Hermano Cerdo 10
Hermano Cerdo 10
Hermano Cerdo 10
Hermano
C E RDO
Diciembre 2006
Philip K. Dick
Ruth Franklin
Reventar el termmetro
La novela de folletn de HC
Habedero, la novela
(primera parte)
Direccin
Mauricio Salvador
Subdireccin
Daniel Espartaco Snchez
Javier G. Cozzolino
Jos Luis Justes Amador
Equipo de redaccin
Edgardo Dieleke, Abril Olmos, Ral
Anbal Snchez, Javier Moreno,
Pablo Muoz, Eduardo Varas, J. S.
de Montfort.
Consejo Honorario
Eric Idle, Michael Palin, John
Cleese, Terry Gilliam, Terry Jones,
Graham Chapman , scar Wong,
Miguel Habedero
Colaboradores
Carlos Romero (Mxico)
Paloma Vidal (Argentina-Brasil)
Agente Arte hormiga (Mxico)
Claudia Ulloa (El Per)
Sergio Espinosa Proa (Mxico)
Nelson Jairo de la Mora (Mxico)
Francisco R. Prez Mtz. (Mxico)
Pablo Pinedo (El Per)
Jos Landa (Mxico)
Alejandro Chavarra (Mxico)
Antonio Ramos (Mxico)
Diseo
Mauricio Salvador
Colaboraciones
hermanocerdo@gmail.com
Nota: Los ornamentos que usamos en
este nmero pertenecen a Briar Press
y las usamos bajo sus condiciones.
Hermanocerdo es una publicacin
cuasimensual sin fines de lucro y editada en Mxico, DF. Las opiniones
vertidas en cada texto son responsabilidad de sus autores; al mismo tiempo, nada de lo dicho en el editorial
tiene necesariamente que ver con los
autores. Las suscripciones son al correo hermanocerdo@gmail.com Para
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Hermano
C E RDO
Editorial
Cartas al Hermanocerdo,
Las cartas que llegan a nuestro buzn, 5
Ensayo
Philip K. Dick,
Cmo construir un universo
rrumbe en dos das, 6
que no se de-
Ruth Franklin
Reventar el termmetro, 18
El problema con las reseas de libros.
Ficcin
Mauricio Salvador
Habedero, la novela (primera parte), 25
J. S. de Montfort
Mark, 33
Paloma Vidal
Jesus de El Paso, 37
Antonio Ramos
Bodas de seda, 41
Crtica
Ral Anbal Snchez
De futbol para intelectuales de banda izquierda y medio campo, 44
Dios es redondo, de Juan Villoro
Mauricio Salvador
Y todo rbol que no d buen fruto ser cortado
y arrojado al fuego, 47
El hacha puesta en la raz. Ensayistas mexicanos hacia el siglo XXI
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Hermano
C E RDO
Diciembre 2006
Columnas
Miguel Habedero
Un buen nombre para una columna
es difcil de encontrar, 51
Homenaje a Wlfgang Benavides
Miscelnea
Jos Landa
Quito, 53
Pablo Pinedo
Crnicas inmorales, 53
Nelson Jairo de la Mora
Noticia de Wlfgang Benavides, 55
Alejandro Chavarra
Luvina, 58
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Hermanocerdo
Nmero 10, diciembre de 2006
ermanoCerdo cierra el
2006
, y como nuestros venerables abuelos marxistas, nos hemos
reunido en el consejo de redaccin para hacer
autocrtica y para escribir nuestros propsitos de
ao nuevo. No ha sido fcil sacar el nmero en
estas fechas. Mauricio se la ha pasado de compras navideas, Javier Gonzlez sigue buscando
a Di-s, Javier Moreno se consigui otra mascota,
mi hermano se muda a mi departamento y yo
sigo rumiando el viejo hueso de la depresin navidea. Uno de los propsitos es sacar la revista
en papel el prximo ao, y no hacer una presentacin por cada nmero como suelen hacerlo
las revistas independientes. La otra es publicar
ms ensayos sobre Juan Rulfo y Borges porque
ciertos lectores comienzan a sospechar de nuestros respectivos nacionalismos. Y por eso es que
HermanoCerdo convoca al Primer Premio de
Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan
Rulfo y Jorge Luis Borges -no nos contentamos
con uno solo-, que se celebrar en nuestra propia
feria del libro, en la colonia Narvarte, del
21
al
27
de enero de 2007
diciembre.
Enviar a: hermanocerdo@gmail.com
Los trabajos debern enviarse por triplicado;
es decir: tres veces. El premio puede ser declarado
desierto, o bosque tropical.
El nmero 10 de HermanoCerdo incluye en
portada Cmo construir un universo que no se
derrumbe en dos das de Philip K. Dick, quien no
necesita presentacin, y en donde se plantean las
preguntas: Qu es lo que sabe un escritor de ficcin? y qu es lo que sabemos de la realidad? Un
ensayo de Ruth Franklin sobre David Mitchel y sobre el problema de las reseas de libros, con el que
pretendemos seguir en la discusin sobre la llamada
crtica literaria.
Ademas, con Habedero, la novela, inaguramos
la seccin de folletn. Mauricio Salvador escribe el
primer captulo de una novela cuyo verdadero protagonista, el lenguaje, muere al final. De l dice un
reseista genrico de Letras Libres: [...] es dueo de
una prosa srdida y srdida, y nos va llevando de la
mano (s, como nios chiquitos) a travs de la vida
srdida del srdido Miguel Srdido Habedero y
sus srdidas aventuras con una srdida mujer. Todo
es muy srdido.
Colaboran tambin Paloma Vidal, J. S de Montfort, Ral Anbal Snchez y Miguel Habedero con
su columna, Un buen nombre para una columna
es difcil de encontrar en la que hace un recuento
de los das con su viejo amigo Wlfgang Benavides,
quien falleci recientemente y de quien Nelson Jairo
de la Mora ha escrito un sentido homenaje. Desde
aqu, el equipo de colaboradores de HC manda sus
ms sentidas condolencias a aquellos que le sobreviven.
Daniel Espartaco Snchez
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Cartas al HermanoCerdo
Las cartas que llegan a nuestro buzn
Sobre Miguel Habedero
Lector poeta
Deseos Navideos
ADVERTENCIA: En esta seccin publicaremos los mensajes que nos enven los lectores que
deseen comunicarse con los editores de la revista, o vincularse, con propsito honorable y
claramente definido, con personas de otra ciudad o pas. En todos los casos, la publicacin
de los mensajes queda librada al juicio de la direccin. La Direccin no se considera obligada
en ningn caso a dar cuenta o a aceptar responsabilidades por la no publicacin de mensajes,
sea esto debido a razones especiales o a posibles extravos.
D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Los autores de ciencia ficcin, lo siento, realmente no saben nada. No podemos hablar sobre
ciencia, porque nuestro conocimiento de la misma
es limitado y no-oficial, y usualmente nuestra ficcin es lamentable. Hace pocos aos, ningn college
o universidad considerara invitar alguno de nosotros
a hablar. ramos misericordiosamente confinados a
espeluznantes magazines de historietas, no impresionbamos a nadie. En aquellos das, mis amigos me
decan, Pero ests escribiendo alguna cosa seria?
queriendo decir Ests escribiendo alguna cosa distinta de ciencia ficcin? Nosotros desebamos que
se nos aceptara. Ansibamos que se nos tomara en
cuenta. Y entonces, de pronto, el mundo acadmico
nos tom en cuenta, fuimos invitados a dar charlas
y a formar parte de pneles -que permitieron evidenciar de inmediato nuestra idiotez. El problema
es simple: Qu es lo que sabe un escritor de ciencia
ficcin? En qu temas es una autoridad?
Esto me recuerda un titular que apareci en un
diario californiano justo antes de volar ac. CIEN-
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no tiene sentido si lo piensan un poco. A menos que
los otros personajes fueran fragmentos de su fantasa de la cinta agujereada. Eso eran, me imagino.
Siempre tuve la esperanza, cuando escriba novelas e
historias donde surga la pregunta Qu es la realidad?, que alguna vez obtendra una respuesta. Esta
era la esperanza de muchos de mis lectores, tambin.
Los aos pasaron. Escrib ms de treinta novelas y
alrededor de cien historias, y segua sin saber qu era
real. Un da una estudiante universitaria en Canad
me pidi que le definiera la realidad, era para un artculo que escriba en su clase de filosofa. Ella quera
una respuesta de una sola frase. Yo pens al respecto y finalmente dije, La realidad es lo que no se
esfuma cuando dejas de creer en ello. Esto fue
todo lo que pude decir. Era 1972. Desde entonces no
he sido capaz de definir la realidad de una manera
ms lcida.
Pero el problema es real, no un mero juego intelectual. Porque hoy vivimos en una sociedad en la
cual realidades espurias son creadas por los medios,
por los gobiernos, por las grandes corporaciones,
por los grupos religiosos, grupos polticos -y existe
el hardware electrnico necesario para llevar estos
pseudo-mundos directamente a la cabeza del lector,
del espectador, del oyente. Algunas veces, cuando
observo a mi hija de once aos ver televisin, me
pregunto qu le estn enseando. El problema es
el desvo de la seal; piensen en eso. Un programa
de televisin producido para adultos es visto por un
nio pequeo. La mitad de lo dicho y hecho en un
drama televisivo es probablemente malinterpretado
por el nio. Quizs todo es malinterpretado. Y la
cosa es, Cun autentica es la informacin de cualquier modo, aun si el nio la entiende correctamente? Cal es la relacin entre el sitcom promedio y
la realidad? Qu hay de los programas de policas?
Coches que continuamente se desbocan fuera de
control, se estrellan e incendian. La polica siempre
es buena y siempre gana. No ignoren ese punto: La
polica siempre gana. Cul es la leccin? T no debes confrontar la autoridad, y si lo haces, perders.
El mensaje ah es, s pasivo. Y coopera. Si el oficial
Baretta te pide informacin, dsela, porque el oficial
Baretta es un buen hombre y es de fiar. l te ama, y
t debes amarlo.
Y entonces yo me pregunto, en mi escritura,
Qu es real? Porque incesantemente somos bombardeados con pseudo-realidades creadas por gente
muy sofisticada usando mecanismos muy sofisticados. Yo no desconfo de sus razones; desconfo de su
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Les presento esto para sencillamente demostrarles que tan pronto como te preguntas qu es finalmente real, inmediatamente empiezas a decir sinsentidos. Zenn prob que el movimiento era imposible
(de hecho, slo imagin que lo haba probado; lo
que le faltaba era eso que tcnicamente llaman la
teora de los lmites). David Hume, el ms grande
escptico, seal una vez que luego de un encuentro
de escpticos para proclamar la veracidad del escepticismo como filosofa, todos los presentes de todas
maneras salieron por la puerta en lugar de por la
ventana. Yo entiendo lo que quera decir Hume. Era
slo discurso. Los solemnes filsofos no tomaban en
serio lo que decan.
Pero considero que el problema de definir qu
es real es un tema serio, incluso un tema vital. Y all
dentro, en algn lugar, est el otro tema, la definicin del humano autntico. Porque el bombardeo
de pseudo-realidades empieza a producir humanos
que no son autnticos rpidamente, humanos espurios -tan falsos como la informacin que los acosa
por todos los flancos. Mis dos temas son realmente
uno solo; se unen en este punto. Las realidades falsas
crearn humanos falsos. O, los humanos falsos generarn realidades falsas y luego las vendern a otros
humanos, convirtindolos, tarde que temprano, en
falsificaciones de s mismos. Y as terminamos con
humanos falsos inventando realidades falsas y luego arrojndolas a otros humanos falsos. Es slo una
versin a gran escala de Disneylandia. Puedes tener
el viaje pirata o el simulacro de Lincoln o el viaje
salvaje del seor sapo- puedes tenerlos todos, pero
ninguno es verdadero.
En mis escritos me interes tanto por las falsificaciones que al final se me ocurri el concepto de las
falsificaciones falsas. Por ejemplo, en Disneylandia
hay pjaros falsos que funcionan con motores elctricos que emiten graznidos y silbidos cuando pasas
junto a ellos. Supongamos que una noche nos metemos en el parque con pjaros reales y los sustituimos
por los artificiales. Imaginen el horror de los encargados de Disneylandia cuando descubran la broma
cruel. Pjaros reales! Y tal vez otro da incluso hipoptamos y leones reales. Consternacin. El parque
es astutamente transmutado de lo irreal a lo real, por
fuerzas siniestras. Por ejemplo, suponga que el Matterhorn se convirtiera en una montaa nevada genuina. Qu tal que el lugar entero, por un milagro
producido por la sabidura y el poder de Dios, fuera
cambiado, en un momento, en un parpadeo, en algo
incorruptible? Ellos deberan cerrar.
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Y, ms importante, si ellos pretendan afirmar
esto, es verdad? Ese es el punto: No. El autor o el
productor cree eso, pero, y si es verdad? Porque, accidentalmente, en la bsqueda de un buen rollo, un
autor de ciencia ficcin o un productor o un guionista podra toparse con la verdad... y slo ms tarde
darse cuenta.
La herramienta bsica de manipulacin de la
realidad es la manipulacin de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes
controlar las personas que las usan. George Orwell
lo hizo evidente en su novela 1984. Pero otra manera
de controlar las mentes de la gente es controlar sus
percepciones. Si logras que vean el mundo tal y como
t lo ves, van a pensar como t piensas. La comprensin sigue a la percepcin. Cmo logras que vean
la misma realidad que t? Despus de todo, es slo
una realidad entre tantas otras. Las imgenes son
un constituyente bsico. Por eso es que el poder de
la televisin para influenciar mentes jvenes es tan
vasto. Las palabras y las imgenes son sincronizadas.
