Cómo Escribir Un Buen Resumen - Francisco Moreno

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Cmo escribir un resumen


Francisco Moreno
Escribir un resumen no es ms que extraer lo ms fielmente posible la
idea central y sus correlacionadas contenidas en un texto. Es decir,
reducir un texto sin alterar su contenido esencial, respetando su
sentido fundamental. Esta labor debe hacerse de tal manera que el
conjunto resultante exprese la intencin del autor del texto que se
resume. Resumir, entonces, es retomar, pero tambin seleccionar y
elegir. Lo anterior que parece ser sencillo, no lo es en realidad. Eco
(1982) dice que construir una buena sntesis es un arte, pues implica
en quien la elabora un poder de abstraccin muy desarrollado para
captar, con precisin y concisin, la idea global y manifestarla en
forma lgica y coherente.
Resumir es, entonces, el proceso mediante el cual se llega a la
reconstruccin de un escrito preexistente, condensndolo, para
expresar con uno nuevo y menos extenso, la idea principal del texto
original. En el resumen el escritor no aporta ideas distintas de las del
autor original. Por tanto, al resumir, quien cumple esa labor no incluye
sus conceptos, no expresa su inconformidad o aceptacin de las ideas
del autor primigenio, no hace crticas, juicios o reflexiones del texto
resumido, sino que las presenta tal y como son, objetivamente, slo
que de manera breve. No obstante, quien resume utiliza sus propias
palabras o las mezcla con las del autor del texto original.
Para lvarez Angulo (1998, p. 97), el resumen es un ejercicio de
inteligencia, en el que destaca la comprensin. Adems, es una
actividad de reduccin de informacin, en la que influye de forma
determinante el valor que atribuye la persona que resume a las
distintas informaciones, as como tambin a su destinatario, ya que
ste condiciona el texto resumido; por tanto, es clave la decisin de
qu excluir y qu incluir en el nuevo texto.
lvarez Angulo subraya que el resumen sirve para desarrollar la
comprensin textual global, decidir si vale la pena leer el texto
original completo, recordar lo fundamental de un texto, clarificar el
contenido informativo que aparece en un determinado texto,
condensar las ideas y expresarse de forma eficaz.
Segn Van Dijk (1980), los lectores aplican mientras leen unas
macrorreglas para reducir la informacin: supresin, generalizacin y
construccin.

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La supresin permite omitir la informacin accidental, irrelevante o
redundante. Es decir, al resumir debemos suprimir los ejemplos, los
detalles, las repeticiones y toda la informacin innecesaria para la
construccin de la estructura global del significado del texto.
La generalizacin consiste en reemplazar varios enunciados por
una generalizacin simple o mediante una combinacin o
generalizacin. Por ejemplo, pizza, espagueti y torta, se generalizan
como harinas.
La construccin permite fundir en uno, dos conceptos constitutivos;
el concepto que resume la secuencia no necesariamente tiene que
estar presente en el texto. En el ejemplo, Llegu al aeropuerto,
compr un pasaje, esper en la sala de pasajeros, sub al avin, el
avin parti, al aplicar la regla de construccin se obtiene la siguiente
macroproposicin: Viaj en avin.
Para resumir un
recomendaciones:

texto,

tenga

en

cuenta

las

siguientes

Lea de forma completa el escrito para formarse una idea global


del contenido.

Lleve a cabo una relectura e identifique las ideas ms


importantes.

Elabore un esquema en forma de llaves, mapas conceptuales o


cualesquiera otros procedimientos grficos que permitan
representar en el espacio las ideas centrales con los ncleos
conceptuales subsidiarios y su conexin entre s.

Preste atencin al inicio de los prrafos, pues las ideas ms


importantes suelen estar al comienzo.

Asegrese de la clase de texto que est resumiendo:


conversacional,
narrativo,
descriptivo,
expositivo
o
argumentativo, pues cada uno tiene su propia estructura

Identifique la estructura del texto: inicio, desarrollo, finalizacin.

Est pendiente de los nexos o elementos de enlace como en


primer lugar, tambin, por tanto, en conclusin, en resumen, en
definitiva, por el contrario, luego, adems, en efecto, etc., pues
ayudan a la coherencia y cohesin del texto.

Tenga en mente los ttulos de la obra, el captulo o el apartado,


ya que ayudan a resumir el texto o ponen de manifiesto la
intencin del autor.

Observe los esquemas, las imgenes, las ilustraciones, los


eplogos, que tratan de acercar o hacer ms plstica la
expresin del contenido, o las ideas centrales.

Recuerde que el resumen es la creacin de un nuevo texto que


tambin debe tener su estructura: un comienzo, un contenido y
un final.

No escriba citas textuales; redacte el nuevo texto con sus


propios trminos y a la vez con los del autor, respetando el
texto original.

Utilice un vocabulario sencillo, sin sobrecargarlo con adjetivos o


adverbios.

Utilice bien la puntuacin, pues le dar claridad al nuevo texto.

