Introducción Al Derecho Ucasal
Introducción Al Derecho Ucasal
Introducción Al Derecho Ucasal
La persona,
fundamento del derecho
Introduccin
Una conocida sentencia del ms famoso de los libros debidos al genio prctico
romano, el Digesto, atribuido al jurista Hermogeniano, reza as, pues, por causa del
hombre ha sido constituido el derecho. En efecto; la realidad que se ha dado en
llamar derecho y, por consiguiente, toda la construccin surgida a su amparo y que
ya los romanos denominaron, muy sugestivamente como luego se ver, ars iuris, es
decir, el arte del derecho y que, con el advenimiento de la Modernidad, reclamar y
obtendr estatuto de ciencia jurdica (la scientia iuris) nicamente existe y tiene sentido
en razn del ser humano. Es claro: slo las personas (y no las plantas; las rocas o los
animales, para nombrar slo algunos seres del universo) pueden comprender y
asumir- el dato de su existencia vital; slo ellas se hallan en condiciones de proyectar
un futuro y de forjar su propio derrotero, de modo que nicamente los humanos
pueden, en esa travesa, acordar con otros la mejor manera de llevar a cabo sus
objetivos, as como, en fin, solamente ellos pueden deshacer tales compromisos y
hasta violentarlos inescrupulosamente. La esfera, pues, de la inteligencia y de la
voluntad; de la racionalidad y de la libertad son propia y exclusivamente humanas,
constituyendo, de tal modo su smbolo de distincin.
Esto explica la alta consideracin que todas las culturas han profesado por el hombre.
As, en la antigua Grecia, como canta el coro de Antgona -la famosaobra de Sfocles
sobre la que se volver con ms detalle en el prximo captulo-, muchas cosas
asombrosas existen y, con todo, nada ms asombroso que el hombre. De igual modo,
Herclito afirma que los hombres son dioses mortales[1], acaso retomando la
sentencia atribuida a Mercurio o Hermes (el dios de la sabidura para los griegos) qu
gran milagro es el hombre, oh Asclepio. Sin embargo, como lo puntualiza con la
profusin de datos propio de su estilo y, ms todava, de la poca, el renacentista Pico
Della Mirndola al principio de su clebre Discurso sobre la dignidad del hombre, este
planteamiento trasciende la tradicin Occidental: En los escritos de los rabes he
ledo el caso del sarraceno Abdalah. Preguntado sobre qu era lo que ms digno de
admiracin apareca en esta especie de teatro del mundo, respondi: nada ms
admirable que el hombre.Pero hay ms: para el autor, este intrprete de la
naturaleza por la perspicacia de los sentidos, la intuicin penetrante de su razn y la
luz de su inteligencia ha sido considerado como cpula del mundo, y como su
himeneo, segn los persas y un poco inferior a los ngeles, segn David.
Ahora bien: como se anticip ms arriba, a ninguno de estos textos le es ajeno que en
Javier Hervada, se han presentado, cuanto menos, tres teoras que procuraron
explicarla.
As, para algunos persona proviene del griego prsopon, que designaba el rostro o
faz del hombre y, por extensin, la mscara. Sin embargo, modernamente se dice que
persona tiene origen etrusco, bien en el adjetivo arcaico relativo a la palabra phersu
(que designa a un personaje enmascarado que aparece en un antiguo mural del siglo
V a.C.- o la mscara que lleva puesta), bien en el nombre de la diosa Pesfone, en
cuyas fiestas se usaban mscaras, al igual que los griegos en las bacanales de
Dionisio. En efecto; como puntualiza Beuchot a partir de la opinin de Sanabria, en
Tarquinia se descubri una tumba de unos 500 aos antes de Cristo- decorada con
frescos. Ah aparece tres veces la palabra phersu. El fresco del muro principal tiene un
personaje con mscara -phersu?- y con un gorro puntiagudo. Cerca de su cara est
la palabra phersu, la cual aparece dos veces en otros frescos con el mismo
personaje que danza. Ante ello, el autor conjetura que tanto puede significar la
mscara; el danzante o el nombre del personaje o, al igual que lo recogido por
Hervada, puede tener relacin con Perseo, el mitolgico esposo infernal de
Persfone. Por ltimo, debe considerarse la antigua interpretacin de AulioGelio, para
quien persona deriva del verbo personare, que significa resonar con fuerza y por ello
se aplic a las mscaras que, en las representaciones teatrales, utilizaban los actores,
los cuales, por su concavidad aumentaban la intensidad de la voz del actor. Como
quiera que sea, s es claro que las tres teoras coinciden en sealar como primer
significado de la palabra latina persona el de mscara, esto es, indica algo exterior al
hombre, con el que ste se cubre la cabeza y con ello se presenta ante los dems con
una figura o cara exterior, que no es la natural propia.
La apreciacin recin referida no va sin consecuencias para el plano social y, por
extensin, para el jurdico, ya que, si bien se mira, la mscara a que hace referencia
la persona sirve para ocultar la verdadera realidad del enmascarado o para permitirle
desempear un papel diverso del que genuinamente es. Vista la cuestin desde esta
perspectiva ya decididamente conceptual, parece claro que una cosa es el ser humano
y otra, bien distinta, la persona. Por ello, si bien resulta de indudable importancia,
como aade Hervada, que persona tuvo, desde sus orgenes, un sentido social y
relacional: el hombre en un contexto social de relacin, no lo es menos que el
contenido de ese sentido social y relacional, ha variado a lo largo de las pocas,
cuanto menos a partir de las diversas concepciones filosficas y teolgicas que
gravitaron y gravitan sobre las relaciones intersubjetivas, como se procurar hacer ver,
con los lmites impuestos auna obra como la presente, en lo que sigue.
La concepcin greco-romana (estamental) de persona
En la tradicin greco-romana el concepto de persona viene anticipado y, si se me
permite la expresin, es rehn del anlisis etimolgico recin expuesto. En efecto;
segn Beuchot, en un principio persona aludi a las mscaras que usaban los actores
en el teatro; luego, se le dio el sentido del papel que juega la persona en la
cuyo seno tuvo lugar, durante los primeros siglos de nuestra era, la intensa disputa en
torno de los dogmas catlicos de la Santsima Trinidad y de la encarnacin de Cristo.
En relacin con lo primero, los concilios celebrados en Oriente establecieron la frmula
de la consustancialidad, es decir, una nica e idntica substancia o esencia (en griego,
ousia) con tres subsistencias (en griego, hypstasis) (Padre, Hijo y Espritu Santo). A
su vez, en lo relativo a lo segundo, se reconoci una sola subsistencia y
dosnaturalezas (en griego, physis) (divina y humana). Trasladados estos conceptos a
la lengua latina, la voz hypstasis fue traducida como persona, con lo cual, como dice
Hervada, sin pretenderlo, se cre la acepcin filosfica de la palabra persona: una
subsistencia o ser subsistente de naturaleza intelectual o espiritual, de donde esta
significacin, originariamente no nacida en razn del hombre resultaba referible a toda
subsistencia de naturaleza intelectual, por lo que la filosofa posterior la aplic al
hombre para explicar determinadas dimensiones de su ser (por ejemplo, su dignidad).
En verdad, que esto haya evolucionado en el sentido indicado por el autor recin
citado se debe, como remarca Beuchot, a que el cristianismo pone como principio
absoluto de lo que hay, lo personal: no un algo, sino un alguien que, en ltima
instancia, es Dios. En efecto; en el horizonte de la cristiandad, el Dios a cuya imagen
fue creado el hombre se presenta de manera personal, por lo que mucho de la
concepcin cristiana de la persona se obtendr por analoga con el Dios personal. Se
trata, pues, de alguien personal con quien se tiene una relacin personal de modo
que ya no se est ante una visin fatdica y circular de la historia, sino frente a una
historia de la salvacin; tanto del pueblo o iglesia como del individuo concreto, de la
persona existente, que apuesta su existencia a Dios, para ser salvada por l.
Sobre tales bases, la personalidad humana encuentra una doble fundamentacin:
teolgica yfilosfica o metafsica. En la primera, comprendido el mundo como
creacin, su principio es el Creador, del cual, responsablemente, es decir a ttulo de
decisin personal, procede. De ah que, como puntualiza Beuchot citando a lvarez
Turienzo, ese proceso personal no es reducible al cosmolgico natural, ya que la
criatura, frente al natum de natura- dado en trminos de necesidad, es un factum,
que requiere el principio de la libertad, todo lo cual explica la tensin existente entre
creacionismo y naturalismo por parte de los primeros telogos de la Iglesia y su
animadversin al pensamiento griego, tal y como lo ilustra, entre otros, el sugestivo
libro de Taciano-escrito, por lo dems, en griego-, Oratio adversus graecos (Oracin
contra los griegos). A su vez, en la segunda, se concebir a la persona como aquella
forma de ser que se explica por s misma, es decir, que tiene consistencia
independiente y es principio y fin de su ser y de su obrar, de modo que encuentra en
s su razn de existencia.
Teniendo en cuenta estas ideas, resulta indudable que el aporte de los padres de la
Iglesia y de los primeros filsofos cristianos a la configuracin de la voz persona, tal y
como hoy se la conoce en el mbito de la filosofa y del derecho, fue decisiva.
As, San Juan Crisstomo alude a la hypstasis, entendida ya como substancia (es
decir, como lo que antes se connotaba a la ousa) y a prsopon, al que caracteriza
como el ser en s. A su vez, San Gregorio de Niza derechamente atribuye a la
sin el concurso de los dems a los que, en el ejercicio de tales fatigas, se debe un
respeto absoluto basado en su pareja incomunicabilidad.
El alumbramiento de la nocin de dignitas hominis
a) El aporte del Humanismo
Con la llegada, hacia fines del siglo XIV, de la filosofa del Humanismo que, algo ms
tarde, desemboca en el famoso movimiento conocido como Renacimiento, dandose
as inicio a lo que se conoce como Modernidad, el concepto de persona profundiza
su desarrollo, esta vez siguiendo la influencia de la tradicin judeo-cristiana, acuando
una idea llamada a tener una notable repercusin posterior y que resulta
especialmente significativa para el derecho: la de dignidad humana. En efecto; las
notas hasta aqu predicadas de la persona tienen sentido, en ltima instancia, porque
sta es imagen y semejanza de Dios, de modo que esa imago Dei est en la base de
la dignitas hominis. As, una persona es digna slo en la medida en que se es imagen
de Dios, por manera que si se niega esto ltimo, carece de sentido predicar del
hombre dignidad alguna y, por consiguiente, lasrestantes consecuencias que de ello
se derivan: individualidad; independencia; incomunicabilidad y, en definitiva, el haz de
derechos y deberes que le son propios.
Si bien se mira, no se trata de una idea sustancialmente nueva. Ya en el citado texto
de Luciano se ley, por boca de Herclito, que los hombres son dioses mortales y
que los dioses, a su vez, son hombres inmortales. Ms all del juego de palabras y
de la especial relacin trabada entre dioses y hombres por parte de la antigedad
greco-romana (cuyo anlisis no es competencia de esta obra), fluye con nitidez de lo
dicho el sutil vnculo que une a ambos seres, al extremo de concebirse stos ltimos
-con la salvedad de la mortalidad-, en dioses mismos.
De igual modo, muchos siglos despus, el humanista Marsilio Ficino (1433-1499)
como todo hombre de su poca sumamente influenciado por la cultura griega- escribi
en una obra que lleva el sugestivo ttulo de Theologia Platnica, que el hombre no
desea ni superiores, ni iguales, ni que nada se le excluya de su dominio. Estado
semejante es nicamente el de Dios. En consecuencia, busca el estado divino. Dicho
en otras palabras: el hombre tiene una posicin preeminente sobre la faz de la tierra
en razn de ser imagen y semejanza de Dios, de modo que busca el estado divino,
es decir, procura imitar a su Creador a fin de parecrsele en sus virtudes y sabidura. A
su vez, el ya citado Pico Della Mirndola (1463-1494), no cesa de afirmar en su
famoso discurso que el hombre es llamado y reconocidocon todo derecho como el
gran milagro y animal admirable de modo que es el ser vivo ms feliz y el ms digno
por ello de admiracin. Con todo, ese reconocimiento al igual que en Ficino- no es
gratuito sino que se halla revestido de no pocas obligaciones. Por de pronto, pone en
boca del mejor Artesano, que no te hice celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal. T
mismo te has de forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el rbitro de tu honor,
su modelar y diseador. Con tu precisin puedes rebajarte hasta igualarte con los
brutos, y puedes levantarte hasta las cosas divinas. Y en ese intento, aade,
debemos purificar nuestra alma de los impulsos de nuestras pasiones por medio de la
ciencia moral y disipar la tiniebla de la razn con la dialctica, de modo, en fin, de
alcanzar las tres mximas que caracterizan la mejor personalidad humana: meden
agan (de nada demasiado); Gnothi seauton (concete a ti mismo); Ei (atrvete a ser),
expresin sta ltima de inmensa fortuna posterior.
b) Un regreso necesario: Toms de Aquino
Ahora bien: este nexo entre imago Dei y dignitas hominis, decididamente palpable en
el Renacimiento, fue ya explorado en la tarda Edad Media, como lo prueban algunos
clebres textos de uno de los doctores de la Iglesia, el dominico napolitano y
catedrtico de la Universidad de Pars, Toms de Aquino (1225-1270). Para ste, la
persona es lo ms perfecto y, en cuanto aqu importa, lo ms digno en toda la
naturaleza, lo cual es debido a su subsistencia en lanaturaleza racional. De ah que,
aada, persona es la hipstasis distinguida por la propiedad relativa a la dignidad, de
modo que si lo ms digno es subsistir en la naturaleza racional, todo individuo de
naturaleza racional se llama persona. Por ello, al suponer la dignidad la bondad de
alguna cosa por causa de s misma, sta ltima es algo absoluto y pertenece a la
esencia. De ah que si el concepto de persona, conforme lo antes visto, se dice de s
y no de otro, en tanto, como sagazmente expresa el Aquinate, la persona es un ser
indistinto en s mismo, pero distinto de los dems; as tambin sucede con la
dignidad que se predica de aqul.
Como profundiza a partir de estas ideas Hoyos Castaeda, la dignidad humana es
absoluta porque, en tanto la persona es un todo, no est referida a su propia especie,
es decir, cada absoluto humano es ms que la propia especie a la que pertenece. Y
quiz en trminos ms significativos, aade que el carcter absoluto de la dignidad
significa que el ser del hombre es espiritual esto es, que no depende intrnseca y
constitutivamente de la materia ni, menos, de los accidentes que inhieren en todo
sujeto.
Por el contrario, la dignidad humana () no es un accidente, por cuanto tiene un
fundamento ontolgico al tratarse del mismo ser del hombre que puede manifestarse
accidentalmente a travs de sus actos. De ah, que conclusin de la mayor
importancia como se ver ms abajo-, la dignidad no depende nicamente de su
obrar, sino que se fundamenta en suser. Bajo esta perspectiva, la absolutidad de la
dignidad humana obedece a que la persona es fin en s misma, en tanto es propio
de la naturaleza racional tender a un fin y en el que las operaciones propias de esa
tendencialidad tienen su principio ltimo en la sustancia, porque no son movimientos
meramente transitivos, sino operaciones inmanentes que revierten en el sujeto, en su
plenitud o en su perfeccin.
De cuanto aqu se ha expuesto, y siguiendo un razonamiento tal vez semejante al ya
citado de Hervada al final del apartado 1, la autora infiere una doble consecuencia
para el concepto de persona aqu connotado. Uno negativo, con el que se significa
que el ser subsistente no est sometido a otro, no es otro; es decir, no tiene otro sujeto
en el cual se sustente, analgicamente no es esclavo de nadie ni puede pertenecer a
otro. El positivo significa una independencia o autonoma: el ser subsistente es una
realidad singular y total que tiene un acto de ser propio; es el centro y el sujeto de un
entramado de relaciones, tambin de relaciones jurdicas.
c) Francisco de Vitoria y el advenimiento de la Modernidad
La universalizacin fctica del concepto de persona como ser substancial y digno en
Francisco de Vitoria
Tal vez sean estas dos caractersticas las que, a su modo, tuvo presente el tambin
dominico y catedrtico de la Universidad de Salamanca, Francisco de Vitoria para
formular, en enero de 1532, su clebre Relectio de Indiis, esto es, su releccin sobre
los derechos (o no) dela corona de Castilla para ocupar los territorios americanos,
ejemplo sin par de libertad de ctedra, de un lado, y de vinculacin de la reflexin
universitaria con los problemas y exigencias de la poca, de otra.
Como es obvio, no cabe en esta sede el examen de esa trascendente pregunta, sino
alguna de sus consuecuencias para cuanto aqu interesa. Bajo esa perspectiva,
conviene retener que Vitoria evita deliberadamente discurrir desde la perspectiva de la
seca divisin entre griegos (o romanos) y brbaros, posteriormente reemplazada por la
fieles o infieles o, con mucha posterioridad a las palabras vitorianas, por la de
naciones civilizadas o no civilizadas. Por el contrario, su planteamiento se funda en
que el orbe todo constituye en cierta medida una repblica de la que emana, entre
otras inferencias, un derecho natural de comunicacin entre los pueblos (ius
comunicationis), postura sta que no es sino una ampliacin a escala mundial (de
donde se tiene a este autor como padre del derecho internacional pblico), del
reconocimiento de la igualdad ontolgica de todos los seres humanos. Vinculada la
tesis recin expuesta al problema concreto sobre el que debi expedirse, fluye sin
esfuerzo a juicio de Vitoria la condicin personal (en el sentido postulado a partir de la
interpretacin de los primeros telogos y filsofos cristianos) de los aborgenes
americanos, con lo que, a mi ver, se est ante el primer antecedente de las modernas
declaraciones de derechos humanos.
A este respecto, el autorpasa revista a las opiniones contrarias al reconocimiento de tal
condicin personal, las que encontraron apoyo en planteamientos de orgenes muy
diversos, tales como considerar que esclavos, pecadores, infieles, criaturas
irracionales o dementes carecen de dominio sobre s y sobre su entorno y, por tanto,
no ostentan la condicin personal recin anticipada. Como es obvio, los indios
americanos ingresaran en alguna o algunas de dichas categoras.
Para la primera de las tesis enunciadas, era usual invocar el argumento de la
servidumbre del Digesto y el de la Poltica de Aristteles. Sin embargo, la refutacin de
Vitoria a esta opinin surge de un hecho fcilmente comprobable: pblica y
privadamente los indios estaban en pacfica posesin de sus bienes. Luego, si no
de valer por ley universal Y en este horizonte, profundiza el autor, esa voluntad as
definida sera apta para imperativo categrico porque, en atencin a la idea de una
legislacin universal, no se funda en inters alguno y es, de todos los imperativos
posibles, el nico que puede ser incondicionado. En esto reside, a su ver, el principio
de la moralidad respecto del cual losanteriores esfuerzos tericos fracasaron y, en
definitiva, la nocin de dignidad humana. En efecto; en relacin a lo primero vease al
hombre atado por su deber a leyes: ms nadie cay en pensar que estaba sujeto a su
propia legislacin, si bien sta es universal. A su vez, lo segundo viene considerado
porque el obrar racional as descrito no es por virtud de ningn otro motivo prctico o
en vista de algn provecho futuro, sino por la idea de la dignidad de un ser racional
que no obedece a ninguna otra ley que aquella que l se da a s mismo.
En ese plano, el autor profundiza la idea de dignidad recin referida. A su juicio, en el
reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede
ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de toda
precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad, de donde
aquello que constituye la condicin para que algo sea fin en s mismo, eso no tiene
meramente valor relativo o precio, sino un valor interno, esto es, dignidad. Sobre tales
bases, concluye el filsofo, es la legislacin misma en el sentido de propia y
connatural al hombre ya definida la que debe por eso justamente tener una dignidad,
es decir, un valor incondicionado, incomparable, para lo cual solo la palabra respeto da
la expresin conveniente de la estimacin racional que debe tributarle. En tales
condiciones, la autonoma es, pues, el fundamento de la dignidad de la naturaleza
humana y de toda naturaleza racional
Esverdad, como advierte Hoyos Castaeda, que al cifrar Kant la dignidad humana en
el hecho de que el hombre no obedece a ninguna otra ley que aqulla que l se da a
s mismo, es posible que el principio de la autonoma se expli[que] por la consciencia
individual y la libertad, configurndose as una libertad desvinculada de la
naturaleza. Para decirlo de manera ms directa: se reprocha a la tesis kantiana que la
decisin personal de cada quien no encontrara en las exigencias que dimanan de la
naturaleza humana el punto de referencia a partir del cual y hacia el cual desarrollarse,
con lo que la subjetividad moral perdera la objetividad y, por ende, la universalidad
ambicionada por el propio Kant. Las consecuencias de este planteamiento para el
mbito jurdico son conocidas, puesto que parece claro que detrs de tal interpretacin
fluye la idea, como recuerda la citada autora, de anteponer la autonoma frente a
cualquier otro bien fundamental, de forma que suele postularse un irrestricto derecho
al desarrollo de la personalidad individual an en detrimento de otros derechos: por
ejemplo, bajo el paraguas de la libertad de expresin se postula el derecho a brindar
todo tipo de informacin, con prescindencia de que ello eventualmente afecte otros
derechos, como el bien jurdico de la intimidad de terceros; o, bajo el derecho que
tiene toda mujer sobre su cuerpo, se postula la absoluta libertad de abortar, ms all
de que ello afecte otros derechos, como el bien jurdico de la vida delnasciturus.
A mi juicio, y an reconociendo, como deca Beuchot, algn exceso en la defensa de
la subjetividad moral por parte de Kant y, en general, de los autores modernos, no es
ser y los actos de la persona, por pertenecerle, son derecho suyo frente a los dems.
Con todo, conviene ir por partes: segn precisa el autor citado, ser persona en el
significado filosfico que se ha venido exponiendo, connota al ser que domina su
propio ser, de donde ese dominio de s, en su radicalidad ontolgica, es el distintivo
del ser personal y el fundamento de su dignidad. Dicho dominio contiene, cuanto
menos, un triple desglose: en primer lugar, engendra el dominio sobre cuanto le
constituye (su vida, su integridad fsica, su pensamiento, su relacin con Dios, etc.);
en segundo trmino, y dado que el ser del hombre es, adems de naturaleza, historia,
su dominio se extiende a la apertura y tensin a obtener sus fines propios; y, por
ltimo, la capacidad de dominio se extiende a aquel crculo de cosas que encuentra
en el Universo y que, por no ser personas, son seres que no poseen el dominio sobre
su propio ser y, en consecuencia, son radicalmente dominables, tal el caso de los
objetos exteriores, como las plantas que sirven de alimento para las personas; las
piedras, que permiten un cobijo; los ros, que sirven para el cultivo y para la propia
nutricin del hombre; los animales, muchos de los cualescooperan en el trabajo y la
defensa humanas, etc.
En relacin a este ltimo aspecto, la cuestin se aclara todava mejor y tiene su
importancia en razn de que algn sector de la doctrina en tiempos recientes viene
sosteniendo lo contrario- si se pondera, como lo hace Hervada, que en el mundo
irracional las cosas se organizan como un juego de fuerzas fsicas, biolgicas e
instintivas. As, si se piensa, por ejemplo, en los animales, se advierte que se dan
ciertos fenmenos que en apariencia recuerdan el dominio del hombre y su capacidad
de apropiacin. Los animales tienen guaridas o nidos, se reparten el territorio, forman
unidades entre progenitores y crias, etc. Parece que puede hablarse, respecto de un
animal, de su guarida o nido, sus cras, su territorio, su caza. Sin embargo, todo eso es
simple instinto y fuerza. El animal asentado en un territorio es expulsado de l por otro
ms fuerte, sus cras le son quitadas por las aves rapaces () y sobre todo l puede
ser muerto o incluso servir de alimento sin que se produzca ningn atentado a su
estatuto ontolgico. De ah que, aade el autor, el depredador que arrebata una
pieza cobrada por otro animal o le arranca una cra no es ladrn ni asesino ni est
obligado a restituir, porque el depredador y el depredado no son ms que elementos
de un conjunto que se mueve por un juego de fuerzas. Por el contrario, el hombre no
es pieza de un conjunto, sino protagonista de la historia por medio de decisiones
libres; cada hombre es seor de s, de modo que lasociedad humana es la armnica
conjuncin de libertades. En el universo humano la razn sustituye a la fuerza, porque
es un universo libre. Donde hay libertad no hay fuerza sino, en su caso, obligacin,
que es algo propio del ser racional.
Sobre tales bases, el ataque a ese dominio entraa, en ltima instancia, el ataque a
su estatuto ontolgico, por lo que el dominio personal no es fuerza ejercida ni
producto de la fuerza, sino atribucin sustentada en la ndole poseedora de la
persona, de modo que aqul dominio no engendra fuerza sino deuda.
La dimensin jurdica de la nocin de persona
Introduccin
Con las notas recin expuestas como teln de fondo, la moderna y contempornea
doctrina cientfica y posteriormente- la legislacin de los estados estructuraron el
concepto jurdico de persona.
Al respecto, antes de ingresar al tema conviene hacer la salvedad de que cuando se
habla de esta ltima nocin no se est refiriendo a lo que en el lenguaje tcnico se
conoce como persona jurdica, ya que en ste dicha nocin refiere a las personas
llamadas de existencia ideal, es decir, a las asociaciones; sociedades o fundaciones,
tal y como, por caso, las enuncia la 2 parte del art. 33 del Cdigo Civil. Por el
contrario, aqu el alcance jurdico de la persona est connotando al hombre; al ser
humano o, dicho en sentido tcnico, a la persona fsica, a la que nuestro Cdigo Civil
para seguir con el ejemplo antes empleado- mienta en el art. 31 y especialmente a
partir del 51. En estecontexto, si bien no se discute que las personas fsicas son las
que, en definitiva, dan origen a las de existencia ideal, por lo que muchas de las
consideraciones que se predican de aqullas valen, analgicamente, para stas, debe
quedar claro que cuando se alude al fundamento mismo del derecho que es lo que
interesa en esta obra-, la realidad aludida no es otra que la del ser humano, por lo que
es respecto de ste de quien se predicar, en lo que sigue, el concepto jurdico de
persona.
Sentado lo anterior, para la ciencia jurdica dicho concepto fue alternativamente
caracterizado como el sujeto capaz de derechos y obligaciones (en donde la nota de
capacidad tiene una inequvoca resonancia romana segn se haba anticipado);
como el sujeto titular de derechos y deberes (en el que la voz sujeto remite a la
tambin romana expresin sui iuris, aunque ya completamente remozada, tal y como
se seal ms arriba) o, en fin, como la muy sugestiva idea de ser ante el derecho.
A mi ver, de lo dicho fluye sin mayor esfuerzo que dicha nocin jurdica de persona no
puede ser diversa de la filosfica. Por el contrario, aqulla se halla comprendida por
sta, de la que en definitiva procede por lo que, como afirma Hervada, persona en
sentido jurdico es un concepto que est contenido radicalmente en el de persona en
sentido ontolgico. En efecto; en todas ellas se advierte una nota de la mayor
relevancia, a saber, que se est ante un ser capaz de contraer derechos y
obligaciones, esto es, de ejercer por s (opor sus representantes) su libertad y de
asumir las consecuencias de ello; o, ms fuerte an, de que se trata de un sui iuris, es
decir, de un sujeto portador de una substancia racional que lo torna autnomo e
incomunicable respecto de los dems seres; o, todava ms pertinentemente, que es
un ser ante el derecho, lo cual revela que ya es, y que tal posesin de su ser y de las
operaciones que le son anejas las que se estructuran como lo suyo-, es recogido por
el ordenamiento jurdico en el haz de disposiciones que permiten su mejor desarrollo
en la vida social.
b) El origen natural del concepto de persona
De lo recin expuesto fluye una tesis que reputo de la mayor relevancia: la persona no
tiene un origen positivo, es decir, no es una mera creacin humana, puesta por ste
en la realidad de la vida, sino que tiene su fuente extramuros de ese artificio
intelectual, en tanto es una realidad previa a aquella creacin.
El tema no es menor y, como expresa Hervada, quiz podra decirse que el problema
es implanteable en estos trminos porque () persona es un concepto tcnico-jurdico
y, en consecuencia, una creacin cientfica de los juristas. No obstante, aade, con
ello se olvidara que () todo concepto, si no es un juego intelectual, ha de tener una
correspondencia con la realidad. De ah que, an suponiendo que todo sistema
jurdico fuese una creacin positiva () no es cultural ni la capacidad del hombre de
ser sujeto de derecho, ni la tendencia a relacionarse jurdicamente, del mismo
modoque si cualquier sistema de comunicacin oral todo idioma- es una creacin
cultural () no son culturales sino naturales la capacidad de hablar, la tendencia a la
comunicacin oral y el hecho mismo de esa comunicacin, ya que para que esto
fuese cultural y no natural hara falta que el estado natural del hombre fuese ajurdico,
que nada jurdico hubiese naturalmente en el hombre.
