Marxismo y Positivismo
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Marxismo y Positivismo
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www.disputatio.eu | ISSN: 2254-0601 | Salamanca-Madrid
c Roaro
Marxismo y Positivismo
Marxism and Positivism
Jorge Roaro
Resumen: El propsito de este escrito es hacer una comparacin rpida entre la teora marxista del
siglo XIX y los diversos movimientos positivistas y cientificistas de esa poca, partiendo de las crticas
que hace Marx a la nocin de verdad objetiva que manejaba la ciencia positiva de entonces, para
reflexionar sobre las dificultades y lmites inherentes a cualquier pretensin de establecer un discurso
plenamente objetivo; incluyendo en esto a la misma teora marxista.
Palabras clave: Marx Marxismo Positivismo Discurso de la Ciencia Verdad Histrica Certeza
Discurso Dominante Praxis Social.
Abstract: The aim of this writing is to do a basic comparison between nineteen century Marxist
theory and the various positivist and cientificist movements of that time, starting from the critique
that Marx does to the notion of objective truth used then by positive science, in order to reflect
on the inherent limits and difficulties present in any pretention of having a completely objective
discourse; including that of the Marxist theory itself.
Key words: Marx Marxism Positivism Science Discourse Historical Truth Certainty Dominant
Discourse Social Praxis.
J. Roaro (B)
Universidad de Salamanca, Espaa
email: jorge.roaro@gmail.com
ENSAYO
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Jorge Roaro
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1.
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El positivismo
Para los filsofos progresistas de la primera mitad del siglo XIX, lo positivo no es otra
cosa que lo real, como lo opuesto de lo falso y quimrico, y ciertamente nada les pareca ms
real que las verdades que descubra la ciencia. El ms influyente de los positivistas, Auguste
Comte, llamaba as a su filosofa (aunque el trmino positivismo ya lo haba empleado en
1830 Saint-Simon, 15 aos antes de que Marx escribiera las Tesis y La ideologa alemana).
Comte supona que la ciencia que en teora describa hechos objetivos y sus relaciones
con total exactitud tena una metodologa extensible a la filosofa. Para Comte, la idea
de un filsofo haciendo hiptesis, verificndolas objetivamente contra la evidencia de las
cosas concretas y fcticas, y describiendo la realidad del mundo tal como es, resultaba
perfectamente natural pues segua el modelo cientfico de hacer una investigacin, y ese
modelo era para l, despus de todo, el nico con total legitimidad. La visin positivista era
totalitaria y, como todo totalitarismo, era inflexible con cualquier desviacin de la ortodoxia.
Nicola Abbagnano ofrece esta elocuente descripcin del positivismo: La caracterstica del
positivismo es la romantizacin de la ciencia, su exaltacin como nica gua de la vida particular
y asociada del hombre, esto es, como nico conocimiento, nica moral y nica religin posibles.
Los positivistas siempre fueron muy claros en este punto: para que un conocimiento sea
legtimo, tiene que ser necesariamente un conocimiento cientfico. Si no hay manera de
verificar que una hiptesis es verdadera o falsa, no es conocimiento. El conocimiento
cientfico retrata fielmente el mundo real, lo describe objetivamente, y de ese conocimiento
derivan leyes que permiten predecir sucesos reales. Todo lo dems no es sino metafsica.
Algunos positivistas como Comte, Saint-Simon y Mill, llegaron a ser serios en la idea de
hacer de la ciencia positivista una nueva religin, o ms apropiadamente, un nuevo orden
social que fusionara ciencia, filosofa y religin. Otros, como Spencer, entendan la nocin
de evolucin como sinnimo de progreso, y queran hacer extensiva esta visin progresista
a una escala universal, aplicable a todas las cosas, donde de lo simple surge siempre lo
complejo, y cada nuevo estadio es siempre superior al anterior. Para todos, el avance de
la humanidad segua un camino nico y ese camino era el de la ciencia. No haba ninguna
empresa o actividad humana que no pudiera ser entendida y explicada desde la ciencia.
