La Diosa en Nosotras Ethel Morgan PDF
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LA DIOSA
EN NOSOTRAS
DIEZ MANERAS DE SER MUJER
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NDICE
3. LA LIMITADORA
Instalarse en los cauces adecuados Recuperar el Orden Natural Medir y ocupar nuestro terreno La Triple
Diosa y sus ciclos El sistema de ajuste interior Preconceptos y reajustes Las limitaciones estereotpicas
artificiales Religarnos con factores de energizacin Las eternidad accesible Los ciclos y el xtasis
Frenar al que frena Ocupar dignamente nuestro espacio de mujeres.
4. LA PROTECTORA
Descubrir que sabemos proteger El compromiso con todo lo que existe Entrar en Modo Protector El orden
primordial en el Jardn de la Madre La Artemisa defensora Reacciones de proteccin Atreverse a pedir
cuentas Sin poder, pero eficientes La afinidad con la tierra Percibir lo sagrado Imaginar de nuevo El
no de las mujeres protectoras.
5. LA INICIADORA
Averiguar quines somos La partera de la psique Redefinir concepto inquietantes La historia ms amplia
Transformar la mitologa personal El estereotipo de la no iniciada Definir y describir lo femenino La
autoridad interior Coherencia y multiplicidad de la iniciada cotidiana.
6. LA DESAFIANTE
El mecanismo purificador Entrenarse para la liberacin Los desafos femeninos Mirar
alrededor Aceptar los aspectos oscuros Las amonestadoras Enigmas y acertijos No dejarnos
engaar Temores estereotpicos Las mentiras patriarcales El cuerpo femenino castigado
Advertencias desafiantes Lo que ya no debe ser.
7. LA LIBERADORA
Entender el sufrimiento El arquetipo de madurez Ira, recriminacin y compasin Isis y Demter
Blanco, rojo y negro: las tres fases vitales femeninas Reconsiderar factores que esclavizan La liberacin
de las mujeres como revolucin espiritual Los nuevos tipos que surgirn de la crislida Despolarizarse Otro
espacio, otro tiempo, otro lenguaje La compasin como actitud de vida.
PERSPECTIVAS FUTURAS:
EL OCHO, EL NUEVE Y EL DIEZ
8. LA CONECTORA.
La Tejedora que crea la realidad Conectarse para curarlas divisiones Visin chamnica femenina Con
qu nos estuvimos conectando? Tradicin de conectaras Preparando nuevas vas El estereotipo aislado
La nueva cbamana urbana Las tareas de curacin- Sanar es reconectar La medicina en crisis Sanear
las relaciones Tecnologa de conexin.
9. LA NUTRICIA
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El regreso de la Madre universal Trabas para la funcin preservadora La Portadora del Grial Actitudes
bsicas de nutricin La Puerta del Espritu Rectificacin preparatoria La moral natural de las mujeres La
madre amilanada y sometida Disfunciones patriarcales de lo maternal: negarse a proveer, alimentar mal
Autoalimentacin y autodestruccin Madre de la humanidad.
10. LA POTENCIADORA
La mujer capaz de hacer La autoconciencia lunar-solar Revisar nociones falsas Abnegacin y sostn
El plano fsico, fruto sagrado del rbol Cuatro colaboraciones con el hombre Lo femenino en desarrollo:
proceso, verbo y centro Exigencias de lo simple La mujer no potenciada La que sabe que sabe La
madurez de la mujer Hacer desde el ser La potenciadora del varn La transmisora de sabidura Ensear el
arte de vivir sobre la tierra.
REFERENCIAS Y LECTURAS
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AGRADECIMIENTO ESPECIAL
A Caitln Matthews, cuyo libro "Elementos de la Diosa" proporcion la base estructural e
inspiracional de este trabajo, que quiere ser una aplicacin de su tipologa divina a los problemas y
las posibilidades de las mujeres de hoy. Pese a que nunca nos hemos encontrado en el plano fsico,
ha sido para m la Iniciadora en las vas ms misteriosas de la Diosa, y en el camino personal que
espero poder recorrer.
Otros agradecimientos deben figurar aqu para el grupo de representantes de la Diosa que estuvo
conmigo intermitentemente durante la gestacin de este trabajo, dndome su apoyo cada una segn
alguno de los aspectos femeninos que incorporan intuitivamente: Liliana Stengeley su regocijante
Energizacin intelectual; Ana Mara Ferro y su afectuosa y leal habilidad para ponerme Lmites;
Gisela Lion, noble Protectora por naturaleza y vocacin; Hayde Hermida, que con tanta paciencia
hizo de Desafiante para mis decaimientos; Elba Renda, Liberadora generosa que sabe desatar nudos
en mi psique; Susana Muios, Conectara chamnica que oye a distancia los pedidos de ayuda;
Marta Pfefferman, cabal Nutricia tanto del cuerpo como de los sentimientos; y Alicia Amado,
que me Potenci tantas veces con sus mates y su sabidura prctica.
Gracias tambin a la Dra. Marta Recalde, que luch para que mi escritura respetara ms las
reglas acadmicas; a Fernando Ginaca, cuyos dibujos captan tan bien la tradicin celta que tanto
amamos ambos; y a Juan Carlos Kreimer, que me impuls a pasar ms pronto a la etapa de
Compasin.
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INTRODUCCIN
Cuando en 1985 la analista junguiana Jean Shinoda Bolen public en Estados Unidos lo que sera el best-seller
"Goddesses in Everywoman, Diosas en la Mujer), el movimiento cultural que hoy se conoce como la Nueva
Espiritualidad de las Mujeres estaba an en plena efervescencia formativa. La tercera etapa feminista, ms
preocupada por las definiciones profundas de lo femenino que por reivindicaciones sociales o sexuales,
entenda la necesidad de encontrar nuevos modelos, nuevos roles, nuevos rostros para las mujeres que
buscaban insertarse (o reinsertarse) en el gran esquema universal.
El libro fue un xito de venta entre el pblico masivo porque cumpla precisamente esa tarea fundamental:
poner a las mujeres en contacto con su nivel profundo, el nivel arquetpico en el que se coagulan las
tendencias y conductas que aparecern luego en el mundo exterior. Hacernos palpar, por decirlo de algn
modo, algunos de los rostros arcaicos que alguna vez fueron nuestros, y que siguen dictando desde
adentro nuestros gestos e incluso nuestras muecas.
Sin embargo la espiritualidad de las mujeres quiere calar ms hondo. No se conforma con la capa arqueolgica a
la que pertenecen las diosas mitolgicas, porque aspira a una universalidad sin restricciones que ya no
se encuentra en civilizaciones como la griega o la romana, demasiado cercanas a nosotros y ya signadas
por el predominio masculino que llamamos patriarcado. La Diosa est ms atrs.
Una nueva palabra, teologa, sirve ahora para definir las bsquedas de ese Divino Femenino que regresa
con fuerza en este instante de la evolucin humana. Muchas mujeres de talento y excepcional valenta se
han dedicado a esa empresa absolutamente indita, porque es propia de la nueva conciencia emergente
de la hembra de la especie, y ya han puesto las bases de un estudio coherente de la Diosa, sus
cualidades y sus manifestaciones a lo largo de la historia. Ellas inspiraron este libro, y sus nombres se
encuentran en la bibliografa.
Pero como estructura bsica de este trabajo, he adoptado el sistema de Diez Aspectos de la Diosa
desarrollado por Caitln Matthews en un pequeo libro seminal, "Elements of the Goddess" (Elementos de
la Diosa, 1989), donde estudia el costado femenino de la Deidad creadora, desde una perspectiva tan
pulcramente ordenada como la del rbol de la Vida de la Cabala. Estos Diez Aspectos han sido venerados
en las diversas religiones de la raza humana, pero pueden encararse como otras tantas maneras de ser que
se le abren a la mujer universal en su momento de gran florecimiento. La Diosa ante todo es un modelo
mltiple, que puede mostramos nuestra verdadera esencia multiforme. Y ese, entre otras cosas, es el
secreto elusivo que se esconde tras cada mujer.
Diosa y mujer
Cabe aclarar que el concepto de la Diosa no nos ubica en un campo religioso separado de la
cotidianeidad terrestre, as como tampoco la verdadera espiritualidad de las mujeres se desentiende del
aqu y ahora. Por el contrario, nos reconecta con la amplia gama de posibilidades prcticas y concretas
de lo femenino arquetpico (en gran parte suprimidas y olvidadas), segn un proceso en el que lo
divino y lo humano femeninos se realimentan mutuamente en el transcurso de la historia:
a) en los albores de la humanidad, el concepto de la Diosa puede haber nacido a partir de observaciones de
las experiencias femeninas en estado natural, no reprimidas por imposiciones culturales posteriores, y
elevadas al rango de atributos divinos por los que vean su afinidad con los misterios de la vida;
b) con la aparicin de los sistemas patriarcales androcntricos o exaltadores de lo masculino, todo lo
relativo a las mujeres debi pasar a un plano secundario, y la Diosa -por fuerza- debi ser desterrada de
los credos oficiales de nuestra cultura occidental;
c) durante los ltimos cinco mil aos las mujeres nos fuimos reduciendo, olvidando aspectos nuestros y
potencialidades que alguna vez tuvimos (incluso fsicas, ya que nos volvimos cada vez ms frgiles);
d) los movimientos en pro de los derechos femeninos (los tan denigrados "feminismos") comenzaron
desde hace cien aos a equilibrar las desigualdades ya desenfrenadas, que haban llevado a su mnima
expresin a la mitad (o ms) de nuestra especie;
e) la actual espiritualidad de las mujeres cierra el crculo al reencontrarse con el concepto de la Diosa,
recuperando as una visin integrativa de las capacidades y responsabilidades femeninas, y reponiendo
en su lugar correspondiente a un smbolo divino que necesitamos para nuestra identidad.
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Ahora incluso es posible vislumbrar la aparicin del arquetipo que intuyen y saludan los psiclogos bajo
el nombre de lo Femenino Consciente: una mujer universal completa, ya no automatizada cuando se trata
de sus tareas bsicas los misterios de vida, crecimiento y regeneracin), conciliadora de lo lunar con lo
solar en su naturaleza, y capaz de hacer su parte en los avances de la humanidad.
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CONFIDENCIA PRELIMINAR
La gestacin de este libro tuvo altibajos parecidos a los de la actual autoafirmacin de la mujer.
Cuando en 1987 entr en contacto con la cultura hoy conocida como la Nueva Espiritualidad de las
Mujeres, imagin que mi tarea iba a ser en adelante traducir para mis hermanas argentinas (la expresin
suena arcaica, pero la hermandad es lo que tratamos de recuperar en nuestra relacin intergenrica) las
ideas y expresiones de un grupo de autoras de habla inglesa, que estn dando sentido y direccin a las
eternas inquietudes femeninas.
Su aporte me pareci tan decisivo, que mi primer impulso fue elaborar una sencilla antologa de fragmentos
elegidos para que mis estudiantes se internaran en los nuevos territorios del Movimiento de la Diosa, como
tambin se le llama al espontneo surgimiento colectivo de lo femenino arquetpico.
Por lo mismo, la primera versin de esto fue una reunin de voces diferentes, que no lleg a publicarse
porque no inclua a la ma propia. El papel traductor o introductor de otras mentes y sensibilidades me haba
servido para escamotear las mas, con la habitual actitud nada autoafirmativa con que encaraba ya desde muy
joven mi preocupacin por los problemas de mi gnero.
El segundo intento se fue al otro extremo. La exhortacin de "ms personal" de mi editor pareci abrir una
compuerta, y en el torrente que surgi s estuve yo, pero tambin estuvieron mis contenidos poco
elaborados, y las voces poco controlables de mis antepasadas atrapadas en su limbo de fracasos, frustraciones
y dolor.
Yo las he visto en visualizacn profunda, tal como habitaban en mis propios estratos neblinosos.
Apiadas en cavernas sin salida ni alegra, rumiando los resentimientos que trataban de aliviar a travs de
mi inters por las reivindicaciones femeninas; que intentaban saciar a travs de mis luchas personales, porque
yo haba tenido la imprudencia ineludible de declararme ligada retrospectivamente a sus destinos.
Hoy esas voces se han calmado un poco, porque tuvieron su momento y la presin cedi. Por eso esta nueva
versin es menos subjetiva y torturada, y lo que aqu se encontrar ser ms bien las presencias internalizadas
de algunas de las grandes impulsoras del Movimiento de la Diosa; mujeres que recordaron la existencia de lo
Divino Femenino, tocaron el ncleo de su esencia y desde all escribieron pginas cargadas de conciencia
femenina.
Psiclogas como Jean Shinoda Bolen, or Hall o Marin Woodman; chamanas modernas como Vicki
Noble; estudiosas de lo Divino Femenino como Caitln Matthews; cientficas inspiradas como Marija
Gimbutas; filsofas como Mary Daly; ritualistas como Starhawk; revisoras culturales como Merlin Stone,
Elinor Gadon, Barbara Walker o Riane Eisler; ecologistas como Elizabeth Dodson Gray o novelistas como
Marin Zimmer Bradley: todas ellas son ahora parte de mi psique, ya que los lmites entre las mujeres
-antes tan slidos como barras de hierro- se han ido diluyendo en los ltimos veinte aos, para que entre
todas podamos dar a luz la nueva etapa humana, lo Femenino Consciente.
Pero todava falta mucho por hacer. Hoy, en el sexto ao de mis cursos sobre la espiritualidad de las mujeres,
puedo decirte que percibo dos fenmenos que corren paralelos y se hostilizan mutuamente: por un lado el
alborozo de las que encuentran a la Diosa como arquetipo femenino que habita en el ncleo de cada una de
ellas, e intuitivamente contemplan los alcances de una feminidad desarrollada que desborda de los moldes; y
por el otro, en muchos casos, la negativa a permitirse vivir ese proceso hasta ver los resultados. Disimulada
tras razonamientos y pretextos pero surgida, me atrevera a afirmarlo, de la falta de amor hacia ellas mismas.
De esa carencia de autoestima que hace que las mujeres nos autodestruyamos, sin siquiera darnos cuenta de
que lo estamos haciendo.
Esa herida oculta y dolorosa es lo que el contacto con lo Divino Femenino puede llegar a curar, si se le deja
hacerlo. Si se la da la oportunidad de actuar en nuestra vida desde adentro hacia afuera, desde el centro en
que habita hacia la periferia. Si se acepta, ante todo, que una misma es capaz de portar semejante dignidad.
Cuando hace un tiempo se me pidi un artculo sobre autoayuda para una revista de psicologa, el
problema qued bien en evidencia: Cmo hablar de autoayudarse si una no quiere decididamente su propia
salud y bienestar? Sin compasin alguna hacia una misma, es posible autosanarse, autoestimularse,
autoprepararse para una vida satisfactoria y plena? Me result evidente entonces que cualquier intento
sincero de autoayuda necesita enfrentarse con la crucial pregunta: En mi opinin, la merezco?
Yo luch muchos aos con este problema, que es el de casi todas las mujeres en este clima cultural que alienta
ms nuestras debilidades que nuestras fortalezas. Toda mi juventud fue un largo esfuerzo por reunir los
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pedazos de mi feminidad desconocida, que como dicen las autoras del movimiento de la Diosa estaba
fragmentada, perdida y dispersa; adherida por partes a los que crea amar, y que eran slo proyecciones de
mi propia identidad desconectada de su ncleo aglutinante.
El concepto de la Diosa me sirvi de puente hacia ese ncleo. Y si hoy sigo teniendo mltiples
problemas (por supuesto), tengo dnde apoyarme para verlos con la necesaria perspectiva. Y me doy
cuenta de que slo son fricciones, que se dan cuando la que soy ahora no coincide con los viejos modelos
perimidos, ni con los viejos "deberas" de los
que tuve que escapar centmetro a centmetro.
Claro que hay cosas que todava no puedo hacer; soy de una generacin que se qued frustrada en
muchas direcciones importantes. Pero he aprendido a hacer otras. Y cuando ; miro hacia un pasado que
ya no me parece tener que ver conmigo, me asombra no sentir ya el viejo dolor que ocupaba el lugar de mi
actual centro tranquilo, estable y celebratorio, donde he aprendido a percibir la resonancia de los ritmos
cclicos del universo.
No es difcil ni demasiado complicado, una vez que se ha aceptado que hay cosas que deben ser cambiadas,
que lo que nos aparta de nuestro centro real no forma parte de la vida ni tiene derecho a hacerlo. Ese es
el secreto de todos los sistemas de crecimiento personal y de cualquier programa que sirva a la
autoestima; pero todo se vuelve ms sencillo si conocemos los secretos de nuestro propio corazn y
percibimos que nuestra esencia femenina, nuestra identidad arquetpica y raigal, es el clido tesoro que
aoramos y que siempre buscamos sin saberlo.
En lo que sigue encontrars mi propio intento de explorar se tesoro a travs de los aspectos de la Diosa,
vinculndolos con los problemas femeninos que define la nueva espiritualidad de las mujeres, y las
respectivas soluciones que propone. En el momento en que ya asoma lo Femenino Consciente -que va a
expresarse en mujeres tan fuertes como compasivas, tan autnomas como amorosamente vinculadas con los
otros-, contemplar estas posibilidades olvidadas e imaginar otras ms acordes con los tiempos puede ser
un ejercicio estimulante. Quiera la Diosa que en alguna medida logre serlo.
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LA DIOSA Y NOSOTRAS
En un mundo que exige accin concreta, cabe preguntarse qu puede aportar el estudio de la Diosa. Para
qu sirve enterarse de cules fueron las epifanas de lo Divino Femenino que la humanidad ador en el
pasado, o que an adora en enclaves "primitivos" o en culturas diferentes de la nuestra, a travs de
brechas del autoritarismo patriarcal?
Una de las respuestas es que muchas mujeres estamos viviendo experiencias parecidas, estamos
descubriendo que las cosas que vivimos como "rarezas" personales, o como misteriosas extravagancias
sustentadoras de nuestra secreta identidad, fueron tambin vividas por otras mujeres que ahora las
comunican plasmadas en libros o en imgenes. Y un estudio como ste puede ayudar a ese
descubrimiento, y a que nos sintamos integradas a algo ms grande que nuestra propia biografa: un
movimiento masivo de recuperacin humana, en el que las hembras de la especie estamos haciendo las
veces de canales de recepcin y transmisin de una fuerza femenina, restauradora y regenerativa.
Eso en s ya proporcionara un alivio a la dolida mujer individual, que no encuentra su ubicacin
simblica ni concreta en un mundo androcntrico donde lo femenino, si es que cuenta para algo, es
secundario. Pero hay una segunda respuesta que apunta ms hacia lo individual, y a la necesidad de
contar con herramientas para la propia sanacin.
La tipologa femenina desarrollada a partir de los aspectos de la Diosa, abre extraordinariamente el espectro
de posibilidades de la mujer de hoy; esta mujer de fines del milenio que busca salirse de los moldes
rgidos de una cultura que mantiene a raya las potencias de lo femenino, incompatibles por definicin
con el tipo de mentalidad que nos ha trado hasta el actual punto de crisis.
I-os diez modelos de mujer o ginotipos que ya es posible empezar a describir, se inscriben naturalmente
en el estudio del gran tema del momento: el surgimiento de lo Femenino Consciente, un arquetipo
desconocido que est brotando de lo ms hondo de la psique y hacindose sentir de diversas maneras,
una de ellas el llamado "Retorno de la Diosa".
No cabe duda de que analizar las posibilidades de lo femenino -alguna vez asumidas por mujeres
concretas del prepatriarcado, o quiz intuidas simplemente por los pueblos veneradores de la Diosa y
proyectadas como sus atributos-, puede contribuir a hacer consciente un gnero que hasta ahora sabe
poco acerca de s mismo. No tenemos por ahora otros indicios para saber qu es ser mujer.
Una ms Nueve
Por otra parte esta tipologa, dada su estructura secuencial, puede ser en s misma un instrumento de
transformacin y consolidacin de la Mujer Consciente.
Detectar en nosotras uno o varios de los aspectos arquetpicos, observar en retrospectiva sus efectos
sobre nuestras elecciones y decisiones personales, tratar de imaginar hacia dnde nos conducen, nos
permite construir una armazn simblica donde apoyar nuestra genuina identidad. Y, en un segundo
paso, ejercitarlos ordenadamente puede llevarnos al florecimiento que se espera de nosotras en la
siguiente etapa humana.
Siguiendo a Caitln Matthews libremente, he diagramado los elementos de lo femenino universal como un
espacio circular central -la Diosa como Creadora-, rodeado por nueve aspectos que se han manifestado en
los mitos o en la historia, o han sido venerados en diversas religiones.
La Diosa Una es la totalidad creadora femenina que se expresa de mltiples maneras. Los Nueve Aspectos
son los modos principales en que acta, tanto en lo individual como en lo colectivo, para llevar adelante su
creacin. De modo que el conjunto puede describirse como sigue:
1. la Creadora
2. la Energizante
3. la Limitadora
4. la Protectora
5. la Iniciadora
6. la Desafiante
7. la liberadora
8. la Conectora
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9 . la Nutricia
10. la Potenciadora
Estos aspectos de lo divino femenino codificados por Matthews, son tambin actitudes arquetpicas de las
mujeres corpreas, que van siendo ms claras a medida que lo femenino se vuelve consciente. Cada uno
desarrolla potencialidades diferentes, enfrenta problemas especficos y exige distintos tipos de responsabilidad,
pero en conjunto pueden dividirse en dos subgrupos:
Del 2 al 7 son los aspectos destinados a fortalecer la personalidad de la mujer, ya que el ego femenino
es demasiado dbil y es preciso que se afirme para poder actuar como contenedor -segn sugiere Marin
Woodman- de las grandes fuerzas inconscientes que habrn de aflorar. Lejos de ser aniquilada, nuestra
personalidad debe volverse un recipiente lo bastante flexible y resistente como para hacer contacto con
"la otra realidad" sin identificarse con los arquetipos, y traer intactos sus tesoros a la vida cotidiana.
Del 8 al 10 tendramos por otra parte la triplicidad madura de lo Femenino Consciente, la divina trada de
la Doncella, la Madre y la Anciana que siempre reconoci y ador la humanidad y que ahora es preciso
recobrar. La Virgen-Alma, la Mujer Plena y la Vieja Sabia, que maduran juntas dentro del capullo de la
neofeminidad.
Este juego conceptual puede ser asociado a nuestra vida de modos impactantes que la ordenen y la
clarifiquen.
La influencia de los arquetipos desde el interior de nuestra psique es un factor que ya no deja de tener
en cuenta la psicologa, que sin quererlo converge as con antiguos sistemas de desarrollo espiritual
y exploracin de dimensiones interiores.
Por qu en una encrucijada de su vida una mujer elige esto y no aquello, opta por casarse o permanecer
soltera, tener un hijo o no, ser artista o cientfica, ama de casa o psicloga? Qu la lleva a embarcarse
en una carrera independiente o a quedarse en los roles de la mujer "tradicional"? Qu la hunde en
depresiones o la alza en alas de la dicha ertica?
Shinoda Bolen sugiere que hay dos fuerzas opuestas que nos tironean: desde afuera, los estereotipos
culturales que varan con las pocas y las costumbres; desde adentro, los arquetipos de la psique
profunda que son parte natural de nuestro patrn de desarrollo. A veces (casi siempre) se tiende a los de
afuera para no sentirse "aparte" y rechazada por la sociedad. Pero otras veces las exigencias interiores son
tan fuertes, que no podemos menos que escucharlas y responder a ellas sin saberlo.
Los Diez Aspectos de la Diosa pueden ser as diez diferentes exigencias, o urgentes instrucciones, que
nuestro ncleo femenino ms profundo nos plantea para nuestro propio bien y el de la humanidad en
general. Que las oigamos o no decidir si quedaremos alienadas de nosotras mismas, ofrendadas en
intil sacrificio a una cultura transitoria, o si iremos ms all, hacia un futuro que necesita ms que nunca
de nuestras capacidades ms autnticas.
La Diosa, dice Matthews, asumir en su regreso las formas ms adecuadas para tratar con nuestro mundo y
devolverlo al orden natural. Y agrega un prrafo que nos concierne en forma muy directa a cada una de
nosotras: S te hallas preparada para descubrirlas, habrs de convertirte en instrumento de su segunda
venida y en mediadora de su compasin.
Puesto en trminos humanos, esto implica que el regreso de lo femenino arquetpico y la afloracin de
sus nuevos desarrollos, es un suceso en el que necesariamente intervenimos todas las mujeres. Con
nuestro inters, con nuestras esperanzas, con nuestras libres elecciones y nuestro compromiso. Queriendo
ser flexibles y disponindonos a cambiar de forma cuando se necesite, para alternadamente poder
Energizar, o Proteger, o Desafiar, o Nutrir, o hacer Conexiones Sanadoras, o lo que fuera que la vida
nos pida en los momentos que vendrn.
En los captulos siguientes dedicados a los aspectos femeninos figuran indicios acerca de estas formas
arquetpicas y sus posibles manifestaciones cotidianas. La Diosa y la Mujer se reflejan mutuamente, de
modo que cada aspecto se dividir siempre en dos secciones: a) el arquetipo en s, tal como han llegado
a intuirlo las estudiosas de lo Divino Femenino, y b) la mujer concreta que lo encarna, tal como puede
vrsela si se observa sin prejuicios el entorno socio-cultural en transicin.
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El punto a se basa siempre estrechamente en Matthews, cuya tarea de teloga e iniciada en los misterios
de la Diosa es un fundamento invalorable; incluso he glosado varias de sus expresiones para adaptarlas a
la problemtica de las mujeres, o a una exposicin ms detallada de la aparicin del arquetipo en nuestra
vida. Pero para quien se interese en el estudio especfico de lo Divino Femenino, la lectura de su libro
(del que hay traduccin hecha en Espaa con el ttulo engaoso de "Las diosas", que lo remite a lo
meramente mitolgico) es totalmente necesaria.
Un cuestionario elaborado especialmente y una autoindagacin sugerida por las interpretaciones del
Tarot -ese antiguo sistema para dialogar con el propio yo profundo- se agregan en cada caso, para ayudar
a descubrir los modos y maneras de la Diosa en cada historia individual, hacia dnde nos llama nuestra
esencia femenina y dnde se originan nuestros problemas de mujer. Que es lo mismo que decir dnde
no hemos podido, o no podemos, responder a ese llamado.
APNDICE
Los siguientes son puntos importantes para poner en perspectiva a la actual espiritualidad de las mujeres, un
movimiento ginocntrico que ha brotado de manera espontnea y popular en los pases sensibilizados
previamente por las diversas etapas feministas. La cuestin del poder, la nueva mujer realizadora (o Mujer
Shakti, como la llama Vicki Noble) y la autoestima como necesidad fundamental, son temas claves para
entender esta profunda transformacin social y cultural de signo femenino, que en ltima instancia nos
concierne a todas.
Estoy del lado del poder que surge desde adentro, que es inherente a nosotros como el poder de crecer
es inherente a la semilla. (Starhawk, "Truth or Dare")
La nueva espiritualidad de las mujeres ha llegado a una conclusin fundamental: lo importante no esquen toma
el poder, sino cambiarla naturaleza del poder en que se asienta nuestra sociedad.
Segn Starhawk, otra de las autoras influyentes del nuevo movimiento femenino, hemos de distinguir tres tipos
de poder:
a) el poder-sobre, relacionado con dominacin y con control;
b) el poder de adentro, vinculado a los misterios que despiertan nuestras habilidades y potencialidades
ms profundas;
c) el poder-con, que es la influencia ejercida entre iguales.
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El concepto de la Mujer-Shakti -es decir, la mujer capaz de hacer, la mujer realizadora, segn el trmino
tomado del tantrismo- ha prendido en las neofemeninas gracias a Vicki Noble, una chamana moderna
que vincula intensamente el mundo fsico con el mundo invisible.
La Mujer-Shakti es la plena floracin de los aspectos de la Diosa. Es la que siente Su llamado, "como
profunda y seria voluntad de vida procedente del cuerpo del planeta", y percibe que es a travs de las
mujeres que esta exigente energa est brotando para efectuar la sanacin.
La Mujer-Shakti es la chamana urbana que trabaja por el realineamiento con la Naturaleza que se requiere
si hemos de sobrevivir. Es, en suma, la que quiere recobrar su perdida conexin con la ley natural, con el
poder de ser y con su propio cuerpo como vaso sagrado de transformaciones.
La Mujer-Shakti ha recuperado su poder de adentro y ha aprendido en la prctica que no es el ser dbil que
crea. Ha logrado pasar a travs de las mallas de sus conflictos emotivos, porque ha entendido que lo
importante es cambiar las ilusiones por la realidad, y modelar la realidad segn sus propias
potencialidades.
En lugar de empecinarse en una lucha solitaria por dejar de sufrir, probando mil terapias y consolaciones,
se ha reconectado con todo lo viviente en actitud de sanadora. Es decir, canalizadora de la fuerza
sanativa de la Diosa, convencida de que lo Divino Femenino. puede aportar ahora las cualidades y
valores que le faltan al mundo para equilibrarse.
Su lema podra ser: "El mundo me necesita, pero no como elemento pasivo y paciente eternamente disconforme, sino
como factor de sanacin".
En los captulos siguientes ese lema ir mostrando sus diversas variaciones. Que en el fondo marcarn la gran
transformacin de la mujer universal, en su trnsito final hacia lo Femenino Consciente.
La autoestima como clave
El estudio de la Diosa y sus aspectos nos sirve a las mujeres para rever el lugar que ocupamos en el mundo y
definir nuestra parte en la tarea de devolverlo al orden natural.
Sin un cambio de autoimagen eso es imposible. Demasiados siglos hemos estado creyendo que nuestro
puesto es secundario, que no servimos para las cuestiones importantes, que hay que dejar exclusivamente a
los varones la tarea de establecer las estructuras y visiones que nos rigen y dan forma a nuestra realidad. Y
es hora de entender que esa renuncia femenina ha descompensado al universo, necesitado -ms que nada-
de una efectiva colaboracin entre ambos sexos que respete por igual sus capacidadesdiferentes.
Tal vez para las mujeres de este fin de milenio la palabra clave sea autoestima, y las que participamos del
Movimiento de la Diosa hemos comprobado que la autoestima femenina depende, sobre todo, de un
cambio de los smbolos que rigen nuestras psiques desde planos muy profundos. "Cmo habra sido la
vida para las mujeres, de haber vivido en una sociedad que venerara a una Creadora sabia y valerosa?,
se pregunt Merlin Stone hace ya casi veinte aos. Despus de eso estallara por todas partes la nueva
espiritualidad de las mujeres en una bsqueda espontnea, llevada a cabo en gran medida en mbitos
domsticos o en grupos reducidos, y decidida a recobrar los rostros olvidados que la Diosa, desterrada y
sumergida en lo inconsciente, guard para nosotras.
No es, insistimos, una lucha por el poder sobre sino la aceptacin de una profunda responsabilidad espiri-
tual y fsica. Podemos hacer algo por el bien del universo (podemos hacer mucho en realidad), y ha
llegado el momento de que nosotras mismas lo admitamos. No por nada se le ha dado a la mujer la tarea
bsica de traer nuevos humanos a la tierra; de servir, como dicen antiguas tradiciones, de vaso sagrado
de renacimiento en los planos materiales.
Lo que se espera ahora de nosotras es que cobremos conciencia de nuestras potencialidades y nos dedique-
mos con fervor, apasionadamente, a aplicarlas en la prctica.
Muchos siglos de olvido necesitan ser superados. Es preciso descartar muchas ideas construidas sobre pre-
misas falsas, investigar todo prejuicio para descubrir su origen, y lavar de adherencias errneas a las
palabras mismas de nuestro lenguaje. Hay mucho por hacer, en suma, antes de ocupar nuestro lugar.
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La Diosa total, lo femenino arquetpico creador que ahora recuperamos las mujeres, es ante todo un vasto
principio materno & Un gran mar csmico, sugieren los cabalistas. Un infinito espacio grvido. La matriz
arquetpica a travs de la cual la vida llega a la manifestacin & Pero ese mar, ese espacio, esa matriz estn
tambin adentro de nosotras las mujeres, que estamos hechas a Su imagen. Hay en tu ncleo ms central
esa potencia femenina universal que trata de expresarse. La misma que los antiguos veneraban como
Fuente y Dadora de todo lo que existe En lo recndito de tu dolido corazn, encogido y estrujado por tantas
frustraciones del pasado, se abre ese espacio vasto preado de creaciones femeninas. La Creadora est en ti, como
en todas nosotras.
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Palabras clave:
Presin creadora
Ebullicin interna
Canalizacin sin trabas
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cada vez que es hora de comenzar de nuevo, cuando las
cristalizaciones de nuestro carcter personal y las represiones del entorno cultural nos impiden seguir
creciendo y evolucionando, el arquetipo de creacin empieza a empujar desde adentro-para que no
sigamos estancadas. La insatisfaccin profunda
es su sntoma ms claro, previo a cualquier entendimiento racional de lo que nos sucede. Slo sabemos
que, ante todo es preciso salir de lo insatisfactorio y pasar a otro estado"
donde podamos movernos con mayor libertad.
LA QUE CREA
La Creadora es palabra impresionante, porque enseguida se la asocia con el poder divino, con la
Deidad que ha dado origen a las cosas. El Principio Supremo, Dios o Diosa, fundamentalmente crea, y
eso hace que los humanos (especialmente las mujeres) nos sintamos ajenos a esa actividad.