Al respecto, y como afirma el autor citado, es interesante remarcar que tal afirmacin
nunca fue sostenida en la historia, ni siquiera entre los modernos autores pactistas
para quienes el estado natural del hombre, contrariamente a la clsica definicin
aristotlica del zoon politikon, fue de una completa asocialidad, constituyendo el
contrato creacin tpicamente humana- la exclusiva fuente de juridicidad para las
personas. En efecto; esta posicin ni siquiera est presente en un caso extremo como
el de Thomas Hobbes, para quien en dicho estado de naturaleza como se ver con
ms detalle en el cap. siguiente- todava existe el derecho de a todo sobre todos (ius
omnium erga omnes). Sin embargo, ms all de este detalle histrico no menor, la
tesis de la ajuridicidad importa negar un hecho de experiencia: que toda persona es,
per se, titular de cosas suyas: su ser; sus operaciones, a travs de las cuales proyecta
un futuro con arreglo a fines preestablecidos; los derechos que le son anejos (la vida;
la integridad fsica; la libertad de pensamiento; de expresin, etc.); en fin, la dignidad
que es corolario de todo ello.De ah que la tesis recin expuesta no slo parece
contradecir la reflexin filosfico-jurdica precedentemente asumida a partir de textos
procedentes de variadas culturas, sino, en definitiva, la ms bsica existencia humana,
puesto que entraara redundar, en los hechos, en un estado de pura anomia y de
fuerza absoluta, esto es, en la completa falta de dominio sobre s y sobre su entorno
lo cual, en definitiva, conlleva la desaparicin misma del ser humano.
c) Todos los hombres son persona
Pero hay ms: el concepto filosfico de la persona y su inexorable impacto sobre lo
jurdico conduce inevitablemente a apartarse de la afirmacin segn la cual no todo
hombre es persona, tesis defendida, como se ha sealado ya, por la concepcin
estamental de la sociedad, aunque tambin por el Positivismo jurdico. Sin perjuicio
meses fijados por las leyes? Se abrira as una puerta a la incertidumbre de los juicios
individuales, y a las opiniones siempre dudosas de los facultativos, sobre el tiempo
que el hijo hubiese estado en el vientre materno, por la imperfeccin de su constitucin
material, que vendra a decidir sobre los derechos ms importantes. A su vez, en lo
relativo a la segunda afirmacin, su postura es an ms difana y categrica:
Decimos lo mismo respecto de los vicios orgnicos que el recin nacidopresente. No
porque una persona perezca con signos indudables de una pronta muerte, queda
incapaz de derecho. Sera preciso tambin que la ley fijara el tiempo en que el vicio
orgnico deba desenvolverse para causar la incapacidad del recin nacido, y la
ciencia no podra por cierto asegurar qu das o qu horas de vida le quedaban al
nacido con un vicio orgnico (el nfasis se ha aadido en todos los casos).
Como es claro de lo expuesto, Vlez Srsfield abraza sin subterfugio el concepto de
persona fundado en la substancialidad o esencialidad de todos los entes con entera
prescindencia de su mayor; menor o, incluso, nula operatividad pues, como se
transcribi, la capacidad de derecho, es decir, la capacidad basada en el ser del
hombre y no la capacidad de hecho basada en su obrar es inherente al hecho de la
existencia de una criatura humana. sta ltima, en efecto, es; est y, como
sagazmente vio Vitoria, es susceptible de injusticia en tanto cualquier ataque lo
violenta o hasta lo destruye con entera prescindencia de las habilidades o destrezas
con que pueda desarrollar su personalidad a lo largo de su historia vital.
En nuestros das, Hervada lo ha sintetizado de manera sumamente clara cuando
expuso que en este punto central conviene distinguir entre el uso del dominio y el
dominio en su radicalidad. Toda persona humana se pertenece a s misma y en virtud
de su misma ontologa es incapaz radicalmente de pertenecer a otra persona. Este
dominio radical se manifiesta en el dominio real, libre, de sus actos.Ahora bien, esta
manifestacin puede venir obstaculizada por enfermedades y defectos (dementes,
subnormales, etc.); en estos casos cabe una tutela o cuidado pero no un verdadero y
propio dominio pertenencia en sentido estricto- sobre la persona; en su radicalidad
ontolgica, toda persona aunque padezca las enfermedades o defectos
mencionados-, se pertenece a s misma. As, en los casos planteados por Hervada la
persona no podr ejercitar su dominio en razn de su incapacidad (bien que, al
respecto, existen grados, conforme se dir en seguida, que le permitir un mayor o
menor dominio de s) por lo que no podr hacer uso de su razn. Pero ese pleno o
ms o menos restringido discernimiento no lo cancela como ser personal sino que, en
todo caso, lo torna acreedor de todos los derechos inherentes a aqul con ms uno: el
especial resguardo o cuidado que exige la dignidad de todo ser personal.
2. La recepcin del concepto de persona en la jurisprudencia nacional
Introduccin
El concepto de persona asumido por la legislacin nacional encuentra amplia
proyeccin en el mbito jurisprudencial, como surge de la sumaria informacin que se
son personas y ello sucede desde la concepcin en el seno materno (art. 70) con
prescindencia de que los nacidos con vida tengan imposibilidad de prolongarla ()
por un vicio orgnico interno, o por nacer antes de tiempo(art. 72).
Pues bien, tanto la cuestin del inicio de la vida cuando la de su viabilidad han sido
discutidas desde siempre por la ciencia y la filosofa, incidiendo tal discusin, como es
de esperar, sobre el derecho, tal y como se advierte, en relacin a lo primero, con la
situacin de los embriones congelados y del ovocito pronucleado y, en lo relativo a lo
segundo, con la de la persona anenceflica.
i) El caso de los embriones congelados y del ovocito pronucleado
Respecto de lo primero, en los Estados Unidos se ha proporcionado, a la fecha, una
triple respuesta. En primer trmino, se sostiene que los embriones son personas por
hallarse vivos y resultar genticamente nicos, disponindose ya de toda la
informacin que necesitar para convertirse y desarrollarse en un ser humano. Entre
otros casos, uno clebre por sus cambiantes alternativas es el protagonizado a raz del
divorcio de un matrimonio en el que se disput la tenencia de ciertos embriones
conservados en una clnica y originados en el tratamiento de fertilizacin in vitro
fallidamente intentado, en su oportunidad, por los cnyuges. En dicho caso (Davis v.
Davis -1989-), el tribunal de distrito del Estado de Tennese comparti la idea de los
siete expertos mdicos liderados por el Dr. Lejeune, para quienes mediante la
utilizacin del ADN se podran identificar los cdigos de vida individuales de los
embriones humanos y de tal modo delinear completamente la constitucin de ese
individuo. De ah que, aadi, cada cdula tiene uncido desoxirribonucleico que es
como una huella dactilar y que lo hace fcil de distinguir de otros embriones
humanos. Por ello, concluy que los embriones tenan vida desde el momento de la
concepcin y que, en rigor, no eran embriones sino menores in vitro, por manera
que invoc la patria potestad y, al considerar que su mejor inters era el nacer,
otorg una guarda provisoria de los menores a favor de una de las partes.
La postura recin expuesta, sin embargo, ha sido resistida por quienes afirman que el
embrin humano es un tejido humano extracorporal y, por tanto, un apndice del
cuerpo humano. Sobre tales bases, se tratara de una cosa susceptible de
aprehensin, de modo que puede ser algo sujeto a propiedad y por ende sujeto al
dominio de una persona quienes, por lo mismo, gozan del control final sobre su
destino. Diversos fallos admitieron esta tesis que, como acaba de referirse, se halla en
las antpodas de la anterior, pues mientras que la primera adhiere a la doctrina del ser
sustancial y digno, sta ltima entiende que los embriones no son humanos sino
meras cosas. Entre otros, destaca el del tribunal de apelaciones del estado de
Tennesse, el que revi la sentencia dictada en la causa Davis v. Davis referida en el
prrafo precedente. Para el tribunal, los embriones resultan cosas susceptibles de
apropiacin y disposicin, de modo que deban ser tratados como parte del acervo
matrimonial y, por tanto, divididos como los dems bienes fungibles del matrimonio.
De ah quealudi a la necesidad de un control conjunto sobre ellos en lugar de una
custodia conjunta, terminologa que avala la posicin de que los embriones son
cosas y no personas, ya que de las personas se tiene custodia y no control. La fina
distincin recin expuesta ilustra con acierto ms all del resultado de la decisin,
que no comparto-, el fundamental distingo entre, por una parte, las personas
incapacitadas de hecho de ejercer su ser personal y los derechos que lo son anejos y,
por otra, las cosas, aspecto ste que tambin ha sido precisado con rigor en el
precedente Kass v. Kass en el que un tribunal de apelaciones del estado de New
Cork autoriz la vigencia de un contrato sobre el destino del embrin humano,
asimilndolo a una cosa, ya que no se puede contratar sobre el destino de una
persona.
Por ltimo, existe una tercer postura que defiende que el embrin no es ni una
persona ni una cosa, pero merece un respeto especial, con sustento, de un lado, en
el potencial de viabilidad que ostenta por lo que no debera ser asimilado a tejido
humano o extracorpreo; y, de otro, en que no ha desarrollado completamente su
estructura biolgica, por lo que no debera ser asimilado a una persona. Entre otros
precedentes que defienden esta tesis se encuentra el del tribunal supremo del estado
de Tennesee que, en el citado caso Davis v Davis decidi que el embrin humano
merece mayor reconocimiento de personalidad que una mera cosa aun cuando no es
un ser humano, ms all de que, en lasolucin brindada al caso pareci estar ms
cercano de la segunda que de la primera postura.
Por su parte, en cuanto concierne a nuestro pas, la Sala I de la Cmara Nacional en
lo Civil de la Capital Federal se pronunci en un clebre caso en favor de la tesis de la
personalidad substancial del embrin.
Al abordar este punto, la Sala expresa que la cuestin se halla controvertida tanto en
el plano cientfico como en el jurdico. De tal suerte, pone de resalto que mientras para
alguna corriente de opinin slo cabe admitir la existencia del ser humano a partir de
los primeros catorce das de la fecundacin, con la implantacin estable del
denominado pre-embrin en la pared del tero materno, convertido as en verdadero
embrin, para otra, por el contrario, al producirse en el ovocito fertilizado la singamia,
la unin de ambos proncleos con la consiguiente unificacin de la informacin
gentica, se estara ante un nuevo ser distinto de sus progenitores (ap. VII, prr. 5 y
7). Pues bien, frente a dicha disputa, tras expresar que en nuestro pas no existe
legislacin especfica sobre tales cuestiones (ap. V, prr. 5. El nfasis se ha
aadido), la Cmara adhiri al segundo criterio habida cuenta de su conformidad con
nuestro derecho positivo (ap. VII, prr. 10).
En efecto, luego de resaltar que para el ordenamiento jurdico se es persona a partir
de la concepcin, matiza que la relativa amplitud del trmino concepcin no resuelve
con precisin el interrogante en torno al momento del surgimiento delnuevo ser,
producido segn lo registran los actuales conocimientos cientficos- en el marco de
un complejo y dinmico proceso. Pero el mismo Cdigo Civil ofrece un criterio para
responder a ese interrogante.... Se trata, a su juicio, de que el art. 51 expresa que
todos los entes que presenten signos caracterstica de humanidad, sin distincin de
cualidades o accidentes, son personas de existencia visible. Y aunque es obvio que al
incluirse esta norma no se tuvo en mira la situacin aqu examinada, sino otras
vinculadas a personas ya nacidas y en funcin de sus rasgos morfolgicos o
simplemente de antiguas creencias sobre la existencia de monstruos o prodigios (...)
ello no obsta a que el criterio subyacente en dicho precepto pueda aplicarse en casos
distintos, no previstos entonces. Por el contrario, una interpretacin analgica del
mismo conduce a esa solucin (art. 16, Cd. cit). Pues, en definitiva, aquel criterio
implica tanto como admitir la realidad de la persona ante cualquier signo caracterstico
de humanidad, sin distincin de cualidades o accidentes; y no parece dudoso que la
existencia en el embrin del cdigo gentico, determinante de su individualidad y
conteniendo las pautas de su ulterior desenvolvimiento, de suerte que en potencia ya
est en l biolgicamente- todo el hombre que ser en el futuro, representa al menos
aquellos signos. Ello con independencia de cualidades o accidentes, o sea de las
determinaciones fsicas, psquicas, sociales y morales que necesariamente lo
afectarndurante su posterior desarrollo, hasta la muerte.
Ahora bien: en el fallo recin referido, la Sala examin, adems, el caso del ovocito
pronucleado, es decir, del que poco despus de haber sido penetrado por el
espermatozoide demuestra la existencia de dos prnucleos, uno aportado por la
gameta femenina y otro por la masculina. Sobre el particular, la sentencia da cuenta
de un desacuerdo cientfico y filosfico sobre la verdadera condicin del ovocito
pronucleado, la cual no puede ser dirimida por los jueces. Consider, al respecto,
que no resultan analgicamente extensibles las consideraciones vertidas respecto del
embrin, pero tampoco cabe negarlas pues el ovocito pronucleado constituye una
estructura biolgica peculiar, distinta de los gametos masculinos y femenino, que
contiene los elementos con lo que pocas horas despus se formar el embrin.
Subsiste as una duda que debe aceptarse y asumirse como tal. De ah que, se
aade, la prudencia impone darle un trato semejante a la persona. No por aseverar
que lo sea () sino ante la duda que suscita el no poder excluirlo con certidumbre, ya
que, en el orden prctico, cuando no se trata de juzga sino de obrar () lo indicado
es proceder de modo de preservar lo que sera un bien mayor en el caso, la vida de
personas- o al menos estar al mal menor postergando toda conducta que pudiera
comprometer ese bien.
El caso del feto anenceflico
En la causa T. S. c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se requiri anticipar el
parto o interrumpirel embarazo en razn del riesgo para la salud fsica y psquica de
la madre ante la existencia de un feto anenceflico, esto es, de quien, al carecer de los
hemisferios cerebrales, no tiene posibilidades de vida autnoma separado del seno
materno ms all, en general, de unas 12 horas. Denegada la medida en primera y
segunda instancias, el Superior Tribunal de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, por
mayora, hizo lugar al pedido y orden inducir el parto o eventualmente practicar
intervencin quirrgica de cesrea. Apelada la medida, sta fue confirmada por la
Corte Suprema de Justicia tambin por mayora- al considerar, sta ltima, en lo
esencial, que el estado de gestin (octavo mes de embarazo) permita realizar aqulla
prctica. En lo que sigue, reproducir algunos extractos de las diversas intervenciones
que resultan de inters al objeto de este tema.
As, el voto del juez de la corte estadual Maier, luego de reconocer que la anencefalia
no significa ausencia completa de toda actividad cerebral, pues si as fuera ni siquiera
los movimientos internos que el feto necesita para vivir (por ej. respiracin, impulsos
cardacos), existiran, esto es, morira, sin embargo, parece hacer suyas las opiniones
de diversas autoridades para quienes la anencefalia representa, entre todas las
patologas fetales, un carcter clnico extremo, por cuanto la ausencia de los
hemisferios cerebrales () constituye la representacin de lo subhumano por
excelencia () por faltarles el mnimo dedesenvolvimiento biolgico exigido para el
ingreso a la categora de humanos, de modo que la vida que subsiste no es,
hablando propiamente, una vida humana, la vida de un ser humano destinado a llegar
a ser (o ya ser) persona humana (nfasis aadido).
La rplica a esta postura llega, entre otros, por parte del Procurador General de la
Nacin y por los votos en disidencia de la Corte Suprema del que tomar, por razn de
brevedad, el del juez Nazareno. As, el primero refiere, entre otros, el Prembulo de la
Convencin sobre los Derechos del Nio (art. 75, inc. 22 de la Const. Nacional, texto
segn la reforma de 1994), en cuanto dispone que el nio, por su falta de madurez
fsica y mental, necesita proteccin y cuidado especiales, incluso la debida proteccin
legal, tanto antes como despus del nacimiento y la Declaracin Americana de los
Derechos del Hombre, segn la cual toda persona tiene los derechos y libertades
proclamados en esta Declaracin, sin distincin alguna de raza, color, sexo, idioma,
religin, opinin poltica o de cualquier otra ndole, origen nacional o social, posicin
econmica, nacimiento o cualquier otra condicin (art. 2.1) (nfasis aadido en ambos
casos) (pp. 14-15). Para el Procurador, no es ociosa la reproduccin de esos y
otros textos ya que en los votos de mayora [de la corte estadual] se niega la
pertinencia de estas citas, ya sea segn afirman- () porque no existe persona
cuyos derechos se deban tutelar por la ausencia de rasgos humanos en el
nasciturus- o, simplementeporque al carecer el nio de viabilidad extrauterina, no se
puede considerar que exista vida (p. 15). A su juicio, estas consideraciones confrontan
la idea defendida por la Corte Suprema en Fallos: 322:2701 segn la cual la
consideracin primordial del nio () orienta y condiciona toda decisin de los
tribunales de todas las instancias (el nfasis corresponde al original) (p. 16). De ah
que, a su ver, esa proteccin se acenta conforme es mayor la indefensin de la
persona, ya fuere por su minoridad o por no haber nacido an, de modo que en nada
afecta a la plena vigencia de sus derechos la alegada inviabilidad del nasciturus, ya
que su sola condicin de nio, sin importar cul fuere la extensin de su vida
extrauterina, lo hace merecedor de esas protecciones. Ellas deben estar presentes, so
pena de incumplirlas, en cada uno de sus breves, y quiz nicos, instantes de vida
luego de nacer (pp. 17-18). El dictamen concluye con consideraciones que enlazan,
ntidamente, con un concepto substancial (no accidental ni operativo) y, por tanto,
metafsico (no fsico) de persona. As, luego de reconocer que la deficiencia de que
adolece el nasciturus se encuentra entre aquellas que son extremas y que por cierto
impiden su viabilidad, matiza que establecer categoras de humanidad podra
conducir hacia el ms peligroso sendero discriminatorio, porque sin duda, la ms
temible de las discriminaciones (peor an que la racial, religiosa, sexual o poltica) es
aquella que se permite afirmar o negar al hombresu propia condicin de hombre.
Advirtase que tan difuso es el estrecho lmite que se transita cuando se pretende
decidir la humanidad de un individuo, que en la misma sentencia en crisis, luego de
afirmar innumerables veces que el feto descerebrado carece de las caractersticas
bsicas del humano, se reconoce que el nio por nacer cumple con algunas
actividades cerebrales. Sobre tales bases, concluye, es por ello que me pronuncio
por la defensa de la vida de quien presenta signos de humanidad, aunque fueren
mnimos, porque no puedo dejar de contemplar que ante nosotros y aqu la
reminiscencia con Vitoria es inequvoca- se encuentra un ser, que adems de cumplir
con funciones vitales bsicas, podra en alguna medida sentir, aunque fuere, dolor;
sensacin que lo ubica a nuestro lado, junto a nosotros, como congnere (p. 20).
Por su parte, el voto del juez Nazareno se estructura, entre otras consideraciones y en
cuanto aqu tiene relevancia, sobre el parmetro cientfico de la biolgia, segn el cual
la secuencia del cido desoxirribonucleico, identificado bajo la conocida abreviatura
ADN es el material encargado de almacenar y transmitir la informacin gentica, de
suerte que es un hecho cientfico que la construccin gentica de la persona est all
preparada y lista para ser dirigida biolgicamente pues el ADN del huevo contiene la
descripcin anticipada de toda la ontognesis en sus ms pequeos detalles. De ello
se deduce, prosigue el voto, que el ADN humano o genoma humanoidentifica a una
persona como perteneciente al gnero humano y, por ende, constituye un signo
caracterstico e irreductible de humanidad en los trminos de la ley (art. 51 del Cdigo
Civil). Ms an: la humanidad del feto parece incuestionable si se pondera, prosigue
el voto, que la ecografa practicada a la madre revela la existencia de un proceso vital
en desarrollo ya que sus resultados ilustran sobre la normalidad de la cintica
cardaca, la actividad de lo movimientos fetales, al tiempo que informan que el lquido
amnitico es adecuado para la edad gestacional. En esa lnea, las constancias
advierten que la actora ha engendrado un feto que se mantiene en un ritmo de
crecimiento, excepto en lo referido al encfalo, cuya patologa, segn la doctrina
cientfica, se inicia tempranamente entre los das 17 y 23 del desarrollo fetal. Sobre
tales bases, aade el voto, la patologa es ulterior a la concepcin, esto es, posterior
al momento en que ha comenzado a existir la persona, de lo que se deduce que el
organismo viviente en cuestin es una persona por nacer que padece n accidente
(art. 51 del Cdigo Civil) la anencefalia- que no altera su condicin (art. 63 del cd.
cit.), de donde la inexistencia o malformacin del cerebro humano a las personas
desarrollo fetal no transforma a las personas en productos sub humanos como
sugiere el a quo (nfasis aadido) (consid. 8). Por el contrario, el derecho a la vida
de la persona por nacer anenceflica viene imperativamente impuesto por la doctrina
queemerge de un conjunto de normas, tales como la del art. 75, inc. 23 de la
Constitucin Nacional por el que se encomienda, de manera genrica, al Congreso
estrictamente necesario, puesto que, de otro modo, se alterara la finalidad para el que
se ha constituido el rgimen con directo detrimento de la substancialidad-dignidad de
la persona que es el fundamento ltimo de aqul. Ahora bien: como concluye el autor
citado, al decir que lo beneficie no queremos significar que lo iguale sino que lo
equipare, esto es, `que lo ponga en una situacin fctica de igualdad con los dems
ya que las personas son todas substancialmente iguales, ms all de los accidentes
que inexorablemente los distinguen.
Unidad de Aprendizaje II
La querella entre el Derecho natural
y el Positivismo jurdico
Introduccin
En la Unidad de Aprendizaje I se examin el concepto de persona en tanto es ella el
fundamento del derecho, es decir, la razn primera y ltima de su existencia. De
seguido, se ubic al derecho en su contexto propio, la sociedad, pues donde hay al
menos dos personas, existe el derecho, en la medida enque necesariamente se
suscitan entre ambas relaciones jurdicas derivadas de dicha coexistencia. Los
romanos haban descrito esta idea bajo la frmula ubi societas, ibi ius, es decir,
donde hay sociedad, hay derecho, debiendo entenderse por aquella, por lo menos, la
existencia de dos personas. A continuacin, se estudi uno de los temas capitales del
derecho, a saber, la justicia, pues el hombre, en su vida en sociedad, no aspira sino a
obtener una coexistencia pacfica y no puede haber paz (individual y social) sin
mnimas condiciones de justicia.
Ahora bien: uno de los requisitos insoslayables para que se pueda hablar de una
sociedad en la que reine la justicia remite a un tpico clsico de la teora general del
derecho de Occidente: la cuestin del derecho natural, el cual, avalado por el
planteamiento conocido como teora del Derecho Natural encontr, desde antiguo, el
cerrado rechazo de la tradicin terica denominada Positivismo Jurdico, dando lugar
a una clebre querella que hunde sus trazos en los textos ms antiguos que se hayan
para decirlo de manera directa, la afliccin del hombre, como escribe Kaufmann, en el
sentido de que si se desea hacer las relaciones ms humanas,
correspondeindefectiblemente hacer el derecho ms justo. En definitiva, el hecho
mismo de que algunas de estas obras ni siquiera hayan sido concebidas para una
sede filosfica o filosfico-jurdica muestra la centralidad que encierra sta polmica
en la comprensin y el destino del hombre.
Por ltimo, el referido contrapunto iusnaturalismo-iuspositivismo suscit, al cabo de
los siglos, el escepticismo de algn sector de la doctrina que entendi que se estaba
ante una polmica irresoluble y, por tanto, estril. En ese contexto, se propuso un
tercer camino (dritter Weg). Al examen de la virtualidad o no de esta propuesta se
dedica la siguiente parte del captulo, con el que ste concluye.
La querella entre el Derecho Natural y el Positivismo Jurdico
Como se anticip en el punto precedente, las tesis fundamentales del Iusnaturalismo
jurdico fueron histricamente contestadas por una filosofa que, a partir de la
modernidad, suele conocerse como Positivismo Jurdico, contrapunto ste que ha
dado lugar a una de las querellas ms emblemticas y, a la vez, de mayor
persistencia, del pensamiento jurdico Occidental.
Qu es el positivismo jurdico? Segn lo recin expuesto, esta pregunta no es de fcil
respuesta dados los diversos planteamientos existentes al interior mismo de dicha
corriente y las fuertes divergencias all observables. De ah que a los fines de este
trabajo baste la presentacin de alguna de sus notas ms emblemticas (o, cuanto
menos, tradicionalmente caracterizantes), en especial con elobjeto de enfatizar los
puntos centrales de divergencia con la tradicin Iusnaturalista la cual, como tambin
ha sido sealado, tampoco es monocorde, motivo por el cual en lo que sigue debe
entenderse que este filosofa hace referencia a su faceta clsica que, como se ver
ms adelante, es el por Llompart denominado iusnaturalismo en sentido jurdico y a
la que tambin indistintamente denomino como pensamiento prctico-valorativo o
pensamiento de la razn prctica.
As, como explica didcticamente Gregorio Robles, el Positivismo Jurdico supone la
ruptura con la meta-fsica, para quedarse en la fsica; la ruptura con el ser ideal y la
reivindicacin a ultranza de lo real y sus leyes. El positivismo es, en definitiva, el triunfo
de las ciencias de la naturaleza y de sus presupuestos epistemolgicos. Gustav
Radbruch, por su parte, expresa: el positivismo jurdico es la corriente de la ciencia
jurdica que cree poder resolver todos los problemas jurdicos que se planteen a base
del Derecho positivo, por medios puramente intelectuales y sin recurrir a criterios de
valor. Y aade que esta concepcin no se gobierna solamente por principios lgicos,
sino, sobre todo, por principios jurdicos. En efecto; en primer trmino, pesa sobre el
juez la prohibicin de crear Derecho ya que con arreglo a la teora de la divisin de
los poderes, la misin de crear Derecho est reservada a la representacin popular.
Adems, pesa sobre aqul la prohibicin de negarse a fallar pues la ciencia jurdica
esuna ciencia prctica; no puede, ante el imperativo de las necesidades de la prctica,
alegar que la ciencia no ha resuelto todava el problema planteado; hay que dar por
descartada la posibilidad de un non liquet en lo que a la cuestin jurdica se refiere.
Por ltimo, la prohibicin de crear Derecho y la de negarse a fallar slo pueden
conciliarse entre s si arranca de un tercer supuesto, a saber: que la ley carece de
lagunas, no encierra contradicciones, es completa y clara. En otras palabras,
concluye, es el postulado o ficcin consistente en afirmar que la ley o, por lo menos,
el orden jurdico forma una unidad cerrada y completa.
De lo recin expuesto, surgen con claridad algunas de las evidentes divergencias que
distinguen a estas posturas. Por de pronto, la ruptura con la metafsica y la
reivindicacin de lo real entraa la relativizacin o, ms an, la directa negacin del
nervio sobre el que se asienta la ya conocida Unidad de Aprendizaje I, a saber, que la
persona es un ser que se domina a s mismo. Es lgico, ya que una afirmacin como
la recin transcripta implica reconocer que los seres humanos poseen derechos y
deberes innatos o connaturales con su personalidad; es decir, que tales derechos
acompaan siempre a la persona; resultan universales y cognoscibles, ms all de
que un ordenamiento jurdico desconozca tales derechos; no los reconozca
adecuadamente o que, por razones econmicas o por circunstancias polticas
determinadas, algunos derechos no puedan (total o parcialmente)ejercerse. Por el
contrario, para la filosofa jurdica positivista el haz de derechos y de deberes de las
personas dependen de lo que al respecto disponga el ordenamiento jurdico de las
naciones, entre otras cosas porque slo es posible un conocimiento cientfico (en el
sentido de fctico o fsico) del derecho, punto de partida insoslayable para
determinar, sobre tales bases, qu sea lo justo o lo tico. De ah que, mientras para la
primera escuela de pensamiento un rastreo en la condicin humana concluye en la
existencia como se ver en la Unidad de Aprendizaje VII con ms detalle- de
derechos/deberes vlidos per se, con prescindencia de su concreta vigencia
histrica; para la segunda los nicos derechos/deberes que cuentan son stos ltimos,
es decir, se afirma la existencia exclusiva y excluyente del derecho positivo, esto es,
del derecho puesto por el legislador. Y, como es claro, las consecuencias a que
arriban estas perspectivas constituyen un lmite infranqueable para cada una de ellas:
la ya referida ley infame de Bergbohm como elemento definitorio de lo jurdico es
suficiente ejemplo de ello pues es claro que ella es imposible de aceptar por cualquier
perspectiva iusnaturalista.