Si usted sigue las recomendaciones anteriores, obtendr un escrito


breve, elaborado en pequeas etapas, que contendr lo esencial.
Observemos el resumen escrito por una estudiante de la Universidad
del Norte del ensayo de Carlos Alberto Montaner que aparece en la
siguiente pgina.
Resumen del ensayo Las tres corrupciones: cmo se reducen
estas formas
de conducta?, de Carlos Alberto
Montaner
En el texto, el periodista cubano Carlos Alberto Montaner, da a
conocer tres clases de corrupcin presentes en la sociedad: la
primera es la corrupcin estatal, ya que hay pases deshonestamente
gobernados como la mayora de los latinoamericanos; la segunda es
la corrupcin poltica que se da cuando los polticos utilizan el tesoro
de la nacin para comprar favores del electorado, mantener contenta
a la clientela y pagar favores polticos; y la tercera es la corrupcin
ciudadana, la del particular que finge enfermedades, la de los
mdicos cmplices, la de los evasores de impuestos, la de los
funcionarios ausentistas, la de los estudiantes universitarios
educados sin costo que pierden el tiempo, la de los grupos de presin
que influyen para lograr beneficios que paga el resto de la sociedad.
Segn el autor, erradicar estas formas de corrupcin es, sin duda, una
difcil labor que solo puede lograrse en la medida en que las
sociedades repudien los comportamientos deshonestos y trabajen por
estructurar una cultura de valores entre sus habitantes.
Observaciones sobre el resumen:

El ttulo nos ubica en la clase de texto que leeremos.


La estudiante aporta datos del autor y utiliza sinnimos: el
periodista cubano Carlos Alberto Montaner, segn el autor.
El resumen est escrito en tercera persona y no contiene
comentarios.
La estudiante omiti mucha informacin, generaliz y construy
un nuevo texto que tiene las partes bsicas: ttulo, introduccin,
desarrollo, conclusin.

Ahora lea el ensayo de Carlos Alberto Montaner:


Las tres corrupciones: Cmo se reducen estas formas de
conducta?
Por Carlos Alberto Montaner
Cundo comenz la corrupcin en Amrica? Los mexicanos
grandes expertos en el tema cuentan que muy al principio, en el
momento mismo en que Corts interrogaba a Cuauhtmoc y lo
atormentaba quemndole los pies con unos carbones encendidos:
Dime, indio maldito, dnde est el oro?
He dicho cuarenta veces que en la cueva grande, a la derecha de
la pirmideconfes el cacique retorcindose de dolor.
Dice que no sabe dnde est y que si supiera no lo dira tradujo
impasible el prfido intrprete.
Puede ser. A juzgar por los ndices de corrupcin publicados por
Transparency International una organizacin dedicada a combatir
este flagelo, Amrica Latina es una de las zonas ms podridas del
mundo, mientras Escandinavia sera la ms honestamente
gobernada. En una escala de 1 a 10, en la que 10 significara la mejor
puntuacin posible, Dinamarca obtendra 9.94, Finlandia 9.48 y
Suecia 9.35. En cambio, Venezuela, Colombia y Bolivia apenas
excederan los dos puntos. A la cola del mundo estara Nigeria, esta
inmensa cueva de Al Bab disfrazada de nacin petrolera moderna.
En el siglo pasado, el argentino Alberdi -la mejor cabeza poltica de
su poca- advirti la diferencia entre el buen gobierno del norte de
Europa y el mal gobierno del sur -de cuyo ejemplo vendran nuestros
males- y se atrevi a formular una explicacin. Para el tucumano, el
origen de este fenmeno hunda sus races en la cultura romana y en
su incapacidad para deslindar lo que perteneca al Estado, lo que era
de Dios y lo que era del Gobernante, sencillamente porque el Csar
era las tres cosas a la vez. Si haba algo difcil en aquella poca era
dar lo que corresponda a Csar y lo que corresponda a Dios.
Bonita hiptesis, pero no se compadece con los hechos. Al fin y al
cabo, Roma ocup Britania -Gran Bretaa- casi tanto tiempo como

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Hispania -Espaa- y all dej en pie no pocas instituciones. Por otra
parte, no es cierto que todos los pases del mismo o parecido origen
cultural exhiban un nivel similar de corrupcin. Portugal -la Lusitania
romana- es hoy menos corrupto que Espaa, Italia, Grecia y hasta
Francia, y considerablemente menos que Brasil, la gran nacin
desovada al otro lado del Atlntico.
Pero donde los contrastes resultan ms enigmticos es dentro de
la propia Amrica Latina. Cuando se habla de la inmensa corrupcin
de los pases andinos se olvida el caso de Chile, pas al que
Transparency le otorga un aceptable 6.05, ndice mejor que el de
Espaa y cercano al de Estados Unidos. Algo que tambin pudiera
decirse de Costa Rica con relacin a Centroamrica: con 6.45 debe
afirmarse que en la patria de los ticos, el peculado, la coima y el
sobreprecio son la excepcin y no la regla.
En todo caso, el contraste ms espectacular se da en los pases
del Plata. Mientras con resignada melancola se acepta que Argentina
es una nacin en la que muchos de sus funcionarios aprovechan sus
cargos para enriquecerse ilegalmente, en la otra ribera, en la 'banda
oriental', los uruguayos cuentan con una impecable tradicin de
honradez en el manejo de la cosa pblica. Es la misma sociedad,
tienen la misma historia y prcticamente la misma composicin
tnica, pero unos se comportan ms honestamente que los otros.
Por qu? Es difcil saberlo, pero nada tiene que ver con el tamao.
Algunos de los pases ms pequeos de Amrica aparecen entre los
ms corruptos: Hait, Guatemala o Ecuador.
Claro que la corrupcin a la que se refiere Transparency es solo la
mensurable, la objetiva, pero hay otras dos formas de malversar,
robar o malbaratar los bienes comunes, que tal vez resulten ms
onerosas an para la ciudadana, aunque nadie suele reparar en ellas
y casi nunca se las denuncia.
La primera consiste en utilizar el tesoro de la nacin para comprar
los favores del electorado, mantener contenta a la clientela y pagar
favores polticos. Es ese poltico acaso incapaz de quedarse con un
cntimo ajeno que a cambio del poder cede a la presin de un
grupo regional, de un sector particular, de un sindicato o de un
gremio de empresarios, y les otorga privilegios y ddivas especiales
con las que luego deber pechar el resto de la ciudadana.
Es tambin ese poltico acaso personalmente honrado que
llega al gobierno hipotecado por los favores de campaa y acaba
nombrando al frente de las instituciones del Estado no a los ms
competentes, sino a los que lo ayudaron a encumbrarse, acto de
favoritismo que necesariamente se reflejar en la dilapidacin de los
presupuestos.

