La Centralizacion Del Poder Politico y e
La Centralizacion Del Poder Politico y e
La Centralizacion Del Poder Politico y e
Agradezco a Ianir Milevski por su cuidadosa lectura de este trabajo y sus valiosos comentarios. De todos modos, la versin
final de este artculo es de mi exclusiva responsabilidad.
Barcino. Monographica Orientalia 1 (2013) 15-41 (ISBN: 978-84-475-3728-0)
15
CRISTINA DI BENNARDIS
ABSTRACT
[Perhaps one of the most innovative processes in human history, and with deep consequences for most
peoples lives, has been the transformation of non-state societies into state ones, although the qualitative leap
that this transformation implied had been hardly perceptible at that time, since this change does not exclude the
role that tradition might have played in the configuration and legitimization of the new institution of political
concentration. Historians, sociologists, social anthropologists, archaeologists have long addressed this issue,
and, for ancient society scholars, the analysis of the states of those times is not, in fact, an option among
different research topics but rather an imposition that comes from the nature of the sources. In their research
work, both philologists and archaeologists find, in the first place, the remains of what may be interpreted as
state organizations: most written and iconographic sources, as well as the monuments tell us about political
power centralization, therefore, about the states and the elites that constitute them. At the same time, the
traditional positivist requirement of considering only what is explicitly expressed in the sources (the ones that
survive are mostly produced by the elites) led researchers to overestimate the role of the state, almost ignoring
the rest of society. The present article aims to highlight that, in spite of the abovementioned matters, the concept
of state seem to have been frequently omitted in specialized publications. In order to overcome this omission,
we need to face the objections, direct or veiled, of those who restrict the use of this term only to the modern
state (which can be recognized in the positions held by Historic Sociology and Conceptual History), or of those
who consider that it is possible to carry out social studies without theoretical tools. To this end it is necessary to
fill this concept with meaning, taking into account both the abstract aspects that constitute it and the empirical
enclaves that give it empirical materiality. From a position that defends its use in ancient society studies, we
will present the general aspects of the concept and the specific aspects that define concrete historic cases: citystate, regional-state, ethnic-state, consanguineous-territorial mixed state, empire.]
Tal vez uno de los procesos ms innovadores en la historia humana, y con profundas consecuencias
para la vida de la mayora de las personas, ha sido la transformacin de sociedades no estatales en
estatales, aunque el salto cualitativo que implic haya sido casi imperceptible en su momento, ya que este
cambio no excluye el papel que habra jugado la tradicin en la configuracin y legitimacin de la nueva
institucin de concentracin poltica.
Historiadores, socilogos, antroplogos, cientistas sociales en su conjunto, se han preocupado por
este tema desde hace mucho tiempo, pero para los estudiosos de las sociedades antiguas, el anlisis de los
estados de esos tiempos no es, en realidad, una opcin entre diversos temas de investigacin sino ms bien
una imposicin que proviene de la naturaleza de las fuentes. En sus investigaciones, tanto fillogos como
arquelogos se encuentran, en primer lugar, con los restos de lo que puede ser interpretado como
organizaciones estatales: la mayora de las fuentes escritas, iconogrficas y la edificacin monumental nos
hablan de la centralizacin del poder poltico, por tanto, de lo que se podra considerar estados y las
lites que los conforman. A su vez, el tradicional requerimiento positivista de considerar solo
aquello expresado directamente en las fuentes (las que sobreviven en su mayora son las
generadas por las lites) ha conducido a muchos investigadores a una sobrestimacin del rol del
estado, lo que casi ha invisibilizado al resto de la sociedad. Por su parte, la actual hegemona de las
sociedades estatales en casi la totalidad del orbe naturaliza la existencia del estado en nuestras mentes,
direccionando de algn modo nuestras indagaciones e interpretaciones.
1. La elusividad del estado antiguo
A pesar de lo expresado, y en aparente contradiccin con lo dicho, en la mayora de los estudios sobre
las sociedades antiguo-orientales existe una discusin ignorada o soslayada: es posible hablar de
16
estados en diferentes perodos histricos que se retrotraen en algunos planteos hasta el IV milenio a.C.?1
La discusin que se elude es si el estado es una categora aplicable a distintas formas de centralidad
poltica ms all de la organizacin poltica moderna, la que acompaa al proceso de acumulacin
originaria del capitalismo y su desarrollo, con el correlato de la aparicin primero de las monarquas
absolutas y luego de las democracias, con ciudadanos conscientes de sus derechos y de su posibilidad de
participacin en el gobierno2; o sea, el estado-nacin: un pueblo, un gobierno, un territorio. La postura
que podramos llamar modernista de negar la existencia de estados antes de la modernidad se asienta,
en gran medida, en los postulados de algunos representantes de la Historia Conceptual, quienes se
plantean que el verdadero obstculo para la comprensin de los contextos pasados, diversos del nuestro, es
el hecho de que el lenguaje, el mundo conceptual con el que hoy operamos, deriva de una precisa
situacin histrica, aqulla del nacimiento del mundo moderno y todava hoy est sustancialmente
condicionado por ella (Brunner en Dusso 1998: 46). Siguiendo estos criterios estaramos inermes ante la
barrera histrica para la comprensin del pasado. Sin embargo, algunos autores dentro de esta corriente,
como el citado Dusso, podran coincidir con lo que plantearemos, ya que, aun admitiendo la afirmacin
anterior, entienden que es factible contextualizar histricamente los conceptos y re-significarlos.
Koselleck (1993: 114), dentro de esa lnea, ha remarcado la relacin entre Historia Social e Historia
Conceptual al sealar que el vnculo entre ambas aumenta el rendimiento de la Historia Social, cuestin
realmente acertada si tenemos en cuenta que el autor afirma:
la historia conceptual es en primer lugar un mtodo especializado para la crtica de las fuentes, que
atiende al uso de los trminos relevantes social o polticamente y que analiza especialmente las expresiones
centrales que tienen un contenido social o poltico. Es obvio que una clarificacin histrica de los conceptos
que se usan en cada momento tiene que recurrir no slo a la historia de la lengua sino tambin a datos de la
historia social, pues cualquier semntica tiene que ver, como tal, con contenidos extralingsticos (idem, 112).
Creo que los historiadores convendrn en que estas son partes de las operaciones metodolgicas
ineludibles para producir una interpretacin lo ms ajustada posible, aunque, siempre parcial, provisoria y
tambin motivada por los temas de nuestro presente.
La Sociologa Histrica tambin ha contribuido a problematizar aspectos del tema del poder poltico
y el estado que quedaron fuera de la mirada de los especialistas3. Sirvan de ejemplo los aportes de quienes,
entre muchos otros autores que podran mencionarse dentro de esta escuela, han abordado la posibilidad
de identificar formas estatales pre-modernas, o formas alternativas de identidades polticas. Tal el caso de
Gellner (1991[1983], 1992[1987], 1994[1993], 1996[1977]) a quien sus estudios sobre el origen de la
naciones y el nacionalismo ha llevado a identificar el rol de la cultura y la religin en el surgimiento y
consolidacin de diferentes comunidades histricas; Grosby (1997, 2002) por su parte, reconoce en la
antigedad ejemplos de una conciencia circunscripta a un lmite territorial translocal y de este modo
1. La mayor parte de las ejemplificaciones se tomarn del mbito de Mesopotamia.
2. Una mencin aparte merecen las discusiones sobre la estatalidad o no de las polis griegas (Berent 1996, 2004; Sartori
2002), ya que parten del concepto de ciudadana, inexistente con el contenido que tiene para Grecia, en las sociedades antiguoorientales.
3. Resulta un tanto paradjico que fuese la sociologa la que retomara este tema, si se tiene en cuenta que ya en 1925 Max
Weber (1944[1922]: Tomo II, p. 74) uno de sus padres fundadores sealaba que Al concepto de comunidad tnica, que se
disipa ante una rigurosa formacin conceptual, se asemeja en cierto grado otro concepto, cargado por la mayora de nosotros de
acentos patticos, el de nacin, tan pronto como tratamos de aprehenderlo sociolgicamente. Su firme posicin contraria al uso
de estos conceptos se basaba en su conviccin de que eran inoperantes para toda investigacin rigurosamente exacta (ibid.).
Sin embargo, el tema, lejos de abandonarse, ha generado una abrumadora produccin.
17
CRISTINA DI BENNARDIS
quizs una nacin y considera la existencia de varias colectividades en el antiguo Cercano Oriente que
renen esos requisitos; Anderson (1993[1983]) y Hobsbawm (1994), 1996[1983]), quienes han analizado
desde pticas en cierto modo convergentes el carcter construido o imaginario de la relacin estadonacin y sus posibles variantes antes de la modernidad; Smith (1976[1971], 1994, 2000[1995]) quien
acua el concepto de identidades polticas pre-modernas con lo que pone en tensin la relacin entre
estado moderno y nacin, a la vez que postula el origen tnico de los estados4; Mann (1991[1986]) en un
extenso trabajo es uno de los pocos estudiosos que se ha propuesto desglosar el concepto de estado
imperial atendiendo a sus bases sociales, econmicas y tcnicas, diferenciando as distintos casos, lo que
permite un intento de ordenamiento clasificatorio con base histrica y con menos anacronismo que otros
intentos similares como el de Eisenstadt (1979) o Claessen (1987), quien se centra en el tema de la
significacin social de tributo e impuesto5.
Los investigadores de la historia antiguo-oriental, en particular los asirilogos, son suspicaces en
cuanto a la calidad de la base erudita de los trabajos sociolgicos, objecin en cierto modo atendible
tomando en cuenta que, en general, no se hace un uso de primera mano de las fuentes, pero tambin sera
razonable escuchar la interpelacin que estos planteos implican sobre el vaco de interpretacin que aqueja
a gran parte de nuestra produccin.