En definitiva, las consideraciones precedentes permiten poner de relieve que la
oposicin entre ambas corrientes atraviesa, promiscuamente, los planos tanto
metodolgico como gnoseolgico ya que la querella en torno de los alcances de la
positividad del derecho que aparece en la superficie del prrafo precedenteviene de
la mano, como se anticip, de la trascendental disputa en torno de la posibilidad o no
de conocer en sentido fuerte de la palabra, esto es el sentido radical de intelegir la
razn ltima y genuina y no meramente fenomnico y superficial- el sentido ltimo de
las cosas que, en cuanto aqu interesa, es la pregunta por el derecho justo y que, en la
tradicin filosfica de Occidente se conoce, en tren de abreviar, como la querella entre
cognotivismo y no cognotivismo.
aunque tal conocimiento excluye por completo el recurso a los juicios de valor: se
est, pues, como se seal, ante un conocimiento dbil, ceido al
mero conocimiento datos (en el sentido de las palabras inglesa y francesa de facts o
faits) respecto de los cuales no se dud que podan, sin dificultad, ser sensorialmente
observados; verificados y clasificados de modo de elevarlos a rango de ley general a
fin de, en lo sucesivo, meramente describirlos y aplicarlos. El derechoes, entonces,
lo que lo que los hechos de la vida social cientficamente describen, conclusin que
explica el apogeo de la Sociologa del Derecho y la tenaz crtica de sus defensores a
la Dogmtica Jurdica a la que se acus, precisamente, de no cientfica.
En lo que sigue, pues, se recrearn algunos tpicos y autores de esta intensa y
decisiva polmica.
El Derecho Natural. Algunos textos y argumentos clsicos
La idea de un derecho natural recorre la entera historia de la humanidad en la medida
en que hunde sus races prcticamente desde que el hombre conserva registros de su
existencia y, por tanto, atraviesa todas las culturas.
Por lo dicho, que en lo sucesivo se examinen tres textos clsicos de la tradicin
Occidental no significa que la cuestin resulte ausente en otros contextos, ms all de
los matices y aproximaciones que, como es obvio, son distintos segn las diversas
culturas. As, y a mero ttulo ejemplificativo, es conocido que mientras en Occidente,
en especial desde el siglo XVI, se enfatiza el tema de los derechos, en Oriente se
pone el acento en los deberes (de hecho, la expresin tener derecho a es
desconocida en las culturas japonesa o china), ms, en ambos casos, la nocin que
gravita es el respeto por el otro (la inviolabilidad de la persona), de modo que, se
mire desde donde se mire (el derecho de uno a no ser ultrajado o el deber de otro a
no ultrajar al primero), se arriba a la misma conclusin de resguardo hacia la
inviolabilidad de la persona.
Sentada,pues, la precedente precisin, pasar a comentar algunos pasajes de tres
documentos en los que, a mi juicio, se hallan las bases de la teora del derecho natural
aqu referida.
a) Sfocles
El primer texto pertenece a la famosa obra de teatro de Sfocles (495-405 A.C.), quien
escribe un drama en el que refiere que, a raz de la disputa por el trono entre Creonte,
rey de Tebas, y su hermano Polinices, el primero, tras dar muerte al segundo orden
en lo que constitua una de las ms severas deshonras de la sociedad griega- dejarlo
insepulto. Antgona, hermana de ambos, es sorprendida por los guardias cuando
procuraba enterrar a su hermano por lo que es llevada ante la presencia del rey, lo que
da lugar al dilogo que interesa a los fines de este trabajo.
En efecto; Creonte la inquiere: sabas que haba sido decretado por un edicto que no
se poda hacer esto? y ante la respuesta afirmativa de Antgona, profundiza: sta
conoca perfectamente que entonces estaba obrando con insolencia, al transgredir las
leyes establecidas, y aqu, despus de haberlo hecho, da muestras de una segunda
insolencia: ufanarse de ello y burlarse, una vez que ya lo ha llevado a efecto.
Como se advierte con claridad, no hay en las palabras del rey un juicio sobre la
moralidad o justicia de la norma, probablemente porque aquellas resultan
sobreentendidas en funcin de la inconducta de Polinices. Por el contrario, es
manifiesto el inters de resguardar la ley promulgada, de suerte que su transgresin, a
sabiendas, constituyeun verdadero escndalo que no solo mina la autoridad del
gobernante, sino que, adems, suscita el descrdito de la poblacin en la existencia y
cumplimiento de aqulla. Podra decirse, entonces, que Creonte slo repara en la
existencia de la norma positiva y en la obligacin de su cumplimiento en tanto que tal.
Ante ello, la respuesta de Antgona se sita en un nivel distinto, al formular un
enjuiciamiento crtico de la norma. As, se lee: No fue Zeus el que los ha mandado
publicar, ni la justicia que vive con los dioses de abajo la que fij tales leyes para los
hombres. No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un
mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Estas
no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dnde surgieron. No iba yo
a obtener castigo por ellas de parte de los dioses por miedo a la intencin de hombre
alguno.
Del texto citado es posible extraer, libremente, el siguiente iter argumentativo: a) por
de pronto, y como es lgico en el horizonte de la sociedad griega en la que religin,
moral y derecho no ocupan compartimentos estancos, Antgona reivindica la existencia
de una justicia divina; b) pero hay ms: esta justicia ostenta un contenido que las leyes
humanas deben en todo caso profundizar pero en ningn caso contradecir. En efecto,
Zeus o los dioses han proporcionado a los hombres leyes no escritas;
inquebrantables y atemporales, las cuales son superiores a las humanas pues
ningn mortal tiene tantopoder como para transgredir[las]; c) as las cosas, si esto
ltimo aconteciera, ello redundara en castigo por ellas, con prescindencia de que tal
obrar ocurra por miedo ante quien posee poder o por afn de pensar como los
dems; d) ante lo expuesto, Antgona concluye el edicto de Creonte no lo ha mandado
publicar Zeus, lo cual es tanto como afirmar que no responde a aqul, imponindose
su inaplicacin.
A los fines del presente estudio, conviene retener no tanto (a pesar de su indudable
trascendencia), la remisin a una justicia divina, cuanto el expreso reconocimiento de
que no basta, a la hora de gobernar la vida social, la sola ley positiva. Dicho de otro
modo: la legislacin no es la ltima ratio del ordenamiento jurdico sino que, ms all
de aquella, existe una instancia crtica en condiciones de juzgar su bondad o maldad;
su acierto o desacierto. En el horizonte cultural de Sfocles, esa instancia la constituy
Zeus (as como desde la cristianizacin de Europa hasta el cisma religioso del siglo
XVI, aqulla fue Dios y, a partir de esa ruptura, la Razn humana). Como se advierte
con claridad, lo decisivo aqu, con prescindencia de quien es el titular de esa sede
crtica a la ley positiva, es que esa sede existe y que el gobernante no puede
contentarse, en orden a pretender el acatamiento de una norma, con su mera
posibles errores que ello pueda entraar" y que son debidos a "la naturaleza de las
cosas, ya que, por su misma esencia, la materia de las cosas de orden prctico reviste
un carcter de irregularidad". En este contexto, concluye el autor, si se planteara un
caso que no alcanza a ser captado por la generalidad de la norma, "se est legitimado
para corregir dicha omisin a travs de la interpretacin de aquello que el legislador
mismo hubiera dicho de haber estado presente en este momento, y de lo que hubiera
puesto en la ley de haber conocido el caso en cuestin". Y es precisamente esta
funcin la que, en el planteamiento del Estagirita, autoriza a calificarla como una
justicia "superior", ya que por su orientacin a dirimir los "casos difciles", la epikeia
traspasa la ley y se transforma en an "msjusta" que sta, pues la completa en
aquellas situaciones excepcionales en que el "carcter absoluto de la norma" es
incapaz de contemplar.
Se ha visto, pues, que es propio del hombre mejor (que, en la inteligencia de
Aristteles es el ms virtuoso y que, en el mbito de las cosas prcticas, es el
prudente), ni ignorar la ley comn o no escrita ni, tampoco, desatender la epikeia
que es la ley ms justa de cara al examen y aplicacin de las normas positivas. Y
bien: es posible decir o saber algo ms respecto de este humus que est ms all y
encima de aquellas disposiciones, mxime si el propio autor reconoce la falta de un
acuerdo generalizado en torno de este punto?
El Estagirita abord el tema en otra pgina de la tica a Nicmaco, que ha fatigado a
los comentaristas por su exasperante brevedad y que, acaso por ello, sirvi para echar
alguna sombra sobre su genuina comprensin. En efecto, refirindose a la justicia
poltica, que es la que existe entre personas libres e iguales que participan de una
vida comn para hacer posible la autarqua, Aristteles expresa que esta se divide en
justicia natural, que es la que tiene en todas partes la misma fuerza,
independientemente de lo que parezca o no y legal, que alude a aquello que en un
principio da lo mismo que sea as o de otra manera, pero que una vez establecido ya
no da lo mismo. Para los sofistas, contra los que Aristteles y su maestro Platn se
haban querellado, la justicia poltica slo es legal, ya que es un dato de larealidad
que la naturaleza es inmutable en tanto que los sistemas polticos y sus legislaciones
no. Para Aristteles, por el contrario, la realidad de la vida no se compaginara con
semejante simplificacin. A su juicio, algunos creen que toda justicia poltica es de
esta clase [positiva o mudable], porque lo que es por naturaleza es inmutable y tiene
en todas partes la misma fuerza, lo mismo que el fuego quema tanto aqu como en
Persia, y constatan que la justicia vara. Esto no es cierto, pero lo es en un sentido;
mejor dicho, para los dioses no lo es probablemente de ninguna manera; para
nosotros, hay una justicia natural y, sin embargo, toda justicia es variable; con todo,
hay una justicia natural y otra no natural. Pero es claro cul de entre las cosas que
pueden ser de otra manera es natural y cul no es natural sino legal o convencional,
aunque ambas sean igualmente mutables.
El texto no es ciertamente cristalino, aunque, preciso es reconocerlo, la temtica
abordada es de las ms complejas, discutibles y discutidas de la tica universal. Con
todo, tengo para m que el pensamiento de Aristteles fluye con nitidez.
c) Cicern
Cerca de tres siglos despus, Cicern profundiza las enseanzas que la
intelectualidad de la Roma victoriosa sobre Grecia haba aprendido de sta.
Ya de entrada, en el dilogo que compone el libro de Las Leyes escrito alrededor del
52 A.C., Cicern, por boca de su interlocutor Pomponio presenta su propuesta de
trabajo: no le interesa, a pesar de que no niega su indudable genialidad, la ciencia
jurdica romana, sino sus fundamentos. Dicho de otro modo: el derecho romano no es
autoreferencial, sino que, al igual que en Sfocles y en Aristteles, existe una instancia
crtica desde la cual cabe examinarlo y sta, ya de forma ms pulcra, no aparece
entremezclada con la enseanza de los dioses, sino que es propiamente filosfica.
As, expresa: no hay que tomar por fuentes de la ciencia jurdica ni el Edicto del
Pretor, como hacen casi todos hoy, ni las Doce Tablas como los antepasados, sino
propiamente la filosofa esencial. De ah que, aade, nosotros debemos abrazar en
esta disertacin el fundamento universal del derecho y de las leyes, de suerte que el
llamado derecho civil quede reducido, diramos, a una parte de proporciones muy
pequeas.
En el logro de este objetivo, el autor parece, en un primer momento, seguir el derrotero
de Aristteles cuando expresa que se remontar[] a la naturaleza para buscar el
origen del derecho. Sobre tales bases, seala que la naturaleza toda se gobierna por
el poder de los dioses inmortales,quienes se encuentran dotados de razn y de
voluntad y aade que para distinguir la ley buena de la mala no tenemos ms norma
que la de la naturaleza, puesto que sta nos dio () un sentido comn, que esboz
en nuestro espritu para que identifiquemos lo honesto con la virtud y lo torpe con el
vicio.
Sin embargo, tengo para m que la filosofa estoica abrazada por Cicern lo obliga a
profundizar en la nocin de naturaleza asumida por Aristteles de manera que impacta
directamente sobre la persona y que, a los fines del derecho, tiene una importancia
decisiva. As, el autor precisa que, en primer lugar hemos de explicar la naturaleza del
derecho deducindola de la naturaleza del hombre, de modo que recin en un estadio
subsiguiente y teniendo en cuenta lo anterior hemos de considerar las leyes que
deben regir en las ciudades (nfasis aadido).
En efecto; para el autor la cuestin no puede plantearse como sucede con los
tratadistas del derecho civil desde la perspectiva del litigio, sino desde la justicia y,
a tal fin, hay que tomar como punto de partida la ley ya que sta es el principio del
derecho o, mejor, el principio constitutivo del derecho.
Cul es entonces el concepto de la ley? Segn Cicern, se trata de la razn
fundamental, nsita en la naturaleza, que ordena lo que hay que hacer y prohbe lo
contrario. Se trata, aade, de una razn extrada de la naturaleza de las cosas, que
impela a obrar rectamente y apartaba del crimen, la cual es la esencia de
lanaturaleza humana, el criterio racional del hombre prudente, la regla de lo justo y de
lo injusto. En este horizonte, es expresin de aquella naturaleza original que rige
de unos bandidos.
y el ms fuerte ms que el ms dbil. Ella hace ver en mil ocasiones que esto es lo
que sucede, tanto respecto de los animales como de los hombres mismos, entre los
cuales vemos Estados y naciones enteras, donde la regla de lo justo es que el ms
fuerte mande al ms dbil, y que posea ms. Con qu derecho Jefes hizo la guerra a
la Hlade...? () En esta clase de empresa se obra, yo creo, conforme a la
naturaleza, y se sigue la ley de la naturaleza; aunque quiz no se consulte a la ley que
los hombres han establecido (nfasis aadido).
Ante el determinado embate de Callicles, Scrates dobla la apuesta y lo obliga a ser
ms preciso, por lo que lo inquiere: Es el mismo hombre al que llamas mejor () o
puede suceder que uno sea mejor y al mismo tiempo ms pequeo y ms dbil; ms
poderoso e igualmente ms malo? O acaso el mejor y el ms poderoso estn
comprendidos en la misma definicin? Distngueme claramente si ms poderoso,
mejor y ms fuerte, expresan la misma idea o ideas diferentes (nfasis aadido). La
respuesta del sofista es categrica: Declaro terminantemente que estas tres palabras
expresan la misma idea.
Con todo, a fin de aclarar an ms el sentido de sus palabras, Scrates le recrimina
que por los mejores y ms poderososentiendes tan pronto los ms fuertes como los
ms sabios, por lo que le propone una alternativa: considerar tales a quienes se
mandan a s mismos, es decir, quien es moderado y manda en sus pasiones y
deseos. Sin embargo, esta respuesta exaspera a Calicles para quien con el nombre
de moderados vienes a hablarnos de los imbciles ya que: cmo un hombre podra
ser feliz si estuviera sometido a algo, sea lo que sea? Pero voy a decirte con toda
libertad en que consiste lo bello y lo justo en el orden de la naturaleza. Para pasar una
vida dichosa es preciso dejar que las pasiones tomen todo el crecimiento posible y no
reprimirlas () Dicen que la intemperancia es una cosa fea; como dije antes,
encadenan a los que han nacido con mejores cualidades que ellos, y no pudiendo
suministrar a sus pasiones con qu comentarlas, hacen el elogio de la templanza y de
la justicia por pura cobarda. Y a decir verdad, para el que ha tenido la fortuna de nacer
hijo de rey () pudiendo gozar de todos los bienes de la vida sin que nadie se lo
impida, sera un insensato si eligiese en sus propios dueos las leyes, los discursos y
las censuras del pblico () La molicie, la intemperancia, la licencia cuando nada les
falta, he aqu en qu consisten la virtud y la felicidad. Todas esas otras bellas ideas y
esas convenciones, contrarias a la naturaleza, no son ms que extravagancias
humanas, en las que no debe pararse la atencin (nfasis aadido).
Ahora bien: Scrates advierte que Callicles ha tensado demasiado la cuerda, lo queno
lo favorece por lo que penetra an ms en la lgica interna del sofista hasta que ste
se ve obligado a retractarse. En efecto; el maestro de Platn pregunta: sostienes
que para hacer tal como debe uno ser, no es preciso reir con sus pasiones, sino
antes bien dejarlas que crezcan cuando sea posible, y procurar por otra parte
satisfacerlas, y que en esto consiste la virtud? (nfasis aadido). Y remata con la
famosa fbula de los pitagricos que vea al intemperante como un tonel sin fondo,
incapaz de retener nada a causa de su insaciable avidez y que, obviamente, no vale
slo para la virtud de la temperancia, sino que cabe extender a todos los ordenes de la
medios de que se pueda disponer, las personas procuran salvaguardar sus vidas. El
parecido con Calicles (recurdese, por ejemplo, entre otras citas, la siguiente: cmo
un hombre poda ser feliz si estuviera sometido a algo, sea lo que sea? Pero voy a
decirte con toda libertad en que consiste lo bello y lo justo en el orden de la naturaleza.
Para pasar una vida dichosa es preciso dejar que las pasiones tomen todo el
crecimiento posible y no reprimirlas) es evidente, ya que el poder de que se dispone
por derecho natural carece de todo lmite; se trata de un derecho a todo de suerte
que la finalidad tenida in mente no distingue entre medios racionales e irracionales,
con lo que lareduccin a una naturaleza en clave fsica est al alcance de la mano.
En definitiva, su clebre afirmacin de que homo hominis lupus (el hombre es lobo
del hombre) no deja margen a otras lecturas.
Como parece obvio, este estado de naturaleza no puede sino sumir a los individuos
en la anomia, motivo por el cual cabe a la razn la tarea de concebir el mejor modo
de salir de ese estado de guerra y de inseguridad. Qu pergea entonces la razn?
La respuesta hobbesiana es conocida: el contrato, es decir, explica Villey, someterse
a un acuerdo comn, sacrificando nuestras libertades a la fuerza de un poder
soberano que instituir el orden y la paz Dios moral- imagen sobre la tierra del
soberano omnipotente del reino de los cielos. l solo conservar su derecho natural,
derecho ilimitado (...). Frente al soberano, los sujetos estn desarmados, han abdicado
todo derecho de resistencia.
Las consecuencias del pacto social son conocidas y si bien escapan al concepto de
naturaleza que es el que interesa referir aqu, tienen relevancia en cuanto a la
configuracin histrica del positivismo jurdico. Es que, ante ese estado de cosas, el
soberano o prncipe proporciona la ley positiva; distribuye los bienes y derechos
(distributive law) y, en consecuencia, los individuos se benefician con un derecho
subjetivo absoluto sobre aquellos y que, ahora, son derivacin legal ya que, como dice
Hobbes, mi derecho es la libertad que me ha dejado la ley para hacer todo lo que la
ley no me prohbe. Por ello,a juicio de Villey, al resumirse la completa realidad jurdica
en las rdenes escritas por el prncipe en el marco del pacto social, Hobbes deviene
en el fundador histrico del positivismo jurdico
c) El derecho natural en el nacionalsocialismo
La idea de una naturaleza concebida en clave fsica y, por tanto, de un derecho
natural fundado en la ley del ms fuerte que se ha visto planteada de manera
genrica en Calicles y en Hobbes, se halla presente en el pensamiento occidental de
las primeras dcadas del siglo XX a travs de algunos ejemplos concretos. Uno de
ellos, no suficientemente estudiado, lo constituye la promulgacin de diversas leyes
eugensicas en los principales pases europeos y en los Estados Unidos y que, a mi
juicio, encuentra una patente manifestacin en nuestro art. 86, inc. 2 del Cdigo Penal
(aborto de mujer idiota o demente, conocido como aborto eugensico). Otro, ms
conocido, es la defensa de una naturaleza humana y, por tanto, de un derecho
natural basado en la superioridad (fsica) de una raza respecto de otraspor parte de la
frreamente autoridades como los ya citados Berghom o Kelsen, pues desde los
tiempos de la posguerra sobrevuela en el imaginario colectivo que siempre existe la
posibilidad de que legisladores inescrupulosos dicten normas aberrantemente injustas.
Como se anticip, las tristemente clebres leyes antijudas de la poca del rgimen
nacionalsocialista; la persecucin por parte de ese rgimen a gitanos y catlicos o los
juicios y ejecuciones a opositores polticos por parte del stalinismo en la ex Unin
Sovitica mostraron que el clsico tpico de la lex injusta o corrupta no era
meramente un caso acadmico o un lugar retrico. Y, por otra, se sigui desconfiando
(o se volvi a desconfiar, segn corresponda) en la existencia de normas universales
y, por tanto, vlidas fuera de todo tiempo y lugar, sea porque, como en el caso del ya
citado Bulygin, resultan inhallables y, por tanto, meras peticiones de principio de quien
las postura; sea porque, en la mejor de las hiptesis, como afirma sugerentemente
Arthur Kaufmann, aquellas normas o principios elementales (por ejemplo, el mandato
de igualdad en el trato; la prohibicin de daar, etc.)slo poseen incuestionable
vigencia absoluta en en su formulacin ms abstracta, ya que si se les da contenido,
estos pierden su vigencia general, es decir, pierden su vigencia ms all del tiempo y
del espacio no pudiendo ya ser fundamentadas. De ah que, como concluye
coherentemente Hans Welzel, con un derecho natural inmutable y de validez universal
no se poda hacer frente a los problemas jurdico-sociales que en cada edad histrica
se ha vendido planteando de manera diversa.
Surgi entonces la idea de desandar un tercer camino superador de ambas
corrientes. Sin embargo, como lo ha puesto brillantemente de relieve el citado
Llompart en el trabajo al que, en lo sucesivo se sigue en este punto, dicha propuesta
no parece haber arribado a ningn resultado diverso, cuanto menos a la luz de lo que
muestran los diversos estudios escritos sobre el particular.
As, el autor recuerda el artculo de 1979 del profesor Ota Weinberger bajo el
sugerente ttulo Ms all del positivismo y del Derecho Natural, aunque, aade,
resulta desconcertante que luego, al poner un nombre concreto al camino que l ha
elegido, lo llame precisamente el iuspositivismo institucionalista. De igual modo,
entre los doctrinarios marxistas de la entonces existente cortina de hierro (pases
bajo la rbita de la antigua U.R.S.S.), aade el autor que es frecuente encontrar frases
como la siguiente de los profesores polacos L. Nowak y Z. Ziembionski: la nocin de
ley obligatoria que corresponde a la institucin de losjuristas, no es ni puramente la
positivista ni puramente la del derecho natural, sino que contiene trenes que se
encuentran en ambas concepciones. Asimismo, Llompart pone como ejemplo de esta
propuesta el conocido estudio de Arthur Kaufmann de 1975 A travs del Derecho
Natural y del iuspositivismo hacia una hermenutica jurdica en el que si bien se nos
da el nombre concreto del tercer camino a seguir, sin embargo, algunos aos ms
tarde (1984), el propio Kaufmann, al tratar de manera integral la cuestin de la justicia,
reconoce que en este punto se muestra que la hermenutica sola no puede ser
suficiente para desarrollar una teora material de la justicia. Por ltimo, el autor trae a
colacin una conocida obra de Karl Larenz de 1979 en la que, incluso, considera que
ya Rudolf Stammler con su teora del derecho justo (richtiges Recht) quera tomar un
cambiar lo que deba ya estar cambiado. Con esto queda indicado tambin el
dinamismo inherente a la indisponibilidad de esos principios jurdicos, o sea su
historicidad".
Los textos precedentes explican porque, como lo reconoce el propio Llompart, se est
ante una tesis nueva solamente en la manera de exponerla. Su sabor aristotlico es
incuestionable pues afirmaciones decisivas tales como estos principios pueden ser
mudables y en este sentido histricos y el que puedan cambiar no significa que los
podamos cambiar a nuestro gusto no son sino una penetrante reformulacin de la ya
conocida sentencia aristotlica de que para nosotros hay una justicia natural y, sin
embargo, toda justicia es variable.
Sin embargo, es tambin incuestionable que, con lo expuesto, Llompart inscribe su
nombre entre quienes dan el paso diferenciador respecto de los conocidos trminos en
que la dialctica iusnaturalismo-iuspositivismo fue presentada, cuanto menos desde
la Modernidad. En efecto; ya no se trata de un derecho natural inmutable y
universal frente a un positivismo histrico-relativista () que no quera apearse de la
historia que siempre nos trae algo nuevo. Se trata, ms bien, de advertir acerca de la
decisiva conexin entre lo universal que (mido mis palabras) es, tambin, parcialmente
mutable (porque algo se modifica y aqu el acento est en lo mutable), y loparticular
que (y mido nuevamente mis palabras) es, tambin, parcialmente inmutable (porque
algo no se modifica y aqu el acento est en lo inmutable).
6. Reflexiones finales a la vuelta del tercer camino
Las consideraciones precedentes permiten presentar algunas reflexiones -ciertamente
no conclusivas- que, si bien, como dice Llompart, no abren paso a ningn tercer
camino, s, por el contrario, despejan lo suficiente el arduo sendero de la
fundamentacin ltima del derecho que, en definitiva, es lo que est detrs de la
milenaria (y, por lo mismo, vivaz) disputa entre iusnaturalismo y iuspositivismo.
Tales reflexiones, segn creo, desechan aspectos que perturban ese camino e
integran otros que reflejan las tesis ms logradas de cada una de las perspectivas aqu
enfrentadas.
Por de pronto, las proposiciones que no conviene conservar. Por una parte, la
pretensin de que slo es derecho el derecho puesto (o positivo) y que ste puede
mudar a merced de la li
re voluntad de sus creadores. Como se ha anticipado ya, esta pretensin choca con
acreditadas propuestas tericas y, en el fondo, con el incuestionado dato de la realidad
de que normas contrarias a principios superiores no obligan en consciencia y pueden y
hasta deben ser desobedecidas. Y, por otra, la pretensin de que cualquier principio
general es vlido per se para resolver todas las cuestiones de la vida. Como tambin
fue dicho, tales criterios universales y, por tanto, inmutables son slo criterios
orientativos; puntos de partida delrazonamiento, lo cual, si bien no es poco, recin
adquieren plena virtualidad cuando entran en accin, es decir, cuando son llamados
ante circunstancias de tiempo y de lugar precisas.
1. Introduccin
Luego de haber referido la querella entre Iusnaturalismo e Iuspositivismo es
prudente ocuparse de su virtualidad en la vida diaria de las personas, es decir, si sta
gravit o no en los sistemas jurdicos y, en su caso, la concreta dimensin de tal
influencia.
Lo recin expuesto significa que si la pasada Unidad de Aprendizaje transit, desde el
En lo que sigue se examinarn, pues, con algn detalle, los referidos elementos que
forman parte de la realidad jurdica y que, como se ver en la Unidad de Aprendizaje
VII, integran el sistema jurdico.
Hervada, todos los bienes inherentes a su propio ser son objeto de su dominio, son
suyos en el sentido ms propio y estricto, de modo que los dems no pueden
interferir ni menos apropiarse a menos que se emplee la violencia la cual, como es
obvio, lesiona irremediablemente el estatuto o la condicin de persona. En tal caso,
completa elautor, al tratarse de ttulos que pertenecen a la persona por ser integrantes
de su ser () engendran en los dems el deber de respeto y, en caso de dao o lesin
injustos, el deber de restitucin (v. gr. la reparacin de la buena fama) y, de no ser
posible, el de compensacin.
Como surge de lo hasta aqu transcripto y conviene retener, se emplea de manera
sinnima las expresiones derechos; bienes y ttulos y dado que tales aspectos se
predican en razn de su dignidad, es decir, de su eminencia, la que no es concedida
por el Estado o por terceros, sino que procede de su propio ser, dichos derechos,
bienes o ttulos son naturales.
b) Clases de derechos naturales
Siguiendo a Hervada, los derechos naturales observan una doble clasificacin. En
primer trmino, se trata de ttulos originarios y ttulos subsiguientes. Los primeros
son aquellos que proceden de la naturaleza humana considerada en s misma y, por
tanto, son propios de todos los hombres en cualquier estadio de la historia humana. Y
ejemplifica: tanto el derecho a la vida como su derivado el derecho a medicarse para
conservarla, son derechos originarios. A su vez, los segundos, son los que dimanan
de la naturaleza humana en relacin a situaciones creadas por el hombre como, por
ejemplo, la legtima defensa, pues no es propio del ser del hombre el ataque injusto a
la vida de otro, ya que ello, por una parte, destruye un bien ajeno y, por otra, disminuye
a quien realiza tal injusto. De ah que, como expresa el autor citado,supuesta la
situacin de ataque creada por el hombre, aparece la defensa como manifestacin
subsiguiente del derecho a la vida.