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Pero tal vez la ms 'cara' de las corrupciones sea la del simple
ciudadano
-millones
de
simples
ciudadanosque
simula
enfermedades que no tiene, para beneficiarse del seguro social; la de
los mdicos que se vuelven cmplices de esta desvergenza, la de
los evasores de impuestos, la de los pequeos funcionarios vagos o
ausentistas que no cumplen con sus tareas, amparados en la
proverbial ineficacia que se espera del Estado; la de los estudiantes
universitarios educados sin costo (para ellos) en universidades
pblicas a las que no acuden a aprender, sino para perder el tiempo,
alborotar o crearse un currculo poltico; o la de las personas y grupos
de presin que utilizan los mecanismos y las brechas presentes en el
modelo democrtico para obtener unas canonjas y sinecuras que
inevitablemente tendr que sufragar el conjunto de la sociedad.
Cmo se reducen erradicarlas es imposible estas formas de
conducta? Naturalmente, es importante que existan instituciones de
verificacin y control, pero la clave de eso, a la que pudiramos
llamar 'decencia ciudadana', parece residir en la estructura de
valores y en el grado de 'compulsin moral' del grupo. Hay
sociedades que rechazan vehementemente la mentira, la doblez o el
engao, y hay otras ms indulgentes con esos comportamientos. El
reto consiste en asimilar las segundas a las primeras. Eso s es una
verdadera revolucin.
Ahora responda estas preguntas:
1. Cmo le pareci el resumen escrito por la estudiante, lo hizo
bien o mal y por qu?
2. Qu aspectos destacara usted del resumen de la estudiante
de acuerdo con lo dicho acerca de resumir textos?

Ejercicios
Resuma el siguiente texto en una pgina o menos:
Nuevos (y eternos) modos de leer
Luis Bernardo Pea
Hace aos se viene anunciando una crisis de la lectura. La gente ya
no lee las obras fundamentales de la cultura, o acude a los libros slo
por razones utilitarias, no para alimentar el espritu. Los estudiantes
encuentran grandes dificultades para comprender lo que leen. Los
ndices lectores estn bajando. La televisin y el video estn
apartando a nios, jvenes y adultos de la lectura. Y como si fuera
poco, los juegos electrnicos, los programas multimedia y la internet

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van a significar, ahora s!, la muerte del libro y de la lectura (1). Por
otra parte, todos los esfuerzos que hacemos por conquistar nuevos
lectores o para salvar las almas de los que ya lo eran y estn en
peligro de perecer, parecen haber sido infructuosos.
Tengo la impresin de que cuando hablamos de crisis de la lectura
es para significar que la lectura se encuentra en vas de extincin o al
menos en peligro. El vocablo crisis tiene aqu un sentido
apocalptico: algo est desapareciendo para ser reemplazado por otra
cosa.
El Diccionario de la Real Academia Espaola, da sta como una de las
acepciones de la palabra crisis: mutacin considerable que acaece en
una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya sea para agravarse el
enfermo. Puesto que casi siempre hablamos de crisis en este
segundo sentido, quisiera explorar la otra cara del problema. Me
propongo examinar la crisis de la lectura con la mirada del que cree
que la lectura podra salir bien librada de esta enfermedad. Ms an,
aunque esto suene muy atrevido, pensar que la lectura podra incluso
terminar enriquecindose.
Mi tesis es que, ms que al fin de la lectura, estamos asistiendo a una
profunda mutacin de las formas de leer. Esta mutacin obedece, por
un lado, a transformaciones histricas que han venido reconfigurando
desde hace tiempo todos los rdenes de la cultura, no slo la cultura
escrita. Por otro lado, los avances recientes en las tecnologas
digitales y sus secuelas en las tecnologas del texto han servido como
catalizadores para precipitar esta crisis, no para causarla, como lo
estn sugiriendo algunos defensores del determinismo tecnolgico. Si
bien es verdad que muchos de los cambios han sido movilizados por
la aparicin de estas tecnologas, no obedecen nicamente a ellas;
varias de estas propuestas haban sido hechas desde la literatura,
mucho antes de que empezaran a hacerse realidad en el hipertexto.
Lo que est en crisis no es la lectura, sino una manera particular de
leer. Y no todo lo que esta crisis moviliza atenta necesariamente
contra la cultura escrita; de hecho puede contribuir a enriquecerla.
Ms que a la agona del lenguaje escrito, estamos asistiendo al
surgimiento de nuevos modos de escribir y de leer.
La lectura tambin tiene una historia
Uno de los campos ms fascinantes para quienes nos interesamos
por los problemas de la lectura, a la vez que uno de los menos
estudiados, es el de la historia de las prcticas lectoras. Un recorrido
por esta historia nos revela que no siempre se ha ledo de la misma
manera. Por el contrario, existen grandes diferencias en la manera
como distintas pocas y distintas culturas conciben y practican la
lectura.