La discusin est soslayada pero el problema no est ausente: gran parte de las obras publicadas
durante el siglo XX no muestran conciencia crtica sobre el uso de conceptos modernos para realidades
muy lejanas; muchos, e incluso muy buenos historiadores, no han hecho gala de rigor metodolgico. Por
el contrario, han utilizado de manera indiscriminada los trminos estado o imperio, sin sentirse
obligados a proporcionar conceptos, con lo cual se produce inevitablemente un deslizamiento semntico
desde las determinaciones modernas del concepto hacia las de la realidad estudiada (aqu s tiene razn la
Historia Conceptual!).
A su vez, la mayora de los fillogos, por su propia prctica y su apego al paradigma positivista han
tratado de traducir lo ms aspticamente posible los trminos que refieren al poder centralizado, por ello,
no mencionan al estado, sino que hablan de reinos, monarquas, o el gobierno de la ciudad; ya que
se abstienen de inferir la existencia de una institucin para la cual consideran que no existe un trmino que
se corresponda con nuestra idea de estado (o como propondr aqu un concepto general de estado que
pueda incluir la categora estados antiguos).
Diversos estudiosos han tratado de superar el encorsetamiento metodolgico, pero ha habido una
suerte de dicotoma entre los trabajos filolgicos, respetuosos de lo extrado de las fuentes hasta la
meticulosidad, y los anlisis interpretativos, que a veces no explican claramente su marco terico, lo que
resta sustento a sus afirmaciones y los hace sospechables de desviacin ideolgica.
La postura opuesta a la negacin u omisin del concepto de estado ha surgido en su mayor parte de la
arqueologa, la que por su propia prctica con los restos materiales reconoce espacios familiares,
templarios y palatinos y una organizacin de los mismos que permite, en determinados casos, identificar
4. Imposible explicar en este recorrido su complejo anlisis cuestionador de las posiciones perennealistas, a la vez que
propone el rescate de ncleos tnicos a travs del tiempo y su resignificacin. Cf. en particular su artculo 2000[1995].
5. No desconozco, a partir de la breve mencin de estas escuelas, otras perspectivas que han aportado tambin de manera
significativa al estudio del poder y los procesos estatales en las sociedades antiguas, como ciertos trabajos del campo de la
Antropologa (en particular la Antropologa Poltica). Para salvar aunque sea parcialmente esta injusticia menciono dos
compilaciones donde es posible contar con una exposicin sistemtica y abarcativa de esos aportes: Lewellen (1985[1983]),
Gonzlez Alcantud (1998).
18
19
CRISTINA DI BENNARDIS
(1931), quien avanza en el mismo sentido. Segn estos planteos, la totalidad de la tierra y las personas que
las trabajaban pertenecan al dios, por ende al templo y por extensin al rey. Aos ms tarde Falkenstein
(1954) se sumara a esta postura con su trabajo sobre la ciudad templo sumeria11. Dcadas ms tarde
Gelb (1969, 1972) y Diakonoff (1972), en forma independiente, cuestionaron estos postulados ya que una
mirada crtica sobre los documentos utilizados y nuevas fuentes les permitieron afirmar que no toda la
tierra estaba en manos del Estado, dado que familias y comunidades posean tierras de modo
consuetudinario.
Sin embargo, el concepto de despotismo asitico fue realimentado por situaciones histricas del
presente como la guerra fra, cuestin que es posible inferir en los planteos de Wittfogel (1966[1957]),
quien vuelve sobre la idea de un estado frreamente centralizado por la necesidad de realizar grandes
obras, situacin que en el Oriente antiguo atribuye a la necesidad de control hidrulico. En el momento
actual reaparece por la estigmatizacin del mundo islmico, donde los lderes religiosos ejercen un
importante poder que los incluye en la atribucin de despotismo y teocracia (Huntington
(1966[1993])12.
Prosiguiendo con el siglo XX, cabe destacar que el desarrollo de las teoras neo-evolucionistas y su
impacto sobre los estudios arqueolgicos, antropolgicos e histricos, hicieron de las sociedades antiguas
un campo de prueba de dichas teoras, dado que all era posible distinguir el origen de estados prstinos
(Fried 1967, 1985)13, aquellos que emergieron por su propia evolucin. Estas discusiones incluyeron
tambin el pasaje de la sociedad sin estado a la sociedad estatal, donde juega un rol protagnico el intento
de identificar jefaturas como paso previo al estado. Mesopotamia, la tierra de los dos ros, fue un rea
asiduamente estudiada (Adams 1966, 2006, 1981; Adams y Nissen 1972, Johnson 1972, 1980, entre
otros). Este camino llev a un callejn sin salida debido, por un lado, a la prdida de prestigio del neoevolucionismo y su postulado de diversos estadios universales para explicar el desarrollo social a pesar
de su renovacin de la explicacin original; por otro, por la imposibilidad de los cientistas sociales de
14
alcanzar un acuerdo respecto de las causas del pasaje de las sociedades no estatales a las estatales .
Al mismo tiempo aparecan teoras antropolgicas que negaban la necesaria evolucin hacia
sociedades estatales, basadas en trabajos de campo etnolgicos, como el de Clastres (1974, 1981) entre los
grupos tup-guaran, yanomami, guayakis en Brasil y Paraguay, que demostraban, segn este autor, que
esas sociedades actuaban contra el estado. Ellos habran desarrollado acciones concretas para inhibir la
aparicin de diferencias sociales y la concentracin del poder en pocas manos15. En realidad, esta posicin
ofrece unas cuantas aristas para la discusin, que no desarrollar aqu para no desviar el eje del trabajo,
11. Aunque, como se ver infra, tambin reconoci la existencia de asambleas.
12. En franca oposicin a este planteo, Edward Said (1990[1978]) alertaba sobre la nefasta reactualizacin del
enfrentamiento Oriente-Occidente.
13. Concepto discutido en cuanto hay autores que consideran imposible el surgimiento de un estado por factores endgenos;
por el contrario, sostienen que es la interaccin la que los origina (Kohl 1987; Algaze 2008).
14. Me interesa, sin embargo, compartir la idea de Yoffee (2005: 62), quien, con una expresin que no poda ser ms
acertada, define el surgimiento de la ciudad como la explosin de una supernova, con lo cual quiere enfatizar que aparece algo
totalmente diferente de lo anterior, que cambia el ambiente natural y social de forma drstica. Esto es coherente con la idea de
relacionar el surgimiento del estado, en algunos casos tal como el de Mesopotamia con el surgimiento de las ciudades. Yoffee
(2005: 45) seala que no hay evidencias de ninguna jefatura anterior a la ciudad-estado y que la ciudad es el ambiente de
transformaciones sociales en que se gesta el estado en Mesopotamia y otros lugares que analiza comparativamente. No me
extender sobre este tema. Solo apuntar que comparto la idea de Yoffee acerca de la falta de evidencias de una secuencia
jefatura-estados en Mesopotamia. De todos modos, no se pueden ignorar trabajos como los de Gil Stein (1994) que atribuye el
carcter de chiefdom al perodo Ubaid, inmediato anterior al de Uruk.
15. Cf. Abensour (2007[1987]) para un anlisis pormenorizado del pensamiento de Clastres.
20
pero tiene a su favor que pone de relieve que el estado no es una necesidad histrica y esa idea tiene
consecuencias perturbadoras incluso en la contemporaneidad.
Sin embargo, el continuo acrecentamiento de informacin proveniente de los estudios filolgicos,
arqueolgicos e histricos ha llevado, no solo a no abandonar la bsqueda de las cualidades estatales en
las sociedades antiguas, sino, como ya seal, a identificar an ms atrs las primeras formaciones. A su
vez, el tema del origen del estado es retomado de modo indirecto por trabajos ms actuales que ponen el
acento en la cuestin de la aparicin de jerarquas sociales o lites (Stein 2001; Price y Feinman 2012),
tambin desde la perspectiva arqueolgica (Adams 2009) y con algunos precedentes valiosos (Gledhill,
Bender y Larsen [eds.] 1988; Blanton 1998).
3. Estado y Sociedad. Los clivajes del poder
Ha sido necesario un largo recorrido crtico para lograr pensar las sociedades antiguas como
sociedades complejas y completas, como sociedades vivas en diferentes tiempos y espacios, es decir,
pensarlas ms all de las acciones del poder poltico y el aparato del estado16. Pioneros como Gordon
Childe (1954 [1936]) nos ensearon a mirar del otro lado de la maquinaria estatal, a buscar a la gente
comn, a los servidores del estado, a los habitantes de las aldeas y la vitalidad de organizaciones polticas
locales, lo que result fundamental para romper el sealado preconcepto del omnmodo autocratismo
estatal. A su vez, se avanzaba tambin en la decodificacin del mundo simblico y la red ideolgica que
sostiene al poder poltico, siendo Frankfort (1948), un ejemplo emblemtico.