Considerando estos antecedentes, comparta entonces, el marxismo, su fe en la ciencia
y el progreso con el positivismo? Es difcil dar una respuesta inequvoca. Creo que
hay puntos de ruptura y puntos de convergencia entre marxistas y positivistas, y en
muchos aspectos la distancia entre unos y otros no es tan grande como el mismo Marx
pretenda. De entrada, habr que insistir en que el marxismo tiene, desde el principio, una
mirada crtica hacia los fundamentos del positivismo. Su visin nunca pretendi ser una
descripcin definitiva de una verdad histrica inalterable, sino una investigacin abierta y
reflexiva que poda desarrollar conceptualmente ideas y explicaciones tentativas y, por tanto,
muchas de sus afirmaciones iniciales deben ser entendidas como respuestas posibles, nunca
definitivas, para entender histricamente los mecanismos que mueven a las sociedades. Sus
conceptos tenan que ser probados an. Esto, desde luego, resulta muy difcil de percibir
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para cualquiera que est familiarizado no tanto con los textos originales de Marx, sino
con los de sus posteriores apologistas dogmticos. Sin duda, el marxismo implementado
ideolgicamente en el siglo XX termin por deformarse a s mismo en una suerte de
catecismo laico y materialista, pero esto no es una derivacin directa de los textos originales.
El pensamiento marxista originario fue, en principio, un modelo abierto a la autocorreccin
y a la enmienda.
Ahora bien, el mtodo de investigacin de Marx y Engels indudablemente sigue un
modelo cientfico (tomado, al igual que el de los positivistas, del ejemplo concreto de la
biologa y la medicina. Pinsese, v.g., en las ideas de Durkheim sobre un organismo social
y sus estados de patologa, y en las equivalencias de normalidad social con lo sano
o lo enfermo). Como todo modelo cientfico, la metodologa cientificista del marxismo
considera que su objeto de estudio es real y concreto, y que sus descripciones del mismo son
verdaderas descripciones, elaboradas en un plano de objetividad incuestionable y capaces
de soportar una verificacin contra la evidencia observable. Evidentemente, si una ciencia
no supona todo lo anterior nunca podra funcionar cientficamente. As pues, el marxismo
independientemente de su crtica filosfica contra las deficiencias tericas que perciba
en el objetivismo materialista y en el subjetivismo idealista que le precedieron no tiene
ninguna duda sobre su propia validez cientfica; esto es, Marx cree firmemente que su
propia explicacin es verdadera y, por lo mismo, superior a otras explicaciones. (Esto no se
contradice, desde luego, con la posibilidad de rectificar, sobre la marcha, cualquier postulado
equivocado que pudiera encontrarse. Marx, como ya se ha dicho, no considera su propia
teora como infalible, sino como verdadera.) Esto es igual a decir que Marx consideraba sus
propias ideas como verdaderas, porque poda constatar que se ajustaban a la realidad del
mundo y, por tanto, eran superiores a aquellas ideas que no se acomodaban a esta realidad.
Pero, cmo poda saber Marx que sus ideas se ajustaban con la realidad? Ms adelante
volver sobre esto.
Por lo pronto, hasta aqu no parece haber una verdadera diferencia con el planteamiento
positivista. Unos y otros creen en la superioridad intrnseca del mtodo cientfico. Aceptan
por igual el papel de la ciencia como gua en el camino hacia el progreso. Marx es tambin
un firme creyente en la sensatez de pretender aduearse de la naturaleza, como una
manera de explotar las riquezas naturales en beneficio de los hombres, pero tambin como
un medio de arrebatar al mundo natural su carcter sagrado impuesto por las tradiciones
supersticiosas de los primitivos y recientemente recuperado por el Romanticismo. Marx,
como todos los positivistas, ve en el mito una forma bsica de la falsedad, de lo errneo y
fcticamente equivocado. La ciencia, desde luego, librar a la humanidad de la supersticin
y de los mitos. Engels, por su parte, detalla el camino evolucionista que ha seguido el
trabajo, como actividad plenamente humana, en su marcha haca el progreso (los pulgares
oponibles, segn esta visin, nos habran hecho progresar sobre los simios). Ambos, Marx y
Engels, hablan continuamente de la necesidad de liberar a la humanidad de sus falsas ideas,
dando por establecida esta falsedad a partir de su inconsistencia con el conocimiento
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2.