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Sabemos, por ejemplo, que durante toda la Antigedad y la Edad
Media la lectura era hecha en voz alta, en un acto esencialmente
colectivo, por el que se le devolvan a la palabra sus cualidades
sonoras. Entre los griegos, la publicacin de un libro se haca
mediante la recitacin en pblico, que poda hacerla o bien el mismo
autor o bien lectores o incluso actores profesionales. Este mtodo de
lectura afect la estructura de la poesa y de la prosa,
impregnndolas de una sonoridad particular cuya importancia slo
puede entenderse a la luz de la situacin de la lectura. Como los
lectores eran pocos, y muy numerosos los que podan escuchar, la
literatura de aquellos primeros tiempos se produca en gran parte
para la recitacin en pblico; de aqu que tuviese un carcter retrico
ms que literario, y su composicin estaba gobernada por las reglas
de la retrica (2). La lectura en voz alta que un lector haca para un
pequeo auditorio fue una prctica cotidiana en Europa hasta el siglo
XVIII y creo que todava se hace en muchos rincones de nuestro pas.
A propsito, he odo crticas muy duras al hecho de que, hoy da, en
pleno siglo XXI, en muchas escuelas colombianas se sigue repitiendo
este ritual de la lectura en voz alta. S que en muchos casos esta
prctica puede reducirse a una lectura puramente mecnica, que
privilegia la vocalizacin sobre el sentido. Pero la lectura en voz alta
tiene potencialidades pedaggicas que podramos aprovechar. Puede
servir como uno de esos dispositivos externos de los que habla
Vygotsky que le ayudan al nio a tomar conciencia de su proceso
lector; para sentir en todo el cuerpo la sonoridad y la fuerza de las
palabras, y es un apoyo formidable para la escritura, como lo han
confesado muchos grandes escritores.
A la lectura silenciosa, la lectura que se hace con los ojos, no con los
odos, slo se llega despus de una larga evolucin de las prcticas
lectoras (3). Al principio fue una costumbre exclusiva de los copistas
medievales, luego en el siglo XII transform los hbitos de estudio de
los universitarios y slo hasta el siglo XV podemos decir que se volvi
una prctica corriente entre las clases cultas (4).
Toda la historia de estas transformaciones en los modos de leer y
escribir est ntimamente vinculada a la de las tecnologas del texto,
es decir, a los distintos artefactos inventados por el hombre para
servir de soporte a la palabra escrita. Como ha intentado demostrarlo
en toda su obra Roger Chartier, al igual que en otros campos de la
accin humana, todo cambio en las tecnologas de produccin,
transmisin y recepcin de los textos transforma no slo las formas
de presentacin, sino tambin los modos y las prcticas de la lectura
(5). No es lo mismo leer en un volumen que el lector tena que
sostener y deslizar ante sus ojos poco a poco con sus dos manos, o
leer en un cdice, que se poda colocar sobre la mesa, mientras la
mano quedaba libre para la escritura. Hay una gran diferencia entre
leer un manuscrito en el que el copista no dejaba espacios entre las
palabras para economizar piel de animal, que era muy costosa, o leer

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en el espacio simtrico creado por la imprenta (6). Pero al fin y al
cabo, se dir, son las mismas palabras, slo que escritas sobre un
soporte diferente. Lo que cambia no es sino el medio de transmisin;
la sustancia verbal permanece. Permanece? Significa lo mismo una
inscripcin escrita originalmente sobre piedra cuando la leemos
transcrita en el papel? Tienen el mismo valor semntico el texto de
un grafito sobre una pared y el mismo texto cuando aparece
fotografiado en un peridico? Las palabras siguen diciendo lo mismo
cuando las leemos, titilantes, en una pantalla?
El cine, la televisin, el video, y ahora la aplicacin de las tecnologas
digitales a la produccin y procesamiento de textos han abierto un
nuevo captulo en la historia de la lectura. Con todo lo difcil que
resulta siempre tratar de entender la historia reciente, intentar
delinear algunas de las mutaciones que estas tecnologas, y sobre
todo las llamadas tecnologas digitales, estn produciendo en los
modos de leer.
La palabra virtual
Hace aproximadamente cinco mil aos, una nueva tecnologa de la
palabra desencaden una revolucin en la comunicacin escrita que
tuvo consecuencias tan radicales como la que hoy estamos viviendo
con el surgimiento de las tecnologas digitales. La escritura alfabtica
permiti representar grficamente la palabra, que hasta entonces
slo haba existido como evento sonoro en el tiempo. La palabra se
desplaz desde el mundo del sonido, su hbitat natural, a un nuevo
hbitat: el espacio. En lugar de desvanecerse cuando apenas se la
haba acabado de pronunciar, la tecnologa del alfabeto consegua
atraparla para siempre en un campo visual (7). A partir de la
invencin de la escritura, ya no sera posible pensar en las palabras
sino como registros que ocupaban un lugar en el espacio. La palabra
se convirti en objeto material, que poda guardarse para ser leda en
otros momentos o en otros lugares diferentes de aquellos en los que
se haba producido originalmente; poda ser estudiada, analizada,
discutida, puesta en duda.
Ahora, cinco mil aos despus, la tecnologa digital produce otra
revolucin que, por un lado, se basa en la invencin del alfabeto pero,
por otro, la potencia y la supera. Si la escritura haba conseguido
darle a la palabra una forma material, ahora la digitalizacin la
transporta nuevamente a una dimensin inmaterial.
La palabra escrita se ha desmaterializado. Las marcas de tinta sobre
el papel estn siendo reemplazadas por impulsos digitales, tan
imperceptibles que se puede poner en duda seriamente su existencia
en el mundo real. Las duras y negras palabras (Sartre) que antes
atestaban los libros en las bibliotecas, ahora se condensan por
millones en el corazn de silicio de un microprocesador. La opacidad
del papel contrasta con la transparencia de la pantalla. Lo que vemos

