Agambe Muchacha Indecible
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Agambe Muchacha Indecible
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Se dice que quienes se iniciaban en los misterios de Eleusis, en la Grecia antigua, alcanzaban el conocimiento supremo, y todos los secretos
del mundo se revelaban ante ellos. La figura central de esa revelacin
en la que se concentraban el saber y la vida era una muchacha
indecible. Cualquiera que tuviese la fortuna de contemplarla, alcanzara la iluminacin que slo los iniciados conocen, y su vida sera ms
clara, ms elevada, ms sencilla. Pero cmo encontrarla?, cul era
su forma?, qu nombre tena? En este libro, Giorgio Agamben quiz
el mejor filsofo de nuestro tiempo y Monica Ferrando una de las
artistas contemporneas ms importantes tratan de respondernos
a esas preguntas mediante un hermoso dilogo entre las palabras y
las imgenes, un dilogo que interroga y que recorre los misterios de
Eleusis, el mito de Kore-Persfone, su rapto en los campos de Sicilia,
su estancia en la oscura tierra de Hades, la bsqueda y desdicha de
Demter, la risa obscena de Baubo, la vuelta de Kore a la tierra de los
dioses y, finalmente, la dicha del reencuentro con su madre y con la luz.
Leer este libro es adentrarse, de la mano de Agamben y Ferrando,
en un proceso de iniciacin. Pero una iniciacin a qu? No se trata
de una doctrina secreta de la cual no podamos hablar, sino de la vida
misma y de la ausencia de misterio. Porque, al cerrar este libro, habremos aprendido que en el mundo no hay nada que se oculte ante nosotros, y que toda la belleza a la que podemos aspirar se concentra
en la figura de una muchacha indecible. Y, al menos durante la lectura
durante los instantes de nuestra iniciacin, la felicidad y la bienaventuranza se instalarn en nuestra vida.
En el trabajo de Agamben uno encuentra una visin que mira profundamente en el pozo de la experiencia humana, y percibe una interaccin turbulenta y poderosa de fuerzas sociales y polticas que sirven
para conformar y constituir no slo el orden social y la subjetividad
individual, sino tambin la vida en su forma ms bsica.
Radical Philosophy Review
www.elboomeran.com
La muchacha indecible
La muchacha indecible
Mito y misterio de Kore
Giorgio Agamben
Monica Ferrando
Traduccin de Ernesto Kavi
ndice
1. La muchacha indecible
Giorgio Agamben
I
II
III
IV
V
VI
9
11
19
29
35
39
47
2. A la musa de la pintura
Monica Ferrando
55
3. KORE
FUENTES ANTIGUAS
Edicin de Monica Ferrando
61
65
67
69
73
77
85
89
95
Bsqueda de Demter
Eleusis: Las muchachas en la fuente
Eleusis: Yambe o Baubo
Eleusis: El rito
La tierra sin flores y sin frutos
Bodas en el inframundo
La simiente de la granada
Regreso de Kore y de las flores y de los frutos
sobre la tierra
Iniciacin a la vida bienaventurada
LISTA DE IMGENES
Monica Ferrando
105
113
115
121
129
131
145
147
155
163
1. L A MUCHACHA INDECIBLE
Giorgio Agamben
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hija y la madre, entre la virgen y la mujer, la muchacha indecible deja aparecer una tercera figura que cuestiona todo
lo que, a travs de ellas, creemos saber de la femineidad y, en
general, del hombre y de la mujer.
El trmino griego kore (en masculino koros) no se refiere a una
edad precisa. Deriva de una raz que significa la fuerza vital, el
impulso que crece y hace crecer a las plantas y a los animales
(koros significa tambin retoo). Una kore puede, por lo tanto, ser vieja, como las Frcides, llamadas denaiai korai, muchachas longevas, y graiai, de cabellos blancos. Y korai son,
en Esquilo, las Erinias, las terribles vengadoras de la sangre, las
antiguas nias de cabello blanco (graiai palaiai paides: Eum.,
vv. 68-69). Que la ira y la venganza implacables contra las que
debe enfrentarse el hroe trgico y que, en las Eumnides, Atenea y Apolo buscan por todos los medios domesticar, sean personificadas por nias es ciertamente significativo. Una de estas
viejas muchachas (benvola, esta vez) es Yambe, que aparece
en el mito de Persfone, la Kore, la muchacha por excelencia.