La praxis social
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La enajenacin
Las cosas son obscuras mientras no las conocemos, deca Marx con tono de verdadero
Ilustrado progresista. Tanto l como Engels entendan sus propios esfuerzos filosficos
como algo encaminado hacia lograr la emancipacin del hombre de los dogmatismos
enajenantes que le aprisionaban. La tarea deba comenzar (aunque ciertamente no poda
quedarse slo en esto) con sealar las causas y el proceso que daban como resultado la
enajenacin. En el prlogo de La ideologa alemana se afirma que los hombres siempre se
han engaado al reflexionar sobre s mismos: construyen ideas falsas para explicarse todo
lo que no entienden del mundo y sobre su papel en l, y luego terminan creyndose sus
propias fantasas. El ejemplo ms socorrido es la nocin de Dios. Para Marx y Engels,
lo mismo que para materialistas anteriores como Feuerbach, la idea de Dios nace de una
mistificacin del ansia natural por dar una respuesta a la pregunta sobre el origen del
mundo: los hombres primitivos comienzan suponiendo que el mundo existe porque ha sido
creado, luego imaginan la necesidad de un creador y luego le atribuyen a ste poderes
sobrenaturales para explicar cmo desarroll la creacin. El resultado es el concepto de
Dios, e inevitablemente la idea de que Dios manda y el hombre debe obedecer. Aunque
el concepto de Dios es, como todos los conceptos, una invencin del hombre, ste se ha
rendido ante su propia invencin y ahora vive enajenado en ella. Ya no puede distinguir o
entender su propio papel creador en la idea de Dios y en la forma en que este concepto
se ha ido refinando o aumentando a lo largo de la historia, por va de la intervencin de
instituciones sociales como las religiones, las iglesias, o la mera cultura popular. El origen
primitivo de un concepto cultural como Dios se ha perdido en el tiempo, y los hombres
de todas las pocas han vivido dominados por la creencia universal en Dios, no slo con
respecto a su existencia fctica, sino a la normalidad del sometimiento del hombre ante
Dios.
Ante la idea de Dios como una parte ya constitutiva del paradigma lingstico de los
hombres primitivos (es decir, cuando el concepto Dios es algo aceptado naturalmente en
el habla de la vida cotidiana porque ya hay una enajenacin en marcha), las sociedades
se ven condicionadas, desde sus orgenes, por los conceptos que impone el paradigma. Si
algunos miembros de la comunidad primitiva comienzan a ritualizar una relacin social
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avance de sus intereses (la familia, como en el caso anterior, aunque pudiera ser todo tipo
de formas institucionalizadas de las estructuras sociales, desde la defensa del mercado libre
como algo socialmente necesario, hasta la nocin de la democracia como una forma de
gobierno inherentemente justa) a partir de reclamos de una supuesta verdad natural que
las hace pretendidamente incuestionables. El discurso dominante, desde luego, siempre toma
como principio el que sus fundamentos son incuestionables por estar en acuerdo con la
razn, o la justicia, o incluso la verdad divina. La imposicin de un modo de pensar, a
partir de la idea de que ese modo se apoya en la verdad, es la prerrogativa del discurso
dominante, y finalmente no hace mayor diferencia si este discurso domina desde el lenguaje
de la religin, de la filosofa o de la ciencia moderna. Todos estos lenguajes estn atrapados
en su propio medio distorsionador, pues finalmente todos son producto de su sociedad y de
los intereses creados desde las estructuras originales de dominio y poder.
Pero, entonces, no hay un discurso legtimo que retrate fielmente la realidad del mundo,
y que, por tanto, sea un discurso fundamentalmente verdadero? Bien, precisamente Marx
se encontraba en este punto de la reflexin, pero no la llev a su conclusin natural.