Y sin embargo, como parte que somos de la humanidad, es nuestra funcin primaria. Toda mujer y todo
hombre lleva en s ese impulso de entregar algo nuevo, algo que antes no estaba y que marque su paso
por la tierra. Algo que sea su fruto personal. Sin saberlo, respondemos al aspecto Creador de la Deidad.
que empuja para expresarse a travs nuestro. El arquetipo primario, sin imagen ni forma, sin concepto
posible que lo abarque, presiona en nuestro ncleo como la yema de una planta antes de brotar hacia el
sol. Todas y todos estamos preados de creaciones posibles y latentes, que saldrn al mundo o mataremos
al nacer.
Pero la nueva espiritualidad de las mujeres nos pide que consideremos lo siguiente: a travs de los hombres
se manifiesta el lado masculino de la Deidad Creadora, el Padre, el Varn Primordial que les da a ellos una
identidad fuerte y el sentido exaltante de estar hechos a Su imagen. Y lo simtrico, lo justo, lo armonioso es
que a travs de las mujeres se exprese el otro lado, el Femenino: la Diosa Madre que alguna vez fue
venerada en todo el mundo. Su presin, sus urgencias creadoras tienen que ser necesariamente diferentes y
slo traducibles por un ser femenino.
Aceptando la idea de la Diosa las mujeres podemos asumir nuestra verdadera identidad, legitimar nuestro poder
de ser, celebrar gozosamente nuestra feminidad menospreciada y disponernos a los mltiples modos de
creacin que Ella nos pide para enriquecer al universo.
Las creaciones femeninas
Estamos rodeadas por las maravillosas creaciones de los hombres, que embellecen y enriquecen nuestra vida.
Arte y literatura, ciencia y tecnologa, filosofa y poesa nos dan placer y expanden nuestra percatacin no
material. Nos auxilian, alegran y entretienen.
El Hijo es el deleite de la Madre, dice la vieja religin de la Diosa. Y podemos comprobarlo muchas veces, en
momentos de crisis, las que tendemos a envolvernos en una sinfona o en un libro genial de un autor
masculino, hasta poder volver a hacer contacto con nuestra propia Fuente. I.as invenciones del varn se
remontan muy alto en esos campos, y no debe apenarnos admitir que ninguna mujer podra emular a un
Beethoven o a un Wagner, a un Einstein o a un Shakespeare, para dar ejemplos obvios. Creadores de ese
calibre dan forma a la cultura en que vivimos, definen sus valores y la idea que tenemos del progreso.
Eso a las mujeres nos acompleja bastante. Nos sentimos inferiores porque nuestras capacidades en esa
direccin no son tan grandes. Pero lo que pasa es que nuestros talentos son distintos, porque tambin son
diferentes nuestras visiones profundas.
Nuestro campo es la vida y sus procesos, y todo desarrollo que reafirme la insercin humana en el gran ciclo de
nacer, crecer, decaer y renacer, que es la base del orden natural. Nuestro campo es la salvaguardia de ese
ciclo y de ese orden natural, y en los ltimos cinco mil aos al Hijo le ha faltado el contrapeso de este tipo de
creaciones femeninas de preservacin.
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La mujer fue una vez, en la prehistoria, creadora de cultura. De una cultura diferente envuelta en el abrazo
de la Madre Universal, comunicada con las voces de la Tierra e integrada en la gran red de lo viviente.
Sus invenciones fueron bsicas para el avance de la vida, porque las realiz en funcin directa de las
necesidades de sus hijos y por dictado de su experiencia cotidiana.
Domar el fuego para dar calor y transformar los alimentos. Convertir la tierra en material maleable para su
vajilla. Ordenar los das en calendarios de hueso para marcar el paso de las gestaciones y la menstruacin.
Afincar en un sitio las plantas nutritivas y hierbas curativas para tenerlas a mano. Domesticar los animales que
pudieran ser aliados y colaborar con ella. Esas fueron algunas de sus preocupaciones esenciales, que vinculaban lo
mental, lo emocional y lo fsico, dentro del crculo sagrado de la espiritualidad de la Gran Madre.
Hoy la mujer no crea, y cuando lo hace imita las creaciones de los hombres. Desarrolla los sueos del varn sin
recordar sus propios sueos especficos, marcha por las mismas
sendas que l sin pensar que hay enormes territorios no explorados.
Cmo seran hoy las creaciones femeninas? Cul es la senda que a nosotras nos toca definir y transitar en
bien de todos? La Diosa vuelve, dice la espiritualidad de las mujeres, para dar soluciones completamente
nuevas. Seran por tanto soluciones creativas de signo femenino, relacionadas con nuestras cualidades
especiales:
La mediacin, la paradoja, la unidad mltiple, la conciliacin de opuestos, la comunicacin y la
comunidad, la integracin en el orden natural, la apreciacin gozosa de la vida en el plano material, el
placer embriagante de vivir.
Cada Aspecto de la Diosa que aqu estudiaremos, se relaciona con alguna de esas soluciones femeninas
que el universo aguarda en la presente crisis. Nuevas soluciones mediadoras, integrativas y equilibrantes,
que puedan asociarse con las masculinas y compensar su vuelo deleitoso, esplndido, con la plena aceptacin
de la vida a ras de tierra.
LA CREADORA ARQUETIPICA
Lo que ha sido llamado lo oscuro, lo negativo, lo femenino, tanto en sentido celebratorio como peyorativo,
se ve ahora como la fuerza original que crea y sostiene al universo. (Monica Sj-Barbara Mor "La Gran
Madre Csmica").
El arquetipo de la Creadora no cabe en imgenes demasiado humanizadas, como lo fueron las diosas-
mujeres mitolgicas o las heronas de los celtas. Est, como dijimos, por encima de ellas y las abarca a
todas. La Deidad Femenina de Vida y de Muerte (porque nos da la vida y luego la reabsorbe), es
demasiado enorme como para asumirla de manera individual, y slo puede imaginarse como una gran
presin que busca vas de escape.
Como bien saben los que estudian Cabala, las cualidades del Uno son siempre difciles de precisar, y
veremos a lo largo de este libro que los siguientes aspectos de la Diosa se irn volviendo sucesivamente ms
concretos y ms fciles de describir. Los ms grandes intrpretes del Tarot Cabalstico, por ejemplo, limitan el
significado de los Ases (Los Unos) a dos factores simples: un impulso creador, y un inminente cambio
hondamente deseado.
Por consiguiente el arquetipo de la Diosa Una, la Creadora, puede simplemente describirse como esa alta
presin, ese empuje vital que dentro nuestro nos est exigiendo crear gozosamente, y cambiar al
hacerlo. Todo creador o creadora (un artista, un escritor, un inventor o una madre) sabe que su creacin
inevitablemente lo transforma. Y que para darla a luz, como nos recuerda Matthews, hay que partirse o
simblicamente romperse en pedazos a fin de dar paso a una presencia ms grande, la de la Creadora
Universal.
La imaginacin humana no se ha resignado sin embargo a esta nocin abstracta de presin, y la Creadora
ha sido revestida desde hace miles de aos de diversas formas imponentes y siempre femeninas.
Seguramente, como sugiere Eisler en "El Cliz y la Espada", porque a la hora de formularse las eternas
preguntas ("de dnde venimos al nacer?, adonde vamos al morir?") nuestros ancestros observaron que
la vida emerge del cuerpo de la mujer.
Smbolos de la Creadora
Pero cmo imaginar a una Deidad maternal e inagotable? Para las mujeres y los hombres prehistricos, la
Diosa estaba inscripta en el paisaje. Sus facciones se discernan en las colinas y en las formaciones
naturales, la tierra era su carne y las rocas sus huesos, y era posible transitar sobre ella.
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La veneracin apasionada llevaba a veces a modificar el panorama para lograr el parecido, y a esculpirlo
en forma de mujer titnica dormida o acuclillada para dar a luz. Se construan templos -como en
Avebury, en el sur de Inglaterra- donde el encuentro de dos ros sugera el tringulo pbico de la Gran
Madre. O se cavaban cavernas subterrneas para poder sentirse dentro de su vientre y comulgar con sus
poderes de regeneracin.
En piedra viva o terracota, las formas femeninas acentuadas evocan desde la aurora de los tiempos el poder
divino de fertilidad y de creacin. Las supuestas "Venus" de hace 30.000 aos, de vientre y pechos
desproporcionados, no son objetos erticos ni caprichos del artista, sino celebraciones de La que Da la Vida
y la reabsorbe para renovarla.
Pero las investigaciones ms recientes han revelado todo un complejo de smbolos sutiles relacionados
con la religin de la Gran Diosa en el Perodo Neoltico: el altar en forma de los cuernos de la luna; el
pilar sagrado; el rbol csmico que abarca cielo, tierra y mundo subterrneo; la serpiente y el huevo, que
representan continuidad dentro del cambio; el hacha doble y el laberinto; la abeja, la mariposa y la crislida.
Todos smbolos del ciclo que no acaba.
Seora de las Aguas Superiores e Inferiores (cielo y tierra), Ama de los Animales y de la Vegetacin, la
Gran Creadora prehistrica preside los misterios de la vida con expresin serena, masivamente
asentada sobre tronos flanqueados de toros, leopardos o leones, transmitiendo el eterno mensaje de que la
forma material es el asiento del espritu.
La Gran Diosa todava existe como arquetipo en nuestra psique inconsciente.A menudo he sentido su
imponente presencia en mis pacientes. (Jean Shinoda Bolen, "Las Diosas en la Mujer").
Dice la psicologa junguiana que la accin de un arquetipo en nuestra vida se manifiesta como tendencias
de comportamiento; como patrones de conducta que van entrando gradualmente a nuestra zona de
conciencia, aflorando en imgenes de nuestros sueos o inesperadas erupciones en nuestra vida despierta.
Lentamente la Creadora o cualquiera de sus nueve aspectos va produciendo en nosotras una vaga
inquietud, una ebullicin interna que no llega a definirse hasta mucho ms tarde; y que finalmente acabar
por traducirse -siempre y cuando el proceso no quede interrumpido por causas no naturales- en una nueva
manera de ser, una diferente vocacin, otro modo de moverse en el mundo.
Siendo un super-arquetipo central de presin, la Creadora empuja hacia afuera en todas direcciones, siempre
en busca de puntos propicios por donde entrar a la conciencia. Por supuesto son mltiples e
imprevisibles, pero la actual tealoga ha definido a algunos de esos puntos como las nueve tendencias
arquetpicas que aqu denominamos los Aspectos de la Diosa:
La Energizadora, que pone en movimiento;
La Limitadora, que define los lmites de nuestra realidad; La Protectora, que guarda esos lmites;La
Iniciadora, que profundiza la experiencia;
La Desafiante, que se opone a lo que ya no sirve;
La Liberadora, que desata nudos;
La Conectora, que hace conexiones sanadoras;
La Nutricia, que nutre y preserva;
La Potenciadora, que aporta sabidura prctica.
Imaginemos un manantial que nace en la montaa con toda su fuerza originada en fuentes invisibles, o el
brote verde que surge de la semilla en condiciones propicias. O por supuesto el proceso insondable que
hace que en un vientre fecundado cobre forma y crezca un nuevo ser humano. Ese impulso surgente es
la presin que ejerce La Creadora, y algunas de sus maneras de expresarse. Diferentes, misteriosas e
infinitas.
La idea es que en el centro nuclear de nuestro ser hay un espacio cargado de potencia originatva maternal,
desde donde se irradian hacia el mundo nuestros impulsos divinos de creacin.
Nuestra accin creadora dentro del rea de la Energizacin, que cada tanto necesitan las cosas para no
estancarse; o dentro del tema de los nuevos Lmites que peridicamente requiere nuestra realidad; o en el
campo compasivo de la Proteccin del universo en que vivimos; o en cualquiera de las otras zonas de
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manifestacin de lo Divino Femenino enumeradas ms arriba, depende de que la presin no sea
contrarrestada demasiado, con nuestro consentimiento, por fuerzas exteriores represivas.
Por cierto, la presin de la Creadora suele tener que enfrentarse a la presin en contra (o represin) que
ejercen factores socioculturales que estn lejos de ser arquetpicos. Y que en ltima instancia responden
a intereses transitorios de las diversas culturas que se suceden en la historia.
Una mujer no puede ser plenamente ella misma cuando sus roles estn circunscriptos, cuando no es libre de ser
fuerte y creativa ni de controlar su propio cuerpo y su sexualidad, ni de ser lder y estar en contacto con el
poder interior. (Starhawk, "Dreaming the Dark")
La exigencia primaria del arquetipo de la Creadora es que haya vas libres para el paso de sus sagrados
procesos.
Todos los "no" y "ni" del prrafo de Starhawk sealan puntos donde presiones en contra impiden
actualmente que La Diosa Una se desenvuelva a travs de una mujer hasta expresarse plenamente. Tan
slo paso a paso, y desde hace muy poco, van desapareciendo los no puedo artificiales que a lo largo de
milenios ahogaron a las mujeres de las culturas que negaron a la Diosa. Pero a nivel profundo todava
siguen activos de maneras muy sutiles: coerciones psicolgicas o presiones poltico-sociales que nos
hacen olvidar nuestras necesidades mas autnticas, se cierran como cerco en torno a cada una de
nosotras para reprimir la expansin que se origina en la Creadora.
Pero simplemente supongamos qu sucede si alguien tapona un geiser que surge hirviendo de la tierra, u
obstruye el crter de un volcn para que no salga lava. Puede resultar extrao entonces que se haya
hablado tanto de la "insatisfaccin" de las mujeres?
El arquetipo Creador pide poder manifestarse a travs de nosotras en alguno o varios de sus mltiples
aspectos. Nos pide abrirnos a la necesidad irrefutable, hondamente sentida, de desplegarnos como
humanas en todo nuestro espectro de posibilidades ignoradas. Abrir el cofre del tesoro personal, dice
Merlin Stone, en lugar de acatar la caractersticas prescriptas para dar forma a nuestra identidad.
Como mujeres de los nuevos tiempos ya podemos ahondar en el pasado de la especie para descubrir, o
recordar, las mltiples maneras en que nuestras antepasadas femeninas encauzaron la vida de sus hijos y
aseguraron su supervivencia. Por ejemplo, cobrar conciencia de que las que siguen fueron algunas de sus
invenciones, an vigentes:
Las industrias domsticas bsicas: cocinar, procesar y almacenar los alimentos; cermica, tejido e industrias
textiles; curtido y teido; los usos diversos del fuego (incluyendo la qumica y la metalrgica); las artes
medicinales; el lenguaje y las primeras formas de escritura; la domesticacin de los cereales silvestres; la
domesticacin de animales; la imagine-rayel ritual religiosos; la arquitectura domsticay sagrada; los primeros
calendarios y observaciones astronmicas. (Sj-Mor, "La Gran Madre Csmica").
La lista es impactante -sobre todo porque no solemos asociarnos con estos logros esenciales-, y lo que ahora
se nos pide es volver a crear para el futuro. Slo nos falta recordar que podemos hacerlo.
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parte del peso de los hombros del varn, y marchar lado a lado con l hacia el nuevo modelo social de
verdadera colaboracin que Eisler describe en "El Cliz y la Espada".
Al desterrar a la Diosa y abolir su culto, todo un lado de la humanidad qued instalado por la fuerza en lo
superficial, lo secundario y lo frvolo: las "cosas de mujeres" justamente
consideradas subsidiarias, y que no son nuestros verdaderos intereses.
El estereotipo cultural de la mujer hasta sera gracioso si no fuera que ha arruinado tantas vidas al frustrar de
plano nuestra creatividad. Inmovilizada, persuadida de su inferioridad, acatadora de la sabidura "del que sabe
ms", la mujer estereotpica nada tiene que ver con La Creadora ni con su presin urgente, ni con la antigua
Seora de los misterios de la vida y de la muerte.
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Cuestionario
Las siguientes preguntas deben responderse en silenciosa intimidad, tratando de dejar de lado
temporariamente los habituales prejuicios y temores, o las reacciones condicionadas acerca de estos temas. No
es fcil hacerlo, pero si se lo logra aunque sea por un momento nos conectar mejor con nuestra esencia
femenina.
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Qu soluciones creativas puede aportar la mujer a la crisis actual de la humanidad y del planeta?
.
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.
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Qu opino realmente acerca de la condicin general de las mujeres en las culturas de hoy?
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LA CREADORA
SEGUNDA PARTE
LA MUJER CREADORA
Lema: "El mundo me necesita, pero no como pasiva imitadora sino como creadora de nuevas soluciones".
Hemos reclamado tos roles-modelos de la mujer sabia, la mujer valiente, la mujer creativa en los niveles ms
altos. (...) Las antiguas imgenes de la Diosa nos han permitido reconstruir conceptos medulares del principio
femenino, que no habra sido posible recuperar sin conocerlas.(Merlin Stone, prlogo de "El redespertar de
la Diosa").
Al parecer son las situaciones crticas las que hacen aflorar la capacidad creadora autntica de las mujeres.
Eso fue en el pasado, como lo han reconstruido recientes revisiones de la antropologa y la arqueologa,
y se repite ahora desde hace un par de dcadas.
Enfrentadas a la perspectiva de una aniquilacin innecesaria y a la insensata destruccin del planeta que
nos nutre, hemos entrado otra vez en funciones en nombre de la vida y de la muerte natural.
Las mujeres amamos la vida en la tierra, porque nuestra misin csmica es preparar el asiento del
espritu en el mundo material e invitar a los hombres a perpetuar la especie. Qu idea, concepto
altisonante o proyecto guerrero valen una sola vida humana? Y es as que a nosotras nos ha tocado ahora
ocuparnos nuevamente de la supervivencia de la especie.
En la periferia misma de la cultura anti-vida, muchas mujeres creadoras abiertas a la influencia de la
Diosa ya han dado a luz una nueva subcultura, basada en la moral y las
prioridades femeninas. :
Desde los aos 70 nuestros valores se han venido abriendo paso en las ideologas que provocaron la
crisis. La ecologa corno preocupacin fundamental de cualquier ser humano inteligente, es reflejo de
nuestra afinidad con las leyes naturales. El replanteo de las relaciones entre los sexos o interfamiliares se.
corresponde con nuestra eterna necesidad de conectarnos armoniosamente. La revaloracin del cuerpo
fsico y del sexo como actividad sagrada forma parte de nuestra misma esencia.
He aqu algunas de las recientes creencias femeninas, segn las expone Char McKee, surgidas de nuestra
imaginacin creadora para compensar falsas ideas que casi nos llevaron al desastre:
LA REALIDAD EST VIVA. Toda materia vive y posee conciencia.
EL TEMA CENTRAL DEL UNIVERSO ES LA INTERRELACIN. Todas las formas de vida estn interconectadas
y dependen unas de otras para su bienestar.
HAY MUCHAS FORMAS VLIDAS DE CONOCER LA REALIDAD. Los procesos lgicos no son los nicos
medios de conocimiento, ya que tambin existen la intuicin, los sentidos, los sentimientos y los
poderes psquicos diversos.
LA REALIDAD SE COMPONE DE TOTALIDADES DENTRO DE TOTALIDADES. Todas las partes tienen importancia
dentro del total, y los conceptos de superioridad o jerarqua carecen de sentido.
TODOS SOMOS CUSTODIOS DE LA TERRA Y DE SUS CRIATURAS. La especie humana no est aqu para que
el resto de la naturaleza la sirva y satisfaga sus necesidades.
LOS PROBLEMAS MUNDIALES PUEDEN SOLUCIONARSE UNIENDO ESFUERZOS. Todos los fanatismos
separatistas y violentos necesitan transformarse en solidaridad.
RESOLUCIN PACFICA DE LOS CONFLICTOS ES IA NICA ACEPTABLE. La violencia y la guerra nunca se
justifican.
NUESTRO ESTADO NATURAL ES EL XTASIS. Expresar nuestro ser interno natural no es peligroso ni puede causar dao,
ya que todos estamos programados para la dicha de vivir. Lo peligroso es ms bien reprimir ese estado
natural.
Todas stas son creaciones de la imaginacin de las mujeres, basadas en nuestras experiencias personales
ms genuinas y en recuerdos ancestrales muy profundos. A partir de ellas las que participamos del
Movimiento de la Diosa intentamos visualizar y concretar el nuevo mundo del futuro.
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LA CREADORA COTIDIANA
Si nuestro actual modo de vida nos hace sentir aislados y desesperados, es razonable preguntar cmo,
podemos imaginar algo mejor.(Vicki Noble, "Madrepaz").
Por supuesto, para responder a las siguientes preguntas la edad es importante. Si se tiene menos de 30
aos todava es necesario vivir un poco segn los estereotipos, para ver si se tiene xito en la tarea de
asumirlos. Si se tiene menos de 40, todava falta cuestionar unas cuantas veces ms las nociones que
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nos dieron acerca de los temas primordiales el amor, la pareja, nuestra fundn en el mundo, el significado de
la vida en general-, para ver si realmente nos sirven o convencen. Despus de eso ya es ms fcil
abocarse a las definiciones personales que nos permitirn, por fin, llegar a ser nosotras mismas.
De todos modos, en cualquier etapa, interrogantes como los que siguen pueden resultar muy tiles:
Qu debo sanar en m?
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2 . Qu aspectos mos me gustara que florecieran?
..
..
Espacio compartido
Te cuento que a m siempre me hostigaron por querer ser "original", es decir anti-rutina. Mis hermanas, por
ejemplo, solan mirar con aire sobrador o divertido mis intentos de ser a mi manera, de hacer las cosas a mi
modo individual. Esta rebelda eterna ha sido mi problema, pero a la vez un gran gozo personal.
Ahora veo que La Creadora ha presionado muy fuerte en mi interior para que me pusiera a su servicio. No es
por ser "diferente" (con todas las fricciones sociales que eso implica) que una hace a veces cosas raras o marcha
a contramano: en la decoracin, en los horarios, en las pequeas cosas de la casa que una tiene el derecho
de signar con su sello. En mi caso fue ms bien una preparacin para luchar por los desprestigiados
valores femeninos que, como dice Mary Daly, prosperan mejor en la periferia de la cultura represiva.
Siempre me sent en la periferia, y creo que contenta de ello. Mi vida personal fue siempre un crculo que
rozaba, en forma tangencial al gran crculo mundano. Y aunque no estaba desconectada totalmente, mis
canales de alimentacin iban ms bien a otros crculos excntricos, como los escritores o los msicos.
Por entonces nadie hablaba de la Diosa ni del feminismo espiritual. Habra sido una blasfemia en un clima
androcntrico y tradicional donde yo misma idolatraba, como todas, las cualidades masculinas; donde se
idealizaba la figura del Hroe con mayscula, hoy puesto en evidencia como factor activo de ruptura con los
valores femeninos. (En los mitos, el hroe es el que mata a los dragones o a los monstruos, deformaciones
de la Diosa Madre. Tal vez, explican Monica Sj y Barbara Mor, porque el embrin destinado a convertirse en
masculino, debe librar dentro del tero una batalla qumica constante para no regresar al estado femenino
originario).
Dicho de otra manera, yo misma batallaba contra mi propio gnero, al menos a nivel de las ideas. La
inteligencia, la creacin artstica, todo lo "superior" pertenecan a los varones. Y no me daba envidia,
pero mataba mi ambicin creadora. Y mi vida era gris y sin satisfacciones.
La crisis se produjo en el '79, de una manera que conocen muchas participantes del Movimiento de la
Diosa: un aluvin de sueos arquetpicos me indic que era hora de tomar otra ruta.
Por ese entonces participaba en reuniones de trabajo del tipo "control mental avanzado" dirigidas por un
hombre, un ocultista respetado. Me interesaba el sistema de la Cabala Hermtica, admiraba la psicologa
de Jung y la lnea esotrica de la Golden Dawn inglesa. Todo en realidad (con la rara excepcin de la
ilustre Dion Fortune) moldeado y establecido por grandes conductores masculinos: Crowley, Waite,
Paul Foster Case, Gareth Knight, el mismo Jung.
En realidad no progresaba mucho, no estaba cmoda salvo en el plano estrictamente intelectual. Mi
cuerpo no participaba, mi corazn estaba en otra parte aunque no me diera cuenta. Por eso se
intensificaron los mensajes de los sueos, que anot en mis cuadernos:
Una mujer desconocida pero familiar me dice "A ver si records quin soy?". Otra mujer me toca
con un cable elctrico. Al vehculo que he de tomar para salir de un sitio desolado lo conduce una
mujer, seria y severa, que en lugar de boletos entrega cartas de Tarot. Una mujer enorme se ha
posesionado de mi casa. Una voz femenina que no es ma habla a travs de mi boca para decir: "Quiero
que mi energa baje por este canal".
La Diosa haba entrado en mi conciencia y me estaba reclamando. Mi propia feminidad buscaba actuar
a travs de m. Pero tuvieron que pasar ocho aos para que en los libros de Vicki Noble y Jean Shinoda
Bolen me encontrara con la espiritualidad de las mujeres. Ocho aos de lucha en el vaco, porque ya no
poda seguir donde estaba antes y no tena tampoco adonde ir.
Si tus luchas se parecen a la ma, trata de or los mensajes de la Diosa. Es decir (si prefieres otra clase de
lenguaje), trata de percibir los movimientos de tu propia esencia femenina, que est haciendo presin
para poder crear algo a travs tuyo.
Te dejo una tarea para cumplir antes de que pases al captulo siguiente: busca en libros o revistas
alguna imagen arquetpica de lo Divino Femenino que te impresione o te interese de algn modo.
Recrtala y gurdala en algn lugar seguro. Y chale de vez en cuando una mirada, porque es tu
primer contacto con tu ncleo de mujer, y con
las cualidades especficas que en este instante ests necesitando recobrar.
La Diosa Da y la Diosa Toma en forma equilibrada, como la respiracin, y slo un dualismo exagerado puede
hacernos creer que lo primero es "bueno" y lo segundo es "malo". El principio divino femenino alienta en
nosotras hacia afuera y hacia adentro, alternadamente y con un ritmo de mareas que hemos de aprender a
distinguir El primer aspecto que surge de la Creadora es un puro dinamismo que pone en movimiento a la
Creacin. Lo que nace ha de moverse. Lo que se gest en el espacio grvido debe recorrer el mundo Ese
movimiento es la danza de la vida.
Palabras Clave
xtasis
Confianza universal
la dicha embriagadora de
vivir
celebraciones
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando la presin por pasar a un estado ms creativo llega a su punto
mximo, se abre una brecha en nuestros patrones de conducta rutinarios que nos permite avizorar
nuevas perspectivas. Cae un libro en nuestras manos, o nos encontramos con una persona estimulante,
o nos enteramos de lo que otras han hecho para progresar. Se dan hechos "casuales" o coincidencias que
nos alegran misteriosamente, porque nos estn mostrando que hay realidades ms amplias en las que
podemos insertarnos.
LA QUEENERGIZA
Todo nacimiento es una explosin dichosa. El espacio creador se abre y la presin se libera de repente;
y eso vale tanto para el beb que nace al mundo, como para las palabras que esperaron largo tiempo antes
de ser pronunciadas. Para la lluvia que se descarga, o para las mujeres que estuvimos muchos siglos sin
participar creativamente en la marcha de la civilizacin.
La Energizadora nos trae dicha y xtasis. Tras miles de aos de cultura basada en cdigos fijos y
esquemas rutinarios, nos hemos olvidado del gozo que produce la libertad creadora, el ponerse en
movimiento siguiendo los dictado de la fuerza interior sin represin ni distorsiones.
Lo que ha pasado en los ltimos veinte aos es que el Aspecto Energizante de lo divino femenino ha salido
nuevamente a caminar sobre la tierra, tras un largo perodo de exilio en los niveles inconscientes.
"Las mujeres estn aceleradas", dicen los medios de comunicacin. "Han avanzado mucho en estos
aos, los hombres tenemos que correr para alcanzarlas" (escuchado textualmente en un programa de
televisin). En trminos arquetpicos, se trata del impulso de La Energizadora Femenina que de nuevo ha
puesto en marcha a la mujer tras una larga incubacin.
Como un beb recin nacido, la nueva hembra de la especie quiere ante todo moverse y ejercitar sus
sentidos. Probar sus habilidades para resolver problemas de supervivencia. Mostrar, despus de tanto
tiempo de gateos, que puede al fin caminar sola.
Pero lo que hay que recordar especialmente es que este aprendizaje no es mecnico, ni avanza
exclusivamente en lnea recta con aire militar, ni tampoco se desliza sobre el suelo con nuestro eterno
modo de pedir disculpas. Es nuestra reinsercin en la gran danza de la vida, sabiendo que nuestros ritmos
naturales son realmente encantamientos curativos, capacitados para dar salud al mundo.
La energizacin de las mujeres
Por qu hemos de energizarnos las mujeres?, podremos preguntar. Por qu hemos de ponernos an ms en
movimiento, nosotras que habitualmente nos movemos sin cesar fuera y dentro de la casa, haciendo
malabarismos con varias actividades de full time al mismo tiempo?
La respuesta es que no se trata de seguir movindonos como hasta ahora, en forma lineal desde el pasado
hacia el futuro o de atrs hacia adelante, sin manera posible de hacer un alto o de tomarnos un descanso. El
movimiento que nos propone La Energizadota es diferente, porque es cclico. Y no nos cansa nunca,
porque cada tanto nos devuelve a nuestra Fuente para recargarnos.
La energa que surge de la Diosa Una es la gran Danza en Espiral.
Pero la danza en espiral tiene un propsito. No es meramente ldica o esttica. Forma parte de un
diseo natural cuyo cumplimiento implica la salud para todo lo viviente, y la satisfaccin para nuestros
inquietos sistemas psicofsicos humanos. Y cuyo incumplimiento (que es lo que ahora est ocurriendo) nos
coloca en el otro extremo del espectro: enfermedad para nosotros y el planeta, insatisfaccin irremediable
para hombres y mujeres.
Lo ms terrible es que nos hemos olvidado de danzar. Es decir, de participar con cuerpo y alma en ese
movimiento armonizado y con propsito, cuya coreografa nos entrelaza a todos en la gran red de la
creacin . Cada uno y cada una tenemos nuestra parte que cumplir, y esa responsabilidad completamente
descuidada es lo que ahora vuelve a ponerse en evidencia. Hemos distorsionado el diseo coreogrfico, hemos
destruido la danza.
Con las mujeres pas algo doblemente lamentable: durante varios milenios tuvimos que movernos al comps
de ritmos que no eran los nuestros. Impuestos desde afuera, segn disposiciones totalmente artificiales,
incapaces de llevarnos hasta el xtasis porque no respondan (ni responden) a nuestra presin creadora.
Nuestros pasos se hicieron mecnicos, la ondulacin del xtasis se convirti en la rigidez de la
automatizacin.
La Energizadora nos empuja a retomar el impulso originario y reintegrarnos en el diseo mvil que cada
tanto da forma a un mundo nuevo. No es la primera vez que la
espiral regresa al punto de partida sobre un nivel ms alto. Ni la primera vez que las mujeres nos lanzamos a
empresas de supervivencia.
Para qu energizarnos, en suma? Para qu movilizarnos La espiritualidad de las mujeres nos propone varias
cosas:
1. La actual crisis mundial no sera ms que un gran proceso purgativo, destinado a expulsar los venenos
psico-fsicos que se nos ha inoculado, al planeta y a nosotros, durante siglos de vida mal vivida.
2. A las mujeres nos toca canalizar la voluntad de supervivencia, la facultad de renovarse de la creacin
divina. Y por qu a nosotras? Porque nuestros procesos biolgicos hacen morir cada mes a nuestros yoes
gastados, y nos ponen en contacto muy directo con los ciclos mundiales de muerte y renacimiento.
3- Una mujer no activada por La Energizadora no es capaz de integrarse eficazmente a dichos ciclos. Si
no se re-energiza no puede formar parte del movimiento humano de recuperacin. Un movimiento que en las
presentes circunstancias la llevara necesariamente a dar los siguientes pasos:
a) desembarazarse de nociones falsas acerca de las mujeres y de la realidad en general;
b) recuperar el respeto por las leyes naturales y proteger su cumplimiento;
c) tocar la fuente de su propia identidad, y de la historial arquetpica que est viviendo en la presente etapa;
d) desarraigar de su vida lo que no est de acuerdo con ese ncleo autntico y le impide expresar sus impulsos
creadores;
e) rescatar de su prisin profunda a lo femenino consciente, que ya est maduro para salir al mundo;
f) reconectarse activamente con la red de lo viviente; nutrir en forma adecuada; potenciarse y potenciar a los
dems con el "poder de ser".
Parece un plan desmesurado, pero es lo que ya estn haciendo las mujeres del Movimiento de la Diosa. Y
en los siguientes captulos trataremos de aclararlo.
Por ahora es necesario tener presente lo siguiente: la mujer energizada por la Diosa (es decir, por su
propia feminidad divinizada) no es la terrible arpa de las pesadillas masculinas. Al contrario, esa arpa es la
mujer reprimida y resentida, trabada en su impotencia consciente o inconsciente, que de pronto estalla en
forma destructora. La Energiza-cin, por el contrario, nos lleva al xtasis del libre movimiento y nos hace
generosas, conciliadoras y amantes.
LA ENERGIZADORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La Energizadora aparece en muchas formas en el mito, la fantasa y los relatos religiosos.
Deidades femeninas tremebundas, excesivas, expertas en las artes del amor y de la guerra -como la
Inanna/Ishtar de la Mesopotamia, la Kali de la India o la Morrigan de Irlanda-han personificado siempre el
doble poder de Dar y Tomar de la Diosa, y tambin su electrizante aspecto de Energizadora.
