leonardo. Tocou o
interfone. Repetiu. Repetiu sete vezes. Nada. Espiou por entre as grades. A recepo vazia. A mo serrada fez
estrondo na porta. A testa a acompanhou por sete vezes. Decidiu voltar. Contava as baganas de cigarro na calada
quando percebeu os primeiros pingos. Dois quarteires adiante, a chuva apertou. Correr era intil. Entrou encharcado.
Tirou a camiseta e torceu sobre o xaxim da samambaia que ornava o hall. O elevador subiu at o ltimo andar. Pela
escada auxiliar alcanou o terrao do prdio. Relmpagos. A cidade turva. No morro distante, raios castigavam as
antenas transmissoras. Chegou ao parapeito. A gua varria o asfalto, corria rente ao meio-fio. Nos primeiros metros
de queda, viu os carros, a multido e que fazia um lindo dia de sol. M
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EL VRTICE
(Fragmento de una novela indita)
Jos Jorge
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Quise saberlo y por eso estoy en Fray Bentos. Ahora tengo
que sentarme a su lado como su propio perro y lamerle el fro.
Lo reconstruyo todas las noches, uniendo sus frases
inacabadas y sus palabras delirantes. Escribo un relato que
no es el relato. Lo que queda de esta historia es lo que puedo
escuchar.
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Desde que Cirio lleg a Fray Bentos no abandon nunca la
idea de encontrarla. Baj de un barco entre hombres que se
empujaron bruscamente, desesperados por encender sus
cigarrillos enajenados, sus pitillos de tapado de piel de amor
muerto en el invierno casero del puerto. Haba divisado
medianamente las vas. Al final de ellas se ergua, con la
espina dorsal muy lastimada, el enorme galpn de AFE en
cuya entrada un dado gigante cambiaba el destino de los
vagones perplejos, empujados por la niebla madre hacia otros
carriles. La lluvia se encarg del paisaje y un rincn sirvi
para dormir. Por la madrugada, como una serpiente, asom
del bolso la fotografa de una mujer antigua que sostena
entre sus manos un alhajero barato, en el que guardaba, con
celosa ambrosa, algunas piezas delicadsimas del infierno.
Duele. Algo intenta decirnos siempre que ya pasar, no s
si la tranquilidad o la humillacin dilatada. Pero en el dolor
slo somos visitantes. A fin de evitar repeticiones innecesarias
el dolor nos conserva, para colmar su precisin, a modo de
rellenar el gran basurero del alma. Nos lo deca siempre
Robert Urgoite que tena un tren en la lengua cuyos pasajeros,
asomados a las ventanillas, vean la inminente deformacin
excesiva del paisaje por la velocidad con que la inteligencia
raspaba las vas.
En el galpn se escucharon risas. Dentro del fro se
deslizaron pequeos budas alcohlicos de apariencia
extremadamente roosa y el da comenz con el sol
pudrindose cerca de una antena
4
La inundacin haba llegado al decimoquinto escaln del
Teatro de Verano. La fuente que se formaba pareca hecha de
una melosa catstrofe. Luca Tarbo lleg a las 11 y no encontr
a su padre.
- Tu padre no ha vuelto. Anda con los botes para cruzar el
pan y la leche al Anglo. Vos quedate con Adolfo y Anilea.
Ariel est en el fondo de casa con los perros.
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lo mortal
el ms hombre tiene que llorar como mujer.
son las palabras de mi abuela refirindose al fin del mundo.
empieza su discurso hablndome de la nieve
y de alguna manera intuye el fin de la existencia.
ella nunca ha visto la nieve.
(yo tampoco, slo el hielo)
slo la conoce por imgenes,
por referencias personales;
su experiencia con el fro.
as, ella me dice, me predica el fin,
la llegada del seor de nuestros cielos,
los siete aos de paz y el transcurso
entonces, consiguiente, de la vida sin vida,
una vida sin muerte donde intuye,
una vez ms,
a sus noventa y cinco aos,
slo hay sufrimiento y hambre.
el fin est en sus palabras.
el terror y el amor
conducen sus palabras.
me pide que no me pierda,
que no me hunda con los dems en la desesperanza.
yo me alejo caminando,
finjo alguna otra ocupacin,
pero no puedo esconderme del nimo de sus palabras.
