La historia trata sobre un hombre viejo que vivía solo en una habitación. Un día decidió cambiar los nombres de los objetos en su habitación, llamando a la cama "cuadro" y a la silla "reloj". Pronto cambió los nombres de todo y olvidó los verdaderos nombres. Esto lo aisló de los demás, ya que nadie entendía su nuevo lenguaje. Finalmente quedó mudo, hablando sólo para sí mismo.
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La historia trata sobre un hombre viejo que vivía solo en una habitación. Un día decidió cambiar los nombres de los objetos en su habitación, llamando a la cama "cuadro" y a la silla "reloj". Pronto cambió los nombres de todo y olvidó los verdaderos nombres. Esto lo aisló de los demás, ya que nadie entendía su nuevo lenguaje. Finalmente quedó mudo, hablando sólo para sí mismo.
La historia trata sobre un hombre viejo que vivía solo en una habitación. Un día decidió cambiar los nombres de los objetos en su habitación, llamando a la cama "cuadro" y a la silla "reloj". Pronto cambió los nombres de todo y olvidó los verdaderos nombres. Esto lo aisló de los demás, ya que nadie entendía su nuevo lenguaje. Finalmente quedó mudo, hablando sólo para sí mismo.
La historia trata sobre un hombre viejo que vivía solo en una habitación. Un día decidió cambiar los nombres de los objetos en su habitación, llamando a la cama "cuadro" y a la silla "reloj". Pronto cambió los nombres de todo y olvidó los verdaderos nombres. Esto lo aisló de los demás, ya que nadie entendía su nuevo lenguaje. Finalmente quedó mudo, hablando sólo para sí mismo.
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CUENTO:
BICHSEL, Peter; Una mesa es una
mesa. QUIERO contarles la historia de un hombre ya viejito, a quien no se le escucha hablar, y cuyo rostro denota mucho cansancio, tanto que no es capaz ni de rerse ni de enojarse. Vive en una ciudad pequea, al final de la calle justamente en el cruce de las carreteras. Apenas si resulta interesante describirlo, porque es un hombre semejante al resto. Usa un sombrero gris, una chaqueta gris, pantalones del mismo color y en invierno un sobretodo gris, y tiene un cuello tan delgado y huesudo que todas las camisas le quedan demasiado grandes. Su cuarto est en la parte alta de una casa; quiz haya estado casado, haya tenido nios y es probable que alguna vez residiera en otra ciudad. Sin duda, en algn momento de la vida ha sido nio, pero eso fue cuando a los chicos se los vesta como a personas adultas. Si miran ustedes en el lbum de fotografas de sus abuelitas van a poder comprobar que esto es cierto. Tiene en su cuarto dos sillas, una mesa, una alfombra, una cama y un armario.
Sobre una mesita ha ubicado un reloj
despertador, unos peridicos viejos y el lbum de fotografas, y colgados de la pared hay un espejo y un cuadro. Resulta que este viejito tena por costumbre hacer un paseo por la maana y otro por la tarde, hablaba unas pocas palabras con sus vecinos y al llegar la noche se sentaba a la mesa, en su pieza. Su vida transcurra siempre igual, tambin los das domingo. Sentado a la mesa, lo nico audible era el sonido del reloj, tictac, siempre el reloj con su tictac. Entonces hubo un da, un da muy especial, radiante de sol, ni demasiado caluroso ni tampoco muy fro, en que los pjaros cantaban, la gente sonrea y los chicos jugaban, y ese fue un da muy especial porque el hombrecito sinti por vez primera que disfrutaba de todo aquello que vea. Y sonri. De ahora en adelante, todo ser diferente, pens para s. Se desabroch el botn superior de la camisa, se quit el sombrero, apur el paso flexionando levemente las rodillas mientras
caminaba y se sinti inmensamente feliz.