En ese camino, para Mesopotamia vale destacar el trabajo de Jacobsen que ya en 1943 se planteaba la
existencia de una democracia primitiva en Mesopotamia, sobre la base del anlisis de fuentes mticas,
donde aparecan organismos colectivos de decisin, como era la asamblea de los dioses. A pesar de las
crticas que se le hicieran en su momento por la debilidad de sus fuentes, estudios posteriores basados en
fuentes de archivos, como fueron las cartas de Hammurabi (1792-1750 a.C.) a sus funcionarios, mostraron
al rey en ms de una oportunidad ordenando que los problemas planteados fueran resueltos por la ciudad
y los ancianos, lo cual da cuenta de la existencia efectiva, todava en esta poca, de rganos colectivos
de decisin, aunque tal vez residuales y que solo atendan problemas locales. Esta situacin no pas
desapercibida a los estudiosos, tanto occidentales: Falkenstein (1954), Gelb (1969, 1979), como los de la
entonces escuela sovitica, en particular, Diakonoff: (1969, 70, 75, 82), quien relacion la existencia de
esas asambleas (purrum), de los ancianos (abb) y de los hombres (guru, elum), a la existencia de la
libertad posible en aquella poca: el acceso al medio de produccin, las tierras ancestrales, heredadas en el
mbito de la familia, u otorgadas por el palacio y apropiadas por derecho consuetudinario, alternativas
que se podran inferir de la carta de Hammurabi a ama-zir y Marduk-nir (AbB 4.40) por un litigio
17
sobre tierras .
16. Fue Ignace Gelb quien seal de modo descarnado este problema cuando en 1967 observ que los estudios sobre el rol
de los templos en la sociedad mesopotmica se haban separado ineluctablemente de los estudios de cebollologa (onionology),
es decir (y cmo no pensar en la oda a la cebolla de Pablo Neruda!), se haban desinteresado de los ms comunes problemas de
la poblacin ms comn: los de la vida privada, entre ellos el ms importante, la alimentacin. Su inters por la gente comn
puede verse en todos sus trabajos, en particular en aqullos sobre la institucin Arua (1972), la esclavitud (1972), los prisioneros
de guerra (1973), el rol de las casas (1979), la tenencia de tierras (1991), en todos los cuales confronta la gente comn con el
estado.
17. Cfr. Kraus (1968). La misma forma parte de un lote que se encuentra en el Museo del Louvre y fue registrada como AO
8582.
21
CRISTINA DI BENNARDIS
Otro aporte a una ms adecuada caracterizacin del Estado en Mesopotamia no solo como rgano de
centralizacin del poder, sino como negociador del poder fueron los trabajos compilados por Finet, quien
en dos coloquios realizados en la Universidad Libre de Bruselas abord la problemtica de la voz de la
oposicin en Mesopotamia (1978) y los poderes locales en Mesopotamia y sus zonas adyacentes
(1982). En ambos, prestigiosos asirilogos (Bottero, Wilcke, Kupper), con criterios diversos con respecto
a la importancia y efectividad de dichas instituciones, sistematizaron la mencin de las mismas en las
fuentes textuales, aportando una inflexin en la caracterizacin de la realeza y el estado mesopotmicos
hacia formas ms realistas y menos influenciadas por las fuentes de carcter palacial; aunque la mayora
de ellos concluan que ni los poderes locales, ni la oposicin podran realmente opacar al poder real. En un
trabajo ms reciente, Seri (2005) ha refrescado estos planteos, remarcando la interaccin entre los poderes
locales (ancianos de la ciudad, asamblea y gobernadores o delegados) y el estado. La autora centra su
anlisis en la baja Mesopotamia (Babilonia), aunque toma tambin referencias importantes del Reino de
Mari, ubicado en el ufrates medio.
Sin embargo, todava en 2008 Adams, se senta obligado a advertir:
Los estudios de las primeras ciudades y estados de la Mesopotamia meridional proceden de un modo que
la mayora de los acadmicos, historiadores y cientistas sociales contemporneos considerara como un curioso
capullo (cocoon). El punto de vista circunscrito, de hecho miope, de escribas y textos, por completo al servicio
de las creencias y asuntos de las autoridades gobernantes, ya sean seculares o sacerdotales, simplemente ignora
las condiciones de vida de la inmensa mayora. Sin embargo, se considera natural y no problemtica la
circularidad de permitir que la importancia y el xito de las prioridades de la investigacin sean juzgados solo a
partir de las revelaciones de la informacin de los textos18.
Es claro que Adams desconfa de la informacin recogida en las fuentes textuales, ya que parece no
creer posible que los asirilogos vayan ms all de la mirada miope de los antiguos escribas.
Independientemente de los sentimientos que su afirmacin puede provocar en las sensibilidades
acadmicas particulares, debe reconocerse una vez ms que es necesario apelar a todas las informaciones
disponibles, a la confluencia interdisciplinar, cotejar fuentes arqueolgicas y textuales y a partir de esta
prctica, producir las subsecuentes interpretaciones que nos permitan atisbar, as sea parcialmente,
aspectos de aquellas sociedades, como los efectos de la estatalidad, que tienen todava gran vitalidad en
nuestra propia existencia.
Por ello agrego a lo dicho por Adams: el problema del estado, ms all del aparato estatal, o sea, la
posibilidad analizar la ntima articulacin entre ese aparato y la vida de toda la gente, sigue siendo un
capullo, una crislida, que no se ha terminado de abrir y develar.
4. 0uestro tiempo acadmico: el Estado, los estados
En el camino de abrir el capullo de nuestra comprensin sobre los estados antiguos, en las ltimas
dcadas han aparecido trabajos comprehensivos que, adems de dar cuenta de las nuevas evidencias,
intentan abrir nuestro campo de estudio a diversas interpretaciones tericas para analizar la problemtica
del poder desde nuevas perspectivas, tales como las relaciones de patronazgo (Schloen 2001), el mundo de
18. El autor est abogando en este trabajo por un mayor nfasis en la interpretacin de los restos arqueolgicos, pero esto no
le resta elocuencia a su argumento. Esta y toda otra traduccin son responsabilidad de la autora.
22
las representaciones (Cassin 1987, Heinz y Feldman 2007), resistencia y rebeliones (Richardson 2010),
listado que no agota el espectro de los nuevos planteos.
Lo importante es que hoy da predomina una equilibrada posicin en favor de hacer confluir las
teoras sociales y las evidencias basadas en fuentes para tratar, no ya de calzar un concepto de estado
preconcebido, sino de descubrir la especificidad de cada estado en sus coordenadas de espacio y tiempo,
con nuevas miradas sobre aspectos de la realidad social, ideolgica, poltica, en sus contextos ecolgicos
(Forest 1996, 1999; Stein 2001, 2005; Charvt 2002; Fleming 2004, 2009; Yoffee 2005; Cohen 2005;
Bahrani 2008; Tenney 2011). Esta postura implica, no el abandono del concepto de estado, sino la
elaboracin de conceptos terico-histricos que den cuenta de su diversidad. Retomar este tema en el
ltimo punto del trabajo.
En sntesis, los nuevos desarrollos tericos permiten interpretaciones alternativas, tanto del material
conocido como del recientemente descubierto y han hecho necesario replantearse procesos sociales que se
crean comprendidos casi en su totalidad. Ejemplo importante y reciente de convergencia entre teoras
sociales y trabajo de fuentes es no casualmente Adams (2007), quien fiel a su preocupacin apostillada
supra, retoma la discusin entre Diakonoff y Gelb en la XVIII Recontre Assyriologique realizada en
Munich in 1970, donde el primero de los autores puso en tela de juicio la efectiva dominacin de las
organizaciones estatales del III y II milenios sobre la entera llanura aluvial mesopotmica. Adams, suma
ese sinttico artculo a trabajos anteriores donde, entre otras cuestiones, incluye aportes como los de
Rowton19 que permitieron ver la dinmica entre pastores y sociedad urbana, as como diferentes
modalidades de explotacin de los recursos naturales y estudios arqueolgicos actuales que, munidos de
nuevas tecnologas (como las imgenes satelitales de los sitios), demuestran que el control de los sistemas
de irrigacin fue durante mucho tiempo local o regional (ms all de lo que la fraseologa monrquica
puede dar a entender, o incluso creer). En realidad los trabajos hidrulicos solo seran coordinados por el
estado a partir de mediados o fines del 1er milenio a.C.; recin durante el tardo perodo sasnida (226-651
d.C.) y bajo condiciones excepcionales de lucha contra el imperio bizantino, se extendera el control
estatal a la entera planicie aluvial (Adams 2007). De estas consideraciones sobre una cuestin de valor
estratgico en la sociedad mesopotmica, como es el recurso hdrico (y en consecuencia el agrcola) el
autor deduce la imposibilidad de la existencia de un nico poder centralizado20.
A su vez, tres sitios descubiertos en el siglo XX ejemplifican la necesidad de revisin de diversos
tpicos clsicos: Ebla, que ha llevado a reconsiderar el viejo paradigma sobre el origen de la
urbanizacin en la baja Mesopotamia. Emar, en el que no se han encontrado vestigios de templo y/o
palacio como instituciones rectoras de la sociedad y abre el anlisis hacia lo que llamamos ciudad. Mari
y la relectura que se viene realizando de los textos encontrados all, que ofrecen un nuevo panorama sobre
las relaciones entre la baja y alta Mesopotamia, entre trashumantes y asentados y sobre la dinmica sociopoltica de la regin, caso sobre el que me permito agregar unas lneas por la magnitud de los cambios
generados a partir de su estudio para la comprensin histrica del conjunto de Mesopotamia.
Desde el descubrimiento (1933-34) por parte de un equipo de arquelogos franceses de un archivo de
ms de 20.000 tablillas en el sitio de Tell Hariri (la antigua ciudad de Mari) al este de Siria, sobre las
mrgenes del ufrates medio, el continuo trabajo de traduccin y estudio de estas tablillas ha permitido
observar con mucho detalle el carcter particular de estados como el que tiene su centro en la propia
ciudad de Mari. All, el elemento tribal tiene un peso considerable, ya que los reyes de origen amorreo
19. Cif. bibliografa para un listado extenso de las obras de Rowton.
20. Vale consignar que esta preocupacin qued de manifiesto en la 54th RAI (2008), donde se desarroll el Workshop
Collective Governance and the Role of the Palace in the Bronze Age Middle Euphrates and Beyond (Wilhelm 2012).
