Joachim Jeremias Dios Como Padre
Joachim Jeremias Dios Como Padre
Joachim Jeremias Dios Como Padre
LYCLh
Separata de
ESTUDIOS TRINITARIOS
Vol. XXXIV
Nin. 1
pp. 33-69
SALAMANCA
2000
Univ. Pontificia
SALAMANCA
INTRODUCCION
34
35
36
37
mas
38
La invocacin abbd
En tercer lugar J. Jeremias afirm que Jesus se dirigla habitualmente
a Djos en sus oraciones con el trmino arameo abbd. Como es sabido,
los evangelios solo ponen en boca de Jesus esta palabra en la oraciOn de
GetsemanI (Mc 14,36). Sin embargo, el hecho de que se conservara en
comunidades de lengua griega (las otras dos menciones dentro del NT
Se encuentran en Gal 4,6 y Rom 8,15) serIa un indicio de que Jestis se
dirigiO habitualmente a Dios con esta invocaciOn. AquI Jeremias no es
original, pues varios afios antes G. Schrenk habIa subrayado que en las
oraciones de Jesus el original del trmino pater era Ia invocacin
5 Esta identificacin tiene consecuencias importantes para descu
abbd
brir el sentido de abbd, que seglin Jeremias debe entenderse como un
vocativo. La traduccin de esta expresiOn aI griego en los tres pasajes del
Nuevo Testamento en ios que aparece ileva artfculo (ho patr), pero
Jeremias propone entenderla, a Ia luz de las otras oraciones que comien
zan con pater o pater mou, como Un vocativo.
Los estudios posteriores han contribuido a matizar esta tercera apor
taciOn de Jeremias. J. Barr considera que leer esta expresin detrs de
todas las oraciones de Jess es solo una posibilidad entre otras hiptesis
. Por su parte J. Schiosser acepta con ciertas cautelas la
6
tambin posibles<
posibilidad de que algunas oraciones de Jesus comenzaran originalmen
. En todo caso, nadie pone seriamente en tela de
7
te con esta invocaciOn
juicio el hecho fundamental de que Jess utilizO esta palabra para din
girse a Dios. Como reconoce Schiosser la nica explicaciOn histOrica
mente verosimil es ver en el uso comunitanio de abbd una herencia reci
bida de Jesus<>. Finalmente, G. Schelbert ha mostrado en tin detallado
estudio que este trmino se usaba normalmente como vocativo con el
.
9
sentido de <<padre>> o <<padre mb>>
39
40
41
27.
J.
41
Balance provisional
El balance de la investigaciOn realizada a partir del estudio de J.
JeremIas sobre Ia designaciOn y la invocacin de Dios como Padre en los
dichos de Jesus es bastante positivo. Podemos afirmar con bastante segu
ridad que Jess se refiriO a Dios como Padre cuando hablaba a sus discf
pubs y tambin en sus oraciones. Al menos en algunos casos utilizO para
dirigirse a El una palabra tomada del lenguaje familiar que tambin Se
usaba como tftulo de respeto (abb) y enseflO a sus discIpulos a hacer lo
mismo. Sin embargo, no puede decirse que esta palabra tuviera sOlo el
sentido que tenia en el lenguaje infantil, y tampoco podemos afirmar
con certeza que Jess distinguiera entre <mi padre>> y <vuestro padre>>.
En Ia discusin sobre las aportaciones de Jeremias se ha alcanzado un
cierto consenso sobre un pequefio grupo de dichos que, despues de
haber sido sometidos a una escrupulosa crItica literaria e histOrica, pue
den ser considerados como palabras realmente pronunciadas por Jesus.
ue confir
A travs de estas pocas palabras aparece una imagen de Dios 9
El
ma lo que est implfcito en el hecho de que Jess hablara de y se din
giera a El de esta forma: es un padre bondadoso y misenicordioso que
reparte el perdOn y hace salir el sol sobre buenos y malos (Mc 11,25; Q
6,36; Q/Mt 5,45); es un padre solIcito que est pendiente de bo que
necesitan los discfpulos y les revela sus designios ms secretos (Q 11,13;
12,30; Lc 12,32; Q 10,21); pero es, al mismo tiempo, un padre que
27.