lo mortal
ms all de mi temperamento se templan las palabras.
yo slo he de dejar que me conduzcan,
que me lleven,
me arrastren por la cal
y canten por mi boca de los muertos.
mientras,
yo estar en algn otro lugar.
perdindome en tu vida de carne,
en tus ojos, que sostienen la nica concentracin que a veces logro.
el nico silencio que necesito.
mientras,
que salga de cualquier lugar la poesa.
de los azules de cualquier cosa,
de los prados,
de la siega de una cosecha en el campo.
de un ejercicio de mi sexo adentro de tu sexo.
de mi olor que no conozco en tu nariz de vida.
en tus muslos que presiono para volver a la vida.
lo mortal
van altas y al aire las palabras,
eligen sus caminos,
se sepultan entre ellas mismas.
hoy salgo temprano a su encuentro,
como quien va a al mercado en busca
de ciertos tonos, de cierto color.
es de maana,
las ventanas de las casas
aun estn empaadas.
la gente lleva la cara blanca todava.
yo camino buscando algo,
alguna palabra
que desate el nudo de mi cuello.
lo que se qued atorado en el centro de mi espalda.
or que alguien ms
diga la palabra bosque,
alarido, vaco, blanco, lentitud,
arcngeles vigilando mi delirio,
para ver su peso,
para sentirlo caer en el cuerpo
en su dimensin ajena.
con su claridad contundente,
casi inhumana.
lo mortal
en la muerte tampoco se distinguirn las palabras.
la ms consonante llorar como vocal.
pero su infierno ser otro.
su hambre la de no subsanar
su necesidad de monlogos areos.
buscarn la cada en los cuerpos
y no tendrn quien por s las pase.
canto mitigado,
lo solemne ser entonces su destino.
moral.
mortal.
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lo mortal
desde nio aprend
a caminar por los cipreses,
a no temerle a los instintos
que me acompaan cuando cruzo
los parques en direccin del bosque.
a hacer caso a las luces que se ven
cuando se sube a los montes.
lo mortal
con entusiasmo escribo estos versos.
procuro dejar a un lado los adornos,
pero no le temo a las palabras.
me parece importante su forma conductora,
su forma invisible que taladra
en la imaginacin que se niega en occidente.
el edificio que se siembra
es el de la nada,
que pesa por su nimo
de gravedad y de alma.
no son las iglesias
ni los gallos pos.
es otro el nimo;
necesidad de fuga.
vaco inminente.
guilas devoradoras de intestinos,
permanentes,
constantes,
que detienen lo que es o lo que sea,
lo que ser,
para que el blanco de la pgina
permanezca, y en ocasiones,
cuando as sea posible,
se pueda recibir a la poesa,
que no viene siempre que se le llama.
lo mortal
vengo desde la muerte de un poema.
acabo de sepultarlo en una pgina.
quedar por siempre detenido,
fijo en las palabras que us para s mismo.
lobos de cobre allan en los filos de las escalinatas.
mas no por l.
slo comparten el sentimiento,
el luto,
pero el suyo es por sus propias voces
que dejan escapar en las fotografas.
los rboles observan el caer sin parar de sus hojas.
los viejos cuentan los cabellos en sus almohadas.
el silencio no sabe nada de eso.
lo mortal
no morir nadie a causa de este poema,
nadie sufrir tampoco.
el tiempo puede pasar y ser olvidado,
como en cada momento.
no sobrevivir, es posible,
ni siquiera a este invierno.
a este viento fro que estremece a la carne.
ser ms importante comer bien
para sentirse con fuerza
en las maanas,
salir temprano a la ciudad
para no ver a nadie en los caminos.
mas escribirlo es lo que es importante para m.
este poema trata de eso,
de su escritura.
del tiempo que tarda en ser escrito,
de su tiempo en mi vida.
de su forma,
presagio del trotar en vilo del caballo.
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I
Siempre latas de Campbells, seis en total
porque los lunes suelo comer en casa de mis padres.
Champin, zanahoria y elote.
Dieta basada en legumbres,
menciona el cajero que ha cobrado mi comida
durante tres aos.
Esta vez suele darle un giro a la conversacin,
hay una nueva presentacin de Campbells.
