La Familia, Experiencia Trinitaria de La Caridad
La Familia, Experiencia Trinitaria de La Caridad
La Familia, Experiencia Trinitaria de La Caridad
La familia, experiencia
trinitaria de la Caridad
Juan Pablo Garca Maestro, O.SS.T*
Resumen
La familia es un icono de la Trinidad. Dios es amor (1Jn 4, 8) y vive en s
mismo un misterio de comunin personal de amor; a imagen y semejanza de
ese misterio de comunin es constituida la realidad humana y, de modo especial, la realidad humana en su condicin personal y comunicativa. La familia
sigue siendo, pese a todas las diferencias evidentes, el icono de la Trinidad ms
evidente.
La familia es escuela del ms rico humanismo y la primera, fundamental e insustituible escuela de socialidad. En la familia encuentran los ciudadanos la primera escuela de virtudes sociales, que son el alma y la vida del desarrollo de
la sociedad misma; la familia ofrece a la sociedad como primera y fundamental
aportacin la experiencia de comunin y participacin que caracteriza su vida
diaria.
Palabras clave: Icono de la Trinidad, Familia, Comunin, Escuela de Socialidad, Fe.
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Abstract
Family is an icon of the Trinity. God is love (1Jn 4, 8) and inside him lives a
mystery of personal loving communion; the image and likeness of the mystery
of communion is composed by human reality and, especially, the human reality in
its personal and communicative status. The family remains, despite all the obvious
differences, the most evident icon of the Trinity.
Family is the school of the deepest humanity and the first, fundamental and irreplaceable school of social living. Inside the family, citizens can find the first school
of social virtues, which are the soul and life of society development itself. Family
offers to society the experience of communion and sharing as first and fundamental contribution that characterizes daily life.
Key words: Trinity Icon, Family, Communion, School of Sociability, Faith.
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analizaremos el tema de la familia desde una perspectiva bblica y teolgica. Finalmente reflexionaremos sobre la familia como escuela de comunin, liberacin,
justicia y solidaridad.
1. La familia, se deshace?
Algunos se preguntan si la familia en Occidente est empezando a desaparecer. Una estructura que ha estado presente en todas las culturas parece estar
dando un vuelco o, al menos, est en crisis4.
Los seres humanos no somos seres solitarios; necesitamos el complemento
del matrimonio y de la familia para poder desarrollarnos5. Es el descubrimiento
que hizo Laozi, siglos antes de Jesucristo, de la ayuda mutua. Sin ayuda mutua no
hay evolucin. Y esta evolucin perdura gracias al apoyo mutuo, pues el hombre
y la mujer no pueden en general valerse por s mismos sin la ayuda de los dems.
Esa es la funcin de las instituciones, segn demuestra Hacker: sea la familia,
la escuela, la profesin, la justicia, la Iglesia o el Estado.
Estas instituciones son estmulos para asegurar el control de la agresividad.
Tentacin que, como bien sabemos, existi en aquellos pequeos grupos en los
que se desarrollaba la vida primitiva. Y las instituciones permitieron vivir cada vez
ms en paz, porque algo que est por encima de nuestras pequeas querellas
hace que estas no pasen a ms.
El socilogo Durkheim estudi este fenmeno de la carencia actual de las
instituciones necesarias, que llam anomia6. Fenmeno que es propio de aquellas
sociedades que tienen algn perecido con la nuestra.
4. GIL, E. Conclusiones y reflexiones acerca del futuro de la familia, en ALBERDI, I. (dir.). Informe
sobre la situacin de la familia espaola, Madrid 1995, pp. 461-482; VIDAL, M. La familia en cuanto
institucin humana. Rasgos descriptivos y orientaciones ticas, en ORTIZ, F., AZURMENDI y otros,
Hacia una familia cristiana en la sociedad actual. Jornadas diocesanas de pastoral, octubre 2008,
Publicaciones Idatz, San Sebastin 2009, pp. 21-80; TEJERINA, G. (ed.). La familia: problema y promesa,
Salamanca 2005; DELGADO, M. Cambios recientes en el proceso de formacin de la familia, en
Revista de Investigaciones Sociolgicas 64 (1993), pp. 123-153.
5. Por lo que respecta a los espaoles, estos siguen valorando a la familia como lo ms importante,
relegando a la religin y a la poltica a la cola de los valores. Aparece un modelo de familia, la monoparental, no solo como consecuencia de viudez o de separaciones, sino como una forma elegida por
mujeres que desean compaginar solo los hijos y el trabajo. Es de destacar el alto porcentaje de mujeres que afirman que el matrimonio no es necesario: REDACCIN. La familia, lo que ms valoran los
espaoles, en Vida Nueva 2261, 16 de diciembre de 2000, p. 34.