J.
42
43
30. Sobre Ia naturaleza social del lenguaje vase: S. Guijarro Oporto, La lectura del
NT como didlogo intercultural, en: J. R. Ayaso (ed.), JVSimposio Biblico Espaol. Biblia
y Culturas, Granada 1993, vol. II, 353-62, pp. 353-355.
31. La distincin entre sociedades altamente contextualizadas y sociedades escasa
mente contextualizadas ha sido aplicada al mundo del NT por B. J. Malina, Reading
Theory Perspective. Reading Luke-Acts, en: J. H. Neyrey (ed.), The Social World ofLukeActs. Modelsfor Interpretation, Massachusets 1991, 3-23, pp. 19-20.
44
por estos patrones culturales, sino que dicha imagen no pudo haberse
dado al margen de ellos32.
R. Hamerton-Kelly apunt ya en esta misma direccin cuando afir
m que Al representar su mis Intima comprensin de Dios a travs del
sImbolo <<padre)> Jess recurri no sio a la tradicin religiosa, sino a su
propia experiencia familiar. La perspectiva de Hammerton-Kelly es his
trica y por eso se pregunta por la experiencia familiar que de hecho
tuvo Jesus. La mIa es ms bien social, y por eso tratar identificar los
patrones sociales compartidos que definlan y encauzaban entonces las
relaciones entre padres e hijos. Mi propsito es elaborar un <escenario de
lecturaa, es decir un marco en el que la actuacin de Jesus y su forma de
hablar de Dios como Padre adquieren un sentido mis preciso, y sin el
cual resulta muy difIcil evaluar dicho comportamiento y captar sus con
.
33
notaciones
Para elaborar este <escenario de lectura> sobre las relaciones padre
hijo en la Palestina del siglo primero disponemos de tres tipos de instru
mentos: los datos literarios, epigraficos y arqueolgicos de aquella poca
; los estudios sobre la cultura mediterr
4
que han llegado hasta nosotros>
nea tradicional; y los estudios sobre la familia en el judaIsmo antiguo><.
32. Esta afirmacin va ms all de Ia que guio Ia interesante investigacin de R.
Hamerton-Kelly, God the Father 55.
33. Sobre los escenarios de lectura vase: J. H. Elliott, What is Social-Scientific
Criticism?, Minneapolis 1993, 40-48.
34. La mayor pane de Ia informacin Ia encontramos en Ia literatura judla de Ia
poca (Edo, Filn, Flavio Josefo), que denota un fuerte influjo helenIstico.
35. Nos interesan sobre todo los estudios de tipo comparativo en los que aparecen
los rasgos comunes: los valores implicados, la definicin de las relaciones, etc. Este tipo
de patrones culturales con muy resistentes al paso del tiempo, y por eso han perdurado
en las sociedades tradicionales menos afectadas por los cambios de los dos ltimos siglos.
Vase: B. J. Malina J. H. Neyrey, First-Century Personality: Dyadic not Individual, en:
J. Neyrey (ed.), The Social World 67-96, pp. 70-72.
36. La literatura sobre Ia fainilia en el mundo greco-romano es muy amplia.
Nosotros tendremos en cuenta, sobre todo, los estudios sobre Ia familia en el judafsmo
de Ia poca, aunque al nivel de las clases acomodadas las diferencias eran muy pocas. La
obra de referencia en este campo es: S. J. D. Cohen (ed.), TheJewish Family in Antiquity,
(Brown Judaic Studies 289) Atlanta 1993. Sobre Ia situacin de Ia familia en Galilea: S.
Guijarro Oporto, Lafamilia en Ia Galilea del szglo primero, Estudios BIblicos 53 (1995)
46 1-488.