La posiblidad de controlar totalmente al espectador
existe, especialmente si el espectador es joven. Ver
televisin es una forma de aprendizaje hipnopdico. Un electroencefalograma de una persona que ve
televisin muestra que luego de una media hora el
cerebro decide que nada sucede, y pasa a un estado entre hipntico y crepuscular, emitiendo ondas
alfa. Esto sucede porque hay muy poco movimiento
ocular. Adicionalmente, gran parte de la informacin es grfica y por tanto es enviada al hemisferio
derecho del cerebro, en lugar de ser procesada por
el izquierdo, donde la personalidad consciente est
localizada. Experimentos recientes indican que una
buena parte de lo que vemos en la pantalla de televisin es recibido de manera subliminal. Slo imaginamos que lo vemos conscientemente. Muchos de
los mensajes evaden nuestra atencin; literalmente,
luego de unas pocas horas de televisin, no sabemos
qu hemos visto. Nuestros recuerdos son espurios,
como el recuerdo de sueos; los vacos son llenados
retrospectivamente. Y falsificados. Participamos sin
saberlo en la creacin de una realidad espuria, y luego nos la tragamos. Convivimos con nuestra propia
perdicin.
Y -y esto lo digo como un escritor de ficcin
profesional-, los productores, guionistas y directores
que crean esos mundos de video y audio no saben
cunto de su contenido es verdadero. En otras palabras, son vctimas de su propio producto, junto con
nosotros. En mi caso, yo no s cunto de lo que escribo es verdadero, o qu partes (si alguna) son verdaderas. Esta es una situacin potencialmente letal.
Tenemos a la ficcin mimetizandose en realidad y
la realidad mimetizandose en ficcin. Tenemos una
peligrosa sobreposicin, una peligrosa zona borrosa.
Y seguramente no es deliberado. De hecho, ese es
parte del problema. T no puedes obligar a un autor
a rotular correctamente su producto, como un envase de pudding cuyos ingredientes estn listados en la
etiqueta.... no puedes forzarlo a declarar qu partes
son verdad y cules no si l no lo sabe.
Es espeluznante escribir una novela, creyendo
que es pura ficcin, y descubrir luego -aos ms tarde- que era verdad. Quisiera darles un ejemplo. Es
algo que no entiendo. Tal vez a ustedes se le ocurra
alguna teora. Yo no la he encontrado.
En 1970 escrib una novela llamada Fluyan mis
lgrimas, dijo el polica. Uno de los personajes es una
chica de diecinueve aos llamada Kathy. Su esposo se
llama Jack. Kathy supuestamente trabaja en el bajo
mundo del crimen, pero ms tarde, a medida que
avanzamos en la novela, descubrimos que de hecho
ella trabaja para la polica. Tiene una relacin con un
inspector de polica. El personaje es pura ficcin. O
al menos eso pensaba que era.
Como sea, en navidad de 1970 yo conoc a una
chica llamada Kathy -esto fue luego de terminar mi
novela, claro. Ella tena diecinueve aos. Su novio
se llamaba Jack. Pronto descubr que Kathy venda
drogas. Dediqu meses a intentar que ella dejara ese
oficio; le dije una y otra vez que podra ser atrapada.
Luego, una noche que fuimos a un restaurante, Kathy nos detuvo y dijo, No puedo entrar. Sentado
en el restaurante estaba un inspector de polica que
yo conoca. Tengo que ser sincera con ustedes, dijo
Kathy. Yo tengo una relacin con l.
Ciertamente, esas son coincidencias extraas.
Puede ser precognicin. Pero el misterio slo aumenta; lo siguiente que ocurri me desconcierta totalmente. Llevo as cuatro aos.
En 1974 la novela fue publicada por Doubleday.
Una tarde que hablaba con mi pastor -soy miembro de la iglesia episcopal- y le mencion por alguna
razn una escena importante cerca del final de mi
novela en la que el personaje Felix Buckman se encuentra con un hombre negro desconocido en una
11 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
estacin de gasolina de jornada continua, y empiezan
a hablar. A medida que describa la escena en ms
y ms detalles, mi pastor se torn progresivamente
ms nervioso, hasta que finalmente dijo, Esa es una
escena de Hechos de los Apstoles, de la Biblia! En
Hechos, la persona que se encuentra con el negro
en el camino es Philip -tu nombre. El padre Rasch
estaba tan sorprendido con el parecido que no fue
capaz de encontrar la escena en su Biblia. Lee Hechos, me indic. Estars de acuerdo. Es la misma
escena hasta en el ms mnimo detalle.
En casa le la escena en Hechos. S, el padre
Rasch tena razn; la escena de mi novela era un recuento obvio de la escena en Hechos... y yo nunca
haba leido Hechos, debo admitir. Pero, de nuevo,
el acertijo se hace ms profundo. En Hechos, el alto
oficial romano que arresta e interroga a San Pablo se
llama Felix -el mismo nombre de mi personaje. Y mi
personaje Felix Buckman es un general de polica de
alto rango; de hecho, en mi novela l tiene el mismo
cargo que Felix en el Hechos de los Apstoles: es la
autoridad ltima. Hay una conversacin en mi novela que se parece mucho a uno entre Felix y Pablo.
Y bueno, yo decid buscar ms similaridades.
El personaje principal de mi novela se llama Jason.
Busqu en el ndice de la Biblia si alguien llamado
Jason apareca. No recordaba nadie con ese nombre.
Result que un hombre llamado Jason aparece una y
slo una vez en la Biblia. Es en Hechos de los Apstoles. Y, para llenarme an ms con coincidencias,
en mi novela Jason escapa de las autoridades y se esconde en la casa de alguien, y en Hechos el hombre
llamado Jason acoge a un fugitivo de la ley en su casa
-una inversin exacta de la situacin en mi novela,
como si el misterioso Espritu responsable de todo
esto se estuviera burlando de lo que ocurra.
Felix, Jason, y el encuentro en el camino con
el hombre negro que es un completo desconocido.
En Hechos, El discpulo Philip bautiza al hombre
negro, quien luego deja el lugar lleno de gozo. En
mi novela, Felix Buckman se acerca al negro en bsqueda de apoyo emocional, porque la hermana de
Felix Buckman recin ha muerto y l est destrozado psicolgicamente. El negro anima el espritu de
Buckman y aunque Buckman no se va lleno de gozo,
al menos deja de llorar. l escapa de su casa, compungido por la muerte de su hermana, y tiene que
acercarse a alguien, cualquiera, incluso un completo
desconocido. Es un encuentro entre dos desconoci-
12 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
donde Philip se encuentra con el hombre negro en
el camino.
Cmo explicar todo esto?
La respuesta que se me ha ocurrido puede no ser
correcta, pero es la nica que tengo. Tiene que ver
con el tiempo. Mi teora es la siguiente: En algn
sentido importante, el tiempo no es real. O tal vez s
es real, pero no tal como lo experimentamos o como
lo imaginamos que es. Tuve una certidumbre aguda y abrumadora (y todava la tengo) de que pese a
todo el cambio que vemos, un paisaje especfico yace
bajo el mundo cambiante: y ese paisaje invisible es
el de la Biblia; es, especficamente, el perodo inmediatamente subsiguiente a la muerte y resurreccin
de Cristo; es, en otras palabras, aquel cuando ocurren los Hechos de los Apstoles. Parmnides estara
orgulloso de m. He mirado fijamente el mundo en
cambio constante y he declarado que bajo l yace lo
eterno, lo inamovible, lo absolutamente real. Pero
qu ha ocurrido? Si el momento real es cercano a 50
D.C., entonces por qu vemos 1978 D.C? Y si realmente vivimos en el Imperio Romano, en algn lugar en Siria, por qu vemos los Estados Unidos?
Durante la Edad Media, una teora curiosa vio la
luz, se las voy a presentar tal y como es. Es la teora
de que el Maligno -Satn- es el Simio de Dios. l
crea imitaciones espurias de la creacin, de la creacin autntica de Dios, y luego las intercambia por
aquella creacin autntica. Explica esta rara teora
mi experiencia? Debemos creer que hemos sido cegados, que hemos sido engaados, que no es 1978
sino 50 D.C.... y que Satn ha creado una realidad
falsificada para debilitar nuestra f en el retorno de
Cristo?
Me imagino siendo examinado por un psiquiatra. El psiquiatra dice, En qu ao estamos?. Y
yo respondo, 50 D.C. El psiquiatra parpadea y
luego pregunta, Y dnde ests t? Yo respondo,
En Judea. Dnde diablos es eso? pregunta el
psiquiatra. Es parte del imperio romano, tendra
que responder. T sabes quin es el presidente?
me preguntara el psiquiatra, y yo respondera, El
procurador Felix. Ests seguro? preguntara el
psiquiatra, mientras enva una seal discreta a dos
inmensos enfermeros. Sip, respondera. A menos
que Felix haya dimitido y haya sido reemplazado
por el Procurador Festus. Lo que pasa es que San
Pablo fue capturado por Felix debido a ... Quin
te dijo todo esto? preguntara de imprevisto el
13 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Por alguna razn fui hipnotizado por el pescadito
dorado; olvid mi dolor, olvid la medicina, olvid
que la chica estaba ah. Concentr toda mi atencin
en el pez.
Qu quiere decir? Le pregunt.
La chica toc el reluciente pez dorado con su
mano y dijo, Este es un smbolo usado por los cristianos primitivos. Luego me di el paquete de medicinas.
En ese instante, mientras yo miraba el brillante
smbolo y escuchaba sus palabras, de imprevisto experiment lo que luego aprend que se llama anamnesis
-una palabra griega que significa, literalmente, prdida del olvido. Record quin era y dnde estaba.
En un instante, en un parpadeo, todo regres. Y no
slo pude recordarlo sino que pude verlo. La chica
era una cristiana secreta y tambin yo. Vivamos con
miedo de ser detectados por los romanos. Debamos
comunicarnos con mensajes crpticos. Ella recin
me lo haba dicho, y era verdad. Por un momento,
no importa cun difcil sea explicar o creer esto, vi
difuminarse los contornos carcelarios de la odiosa
Roma. Pero, y esto es ms importante, record a Jess, quien hace poco haba estado con nosotros, y
se haba ido temporalmente, y pronto regresara. El
gozo me llen. Nos preparbamos secretamente para
darle la bienvenida a su retorno. No tomara mucho
tiempo. Y los romanos no lo saban. Ellos pensaban
que l estaba muerto, muerto para siempre. Ese era
nuestro secreto, nuestro gozoso saber. No importaba
lo que pareciera, Cristo regresara, y nuestro deleite
al anticiparlo era ilimitado.
No es extrao que este incidente, recobrar la
memoria perdida, ocurriera slo una semana luego
de que Fluyan mis lgrimas fuera lanzado? Y es precisamente all donde hay una replicacin de las personas y eventos de Hechos de los Apstoles, que tiene lugar precisamente en ese momento -luego de la
muerte y resurreccin de Jess- que yo record, por
medio del smbolo del pez dorado, como si acabara
de ocurrir? Si ustedes fueran yo, y les ocurriera esto,
estoy seguro que no podran pasarlo por alto. Buscaran una teora que lo explicara. Por cuatro aos
he intentado una teora tras otra: tiempo circular,
tiempo congelado, tiempo atemporal, que es llamado sagrado en contraste con el tiempo mundano.
Yo no puedo enumerar las teoras que he intentado. Una constante prevalece, sin embargo, en todas
ellas. Debe existir un Esprituo Santo misterioso que
14 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
en particular, excepto que una cuadrilla de hombres
a caballo juzgaron a alguien o culpable o considerado culpable. No es claro si Taverner haba cometido
un crimen o slo se crea que lo haba cometido.
Yo tengo la impresin de que era culpable, pero es
trgico que tuviera que morir, es una tragedia terriblemente triste. En la novela, este sueo hace llorar
a Felix Buckman, y es ah cuando busca al hombre
negro en la estacin de gasolina. Meses despus de
que mi novela haba sido publicada, encontr la seccin de la Biblia a la que este sueo se refiere. Es
Daniel 7:9:
Mientras yo observaba esto, se colocaron unos
tronos, y tom asiento un venerable Anciano. Su
ropa era blanca como la nieve, y su cabello, blanco
como la lana. Su trono con sus ruedas centelleaban
como el fuego. De su presencia brotaba un torrente de fuego. Miles y millares le servan, centenares
de miles lo atendan. Al iniciarse el juicio, los libros
fueron abiertos.
Y luego en 1:17:
Al verlo, ca a sus pies como muerto; pero l,
poniendo su mano derecha sobre m, me dijo: No
tengas miedo. Yo soy el Primero y el ltimo y el que
vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos
de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede
ahora y lo que suceder despus.
15 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
supuesto se encuentra la casa de Nixon, de madera
sencilla y todo. En mi galleta de la suerte, recib la
siguiente fortuna:
LO HECHO EN SECRETO TIENE UNA
MANERA DE SER DESCUBIERTO.
: Si uno no lo
espera, no podr encontrar lo inesperado; no puede
ser rastreado y ningn camino nos lleva hacia l.