Lo miro con ojos de reptil.
Nueva pasta Princesa, nueva pasta Mickey.
Coloco las latas en el carro, avanzo y le grito desde la puerta:
Tambin hay salchichas jumbo para no prepararte dos hot dogs.
II
Para qu de todas las etiquetas?
para pasar la tarde
esta tarde que llueve
y no me permite salir de casa
Inspirar el calor del cigarro
sentir el humo concentrarse sobre mi cabeza
Pensar en las putas
que mi marido visitar en la noche
escribirle su disculpa
su no llegu a dormir
porque mi hijo se enferm de la garganta
No visitar a mis padres.
Abrir latas de atn y comerlas
sin vaciarlas en un plato.
No escuchar a las nias puericultistas
que huyen de la tarde que llueve
Poner repeat en mi iPod
sumergirme en la cama llena de insecticida
Anotar los contenidos energticos del atn y la coca-cola:
116, 75 kilocaloras
2,83 gramos de grasas
0,4 kilocaloras
0 gramos de grasas
III
Busco el pasillo de los productos congelados.
La curiosidad me lleva frente al anaquel
de ropa para playa.
Baadores en la primera seccin:
Corte brasileo, corte clsico, corte sexy y atrevido.
Tomo uno con flores rojas y amarillas,
lo comparo con un bikini negro y le digo
jams podras ganarle al sexy y atrevido.
Camino por los dems pasillos
con el baador de dos piezas en la mano.
Pienso en la mujer que lo portar,
alta y bien delineada, con pezones deslavados y duros
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ROBERTHA MAYER
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XI
Todos los das se convertirn en un largo fin de semana
porque no encontrar a Roberto sumergido en el sof
mordindose las uas, mientras juega con las pginas
de Ulises, que lo sealan como una ola en medio del mar.
Un fin de semana donde ser imposible telefonear a Roberto
o dejarle una nota sobre la cama que diga:
No estirar las sbanas. Regreso en la noche.
Porque los das sern una mquina que no soport trabajos forzados
o migajas de pan dentro de un vaso.
Iremos lejos, a otros ocanos
que sern el nico pretexto para escribir correspondencia
una vez cada dos aos.
Dejaremos sobres sin abrir, porque la ansiedad nos fulmin
porque el remitente debajo de una pila de documentos inservibles
nos definir a las 6:00 p.m. como el peor error de juventud.
Porque habr otros matrimonios, quiz nunca el nuestro,
porque esta vez los versos se construyen sin ninguna nostalgia,
slo desperdicios arrinconados en fundas de LPs que nadie toca.
Y las meseras de todo el mundo querrn escucharnos pedir una mesa hasta el fondo:
un caf para dos, un polvorn para dos; una sonrisa que no diga nada.
Decir quiz fue suficiente, de esa manera nadie sospech nunca
que no abrimos la boca para declaraciones absurdas, banales, innecesarias.
Que nunca nos divertimos con definir juegos donde el automvil fuera de dos plazas
y dos volantes, donde ambos decidiramos pisar el freno antes de llegar a la meta
slo para rernos de los espectadores muertos de fro y admiracin.
XII
Santiago tuvo un rencuentro con Mara. Ella lo invit a pasar un fin de semana en su casa de Cuernavaca. Santiago
prometi portarse bien, ya que una mujer lo esperaba en casa. La primera noche ambos cocinaron y bebieron hasta
quedarse dormidos. Durante toda la noche no se soltaron de las manos.
La maana siguiente fue una serie de clavados en la alberca, de cerveza y un poco de carne con pasta. En la noche
bailaron canciones de Cerati y confesaron que estaban enamorados. En la cama, a obscuras se quedaron dormidos
mientras Santiago le acariciaba el vientre a Mara.
Al tercer da Santiago sinti la necesidad de escribirle a Cristina, su esposa. Estuvo enfrente de la computadora
cuarenta y cinco minutos hasta que pudo redactar una lnea: Estoy muy enamorado, muy feliz. Ac el clima es
fenomenal.
***
Santiago y Mara resisten un minuto bajo el agua. Abren los ojos y descubren que en el fondo de la alberca faltan piezas
de azulejo.