6. DURKHEIM, E. La divisin del trabajo social, Madrid: Ed. Akal, 1984. Ver tambin su obra El suicidio:
estudio de sociologa, Barcelona: Ed. Losada, 2004.
Sin embargo, el problema actual es que estn desapareciendo esas instituciones, que en su estructura concreta se haban hecho obsoletas, y no hemos
sabido modificarlas y adaptarlas a los nuevos tiempos.
Cuando la familia falta, resulta, sin darnos cuenta conscientemente, que se
busca un sustituto, porque nos falta esa institucin, y la sustituimos por una estructura nueva, como son las pandillas, que proliferan hoy en los pases desarrollados,
como ha estudiado el filsofo alemn Max Horkheimer7. Unas son violentas, porque emprenden luchas entre ellas, y otras son solo sectarias.
La realidad es que nuestro mundo occidental es ms complejo de lo que
parece a primera vista, y que en l existen males que las familias, la sociedad y
sus polticos no deben obviar, sino estudiar estos fenmenos juveniles, sobre todo
para encontrarles una solucin.
Pero no creamos que las pandillas son cosa de ahora, porque en los
tiempos romanos de Nern tambin existan. Y en otro ambiente muy distinto no eran desconocidas, por ejemplo en la China de Li Wu Wei, en el
siglo II a. C.
Ya en el antiguo Egipto, 6.000 aos antes del cristianismo, un sacerdote se
queja de que nuestra tierra est degenerada porque los nios ya no obedecen a
sus padres. Como observa el antroplogo Dutile, la violencia es un viejo fenmeno de los jvenes.
Ante todo ello muchos se preguntan en Occidente si no ser que la familia
es imprescindible, aunque debamos darle una estructura acomodada a nuestro
tiempo y cultura8.
Desde la experiencia de exclusin se comprende el necesario papel de la
madre, sobre todo en los primeros aos de una naciente familia; y ms tarde de
un padre ejemplar en los aos de la adolescencia, que fomenta la convivencia entre los hijos, abrindose a la solidaridad con el mundo exterior fuera de las cuatro
paredes de la familia.
Esa es la misin de la familia, que, como dice el Concilio Vaticano II, es una
comunidad de vida y amor (Gaudium et Spes, n. 48), que no se encierra en s misma, sino que se prepara a pequea escala, para vivir en un mundo que necesita un
7. Cf. HORKHEIMER, M. Crtica de la razn instrumental, Madrid: Ed. Trotta, 2010.
8. BECK-GERNSHEIM, E. La reinvencin de la familia. En busca de nuevas formas de convivencia,
Barcelona: Ed. Paids, 2003; URIARTE, J. M.. La Iglesia ante las transformaciones contemporneas de la
familia, col. Materiales de Pastoral 5, San Sebastin: Idatz, 2007.
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9. PASTOR, F. La familia en la Biblia, Estella: Ed. Verbo Divino, 1994; TOSATO, A. Listituto famigliare
dellAntico Israele e della Chiesa primitiva, en Anthropotes 13, 1997, pp. 109-174; CASTILLO, J.M..
La familia y el Evangelio, en Proyeccin 28, 1981, pp. 35-48; GUIJARRO, S. Fidelidades en conflicto.
La ruptura con la familia por causa del discipulado y de la misin en la tradicin sinptica, Salamanca:
Sgueme, 1998.
10. En este tema seguimos las atinadas aportaciones de BIANCHI, E. Jess de Nazaret. Pasin, muerte
y resurreccin, Madrid: San Pablo, 2010, especialmente pp. 45-47.
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discpulos, tal y como haba establecido Jess, las primitivas Iglesias domsticas se
vieron a s mismas como familias extendidas. Esto se desprende claramente de
datos como el ttulo de hermanos y hermanas que se otorga habitualmente a
los creyentes, el enterramiento en cementerios comunes y la jefatura comunitaria
modelada conscientemente segn la de la casa (1Tm 3, 43). La Iglesia se entenda
como una comunidad que inclua a todos. Tal visin se sita dentro de un determinado marco cultural, con una perspectiva concreta sobre la dimensin comunitaria de la persona, perspectiva que difiere considerablemente de la nuestra13.
Con la estrategia misional de Pablo, preocupado por el deseo de extender
y de hacer histricamente viable el Evangelio, se produce un giro importante del
ethos familiar hacia una moral menos crtica y ms integrada con la vida social de la
poca. Pablo no quiere romper las casas. A los convertidos les pide permanecer
en sus casas, aunque su cnyuge contine siendo pagano (1Cor 7, 12-14). Quiere
dejar bien claro que se puede ser cristiano en cualquier situacin (1Cor 7, 20-24).