Edward Hussey, en su libro acadmico Los pre-socr-
ticos, dice:
Si Herclito es tan insistente en evidenciar la
falta de comprensin mostrada por la mayora de
los hombres, sera razonable que l ofreciera instrucciones para penetrar la verdad. Su juego de acertijos
y conjeturas sugiere que una especie de revelacin,
inaccesible al control humano, es necesaria... La
verdadera sabidura, como ha sido visto, se asocia
ntimamente con Dios, lo que implica que al contar
con una sabidura avanzada el hombre se convierte
en algo como Dios, o en una parte de l.
16 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
y filosofa pre-socrtica puede ser enunciada de la
siguiente manera: El Kosmos no es lo que parece ser,
y lo que probablemente es, en lo ms profundo, es
precisamente aquello que es el ser humano en lo ms
profundo -llmenlo mente o alma-, es algo unitario
que vive y piensa, y slo parece ser plural y material. Gran parte de esta visin nos llega a travs de
la doctrina del Logos referente a Cristo. El Logos es
lo que es pensado y lo que piensa: pensamiento y
pensador unidos. El universo, entonces, es pensador
y pensamiento, y dado que somos parte de l, nosotros como humanos resultamos ser pensamientos y
pensadores de esos pensamientos. As, si Dios piensa
en Roma alrededor de 50 D.C., entonces Roma es.
El universo no es un reloj y Dios la mano que le da
cuerda. El universo no es un reloj electrico y Dios
la batera. Spinoza crea que el universo era la extensin del cuerpo de Dios al espacio. Pero antes de
Spinoza -dos mil aos antes- Xenfanes haba dicho,
Sin esfuerzo, controla todo con un pensamiento
(Fragmento 25). Si alguno de ustedes ha ledo mi
novela Ubik, sabr que la entidad o mente o fuerza
misteriosa llamada Ubik inicia con una serie de propagandas vulgares y baratas y termina diciendo:
Yo soy Ubik. Antes que el universo fuera, yo
era. Yo hice los soles. Yo hice los mundos. Yo cre
las vidas y los lugares que habitan; Yo las translad
aqu, yo las puse all. Van a donde yo diga, hacen lo
que yo desee. Yo soy la palabra y mi nombre nunca
es dicho, es un nombre que nadie conoce. Yo soy
llamado Ubik pero ese no es mi nombre. Yo soy. Yo
siempre ser.
Yo soy la marca.
17 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
rehusarse. En esencia, ellos no pueden ser forzados a
ser lo que no son.
El poder de las realidades espurias nos golpea
hoy en da -esas falsificaciones deliberadamente
construidas nunca penetran el corazn del verdadero ser humano. Yo miro a mis hijos ver televisin y
al principio temo por lo que les estn enseando,
pero luego me doy cuenta que ellos no pueden ser
corrompidos o destruidos. Ellos miran, ellos escuchan, ellos entienden, y, luego, cuando y donde sea
necesario, descartan. Hay algo poderossimo en la
habilidad de los nios para resistir a lo fraudulento. Un nio tiene la visin ms clara, la mano ms
firme. Los tramposos, los promotores de la farsa,
intentan ganarlos en vano. Es cierto, las compaas
de cereales han logrado vender cantidades enormes
de desayunos basura; las cadenas de hamburguesas
y perros calientes venden infinidad de comida rpida irreal a los nios, pero su corazn profundo late
con firmeza, inalcanzable e intocable. El nio de hoy
puede detectar una mentira ms rpido que el adulto ms sabio de hace dos dcadas. Cuando yo quiero
saber lo que es cierto, le pregunto a mis hijos. Ellos
no me preguntan; yo les pregunto a ellos.
Un da, mientras mi hijo Christopher, que tiene
cuatro aos, jugaba en frente de su madre, ella y yo
empezamos a discutir el futuro de Jess en los Evangelios Sinpticos. Christopher nos mir por un instante y dijo, Yo soy un pescador. Pesco pescados.
Jugaba con una linterna metlica que alguien me haba dado, pero yo nunca haba usado... Y de repente
me di cuenta de que la linterna tena la forma de un
pez. Me pregunto qu pensamientos fueron impuestos en el alma de mi niito en ese momento -no precisamente por mercaderes de cereales ni traficantes
de golosinas. Yo soy un pescador. Pesco pescados.
Christopher, a los cuatro aos, haba encontrado el smbolo que yo no encontre sino hasta que
tena cuarenta y cinco.
El tiempo pasa cada vez ms rpido. Y hacia
dnde? Tal vez nos fue dicho hace dos mil aos. O
tal vez no fue realmente hace tanto; tal vez es un
espejismo que tanto tiempo haya transcurrido. Tal
vez fue hace slo una semana, o incluso hoy temprano. Quizs el tiempo no corre; quizs, adems, se
agota.Y si as ocurre, las atracciones de Disneylandia
nunca sern las mismas de nuevo. Porque cuando el
Mateo, Marcos y Lucas (N.T)
18 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Reventar el trmometro.
El problema con las reseas de libros
Ruth Franklin
19 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
puede comer como reseista sin cometer ese pecado. Y mientras el lector inteligente se da la vuelta,
disgustado, el desdear novelas se convierte en una
especie de deber snob. De ah el extrao hecho de
que una novela con verdadero mrito pueda escaprsenos slo por haber sido elogiada en los mismos
trminos que la basura.
Pero, es cierto que nadie quiere leer pgina tras
pgina de este libro es basura? Ciertamente la salud de las reseas no est en peligro gracias a alguien
como Dale Peck, cuya crtica negativa sobre Rick
Moody, publicada hace cuatro aos, todava sale a
relucir en las conversaciones cuando se habla del clima de los juicios literarios, pero por aquellos crticos
que por diversas razones rechazan hablar abiertamente de los malos libros. En su primer ensayo para
The Believer, Heidi Julavits, posicionndose a s misma como una anti-Peck, se quejaba fervientemente
de un particular tipo de ataque llamado Snark: el
acto de resear la carrera y publicidad de un escritor
ms que su obra, un tono desdeoso e intelectual
utilizado para enmascarar una verdadera falta de informacin acerca de los libros. Desde luego que los
crticos deberan resear libros antes que personalidades, pero ese punto parece haberse perdido en las
paginas de la propia revista donde public Julavits,
la cual trata principalemte sobre personalidades literarias (qu otra razn podra haber detrs de la
columna asesina de Nick Hornby?). El deseo de resear bondadosamente ha debilitado la discusin.
Pero otros crticos son sumamente reacios a saltar
al vagn de Julavits, incluso la seccin Snarkwatch de The Believer, que intent ser un boletn para
publicar crticas hostiles, desapareci discretamente
poco despus de su inauguracin.
An si las reseas bondadosas han atrado a
unos cuantos defensores explcitos, gran nmero de
crticos actuales, sin embargo parecen compartir un
entendimiento tcito que es en cierto modo indecoroso: lo que antes se llamaba mala educacin: aparecer un libro y decir que es malo. Los crticos de
Peck generalmente le atacan no por la substancia de
sus juicios sino por su voluntad de no jugar lo que
ellos determinan que son las reglas. Si vas a estar en
esto a largo plazo, debes actuar responsablemente,
sentenci Sven Birkets, a quien Peck critic precisamente por su tendencia a ser abiertamente generoso en sus crticas. (Birkets no ahond en lo que
quiso decir con esto, pero podemos asumir, que si
ests en esto a largo plazo, lo que sea que signifique, inevitablemente te encontrars con tus temas
en ccteles o, peor, algn da ellos researn tus li-
20 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
pesimismo de Orwell, que no es imposible hacer la
vida de resear novelas sin cometer el pecado de pretender que un mal libro es un buen libro. La obligacin de un reseista no es para con el autor o con el
lector, sino para consigo mismo, y es un error comprometer la integridad personal an en nombre de
la generosidad. A quien le sirven las opacas y poco
convincentes obras pas de Leonard y Stone? No al
lector, que, si es tan ingenuo como para tomarlas en
serio, leer el libro y seguramente saldr decepcionado. No a la industria publicitaria si, tal y como
Orwell seal, los lectores son decepcionados con
tanta frecuencia que dejan de comprar novelas. Y
ciertamente no al autor, que debe ser prudente para
deducir la verdad l mismo o, en el caso de Cheever,
ser sujeto de humillacin pstuma a manos de un
noble Leonard. Si estas son las supuestas reglas con
las cuales debemos jugar, estoy con Dale Peck.
II
21 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
realidad. Cloud Atlas, la tercera novela de Mitchell,
lleva el calidoscopio de Ghostwritten y lo multiplica
a la ensima potencia. Son seis historias diferentes
(pero, de nuevo, mezcladas), cada una con su trama,
con sus personajes, con su gnero y, a veces, con su
dialecto, y cada una est situada en una parte diferente del globo y en un periodo de tiempo diferente,
de los mares del sur a mitad del siglo diecinueve al
extremo oriente en un futuro casi anticipado, o en
Hawai en lo que podra ser el fin del mundo.
En manos de un escritor menos talentoso todas
estas innovaciones no seran nada salvo pirotecnia,
una excusa del escritor para mostrarnos lo inteligente que es. Cuando el regodeo de un escritor en el
edificio que ha construido es superior al placer de
su ficcin entonces el libro puede sentirse como un
escenario vaco en el que el novelista declara su propia inteligencia (Paul Auster y William T. Vollmann
estn entre los escritores contemporneos que sufren
de tal problema). Mitchell ha sido acusado de ser a la
vez deliberadamente difcil y no lo suficientemente
serio: el Sunday Telegraph caus una mini tempestad
al declarar que no researa Cloud Atlas porque el
crtico al que se le haba asignado encontr la novela ilegible mientras que en el New York Times
los gambitos de Mitchell fueron llamados obvios
y su libro no tan inteligente como su autor. Pero
cuando un mtodo funciona, como pasa en Borges
o Joyce o Nabokov o Calvino, el rompecabezas literario sirve como un punto de entrada inmensamente entretenido a la realidad ms profunda de la
ficcin. Y nos recuerda que toda la gran literatura es
un rompecabezas que debe unirse en el lector que se
entrega alegremente al trabajo mental de organizar
sus personajes y tramas e imgenes y alusiones hasta
que algo que parece una imagen coherente surge.
Con Black Swan Green, Mitchell parece que se
ha detenido a tomar aliento. La nueva novela es la
menos formalmente innovadora de las de Mitchell
hasta ahora lo que es un alivio despus de la hiperkinesis de Cloud Atlas. Es como si, despus de expandir la novela hasta algo que se acercaba a sus lmites
exteriores, haya hecho que regrese de nuevo. El libro tiene trece captulos consecutivos, uno por mes.
De enero de 1982 a enero de 1983. Su territorio es
decididamente ms mundano que el mundo de los
mafiosos de Tokio o el hundimiento apocalptico de
Amrica: un matrimonio que va a peor, las penalidades de la escuela, el primer amor, el primer cigarrillo,
el primer encuentro con el mundo de las ideas ms
all de Black Swan Green, el acogedor y claustrofbico pueblo en el que Jason Taylor, el narrador del
22 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
gravy. Moron lleva zapatillas hasta las rodillas de
tiendas de caridad y vive donde se acaba Druggers
End en una cabaa de ladrillo que tambin apesta a
gravy. Su nombre real es Dean Moran (que rima con
warren) pero nuestro profesor de educacin fsica empez a llamarlo Moron la primera semana de
clases y se le peg. Si estamos solos lo llamo Dean
pero los nombres no son slo nombres. Los chicos
que son realmente populares son llamados por su
nombre por eso Nick Yew es siempre Nick. Los chicos que son populares sin ms, como Gilbert Swinyard tienen apodos respetuosos como Yardy. En el
escaln inferior estn los muchachos como yo que
nos llamamos unos a otros por el apellido. Bajo nosotros estn los chicos con apodos de mierda como
Moran Moron o Nicholas Briar que es Knickerlees
Bra. Todo est en el rango, al ser un chico, como en
el ejercito. Si yo llamara a Gilbert Swinyard Swinyard simplemente me pegara un puetazo.
23 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Pero aunque se acaben sus registros, Jason es
magnficamente inventivo. Neil Young canta como
un granero que se derrumba. Una anciana que admira la poesa de Jasn como pronunciando una a
derram vino alrededor de su boca. Cruzando un
estacionamiento bajo la lluvia salta de espacio seco
en espacio seco como James Bond sobre lomos de
cocodrilos. Y a veces pone las cosas sin ms. El lago
en que fuma su primer cigarrillo con su primo Hugo
est nervioso con pequeas olas y pequeas resacas.
Los tulipanes en el jardn de su madre son ciruelas
negras, emulsin blanca y oro de yema de huevo.
Durante una pausa en una de las peleas de sus padres
algo callado cay sin ser soltado. Despus de que
la nmesis de Jason, Ross Wilcox lo empuje a un
charco de barro enfrente de todos una fresca bomba de risas me destroz en pedacitos. Un campo
de juego en otoo es del color del agua en que se
limpian los pinceles. Al final de la novela Jason an
tiene que dominar su balbuceo pero gradualmente
ha aprendido a tener la palabra escrita bajo control.
Despus de exponer a un compaero que ha estado
dirigiendo un grupo de extorsin, refleja con satisfaccin el asombro de sus compaeros: Ese silencio
furtivo era mi obra. Las palabras lo haban logrado.
Slo las palabras.