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en el monitor es tan slo la imagen virtual que intenta, en vano,
recordarnos las pginas de un libro. Su existencia bajo la forma
digital le confiere a la palabra escrita un carcter necesariamente
provisorio. Lo que aparece en este momento ante mis ojos puede ser
sustituido por otra cosa, o modificado, o editado, o su orden alterado
con slo mover una tecla; puede entrar a formar parte de otro texto
y, cuando ya no tenga ninguna utilidad, el gris ratn rodante de cola
muy larga puede devorrselo o arrastrarlo a la papelera. En el borde
inferior de la pantalla. El formato digital parece estar concebido
expresamente para imprimirle al texto no fijeza, sino movilidad.
Despojada de su materialidad, la palabra escrita ya no est
circunscrita exclusivamente al espacio demarcado por los lmites
fsicos del libro-objeto, ni del nmero finito de caracteres tipogrficos
o de pginas que antes ocupaba en los libros. Por supuesto que un
texto que ha sido digitalizado en un computador puede tomar la
forma impresa tradicional, o sea tinta sobre papel. Para algunos de
los que estamos aqu, esta es la nica prueba fehaciente de la
existencia del texto. Necesitamos verlo, tocarlo, amontonar las
palabras. Pero ahora, en su nueva forma de existencia digitalizada,
un texto escrito puede estar presente en ms lugares. Atraviesa los
mdems, las lneas telefnicas, los servidores, vuela hasta la rbita
geoestacionaria, corre veloz por las autopistas de informacin y
puede llegar en cuestin de segundos a cualquier punto del planeta
donde haya un lector que la requiera.
Al conseguir liberar a la palabra de su densidad fsica, la digitalizacin
aumenta la movilidad de los textos escritos y multiplica infinitamente
sus posibilidades. La digitalizacin permite archivar grandes
cantidades de texto, tener acceso rpido a la informacin, relacionar
el texto con otros textos, comentarlo o someterlo a discusin en una
foto por internet. Puede fusionarse con otra entidad textual en un
hipertexto o integrarse al sonido y a la imagen en una arquitectura
multimedia. La palabra escrita est presente ahora de muchos
modos. Est en el libro, por supuesto, pero est, adems,
comprimida, en las memorias de las bases de datos, en internet, en
los hipertextos interactivos. Todo esto ha producido una expansin
del espacio textual, que antes quedaba circunscrito a los soportes
impresos.
Una consecuencia de las tecnologas digitales es que la cantidad de
textos escritos ha aumentado en lugar de disminuir, como nos lo
haban pronosticado algunos profetas de la desaparicin de la
escritura. La interaccin que tenemos con el computador est basada
principalmente en los signos escritos. Hoy da se publica mucho ms,
aunque de otra manera. Los computadores le permiten a cualquier
escritor editar, imprimir y poner a circular sus propios textos por fuera
del circuito demarcado por las tecnologas de impresin
convencionales. Ms an, esta posibilidad ha abierto nuevos modos
de circulacin de lo escrito en espacios ms privados y entre

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interlocutores ms especializados. La cantidad de textos escritos no
ha disminuido con la aparicin de los computadores; lo que ha
disminuido es el espacio que antes ocupaban (8).
La fusin de palabra e imagen
La fusin, en un mismo texto, de la palabra escrita con otros sistemas
simblicos es otra de las mutaciones que est transformando los
modos de leer.
La escritura alfabtica no slo haba secuestrado la palabra de su
mundo sonoro; tambin la haba separado de la imagen. Recordemos
que mucho antes de inventarse el alfabeto, la escritura estuvo
profundamente asociada con la imagen. Primero las cosas se
representaron dibujndolas directamente mediante pictogramas: el
dibujo de un guila quera decir guila, una serpiente representaba la
serpiente, el dibujo de un ojo estaba en lugar de un ojo. Luego, en
virtud de un complejo cdigo de convenciones, los dibujos pasaron a
representar ideas o conceptos, ya no la cosa dibujada, y esta es la
razn por la que se les ha llamado ideogramas: la vela hinchada de
una embarcacin poda representar el viento; un hombre con una
copa en la mano significaba beber; dos piernas en actitud de marcha
significaban movimiento (9). Como resultaba tan difcil representar
todas las ideas por medio de este cdigo ideogrfico, los egipcios
empezaron a utilizar las mismas imgenes como signos fonticos o
fonogramas. As para representar una cosa cuyo nombre empezaba
por cierto sonido, escriban la imagen de un objeto cuyo nombre
tuviera la misma inicial.
De igual manera, desde sus mismos orgenes, la tecnologa del libro
ha estado asociada con la imagen; dan fe de ello los manuscritos
medievales, en los que las bellas formas caligrficas son en s mismas
objeto visual y la iluminacin hace parte constitutiva del texto. Pero
tambin las modernas publicaciones impresas contienen mucha ms
informacin visual de la que pensamos. Esta no se limita a las
ilustraciones, esquemas o grficos. Lo visual est presente tambin
en el espaciado entre palabras, la divisin en prrafos, los diversos
tipos y tamaos de letras, la diagramacin diferente para indicar citas
de otras obras y la asignacin de espacios especficos (pie de pgina
o final de captulo) para los materiales de referencia.
Hoy da es cada vez menos frecuente leer palabras solas, aisladas de
un contexto de imgenes. Gracias a los adelantos de la fotografa, de
la edicin digital y la tecnologa de la impresin, encontramos en lo
impreso una presencia cada vez mayor de informacin visual. Casi
siempre, el lector moderno encuentra los signos fonticos inscritos en
contextos altamente icnicos en las revistas, los anuncios y la
publicidad. El cmic es el mejor ejemplo de esta coexistencia de la
imagen y la palabra en el mundo de la imprenta. Desde Comenio, los
textos escolares, particularmente los de primaria, hablan ms en