Su anlisis de la enajenacin, en el que se mueve el sentido de muchos de nuestros
conceptos fundamentales, as como el del condicionamiento que necesariamente dirige
nuestro lenguaje cada vez que pretende ser objetivo, y su descubrimiento de las relaciones
originarias entre el discurso dominante y los intereses creados y defendidos por la clase
dominante que inici ese discurso, lo llevaron a darse cuenta de que no puede existir una
visin pura del mundo, libre de las distorsiones y prejuicios que, necesariamente, forman
parte del marco conceptual desde el que parte cualquier descripcin del mundo. No hay
manera de alcanzar una supuesta verdad del mundo, independiente a nuestra propia
interpretacin del mundo, y por tanto no hay discursos esencialmente verdaderos. Qu
cosa es la verdad? Lo que el discurso dominante y el consenso general de una poca dada,
determinen como tal. Qu cosa es lo verdadero? Aquello que cualquiera pueda imponer por
medio del convencimiento de los dems. El discurso verdadero no es sino lo que se acepta
usualmente como verdadero, y ello depende, principalmente, de que sea impuesto como
tal desde el dominio y control de aquellos que en una sociedad pueden dominar y controlar
a los otros. Marx poda observar esto, pero eso no evitaba que su propio discurso abundara
en afirmaciones sobre la verdad o la falsedad de tal o cual idea.
Treinta aos despus de que Marx iniciara estas reflexiones, Nietzsche fue an ms lejos
al afirmar, en uno de sus aforismos ms conocidos: No hay hechos, sino slo interpretaciones.
Todas las cosas estn sujetas a interpretacin. Cul interpretacin prevalece en una poca dada
es una funcin del poder, no de la verdad. Desde luego, para Nietzsche sus propias reflexiones
lo llevaban al punto ineludible de aceptar que, de ser correcta su afirmacin, entonces sta
no era sino otra interpretacin ms. En consecuencia, Nietzsche abandon toda pretensin
de teorizar sobre el mundo, o de sealar un camino haca la correcta comprensin de las
cosas. Su solucin filosfica, en mi opinin, fue la de explorar el lenguaje de la metfora, el
de exponer el sentido de una verdad potica, no terica ni descriptiva, y moverse siempre en
la construccin autocreadora y vitalista. En el siglo XX, Wittgenstein tambin observ, desde
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un camino distinto, que hacer una teora para explicar el mundo era un camino muerto,
filosficamente hablando. La crtica en contra de los engaos del lenguaje y de los discursos
verdaderos no puede ser expresada, a su vez, desde una teora que se presente a s misma
como verdadera. Es aqu donde se encuentra la debilidad de la posicin marxista y de su
crtica social.
Desde luego, Marx no pretende quedarse nicamente en la teora y, a diferencia de
Nietzsche o Wittgenstein, sus preocupaciones filosficas slo son un primer paso haca
un sentido ms amplio de humanismo, que tiene mucho de redentor. Como Espartaco,
Marx suea con liberar a los esclavos, y su crtica filosfica no pierde de vista ese fin.
Marx era capaz de encontrar todos los puntos dbiles en las posiciones progresistas
asumidas usualmente por los positivistas, pero no por ello dejaba de tener fe l mismo en
la necesidad del progreso. Del mismo modo poda entender el condicionamiento inevitable
de todo discurso social, incluido el de la ciencia, pero eso no le haca desistir de basar
la superioridad asumida de su propio discurso en una pretendida veracidad cientfica. El
gran mrito de Marx y Engels, sin duda, es el de haber entendido que las ideas no tienen
vida propia, independiente de su contexto humano y particular, y que siempre arraigan
un sentido propio slo a partir de una realidad concreta que subyace en ellas, pero que
ellas no pueden referir directamente en su propio discurso: No es la conciencia la que
determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Pero puesto que la vida
no es un mero referente del que podamos limpiamente deducir un sentido para nuestras
propias ideas sin pasar por el condicionamiento histrico-social que afecta nuestro discurso,
cmo podramos entender las limitaciones del discurso en el que estamos sumergidos?
Slo salindonos de ese discurso, habra respondido Marx, y analizndolo desde fuera. Pero,
realmente es posible hacer eso?, lo hizo Marx?