El cristianismo de Pablo es posibilista y con vocacin popular y de extensin; no es
ni una religin elitista, ni una pura secta, ni un grupo cerrado o monocolor14.
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18. Cf. GRESHAKE, G. El Dios uno y trino. Una teologa de la Trinidad, Barcelona: Herder, 2001, p. 323,
donde se alude al pensamiento del telogo suizo Hans Urs von Balthasar, a quien pertenece el contenido de la frase recogido en el texto.
19. Puebla, n. 582.
20. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 14.
21. Cf. MARTNEZ, M. El Espritu Santo y el matrimonio a partir del Vaticano II, Roma, 1994.
22. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 14.
23. Puebla, nn. 584-585.
24. Ib., n. 585.
Siguiendo precedentes tradiciones espirituales, si bien sin justificacin suficiente de la exgesis crtica, Juan Pablo II ha visto en la familia de Nazaret un icono
y modelo para las familias cristianas de hoy; ella es el prototipo y ejemplo de todas las familias cristianas25.
c) Principio eclesiolgico
La familia tiene una dimensin eclesial. Al reflexionar sobre la fe bblica, Benedicto XVI seala en su primera encclica que el nico Dios verdadero, creador
del cielo y de la tierra, y tambin del ser humano, no solo lo ha hecho, sino que
lo ama personalmente. Ese Dios nico en el que ha credo Israel tiene un amor
predilecto a su pueblo, al que ha escogido para salvar a travs de l a toda la humanidad (Deus Caritas est, 9).
San Pablo, en la carta a los Efesios, prolonga y lleva a plenitud la predicacin de los profetas cuando invita a los maridos y a las mujeres a contemplar su
matrimonio a la luz de la unin de Cristo y de la Iglesia (Ef 4). De este modo, la
sacramentalidad del matrimonio cristiano eleva la realidad natural del matrimonio.
La gracia no violenta la naturaleza, sino que, al contrario, la restaura y la libera.
Pero no se puede olvidar que, as como el amor de Dios que se muestra en la
encarnacin del Hijo se manifiesta con toda su fuerza y plenitud en la Cruz, el
amor autntico que, como el de Cristo, es donacin plena de uno mismo, no puede existir si quiere sustraerse de la cruz, si esquiva a toda costa el sufrimiento. No
sabe amar ni puede ser plenamente feliz quien no est dispuesto a sufrir26.
Ese modelo del amor de Dios por el hombre que es el matrimonio tambin refleja su fecundidad en la procreacin de los hijos. Ellos son un don de Dios,
y su cuidado y educacin son las tareas ms apasionantes, exigentes y tambin
gratificantes con las que cada padre y madre puedan encontrarse en la vida.
Los esposos cristianos han de ser conscientes de que estn llamados a santificarse santificando, de que estn llamados a ser apstoles y de que su primer
apostolado es el hogar.
De este modo, la Iglesia se edifica por las familias, pequeas Iglesias domsticas, como las llam el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 11; Apostolicam
actuositatem, 11), redescubriendo una antigua expresin patrstica (San Juan Crisstomo, In Gensesim Serm. VI, 2; VII, 1).
25. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 86.
26. Cf. VARO, F. La encclica Deus caritas est, en BLANCO, P.; BUENO, E; VILLAR, J. R., y otros. Dilogos
de teologa. Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger, Valencia: EDICEP, 2006, pp. 217-229.
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33.
34.
a)
b)
Puebla, n. 589.
Familiares consortio, n. 18.
Puebla, n. 568.
Familiaris consortio, 18.
Ib., n. 21.
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El Concilio Vaticano II, adems de acuar una feliz expresin, descubri una
vertiente importante de la vida familiar al afirmar que la familia es escuela del
ms rico humanismo (Gaudium et Spes, n. 52). En la familia se crea la humanidad:
en ella se condensa la sabidura de lo humano; en ella se logran las sntesis vitales
que constituyen el fundamento de la sociedad (Gaudium et Spes, 52).
Juan Pablo II ha retomado con particular aprecio este tema del Vaticano
II y lo ha desarrollado sirvindose de otras categoras no menos sugerentes. En
la exhortacin apostlica Familiaris consortio reitera varias veces la afirmacin de
que la familia es la primera, fundamental e insustituible escuela de socialidad43. En
la familia encuentran los ciudadanos la primera escuela de virtudes sociales, que
son el alma y la vida del desarrollo de la sociedad misma44; la familia ofrece a la
sociedad como primera y fundamental aportacin la experiencia de comunin y
participacin que caracteriza su vida diaria45.