La segunda clasificacin concierne a los ttulos originarios, los que se dividen en
primarios y derivados. Los derechos naturales primarios son aquellos que
representan los bienes fundamentales de la naturaleza humana y los que
corresponden a sus tendencias bsicas, como lo es el derecho a la vida, en tanto que
los derechos naturales derivados, como su nombre lo indica, son manifestaciones y
derivaciones de un derecho primario, como lo son los derechos a medicarse o a
alimentarse, en tanto derivan del derecho a la vida. Segn se ver ms abajo, la
importancia de esta doble distincin no es solo pedaggica, sino que muestra la
diversa influencia de la historicidad, es decir, de las circunstancias de tiempo y de
lugar en la concrecin de los ttulos naturales, que es tanto como decir, en la
realizacin del ser humano.
En los apartados siguientes se examinar la virtualidad de los conceptos
precedentemente expuestos tanto en los tratados internacionales de proteccin de los
derechos humanos, cuanto en la interpretacin dada por la Corte Suprema de Justicia
de la Nacin a los derechos consagrados en nuestra Constitucin Nacional. En mi
opinin, esta metodologa resulta avalada, entre otras, por dos razones: en primer
lugar porque prueba el reconocimiento concreto y efectivo en el mbito legislativo
tanto internacional como nacional y en una jurisprudencia determinada como laque
aqu se examinar pero extensible a otras- del carcter natural de los derechos
fundamentales que se predican de las personas. Y, en segundo trmino, porque una
reflexin filosfica sobre el derecho que parta del reconocimiento como se hace aqu
de que aqul es una ciencia prctica, no puede prescindir, si ha de ser fiel a dicha
perspectiva, de ciertos materiales tal los casos de la legislacin o de la
jurisprudencia en los que esa practicidad se muestra en una de sus formas ms
paradigmticas.
c) Los derechos humanos como derechos naturales
La nocin de derechos humanos que se perfila en la Modernidad y que se afianza
de modo paradigmtico a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial entronca
adecuadamente con las notas recin descritas en tanto parece aludir a un conjunto de
bienes que pertenecen a la persona ms all o con prescindencia de lo que al
respecto puedan determinar los ordenamientos jurdicos, ya nacionales, ya
internacionales. En efecto, bajo este concepto se designan ciertos derechos que
emergeran como connaturales, inalienables, esenciales o inherentes a las
personas, por lo que, necesariamente, resultan anteriores o preexistentes a su
consagracin legal; prelacin temporal sta que, en definitiva, entraa una
preeminencia o superioridad axiolgica sobre otros derechos y, especialmente, sobre
los dictmenes de los poderes pblicos. Tal es, cuanto menos, el lenguaje de las
declaraciones de derecho, sean stas del siglo XVIII, momento en que sta tcnica
seinicia; o de la presente centuria, en que dicha modalidad alcanza su mximo
esplendor.
As, y a ttulo de ejemplo de las primeras, el art. 1 de la Declaracin de Derechos del
Buen Pueblo de Virginia, de 1776 expresa que todos los hombres son por naturaleza
iguales, libres e independientes, y tienen ciertos derechos inherentes de los cuales,
cuando entran en estado de sociedad, no pueden privar o desposeer a su posteridad
por ningn pacto.... De igual modo, en el prembulo de la Declaracin de Derechos
del Hombre y del Ciudadano de 1789, se lee que los representantes del pueblo
francs (...) han resuelto exponer, en una declaracin solemne, los derechos naturales,
inalienables y sagrados del hombre... (nfasis aadido en ambas citas).
Asimismo, y como ejemplo de las segundas, el prembulo de la Declaracin Universal
de Derechos Humanos de 1948 expresa que ...la libertad, la justicia y la paz en el
mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrnseca y los derechos
iguales e inalienables de la familia humana. Y, en anloga lnea de razonamiento, la
Convencin Americana de Derechos Humanos de 1969 expresa que en repetidas
ocasiones, los Estados Americanos han reconocido que los derechos esenciales del
hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen
como fundamento los atributos de la persona humana, razn por la cual justifican una
(art. 20) ms, fuera de tales supuestos, las ganancias se dividen en grupos segn los
montos, en funcin de los cuales se atribuyen alcuotas crecientes (cfr art. 90). Como
es claro, dichas alcuotas son fruto, tal y como expresa invariablemente la Corte
Suprema de Justicia de la Nacin, del mrito; oportunidad o conveniencia del
legislador, pero tal medida (evidentemente positiva en el contexto de lo que aqu se
estudia) reconoce un dato previo; inexorable y, por tanto insoslayable: los diversos
ingresos de los contribuyentes. Se trata (en el mbito de este trabajo), de una
medida natural en tanto le viene impuesta al legislador desde una doble perspectiva:
en primer lugar, porque quien menos gana, menos tributa (y no al revs) y, en segundo
trmino, porque las diversas alcuotas consecuencia de los distintos ingresos no
pueden ser el fruto de una conveniencia arbitraria sino, como manda la Constitucin,
de criterios basados en los principios de equidad y proporcionalidad. Afirmar lo
contrario resulta cercenatorio de la misma naturaleza del tributo bajo examen (y en
este sentido corresponde afirmar de la naturaleza de las cosas) y, por tanto,revelara
una conclusin exactamente contradictoria con lo dispuesto por el citado art. 4.
Ahora bien: como se observa de las precedentes consideraciones, de consuno con lo
anticipado ya al inicio de este apartado, parece claro que las medidas naturales de
derecho no son la consecuencia del ajustamiento o igualacin de la sola naturaleza
humana (mbito de los ttulos; bienes o derechos naturales anteriormente
estudiados) ni, mucho menos, de la convencin humana (esto es, del acuerdo positivo
evidenciado a travs de ttulos; bienes o derechos de tal ndole). Segn precisa
Hervada, la expresin naturaleza de las cosas no designa, en este caso, la esencia
como principio de operacin aunque la incluya-, sino que su significacin es ms
amplia, pues las cosas se miden no slo por su esencia sino tambin por otros
factores ontolgicos. De ah que la voz bajo estudio designe el ser de las cosas y
cuanto a l pertenece, por lo que concluye- lo natural es, en este caso, lo
ontolgico y bsicamente comprende: la finalidad; la cantidad; la cualidad; la
relacin y el tiempo.
Al examen se estos factores se dedican las pginas siguientes.
b) Factores que determinan las medidas naturales. Aplicacin legislativa y
jurisprudencial
i) Finalidad
Este factor ser objeto de anlisis desde una doble perspectiva. En primer trmino,
ensea Hervada, mide las cosas en s mismas, porque la estructura de stas se mide
por el fin, del que depende la perfeccin de la cosa. Se est, pues,ante la clsica tesis
aristotlica anteriormente referida y segn la cual las cosas se especifican por su fin,
de modo que slo cuando stas colman su naturaleza, es decir, slo cuando
alcanzan su perfeccin, puede decirse que completan su finalidad; su esencia o razn
de ser; en definitiva, aquello que justifica su existencia.
Esta nocin, de alto contenido filosfico, brilla por doquier en el plano del derecho
elementos. Dicho de otro modo: la alteracin no debe ser arbitraria sino, para seguir la
conocida terminologa constitucional, equitativa o proporcional, esdecir, lo
estrictamente necesario (ni ms ni menos) para que sirva a la finalidad a la que se
destina: proveer alimentos en medida suficiente a las necesidades de los menores.
La consideracin con la conclu el prrafo anterior sirve para introducir el segundo
elemento cualidad-. En relacin con este factor, el fallo bajo examen, expresa que a
efectos de estimar las necesidades de los menores, debe tenerse en cuenta el nivel
socio-econmico y cultura del que stos gozaban hasta el momento en que se
desencaden el conflicto paterno. Para ello, para la fijacin del quantum se tendr en
cuenta la condicin econmica y social de las partes, a travs de sus actividades y
sistemas de vida (nfasis aadido). Se trata, pues, como dice Hervada, de iguala[r]
las cosas, en el caso, la prestacin alimentaria en funcin de la cualidad de vida de
que gozaban los menores antes de la separacin conyugal. Una vez ms: no existe un
baremo convencional (en el sentido de que los padres o, llegado el caso, el juez,
discrecionalmente acuerdan un monto para atender un cierto estndar de vida), sino
que tal baremo surge, primariamente, de un dato objetivo de la realidad que
condiciona o predetermina el acuerdo al que lleguen los padres o, en su defecto, el
juez: el modo o cualidad cmo los menores vivan cuando los padres no estaban
separados. Es este dato, pues, el que debe detectarse o ponderarse (ajustarse o
igualarse como dice Hervada) a fin de preservar el status quo de que gozaban los
menores con enteraprescindencia de las de las contingencias conyugales de sus
padres.
iii) Relacin
Ensea Hervada que por la relacin se miden ciertos derechos y deberes que nacen
de la posicin relativa de unos sujetos con otros o de unas cosas con otras y
ejemplifica con el caso de los derechos inherentes a las relaciones paterno-filiales.
A este respecto, en el ejemplo que se ha adoptado en el punto anterior se lee lo
siguiente: Esta sala ha dicho reiteradamente que, aunque el deber alimentario pesa
sobre ambos padres, el que corresponde a la madre debe sopesarse con las
circunstancias de cada caso, teniendo en cuenta su edad y la de sus hijos. Sobre esas
pautas, su contribucin se complementa con el cotidiano aporte en especie, que se
traduce en la supervisin y control de sus hi
os de muy corta edad (nfasis aadido).
Lo recin transcripto permite efectuar un doble orden de consideraciones.
En primer trmino, es obvio que la relacin conyugal genera en cabeza de ambas
partes (marido y mujer) deberes alimentarios respecto de los hijos, conclusin que no
viene primariamente impuesta por el ordenamiento positivo sino por la propia
naturaleza de las cosas: la procreacin de un vstago origina, de suyo, una relacin
paterno-filial que lleva anejo (o naturalmente) precisos derechos-deberes recprocos,
uno de los cuales es el alimentario aqu objeto de anlisis, el cual se despliega como
un ttulo; bien o derecho natural de los hijos y, en cuanto interesa al ejemplo que
se glosa, como un ttulo; bien odeber natural de los padres. En este contexto, si el
legislador opta por positivar dichos ttulos en el ordenamiento jurdico (como sucede
de ordinario en el derecho comparado, tal y como dan acabada cuenta, entre otros, los
arts. 265 a 272; 277 a 280; 285/286 entre otros del Cdigo Civil argentino), se est
frente a la plausible y, probablemente, inevitable voluntad de tecnificacin de un
ordenamiento jurdico, segn se tendr ocasin de ver en la Unidad de Aprendizaje
VII, ms, es claro, tal temperamento en modo alguno cambia el carcter natural de la
relacin: que los padres tengan la obligacin y el derecho de criar a sus hijos,
alimentarlos y educarlos, segn reza el art. 265 de nuestro Cdigo Civil no es slo
consecuencia de que as lo estatuye la norma, sino que surge de la naturaleza de las
cosas, esto es, de misma relacin paterno-familiar, ms all de lo que en relacin a
esa ndole de relaciones disponga el artculo recin citado o an con prescindencia de
toda regulacin legal de esa materia.
Y, en segundo lugar, parece tambin claro que la posicin relativa de cada uno de los
sujetos puede dar lugar a diversas maneras de ejercitar los derechos-deberes
respectivos, tal y como se observa en el caso bajo examen. En efecto; mientras una
dimensin de las obligaciones del padre (pues se entiende que no es la nica) se
canaliza a travs de una cuota dineraria; un aspecto de los deberes maternos (pues
tampoco es el nico) se despliega a travs de la supervisin de los hijos atento vivir
conellos. Como es obvio, el factor ontolgico relacin como criterio de ajustamiento
o de igualacin del variado haz de vnculos que ofrece la vida asume
manifestaciones diversas que, si bien terminan siendo positivadas por el legislador o
por la jurisprudencia, son el resultado de determinaciones que vienen dadas por la
propia ndole de la relacin, esto es, por la misma naturaleza de las cosas que mide
los trminos de una relacin segn criterios de dinero o de valor (o especie) que
fluyen de la cosa misma y a raz de lo que sta significa (ex re e in re), ms all o
en ausencia de la intervencin positiva.
Tiempo
Finalmente, escribe Hervada que los derechos y deberes pueden tener como factor
de ajustamiento natural el tiempo, el cual es inherente a los bienes que, en cada
caso, constituyen los derechos naturales.
Como es claro, tanto la legislacin como la jurisprudencia se han hecho eco de este
factor.
En cuanto concierne a lo primero, el autor citado seala que pueden surgir como
derechos o deberes temporales (v. gr., los deberes de los padres suelen decaer o
aminorarse con la mayora de edad del hijo) o puede estar sometido al tiempo el
comienzo del disfrute del derecho (v. gr., el derecho a casarse), etc., criterios stos
que han sido ampliamente positivados por las legislaciones comparadas.
As, y para seguir con los ejemplos hervadianos, los deberes derivados de la patria
potestad definida en el art. 264 del Cdigo Civil principian desde la concepcin de los
hijos ysubsisten mientras sean menores de edad y no se hayan emancipado, esto es,
en cuanto a lo primero, hasta los cumplir los 21 aos (art. 126 del citado cdigo) y, en
lo relativo a lo segundo, siempre que no procedan las reglas previstas en los arts. 128,
siguientes y concordantes del referido cuerpo. A su vez, el derecho a casarse opera,
como regla general, a partir de los dieciocho aos en el caso del hombre y de los
diecisis en el supuesto de la mujer (art. 166, inc. 5 del Cdigo Civil), salvo que
acaeciere una dispensa judicial en las condiciones previstas por el art. 167 de dicho
cuerpo. De lo dicho surge nuevamente con claridad que si bien las medidas recin
precisadas son de indudable ndole positiva en tanto resultan la determinacin
discrecional del legislador, tal concrecin en modo alguno luce arbitraria sino, ms
bien, la consecuencia de un dato previo que la condiciona: el hecho (la capacidad o
condicin fsica y metafsica) de poder asumir y ejercer en los ejemplos suministrados
(mayora de edad y casamiento) las posibilidades; facultades y responsabilidades
inherentes a tales estatutos. Pues es claro que si bien el legislador puede ajustar (es
decir, medir) la mayora de edad al momento que le plazca, una decisin que la site
a los 10 aos (medida positiva) sera absurda cuando no aberrante desde la clave de
la naturaleza de la cosas. Y otro tanto cabe decir del restante ejemplo, del cual la
clebre polmica entre sabinianos y proculeyanos que ilustra el derecho Romano
tiene siemprecomo fundamento la posibilidad misma de la comprensin psicolgica
(metafsica) de los cnyuges del acto matrimonial y la capacidad fsica para llevarlo a
cabo (y que entonces se denomin pubertad).
A su vez, en cuanto concierne a lo segundo, las referencias son constantes. Entre
otras, mencionar dos ejemplos procedentes de nuestro Alto Tribunal.
El primero es la disidencia de los jueces Boggiano y Cavagna Martnez en una causa
en la que la actora peda que los alimentos reclamados se concedieran no desde el
momento del reclamo sino a partir del nacimiento del fruto de la relacin. En dicho voto
y en cuanto aqu interesa, se seal que tratndose del derecho alimentario de los
hijos respecto de los padres, cuya raigambre constitucional es innegable, las normas
de fondo que lo reconocen y la misma naturaleza de las cosas, determinan su
existencia desde el nacimiento.
El dictum es, pues, claro ya que el debito alimentario tiene un punto de inicio que
condiciona por completo la voluntad humana: el nacimiento mismo de la persona. Se
trata, pues, de un dato que ajusta o mide la existencia y, en su caso, el ejercicio de
un derecho y que, como expresa inequvocamente el voto citado, no solamente es
consagrado por el ordenamiento jurdico, sino que fluye de la naturaleza de las
cosas, a saber, el tiempo constituido, en el caso, por el alumbramiento del hijo de la
relacin. De ah que -y esto es lo relevante-, el derecho positivo no est creando el
derecho alimentario, sino que asume ese dato, elcual tiene su origen, de manera
objetiva, en lo que la vida misma indica, es decir, en lo que aqu se llama la naturaleza
de las cosas.
El segundo ejemplo es el conocido precedente Iachemet, por el que el Alto Tribunal
declar la inconstitucionalidad de la ley de emergencia 23.982 en cuanto, en lo
esencial, consolidaba las deudas del Estado Nacional vencidas o de causa o ttulo
anterior al 1 de abril de 1991 que consistan en el pago de sumas de dinero cuando el
El tema de las fuentes del derecho ha fatigado a los autores del perodo de
configuracin y desarrollo del derecho moderno, cuanto menos desde Savigny,
quien, como recuerda Zuleta Puceiro, efecta en su famosa obra System der heutigen
rmischen Rechts de 1840 (Sistema de Derecho Romano Actual) el primer
tratamiento sistemtico de las fuentes del derecho, inaugurando as una de las
tradiciones cientficas fundamentales de la dogmtica jurdica. Desde entonces, como
expresa Cueto Ra, el tema de las fuentes del derecho es uno de los ms complejos
de la Teora General del Derecho.
Sin embargo, no siempre las cosas fueron as pues, como se ver enseguida, ste no
ha sido un tema central del pensamiento greco-romano y, menos, de la poca
medioeval y, an, renacentista. El presente es, por el contrario, un tpico del derecho
moderno bsicamente porque para ste el derecho vinoa subsumirse a la ley, de
modo que todo aquello que escapara a sta no deba, en sentido estricto, ser
considerado como jurdico. Sobre tales bases, el problema qued planteado porque, a
pesar de esa decisin de poltica legislativa, las fuentes clsicas de conocimiento del
derecho aparte de la ley (costumbres; jurisprudencia y doctrina de los autores),
siguieron actuando en la mente de los operadores jurdicos y, por ende, en la prctica
social, por lo que su ubicacin y tratamiento fue centro de un debate intenso que,
evidentemente, puso a prueba la consistencia interna del propio derecho moderno.
Tengo para m que la cuestin que se tratar a continuacin es de relevancia
incuestionable para el mundo jurdico, pero de complejidad menor. Esto ltimo
obedece a que, agotado el modelo del derecho moderno en sentido puro y
reconocida la pluralidad de fuentes en el marco, como se ver en el prximo captulo,
de un sistema abierto, el derecho dispone de diversas vas de conocimiento y de
autoridad que, todas de consuno, se orientan a la elucidacin del derecho justo.
2. Etimologa. Significaciones diversas
Observa Llambas que la palabra fuente indica en su primera acepcin el manantial
de donde surge o brota el agua de la tierra. Pero, aade, en nuestra ciencia se usa la
voz en un sentido figurado para designar el origen de donde proviene eso que
llamamos derecho.
Esta nota ya se encuentra presente en la tradicin jurdica greco-romana, usualmente
denominada clsica poroposicin al ya referido derecho moderno. As, como
recuerda Zuleta Puceiro, ya Cicern utiliza la expresin fons para referirse al origen
primero del derecho, en tanto que Tito Livio la utiliza, del mismo modo que Pomponio,
para calificar a las XII Tablas como fuente de todo derecho, pblico y privado.
Semejante es la primera conceptualizacin que suministra Cueto Ra, para quien,
como la palabra fuente es multvoca, con ella se puede aludir al origen del derecho,
es decir, a las causas que lo han creado o configurado tal cual es.
Pero, aade ste ltimo autor, tambin se ha interpretado la misma palabra en el
sentido de manifestacin del Derecho, es decir, como la expresin visible y concreta
3. Clases de fuentes
La referida multivocidad de significados ha generado cierto desnimo en muchos
autores. Como puntualiza Zuleta Puceiro, a juicio de Petrazytcki, esta ambigedad
torna anormal e indefendible desde unpunto de vista lgico todo intento de aplicacin
fructfera al mbito jurdico. Sin embargo, tal desnimo no puede superar los
mrgenes del derecho moderno, dominado como reconoce Petrazytcki, por un
razonamiento exclusivamente lgico. Pero si se evaden tales mrgenes, el tema
adquiere una perspectiva diversa. De modo ms abarcador, Zuleta Puceiro lo
reconoce cuando seala que la fuente de las fuentes es en definitiva la realidad
misma del proceso histrico y las formas diversas que la cultura jurdica de Occidente
reviste en el curso de su evolucin y transformacin. Y, de forma ms prxima al obrar
jurdico concreto, Cueto Ra puntualiza que las fuentes son, en definitiva, el mbito al
que abogados, jueces, legisladores y juristas han acudido histricamente en busca de
respuesta para sus dudas.
Cules son tales fuentes? La tradicin histrica; en ciertos casos la legislacin y,
fundamentalmente, la praxis jurdica, han reconocido cuatro: leyes, costumbres,
jurisprudencia y doctrina. En ese horizonte, explica Cueto Ra, las fuentes del
derecho son, justamente, los criterios de objetividad de que disponen jueces,
abogados y juristas para alcanzar respuestas a los interrogantes de la vida social que
sean susceptibles de ser compartidos por los integrantes del ncleo.
Y bien: cmo se observan tales criterios de objetividad? Aqu Cueto Ra busca
inspiracin en la idea de fuerza de conviccin acuada por su maestro Carlos
Cossio. En efecto; si se tiene en cuenta, por ejemplo, el caso de lajurisprudencia,
explica Cueto Ra que la fuerza de conviccin de una sentencia surge cuando ella
encuentra apoyo en una norma general en que subsumirse, ganando as validez lgica
() y adems cuando ella concuerda con las valoraciones vigentes. En otras palabras:
no basta que la sentencia sea lgicamente impecable. Debe tambin realizar
positivamente los valores jurdicos. Sin embargo, es preciso aadir algo ms: se
descuenta, para seguir con el ejemplo, que toda sentencia ha de estar dotada (o,
cuanto menos, pretende estar revestida) del valor de justicia para, de tal forma,
obtener los valores de seguridad, orden y paz. Empero: cmo resultan
determinados? Cossio, siguiendo a Husserl, explica que las valoraciones, siendo
individuales, no tienen otra garanta contra lo arbitrario y personal que regirse por
valores objetivos y a este respecto, los valores objetivos de las valoracin jurdica
son fundamentalmente histricos. Por consiguiente, habr fuerza de conviccin
cientficamente hablando, cuando la sentencia judicial ajuste su valoracin a patrones
histricos vigentes.
Como es obvio, la exigencia de fuerza de conviccin tambin vale para la ley, las
costumbres y la doctrina. En definitiva, todas ellas resultan ser hechos sociales,
susceptibles de valoracin directa, en los que se traduce un determinado criterio para
la solucin de los conflictos de intereses. As, respecto de las leyes, stas remiten al
punto de vista de los legisladores, traducidos en conceptos normativos, en tantoque la
doctrina suministra otro criterio de objetividad, el que surge de la enseanza de los
especialistas, de los llamados jurisprudentes, o juristas, o cientficos del Derecho. A su
vez, en relacin a la jurisprudencia el rgano que ha de resolver un conflicto individual
puede ver corroborado o controvertido su punto de vista, por las decisiones de otros
jueces en casos similares. Finalmente, la costumbre seala cul ha sido la reaccin
espontnea e intuitiva de los integrantes del grupo social ante un conflicto que exiga
la eleccin de un determinado rumbo. La objetividad aqu es la que suministra
calladamente la conducta social en su acaecer. Y a menudo, ese silencioso testimonio
es mucho ms elocuente que el brillante voto de un gran juez, o la inspirada pgina de
un jurista, o la meditada formacin de un legislador.
Ahora bien: antes de efectuar un anlisis sistemtico de las fuentes del derecho,
conviene efectuar algunas precisiones bsicas destinadas a ubicar el tema en su
contexto histrico, ya que su empleo (o no) y su relevancia (mayor o menor) se hallan
en directa dependencia de la filosofa y de la poltica dominante en cada momento. De
ah que sea til la sistematizacin desarrollada por Cueto Ra: primero: no siempre se
ha acudido a todas estas fuentes. Ello ha dependido del grupo social, pueblo o
comunidad de que se tratase, y del momento histrico en que surgieron los
interrogantes () Segundo: no existe entre las fuentes un orden fijo de prelacin. Cul
sea la ms importante, estambin algo referido a la peculiar situacin histrica de que
se trate () Tercero: la mayor o menor gravitacin de las fuentes depende tambin de
la naturaleza del sujeto que se dirige a ellas en busca de respuesta a sus
interrogantes, de modo que no es difcil comprender que para el legislador puedan
revestir mayor importancia, como fuente, la costumbre o la doctrina, en tanto que el
Juez pueda ser ms sensible a la influencia de la ley y la jurisprudencia.
4. Las fuentes del derecho en la historia
a) El Derecho Comn
Se ha adelantado ya que, en tanto tpico autnomo de la teora general del derecho,
el tema de las fuentes del derecho recin presenta carta de ciudadana con la
modernidad. En efecto; en el extenso perodo que va del redescubrimiento de los
textos romanos en la tarda Edad Media, a la codificacin, la vida jurdica europea gira
b) La Codificacin
El proceso de conformacin de los estados nacionales europeos que tiene en la
unidad de los reinos de Espaa su primera gran concrecin poltica a fines del siglo XV
(1492) ostenta, como es natural, una influencia decisiva en el plano del derecho y, en
consecuencia, en el tema que aqu interesa. En la concepcin filosfica-poltica
entonces dominante, la unidad de los estados requera, en lo posible, de una religin;
una lengua; una administracin pblica y, de modo especial, un nico ordenamiento
jurdico dotado de una sistematizacin; completitud y claridad definitivamente
crecientes. Ha llegado, pues, la hora de la racionalizacin del derecho, lo que supone
una teora y una prctica jurdicas que, a la vez, haga honor a lo que algo ms tarde,
en el plano poltico-constitucional, se conocer como teora de la divisin de los
poderes. En ese horizonte, la dinmica codificadora que probablemente principia con
el pretensioso pero al mismo tiempo ingenuo Cdigo prusiano de fin del siglo XVIII,
adquiere definitiva consagracin con el Cdigo francs de 1804, ms tarde
denominado Code Napolen. Como expresa Zuleta Puceiro, como pieza
fundamental de la teora jurdico-poltica del Iluminismo, la codificacin est orientada
a la formulacin en lenguaje legislativo de la empresa de modificacin revolucionaria
de la sociedad. En efecto; si seune a lo recin descrito el reconocimiento de derechos
fundamentales de las personas a travs de la clebre Declaracin de Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, se advierte que se ha cerrado el crculo de la
positivacin de la totalidad de la vida jurdica y, a la vez, se comprende con facilidad el
xtasis hegeliano cuando escribe que la Revolucin Francesa es el momento en que
los filsofos se convierten en legisladores
Ahora bien: la referida racionalizacin del derecho, ensea el autor recin citado, es
obra de la Escuela Histrica alemana, la que se estructura sobre dos ejes: la
historificacin del concepto de derecho positivo y el mtodo dogmtico.
En cuanto a lo primero, los conceptos acuados por la cultura romana recibida sern
absolutizados y proyectados a un nuevo mbito histrico, cobrando el carcter de
categoras lgicas universales, destinadas por un lado a posibilitar la sistematizacin
cientfica segn los cnones de la nueva ciencia y, por otro lado, a concretar la tarea
poltica de unificar y homogeneizar la estructura del poder mediante el derecho.
A su vez, en relacin a lo segundo, escribe: favorecido por un clima preparado para la
cabe una neta distincin: las fuentes principales y primarias, de aplicacin preferente
(la ley) y las fuentes secundarias o subsidiarias, de naturaleza subordinada ycarcter
supletorio (la costumbre y los principios generales del derecho).
Ahora bien: la mayor consideracin terica de las fuentes primarias puede verse a
travs de otras distinciones, siempre vigentes, tal la de fuentes escritas (la ley, el
reglamento) y las no escritas (la costumbre, los principios generales del derecho, etc.)
o el distingo entre fuentes estatales que supone la creacin directa del Derecho por
el Estado a travs de sus propios rganos, como la ley en su sentido ms amplio
(comprensivo del reglamento), y las fuentes extralegales o extraestatales, que crean el
Derecho o lo reconocen a travs de las fuerzas sociales, y especialmente dentro de
los ambientes jurdicos, como la costumbre, la jurisprudencia, los principios generales
del Derecho, la equidad, etc..
