A Tema 02
A Tema 02
A Tema 02
Ejemplo: el escenario
actitud religiosa
SAGRADO
mediaciones
TRNSITO
PROFANO
UMBRAL
2 rasgos sobresalen:
- cruzar el umbral (introducirnos en un nivel nuevo) > salir al escenario coloca
frente a la realidad por excelencia
> frente al pblico es una visin y
conciencia privilegiada
es el mismo mundo o mbito pero vivido, percibido y sentido de una manera
nueva
- los trnsitos: son los pasos que nos hacen cruzar el umbral. Tres tipos
- iniciacin: a algo nuevo
- conversin: renovacin en lo mismo (de una manera completamente nueva)
- iluminacin: alcanzar estados privilegiados de experiencia, conocimiento
1.2.2.El misterio es el elemento central, fuente y fundamento de lo sagrado
- necesidad de representarlo
- rasgos: - lo que nos sobrepasa (trascendencia) ante lo til y pragmtico
(inmanencia)
- lo inexplicable (entre el centro objetivo de las cosas y el fondo
subjetivo del sujeto)
- reacciones: temor, desproporcin, desconcierto, fascinacin (sentimientos)
1.2.3.La actitud religiosa:
- tiene 2 caractersticas: reconcimiento y bsqueda
- pasos: constatar su presencia, aceptar su alteridad, acoger su irrupcin,
renunciar a su dominio
1.2.4.Las mediaciones
El hombre no ve el Misterio cara a cara por lo que en su relacin con l se hace
necesaria la presencia de "algo" que el hombre pueda palpar, tocar, sentir.
Pero este hombre es constitutivamente mundano, corporal, comunitario. Su forma de
existir es 'ser-en-el-mundo", ser exteriorizndose en la corporalidad, distendindose en la
duracin y refirindose a otros sujetos. Cmo puede el Misterio hacerse trmino de una
relacin efectiva para un hombre as? Condicin indispensable para ello ser que el Misterio,
sin dejar de serlo, se haga presente en el mundo espacio temporal, en la historia del hombre. A
esta necesidad vienen a responder las mediaciones objetivas del Misterio
Lo sagrado se manifiesta en los objetos profanos (Mircea Eliade), el Misterio se hace presente
gracias a las realidades terrenas que se constituyen en MEDIACIONES.
En todas las religiones, y durante todos los tiempos, ciertos aspectos de la realidad se
ha interpretado como signos indicativos de la presencia del Misterio en la realidad cotidiana del
hombre. Estos aspectos adquieren en cada momento, cultura y tiempo una significacin
especial. Algunas de estas realidades son el cielo, la tierra, el rayo, un lugar, un rbol, una
piedra, una persona... todas ellas se convierten en realidad mediadora para que el misterio se
haga presente. De esta forma estas realidades han ido trasfigurndose para convertirse en
algo significativo para el hombre, adquiriendo una nueva significacin y a la vez pasan ser
smbolo del misterio.
El hombre posee esa sensibilidad para captar los signos en los que se hace
presente el misterio. Todo lo que el hombre ha manejado, sentido, encontrado o
amado ha podido convertirse en hierofana.
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Por parte del Misterio, porque su misma trascendencia le hace inasequible directa e
inmediatamente al hombre;
Por parte del hombre, porque toda relacin verdaderamente humana, y la religiosa lo
es, tiene que partir de lo sensible, es decir, est prendida genticamente a factores captables
por los sentidos.
Inmanente
Relativo
Temporal
Cambiante
Singular
Visible
paradjica, porque tal unin es una contradiccin slo aparente (paradojas), superada en el
dinamismo de la relacin. De los dos elementos el uno es razn de posibilidad del otro. En la
hierofanla, la realidad Misteriosa no slo hace ser sin ms a la realidad sensible, sino tambin
la hace ser hierofnica. La unidad hierofnica supone que:
Los lugares en los que se experimenta la irrupcin de la divinidad, por la que sta
comparte el espacio de los hombres, quedan sacralizados en todas las religiones y se
constituyen en un centro focal en referencia al cual se ordena todo el espacio circundante. En
ellos se erigen los altares y se construyen los templos para eterno memorial del suceso. Baste
recordar los conocidos ejemplos de Jerusaln, La Meca, Ftima ...
El tiempo sagrado.