III
24 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Green no es, como algunos crticos han escrito, que
Mitchell haya escrito una novela convencional (es
bastante ms original de lo que la plana descripcin
sugiere). Es que ha escrito una novela domstica,
una novela que estn contenidas las preocupaciones
diarias de un muchacho de trece aos ms que tratar de los misterios ms profundos del universo. A
primera vista, parece que la mirada se estrecha pero
es, de hecho, un ensancharse. Para el escritor que
est verdadera y profundamente interesado en cmo
funciona el mundo todo vale la pena ser descrito,
hasta la grasa de la carne.
Un libro que reescribe tan deliberadamente un
gnero parece querer ser comparado con sus antecesores. Por eso siento que tengo que debo decir que
Black Swan Green es la novela de adolescencia ms
divertida desde The Catcher in the Rye o el retrato
ms doloroso de la agresin infantil desde The Lord
of the Flies o el retrato ms imaginativo del lenguaje
adolescente desde A Clockwork Orange o el recuento
ms logrado de la perdida de la inocencia desde Le
Grand Meaulnes. Pero todo eso suena como a palabras huecas. Por eso dir simplemente: me gust. HC
RUTH FRANKLIN es crtica literaria. Publica principalmente en la revista The New Republic. Publicamos este ensayo como respuesta al de Heidi Julavits,
publicado en el nmero 9 de HC.
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Ficcin
Habedero, la novela (primera parte)
Mauricio Salvador
26 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
reluciente, muy gorda en el centro y con una punta
finsima-. Tome. Un regalo.
Sin saber qu pensar, Miguel tom la pluma y
la guard en el bolsillo de la camisa, del lado del
corazn.
-Recuerde que a partir de ahora es usted uno
de los nuestros. La nueva poltica de publicaciones
incluye autores como usted, oscuros y talentosos.
Qu entendera aquel joven por oscuro y talentoso? Palp la pluma en el bolsillo de la camisa y se
resign, otra vez. El joven editor haba entrecruzado
los dedos y lo miraba desde el otro lado del escritorio, con una sonrisa muy amplia, que enmarcaba
an ms su frente vaca, sin cabello, dicindole con
ese gesto que la cita estaba terminada y cada quien
poda volver a lo suyo. Estir la mano y Habedero
la tom.
-Es usted un hombre raro, Miguel -dijo el editor, a manera de elogio-, pero le deseo la mejor de
las suertes.
Habedero asinti varias veces como si comprendiera muy bien, mejor que nadie, lo que esas
palabras significaban en realidad. Antes de salir no
pudo evitar el observar de un ltimo vistazo a aquel
hombre, lo vio ah, sonriente tras su escritorio, como
poseedor de un conocimiento ms vasto del que Habedero podra aspirar. Salio de ah tambalendose,
repitiendo palabras como alma y vida, y amor, en un
vano intento de disfrazar de pensamiento lo que era
pura alharaca.
Era un da claro cuando Stltz hizo sonar el
claxon para que Habedero saliera y le ayudara a
transportar la caja que llevaba en el asiento trasero.
Habedero sali en vaqueros, con sandalias, deslumbrado por la luz del sol.
-Estoy ocupado, Stltz -dijo, mirando hacia el
otro lado de donde Stltz se encontraba, feliz, ligeramente sudado. Con una mano sostena la puerta
abierta del auto, esperando que Miguel se acercara y
viera lo que le llevaba.
-Le compr a Miguel una computadora nueva
-dijo-. Y acept que te regalara la suya. Qu hacas?
Escribas?
-Maybe.
-Aydame con esto -dijo, introduciendo medio
cuerpo en el auto de tal manera que durante unos
segundos Habedero contempl el trasero redondo
de su amigo-. Es una computadora vieja. Las letras
se ven verdes. Has usado una computadora?
-No.
Emilio, el chofer de Stltz desde haca diez aos,
baj del auto y se apoy sobre la cajuela con los brazos cruzados. Era bajito, y usaba los trajes viejos de
Stltz. Los pantalones le quedaban bombachos y el
tiro del saco le caa casi a la altura de las rodillas.
De pronto, cuando se perda en sus pensamientos
pareca uno de esos payasos tristes de cermica. Habedero dio un paso hacia l.
-Cmo ests, Emilio? Cmo est tu esposa?
-Muri hace cinco aos, ya se lo dije.
-Cierto. Y tu hijo?
-Es gay, siempre tiene que preguntarme lo mismo?.
Stltz logr sacar la caja y Habedero lo ayud
cargndola por un lado, mientras Emilio los observaba, como diciendo, mi trabajo es conducir, no
cargar porqueras. Era aceptablemente ligera pero en
su interior haba cables y hule espuma en desorden,
mostrando la franca lucha que Stltz haba librado
para volver todo a su posicin original. Llevaron la
caja al departamento, subiendo de a poco los cuatro
pisos -ambos pasaban los cincuenta aos-, y la colocaron en el escritorio, sobre papeles arrugados y
manchas de caf.
-Como yo lo veo -dijo Stltz, recuperando el
aliento- esto te va a ayudar en el proceso creativo.
Incluso si no quieres usarla, puedo ayudarte pasando en limpio las pginas que hayas escrito. Qu te
parece?
En general, Miguel no soportaba el entusiasmo ajeno, pero Stltz era un amigo de la infancia.
Dio dos pasos hacia el aparato, moviendo en exceso
sus caderas gordas, y coloc la mano sobre la superficie blanca. En vez de decir algo, aspir por entre los
dientes y dio una palmadita.
-Quieres una cerveza?
-Estoy bien -dijo Stltz, sudando-. Quieres que
te explique cmo usarla? O prefieres experimentar
por ti mismo?
Tal y como lo vea, aquello representaba que su
esfuerzo artstico se implicaba de una vez por todas
en el tejemaneje de la oferta y de la demanda del
mundo comercial tal y como el mundo lo haba venido practicando sin necesidad de su presencia. Ahora todo cobraba un tono ligeramente anticuado a su
alrededor y la radio de pilas luca anacrnica, como
l mismo, lo mismo que las lmparas y su viejo saco
de pana arrinconado en una silla. Era una presencia
demasiado sbita en su vida. No era una reflexin
que pudiera compartir con Stltz, que segua ah,
sonriente. Intentaba adivinar los pensamientos de su
amigo.
-Te voy a explicar rpidamente cmo funciona
27 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
-dijo, en un tono ms apagado.
Por sadismo, Habedero apenas si hizo caso de
las explicaciones. Los das de sol y contaminacin
le provocaban dolor de cabeza. Se sent en una silla
y encendi un cigarrillo observando los movimientos de Stltz, que apretaba una tecla y deca algo, y
apretaba otra y aada un comentario que le provocaba una risita; tocaba con las manos los cables y los
enchufes, diciendo bla bla bla, mientras Habedero
segua fumando, con las piernas cruzadas, pensando
en mil cosas que poco tenan que ver con su realidad inmediata. Al final su pensamiento regres a la
habitacin y se concentr en la figura grande de su
amigo. Stltz siempre haba estado en lo ltimo. Un
chico listo, Sltz.
El sol comenzaba a ponerse cuando Stltz se
march y Habedero se qued solo. El calor de la
tarde dio paso a una humedad que le recordaba los
das de otoo de Chihuahua. En camiseta, vaqueros
y sandalias se sent al escritorio sin hacer caso de la
nueva computadora, dando tragos largos de cerveza
helada cada tanto, concentrado como se supone que
un escritor se deba concentrar. No pensaba trabajar en la novela pero s revisar un poco los ltimos
papeles que haba estado escribiendo; casi siempre
los escriba en madrugadas cuando las agruras lo levantaban de la cama y por la televisin abierta slo
pasaban infomerciales. Se trataba de pequeas biografs de gente conocida a lo largo de su vida; algo
que aspiraba a convertirse en un archivo de nuestra
poca como en su tiempo lo fuera La comedia humana de Balzac. Las hojas formaban un bulto sobre
una pila de libros y Habedero, entre trago y trago,
tomaba una y la relea.
Reclinado contra la silla estir la mano y tom
otra hoja. El ttulo deca: LARA: la sexy roommate
del proyecto Walden tres. La hoja tena marcas de
tinta recientes, apenas de la semana pasada. Excepcin hecha otra vez de Stltz, la hoja con el nombre
de Lara era la nica biografa que a su consideracin
mantena un mnimo de actualidad factual. Al menos la haba visto. El viejo elefante, sensible pero ya
no astuto, haba revivido escenas al observar el rostro
envejecido de su vieja amiga, su amante.
Lara lo haba interceptado una semana atrs,
en la acera lateral del parque por donde ambos caminaban en las primeras horas de la maana. Ella
caminaba con aire decidido, largos pasos y taconeo
pausado, que Miguel haba escuchado desde mucho
antes, de la misma manera que los tiburones captan un rastro de sangre desde varios kilmetros en el
fondo del mar. A medida que la distancia se acortaba, observ a una mujer madura, gafas de sol y cabello de miel; con la mirada rpida que posea para
estas cosas, logr apreciar con amplitud las caderas
amplias y algo cadas, los muslos bien dibujados en
la falda, los pies metidos en zapatos de tacn altos,
y los brazos blancos y redondos, como los de una
matrona romana.
-Miguel?
Habedero trastabille. No teniendo escapatoria,
se detuvo y mir a la mujer, inclinndose ligeramente como para hacer una reverencia a la distinguida
admiradora.
-No cambias sonri ella-. Quin dira que te
volvera a encontrar. Eres casi un fantasma.
-Los ciclos se cierran dijo l-. La conozco?
Ella se quit los lentes y Miguel slo asinti, dibujando media sonrisa.
-Lara, lara -dijo.
-Las sorpresas que da la vida -dijo ella, genuinamente.
Contrario a lo que hubiera esperado, se alegraba de encontrarla. Se hizo una imagen mental de la
Lara de aquellos das y la sobrepuso a la que tena
enfrente sintiendo que en la transposicin algo se
descolgaba del aire y le golpeaba justo en los ojos, o
mejor dicho, que en la transposicin algo se perda.
Lara, la chica que se paseaba en pequesimas tangas
en el departamento Walden haba devenido mujer
de sociedad. Otra imagen mental le hizo verla recostada en la cama llamndole con un dedo mientras a
sus pies Demcrito Gonzlez dorma completamente drogado. En su recuerdo hicieron el amor, rodando sobre el cuerpo de Demcrito y Habedero pudo
aspirar el suave efluvio a hierba que emanaba de la
ropa y el sabor salado tan caracterstico de Lara. El
cuerpo de Lara era areo como un cometa y Habedero disfrutaba colocarla contra la pared viendo sus
brazos aletear a lo largo de sus caderas. Mientras lo
hacan, Demcrito se retorca en el piso y los maldeca.
-Dios, cmo deseo un porro deca entonces.
Lara agudizaba el tono de sus gritos y Habedero le
golpeaba las caderas y le pellizcaba la espalda hasta
que ella se desvaneca contra la pared y Miguel caa
de espaldas sobre Demo. Luego preparaban un porro y vean televisin. Un minuto despus la imagen
se desvaneci.
Ella segua negando con la cabeza, incrdula y
hermosa.
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-Quin lo dira? Qu haces por aqu? Vives
cerca?
-Recopilo ideas contest Miguel, rpidamente
-Ideas, claro. Eso me encanta de ti, siempre pareces estar en otro lado. Pero qu te hiciste, Miguel?
Habedero (aunque cunto tiempo haba pasado desde entonces!) reconoci el aroma de Lara, tan
hmedo y penetrante. Era un olor que recordaba la
mancha espacial, la de las pelculas, que comenzaba
como una sombra y al cabo de un segundo era enorme y te envolva por completo y terminaba matndote en tu convertible rojo.
Miguel se hizo la misma pregunta y la abraz.
Los pechos de ella se acomodaron bastante bien encima de su barriga y l ejercin presin en su espalda. Estuvieron as casi un minuto, cambiando de
peso de una pierna a la otra y gimiendo como las
mams cuando mecen a sus bebs. Al final se separaron y seguan sonriendo.
-La verdad es que estuve piloteando aviones,
Lara dijo-. Luego me hice budista.
Sin dejar de sonrer Lara arrug la nariz.
-Budista? Yo pens que te definas como agnstico, o algo as.
-Pero admiro la renuncia de Buda.
-Bueno y qu haces por aqu?
Habedero ocult el hecho de que haba comenzado a hacer ejercicio (al fin y al cabo quin hace
ejercicio en vaqueros slo l), y en cambio le narr
su primera cita con el editor y su proyecto de publicar una novela dentro de seis meses. Lara le regal
una mirada escptica pero una mirada escptica
que prometa mucho- y asinti un par de veces. Al
consultar el reloj exager su fastidio y le dijo que iba
tarde a una cita.
-No problem -dijo l.
-Pero te dejo mi nmero. Espero que me hables pronto. Tenemos muchas cosas que contarnos
-apunt el telfono en un papel, que l se guard en
el bolsillo pequeo de los vaqueros-. Prometes que
vas a hablarme?
-Lo prometo -dijo l. Se la pasaba prometiendo
cosas yprometer algo ms nunca le vena mal.
S, eso haba sido una semana atrs y ahora, despus de leer con deteneminto sus anotaciones en la
hoja titulada LARA, Miguel tom el telfono y la invit a cenar. Del otro lado de la lnea escuch algo
muy parecido al quejido de un gato al ser estrangulado por la nuca. Lara acept.
Durante la cena Lara se comport como poda
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pensativa, ensartando otro pepinillo.
-Bien. Vamos a casa. Te invito unos tragos y t
me hablas de esa novela tuya que traes entre manos.