Por ltimo, ha sido clsico aunque no menos criticado, como se ver ms abajo-, el
distingo entre fuentes formales y materiales. Expresa Castn Tobeas que las
primeras son los modos o formas de manifestarse externamente el Derecho positivo
(ley, costumbre, jurisprudencia, doctrina, etc.), en tanto que se conoce como fuente
material del Derecho a todo factor o elemento que contribuye a fijar el contenido de la
norma jurdica. El carcter de las fuentes de esta clase es sociolgico o metajurdico, y
su nmero, ilimitado. Se citan como tales la naturaleza de las cosas, la necesidad o
utilidad social, la tradicin, la opinin cultural, etc. No cabe, en realidad, someterlas a
catalogacin.
Como se adelant, el tonogeneral de estas clasificaciones apunta a salvaguardar la
teora moderna del derecho asentada sobre la reduccin del derecho a la ley
codificada. De ah que no deba sorprender, como confiesa Castn Tobeas, que
dentro de los sistemas jurdicos modernos, de base legislativa, una opinin muy
generalizada reduce a trminos ms sencillos la doctrina de las fuentes del Derecho
positivo, al no admitir como tales ms que la ley y la costumbre, citando, en abono de
su postura, la autoridad de Del Vecchio y de Enneccerus. Este ltimo, en efecto, de
modo muy claro puntualiza que la norma hallada por el juez en caso de lagunas, a
base de la analoga o de la idea del Derecho, no se convierte con eso en Derecho
objetivo, pues ste slo puede establecerlo la voluntad colectiva. Las proposiciones
jurdicas obligatorias slo nacen cuando el contenido de esas decisiones se eleva a
Derecho consuetudinario.
Aunque de manera crtica, como se ver ms adelante, Cueto Ra resume este
proceso de manera semejante: el pensamiento rector parece haber sido el de
considerar fuentes formales a la normatividad general. As, la ley, sera fuente
formal porque ella expresa conceptualmente una imputacin general elaborada por
personas (los legisladores) a quienes el grupo social ha confiado tal tarea; y tambin lo
sera la costumbre, porque del comportamiento repetido por los integrantes de un
determinado grupo social, se extraen por los rganos del grupo social, normas
generales. Y aade este autor que segn la teoratradicional, la jurisprudencia slo
sera fuente formal en el caso de que el ordenamiento jurdico vigente en la respectiva
comunidad le atribuyera el carcter de obligatoria. Por ltimo, en lo tocante a la
doctrina, expresa que slo en muy raras ocasiones podra ser considerada como
fuente formal del Derecho. El ejemplo histrico ms importante se encontrara en el
Derecho Romano, respecto de los juristas a quienes el Emperador concedi el ius
respondendi ex autorictate principi, es decir, el privilegio de hablar de manera
obligatoria.
Por su parte, agrega, fuentes materiales seran todos aquellos factores reales que
gravitan sobre el nimo de los jueces, los legisladores, los funcionarios
administrativos, inclinando su voluntad en un sentido determinado en el acto de crear
una norma jurdica.
La reaccin por parte de la prctica legislativa y de la doctrina
Ejemplos eclcticos de codificacin
Ahora bien: el rgido esquema formalista recin descrito no pudo conservarse de
manera qumicamente pura. En efecto; testimonio de ello lo constituyen, en el mbito
legislativo, tempranos y, obviamente, ms tardos ejemplos de codificacin mucho ms
amplios y flexibles que el esquema prohijado, en la teora, por la ya mencionadas
Escuela Histrica alemana y Escuela de la Exgesis francesa y, en el plano de la
doctrina, entre otras, la clebre obra de Franois Gny de fin del siglo XIX.
En cuanto concierne al primer aspecto, es claro que la prctica legislativa no se avino
de buen grado al simpleexpediente de la reduccin del derecho a la ley, pues tal
criterio no pudo soslayar la presencia de las costumbres; de los principios generales
del derecho; de la equidad e, incluso, del derecho natural.
A este respecto, los casos ya del siglo XIX del Cdigo de Austria; del Cdigo Albertino
de 1835; del Cdigo espaol en su hoy reformado art. 6 o de nuestro propio Cdigo
Civil de 1870 son bien conocidos en tanto importan una indudable ampliacin de las
fuentes del derecho al interior mismo del razonamiento codificador, en sentido
contrario al esquema consagrado en el Code francs. A su vez, en la pasada centuria,
otro gran ejemplo de esta tendencia es el Cdigo Civil suizo, tantas veces recordado
por la doctrina, cuyo art. 1 establece que a falta de una disposicin legal o de una
disposicin creada por la costumbre, el juez resolver segn las reglas que l
establecera si tuviese que hacer acto de legislador. Como apunta Salvat, a partir de
la opinin de Rossel y de Mentha, esto implica dejarle al juez la libertad de interrogar
su razn, su experiencia y su conciencia; por consiguiente, la facultad de tener en
cuenta los principios de justicia y las necesidades prcticas de la vida jurdica y social.
En cuanto al cdigo de Vlez, la coexistencia de las tradiciones moderna y clsica
es bien conocida. Como ejemplo de lo primero, entre otras disposiciones, cabe
mencionar el art. 15 el cual, segn se ha expuesto, repite, a la letra, el art. 4 del Code
Napolen y el viejo art. 17, en la medida en queseala que el uso, la costumbre o la
prctica no pueden crear derechos, sino cuando las leyes se refieren a ellos (nfasis
aadido).
Sin embargo, los ejemplos que hacen honor a la cosmovisin del derecho comn no
Cossio, Cueto Ra realiza una ajustada interpelacin al distingo entre fuentes del
derecho formales y materiales por considerarla artificiosa y, por tanto, irreal si se
atiende la praxis del derecho.
As, y teniendo en cuenta la conocida caracterizacin de las fuentes como
materiales, es decir, todos aquellos factores reales que gravitan sobre el nimo de
los jueces, los legisladores, los funcionarios administrativos, inclinando su voluntad en
un sentido determinado en el acto de crear una norma jurdica, Cueto Ra objeta que
entonces no podramos limitar la nmina a la doctrina y la jurisprudencia, como se ha
hecho tradicionalmente, sino que deberamos incluir tambin los estmulos
ambientales y los factores de predisposicin subjetiva que, de hecho hacen sentir su
influencia en el espritu del rgano. Deah que, concluye, la investigacin sobre las
fuentes materiales del Derecho podra transformarse en una investigacin de
psicologa jurdica, cuando se trabajase sobre los factores predisposicionales, y de
sociologa jurdica cuando se operase sobre los factores ambientales.
Como es claro, tal propuesta parece desmesurada y, an ms que ello, irreal. Cueto
Ra lo explica como sigue: las leyes y las costumbres no operan simplemente en el
plano lgico-formal, como pareciera darlo a entender el hecho de que se las clasifique
como fuentes formales, ya que el rgano no recurre a las fuentes solamente por una
necesidad lgica, sino por una exigencia de otra ndole: orientacin y criterio de
objetividad para determinar el sentido preciso de un fenmeno de conducta humana. Y
en esta materia el juego de los principios lgicos es de escasa utilidad. Las leyes y
costumbres son tiles como fuentes no tanto porque suministren apoyo lgico a la
decisin que se adopte en definitiva, cuanto porque suministran un criterio material
para discernir el sentido del caso en discusin y resolverlo de una manera que sea
considerada valiosa por una pluralidad de los integrantes del grupo social. Es que las
llamadas fuentes formales son tambin fuentes materiales.
El autor lo explica con diversos ejemplos. En relacin a la ley, expresa que el
legislador ha establecido en el art. 1114 del Cd. Civil la responsabilidad de los padres
por los daos y perjuicios ocasionados por sus hijos menores de edad. Y aade: el
legisladorsuministra objetivamente un criterio para decidir quien debe soportar los
daos causados por personas menores de edad. Al hacerlo ha valorado toda una serie
de factores materiales: las relaciones familiares, la ndole de la vigilancia y control que
los padres ejercen sobre sus hijos; los riesgos que presenta la vida social en una
determinada comunidad. Para concluir que es en mrito de todos estos antecedentes
materiales articulados en la ley que ella constituye una fuente de Derecho idnea para
la resolucin de los conflictos jurdicos. Asimismo, en relacin con la costumbre
explica que de la reiteracin prolongada de cierto procedimiento surge un
entendimiento societario silencioso que facilita la coordinacin de las conductas de
modo que aquella no es slo una fuente formal del Derecho, sino tambin lo es
material. Por su parte, tocante a la jurisprudencia precisa que sta cumple la
inestimable funcin de otorgar progresivamente un sentido concreto a las
abstracciones de las normas generales, al tiempo que, tambin, perfila una conducta
humana como debida, en funcin de consideraciones axiolgicas. De ah que, en
esas condiciones se hace muy difcil negarle el carcter de fuente tanto formal como
material. Y, por ltimo, otro tanto sucede con la doctrina, que es quien acomete la
tarea de analizar leyes, costumbre y jurisprudencia explicitando sus posibilidades
lgicas, desentraando su sentido, anticipando imaginativamente situaciones para
incluirlas o excluirlas en el contextonormativo, y adelantando esquemas de integracin
y coordinacin con sus respectivos argumentos. De ah que, por virtud de tal tarea
gana condicin de fuente formal y material del Derecho.
El planteamiento recin expuesto resulta marcadamente ms convincente (por lo
realista) que el de la Codificacin ya que hace honor a cmo, en verdad, acontecen
las cosas en la plano de la praxis jurdica en el que el recurso a la formalidad del
sistema slo tiene genuina aplicacin si su contenido o materia resulta plausible o
convincente y ello, como es obvio, vale para ambas clases de fuentes del derecho
supuesto que tal distincin exista.
Las fuentes del derecho de la post-codificacin
Como se seal, el planteamiento codificador fue admitido con beneficio de
inventario tanto en la prctica jurdica, como entre los doctrinarios, en especial, a
partir de las postrimeras del Siglo XIX merced a obras como la ya citada de Gny o a
los embates de la conocida Escuela del Derecho Libre.
En definitiva; lo que pareci claro para los crticos de entonces y la realidad se ocup
de confirmar sin subterfugio fue que la propuesta de racionalizacin del derecho
result incapaz de abarcar la variada y cada vez ms compleja red de relaciones
sociales. Ello provoc, primero, la necesidad de legislar extramuros de los cdigos, lo
cual, an cuando no supuso un quiebre en la primaca de la ley como origen nico del
derecho, s entra un revs en el plano formal- para el ideal codificador. Como
explica Zuleta Puceiro loscdigos pierden su carcter de estatutos orgnicos del
sector de la vida jurdica que regulan, superados por la proliferacin de leyes
especiales, dentro de un marco general de hipertrofia de la produccin legislativa. Y,
despus, supuso la admisin, sin ms, y como genuinas fuentes jurdicas del resto de
los factores otrora silenciados tanto en el plano cientfico, como en el de las
legislaciones ms ortodoxas. Dicho en otros trminos: el siglo XX asisti a un creciente
pluralismo jurdico que parece entroncar, nuevamente, con la tradicin del derecho
comn.
Pues bien: en el plano de la ley se observa una redefinicin de su alcance tradicional,
el cual se hallaba ligado a la idea de un legislador como se ver en los prximos
captulos con ms detalle- ultraracional. As, apunta Zuleta Puceiro, la
descentralizacin del poder normativo, la generalizacin de los procesos de
negociacin legislativa y las formas diversas de participacin corporativa, abonan el
incremento acelerado de las legislaciones sectoriales, objeto de transacciones y
negociaciones que, ms all de matices diferenciales de importancia, dan vida a la
idea perenne del contrato social. Sobre tales bases, Sternberg distingue entre la ley, a
la que llama una forma imperativa de la declaracin del derecho, de la convencin, a
Unidad de Aprendizaje V
El Sistema Jurdico
Introduccin
Segn se estudi en el captulo anterior, la Codificacin entraa que el derecho se
manifiesta de manera nica y exclusiva por conducto de leyes receptadas en cuerpos
escritos. Como parece obvio, dicho postulado supone otro, frecuentemente implcito: la
existencia de un legislador ultraracional, es decir, capaz de dar cuenta de toda la
realidad de la vida entendida, claro est, en clave jurdica, y de hacerlo de una manera
que no solamente no deja margen al error o, tan siquiera,a la duda (aspecto que ser
examinado en detalle en el prximo captulo), sino que, adems (y esto es lo que
interesa tratar en el presente), se presenta de forma sistemtica, esto es, de una
manera ordenada; armnica y autosuficiente, lo cual supone concebir a dicha realidad
jurdica de manera necesariamente completa y cerrada. Al examen de este aspecto se
Como se anticip, a poco andar, la experiencia de la vida eso que Gadamer, tan
sugestivamente denomin el aprendizaje de la modestia y el saber de la calle ense otra realidad. Las normas no siempre resultaron claras, sino que adolecieron
de vaguedad. De igual modo, tampoco fueron precisas ms, por el contrario,
ambiguas. Asimismo, no se presentaron de manera coherente, sino que se
desnudaron como contr
dictorias o inconsistentes, al tiempo que, lejos de ser econmicas, se mostraron
redundantes. Por ltimo el sistema no result completo o autosuficiente, sino que
ostent lagunas, lo cual gener, como se ver, la necesidad de abrirlo
En lo que sigue, segn se haba sealado, se examinarn estas aporas con algn
detalle a partir de un estudio de nuestro ordenamiento jurdico.
Vaguedad
Como explica el profesor Carlos S. Nino, a quien se sigue (bien que no de manera
puntual) en este tramo del captulo, la proposicin expresada por una oracin puede
ser vaga a causa de la imprecisin del significado de las palabras que forman parte de
la oracin.
Al respecto, las vaguedades pueden ser de diverso orden. El caso ms comn es el de
las palabras que hacen referencia a una propiedad que se da en la realidad en grados
diferentes, sin que el significado del trmino incluya un lmite cuantitativo para
laaplicacin de l. Y ejemplifica: el art. 81, inc. 1 del Cd. Penal atena la pena al
que matare a otro encontrndose en estado de emocin violenta, de modo que, en
este supuesto, se da origen a una magnfica penumbra constituida por casos en los
cuales vacilamos acerca de si la emocin de un sujeto tuvo o no el grado suficiente
para podrsela calificar de violenta.
Pero hay ms: como seala Nino, una especie de vaguedad ms intensa todava ()
est constituida por palabras respecto de las cuales no slo no hay propiedades que
sean aisladamente indispensables para su aplicacin, sino que hasta es imposible dar
una lista acabada y conclusa de propiedades suficientes para el uso del trmino,
puesto que siempre queda abierta la posibilidad de aparicin de nuevas
caractersticas, no consideradas en la designacin, que autoricen el empleo de la
palabra. El ejemplo que ilustra esta categora es el adjetivo arbitraria que la Corte
Suprema emplea para censurar algunas sentencias judiciales, ya que adems de las
situaciones centrales en que aquel calificativo es usado por la Corte, queda abierta la
puerta para la aparicin de nuevas circunstancias de momento imprevisibles pero ante
las cuales podra resultar apropiado calificar de arbitraria a una sentencia.
Existe, asimismo, otra modalidad de imprecisin semntica que Nino denomina
vaguedad potencial o textura abierta, la cual constituye un vicio potencial que
afecta a todas las palabras de los lenguajes naturales. El autor ejemplifica delmodo
siguiente: el inc. 2 del art. 215 del Cd. Penal reprime con prisin perpetua al que
comete el delito de inducir o decidir a una potencia extranjera a hacer la guerra contra
la Repblica. Ante ello, inquiere: que pasara si en el pas ocurriere algo similar a lo
de la Alemania nazi y muchos argentinos no vieran otro remedio que unirse a una
potencia extranjera para derrocar a un gobierno que hubiera asesinado a gran parte de
la poblacin?.
Ambigedad
Segn explica el autor citado, esta nota presupone dudas acerca de las
consecuencias lgicas que pueden inferirse de ciertos textos jurdicos, quedando sin
determinar la calificacin normativa que ellos estipulan para determinados casos.
Sobre tales bases, una oracin puede expresar ms de una proposicin y ello
acaece desde una doble perspectiva: puede ocurrir as porque alguna de las palabras
que integran la oracin tiene ms de un significado, en cuyo caso se est ante un
supuesto de equivocidad semntica, o porque la oracin tiene una equivocidad
sintctica, en cuyo caso la ambigedad es de ste ltimo tipo.
Ejemplo de lo primero, ensea Nino, lo constituye el art. 2 de la Constitucin
Nacional, segn el cual el gobierno federal sostiene el culto catlico apostlico
romano. Para el autor, la expresin sostiene, utilizada en la redaccin de esta
norma, adolece de cierta ambigedad, ya que una interpretacin le asigna el
significado de profesa, otorgando a la norma el sentido de que el gobierno federal
considera verdaderala religin catlica. En cambio, aade, otra interpretacin,
defendida por Joaqun V. Gonzlez sobre la base de lo discutido por los
Constituyentes, atribuye a la palabra sostiene el significado de mantiene, apoya,
etc., concluyendo que la norma slo establece que el gobierno debe atender
econmicamente al culto catlico.
A su vez, ejemplo de lo segundo lo constitua el antiguo art. 186, inc. 3 del Cd.
Penal, por el que se reprimi a quien causare un incendio, explosin o inundacin
cuando hubiera peligro para un archivo pblico, biblioteca, museo, arsenal, astillero,
fbrica de plvora o de pirotecnia militar. Al respecto, seala Nino que se plante la
duda acerca de si el adjetivo militar calificaba slo a las fbricas de pirotecnia o
tambin a las de plvora. Soler pona nfasis en que deba interpretarse que el
adjetivo no se refera a las fbricas de plvora, puesto que existe la misma razn,
constituida por el extraordinario peligro producido, para agravar un incendio o
explosin tanto cuanto se lo hace en una fbrica de plvora que sea militar como
cuando se lo provoca en otra que no lo sea.
Contradictoriedad o inconsistencia
Los problemas recin expuestos, ensea Nino, se distinguen de los que a continuacin
se examinarn en que, mientras en aquellos se observan dificultades para derivar
consecuencias de determinadas normas jurdicas, en stas los inconvenientes
aparecen una vez que tales consecuencias han sido deducidas.
Tal es el caso de las contradicciones normativas, loque sucede cuando dos normas
imputan al mismo caso soluciones incompatibles. Lo expuesto requiere que, en primer
lugar, dos o ms normas se refieran al mismo caso, es decir, que tengan el mismo
mbito de aplicabilidad. Y, en segundo trmino, que las normas imputen a ese caso
soluciones lgicamente incompatibles.
En supuestos como el presente, se suele acudir, en orden a resolver los problemas, a
ciertas reglas, como la de lex superior, que quiere decir que entre dos normas
contradictorias de diversa jerarqua, debe prevalecer la de nivel superior; la de lex
posterior, que significa que la norma posterior prevalece sobre la promulgada con
anterioridad, o la de lex especialis, que dispone que se d preferencia a la norma
especfica que est en conflicto con una cuyo campo de referencia sea ms general.
Sin embargo, en ciertos supuestos estas reglas no resultan aplicables como, por
ejemplo, cuando las normas tienen la misma jerarqua o han sido dictadas
simultneamente o tienen el mismo grado de generalidad. Nino ilustra el tema con
varios ejemplos, entre los que extraigo el siguiente: el art. 92 del Cd. Penal grava
aquellas penas cuando las lesiones se produjeren a un pariente directo. A su vez, el
art. 93 disminuye las penas de los arts. 89, 90 y 91 del Cd. Penal cuando las
lesiones fueren causadas en estado de emocin violenta. Y aade: curiosamente,
antes de la reforma de la ley 21.338, ocurra que el legislador no haba previsto
ninguna solucin especfica para aquellos casosde lesiones en los cuales concurrieran
simultneamente algunas de las agravantes del art. 92 con la atenuante del art. 93,
por ejemplo, cuando alguien lesionara a la esposa en estado de emocin violenta. No
se trataba de un caso de laguna normativa, puesto que el problema no radicaba en
que no hubiera una solucin para el caso, sino en que haba varias soluciones
lgicamente incompatibles.
Redundancia
Las normas jurdicas no siempre son econmicas sino redundantes, la cual se
caracteriza por el hecho de que el sistema jurdico estipula un exceso de soluciones
para los mismos casos, pero, a diferencia del anterior problema, aqu las soluciones no
slo son compatibles, sino que son reiterativas. De ah que la redundancia requiera
estas dos condiciones: primera, que ambas normas tengan el mismo campo de
referencia, que se refieran a los mismos casos; segunda, que estipulen la misma
solucin para ellos.
Nino, siguiendo a Ross, plantea que la redundancia normativa no tendra por qu
crear problemas por s sola para la aplicacin del derecho, puesto que al seguirse una
de las normas redundantes se satisfara tambin lo prescripto por la otra. Sin embargo,
la dificultad de la redundancia radica () en que los juristas y los jueces se resisten a
admitir que el legislador haya dictado normas superfluas y en consecuencia se
esfuerzan por otorgar, a las normas con soluciones equivalentes, mbitos autnomos.
Se trata, pues, de una clara muestra del preconcepto que gobierna una mentalidad
racionalista entanto no tolera la inconsistencia del legislador.
Entre los distintos ejemplos que ilustra el tema, el autor recuerda el viejo art. 44 de la
ley 18.880 que dispona que la presente ley deber aplicarse de oficio en los juicios
pautas axiolgicas.
La gran diferencia con el caso anterior es que en las lagunas valorativas el derecho
estipula una solucin para el caso pero los juristas y jueces consideran que el
legislador no hubiera establecido la solucin que prescribi si hubiera reparado en la
propiedad que no tom en cuenta, de donde al ser la solucin irrazonable o injusta,
no debe aplicarse al caso, constituyndose una laguna.
Entre los muchos ejemplos, el autor refiere el caso de la ley 13.252, despus
sustituida, que prohiba la adopcin en el caso de que el adoptante tuviere ya hijos
consanguneos. Al respecto, se entendi que el legislador no haba previsto el caso
de quien tuviera hijos consanguneos mayores de edad y consintieran ellos en la
adopcin, situacin en la cual se supona completamente irrazonable aplicar la
prohibicin de la ley que es en beneficio de los hijos de sangre, criterio que fue as
receptado, primero por un fallo plenario y luego por la ley.
Hacia una superacin de la propuesta sistemtica del Positivismo Jurdico
a) Insoslayabilidad de la idea de sistema
Como se advierte de lo expuesto en el punto anterior, la pretensin de un sistema
jurdico cerrado en tanto que completo o,incluso mejor, autosuficiente no pudo
concretarse en la realidad. Ante ello, se torn necesario plantear un escenario diverso.
Pues bien: en primer lugar conviene reparar que a estas alturas del desarrollo de la
ciencia jurdica resulta imposible prescindir de la idea de sistema. En la actualidad,
en efecto, nadie duda acerca de la bondad de contar con una disposicin racional de
materias que permita una rpida ubicacin de las cuestiones y una eficiente solucin
de ellas. De ah que un planteamiento en cierto sentido asistemtico como el modelo
del derecho comn estudiado en la unidad de aprendizaje anterior, ya no resulta
posible. Es ms: un ensayo de retorno a aquel paradigma no solo constituye un
anacronismo incapaz de satisfacer la alta complejidad de la sociedad actual, sino que
hasta oscurecera los legtimos y relevantes avances que dicha concepcin del
derecho alcanz en su poca y leg a la posteridad.
En este sentido, no son pocas las autoridades que, sin asumir una concepcin
positivista, han reivindicado la presencia de un sistema. En lo que sigue, me servir
en apoyo de esta tesis de las sugerentes reflexiones de varios doctrinarios alemanes
que han trabajado mucho y bien en defensa de un sistema o, si se prefiere, de un
ordenamiento jurdico ajeno a la impronta racionalista.
Al respecto, como recuerda Karl Larenz en una obra clsica, a la que se sigue en este
tramo, Josef Esser no quiere renunciar a toda construccin sistemtica en la
Jurisprudencia, a pesar de su clarainclinacin al case law y al pensamiento
problemtico. De ah que, aade, distingue el sistema cerrado que est
representado por la idea de la codificacin, y el sistema abierto, tal como en definitiva
se configura tambin en un Derecho casustico, porque ste no sale a flote a la larga
sin una conexin de derivacin conceptual y valorativa que haga racionalmente
sistema cientfico-jurdico tiene que permanecer abierto y, por tanto, nunca est
acabado en la medida en que nunca puede disponer de una respuesta para todas las
preguntas. Dicho de otro modo: la problematicidad que entraa el no tener la llave
de todas las respuestas requiere exige-, de suyo, su misma apertura. Y, si bien se
mira, todo esfuerzo intelectual que reconozca entre sus materiales de trabajo al timbre
de la realidad de la vida no tiene otra alternativa que rendirse a la enorme variedad de
sus matices y, por tanto, de sus problemas por lo que no puede sino permanecer
abierto a aquellos.
Por lo dems, la atencin a la realidad de la vida se presenta como una conclusin
obvia ya que, segn lo visto en el apartado 2 de esta Unidad, ningn sistema puede
considerarse completo sencillamente porque la realidad lo desmiente a cada paso,
invitando, por el contrario, a una constante atencin a las dinmicas exigencias que
aquella entraa, de modo que se halle siempre dispuesto a incorporar nuevas
soluciones; a reformular determinadas normas o adejar de lado disposiciones otrora
indiscutidas. Un sistema de este tipo est, pues, necesariamente atento a los
problemas que plantea la praxis (en especial, pero no exclusivamente, la judicial), de
modo que si la atencin en el sistema jurdico concebido por el derecho moderno se
posa, en primer lugar, en las disposiciones ya consensuadas y ulteriormente
positivizadas y slo en segundo trmino en la peculiaridad del caso; en un sistema
abierto las cosas proceden del modo exactamente inverso: la mirada se fija, de inicio,
en el caso a resolver, es decir, en el problema y slo despus se acude al sistema
a fin de munirse de las respuestas tcnicas que permitan desentraar, con justicia, el
supuesto bajo estudio.
Como surge con claridad y ser estudiado con mayor detalle en la siguiente Unidad de
Aprendizaje, el hallazgo de la solucin jurdica no es una decisin inspirada en una
clave lgico-formal (como sucede, por ejemplo, en el ya citado clebre caso de la
Corte Suprema de Justicia de la Nacin Saguir Dib (Fallos: 302:1284), en el que el
Procurador General, ante el requerimiento de una persona de 17 aos y 10 meses de
donar un rin a favor de su hermano, al consultar la norma que regula el supuesto y
advertir que sta exige tener 18 aos, aconsej al Alto Tribunal rechazar el pedido. Por
el contrario, la solucin bajo anlisis surge de la proporcionada adecuacin de normas
y hechos en pos de obtener una respuesta no solo legal, sino adems, como se
enfatiz en el prrafo anterior, justa.Aqu, como es obvio, no deja de percibirse el
mandato del segundo Ihering quien, ya en 1864, en el IV tomo del Espritu del
Derecho Romano escribe con ineluctable determinacin en contra la fantasmagora
de la dialctica jurdica, que intenta conceder a lo positivo la aureola de lo lgico
cuando, por el contrario, la vida no existe a causa de los conceptos, sino que los
conceptos existen a causa de la vida, por lo que no ha de suceder lo que la lgica
postula, sino lo que postula la vida, el trfico, el sentimiento jurdico, aunque sea
lgicamente necesario o imposible.
c) Sistema jurdico abierto: la reaccin legislativa y su influencia en la jurisprudencia
derechos fundamentales. Sin ella, no puede existir una teora adecuada de los lmites,
ni una teorasatisfactoria de la colisin y tampoco una teora suficiente acerca del
papel que juegan los derechos fundamentales en el sistema jurdico.
Mientras las dos primeras precisiones han sido tradicionalmente estudiadas en el
mbito de la interpretacin del derecho, tpico ste que ser motivo de un anlisis ms
detallado en la prxima Unidad de Aprendizaje, la tercera gravita sobre la presente.
En efecto; en cuanto concierne a los lmites de estas normas, como escribe Juan
Cianciardo, su fuerza dentica difiere ya que un principio (por ejemplo, toda persona
tiene derecho a que se respete su salud) prescribe el cumplimiento de un algo (en el
ejemplo, la salud), lo que puede ser llevado a cabo en un ms o menos, es decir, que
admite distintos niveles de cumplimiento (o de incumplimiento). Lo que la norma
ordena es que sea observado en la mayor medida posible, en otras palabras, que sea
optimizado al mximo. Por el contrario, una regla (por ejemplo, la norma que motiv el
citado caso Saguir Dib) ordena un algo que no admite distintos niveles de
cumplimiento. Puede ser observado o no; no hay puntos intermedios (en el caso, a
partir de los 18 aos la dacin es posible; antes, no).