Para que la familia sea escuela de humanismo y de socialidad es necesario
encauzar el ethos de la vida familiar a travs del sistema de valores que giran en
torno al eje axiolgico de la solidaridad. Pertenecen a este sistema axiolgico los
siguientes valores, que han de inspirar la vida familiar46:
)PWIRXMHSHIPEverdadera justicia, que lleva al respeto de la dignidad personal de cada ser humano.
)P WIRXMHS HIP verdadero amor, vivido como solicitud sincera y servicio
desinteresado hacia los dems, especialmente hacia los ms pobres y necesitados47.
43. Ib.
44. Ib., n. 42.
45. Ib., n. 43.
46. VIDAL, M. La familia en cuanto mbito de la fe, a.c., pp. 123-124.
47. GONZLEZ, A. El reinado trinitario del Dios cristiano. Dios Trinidad, en la vida de los pobres y
en la transformacin del mundo, en HERNNDEZ, I (dir.). La Trinidad, el Dios cristiano en la historia
del hombre. Actas del III Congreso Trinitario Granada 2000, Secretariado Trinitario, Crdoba 2002,
pp. 71-81. Sobre la identificacin de Dios Trinidad con el destino de todas las vctimas Antonio
Gonzlez afirma: (...) Dios mismo, en Cristo, ha experimentado el abandono de Dios. La expresin,
Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado (Mc 15, 34) no se refiere, como se ha dicho con
frecuencia, a la humanidad de Cristo a diferencia de su divinidad (o, como deca Hilario de Poitiers,
a la humanidad que se ve abandonada por la divinidad). El abandono se refiere a Dios mismo, que
experimenta personalmente la lejana de Dios, la muerte y lo que la teologa ha llamado clsicamente
el descenso a los infiernos. Es la situacin de los que presuntamente han sido abandonados por Dios
a lo largo de la historia. Este abandono de Dios por Dios solamente se puede decir, con los lmites
de nuestro lenguaje, como una diferencia entre Dios y Dios. No se trata, como quiere Moltmann (El
Dios crucificado), de un enfrentamiento ni de una escisin en la divinidad. Se trata de que Dios mismo,
sin dejar de ser Dios, ha experimentado personalmente en Cristo el destino de los aparentemente
abandonados por Dios en la historia. Y lo ha sufrido de una manera real, y no como una farsa: el
Dios invocado no se hace presente, y Cristo no es salvado de la cruz. Sin embargo, la experiencia del
abandono no es una ruptura en la divinidad. Porque, en la cruz, es un solo y nico el Hijo que asume
la suerte de todas las vctimas de la historia y los castigos presuntamente destinados a los pecadores.
)Pdon de s mismo, como ley que rige las relaciones familiares y que es
pedagoga insustituible para iniciarse en el valor del servicio hacia la sociedad, sabiendo que es mejor dar que recibir.
0EJSVQEGMzRIRIPLSKEVHIpersonas concientizadas, con actitud crtica
y dialogante, a fin de advertir, de sentir, de denunciar y de solucionar las
injusticias sociales.
0EIWXMQEXMZETVIJIVIRGMEPHIWIVQjWWSFVIPEXIRHIRGMEHIPXIRIV HIP
poder, del valer y del saber ms sin servir ms.
Concluyo este apartado con un pensamiento de Juan Pablo II relacionado
con el mensaje de Cuaresma de 1994: Si la solidaridad en lo material es una expresin esencial y prioritaria de la caridad fraterna, el ayudar y compartir con las
familias ms pobres y necesitadas, es la mejor forma de vivir la caridad familiar. En la
medida en que seamos capaces de ayunar de nuestro deseo de poseer, con el fin
de ayudar al prjimo necesitado, en esa medida alimentamos la capacidad humanizadora de la familia.
4. Conclusin
Qu pueden aportar las familias cristianas a la sociedad actual?
A lo largo de nuestra reflexin hemos pretendido demostrar que hablar de
la familia como casa de la Trinidad exige a las familias cristianas tomar en serio el
valor de la comunin no solo entre los miembros de la familia biolgica o de los
que comporten la misma fe, sino entre las dems familias que viven en situaciones
de exclusin y pobreza. En esta lnea quiero resaltar lo que nos recordaba Benedicto XVI en la segunda parte de su primera encclica:
La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber
nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-gape supera los confines de la Iglesia; la parbola del buen samaritano sigue siendo el criterio de
comportamiento y muestra la universalidad del amor, que se dirige hacia el necesitado
encontrado casualmente (cf. Lc 10, 31), quien quiere que sea48.
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49. MOLTMANN, J. Dios en la creacin. Doctrina ecolgica de la creacin, Salamanca: Sgueme, 1987.