Pero lo que se celebra en esas figuras religiosas es ms bien su abundancia de vida, que absorbe al
trnsito que conocemos como muerte y lleva directamente a la renovacin. Son arquetipos fortalecedores
que arman a los hroes para las batallas o potencian al mximo su capacidad ertica, o les anuncian que es hora
de pasar a otro plano de existencia para poder empezar de nuevo tras la regeneracin.
La Energizadora incita a cobrar conciencia de los eternos ciclos naturales y a vivirlos con dicha
embriagadora. La muerte no existe como estado sino como trnsito. El Plan contina siempre, pese a las
interrupciones ilusorias.
En otro aspecto ms sutil, el arquetipo energizante se manifiesta en toda imagen femenina que inicie un
movimiento de la vida o un tiempo de destino, o apasionadamente contine lo que qued inconcluso.
En Babilonia, la Eva originaria era "Diosa del rbol de la Vida" y en antiguas imgenes se la ve vivificando a un
hombre exnime con su manzana sagrada. Es por cierto la "Madre de todos los Vivientes" porque
efectivamente da la vida, y los escritos gnsticos la muestran como figura trascendente que se apiada del
Adn inactivado y an sin alma.
Del mismo modo, Mara Virgen y Mara Magdalena encuadran la figura de Jess con sus capacidades de
energizacin. La primera en las Bodas de Cana, estimulndolo para iniciar su ministerio con un primer milagro; la
segunda (como registran los Evangelios Gnsticos) continuando su tarea tras la Crucifixin, con la autoridad
espiritual que de l ha recibido.
Pensemos lo que implican estos smbolos devueltos a significaciones olvidadas.
El arquetipo de La que Energiza se abre paso a travs de preconceptos y definiciones falsas, y crea un profundo
cauce para que por l avance todo lo que corresponde al lado femenino de lo divino y de lo humano.
Borra con jubilosa despreocupacin toda nocin mezquina acerca de lo que puede o no puede hacer una
mujer. Acerca de sus reas de trabajo, sus posibilidades de liderazgo espiritual o sus maneras de colaborar en la
gran marcha de la evolucin humana. Riendo, gozando de su propio movimiento, danzando su propio xtasis
creativo, va dando forma a la imagen de la mujer energizada y potenciada, la mujer completa, la mujer
realizadora
Cada vez que sentimos que tenemos que movernos, o que estamos prisioneras, o que debemos hacer algo
que no logramos definir, es que La Energizadora busca abrirse camino a travs de nuestra coraza
cultural.
La nueva espiritualidad de las mujeres nos invita por eso a cuestionar, con valenta, todo cuanto ha ido
integrando esa coraza:
las definiciones que tuvimos que aceptar aunque no las sintiramos autnticas; los conceptos costumbristas
acerca de las cosas fundamentales de la vida (el amor, el sexo, las relaciones infrahumanas y con las
dems formas de vida, nuestro papel en el mundo, nuestra religiosidad y sus contactos con la fuente interna); las
escalas de valores que convienen ms a los juegos de poder que a nuestros verdaderos intereses.
El Aspecto Energizante necesita ese esfuerzo de cada una de nosotras para poder manifestarse en nuestra vida.
Desde una perspectiva evolutiva es un esfuerzo mnimo; desde la perspectiva cotidiana, por supuesto, puede
ser muy difcil.
De todos modos, la incitacin a caminar persiste. El "Aliento de Dios", dice la Cabala, irrumpe en tu
existencia para hacerte avanzar hacia lo que eres. Y aunque lo desoigas o lo niegues, sigue all.
En el Tarot cabalstico-hermtico la imagen que se conoce como El Loco (en realidad el Tonto Puro, el Divino
Inocente) representa esa necesidad de avance y aventura. Las ms recientes elaboraciones tarotistas lo
denominan sencillamente El Buscador, y nos muestran a cualquiera de nosotras en la actitud correcta que
solicita el Arquetipo Energizante: a punto de avanzar por un puente de arcoiris hacia lo desconocido,
impulsada por llamados insistentes de la Diosa (aqu en forma de pjaros), entregada sin miedos a las
posibilidades infinitas del futuro.
Si no escuchamos, la zozobra nos tortura. Si no atendemos el impulso de movernos con aceptacin consciente,
inesperados movimientos imprevistos nos hacen destruir lo que no necesita ser destruido. Si no aceptamos
salir de la parlisis, la energa se acumula en los niveles interiores esperando que nuestras represas empiecen a
agrietarse.
Lo que pide el Arquetipo Energizante
Sera ingenuo pensar que la soacin puede tener lugar en el aislamiento.(...) Sera absurdo creer que una
mujer por s sola puede ganar en la lucha por la integridad psquica. (Mary Daly, "Ms all de Dios Padre")
Ante todo el Arquetipo Energizante pide una actitud doble de tipo bipolar (es decir, receptiva de un lado
y estimulante de otro). Para cumplir con este Aspecto de la Diosa necesitamos: a) ser energizadas, y b)
energizar a los dems.
Imaginemos la siguiente situacin:
Permaneces atascada desde hace aos en un empleo que no te gusta. Las tareas que realizas no te
importan ni significan nada para ti. Te sientes literalmente prisionera de una enredada circunstancia que
parece no tener salida alguna. Sobrevivir ha reemplazado totalmente al disfrute de la vida.
Lo que llamamos la Diosa, sin embargo, quiere expresarse a travs tuyo y por lo tanto quiere que salgas de
eso y te energices como ser creativo. Dicho de otra manera, el verdadero ncleo de tu ser o que los
junguianos denominan e1 S Mismo) empieza a hacer presin para sacarte.
Si en actitud receptiva recibes sus mensajes -sueos conmocionantes, coincidencias llamativas, lecturas
importantes que llegan a tus manos, frases fortuitas que te dicen casualmente-, te abres a la energa que
proviene de lo hondo de tu psique: te energizas. Y la mejor manera de lograrlo, como comprueban las
mujeres del Movimiento de la Diosa, es disponerte de antemano a ayudar a los dems a salir junto
contigo del pantano : a energizarse.
Toda mujer que se abre a la Diosa que Energiza traspasa a los dems la potencia activadora que recibe. Y l
recibir y el entregar son simultneos.
Consecuencia prctica: empiezas a pensar en tareas alternativas de estos tiempos (oraculares, didcticas,
meditativas, artstico-curativas, yoga, masajes, cermica, comidas naturistas, flores de Bach o California
para apoyo emocional, y tantas otras), actividades capaces de implicar a otras personas a las que puedas
ayudar. Y eso te da a la vez el medio de escapar de tu perpetuo estancamiento: no te imaginas cuntas
mujeres de la Diosa hemos dado ya el paso hacia tareas autnomas que nos permiten vivir con dignidad.
Nadie se salva solo, sugiere Mary Daly. Lo que equivale a decir que el Arquetipo nos energiza cuando
aceptamos energizar a nuestra vez.
SEGUNDA PARTE
LA MUJER ENERGIZADA-ENERGIZANTE
Lema: "El mundo me necesita, pero no como eterna acatadora, sino como energizada capaz de
energizar"
Cada vez que recorro el pas descubro que la espiritualidad de las mujeres est presente y las est potenciando.
No llama la atencin porque no es iracunda ni trata de moverle el piso al establishment que lo posee. Por el
contrario, es algo que sucede dentro de las mujeres a nivel popular y en pequeos grupos domsticos. Es un
aflorar de rituales y de smbolos, y un compartir lo que es real y autntico en sus vidas. (Jean Shinoda
Bolen,
"Magical Blend Magazine", enero 1992).
En el pasado, las presiones femeninas en pro del libre movimiento de la mujer universal siempre hicieron
erupcin dentro de campos establecidos por mentes masculinas.
Sin recordar su propia estructura psicofsica ni conocer su propia historia cultural, las mujeres ansiosas de
energizacin slo supieron intentar la aventura improbable de imitar a los varones, y aceptar reglas del juego
creadas por ellos para ellos mismos.
Pero participar en ese juego no puede darnos satisfaccin en el nivel profundo ni afirmar nuestra autoestima
femenina. De all que toda triunfadora de nuestra cultura padezca, tarde o temprano, la famosa
melancola de la mujer y se convierta casi siempre en una antifemenina decidida.
Hoy la nueva espiritualidad de las mujeres est cambiando el panorama. Surge desde adentro como expresin
de La Energizadora y se dedica a abrir caminos para nuestras habilidades naturales. No es un plan
preconcebido para colmar pequeas ambiciones ni es un disimulado intento de asumir el poder sobre, que
siempre destruye al que lo alcanza. La nueva feminidad, sin proponrselo deliberadamente, se dirige hacia
metas dictadas desde adentro por el gran arquetipo femenino, y que es posible deducir estudiando los
Aspectos de la Diosa. Estas pueden ser algunas de ellas:
1. Incorporar la imaginacin creadora femenina a los procesos mentales que actualmente estn dando
forma al mundo del futuro. Hoy se admite que todo cuanto nos rodea ha surgido de actos de imaginacin,
de la deidad o los humanos.
2. Integrar los valores y prioridades de la mujer universal (orientados ante todo hacia la preservacin del
planeta y las especies vivas) en la estructura misma de la nueva cultura. Un cambio colectivo de conciencia es lo
nico capaz de salvar de la aniquilacin a la vida en la Tierra.
3. Recuperar antiguos roles que permitan a las mujeres hacer su parte en el avance evolutivo humano. La
sacerdotisa canalizadora, la sibila oracular, la chamana sanadora, la vieja experta capaz de transmitir
sabidura, son ms que nunca necesarias para complementar los esfuerzos del varn en la presente crisis.
4. Compensar la actitud dualista intolerante que actualmente predomina ("esto es bueno, aquello es malo",
"amigos/ enemigos", "yo y lo mo versus los otros") con la actitud integradora que surge de vivir los ciclos
naturales. Hoy las mujeres redamamos la legitimidad de lo que sola ser considerado "oscuro" o
"negativo": la pasin, la emocin, la sexualidad, lo irracional, lo intuitivo, lo inconsciente, el lado sombra de la
vida.
5. Reivindicar el concepto de placer -en el sentido del simple disfrute agradecido de la vida-, en lugar de
la desmoralizante exaltacin del sufrimiento sobre la que se ha construido nuestra civilizacin. Si hemos de
crear un mundo ms benvolo para nuestros hijos, necesitamos hacerlo Imbuidos de la dicha
embriagadora de estar vivos.
Dicho en pocas palabras, la nueva espiritualidad de las mujeres tiende hacia un cambio de conciencia
general que posibilite una vida mejor y ms fructfera en la Tierra. Lo que equivale a decir que tiende a
actualizar el autntico concepto del amor, no como emocin sino como principio universal:
Si quieres el bien del otro, aqu y ahora, es que lo amas. Si quieres tu propio bien, es que has
aprendido a amarte.
LA ENERGIZADA-ENERGIZADORA COTIDIANA
En una exhortacin de origen inmemorial la Diosa dice: Cada vez que tengan necesidad de algo, renanse
en algn lugar secreto y adoren mi espritu. (...) Canten, festejen, dancen, hagan msica y amor en mi presencia,
porque mo es el xtasis del espritu y ma la dicha sobre la tierra. Porque mi ley es el amor hacia todos los seres.
Que dentro de ti haya belleza y fortaleza, poder y compasin, honor y humildad, regocijo y reverencia.
Son palabras de La Energizadora, que continuamente ofrece vida en abundancia y da los medios para
disfrutarla.
Tambin es todo un programa para energizarse y energizar a otros. Aqu la palabra importante es renanse,
y las mujeres del Movimiento de la Diosa lo practican desde hace veinte aos, para extraer de all la fuerza
necesaria y seguir avanzando.
La mujer que busca activacin energizante no se rene con otras para debatir, discutir o planear estrategias.
A las mujeres no nos interesa entrar en consideraciones demasiado detalladas acerca de la naturaleza de la
Diosa , jams se nos ocurrira encontrarnos para discutir la esencia incognoscible del principio femenino ni
perder tiempo valioso redactando dogmas. Nos reunimos ante todo para crear un espacio femenino donde
compartir las experiencias importantes; redefinir esas vivencias; colocarlas en marcos de referencia ms
abiertos; mirarlas desde toda clase de ngulos para destruir estereotipos; disfrutarlas, rer, beber litros de t
(o lo que les guste) y sobre todo celebrar la vida.
Para energizarse es preciso celebrar. Para ayudar a que otros se energicen es preciso reunirse con intencin
celebratoria.
Las celebraciones, dice Zsuzsanna Budapest, son un arte mujeril. Las mujeres somos las memoriosas de la
especie, las que cocinamos lo que se come en los festejos.
Qu celebrar? Si lo preguntamos es porque siglos de tristeza impuesta nos han opacado el gusto por la
vida. Pero ahora tratemos de salimos de eso y hacer una lista de posibles causas de celebracin. Yo aqu
propongo algunas mas:
que las mujeres estn aprendiendo a no detestarse unas a otras lo que por supuesto impeda toda
energizacin);
que las estaciones se sigan sucediendo unas a otras para probarnos que es eterna la danza en espiral;
que haya das de sol y das de lluvia, das de calor y das de fro para que nuestro disfrute sea ms pleno y ms
variado;
que mis ojos puedan ver y mis manos tocar las riquezas infinitas de la Madre en el mundo natural que me
rodea (esa opulencia multicolorida que los antiguos llamaban con veneracin el manto de Isis).
que haya cada vez ms mujeres y ms hombres de buena voluntad dedicados a custodiar esa belleza Qos
eclogos, los naturistas, los preservadores de la fauna en extincin);
que da a da me lleguen signos de la presencia de la Diosa en mi existencia cotidiana.
Este es slo un enfoque personal, y a cada una nos conviene escribir en un papel nuestras propias causas
de celebracin. Aunque estemos tristes y en problemas, hemos de tener forzosamente algunas. Tratemos de
darles nombre y definirlas en palabras, porque eso por s solo lograr conectamos con La que Energiza. Y
en la energizacin se encuentra la salida.
Autoindagacin
1. Qu quisieron hacer y no pudieron mis antepasadas femeninas inmediatas?
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2. Qu hara si me convenciera de que lo Divino Femenino quiere expresarse a travs de m?
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3. Con qu tipo de personas siento afinidad profunda?
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Espacio compartido
"Mi experiencia con la energizacin fue larga y complicada, porque no terminaba de aceptarla. Y an ahora
me pregunto si la he aceptado del todo.
Menos mal que es posible trabajar para el futuro con la parte ya activada, ms all de fragmentaciones
interiores que a lo mejor no acabarn por resolverse en esta vida. "Incluso el que est atado ", dice una vieja
frase, "es capaz de desatar".
Pero no puedo negar que mis momentos de energizacin -esos perodos en que este aspecto de la Diosa se
activ en mi vida para hacerme poner en movimiento- fueron muy claros y de efecto perdurable.
Desde hace muchos aos me interesa el Tarot como herramienta de autoconocimiento, ya que la
"adivinacin" es slo un uso secundario, que en todo caso slo implica calcular las consecuencias de las
actitudes del presente. Y fue a travs de mi primer curso de Tarot que hice contacto con lo femenino que
regresa, ya que segn ciertas autoras (Barbara Walker, Vicki Noble, por ejemplo) ese mazo de smbolos
pictricos ha conservado el mensaje revelatorio de la Diosa durante los siglos de destierro, para que salga a la
luz en el presente.
En un sueo al que ya me he referido, un personaje femenino serio y casi enojado, me haba entregado
cartas coloreadas en lugar del boleto del vehculo que iba a sacarme de una zona muerta. Poco despus me
invitaron a dar un curso de historia del Tarot; y el mensaje ignorado, disimulado tras otros significados
patriarcales, empez a desplegarse ante mi mente subconsciente.
Supongo que fue entonces cuando empec a actualizar mi ginerga, o energa femenina, mientras mi mente segua
atada a conceptos masculinos y tironeada por dualismos irrecon-ciliados. Lo que s con certeza es que durante
aquellos meses todo mi entorno se hizo fluido y mvil, y mis costumbres sedentarias de lectora y escritora
se convirtieron en un ansia de moverme sin cesar y caminar sin rumbo fijo.
Creo que habr trajinado cientos de veces el contorno del Botnico esperando alguna pista que me dijera
adonde ir. Slo atinaba a darme cuenta de que estaba asumiendo un arquetipo, que justamente es el primero
de la serie mayor de los arcanos del Tarot. Si dispones de un mazo basado en la Cabala Hermtica, vers que el
primer smbolo es alguien que camina, un Buscador o Buscadora que sale sin destino movido por pulsiones
interiores, que los autores ms recientes ya simbolizan con las aves mensajeras de la Diosa (los Matthews, por
ejemplo, en "El Tarot del Rey Arturo").
Fue un momento glorioso de apertura, de impulso urgente de dejar atrs todo lo que no se vinculaba con
el desconocido porvenir. Yo nada saba entonces de la nueva espiritualidad de las mujeres, pero parece que
es as como funciona: la segunda parte de la vida femenina, la que marcha hacia un nuevo nacimiento, se inicia
al hacer contacto con una fuente interna que no es esttica ni indiferente; que se esfuerza tambin por
llegar a contactarse con nosotras, porque nos necesita para manifestarse en este mundo nuevamente.
Ese sacudimiento, sin embargo, no es ms que el primer paso, y dejar atrs lo innecesario puede ser un
asunto muy largo y complicado. En mi caso la parte gruesa del proceso me llev ms de siete aos, y los
ajustes finos no terminan. Pero hubo otro momento que aceler las cosas.
Vicki Noble y los Matthews hablan de las "enfermedades curativas", los procesos que creemos morbosos y en
realidad nos sirven para expeler del cuerpo toxinas largamente retenidas. Y puedo asegurarte que en mi
caso fue una experiencia semejante la que abri la puerta para dar paso a la energa de la Creadora. Ms o
menos pas as:
Abandonar los viejos esquemas destructivos se parece bastante a la muerte, y ya bien avanzado mi
proceso purgativo me pareca estar cerca de ese umbral. Uno cree realmente estar a punto de morir cuando
el viejo camino se ha angostado hasta ser slo un filo de navaja; un puente tan estrecho que por l slo pasa
la propia esencia indestructible, mientras todo lo dems parece haberse ido: todo falso consuelo, toda
aparente facilidad.
Fue en ese momento (que estoy segura se nos presenta a todos en la vida) cuando escuch claramente en mi
interior la pregunta que haba estado esperando sin saberlo: "Aceptas vivir o no?". Porque para vivir y actuar
en este mundo se necesita el requisito previo de la aceptacin, que muchos de nosotros no hemos tenido en
cuenta.
Mi respuesta a la Voz interior fue bastante ridicula: "Lo voy apensar". Porque as, de pronto, no poda decirlo.
Saba que despus de eso ya no habra retorno: o cruzar el puente para empezar a trabajar de veras en lo
mo, o quedarme all esperando que mi cuerpo fsico recibiera y cumpliera el mensaje de ir
desintegrndose.
Tres das despus me decid y dije un s pleno. Amo la vida demasiado, la existencia en la Tierra es demasiado
hermosa como para permitirme la insolencia de menospreciarla. El
puente estrecho se alineaba en realidad con los diseos verdaderos de mi vida, que haban estado
oscurecidos por las consolaciones y las facilidades. Y en realidad era un canal de
nacimiento por el que la Diosa iba a darme a luz de nuevo, ya sin trabas. Slo se requera mi aceptacin. Y
slo la aceptacin da paso a la energa.
Como los procesos naturales son inteligentes, tras la estimulacin de La Energizadora debe venir una tendencia
de moderacin que nos impida llegara extremos indeseados La que Limita, o La que Mide la extensin de
nuestro campo personal, es el Aspecto de la Diosa que representa esa tendencia. Como compensacin del
movimiento energizante, le pone lmites a nuestra libertad para que eventualmente no daemos a los otros,
ni nos salgamos de nuestra trayectoria. Sin la Limitadora nos desbordaramos y destruiramos el
diseo de nuestro destino individual Dentro de su Plan sabio florecemos plenamente.
Palabras clave.
autorregulacin
integridad
el orden natural
SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Una vez energizadas, ansiamos hacer cosas que respondan a nuestra efervescencia:
un nuevo trabajo, otra etapa en nuestras relaciones afectivas,
una manera diferente de movernos en el mundo, irnos a vivir solas por primera vez, manifestar nuestra recin
descubierta vocacin, son imperativos que nos exigen lanzarnos de
cabeza. Pero en medio de todo ese entusiasmo, hay una vacilacin que nos hace preguntarnos hasta dnde
tenemos el derecho de llegar. El arquetipo de Limitacin es el
morigerador que, a travs de esas dudas torturantes, nos impide malgastar nuestra energa y nos lleva a
la vez a descubrir nuestras autnticas posibilidades.
LA QUE LIMITA
Despus de la ebriedad de la energizacin, es un placer muy hondo instalarse en los cauces ordenados que lo
Divino Femenino dispone para cada una de nosotras.
La verdadera libertad, dicen las tradiciones que fomentan el desarrollo espiritual, consiste en aceptar los propios
lmites y funcionar entre ellos libremente. Y ese es todo un programa que La Limitadora desarrolla con la actitud
amante, revestida de rigor, que toda madre ha de asumir alguna vez cuando se trata de encauzar a sus hijos
inexpertos. No es una restriccin que nos encierre ni un chaleco de fuerza para nuestra energa. Es, ms
bien, la refrescante sensacin de estar usando esa energa como conviene y sin desperdiciarla; o de
estar viviendo segn un plan maestro establecido que todava no conocemos, pero sabemos que nos
corresponde.
La paradoja es parte imprescindible de la visin del mundo de las nuevas mujeres. Por eso no nos
debe preocupar que La Limitadora parezca reprimirnos, cuando abre en realidad mejores sendas para
la presin creadora.
Sin formas definidas que la contuvieran, la divina energa proveniente del Dar (Aspecto 2) se perdera
para nosotras como agua derramada. La que Limita (y esto es preciso tenerlo muy en cuenta) toma
en cambio ese impulso y lo introduce en ciclos que, en conjunto, componen el Orden Natural.
Mirando alrededor se ve enseguida cunto se ha ignorado a La Limitadora en ese aspecto. Las energas
se pierden en acciones insensatas, no pueden renovarse porque se han evadido de los ciclos vitales de
regeneracin, todo es una enorme confusin porque ha sido olvidado el Orden Natural. Slo
asumiendo a La Limitadora con la moderacin inteligente que ella misma nos propone, podr la
humanidad salvar la crisis que su propia negligencia ha provocado.
Slo dentro del Plan podemos sobrevivir y movernos libremente.
Y lo que nos permite a las mujeres este aspecto de la Diosa (que simboliza el orden necesario sin el cual el
universo no funciona como debe), es simplemente reintegrarnos en lo humano mediante varios
reajustes demasiado postergados: reubicarnos plenamente en el sector de actividades que podemos
cumplir con eficiencia; asumir sin temores nuestra innegable responsabilidad en la marcha de la
evolucin de nuestra especie; salvaguardar con autodisciplina y autoestima nuestra integridad.
Pero aqu la Diosa nos reserva una sorpresa, porque fijar los lmites es una accin de doble filo:
1. Por un lado se estrechan y se ajustan los que han sido agrandados indebidamente. Por ejemplo,
cuando una persona o un sistema se ha adjudicado ms autoridad de la debida; o toma decisiones,
como dice Starhawk, que slo deberan tomar los que sufrirn las consecuencias de ellas.
2. Por otro lado, se agrandan y se aflojan los que han sido indebidamente restringidos. Por ejemplo,
cuando una parte de la humanidad ha sido puesta en situacin subordinada, como en el caso de un
patriarcado o matriarcado.
En general, cuando se habla de aceptar los propios lmites se tiende a imaginar que una debe encogerse o
achicarse porque se ha pasado de la raya. Pero la espiritualidad de las mujeres ya descubri hace tiempo
que a nosotras nos toca el punto 2, porque hemos funcionado durante miles de aos muy por debajo de
nuestra capacidad realizadora.
Slo ocupando creativamente todo nuestro espacio podemos abrir cauces verdaderos a la presin
energizante de la Diosa. De lo contrario, la energa presionada no hace ms 1 que congestionar nuestro
sistema psicofsico, mientras trata de adaptarse al ritmo de goteo de nuestras expansiones' diminutas.
Ese sueo sanador (...) me volvi a dirigir de manera v inconfundible hacia mi propio sendero: optar
por respetar mi propia autoridad y animara otras mujeres para que hagan lo mismo (Vicki Noble, "Mujer
Shakti").
La accin de La Limitadora en nuestra vida se relaciona ante todo con tres cosas: la realidad que
habitamos; la realidad que deberamos habitar, y las medidas ms urgentes para empezar a hacer el cambio de
una a otra. Y es innegable que desde hace siglos las mujeres hemos sufrido agudamente un desajuste entre ambas
realidades, que est exigiendo una .revisin total. Cuando no podemos ocupar del todo nuestro terreno
personal, los espacios vacos y los sectores flojos de los limites nos hacen sentir que algo anda mal. Es
como tener puestas ropas demasiado grandes; y el malestar no es por sentirnos oprimidas, sino por no
haber crecido hasta llenarlas.
Llevadas por esa sensacin inaceptable, muchas mujeres del Movimiento de la Diosa ya han reajustado su
autoestima, como para portar con dignidad el manto de sacerdotisa o la capa emplumada de la chamana
sanadora, o cualquiera que sea la vestimenta-rol que les haya asignado La que Fija Lmites.
Reajustar la autoestima salvaguardar la propia integridad reconocer los talentos personales ocupar
dignamente el propio espacio vital son algunas de las modificaciones que nos empuja a hacer el arquetipo
limitante. O dicho de otro modo: si ests insatisfecha porque sabes que podras hacer algo hermoso y no lo
haces; o porque sientes que los roles habituales ya no te corresponden; o porque intuyes que hay algo diferente que
te espera en tu camino; o porque tal vez has percibido seales del misterio que da base a la existencia, es
hora de pensar en esos cambios que lo Divino Femenino te sugiere.
La idea es que dentro de nosotras hay un sistema de ajuste, que viene en nuestro auxilio cuando no
atinamos a salimos de los moldes fijos impuestos desde afuera.
Una vez establecidos los lmites correctos, desaparece la insatisfaccin y empezamos a movernos dentro
de lo nuestro con la paz que nos da el estar haciendo lo debido. Porque eso es, entre otras cosas, ejercer
nuestra Justicia personal.
Restablecer la mujer y a los valores femeninos en un lugar central, tanto social como espiritual, es la
cuestin ms crtica de nuestros tiempos. Riane Eisler, "Reclamar nuestra herencia de la Diosa", en "El
Redespertar de la Diosa").
La Limitadora es la actitud arquetpica que juzga, mide, pesa, asigna espacios: que ejerce, en suma, la
revaloracin que nos permite conocernos a nosotras mismas. Paso previo indispensable para poder ocupar
nuestro lugar en el esquema universal.
Tengamos en cuenta los cambios sugeridos ms arriba, relacionados con cuatro palabras importantes:
autoestima -integridad - talento - espacio. El arquetipo nos pide entender bien lo que realmente significan.
1. Estima: en realidad, estimar implica juzgar el mrito de algo, y por supuesto incluye preconceptos acerca
del valor que se debe asignar a una persona o cosa. Reajustar la autoestima es pues tratar de ver ms all
de los prejuicios relativos a una misma como ente femenino, y autojuzgarse segn otros parmetros. Por
ejemplo:
Preconcepto cultural: La mujer es inferior y debe estar subordinada.
Reajuste de autoestima: Estoy hecha a la imagen de una Diosa Creadora, y mis capacidades complementan
las del hombre.
2. Integridad: es el estado de totalidad sin divisiones: estar entera, intacta. Por consiguiente, salvaguardar la
propia integridad significa impedir que nos dividan en fragmentos, o que declaren vlidos a algunos y
proscriptos a otros; teniendo en cuenta que, como representantes terrenales de la Triple Diosa, las mujeres
somos muchas cosas a la vez. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Las mujeres se dividen en "buenas" y "malas" (es decir, dciles o transgresoras).
Salvaguardia de la propia integridad: Tengo muchos aspectos porque soy un ser complejo. Todas mis
partes son valiosas, porque entre todas conforman el diseo de mi existencia personal.
3. Talento-, antiguamente era medida de peso y denominacin de una moneda. Implica por lo tanto una
suma de riqueza acumulada, y la necesidad de medir bien esa riqueza para no sentirse pobre al ignorar
que se la tiene. Utilizar nuestros talentos sera entonces, simplemente, entregar a la vida con
agradecimiento el fruto de nuestras habilidades, que en general son mas de las que creemos. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Slo unos pocos elegidos tienen reales talentos y merecen la aprobacin de los que
rigen la cultura.
Reconocimiento del propio talento: Tengo muchas habilidades naturales que nunca he desarrollado y que
constituyen mi talento y mi riqueza.
4. Espacio-, es entre otras cosas una porcin limitada de extensin, que puede estar vaca u ocupada
por algo. Metafricamente, es tambin nuestro derecho a la existencia sin que nos asfixien otras
presencias ms autoritarias. Y ocupar dignamente nuestro espacio vital tiene que ver con
responsabilizarnos de que surjan de ese espacio creatividad, belleza e imaginacin, para beneficio de la
especie. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Las "cosas de mujeres" son intrascendentes y slo pueden ocupar la periferia de la
sociocultura.
Digna ocupacin del propio espacio: Mis intereses y escalas de valores son imprescindibles para la
supervivencia de la especie en esta crisis de la humanidad y del planeta.
Slo adoptando la mirada clara y desapasionada del arquetipo de La que Limita, podemos las mujeres
ver ntidamente el problema femenino y afirmarnos despus sobre un terreno slido, que nos sirva de
base para nuestras tareas.
El arquetipo pide una actitud insobornable de autoaprecio, que no es lo mismo que una indebida
indulgencia hacia una misma. Si no nos apreciamos, o si no apreciamos los
valores femeninos verdaderos, nunca podremos darnos permiso para actuar. Nunca podremos salir de
ese sopor que nos obliga a distraernos con cosas pasajeras, mientras
ansiamos ser protagonistas de nuestra propia vida.
Las que estn alienadas de su propia identidad ms profunda, reciben cierto tipo de seguridad a cambio
de aceptar identidades muy limitadas e indiferencia das. ''. (Mary Daly, "Ms all de Dios Padre").
El molde estereotpico establecido para las mujeres impone cosas muy simples, en lo que se refiere a las
limitaciones que debemos acatar: la mujer pasiva y dcil es ms agradable que la mujer activa que piensa
por s misma como ser adulto. Por consiguiente, la primera merece ms apoyo, sostn y proteccin.
Si furamos eternamente nias, esto podra convenirnos; hasta cierto punto. Si careciramos de
habilidades de su pervivencia, nos veramos forzadas a aceptarlo. Pero no es as.
El estereotipo de la mujer pasiva, acatadora, fue directa consecuencia de que se haya abolido la Deidad
Femenina que ador la humanidad en las pocas prehistricas. Al desterrarse a la Diosa, sus representantes
en la tierra quedaron automticamente alojadas en posiciones restringidas, mantenidas tras rejas invisibles
por un sistema interesado en que se olvidara la importancia de lo femenino. Sus identidades esenciales fueron
diluyndose. Y tras algunos miles de aos, esa situacin distorsionada lleg a parecer completamente natural.
La limitacin artificial estereotpica quiere hacernos creer que no sabemos hacer cosas importantes para el
avance de la humanidad. Que nuestro ptimo estado de activacin social o cultural es colaborar con toda el
alma en las empresas del varn, u ofrendar nuestra vida y energa a algn gran hombre (detrs del cual, se
dice, siempre hay una mujer que ha apoyado sus sueos).
Eso es aparentemente hermoso, pero no es lo ideal para nuestro desarrollo como personas plenas y
creadoras. En el fondo es lo mismo que afirmar que el universo es exclusivamente masculino y que -como
decan los telogos de la Edad Media- las hembras de la especie somos, a lo sumo, un extrao capricho de
Dios que ha de ganarse duramente su lugar en el mundo.
Cuestionario
Cules seran las reas de actividad que ms podran beneficiarse con las especiales cualidades
femeninas?
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Dnde siento que estn ms recortadas o reprimidas las capacidades naturales de las mujeres?
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A quines puede beneficiar realmente el que nosotras no desarrollemos nuestras plenas capacidades?
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SEGUNDA PARTE
LA MUJER CON NUEVOS LIMITES
Lema: "El mundo me necesita, pero no restringida por lmites artificiales, sino ocupando plenamente mi
verdadero espacio".
La eternidad accesible
Cuando las mujeres estn plenamente en contacto con la experiencia de sus propios cuerpos pueden
reclamar el poder interior y utilizarlo, no para manipular ni para auto-obsesionarse, sino para revelar el
misterio tal cual es, y para transformarse a ellas mismas y a nuestra cultura (Elinor Gadon, "La Diosa
que fue y que ser").
Otro de los lmites rgidos que reajusta y afloja La Limitadora es el que la actual visin dualista establece
entre cuerpo y espritu.
Las mujeres sabemos que dentro y a travs de nuestro cuerpo fsico accedemos a las grandes experiencias
de tipo espiritual. Por eso nuestra antigua religin fue siempre holstica e integrativa, y no exigi ms
templos que las palpitantes estructuras clidas en que funcionamos.