A su vez, en lo relativo al tema de la colisin, como dice Cianciardo, en los casos de
conflictos entre reglas hay que decidir la precedencia de una u otra y esa decisin
conllevar la anulacin de la regla preterida, ya sea introduciendo en una de las
reglas una clusula de excepcin que elimina el conflicto o declarandoinvlida, por lo
menos, una de las reglas. Por el contrario, cuando un principio colisiona con otro el
juez no puede, en cierto sentido, dejar de aplicar ninguno de los dos. Decidir, luego
de una ponderacin, la precedencia de uno sobre otro, pero sin anular al que no se ha
preferido
Por ltimo, en cuanto impacta sobre el tema del sistema jurdico, el autor citado
expresa que el origen de la fuerza dentica de los principios y de las reglas no es el
mismo ya que mientras las reglas deben toda su fuerza dentica al legislador o al
juez que la cre, los principios prescriben desde s mismos. Se trata, pues, de un
distingo de la mayor relevancia pues, como escribe Larenz, de aqu, es decir, de la
consideracin de que las normas jurdicas en modo alguno tienen su fuente ex
legislator mentis, resulta ya la apertura de un sistema formado por principios
jurdicos.
Y bien: de dnde surgen los principios? Cul es, en efecto, la fuente de eso que
muchos ordenamientos jurdicos incluso, muchos cdigos- suelen llamar principios
generales del derecho? No es fcil dar una respuesta unvoca a esta pregunta pero,
en un plano ms general, la doctrina ha sabido hallar una respuesta plausible. As,
para Gustavo Zagrebelski, remiten a un mundo de valores o a las grandes opciones
de cultura jurdica de las que forma parte y a las que las palabras no hacen sino una
simple alusin. Por eso, aade, a los principios se presta adhesin. De igual modo,
explica Alexy que los principios son razones que surgennaturalmente en tanto
pueden ser derivados de una tradicin de normaciones detalladas y de decisiones
judiciales que, por lo general, son expresin de concepciones difundidas acerca de
cmo debe ser el derecho. Se trata, pues, segn completa Ronald Dworkin, de
razones que inhieren en una prctica inveterada del foro y/o en un conjunto de
convicciones sociales y que, en ltima instancia, remiten a ciertas tradiciones
histricas o, para decirlo en el lenguaje propio de la Hermenutica Filosfica, a un
horizonte de significado, es decir, a un determinado ethos que debe ser
comprendido. De ah que, observa agudamente Zippelius anticipando un tema
fundamental del derecho (y, especialmente, del derecho natural, a saber, su relacin
con la historia al que se aludir ms adelante) no se los debe imaginar ahistricos y,
en cierto modo, estticos, conclusin que, aade, se aplica incluso para los principios
que remiten a la idea del derecho o a la naturaleza de la cosa, ya que ello no
supone desconocer que consiguen su figura concreta () slo a travs de la relacin
con una determinada situacin histrica y con la intervencin de la conciencia jurdica
general respectiva. En definitiva, y dicho de manera breve, tengo para m que los
principios sintetizan las exigencias bsicas y permanentes de la naturaleza humana
vistas en la concreta situacin espacio-temporal en que sta se da cita.
De lo hasta aqu expuesto, muchas son las consecuencias que emanan de la admisin
de los principios en el planodel derecho. Por de pronto, como se anticip y se ver en
la prxima Unidad, es relevante el giro que ha suscitado en la teora de la
interpretacin. Pero, en cuanto concierne a la presente, considero que la llegada de
los principios impacta sobre la idea de sistema desde una doble y benfica perspectiva
y que podra caracterizarse como ad extra del sistema mismo y ad intra de ste. En
cuanto a lo primero porque, como se anticip, lo transforma en necesariamente abierto
y, de esta manera, como dice Larenz el descubrimiento de las conexiones
sistemticas de los principios y subprincipios ensancha el conocimiento del Derecho,
es decir, como dir Dworkin mucho ms tarde, incrementa la capacidad de respuesta
del ordenamiento jurdico. Y en cuanto a lo segundo, porque, como tambin se haba
anticipado, sirve para la interpretacin de las normas y para la integracin de
lagunas, manteniendo, de tal modo, la unidad valorativa y consecuencia lgica en el
desarrollo del Derecho.
5. La configuracin del sistema jurdico
Introduccin
Constituye un dato de experiencia que toda sociedad dispone de un ordenamiento o
sistema jurdico. En efecto; es palpable que al interior de aqulla se advierten normas
jurdicas (algunas escritas leyes o reglas y principios- y otras no costumbres y
principios todava no sistematizados); procedimientos de resolucin de
desavenencias ante rganos determinados (algunos, extrajudiciales, como es el caso
de los tribunales denominados de equidad oamigables componedores y los
supuestos de mediacin obligatoria previstos en ciertas jurisdicciones; otros, de
ndole administrativa y, finalmente, rganos de carcter judicial); decisiones nacidas al
cabo de tales procedimientos, muchas de las cuales constituyen el fondo de
precedentes que, como deca Betti, son los anillos que intermedian entre el ayer y el
hoy; entre el pasado y el presente de modo que explican el sentido del derecho de una
sociedad; o, en fin, la doctrina de los autores que glosan la legislacin y las decisiones
jurisprudenciales sealando aciertos; crticas; aporas y, de tal suerte, promoviendo el
debate que obliga, como escribi Radbruch y detrs de l, Esser, a continuar
pensando hasta el fin lo ya pensado. As, pues, normas; procedimientos; rganos;
decisiones o doctrina de las autoridades constituyen la urdimbre de que se nutre un
sistema jurdico.
Como surge de lo recin expuesto, todo sistema jurdico lleva implcita la nota de
positivacin, ya que cuanto se predica de aqul slo es posible en tanto que resulte
conocido, y ello conduce, por la propia dinmica de la vida social, a la necesidad de
ponerlo a disposicin de la comunidad, esto es, a positivarlo de la manera ms
minuciosa posible. De ah que un sistema jurdico es, de suyo, positivo y no es
superfluo sealar que en la mejor y ms lograda concrecin de esa nota estriba no
toda, ciertamente, pero s buena parte del xito de la coexistencia social.
La precedente consideracin remite a una idea de la mayorrelevancia sobre la que
conviene reparar. Como precisa Hervada, el derecho pertenece al orden prctico de la
vida humana y es objeto de un arte o ciencia prctica, de modo que para que algo
sea practicable debe ser conocido, pues mientras sea desconocido permanece
impracticable. De ah que, como han insistido algunos autores en tiempos recientes
(aunque se trata, en verdad, de una nocin muy antigua, ya presente en Aristteles y
bien enfatizada, por cierto, en Toms de Aquino), el derecho consiste en el sentido
cultural e institucional atribuido a determinados hechos sociales. Dicho de otro modo:
la entera realidad jurdica la vida misma del derecho asumida por las personas en sus
relaciones intersubujetivas- es marcadamente institucional en tanto se da en un tiempo
y lugar histricos a travs de esa urdimbre de normas; procedimientos; tribunales;
decisiones y opiniones que condicionan y, a la vez, posibilitan su obrar. Desde luego,
no se habla aqu de la calidad de las instituciones (las que pueden ser mejores o
peores segn se compare determinadas sociedades entre s o una misma comunidad
a lo largo del tiempo), sino del dato mismo de que el derecho es una realidad
institucional y, en consecuencia, que la coexistencia humana se da en el seno; en el
contexto y en el horizonte de determinadas instituciones.
Ahora bien: como asimismo parece un elemental dato de experiencia, mientras mayor
resulte la institucionalizacin de la vida jurdica, sta ser ms y mejor conocida que
si no hubierainstitucionalizacin alguna o si sta resultara sumamente deficiente y, por
ende, ello supone una ms extensa e intensa positivacin de aqulla. Es claro: si
todo sistema jurdico aspira a dar cuenta del conjunto de problemas; exigencias y
aspiraciones de las sociedades a travs de respuestas previsibles; prontas y precisas,
ello implica la necesaria positivacin de sus notas fundamentales y, an ms -atenta
la creciente complejidad y sofisticacin de las relaciones sociales-, la necesaria
formalizacin o reglamentacin de tales notas, todo lo cual, en fin, entraa una
inequvoca vocacin de positividad de la realidad jurdica, lo que ha llevado a muchos
autores de cuo iusnaturalista a afirmar provocadora pero no menos aguda y
correctamente- que ese nico fenmeno jurdico de que siempre se habla no es sino el
derechos, la que resulta decisiva a fin de ilustrar este punto. Como escribe steltimo,
en tanto que existe la persona humana, el derecho natural es un derecho vlido, esto
es, su contravencin constituye de suyo una injusticia. De ah que, aade, la
positivacin no da al derecho natural su ndole jurdica, toda vez que tal faceta la
tiene por s mismo, en tanto tratarse de un ttulo que inhiere en toda persona en
virtud de su dignidad o eminencia y, por tanto, tal juridicidad es filosfica, lgica y
temporalmente anterior a su positivacin o vigencia histrica en un sistema jurdico.
Sobre tales bases, la no positivacin del derecho natural, en rigor, no dice nada contra
ste en la medida en que su juridicidad no se predica de su integracin en un sistema
jurdico (tal sera una postura positivista), sino de las exigencias objetivas que inhieren
en la persona y en la relacin de stas con las cosas exteriores. El derecho natural
seguir, pues, siendo derecho ms all de que su desconocimiento (o, incluso, su
prohibicin) por parte de un sistema jurdico compromete, sin duda y muy seriamente,
su consideracin tico-jurdica (pinsese, por ejemplo, en un sistema jurdico que
admita la esclavitud o que segregue a las personas por razn de su raza; sexo o
religin, tal y como se ha visto y se ve a lo largo de la historia de la humanidad). De
ah que, en fin, un derecho natural podr no estar vigente en un ordenamiento
jurdico ms ello no implica que no sea vlido y que, por lo mismo, pueda tornarse
vigente en cualquier momento a travs, como se ha anticipado ya, de lasfuentes del
derecho de que aqul disponga.
El tantas veces referido caso Saguir Dib ilustra con solvencia en el plano
estrictamente prctico cuanto aqu se ha sealado desde una perspectiva terica.
Como se recordar, el Alto Tribunal considera a los derechos imbrincados en la causa
(vida e integridad fsica) como preexistentes o naturales a la persona humana.
Ahora bien: esta terminologa -usual en el crculo de la teora y de la legislacin sobre
los derechos humanos- no es inocente, toda vez que, a mi juicio, el Tribunal busca
resaltar mediante ellas que los derechos fundamentales de las personas son
preexistentes al ordenamiento jurdico porque, precisamente, son naturales a
ellas. Dicho en otros trminos: la preexistencia se funda en la inseparabilidad de los
bienes ms fundamentales del ser humano justamente porque en ello reside su
dignidad. De ah que, como se lee en la causa en cuestin, la legislacin
obviamente los reconocer y garantizar, pero en ningn caso los otorgar o
conceder ex-nihilo como consecuencia de un acto de liberalidad.
A la luz de lo recin expuesto, fluye con facilidad que para la Corte la ausencia de un
derecho cualesquiera de un ordenamiento jurdico es decir, su no vigencia histricoconcreta en modo alguno autoriza a concluir que tal derecho resulte invlido en el
mbito del sistema jurdico al que dicho ordenamiento pertenece. En efecto: si, por
caso, el ordenamiento jurdico argentino no hubiera positivado el derecho a la vida
(como lo ha hecho por medio delos arts. 33 y 75, inc. 22 de la Constitucin Nacional y
por diversas disposiciones de rango inferior), aqul no sera un derecho vigente no
poseera vigencia histrico-concreta, pero, ciertamente, sera un derecho vlido, por
constituir uno de los bienes bsicos o fundamentales de la persona y susceptible de
positivacin a travs del conjunto de las fuentes del derecho de que dispone el
ordenamiento jurdi
o de nuestro pas. Y, a mayor abundamiento, parece claro que la obviamente
permanente validez de los derechos naturales de las personas no slo los tornan
preexistentes a todo el ordenamiento jurdico, sino que, adems, aqulla deja traslucir
la especial ponderacin que tales derechos merecen. Este aserto particularmente
significativo si se recuerdan las circunstancias fcticas que dan lugar al caso en
cuestin- entraa, al menos, dos consecuencias. La primera, que las conductas que se
observan en las causas citadas (temperamento extensible a cualquier controversia) no
pueden infravalorar y, menos an, lisa y llanamente ignorar, la ndole es decir, la
peculiar importancia de los derechos (humanos) en juego, pues es a la luz de tal
trascendencia que dichas conductas sern finalmente juzgadas. La segunda, que esta
permanente validez de los derechos importa afirmar que constituyen una garanta
jurdica y, en definitiva, moral de que al no depender para su aplicacin de la
vigencia histrica, quedan a resguardo de un eventual desconocimiento o
conculcacin por parte del sistema jurdico de que setrate.
d) Viscisitudes de la positivacin-formalizacin del derecho natural
Como es obvio, el tpico recin estudiado remite a la no positivacin del derecho
natural por razones histricas, es decir, por circunstancias de tiempo y de lugar. Por
el contrario, en este punto, se estudia la positivacin-formalizacin del derecho
natural en el sistema jurdico y los diversos avatares que, de suyo, se siguen en todo
proceso de institucionalizacin histrica como el que entraa aquel conocimiento.
En mi opinin, este aspecto puede observarse desde una triple consideracin: a) en
primer trmino, y desde una perspectiva ms filosfica, parecera claro que la
dinmica de la vida humana constantemente devela y, por tanto, extiende o ampla el
conocimiento del ncleo bsico del dignidad humana, lo cual gravita de manera
correspondiente sobre el sistema jurdico extendindolo o amplindolo
progresivamente. Dicho en otros trminos: se trata de observar en cunta medida la
historia compromete el conocimiento de los elementos naturales del derecho; b) la
segunda es una mirada fenomnica, toda vez que observa la manera como la
dimensin natural del derecho intelectualmente conocida se integra en el sistema
jurdico, es decir, adquiere vigencia histrica; c) por ltimo, desde una perspectiva
fctica o, si cabe, sociolgica, es posible examinar lo atinente al cumplimiento o
incumplimiento de un derecho natural ya positivado, esto es, de un derecho con
concreta vigencia histrica. Este aspectose reflexiona a partir de la importante
distincin entre la ya estudiada validez del derecho natural y su eficacia al interior
de un sistema jurdico.
Como parece claro, el examen de las notas recin expuestas ponen nfasis en el
hecho de que las dimensiones naturales del derecho no pertenecen al cielo de las
ideas o a oscuras o irreconocibles propuestas metafsicas, sino al mundo de lo
tangible y cotidiano, all donde la presencia misma de la historicidad, es decir, de la
disposiciones.
Como ejemplo del primer sentido de esta dimensin implcita (el tomar nota) cabe
mencionar, por ejemplo y entre otros, los artculos 14 o 16 de la Constitucin Nacional.
El primero expresa: todos los habitantes de la Nacin gozan de los siguientes
derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio: de trabajar y ejercer toda
industria lcita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio argentino, etc.. A su vez, el art. 16 dispone
que la Nacin Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento.
En estos textos, en efecto, se legisla sobre derechos naturales, es decir, sobre
derechos que el Estado no ha otorgado o, menos an,creado, sino que, en verdad, se
limita a reconocer como pertenecientes a las personas. stas son, por su propia
condicin de tal, iguales ms all de su sexo, religin, nacionalidad o cualquier otro
factor de ndole accidental, de modo que poseen, como un dato inherente a ellas la
posibilidad de trabajar; comerciar o trasladarse de un sitio a otro con prescindencia de
que el legislador lo diga, de modo que la hipottica omisin en el reconocimiento de
los derechos naturales, como se ver ms abajo, no es bice para su existencia.
A su vez, como ejemplos de lo segundo (el remitir a debates parlamentarios u a otras
disposiciones), me permito citar a los ya mencionados arts. 33 de la Constitucin
Nacional y 16 del Cdigo Civil.
En cuanto al primero, la lectura de los trabajos preparatorios, como se seal ms
arriba y en la Unidad de Aprendizaje V, es inequvoca en cuanto a que los otros
derechos y garantas no enumerados a que hace referencia la norma no son sino los
derechos naturales de los hombres y de los pueblos mencionados en aqullos, por lo
que las consideraciones ya vertidas son suficientes y me liberan de abundar al
respecto.
En lo concerniente al segundo texto, me interesa reflexionar aqu sobre su frase
conclusiva, la cual, en orden a resolver las controversias, afirma que si an la
cuestin fuere dudosa, sta se resolver por los principios generales del derecho,
teniendo en consideracin las circunstancias del caso (nfasis aadido). En efecto;
los principios, como se anticip (y afortiori los principios generales del derecho), han
de ser discernidos de las circunstancias del caso; de entre las costumbres del foro; del
ethos social de una comunidad; en una palabra: de las exigencias bsicas de las
personas discernidas en el contexto social en el que acta. Un ejemplo aclara esta
idea: el viejo artculo 1198 del Cdigo Civil dispona que los contratos obligan no solo
a lo que est formalmente expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que
puedan considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellos. Como se
advierte con facilidad, la norma trasunta una impronta decididamente legalista
incompatible con una filosofa ms orientada a la justicia de las relaciones concretas
que a la primaca de las formas. Sobre tales bases, la reforma de la ley 17.711
reescribi la norma de manera diversa: Los contratos deben celebrarse, interpretarse
y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosmilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsin. Es fcil observar,
pues, la victoria de un esquema normativo principialista, en concreto, del principio
En efecto; como remarca Hervada el autor que ms y mejor ha percibido este punto
crucial- el derecho natural, pues es derecho, es tan coercible como el derecho
positivo; es ms, aquellos derechos que con mayor intensidad son coercibles, son
precisamente derechos naturales o mixtos(derecho a la vida, derecho a la integridad
fsica, derecho de propiedad) y lo mismo ocurre con las normas jurdicas. De ah que,
aade, la coaccin es un factor de la sociedad humana al servicio de los hombres, de
la justicia y el derecho, sea de origen natural, sea de origen positivo. Por ello,
concluye, el sistema coactivo propio del derecho natural es el mismo que el del
derecho positivo: el sistema social de coaccin al servicio de la efectividad del
derecho.
Ante ello, se pregunta el autor qu ocurre si una norma o derecho naturales no son
asumidos por el sistema de garanta de efectividad del derechos?, es decir, qu
sucede con un derecho natural positivado (esto es, con vigencia histrica), pero
incumplido, como puede ser el caso, lamentablemente, del grueso de los derechos
fundamentales en nuestro pas? (pinsese, por caso y sin ninguna pretensin de
exhaustividad, en el derecho a la vida; a la salud; a la integridad fsica o a una vivienda
digna y compreselos con lo que la realidad nos muestra a diario). La respuesta de
Hervada es categrica: Ocurre lo mismo que si se trata de una norma o derecho
positivos: la norma sigue siendo vlida y el derecho sigue siendo debido, pero fuera
del cumplimiento por comportamiento justo, no encontrar apoyo; ser ineficaz. Tendr
validez, pero no eficacia en caso de incumplimiento.
f) Derecho natural e historicidad: la cuestin del ejercicio de los derechos
Resta, finalmente, examinar el tpico acaso ms importante en cuanto concierne a
lacrucial relacin entre naturaleza e historia en la determinacin de lo justo natural.
Represe, por de pronto, que no se est ante un tema de positivacin-formalizacin
(necesariamente histricos), el cual aqu puede o no darse. De igual modo, tampoco
se trata de una cuestin de conocimiento progresivo de los derechos naturales
(tambin de clara raz histrica) pues, como se ver, dicho conocimiento existe y sobre
l no se discute. Por el contrario, este tpico concierne al ejercicio concreto de los
derechos en un tiempo y espacio precisos y, desde alguna de las diversas variantes de
que puede ser examinado, guarda cierto vnculo con la eficacia recin examinada.
Este tema ha sido examinado con especial originalidad y extrema fineza por Hervada,
por lo que se seguir su exposicin a la letra, procurando ilustrarla con algunos
ejemplos jurisprudenciales que facilitarn, segn espero, su mejor comprensin de
este fecundo tema.
Por de pronto, conviene precisar cules dimensiones de la naturaleza humana se
hallan afectadas por la historicidad, esto es, por las circunstancias de tiempo y de
lugar en que se desarrolla la vida humana. Al respecto, como parece obvio, la
naturaleza o esencia humana, es decir, aquellas notas que tornan a la persona en lo
que es y no en otra cosa, no puede estar sujeta al cambio histrico por una evidente
razn: si la esencia la naturaleza- tuviese una dimensin histrica de cambio,
derecho natural- es no perder de vista que lo histrico slo afecta a aquellos aspectos
sometidos a la dimensin tiempo (cantidad, cualidad y relacin). De ah que, concluye
Hervada, la condicin histrica puede afectar a la medida de los derechos naturales
respecto del entorno y respecto del estado de las personas.
-El entorno social influye sobre la medida del derecho en razn de que los bienes
que, en cada momento histrico determinado abarca un derecho natural () pueden
ser mayores o menores en cantidad y calidad. Hervada lo ejemplifica con los casos
del derecho a la salud y a la alimentacin. Encuanto al primero, escribe, el progreso
de la medicina ampla la medida () del derecho a la salud pues es claro que hoy
comprende bienes medicinas y medios teraputicos- impensables en siglos
pasados. A su vez, en relacin con el segundo, seala que comprende en pocas de
progreso y desarrollo una calidad y an cantidad- de alimentos que resultan
imposibles por tanto no conforman un derecho real y concreto- en otras pocas o
circunstancias.
En el mbito legislativo en especial de ndole internacional- la importancia del
entorno como criterio de determinacin de las medidas del derecho es evidente.
As, entre otros, vale mencionar al art. 2, inc. 1 del Pacto Internacional de Derechos
Econmicos, Sociales y Culturales en tanto determina que cada uno de los Estados
Partes () se compromete a adoptar medidas () hasta el mximo de los recursos de
que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, () la
plena efectividad de los derechos aqu reconocidos (nfasis aadido).
La aplicacin jurisprudencial de esta idea es tambin perceptible. As, en un caso
relacionado con los haberes jubilatorios (Busquets de Vtolo), el Alto Tribunal hizo
mrito, entre otros, del art. 22 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos,
que reconoce que toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la
seguridad social () habida cuenta de la organizacin y los recursos de cada
Estado y del art. 26 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos en
tanto dispone quelos Estados Partes se comprometen a adoptar providencias ()
especialmente econmica[s] y tcnica[s], para lograr progresivamente la plena
efectividad de los derechos que se derivan de las normas econmicas, sociales y
sobre educacin (nfasis aadido). Teniendo en cuenta lo expuesto, consider que
tales referencias, que vinculan los beneficios sociales a las concretas posibilidades de
cada Estado, resultan idneas para interpretar el alcance de la movilidad aludida en el
art. 14 bis de la Constitucin Nacional. Por ello, la atencin a los recursos disponibles
del sistema puede constituir una directriz adecuada a los fines de determinar el
contenido econmico de la movilidad jubilatoria en el momento de juzgar sobre el
reajuste de las prestaciones o de su satisfaccin.
De igual modo, es interesante mencionar el ya citado caso Pea de Mrquez Iraola,
el cual, a travs del voto en disidencia, tiene otra lectura de la realidad de las cosas
que otorga plena influencia e importancia al entorno histrico en el disfrute del
derecho a la salud. Dice, en efecto, el juez Kiper que fuera de que algunas pruebas
obrantes en la causa demuestran que la referida prctica no era ignorada, entiendo
que esta visin deforma el espritu del contrato, cual es () cubrir el riesgo de
enfermedades graves y de alto costo. Aceptado ello, es obvio que quien contrata
sobre todo ignorante de los avances cientficos- espera ser asistido en un futuro con
las mejores tcnicas que existan en ese momento y no con las conocidas altiempo de
contratar. De no ser as, se llegara a la absurda situacin de que los afiliados ms
antiguos seran los peores posicionados, ya que slo podran tener derecho a que la
prestataria les cubra el tratamiento, pero limitado a lo conocido en el momento de
celebrarse el contrato. Por el contrario, los nuevos asociados tendran derecho a exigir
tratamientos ms modernos, ignorados o en desarrollo al momento de que otros se
incorporaron al sistema. No slo me resisto a razonar de esta manera, sino que,
contrariamente, debo entender que todo avance cientfico en la lucha contra las
enfermedades debe ser, adems de bienvenido, tcitamente incorporado a este tipo
de convenios, an cuando se los ignorase por completo a la poca del acuerdo
(nfasis aadido).
-Por su parte, el estado de la persona, esto es el tipo humano resultante de la
evolucin histrica, mediante el proceso cultural y civilizador tambin constituye un
aspecto conformador de la medida del justo. Bajo esta idea el autor alude a que la
cultura y la civilizacin no dan por resultado slo el aumento de saberes y de medios,
sino tambin un aumento de elevacin espiritual y moral, un perfeccionamiento de la
sensibilidad, cambios de mentalidad e idiosincrasia, etc. Hay un cambio de tipo
humano. Pues bien: ello sentado, como se apresura a precisar el autor, hay materias
que indudablemente escapan a la influencia de este factor histrico: por ejemplo, todas
aquellas en las que la medida es la naturaleza humana como tal, toda vez que,
comose ha dicho tantas veces, esta ltima, de suyo, no cambia: fue igual en la
Antigedad; en la Edad Media; es as hoy y lo ser maana a menos, claro est, que
se admita la evolucin de las especies en cuyo caso, como es claro, el hombre habra
dejado de ser tal, para pasar a ser otra cosa. De ah que, bajo en esta seccin, se
alude a otras materias en las que dicha influencia es patente, tal y como, ejemplifica
Hervada, es el caso del derecho penal, ya que penas que son justas y proporcionadas
para delincuentes habituales, pueden resultar injustas y desproporcionadas para el
delincuente ocasional; un sistema represivo en contextos sociales y pocas de alto
ndice de delincuencia puede ser injusto, por excesivo, en sociedades y pocas de
baja criminalidad.
Otro ejemplo lo suministra, a mi juicio, el recin citado caso Busquets de Vtolo
relativo al derecho, ttulo o bien del haber jubilatorio. Al respecto, el voto
mencionado seala: cabe destacar que la garanta consagrada en el art. 14 bis de
la Carta Magna no especifica el procedimiento a seguir para el logro del objetivo
propuesto en cuanto a la evolucin del haber, dejando librado el punto al criterio
legislativo. Y ello es as, toda vez que el contenido y alcance de esa garanta no son
conceptos lineales y unvocos que dan lugar a una exgesis nica, reglamentaria e
inmodificable sino que, por el contrario, son susceptibles de ser moldeados y
adaptados a la evolucin que resulta de las concepciones jurdicas, sociales y
Unidad de Aprendizaje VI
La Interpretacin Jurdica
Introduccin
En este captulo se examinar un tema clsico de la teora general del derecho: el de
la interpretacin. Desde antiguo, tericos y prcticos de lo jurdico se han fatigado en
torno de este punto, sin duda crucial, en la medida en que se vincula con la genuina
comprensin, es decir, con el sentido propio de la realidad jurdica. Como el lector
puede anticipar en funcin de lo hasta aqu expuesto, en rededor de este punto
De cualquier modo, como aade el Kantarowicz, cualquiera que sea el nombre que se
les de, una cosa parece clara: es el juego cambiante de estas tendencias el que
preside en general, desde hace casi mil aos, la trayectoria de la ciencia jurdica, de
modo que apareciendo representadas ambas tendencias en cada poca, tan pronto
predomina la una como la otra. Es esto lo que se procurar, bien que de manera
sinttica, observar en lo que sigue siempre a partir de la mirada del autor al que se
sigue en este tramo de la exposicin.
La compilacin de Justiniano
El estudio de Kantarowicz principia con lo que l denomina la gran compilacin de
Justiniano la cual proponase poner trmino para siempre al desarrollo de la ciencia
jurdica. Desde el punto de vista poltico, la consigna es categrica: una concordia;
una consequentia. Para la materiainterpretativa, la conclusin no es menos difana:
con aqul recelo con que el absolutismo de todas las pocas se enfrenta a la ciencia
libre, se declara prohibida y castigada () toda elaboracin de las fuentes que
trascienda de la labor puramente mecnica, en especial en lo tocante a la parte
fundamental de la compilacin, o sea al Digesto. De ah que el apotegma que se
impone es legum interpretaciones, immo magis perversiones (la interpretacin legal
es siempre la mayor perversin). Para Kantarowicz, en este veto del absolutismo
bizantino y no, como tantas veces se afirma, en la fe de la Edad Media en la
autoridad- hay que buscar la verdadera raz histrica de la que brota, andando el
tiempo, la concepcin de la jurisprudencia como la sierva del legislador.