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veras fabuloso con una de esas camisetas ajustadas
al cuerpo?
Habedero recibi su bebida y se evit responder.
Luego, para dejar patente su incomodidad, comenz
a mover el trasero en la silla y a mirar a su alrededor
con gesto de hasto. Encendi un cigarrillo pero lo
apag de inmediato aplastndolo contra el cenicero. Lara lo mir fastidiada bebiendo a sorbitos de
su vaso. Haban pasado muchos aos pero todava
reconoca los sntomas de un Habedero malhumorado.
-Parece que no te gustan los reencuentros.
-Dime, qu fue lo que no te gust de mi libro?
Lara bebi un sorbo de su bebida.
-Los temas, principalmente -dijo-. Creo que tu
visin es un poco machista. Como si temieras que
las mujeres furamos un da a tomar el control.
-Control de qu?
-De todo.
-Crei que slo trataba de literatura.
-Pues s -dijo ella, en voz ms alta-. Pero no. En
mi opinin abusas de las imgenes sexuales. Tetas,
tetas, tetas.
Como respondiendo a su pltica, que amenazaba
con subir de tono, la msica aument de volumen
obligndolos a guardar silencio. La pista de baile se
llen de cuerpos y la bola reflejante del techo comenz a girar lanzando la luz en todas direcciones.
-Oh -suspir Lara-, tengamos una cita normal,
quieres? Intentemos hablar de algo.
-Ya leiste la ltima novela de Carlos Fuentes?
-No.
Durante unos minutos se mantuvieron atentos
a los que suceda en la pista; las parejas giraban movindos con elegancia. Aunque alguna vez se haba
considerado un buen bailarn, Habedero se senta
demasiado viejo y torturado como para reunir el entusiasmo necesario para bailar. Por su mente pas la
imagen de Sara y de Dialctica, excelentes bailarinas. Excepcin hecha de Carlos Fuentes, que bailaba
twist, y de su viejo amigo Jos Agustn, que bailaba
el rock, no conoca a ningn escritor que pudiera
moverse medianamente bien en una pista de baile,
por lo que no se sinti obligado siquiera a seguir el
ritmo con la punta del pie. Se inclin hacia Lara y le
grit en la cara:
-Y? Te gustan los reencuentros?
Ella tambin se inclin.
-Ests siendo irnico? Se ve que no has cambiado nada. Hay un momento en que simplemente uno
tiene que madurar. Pero no veo que sea tu caso.
Miguel suspir ruidosamente y movi una vez
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-Oye dijo-, estos no son los viejos tiempos.
Tampoco nos hemos reencontrado. En realidad apenas nos estamos conociendo. O tengo que pensar
que sigues siendo la misma Lara tonta y esnob que
iba al departamento para drogarse?
-Tonta y esnob?
-Quiero decir una chica inmadura.
-Qu sabes t de madurez? Yo no he creado la
leyenda de un santo borracho, sabes. Cuando se habla de Miguel Habedero la gente entiende que se est
hablando de un borracho con problemas de pancreatitis, mujeres engaadas y un oscuro departamento
quin sabe dnde. Eso es Miguel Habedero.
Habra que plantearse el tema de la madurez, se
dijo, sin desviar los ojos de la boca de Lara. Vindola
tan enojada la encontr ms bonita que nunca y por
primera vez not que la edad haba acentuado los
hoyuelos de sus mejillas. Ah, estas chicas de hoyuelos.
La tom de la mano y la condujo hacia el auto.
Lara se resisti un poco, como una nia caprichuda,
e intent llorar un poco, sin resultados. Dejndola
en el bordillo de la banqueta la abraz por la cintura
y recost el rostro sobre su pecho. Lara acarici su cabello aceptando la tregua que l ofreca. Por su parte
Miguel reflexion sobre cun feliz le haca estar con
una mujer caprichuda y un poco tonta. Tanto tiempo perdido con mujeres excesivamente inteligentes,
escuchando sus problemas existenciales, sus preguntas sin respuesta, su falta de generosidad. Por primera
vez desde haca mucho tiempo vislumbr las puertas
de la felicidad instintiva, la que no exige demasiado
y no cobra de ms a la hora de las cuentas. Imagin
que se casaba con Lara y tenan dos preciosos hijos,
nio y nia. Se imagin ir a trabajar honestamente
por las maanas mientras Lara cuidaba a los nios
y arreglaba la casa. Quiz esa era la pura y simple
imagen de la felicidad, momentos como se en que
un hombre se halla en paz consigo mismo y con su
derredor, en un simple atisbo de la belleza.
-Dios! exclam Lara y Habedero crey que
ambos compartan la misma imagen de la felicidad.
Porque acaso no es la felicidad un instante que
pasa? Habedero sinti su tibieza y los dedos que se le
clavaron en la espalda.
-Tambin eres feliz, Lara?
-Por dios! repiti ella, mirando intensamente
por encima de l.
Le sigui la mirada y observ quiz con pnico,
quiz con entusiasmo-, que el Lincoln se encontraba
sobre tabiques en una postura obscena y carente de
toda proporcin. Por uno de esos actos inconscien-
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dioso, pero ya veo que es lo mismo de siempre.
-Bien dijo l y la vio entrar a la patrulla, y vio
su perfil tranquilo tras el cristal y su ltima mirada de reproche. Despus de eso se encontr en un
lugar desconocido; deshizo el camino hasta el centro nocturno y pregunt en qu lugar se encontraba, la ciudad haba cambiado tanto desde sus
tiempos. Una vez con las coordenadas en la cabeza
comenz a caminar a casa y despus de cinco kilmetros y un amanecer delicioso- lleg al departamento donde lo recibi la tibieza del hogar.
En su estudio contempl la computadora. Fue a la
habitacin y cambi los zapatos por tenis de correr.
Hizo diez lagartijas, diez abdominales y encendi el
televisor. Hora de la inspiracin, se dijo. En la pantalla
vio la imagen de un helicptero americano derribado
en algn lugar, luego un reportaje sobre videojuegos,
que vio completo, y finalmente otro ms sobre la Internet. Encendi la computadora, comenz a escribir y los muebles mostraron sus carpetitas de polvo.
Palpando el montoncito de hojas que tena sobre el escritorio, recost la cabeza sobre la otra
mano y cerr los ojos. Vio su cita con Lara como
a travs de un espejo mohoso y vio los rostros
de sus antiguos conocidos vagar por la habitacin amigablemente, como si todo aquello fuera la confusin despus de una dosis. Se pregunt
si era posible cambiar de vida. Se dijo que eso de
los ciclos era algo grande y descorri las cortinas.
Por qu no?, pensaba, mientras la luz llenaba la habitacin. Un libro ms tapas duras Miguel Habedero ms grande que nunca. HC
MAURICIO SALVADOR naci en 1979. Habedero, la novela, es una novela a cuatro manos sobre el
escritor Miguel Habedero que HermanoCerdo publicar en ocho partes y un eplogo.
33 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Mark
J. S. de Montfort
34 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
peranza de una eleccin diferente en cada momento.
Adems, miles de letras rondando las paredes eran
un caos confortable.
Pero Mark, insisti:
-Cmo se llama?
Me lo qued mirando.
-Tu novia, atontado y se ri con afabilidad y
me cogi del codo, dndome una pequea sacudida.
Reaccion al instante.
-Sandra dije en un pronto inconsciente. Y hube
de arrepentirme rpido, mientras observada el resto
de fotografas de la habitacin a las que haba dicho
adis para siempre.
Mark, con su natural franqueza, enseguida determin:
-Es un nombre muy bonito, seguro que es muy
guapa, seguro que es tan guapa como Adriana Pavlova -e hizo un gesto con ambos brazos, como
diciendo si es tu novia, ser as y no de otro modo,
pues eres mi amigo, y tu novia tiene que ser por lo
menos tanto o ms guapa que Adriana Pavlova.
Yo estuve de acuerdo en este punto. Adriana Pavlova era guapa, a su modo, claro, muy adecuada
al estilo pseudoinformal, desenfado pero clsico de
Mark.
-Lo es, por supuesto, guapsima, morena Y
aad-. Es periodista.
Me encog de hombros, como si aquello fuese
cosa sabida y slo estuviese siendo reiterativo, pero
Mark pareci achacarlo a mi modestia, porque enseguida, como para zanjar el asunto volvi a repetir
(con su determinacin severa, simple, como de costumbre):
-Sandra. Qu nombre tan bonito!
A Mark se le haca difcil pronunciar bien las
erres.
Supongo que en su particular sencillez caballerosa (y algo de elegancia inconsciente haba en ello)
trataba de restar sensiblera al asunto.
Era cierto, exista una Sandra, del mismo modo
que exista una Adriana Pavlova, y adems haba una
fotografa para testimoniarlo.
Haba que encontrarle un lugar adecuado, a la
fotografa de Sandra.
Por lo pronto la dej en la mesita donde sola
escribir mis cartas, los poemas de amor, tambin las
anotaciones de palabras inglesas que iba paulatinamente aprendiendo.
Al da siguiente Mark llam a mi puerta.
-Es tu da libre, cierto?
Asent.
-Tienes cartas?
35 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
tante. O quiz hubiese estado ocupado demasiado
con el trabajo. O ambas cosas.
Southampton es famosa por ser el puerto de salida de ese barco que se hundi al chocar con un
iceberg. Es lo poco que saba de ella. Pero tena un
caf que se llamaba El caf de la risa. Quedamos
all con unos amigos de Mark.
Mark haba estado trabajando en la ciudad, algunos aos atrs, tambin de night porter. Sus amigos eran simpticos.
Se llamaban Peter, Catherine y Kate. Nos remos
con ellos. Y tenan a Mark en gran estima, as que yo
hube de congraciarme rpido con ellos. Quedamos
para otro da. La semana prxima, tal vez, cuando
coincidiesen nuestros das libres (ellos trabajaban
tambin en un hotel, all en Southampton). El hotel
donde trabajaban Peter, Catherine y Kate era enorme. Estaba cerca del puerto. Su fachada era completamente de cristal. Entramos para ver el vestbulo.
Me sent impresionado por sus fastuosas moquetas,
las vidrieras, las lmparas grandiosas llenas de lgrimas de cristal.
-No te gustara trabajar aqu? me pregunt
Mark.
A m me pareca inconcebible cambiar de hotel
y alejarme de Mark. Era el nico amigo que tena en
Inglaterra. Tem que lo dijese en serio.
Me puse triste.
Mark se ri, abriendo su boca, estirando sus mejillas rojas.
-Ah, no te preocupes por eso, hombre no seas
tonto.
Y zanjamos rpido el tema yendo a una tienda a
comprar tabaco al peso. Para la pipa de Mark. Sospecho que era este el verdadero motivo para haber
venido a Sothampton, pero no me import. Mark
estaba extasiado tan pronto abrimos las puertas del
establecimiento. Se salud con el dependiente, llamndole por su nombre. Se abrazaron y se preguntaron por la respectivas parentelas.
Nos present tras su rpida conversacin.
-Nice to meet you.
-Spanish?
Dije que s. Supongo que se me notaba demasiado el acento, adems me delataba le nombre, claro.
La tienda estaba llena de olores sugerentes, que
salan de enormes sacos. Era tal la profusin de emanaciones agradables que no pude sustraerme, y me
atrev a comprar un puado de tabaco yo tambin.
Me lo puse en el bolsillo de mi abrigo negro. No
saba muy bien para qu podra utilizarlo, quiz se
lo regalara a Mark, finalmente.
36 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
cmara de super 8.
Los coches lujosos se detenan en el recibidor del
hotel de Kate y Catherine y Peter. Unos muchachos
de uniforme y gorra se los llevaban a un parking posterior. Todo era demasiado limpio.
El nico olor que se destacaba era el del tabaco
aromtico que llevbamos en pequeas bolsas, en
nuestros bolsillos.
-Hay un tipo que imita a Buddy Holly, en el
County City Hall. Caminbamos con la nariz metida en los abrigos.
-La semana prxima Quieres venir, Mark?
No tard en aparecer su para m- febril y necesaria risa. HC
J. S. de MONFORT naci en 1977 en Valencia, Espaa. Se diplom en Literatura Creativa en la escuela TAI de Madrid. Es batera de jazz y ha escrito un
libro de cuentos, La tristeza de los cedros. Vive en
Barcelona y estudia Filologa Inglesa.
37 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Jess de El Paso
Paloma Vidal
38 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Ella se qued fijada en la escena, que regresa
obsesivamente mientras la ciudad vaca pasa por la
ventana: un reflejo de su desolacin. Si la ciudad estuviese despierta y aquellas calles en movimiento, el
paisaje no respondera a su estado de nimo, pero
en este momento las dos cosas son una sola, como
la superposicin de imgenes en el vidrio de la ventana. Ella no divisa de hecho la ciudad, ni aun ese
fragmento de ciudad que el Greyhound le deja ver
en el trayecto de la estacin a la ruta, porque su propia imagen es un filtro que hace del mundo exterior
apenas un contorno.
El contorno se despedaza con un grito: I love
Jesus. I love our commander-in-chief. Ella levanta la
vista y ve al muchacho de la fila, el soldado, con un
lbum azul en la mano, dirigindose a los pasajeros
como quien comienza un sermn. Yo amo a nuestro
comandante en jefe, repite. Nuestro comandante en
jefe es un hombre de fe. l cree en la democracia y
en la familia americana. Este estado que lo vio crecer
conoce sus valores. Nosotros, de Texas, conocemos
los valores del comandante, creemos en l y por eso
vamos a votarlo en las prximas elecciones. Ella recuesta la cabeza en la ventana y cierra los ojos, resignada a tener que dormirse con el fondo sonoro
de una propaganda republicana. Qu ms se poda
esperar de una travesa por Texas?, murmura para s
misma.