23
CRISTINA DI BENNARDIS
22. Vale agregar que el planteo de Fleming (2004, Preface: XII) lo lleva a una advertencia de valor metodolgico: De
hecho, los componentes colectivos de las polticas del Cercano oriente, parecen ser muy antiguos y persistentes. No podemos
esquematizar la temprana historia poltica como el desarrollo de sociedades cada vez ms complejas, en las cuales lderes
individuales establecieron controles centrales cada vez ms efectivos, hasta que Grecia introduce un sistema radicalmente
diferente, sin relacin con lo anterior. El mundo poltico anterior a la democracia es por tanto de una gran diversidad, con una
serie de elementos constitutivos que no son tan obvios en su diferencia respecto de varios de los que constituyen la escena griega
antes del proceso que conduce a la democracia. En Siria-Mesopotamia, la regin norte del Creciente frtil, el carcter poltico
colectivo de la ciudad, provee un antecedente especialmente interesante del desarrollo de la democracia ateniense, alrededor de
la unidad denominada polis, una vez ms, una ciudad. De todos modos cabe consignar las advertencias sobre la necesidad de
no identificar ciudad-estado y polis que realiza por ejemplo Sartori (2002:202)
23. Imposible citar la extensa produccin existente sobre cada uno de estos trminos, particularmente formulada por el
grupo de estudiosos franceses de las fuentes del archivo de Mari, ms all de lo asentado en el Chicago Assyrian Dictionary
(CAD).
24
crisis alude a problemas estructurales de larga duracin, aunque salgan a la luz en momentos precisos y
que pueden generar, en esa situacin colapsos polticos.
5. Conceptualizar - Contextualizar
Como se puede deducir de lo hasta ahora expuesto, mi posicin es a favor de considerar determinadas
24
formaciones polticas antiguo-orientales como estados , por un lado, porque coherente con lo que hasta
ahora he desarrollado, estoy convencida de que las fuentes dan cuenta de los rasgos que los caracterizan, si
asumimos un concepto de estado que habilite la bsqueda; por otro, porque la postura modernista tiene
un sesgo ideolgico eurocntrico, que convalida la historia considerada como una serie de etapas
necesarias y sucesivas, en la que Europa es la protagonista del surgimiento del mundo y del estado
modernos. Como ya he sealado, creo necesario que los conceptos se relacionen estrechamente con la
realidad que se desprende de los datos que sobreviven en las fuentes textuales y arqueolgicas. El
concepto ha de ser terico-histrico, por lo que debe remitir tanto a aspectos generales que son el
contenido del concepto, cuanto a los datos que le dan especificidad. Por ello, considero necesario
establecer en apretada sntesis lo que entiendo como los elementos caractersticos de estos procesos,
ampliamente trabajados, por otra parte, tanto en sus problemas particulares cuanto en medulosas visiones
panormicas, como las de Oppenheim (1964), Hallo y Simpson (1971), Nissen (1988), Postgate (1992),
Liverani (1995[1991]), Charpin, Edzard y Stol (2004).
En el espacio tradicionalmente denominado Mesopotamia hay una larga historia de organizaciones
estatales, a las que, como ya he sealado, diversos autores no han dudado en darle inicio en el ltimo
cuarto del IV milenio, en el denominado Perodo Uruk. En el perodo Uruk antiguo (3500-3200) se habra
25
desplegado el proceso de urbanizacin , que en Uruk reciente (3200-3000) dara lugar a la emergencia
del estado, as fuere en su condicin de protoestados 26.
En esta poca se habra dado inicio al proceso que conducira a la formacin de las grandes
organizaciones (templo y palacio) como las denominara Oppenheim (1964). Renger (1979; 84, 93), a su
vez, habla de las dos grandes casas, palacio, .gal, y templo, .dingir, en sumerio, en acadio ekallum,
bitum [ms nombre del dios], y las compara con el oikos griego. Las mismas, mediante la acumulacin de
tierras, la concentracin y almacenamiento de tributos, el patrocinio de talleres de transformacin de
materia prima y la distribucin, en parte, de los excedentes, se constituiran en el ncleo institucional de lo
que hoy denominaramos estado27. El estado, desde la ciudad cabecera dominara una constelacin de
24. He realizado un avance sobre este tema en un trabajo preliminar (Di Bennardis 2011: 131-145).
25. El proceso de urbanizacin refiere a la organizacin de una sociedad que en su totalidad incluye ciudades, pueblos,
aldeas y su hinterland rural. La ciudad es el centro fsico, poltico y ceremonial. Sin desconocer las intensas discusiones que ha
generado el concepto de ciudad, aporto, con algunas variantes el de Redman (1990/1978: 277-279): poblacin numerosa y densa,
alto nivel de complejidad e interdependencia, organizacin formal e impersonal, nuevas actividades no agrcolas, servicios
centrales diversificados para la ciudad y su hinterland. Materialmente se expresa en la arquitectura monumental, barrios
diferenciados por actividad y riqueza.
26. Excelente sntesis analtica del conjunto de trabajos sobre esta temtica, incluyendo la crtica de las perspectivas tericas
utilizadas, e importante bibliografa en Butterlin (2003).
27. Considero que la conceptualizacin de estos autores, en particular Renger (cit.) quien se basa en los planteos de Weber
(1944[1922]) y de Polanyi (1976[1956], 1994[1977]), debe ser acompaada por el concepto de casa acuado por Gelb, porque
permite articular el mbito estatal y el resto del espectro social en la comprensin de que la economa de estas sociedades se
basaba en el modelo de la economa domstica, aunque, por supuesto, lo rebasaba. Plantea Gelb (en Lipinsky 1979, punto I: 3):
El significado del trmino 'casa' abarca a grupos sociales que van desde una pequea familia que vive bajo un mismo techo hasta
25
CRISTINA DI BENNARDIS
aldeas organizadas en base a casas, familias y comunidades28. Luego de un desarrollo explosivo que
habra conducido, segn el anlisis de Algaze (1989, 1993a, 1993b), a la creacin de colonias Uruk en
el norte, este proceso se habra abortado, sin que se pueda establecer con precisin las causas, dando lugar
a lo que Liverani (1995[1991]: 135-140) ha denominado crisis de la primera urbanizacin alrededor del
2900 a.C.
El camino hacia la estatalidad se habra retomado en la baja Mesopotamia con el surgimiento de las
denominadas ciudades-estados (ca. 2700-2350 a.C.) o estados comarcales (Liverani 1995[1991]: 156),
luego ampliados a estados regionales (perodo sargnida [2350-2193a.C]) y III Dinasta de Ur (2112-2004
a.C)29, los estados amorreos en el reino de la Alta Mesopotamia (1839-1776) y Mari en el ufrates medio
(1810-1762), hasta la cuasi unificacin de Mesopotamia bajo Hammurabi (1792-1750). Tomo como hito
de dicha unificacin la conquista de Mari30, que permite a Hammurabi reunir en sus manos la
Mesopotamia, incluyendo el ufrates medio, para poner un lmite cronolgico al presente anlisis, aunque
la secuencia contina31. Es bien conocido el origen tribal de la dinasta (Finkelstein 1966)32, pero la
densidad numrica de la poblacin no amorrea, as como su organizacin de fuerte base urbana, le daran
en corto plazo un mayor peso al factor territorial y a las tradiciones urbanas.
Este proceso incluye la formacin de estados primarios (por desarrollo social interno), situacin
que se conoce mejor en la baja y media Mesopotamia, aunque el desarrollo de los trabajos arqueolgicos
va mostrando, como sealara supra, que este proceso abarc tambin el norte de la regin. A su vez, se
habra producido la emergencia de estados secundarios (por contacto con sociedades estatales),
situacin ms clara a partir del predominio amorreo. En el primer caso, son elementos condicionantes el
desarrollo de la hidroagricultura (drenaje de pantanos, diques, canales de riego), indispensable para lograr
los rindes agrcolas en zonas de escasas lluvias, con el correlato de una poblacin numerosa y densa. En
ambos casos se hace necesario el ordenamiento espacial, control de la fuerza de trabajo para la produccin
de excedentes, de los desplazamientos de los grupos pastoriles y organizacin administrativa. Como
consecuencia de este proceso se profundiza la divisin del trabajo (especializaciones, diferenciacin entre
trabajo manual e intelectual, desarrollo de la escritura), con la subsecuente jerarquizacin social,
expresada en el espacio en la jerarqua de asentamientos, constituyndose la ciudad (templo, palacio,
murallas) como centro fsico, poltico y simblico del nuevo ordenamiento. El registro de dinastas puede
servir de dato diagnstico para confirmar el carcter estatal de estas tempranas organizaciones.
una gran unidad socio-econmica, que puede estar constituida por propietarios y/o administradores, fuerza de trabajo, almacenes,
corrales, as como campos, huertos, pasturas y bosques.
28. Familia (im-ri-a en sumerio, kimtum en acadio), casa ( en sumerio, bitum en acadio) y aldea (uru en sumerio, lum
en acadio) son casi indistinguibles en el mbito rural (Gelb 1979: 30 y passim)
29. Por razones que expondr al proponer un concepto de imperio, no considero apropiado designar como imperios a las
construcciones polticas de estos perodos, aunque s coincido con Mann o Liverani cuando sealan que la idea o la aspiracin
imperial estn presentes.