Considerar "viles" a esas estructuras -como se hizo desde los primeros siglos de la era que termina-, es
desconectarnos y desarraigarnos, sacar los pies de la tierra madre y ubicar nuestra conciencia en un eterno
limbo psquico-mental, que no logra tampoco ir ms all y revincularse con lo eterno.
Y aqu es donde la nueva espiritualidad de las mujeres hace tal vez el mayor aporte sanador a la vulnerada
condicin humana:
a travs de nuestra plena experiencia corporal nos es posible conectarnos con los procesos csmicos y abrirnos al
sentido de la eternidad
La idea procede de Julia Kristeva, la prestigiosa pensadora francesa, y vale la pena tratar de ponerla en
prctica en nuestra vida cotidiana. El proceso en s tendra dos etapas:
a) nuestros ciclos corporales rtmicos de menstruacin y gestacin nos permiten una fcil conexin con lo
csmico, que al ser percibida nos conduce en cualquier momento al xtasis;
b) este xtasis dichoso nos abre el camino hacia un diferente sentido del tiempo, al que podemos
denominar eternidad.
Siempre buscados y pocas veces alcanzados, estos dos estados de xtasis y eternidad son eminentemente
curativos y equilibradores, y por supuesto nos colocan cabalmente en los caminos transpersonales que fija para
nosotras La Limitadora.
Una mujer exttica y con sentido de lo eterno es una va de acceso para la sanacin del mundo.
LA NEOLIMITADA COTIDIANA
Fue potenciador descubrir que yo era parte de otro patrn, que para m como mujer tena mucho mayor
significado (Sunflower, "El Sendero de la Sacerdotisa Solar").
Si se quiere comprobar prcticamente la propia capacidad de eternidad y xtasis, conviene en primera
instancia irse conciliando con los procesos naturales.
Por ejemplo pensemos en esto:
tanto en el universo como en cada una de nosotras los grandes ciclos transcurren con serena inevitabilidad, que
ms que restriccin es fuente de seguridad y paz profunda. Si la primavera sucede siempre al invierno, si
la luna creciente siempre reaparece en el cielo nocturno, si cada mes de nuestros aos procreadores trae su
etapa frtil hacia afuera y su etapa frtil hacia adentro, es de esperar que todo lo que existe traiga incorporado
un mecanismo de renovacin, y que por consiguiente nada termine del todo. (Sin llegar a entrar en
trance, da vuelta a estas ideas en tu mente, juega con ellas como si fueran buenas noticias que te ayudan
a sanarte de tus males).
Cuando la idea de ciclos recurrentes ya sea parte de nosotras, tratemos de percibir en nuestro interior,
fsicamente, el pulso rtmico de la sangre y la respiracin. Hagamos una voluntaria conexin con los mundos que
giran en sus rbitas, con el gran movimiento de expansin y contraccin de todo el universo. Y tratemos de
sentir que con el universo somos una misma cosa. Que nosotros somos, como deca Cari Sagan, la manera
que tiene el cosmos de contemplarse a s mismo, porque participamos de la misma sustancia.
En algn momento de esta simple prctica se sentir la dicha del no-ego (el xtasis), y el sentido del
tiempo limitado se transmutar en eternidad. La Limitadora nos habr mostrado que nuestros reales
lmites son los del universo.
Limitarse y limitar
El modelo social de dominador est alcanzando sus lmites (Riane Eisler, "El Cliz y la Espada").
Frenar al que frena puede ser un buen ejercicio inspirado por La que Limita.
La nueva mujer consciente de sus potencialidades no ejercidas tiene todo el derecho de no aceptar que
en su presencia se despotencie a las mujeres. Y lo que se puede
hacer es muy sencillo:
Ya persuadidas de poder contribuir en forma activa a la supervivencia de la especie, podemos pedir
que se respete, ante nosotras lo que concierne a nuestro sexo, sus valores y sus intereses verdaderos, tal
como surgen de lo que vimos hasta ahora. Si nuestra autoestima es real, los dems escucharn.
Si nosotras mismas no ejercemos el antifeminismo femenino (la peor y ms amarga de las dificultades con
que debe enfrentarse la nueva mujer), lograremos que los otros reconozcan este elemental derecho.
Hoy ya no est de moda que las mujeres hablemos mal de las mujeres. Muchas crecimos escuchando
terribles comentarios proferidos como algo natural por nuestras madres y abuelas: las mujeres son
traidoras, intrigantes, no confiables, enemigas entre s, ladronas de hombres. Yo no poda entenderlo, y
sigo sin captar el mecanismo de estos "goles en contra" que seguimos hacindonos, pese a que las
nuevas femeninas han descubierto las ventajas de trabajar unidas.
Levantar las barreras ficticias que nos han impedido asociarnos con lealtad, es otro de los beneficios
esenciales que la Diosa Ajustadora puede traer a nuestra vida. Es, en suma, ocupar dignamente nuestro
espacio femenino sin divisiones internas que no nos favorecen a nosotras.
He aqu entonces algunas actitudes sugeridas por La que Limita, que pueden ayudarnos a instalar nuestra vida
dentro de otros confines ms acordes con la nueva conciencia femenina:
a) En mi presencia solicito que no se denigre a las mujeres ni se minimicen los problemas de la mujer universal.
b) Aprecio cualquier asociacin laboral con miembros de mi sexo, porque es valiosa ocasin de trabajar con
seres que comparten mis mismos intereses y luchan por las mismas cosas que yo anso.
c) Hasta el momento en que exista un sistema cultural que respete mis ciclos femeninos, tratar de moverme
dentro de las actuales condiciones forzando lo menos posible mis etapas naturales.
d) Intentar rever y sanar mis relaciones madre-hija (hacia atrs con mi madre, hacia adelante con mi hija si la
tengo) sabiendo que son fundamentales para insertarme en la
;
continuidad del ciclo femenino. |-
e) Me ocupar especialmente de afirmar mi autoestima, salvaguardar mi integridad, desarrollar mis talentos
escond-g dos y ocupar dignamente mi espacio personal.
f) Probar si soy capaz de conectarme con los grandes ciclos csmicos para experimentar personalmente el
xtasis y la eternidad.
Autoindagacin
1. Los lmites entre los que me muevo me permiten desplegar mi real creatividad?
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2. Me permitiran integrarme a la nueva cultura y transmitir rnis aportes personales?.
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Espacio compartido
Mi propio cuestionamiento sobre limitaciones y terreno personal de actividad se inici con los aos '80. En el
aire ya estaba, sin que yo tuviera la menor idea, la gran activacin de lo femenino que haba empezado ms al
norte (hay quien dice en los Andes peruanos) y que ya se haba organizado y explicitado intelectualmente en
California. Ya todas estbamos inmersas -aunque la gran mayora no lo supiramos- en una atmsfera
psicofsica de signo cada vez ms femenino, que tena forzosamente que afectar nuestras actitudes de
mujeres nunca del todo satisfechas con el mundo patriarcal.
La inquietud por pasar de lo insatisfactorio a algo distinto se me presentaba de maneras casi imperceptibles,
que se abran camino con mucho trabajo a travs de las capas de desilusin, desnimo e inercia que me
haban recubierto. En plena madurez, ya pasados los aos juveniles que en general animan a iniciar nuevos
proyectos, tenda a pasar por alto las chispas de renovacin que brillaban por momentos. Cmo pensar
en empezar de nuevo, prcticamente desde cero?
Sin ganas de hacer nada, me encerraba. Detrs tena veinte aos de trabajo en redacciones de revistas y
oficinas de prensa, mucha energa gastada en beneficio de jefes masculinos y una larga cadena de
tristezas afectivas, slo compensadas por mi relativa libertad personal. Antes de encontrarme con mi
tarea especfica (es decir, trabajar para la Diosa), todo haba sido en realidad preparativos y entrenamientos
inconscientes. Y es inquietante el momento en que se siente que una est al fin llegando a alguna parte y que
los prembulos se acaban, sin que la mente racional haya averiguado todava de qu se trata.
Viv bastante tiempo en ese limbo transicional, realizando sin saberlo los ajustes necesarios antes de
descubrir la subcultura femenina hoy conocida como la nueva espiritualidad de las mujeres. Es decir, la parte
del gran rompecabezas donde yo finalmente encajara con todos mis entusiasmos, inconformismos y rarezas.
Donde podra definir por primera vez mis verdaderos lmites y encauzar mi energa hacia su real propsito.
Pero cuntas dudas antes de llegar! Las mismas dudas, seguramente, que estn sintiendo en este instante
tantas de mis hermanas, las que transitan el umbral transformativo hacia una etapa ms fructfera.
Y como nadie poda darme indicios, el Tarot segua siendo mi instrumento de investigacin. Preguntar algo y
sacar una carta como respuesta simblica me pona frente a lo que ya saba en niveles muy profundos. Me
sealaba al menos lo que convena aceptar, y lo que era mejor dejar de lado. Me insinuaba una direccin
privilegiada que me llevara a una meta.
Yo confiaba en esos smbolos de ancestral sabidura, y nunca hasta ahora me han desencaminado. Jung
dira que funcionan segn los principios de la sincronicidad, ya que vuelven visibles elementos internos
que forman parte de nuestro mundo real, ms all del alcance de los sentidos fsicos. Si sacas una carta en
relacin con algo (un proyecto, una vinculacin humana, un problema de algn tipo), es que en tu interior ese
algo se parece a ese smbolo pictrico, reviste anlogos significados, se encamina a esos mismos resultados si no
intervienes para modificarlo.
En esos meses el dilogo simblico me confirm insistentemente que deba rever mi vida desde distintos
parmetros. Seal mis puntos dbiles (postergaciones, tendencia a abandonar cosas antes de finalizarlas).
Marc mi necesidad fundamental: dirigir mi propia vida e iniciar una etapa basada en la autoconfianza.
No vea claro lo que haba que hacer, pero se vislumbraba una eleccin: por un lado seguir trabajando para
otros, dentro de la falsa seguridad de la relacin de dependencia
siempre aceptada como inevitable; por el otro, la nueva vocacin por el Tarot como actividad ms amplia, ms
libre y ms ma.
En mis cuadernos de entonces figura una pregunta tmida, asustada, que ahora me hace sonrer: "Qu resultado
tendr si empiezo a cobrar por las lecturas de Tarot?". Detrs hay toda una lucha entre la vieja manera de
considerar las cosas, que siempre sent estrecha, y la nueva que asomaba; entre el mito caduco de la mujer que
depende de otros en el plano humano horizontal, y el concepto nuevo de la que depende de su yo profundo
para su supervivencia.
La pelea era tambin entre lo aprobado por la sociedad jerrquica (mi dependencia, la entrega incondicional
de mi energa a los fines de otros), y "lo mal visto", lo sospechoso, lo que escapa a los lmites de lo
conveniente: mi vocacin oracular, mis buceos en lo invisible, mis contactos sin intermediarios con la
Fuente.
En el paso de lo primero a lo segundo hubo remordimientos, sensacin de culpa, miedo, preguntas intranquilas
("Me podr mantener?, Qu debo hacer con mi trabajo en la revista? Qu pasar con mi evolucin si sigo
all? Que pasar si me voy?"), pero yo saba que esas condiciones me quedaban chicas, que las fronteras
"seguras" eran un encierro. Y que algo dentro mo -un factor escondido mucho ms sabio que yo- haba
reformado el mapa de mi mundo personal para mostrarme los paisajes impensados, nunca imaginados,
que tendra que recorrer.
Tras delimitar su territorio la Diosa lo protege. No puede ser de otra manera, porque cuando funciona la ley
natural en el universo de la Madre, nada queda librado al azar La Protectora guarda l orden dentro del gran
esquema csmico establecido por La que Limita. Es defensora de los indefensos, porque todo abuso contra ellos
destruye la armona de la Creacin, y porque la energa de la Creadora debe llegar basta el ms pequeo de
sus hijos A La que Protege es fuerte y tierna, porque muchas veces ha de ponerse firme en nombre del amor.
Como la Artemisa de los griegos, porta en una mano un arco y con la otra sostiene a un animal herido, o a un
beb que nace, o a una planta arrancada de raz que todava puede ser devuelta a la tierra para que rebrote
Todo este vasto mundo devastado es su campo de trabajo, y en los niveles invisibles nos refuerza para que podamos
ser como ella Su santo enojo ante el maltrato de los dbiles es la otra cara de su amor.
Palabras clave:
misericordia
santo enojo
el modo protector
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: En el proceso de descubrir nuestros lmites para no caer en
transgresiones, nos damos cuenta de que otros derechos han sido transgredidos y otras personas y
formas de vida no tienen oportunidad de progresar. Es lo que se ha llamado conciencia social y
conciencia ecolgica -una extensin del sentido maternal de la mujer-, y si es autntica es expresin
directa del arquetipo protector. Toda mujer que se embarca en una sincera accin social, una cruzada,
una campaa solidaria o la defensa de una especie en extincin ha llegado a esta etapa de lo femenino,
que ya no se conforma con el bienestar individual o familiar y entiende que hay un flujo de energa que
debe ir hacia los dbiles.
LA QUE PROTEGE
Una vez que descubrimos cul es realmente nuestro territorio, lo natural es que intentemos defenderlo.
No por prepotencia ni avaricia, sino porque sentimos (o deberamos sentir) una responsabilidad. Otro
arquetipo entra entonces en funcin en nuestra psique, y una nueva posibilidad de canalizar a lo
Divino Femenino surge bajo el aspecto de La Protectora.
Alerta y fuerte, presta a transformarnos e intensificar nuestras vivencias, esta actitud arquetpica
recorre los con fines de nuestro espacio personal. Se hace cargo de su vigilancia, para que nada
obstruya el paso de la energa creadora que tenemos finalmente disponible.
Asumirla no tendra que ser difcil: proteger es un instinto especialmente fuerte en la mujer, porque es parte
de su funcin materna. La proteccin implica sostener lo que es bueno para el hijo no crecido, y por
extensin para toda otra entidad -humana o no- que est privada por razones antinaturales de su poder
de ser.
La actitud protectora debera aparecer en nuestra vida cada vez que asistimos a actos abusivos, o cada
vez que vemos en peligro a los que no son capaces de defenderse por s mismos. Pero hay serios obstculos
para que entre en funciones:
1. Nos falta amor profundo y compasivo hacia el universo en que vivimos. Slo ese sentimiento puede
hacer que la energa que ha irrumpido en nuestro espacio, activada y definida por los aspectos
anteriores, anime ahora nuestra actitud de Proteccin. Pero nada nos ayud a desarrollarlo, porque
formamos parte de una cultura de desconexin que nos ha separado -en apariencia- de los dems seres.
Es cierto que ese estado de cosas va cambiando. La ecologa como inters fundamental ya est de nuevo
insertada en la conciencia colectiva, y slo debe crecer hasta alcanzar la masa crtica adecuada. Es
decir, hasta que ms tarde o ms temprano un nmero suficiente de personas se enfoque en ella y logre un
cambio permanente de actitud en los humanos del futuro.
Pero si no advertimos en nosotras este aspecto de la Diosa .y no participamos de su pasin presentadora,
todo va a ser ms lento y ms difcil.
2. No nos creemos capaces de hacer algo. Incrustado en nuestra psique personal hay otro obstculo: la
creencia colectiva de que somos nosotras las que necesitamos proteccin. Por el mero hecho de ser hembras,
por aceptar la falacia general de que el lado femenino de la especie es el ms dbil e impotente. Por pensar,
en suma, que en esta cultura centrada en el varn slo podemos sobrevivir si l nos protege.
Eso es as hasta cierto punto, porque as lo establecen las leyes del juego sociocultural. Pero siempre es
posible imaginar otro juego. Las mujeres podemos proteger, porque ya hemos descubierto nuestros lmites y
el amplio territorio que esos lmites demarcan.
La proteccin femenina
El suyo es el ferozy tierno corazn de una madre cuyos hijos son amenazados (Caitln Matthews,
"Elementos de la Diosa").
El arquetipo de la que Protege nos hace descubrir algo muy importante: Podemos ejercer hacia los otros
la actitud protectora que venimos pidiendo para nosotras mismas en los ltimos milenios, porque hemos
olvidado nuestra fuerza.
Podemos asumir en forma plena ese poder que slo nos dejamos disfrutar dentro de lmites muy fijos: con
nuestros hijos muy pequeos, con algunos pequeos animales domsticos, con algunas plantas en maceta.
El poder Protector va ms all de nuestra rea personal.
Todo es cuestin de declararnos responsables de algo ms que lo que encierran las paredes de la casa en que
vivimos. Y La Protectora es la que infunde ese sentido ampliado del compromiso hacia muchas otras cosas, a lo
largo de una gama muy extensa que va desde nuestra rea personal de actividad hasta lo que sucede en los
confines opuestos del planeta.
Al hablar de este aspecto de la Diosa Caitln Matthews tiene una expresin exacta: Entrar en Modo
Protector. Es decir, pasar en forma automtica a la actitud de Protectora cuando algo necesita de la Madre
Universal a travs de una de nosotras.
A nadie puede parecerle raro que una madre proteja con uas y dientes a sus hijos en peligro. Sera el
colmo en realidad que esta cultura, alienada de las leyes naturales, la tildara en ese caso de agresiva o
transgresora. Y, muy a su pesar, la cultura la respeta.
Pero qu pasa cuando La Protectora nos convierte en Madres con mayscula y nuestros hijos son todos los
seres en peligro que necesitan proteccin? Qu pasa cuando las mujeres que queremos alentar el
surgimiento de lo Consciente Femenino nos despertamos al sufrimiento general de los ms dbiles?
Un rbol talado, un animal empetrolado, una esposa golpeada o un nio maltratado despiertan en
nosotras el Modo Protector. Y este aspecto de la Diosa se yergue dentro
nuestro en toda su estatura, para velar por el poder de ser de esos hijos desdichados. .
He ah una causa a la cual aplicar nuestra energa.
La actitud protectora es nuestro primer paso para convertirnos en factor de sanacin, porque La que
Protege lo intentar todo para asegurar el bienestar y la supervivencia de los que la necesitan. Y apelar a
recursos que ni siquiera imaginbamos, pero que estn a nuestro alcance si nos prestamos a colaborar
con ella.
En ese aspecto se relaciona sutilmente con La Conecto-ra/Sanadora prototpica (captulo 8), que sabe
que sanar es reintegrar al orden natural y restituir las conexiones con todo cuanto existe. El afn
defensor de La Diosa que Protege tambin desemboca inevitablemente en la restauracin de la salud.
Pero primero hay que lograr que el que sufre sobreviva.
La Protectora mira en torno a travs de nuestros ojos, hacindonos vencer nuestra costumbre de ignorar,
y nos hace sentir como un dolor en las entraas cosas que parecan no afectarnos individualmente. Por
ejemplo:
Que cada da mueran miles de rboles en lo que son, sin duda, asesinatos en masa (Las arboledas
fueron mis antiguos santuarios naturales, donde se me renda culto, dice la Diosa tristemente. Y cada
rbol es smbolo de la madre fructfera).
Que cada mes desaparezcan, y no por muerte natural, especies enteras que habitaron la tierra durante
cientos de milenios. (Yo era Seora de los animales y los antiguos me representaban como ave o como
abeja, como serpiente o como erizo, como osa o como cierva, sabiendo que a travs de todos ellos yo me
manifestaba.)
Que cada 18 segundos, segn estadsticas norteamericanas de 1990 (proporcionadas en la versin filmada
del libro testimonial de Charlotte Fedders "SueosDestrozados"), una esposa sea golpeada brutalmente por
un marido decidido a "poner a Eva en su lugar" y reafirmar su sumisin. ( Las mujeres son mis
representantes en la tierra y sus cuerpos son vasos sagrados de nacimiento y regeneracin. No respetarlas es
blasfemar contra la vida.)
Para no hablar, por supuesto, de los nios que sufren por abusos o por hambre. O del planeta mismo (nuestro
hermoso hogar azul en el espacio de la Madre) envenenado y devastado por los que, al mismo tiempo y
sin cesar, engendran hijos que debern vivir en l en lamentables condiciones.
Por eso La que Protege, para hacernos reaccionar sugiere una pregunta que puede cambiar las cosas:
Hubo acaso otro tiempo en que no fue de esta manera?
Volver al Jardn
La Protectora en nosotras nos hace investigar hasta enterarnos de que hubo un tiempo en el que no
fuimos transgresores. Un tiempo en el que, por cierto, vivimos en el Paraso de la Madre armonizados con la
Tierra. Una etapa de inocencia, como dice Vicki Noble, cuando toda energa era energa buena y no
predominaban las ideas de "culpa" y de "pecado".
Existi un tiempo as, antes de nuestra ruptura con las leyes naturales?
Hoy, la creencia en una mtica Edad de Oro est siendo estudiada seriamente por la ciencia, ya que todos los
pueblos comparten por igual una vaga nostalgia acerca de ella. Antroplogos y arquelogos buscan
vanamente, incluso, la ubicacin geogrfica del Edn de la Biblia; pero slo si salimos de los lmites de
la presente cultura patriarcal nos resulta posible ver ms claro y ms lejos.
El punto de ruptura, la "Gran Inversin" que mencionan mitlogos, antroplogos o estudiosos de la
horticultura 'primitiva, parece haber sido bastante reciente. Hasta hace & slo unos cinco mil aos,
durante los perodos que se conocen como Paleoltico y Neoltico, toda la Tierra conocida era el Jardn.
Y la Diosa era el centro unificador de los que lo habitaban, la protectora de la armoniosa interaccin entre
todas las especies. La que a travs de sus representantes encarnadas
vigilaba que no fueran rotas por la humanidad en desarrollo las condiciones bsicas del orden natural, como
por ejemplo las siguientes:
que el ser humano se insertara en la naturaleza en lugar de dominarla y explotarla;
que las tempranas tecnologas se dirigieran masa nutrir al planeta y coordinar sus ciclos con los ritmos del
cosmos, que a promover nuestro confort y conveniencia;
que las relaciones entre los humanos fueran igualitarias y pacficas;
que la Madre creadora fuera respetada.
Todo esto parece utpico, pero las nuevas interpretaciones del pasado parecen indicar que en otro tiempo no
lo fue.
Hubo un Jardn en un perodo geolgico en que la tierra era ms rica y sus especies ms numerosas y
abundantes, antes de que nosotros iniciramos su sistemtico despojo. Hubo una pacfica civilizacin de
la Diosa -cuyos restos tangibles han sido excavados en Europa y Anatolia por Marija Gimbutas y James
Mellaart-, antes de que pastores nmades de las estepas eurasiticas desarrollaran una mitologa basada en la
violencia y el poder de la espada. Antes, en suma, de que la Diosa fuera reemplazada y olvidada.
La Protectora nos incita a recordarlo murmurando la divisa que ms moviliza hoy a las mujeres : No
siempre fue como ahora.
Y nos muestra la importancia de rever cinco mil aos de errores e inversiones del orden natural, para
encaminarnos de nuevo hacia el futuro desde bases mejores. Desde bases asentadas firmemente en el sentido
protector de las mujeres.
LA PROTECTORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La Protectora tiene una figura mtica muy fuerte que lo representa cabalmente. La Artemisa
griega, llamada Diana por los romanos, surge de mitos ms universales relacionados con la Osa Mayor
como constelacin regente de los cielos, y por ende con la osa terrestre como animal defensor por
excelencia.
Feroz y tierna como las madres que defienden a sus hijos ' en peligro, era patrona de los partos y los
nios pequeos, seora de los bosques y las hembras preadas, y abogada de los dbiles.
Silvestre y autnoma, viva fuera del estricto orden patriarcal. Pero hoy ha regresado como arquetipo
activo dentro de las mujeres, y las nuevas autoras revisan sus efectos desde una perspectiva ms moderna.
Los partos que protege son tambin los del alma; los bosques que patrulla en Modo Protector son
los de nuestra psique, a fin de conservar intacto nuestro territorio. Como no conoce el miedo, puede
ayudarnos a reestructurar nuestro sentido de la realidad para que abarque zonas que creemos
peligrosas. Acompaadas por ella nos volvemos intrpidas, y afrontamos los pasos difciles que
separan una de otra las etapas del desarrollo personal.
Trae del exilio, dice Nor Hall, ciertos aspectos enjaulados dla naturaleza femenina. Aspectos vrgenes
necesitados de territorio abierto, capaces de ir a hacer contacto con nuestras fuentes inconscientes y
volver para contarlo.
Es, en suma, la actitud arquetpica atrevida y autnoma, que puede hacer cobrar conciencia de las
propias fuerzas ignoradas. Y que puede convertir en protectora y defensora a la que se crea necesitada
de defensa y proteccin.
Semejante modelo arquetpico activado en la psique femenina puede tener efectos impactantes. Es una
parte nuestra que se encrespa ante cosas que hemos aceptado durante muchos siglos, porque no
sabamos que poda ser de otra manera. Es la mdula viva de nuestra integridad, que duele y late por
debajo de la anestesia cultural.
La Protectora en nosotras defiende esa mdula, y provoca las reacciones adecuadas:
nos hace querer intensamente que sean respetados nuestros verdaderos lmites;
nos hace comprender que es necesaria la hermandad entre mujeres;
nos hace estar dispuestas a denunciar sin miedo los atropellos a los valores femeninos, las violaciones
y los acosos sexuales.
nos hace vivir como propios los sufrimientos del planeta y sus especies, porque se trata de seres en
peligro y porque su destruccin amenaza el futuro de todos nuestros hijos.
La Osa Protectora se alza en dos patas dentro de nosotras, dispuesta a intentarlo todo para que esas
reacciones se conviertan en actos positivos de transformacin.
Lo que pide el arquetipo protector
La Protectora nos pide, en suma, que aceptemos nuestra '' parte en el estado de las cosas y en lo que se
necesite hacer para solucionarlas.
Durante demasiado tiempo las mujeres aceptamos el papel de espectadoras, canalizando nuestra
energa de signo femenino (nuestra ginerga) hacia estados de apata, insatisfaccin o depresin. Qu
hacer si una cree que no es capaz de nada? Cmo llegar a la accin si una se cree dbil y necesitada
de sostn?
Esas creencias no fueron buenas para nadie, ni para las mujeres ni para los hombres, y el arquetipo
protector es el nico capaz de transformarlas. Tan slo se nos pide, como primer paso, que nos
aceptemos como protectoras responsables, antes de pasar a anlisis ms hondos de lo que "conviene
hacer. Para este crucial proceso, del que depende que sigamos o no desarrollando en nosotras los
siguientes aspectos de la Diosa, el arquetipo de La que Protege nos muestra varios temas que hay que
considerar, y nos pide que lo hagamos:
1. Hasta ahora no se ha alentado a las mujeres a realizar cosas positivas para el mundo, sino a ejercer la
virtud negativa de la abnegacin, es decir de negarse a ellas mismas. Con la cual nadie por cierto gana nada,
excepto un viejo sistema cultural interesado en que la Diosa no se active nuevamente en las mortales.
2. Los dominadores patriarcales que han trado a la humanidad hasta esta crisis, siempre han pedido
cuenta de los actos o incluso pensamientos que les desagradaban o no les convenan. Pero jams a las
mujeres de la actual cultura se les ocurri que podan con derecho hacer lo mismo, pedir cuentas, cuando se
trata de cuestiones trascendentes como la vida de sus hijos o la ruina del planeta en que vivimos.
3. Las mujeres tenemos muchos medios no violentos para intervenir en los procesos culturales en favor del
orden natural. Pero le tememos demasiado a la otra cara del Modo Protector: el Santo Enojo, porque lo
confundimos con violencia destructora. Sin embargo, sin l es imposible decirles no a las cosas que ya
no deben seguir siendo.
No negarse a una misma. Pedir rendicin de cuentas cuando hay razn para hacerlo. Permitirse un enojo
saludable cuando est en juego lo que queremos proteger y es necesario decir no.
Esas son las principales sugerencias de La que Protege, destinadas a fortalecernos para nuestra tarea de
sanacin. Lo que vendr despus, a cargo de otros arquetipos, ser la
instruccin definitiva que nos permitir desarrollar al mximo nuestras posibilidades.
Lo que impone
el estereotipo cultural
" Dentro de este sistema se ha alabado a las mujeres no por sus logros sino por auto-sacrificarse y borrarse a
ellas mismas. (Barbara Walker, "La Feminista Escptica").
Cmo es realmente el modelo cultural aceptable de lo que tiene que ser una mujer? En general es una
serie de contradicciones, porque por un lado se alienta el desarrollo de determinadas cualidades, y por el
otro se desalienta el ejercicio pleno de ellas.
Se supone que ninguna mujer ha de ser lo suficientemente fuerte como para asumir la verdadera actitud de
Protectora, con toda la firmeza que eso implica y la insobornable mirada justiciera que proporciona ese
arquetipo.
Pero la mujer es madre, y una de las tareas fundamentales que se le exigen a la madre es ejercer la proteccin
(incluso, diran muchos psiclogos, sobre individuos demasiado adultos como para necesitarla
verdaderamente).
Si fuera por el estereotipo cultural, la mujer debera ser dbil pero resistente, dcil pero con iniciativa
cuando las cosas se ponen difciles, indefensa pero llena de recursos para apoyar a los dems. Para no
hablar de los ideales imposibles que se intent hacerle cumplir en el pasado, segn las diversas pocas
(como por ejemplo el ngel asexuado Victoriano, que de todos modos deba procrear continuamente).
Pero detrs de estas eternas confusiones y contraindicaciones es posible detectar algunas cosas. Por
ejemplo:
Que se ha construido gradualmente un prototipo artificial de la mujer, al que los nuevos tiempos estn
poniendo en evidencia.
Que la principal finalidad de ese modelo ha sido conseguir que las mujeres deleguen su poder de ser, pero sin perder
por eso su eficiencia funcional como madres, hijas, amantes o colaboradoras.
Esto ltimo por supuesto es totalmente imposible, y este terrible estereotipo disonante nos ha sumido en
desconciertos, crisis de identidad, depresiones agudas e insatisfacciones crnicas.
La doncella idealizada de las historias de caballera, eternamente necesitada de rescate, en espera
perpetua de alguien que la proteja, socava nuestra auto-confianza desde hace cinco o seis siglos. No es
autntica siquiera, porque las verdaderas leyendas seminales de la Europa Occidental muestran
personajes femeninos estimulantes y enrgicos, que piden cuentas a los transgresores y otorgan
soberana slo a quienes lo merecen.
El estereotipo exige en suma que una mujer despotenciada, encerrada entre cuatro paredes y
desconectada de sus instintos naturales, se limite a proteger a sus bebs o a sus mascotas, sin tener
siquiera el derecho de enojarse si le son arrebatados.
Cuestionario
SEGUNDA PARTE
LA MUJER PROTECTORA
Lema: El mundo me necesita, pero no como dbil criatura dependiente sino como defensora del orden natural.
(...) Se convierten una responsabilidad colectiva an mayor, aqu y ahora, cambiar las prcticas que
destruyen la vida de los individuos y el inter-juego de las formas vivas a nuestro alrededor. Ninguna
autoridad externa -Dios, Diosa, ngel o visitantes de otro planeta- lo har por nosotros. (Starhawk,
"Soando lo Oscuro").
Simplemente porque necesitamos estar bien equipadas para procrear y preservar la especie, las
hembras tenemos una potente afinidad con la vida en la tierra. Pero eso mismo ha sido causa de nuestros
problemas ms amargos.
Susan Griffin fue la primera en sealar que la naturaleza y las mujeres compartimos los mismos sufrimientos,
precisamente por estar tan prximas. La energa femenina o ginerga ha sido usada con tanta
despreocupacin como el petrleo o las dems riquezas del planeta (recordemos si no el promedio de veinte
hijos de nuestras bisabuelas), y ambos abusos hoy son denunciados en conjunto.
Proteger a la tierra es protegernos a nosotras mismas.
Y la mujer convertida en Protectora al haber contemplado la belleza de su verdadero territorio Oa creacin
gozosa, la participacin en los grandes ciclos csmicos), se pone naturalmente en el estado de
emergencia defensora que hoy se conoce como eco-feminismo. Para saber en qu consiste sirve una frase
simple y contundente de Merlin Stone: envenenar con qumicos los ros, la atmsfera o la tierra no es
polucin sino blasfemia.
De all surge la conciencia planetaria. Slo un cambio de trminos -blasfemia en lugar de polucin- y nos
ubicamos en la visin del mundo femenina, que acepta la sacralidad de la materia y la presencia de la Deidad
Creadora en cada uno de nosotros.
La Mujer Protectora desarrolla a partir de esa visin su nueva forma de moverse.
Ya no necesita, como dicen las nuevas autoras, pedir disculpas por sus momentos de mstica iluminacin
en las montaas, las praderas o el mar; puede dar voz a lo sagrado que percibe, y celebrarlo en la poesa, las
canciones, el ritual o cualquier otra forma de expresin. Pero s necesita vivir en la prctica una nueva forma
de tica, que segn Starhawk consiste en "elegir una actitud" ms acorde con sus creencias. Por ejemplo:
considerar este mundo vivo, y todas las criaturas y personas que hay en l, como la definitiva finalidad de
la existencia; considerar sagrados (es decir merecedores de respeto y valorados en s mismos) al universo, la
tierra y nuestras vidas.
Dicho de otra manera -la de Elizabeth Dodson Gray-, la nueva tica consistira en descubrir en nuestra
propia psique femenina, una mejor sensibilidad para sintonizarnos con los que comparten el universo con
nosotros. (."Quiero una tica", dice, "que nos capacite para conducir esta cultura hacia las habilidades
de una responsable vigilancia").