-
45
37. He expuesto con ms detalle cmo deben conjugarse estos elementos, y las pre
cauciones que deben observarse a! hacerlo en: S. Guijarro Oporto, Fidelidades en con
flicto. La ruptura con Ia familia por causa del discipulado y de Ia misin en Ia tradicin
sinoptica, (Plenitudo Temporis 5), Salamanca 1998, 36-42.
46
38. F. Barth, Role Dilemmas and Father-Son Dominance in Middle Eastern Kinshzs
Systems, en: L. K. Hsu (ed.), Kinshzp and Structure, Chicago 1971, 87-95.
39. S. Guijarro Oporto, Reinoyfamilia en conflicto: una aportacion al estudio delJeses
histrico, Estudios Blblicos 56(1998) 507-541, pp. 523-527.
40. Sobre Ia continuidad de la familia a travs de la relacin padre-hijo, vase: S.
Guijarro Oporto, Fid.elidades en conflicto 138-139; sobre Ia autoridad del paterfamiias y
sus funciones, vanse pp. 129-133.
47
Quien desee conocer las obligaciones que un hijo tenia hacia su padre
en el judaIsmo del siglo primero debe comenzar por examinar las impli
caciones que tenia entonces el cuarto mandamiento del declogo, que
mandaba honrar al padre y a la madre (Ex 20,12 y Dt 5,16), pues dste
es tambidn el punto de partida de los escritores de la dpoca cuando
hablan de ellas.
El honor era el valor central de aquella cultura, y pot tanto el que
determinaba la mayoria de los comportamientos de quienes vivian en
48
ella. Era un bien comn que todos los miembros de Ia familia estaban
, y una forma privilegiada
44
obligados a defender, conservar y acrecentar
de hacerlo era observar Ia jerarquIa que Dios habia establecido dentro de
la familia al otorgar ms honor al padre que a los hijos (Edo 3,2). El
fundamento del mandato de honrar al padre era una disposicin divina
que entendia la funcin de ios padres como servidores de Dios en el acto
de procrear y determinaba su posicin dentro de la familia con respecto
. El padre, como representante pblico de la farnilia, concen
4
a los hijos
traba en si el honor del que participaban todos sus miembros, y por eso
se decIa que el honor de un hombre est en la honra de su padre (Edo
3,11). La defensa del honor del padre era, en el fondo, una defensa del
honor de Ia familia, y por tanto de todos los que perteneclan a ella.
El mandato de honrar al padre se traduda en tiempos de Jesus en
obligaciones ms precisas. Filn lo concreta en estas cinco: respetarle
como a persona mayor, escucharle como a maestro, corresponderle
como a benefactor, obedecerle como a gobernante, y temerle como a
. Estas mismas obligaciones aparecen tambin de forma ms dis
4
seor
, de donde se deduce que Ia vision de
4
persa en Ia literatura sapiencial
FilOn es representativa de lo que se pensaba en el judaismo sobre estas
obligaciones. El fundamento de todas ellas y la razOn que se invocaba
para motivarlas era que los hijos deblan pagar a los padres lo que dstos
hablan hecho por ellos en su niflez. El pago de esta deuda era mucho
ms urgente en Ia vejez, cuando los padres no podIan valerse por si mis
. Veamos brevemente las otras cuatro obligaciones mencionadas
48
mos
por FilOn: el respeto, la escucha, Ia obediencia y el temor.
44. S. Guijarro Oporto, Fidelidades en conflicto 117-123.
45. Filn, Decal 119: los padres son los siervos de Dios para Ia tarea de engenderar
a los hijos y aquel que deshonra al siervo deshonra tambin al seor
46. FiIn, Spec 2, 234. Sobre las obligaciones de los hijos hacia lo padres en Ia obra
de Filn de AlejandrIa, vase: A. Reinhartz, Parents and Children: A Philonic Perspective,
en: S. J. D. Cohen (ed.), The Jewish Family 61-88, pp. 77-81. Para una vision mas
amplia en el judaIsmo de Ia pOca helenIstica 0. L. Yarbrough, Parents and Children in
theJewish Family ofAntiquity, en: S. J. D. Cohen (ed.), TheJewish Family 39-5 9, pp. 4953.