30. Hammurabi la ataca en el ao 33 de su reinado (1761) segn consta en las inscripciones en que se da cuenta de los
sucesos ocurridos a lo largo de los de aos de su gobierno y destruye sus murallas en el ao 35 (1759), lo cual queda reflejado
en el famoso Prlogo de la compilacin legal de este rey. Sobre la destruccin de Mari y su sincronismo con los aos de reinado
de Hammurabi, ver las hiptesis planteadas por Charpin (Charpin, Edzard y Stol 2004:327-330).
31. La abrumadora bibliografa sobre estos perodos y su difusin me dispensan de las habituales citas. Solo remito a la
cronologa actualizada de Mesopotamia con una adecuada consideracin de conjunto que articula la historia de la baja, media y
alta Mesopotamia en Charpin (2006/1995: 48-61).
32. Cif. Filkenstein (1966: 95-118). A su vez Whiting en Sasson (1995: 1239) seala: Los gobernantes amorreos de
Mesopotamia, incluso generaciones despus de su asuncin al poder, eran muy conscientes de su herencia amorrea. Anam, rey
de Uruk, le escribe a Sin-muballit, padre de Hammurabi de Babilonia, dando a entender que su descendencia comn de la tribu
de Amnan-Yakhuru es motivo de ayuda mutua.
26
En el caso de lo que se ha denominado estados secundarios, pareciera tener una mayor incidencia el
efecto de contacto por la necesidad de ambas partes (estatal y no estatal) de intercambios de bienes (de uso
y de prestigio), as como las experiencias parciales de convivencia (como fuerza de trabajo o militar), que
reproducen al interior de las sociedades no estatales el fenmeno de jerarquizacin interna y el aumento
del inters por los bienes suntuarios33.
Lo descripto en esta breve sntesis tiene como protagonistas a grupos etnolingsticos diversos:
sumerios (hablantes de una lengua que hasta ahora no se ha podido vincular satisfactoriamente con
ninguna otra conocida), acadios (aparicin del elemento semita), con una distribucin socio-espacial de
predominio de los primeros en la baja Mesopotamia hasta la ciudad de Kish y de los segundos de Kish
hacia el norte, en situacin de tolerancia y permeabilidad de fronteras (De Bernardi y Silva Castillo
2005[2006]: 11-26); aunque habran existido otras lenguas y poblaciones convivientes o precedentes que
dejaron trminos prestados en las lenguas dominantes. La presencia amorrea (de lengua denominada
34
tradicionalmente semtica occidental ) se tornara presin y toma de ciudades sobre el final de la III
Dinasta de Ur (2004), conduciendo a la amorreizacin de la Mesopotamia en el Perodo Paleobabilnico
(2004-1595)35.
Estos procesos fueron interrumpidos por reiterados colapsos (tema al que ya he aludido brevemente
ut supra) que demuestran la fragilidad de estas formaciones estatales sujetas a crisis estructurales y
desrdenes coyunturales, pero tambin su vitalidad, lo que Liverani (1995[1991]: 493-515) ha
denominado crisis y reestructuracin36.
Este conjunto de situaciones consideradas un desarrollo, por cierto no lineal pero que va
conformando un rea de interaccin, constituye lo que denomino proceso de estatalidad.
6. Los conceptos: el estado antiguo
La conceptualizacin que propongo parte de la conviccin de que toda formacin estatal contiene un
elemento de violencia necesaria (De Bernardi/Di Bennardis 2001; Vidal 2009) aunque tambin construya
consenso, sobre todo a partir de la accin ideolgica basada en la sacralidad de los gobernantes y la
influencia de los templos sobre el conjunto de la sociedad. La violencia surge de la necesidad de lograr la
hegemona, de doblegar las competencias entre sectores de lite o grupos locales (tanto tradicionales como
emergentes) que pueden interpelar al sector que pretende el dominio; y de someter a la poblacin a la
disciplina, a extorsiones econmicas y prestaciones personales, en ltima instancia a la exaccin del
33. No siempre es posible identificar el carcter primario o secundario de un estado, ya que toda sociedad tiene una base
productiva que garantice un mnimo de supervivencia (ya sea agrcola, pastoril o mixta), y los intercambios son necesarios en
cualquier caso.
34. Ya he remitido a Buccellati (2008: 145), para una apreciacin por completo diferente y novedosa acerca de dicha
lengua. Buccellatti considera que podra ser un dialecto del acadio por diferenciacin en el mbito rural, por lo cual no podra
hablarse de invasiones ni de retornos, lo que cambiara de modo radical el ngulo de la interpretacin.
35. Cf. Verderame (este volumen) para la discusin acerca de la identificacin martu-amorreos, en particular a partir de los
registros de la III Dinasta de Ur y el perodo Paleobabilnico.
36. Cabe recordar que Liverani plantea el concepto de crisis, en primer lugar para lo que denomina Crisis de la primera
urbanizacin (1995[1991]: 135-140), correspondiente al perodo entre el fin del IV milenio y comienzos del III que lleva al
parntesis recesivo del Protodinstico I (ca. 1900-1751); Crisis de la segunda urbanizacin, ubicando su inicio con la cada de la
III dinasta de Ur en el 2004 (241-256) y luego para lo que denomina Crisis del siglo XII (493-515), donde expone de modo
explcito la idea de crisis y reestructuracin.
27
CRISTINA DI BENNARDIS
28
Aun con los resguardos mencionados, en los atisbos de realidad reconstruida a partir del trabajo de
investigacin es difcil que se encuentren todos los requisitos aqu mencionados para lograr la
incuestionable identificacin de las sociedades con poder centralizado con el concepto de estado. El
problema principal, entre tantos que debemos enfrentar cuando intentamos comprender sociedades
antiguas, es la imposibilidad de hallar trminos que expresen equivalencias con las categoras modernas,
en este caso, el estado. En Mesopotamia encontramos el sumerio kalam (acadio mtum), que podemos
39
traducir como la tierra, el pas que est bajo la gida de un ensi, un lugal, un arrum , en definitiva
un gobernante, que se considera su dueo, o simplemente el designado por los dioses para mantenerlo en
orden, conservarlo y ampliarlo; pero la reconstruccin del concepto debemos hacerla a partir de la
ubicacin y articulacin de distintos datos diagnstico sustentados en un planteo interpretativo. Por lo
tanto, debemos insistir en el carcter de herramienta analtica del concepto.
Los conceptos que mencionar a continuacin son, en gran medida, reelaboracin de conceptos
utilizados por distintos autores que he intentado precisar en su contenido terico e histrico, pero insisto
con la advertencia de que no puede utilizarse estos conceptos con rigidez. Los mismos se basan en la
naturaleza expansiva del poder poltico en un contexto donde la base material de esos poderes est
condicionada por el control de tierras, agua, ganado y la poblacin rasa como fuerza de trabajo. Considero
necesario insistir en que todas las sociedades a las que refieren estos conceptos son de base agro-pastoril,
la estructura social est condicionada por la base rural de la produccin (Earle 2002). Hablar de
sociedades urbanas, o proceso de urbanizacin remite, por un lado, a que el proceso de concentracin
del poder se expresa de modo material en la emergencia de ciudades; por otro, a que la arquitectura
monumental de las mismas representa el reservorio arqueolgico y de fuentes textuales que condicionaron
su reconstruccin histrica. Esta circunstancia no debe confundir en cuanto al carcter de estas sociedades.
A continuacin una caracterizacin de distintos tipos de estados antiguos.
Ciudad-estado: es un estado que puede denominarse comarcal, como lo ha hecho Mario Liverani
(1995[1991]) porque posee todos los atributos caractersticos del mismo: rganos diferenciados de
gobierno (templo y palacio, el primero en un proceso subordinado al segundo); capacidad de
centralizacin de excedentes del espacio agro-pastoril dominado (las ofrendas se han transformado en
tributo, exigible en especie, en trabajo y leva militar); sector social dominante, conformado en primer
trmino por las casas de templos y palacios, con toda clase de vnculos con otras casas familiares;
monopolio de la coaccin (directa, a partir de la relacin entre el palacio y la especializacin para la
guerra, e ideolgica, en tanto las relaciones de dominacin quedan sacralizadas por el rol del gobernante
como intermediario de los dioses); dominio territorial que pertenece al dios tutelar y del que el monarca es
su vicario. Estas condiciones son compatibles con los perodos Protodinstico II y III (ca. 2750-2350
a.C.); con resguardos se podra incluir el perodo Uruk reciente (3200-3000).
Estado regional: rene las mismas caractersticas que el anterior y el ncleo es habitualmente la ciudadestado que a partir del carcter expansivo del poder ha logrado la hegemona sobre un conjunto de
ciudades antes autnomas. Las relaciones se hacen ms complejas porque los gobernantes y lites locales,
aunque subordinados al regente de la ciudad hegemnica, pueden seguir teniendo influencia y ser
mediadores respecto de la poblacin rasa, la recaudacin de tributos y la organizacin del trabajo. Tiene
39. No me propongo discutir estos trminos en su diferencia y especificidad sino hacer un listado a modo de ejemplo del
material que los estudios lingsticos proveen.
29
CRISTINA DI BENNARDIS
30
sostener el planteo de no hacerlo extensivo a formaciones estatales ms tempranas. Cline y Graham (2011)
han intentado abordar directamente este problema preguntndose desde la introduccin de su obra: What
Is an (Ancient) Empire?, para responderse a s mismos que lo que existe en realidad son Questions,
Questions, Questions. Pero los interrogantes ya son en s mismos un camino, en el que intentar hacer un
pequeo recorrido.