A partir de esto surge todo el programa de la Protectora humana. Todo lo que atenta contra ese respeto
y esa vigilancia debe ser modificado. No bruscamente, no con violencia, sino poco a poco.
La proteccin defensora debe convertirse en la nueva conciencia.
LA PROTECTORA COTIDIANA
Todo en la vida surge de un acto de imaginacin.
(Elizabeth Dodson Gray, en "El Redespertar de la Diosa").
La nueva conciencia protectora nos hace ver, ante todo, que mediante la imaginacin es posible
reformular el mundo.
El actual estado lamentable de la humanidad y del planeta fue alguna vez una imagen en alguna mente
humana; una mente que se inclin al dualismo, al gusto del poder sobre los otros, o a clasificar las cosas en
escalas jerrquicas. Lo que vino despus fueron meros desarrollos de esa semilla imaginaria.
Hoy por lo tanto tenemos que volver a hacer lo mismo, pero desde nuestra perspectiva femenina
protectora que utiliza otras imgenes. Y por supuesto hay que empezar por formularse dos preguntas:
a) Qu hay que imaginar?;
b) En qu basarnos para hacerlo como conviene a nuestra especie y al planeta?
La tica formulada ms arriba puede servirnos de base. Debemos vigilar que se respete la creacin divina,
en toda su esplndida pluralidad.
La nueva espiritualidad de las mujeres aprecia ms la diversidad que lo uniforme, porque es mejor para
la supervivencia y muestra mucho ms la infinita riqueza de la presin creadora. Por lo tanto, podemos tratar
de imaginar propuestas como las siguientes:
a) En lugar de dualismo (.esto o aquello, esto versus lo otro), imaginar diversidad en convivencia armnica
(.diversas razas, diversos tipos humanos, diversas clases de seres, diversos reinos naturales, diversos
universos).
b) En lugar de imgenes del poder sobre (.amos sobre esclavos, pases desarrollados sobre subdesarrollados,
hombres sobre mujeres) imaginar estados de consorcio o partnership, como los que describe Eisler en "El Cliz
y la Espada": cada uno contribuyendo al bien comn con sus propios talentos y capacidades.
c) En lugar de imgenes de jerarquas ( todo ordenado en forma de pirmide, con pocos en la cima y muchos en
la bas), imaginar crculos cooperativos de los que todos participan, sin las rivalidades destructivas que han
impedido en nuestros tiempos la manifestacin de la conciencia matricntrica, genuinamente comunitaria.
La actitud Protectora, que consiste en recorrer el territorio con mirada vigilante y atender a los detalles, puede
ayudarnos a concientizar las imgenes nocivas que habitan nuestra mente sin que nos demos cuenta (el
"tirano atractivo", el irresistible "macho fuerte", el asesino disfrazado de hroe, el cazador valiente, el
brillante ejecutivo -o ejecutiva- sin escrpulos, la "superioridad" de lo que ms nos gusta o de lo nuestro
slo por la infantil razn de que est relacionado con nosotros).
Casi ninguna de estas imgenes internas es realmente nuestra, porque son heredadas, o inducidas, o
absorbidas del entorno de manera automtica. Pero dirigen nuestra vida por cauces dualistas, dominadores y
jerarquizantes.
Tener presente la premisa de que no siempre fue como ahora, nos permite salir de esa maraa cultural y
echar una mirada fresca y protectora sobre lo que nos rodea, para
redefinirlo segn nuestra conciencia y reubicarlo de otro modo en nuestra realidad.
AUTOINDAGACIN
Espacio compartido
Podra hablarte mucho de las cosas que activan en m el Modo Protector, ya que tengo una Artemisa
muy marcada y el tema me apasiona totalmente. Pero me llevara lejos, y habra que rehacer la pgina.
De modo que prefiero que sean otras las que hablen de las cuestiones que conciernen a mi propio
aspecto protector.
Por ejemplo, puede hacerlo el extraordinario libro de Graciela Fcrreira "Hombres violentos, mujeres
maltrata-as'O992), que me impact sobre todo por haber sido escrito en la Argentina con la adultez y
el coraje que este tema, en general, consigue slo en centros neofemeninos como Estados Unidos o
Inglaterra. Ferreira asume plenamente el Aspecto Protector de lo femenino arquetpico, nos invita a mirar
sin paliativos realidades cotidianas que muchas ignoramos pero todas compartimos en niveles
colectivos, y nos produce un cambio de conciencia a travs de su estudio profundo del problema,
cuadros psicolgicos que pueden servirte de advertencia y testimonios que dan escalofros. Obras
como sta no pueden pasarse por alto si se quiere realmente saber.
Y otras veces siento que hablan por m las imgenes del cine. Porque hay Santa Ira con mayscula y
restallante Modo Protector en las pelculas de directoras noveles (Karen Arthur, Lisa Otto por
ejemplo), que por primera vez hacen claras denuncias sobre temas cruciales para la transicin hacia el
futuro: la violacin, que el hombre slo entiende si la sufre en carne propia (en "La Violacin de Richard
Beck ") la invasin perversa de la privacidad (en "Peligrosa seduccin"); el abuso de los nios (en "Actos
inconfesables").
Las denuncias como stas, o como las ecolgicas, me aflojan la tensin. Siento alivio al saber que se
habla de estos temas, y que ya se resquebraja la falsa cobertura que antes era imposible atravesar. Dian
Fossey, la protagonista real de "Gorilas en la niebla", perdi la vida en el intento de salvar a una especie
amenazada; y otras mujeres que parecan ajenas a estas cosas, como Brigitte Bardot, se esfuerzan por
despertar conciencias todava no tocadas por el aspecto protector. Lo que prueba que nada est
perdido y que avanzamos hacia la salida.
Creo que fue este impulso defensor lo que me hizo salir de mi estancamiento personal, porque an
despus de vislumbrar mis nuevos lmites, el tironeo hacia atrs sigui siendo muy fuerte. En la antigua
manera de ser que crea parte de m y que ya no me serva (estructurada y rgida, polarizada y
extremista, obstinada y dolorida) figuraban mis amores, mis preferencias apasionadas, mis enfoques
dramticos que no quera cambiar porque tenan un halo glamo-roso. Por otra parte, la verdadera
conciencia femenina que deba asumir ahora implicaba un mundo sin jerarquizaciones ni dualismos, sin
cosas o personas preferidas ms que otras, sin intiles gastos de una energa que deba canalizar hacia
todas las criaturas de la Madre.
Fueron aos de luchas rebeldes por seguir en el dolor, por lograr cosas que nunca pude definir del todo y
que hoy ya ni me importan. Menos mal que dentro de m una parte lcida saba bien adonde ir y qu hacer
para llegar. Yo solo intua que deba apurar las cosas, extremar situaciones para liberarme de ellas, tirarme
de cabeza en la desilusin para obligarme a abandonar el cerco y trabajar en adelante desde mi realidad.
La fuerza salvadora que, por suerte, contrarrestaba la inercia desde afuera era la compasin de lo
femenino arquetpico por las criaturas maltratadas, su santo enojo ante el sufrimiento de toda su creacin
amenazada y abusada. Haba que apresurarse. No se poda perder ms tiempo, porque la Protectora, mi
Artemisa, haba vuelto a la tierra a travs del nuevo movimiento femenino y nos llamaba a todas a
colaborar con ella. Creo que slo por eso me decid a ser libre.
Hay alguien que recorre mi territorio para defenderlo y velar por los derechos de la Diosa, y ahora llega el
momento de saber quin es. Porque, aunque se trata de m misma, todava no me conozco Muchos siglos de
condicionamiento nos impiden saber quines somos, o cmo es la historia mtica que nos toca vivir a cada una
Necesariamente, lo Divino Femenino adopta un aspecto que viene en nuestra ayuda para mostrarnos
nuestro verdadero rostro. Porque si no lo conocemos, no podemos reclamar nuestro justo lugar en el
esquema universal La Iniciadora nos cuenta acerca de nuestro propio y desconocido corazn.
Palabras clave:
los misterios interiores
puertas abiertas
el mito personal
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: La accin hacia afuera -social, ecolgica, poltica o humanitaria - nos
desgasta con terrible rapidez. El entusiasmo se agota, la energizacin que creemos exclusivamente personal
desaparece en las fricciones sucesivas, los obstculos se vuelven cada vez ms grandes. Pero es all donde el
arquetipo iniciador nos inspira una inversin del movimiento, y un meternos hacia adentro que le dar la
ocasin de hacerse or. La tentacin de apartarse, decir no a las exigencias de los otros y estar a solas con
nosotras mismas no es un brote de egosmo inesperado, sino la necesidad impostergable de bucear hasta
ubicarnos en nuestra real y ms fuerte identidad.
LA QUE INICIA
Con La Iniciadora nos llega el momento de profundizar.
Hasta ahora hemos admitido la presin creadora, hemos dado paso a nuestra energa interna, la hemos
encauzado para que no se disipe, y hemos establecido un sistema de vigilancia y proteccin del terreno por
donde debe circular.
Pero eso fue slo una preparacin, porque en realidad slo ahora caemos en la cuenta de que hay que
averiguar qu hacer con ella.
Ir hacia adentro es la nica respuesta. Dejar por un momento de colocar toda nuestra atencin consciente
en el entorno (que ya est delimitado y protegido por los pasos anteriores), y ocuparnos del mundo interior
con la misma intensidad. Es urgente saber quines somos realmente, y cul es la tarea particular e
intransferible con la que hemos de hacer nuestro aporte al bien de todos.
La Iniciadora es la presencia arquetpica que dentro de nosotras puede ayudarnos a encontrar pistas,
interpretar seales, descifrar enigmas e ir desenrollando el hilo conductor de nuestro mito personal.
Lo que hay que descubrir es nuestra propia identidad, el meollo o ncleo de nuestro ser total de donde
surgen las lneas conductoras de toda nuestra vida. Es lo que los antiguos denominaban los Misterios
del Caldero y la Caverna, los espacios cncavos nutricios donde podemos ovillarnos para volver a nacer,
y slo entrando en ellos podemos encontrarnos a nosotras mismas.
En el mundo moderno esto est parcialmente comprendido dentro del recurso cultural del anlisis
psicoteraputico, que recoge esa necesidad de introversin y acompaa en la bsqueda. Pero para ser
totalmente eficaz debera ir ms all del alivio de sntomas meramente personales, y conectarnos con la
posibilidad de un Yo no slo ms integrado sino de un orden diferente.
En los pueblos antiguos los ritos de pasaje hacia esa otra realidad -por ejemplo los de Demter y Persfone en
Eleusis-eran representados en el mundo concreto, y tenan estructuras visibles, smbolos y espacios donde
manifestarse. Hoy esos ritos, como dice Nor Hall, "se han vuelto hacia adentro, y pueden ser vividos como
etapas de transformacin psquica"; y aunque las gentes ya no se renen, como en Eleusis, a lo largo de un
camino fsico sagrado para ir en busca de sus almas perdidas, es posible vivir a solas esa bsqueda de
totalidad.
El medio de hacerlo est dentro de nosotras esperando ser utilizado, y es la actitud arquetpica de La que
Inicia.
LA INICIADORA ARQUETIPICA
Hay muchas muertes que atravesar durante una sola vida. (Nor Hall, "La Luna y la Virgen").
Hay un factor interno femenino que aparece o se en los momentos de trnsito, cuando hay que
atravesar un pasaje difcil hacia una nueva etapa. Es la arquetpica "partera de la psique" que se requiere en
situaciones de emergencia, es decir cuando un yo ms maduro trata de emerger o brotar del inconsciente.
Como arquetipo mediador entre una fase y otra del proceso inicitico, tiende puentes de memoria entre
el pasado y el presente, y puentes de intuicin entre el presente y el futuro. Slo as, a travs de esos caminos
abiertos sobre el vaco, vamos asumiendo nuestros sucesivos yoes rumbo a nuestra plena floracin.
Recordar e intuir son las funciones que permiten el avance.
En general, el tirn arquetpico de La Iniciadora nos llama hacia adentro y provoca en nosotras etapas de
profunda introversin, pues solamente a solas y en la oscuridad
nutricia de la caverna materna puede tener lugar la gestacin. Es por eso que las neofemeninas nos
recomiendan no temerle al deseo de soledad, que no implica "rarezas" personales, sino necesidades
fundamentales de la psique a cierta altura de su desarrollo.
Hay que recordar que la accin de este arquetipo se inicia despus de que los aspectos anteriores de
energizacin, limitacin y proteccin nos han hecho ms fuertes.
En la mujer-nia patriarcal, instalada en su limbo de sueo y su ilusin de fragilidad, La Iniciadora suele
permanecer en estado latente; o, a lo sumo, se limita a susurrar
le al odo incitaciones al crecimiento aunque ella no la atienda.
Su tarea se cumple plenamente en las personas que ya no estn donde estaban antes, pero no han
llegado an adonde quieren ir, para citar otra frase notable de las neofemeninas. Es por lo tanto un
arquetipo de sostn, un movimiento de asistencia para ayudarnos a dar el paso que nos atemoriza. Y
conviene estudiar las maneras en que se lo ha representado en el pasado, para no tenerle miedo y aceptar
tenderle nuestra mano cuando lo necesitemos.
La Vieja Sabia
Todo inicio es un momento especialmente delicado, deca Frank Herbert, el autor de "Duna" fascinado con las
posibilidades de lo femenino. Y es por cierto un terreno delicado el que se pisa cuando se trata de
las imgenes de La Iniciadora.
Si queremos prepararnos para el encuentro con este arquetipo, necesitamos redefinir varios conceptos
relacionados con zonas inquietantes de la feminidad.
1.La Iniciadora nos ayuda a renacer en un yo ms maduro. Por consiguiente es una etapa previa
a la renovacin, que puede compararse con la luna oscura; la que no se ve en el cielo, la que siempre
produce vagas inquietudes porque escapa al control visual y racional.
Esta fase femenina se ha representado siempre con la Mujer Oscura de Conocimiento, o Vieja Sabia. Un
personaje del folklore y la leyenda que asusta porque exige cambios, propone enigmas, anuncia finales, y
nos impulsa a acciones temerarias destinadas a hacernos crecer.
De all a convertirla en hechicera que devora nios, como en "Hansel y Gretel" o tantos otros cuentos, hay
solamente un paso. Pero los nios que devora son precisamente nuestras etapas infantiles que han
de quedar atrs.
2. La Iniciadora es la Vieja, el tercer miembro de la Diosa Triple, y por lo mismo se manifiesta en la mujer
cargada de aos y experiencias. Pero en nuestra cultura la mujer de edad est desprestigiada y marginada, y
su rol social tiene connotaciones negativas relacionadas con el fin de la funcin reproductora.
Lo que en ella se teme en realidad es lo que sabe acerca de la vida, porque ya discierne todos los
engaos y no es fcilmente manejable. Y lo que en las tradiciones populares patriarcales se llama su "ojo
malfico", es por cierto la mirada penetrante con que traspasa las falacias.
Lo que hay que transformar en este caso es la ecuacin vejez = decrepitud, que ha de pasar a ser
vejez=pasaje hacia la regeneracin. De esta forma se restaura el gran ciclo de la
vida, y La que Inicia puede asistirnos en nuestros mltiples renacimientos.
El Arquetipo Iniciador
en nuestra vida
Rara vez nos damos cuenta de que estamos llevando adelante un programa mtico, nuestro propio ciclo de
misterios.(Caitln Matthews, "Elementos de la Diosa")
La mujer-nia no se atreve a entrar sola a su propio interior.
Slo despus de haber conocido con el Aspecto Limitador su verdadero territorio, cobrar confianza y
aceptar ir en busca de la fuente de su real identidad, en un proceso de liberacin de su ignorado potencial
que culminar ms tarde (ver captulo 7). Pero de todos modos el proceso no es fcil. Hay que morir como
nia para nacer corno mujer, y sobre todo para entrar en contacto con el propio mito personal.
Para pasar a vivir una historia ms amplia, dice Jean Houston, exponente ilustre de la Psicologa Sagrada. Es
decir, instalar nos con conciencia en la mtica aventura que, sin saberlo, estamos viviendo. Y es la accin
profundizadora del arquetipo iniciador lo que nos permite hacer contacto con el nivel interno donde nuestra
biografa se inserta en esa aventura.
No se trata simplemente de poner en claro nuestros condicionamientos, o las motivaciones ms
profundas que nos guan en esta vida a partir de las experiencias de la infancia. Es ms bien trasponer el
umbral hacia otro campo de la realidad: el reino arquetpico donde nuestra historia personal se ve bajo otra
luz, y resplandece con otro significado.
La iniciadora nos ayuda a descubrir por dnde hacer ese trnsito. Cmo pasar de la historia menor a la
ms grande, que en general es alguno de los mitos perdurables de la humanidad: La bsqueda del Grial, el
Rey Herido, el regreso de Ulises al hogar, Fausto que vende su alma, Demter separada de Persfone,
Edipo convertido por la desgracia en sabio consejero, el Hombre Silvestre o la Amazona recorriendo los
bosques, la enviada de la Diosa entregando o quitando al hroe la espada de Soberana.
Libretos prototpicos como stos son representados una y otra vez, de mil maneras diferentes, y hemos de
descubrir cul rige secretamente nuestra vida.
Leyendo un libro, viendo una pelcula o un cuadro, interpretando un sueo, saboreando silenciosamente
un nombre que nos parece nuestro, viendo una imagen familiar contra el fondo de nuestros prpados cerrados,
podemos dar el paso a travs del umbral y encontrarnos de pronto en otro lado, injertadas en el mito universal.
Para eso La que Inicia nos ha dado de pronto el gusto por la introversin, la reflexin, la lectura o los largos
perodos de sueo. Para eso ha avivado la memoria ancestral y gentica de escritores, pintores o directores
de cine, que sin saberlo colaboran en nuestra iniciacin.
Es fcil advertir que nada de lo dicho ms arriba tiene que ver con el actual estereotipo iniciador de las mujeres, si
es que existe.
Para esto es til observar lo que las religiones de la Diosa conocen como la Pntada; es decir, el trayecto en
cinco etapas que constituye el ciclo vital:
1. Nacimiento. El comienzo, el tiempo de llegar a ser.
2. Iniciacin. La adolescencia, el tiempo de la individuacin.
3. Amor. El tiempo de la unin con otro, de la adultez plena. 4. Reposo. El tiempo de la edad avanzada y la
sabidura.
5. Muerte. El tiempo de soltar y de marchar hacia el renacer.
Si se aplica este esquema a las mujeres de nuestra cultura, se ver que se pasa demasiado rpido del punto 1 al
punto 3, saltendose la necesaria iniciacin.
Qu podr hacer con el amor, con el reposo y con la muerte una mujer que nunca fue iniciada en su
verdadera identidad?
El estereotipo cultural quiere moldear mujeres sin auto-conciencia, sin individualidad intransferible y sin
cauces personales para su ginerga.
Como slo una mujer puede iniciar a otra en los misterios femeninos, y como las escuelas femeninas de
misterios han desaparecido del mundo civilizado, nada tenemos en el entorno social que nos ayude a
encaminarnos por nuestra propia senda.
El estereotipo impone una mujer inmvil en su minuto evolutivo, como un reloj sin pila, arrastrando
inconscientemente hasta la muerte de su cuerpo una adolescencia no resuelta.
Cuestionario
Si miro hacia atrs, qu diseo o patrn general me parece que tiene mi vida pasada (una serie de
fracasos amorosos, una bsqueda de algo, un avanzar decidido hacia determinada meta, por ejemplo)?
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La autoridad interior
Tenemos que librarnos de la idea de que slo unos cuantos individuos a lo largo de la Historia han tenido
una lnea directa con la verdad.(Starhawk, "La Danza en Espiral").
Al que se siente adulto le gusta tomar sus propias decisiones y decidir por su cuenta lo que ha de hacer
con su vida.
Pero a las mujeres hasta ahora nos ha resultado muy difcil asumir esa mayora de edad. La identidad
de cada una no haba llegado a solidificarse; haba permanecido en un estado fluido e indistinto, como
advierte Starhawk, lista para adaptarse a los dems y adoptar el rostro que se nos impusiera. Sin embargo,
eso est a punto de cambiar. En vsperas de dar a luz a lo Femenino Consciente, la mujer universal est ya
en condiciones de internalizar la autoridad y dejar de proyectarla sobre figuras externas.
Un ser humano vivo o muerto, un libro, un cdigo, un diploma sobre una pared, un manual de
instrucciones o un simple recetario han sido hasta el momento los depositarios de nuestra firmeza
interna. Pero La Iniciadora atrae todo hacia adentro, y tambin recupera esa firmeza dirigindola
hacia donde pertenece, nuestro propio interior.
La nueva espiritualidad de las mujeres surgi de la experiencia compartida de personas adultas, que
haban tocado el ncleo de su real identidad. Por eso es que valora, sobre todo, el coraje de correr un
riesgo o cometer errores; la intrepidez de hacer las propias elecciones y actuar en consecuencia. La
valenta suprema, en suma, de asumir nuestra propia autoridad sobre lo que nos concierne.
Es la nica manera de llegar a ser del todo humanas, con todas las falencias y las posibilidades infinitas
que eso implica.
La presencia de la Diosa se manifiesta de adentro hacia afuera desde ese ncleo que La Iniciadora
nos ha hecho vislumbrar. Su fuego espiritual nos va templando progresivamente, hasta hacernos lo
bastante fuertes como para vivir de otra manera, ms acorde con nuestras tareas transpersonales.
La nueva mujer es la que ha vivido ese proceso alqumico transmutador, activado por lo Femenino
Arquetpico en su faz iniciadora. Despus de eso ya no puede ser la misma, y est dispuesta a tomar
parte con su ser total en la tarea colectiva de recuperacin y reequilibramiento.
LA INICIADA COTIDIANA
A la sacralidad de la naturaleza y de la vida la estn sintiendo y le estn dando voz las mujeres.
(Elizabeth Dodson Gray, "La Naturaleza como acto de Imaginacin").
Cuando una mujer ve por primera vez que se abre ante ella su camino personal, todo su universo cambia.
En lugar de tareas vacuas y carentes de sentido, slo asume actividades que la expresan por completo.
En el conjunto de sus experiencias va apareciendo una coherencia que antes no era posible. En el diseo de su
vida se va dando una armona que antes no se daba.
Aunque elija los roles tradicionales de madre o ama de casa, lo hace porque ha descubierto que es eso lo que
quiere desde su ncleo ms profundo. Shinoda Bolen ha descrito muy bien a las mujeres fuertemente
influenciadas por los modelos interiores de Demter (la Madre arquetpica) o Hera (La Esposa), cuyo patrn
de desarrollo no se realiza si se apartan de ellas.
Pero el error es creer que para todas es lo mismo.
La multiplicidad ilimitada de la Diosa provee trayectos diferentes para cada una de sus hijas. No es de
extraar que tan alto porcentaje de mujeres haya sentido en los ltimos milenios tanta frustracin, ya que
un arreglo cultural que desconoce nuestras posibilidades haba dejado slo dos o tres opciones a nuestra
disposicin.
Ahora se ve que lo importante es descubrir el trayecto que surge en forma natural desde el centro interior. El
laberinto de las vivencias personales tiene un punto central de referencia, al que la iniciada cotidiana
puede acceder para chequear lo vlido de cada accin, de cada compromiso, de cada gasto de energa. (Si tu
camino es por ejemplo canalizar
b) la reivindicacin de un rol tan femenino como el de procesadora de alimentos naturales, herencia directa
de las prehistricas recolectoras que daban de comer a todo el clan;
c) el decir no a los elementos destructores del entorno natural y el organismo individual (plaguicidas,
sustancias qumicas preservadoras, adulteraciones de alimentos), llevando a la prctica lo que le inspiran
La Protectora (ver capitulo 4) y La Nutricia (9), porque se es su camino en especial.
Otras caminarn por los senderos marcados por La Energizadora (las activistas en pro de los derechos
femeninos, por ejemplo); por La Limitadora (historiadoras que revisan los registros sobre las mujeres, o
el desarrollo de nuestro papel social a lo largo de los aos), o por cualquiera de los dems aspectos de lo
Divino Femenino.
La iniciada de hoy tiene una ilimitada cantidad de caminos por andar y de tareas urgentes por cumplir. Lo
importante es saber por qu lo hace, y para quines.
Autoindagacin
l.Tengo la suficiente autoconfianza como para admitir que puedo ser un factor de sanacin?
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CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando ya transitas tus propios caminos y tu actividad consciente empieza
a hacer las elecciones acertadas, suelen producirse crisis totalmente
inesperadas. Si te habas olvidado de algn viejo conflicto, resurge de pronto con fuerza. Si haba alguna
situacin particular en que solas caer una y otra vez en el pasado, se te1
presenta nuevamente con ms claridad que nunca, para que al fin entiendas su significado y la resuelvas.
LA QUE DESAFIA
Dentro de lo femenino arquetpico hay tambin un mecanismo de limpieza a fondo y purificacin.
El cariz Desafiante de la Diosa surge en algn momento-para asegurar los avances que se han hecho,
impedir que' brotes recurrentes vuelvan a obstruir los cauces que se abrieron, y desarraigar lo que antes
simplemente haba sido podado.
A cierta altura de un proceso se requerir siempre una accin drstica de alguna clase, porque toda
creacin importante exige eliminar lo que no corresponde a ese proyecto. Llega un momento en que lo que no
debe estar all ha de ser extirpado de raz: una actitud equivocada y reiterada, un error de medida, una
adiccin.
Bajo una luz espiritual intensa, sin concesiones para los ojos que habitualmente se niegan a ver, La
Desafiante
deja bien a la vista qu es eso que est fuera de lugar. Pone plenamente en evidencia las desarmonas,
desproporciones y excrescencias. Seala con firmeza los desequilibrios.
Necesariamente es dura como piedra de choque, para que al dar contra ella el impacto haga entender
las lecciones que deben entenderse y no se caiga siempre en los mismos errores. Pero tambin es
hermosa, con una fuerte belleza sin ilusiones glamorosas ni sentimentalismos: la verdadera belleza no
dualista que hay ms all de nuestras preferencias.
Las funciones de la Diosa Desafiante son complejas, porque en esta etapa hay urgencia y necesidad de
accin. Algunas, por ejemplo, podran ser las siguientes:
1. Como una analista de la psique profunda, ayuda a sacar a la luz de la conciencia pautas de
comportamiento no reconocidas, o contenidos que no se quiere ver y que suelen reflejarse en el entorno.
Nada que nos concierna debe ser ignorado.
2. Como una entrenadora en las artes marciales del espritu, induce a concentrarse con autodisciplina y
a observarlo todo con mirada alerta. Nada debe descuidarse.
3. Como una directora que ha de poner en escena momentos resolutorios de una pieza teatral, monta
situaciones donde aparecen claramente los conflictos y son sugeridas las salidas. Nada debe quedar sin
conclusin satisfactoria.
Si se quiere llegar hasta el final hay que tomar con entusiasmo esta instruccin reveladora. La
Desafiante es, en suma, un entrenamiento para la liberacin.
Necesariamente debe venir despus de La que Inicia, porque aceptar los desafos que nos propone
requiere estar paradas firmemente en un ncleo central inamovible, que soporte nuestro peso y nos d
estabilidad.
Desde ese centro conductor interno que los junguianos llaman el S Mismo (y que Marie-Louise von Franz
describi alguna vez como un inesperado punto slido donde se puede
hacer pie en el medio de la psique) , es posible empezar a hacer limpieza y afrontar los ajustes y los desarraigos
que se necesita hacer.
Hasta ahora las mujeres no hemos mirado demasiado a nuestro alrededor, preocupadas por los
problemas en apariencia insolubles que nos produce la ausencia de una identidad genrica.
Slo unas cuantas audaces han sabido realmente en los ltimos siglos lo que les pasa a las dems
mujeres en el mundo. Slo unas pocas hasta ahora se han atrevido a mirar con la mirada intrpida de La
que Desafa, y han visto cosas que no pueden seguir siendo toleradas en silencio.
Aceptar los desafos no ha sido asunto de mujeres en nuestra cultura patriarcal. Gastamos demasiada
ginerga tratando de sentir que somos parte de la humanidad (en vez de ser humano, por ejemplo, se dice
siempre el hombre), o intentando evitar que algn inesperado descalabro nos arrebate an ms las
pocas seguridades que tenemos.
Siempre estamos temiendo "quedarnos sin vveres". Y ese ha sido el mejor terreno de cultivo para el
antifeminismo femenino, que es la parte ms triste que tiene que afrontar el Movimiento de la Diosa: las
oposiciones ms cerradas a la nueva cultura femenina surgen a veces de las mismas mujeres, preocupadas
por una subsistencia que no se creen capaces de afrontar por s solas.
Cmo hacer que las mujeres redirijamos la energa hacia nuestro propio desarrollo?
Asumir por un momento la mirada Desafiante puede darnos valor y nos permite pensar sin restricciones.
Durante mucho tiempo no nos ha sido fcil admitir que necesitamos unir fuerzas y hermanarnos.
La hermandad sin embargo ya est en marcha, y es una de las bases de la nueva espiritualidad de las
mujeres. Mary Daly pint con trazos poderosos y brillantes el panorama de esa sisterhood (hermandad de
mujeres), avizorada como alianza csmica y fuerza universal de redencin. Y ella misma, previendo
nuestras propias resistencias, nos sugiri lo que hay que tener siempre presente: al autoliberarnos, los mujeres
cumplimos el acto ms benfico para la liberacin humana universal, y dejamos disponible para el hombre la
plenitud del ser humano que se perdi con la jerarquizacin sexual. Crecer y desarrollarnos no es algo por lo
que tengamos que pedir perdn. Por el contrario, es la tarea salvfica que se nos pide.
Si nos damos cuenta de eso, es que La Desafiante ha conseguido que aceptemos el ms urgente de los
desafos.
LA DESAFIANTE ARQUETIPICA
Es preciso expulsar los venenos; y surge entonces desde adentro una energa que lleva en ella el poder de
curar, de regenerar tejidos, de hacer crecer nuevasclulas, de recrear. (Vicki Noble, "Mujer Shakti").
En su notable estudio dedicado a "la Mujer de edad, sabidura y poder" (Crone, en ingls), Barbara
Walker seala la diferencia entre la etiqueta explicativa que acompaa a la imagen de Kalienel museo de
Londres -"demonio destructor"-y las escrituras de la India, donde se la alaba apasionadamente como Principio
de Todo, Creadora, Protectora y Destructora que reabsorbe la creacin.
Es un ejemplo de la diseccin debilitante que sufre siempre el gran arquetipo femenino. El proceso que
la Diosa representa asusta por lo vasto de sus dimensiones cclicas, de modo que se lo divide en trozos, y
por obra del miedo el nfasis se pone en lo que menos se comprende: la fase del Tomar para Recrear;
la actitud femenina que precisamente llevar de nuevo hacia el Principio.
De all surge nuestro horror a los cambios y a la muerte, que en el humano moderno haba llegado a un
grado insoportable.
Pero las religiones que aceptan lo Divino Femenino no reniegan del aspecto ms oscuro de la Diosa.
Saben que si se la fija solamente en la actitud de Dar, como si se tratara de una madre demasiado
complaciente, se interrumpe el flujo reciclable de sus bendiciones. Se paralizan los ciclos de la vida,
como si uno quisiera saltearse el invierno o eliminar la noche; y en consecuencia no amanece nunca y la
real primavera nunca llega.
La etapa negra de la Diosa Triple aterra a nuestro dualismo exagerado. Ir hacia ella significa descender hacia lo
desconocido; y eso nos asusta tambin a nosotras, pese a que es el mismo tipo de descenso a la
conciencia corporal que experimentamos cada mes durante la menstruacin. Por eso las autoras de la
espiritualidad de las mujeres han asumido intrpidamente la tarea de enfrentar estos temores, ya que saben
tambin que nuestros ms efectivos poderes cha nicos dependen de esos viajes hacia lo que est fuera del
radio iluminado.
Una de las ms valientes, Silvia Brinton Perera, se dedic especialmente a investigar la parte oscura de las
diosas mitolgicas, tratando de forjar una imagen completa del misterio femenino que sirva de modelo
para nuestra vida personal:
El aspecto Gorgona de Atenea, la Afrodita-Urania subterrnea, la Demter Negra, Kali en su Fase
Destructora, Nephtys como Lado Muerte de Isis-Vida, Ereshkigal como Hermana Oscura de Inanna, reina
sumeria del Cielo, son todas versiones de La Desafiante.
La conclusin que podemos obtener de su trabajo es importante: descender en busca de estas
arquetpicas imgenes de las profundidades femeninas, tanto tiempo negadas y temidas, constituye la
iniciacin en los misterios de la psique para la mujer moderna, desconectada de su potencia interna.
Dicho de otro modo: encontrar estas presencias poderosas dentro de nosotras mismas y entenderlas, no como
desviaciones de la norma sino como riqueza adicional, es lo que puede llevarnos hacia un reajuste
integrador.
Pero qu representan, en suma, las Diosas Oscuras? La parte desconocida de lo femenino transformador,
sugiere Marin Woodman, donde nacen las imgenes que reflejan nuestra condicin espiritual. El espacio
oscuro, en parte espritu y en parte materia, que acta como tero o como cmara de revelado para que
esas imgenes se gesten y aparezcan en nuestra conciencia. El misterioso lugar, en suma, donde se
encuentran la materia y la psique profunda, y que por eso mismo puede hacer de puente curativo para
nuestras divisiones.