47. Prov 1,8; 4,1; 23,22; 19,26; 20,20; 30,17. Edo 3,3-16; Sal 126,3-5. Vase tam
bin: FilOn, Decal 111-120. 165-167; Spec. 2,223-262.
48. FilOn, DecalllO-118.
49
50
terIstica de los esciavos hacia sus amos, y los hijos son tales con respecto
a sus padres. Resulta inevitable pensar que Ia recomendacin de temer a
Dios tan recurrente en la literatura sapiencial podrIa estar relacionada
con esta obligacion de los hijos hacia sus padres.
Las obligaciones delpat/re hacia el hijo
Las obligaciones del padre hacia el hijo se entrelazan a veces con las
del hijo hacia el padre que acabamos de enumerar. AsI, por ejemplo, el
padre tenfa obligacion de instruir a su hijo, pero ste, a su vez, tenfa Ia
obligacin de recibir la enseanza de su padre. En la mayorIa de los casos
se da una correspondencia de este tipo, de modo que el hijo siempre
tenIa Ia obligacion de recibir aquello que Ia ley y Ia costumbre asignaban
al padre como obligacin. Esto justifica que nos detengamos en las obli
gaciones del padre hacia el hijo, pues tambidn en ellas podemos
trar algunos elementos que nos ayuden a caracterizar Ia actitud del hijo
hacia el padre.
La primera obligacion de un padre hacia su hijo era proveerle del sus
tento necesario, ofrecerle un techo donde cobijarse, protegerle y ayudar
le en todo. Esta obligacin tenla especial importancia en los primeros
afios de la vida, pero se extendla a toda ella. Todas estas obligaciones del
padre ponIan de manifiesto su solicitud hacia el hijo. Recordemos que
algunas de ellas aparecen en los dichos de Jesus que se refieren a Dios
a un padre que cuida con solicitud a sus hijos y les proporciona
sustento y vestido.
Especialmente importante era Ia obligacion que el padre tenIa de
. Sabemos que en la Palestina del siglo pri
54
educar e instruir a su hijo
mero la educacin de los hijos estaba a cargo de los padres y no de la
sinagoga o de la escuela. El padre era el encargado de ensear a sus hijos
53. A. Reinhartz, Parents and Children 69-73.
54. Prov 4,1-4; Tob 4; Filn, Spec 2,228.
eo
55. Segiin una tradicin del Talmud, fue Josu Ben Gamala, un contemporn y
otros
en
luego
Jerusaln
en
y
maestros
reclutar
a
comenz
quien
amigo de Flavio Josefo,
distritos para enseflar Ia Ley a los jvenes, pero en otros tiempos, cuando un niflo tenla
(bBB
a su padre ste era el que lo instrula, y si 00 tenIa padre, no recibfa inStruccin
21 a).
51
56. mQid4,14.
57. Josefo, Ap 2,204
58. Ex 12,26-27; 13,J4-15; Dt 6,20-24; Jos 4,6-7. 21-23. Sobre Ia funcin cate
qutica del padre en Israel, vase: C. J. H. Wright, Gods People in Gods Land: Family
and Property in the Old Testament, Grand Rapids 1990, 83-84. En la poca helenIstica:
Tob 4; 4Mac 18,10-19; Filn, Legatll5; Spec
,150; Flaviojosefo, Ap 1,60; mPes 10,4.
4
59. Esta concepcin tradicional de la educacin se encuentra ya en el libro de los
Proverbios (Prov 13,24; 22,15 y 23,13-14), y est magnfficamente recogida en un pasa
je de Ben Sira yen otro de Filn (Edo 30,1-13; Spec2,240). Vase: A. Reinhartz, Parents
and Children 74-77; y tambin: 0. L. Yarbrough, Parents and Children 45-46.