Los estados imperiales constituyen la mxima expresin del proceso expansivo que comenz con el
origen del estado. Las bases del desarrollo imperial siguen siendo la ecuacin tierra-agua-hombresganado. El inters del poder imperial es reproducir y acrecentar el conjunto de las rentas, y esto no puede
lograrse ms que por la obtencin de ms tierra y ms hombres y mujeres para trabajarla, ms tributos a
recaudar, aunque tambin se fomentan desde el estado las innovaciones en el desarrollo de las tcnicas de
irrigacin, de navegacin fluvial, construccin de carreteras, tecnologa blica. Hay una tensin constante
entre la necesidad de una poblacin numerosa para lograr los objetivos expuestos y las cadas
demogrficas causadas por catstrofes naturales, leva militar y consecuencias de la guerra con su secuela
de muertes, cautiverio, deportaciones, obtencin del botn (que incluye a la poblacin productiva) que
afectan ya a uno u otro de los estados imperiales que pujan por la hegemona (Ephal: 1983, 2009; Fales
2010). El estado imperial requiere tambin del control o al menos el acceso a las fuentes de
aprovisionamiento de metales (primero cobre y estao y luego hierro) para la fabricacin de armas y
herramientas. La necesidad de materias primas y bienes de prestigio fomenta el intercambio de bienes y
las relaciones interestatales, en su doble relacin: guerra o alianzas matrimoniales, tratados (Liverani
2005[2001]). La guerra conlleva una estrecha relacin entre poder poltico y militar (Finley 1986[1984],
Smith 2004). Hay un florecimiento del comercio martimo, fluvial, terrestre (Aubet 2007) y de las
ciudades como centros polticos-religiosos-burocrticos y de atesoramiento y ostentacin. Se presta
especial atencin a la elaboracin simblica de las formas de dominacin. La dominacin pasa a ser doble:
sector social dominante-sector social dominado ms pas dominante-pas dominado (Larsen 1979, Briant y
Herrenshmidt 1989, Liverani 1993; Briant 2001[1992], 2005 [1987], 2002; Johanns 2004). La hegemona
y fortaleza del centro imperial que motoriza la expansin permanente conduce a la relacin centroperiferia, que define como incivilizados y hostiles a todos los espacios no integrados polticamente45.
A partir de esta breve resea de las condiciones en que surgen y se desarrollan los imperios, propongo
el siguiente concepto:
Imperio: un estado imperial es aquel que posee la capacidad de dominar a otros estados anteriormente
autnomos, por medio de la coaccin directa (guerra, represin interna), e indirecta (ideolgica); lo que le
otorga la posibilidad de efectivizar el control poltico-territorial y unificar bajo un mismo sistema
administrativo a todo el espacio dominado (tributo, pesas y medidas, moneda o equivalentes metlicos,
gobernadores, lengua franca). La existencia de anteriores estados autnomos y zonas de poblacin con
organizacin tribal le da un carcter multitnico con dominio poltico, cultural y religioso de la etnia
central. Implica tambin la relacin centro-periferia, con un retroceso de la periferia en tanto que parte de
la misma es integrada al imperio de modos diversos.
El concepto de imperio tradicionalmente se basa en el modelo del imperio romano. Augusto y sus
sucesores (desde el siglo I d.C.) posean un conjunto de potestas (atribuciones, poderes), entre ellos el
45. Considero que la relacin centro-periferia no se inicia con el desarrollo de los estados imperiales, est presente mucho
antes, pero la misma se sofistica mucho ms, ya que la intencin imperial es no solo intervenir con una campaa punitiva, de
obtencin de materias primas o botn en la periferia, sino apropiarse de la misma y someter el territorio y la poblacin a su
dominio. No siempre pudieron lograrlo: los persas no pudieron dominar a los escitas y otras tribus del norte del imperio y
tampoco a los rabes, al menos no de manera sistemtica.
31
CRISTINA DI BENNARDIS
imperium: mando militar y civil. De all deriva la designacin de imperio para los grandes estados
territoriales, surgidos, en primer lugar a travs de la guerra, de la conquista. Las condiciones sealadas
hacen pensar que hay un uso desmedido de este concepto que lleva a considerar ya los perodos sargnida,
III Dinasta de Ur y el estado hammurabiano como imperios, donde un cuidadoso estudio de esos procesos
histricos, si bien permiten visualizar lo que podramos denominar ambiciones imperiales, manifiesta
incluso en las autodesignaciones (dueo de las cuatro partes del mundo, etc.), en los hechos no se logra
sostener, como la demuestra la escasa duracin de esas experiencias.
Considero que habra que evaluar la posibilidad de considerar protoimperios a los estados que se
desarrollan en el mbito cercano-oriental en el perodo del Bronce tardo (ca. 1700-1200 a.C), los
tradicionalmente denominados perodos meso-babilnico, meso-asirio, mitanio, hitita.
Postulo como imperios a los que se desarrollan durante la edad del hierro, posteriores a la crisis del
siglo XII: imperio asirio, neobabilnico y persa aquemnida, imperio de Alejandro y helensticos que
culminaran, como tendencia, en la formacin del imperio romano en el 27 a.C a con Octavio (Augusto) a
la cabeza, luego de que este venciera a Egipto en el 29 a.C.
Queda claro el carcter expansivo de los estados que conducen a la fase imperial, que van aumentado
de territorio, con pretensiones, ya en el caso persa, de controlar el Mediterrneo oriental; la secuencia
contina con el precedente de Alejandro y el posterior logro del imperio romano que consigue poner bajo
su gida un amplio espacio de Oriente y Occidente.
Lo brevemente expuesto amerita plantear que existen elementos comunes entre el imperio romano y
los del mbito del prximo Oriente, ante todo porque los romanos eran deudores de las experiencias
imperiales anteriores, incluyendo las experiencias de contacto e interaccin cultural que se generaron a
partir de las conquistas de Alejandro, quien vence a Daro III en 333 a.C. y en los imperios helensticos
que se conformaron luego de su muerte. Sabemos, a su vez, de la admiracin de no pocos griegos por el
imperio persa aquemnida (538-330), como se observa en los relatos de Herdoto, o Jenofonte, quien en la
Anbasis (la expedicin de los 10.000) relata el regreso de los griegos que se haban enrolado para
guerrear a las rdenes de Ciro el joven contra su hermano el rey Artajerjes II.
Sealo, entonces, la importancia de considerar elementos comunes entre los imperios surgidos en el
mbito cercano-oriental y occidental, pero tambin la necesidad de analizarlos con una mirada que rescate
su especificidad y permita analizarlos desde una perspectiva propia, no condicionada por lo que parecen
pasos en un continuum que culminara en el imperio romano.
6. Reflexiones finales
Lo expuesto no pretende ser un recorrido exhaustivo sobre la cuestin del estado antiguo, sino una
seleccin de problemas que necesariamente est orientada por mi propia percepcin y reflexin sobre la
temtica planteada.
Lo analizado intenta poner de relieve, en primer lugar, que la asiriologa, as como la historia antiguooriental no estn al margen de los problemas contemporneos a los que cada grupo generacional debe
enfrentar, ya que contra los embates de la realidad no hay pretendida objetividad que pueda sostenerse. A
esto se suma el peso del propio mbito acadmico, donde circulan distintas teoras y hasta modas
intelectuales que nos permean, seamos de ello conscientes o no. Sera suficiente con hacer un estudio del
contenido discursivo de cada poca para identificar ms o menos fcilmente las teoras en las que se
encabalga dicha terminologa.
No considero negativo estos problemas, por el contrario, pero s pienso que es negativo no
registrarlos y la pretensin de abroquelarse en una supuesta no contaminacin. Postulo, por el contrario,
una perspectiva crtica, que permita identificar, en cada momento histrico y tambin en el de la existencia
Barcino. Monographica Orientalia 1 (2013) 15-41 (ISBN: 978-84-475-3728-0)
32
personal, la circulacin de ideas y teoras que nos impregnan y de algn modo condicionan nuestros
anlisis. Hacerlas explcitas es la nica forma de enfrentar un estudio social con herramientas de
comprensin apropiadas y aguzadas46.
Esta exhortacin aqu planteada a profundizar los planteos crticos no estara completa si no dejara
sentado con claridad mi opinin de que el recorrido que propongo est orientado a sumarme a la posicin
cuestionadora que intenta desmantelar definitivamente la perspectiva estadial y eurocntrica de la Historia
Mundial, que deja en la penumbra, como bien ha expresado Liverani (1999), la verdadera Historia de cada
una de las regiones del planeta a lo largo de su recorrido. Es sobrada hora de abandonar definitivamente el
paradigma hegeliano de que cada pueblo tiene un destino que una vez cumplido lo hace reemplazable
por otro pueblo, segn el cual, la Historia sera, exclusivamente la secuencia de esos protagonismos.
Sabemos que no hay ingenuidad en ningn planteo acadmico, aunque s, a veces, desconocimiento de las
corrientes de pensamiento que influyen sobre las interpretaciones, por ello, es una tarea urgente identificar
y poner a prueba las herramientas metodolgicas que nos permitan ubicar a la historia antiguo-oriental en
su contexto especfico, las continuidades y discontinuidades de esas historias en el tiempo, as como la
apropiacin y resignificacin que los pueblos actuales postulan sobre aquel lejano pasado.
8. Bibliografa
Abensour, M. (comp.) (2007[1987]) El espritu de las leyes salvajes. Pierre Clastres o una nueva
antropologa Poltica, Buenos Aires: Ediciones del Sol.
Adams, R. McC. (1966) The Evolution of Urban Society: Early Mesopotamia and Prehispanic Mexico,
Chicago: Aldine Publishing Company.
Adams, R. McC. (1965) The Land behind Baghdad. Chicago: University of Chicago Press.