Es en este sentido que La Desafiante contina la tarea comenzada por La Iniciadora, en el nivel
fundamental de nuestro yo.
El gran reto es ahora aceptar el lado oscuro y reprimido de nuestra naturaleza, sobre el que tanto se ha
escrito sin relacionarlo nunca con el ciclo de vida-crecimiento-muerte-renovacin. All ser posible
alimentarse de las propias reservas ignoradas, entrar en los misterios femeninos hasta hacerlos conscientes,
y regresar con "nuevas resonancias" -como intuye Perera- para aadirlas a la conciencia mental-cerebral y
completarla.
El resultado final sera el cambio radical de los viejos patrones de conciencia, y en la prctica un nuevo
modelo de relacin igualitaria y afectuosa entre la mujer y el hombre. Que es, en ultimo trmino, lo que la
mayora de las mujeres estn deseando.
Pero sin el Aspecto Desafiante no es posible atreverse al descenso integrador.
DamasDetestables y Amonestadoras
Las tradiciones celtas y germanas son muy ricas en versiones de La Desafiante, corporizada en
mujeres enigmticas o de atemorizante aspecto que amonestan a los hroes cuando olvidan sus tareas, o
les proponen complicados acertijos. O, lo que es ms inquietante, les anuncian que ha llegado su momento
de morir.
Las Mensajeras del Grial y las Damas Detestables de las leyendas arturianas tienen la misin de incitar
activamente al crecimiento u otorgar sabidura. Y empujados por ellas, los personajes reasumen sus tareas
de destino descuidadas, descubren nuevas pistas para poder llevarlas adelante, y vencen miedos que los
paralizaban.
Hoy perduran en recnditos espacios de la psique colectiva, prolongando en los hombres modernos una
alarmante asociacin entre mujer y muerte, que intoxica la relacin entre los sexos y a nosotras mismas
nos aterra en el nivel subliminal.
Pero eso es una lamentable reduccin distorsionada. Monica Sj y Barbara Mor han rastreado hasta
las pocas neolticas tardas el nfasis excesivo sobre el Aspecto Muerte de la Diosa; una obsesin que creci
entre los nuevos sacerdocios masculinos, urbanizados y cada vez ms separados de la tierra. Al no admitir la
paradoja de la Madre que Da y Toma, la conciencia patriarcal la convierte en dualismo separando los
aspectos y oponindolos; y el miedo acenta siempre alguno de ellos.
Si se revinculan las fases del ciclo, se ve sin embargo que La Desafiante es simplemente el aspecto de lo
femenino que llama hacia el cambio trascendente. La accin catablica que destruye ideas gastadas y deja sitio
para nuevos crecimientos.
Entendiendo las leyes naturales del proceso no hay por qu temerla. Y menos si se piensa que es la
Madre misma, que como Kali en los mitos hindes es capaz de beberse la
energa desequilibrada y transmutarla. Es decir, aniquilar a los demonios que rondan nuestras pesadillas
para que podamos alcanzar la paz mental.
A esta altura una mujer iniciada tiene cierta idea de cul es su camino y su mito personal. Se ha dado
cuenta de que sus problemas surgen de apartarse de esa senda y ese mito. Y con ayuda del aspecto
Desafiante se entrega a la tarea de poner en evidencia los factores que le sirven de excusa para hacerlo.
Es una forma de denuncia realizada en privado, ante nuestro propio tribunal.
A m por ejemplo La que Desafa me mostr el mayor obstculo que me impeda crecer y entregarme a
mi tarea:, dependa demasiado de los otros para mi autoestima reclamaba el aliento de las mismas
personas a las que yo deba alentar. Por supuesto es el clsico problema de la mujer del patriarcado, y
no es raro que haya tenido que vivirlo con toda intensidad para poder despus utilizarlo en mi trabajo.
La Desafiante me lo hizo ver ms de una vez a lo largo de mi vida. Me dej caer muchas veces en el
mismo error, entregando mis partes ms sensibles a quienes no estaban en situacin de sostenerlas, hasta que
aprend que sa era mi leccin. Y el siguiente paso fue caer en la cuenta de que la falta de autoestima o
autoamor, origen de mis propios sufrimientos, era el problema colectivo ms urgente que tena que
enfrentar y desafiar la mujer universal.
Los desafos al principio se presentan como enigmas que parecen insolubles, porque estn entretejidos con
nuestras experiencias ms sentidas, con nuestras recurrentes frustra
ciones. Cuando nos pasa algo que nos impacta demasiado, no tendemos a pensar que se trata en realidad de
un acertijo que debemos resolver.
Preguntas de este tipo reflejan nuestros dramas personales, pero tambin los tests que hemos de pasar si
querernos desarrollarnos plenamente. Sin la actitud arquetpica que bautizamos La Desafiante no es
posible siquiera formularlas, porque no tenemos el valor de abrir los ojos y mirar.
El Arquetipo Desafiante se activa en nuestra vida cuando ya estamos preparadas para aceptarnos como
realmente somos. Cuando hemos madurado lo bastante como para
escudriar las causas reales de lo que creemos que son nuestros fracasos.
A las preguntas propuestas ms arriba, por ejemplo, se' podra contestar en ese caso con otros
interrogantes ms sintticos:
A travs de este mtodo, La Desafiante clasifica y determina lo que no nos corresponde y altera nuestro
diseo. Cada desafo al que respondemos (cada situacin difcil que encaramos con conciencia y espritu
inquisitivo, cada pregunta contestada con franqueza) nos reubica ms en nuestros cauces propios y en nuestro
verdadero mito personal. Lentamente, y de a poco, va haciendo aparecer nuestra fisonoma sepultada por
tantos maquillajes y disfraces. Si no nos gusta, somos nosotras las que hemos de cambiarla. Pero su meta bsica
es que lleguemos a aceptarnos tal cual somos en este mismo instante, porque sin esa aceptacin no hay
autoestima, y sin autoestima no nos permitiremos continuar hasta el final. Es decir, hasta ser como
queremos.
La cultura es un conjunto de cuentos que nos contamos una y otra vez (Starhawk, "Soando lo Oscuro").
El desafo ms fuerte que nos lanza este aspecto de lo femenino tiene relacin con no dejarnos
engaar.
En toda transicin de una civilizacin a otra, es natural que vayan quedando al descubierto las premisas ya
intiles que la sostuvieron. De all que gran parte del trabajo de las mujeres que imaginan el futuro consista
en diversas revisiones y desenmascaramientos.
Qu revisar? Hasta las cosas que ms damos por sentadas. All precisamente reside el acto desafiante ms
fructfero.
Cada mujer est capacitada para hacer su propia lista de comprobaciones y chequeos. Una vez que se ha
internalizado con ayuda de La Protectora la autoridad que proyectbamos sobre otros, nada impide confiar en las
propias intuiciones y experiencias para determinar si una costumbre, un dogma, una manera de mirar la
vida es realmente aceptable desde nuestra esencia femenina.
Las condiciones previas que ayuda a establecer La Desafiante para abocarse a esa tarea pueden ser, por
ejemplo, las que siguen:
Estar dispuesta a ver bien y mantener los ojos fijos. La mirada desafiante es la que no se desva cuando ve
cosas que no le gustan o le inspiran miedo, ya sea afuera o adentro: actitudes reiteradas, adicciones no
admitidas, distorsiones de los valores femeninos, desacralizacin de nuestros smbolos.
Admitir en principio que en esta sociedad las mujeres funcionamos slo a medias. An las ms
triunfadoras muestran el sndrome de "hijas del patriarcado", acosadas por la melancola de hallarse
separadas de su fuente femenina. Brinton Perera las describe como bien adaptadas a la sociedad de
orientacin masculina, pero repudiadoras de sus propios instintos y patrones de energa.
Entender el axioma "lo que es alimento para unas es veneno para otras". Por ms deleitoso, consolador
o lucrativo que parezca, lo que no es nuestro alimento o que no nos corresponde) acaba siempre por hacernos
sentir mal, aunque haya funcionado en otros casos. Shinoda Bolen ha mostrado cuntas diversas tendencias
naturales juegan en nosotras, que no necesariamente debemos responder con unanimidad a los patrones
tradicionales de madre y ama de casa, ni tampoco a los patrones autnomos de la mujer de carrera, la
intelectual o la mstica. Cada mujer es un diferente juego de tendencias, y en cada caso la frmula arquetpica
difiere.
Renunciar a los dualismos y confiar en cambio en la triplicidad de lo divino femenino. En lugar de
debatirnos rebotando entre bueno o malo, esto o aquello, nos conviene integrarnos en el ciclo de las fases
diferentes que aseguran la renovacin. Lo que es bueno en un momento puede no serlo en otro, y
viceversa. Como deca la cabalista Dion Fortune, slo hay cosas inoportunas u oportunas, equilibradas o
desequilibradas.
Reconocer las posibilidades que no nos atrevemos a asumir. Es probable que recuerdos ancestrales
subconscientes nos hagan temer ser castigadas si desarrollamos nuestras habilidades sanadoras e intuitivas.
Pero ante nosotras mismas podemos animarnos a admitirlas, y visualizar fructferas etapas de trabajo
alternativo que corresponda a nuestra real capacidad.
Con esta base previa es posible empezar a mirar a nuestro entorno, que en un sentido es un reflejo
misterioso de las propias zonas interiores poco exploradas o reconocidas.
En este caso el estereotipo es implacable. Una mujer que desafa (aunque sea a sus propias pesadillas
interiores), se sale totalmente de los moldes de hierro que determinan cmo debe ser. O en todo caso,
cmo ha de ser para mayor tranquilidad de los sistemas que utilizan indebidamente su energa.
A las mujeres se las frena desde jvenes con toda clase de sutiles prevenciones, a fin de que no
miren demasiado ni fijen la mirada en lo que las aparta de su crecimiento. Y de all surgen dos
temores principales que nos impiden desarrollarnos plenamente: a) el temor a la Bruja; b) el temor a la
Vieja.
a) En vez de bruja prefiero usar otra palabra, Witch, que retiene ms la significacin original de mujer
sabia, conocedora de las hierbas curativas y de los procesos naturales, saadora y partera, y asistente
de los moribundos.
Hoy se sabe que un nmero poco calculable de mujeres (se habla a veces de nueve millones) fueron
quemadas no por hacer maldades sino simplemente por poder hacer cosas Sque luego pasaron a las
profesiones masculinas. Pero el estereotipo aplicado a nosotras sigue diciendo no desarrolla-i ras
habilidades especiales ni ejercers tu poder de ser.
b) el temor a la Vieja se inculca en las mujeres como temor a la vejez y al deterioro fsico. Si llega a
vieja intacta, con su autoestima viva y su mirada insobornable, cualquier mujer resulta una amenaza que
no cree en mentiras ni en usurpaciones disfrazadas de supuestos mandatos de Dios.
Hoy las neofemeninas reivindican la belleza de cualquiera de las fases de la Diosa Triple, y recomiendan
exhibir con alegra las seales del paso del tiempo en nuestros cuerpos, sabiendo que anuncian tambin
sabidura y una acrecentada capacidad de disfrutar. Pero el estereotipo sigue diciendo con insidia despus
de cierta edad y a no sirves para nada.
Vencer estos temores es difcil, y los susurros del condicionamiento estereotpico se siguen repitiendo
indefinidamente. Slo la firme actitud de Desafo puede tenerlos a raya y hacer que no nos afecten.
Para el estereotipo femenino, la que observa con mirada desafiante y se comporta en consecuencia es
una transgresora. Es Eva en el Edn, es Pandora destapando la caja de los males (que hubieran preferido
seguir disimulados). Y las mujeres, que lo sabemos en lo ms profundo, tratamos de no hacerlo para evitar
castigos.
Sin embargo ya se ha probado que es intil. Para la mirada patriarcal Eva sigue viviendo en todas las
mujeres, por ms docilizadas que se encuentren, y es probable que
sea cierta la conclusin de Walker de que detrs de casi todo marido golpeador hay formaciones
religiosas de tipo autoritario y generador de culpa. En ese caso el castigo es
"virtuoso" y est justificado por los propios mitos de la fe, que condenan al sexo femenino por estar hecho
a imagen de la Diosa.
Cuestionario
Mis propias intuiciones y experiencias me parecen una base confiable para elaborar mi propia visin del
mundo? (si , explica por qu).
A quin beneficia en realidad que yo le tema a mis propias honduras psico-espirituales y, en consecuencia, no
me ponga en contacto con ellas?
SEGUNDA PARTE
LA MUJER DESAFIADORA
Lema: El mundo me necesita, pero no como ser dcil que lo acepta todo sino como valiente revisara de falacias.
Muchos "malos augurios" patriarcales son simplemente inversiones de lo que fue sagrado para la religin
de la Diosa. (Monica Sj-Barbara Mor, "La Gran Madre Csmica').
El clima que se vive en este fin de milenio es el de un alborozado desafo. Este aspecto de la Diosa ha
hecho saltar trampas ocultas desde hace muchos siglos, y da a da pone en evidencia las cosas inaceptables
para el alma femenina; que son de paso las que ya no tolera una humanidad que quiere ser ms justa y ms
adulta.
El ojo inquisidor neofemenino, que va abarcando zonas de conciencia cada vez ms grandes, ya
identific diversas tramas subyacentes que sostienen lo que Riane Eisler denomina "la Realidad cabeza, abajo",
y que hacen que Mary Daly nos sugiera una consigna: invertir los inversiones.
Son las mentiras que nos han contado y que hemos aceptado sin analizar, y los engaos que las
autoras del Movimiento de la Diosa denominan "libretos patriarcales", o "cuentos culturales", o "teleteatros de
la sociedad". Lo ms triste, dice Starhawk, es que sobre historias de este tipo se edifica la concepcin
popular de la justicia, que da forma a todas nuestras instituciones:
a) Los buenos luchan contra los malos. Quines ganarn? Se idealiza la luz y la sombra se desvaloriza. Y
en ultimo trmino se afirma la dualidad lo alto/lo bajo, que lleva al poder sobre otros.
b) El Gran Hombre recibe la Verdad y la transmite a unos pocos elegidos. Todo otro conocimiento se
invalida, se legitimiza la autoridad de un grupo reducido y se alimenta la falacia de que hay una sola
verdad.
c) Triunfar o Fracasar (o Salvarse/Condenarse). Una persona sin valor lo gana y es admitida entre los
elegidos; una persona con valor lo pierde y es arrojada a las filas ordinarias. Se refuerza la conciencia de poder
segn la cual unos valen y otros no.
d) En el momento en que el Hroe la asesina, la Amazona lo mira y se enamora. Esta conexin
sexo/violencia apareci con los patriarcas y glorifica la violacin. Al final acabamos por hundirnos totalmente
en este lodo romntico, y aceptamos que nos digan por ejemplo: "Aunque no te lo diga, aunque te pegue,
aunque parezca indiferente, tu padre te quiere"; o peor an, "Vuelve con tu marido, aunque te haya dado
una paliza; est arrepentido y te ama".
La neomujer desafiante se anima a mirar todo esto y ejercer su sensatez, comparando cada historia con
lo que le sugieren su intuicin y su experiencia. Bueno/malo, verdad nica, triunfo o fracaso, sexo violento,
son armas que la cultura ha diseado para mantener a raya su valor inmanente personal; el mrito que tiene por
el simple hecho de ser parte de la humanidad.
Sin embargo esto es slo el principio, y una segunda etapa nos enfrenta con las cosas terribles que hay que
desarraigar, y que suceden cotidianamente sin que nadie lo comente en la medida necesaria.
La mujer desafiadora ahonda en s misma y en los trasfondos de la sociedad que la rodea, y descubre
ante todo atropellos a su sexo que ni siquiera sospechaba. Graciela Ferreira lo ha hecho en la Argentina
con las esposas golpeadas y la violencia familiar, y autoras como Monica Sj y Barbara Mor, Barbara Walker o
Vicki Noble han sacado a la luz datos escalofriantes sobre los abusos perpetrados sobre cuerpos y psiques
femeninos, tanto en el pasado como en la actualidad.
Desde mutilaciones genitales moralmente aprobadas (clitoridectomas) hasta vaciamientos quirrgicos
demasiado apresurados, o las "quemas por dote no pagada" que todava se practican en la India, el cuerpo
femenino como smbolo de la vida en la Tierra sigue recibiendo castigos que slo cabe adjudicar al espritu
humano distorsionado por el poder sobre y el terrible dualismo patriarcal.
Las conclusiones que sacamos tienen forma de advertencias:
No entregues tu energa a las instituciones que condenan a la mujer por ser mujer.
No entregues tu confianza ni tu cuerpo fsico a quienes expropiaron tus habilidades y te mantienen en la
dependencia.
No entregues tufe a ideologas que te hacen temer llegar a vieja y te muestran como algo deseable una
perpetua juventud sin experiencia.
No renuncies, en suma, a tu poder de ser. Que es lo que al fin de cuentas re-equilibrar a la humanidad y
posibilitar relaciones ms armnicas entre todos los humanos.
LA DESAFIADORA COTIDIANA
Siempre hay que re-inventar, porque los descubrimientos y legados de las antepasadas son enterrados una y otra
vez por los patriarcas.(Barbara Walker, "La Feminista Escptica").
Los desafos cotidianos son mltiples, ya que tienen que responder tanto a las propias actitudes
antifemeninas como a las proyecciones de esas actitudes, ya materializadas en el
entorno fsico. Es decir que es necesario desafiar: a) a la falta de autoestima, y b) a la insatisfactoria posicin de
las mujeres en la sociedad.
No lo encaremos, sin embargo, como una cruzada reivindicatora ni como una puja por lograr poder. La
experiencia de las mujeres del Movimiento de la Diosa ha probado que de ese modo se desperdicia la energa
que conviene dirigir hacia el despliegue de la presin creadora.
Lo que habra que lograr es la reconciliacin de los, factores espritu y materia, que no son opuestos
sino que estn artificialmente separados. Lo que habra que llevar a buen trmino es lo que Gloria Steinem
expres en el ttulo de un libro: la "revolucin desde adentro", que por el hecho de comenzar en el meollo del
ser de cada una, puede tener alcances verdaderamente grandes.
Para empezar, podran ser tiles actitudes desafiantes que pongan trmino a cosas como stas:
1. que la mitad de las mujeres entregue su energa sin usarla jams para sus fines femeninos; mientras
la otra mitad usa indebidamente la energa del hombre porque no se anima a usar la propia, o porque se le
dijo que no la tena. (El comentario de La Diosa Desafiante sera en este caso "La energa debe fluir dentro del
ciclo del Dar y el Tomar").
2. que las mujeres sigan creyendo que, en el fondo, su nico recurso consiste en complacer y aplacar a
los varones, en lugar de asociarse con ellos con su dignidad intacta. ("El Principio Femenino se ha de
respetar").
3. que la mujer vaya hacia el amor sin iniciarse, es decir sin conocer su identidad ni sus
potencialidades, ni haber hecho contacto con su fuente femenina; y que por consiguiente no tenga nada
perdurable que ofrecerle al varn, que busca en ella encontrarse con lo femenino arquetpico. ("La mujer es la
gran iniciadora en los misterios del amor").
4. que las mujeres permitamos que en nuestra presencia se denigre a los valores femeninos, y que
aceptemos detestar o relegar a nuestro propio gnero. ("La Hermandad Femenina debe volver a constituirse").
5. que las mujeres sigamos torturando nuestros cuerpos o ridiculizando a veces nuestro aspecto, segn
modas caprichosas que se aprovechan de nuestra poco firme identidad. ("Basta de vivir de sueos, vanidades y
satisfacciones sustitutos") 6. que la mujer, en suma, no descubra en s misma su valor inmanente para
despus poder brindarlo libremente a la pareja, a los hijos, a la comunidad y al mundo entero. ("Cada mujer
representa a la Diosa en este plano, y hay que aceptar esa responsabilidad"
Estos son algunos puntos al azar, y cada una podr agregar los que surjan de sus propias
experiencias. Pero lo que interesa es que se ejerza la mirada desafiante, que es simple, aguda y cortante
como el palo de cavar que utilizaban nuestras hermanas del neoltico para desenterrar plantas.
Leyendo un diario, por ejemplo, podemos ejercerla cada da. O viendo una pelcula, campo muy til para
advertir las distorsiones habituales del orden natural que las mujeres conocemos por vas no racionales.
Y, por supuesto, observando nuestras propias actitudes habituales, que suelen ser automticas. La
desafiadora cotidiana no puede darse el lujo de apoyarse en las automatizaciones, porque el gran camino que
se nos abre ahora a las mujeres es contribuir al surgimiento colectivo de la Feminidad Consciente. Es decir, una
mujer universal que se percate totalmente de sus actos y de sus motivaciones, y que por eso mismo sea
plenamente responsable.
Autaindagacin
4. A qu se han debido realmente mis peores experiencias, las que yo considero ms negativas?
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6. En qu cosas concretas puedo llegar a apoyarme para atravesar mis pocas difciles?
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Espacio compartido
Creo que hay que tomar especialmente en cuenta el aspecto de "instructora en artes marciales" que
asume esta manifestacin de lo femenino en nuestras vidas. En mi opinin, esa instruccin consiste
esencialmente en fortalecernos para saltar un vaco, una brecha desafiante la cual contina nuestra evolucin.
Y nosotros, sin saberlo y muy injustamente, lo tomamos como crueldades de la vida o de un dios insensible
a nuestros sufrimientos.
A m esto se me hizo evidente durante uno de mis tantos salvatajes de plantas, en el que jugu el
papel ingrato de torturadora, aunque mi intencin era hacer todo lo contrario.
Desde una terraza del segundo piso vea languidecer a un filodendro en un patio oscuro de la
planta baja. Se sala de la maceta retorcido y agotado, sin atinar a ir hacia arriba porque la luz estaba
demasiado lejos. Era evidente que ya no le quedaban esperanzas. Y yo sufra pensando que aqu arriba
estaba todo el aire, el sol y la vida que necesitaba.
Pero un da la planta baja se desocup, y el filodendro qued all en el patio; era un local de
comercio y nadie pens en llevrselo. Y viendo mi oportunidad ped permiso, habl con varias personas, y
una tarde de lluvia se inici el rescate.
Ahora todo consista en hacerlo subir esos dos pisos, pero no fue fcil. Era una planta vieja, en malas
condiciones, muy debilitada. Hojas y tallos quebradizos se me quedaban por el camino, y la sent sufrir
palpablemente entre mis manos cuando la puse en su maceta nueva. Pobre ser, pens, aterrado en las
garras de un Destino o Deidad poderosa (eso era yo para ella), que la somete a estos tormentos. Cunto
miedo tendr.
Te aseguro que mi aspecto protector me hizo sentir que se me estrujaba el corazn por no poder
ahorrarle ese dolor y hacerle fcil el proceso. Pero no era posible, y pens que el Poder que nos auxilia a
los humanos seguramente tambin sufre con nuestros trnsitos de crecimiento, inevitablemente dolorosos.
Ahora vive esplndida entre las otras plantas; hace ya mucho de todo eso, y ha echado tantos brotes y
hojas nuevas ms grandes y brillantes, que ya ha cambiado totalmente de fisonoma. Pero es el mismo
viejo filodendro, que un da salv la brecha y atraves el mal rato desafiante.
Claro que el desafo de crecer es muy distinto cuando se lo vive en carne propia, y los hilos del
destino evolutivo son movidos desde arriba -o desde adentro- sin que veamos quin lo hace. En
momentos como sos la idea de una instruccin ni siquiera se te ocurre, porque todo se vive como drama
personal.
Y mi vida, por cierto, estuvo llena de un drama exuberante que visto desde ahora no lo es en
absoluto. Cuando miro hacia atrs, lo veo ms bien como una carrera de obstculos emocionales que
podra ser graciosa si la viera en el cine (ya que tropiezo ante cada uno de ellos con total puntualidad), pero
que tambin me provoca admiracin por la sabidura de La que lo plane. Es decir, mi esencia femenina
desafiante empeada en entrenarme.
Yo viv siempre cada relacin sentimental como una lucha por la supervivencia, y no es raro que las personas
implicadas hayan acabado siempre por escapar de m. Tena que descubrir que eran patrones falsos que no
me correspondan (ms bien eran de mi madre, que muri muy joven), y es aqu donde pude vivenciar
directamente lo que dice Caitln Matthews acerca de este aspecto de la Diosa: "Nos enfrenta una y otra vez
diciendo 'Aprende bien esta leccin!' hasta que somos capaces de responder en forma positiva".
Una noche esa leccin implcita me result evidente, porque gracias al estudio de la Diosa pude
entender mejor los recursos que su Aspecto Desafiante utiliza para instruir
nos. Yo tena que aprender que las dolorosas situaciones afectivas en que caa regularmente, slo eran
desviaciones de mi trayectoria personal. Y esa vez fue evidente que un hombre y dos mujeres participbamos
de una instancia dramtica demasiado perfecta, una escena arquetpica montada teatralmente por una mano
maestra. Lo irreal, lo preparado, el carcter de juego de aquella situacin me hicieron ver que no era parte
fundamental de mi destino; que
lo esencial no estaba all.
Creo que al entender claramente la leccin qued curada de ese especial problema. Y ahora son otros los
problemas que me puedo dedicar a investigar, porque la brecha que logr saltar era la que me haba
impedido avanzar durante dcadas. Todava me asalta a veces la tentacin de hacer drama, pero es como
si me permitiera por un rato un pasatiempo favorito, un teatro de aficionados que no me impide regresar a
mis tareas.
Hay, se dice, un lugar dentro de nosotros desde donde pueden deshacerse los nudos que nos atan Algunos lo
buscan en la infancia recordada, y hay tambin quienes lo imaginan como un limbo donde residen
potencialidades nunca realizadas que esperan desde siempre su liberacin Cmo ir hasta all a rescatarlas?
Necesariamente tiene que haber una gua arquetpica que nos lleve de la mano y efecte la transmutacin
liberadora. Por fuerza debe haber un aspecto de la Diosa que efecte la redencin Cuando se ha avanzado lo
bastante en el camino hacia adentro, La Liberadores nos acompaa hasta esa prisin oscura, nos muestra cunto
hemos sufrido, y corta las cadenas de la Nia Interior.
Palabras clave:
Soltar ataduras
Sufrimiento inteligente
Salir de la crislida
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTBA. VIDA: A la que consigue desafiar -es decir, mirar las cosas libremente desde
su propia perspectiva- y trata luego de actuar en consecuencia, le llega siempre un momento en que la
tarea le parece superior a sus fuerzas. Por supuesto que lo es, si tiene en cuenta slo sus capacidades
personales; y su ego potenciado empieza a convertirse en un obstculo, en tanto ella no se acepte como
parte de una realidad ms amplia. Las fricciones aumentan, como indicio de que debe hacerse a un
lado en lugar de batallar y de que ha llegado el tiempo de la compasin: hacia ella misma, hacia los
fuertes tanto como hacia los dbiles, y hacia los mismos que crea sus enemigos.
LA QUE LIBERA
Sufrir no es nada noble, dicen las estudiosas de lo Divino Femenino, si no conduce a una transformacin
profunda, a la resurreccin espiritual y psquica que debera venir siempre despus del padecer. La
consecuencia del dolor tendra que ser un nuevo enfoque de la vida, ms abierto hacia todo el universo.
La Liberadora es el arquetipo que deshace los nudos dolorosos, para que aprendamos que el sufrimiento
es siempre transitorio. Sufrir no es un estado ms o menos permanente en que podamos instalarnos, sino
un indicio de que La que Libera nos lleva hacia el lugar donde nos podremos desatar.
En este punto de la historia patriarcal el proceso est a medias, y simplemente se enfatiza el valor
paralizante de lo arduo y lo difcil. Se celebra el dolor de la Pasin, sin recordar que es slo el medio de llegar a
un gran fin y de alcanzar un gran propsito. Dicho de otro modo, se nos estaciona en el dolor. No es raro
entonces que una nube de colores inciertos, pesada y pegajosa, se cierna sobre esta sadosociedad, como la llama
Mary Daly.
Se necesita, entonces, que una fuerza muy grande procedente del centro de la psique logre sacarnos de esta
morbosa tregua y llevarnos a otro estado. Tenemos que aprender cundo parar, cundo decir ya es
suficiente, ya puedo soltarlo sin que nos aten los condicionamientos patriarcales; sin que nos paralicen los
preceptos que nos sugieren, una y otra vez, slo sufriendo segara el cielo.
La Liberadora utiliza nuestras experiencias dolorosas de maneras enriquecedoras. Su accin transformadora
nos hace ver nuestros problemas como simples parbolas del sufrimiento evolutivo humano, y nos saca de la
prisin individual para que podamos participar al aire libre de la experiencia universal. Si lo pensamos un
poco, qu mejor acto de liberacin puede existir?
Todas sufrimos como parte natural del proceso de crecer; muchas sufrimos todava, sin entender el mecanismo
que nos permitira sacar provecho de ese sufrimiento. Y es all donde la Diosa que Libera hace sentir su
imponente presencia redentora, para que la sigamos hasta el sitio donde se quiebran las cadenas
constrictivas, y estallan los capullos de las crislidas maduras. La que Libera es precisamente un arquetipo
fundamental de madurez. Se activa en un punto avanzado de nuestra trayectoria, cuando ya es hora de hacer
un balance inteligente y sabio de lo que hemos vivido, Es la incitacin a adentrarnos an ms en los
laberintos de la psique, hasta alcanzar el nivel donde lo personal se funde con los otros, y es posible
entender sus dolores tanto como los nuestros.
Dicho de otra manera: todo proceso de desarrollo y crecimiento sera impensable sin un factor
liberador. Un agente arquetpico que suelte en nosotros la energa generada por las fricciones y dificultades
que necesariamente se producen, y que est acumulada en nuestros limbos interiores que esperan redencin.
Ese efecto ha tenido sobre la mujer de hoy el concepto de la Diosa. Entonces es posible soltar el sufrimiento y
vivir de otra manera, ha sido la revelacin transformadora que ha sacudido a nuestro gnero en los niveles
ms profundos. Y ese relmpago iluminador, aunque no lo sepamos, nos ha llegado a todas.
Se supone que cuanto ms nos internamos en la psique ms llegamos a los estratos colectivos. All
precisamente nos espera La Liberadora, porque en algn momento de autotrascendencia entenderemos
nuestras lecciones recurrentes e iremos hacia all.
Las liberaciones femeninas
En este momento de la historia, la Diosa tiene un especial poder liberador. (Starhawk, "La Verdad o las
Consecuencias").
Hay mucha diferencia entre glorificar al sufrimiento y utilizarlo con inteligencia, y este Aspecto de la Diosa
nos la ensea.
Con La Liberadora acabar en cierto sentido la etapa previa a las aplicaciones prcticas de la
neofeminidad. Y es, adems, el tercer trmino del proceso de preparacin que actualmente vivimos las
mujeres, y que segn las nuevas pensadoras consiste en ira, recriminacin y compasin.
Antes de proseguir estudiemos los tres puntos, para dejarlos archivados:
1. Ira. Ha habido causas de ira o "santo enojo", como ya hemos visto. Pero conviene ahora observar que este
tipo de emocin generalmente reprimida es, como tan bien explica Starhawk, una potente manifestacin de la
fuerza vital. Un importante recurso de supervivencia, una advertencia de que algo en nuestro entorno es
amenazador.
No tiene por qu asociarse con violencia, que es precisamente una distorsin de su propsito. Y si no la
permitimos en nosotras, se producen dos resultados lamentables: en lugar de reconocer lo que nos amenaza,
creemos que lo malo est en nosotras mismas; y en lugar de ir hacia afuera para cambiar el entorno, nuestra
energa queda trabada en esfuerzos internos de control.
Es por eso que la Diosa libera la energa de nuestro enojo y nos permite verlo como algo sagrado, purificado
por nuestra intencin. Controlemos nuestros actos, dice Starhawk, pero no intentemos controlar lo que
sentimos.
2. Recriminacin, En los ltimos veinte aos ha habido saludables recriminaciones; es decir, devolucin de
acusaciones indebidas que se haban dirigido hacia nosotras. Las mujeres (ya se sabe, Eva o Pandora o
brujas prototpicas) habamos sido incriminadas de la mayor parte de los males que sufre, o cree sufrir, la
humanidad.
Pero el mito del "mal femenino" est siendo puesto en evidencia, y ya se lo ve como el origen del gran
desequilibrio que vive nuestra especie, al haber reducido a la impotencia a uno de sus dos gneros: las
"hembras pecadoras". La proyeccin de la culpa sobre las mujeres, afirma Mary Daly, es la mentira
primordial del Patriarcado, su pecado original. Nuestra verdadera falta es haber consentido que esa culpa
se nos internalizara.
Es por eso que la Diosa libera nuestra capacidad de reaccionar y rechazar las incriminaciones,
mostrndonos a travs de muchas mentes femeninas reflexivas que nuestra ndole moral es necesaria para la
vida en la tierra, porque est armonizada con el orden natural. Desde el punto de vista evolutivo y
ecolgico, la mujer es la gran moralizante.
3. Compasin. Tras los dos pasos anteriores, se hace posible otra actitud que es intil intentar sin hacer
limpieza previa. La compasin verdadera exige haber expulsado los venenos con la postura drstica que vimos
en La Desafiante. Ahora podemos realmente "sufrir con" los que padecen en el mundo, incluso con
aquellos que nos han hecho sufrir.
