Julián Amozurrutia - Fe y Método Teológico
Julián Amozurrutia - Fe y Método Teológico
Julián Amozurrutia - Fe y Método Teológico
ANOTACIN INTRODUCTORIA
Fides necessaria est theologo magis quam acumen mentis1. La actividad
teolgica, como parte de las funciones que alimentan el organismo eclesial, no puede
desarrollarse sin el principio vivificador de la accin del Espritu. Ello corresponde a su
naturaleza misma, que se ubica al interno del misterio de la Iglesia, en la que todas sus
facetas se encuentran compenetradas por la interaccin entre la realidad divina y
humana2. El elemento divino de la Teologa no est nicamente en su objeto de estudio
la autocomunicacin de Dios al hombre en Cristo sino que tiene que permear las
mismas condiciones del sujeto que realiza la actividad teolgica. Esto sucede de manera
especial en el acto creyente del telogo, es decir, en la fe, que se reconoce como un
aspecto de la gracia santificante del Bautismo.
La relacin entre la actividad teolgica en la Iglesia y la fe es un dato tan
elemental que puede ser descuidado. Es comn que las introducciones a la Teologa y al
mtodo teolgico hablen de la fe como un elemento indispensable para la actividad
teolgica3, o que incluso se defina la Teologa como ciencia de la fe4. Sin embargo, a
esta afirmacin fundamental no corresponde siempre al menos de manera explcita y
evidente una consecuencia en el desempeo cientfico del telogo a la hora de llevar a
cabo su estudio. Siguiendo los tratados teolgicos, no queda claro dnde est el papel de
la fe, que se ha afirmado indispensable. Pareciera ser que por su cientificidad, el mtodo
teolgico podra ser seguido por cualquiera y obtener idnticos resultados, al margen de
la calidad de creyente de quien estudiara. El modo difundido de entender lo cientfico
plantea, en efecto, a los actuales estudiantes de Teologa una sincera dificultad para
enteder por qu un no creyente no podra hacer teologa. Si es ciencia, dicen, tendra
que poderla realizar un sujeto indiferente. Adems, la insistencia en la necesidad de
dominar los instrumentos de crtica histrica, hermenutica, etc., como aspectos
indispensables para el correcto quehacer teolgico, parecen dejar la fe en el plano de
una sensibilidad ms o menos supletoria, pero no un elemento fundante.
Nuestro objetivo aqu es evidenciar que la Teologa no tiene en la fe slo una
condicin subjetiva y en los datos de la fe su contenido objetivo, sino que hay
implicaciones de la fe en el mismo mtodo teolgico. Es decir, que la naturaleza de la fe
Publicado en Sentire cum Ecclesia. Homenaje al Padre Karl Josef Becker SJ, Valencia 2003, 73-91.
PABLO VI, Alocucin al Congreso Internacional sobre la Teologa del Concilio Vaticano II, AAS 58
(1966) 895-896, retomando al benedictino STOLZ, A., Introductio in Sacram Theologiam, Friburgi
Brisgovi 1941.
2
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia Lumen gentium [=LG], n.o 8.
3
Cfr., por citar slo un ejemplo, NEUNER, P., Der Glaube als subjektives Prinzip der theologischen
Erkenntnis, en Handbuch der Fundamentaltheologie, IV, Tbingen-Basel 20002, 23-36.
4
Cfr., v. gr., RAHNER, K., Teologa, en Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolgica VI, Barcelona
1986, 532-534. La misma definicin utiliza JUAN PABLO II, Carta Encclica Fides et Ratio (1998) [=FR],
n.o 64. Cfr. tambin Catecismo de la Iglesia Catlica [=CICat], n.o 683, 1236, 1253 y 1992.
1
A este propsito, cfr. COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL , El pluralismo teolgico, Madrid 1976.
Para una historia del mtodo teolgico, cfr. BEUMER, J., El mtodo teolgico, en SCHMAUS, M.-GRILLMEIER,
A.-SCHEFFCZYK, L., Historia de los Dogmas, t. I, cuaderno 6, Madrid 1977; MARTNEZ FERNNDEZ, L., Los
caminos de la Teologa. Historia del mtodo teolgico, Madrid 1998.
7
En efecto, Magisterio y Teologa comparten el deber de conservar el depsito sagrado de la
Revelacin, y de penetrarlo siempre ms profundamente, de exponerlo, ensearlo y defenderlo. PABLO
VI, Alocucin al Congreso Internacional sobre la Teologa del Concilio Vaticano II, AAS 58 (1966) 891;
citado por COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL, Las relaciones entre el Magisterio y la teologa [desde
ahora, CTI, Magisterio y Teologa], en COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL , Documentos 1969-1996,
Madrid 1998, Tesis II, pg. 128.
8
Donde cabe, por supuesto, siguiendo a Forte, el esfuerzo racional ante el ateo latente que todo creyente
lleva dentro. Cf. FORTE, B., Confessio theologi, Napoli 1995.