Adams, R. McC. (1981) Heartland of Cities. Chicago: University of Chicago Press.
Adams, R. McC. (2007) The Limits of State Power on the Mesopotamian Plain,
http://cdli.ucla.edu/pubs/cdlb/2007/cdlb2007_001.html Cuneiform Digital Library Initiative.
Adams, R. McC (2008) An Interdisciplinary Overview of a Mesopotamian City and its Hinterlands,
http://www.cdli.ucla.edu/pubs/cdlj/2008/cdlj2008_001.html Cuneiform Digital Library Initiative.
Adams,
R.
McC.
(2009)
Old
Babylonian
Networks
of
Urban
Notables,
http://www.cdli.ucla.edu/pubs/cdlj/2009/cdlj2009_007.html Cuneiform Digital Library Initiative.
Adams, R. McC. y Nissen, H. (1972) The Uruk Countryside. The 0atural Setting of Urban Society.
Chicago: University of Chicago Press.
Algaze, G. (1989) The Uruk Expansion: Cross-Cultural Exchange in Early Mesopotamian Civilization,
Current Anthropology 30 (5):571-608.
Algaze, G. (1993a) Expansionary Dynamics of Some Early Pristine States, American Anthropologist,
Vol. 95, N 2, 304-333.
Algaze, G. (1993b) The Uruk World System, Chicago: University of Chicago Press.
Algaze, G. (2008) La antigua Mesopotamia en los albores de la civilizacin. La evolucin de un paisaje
urbano, Barcelona: Bellaterra.
Anderson, B. (1993[1983]) Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusin del
nacionalismo, Mxico: FCE.
46. He realizado una primera aproximacin a este tema en la ponencia Philology, Archaeology and Social Theories: a
necessary Collaboration to understand the State Processes in the Ancient Near East, expuesta en el Workshop Social Theory and
the Terminology for Political Formations in the Ancient Near East, realizado en el marco de la 57th Rencontre Assyriologique
Internationale, Universit di Roma Sapienza, 4-8 de julio de 2011.
33
CRISTINA DI BENNARDIS
34
De Bernardi (Di Bennardis), C. (1991/2) Ciudad y aldea en la Mesopotamia del III milenio a.C.:
aproximacin al anlisis de la organizacin social del espacio, Anuario de la Escuela de Historia,
UNR 15: 9-28.
De Bernardi (Di Bennardis), C. (2001) Tolerancia, segregacin y victimizacin de las relaciones
humanas en la Mesopotamia Antigua, Claroscuro 1: 181-206.
De Bernardi (Di Bennardis), C. (2003) Identidad, cultura y religin en la Mesopotamia Antigua. Aportes
al tema desde los debates actuales sobre etnicidad y nacin, en Wiesheu Foster, W. (comp.),
Evocaciones de Asia y frica. Mxico: Escuela Nacional de Antropologa e Historia, pp. 219-242.
De Bernardi (Di Bennardis), C. (2006) Tesis de Doctorado: Procesos tnicos y poder poltico.
Recuperacin y comprensin de la etnicidad en una sociedad extinguida: la Mesopotamia del III
milenio a.C., Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (indita).
De Bernardi (Di Bennardis) C. y Silva Castillo, J. (comps.) (2005/2006) El Cercano Oriente antiguo:
nuevas miradas sobre viejos problemas. Rosario: UNR, Mxico D.F.: El Colegio de Mxico.
Di Bennardis, C. (2010) La vivencia de la diversidad en las sociedades antiguas. Estado y comunidades:
imposicin y resistencia, en: Koldorf, Ana Esther (comp.), Multiculturalismo y Diversidad. Un
debate actual, Rosario: Prohistoria, pp. 15-30.
Di Bennardis, C. (2011) Discutir el origen del estado o discutir las especificidades de los estados en la
antigedad? El caso Mesopotamia III y II milenios a.C, en Ames, C. y Sagristani, M. (comps.)
Estudios Interdisciplinarios de Historia Antigua vol. IIII , Crdoba: Universidad de Crdoba ,
pp.131-145.
Di Bennardis, C. y Silva Castillo, J. (2011) Centros urbanos-periferia pastoril? Procesos de agregacin y
desagregacin de la etnia amorrea en el contexto socio-espacial del reino de Mari (Siglo XVIII a.
C.), en: Di Bennardis, C., DAgostino, F., Silva Castillo, J. y Milevski, I. (eds.), Relaciones centrourbano periferia en la Mesopotamia y zonas contiguas del Cercano Oriente, Actas del Taller
realizado en la Universidad 0acional de Rosario, Argentina, 21-23 de Mayo de 2009, Rivista degli
Studi Orientali 83 (1-2), Roma: Fabricio Serra Editori, pp. 79-113.
Deimel, A. (1931) Sumerische Tempelwirtschaft zur Zeit Urukaginas und seiner Vorgnger, Analecta
Orientalia 2, Roma: Pontificio Instituto Bblico, pp. 71-113.
Diakonoff, I. (1969[1956]) The Rise of the Despotic State in Ancient Mesopotamia, en Ancient
Mesopotamia, Moscow: Nauka, pp. 173-203.
Diakonoff, I. (1970) On the structure of the Old Babylonian society, Kleingelndu Beitrafe zur soziales
struktur des Alts Vorder ansien, Schriften zur Geschichte und Kultur des Alten Orients 1, Berlin, pp.
15-31.
Diakonoff, I. (1975) The Rural Community in the Ancient Near East, Journal of the Economic and
Social History of the Orient, 18(2): 121-133.
Diakonoff, I. (1982) The structure of Near Eastern Society before the Middle of the 2nd Millennium
B.C., in Hahn, I, Kkosy, L, Komorczay, G., Marti, E., Sarkady, J. (eds.), Oikumene, Studia and
Historiam Classicam et Orientalem Spectantia, Budapest, pp. 7-100.
Duso, G. (1988) Historia conceptual como filosofa poltica, Res Publica 1: 35-71.
Earle, T. (2002) Bronze Age Economics: The First Political Economies, Boulder, CO: Westview Press.
Engels, F. (1975[1884]) El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Mosc: Ed.
Progreso.
Ephal, I. (1983) On Warfare and Military control in the ancient Near Eastern Empires: a Research
Outline, Tadmor, H. y Weinfeld, M., History, Historiography and Interpretation. Studies in
Biblical and Cuneiform Literatures, Jerusalem: The Magnes Press, pp. 88-106.
Ephal, I. (2009) The City Besieged: Siege and its Manifestations in the Ancient 0ear East, LeidenBoston: Brill.
Barcino. Monographica Orientalia 1 (2013) 15-41 (ISBN: 978-84-475-3728-0)
35
CRISTINA DI BENNARDIS
Eisenstadt, S.N. (1979) Observations and Queries about Sociological Aspects of Imperialism in the
Ancient World, en Larsen, M.T. (ed.), Power and Propaganda. A Symposium on Ancient Empires,
Mesopotamia Volume 7, Copenhagen: Akademisk Forlag, pp. 21- 33.
Ekholm Friedman, K. (2005) Structure, Dynamics and the Final Collapse of Bronze Age Civilizations in
the Second Millennium B.C, en Friedman, J. y Chase-Dunn, C., Hegemonic decline: Past and
Present, Boulner: Paradigm Publisher, pp. 51-87.
Fales, F. M. (2010) Guerre et paix en Assyrie. Religion et imprialisme, Paris: Editions du Cerf.
Falkenstein, A. (1954) La Cit-temple sumrienne, Cahiers d'histoire mondial 1(4) : 784-814.
Finkelstein, J.J. (1966) The Genealogy of the Hammurapi Dynasty, Journal of Cuneiform Studies 20
(3/4): 95-118
Finet, A. (ed.) (1975) La voix de l'opposition en Msopotamie, Bruxelles: Institut des Hautes Etudes de
Belgique.
Finet, A. (ed.) (1982) Les pouvoirs locaux en la Msopotamie et dans les rgions adjacentes, Bruxelles:
Institut des Hautes Etudes de Belgique.
Finley, M.I. (1986/82) Historia Antigua. Problemas metodolgicos, Barcelona: Crtica.
Flannery, K. (1975[1972]) La evolucin cultural de las civilizaciones, Barcelona: Cuadernos de
Anagrama.
Fleming, D. (2004) Democracys Ancient Ancestors: Mari and Early collective governance, Cambridge:
Cambridge University Press.
Fleming, D. (2009) Kingship of City and Tribe Conjoined: Zimri-Lim at Mari, en Szuchman, J. (ed.)
0omads, Tribes, and the State in the Ancient 0ear East: Cross-disciplinary Perspectives, Chicago:
University of Chicago Press, pp. 227-240.
Forest, J.D. (1996). Msopotamie. Lapparition de lEtat, VIIeIIIe Millnaires. Paris: Ed. ParisMditerrane [Coll. Grandes civilisations].
Forest, J.D. (1999) Les Premiers Temples De Msopotamie 4e Et 3e Millnaires, BAR International
Series, 765, Oxford: Archaeopress.
Forest, J.D. (2006) Lapparition de ltat en Msopotamie, en Charvt, P., Lafont, B., Mynov, J. y
Pecha, L. (eds.), Ltat, le pouvoir, les prestations et leurs formes en Msopotamie ancienne, Actes
du Colloque assyriologique franco-tchque, Paris, 7-8 novembre 2002, Praha: Univerzita Karlova v
Praze, Filozofick fakulta, pp.11-17.
Frangipane, M. (1996) La nascita dello Stato nel Vicino Oriente, Roma-Bari: Laterza.