El acto compasivo autntico nos hace pasar de un plano a otro; nos instala en una vuelta ms alta de la gran
espiral, donde lo individual pasa a ser transpersonal y a experimentarse como tal. Y nos hace redimensionar
nuestros propios dolores pasados o presentes: Ninguna experiencia es tan terrible como para impedirnos
encontrar dentro de nosotros la compasin de La Liberadora, dice Caitln Matthews.
Es por eso que la Diosa libera en nosotras la capacidad de compasin, es decir, de experimentar lo que
padece el otro tanto como nuestros propios sufrimientos personales. Y nos inicia en los misterios de la
Mater Dolorosa, la Diosa Madre que comparte los padecimientos de su criatura y los convierte en fuerza
redentora.
Ira, recriminacin y compasin. Las mujeres necesitamos esa trayectoria para salir de nuestro limbo hacia el
gran panorama de la conciencia femenina. Y el aspecto liberador de lo femenino arquetpico es el que nos
permite vivenciar realmente el tercer trmino: lograr una verdadera compren
sin de los dems y de nosotras mismas, y no quedarnos en
medio del camino sin saber por qu sufrimos, por que nos
enojamos o por qu recriminamos.
LA LIBERADORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La liberadora siempre acompa a la humanidad de manera muy potente, y recibi el
amor reverencial de sus devotos en mayor grado que otras manifestaciones de lo Divino Femenino.
Buscamos intuitivamente recibir liberacin de manos de la Deidad-Mujer, que conoce las vas misteriosas de la
compasin.
La Mater Doloroso, la Madre Doliente que llora por el sufrimiento o prdida de su criatura, perdura incluso
como madre de Jess, a quien la gente confa instintivamente su esperanza de verse liberada de la
enfermedad y de la muerte eterna. La misma esperanza que llevaba a los griegos hasta Eleusis para
descubrir los misericordiosos misterios de Demter, o que llev a sucesivos pueblos (desde los egipcios hasta
los romanos) a postrarse ante la compasiva imagen de Isis, amante, madre y sanadora universal.
Ambas diosas paganas comparten la funcin liberadora porque son capaces de asumir el sufrimiento y
transformarlo en fuerza mgica de redencin/resurreccin. Contemplar sus
imgenes o visualizar sus actitudes puede ser, en s mismo, un acto de liberacin.
Demter e Isis
Demter sufre por su hija perdida, y representa el dolor de toda madre cuya criatura le ha sido arrebatada por
fuerzas prepotentes o arbitrarias, como la guerra o los juegos del poder. Pero como puede ser Liberadora,
ha de convertir ese dolor en renovada nutricin para todos los humanos, y volverse con el don del cultivo
del cereal hacia los que la invocan para no perecer de hambre.
Jean Shinoda Bolen detecta la abrumadora presencia de Demter en la madre doliente sujeta a depresiones
"de nido vaco" (cuando sus hijos se han marchado del hogar), o a sentimientos de futilidad y falta de
sentido.
Cualquier mujer puede asumirla, no slo la que se queda sin sus hijos fsicos, sino tambin la que queda fuera
de un proyecto acariciado o de una empresa a la que ha consagrado muchos aos. Y a cada una nos toca buscar
frmulas nuevas para transmutar ese dolor y convertirlo en algo frtil, capaz de liberar.
Imaginar a Demter puede hacernos colaborar mejor con ( nuestro propio proceso que va desde la ira hasta la
compasin. Podemos visualizarla como una hermosa mujer madura, majestuosa y alta, con el dolor marcado en
toda su figura; una matrona que recorre los caminos de la tierra en bsqueda incesante, mientras a su paso los
campos se marchitan y van quedando yermos para acompaarla.
Despus, para no quedar en esa etapa, conviene contemplarla bajo su otra faz: radiante madre nutricia que
alimenta a sus retoos, repartiendo manojos de espigas y granadas
maduras desde un trono de piedra ubicado en un jardn. Es la divina puerta por donde los dones del espritu se
derraman en la tierra, y nos bendice con su amor.
Isis, en cambio, es la sanadora universal; la integradora mgica que recompone al ser humano
desmembrado, tal como lo hizo con su amado Osiris, para que pueda vivir otra vez. Representa el dolor de
todas las mujeres que sufren por su compaero desgarrado por los dualismos patriarcales. Y el de las
chamanas naturales que viven como propio el dolor6 de su clan, su tribu o su cultura.
Susan Seddon Boulet la muestra genialmente en uno de sus cuadros, donde se ve a la Diosa rodeando el
cuerpo de su esposo muerto con las alas de buitre que asume al curar, e infinita tristeza en su rostro
compasivo, mientras entre plumas iluminadas por un resplandor rojizo se percibe ya al hijo en el que Osiris
volver a vivir. Hermana, amante y madre, Isis vela por ambos y preside sus trnsitos entre los planos
diversos del ser.
Tambin preside los nuestros, y es posible invocarla cada vez que sintamos que ya podemos soltar el
sufrimiento y pasar a una etapa sanadora o nutricia, dejando atrs defintivamente al viejo yo.
El arquetipo de La Liberadora es el regazo materno primordial, antes de las distorsiones culturales de la
maternidad. Es el abrazo de lo femenino sanador, antes de todo sexismo divisorio. Y es tambin la actitud de
la mujer futura, capaz de verdadera compasin.
Alcanzar liberacin no es poca cosa. Y hay que prepararse un poco para asumir la postura espiritual ms
adecuada para conseguirlo. Lo que nos pide el arquetipo de liberacin para poder hacer su obra en nuestra
vida, es reconsiderar ciertos factores que nos impiden movemos libremente. Por eso nos sugiere lo siguiente:
1. No sentimentalizar la funcin liberadora-redentora. Precisamente ese exceso de emocin y ese amor por el
drama nos ha impedido hasta ahora pasar del sufrimiento a sus valiosas consecuencias.
2. Entenderla naturaleza autntica del sacrificio. Sacrificar significa hacer sagrado algo que queremos
ofrecer a cambio de otra cosa que necesitamos ms. Es un acto esencialmente inteligente y lcido, que no
ha de ser forzado desde afuera y que slo el desbocado poder sobre convirti en imposicin; es decir, la
inmolacin sangrienta de seres indefensos que no pueden rehusarse.
3. Renunciara las sutiles ventajas de sentirnos vctimas. Se sabe que una larga enfermedad o una situacin
penosa prolongada, nos sirven muchas veces para reforzar el ego, jugar con el poder y encerrarnos en
nosotros mismos.
4. Despertar a las muchas clases de dolor que sufren otros. Ninguna de nosotras puede liberarse sola, justamente
porque al centrarnos en nosotras mismas nos resulta imposible adoptar la actitud ms apropiada para la
liberacin. Otros aspectos de la Diosa ya nos ensearon a mirar sin miedo, y ahora necesitamos hacerlo ms
que nunca para enterarnos del sufrimiento ajeno y poner el nuestro en perspectiva.
5. Revisar el significado del amor. Redefinirlo todava es difcil, porque posiblemente la capacidad de hacerlo
vendr con la nueva conciencia femenina. Pero podemos intentar una primera correccin, no
clasificndolo como emocin sino como principio espiritual, y como el estado natural de nuestro ser en sus
niveles ms profundos.
Enfrentar la peor ilusin humana: la de que todos estamos separados. La interconexin de todo como
fundamento de nuestra visin del mundo, es lo que nos da la perspectiva necesaria para integramos a la
realidad ms grande donde se produce la liberacin.
No son puntos fciles, pero recordemos que lo que intentamos es muy importante y que muchas
mujeres ya lo han conseguido. Se trata ante todo de un reacondicionamiento intelectual, porque lo que
realmente nos ha estado encadenando es un conjunto de ideas restrictivas, especialmente poderosas, que
ya es hora de reemplazar por otras ms liberadoras.
"Cambia tus ideas y cambiar tu mundo "es una sugerencia que los sistemas represores conocen muy bien,
porque han utilizado ese recurso desde hace miles de aos para un
propsito nocivo: transformar el mundo compasivo de la Madre Universal en el actual sistema de
dominacin, carente de respeto hacia los otros.
Cuestionario
En qu etapa del proceso de liberacin siento que estoy: ira, recriminacin o compasin?
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Qu ataduras percibo intuitivamente en m? (Para ayudarte a responder a esto, observa las imgenes que se
te presenten espontneamente cuando trates de visualizarlas)
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La chamana conectora
Es la va de la que transita el laberinto interno por su propia cuenta. No ya entregndole a un hroe -como
Ariadna a Teseo- el hilo salvador que le permitir encontrar el camino que la mujer se diera cuenta, cay en
extremos de dominacin devoradora o de forzada nutricin, de extorsin sentimental o de modo protector
exagerado.
La conciencia femenina liberada redefinir ahora la maternidad, librndola de juegos de poder y errores por
exceso. La madre consciente no ser prisionera de sus hijos ni les dar lo que no sea el alimento justo para, ellos.
Ejercer su maternalidad sobre cualquiera de las criaturas de la Diosa, humanas o no humanas, y cuidar
con igual solicitud a las desamparadas criaturas de su psique (sus imgenes mentales, sus ideas), que
tienen tambin derecho a la existencia.
La madre nutricia aceptar reconocerlas, alimentarlas y hasta jugar con ellas, llevando as su vida personal
hasta un nivel ms hondo, donde lo maternal tendr un campo intemporal en donde funcionar sin
frustraciones. ("As se crean los mundos nuevos a partir de la madre, como explosiones -partos- de la
imaginacin", dice La Liberadora. "El poder maternal femenino, una vez libre y consciente, es el poder de
crear un mundo con toda claridad, y alimentarlo ").
La potenciadora
Lo propio de lo Femenino, que es factor de conexin y nutricin del universo, es potenciar a los dems ya sea
en lo fsico, en lo psquico o en lo espiritual. Vehculo de concrecin y puerta del espritu, la mujer vive
naturalmente dando a luz cosas que surgen de los planos interiores, y haciendo que se concreten las imgenes del
alma.
La mujer del patriarcado, sin embargo, obligada a ser pasiva, con su creatividad orientada tan slo hacia
los hijos fsicos, vive en frustracin casi continua creyndose impotente y escamoteando as a los otros el
estmulo que podran
obtener de ella. Y los tesoros de los mundos interiores quedan acumulados dentro suyo sin que nadie (ni
ella misma) los reciba.
La potenciadora con conciencia de s misma ir hacia los dems en entrega espontnea para sanar al que
necesita ser sanado, alimentar al que tiene hambre, o amar al que carece de amor. Con su autoestima en alto
reemplazar a la mujer "interesada" de la vieja cultura: la que daba porque esperaba recibir en consecuencia,
la que buscaba pareja por mera conveniencia, la que incluso a veces (como atestigu un marido) "se
dejaba golpear por las tarjetas de crdito", resultado final del adoctrinamiento que la convenci de su
impotencia. ( "Ahora sabes, en cambio, que la Diosa est en ti y que el varn la busca a travs tuyo," dice la
nueva conciencia. "Puedes, si quieres, representarla como sacerdotisa iniciadoray potenciante, que a travs de
la unin pone al hombre en contacto directo con lo Divino Femenino'').
Chamana, nutricia, potenciadora, la nueva mujer consciente, la mujer Lunar/Solar saldr de su prisin
psquica hacia el mundo concreto de la tierra, que es su legtimo campo de trabajo. All podremos verla da
a da, en el espejo en que nos miramos o entre la gente que camina por la calle, atareada en sus obras
cotidianas que respondern a las necesidades del planeta, del amor y de la redencin del ser humano.
LA LIBERADORA COTIDIANA
En este momento de la historia slo las mujeres pueden (si es que quieren) apoyar la entrada o reentrada de
nuestro gnero en la raza humana (Phyllis Chesler, "Mujeres y Locura").
Qu puede hacerse cada da para apresurar liberacin y la de los La liberadora cotidiana trata de entrar
gradualmente en la actitud propicia . Sigue por ejemplo las sugerencias de Daly, en cuanto a crear otro espacio,
otro tiempo, otro lenguaje ms adecuados para el "llegar a ser" de la mujer. O las exhortaciones de otras
neofemeninas, que consideran necesario reeducar nuestras creencias subyacentes para limpiarlas de las
nociones de separacin, escasez de recursos y polarizacin exagerada.
Pero trabaja sobre todo sobre sus propias resistencias a la compasin.
Las que luchamos por los derechos femeninos sabemos cunta autoestima se logra en el papel de La
Adversaria enfrentada al sistema patriarcal. Y lo difcil que por eso puede resultarnos abandonar ese
papel para despolarizarnos con los que nos oprimen; es decir, aflojar la tensin mutua que hay entre
ellos y nosotras, para entender sus motivos y compadecer con ellos, compartir sus sufrimientos.
Pero se es justamente el sacrificio que nos pide La Liberadora para actuar en nuestros nudos
conflictivos: dar en trueque nuestro orgullo por la compasin capaz de desatar.
La autoestima por supuesto no se pierde, y ya ganada de una vez por todas, pasa a un segundo plano.
Pero hay que trabajar asiduamente para no reinstalarse en las etapas anteriores de ira y
recriminacin, al primer brote de enojo ante los mltiples abusos que se sigue cometiendo.
Cada vez que lo hacemos, cada vez que volvemos para atrs en el proceso, se recompone el eslabn de
una cadena que nos une a los que despiertan nuestro enojo, y que La Liberadora haba quebrado con
la compasin. Hay que tener cuidado.
Necesitamos obviamente una limpieza ms profunda de las reas conflictivas de la psique personal,
que puede hacerse por supuesto a travs de la terapia psicolgica. Pero que tambin puede lograrse
visualizando los problemas mediante sistemas simblicos como el Tarot, que permiten un dilogo directo
con el propio inconsciente.
En algn momento la tensin excesiva va a aliviarse, se quebrar definitivamente la cadena, y la energa
personal quedar libre para vivificar nuestras zonas ms creativas y fructferas.
Y compasin
Abrirnos paso mediante estos recursos hasta quedar fuera de los "crculos de violacin" establecidos por el
patriarcado, implica una liberacin considerable, aunque no definitiva.
Queda por resolver en nuestro plano cotidiano el tema de la compasin como actitud de vida, sin la cual
lo anterior no tiene efecto perdurable, y que algunas mujeres del Movimiento de la Diosa elaboran a
travs de su relacin especialmente sensitiva con las formas de vida consideradas inferiores.
Un insecto en el reino animal, un simple "yuyo" entre los vegetales, ocupan el ltimo escaln de la pirmide
jerrquica que simboliza la desmedida superioridad que el ser humano se adjudica. Por eso, ejercitar la
compasin hacia estos seres que no entran en los planes patriculturales, puede sacarnos de las prisiones
restrictivas de una mentalidad que ya ha llegado a un punto muerto.
Corremos el riesgo, es cierto, de que nos llamen excntricas o directamente locas si recogemos una polilla
moribunda para que muera dignamente en alguna maceta, o replantamos una plantita annima que
arroj desde un balcn la prolija propietaria de un helcho o un rosal. Pero vale la pena, en trminos no slo
de solidaridad hacia todos los seres, sino de nuestra propia y esencial liberacin.
Autoindagacin
1. Me animara a enfrentarme con mi propio ncleo interno para poder liberarme y avanzar?
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Acepto responsabilidad por mi destino de mujer?
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2. Quiero realmente salir de las relaciones afectivas me paralizan?
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Aceptara trabajar sobre m misma para lograr madurez y disciplina en mis afectos?
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3. Soy capaz de afrontar mi sensacin de fracaso? Qu me hara sentir menos frustrada?
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Por qu no puedo imaginar una salida?
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Espacio compartido
En plena lucha contra el patriarcado leo este fragmento de "Crystal Woman de Lynn Andrews:
Es aqu -y con toda razn- que las mujeres patriarcales se declararon derrotadas y dieron por
terminado su trayecto. Y es aqu donde podemos recoger nosotras esa herencia y llevarla adelante en
nombre de ellas, de nosotras mismas y de nuestras hijas.
Estas tareas llevan hasta sus mximos alcances los roles de Sanadora, de Madre y de Amante, es decir las
funciones esenciales de la mujer recuperada para la humanidad. Ejercerlas implica el reconocimiento y la
aceptacin definitivos de nuestro poder de ser.
Tras cinco mil aos de negacin de ese poder, surgen con todo sospechas y temores que no podemos
ignorar. Aclaremos entonces varios puntos importantes.
1. No hay que temer que se degeneren las costumbres: la degeneracin de las costumbres naturales, hoy
muchas veces disfrazada de tica, es precisamente lo que las nuevas mujeres quieren detener.
2. No hay que temer que extraos cultos femeninos amenacen la seguridad humana: lo que se espera es que
nuestra presencia pacificadora elimine precisamente el culto que ms vidas sacrifica, el de los dioses de la
Guerra.
3. No hay que temer que la mujer potenciada se dedique a peligrosos manejos de la fuerza. Esa es
precisamente la manera en que el reprimido poder de la mujer funcion en el patriarcado; es decir,
distorsionado y abusado por mentes que asuman sin querer un arquetipo negativizado. La bruja malfica es
la mejor creacin de los patriarcas. Por el contrario, la mujer libre y consciente es el factor conciliador
activo que el mundo necesita. Sus compromisos son ante todo con lo femenino arquetpico, con el universo y
con su responsabilidad espiritual.
Lo que sigue es slo una especulacin que traza lneas desde el punto presente de la liberacin de las mujeres,
hacia tres diferentes posibilidades femeninas que vale la pena tratar de realizar.
Para la Cabala Hermtica el Ocho es la esfera de la Magia y de la canalizacin sin obstrucciones de los
poderes divinos hacia el plano terrestre. El Nueve es el punto de reunin de todas las influencias anteriores
que surgieron del Uno, para que al fin el ser llegue a dar fruto. Y el Diez es el mundo material
sacralizado, donde culmina el plan de la creacin. No es disonante que de esos tres nmeros surjan los tipos
de la chamana sanadora, la madre sin trasfondos conflictivos y la sabia maestra del buen vivir en el planeta.
Tejer la tela
Cambiar de forma
Tecnologa sagrada de transformacin
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA. VIDA: al ser uno de los aspectos de la Diosa que aflorarn con la emergencia
de lo Femenino Consciente, no puede hablarse an de modos generalizados de manifestacin en las
mujeres. Por ahora slo se hace sentir como un deseo profundo de curar las divisiones que afligen a
nuestro mundo, y una vocacin de convertirse en sanadora de los que han cado en esas desgarrantes
divisiones.
LA QUE CONECTA
Ms de una vez se ha dicho que la gran dolencia de esta era es la desconexin, que en las escuelas
esotricas recibe el nombre ms benigno de "la ilusin de separatividad".
Es ilusin, sin duda, porque una mnima experiencia de los mundos interiores prueba fcilmente que
todo est ms conectado de lo que parece; y que por debajo de la superficie racional, muy cerca de ella,
hay toda una dimensin de coincidencias y sincronicidades, asociaciones desacostumbradas y cosas
aparentemente muy dismiles que encajan con toda precisin.
No se cree en ellas porque al negar a la Diosa se ha negado tambin el factor Conectar de lo femenino
universal, que mantiene unificada a la tela de la vida. No se cree en ellas porque aceptarlas socavara
la nocin del ego separado de la Conciencia Madre, que fundamenta toda la construccin dualista
patriarcal. Pero por debajo del no creer est el deseo esperanzado de que, efectivamente, la realidad
total est interconectada y sean posibles las uniones que la mente racional llama milagros.
Lo Femenino es esencialmente conector, y por lo tanto corresponde que uno de los aspectos de la
Diosa sea la Conectora o Tejedora, como tambin la denomina Matthews. La deidad femenina es la
que crea la forma (del mismo modo que la madre fsica plasma con su sustancia el cuerpo material del
hijo en gestacin), y crear la forma es en ltima instancia hacer uniones mltiples dentro de un plan
maestro; realizar conexiones entre tejidos bsicos, que a su vez son series de lazos formativos. Toda
mujer que teje sabe intuitivamente lo que es crear la realidad.
Pero veamos un poco dnde estamos.
Despus de haber llegado a las profundidades con los aspectos anteriores, es preciso salir para llevar
de vuelta al mundo los descubrimientos de la jornada interna. Y esa salida es esencialmente conectora,
porque la energa se vuelve otra vez hacia el afuera buscando puntos exteriores con los que
relacionarse, para cumplir la siguiente fase del circuito.
El movimiento de la energa tiene su plan: los aspectos 1 a 3 (Energizadora, limitadora y Protectora)
dirigieron la atencin desde el ego hacia el entorno; los tres siguientes (Iniciadora, Desafiante y
Liberadora) invirtieron el efecto y la llevaron hacia adentro. Y ahora los tres restantes salen otra vez
con impulso centrfugo, buscando reconectarse, nutrir y potenciar.
As pues, el Arquetipo Conector seala una primera salida enriquecida, hacia un mundo que clama
urgentemente por factores enrgicos de sanacin. Y es segn este criterio que
conviene apreciar el movimiento actual revalorador del chamanismo y las dems tcnicas de curacin
tradicionales, consideradas no ortodoxas por la actual cultura, y en gran parte impulsadas por mujeres
que ya han atravesado sus crisis de identidad.
Como Persfone, lo Femenino Consciente necesit habitar en las profundidades para resurgir con
facultades teraputicas, que consisten, sobre todo, en la capacidad de enlazar el adentro y el afuera en
un nico circuito armonizado.
LA CONECTORA ARQUETPICA
Como arquetipo universal, la Conectora o Tejedora aparece en las mitologas de mltiples maneras
siempre asociadas con transformaciones -ya que manipular las energas produce cambios-, y con
caractersticas muy atractivas para la imaginacin: por un lado el misterio y encanto de las hechiceras, por
otro el humor ldico y vital de ciertas brujas y chamanas, por otro la imponencia cegadora de las diosas
curadoras y alquimistas.
Pero tambin es importante el enfoque ms cercano de la literatura neofemenina de ficcin, y he elegido como
ejemplo tres pares de mujeres conectoras que aparecen en tres obras: "El Clan del Oso Cavernario", de Jean
Auel (1980); "Las Nieblas de Avalon", de Marin Zimmer Bradley (1982) y "Mujer Chamn", de Lynn
Andrews (1981), porque en conjunto muestran una tradicin continua de maestra femenina en el arte de
combinar y conectar. Es decir, de efectuar transformaciones de la realidad tangible.
Iza y Ay la. La Iza y la Ayla de Jean Auel se mueven en los bosques todava intactos del sudeste europeo de hace
treinta mil aos; la misma zona donde mucho ms tarde, en el Neoltico, floreceran las culturas de la
Diosa hoy excavadas y descriptas por Gimbutas. De una a otra pasa un legado antiguo de curanderas
maestras, que es mezcla de experiencia recordada y dotes naturales de intuicin rodeadas del misterio y
los secretos de su oficio. Agentes de los espritus, dice Auel, aunque no puedan interceder directamente ante
ellos. Y agentes de las fuerzas nutricias de la Tierra, que discriminan en las plantas, canalizan y
mezclan para fines cotidianos o sagrados. La de Ayla es ante todo una aventura evolutiva, que prefigura la de
la mujer consciente enfrentada a sus nuevas posibilidades. Es un ser aparte, diferente de los que la rodean
porque ya pertenece a un escaln ms avanzado; pero en su marcha hacia el futuro lleva con ella la
tradicin de sabias hembras curadoras que se remonta a las pocas prehumanas.
Morganay Viviana. En los siglos oscuros de lenta transicin entre el mundo romano y la Europa medieval, o
entre paganismo y cristianismo, la Morgana y la Viviana de Las Nieblas de Avalnson tambin mujeres
sabias conectaras que ven desaparecer su cultura centrada en la Gran Madre, la vigencia de sus
principios femeninos y el respeto hacia su' religin. La tradicin femenina que ahora debe hundirse en, el
olvido es ya muy refinada y muy compleja, teje con las hebras del nacimiento y de la muerte, los estados
alterados de conciencia y la visin oracular. Las sacerdotisas de Avaln, que Marin Bradley tal vez logr
invocar por memorial analptica junto al pozo sagrado de Glastonbury, estn lcidamente conectadas
con todos los puntos de la red de la creacin y hacen circular por ella las fuerzas de la vida.
Agnes y Ruby. En nuestros das, en una pobre reserva indgena de Canad, otra rama de la tradicin de
conectoras se corporiza en la Agnes y la Ruby de Lynn Andrews. Son otro tipo de chamanas, para acceder
a ellas tenemos que tener cierto tipo de iniciacin o santo y sea que nos haga leer sus cdigos. En un
mundo que ha llegado a parecer abstracto hasta un grado insostenible, son como slidas extensiones de
la Tierra pero con fibras que llegan hasta los planos estelares o hasta las primeras causas. Saben; esa es la
sensacin que emana de ellas como algo bien tangible. Y aunque se discuta si los viajes de Lynn
Andrews han sido fsicos o imaginarios, esa aura slida y tranquilizante habla de un contacto interno bien
logrado con la larga tradicin de las mujeres conectoras. Una cadena entretejida de visiones, experiencias
corporales y sabia domesticacin de la energa.
La inspiracin y habilidad de las autoras proviene por supuesto del Arquetipo Conector, que se
complace en mltiples disfraces y en apariciones impactantes. Cada vez que un personaje femenino o una
deidad mitolgica efecte sus pases mgicos (ya sean Circe, Ceridwen o la Madrastra de Blancanieves, que
como tantas otras conectoras es un aspecto de la Diosa Oscura distorsionado para aterrorizar), detrs
estar La que Conecta destejiendo y retejiendo la tela de lo que existe, para abrir caminos nuevos a las
energas creadoras.
La energa dirigida provoca cambios. Para ser ntegros, hemos de reconocer que nuestras elecciones
tienen consecuencias, y que no podemos escapar a la responsabilidad de dichas consecuencias. (Starhawk,
"Soando lo Oscuro").
El arquetipo conector nos pide ante todo sentirnos parte de un organismo ms grande que nosotras. Y pese a
nuestra falta de autoestima, admitir que es posible que seamos necesarias para la construccin del
mundo del futuro, discriminando y decidiendo qu queremos que incluya en sus caractersticas y qu no
debe repetirse en l.
Alguien (nosotros, remarca Starhawk) debe empezar a hacerlo, porque no es posible que se deje en las
manos insensibles del azar o la entropa la realidad que habitarn los hijos de nuestras hijas, nuestra lejana y
desatendida descendencia.
Preparar nuevas vas para que la vida se desarrolle, dice la teloga Caitln Matthews. Activar nuevas
hebras con nuestra atencin consciente, imaginar nuevas alianzas, crear mejores conexiones. Ese sera el
programa general que diagrama dentro nuestro la actividad del arquetipo, que siempre se percibe
como el impulso de hacer algo.
Sanear nuestras relaciones con lo que nos rodea, sugieren las psiclogas que anuncian la llegada de lo
Femenino Consciente: nuestras relaciones con lo femenino, con lo masculino, con nuestro cuerpo
fsico y con la Diosa. El arquetipo nos pide estar en condiciones de ejercer sin trabas nuestras capacidades
conectoras, y esos podran ser los primeros pasos que la mujer de hoy puede decidirse a dar para
lograrlo.
Se nos pide, al fin de cuentas, no permanecer pasivas cuando se puede hacer algo para mejorar las
cosas. La Conectora es, en esencia, transformadora de la realidad.
"El trabajo de la mujer es la transformacin. Hacer algo a partir de nada, dar forma a lo informe".(Nor
Hall, "La Luna y la Virgen").
El nuevo feminismo espiritual nos habla en estos tiempos de la Mujer Shakti, la mujer realizadora que en la
definicin de Vicki Noble es la que siente el llamado de la Diosa Oscura, "la seria y profunda voluntad de vivir
que surge desde el interior del cuerpo del planeta", y se empea en efectuar su curacin.
Esta chamana urbana es la versin actual de la Conectora arquetpica, que bulle en las mujeres
tratando de corporizarse y lleva a algunas de ellas (como a la protagonista real del film "Resurreccin")
a dejar los espacios conocidos y dedicarse a trabajar en soledad, en un retiro muchas veces desierto y
sin testigos. Estas creativas solitarias, dice Noble, aprenden su trabajo a travs del arte, la meditacin, los
sueos, la direccin de guas espirituales, quiz incluso de libros. No son necesariamente personas
aisladas ni tristes, sino simplemente gente normal que se toma su tiempo para cumplir lo que ha
reconocido como "la Tarea".
La Tarea, por supuesto, es de sanacin: curar las divisiones del macro y microcosmos utilizando las
habilidades de la Tejedora Universal. Comunicndose exclusivamente a travs de las hebras de la red.
Saneando conexiones invisibles y rehaciendo la trama de la vida individual para que se refleje en el entorno.
Es la misma tarea que desde otra postura recomiendan las psiclogas de la nueva conciencia femenina. Hay
varias sanaciones diferentes que cumplir, y Connie Zweig, por ejemplo, las ha clasificado en cuatro
rubros:
1. curar nuestra relacin con las mujeres y lo femenino, porque necesitamos llegar a hacernos madres de
nosotras mismas a travs de un proceso de discriminacin y seleccin. ( Las preguntas a hacerse seran dos:
Qu es lo que no acepto heredar de mi madre porque no me corresponde; Qu es lo que acepto heredar de
ella porque puedo continuar elaborndolo).
2. curar nuestra relacin con los hombres y lo masculino, porque necesitamos poder hacer de padres de
nosotras mismas y actuar a partir de nuestras propias opciones personales ms que a partir de nuestros
sentimientos hacia ellos. (Las preguntas a hacerse seran stas: Qu es lo qu hago habitualmente para
ser diferente de mi padre; Qu es lo que hago habitualmente para ser como l; Qu sera lo que yo
personalmente querra hacer).
3. curar nuestra relacin con ritmos, instintos y deseos, porque necesitamos volver a hacer sagrado
nuestro cuerpo femenino y celebrar sus misterios. (Aqu habra que preguntarse por qu han desaparecido los
rituales femeninos, y por qu la espiritualidad est escindida de la sexualidad cuando para la mujer van
siempre juntas).
4. curar nuestra relacin con los arquetipos de la Diosa, porque necesitamos despertar de nuevo a la
divinidad de lo femenino. (Aqu conviene preguntarse seriamente qu efecto le ha causado a nuestra dignidad
la ausencia de la Diosa y cules seran los beneficios de restaurar su culto).
Se trata en suma de varios pasos de la Tejedora:
a) desvincularnos de los factores que nos perjudican Gas cualidades de nuestra madre y nuestro padre que
no debemos repetir porque no corresponden a nuestro esquema evolutivo personal; la indebida escisin
entre espritu y sexo o entre cuerpo y espritu; la autoridad espiritual exclusivamente masculina que nos
separa de Dios);
b) seguir vinculadas con lo que est de acuerdo con el propsito de nuestra vida ( las tareas que
nuestros padres dejaron inconclusas y que nosotras podemos completar);
c) revincularnos con factores necesarios que hemos perdido y hemos de recuperar (los rituales
femeninos que sacralizan nuestros cuerpos y los trnsitos de nuestras vidas; la Diosa como deidad de las
mujeres).
Aparte ha quedado por supuesto otro tipo de saneamientos importantes que estudian otras autoras, y
que tambin se relacionan con nuestros actos de desconectar y conectar. Vicki Noble, por ejemplo, da
excelentes consejos para cortar los nexos indeseados, que como fibras invisibles al ojo no entrenado
comunican nuestros centros energticos con viejas relaciones, viejos pactos o voluntades represoras. La
chamana consciente debe saber con qu est vinculada y no aceptar los ataduras que su voluntad libre no
desea.
En este diestro juego estimulante, el buen humor de la tejedora transformista no estar lejos de las
lgrimas que siempre implica un corte. Pero los resultados bien valdrn la pena.
Sanar es reconectar
Cuando el ego individual pudo diferenciarse de lo colectivo, la conciencia humana dio un paso
trascendente y necesario. Pero en lo que se refiere al buen funcionamiento psicofsico, su avance
desbocado en esa direccin acab siendo una des-gracia. Falta, efectivamente, la gracia de la Diosa: la
mezcla de belleza, benevolencia, amor materno, deleite sensual, ternura, compasin y cuidados solcitos que
el snscrito condensa en la expresin karuna y que es tambin la significacin original de la palabra
caridad. O de la beatitud que los griegos implicaban en el trmino carisma o carisma, la gracia de la Madre.
El carisma de la mujer para ejercitar funciones de partera, enfermera o asistente de los moribundos fue
reconocido siempre, porque se intuye que es parte del equipo natural de la hembra humana. Pero nosotras
hemos estado cortadas de la Fuente durante miles de aos, y el carisma ha llegado a su mnima expresin en
casi todas, se ha secado en la gran mayora, ha sido reprimido y olvidado salvo en unos pocos casos de
excepcin. Anatemas, prohibiciones y legislaciones antifemeninas fueron dejndonos aisladas, sin memoria
y proyectando siempre fuera de nosotras nuestras capacidades sanadoras y nuestro derecho de ejercerlas.
Hoy la medicina se halla en el punto ms alto de una crisis -siempre el ms propicio para que broten
soluciones-, y se empieza a sospechar que lo que est necesitando se parece mucho a lo que el desarrollo
hiperracional y tecnolgico se empe en desterrar: lo femenino arquetpico. Dicho de otra manera, la
mujer sanadora, no meramente asistente y solcita.
El vaivn cultural de los tiempos tiene mucho que ver con el problema. En "Woman as Healer, la Dra.