Santiago piensa no subir a la superficie porque no quiere soltarse de ella, porque ambos insisten en contar el final de
la historia, donde se tienden en el pasto, mientras el sol les seca el cuerpo.
XIII
Historias para enemigos, aunque la etiqueta diga otra cosa
Baudelaire y yo salimos tres veces, despus nos mudamos a vivir juntos. l siempre estaba ausente, como mirando a
otras mujeres, sin embargo, yo lo amaba, quera estar con l toda la vida.
Una noche lleg muy borracho y dijo que nos casramos. Yo le respond con saltos sobre la cama. Lo bes hasta que me
qued dormida.
Cuando despert la maana siguiente, Baudelaire no estaba en la cama. Lo encontr tendido en el bao, con la
regadera abierta, muerto de fro y de risa. Me confes que ayer le haba propuesto matrimonio a una mujer horrenda y
loca que lo persegua todas las noches.
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HACIA UN ELOGIO
DE LA INHIBICIN
Armando Gonzlez Torres
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***
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Graciela N. Ricci
EL MANUSCRITO
ALQUMICO
(El siguiente episodio, que forma parte de un libro semi-autobiogrfico que estoy escribiendo
en estos momentos, pertenece a mis recuerdos de juventud, pero fue decisivo en mis opciones
de vida y de formacin).
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LA IDEA AMERICANA
Marcos Daniel Aguilar
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Estrategia alfonsina
El arte de la diplomacia, como la poltica, requiere de
inteligencia y astucia. No se trata de un juego veraniego ni
de periodos vacacionales como muchos creen. En la
diplomacia se pone en riesgo el nombre de un pas, cuyo
gobierno es representado por los actos y las palabras de
quien ejerce la poltica internacional, he ah la labor del
diplomtico. Alfonso Reyes desarroll esta habilidad y
arte de mediador a travs de los aos en Madrid, Pars,
Buenos Aires y finalmente en Ro de Janeiro.
Entre 1924 y 1927, cuando era el representante del estado
mexicano en Francia, Reyes comenz a cargar de tinta el
bolgrafo y a crear una serie de relaciones cordiales y
amistosas, no slo en los crculos de la poltica y entre los
habitantes de las embajadas, sino que su red se extendi a
otros escenarios que incluyeron a los amantes y ocupantes
de la pluma: a los escritores y periodistas. Y tambin a
aquellos cuya labor es escribir con el otro extremo del lpiz:
los editores de publicaciones.
En este lapso las relaciones del gobierno de Mxico con
la jerarqua catlica pasaban por su peor momento. En
Francia, Alfonso Reyes y el gobierno de Plutarco Elas
Calles eran fuertemente criticados por la prensa catlica
de ese pas de Occidente. Fue cuando el mexicano comenz
a ajustar las medidas mediticas para tratar de limar
asperezas y desatar malos entendidos en relacin con la
poltica del gobierno que representaba.
Aunque las campaas en medios de comunicacin como
una estrategia de impacto poltico no se realizaran en
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La defensa de Mxico
En el primer nmero de Monterrey, editado en el mes de
junio de 1930, recin arribado a Ro de Janeiro, el tambin
periodista mexicano publica, en la seccin de Guardias
de la pluma, una carta abierta al escritor galo-argentino
Max Daireaux, el cual haba publicado una antologa en
francs de literatura sudamericana bajo el ttulo de
Littrature Hispano-Amricaine. Reyes le agradece la
monumental empresa, que adems servir para dar a
conocer la cultura y las letras de este continente pero, eso
s, no se queda callado y le dice que cometi dos errores
que en nada afectan la sustancia del volumen, pero que s
lo hace al momento de situar a Mxico lejos de sus
hermanos continentales.
En primer lugar, Alfonso le pregunta a Max Cmo
evitar que los extranjeros se dejen servir gato por liebre, si
somos nosotros los primeros en no querer explicarnos?
Esto es debido a que el tomo alude a una antologa
Hispanoamericana cuando solamente contiene textos de
autores sudamericanos, pues la editorial decidi dedicar
un tomo especial a las letras de Mxico, las Antillas y
Centroamrica. Por esto Alfonso se molesta, pues l
entiende que esta decisin y divisin obedeca a una
cuestin tcnica e incluso geogrfica, pero no a una
caracterstica espiritual como lo expres el mismo Daireaux
en su prlogo.