Kore es la vida porque no se deja decir, porque no se deja definir ni por la edad, ni por la identidad sexual, ni por las mscaras
familiares ni sociales.
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II
Pero es posible que no se tratara de mantener en lo oscuro a los no iniciados, sino que el silencio concerniera a los
iniciados mismos. Ellos, que haban tenido acceso a una experiencia de no-conocimiento o, mejor, de un conocimiento no
discursivo, no deban poner en palabras aquello que haban
visto y padecido.
El Padre de la Iglesia Clemente de Alejandra, que haba sido
iniciado o que haba tenido conocimiento, gracias a informadores ms o menos confiables, de que en Eulesis el hierofante
mostraba al iniciado una espiga tallada y pronunciaba la frmula hye, kye (llueve, vuelve fecundo), escribe con sorna: ste sera el gran e indecible misterio eleusino!.9 De
este modo demostraba haber perdido todo acceso al significado de lo indecible pagano. En los misterios el hombre antiguo no aprenda algo una doctrina secreta sobre lo que,
enseguida, deba callar, sino que tena la alegre experiencia
del enmudecer mismo (mega gar ti theon sebas ischanei auden,
un gran estupor frente a los dioses impide la voz: Homeri
Hymnus in Cererem, v. 479), es decir, la posibilidad, abierta al
hombre, de la muchacha indecible, de una existencia alegre
e intransigentemente in-fantil.
Por eso no era posible divulgar el misterio, porque no
haba propiamente nada que divulgar.
No sorprende, entonces, que divulgar el misterio en griego se dijera exorchesthai ta mysteriai, literalmente bailar los
misterios al exterior, o fuera, es decir, plagiarlos, imitarlos sin destreza. Por otro lado, en los orgia kala, el Himno a
Demter dice que no es posible buscar conocerlos (pythesthai)
o proferirlos (acheein) (Hymn. Cer., v. 479).
9. d., p. 42.
21
del pensamiento (Temistio glosa el trmino aristotlico epidosis con teleiosis, consumacin, el trmino con el cual los
cristianos designarn la iniciacin bautismal). Y es esta consumacin del pensamiento la que Aristteles, en dos puntos
decisivos de la Metaphysica (1051 b, 24, por el conocimiento de
lo simple, y 1072 b, 21, por el intelecto que se piensa a s mismo), expresa con el trmino tocar (thigein) que, como en el
fragmento citado del Eudemo, se parangona con la experiencia
de los iniciados.
Precisamente el primero de estos dos pasajes nos permite
entender mejor lo indecible de los misterios. No se trataba de
la prohibicin de comunicar una doctrina secreta, tampoco
de una incapacidad absoluta de hablar. Los informadores cristianos nos han transmitido las frmulas rituales pronunciadas por el iniciado: he ayunado, he bebido el cicen,
he tomado de la cesta, despus de haber obrado, lo he
vuelto a poner en la canasta y de la canasta en la cesta. Y ya
hemos visto las frmulas del hierofante (llueve, vuelve
fecundo), a las cuales se pueden agregar aquellas que Hiplito nos ha transmitido: Brim, la Seora, ha generado al
sagrado nio Brims.10 Aun si estas informaciones tardas
y de origen tendencioso pueden ser inexactas, los estudiosos
coinciden en la idea de que la ceremonia no se desarrollaba en
absoluto silencio.
Ahora, en la Metaphysica (1051 b, 22-24) Aristteles dice que, en el conocimiento de las cosas no compuestas,
lo verdadero consiste en el thigein kai phanai, en el tocar y nominar, precisando inmediatamente despus que la
nominacin (phasis, el proferir palabras no estructuradas bajo la forma del juicio) no es lo mismo que la proposicin (kataphasis, decir algo sobre algo). El conocimiento
10. Hiplito de Roma, Contre les hrsies, edicin a cargo de P. Nautin, ditions
du Cerf, Pars, 1949, pp. 5, 8, 39-40.