Desde que lleg al poder, el comandante ha luchado por una sociedad prspera, segura y con oportunidades para todos los americanos. En la maana
del 11 de septiembre, los terroristas nos atacaron y
desde entonces el comandante viene liderando una
misin contra el mal para destruir a aquellos que nos
odian, protegindonos y creando un mundo seguro
para la democracia. El comandante siente mucha
gratitud por el servicio de hombres que, como yo,
se sacrifican y sacrifican su familia en nombre de esa
misin. l est confiado en que nuestra nacin vencer y en que todos nosotros seremos muy felices en
un mundo libre de terroristas.
I hated him, l grita y ella tiene un sobresalto,
levantando nuevamente la cabeza, mientras otros
pasajeros le piden que se calle. Yo lo odiaba, odiaba a su mujer, odiaba a sus hijas gemelas. Quera
eliminarlos. Pens mucho en eso. Pens mucho en
cmo hara eso, pero no le cont a nadie porque nadie poda saber. Era mi secreto. Mi plan deba ser
absolutamente confidencial y, si lo cuento ahora, es
porque el comandante me hizo ver aquello que yo
no consegua ver. l me hizo ver que tengo una misin. Nuestra nacin est en guerra y es una guerra
39 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
No tens miedo de morir? Era un soldado y
un soldado es capaz de todos los sacrificios por su
patria. Un soldado debe estar a la altura de las responsabilidades que la patria impone. Perdera la vida
para defender su bandera. De dnde sacaba todo
eso? En aquellos das hablaba sin parar, no poda
quedarse quieto, llevaba y traa cosas, ordenando,
organizando, limpiando, en una especie de trance.
Se pona violento sin ms ni menos, le gritaba. Despus se disculpaba, la abrazaba y apoyaba la cabeza
en su pecho. En verdad tena miedo, un miedo que
nunca pasaba. Tena miedo del futuro y en el fondo,
talvez, ella piensa ahora, tuviese miedo de sus propias convicciones.
Un soldado debe querer siempre la guerra? El
muchacho americano continuaba gritando e interpelando a los pasajeros. La guerra se volvi una pesadilla. Yo no consegua ver una salida. Soy un soldado americano y estoy entrenado para cumplir mi
misin, pero me senta muy dbil y esa debilidad se
volvi odio. Yo tena mucho odio en el corazn, dijo
el muchacho colocndose la mano sobre el pecho.
Estaba perdido. Haba perdido mis valores y me senta muy solo. Yo haba perdido el orgullo de ser un
soldado americano y no me senta capaz de defender
a mi pueblo. Yo vea al presidente en la televisin,
sonriente, confiado, de buen humor, y pensaba: no
sabe lo que es la guerra.
Pero estaba equivocado. Nuestro comandante en jefe, nuestro presidente, vino hasta m y me
mostr que estaba equivocado. l apret mi mano y,
mirndome fijo a los ojos, dijo: T sers un hroe
americano. Que Dios te acompae. Esas fueron sus
palabras. l apareci de sorpresa para dar nimos a
su tropa y yo fui encargado de recibirlo cuando l
descendi del helicptero. Mientras el helicptero
se aproximaba, senta temblar mis manos y latir mi
cabeza con la idea de eliminarlo. Yo estaba all cuando el comandante baj y mi corazn estaba lleno
de odio. l vino en mi direccin y me extendi la
mano, con una sonrisa, despus me mir a los ojos
y dijo: T sers un hroe americano. Que Dios te
acompae.
Tengo las fotos aqu. Ustedes pueden ver, dice
el muchacho, levantando el lbum azul. Quiero que
vean las fotos. Por favor, miren estas fotos. Shut up,
grita alguien y se oye un murmullo de aprobacin
dentro del mnibus. Ella tambin quiere que se calle
y la deje dormir, pero al mismo tiempo la historia
despierta su curiosidad y aceptara ver las fotos, si no
fuese por el miedo a lo que vendr despus de bajar
la guardia ante el muchacho. Todos los pasajeros re-
40 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
tengo miedo. Yo tengo mucho miedo. Yo no debera
tener miedo, porque la misin viene antes que todo,
pero yo tengo miedo. Dentro de una semana voy a
estar en Irak e Irak queda al otro lado del mundo, a
miles de millas de aqu, y hay soldados americanos
muriendo diariamente y yo puedo ser uno de ellos.
Sabes lo que es eso? Jesus, grit. Sabes lo que es
eso?
Ella no responde. Tiene ganas de llorar, pero esta
vez no va a llorar. Va a controlar sus lgrimas y decirle al muchacho que lo que est sucediendo en Irak
es responsabilidad de su comandante en jefe y de su
cruzada contra el terror. Va a decirle a ese muchacho
lo que l no quiere or: que l est embarcado en
una misin que es responsable de la muerte de miles de civiles, 30000, quin sabe, porque esas muertes
no cuentan, slo las bajas americanas, cada soldado
americano tiene un rostro y una historia, como la
historia de l, con su familia, sus dos hijas, Jessica y
Monica, en El Paso, mientras los muertos iraques
tienen nombres que no podemos pronunciar y familias que no conocemos y viven en ciudades que no
sabemos dnde quedan, a miles de kilmetros de ese
pas que se considera el dueo de la democracia.
Stop it, dice una mujer negra que se levant de
su asiento para intentar calmar al muchacho. Basta.
De nada sirve que le grites. Necesitas calmarte. La
mujer toma el brazo del muchacho y lo acompaa
a su asiento. l cede. En el mnibus se oye apenas
el susurro de la mujer, dicindole al muchacho algo
casi inaudible sobre el miedo. El miedo a la muerte.
El muchacho permanece en silencio, as como los
dems pasajeros. As como ella, que ya no mira hacia la ruta. Tiene la mirada fija en el paisaje, que de
repente se volvi desrtico, como si en algn punto
de esa vastedad luminosa residiera un secreto que
ella necesita develar: la verdad sobre el miedo, sobre
la muerte, sobre la gue
rra. HC
41 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Aniversario de seda
Antonio Ramos
42 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
minadora, una gran mujer que no tuviera problemas
con comer uvas y pasteles de kiwi. Eso necesitaba
pero slo record que deba llevar algo rico para el
postre. Avanz las primeras dos calles con actitud
alerta. Era un cazador. Se senta merodeando en
amplios llanos mientras manadas de mujeres aguardaban debajo de los setos o en cuclillas frente a los
fregaderos. Intent pasar desapercibido. Camin un
poco ms despacio. Que no se me vaya a ir ninguna
y acarici el estuche de la escopeta. Le pesaba en la
espalda. Al principio casi no la senta pero despus
comenz a molestarle el peso. Una escopeta vaca,
pens y sonri de mala gana. Abajo tintineaban las
municiones.
Se pregunt qu diablos haca Memo con una
escopeta. Cmo se la haba llevado a la oficina. Al
parecer cargaba siempre con ella en la cajuela del carro. Ningn oficial repar nunca en revisarla. Ahora
l iba con la escopeta al hombro y nadie se percataba
de ello aunque la forma del estuche daba muestras
de lo que ocultaba. Si apareca una patrulla tendra
que dar explicaciones. Pens en aquellos hombres
que no daban ninguna explicacin y disparaban en
los centros comerciales y se volvan noticia. Simplemente llegaban a un comedor, extraan el arma y a
punta de disparos se abran camino en las cabezas
de los peridicos. Se pregunt si l poda ser un da
as: un asesino mltiple. No conoca muchos en la
historia de los asesinos salvo el Tigre de Santa Julia
pero ese ni era matn. Despus se acord de un tal
Sam, que asol Nueva York y ese asesino dio paso a
la imagen de Hitler. Ese s que la supo hacer, se embols ms de seis millones y medio de judos.
Al menos yo tengo una escopeta. No poda olvidar eso. Doce aos. Cuando conoci a Karen no
pens que durara tanto con ella. El ao fue una sorpresa y cuando al siguiente se comprometieron lo
hizo de buena gana, ansioso, con un deseo vivo por
compartir la vida con ella pero al sexto aniversario,
el de azcar como le haba dicho ella, sinti que esa
azcar ya lo haba empalagado con una desgana de
la que no lograba salir. Cmo le hacen otros para
durar cincuenta aos?
Mientras avanzaba por la octava cuadra record
a sus padres. Ellos haban llegado a la nada despreciable cantidad de cuarenta y dos aos juntos hasta
que muri su madre. Haban tenido sus altas y ms
sus bajas pero se mantuvieron. Alguna vez, ya en
la preparatoria, los haba visto besarse con deseo y
el asco baj por su garganta. Doce aos. Record
que an no encontraba a la mujer despampanante.
Si la encuentro debe ser como Jimenita. Todos los
43 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
embarazaron justo a tiempo, un ao ms y hubiera
habido riesgos en el producto. Quiso tener junto a
l a La Botella, igual que aquella madrugada cuando apalearon al cantinero. Primero fue l, despus
Alberto quien tundi de golpes al hombre. Vamos
a ver cunto aguanta, se preguntaron. El cantinero
se cubra el rostro con un trapo para limpiar pero
no logr impedir ningn contacto. Peda caridad,
rogaba porque no lo azotaran pero como quiera lo
tundieron. Cuando se cay, Alberto le dio de patadas en las costillas mientras lo rociaba de cerveza.
Andele, puto, para que aprenda! le dijo entre carcajadas. Sinti una especie de redencin que nunca
haba sentido pero a los das pens que no saba qu
deba de aprender el cantinero.
Apenas lleg frente a su casa una vecina lo salud y lo felicit por los doce aos de matrimonio.
Sinti que comenzaban a cargarlo con municiones,
municiones vacas, tiros sin ninguna direccin. Seguro Karen le haba contado a todas las vecinas. La
imagin de casa en casa, presumiendo aos de matrimonio. Cuando entr los familiares de ambos departan en la sala. Su padre corri a felicitarlo. Haba
en su semblante las mejores intenciones. Las hermanas de Karen le sonrieron amistosamente y una de
ellas le dio a cargar a Albertito que an no pasaba del
ao y medio quien lo abraz y le llen una mejilla
con saliva. Albertito. Se limpi la baba con el mismo
asco que haba sentido al ver a sus padres besarse.
Albertito. Karen insisti en llamarlo igual que l.
Albertito II, se mofaba a veces al verlo llorar en su
cuna. Le habra gustado otro nombre: Eduardo, tal
vez Eugenio, a lo mejor con un nombre distinto lo
querra un poco. Qu traes ah?, le pregunt Karen pero no les respondi porque su esposa lo bes
con una pasin que no supo de dnde vena. Todos
vieron el besuqueo apasionado como si ambos se encontraran en el centro del universo con Albertito en
medio de los dos, protegido por ambos. Haba en
su beso una tradicin que no supo cmo descifrar.
Doce aos, doce aos. Qu hice estos doce aos?
Le dio terror imaginar cmo crecera ese nio hasta convertirse en alguien que no era nada suyo. Sin
soltar el estuche con el arma pasaron al comedor.
Alberto se sent en la cabecera, Karen en la opuesta.
Acariciaba la escopeta cuando su mujer le dijo que
orara por la comida, por el hijo, por los doce aos
de felicidad.
-Claro, claro, cierren los ojos.
La familia lo obedeci. Mientras Alberto peroraba una oracin entrecortada y parca aprovech para
extraer la escopeta. Intent cargarla pero no pudo. Y
44 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
Crtica
De futbol para intelectuales de banda izquierda y
mediocampo
Ral Anbal Snchez
lcidos hablan de croatas impronunciables. Me sucede igual durante la Serie Mundial, el campeonato
NBA y el Superbowl. Soy un diletante del deporte,
nada ms. Hasta las eliminatorias de pquer y billar
en ESPN, y el canal 24 horas de golf pueden despertar
al bebedor industrial de cerveza que hay en m, nada
inusual.
La prosa de Villoro es realmente muy buena. Admito que el libro me enganch desde un principio
y le 110 pginas de corrido sin darme cuenta. Los
chistes sobre la gordura de Maradona y la estupidez
supina de los hinchas me arrancaron de pronto risas
en voz alta. A veces pareciera que intenta insertarse en la tradicin de los viejos cronistas deportivos,
como el Mago Septin y dems. Cuando llega a esos
puntos sus sintaxis se vuelve hiperbatnica e ingresamos de pronto al fascinante mundo de las analogas
gratuitas. Toda una tradicin, si entienden lo que
digo:
Y es que el futbol es, en s mismo, asunto de
la palabra. Pocas actividades dependen tanto de lo
que ya se sabe como el arte de reiterar las hazaas
de la cancha. Las leyendas que cuentan los aficionados prolongan las gestas en una pasin non-stop
que suplanta al ftbol, ese Dios con prestaciones que
nunca ocurre en lunes.
45 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
En la crnica deportiva existen un montn de
lugares comunes sin los cuales cualquier texto que
hable de deportes dejara de ser crnica y se convertira en cualquier otra cosa. Si alguno presta suficiente atencin de vez en cuando a la insoportable voz
fingida de David Faitelson, reconocer que todos los
elementos estn ah siempre, que la crnica los asimila ya de una forma tcita que no necesita explicar.