Frangipane, M. (ed.) (2010) Economic Centralisation in Formative States. The Archaeological
Reconstruction of the Economic System in 4th Millennium Arslantepe, Studi di Preistoria Orientale,
Vol. 3, Roma: Sapienza Universit di Roma.
Fried, M. (1967) The Evolution of Political Society. An Essay in Political Anthropology, New York:
Ramdon House.
Fried, M. (1985[1974]) Sobre la evolucin de la estratificacin social y del Estado, en Llobera, J.
(comp.) Antropologa Poltica, Barcelona: Anagrama, pp. 133-154.
Gelb, I. (1960) Sumerians and Akkadians in their ethno-linguistic relationship, Genava, 8: 258-271.
Gelb, I. (1961) The Early History of the West Semitic Peoples, Journal of Cuneiform Studies 15 (1): 2747.
Gelb, I. (1962) Ethnic Reconstruction and Onomastic Evidence, 0ames10: 45-52.
Gelb, I. (1969) On the Alleged Temple and State Economies in Ancient Mesopotamia, Studi in Onore di
Edoardo Volterra 6, Milano: A Giuffr, pp. 138-154
Gelb, I. (1972) From Freedom to Slavery, en Edzard, D.O. (ed.), Gesellschaftsklassen im Alten
Zweistromland und in den angrenzenden Gebiete XVIII. Rencontre assyriologuique international,
36
Mnchen, 29, Juni bis 3, Juli 1970, Munich: Verlag der Bayerischen Akademie der Wissenschaften,
pp. 81-92.
Gelb, I. (1972) The Arua Institution, Revue dAssyriologie et d'Archologie Orientale 66(1) 1-32.
Gelb, I. (1973) Prisoners of War in Early Mesopotamia, Journal of 0ear Eastern Studies 32: 1-97.
Gelb, I. (1979) Household and Family in Early Mesopotamia, en Lipinski, E. (ed.) State and Temple
Economy, I, Orientalia Lovaniensia Analecta 5, Leuven: Peeters, pp. 1-97.
Gelb, I., Steinkeller, P. y Whiting, R. (1991) Earliest Land Tenure Systems in the 0ear East: Ancient
Kudurrus, Oriental Institute Publications, vol. 104, Chicago: The Oriental Institute of the University
of Chicago.
Gellner, E. (1991[1987]) 0aciones y nacionalismo, Bueno Aires: Alianza Universidad.
Gellner, E. (1992[1987]) El arado, la espada y el libro. La estructura de la historia humana, Mxico:
Fondo de Cultura Econmica.
Gellner, E. (1993[1987]) Cultura, identidad y poltica, Barcelona, Gedisa.
Gellner, E. et alii (1986[1977]) Patronos y clientes en las sociedades mediterrneas, Madrid: JUCAR
Universidad.
Glasner, J. (2000) Les petits Etats msopotamiens la fin du 4 et au tours du 3 millnaire, en Mogens,
H. (ed.) A Comparative Study of Thirty City-State Cultures, Copenhagen: Reitzels Forlag, pp. 3553.
Gledhill, J., Bender, B. y Larsen, M. T. (eds.) (1988) State and Society. The Emergence and Development
of Social Hierarchy and Political Centralization, London: Unwin Hyman.
Godelier, M. (1980) Procesos de constitucin, la diversidad y las bases del estado, Revista Internacional
de Ciencias Sociales 32 (4): 667-682.
Godelier, M. (1986) La produccin de grandes hombres: poder y dominacin masculina entre los Baruya
de 0ueva Guinea, Madrid: Akal.
Gonzlez Alcantud, J. (1998) Antropologa (y) poltica. Sobre la formacin cultural del poder, Barcelona:
Anthropos.
Grosby, S. (1997) Borders, Territory and Nationality in the Ancient Near East and Armenia, Journal of
Economic and Social History of the Orient 40 (1): 1-29.
Grosby, S. (2002) Biblical ideas of 0ationality: ancient and modern, Winona Lake: Hardcove.
Hobbes, T. (1991[1651]) Del ciudadano y Leviatn, Madrid: Tecnos.
Hobsbawm, E. (1994) Nacin, estado, etnicidad y religin: transformaciones de la identidad, Anuario de
la Escuela de Historia, UNR 16: 9-19.
Hobsbawm, E. y Ranger, T. (eds.) (1996[1983]) The Invention of Tradition, Cambridge: Cambridge
University Press.
Huntington, S. (1993) The Clash of Civilizations?, Foreign Affairs 72: 22-49.
Huntington, S. (1997[1996]) El choque de civilizaciones y la reconfiguracin del orden mundial, Paids,
Bs. As.
Jacobsen, TH. (1943) Primitive democracy in Ancient Mesopotamia, Journal of 0ear Eastern Studies 2:
159-172.
Johanns, F. (2004) The Age of Empires. Mesopotamia in the First Millennium B.C., Edinburgh:
Edinburgh University Press.
Johnson, G. (1980). Spatial Organization of Early Uruk Settlement System, en LArchologie de lIraq
du Dbut de lEpoque 0olithique a 333 Avant 0otre re, Paris: Editions du Centre National de la
Recherche Scientifique, pp. 236-263.
Kamp, K. y Yoffee, N. (1980) Ethnicity in Ancient Western Asia during the Early Second Millennium
B.C.: Archaeological Assessments and Ethnoarchaeological Prospectives, Bulletin of the American
Schools of Oriental Research 237: 85-104.
Barcino. Monographica Orientalia 1 (2013) 15-41 (ISBN: 978-84-475-3728-0)
37
CRISTINA DI BENNARDIS
38
Oppenheim, A.L. (1964) Ancient Mesopotamia. Portrait of a Dead Civilization. Chicago: The University
of Chicago Press.
Polanyi, K. et alii (1976[1956]) Comercio y mercado en los Imperios Antiguos, Barcelona: Labor.
Polanyi, K. (1994[1977]) El sustento del hombre (Edicin a cargo de Harry W. Pearson), Barcelona:
Mondadori.
Porter, A. (2012) Mobile Pastoralism and the formation of 0ear Eastern Civilizations, Cambridge:
Cambridge University Press.
Postgate, J.N. (1992) Early Mesopotamia. Society and Economy at the Dawn of History, London:
Routledge.
Price, D. y Feinman, G. (2012) Pathways to Power. 0ew Perspectives on the Emergence of Social
Inequality, New York: Springer.
Redman, CH. (1990[1978]) Los Orgenes de la Civilizacin, Barcelona: Crtica.
Renger, J. (1979) Interaction of temple, palace and private enterprise in the Old Babylonian economy,
en Lipinski, E. (ed.), State and Temple Economy in the Ancient 0ear East I, Orientalia Lovaniensia
Analecta 5, Leuven: Peeters, pp. 249-503.
Renger, J. (1984) Patterns of Non-institutional Trade and Non-commercial Exchange in Ancient
Mesopotamia at the Beginning of the Second Millennium B.C., en Archi, A. (ed.), Circulation of
Goods in 0on-palatial Context in the Ancient 0ear East, Roma: Edizioni de l'ateneo, pp. 33-123.
Renger, J. (1993) Economa y sociedad en la Mesopotamia Antigua, Revista del Instituto de Historia
Antigua Oriental 9: 27-50.
Richardson, S. (2010) Rebellions and Peripheries in the Cuneiform World. New Haven, Connecticut:
American Oriental Society.
Rowlands, M., Larsen, M. y Kristianses, K. (1987) Centre and Periphery in the Ancient World,
Cambridge: Cambridge University Press.
Rowton, M.B. (1967) The Physical Environment and the Problem of the Nomads, en Kupper, J.R., La
civilisation de Mari, XV Rencontr Assyriologique Internationale, Paris: Les Belles Lettres, pp:
109-121.
Rowton, M.B. (1973a) Autonomy and Nomadism in Western Asia, Orientalia 42: 247-258.
Rowton, M.B. (1973b) Urban Autonomy in a Nomadic Environment, Journal of the 0ear Eastern
Studies: 32: 201-215.
Rowton, M.B. (1974) Enclosed Nomadism, Journal of Economic and Social History of the Orient 17: 130.
Rowton, M.B. (1976) Dimorphic Structure and the Tribal Elite, en al-Bahit, Festschrift Joseph
Henninger, St. Augustin bei Bonn, pp. 219-257.
Rowton, M.B. (1976) Dimorphic Structure and Typology, Oriens Antiquus: 15: 17-31.
Rowton, M. B. (1977) Dimorphic structure and the Parasocial Element, Journal of the
0ear Eastern Studies 36: 181-198.
Rowton, M.B. (1981) Economic and Political Factors in Ancient Nomadism, en Silva
Castillo, J. (ed.) 0omads and Sedentary Peoples, Mxico: El Colegio de Mxico, pp. 25-36.
Said, E. (1990[1978]) Orientalismo, Madrid: Ed. Libertarias.
Sartori, G. (2002) Qu es la Democracia?, Madrid: Taurus Ediciones - Grupo Santillana.
Schneider, A. (1920) Die Anfnge der Kulturwirtschaft. Die Sumerische Tempelstadt,
Staatswissenschaftliche Beitrge, Vol. 4, Essen: Baedeker.
Seri, A. (2005) Local Power in Old Babylonian Mesopotamia, London: Equinox.
Service, E. (1984[1975]) El origen del estado y de la civilizacin, Madrid: Alianza.
Smith, A. (1976[1971]) Las teoras del nacionalismo, Barcelona: Pennsula.
Smith, A. (1986) The Ethnic Origins of 0ations, Oxford: Blackwell.
Barcino. Monographica Orientalia 1 (2013) 15-41 (ISBN: 978-84-475-3728-0)
39
CRISTINA DI BENNARDIS
40