9
Cfr. BECKER, K.J., La nueva interpretacin de la fe. Discusin de una teora, en ALDAMA, J.A.-BECKER ,
K.J., Los movimientos teolgicos secularizantes, Madrid 1973, 23-47.
6
Sobre la relacin entre fe y Bautismo, cfr. BECKER, K., La doctrina sobre el bautismo del concilio
Vaticano II. Un estmulo para la teologa, en LATOURELLE, R., Vaticano II. Balance y perspectivas,
Salamanca 1990, 485-517, especialmente 487-493.
16
CTI, Magisterio y Teologa, tesis VI, pg. 132.
17
CTI, Magisterio y Teologa, tesis VII, pg. 133.
18
Cfr. LG n.o 31 y 35.
19
Cfr. JUAN PABLO II, Carta encclica Fides et Ratio, n. 4.
20
FR n.o 15.
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitucin Dogmtica sobre la Divina Revelacin Dei Verbum [=DV],
n.o 5.
22
FR n.o 13: El Dios, que se da a conocer desde la autoridad de su absoluta trascendencia, lleva consigo
la credibilidad de aquello que revela. Desde la fe el hombre da su asentimiento a ese testimonio divino.
Ello quiere decir que reconoce plena e integralmente la verdad de lo revelado, porque Dios mismo es su
garante. Esta verdad, ofrecida al hombre y que l no puede exigir, se inserta en el horizonte de la
comunicacin interpersonal e impulsa a la razn a abrirse a la misma y a acoger su sentido profundo. Por
esto el acto con el que uno confa en Dios siempre ha sido considerado por la Iglesia como un momento
de eleccin fundamental, en la cual est implicada toda la persona. Inteligencia y voluntad desarrollan al
mximo su naturaleza espiritual para permitir que el sujeto cumpla un acto en el cual la libertad personal
se vive de modo pleno.
23
STh I, q. 1, a. 2
24
Cfr. DV n.o 12 y la hermosa y profunda reflexin de DE LA POTTERIE, I., La interpretacin de la sagrada
Escritura con el mismo Espritu con que fue escrita (DV 12,3), en LATOURELLE, R., Vaticano II. Balance y
perspectivas, Salamanca 1990, 159-186.
25
FR n.o 65.
21
FR n.o 65.
Cfr. FR n.o 66.
35
LG n.o 12.
36
Cfr. LG n.o 31.
37
Cfr. LG n.o 35.
38
Cfr. DV n.o 10. Sobre la naturaleza del sensus fidei, cfr. ALSZEGHY, Z., El sentido de la fe y el desarrollo
dogmtico, en LATOURELLE, R. (ed.), Vaticano II. Balance y perspectivas, Salamanca 1990, 105-116.
39
Cfr. GS n.o 16.
34
40
FR n.o 13.
DV n.o 2.
42
Cfr. FR n.o 7.
43
Cfr. LG n.o 1.
44
FR n.o 13.
41
47
48
CONCILIO VATICANO I, Constitucin Dogmtica Dei Filius sobre la fe catlica, DzH 3016.
DV n.o 8.
49
dispuso que una comunidad recibiera el encargo y fuera la portadora que, con la
asistencia del Espritu, mantuviera vivo y en fidelidad el anuncio salvfico53.
La verdad que el hombre conoce tiene siempre una dimensin social que se
verifica desde el mismo hecho de su formulacin lingstica. La disposicin divina de
comunicar su propia verdad al hombre para que l la acoja en la fe establece, as, desde
su propia estructura, una relacin interpersonal de encuentro y aceptacin. Crear la
comunin salvfica de los hombres puede ser visto en su dimensin ms profunda como
consecuencia de la comunin intratrinitaria que constituye la misma vida divina.
En el plano prctico de la actividad teolgica, la pertenencia a la comunidad
creyente tiene consecuencias inmediatas. En primer lugar, la actividad teolgica y, en
esto, junto al Magisterio se lleva a cabo como un servicio a la Iglesia en su conjunto y
reviste un carcter pblico54. Una teologa privada sera en el fondo no slo
irresponsable sino incluso imposible. Esto implica un primer vnculo con el Magisterio
eclesistico, como rgano portante del munus docendi, que por lo mismo puede revestir
para el telogo la caracterizacin de una missio canonica. Pero el vnculo ms amplio
relaciona al telogo con la totalidad de los creyentes, en una comunin sincrnica y
diacrnica. De manera especial, se espera del telogo un trabajo colegial con otros
telogos55.
Hay que subrayar, en este sentido, que la actividad teolgica consiste en un
verdadero servico a la comunin eclesial. La ministerialidad de la Iglesia queda as
implicada, no en la lnea del Orden, sino una vez ms en la del Bautismo y en este
punto, adems, aunque habra que profundizar su naturaleza, en la de la Confirmacin .