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imgenes que en palabras, aunque todava hay que lamentar que
algunas editoriales lo hagan de manera tan rudimentaria, dilapidando
as el poder de este lenguaje, en el que los nios y los jvenes de hoy
son unos verdaderos expertos.
Si bien es verdad que la fusin de palabra e imagen no es un
fenmeno reciente en la historia de lo impreso, las tecnologas
digitales han contribuido a acelerarlo. La digitalizacin opera tambin
para otro tipo de cdigos, no slo para los escritos. Se podra decir
que todos son reducidos a un mismo sistema de codificacin, lo que
significa que se pueden fusionar para formar nuevos lenguajes en los
que se funden la palabra, el sonido y la imagen. Los textos
electrnicos pueden incorporar imgenes con la misma facilidad con
la que se maneja la informacin alfabtica. Cualquiera que escriba en
computador puede insertar fcilmente grficas e ilustraciones a su
texto de palabras.
De esta manera, se est produciendo una expansin del espacio
textual. Aparecen no slo nuevas formas de expresin de los textos
escritos, sino nuevos tipos de textos, que no existan antes. Sera ms
exacto hablar de una metatextualidad (10) que se extiende a todo el
espectro de los modos de representacin: textos, imgenes, sonidos,
pelculas, bases de datos, e-mail. Vivimos inmersos colectivamente
en el espacio de un libro sin fin, en lugar de estar solos, frente a las
dos dimensiones de la pgina impresa.
El hipertexto o la bsqueda de una escritura no lineal
Lo lineal, uno de los principios estructurales de la mentalidad
occidental, encuentra en el libro una de sus manifestaciones ms
caractersticas. Los textos contenidos en los libros obedecen a esta
lgica lineal que, a su vez, ha servido para estructurar todo un
espacio mental y cultural. Los libros deben tener principio y fin, estn
divididos en captulos que siguen una secuencia prefijada, se leen de
arriba abajo y de izquierda a derecha, lnea por lnea, palabra por
palabra. La foliacin sucesiva de las pginas y la encuadernacin son
dispositivos editoriales que sirven como garanta de que este orden
se cumpla en cada libro.
La escritura propia del hipertexto sustituye esta estructura jerrquica
fija, tan caracterstica del orden de los libros, por una dinmica de
relaciones que se asemeja ms a la estructura de una red. El trmino
fue acuado por Nelson para describir la forma de escritura no lineal
o no secuencial caracterstica del computador. A diferencia del texto
impreso tradicional, el hipertexto le da una mayor libertad al lector
para decidir su propio itinerario entre las mltiples trayectorias que
se le abren en el mapa del texto. La lgica lineal de la escritura es
sustituida por una estructura ms libre que imita los procesos
asociativos de la mente. La metfora del hipertexto es la de la red.
Una estructura reticular no tiene principio ni final; no hay arriba ni

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abajo; tampoco tiene un centro fijo. La lectura puede comenzarse por
cualquier punto y el centro es el que cada lector selecciona. El
hipertexto representa una tecnologa totalmente innovadora que
favorece la lectura interactiva y la pluralidad de voces, en lugar de un
nico discurso dominante.
La lectura intensiva da paso a la lectura extensiva. Los computadores
enfrentan al lector con grandes volmenes de informacin textual,
codificada en diferentes sistemas simblicos y que debe ser
procesada en un tiempo muy corto. En lugar de seguir un slo
trayecto de lectura, el lector est ante mltiples opciones; siente la
tentacin de saltar de texto en texto, de un modo muy similar al
"zapping" que hace el televidente con su control remoto. Esto da
como resultado una lectura muy diferente a la que se impuso con la
cultura del libro. Ya no se habla de leer, sino de navegar a travs de
estos archipilagos textuales (11).
Este sistema abierto de relaciones es el modelo dominante en el
discurso oral. En la conversacin nos movemos de un tema a otro sin
ms lgica que la conexin que una determinada palabra nuestra o
de nuestro interlocutor suscita en nuestra estructura mental. La
trama caracterstica de la conversacin es hipertextual. En este
sentido, el hipertexto le imprime de alguna manera al lenguaje
escrito la lgica propia de la oralidad.
Esta lgica hipertextual se acomoda mucho mejor a los modos de leer
de los lectores jvenes, influenciados por la sintaxis fragmentaria del
cine y la televisin, donde la discontinuidad, las rupturas espaciotemporales, la simultaneidad de acciones y de ideas encontradas
constituyen la norma discursiva. Este es el modo caracterstico de
percibir y de leer el mundo de las nuevas generaciones, y que nos
distancia de ellos como lectores. Nosotros somos lectores de otra
galaxia: de la Galaxia Gutemberg. Lectores lineales. Lectores
marcados por la lgica de la imprenta. Pero esta ya no es la nica
forma de leer.
Toda lectura y toda escritura verdaderas tienen mucho de esta lgica
hipertextual, que ahora se ha hecho ms evidente con las tecnologas
digitales. Las investigaciones recientes nos muestran que nadie lee o
escribe
tan
juiciosamente
como
imaginamos,
siguiendo
obedientemente las lneas del texto. Los protocolos utilizados para
investigar cmo trabajan los escritores expertos nos han dejado ver
todo lo catico que es el proceso de composicin. Los buenos lectores
escanean (si se me permite por un instante este anglicismo) el
libro, seleccionan, picotean aqu y all, interrumpen el orden riguroso
de la imprenta para saltar a otros puntos del libro o a otros libros. En
Como una novela, Daniel Pennac devel abiertamente estas
prcticas desordenadas en sus derechos imprescriptibles del lector: el
derecho a no leer, el derecho a saltarse las pginas, el derecho a no
terminar un libro, el derecho a picotear... (12)