60. Todos estos aspectos han sido puestos de manifiesto en el magnffico estudio de
J. J. Pilch, Beat his Ribs while he is Young (Sir 30:12): A Window on the Mediterranean
World, Biblical Theology Bulletin 23 (1993) 101-1 13, pp. 102-107.
52
Conclusion
Estas obligaciones del hijo hacia el padre y del padre hacia el hijo no
agotan ni mucho menos el contenido de Ia relacin paterno-fihial, pero
n
sI dan una idea de los atributos intrInsecos que definian dicha relaci
en tiempos de JesiIs.
El hijo estaba destinado a reproducir Ia imagen de su padre, porque
principal misin serfa sucederle al frente de la casa. Por eso la imita
tio patris era una motivacin tan importante en Ia educacin y del corn
de
portamiento del hijo. Adems estaba obligado a honrarle a lo largo
res
Debla
idad.
ancian
en
la
toda su vida, y a asistirle en sus necesidades
le
petarle y temerle, reconociendo su precedencia y el honor mayor que
obede
de
cin
obliga
tenfa
habla sido conferido por Dios. Finalmente
tenIa
cerle en todo, reconociendo asi de forma concreta la autoridad que
sobre l.
Desde el punto de vista de las obligaciones del padre hacia el hijo,
lo
podemos decir que el hijo recibla de su padre la vida y con ella todo
de
recibIa
n
Tambi
etc.
necesario para subsistir: vestido, alimento, techo,
ofi
su padre una amplia instruccin, que iba desde el aprendizaje de un
do
a
obliga
estaba
sas,
y
cio hasta la transmisin de las tradiciones religio
hijo
el
ente,
Finalm
acoger esta instruccin con una buena disposicin.
pues
debIa recibir la disciplina y los castigos de su padre de buena gana, para
rio
necesa
algo
aunque no lo comprendiera sabla que se trataba de
su educacin.
Es razonable pensar que Jess comparti estos principios que regula
cultura
ban consciente o inconscientemente Ia relacin padre-hijo en la
algu
ofrecen
nos
les
en la que l vivIa, y por ello estos esquemas cultura
s de
propia
es
actitud
nas pistas para descubrir en su comportarniento las
hijo hacia su padre.
III.
EL
no es
El ((escenario de lectura>> elaborado en el apartado precedente
de la
terica
n
una reproduccin de la realidad, sino una reconstrucci
dis
fuentes
las
a
misma, que tiene sus lirnitaciones, debido sobre todo
estn
rlo
elabora
ponibles. La mayorfa de los datos que he utilizado para
53
54
to en ci que ms abiertamente se pone de manifiesto esta relacin parerno-filial es Ia oracin de Jesus. Como ya hemos visto, fue en este con
texto donde nacieron algunas de sus palabras sobre el Padre, y sobre todo
55
56
57
71. Este aspecto, que ya fue puesto de manifiesto por B. Gerhardson, The Testing of
Gods Son, Lund 1966, ha sido retomado recientemente con gran penetracin por R.
Rohrbaugh, Legitimating Sonshi 190-191.
58
confianza son las tres actitudes fihiales que descubrimos en este relato, y
detrs de dl en las situaciones de prueba que vivi Jesus.
Las comidas y los exorcismos de Jesus
59
60
A Contribution to the Study ofthe HistoricalJesus, Peabody, Ma. 1993, pp. 13-52, liega a
la conclusion de existen poquIsimos relatos o tradiciones acerca de exorcistas histOricos
individuales que puedan proporcionarnos un marco para examinar la tradiciOn de JesOs
relacionada con los exorcismos (p. 48). Vase, en el mismo sentido: B. Kollmann, Jesus
und die Christen a/s Wu?2dertater, (FRLANT 170), Gottingen 1996, pp. 118-173.
78. S. Guijarro, The Politics of Exorcism: Jesus Reaction to Negative Labels in the
Beelzebul Controversy, Biblical Theology Bulletin 29 (1999) 118-129, pp. 122-125.