Sin duda, no podemos exigirle a Marx que anticipara el camino que tomara la filosofa
posterior a partir del giro lingstico y, ciertamente, cuando l habla de discurso o
lenguaje parece a veces que lo hiciera como si fueran sinnimos, y que considerara que
es factible salirse del lenguaje para emprender su crtica en relacin con una verdad
extralingstica del mundo. Marx, despus de todo, tena una nocin decimonnica del
lenguaje, y su crtica contra el objetivismo de la descripcin materialista del mundo slo
poda llegar hasta cierto punto. Marx no lleg a tomar en cuenta el papel que juega nuestra
dimensin lingstica en la comprensin fundamental de nuestra propia realidad (o, como
diran los heideggerianos, nuestro ser en el mundo), sino slo el carcter condicionante que
las circunstancias particulares de nuestra sociedad tienen en un tipo particular de lenguaje,
que constituye el discurso dominante y que determina, en buena medida, nuestra forma de
pensar sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Pero asumi, sin ningn problema, que
su propio discurso poda salirse de los engaos, asumidos o deliberados, que propiciaba el
discurso dominante, y reflejar apropiadamente el mundo social que analizaba desde fuera
del discurso oficial de los detentadores del poder. Sin duda tuvo xito en lo primero; esto
es, en romper con el engao particular que supone la enajenacin del lenguaje dominante.
Pero (y aqu retomo mi pregunta inicial), cmo poda saber Marx que su propia visin se
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ajustaba a la realidad del mundo en una mejor o ms completa forma que la del discurso
dominante que rechazaba, o para el caso, que la de cualquier otro discurso?, por qu no
lleg Marx a la misma postura autocrtica de Nietzsche o de Wittgenstein para rechazar
toda teorizacin que se asuma a s misma desde una posicin normativa y pretendidamente
conocedora de la verdad del mundo?
Creo que, sencillamente, la necesidad que senta Marx de pasar de lo terico a la prctica,
y de hacer efectivo un cambio social en beneficio de los oprimidos, le obligaba a hacer a un
lado toda duda sobre las limitaciones o contradicciones en su propia crtica contra el sistema.
Como ya he sealado antes, en ningn momento pretendi Marx que su teora, o su modelo
descriptivo de la sociedad, fuera infalible cientficamente o irrefutable filosficamente; sin
embargo s es claro que l pensaba que tena la razn, en un sentido de certeza moral y no
tanto lgica. Pero en Marx la certeza moral y la seguridad intelectual parecen inseparables,
y por ello jams tiene reparos en calificar de falsas a todas las posturas contrarias a la
suya. Su crtica a la ideologa imperante en su propia poca tiene una obvia pretensin de
constituirse, a s misma, como una reflexin intelectual emancipadora que puede liberar a la
sociedad de sus propios errores interpretativos, y adems, puesto que presupone su propio
conocimiento, se toma a s misma como un saber cientficamente fundamentado. Es aqu,
entonces, donde la crtica marxista asume una posicin aparentemente privilegiada desde
donde atacar los fundamentos de aquello que critica. Al afirmar saber con toda seguridad
que las condiciones fcticas de la sociedad slo permiten una visin deformada y equvoca
de la misma sociedad, necesariamente se pone a s misma en el papel de estar en posesin
de un conocimiento con mayor alcance que el permitido por el condicionamiento social, que
le otorga la capacidad de saber en qu consiste una visin no deformada y correcta de la
sociedad.
Su fundamentacin terica (y aqu es irrelevante qu tanta capacidad autocorrectiva
tuviera la teora para ajustar sus ideas en particularidades de ndole prctica) se justifica
ante s misma desde la nocin incuestionable de estar en posesin de la verdad, entendiendo
a sta no en un sentido metafsico o sobrenatural (como sera la nocin de verdad del
discurso dominante que, justamente, es desenmascarada por Marx), sino como un saber
previo que rebasa el mbito particular del momento histrico en el que se desarrolla la
discusin filosfica contempornea a Marx, y que le permite a l saber, con precisin, que
sus propios postulados y conclusiones son correctos y, desde luego, superiores a todos los
otros discursos deformados por las circunstancias sociales. Esta pretendida superioridad
del discurso marxista, sin embargo, no puede tener (si hemos de ser congruentes con la idea
de que no hay saberes ahistricos que escapen a sus propias circunstancias particulares) otro
fundamento, aparte de su propia conviccin de ser superior. Marx y Engels no estaban ms
cerca de la verdad que cualquier otro pensador en cualquier otra poca.