14
Los textos abiertos
Uno de los hallazgos ms importantes de la reciente investigacin
sobre los procesos lectores ha sido el hacernos tomar conciencia de
la participacin activa que tiene el lector en el proceso de
construccin de sentido. La visin de la lectura como un acto de
construccin que resulta de la transaccin entre autor, lector y texto
mediada por un contexto significativo, ha dejado sin vigencia la idea
ingenua de que el sentido es algo que se transmite del autor al lector
a travs de las estructuras del texto.
Esta preocupacin por los derechos de los lectores tiene su gnesis
mucho antes de la llegada de las tecnologas digitales. Nietzche,
Barthes, Derrida, Eco, se anticiparon a esta discusin, sin otro
fundamento que la reflexin sobre su propia experiencia en el terreno
de la creacin literaria. Pero es indudable que, desde la llegada del
computador, los lectores han conquistado espacios de participacin
muy difciles de imaginar en otro contexto.
Recordemos que una caracterstica distintiva de las tecnologas
digitales es su estructura interactiva. Los programas escritos con la
sintaxis del hipertexto presuponen un lector activo, que en cualquier
momento puede crear sus propios trayectos de lectura, en lugar de
sujetarse a una secuencia fija, previamente determinada por el autor.
La propuesta de lectura abierta que ofrece el hipertexto supone un
lector participante, que debe ejercer su libertad para elegir los
trayectos textuales; un lector cooperador, como lo conceba Eco en
El lector modelo, que pone una parte muy importante en el juego
de la lectura. Ahora el lector puede moverse con mayor libertad por
la urdimbre del texto: es l quien elabora sus propios mapas y rutas
de navegacin y est autorizado para salirse de la rbita original
trazada por el autor.
Un lector que coopera con el autor, pero tambin un lector-escritor,
que se convierte en co-productor del texto. El hipertexto no slo
permite, sino que invita al lector a glosar e interpelar el texto mucho
ms que el libro, a escribir en los mrgenes del texto, incluso a
escribir un texto paralelo. Esta escritura de lector no tiene el carcter
de notas marginales sino que entra a formar parte del sistema
hipertextual. En este sentido, la tecnologa del hipertexto vendra a
hacer realidad el viejo sueo de Barthes: romper finalmente las
fronteras que separan la lectura y la escritura, y hacer posible de esta
manera el ideal de leer como escritor. Las tecnologas digitales
estn rompiendo la membrana divisoria entre lectura y escritura.
Por otro lado, el carcter interactivo de las tecnologas digitales
erosiona por completo la pretensin del texto cerrado y protegido de
toda intervencin externa. Esta es una idea que se fue construyendo
histricamente y que lleg a su culminacin con la invencin de la
imprenta. Esta impuso definitivamente la concepcin del texto como

15
una entidad cristalizada, estable, impenetrable, propiedad exclusiva
de un autor. Pero en los comienzos de la cultura escrita prevaleci por
mucho tiempo la idea de que los textos eran entidades penetrables y
modificables por otras personas distintas a su autor. Lo normal era
que los textos fueran modificndose por la intervencin de copistas,
traductores, comentaristas y editores. Curiosamente, algo muy
parecido ocurre hoy da en la escritura que se hace en el e-mail y en
los grupos de discusin por internet. All los autores escriben en una
forma que no es la del escritor distante de su pblico, sino con un
estilo coloquial, ms propio de un grupo de personas que participan
en una conversacin.
Y el libro?
En medio de esta explosin del espacio textual, cul ser el futuro
del libro? Se harn, ahora s, realidad las predicciones sobre su
desaparicin? Podr sobrevivir el libro a esta nueva embestida
tecnolgica? Y si se sobrevive, cul ser su lugar en esta nueva
galaxia?
No es la primera vez que se plantea este problema de la sustitucin
de una tecnologa tradicional por una nueva. La fotografa estaba
llamada a acabar con la pintura; el cine terminara con el teatro y la
novela, y la televisin, a su vez, clausurara el imperio del cine. Ray
Bradbury escribi Farenheit 451 en 1950, cuando acababan de
hacer su aparicin la televisin y el computador. Truffaut la llev al
cine. El cuerpo de bomberos sala todos los das a quemar libros.
Luego McLuhan pronostic el advenimiento de la Galaxia Visual y el
fin de la Galaxia Gutemberg.
La historia de la cultura nos ha enseado que el asunto no es tan
simple. Casi nunca se ha visto que un nuevo fenmeno haya
aniquilado el orden anterior. Lo que s ha sucedido es que ha
introducido en l profundas transformaciones. La fotografa modific
la manera de pintar (el impresionismo no es una rebelin contra el
retrato?); el teatro y la novela incorporaron elementos del cine.
Cualquiera que, como yo, haya cometido el error de alquilar los
videos de las pelculas clsicas del cine sabe muy bien que el cine no
puede ser reducido a la televisin.
Con respecto al libro, tampoco estamos asistiendo a la muerte o a la
sustitucin de una tecnologa de la palabra por otra, ni a la transicin
de un fenmeno obsoleto hacia otro sustitutivo. Vivimos ms bien
una explosin, una expansin nunca antes vista del espacio textual.
No se trata de la extincin de la Galaxia Gutenberg, sino de su
integracin a una constelacin mucho ms grande. La discusin no es
sobre si las nuevas tecnologas van a reemplazar al libro, sino cules
son las transformaciones que esta explosin est produciendo en los
modos de leer y de escribir y cul va a ser el lugar del libro en esta
nueva galaxia.