Todos esos momentos del tiempo que marquen especialmente la evolucin cclica de la
naturaleza y la marcha de la historia humana sugieren espontneamente la intervencin de
fuerzas misteriosas; por eso quedan sacralizados en casi todas las religiones: la noche con sus
poderes ocultos, la alborada con el despertar de la actividad, la primavera con la renovacin de
la naturaleza, el nacimiento y la muerte con sus aniversarios, el da de la independencia
nacional...
Pero hay una razn ms profunda para la sacralizacin del tiempo. El hombre vive el
presente con toda su efimera fluidez, de una manera insatisfactoria, esto le somete a una
constante inseguridad. Por eso experimenta la aoranza de un pasado perfecto que quiere
repetir o de un futuro en plenitud que intenta anticipar. Y este mecanismo psicolgico le lleva a
sacralizar los orgenes o el fin del tiempo donde encuentra los modelos para su identificacin y
actuacin temporal. En los orgenes sita la intervencin arquetpica o ejemplar de la divinidad,
los actos fundacionales de sus Antepasados, la infiltracin subrepticia del antagonista o
Adversario de Dios. En el fin descubre la meta y consumacin de la historia, su vocacin
ltima, el triunfo definitivo del Bien, sobre el Mal ... AsI, el principio yel fin del tiempo adquieren
un carcter sagrado para la conciencia religiosa. El presente tambin se sacraliza en la medida
que participa ritualmente de la perfeccin del origen o del fin. Por eso, en todas las religiones
se dan fechas importantes en las que el creyente entiende que la divinidad interviene en el
presente repitiendo su actuacin primordial o anticipando su actuacin definitiva. Estas fechas
son las fiestas.
El cosmos sagrado:
Baste, como simple sugerencia, esta breve enumeracin de la simbologa sagrada
ofrecida con abundancia por el cosmos natural y todos sus elementos a lo largo de la historia
de las religiones:
Los astros sobre todo el sol y la luna, cuyo simbolismo esta ligado a las fuerzas
telricas que rigen ritmicamente los procesos vitales de la naturaleza vegetal, animal y humana
marcando la recurrencia de los das, los meses y los ai'ios. El sol, como deidad masculina, es
representacin de la omnisciencia divina (todo lo ve porque todo lo ilumina), de la rectitud moral
de la equitativa administracin de justicia, de la victoria guerrera de la luz sobre las tinieblas
(=del bien sobre el mal), de la providencia paternal sobre los dbiles... La luna con sus cicios
(nueva, creciente, menguante y llena) ha dado al hombre el descubrimiento de sus propios
ciclos vitales (nacimiento, crecimiento, madurez y muerte), lo mismo que da la medida de los
ciclos de la fecundidad femenina. Por todo ello los grandes temas asociados a la divinidad
lunar son los de la fertilidad y la muerte.
El agua ha quedado divinizada por las religiones de manera ambivalente: como origen
de la vida (el agua de la lluvia o de los ros encarnada en los dioses fluviales) y como origen de
la muerte (aguas torrenciales y devastadoras o aguas amargas del mar, morada de los poderes
malignos).
El fuego: por sus propiedades de luz y de calor, por sus efectos de destruccin y
purificacin, ha sido considerado en muchas religiones como una especial teofana, signo de la
presencia divina, don de Dios a los hombres o fruto del hurto de un personaje mtico
(Prometeo), expresin de la clera divina (el rayo), medio de consagracin y objeto de culto,
encarnacin de los demonios o de los dioses lares ...
El aire, por su sutileza inaprensible simboliza el carcter trascendente e inefable de la
divinidad, sin definicin y sin cuerpo; en su impetuosidad huracanada se manifiesta el poder de
Dios, incontrolable por el hombre; en la respiracin es signo del principio vital o del esplritu que
procede de Dios.
La tierra representa simultneamente el seno matriz y nutricio para todos los seres
vivos. De ahl su espontneo simbolismo de la feminidad y, ms especificamente, de la
maternidad, segn esta ecuacin: tierra-madre-mujer, como portadora de poderes vitales
instintivos, despticos, sujetos a ciclos de alternancia. Pero al mismo tiempo que tero materno
para los vivos, la tierra es fosa para los muertos; de ah su simbolismo pattico que apela a la
experiencia irrecusable de la muerte.