Metodolgicamente, el telogo no puede estar enfrascado en su propio trabajo,
al margen de lo que la comunidad de fe vive y sufre y de lo que otros telogos y el
Magisterio eclesistico realiza y piensa. La actividad teolgica no puede ignorar la
experiencia de fe de la Iglesia, el modo de escucha de la Palabra y las expresiones de su
comprensin tanto teolgicas como dogmticas dadas a lo largo de la historia y a lo
ancho de las culturas.
9) Missio fidelium: La unicidad y universalidad de la misin salvfica de Cristo,
confiada por l a la Iglesia y trasmitida bajo la gua del Espritu Santo a
naciones, generaciones y culturas, llama al telogo a formular de modo
responsable y claro las razones de la esperanza que lo anima en el dilogo
evangelizador con todo ser humano.
Esta tesis nos permite evidenciar, al igual que la anterior, la dimensin trinitaria
de la fe bautismal, pero ms en su dimensin dinmica que esttica. La fe que nos
permite llamar a Dios Padre depende del Sacramento primordial de Dios para el
hombre, que es el Hijo encarnado. La misin salvfica de Cristo, nica y universal, se
prolonga en la misin de la Iglesia, que goza de la asistencia del Espritu para
comunicar a todas las naciones, generaciones y culturas la realidad salvfica del don de
amor de Dios. Como es sabido, la misin del Hijo y la misin del Espritu hacen de la
Iglesia una comunidad misionera.
Tal vez ningn texto bblico encierra con tanta fuerza la vinculacin entre
misin eclesial, Bautismo y Profesin de fe como la solemne conclusin del Evangelio
53
de Mateo (cfr. Mt 28,19-20). El hacer discpulos del mandato del Seor se especifica
en las dos acciones de bautizar y ensear, como un encargo que compromete la
presencia eficaz del Resucitado que es, finalmente, el Emmanuel. Destinatarios de la
accin misionera son todas las naciones, generaciones y culturas.
Para el cumplimiento de esta misin, el cristiano deber ser capaz de exponer las
razones de la esperanza que lo anima (cfr. 1Pe 3,15). El aspecto dinmico de la misin
es favorecido por la alusin a la esperanza, que indisociable de la fe muestra que hay un
movimiento que proviene del designio divino y se encamina a un cumplimiento.
La misin eclesial pone al telogo en dilogo evangelizador. Esto debe
explicarse en contacto con la segunda tesis: es necesario presentar el anuncio salvfico.
El dilogo indicado, que toma en serio y respeta las culturas como producto del actuar
humano necesitado, por otra parte, de redencin de ninguna manera olvida la
prioridad absoluta de la verdad salvfica, que no puede ser relativizada56. No obstante,
esta verdad debe ser presentada de modo que el hombre libre, capaz de reconocer la
belleza del anuncio, se adhiera a l como un acto de su propia decisin, bajo la accin
del Espritu.
La fe expresada en el contexto interpersonal la fe como misin se multiplica
como resultado de la misma fecundidad del Espritu. Por ello, responsabilidad del
telogo es articular de modo claro el contenido del mensaje de la fe, de modo que la luz
y fuerza que la Palabra tiene pueda llegar a los distintos destinatarios de la misma. En su
sencillez desarmante, la palabra de Dios tiene un poder de convencimiento nico.
Metodolgicamente, la fe pone al telogo en el movimiento de la misin
evangelizadora y proyecta su actividad como un servicio en el horizonte humano ms
amplio. La reflexin de la fe genera los vnculos con los hombres de las diversas
culturas para que ellos puedan comprender la palabra de Dios y acogerla como la
verdad salvadora para sus propias vidas, y en ello se manifiesta la fecundidad del
Espritu.
10) Fides ad visionem: La tensin de la fe hacia la visin de Dios orienta la
actividad teolgica hacia una ulterior plenitud que le permite relativizar su
propio esfuerzo y aguardar con confianza un futuro absoluto siempre mayor de
cuanto logra conocer.
La ltima tesis enmarca toda la actividad teolgica en la condicin peregrina de
la Iglesia en el mundo. La fe que la Iglesia vive y comunica a lo largo de los siglos
tiene, en realidad, un punto de llegada en la plenitud escatolgica. La fe tiende a la
visin (cfr. 1Cor 13,12; 1Jn 3,2). La consumacin de la fe es el llegar a conocer como se
es conocido; finalmente, en el amor. La vida eterna y el conocimiento de Dios en Cristo
ultimadamente se identifican (cfr. Jn 17,3). La concepcin de la plenitud escatolgica
del hombre como un ver o conocer a Dios que, presente ya en la Escritura, se encuentra,
por ejemplo, en Ireneo, los alejandrinos y los capadocios 57, y tiene un notable desarrollo
en el Medievo58, se mantiene en el reciente magisterio conciliar, si bien en un contexto
eclesial ms amplio59.
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