16
No tengo ninguna duda de que cierto tipo de libros va a desaparecer,
de hecho as est ocurriendo. Las enciclopedias en cuarenta tomos,
por ejemplo, y muchos catlogos, manuales, textos de estudio, obras
de consulta y referencia. Va a ser muy difcil que estas modalidades
informativas del libro compitan con la velocidad, la versatilidad y la
capacidad de recuperar informacin que tienen las tecnologas
digitales. Pero las nuevas tecnologas no pueden darnos lo que
nicamente se encuentra en los verdaderos libros. El espacio de lo
digital es colectivo, pblico, abierto; el libro es el lugar por excelencia
de lo personal, de lo ntimo, de lo privado. La lectura de los textos
electrnicos es extensiva, superficial; la del libro es intensiva,
profunda. La una es la autopista por la que podemos recorrer, a
velocidades vertiginosas, un nmero impensable de archivos en poco
tiempo y de pronto llegar a donde menos esperbamos; la otra es el
camino estrecho por el que tardamos mucho ms en llegar, pero
donde podemos detenernos a meditar, sin afanes, sobre lo que
estamos buscando y preguntarnos, en silencio, a dnde quisiramos
llegar.
Notas:
1. Las ventas de libros y otros materiales impresos, que por muchos aos han
sido el centro de nuestra memoria cultural, han descendido ahora al cuarto
lugar, despus de las ventas de televisin, cine y juegos de video. (Landow,
G.P., Twenty minutes into the future, or how are we moving beyond the
book? En: Nunberg, Geoffrey (ed.) The future of the book, Berkeley,
University of California Press, 1996.)
2. Chaytor, H.J., "From script to print", cit. Por McLuhan, M. en La Galaxia
Gutemberg.
3. En las Confesiones (libro sexto, captulo III), San Agustn expresa su
asombro ante la forma de leer Ambrosio: "Sed cum legebat, oculi ducebantur
per paginas et cor intellectum, rimabatur, vox autem et lingua quiescebant".
(Pero cuando estaba leyendo, sus ojos se deslizaban sobre las pginas y su
corazn buscaba el sentido, mas su voz y su lengua callaban.)
4. Chartier, R., Las prcticas de lo escrito. En: Aris, Philippe y Duby,
George, Historia de la vida privada, Madrid, Taurus, 1989.
5. Chartier ha sustentado esta idea en El mundo como representacin,
Barcelona, Gedisa, 1992, y en El orden de los libros. Lectores, autores,
bibliotecas en Europa entre los siglos XIV y XVIII, Barcelona, Gedisa, 1992.
6. He desarrollado ms ampliamente esta idea en "Lectores, ratones e
hipertextos", Bogot, Fundalectura, Memorias del Tercer Congreso Nacional de
Lectura.
7. Ong, Walter J., Oralidad y escritura: tecnologas de la palabra, Mxico,
Fondo de Cultura Econmica, 1987, p. 21.
8. La desmaterializacin de los textos escritos ya ha empezado a introducir
cambios en la fisonoma y en la forma de funcionar las bibliotecas, esos
espacios consagrados por definicin a preservar la materialidad del libro. El

17
proyecto arquitectnico de la Bibliothque Nationale de France, diseado por
Dominique Perrault, obedece al concepto de desespacializacin de la forma
tradicional de la biblioteca, que por eso est concebida como un edificio sin
paredes, una biblioteca no-espacial. Por su parte, Cathy Simon, la arquitecta
de la nueva biblioteca municipal de San Francisco, concibe su diseo como
una arquitectura del movimiento, una arquitectura cintica, reticular,
conformada por mdulos, intersecciones y galeras, en lugar de volmenes
delimitados por paredes. La idea directriz en estos dos proyectos
arquitectnios es que el conocimiento no es lo que est contenido dentro de
las coordenadas espaciales, sino aquello que las atraviesa y que circula a
travs de estas bibliotecas no espaciales; el conocimiento como una serie de
vectores, cada uno con su direccin y duracin, aunque sin ubicacin o lmite
preciso. Y aun en la arquitectura clsica francesa de la Biblioteca del
Congreso de Estados Unidos, conviven los manuscritos medievales y un
ejemplar de la llamada Biblia de las 42 lneas con las terminales de
computador, y en la rotonda de la sala de lectura principal, las pilas de libros y
los computadores porttiles de los investigadores compiten por el espacio de
los austeros mesones de madera.
9. Eco, Umberto, La bsqueda de la lengua perfecta, Barcelona, Crtica, 1994,
p. 128.
10. El concepto de metatextualidad ha sido propuesto por Patrick Bazin en su
trabajo Toward metareading, en Nunberg, Geoffrey (ed.), The future of the
book, Berkeley, University of California Press, 1996.
11. El trmino archipilagos textuales es de Chartier.
12. Pennac, Daniel, Como una novela, Bogot, Editorial Norma, 1993.

Luis Bernardo Pea, educador colombiano, es licenciado en


Filosofa y Letras de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogot, con
maestra en Educacin en la Universidad de la Florida. Consultor del
Ministerio de Educacin de Colombia para el diseo de la poltica
nacional de textos y del plan nacional de lectura. Fundador de la
maestra en lectura y escritura de la Universidad Javeriana de
Bogot. Conferencia impartida en el X Seminario de Literatura Infantil
y Juvenil de Medelln, en octubre de 1997.

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