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27
III
A este propsito, la irreverencia de Digenes es, como siempre, instructiva. A los atenienses que le sugeran que se iniciara (myethenai), porque a los iniciados les espera en el Hades
un lugar privilegiado (proedriai, literalmente, puestos en primera fila), responde: Sera muy divertido ver a Agesilao y
a Epaminondas en el fango, y a un iniciado cualquiera en las
islas de los bienaventurados! (Diog. Laert., 6, 39).
Sin duda, el mito eleusino de Demter contiene elementos
cmicos. La diosa, mientras vaga afligida por la prdida de
Persfone, encuentra a una mujer llamada Baubo, a su marido Disaules, y a sus hijos Triptlemo, Eumolpo y Eubuleo.
Baubo recibe festivamente a la diosa y le ofrece de beber el
cicen, una bebida de cebada. Demter, inconsolable, lo rechaza. Entonces Baubo se pone frente a ella con las piernas
obscenamente abiertas y le muestra el sexo, en el cual aparece el rostro del nio Iaco (Iakchos). La diosa se echa a rer y
acepta la bebida.
Kernyi, quien recuerda que Iaco, el nio divino de Eleusis, es otro nombre de Dioniso, comenta: Sera difcil describir con exactitud lo que Demter vio en el regazo desnudo de
Baubo. Aqu tocamos lo inenarrable en los misterios.11 Pero es
verdad que Demter vio algo que la hizo rer, que la visin fue,
al mismo tiempo, obscena y cmica. Y era para conmemorar
esta visin que los iniciados decan: He ayunado, he bebido
el cicen. En contra de la malvola insinuacin de Clemente,
para quien los misterios hacen tragedia (ektragodousai)12 de
un estupro, es necesario recordar que el espectculo eleusino
admitiendo que se pueda hablar de un espectculo era cmico, no trgico.
11. K. Kernyi, Die Mythologie der Griechen, Rhein Verlag, Zrich, 1951 (trad.
cast., Los dioses de los griegos, Monte vila, Caracas, 1999).
12. Clemente de Alejandra, The Exhortation, op. cit., p. 36.
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Se dice que quienes se iniciaban en los misterios de Eleusis, en la Grecia antigua, alcanzaban el conocimiento supremo, y todos los secretos
del mundo se revelaban ante ellos. La figura central de esa revelacin
en la que se concentraban el saber y la vida era una muchacha
indecible. Cualquiera que tuviese la fortuna de contemplarla, alcanzara la iluminacin que slo los iniciados conocen, y su vida sera ms
clara, ms elevada, ms sencilla. Pero cmo encontrarla?, cul era
su forma?, qu nombre tena? En este libro, Giorgio Agamben quiz
el mejor filsofo de nuestro tiempo y Monica Ferrando una de las
artistas contemporneas ms importantes tratan de respondernos
a esas preguntas mediante un hermoso dilogo entre las palabras y
las imgenes, un dilogo que interroga y que recorre los misterios de
Eleusis, el mito de Kore-Persfone, su rapto en los campos de Sicilia,
su estancia en la oscura tierra de Hades, la bsqueda y desdicha de
Demter, la risa obscena de Baubo, la vuelta de Kore a la tierra de los
dioses y, finalmente, la dicha del reencuentro con su madre y con la luz.
Leer este libro es adentrarse, de la mano de Agamben y Ferrando,
en un proceso de iniciacin. Pero una iniciacin a qu? No se trata
de una doctrina secreta de la cual no podamos hablar, sino de la vida
misma y de la ausencia de misterio. Porque, al cerrar este libro, habremos aprendido que en el mundo no hay nada que se oculte ante nosotros, y que toda la belleza a la que podemos aspirar se concentra
en la figura de una muchacha indecible. Y, al menos durante la lectura
durante los instantes de nuestra iniciacin, la felicidad y la bienaventuranza se instalarn en nuestra vida.
En el trabajo de Agamben uno encuentra una visin que mira profundamente en el pozo de la experiencia humana, y percibe una interaccin turbulenta y poderosa de fuerzas sociales y polticas que sirven
para conformar y constituir no slo el orden social y la subjetividad
individual, sino tambin la vida en su forma ms bsica.
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