El deporte (en este caso futbol, pero funciona con
cualquiera, desde el jlalai hasta el ping-pong, como
demuestra Villoro) se rodea primero de una mstica.
Un sentido en que el deporte es esotrico y representa simblicamente cualquier cosa aparte de once
tipos en calzones corriendo detrs de una pelota: el
destino del cosmos, antiguas batallas, la vuelta a la
infancia, el ser primitivo y todo eso; algo que toca
las fibras subconscientes de los espectadores. Una
vez establecida esa mstica se compara a los jugadores con guerreros, gladiadores, seres sobrenaturales
que participan en aquella contienda. El tercer lugar
comn es importante por dems: todo tiempo pasado fue mejor. La edad de los hroes semidioses
ha terminado, cay Ilin, la amurallada, pero en el
espritu del fantico persiste la batalla. An recuerdo
al Mago Septin, con motivo de la Serie Mundial,
diciendo que los ptchers de ahora son todos unos
mariquitas sin calzones, arrojando dato tras dato
sobre lanzadores que jugaban dos millones de partidos consecutivos y si se zafaban un brazo seguan
sirviendo strikes hasta con la boca de ser necesario.
Cuando le Taras Bulba, y despus Tomochic, aprend algo: cuando juntas a varios hombres sudorosos
y semi-salvajes y los pones a enfrentarse con otros,
de cualquier manera, la literatura siempre intentara
volver a Homero, asimilndolo o negndolo. La Ilada fue la primera crnica deportiva embellecida de la
que se tenga registro en la tradicin occidental.
Los marroques salieron al campo con la intencin de dejar huellas en los muslos enemigos. El
rbitro ruso toler la violencia como si lo hubieran
contratado para silbar en la batalla de Borodino.
Convencido de que la tarjeta roja es para las heri-
46 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
das de sangre, permiti una guerra que nadie quera
ver.
47 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
48 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
thes y el mismsimo Montaigne, y ver las ideas de
los compiladores respecto de los ensayos reunidos.
Por ejemplo, las secciones en las que se divide el libro. La primera, La discusin ofrece ensayos que
yo no llamara precisamente de discusin: el ensayo
de Vivian Abenshushan Mate a su jefe: renuncie
(argumentos contra la nueva esclavitud del dinero);
el de Humberto Beck, Nostalgia de la moda; el de
Ernesto Priego La identidad como virtualizacin;
el de Elisa Corona Aguilar La llegada del Expreso
Hogwarts y la sordera de Willy Wonka; el de Alejandro Fuentes Identidad sin rostro; el de Mayra
Ibarra, El Adn espaol y la Eva india; el de Fernando Fabio Snchez El ojo ausente y la estrella
catastrfica; el de Magali Velasco Vargas, Hermes
y los chimuelos; el de Luis Felipe G. Lomel El
cerncalo de la Conasupo y la imagen de la naturaleza en nuestros das; el de Carlos Oliva Mendoza
Calma... slo ensayo. el de Rafael Lemus Mario
Bellatin o la agona silenciosa; el de Mayra Luna
Para un abandono del metadiscurso; el de Antonio Ortuo, La tica del placer y la novedad como
farsa; todos estos ensayos, qu es lo que discuten
realmente? Y puede llamarse discusin? Ciertamente, algunos ensayos critican un estado de cosas
(Abenshushan, Priego, Corona Aguilar, Ortuo),
pero es difcil leerlos dentro de una discusin ms
amplia, quiz porque esa discusin no ha sido plenamente difundida o porque, como consideran los
compiladores, los espacios para el ensayo son muy
pocos:
No hace falta ms que asomarse a las publicaciones para comprobar que la presencia del ensayo
en los suplementos y revistas del pas es escasa. Con
sus excepciones, ms bien encontramos posando
como ensayos a reseas, artculos al vapor, confesiones autocomplacientes, fragmentos de tesis y estudios acadmicos.
Esto, creemos, tiene que ver con el hecho de
que una de las premisas fundamentales del ensayo, la
postura individual del escritor ante el tema tratado,
se ha difuminado entre otros factores. Los enumeramos sin vocacin exhaustiva: la hiperespecializacin
acadmica que puede resultar rida y sin criterio; la
falta de voluntad crtica y, por consiguiente, la actitud elogiosa -o descalificadora- a priori, guiada por
filias o fobias de mafias literarias y, finalmente, la
falta de espacios.
49 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
ardo Antonio Parra y termin en comentarios poco
reflexivos acerca de la calidad moral de uno y otro.
Por qu no se aliment ms seriamente este asunto?
Despus, recuerdo haber ledo una declaracin de
Emanuel Carballo acerca de lo poco que han servido
las becas para crear obras literaria duraderas. A mi
parecer, esta noticia mereca un poco de comentarios, al menos para ofrecerle a Emanuel Carballo la
evidencia fctica de que no tena razn. Es ms, me
pregunto por qu los jvenes becarios en las reas de
ensayo no ventilaron este asunto.
Con todo esto, uno no puede sorprenderse de
que El hacha puesta en la raz haya tenido tan pocas
reseas. Es un asunto que engloba todo,
la hiperespecializacin acadmica [...] rida y sin criterio; la
falta de voluntad crtica y, por consiguiente, la actitud elogiosa -o descalificadora- a priori, guiada por
filias o fobias de mafias literarias y, finalmente, la
falta de espacios. Estoy de acuerdo. Vean, por ejemplo
, esta nota publicada en Hoja x Hoja:
Desde las primeras pginas de este volumen se antoja ignorar, aunque sea por un instante, el irremediable transcurso del tiempo o dejar a un lado los
deberes para emprender un largo recorrido por un
mundo que tiene identidad propia ms all de la narrativa y la poesa: el del ensayo. El antojo nace de
un prlogo que no slo convence de lo irrelevante
que puede resultar ser representativo en materia de
creacin y del derecho que tiene todo antologador
para proponer una seleccin de aquellos escritos que
considera novedosos y dignos de difusin, sino que
esboza una imagen sugerente de las delicias literarias
que un ensayo puede deparar, as como de los retos
intelectuales que supone explorar las posibilidades
de la intuicin o moverse en el terreno de la conjetura que son caractersticos de este gnero. En ese
sentido, aqu se encuentran cuarenta y siete estilos
de exploracin que difcilmente pueden encasillarse
en uno solo, porque lo nico claro es que son estilos
muy diversos entre s, pues aunque sus autores crecieron en el mismo pas y poca no hay ideas unvocas ni uniformes: estn los que discuten, los que
se preguntan, los que responden o los que retratan a
un personaje, un lugar o situacin y que lo mismo
se acercan a la moda, la identidad, el trabajo, el conocimiento o la escritura. No slo hay diversidad, lo
mejor es que muchas veces logran arrancar sonrisas
y sembrar algunas ideas que resonarn en la cabeza.
(KB)
50 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
librito sobre Gabriel Zaid y zaidiano l mismo por
su claridad y su sentido comn; de Gabriel Bernal
Granados (1973), editor y escritor muy sofisticado,
hombre de biblioteca, para hablar nicamente de
los autores de los que saqu ms provecho en una
primera lectura. Entre los ensayistas escogidas por
Murgua y Beltrn Flix destacara yo a Elisa Corona
Aguilar, que en La llegada del Expreso Hogwarts y
la sordera de Willy Wonka exhibe una virtud escasa
entre los crticos de la cultura: el optimismo. Ve Corona Aguilar que en la nueva literatura infantil y en
el nuevo cine para adolescentes, en Harry Potter y en
Charlie y la fbrica de chocolates, de Tim Burton, se
registra una importante mutacin de los arquetipos
narrativos que al fin parecen liberarse de las amarras
decimonnicas que el siglo veinte de alguna manera
preserv. Y Mayra Ibarra (1972), a su vez, cultiva el
ensayo mtico-histrico en El Adn espaol y la Eva
india, que retoma el formato clsico de Jorge Cuesta y Octavio Paz.Luis Alberto Arellano (1976), en su
turno, presenta unas pginas que honran a la primitiva mayutica del gnero, combinando a la vida y a
los libros en una sola esencia, que le permite hablar
de San Agustn de Hipona y de la enfermedad de su
propio padre en un logradsimo ensayo. Y mientras
Gabriel Wolfson (1976) se reconoce entre la heredad
de Salvador Novo y de Xavier Villaurrutia, en Para
una literatura comprometida, Ignacio Snchez Prado (1979) habla de J.M. Coetzee, un escritor al que
me parece que no hemos ledo como ese coetneo
nuestro que es, habitante de la periferia brbara,
premoderna y posmodernismo que es Mxico tanto como Sudfrica. Me sorprendi, finalmente, encontrar que tanto Lobsang Castaeda (1980) como
Rafael Toriz (1983) se refieren, cada uno por su parte, a Hugo con Hofmannsthal, cuya Carta a Lord
Chandos tradujo Jaime Garca Terrs. Ni Castaeda
ni Toriz citan esa traduccin. Es probable que la desconozcan (se public en 1990 y creo que no se ha
reeditado). Pero lo que importa es que se aparezca el
fantasma. Hace poco le Genios, de Harold Bloom,
libro en el cual el gran profesor de Yale se senta obligado a explicar a sus alumnos que Hofmannsthal,
el poeta simbolista austriaco, era algo ms que un
libretista de Richard Strauss. Veo que la Carta de
Lord Chandos forma parte de la pequea historia
de la lectura en Mxico (que a veces es la gran historia literaria). Esa clase de apuntes pueden tomarse,
como aperitivo, de la lectura de El hacha puesta en
la raz, de Vernica Murgua y Geney Beltrn Flix,
antologa llamada a quedarse en la biblioteca de la
nueva literatura mexicana.
Vale, pero qu ms? Slo por eso debo leer 602 pginas?
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Wlfgang Benavides
(Mxico, DF, 1967-2006)
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-Lo soy, maestro.
-Qu clase de artista? Uno de esos charlatanes
que hay por ah?
-No exactamente. Hago arte con mi cuerpo.
-Hmm.
-Cosas del cuerpo -dijo.
Y tmidamente, mientras su mirada plida se
perda en direccin de la playa, tom otra cerveza y
la bebi, en espera, supongo, de que yo me hiciera
una idea de lo que eran las cosas del cuerpo.
Por supuesto, he pasado toda una vida rodeado
de artistas, y en el tumulto del vestibulo que los
espiritus sensibles y viejos llaman alta cultura soy el
espritu que vaga de sala en sala comiendo exticos
canaps y cuidndose de no tener un letrero en las
espaldas con la leyenda de chulame sino de vete
a joder por el culo.
Este muchacho, Wlfgang , a pesar de su estpido nombre, me record a m mismo hace treinta
aos, y a mi generacin, que buscaba con toda razn destruir los fundamentos mismos de esa fiesta
de terraza llamada arte donde se han acabado las
cervezas y hay que ir por ms. Siempre me queda
la sensacin, al visitar una galera, de que alguien,
un ser divino y estilizado, me est tomando el pelo.
Pero no Wlfgang Benavides .
Y qu puede decir un viejo como yo sobre la
muerte de un joven talentoso y genuino. Comparto con mi maestro, Tolstoi, la opinin de que
los padres no deben sobrevivir a sus hijos, y yo me
siento como el padre de Benavides , el padre al
que una vez acudi en busca de consejo y que no
supo ofrecerle sino desesperacin.
-Destru el lenguaje.
-Cul lenguaje? Este mismo que estamos
usando?
-El mismo.
-No me lo parece.
No recuerdo si me incomod o si lo dej pasar.
Ambos estbamos muy borrachos aunque me pareca que al joven Benavides no se le notaba nada.
Al contrario, luca fresco y dinmico. Me daba envidia. Ese muchacho que frente a m hablaba era
yo hace treinta aos. Pero qu rpido pasa la vida,
joder! Lo mir fijamente, y coloqu en su hombro
la mano que sostena el cigarrillo. Era un tipo flaco,
te daba miedo lastimarlo:
-Benavides .
-Miguel.
-Mejor que lo sepas. No hagas lo que yo, no
revoluciones el arte. Sers infeliz y probablemente mueras joven. Todos los grandes hombres, con
excepcin de Homero y Winston Churchill, murieron jvenes.
-T no moriste joven. Miguel.
-Porque yo soy un engendro de la naturaleza.
Mrame.
-Bueno, pero djame mostrarte algo.
Oh, no, pens. La zona de la alberca se encontraba completamente vaca y los empleados del
hotel haban apagado las luces, con excepcin de
la luz fosforescente que iluminaba la alberca. Benavides se puso de pie y se baj la bragueta. Pens:
Lleg la hora. Lo que siempre haba temido. Ahora
este joven se va a aprovechar de m.
Pero lo que Benavides hizo fue algo que nunca ms he vuelto a contemplar. Era arte. El arte
vivo. Se coloc a la orilla de la alberca y comenz a
orinar. Un chorro majestuoso que suba, alcanzaba
su cenit y bajaba en una estela luminosa gracias a
la iluminacin de la alberca. Ante mis propios ojos,
Wlfgang Benavides revolucionaba el arte.
Fum diez cigarrillos antes de que aquel espectculo terminara. Benavides solt un ltimo chisguete y se subi la bragueta. Yo derramaba lgrimas, o quiero imaginar que las derramaba.
-Es lo ms bello que he visto en mi vida.
Acerc la mano que no se haba lavado ni con
el agua de la alberca -de por s ya amarillenta a
causa de su orina-, y me cerr los ojos.