De la anterior crtica a la posicin privilegiada que adopta Marx al considerar su
propio papel como desencubridor de los verdaderos mecanismos que mueven a los hombres
y a su mundo, puede pasarse a un segundo cuestionamiento: por qu es necesaria la
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revolucin? Marx, desde luego, no desarrolla su elaborada crtica contra la distorsin del
discurso dominante como una manera de establecer un nuevo principio filosfico, sino como
un intento fundamentado filosficamente, pero motivado moralmente por la necesidad
de la denuncia contra la injusticia de construir una plataforma terica que posibilite la
accin revolucionaria y, a travs de sta, el cambio de las condiciones concretas de vida
en la sociedad. No obstante, este cambio no est limitado al mbito de una lucha poltica
particular, en un pas y tiempo especficos, sino que tiene una ambicin universal que,
tericamente, se presenta como un nuevo estadio en la evolucin social del hombre, que
llevar a la humanidad entera por el camino del progreso hacia un futuro bienestar social,
superior a las formas de organizacin de las sociedades actuales (de nuevo, los ecos del
positivismo!).
La revolucin, por tanto, se presenta como una consecuencia necesaria del alcance
universal de la teora. Pero, en principio, toda denuncia contra un sistema injusto se
desarrolla siempre a partir de las particularidades concretas de ese sistema, y no con
base en abstracciones. La metodologa cientificista del propio Marx apoya esta nocin. La
necesidad del cambio surge, precisamente, de la idea de que el estado de injusticia no
puede sostenerse indefinidamente sin provocar algn tipo de reaccin. As pues, si toda
explicacin que pretenda responder a la pregunta por qu es necesaria la revolucin?
se hace siempre desde circunstancias necesariamente particulares, cmo aceptar las
explicaciones cuando stas se justifican desde una supuesta necesidad universal que
vale para todo tiempo y lugar? La universalidad detrs de la justificacin contradice la
particularidad desde la que se formula esa justificacin. En realidad no hay manera de
imponer un criterio de necesidad por encima de las circunstancias particulares del propio
discurso y de la contingencia que ha derivado en esas circunstancias, y por tanto no es
posible responder porqu es necesaria la revolucin sin caer de inmediato en la tentacin de
recurrir a la metafsica.
4.
Conclusin
En realidad, no hay ninguna. La teora marxista contina siendo un venero abierto a todo
tipo de posibilidades de desarrollo. Mi propia opinin es que logra superar las limitaciones
del positivismo y distanciarse tericamente de sus carencias ms obvias (el objetivismo
ingenuo, sobre todo). Pero, al final, no logra escapar de varias de las crticas (sobre todo
antimetafsicas) que se le pueden hacer al positivismo dogmtico decimonnico. Esto, desde
luego, no la invalida en ninguna aplicacin concreta en la prctica, ni la disminuye como
concepcin terica de la sociedad. Pero, filosficamente, s crea una barrera de sentido con
respecto de los caminos que sigui el discurso filosfico en el ltimo siglo, barrera que es
difcil de superar.
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I NFORMACIN
DEL
Nombre y Apellidos:
Cargo o Puesto:
Afiliacin y Direccin
Institucional:
Jorge Roaro
Investigador Becario [PIF]
Departamento de Filosofa, Lgica y Esttica
Universidad de Salamanca
Edificio F.E.S., Campus Miguel de Unamuno
37007 Salamanca, Espaa
Grado Acadmico : Doctorando en Filosofa [PhD Candidate]
Afiliacin Institucional: Universidad de Salamanca
Email: jorge.roaro@gmail.com
I NFORMACIN
Nombre del Trabajo:
Nombre de la Revista:
ISSN:
Numeracin de la Revista:
Fecha de Publicacin:
Periodicidad:
Lugar de Publicacin:
e-mail:
web site:
DEL
Marxismo y Positivismo
Disputatio. Philosophical Research Bulletin
2254-0601
Vol. 1, No. 1, pp. 63-76
Junio de 2012
Semestral
Salamanca - Madrid
boletin@disputatio.eu
www.disputatio.eu
Re-edicin
Estudios de Filosofa Poltica, tica y Epistemologa
Arellano Rodriguez & Gonzlez de Luna (coords.)
UAQ, Quertaro, 2011, pp. 39-57
=
Licencia: CC BY: $
3.0 Unported.
Con permiso del autor
Separata: No
ISBN: No
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