Cuando estuvo cerca de su casa, salud a los nios, subi las escaleras hasta su pieza, sac las llaves del bolsillo sonriendo por el tintineo que hacan, y abri la puerta del cuarto. Pero all nada haba variado: la cama, las dos sillas, la mesa. Y cuando al sentarse volvi a escuchar el tictac del reloj, toda su alegra repentina se esfum, pues todo estaba como antes. Y realmente se enfad. Al observarse en el espejo vio su cara tornarse roja de furia, los ojos achicrsele, y apretando los puos los levant descargando un mazazo sobre la mesa. Primero fue una vez, otra y, a continuacin, sin cesar de gritar, la mesa se transform en una suerte de tambor por los golpes. Esto ha de cambiar! Tiene que cambiar! Y sus gritos ahogaron momentneamente el tictac del reloj. Pero las manos comenzaron a dolerle, la voz se le debilit y el ruido del reloj volvi a resonar: nada haba cambiado. _Todava est la misma mesa, las mismas sillas, la misma cama, el mismo cuadro - dijo el viejo-. Y las llamo por sus nombres: la mesa es
la mesa, el cuadro es el cuadro, y la cama es lo
que se denomina una cama, as como una silla es una silla. Pero, por qu? Para los franceses la cama es li, la mesa es tabl, un cuadro es un tabl y las sillas son ches y, sin embargo ellos se entienden perfectamente. Y tambin los chicos se entienden entre s. Por qu entonces no se llama cuadro a la cama?, pens de repente y se sonri; luego se ri, tanto, tanto que sus vecinos le golpearon la pared gritndole Silencio! _Bueno, de ahora en ms todo cambiar _grit, y desde ese momento comenz a denominar cuadro a la cama. _Estoy cansado, me parece que me voy al cuadro _dijo. Y ahora por las maanas se quedaba a menudo un largo rato tendido en el cuadro, y pensaba cmo iba a llamar a la silla, y finalmente decidi que silla iba a ser reloj. De modo que se levant, se visti, se sent en el reloj y apoy sus codos en la mes. Slo que ahora la mesa ya no era ms una mesa, pues la haba nombrado alfombra. O sea que a la maana saltaba del cuadro, se sentaba en el reloj y se apoyaba en la alfombra, pensando
intensamente qu nombre dara a las dems
cosas que lo rodeaban.
La cama ahora se llamaba Cuadro.
La silla era un Reloj. La mesa una Alfombra. El peridico era ahora la Cama. El espejo una Silla. El reloj el lbum de Fotografas. El armario era el peridico. El cuadro una Mesa. Y el lbum era un espejo.
As ocurri que por la maana se quedaba
largo rato en el cuadro, a la una del medioda sonaba el lbum, el viejito se levantaba y se paraba sobre el armario para que no se le enfriaran los pies, luego tomaba las ropas del interior del peridico, se vesta, se miraba en la silla colgada en la pared, se sentaba luego en el reloj en la alfombra, y daba vueltas a las hojas del espejo, asta que encontraba la mesa de su madre.
Quizs a ustedes les resulte muy cmico.
Tambin a l le pareca as y por este motivo practicaba su nuevo vocabulario el da entero, para recordar muy bien las nuevas palabras que haba estado aprendiendo. Ya en este momento todo tena un nombre nuevo, l no era ms un hombre sino que era un pie, y los pies eran una maana y la maana era un hombre. Si a ustedes les agrada la idea del viejito, pueden escribir el resto de esta historia por s mismos. Y lo pueden hacer tal cual l lo hizo, intercambiando las dems palabras entre s.
Sonar significa poner.
Congelar significa mirar. Acostarse significa sonar. Levantarse significa congelar. Ponerse la ropa significa dar vuelta las pginas.
O sea que ahora habra que leer as:
En el hombre el viejo pie se quedaba
sonando en el cuadro por largo rato, a las nueve horas el lbum estaba acostado, el pie se congelaba y daba vuelta las hojas del armario, para no poder ver las maanas. El viejito se haba comprado unos cuadernos azules, completndolos con las nuevas palabras, y estaba tan ocupado con la tarea, que ya casi la gente se haba olvidado de su existencia. Una vez que hubo aprendido los nuevos nombres, se olvid de los verdaderos nombres de las cosas. Ahora tena un nuevo lenguaje que solamente l conoca; de cuando en cuando tambin soaba en palabras de este nuevo idioma, y despus de haber traducido todas las canciones infantiles que recordaba, las cantaba suavemente para s mismo. Pero pronto se le hizo difcil incluso traducir; como casi se haba olvidado de la lengua original, se vea obligado a consultar el cuaderno de ejercicios en busca de las palabras correctas. Y comenz a tener miedo de hablar con la gente. Deba dedicar largo tiempo a recordar los nombres reales de las cosas.
La gente llamaba cama a su cuadro.
Y su alfombra era una mesa. Y el reloj era una silla. Y su cama un peridico. Y su silla un espejo. Y su lbum un reloj. Y su armario una alfombra. Y su mesa un cuadro. Y su espejo un lbum.
Y haba llegado a un extremo tal que al
escuchar la charla de la gente tena que rerse. Y se rea simplemente porque la gente deca: Vas a ir a presenciar el partido de ftbol maana? O: Ha estado lloviendo durante dos meses. O: Tengo un to en Norteamrica. Se tena que rer porque no entenda nada de lo que hablaban. Pero esta no es un historia alegre.
Tuvo un comienzo triste y tambin un final
triste. El hombre viejito de chaqueta gris no poda entender ms a la gente que lo rodeaba, pero eso no era lo ms grave. Mucho pedir era que los dems ya no lo comprendan a l. Y esa fue la razn por la que nunca ms habl.
Qued mudo, hablando slo para s, y jams pudo volver a decir siguiera hola.