79. Mi estudio debe en este aspecto concreto bastante a las aportaciones de P. W.
Q 11,19,20.
23.
61
62
82. Sobre la imitatio patris en las enseanzas a ios discfpulos, vase: G. Vermes, La
religion de jesOs 191-192.
83. Sobre el carcter contracultural del reinado de Dios, vase R. Aguirre
Monasterio, Del movimiento deJess ala iglesia cristiana, 2 ed., Estella 1998, 53-77, pp.
66-71.
63
84. Una sIntesis reciente de las mismas, que a mi juicio no tiene suficientemente en
cuenta Ia creciente oposicion que Jess fite experimentando debido su actuacin, puede
verse en: G. Theissen A. Merz, ElJesrs histrico 509-513.
85. Sobre Ia actitud de Jesiis hacia su muerte sigue siendo un punto de referencia el
estudio de H. Schrmann, Cmo entendiy viviJesrs su muerte? Refiexiones exegticasy
panordmica, (BEB 42), Salamanca 1982.
86. Es evidente Ia coincidencia que se da entre ambos en la terminologla (huios tou
anthropou, paradidomi, apoktein).
87. Aunque la referencia a Jerusaln podria ser secundaria, y ml vez se deba al influ
jo de una tradicin que vinculaba Ia muerte de los profetas con la ciudad santa (Qi 3,3435), Ia relacin entre Ia actividad de JesUs y su destino de muerte tenla un antecedente
cercano en lo que le habfa ocurrido a Juan Bautista. Vase: C. R. Karmierski, John the
Baptist. Prophet and Evangelist, Collegville, Mm. 1996, pp. 77-86.
-
64
reaccin que suscitaron sus palabras y su actuacin sobre todo entre los
grupos sociales dominantes, resulta bastante plausible que Jesus haya
contado con la posibilidad de un desenlace cruento, y sin embargo esto
comportamiento
.
no modific su 8
Las palabras de Jesus sobre el pan y el vino en la ltima cena avalan
esta suposicin. De ellas tenemos dos tradiciones, una est representada
por Mateo (Mt 26,26-28) y Marcos (Mc 14,22-24), y la otra por Lucas
(Lc22,19-20) y Pablo (iCor 11,24-25). A pesar de las diferencias entre
ellas, en ambas se identifica el pan con el cuerpo de Jesus y el vino con
su sangre. La mencin de la sangre derramada por muchos es una refe
rencia clara a Ia muerte. Si Jesus pronunci efectivamente estas palabras,
entonces podemos afirmar que en Ia ltima cena con sus discfpulos no
solo hablO de su muerte, sino que la aceptO y le dio un sentido. Esta afir
maciOn es coherente con otros acontecimientos que tuvieron lugar los
ltimos dIas de Ia vida de Jesus, como Ia acciOn en el templo y la huida
de sus discipulos, y tambin con la idea difundida entonces de que a los
.
89
profetas les aguardaba una muerte cruenta
La referencia ms expilcita sobre cOmo afrontO Jesus su muerte se
encuentra en el relato de la oraciOn de GetsemanI (Mc 14,32-42 par.).
El momento central del mismo son las palabras que Jesus dirige a Dios:
Abba, Padre, t lo puedes todo; aparte de ml esta copa, pero no sea lo
que yo quiero, sino lo que quieres iii (Mc 14,36). Esta breve oraciOn
revela que Jesus era consciente de lo que podia pasarle, que se dirigiO a
Dios como su abbd y que acept su voluntad en un gesto de obediencia
filial. Se ha puesto en duda con razOn la historicidad del relato, porque
es dificil explicar cmo pudieron recordar los discipulos todo esto si esta
ban dormidos, pero parece que Ia oraciOn citada en l constituye un
recuerdo histOrico relacionado con la muerte de Jesus. Ms aim, este
65
dicho podrIa haber sido el origen del relato. Esta oracin constituye,
por tanto, un argumento muy importante para afirmar que Jesus asumi
su muerte como un gesto de obediencia a Ia voluntad del Padre. En nm
gun otro lugar aparece con tanta claridad su actitud filial como en este
momento.