Reyes se pregunta: Por qu presentar a Mxico como
un hermano dscolo y alejado? Ningn americano va a
creer semejante cosa. En la pgina 17 escribe usted:
Turbulento, inquieto y lrico, a la vez positivista y
visionario, realista y quimrico, elegiaco y cruel, Mxico
se ha separado voluntariamente de la familia latinoamericana No mi amigo, eso no, usted olvida que la era
de la intercomunicacin americana en que hoy vivimos
fue abierta por las grandes embajadas espirituales que
Mxico envi hasta el sur del continente. Urbina, Caso,
Vasconcelos, Nervo, Urueta, Gonzlez Martnez, Trejo
Lerdo y hasta yo mismo qu hemos procurado hacer, qu
consigna tenamos sino la de recordar a nuestros hermanos
del continente la profunda solidaridad que nos une?
El poeta resuelve las imprecisiones para que no quede
alguna duda sobre Mxico, y le dice al escritor argentino
que no crea que la cultura de este pas al norte de Amrica
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Amrica y el porvenir
Por conviccin y misin, Amrica fue el gran tema de la
vida diplomtica de Alfonso Reyes durante su estada en
Argentina y Brasil. Sobre todo en el pas lusfono, donde
emprendi la estrategia de conversacin y difusin a travs
de su Correo literario. En los aires que venan de Europa, y
los que el viejo continente acoga de Amrica, se podan
oler esencias de transformaciones, rupturas y movimientos
sociales.
Una poca social marcada por la prueba y ensayo, y
ms tarde, el error. Despus de la primera guerra mundial
los gobiernos de los estados iban y venan del socialismo
a la democracia, de la democracia al fascismo, del fascismo
al comunismo, el neoliberalismo o el totalitarismo.
Amrica no escap a estos cambios ni a estos aires de crear
nuevos estados, nuevas organizaciones y estructuras, una
nueva poltica, una nueva economa, una nueva cultura.
Alfonso tuvo que haberse detenido en medio de la
turbulencia. Leer los diarios. Observar las cartas y otras
informaciones que venan de todo el mundo, para
preguntarse Qu pasa con Amrica? Qu va a ocurrir
con los individuos y las sociedades de este continente? Si
no lo pregunt as, por lo menos ofreci en Monterrey una
visin clara de lo que vea en el panorama mundial y lo
que esperaba que ocurriera para el ser americano.
ste, su breve diario informativo (y como dira Gracin:
lo bueno, si breve, dos veces bueno), se convirti en ese
receptculo de reflexiones y propuestas con un carcter
profundamente humano. Pensar, escribir y hacer, eso fue
Amrica en Monterrey, el punto intermedio entre la
propuesta y la posible accin del cambio y evolucin de la
cultura hispanoamericana. Por lo menos eso esperaba el
mexicano.
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Bibliografa
- Ellison, Fred P., Alfonso Reyes y el Brasil, Sello Bermejo-Conaculta, Mxico, 2000.
- Gonzlez Torres, Armando, Del crepsculo de los clrigos, Editorial Terracota,
Mxico, 2008. [Coleccin La escritura invisible].
- Henrquez Urea, Pedro, Historia en la Amrica Hispnica, Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1947 [Coleccin popular].
- Reyes, Alfonso, Monterrey, correo literario. 1930-1937. Edicin facsimilar,
Fondo Editorial de Nuevo Len, Mxico, 2008.
- Reyes, Alfonso, Diario. 1911-1930, Universidad de Guanajuato, Mxico, 1969.
Nota
Los 14 nmeros de Monterrey, ms uno que se imprimi con errores y que
Reyes nunca sac a la circulacin, fueron reeditados en 2008, en versin
facsimilar, por el Fondo Editorial de Nuevo Len. Esta reedicin viene acompaada
de un libro que contiene ensayos sobre dicho peridico. Los textos son de los
escritores e investigadores Jos Emilio Pacheco, Cecilia Laura Alonso, Alberto
Enrquez Perea y Hctor Perea.
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ALMENDRA
Y SU ALGO
Valentina Viettro
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NOTAS
BIOGRFICAS
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