Con todo, en defensa de esta notable compilacin cabe apuntar, por de pronto, que
permiti un conocimiento que, de haber quedado disperso, quiz habra entraado la
prdida irreparable de buena parte de la produccin jurdica del genio romano. De ah
que, en definitiva, no puede perderse de vista que dicho anhelo compilatorio obedeca
a que no se estaba conservando cualquier opinin, sino la del conjunto de autoridades
nacida y desarrollada algunos siglos antes sobre la base de la flexibilidad que
proporcion un pensamiento orientado al problema y a la elucidacin de regulae (o
principios) que, justamente, constituyeron la estructura que Justiniano tan celosamente
quiso preservar.
Los Glosadores
El segundo momento que el autorconsidera digno de mencin ocurre durante los
siglos XII y XIII y tiene a los denominados Glosadores como protagonistas. Como es
sabido, hacia fines del siglo XI a raz del incendio de la villa de Amalfi, tuvo lugar el
fortuito encuentro del Digesto, el cual, dice Kantarowicz no lo encontramos citada ni
una sola ente los aos 603 y 1076. Y, como agrega el autor, otro azar parejo quiso
que una copia de este cdice fue a parar a manos del fillogo-jurista Irnerio quien
cotej el texto con el de un extracto del Digesto procedente de, tal vez, de tiempos del
propio Justiniano y estableci, a base de ambos, () un nuevo texto, la llamada
Vulgata del Digesto, que habra de mantenerse en vigor hasta el siglo XIX.
Como explica el autor, Irnerio y sus discpulos tienen por punto de partida una obra
formal, filolgica: el descubrimiento de varios libros antiguos y la correccin de su texto
a base de otros inauguran una ciencia que tiene por misin la ordenacin de la vida
presente. La erudicin de estos hombres se observa en las innumerables glosas, as
como en la muchedumbre de conjeturas, interpretaciones, distinciones e intentos de
soluciones hechas a los textos y en su sentido sistemtico que brilla en su aficin a
los cuadros sinpticos y a las clasificaciones.
Con todo, para el autor, el taln de Aquiles de los Glosadores estriba en su espritu
eminentemente formalista: quien se pona a escribir un libro, escribalo, por regla
general, no acerca de una serie de problemas jurdicoscoherentes entre s, sino
agrupando con arreglo a puntos de vista externos las ms diversas disquisiciones. De
ah que esta glosa se limit a interpretar las palabras de Justiniano y de los juristas
extractados por l ignorando en absoluto la vida propia de los nuevos tiempos:
hacase caso omiso de sus normas jurdicas, de sus necesidades, de sus instituciones.
Tenemos ante nosotros () el prototipo acabado del historicismo () revelando con
ello, congruentemente, una ausencia casi absoluta de sentido histrico.
Los post-Glosadores o Comentadores
El tercer movimiento examinado por Kantarowicz acaece un siglo ms tarde y se
corresponde con la tendencia finalista. Pertenece a lo que tradicionalmente se
conoce como Postglosadores pero que el autor prefiere denominar como
Consultores, ya que lo que ahora sirve de centro a la literatura jurdica y lo que
constituye, al mismo tiempo, el punto brillante de sta son, en efecto, las consultas, los
dictmenes. A su juicio, esta actividad de dictaminadores obliga a los juristas a
mantenerse continuamente en contacto () con las nuevas relaciones y necesidades
y, sobre todo, a adaptar el Derecho romano, para poner a contribucin su sabidura a
estas concepciones, relaciones y necesidades de los nuevos tiempos.
Para el autor, el consultor ms famoso de todos (), es Brtolo da Sassoferrato, que
vivi a mediados del siglo XIV y fue, sin ningn gnero de dudas, el jurista ms
influyente de todos los tiempos, cuya obra acusa la influencia decisiva delos juristas
franceses, de los doctores ultramontani o moderni, como a la sazn se les llamaba y
entre los que destaca Jacques de Revigny considerado el introductor de la filosofa (o
dialctica, entonces sinnimas) en la jurisprudencia.
A juicio de Kantarowicz, la importancia de la escuela de los Consultores se basa no
solamente en haber sacado al derecho privado romano de las aulas y los cuartos de
estudio al aire libre de la vida () bajo la inspiracin del pensamiento jurdico
germnico, cannico y neolatino, sino en que adentrndose audazmente en este
tesoro del pensamiento jurdico, reestructuraron o crearon casi ex novo ramas como
las del Derecho internacional privado, la teora de las corporaciones, los rasgos
fundamentales de la teora del Estado, las teoras generales del Derecho penal y del
procedimiento criminal, infundiendo a sus creaciones un aliento tan poderoso que ha
Derecho en que menos abundaba la materia positiva, que era la del Derecho
internacional o de gentes, rama que todava hoy, sobre todo fuera de Alemania,
aparece ms estrechamente unida a la filosofa del Derecho que cualquier otra.
Como precisa el autor, se est ante un finalismo racionalista ya que era
precisamente su supuesta significacin metafsica lo que infunda tanta fuerza de
conviccin y de empuje al contenido prctico y nacional de aquellos pensamientos, de
modo que sin ese meollo racional, el Derecho natural no habra capaz de legar tantos
y tan inmensos servicios a la posteridad.
Para Kantarowicz, su aporte es visible, entre otros aspectos, en haber servido o de
gua a legislaciones tan vitales o tan progresivascomo la codificacin del Derecho
nacional prusiano, la francesa y, sobre todo, la austraca. De modo ms
particularizado, afirma, en la poca del Derecho natural se da al traste, por fin, con el
dogma segn el cual todo fallo judicial debe derivarse de la ley o del Derecho
consuetudinario: aparece en la prctica, por vez primera, al lado de estas dos, una
tercera fuente, y con ella el primer sistema de ideas jurdicas axiolgicas, de modo
que era esto () lo que permita tambin () servir al juez de fuente en la aplicacin
e integracin del derecho positivo. De igual modo, aade, a su empuje se debe la
elaboracin durante el siglo XVIII de las Partes generales que han permanecido
prcticamente inalteradas hasta hoy, de manera que fue modernizado y adquiri, al
mismo tiempo, rango cientfico el Derecho privado comn o usus modernus
pandectarum. Ms todava: en cuanto al contenido, agrega el autor combati, en
nombre del inalienable derecho humano de libertad, la servidumbre a la gleba y el
vasallaje de los campesinos, la sumisin de la mujer casada (), el cautiverio del
hombre de la ciudad en la jaula de oro de los gremios; min el absolutismo de los
gobiernos (); proclam la idea del Estado de Derecho; corrigi fundamentalmente el
Derecho penal, al combatir la justicia basada en la arbitrariedad y establecer
determinados tipos de delito; elimin, como incompatibles con la dignidad humana, las
penas corporales de mutilacin, acab () con el tormento y persigui a los
perseguidores de brujas.A esta teora se le impugn incluso en su da y, ms tarde,
por Savigny e Ihering, entre otros- el desdn hacia la ley positiva. Sin embargo, para
Kantarowicz, por el contrario, no es cierto que el Derecho natural fuese enemigo de la
ley; lejos de ello, como hijo que era del Estado absoluto, cifraba toda la salvacin
precisamente en la legislacin, habiendo sido precisamente en este terreno donde
alcanz sus mayores triunfos, tal y como fue bien visto por Hegel cuando escribi que
la llegada de la Revolucin Francesa mostr el momento en que los filsofos se
hicieron legisladores. Lo que sucedi, como afirma Kantarowicz, fue que los
iusnaturalistas apoyndose, claro est, en razones de Derecho natural, las que
constituan la lex legum, el principio inconmovible en medio del caos del Derecho
comn, consideraron como Derecho carente ya de vigencia las normas jurdicas de
los viejos tiempos que contravenan a la cultura de los tiempos actuales, cuando el
Estado no se decida a proclamar su formal derogacin. Y si bien en ello, reconoce el
autor, aplicaban un criterio harto vago, no se diferencia, sin embargo, gran cosa del
que hoy seguimos, al profesar la tesis de que las leyes pierden su vigencia no slo por
obra de la ley, sino tambin por la accin del Derecho consuetudinario derogativo, por
el desuso y por los cambios revolucionarios operados en el rgimen de gobierno.
Con todo, reconoce el autor, ese afn por dotar al ordenamiento jurdico de una
certeza y justicia inconmovible muchas veceslejos de acabar con la inseguridad
jurdica, contribua a acentuarla, tal y como se vio con el famoso Terror en la
Revolucin Francesa, la que vino a demostrar a los pueblos y a sus dirigentes cmo
los postulados de la razn podan conducir, a la postre, al desencadenamiento de las
furias. De ah que, concluye, las gentes empezaron a cansarse de sus afanes de
mejorar el mundo, para esforzarse por encontrar la razn, no en el futuro, sino en el
pasado. Por ello, la era filosfica del Derecho natural cedi el paso a un perodo
histrico.
f) La escuela Histrica
La primera mitad del siglo XIX se halla dominada por el pensamiento de Savigny y sus
discpulos quienes dieron lugar a la Escuela Histrica, en la que gravita el espritu de
su poca, esto es, el romanticismo, aunque reconoce antecedentes de importancia
en la famosa obra de Monstesquieu de 1748 De l esprit des lois (Sobre el espritu de
la leyes). En sta, en efecto, se postula que stas no deban ser consideradas como
ordenaciones arbitrarias salidas de cabezas ms o menos ingeniosas, sino () como
las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas entendindose
por tales las condiciones fsicas de toda vida, en el clima y en la calidad de la tierra
(), en el rgimen econmico, densidad de poblacin () rgimen de gobierno,
organizacin militar, religin, costumbres y espritu el pueblo, sin que quepa, por
cierto, desconocer la repercusin del Derecho sobre todos estos factores.
Segn Kantarowicz,Savigny retiene de todos los factores sealados por Montesquieu
solamente uno, que es, adems, el nico cientficamente inservible, por ser
inaprensible: el espritu del pueblo. Segn l, todo Derecho nace como emanacin de
este espritu, a la manera del Derecho consuetudinario. Para el autor, esta actitud
trajo consigo, necesariamente, la hostilidad contra toda consideracin finalista y
valorativa y, por tanto, la recada en el formalismo, ms precisamente, en un
formalismo romntico en el que se hizo patente la ciega y obstinada repudiacin del
Derecho natural, con el que se rechazaba y desterraba () sin una sola palabra de
justificacin, la filosofa del Derecho en su conjunto. Este formalismo dividi sus
aguas segn se trate de los romanistas, quienes concentraron sus investigaciones en
el texto del Corpus Iuris Civilis; o de los germanistas, quienes se avocaron a la
exgesis de las leges barbarorum y el derecho consuetudinario en la medida en que,
ste ltimo, se hallaba ya formulado, siendo por tanto asequible al mtodo filolgico
en vez de al mtodo sociolgico y pudiendo, as, ser tratado como leyes. En ambos
casos, una cosa es segura: los textos bajo estudio eran vistas ahora menos con ojos
de jurista que con ojos de historiador, lo que era tambin otro de los frutos del
romanticismo, empeado en concebir toda ciencia, cualquiera que ella fuese, como
una ciencia histrica.
casos que podran llevarse ante los tribunales, de donde bastaba que el juez supiera
armar un silogismo deductivo para que el conflicto obtuviera mecnicamente la
resolucin establecida en la norma jurdica legal. Bajo este esquema, vista la cuestin
en los trminos ms arriba estudiados, es claro que se trata de una teora orientada al
sistema (y no al problema) y, por tanto, bsicamente formalista (y no finalista).
Ahora bien: el impacto de estas ideas sobre la teora de la interpretacin no fue menor.
De ah que, como completa Vigo, el paradigma bajo estudio pretende y confa que el
juez opere sometido a las exigencias propias de una razn concebida de manera
terica o cientfica exacta, de modo que con sencillez y certeza absoluta deduzca
acrticamente desde la ley la solucin al caso, tal cual la quiso el legislador. Dicho en
otros trminos, el juez nada tiene que interpretar sino, muy por el contrario, debe
ceirse a aplicar sin ms los claros trminos de la ley al caso concreto.
b) Configuracin histrica
Esta nota fue inequvocamente puesta de relieve por las dos grandes manifestaciones
tericas del paradigma Postitivista (o Dogmtico) del siglo XIX, a saber, las ya
mencionadas, de un lado, en Alemania, Escuela Histrica, con Savigny a la cabeza,
artfice, adems, de la famosa corriente denominada Jurisprudencia de Conceptos
que lleva a su mxima plenitud el ideario Positivista en ese pas, y, de otro, en
Francia, Escuela de la Exgesis, surgidajustamente como glosa de los cdigos
aprobados en dicho pas a partir de 1804, fecha en que se sanciona el famoso Cdigo
Napolen.
As, en relacin con este tpico, Savigny escribi, sin el menor pudor, que la
interpretacin no es sino reconstruccin del pensamiento contenido en la ley, para
agregar con lo que queda patentemente puesto de relieve la ntima ligacin entre su
escuela y, en el fondo, el pensamiento que hunde sus races en la codificacin
justineanea y se prolonga en la tradicin formalista antes vista- que la interpretacin
de la ley en nada difiere de la interpretacin de cualquier otro pensamiento expresado
por el lenguaje, como, por ejemplo, de la que se ocupa la filologa.
A su vez, en cuanto concierne al pensamiento exegtico francs, es claro que ste
trabaj sobre el campo ya abierto por Montesquieu, para quien el juez no es sino la
boca a travs de la cual se manifiestan las palabras de la ley. Como es obvio, a partir
de estas palabras la Dogmtica configur uno de sus postulados ms caros: la tesis de
que existe un rgano productor de las normas (el Poder Legislativo) y otro meramente
reproductor de ellas (la Administracin de Justicia). Bajo este horizonte, cuando el
pensamiento legalista que aqu antes he denominado como formalista y
sistemtico- se corona en el ya examinado proceso codificador, adquieren pleno
significado expresiones como las de Laurent, para quien los cdigos no dejan nada al
arbitrio del intrprete pues ste no tiene ya por misin hacer elderecho: el derecho
est hecho. No existe incertidumbre, pues el derecho est escrito en textos
autnticos. Y a partir de lo expuesto, resulta asimismo altamente comprensible la
pretensin del tambin citado art. 4 del Code Napolen que Vlez Srsfield reprodujo,
La influencia histrica de esta clasificacin es conocida, toda vez que a partir de ella
los dogmticos desarrollaron un importante elenco de cnones (tambin conocidos
como directrices; argumentos o criterios de interpretacin) que todava hoy
conservan una notable vigencia y que, en rigor, no parece que pueda (o que incluso
deba) declinar nunca. De ah que convenga sealar que la impugnacin efectuada al
pensamiento Positivista en los captulos precedentes no se dirige a las pautas
interpretativas creadas por ste sino, por el contrario, a los presupuestos filosficojurdicos que pretendieron evitarlas y que, en lo sustancial, resultan desmentidos o, si
se prefiere, sumamente relativizados por el advenimiento de tales argumentos.
Como es obvio, la repercusin prctica de estos cnones ha sido inmensa. En cuanto
concierne a la pauta identificada bajo la letra i, ms arriba se suministraron algunos
ejemplos generados por el Alto Tribunal de nuestro pas. En lo que sigue, y a guisa de
conclusin de este acpite, se mencionarn otros ejemplos de la Corte Suprema de
las restantes directrices.
e) Empleo de los cnonesinterpretativos positivistas por parte de la jurisprudencia de
la Corte Suprema
La interpretacin lgica o de la voluntad del legislador
Mediante la primera de las pautas de interpretacin (cnon lgico, tambin
denominado directriz de la voluntad del legislador) se procura desentraar la
intencin tenida en mira por aqul al redactar las normas, la cual suele precisarse a
travs de los trabajos preparatorios; los debates parlamentarios o las exposiciones
de motivo que preceden a su sancin.
Al respecto, una constante jurisprudencia tiene dicho que la primera regla de
interpretacin de las leyes es dar pleno efecto a la intencin del legislador, ya que, en
definitiva, la misin de los jueces es dar pleno efecto a las normas vigentes sin sustituir
al legislador ni juzgar sobre el mero acierto o conveniencia de disposiciones adoptadas
por aqul en el ejercicio de sus propias facultades. Sobre tales bases, se ha
profundizado que no pueden descartarse los antecedentes parlamentarios, que
resultan tiles para conocer su sentido y alcance [de la ley].
ii) La interpretacin histrica
A su vez, en cuanto concierne a la interpretacin histrica, segn se ha anticipado,
sta procura atribuirse a una norma el sentido que histricamente le ha deferido la
doctrina o el legislador, por manera que mediante la apelacin a la historia de la
norma, esto es, a sus orgenes mismos, sea posible obtener su significacin autntica.
Como es obvio, esta pauta argumentativa parte del supuesto de que nodebera
modificarse el tratamiento histricamente otorgado a una determinada disposicin,
motivo por el cual algn sector de la doctrina la ha calificado como una directriz de
tinte conservadora, opuesta a la denominada interpretacin dinmica o evolutiva
principio general que abarca a un conjunto de normas, principio que responda a una
concepcin de vida satisfactoria.
En ambas dimensiones, como es obvio, la tesis que late detrs de este argumento es
la de la racionalidad del legislador. De ah que si se advirtiera alguna incoherencia
normativa (ya sea de tipo formal o material), sta puede ser suplida mediante el
slo recurso al sistema, esto es, a su lgica interna, ya que su intrnseca racionalidad
le permitira superar los escollos que, de tal modo, nunca fueron reales, esto es, slo
revistieron el carcter de meramente aparentes. Sin embargo, mientras la primera
faceta ostenta una virtualidad, si se quiere, negativa o auxiliar, la segunda posee una
significacin positiva.
As, la primera consiste en salvar la aparente contradiccin mediante el recurso a
ciertos tpicos previstos expresamente por el sistema. Entre ellos, se destacan los ya
mencionados de ley posterior, deroga ley anterior;ley superior, deroga ley inferior y
ley especial, deroga ley general.
Por su parte, la segunda obliga a concebir la totalidad del ordenamiento como una
unidad conceptual carente de fisuras, an al precio de tener que silenciar oscuridades
o defectos tcnicos en la redaccin de las normas. La Dogmtica tradicional ha
caracterizado a esta pauta desde una triple perspectiva, a saber:
-directriz topogrfica, tambin conocida como argumento de la sede materiae, segn
la cual el alcance de una norma puede obtenerse a partir de la identificacin del lugar
en el que sta se halla ubicada;
-directriz de la constancia terminolgica, por el que se postula que el intrprete debe
atribuir a un trmino el significado que ste ha recibido tradicionalmente por parte del
legislador y de la doctrina, y
-directriz sistemtica en sentido estricto, de acuerdo con el cual el ordenamiento
jurdico debe ser interpretado como un todo armnico, en razn de hallarse integrado
por un conjunto de elementos que componen una unidad de significado.
La jurisprudencia tambin ha sido prdiga en cuanto al empleo de estas diversas
pautas interpretativas. En lo que hace a la Corte Suprema, como ejemplo de la
aplicacin del cnon topogrfico puede mencionarse la causa Arcana Orazio, en la
que desestim el agravio de un particular originado a raz de que la tasa de inters
correspondiente a la devolucin de lo pagado de ms por parte de los contribuyentes
no es la misma que la que puede percibir el Estado de sus deudoresmorosos. Entre
los argumentos brindados por el Tribunal para resolver se seal que desde el punto
de vista formal, el art. 42 integra el ttulo I, captulo VII, de la ley 11.683 (t.o. 1978);
referente a intereses, ilcitos y sanciones, de manera que legisla las consecuencias
del incumplimiento de las obligaciones del contribuyente hacia el fisco; mientras que el
art. 161 se halla en el ttulo II, cap. II, denominado De las acciones y recursos, que,
por tanto, alude a las acciones del primero contra el segundo. Es decir, que las normas
estn situadas en captulos referentes a temas muy distintos.
Por su parte, el argumento de la constancia terminolgica se advierte en una amplia
familia de fallos, como por ejemplo cuando se expresa que las leyes deben
interpretarse conforme al sentido propio de las palabras que emplean sin molestar su
significado especfico, mxime cuando aqul concuerda con la acepcin corriente en el
entendimiento comn y la tcnica legal empleada en el ordenamiento jurdico vigente.
En sentido anlogo, se ha escrito que las palabras deben emplearse en su verdadero
sentido, en el que tienen en la vida diaria, y de modo ms completo, pues se apela,
adems, al significado tcnico ordinario de las normas, en otro pronunciamiento se ha
dicho que la interpretacin de la ley debe hacerse de acuerdo al sentido propio de las
palabras empleadas sin violentar su significado especfico, mxime cuando aquel
concuerda con la acepcin corriente en el entendimiento comn y la tcnica
legalempleada en el ordenamiento jurdico vigente.
Finalmente, el argumento sistemtico en sentido estricto asume manifestaciones
diversas. As, y a propsito de las leyes o reglas infraconstitucionales, se ha dicho que
en la tarea de investigar las leyes debe evitarse darles un sentido que ponga en
pugna sus disposiciones destruyendo las unas por las otras y adoptando como
verdadero el que las concilie y deja a todas con valor y efecto.... A su vez, en relacin
con el par leyes infraconstitucionales-normas constitucionales, la Corte ha dicho que
las leyes deben interpretarse de manera que se compadezcan con los derechos,
principios y garantas de la Constitucin Nacional, en tanto tal exgesis pueda
practicarse sin violencia de su letra o de su espritu. Por su parte, en relacin con las
normas de la Ley Suprema, luego de puntualizar que sta es un conjunto armnico, ha
afirmado reiteradamente que los derechos fundados en cualquiera de sus clusulas
tienen igual jerarqua, y que la interpretacin debe armonizarlas, ya se trate de
derechos individuales o de atribuciones estatales. De ah que, a juicio del Alto
Tribunal, ha de rechazarse toda interpretacin de la que resulte que un derecho de
base constitucional para tener vigencia- requiere, inevitablemente, la sustancial
aniquilacin de otro.
El Movimiento del Derecho Libre
La apertura de la doctrina Postivista a los cnones argumentativos recin estudiados
no fue sin consecuencias para la pureza de su concepcin. Por de pronto, como
observaRadbruch, entre estos mtodos de interpretacin, es el juez el llamado a
elegir con lo cual, se quiera o no, aqul acaba por situarse en el centro de la escena,
consecuencia que, segn se ha puesto de relieve, es exactamente lo que el
Positivismo pretenda evitar. Y el tema se dificulta todava ms para esta postura si se
pondera, como aade agudamente el autor citado, que no debe negarse que el jurista
puede, a veces, sacar de la ley ms de lo que sus autores pusieron conscientemente
en ella, lo que ha llevado a decir que la ley es ms inteligente que el legislador.
Segn se infiere fcilmente de lo dicho, y para seguir el razonamiento del autor citado,
parece claro que el juez tiende a abandonar el mtodo de la ratio legis, es decir, de la
construccin jurdica para pasar al de la ratio iuris, esto es, a discernir el sentido de
las leyes a partir a base del sistema, con lo cual, aade, desde el momento en que
ningn orden jurdico se crea atendiendo a un solo fin unitario, es evidente que la
aplicacin de la ratio iuris deja ya un margen a las valoraciones del juez, con lo cual,
concluye el autor, la teoria interpretativa del positivismo seala ya el camino para
salirse de ella e ir ms all. Es eso, pues, lo que se ver a continuacin a partir del
examen de dos escuelas cuyos postulados ya han sido anticipados ms arriba: la de la
denominada escuela del Derecho Libre y la de las tesis iusnaturalistas, tambin
conocidas como pensamiento de la Razn Prctica.
En cuanto concierne a laprimera, refiere Radbruch que el movimiento del Derecho
libre empez a demostrar, con ayuda de medios lgicos y psicolgicos, que la
pretendida unidad cerrada del ordenamiento jurdico era simplemente un postulado
o, por mejor decir, una ficcin. En efecto; es cierto que la interpretacin puede llegar
a entender la ley mejor que su mismo autor, pero no cabe duda de que entramos en el
terreno de lo ficticio cuando consideramos a la ley, no ya ms inteligente que a quien
la redact, sino mucho ms que eso, como omnisciente, es decir como capaz de
resolver todos y cada uno de los problemas jurdicos que puedan plantearse.
Por de pronto, el movimiento del Derecho libre llam la atencin acerca de que tal
acercin ni siquiera fue postulada, en puridad, por el propio Positivismo, ya que el
mismo legislador se cuida de autorizar al juez, dentro de ciertos lmites, para que, en
caso necesario, descubra creadoramente el Derecho que ha de ser aplicado, por
medio del empleo de clusulas generales incorporadas a la ley, tales como las de la
equidad, la buena fe, las buenas costumbres y otras por el estilo.
Pero hay ms: el dato de las lagunas de la ley evidente a cualquier observador,
incluso desatento- deba ser suplido de alguna manera y al respecto es prudente
observar que el movimiento bajo examen, contrariamente a lo que constantemente les
echan en cara sus adversarios, no afirman la facultad del juez para sobreponerse a
la ley, sino que postula ms bien la conciabilidad del fallojudicial con la ley y niega
tan slo que el primero sea siempre derivable de la segunda. De ah que, completa
Radbruch, el movimiento del Derecho libre no se propone, pues, conferirle al juez
nuevas atribuciones, sino simplemente llevar a su consciencia lo que, sin confesrselo
y tal vez sin darse siquiera cuenta de ello, ha siempre, que es venir en ayuda de la ley,
complementando sus normas por medio de la propia iniciativa.
Precisado lo anterior, parecera que la escuela bajo examen no es sino la culminacin
de un conjunto de propuestas que nunca abandonaron el horizonte de la reflexin
jurdica y, menos, su prctica y que han buscado abrirse paso frente a la concepcin
formalista; sistemtica y lgico deductiva bajo la cual se ha tradicionalmente
estructurado el Positivismo Jurdico.
En ese contexto, Radbruch menciona en el mbito de la teora- al ya citado Jhering y
su objetivo de discernir el fin en el derecho; a la Jurisprudencia de intereses que
tuvo a aqul y a Heck entre sus principales valedores; a la propuesta de un mtodo
sociolgico para la ciencia jurdica, tal la defendida por Fuchs o Sinzheimer; la frmula
de un derecho vivo acuada por Ehrlich; al giro hacia la formacin teleolgica o
finalista de conceptos del mencionado Kantarowicz o, ultimamente, con la
terminologa ms o menos equivalente de un pensamiento ordenador concreto, vuelve
esfuerzos nucleados en torno del movimiento del Derecho libre no tuvieron una
acogidarelevante en la legislacin comparada y, menos, en la prctica judicial hasta,
genricamente hablando, el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En efecto, el impacto que suscit en las mentes jurdicas las consecuencias del
rgimen nacional-socialista y, algo ms tarde, del stanilista gravitaron en el
replanteamiento, a fondo, tanto del sentido ltimo del derecho cuanto de la manera de
discernirlo. Si la primera es una cuestin eminentemente filosfica que, en parte, ha
sido examinada en las Unidades de Aprendizaje IV y V, la segunda remite a un
aspecto fundamentalmente metodolgico que gravita sobre el alcance de la tarea
interpretativa a cargo de los operadores del derecho. Y tal es, pues, la cuestin que
ocupar mi atencin en lo que sigue.
As, como lo ha puesto de relieve Arthur Kaufmann respecto de Alemania (aunque su
observacin, ciertamente, traspasa la perspectiva de un pas y puede alcanzar ribetes
universales), el clsico tpico del derecho injusto resultaba hacia fines del siglo XIX
y principios del siglo XX slo un caso concebido tericamente, un caso de laboratorio,
nunca antes haba existido realmente. La lex corrupta devino real en las dictaduras de
nuestro siglo, ante todo en la dictadura del nacionalsocialismo, en la cual tcticamente
se dictaron leyes corruptas, delictivas, infames, inmorales y se exigi la observancia
de las mismas.