Voy a mencionar finalmente un pasaje de Ia Carta a los Hebreos, que
parece referirse a este mismo momento. Este pasaje es un reflejo de cmo
entendieron los primeros cristianos la actitud de Jesus ante Ia muerte, y
muestra con claridad su actitud obediente. El pasaje dice asI: el cual
(Cristo), en los dias de su vida mortal present oraciones y splicas con
grandes gritos y lagrimas al que podia salvarlo de la muerte, y fue escu
chado por su actitud reverente, y aunque era Hijo, aprendi la obedien
cia por lo que padeci (Heb 5,7-8). En este pasaje se explicitan algunos
elementos que estaban implicitos en la oracin de GetsemanI. Jess era
hijo y se le suponIa la obediencia, pero la aceptacin de la voluntad del
Padre en este momento fue Ia ocasin para mostrarla e intensificarla. De
este modo se hizo mucho ms patente su condicin de hijo.
En el mismo escrito encontramos un pasaje que nos nos proporcio
na el escenario adecuado para entender esta afirmacin. Merece la pena
citarlo completo, porque nos servir para recordar lo que dijimos en el
escenario de lectura acerca sobre la obediencia del hijo, y sobre la obli
gacin del padre de educar a sus hijos con disciplina y castigos:
Permaneced firmes en Ia correccin. Dios os trata como a hijos. Pues
hijo hay a quien su padre no corrija? Si estuvierais exentos del cas
tigo que ha alcanzado a todos, seriais bastardos, no hijos. Por lo dems,
Si a nuestros padres de Ia tierra los respetbamos cuando nos correglan,
cunto ms hemos de someternos al Padre del cielo para tener vida!
Nuestros padres nos educaban para esta vida, que es breve, segun sus cri
90. Esta es la condusin a Ia que liega J. B. Gibson, The Temptations ofJesus 241244. Vase, en ci mismo sentido: J. D. G. Dunn, Jesz1sy el EspIritu 42-47; J. Schiosser,
ElDios defrss 134-143.
91. En mi opinion no es necesario traducir kazer por <<puesto que> como propone
J. J. Pilch, Beat his Ribs 109. Lo que ci autor de Hebreos quiere resaltar no es que este
sufrimiento sea la prueba de que era hijo, sino que siendo hijo, y por tanto ya obedien
te, tuvo ocasin de hacer ms patente y clara su condiciOn filial con esta prueba supre
ma de obediencia.
66
terios; Dios, en cambio, nos educa para algo mejor, para qtte participe
mos de su santidad. Es cierto que toda correccin, en el momento en
que se recibe, es ms un motivo de pena que de alegrIa; pero despus
aporta a ios que Ia han sufrido frutos de paz y salvacin. (Heb 12,712)92. Esta reflexin es un comentario a una recomendacin del libro de
los Proverbios en el que se habla de cmo el Seor educa-corrije a los que
considera sus hijos: Hijo mb, no desprecies la correccin del Seor, ni
te desalientes cuando dl te reprenda; porque el Seor corrige a quien
ama, y castiga a aqul a quien recibe como hijo (Prov 3,11-12; Heb
75b-6).