-Descansa, Habedero -dijo-. Es hora de que
descanses.
Y yo digo, descansa t tambin, mi querido
amigo. HC
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Miscelnea
Quito
Jos Landa
CRNICAS INMORALES
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frecuent pocas veces, apenas pude entablar una fugaz amistad carnal pero hasta ahora la recuerdo con
tierna gratitud: sus cabellos negros, sus ojos vidriosos, sus labios de rojo metal, su olor intenso de flor
olvidada y aquella palabra al vaco que vanamente
trataba de esquivar la cruel realidad que seguramente la oprima.
Los grandes desajustes socioeconmicos, las desigualdades y las lacerantes carencias generadas por el
sistema dominante han hecho de la prostitucin una
grave patologa social. La prostitucin es un sector
oculto y clandestino que se desarrolla en distintos
niveles y contextos. Sin nimo de esgrimir algn
anlisis sociolgico a cerca de las causas de este fenmeno lo cierto es que las putas siempre han sido
sealadas con el dedo acusador de la doble moral de
esta sociedad frtil en absurdas paradojas que censura y a la vez celebra y demanda el comercio carnal
sublimndolo con prejuicios y con la hipocresa formal que yace en el inconsciente colectivo Quin no
ha cado deliciosamente bajo el poder placentero de
este oficio? Es por eso que las putas siempre han sido
personajes controvertidos y necesarios; estereotipadas y reducidas a un estrato hedonista y libertino,
desprovistas de toda ternura tanto as que puta es
el adjetivo ms usual cuando se trata de denigrar el
honor de una mujer.
En el mundo de las artes, especficamente la literatura estas mujeres de la vida alegre han tenido
un papel ms decoroso, un protagonismo ms clido
que pese a la naturaleza spera de su oficio conservan
ese misterio mgico de generar ternura y complicidad quiz por que sean ellas un imn de historias
humanas.
A finales del siglo XVIII el escritor espaol Nicols Fernndez Moratn public un breve poemario
llamado El arte de las putas donde ensalza con versos
precisos las bondades de su oficio. La gran mayora
de los escritores han rendido tributo a estas mujeres
transgresoras del ideario femenino convirtindolas
en eternas y accesibles acompaantes con el goce o
privilegio de evitar la tristeza de la carne de alquiler
y que es parte del imaginario esttico de la prostitucin idealizada. Gabriel Garca Mrquez asume con
este rasgo su creacin literaria aadindole adems
el reto de enfrentar al lector con sus frgiles parmetros morales. Pilar Ternera la gitana y amante de
casi todos los Buenda en Cien aos de soledad (1967).
La cndida Erndira (1983) muestra un vnculo indisoluble entre la desigualdad social, abuso de poder
y prostitucin graficando as la realidad Latinoamericana. Nuestro Mario Vargas Llosa hace lo mismo
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ter quien representa la exculpacin ms sublime de
todos los abismos ms oscuros de su protector. La
edulcorada historia de amor en Mujer Bonita (1990)
entre Vivian una prostituta ordinaria de las sicodlicas avenidas de Beverly Hills y Edward Lewis un
exitoso y culto multimillonario que lucha contra sus
prejuicios socialmente adquiridos para culminar en
un final feliz.
Los pintores tambin han tenido la sutileza de
sucumbir creativamente ante estas concubinas de alquiler. El pequeo y alcohlico Touluse Lautrec vivi en cantinas, burdeles y cabarets de mala muerte
entre ellos el famoso Moulin Rouge de Pars donde
rodeado de bailarinas y de sus amantes asalariadas
prefera pintarlas desnudas o cuando ejercan su oficio. La extensa obra de el desaliado y desquiciado
Vicent Van Gogh tiene dibujos y grabados dedicados a Sien la prostituta holandesa con quien llev
una tortuosa convivencia incluso fue contagiado de
sfilis y gonorrea. En Las seoritas de Avignon (1916)
de Picasso muestra a cinco doncellas desnudas en
un prostbulo de la calle de Avignon de la ciudad
de Barcelona. Inicialmente su autor la denomin el
burdel filosfico.
La msica tambin le ha rendido tributo a este
personaje ms sobre explotado por partida doble:
como objeto inspirador y como objeto del deseo.
Roxanne la cancin de la banda inglesa The police
exculpa con piadosa ternura el oficio de una prostituta callejera. Los ochenteros y desaparecidos Git de
Argentina en La calle es su lugar cuenta la dramtica historia de Ana una prostituta que vende su cuerpo sin mirar a quin. El desenfadado y dipsmano
Joaqun Sabina cantautor espaol tambin le dedica
su talento con suma gratitud aquellas mujeres que le
salvaron la vida en unos cuantos minutos, como el
dice en su cancin Aves de paso que como pauelo
van curando sus fracasos. Ricardo Arjona sublima
poticamente la mala reputacin de una adolescente
concupiscente con un pasado sexual desenfrenado.
En otros gneros menos populares y ms elevados
como la pera lrica encontramos ejemplos muy interesantes como Carmen (1875) de George Bizet que
narra la azarosa vida de una bella gitana adicta al
tabaco y que es la fantasa soada de todos los sevillanos. La Traviata (1853) de Verdi que es un remake
lrico musical de La dama de las Camelias (1848) de
A. Dumas cuenta la vida Marguerite Gautier una
bella cortesana parisina muy dada a los placeres carnales pero humanizada por un amor imposible.
Sin lugar a dudas estas amantes de alquiler han
corrido mejor suerte en el pedregoso terreno de la
lfgang Benavides (Mxico D.F. 1967-2006) estudi primaria, secundaria y preparatoria con
lasallistas. En 1986 ingres a la Escuela Nacional de
Artes Plsticas (ENAP), donde estudi con el maestro
Gilberto Aceves Navarro. Al ao siguiente, sintiendo
que en Mxico no haba condiciones suficientes para
su desarrollo profesional, se mud a Nueva York con
apoyo familiar.
Estando all, con su compatriota Ramiro Granado y el puertorriqueo Wilfredo Matojo, form
un grupo que se dedic, adems de a nutrirse de
arte contemporneo y cerveza, a proponer un tipo
de obra caracterizada por criticar la autocensura. De
cmo empez el proyecto nos cuenta el propio Benavides:
Estbamos los tres en el East Village bebiendo,
ya bien borrachos, cuando sali una ruca a regaarnos. Sin ponernos de acuerdo Wilfredo eruct, Ramiro se tron un pedo y yo de plano hice pip, de lo
que ya tena, por cierto, mucha necesidad. La ruca
sali corriendo. Eso fue arte; la libertad y la honestidad se enfrentaron al oscurantismo representado por
esa especie de esposa de pastor radical. Ah mismo
decidimos enfocar nuestra obra a la creacin absolu-
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tamente libre y sin prejuicios del dictado de nuestros
deseos, con el fin de poner un tipo de ejemplo liberador. Queramos demostrar que la expresin de lo
que hacemos, nuestras necesidades y gustos, sean los
que sean, no son en absoluto vergonzantes y que la
humanidad toda puede, si no se autocensura, reclamar ese derecho: el de ser como se es.
En 2005 Wlfgang presenta su famosa obra Pinto mi raya, para la realizacin de la cual se especula
que tuvo que tomar alrededor de 25 litros de cerveza,
logrando de un solo trazo, quiz el ms largo de la
historia urinaria humana, culminar una incuestionable obra maestra.
Desgraciadamente, a partir de entonces Benavides comenz a tener problemas de salud que interfirieron con su forma de trabajar: la expulsin de su
orina, poco a poco se fue haciendo ms dbil y de
corto alcance. Esto se debi, segn el doctor Samuel
Zaltzman, a que la retencin urinaria provoca la distensin de la vejiga que, pasado cierto lmite, impide
la contraccin del msculo de la pared vesical, por
lo que el vaciamiento es lento y sin fuerza, por rebosamiento. Aun con esta limitante fsica Wlfgang
continu con su bsqueda esttica. Aunque perdi
fuerza su chorro, continu trabajando primero con
chisguetes y despus por goteo: su celo profesional,
su compromiso con el arte, pudieron ms que las
recomendaciones mdicas, pues a estas alturas ya ha-
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ba sido advertido, por el mismo doctor Zaltzman,
del peligro que corra de continuar trabajando de la
manera en que lo haca.
La ltima pieza que hizo fue una obra performtica titulada En posicin de firmes, la cual present en el Museo del Chopo. Haba decidido darle
un descanso al cuerpo, primordialmente a su vejiga.
Quienes asistimos al evento quedamos doblemente sorprendidos: primero por la contundencia de
la obra que present, y segundo por la ausencia del
artista en el festejo posterior. No pudo llegar al bar
Covadonga, la debilidad de
su cuerpo se lo impidi. De
esta postrera pieza, sin saber que sera la ltima, Edgardo Ganado escribi:
Dentro de las actividades
programadas por el Museo
Universitario del Chopo,
uno de los espacios paradigmticos del arte contemporneo en Mxico, se
present el acto performtico ms revelador de los
ltimos tiempos en nuestro
pas. Sin duda la presentacin de Wlfgang Benavides se tiene que valorar
como una importante aportacin al ambiente artstico
postconceptual mexicano,
y por ende internacional,
de los primeros aos del
nuevo milenio. Se trata de
una clara exploracin en
torno a la crtica del tercer mundo postindustrial, al
exotismo de la llamada otredad y al fenmeno de los
flujos migratorios del bloque septentrional postcolonial frente al meridional. La forzosa postereccin
del pene de Benavides al amarrarlo del prepucio a
un globo lleno de helio para darle una elevacin de
facto, implica para quienes conocemos parte de su
obra, un acto heroico frente a los atisbos artsticos
de otros creadores como Teresa Margolles o Santiago
Sierra. Parrsela a como d lugar, cuando el cuerpo
se encuentra relajado en un momento postcoital es
el reconocimiento de que la voluntad humana puede triunfar bajo cualquier presin; pero con creatividad esttica. Sin duda la estrategia que invent para
visibilizar sus preocupaciones y que lo llev a un
triste desenlace de su existencia, nos permite afirmar
Por ltimo, quiero dejar bien claro que Wlfgang Benavides no muri de intoxicacin alcohlica, como calumnian algunos pseudointelectuales
detractores de su obra, incapaces en su ignorancia de
entender un arte fresco y liberador. Wlfgang vivi
y muri por el Arte, por trabajar en el valioso legado
que nos deja, y prueba de ello es el resultado de la
autopsia que se le practic.
Segn el informe del Estudio anatomopatolgico
postmortem realizado por
la doctora Ridaura, se encuentra que:
Los riones muestran cicatrices antiguas en la corteza. Hay infiltrado tubulointersticial constituido por
linfocitos y plasmticas.
Hay arterioesclerosis. En las
zonas cicatrizadas los glomrulos estn esclerticos
y hay dilatacin de tbulos
con material eosinfilo en
el interior. Las pelvicillas y
urteres muestran infiltrado inflamatorio mononuclear. Los pulmones con
enfisema y con macrfagos
pigmentados. Resto sin alteraciones significativas.
Como todos sabemos, cuando la causa de muerte es el abuso del alcohol el hgado presenta daos,
y aqu no se menciona este rgano. En cambio, en
los diagnsticos del mismo informe se mencionan,
entre otros, los siguientes padecimientos: pielonefritis crnica con atrofia renal bilateral; hidrourter e
hidronefrosis bilateral; dilatacin vesical e hipertrofia muscular, todos daos provocados por la actividad profesional de Benavides. Por si esto no bastase
como prueba a quienes insisten en difamar al artista,
en la Interpretacin de los hallazgos y correlacin
anatomoclnica, la Dra. Ridaura escribi:
La hipertrofia y dilatacin vesical se relaciona
con retencin urinaria prolongada lo cual ocasion
reflujo vesicouretral con la consecuente dilatacin
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del sistema urinario. Como resultado hay datos de
infecciones repetidas de ambos riones lo que pudo
ocasionar insuficiencia renal crnica. Hay datos indirectos de hipertensin arterial sistmica tales como
la hipertrofia ventricular izquierda y la arterioloesclerosis. Esto pudo ocasionar muerte repentina. Como
patologa asociada se encontraron alteraciones en
pulmones que pueden ser secundarias a tabaquismo
o contaminacin atmosfrica.
LUVINA
59 D i c i e m b re 2 0 0 6 H e r m a n o c e rd o
de Luvina no es ni siquiera mencionado, el maestro
rural es un hombre vivo que cuenta a su semejante la
estada tortuosa. Creo yo que, como antecedente de
la mtica Comala, Luvina bien puede considerarse
un esbozo, que conservar su esencia, de un lugar
que Rulfo considero apropiado para hablar del alma
humana, en particular de su propia alma. Aunque
l, el autor, negara que su intencin fuera biogrfica,
el hecho de construir algo sin infundirle parte de
la identidad es imposible para cualquiera, el sentido
puede estar latente aun detrs de los subterfugios del
autor.
Luvina es un pueblo terrfico, pero no ms que
el lado oculto de la conciencia, y en l se encuentran
albergados los fantasmas de lo que tambin ha sido
nuestra vida, al final la muerte no es sino el objetivo
de nuestra existencia, pero quien niega sus sombras
sufre un destino que contradice hasta a la misma
muerte, es la vida mermada, oculta tras el velo de la
desgracia. Vida y muerte representan al mismo proceso, pero Luvina nos ensea que hay peores destinos que la existencia tal como la conocemos.
Alejandro Chavarra
Hermano
C E RDO