Como parece claro, la mera promulgacin de las leyes a travs del procedimiento
formal establecido por un sistema en un pas determinado se tornclaramente
estrecho a fin de dotar de reconocimiento jurdico y, en ltima instancia, moral, a tales
normas. El supuesto de la injusticia extrema, para seguir las palabras de Radbruch
que conducen a negar rango jurdico a un sistema legal donde ni siquiera se pretende
la justicia, donde la igualdad, que constituye el ncleo de la justicia, es negada
conscientemente a que condujeron o pueden conducir ciertos regmenes de gobierno
no slo oblig a replantear la clsica tesis positivista de la separacin entre derecho y
moral, dando paso a su opuesto y, como inevitable consecuencia, abriendo (o
reabriendo) el inveterado debate en torno de la objetividad o no de la moral, ya
sugerido en la UDA IV, sino que deriv en el abandono de la tesis reductiva de las
fuentes del derecho (slo es derecho, la ley) y, por tanto, en la asociacin de aqul
a ste. Y, como es obvio, estas variaciones gravitaron grandemente sobre el papel de
los operadores del derecho (en especial del juez) sobre la determinacin del derecho
y, en consecuencia, sobre el tpico de la interpretacin.
En tren de sintetizar, este giro terico-metodolgico palpable a partir de 1945 se
estructura a partir de diversos planteamientos que, en lo esencial, coinciden en
retomar buena parte de las respuestas acuadas por la tradicin greco-romana (en
especial, los trabajos procedentes de la filosofa prctica de Aristteles y de los
jurisconsultos romanos, ms tarde notablemente sintetizados y aggiornados a su
horizonte intelectual por Toms deAquino y sus sucesores de la llamada Escuela
espaola del derecho natural que, en el mbito de la prctica jurdica, est en la base
del derecho comn continental europeo), adaptndolas al nuevo contexto social y
matizndolas con los desarrollos habidos hasta la fecha.
los hechos] quedara fuera del examen judicial (). Y es fcil concluir que una
indebida fijacin de los hechos no puede ser subsanada con una acertada seleccin
de las normas jurdicas porque sera equivocado el presupuesto de que entonces se
habra partido en el acto de juzgar.
Como surge de lo expuesto, no se trata, meramente, de considerar los hechos
puesto que tal procedimiento tambin viene dispuesto por el Positivismo jurdico,
movimiento que, como se anticip, procura aplicar, de manera necesariamente
lgico-deductiva, la norma dada y, por tanto, ya concluida, al supuesto de hecho para
el que haba sido prevista.
Por el contrario, lo que tanto el standard romano cuanto el dictum del juez Boffi
Boggero expresan es que los hechos dicen algo, esto es, que contienen un sentido
que cabe extraer y a cuya luz las normas pueden (o no) resignificarse. No se trata,
entonces, de considerar los hechos como meros datos brutos, desprovistos de todo
valor, esto es, de todo contenido. Si se observa con cuidado, el paso romano es
sumamenteexplcito en cuanto a que la norma jurdica (regula) se extrae del derecho
(ius) y no al revs, es decir, existe una realidad previa que me indica algo a partir de lo
cual puedo ir configurando el ius de cada quien. Es lo lgico: ni siquiera el golpe con
sus zapatos en el pupitre de la O.N.U. por parte del antiguo premier de la ex Unin
Sovitica, Nikita Krutschev es un simple hecho fsico, ya que, como es obvio, se halla
provisto de una inequvoca significacin poltica de la que cabe extraer un sinfn de
connotaciones.
Ciertamente, la realidad no es todo ni, menos, lo nico con lo que se cuenta en ese
proceso, por cuanto el ser humano ha ido, por generaciones y en el contexto de la
cultura en la que se encuentra, dotndose de un sistema que facilita dicha bsqueda.
Pero, de momento, lo que el texto romano y el dictum del juez Boffi Boggero buscan
llamar la atencin, es que no es posible prescindir de esa realidad. Y si a lo dicho se
aade la inmensa variabilidad y creciente complejidad de los hechos, es claro en
cuanta medida se ha perdido ya el ideal de una mera aplicacin de corte lgico
deductivo de las normas al caso de especie.
ii) De la apora de la aplicacin a la interpretacin como puesta en correspondencia
de norma y caso
El segundo aspecto que resulta central en la teora iusnaturalista de ndole
prudencial-valorativa es la recin referida imposibilidad del esquema lgicodeductivo, fenmeno ha sido bien descrito por Wieland bajo el nombre de la apora de
la aplicacin.
Asu juicio, en efecto, existe entre la realidad de las normas y la realidad de la situacin
vital una heterogeneidad categorial que es problemtica ya que en tanto lo universal
puede ser descrito por un nmero finito de notas caractersticas, lo particular se resiste
a dicho tratamiento, tal como ocurre en el Derecho: si bien las normas jurdicas
intentan captar y regular, bajo determinadas notas, el complejo mbito de las acciones
humanas en sociedad, dicho mbito se muestra remiso a semejante categorizacin.
De ah que exista, pues, un hiato; una brecha entre la norma jurdica (general y
abstracta), y el caso (particular y concreto) al que aqulla debe aplicarse, por lo que,
desde esta perspectiva, resulta fcticamente inviable la referida ambicin aplicativa de
la norma al caso vital.
En efecto; para la concepcin positivista, el criterio general se funda en la mera
aplicacin en tanto que la interpretacin se reduce a casos excepcionales y, en
definitiva, despreciables. Sin embargo, en el horizonte recin descrito el presupuesto
se ha invertido por completo: se est ante la paradoja de observar que la aplicacin
(obviamente lgico-deductiva de la norma al caso por el que ste resultaba subsumido
en aqulla) queda reservado (si tales supuestos por lo dems existen), a los casos
residuales y despreciables en los que, por su simplicidad, dicho proceso subsuntivo
puede efectivamente suceder. Por el contrario, en todos los dems (que constituiran la
prctica totalidad del universo deposibilidades que ofrece la realidad), lo que se
advierte es una verdadera y necesaria determinacin o, mejor, concretizacin de la
norma en el caso, de forma que, por una parte, aqulla se recrea en ste y, por otra,
el caso es comprendido por la norma a la manera cmo un artesano prepara, por
ejemplo, un traje a medida. La norma, en efecto, es perfilada (recortada o extendida,
segn corresponda) en funcin del caso, esto es, a la luz de sus datos propios y ms
caractersticos, en un camino de ida y vuelta, como expresa Karl Engisch, en el que
el resultado jams puede ser una aplicacin mecnica, lgica o formal de la norma a la
situacin examinada, sino un ajustamiento recproco entre ambos elementos como
consecuencia de la prudente valoracin o ponderacin de ellos por parte del intrprete.
El autor que quiz mejor ha descrito esta cuestin fue el antiguo catedrtico emrito de
la Universidad de Munich, Arthur Kaufmann. A su juicio, el derecho emerge como una
correspondencia entre el "deber ser" de las normas y el "ser" de la situacin vital, de
modo que "slo donde la norma y la situacin concreta de la vida, "deber ser" y "ser",
uno y otro sean puestos en correspondencia, se origina el derecho real (...). El derecho
es una correspondencia; as la totalidad del derecho no es un complejo de artculos, ni
una unidad de normas, sino una unidad relacional. Unidad relacional, correspondencia,
significan, sin embargo, analoga. En efecto: a su juicio, la aludida diferencia
categorial entre norma y casopuede superarse a travs del recurso a la analoga, ya
que si de lo que se trata es de poner en correspondencia realidades diversas, parece
claro que dicha relacin no puede producirse por intermedio de un procedimiento
silogstico o lgico-deductivo, precisamente por que dicho procedimiento supone la
presencia de realidades semejantes que aqu no se encuentran. El procedimiento de
poner en correspondencia (de igualar entidades diversas), opera, entonces, por
conducto de la analoga. Por ello, a juicio de este autor, cada subsuncin entre
norma y caso (en rigor, cada correspondencia; cada valoracin) presenta la
estructura de una analoga, es decir, de una igualdad de proporciones o de relaciones.
Ahora bien: cmo se produce dicha igualacin de naturaleza analgica? A juicio de
Kaufmann, por medio de la interpretacin, ya que sta, con cita de Engisch,
proporciona no slo el material, sino tambin los puntos de relacin de la
comparacin. Este esquema comparativo viene dado porque la indagacin del
sentido jurdico de la norma no radica, como cree la teora del mtodo tradicional, slo
en la ley, en los conceptos legales abstractos y, por ello, vaciados de sentido (...) El
sentido de la ley nunca se deja descubrir sin el sentido, sin la naturaleza de la
situacin vital que se juzga. De ah que el sentido de la ley no sea nada firme, que
cambie -a pesar de que el tenor literal permanezca igual con las situaciones vitales.
Ms an: el proceso aqu descrito no se reserva nicamente, como serepite en la
actualidad siguiendo a Dworkin, para los casos difciles (y, a fortiori, como expresa
Atienza, para los casos trgicos), sino tambin, para los casos simples, o, mejor,
para todo caso, sin ms. Para Kaufmann, en efecto, la determinacin de la
correspondencia norma-caso, constituye siempre una decisin teleolgica, en un
concreto contexto de sentido, de modo que, como explica muy sugestivamente,
cuando se designa como arma en el sentido del artculo 223 del Cd. Penal alemn
[lesiones corporales peligrosas], a un nuevo producto qumico corrosivo, ello no se
concluye a partir de un concepto abstractamente definido, sino muchsimo ms a partir
del sentido, a partir de la naturaleza de la situacin vital que regula la ley.
La correspondencia, pues, asumira la forma de una analoga, esto es, de una
igualdad de relacin y, por tanto, siempre relativa al caso. El derecho no puede, pues,
reducirse a la norma, pero tampoco puede prescindir de ella. Es un tertium diverso
para, de esta manera, dar ms plenamente cuenta de la realidad de la vida.
iii) La apertura del sistema jurdico y el ingreso de los principios
Ahora bien: la referida apora de la aplicacin resulta todava ms palpable si, como
se ha anticipado, el sistema jurdico se transforma en abierto y, de consuno con ello,
acepta principios o valores en razn de que stos exigen la elaboracin de criterios
muy diversos a los empleados por el Positivismo jurdico respecto de las leyes o
reglas jurdicas.
En efecto; enrelacin a este asunto debe recordarse que el modelo basado en la sola
existencia de reglas jurdicas simplifica notablemente la resolucin de las cuestiones
en tanto stas, como expresa Zagrebeslski, pueden ser observadas y aplicadas
mecnica y pasivamente, toda vez que, para seguir con ejemplos ya citados, si la ley
autoriza la dacin de rganos nicamente a las personas mayores de 18 aos, es
claro que aquellas que no tengan an dicha edad escapan al marco de posibilidades
previsto por la norma, por lo que tal supuesto de hecho no resulta aplicable a la norma
en cuestin. Como expresa el autor recin citado, si el derecho slo estuviese
compuesto de reglas no sera insensato pensar en la maquinizacin de su aplicacin
por medio de autmatas pensantes, a los que se le proporcionara el hecho y nos
daran la respuesta.
Por el contrario, en relacin con los principios (pinsese, por ejemplo, en nadie
puede alegar su propia torpeza; nadie puede contradecir sus propios actos; no se
admite el enriquecimiento ilcito; nadie puede estar obligado a cumplir lo imposible;
los contratos deben cumplirse de buena fe), stos que aparecen tanto en las
circunstancias de la vida como en los textos positivos (constitucionales o
las obligaciones del Estado Nacional vencidas o de causa o ttulo anterior al 1 de abril
de 1991 que consistan en el pago de sumas de dinero cuando en lo que al caso
interesa el crdito haya sido reconocido por un pronunciamiento judicial (art. 10). Al
respecto, la ley prev dos posibilidades de pago de dichos crditos: la primera,
consiste en que los acreedores suscriban, por el importe total o parcial de sus crditos,
Bonos de Consolidacin en moneda nacional o en dlares, los que se emitirn a 16
aos de plazo (conf. arts. 10 y 11); la segunda, que cobren en efectivo por el
"equivalente a un ao de haberes mnimos, por persona y por nica vez". De esta
forma, y siempre en lo que al caso interesa, se observa que la actora, que posee un
crdito $ 35.195,20, o bien podra cobrar en efectivo en un plazo inferior a 16 aos,
una suma mxima de $1.560 (que es el equivalente a un
o de sus haberes), o, de lo contrario, debera aguardar hasta esa fecha para hacerse
del total, a menos que opte por venderlos anticipadamente, decisin que, al momento
de la discusin de los hechos, resultaba notoriamente perjudicial, pues el valor de
venta de los Bonos en el mercado era muy inferior al nominal.
Al respecto, el razonamiento del Alto Tribunal distingue dos etapas: en primer lugar,
indaga si la ley en cuestin prev excepciones en favor de las personas que se hallan
en la situacin de la seora Iachemet; en segundo trmino, y ante la ausencia de ellas,
se pregunta si dicha norma resiste o no el test de constitucionalidad, frente a
reparse una vez ms no cualquier problema de la vida, sino uno de "especialcima"
naturaleza, y respecto del cual es probable (mido mis palabras), que el legislador no lo
hubiera podido prever. La respuesta es negativa pues, tras ubicar a la norma en el
crculo de las disposiciones dictadas como consecuencia de una situacin de
emergencia econmica (consid. 11, 2 prr), recuerda su doctrina sobre esta materia,
segn la cual si bien ante tales circunstancias el goce y ejercicio de los derechos
constitucionales puede ser vlidamente restringido, dicha restriccin slo se reputa
constitucional si es "temporal", de forma de no cercernar la "sustancia" de aquellos
derechos (conf. consid. 10). Sentado lo anterior, el Tribunal afirma que la norma
impugnada no respeta la suspensin "temporal" de los derechos, ya que
"resultavirtualmente imposible que la seora Iachemet, conforme el desenvolvimiento
natural de los hechos, llegue a percibir la totalidad del crdito reconocido..." (consid.
11, 4 prr.). En tales condiciones, concluye que "la aplicacin al caso de autos de la
ley 23.982 llevara, no a una modificacin del modo de cumplimiento de la sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada, sino al desconocimiento sustancial de sta. En
consecuencia al no ser posible sin forzar la letra ni el espritu de la ley citada
efectuar una interpretacin de ella que la haga compatible en el sub lite con la garanta
del art. 17 de la Constitucin, corresponde resolver que resulta acertado el
pronunciamiento de cmara en cuanto declara su inconstitucionalidad" (consid. 11, 6
prr.) (el nfasis me corresponde).
-Directriz teleolgica
Mediante esta directriz se procura desentraar el fin de la norma, esto es, su sentido;
cuotas que se actualizaran conforme el incremento del salario bsico del pen
industrial. La operacin se cumpli con normalidad hasta que el aumento de dicho
salario en un 100% por medio del decreto n439/82, vino a causar el desequilibrio de
las prestaciones y dio lugar a sucesivas e infructuosas tratativas a fin de llevar a buen
trmino el acuerdo previamente concluido.
En cuanto aqu interesa, el Alto Tribunal recuerda, con apoyo en otros
pronunciamientos anteriores, que los ndices oficiales slo constituyen un arbitrio
tendiente a obtener un resultado que pondere objetivamente, en la mejor medida
posible, una realidad econmica. Empero, cuando el resultado al que se llega se
vuelve objetivamente injusto, aquellos ndices deben dejarse de lado en tanto dicha
realidad debe prevalecer sobre abstractas frmulas matemticas... (consid. 5, nfasis
anadido). En el caso, y como se haba anticipado, la injusticia de la solucin se funda
en que el contenido sustancial de la condena eleva el saldo adeudado a valores tales
que (...) resultan absurdos con relacin al precio actual del inmueble en cuestin...
(consid. 8. El subrayado es mo. Cfr tambin consid.: 6, principio). Sobre tales bases,
la Corte concluye que ... el superior tribunal de la causa dio una solucin que se
desentiende de las consecuencias inequitativas que ocasiona, a la par que transforma
el saldo adeudado en una fuente injustificada de lucro (consid. 6, in fine y su cita. El
subrayado me corresponde).
Como es obvio, la equidad es equivalente a lo justo, de donde, en el caso, la
pretensin actualizatoria -con sustento en la realidad (y de ah lo extranormativo)-,
resulta contrario a lo justo y, por tanto, como dice elTribunal, inequitativo.
-Directriz de la aequitas judeo-cristiana
Con el advenimiento en Roma de la tradicin judeo-cristiana, se advierte una
progresiva prdida de autonoma de la jurisprudencia, como consecuencia, entre otras
razones, de la creciente moralizacin del ius o aequitas debida, de forma no exclusiva
aunque s preponderante, a la influencia de la tradicin judeo-cristiana.
Este fenmeno se aprecia a travs de diversos factores. Por de pronto, y en lo que
concierne a la vida social de la poca, se asiste a una exaltacin de la humanitas, de
la pietas o de la benignitas, virtudes stas que no tardarn en interferir en la depurada
conceptualizacin del derecho elaborado por la jurisprudencia romana. En este
contexto, la equidad muta de contenido, pues emerge como la correccin, ya no de la
ley segn se vio que ocurra en Grecia, sino del ius. Ahora bien: dicha correccin
(que es, en definitiva, una verdadera sustitucin) se realiza en funcin de ciertas reglas
provenientes de la moral judeo-cristiana, las que no slo justifican el abandono de las
formalidades propias del ius clsico, sino que, con el paso del tiempo, concluyen por
impregnar la concepcin del ius o aequitas de la poca.
En cuanto concierne a la idea de equidad judeo-cristiana, es probablemente Javier
Hervada quien con mayor pulcritud ha sistematizado el alcance de este concepto. A su
juicio, la equidad radica en una relacin de justicia cuyo deber atempera y cuyo
derecho acomoda, en consideracin a lo postulado por lascircunstancias del caso, a
causa del bien comn o de las leyes generales que regulan las relaciones humanas.
En esta perspectiva, expresa que la atemperacin de lo debido puede tener diversas
causas. Unas veces procede de la benignidad o de la misericordia, como ocurre
cuando las penas que en justicia son debidas se alivian o se perdonan (v. gr. indulto);
otras veces su causa es la solidaridad humana (moratoria en los pagos, por ejemplo);
otras procede de la moderacin necesaria para que el rigor de la justicia no dae otros
valores no menos importantes (v. gr., inembargabilidad del patrimonio familiar), etc..
Por su parte, aade el autor que existen otros casos en los que, no siendo posible
satisfacer el derecho, la equidad lo acomoda a las circunstancias particulares,
dndose una cierta satisfaccin, que cancela la deuda correctiva. Aqu la deuda no es
atemperada, porque la deuda de estricta justicia queda de suyo en suspenso por la
imposibilidad de satisfacer el derecho (nadie est obligado a hacer lo imposible). Lo
que ocurre es que siendo insatisfecho el derecho en s, se le da una satisfaccin
equitativa, de modo que deja viva la deuda, de suyo suspendida por la imposibilidad
de satisfaccin.
El Alto Tribunal de nuestro pas registra un no menor empleo de la tercera acepcin de
la voz equidad. De esta familia de precedentes, mencionar la causa Scilingo en la
que la Cmara Nacional en lo Criminal y Correccional conden tanto al actor, cuanto al
Sr. Julio Csar San Martn Aguiar, a la pena de unao de prisin de ejecucin en
suspenso como coautores del delito de estafa, sentencia de la que fueron notificados
en la defensora oficial, en la que ambos haban constituido domicilio.
En su recurso extraordinario deducido in forma pauperis, el Sr. Scilingo relata la
existencia de un conjunto de irregularidades cometidas durante la tramitacin de la
causa y que explican la extemporaneidad de la apelacin ante la Corte. Ante ello, la
mayora acoge el planteo del reclamante y aade que sin embargo, por un elemental
principio de equidad corresponde extender los efectos de este pronunciamiento al cocondenado Julio Csar San Martn Aguiar, que tambin fue notificado en el domicilio
constituido en la misma defensora, sin que exista constancia alguna de su suerte
pues, de no seguirse este criterio, se llegara a la consecuencia inadmisible de que
pese a existir respecto de ambos condenados idntica afectacin de la defensa en
juicio, slo fuese reparado el vicio respecto de uno de ellos (conf. doctrina de Fallos:
308:733; 311:2502) (consid. 13, consid. 2) (el nfasis es mo).
Como surge del prrafo recin transcripto, el co-condenado San Martn Aguiar no
intervino en la litis por lo que, en puridad, ningn pronunciamiento cabra a su
respecto. Sin embargo, frente a una subsuncin lgico-deductiva que conducira a
ceir la resolucin del caso slo respecto de quien ha instado el proceso, el Tribunal
apela a un mtodo interpretativo que otorga atencin preferente a las singulares
circunstancias del caso y asus consecuencias, de donde procura que los efectos
favorables de la resolucin se extiendan tambin a quien, encontrndose en idntica
situacin, por razones que el Tribunal desconoce, no pudo o no supo ejercer las
garantas a su disposicin. Al discurrir de esta manera, el Tribunal alude a la equidad
en el sentido de ese haz de virtudes de impronta cristiana (acaso a la benignidad y a la
solidaridad) a fin de corregir el derecho, es decir, la solucin del caso prevista por el
ordenamiento jurdico.
iii) Pautas de interpretacin extra e intra normativas
-Directriz del derecho natural
Como se ha visto ya extensamente, bajo esta directriz se suele apelar a ciertos
criterios de objetividad que es posible discernir en el contexto de las concretas
relaciones de ndole jurdica en las que se hallan inmersas las personas en la vida
social y que, como razonan Ballesteros y Cotta, procuran discernir esos datos
permanentes y constantes del fenmeno jurdico que hacen a las condiciones ms
bsicas del vivir humano.
La bsqueda, pues, de la solucin justa del caso concreto hace de este canon un
tpico ejemplo de los argumentos -para seguir con el feliz clasificacin de Tarello-, de
produccin normativa, esto es, se trata de una directriz por cuyo conducto se crea
una solucin ad casum ante la inconveniencia o injusticia de la existente. Sin embargo,
como sucede asimismo con el argumento o directriz por los principios, segn se ver
a continuacin, es por dems frecuente que la gran mayorade tales soluciones
resulten finalmente incorporadas al ordenamiento jurdico, en cuyo caso estos
argumentos, se transforman en un canon de naturaleza interpretativa, ya que la
positivacin del criterio previamente discernido por la doctrina o, en la gran mayora
de los casos, por la jurisprudencia, deviene el punto de partida desde el cual el
exegeta debe interpretar.
Segn se anticip, el argumento por el derecho natural puede ser examinado desde
una doble perspectiva: a partir de la naturaleza de las cosas y desde la mirada de la
naturaleza humana. La primera apunta a discernir la dimensin de objetividad que
anida en cada relacin jurdica a partir del examen de las cosas o bienes que tienen
por objeto a aquellas. A su vez, la segunda procura desentraar esa dimensin de
objetividad a partir de las exigencias bsicas o fundamentales de la persona.
En lo concerniente al primer aspecto naturaleza de las cosas-, los ejemplos
jurisprudenciales son numerosos y han sido examinados con algn detalle en el
captulo V, a dnde se remite a fin de evitar innecesarias repeticiones. Sin perjuicio de
ello, en los recin citados casos Iachemet o Melgarejo es claramente perceptible la
influencia, respectivamente, de los factores tiempo y cantidad en la determinacin
de lo justo, de modo que las relaciones jurdicas all imbrincadas quedan ajustadas por
remisin a elementos extranormativos que se originan en la naturaleza de las cosas.
Segn se ha sealado, si una solucin de este tipo seincorpora al sistema, el
argumento en cuestin pasa de ser productivo a interpretativo, tal lo acontecido, por
ejemplo, con el stndard del equilibrio en las prestaciones, el que, de claro cuo en la
naturaleza de las cosas, en tanto se basa en el sentido objetivo de que una relacin
jurdica no puede fundarse sobre la manifiesta desigualdad de sus trminos, pas en
un momento preciso (a raz de la sancin de la ley 17.711) a integrar nuestro
ordenamiento jurdico a travs de los artculos 954, 1071 o 1198, entre otros.
enfrentan a otros o, acaso con mayor precisin, cuando las partes de un conflicto
invocan ante un juez principios contradictorios en defensa de sus respectivas posturas.
Como se anticip, la ponderacin intrnseca a toda argumentacin por principios
excluye, de suyo, la tesis de la jerarqua de stos e invita a examinar la virtualidad de
cada uno de ellos en todo caso a partir, siguiendo la expresin de Alexy ya estudiada,
de las condiciones de precedencia. Ahora bien: an cuando esta metodologa
permite desentraar, con bastante rigor, el principio del caso (excluyendo otro u otros
invocados sin razn), no se trata de una tarea sencilla y, por tanto, su xito no siempre
se encuentra garantizada.
En efecto; existen casos en que ambas partes invocan principios que, al cabo del
examen de lascircunstancias de las causa, deben ser atendidos por igual. El tantas
veces mencionado precedente Saguir Dibb ilustra este supuesto si se recuerda que
concurran dos principios a debate: de un lado, el derecho a la vida y, de otro, el
derecho a la integridad fsica. Como es obvio, ambos principios deben ser
considerados, para seguir la terminologa de Alexy, en la mxima medida posible y tal
es el procedimiento que lleva a cabo la Corte. As, en un caso ciertamente difcil
como el mencionado, la sentencia cree haber protegido exitosamente tanto a uno
como a otro derecho.
Sin embargo, existen casos en que si bien ambas partes invocan principios, a la
postre de un anlisis de los presupuestos de hecho que los originan se advierte que
alguno de los principios en cuestin no podr ser resguardado. Tal es el supuesto,
segn creo, de los denominados casos trgicos, como, por ejemplo, el del aborto
teraputico: aqu se halla en juego el derecho a la vida del nasciturus y el derecho a la
vida de la madre de modo que la defensa de un principio entraa, de suyo, la
cancelacin del otro y viceversa. Como es sabido, el Cdigo Penal argentino opt, en
supuestos como el indicado, por sentar una regla de excepcin al principio del
derecho a la vida del nasciturus, favoreciendo en el de la madre, con lo cual el objetivo
de salvaguardar ambos derechos en juego en el caso concreto no resulta posible.
-Directriz de la totalidad
Los ejemplos que han ilustrado las pautas de interpretacin referidasprecedentemente
muestran que, en una cantidad nada despreciable, tales directrices no se presentan de
modo aislado, sino que actan en forma conjunta. Cabra hablar, entonces, de un
modo de argumentar que tiene en cuenta varias maneras o vas a fin de resolver un
problema. Se trata, pues, de una interpretacin totalizante en la medida en que
emplea un nmero plural de las pautas precedentemente estudiadas.
Ahora bien: a mi juicio, y este es, acaso, el aspecto que ms interesa resaltar aqu es
el fenmeno recin descrito supone, al mismo tiempo, tanto pautas de origen
Positivista, cuanto de la raz iusnaturalista de cuo prctico-prudencial. De ah que
se ubica bajo esta ltima matriz porque, si bien se mira, dicha directriz no se opone a
la primera sino que la supone y, de tal modo, a mi juicio, la supera. No procura, en
efecto, nicamente dar cuenta del sentido de la norma y con ello agotar su misin sino
que, teniendo presente sus posibles alcances, busca abrirse a la realidad del problema
a fin de obtener la decisin justa del caso.
Su empleo por parte de la Corte Suprema es profuso y ello se manifiesta a travs de
remisiones implcitas o explcitas.
Ejemplo de lo primero es cuando el Alto Tribunal si bien reconoce la primaca del
recurso a la letra de la ley, admite que ste no es exclusivo. As, ha sealado que la
primera fuente de interpretacin de un texto legal es la de asignar pleno efecto a la
voluntad del legislador, cuya fuente inicial es la letra de la ley. Con dicha afirmacin,
como esclaro, abre el camino para que, a la letra de la ley, se le aadan otros criterios
a fin de determinar su sentido.
De igual modo, como ejemplo de lo segundo, tiene dicho el Tribunal en constante
jurisprudencia que la primera fuente de interpretacin de la ley es su letra, pero
adems la misin judicial no se agota en ello, ya que los jueces, en cuanto servidores
del derecho para la realizacin de la justicia, no pueden prescindir de la intencin del
legislador y del espritu de la norma; todo esto, a su vez, de manera que las
conclusiones armonicen con el ordenamiento jurdico restante y con los principios y
garantas de la Constitucin Nacional.
De la cita recin transcripta se advierte una variada (tanto en lo cuantitativo cuanto en
las matrices tericas) concurrencia de pautas interpretativas. As, como ejemplo de la
filiacin Dogmtica, cabe mencionar: a) directriz gramatical; b) directriz psicolgica o
de la voluntad de la ley y c) directriz sistemtica. A su vez, como manifestacin del
pensamiento Iusnaturalista prctico prudencial: d) el recurso al espritu de la norma
que, a su vez, se vincula con la directriz o el argumento equitativo y e) el argumento
relativo a que el juez es servidor del derecho (y no solo de la ley, a la que
indudablemente, conoce o debe conocer), con el objeto de alcanzar la justicia de la
situacin bajo examen.
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