Estos pasajes y otros muchos que podrIan aducirse en el mismo sen
tido, ponen de manifiesto dos elementos bsicos en Ia reiacin padre
hijo: la obligacin del hijo de obedecer a su padre y soportar sus casti
gos, y Ia que tenla ei padre de educar a su hijo con disciplina. Este es el
escenario en ci que debemos comprender Ia actitud que tuvo Jesus ante
muerte. Es muy probable que haya conocido y aceptado la posibili
dad de una muerte cruenta, y que haya aludido a ella en la ltima cena
con sus discIpulos, y sobre todo en un intenso momento de oracin que
precedi a su prendimiento. Diversos indicios, sobre todo el contenido
de dicha oracin, sugieren que vivi y explic esta actitud suya desde la
conviccin de que Dios era su Padre. Esta actitud revela una confianza y
cercanla muy grandes, como muestra la utilizacin de la palabra abbd en
este contexto, pero ante todo subraya la dimension de Ia obediencia filial
e en esta acti
y de la disciplina paterna. La imagen de Dios que aparec
ncia e impo
obedie
a
reclam
que
te,
tud de Jesus es la de un Dios exigen
67
disciplina, una imagen que nada tiene que ver con ciertas formas de
entender el trmino abb
ne
CONCLUSIONES
Al comienzo manifestd Ia conviccin de que un estudio del compor
tamiento de Jesis podrIa revelarnos cmo entendi y vivi l la paterni
dad de Dios. Ahora es el momento de recoger los resultados, y de corn
68
insisten en Ia solicitud del padre para con los discIpulos, y solo en tres
ocasiones hablan de un padre que reclama obediencia, respeto y recono
cimiento de su dignidad. Este segundo aspecto, que est menos presen
te en las palabras de Jesus, era sin embargo conocido y compartido por
sus destinatarios, de modo que no hacIa falta insistir en l. El hecho de
que se mencione menos no implica que Jesus le diera menos importan
cia. De hecho hemos podido comprobar que est muy presente en su
comportamiento filial. Esto tiene que ver con la interpretaciOn del sen
tido de Ia palabra abb, y confirma que las crIticas a la interpretaciOn
<dnfantil>> del t&mino estn bien fundadas.
En segundo lugar, hemos podido comprobar que el comportamien
to de Jesus en su relaciOn con Dios se ajusta al que se esperaba de un hijo
en Ia cultura de su tiempo. Su forma de actuar y la forma en que la jus
tificO revela una gran confianza en Dios, aun en medio de las situacio
nes ms adversas, y esto coincide con lo que tan encarecidamente reco
mendaba a sus discipulos. En los momentos de prueba, Jesus se mantu
vo fiel y no renegO de su condiciOn de hijo. Su comportamiento, que con
frecuencia desencadenO reacciones adversas, estaba motivado por la imi
n
tatio patris, la imitaciOn del modo de actuar de Dios, algo que tambi
actitud
una
e
siempr
tuvo
todo
sobre
recomendO a sus discIpulos. Y
ejemplar de obediencia a Ia voluntad de Dios, Ilegando at extremo de
aceptar el sufrimiento a que le fue Ilevando dicha obediencia. Todos
estos comportamientos revelan que Ia relaciOn con Dios como Padre fue
el fundamento de su vida (vocaciOn), y Ia dave para afrontar su minis
terio (misin).
Sin embargo, hay que decir inmediatamente que la imagen de Dios
que aparece en la actuacin de Jesus no se ajusta a la que entonces se
tenha de un padre. Esto se advierte fcilmente en el carcter contracul
tural de muchos de sus comportamientos, y en Ia vinculacin de la
paternidad de Dios a Ia inminente ilegada de su reinado. En Ia cultura
mediterrnea del siglo primero el padre era, ante todo, el garante de Ia
continuidad e integridad de Ia familia, y para ello utiizaba la autoridad
que posela. El Dios a quien Jesus invoca como Padre no reproduce estos
rasgos patriarcales, sino que abre fronteras, y tiene un proyecto integra
dor. Su actuacin no se circunscribe at mbito del parentesco (el grupo
de los discIpulos que le invocan como Padre), sino que mira sobre todo
del
al mbito pblico y a la dimensiOn politica implicada en el anuncio
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Madrid 1992 [original 1965], 269-338, pp 277-284. Sobre Ia importancia de este prin
cipio para la teologla del Padre: B. Sesbou, Dios Padre en Ia reflexion teologica actual, en:
N. Silans (ed.), Dios es Padre 203-226, PP. 20 5-207