Achterberg hace notar que "durante las pocas en que se ha reverenciado a la naturaleza y la deidad
principal ha sido femenina, las mujeres han practicado la medicina libremente. Pero cuando la deidad
gobernante ha sido masculina -como en Occidente en los ltimos cinco mil aos- este derecho les ha sido
negado oficialmente y las sanadoras han sido ridiculizadas, excluidas y violentamente perseguidas ".
La cuestin, por lo tanto, pasa por el destierro de la Diosa y su consiguiente desprestigio, y volver a
pasar por ella en el sentido inverso cuando se produzca su total regreso y revaloracin. Pero por
ahora imaginemos y pensemos.
Aceptemos por un momento la nocin de que el enfermo est aislado de la gracia de la Madre, su fuente
personal de nutricin. Aceptemos que se ha salido de las mallas de la red vitalizante, y que el precio de su
ego demasiado separado ha sido su alma: es decir, su propio sentido de la vida, su yo autntico
cambiado por estereotipos culturales. Slo una conectora consciente y voluntaria puede ayudarlo a
reinsertarse y hacer contacto nuevamente con su poder de ser.
La medicina tecnolgica puede aliviar los sntomas, y sabe hacerlo de maneras cada vez ms eficaces.
Pero la sanacin se relaciona con visiones ms completas; cuadros ms amplios donde la medicina
podr asumir, con mayor realismo, su condicin ms limitada de instrumento aliviador de
consecuencias fsicas, componedor de las heridas que se inflijen a ellos mismos los que se niegan a la
gracia de lo Femenino Universal.
LA CONECTORA COTIDIANA
Podemos crear sistemas y relaciones que liberen y potencien (...) Reformar el mundo a imagen de la
libertad requiere una accin libremente elegida. (Starhawk, "La Verdad o las Consecuencias").
En lugar de enredarse en las hebras de sus energas, la conectora cotidiana puede tender a ser ms
libre y a colaborar en la libertad de los dems.
El da que conozca bien los manejos chamnicos de la red energtica, la mujer normal ser una nueva clase
de agente activo del poder creador. Podemos imaginarla desde ahora con las caractersticas que puede
darle el saneamiento de sus relaciones:
a) alineacin con su trabajo evolutivo personal, sin trabas ni desvos innecesarios;
b) equipo psicofsico clarificado de intrusiones, sin drenajes provocados desde afuera;
c) autonoma de mente y cuerpo, sin ideas autoritarias inducidas ni controles ajenos sobre sus funciones;
d) buena comunicacin de sus niveles interiores con su cuerpo y a travs de ste con el mundo, sin
jerarquizar a unos sobre otros;
e) buen contacto directo con el nacer y el morir, sin artificialidades que empaen esas dos grandes
experiencias que la cultura ha profanado al trasladarlas a los hospitales.
Muchas otras cosas podran agregarse, pero es mejor trabajar sobre unas cuantas hasta aceptar que
pueden ser posibles, y familiarizarse gradualmente con los nuevos modelos femeninos.
Pero creo que, ante todo, conviene tener en cuenta los instrumentos naturales que tiene la mujer para
este tipo de trabajo, y que en ltimo trmino son dos: su imaginacin creadora y su organismo fsico,
especialmente su cerebro y sistema nervioso. Entre ambos se despliega la "tecnologa sagrada" de que
hacen uso experto la chamana, la sacerdotisa o la sibila oracular, pero que est ponindose al alcance de
todas las mujeres en el alborear de sus conciencias.
La imaginacin ha. sido siempre la clave conectora, porque puede abrir puertas, elegir hebras del tejido
por donde avanzar, enfocar metas y visualizar los polos ms remotos del circuito. Es por medio de imgenes
que se detecta y enfoca la fuente de energa, por ejemplo, cuando hay que transmitirla al que est
despotenciado; es por medio de imgenes que se logra contacto con lo que se quiere contactar, o que se
vinculan los puntos separados que deben formar circuito.
El organismo fsico de la mujer tiene detalles que concuerdan con su prestigio de mediadora vinculante. Al
parecer (segn descubrimientos muy recientes que reportan Sj y Mor en "La Gran Madre Csmica), en el
cuerpo calloso del cerebro femenino habra ms cantidad de conexiones que relacionan a ambos
hemisferios, lo que probara que las mujeres no tendemos a separar el sentimiento de la lgica sino a
sintetizarlos. Y habra tambin ms conexiones entre el cerebro anterior y el cerebelo, que permiten
integrar el placer fsico a los ms altos centros del cerebro, y fusionar as lo sexual-sensorial con los estados
superiores de conciencia.
Munida de este aparato tecnolgico la mujer es fcilmente conectora, mediadora y sanadora natural. Fcilmente
chamana, sacerdotisa y maga (es decir, cambiadora de estados de conciencia).
El Aspecto Conector o Tejedor de la nueva realidad es el primer rostro de la mujer genuinamente libre y
duea de su personal soberana, que por definicin no est desentendida (desconectada) de los sentimientos
o la suerte de los otros. La tejedora cotidiana aprender muy pronto a ser agente de transformacin para
los miembros de una cultura ms flexible y conciliada con la vida, y ayudar a redefinir y edificar la
nueva realidad.
Autoindagacin
1. Soy capaz de correr un riesgo cuando me intereso en algo nuevo que de antemano no me ofrece garan-
tas
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Qu necesitara para decidirme a hacerlo?.
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2. Soy capaz de apartarme de mis viejas creencias y valores cuando me doy cuenta de que no me
sirven ms porque he crecido?
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3. Cuando me propongo algo, suele detenerme un miedo excesivo a las consecuencias o el temor de lo que dirn
otros?
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Mi sensacin de estar "atrapada" se debe quiz a mi propia comodidad y conveniencia?
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4. Me interesara aprender ahora una nueva habilidad, un oficio que me acompaara toda la vida porque
est de acuerdo con mi naturaleza esencial de mujer?
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Espacio Compartido
No se necesita ser chamana experta para intentar a solas algn contacto entre el adentro y el afuera.
El mundo interno, como bien sabe la psicologa profunda, es un reino fluido principalmente habitado por
imgenes a nivel de nuestra subconciencia personal. Y aunque una no visualice demasiado (yo por ejemplo
veo poco, y tengo otro tipo de percepciones de lo interno), hay siempre alguna captacin del material que
puede percibirse cuando se viaja por la propia psique. Y siempre -esto es lo importante- se puede trabajar
sobre l.
A m no me fue fcil instalarme en la etapa de la compasin que exige el feminismo de la Diosa. Enojo y
recriminacin, como hemos visto, son los dos pasos previos necesarios para cobrar conciencia de una misma y
definir la propia identidad; pero quedarse en ellos o volver continuamente impide nuestro avance, y aqu
es donde precisamos ser autnomas y sanear las relaciones para poder actuar como sabemos que es mejor.
Yo no lograba sacudirme del enojo, despus de que mi Modo Protector se hubo encendido plenamente al
estudiar los reales problemas femeninos. Cuando Artemisa es fuerte en una conviene tener cuidado,
porque no sabe nada de estrategias y arremete contra todo perjudicando sus propios intereses. An
despus de mis trabajos de despolarizacin, que aliviaron la presin Intelectual y me mostraron la salida
salvadora, segua propensa a sbitos accesos de un misterioso impulso vengativo que no era totalmente
personal, porque no guardaba proporcin con mis propios sufrimientos. Era ms grande, ms antiguo, ms
amargo de lo que tena que ser.
Entonces me di cuenta. O mejor dicho, tuve una ayuda de la intuicin profunda que en la mujer se representa
como la Vieja Sabia. Meditando en la imagen de la Diosa, entend su mensaje simblico: tena que conectarla
con ciertas presencias internas de mi psique que exigan atencin y se encontraban en alguna zona
aislada, imposibilitadas de salir.
Busqu con la imaginacin y all las vi: eran mi abuela materna y mis antepasadas femeninas a lo largo de
su lnea. Un grupo de mujeres grises de contornos vagos, encerradas en una especie de caverna y esperando
algo de m. Un ao atrs, al empezar la primera versin de este libro, yo les haba dedicado mis esfuerzos
porque saba que haban sufrido. Me haba ofrecido a ser para ellas, como sugiere Jean Houston, la proa de
la nave en que viajaban hacia su siguiente estado evolutivo. Y me haba conectado demasiado con su resenti-
miento y su dolor.
Mam no estaba all, tal vez porque su proceso haba sido diferente y se haba muerto demasiado
joven como para que su enojo fuera ms grande que su pena. Pero la abuela y las dems haban
rumiado largamente viejos rencores que slo puedo suponer, pero que all, en ese recinto
separado de la Diosa, pude casi palpar con mis sentidos interiores.
Por m misma no poda hacer mucho. Pero recordando un ejercicio de imaginacin activa que haba ledo en
algn lado, instal ante ellas mentalmente un altar de luz presidido por la imagen de la Madre, y les ped
que por su propio bien fueran depositando una por una su resentimiento y su incapacidad de perdonar,
para que fueran transmutados. Mediar entre ellas y la Diosa era todo cuanto poda hacer.
Los resultados fueron grandes en mi vida. Cada vez que visualizaba esas presencias las vea en un
entorno ms abierto; aparecieron un jardn y un lago, vegetacin y cielo. Les habl mucho, le record
a mi abuela su gusto por las plantas y su amor por la vides que tenamos en la casa de mi infancia, y que
all tambin poda tener. Le record su buen humor antes de que por capricho mi abuelo vendiera
aquella casa y la dejara sin jardn, y con slo seis meses de vida por delante. Hasta que una vez la volv
a ver rer, y supe que el rencor empezaba a disolverse.
ir A m por supuesto me pas lo mismo, porque la carga de resentimiento continuado desde ancestros
femeninos muy lejanos pareci soltarse de mis hombros. Hice otros ejercicios, por supuesto: cortar las
fibras energticas que me ataban a ellas, ocuparme de la mansa tristeza de mi madre (esa es historia
aparte), preguntar al Tarot, y tratar de mantener siempre en contacto los dos polos del circuito : la
imagen de la Diosa (una Isis maternal y sanadora) y mis antepasadas en su limbo.
No importa descubrir si se ha tratado de presencias propiamente dichas, conciencias atrapadas en un
plano intermedio al que acced, o slo imgenes de mi inconsciente
personal que afloraron durante mi trabajo. En ltima instancia resulta lo mismo, tienen para m la misma
realidad, y lo que importa es que evolucionaron y sus efectos sobre m son diferentes.Ahora la nave
avanza, y ellas vienen conmigo.
Dentro de m hay una presencia o actitud arquetpica que espera con paciencia que la asuma. Siento su
irradiacin, bajo las capas cristalizadas de ideas falsas, auto-castigos y culpas absorbidas. Detrs de la
armadura de defensividades, miedo y combatividad Es la portadora del Grial, que calladamente habita
en cada mujer aguardando el momento de manifestarse. Es la madre nutricia que quiere volcar sobre el
mundo sus dones y me necesita como canal distribuidor Para dejarla actuar s que debo avanzar mucho en
mis tareas de saneamiento personal, y esperar a mi vez que la nueva conciencia femenina amanezca del
todo sobre la tierra yerma para fertilizarla. Debo trabajar para eso, mientras la Diosa Nutricia va
disolviendo mis defensas desde adentro y sacraliza mi vida
Palabras clave:
El grial de sanacin
La madre consciente
Los misterios de la nutricin
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: El afn de alimentar a otros y sostener su vida no es nada nuevo para la
mujer. Lo hace desde que tuvo el primer hijo, como lo hacan las hembras de los dems rdenes de vida, y
desde que en tiempos muy remotos recolectaba elementos comestibles para todo su clan. Ahora tal vez
empiece a hacerlo de otra forma, dictada por su nueva etapa evolutiva ms consciente. Pero aunque sean
distintos sus motivos y mejor su entendimiento acerca de ellos, es casi seguro que algo no cambiar: seguir
sintiendo como un placer especialmente suyo el preparar y entregar cosas nutricias (no solamente fsicas) a los
que las necesiten. Es, ante todo, una accin dichosa que surge desde muy adentro de su ser.
LA QUE NUTRE
Caitln Matthews tambin la llama La Preservadora, porque es el aspecto de la Diosa que conserva la vida
mediante el alimento necesario.
Cuando las conexiones se han desenredado y los opuestos, en lugar de enfrentarse, han constituido circuito,
es de suponer que nueva vida fluya fcilmente por nuestros sistemas y por los del mundo. Y alguien tiene
que nutrirla para que se desarrolle.
El aspecto maternal del universo se muestra aqu sin trabas ni distorsiones represivas agregadas por nuestro
mal funcionamiento. El concepto de la Madre Nutricia universal vuelve a surgir de las brumas que lo haban
recubierto durante milenios; nos muestra una realidad reverdecida y nos da la certeza de que jams
careceremos de lo necesario, si decidimos aceptarlo.
Esta actitud favorable a nuestro desarrollo exige los reajustes anteriores que hemos venido detallando,
pero est perfectamente a nuestro alcance. Dicho de otra forma: si existe el arquetipo de una Diosa
Nutricia que alimenta y preserva la existencia, es porque hay algo en la naturaleza y en las hembras
humanas capaz de llevar a cabo esas tareas, con la misma eficacia y sin excluir a nadie de sus beneficios. La
tierra yerma, fsica o psquica (es decir, el hambre, el desnimo, la parlisis creativa, la falta de alegra),
no tiene por qu existir y tiene causas subsanables porque son humanas.
El mito de la tierra yerma o infrtil es uno de los grandes temas subyacentes de la civilizacin occidental, y se
relaciona especialmente con este aspecto de lo Femenino. O ms bien con su ausencia de la psique
colectiva, que es lo que ha provocado los problemas.
Hemos olvidado todo acerca de los misterios de la nutricin, que alguna vez habamos empezado a
conocer segn nos cuentan viejas historias mticas. Al negar a la Pre-servadora junto con todos los dems
aspectos de la Diosa, nosotros mismos provocamos que cesara de fluir el agua de la vida con la abundancia
necesaria. Al exaltar al Hroe desconectado de la Madre, nos quedamos sin la nutricin que todo ser
viviente necesita, aun el soberbio humano adulto.
La Madre Nutricia tambin pas a ser una mera funcin instintiva en las mujeres, ya que su culto fue
abolido y perdimos de vista su condicin divina; e incluso, en muchas, esa funcin qued trabada por
desarreglos de la personalidad y distorsiones culturales. La mujer olvid que slo puede alimentar
correctamente a otros -fsica, psquica o espiritual-mente- cuando est alineada con la fuente originaria.
Cuando trabaja en nombre de ella y se alimenta, a su vez, en las zonas ms profundas de su esencia
femenina.
La Nutricia ha faltado demasiado tiempo, y nos hemos estado marchitando sin su hlito de vida y sin el
gozo des, habitar la tierra que es parte de su don. Nuestra nica esperanza es que la nueva mujer
consciente sepa otra vez asumirla, desde una octava ms alta de la eterna espiral, evolutiva.
La nutricin femenina
Dentro de esta cultura las mujeres no hemos cumplido las funciones de preservadoras como mejor
convena a la especie.
Inevitablemente el ser nutricio qued enredado en trabas de diverso tipo surgidas del sistema patriarcal,
que perjudicaron su funcin primaria. Por ejemplo:
a) condicionamientos sociopolticos, ya que se hizo imperativo y rutinario proporcionar hijos al patriarca
para su maquinaria de guerra o de consumo ("las madres del patriarcado ", afirma el nuevo feminismo
espiritual, "son una" figura colectiva trgica, por su impotencia respecto de su' funcin reproductora y
del destino de sus hijos");
b) autoimagen distorsionada y disminuida, ya que el papel de madre pas de ser objeto de veneracin,
como dadora y preservadora de la vida, a ser incriminado de casi todos los problemas de sus hijos.
("hay una etiqueta peyorativa en la profesin de la salud mental para cada tipo y grado de comportamiento
materno; las madres nunca ganan ", dice Barbara Walker);
c) separacin de la naturaleza, ya que tuvo que optar por la visin dualista que favorece a la razn y el
intelecto por sobre los instintos primordiales {privada de la Diosa, cay naturalmente en los estados que
provoca el actual clima cultural-moral: "desequilibrio y aprensin, vivo sentido del pecado y puritana
desconfianza de la sexualidad", seala Walker);
d) olvido consiguiente de su elevada dignidad y desarrollo de perjudiciales actitudes de compensacin, ya que
acab por recurrir en muchos casos a la extorsin sentimental o el abuso autoritario (.es decir, asumi el
arquetipo de "la madre terrible", que slo puede darse cuando La Nutricia es negada y rechazada por
la humanidad).
En estas condiciones, el sostn de la vida que llega al mundo a travs de la mujer qued reducido a su
expresin ms bsica: alimentar fsicamente al hijo -en el mejor de los casos con los productos de su propio
cuerpo, pero cada vez ms con alimento ajeno e incluso artificial, elaborado por los hombres-, y proveer de
comida -cada vez ms rpida por carecer de tiempo- al resto de su ncleo familiar.
En lugar de nutrir a los que nos rodean, las mujeres destilamos nuestra esencia de fracasos, ilusiones
intiles, anhelo exagerado de seguridad, inmadurez espiritual y carencia de autoestima, y revolvimos
esa mezcla en el sagrado caldero que deba albergar sustancias de regeneracin. Dadas las circunstancias,
qu ms podamos hacer?
Pero no es tarde. Y lo Femenino Consciente que amanece nos dar la ciencia y los medios necesarios para
corregir errores y descubrir, para despus revelarlos, los altos secretos de la preservacin.
LA NUTRICIA ARQUETPICA
Grandes figuras de diosas asumen la funcin nutricia en los mitos de la humanidad. Combinada a veces
con la de madre prototpica, como en la Demter griega; o con la de proveedora del placer ertico y las
artes dichosas de la vida, como en la egipcia Hathor; o con la inspiracin artstica y los oficios iniciticos,
como en la cltica Brighid. Se nutre de varias formas, y la vida requiere preservaciones diferentes.
Pero hay una imagen menos conocida, que debera servir de inspiracin a todas las mujeres y podra
guiarnos en esta etapa de descubrimiento y formacin: la Portadora del Grial.
La del Grial es quiz la leyenda ms perdurable y bsica de nuestra civilizacin occidental, tal vez porque
hace confluir dentro de un mismo marco los ms altos misterios de las mujeres y de los hombres. Dos
poderosas corrientes de instruccin superior que, por supuesto, conviene que cada gnero aborde por
separado, sin la vigilancia ni la observacin del otro, a fin de extraer sus ms sutiles consecuencias y
redefinir mejor la feminidad y la masculinidad. (Como mujer, siento una especie de pudor cuando veo
por ejemplo una buena representacin del primer acto del "Parsifal" de Wagner, donde se enfoca la
cuestin del Grial desde la perspectiva del varn de una manera pura y sin diluir. Tal vez exagero, pero
siento que ese espectculo no es para mis ojos femeninos).
El Grial es por supuesto un smbolo multiforme, que ha significado diferentes cosas para cada buscador y
ha motivado incontables intentos de dilucidacin. En las ms viejas versiones se lo ha descrito como
una taza, copa o receptculo, pero tambin como una bandeja que sostiene una cabeza cercenadas
una piedra que alimenta y sana. Pero lo que ms importa para nuestro aprendizaje de la nueva
conciencia femenina, es que en todos los casos la portadora del Grial ha sido una mujer, la oficiante de un culto
cuyo real significado se ha perdido.
John Matthews hace ver que en las leyendas es siempre el hombre, el caballero, el que va en busca del
objeto sobrenatural, "tal vez porque en primer lugar se trata de un smbolo femenino, pero tambin
porque las mujeres no necesitan buscar, son ya vasos de la Sangre Sagrada (.. y por 'lo tanto portadoras ms
que buscadoras". Y otro experto en el tema, el francs Jean Markale, afirma simplemente; "La Bsqueda del
Grial est ligada inextricablemente a la bsqueda de la mujer. Quien la encuentra, encuentra el Grial". La
Portadora del Grial -o sea, del alimento que cada uno necesita- aguarda al fin de la bsqueda, dispuesta a
dispensarnos lo que puede sanar nuestras internas divisiones. Dispuesta a entregar a cada uno los
correctos lineamientos que exige su desarrollo, siempre y cuando demostremos inters. Es decir, siempre
que hagamos las preguntas rituales del Buscador del Grial ( "Qu es lo que te aflige?"y "A quin sirve el
Grial?"; o, en trminos actuales, "Qu es lo que pasa con nuestra cultura?" y "Qu puedo hacer con mis
experiencias trascendentes para favorecerla?", segn sugiere Jean Shinoda Bolen).
Las mujeres hemos buscado hasta ahora a la manera masculina, sin darnos cuenta de que tenemos el Grial
entre las manos. O, peor an, nos hemos olvidado de que haba que buscar algo. Pero la copa, bandeja o
piedra de dispensacin sigue llena de alimentos, y tal vez lo que nos falta descubrir es con qu fin nutrir
realmente a nuestros hijos. Es decir, hacerlo con conciencia sabiendo a quin sirve el Grial. La cuestin es
compleja y por ahora no es posible dar una respuesta. Pero tal vez convenga recordar que toda mujer tiene
hijos (biolgicos o no), y que cualquier mujer nutricia puede estar alimentando a los futuros salvadores de
la humanidad; los nuevos hombres y mujeres que, de alguna manera, restituirn el orden natural y
revindicarn los derechos de sus madres.
Nutrirlos con alimento sano - ya sea fsico, psquico, intelectual o espiritual- e instruirlos con sabidura
responsable alineada con la fuente interna, es cumplir la funcin de la que porta el Grial y prepara
activamente la regeneracin del mundo.
T das vida a las manadas y rebaos, toda la tierra te bebe cuando desciendes...Cuando llegas, toda la
tierra se regocija. Eres la portadora de alimento, la poderosa de la carne y la bebida, la creadora de
todas las buenas cosas. T colmas los almacenes, llenas de espigas los graneros y te preocupas por los
pobres y necesitados. (Oracin a Isis, en E. A. Wallis Budge, "Los Moradores del Nilo", 1977).
Cualquier mujer sabe qu satisfaccin profunda puede' experimentar -en circunstancias razonables-
dando alimento a un ser hambriento. Es por supuesto un derivado de la involuntaria nutricin del hijo en
la etapa intrauterina, pero en toda mujer no demasiado perturbada se prolonga con actos voluntarios
hacia el hijo ya nacido, y a la larga hacia todo el resto de los seres.
Alimentar, nutrir y preservar la vida de un ser humano que lo necesita, pero tambin de un animal o de
una planta, es la actividad determinada por uno de los arquetipos ms profundos de la psique femenina,
y por lo mismo ms inconscientes. La madre nutricia se mueve en las races mismas de la feminidad,
tremendamente exigente porque es tremendamente generosa. Conectada con las fuentes mismas de la
abundancia dadora, y por lo tanto capaz de hacer llegar lo necesario a cada ser viviente con la natural
prodigalidad del universo, siempre y cuando estn limpios los canales normales de distribucin (es
decir, nosotras las mujeres).
Tal vez las mujeres nos referimos a esto cuando hablamos de "hacer feliz" a alguien. Ese impulso
amoroso, casi siempre irracional o poco conceptualizado, podra estar compuesto por las actitudes
bsicas de La que Nutre hacia el que necesita nutricin:
1. fomentar su vida dndole cosas nutricias de todos los niveles;
2. cuidar de sus necesidades inmediatas;
3- proporcionarle (como dicen los Matthews en "Las Damas del Lago") adecuadas lneas y patrones para el
desarrollo de su alma.
4. transmitirle, con la menor interferencia personal, el hlito preservador procedente de la Fuente.
Lstima que hasta ahora ese "hacer feliz" ha carecido de la plena conciencia necesaria para lograr su
propsito. Sin estar alineadas con la fuente, hemos podido cumplir muy raramente con el tercer punto
y nunca con el cuarto. Nos hemos olvidado de una premisa bsica, que slo ahora empieza a ser
posible llevar a la prctica en todos los sentidos: No se puede alimentar sin estar bien alimentada.
Ese impulso centrfugo de nutrir y preservar la vida, se explica en la Cabala con el calificativo de Puerta del
Espritu que se da al arquetipo materno. La imagen del Tarot que se conoce como La Emperatriz representa
eso: la va de acceso, el portal por el que nace a la materia lo que se concibe en los mundos interiores. La
compuerta que puede dar paso a las copiosas riquezas de la imaginacin creadora, hacia un universo
continuamente necesitado de alimentacin.
No es de extraar que con el destierro de la Diosa se haya cerrado esa entrada, al menos en gran parte.
Segn los nuevos conceptos patriarcales que la reemplazaron, nada trascendente puede surgir de la
mujer, que es un simple terreno para cultivar la semilla masculina. Y por la puerta cerrada dcilmente
hasta dejar slo un filo de fecundidad imprescindible, no pasa lo suficiente para todos los que habitan el
planeta.
Para que la abundancia universal pueda otra vez fertilizar la tierra yerma, el feminismo espiritual sugiere por lo
tanto un acto inverso que segn Barbara Waker podra ser el siguiente:
1. Supuestamente la revelacin de la paternidad (el rol del hombre en la concepcin del hijo) estuvo en el
origen del molde patriarcal que suprimi el sentido de maternidad como fuente primaria de poder, y produjo
una actitud generalmente hostil hacia el cuerpo, la tierra y todo el universo material.
2. Ahora la siguiente fase de revelacin debe pasar en la otra direccin, a travs del redescubrimiento del
arquetipo de la Madre, que reside en el inconsciente ms profundo de todo ser humano nacido de mujer.
Observar cmo la Madre se manifiesta en nuestros impulsos de nutricin y preservacin de la vida, no puede
ser demasiado difcil para las mujeres, que podemos captarla no slo en nuestra psique sino en nuestro
cuerpo fsico. Sentir cmo se alivia su presin con cada vida a la que damos medios para prolongarse, con
cada ser que alimentamos, cofit cada mente que recibe de nosotras su mensaje, es aprenden a conocer a la
Gran Madre sin necesidad de intermediario!
Cuestionario
Qu me parece que puede aportar al bienestar del mundo la revisin profunda de los conceptos de madre y
maternidad?
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Lema: El mundo me necesita, pero no como inconsciente manipuladora del poder materno, sino como
progenitora responsable de la nueva humanidad
En la mujer del patriarcado los roles de nutricia y madre estn ms unificados que nunca. Pese al desprestigio
de las madres en nuestra cultura occidental, se espera que la mujer suministre el alimento del amor materno
durante toda su vida, aunque por supuesto despojado de derechos. Por ejemplo, el derecho a recibir
crdito por sus desvelos, o el derecho a oponerse al derroche de las vidas de sus hijos en los juegos de
guerra.
Tal vez en consecuencia la madre humana trabaja mal, sujeta a las peligrosas disfunciones que relatan los
mitos de las diosas, y sin conciencia posible de lo que sucede en sus niveles ms profundos. Una mejor
relacin con la Deidad Femenina venerada en otros tiempos, podra haber evitado estos trastornos y
permitido una ms suave transicin hacia la nueva conciencia. Pero tal como ha sido, el arquetipo negado
ha sufrido la negativizacin de que hablan los junguianos, y la Gran Madre ha mostrado sus rostros ms
temidos: la Proveedora Estril y la Nutricia Nociva.
Negarse a proveer
Jean Shinoda Bolen ha pintado un cuadro impresionante de los efectos de Demter en su fase estril sobre la
psique femenina. Nos la muestra sumida en la pesada depresin de la alimentadora que ha perdido el gusto por
mantener la vida. De la madre impotente que no puede hacer nada por sus hijos.
Ante el dolor de haber perdido su autoridad olmpica para oponerse a los manejos de los dioses que no
quieren devolverle a su hija, Demter se retrae, se niega a dar sustento al mundo y la Tierra se marchita. Del
mismo modo, en muchos casos, los resortes nutricios de la mujer se cierran; algo hace que se niegue a dar
cario y que d por clausurada su funcin preservadora.
La madre generosa y proveedora de alimento se convierte as en madre doliente sujeta a depresiones, o
madre destructora que retiene lo que el otro necesita: negar al beb contacto emocional y fsico, por
ejemplo; o rehusarse a hablarles a los hijos pequeos durante largos perodos; o simplemente no
manifestar aprobacin cuando crecen y se independizan.
En todos estos casos la mujer no sabe que responde a patrones de conducta hondamente engranados en
lo femenino arquetpico, y exacerbados por la negacin cultural de La Preservadora. El Tomar, parte
necesaria del circuito de energa, queda fijo por la ausencia de estructuras cclicas en nuestra armazn
mental, y se convierte en Retener. Y la retencin de lo nutricio significa la muerte del mundo.
Precisamente en la nocin de ciclos ve Shinoda Bolen una de las salidas del problema. La reunin de Demter
con su hija perdida es metfora de primavera renovada y nueva
fertilidad para la tierra, y se produce a veces de forma natural para la madre deprimida:
"El arquetipo de juventud retorna. Cmo sucede suele ser misterioso, pero llega despus del llanto y el enojo. El
tiempo pasa, y de pronto despierta un nuevo sentimiento. (...) Emocionalmente son pequeas seales de
la primavera. Poco despus de los primeros signos de la vida que retorna, la mujer es de nuevo ella misma,
llena otra vez de vitalidad y generosidad, reunida con la parte suya que haba estado aorando".
Como todo sufrimiento, el de la madre doliente es tambin ocasin de crecimiento y mayor sabidura.
La mujer puede surgir de la etapa no frtil con una mejor aceptacin de los cambios necesarios, que en
una psique destrabada reflejan fielmente los de la naturaleza. Pero en muchos otros casos la Demter
deprimida nunca se recobra y su existencia se estaciona en la amargura, la vaciedad y la esterilidad. Es
decir, la tierra yerma que clama por el Grial.
Alimentar mal
La otra cara de la nutricia negativa - la que proporciona el alimento inadecuado- es puesta en claro por
Marin Woodman, que est atenta a los signos de emergencia de lo Femenino Consciente como neotipo
crucial de nuestra etapa humana.
Ella tambin ubica los problemas y fallas de la madre en marcos de referencia mucho ms extensos, que
van ms all de la psicologa. Pero mientras Shinoda se enfoca en fuerzas arquetpicas, Woodman aade
la dimensin evolutiva con fuerte acento sobre la responsabilidad espiritual.
Para prever lo que ser la nueva conciencia femenina, sugiere observar primero los modos no
conscientes de nuestro actual funcionamiento:
"Lo femenino inconsciente se relaciona con el poder sin conciencia de la naturaleza. (...) El lado positivo de la
madre inconsciente es el amoroso fundamento de la vida. Pero si no se lo trae a la conciencia puede fcilmente
convertirse en la devoradora o destructora negativa".
"Lo femenino se enfoca en nutrir, pero al nutrir inconsciente le falta discriminacin para reconocer si lo que
suministra es lo adecuado para el hijo. De modo que la madre no consciente puede darle al nio alimento que no
es capaz de comer. O se aferra a l todo lo posible, actuando a partir de un complejo de poder"
Lo femenino consciente, en cambio, va ms all del impulso ciego de generacin biolgica y nutricin
indiscriminada, y reconoce la existencia de la dimensin espiritual. "De modo que busca construir un
contenedor consciente que est afincado en la naturaleza, pero a la vez se percate de su responsabilidad
espiritual. Discrimina entre el alimento que es bueno para el hijo y el que no lo es ( hablando por supuesto en
sentido ms simblico que fsico). Y tiene tambin la suficiente fortaleza intrnseca para dejar ir al hijo
cuando llega el momento, e incluso empujarlo suavemente para que se vaya cuando es demasiado
dependiente"
El trnsito hacia la nueva etapa requiere que la mujer cumpla su parte de diversas formas: concientizando
cada vez ms su cuerpo como materia (mater/madre) sagrada; recuperando las partes perdidas de s
misma que alguna vez rechaz por complacer a los dems; fortaleciendo su ego (frgil por sus
relaciones infantiles con las figuras de sus padres), para poder tratar sin desventajas con el potente
arquetipo interno. Segn Woodman, la madre consciente ser un recipiente lo bastante fuerte como para
abrirse a la energa arquetpica y permitir que el amor fluya a travs de l, reconociendo a un tiempo las
limitaciones de lo humano. Pero en estos momentos el recipiente femenino est cerrado, y no puede
admitir nada transformador.
Negarse a alimentar y alimentar mal marcan por consiguiente los dos modos destructivos del arquetipo de
preservacin. El ego de la mujer, debilitado por la prolongada represin, es dcil instrumento de esos
dictados nocivos. Y no consigue separar an (para despus conciliarlas) las imgenes internas de la Gran
Madre que Da y la Gran Madre que Toma.
Lentamente -frecuentando smbolos rectificados de lo femenino universal, contactando con guas
interiores o exteriores, revisando sus ideas sobre ella misma y su gnero, movindose en el mundo de
manera esencialmente femenina-, ir deshaciendo nudos y saldr del laberinto hacia el encuentro consigo
misma. Que es tambin el encuentro interior, definitivo y fusionante, con la Portadora del Grial.
LA NUTRICIA COTIDIANA
"Cuando las necesidades materiales han sido satisfechas, quedan necesidades y anhelos ms profundos. Y estos
slo pueden satisfacerse conectndose con las fuerzas internas nutricias y dadoras de vida a las que damos el
nombre de La Diosa " (Starhawk, "La Danza en Espiral").
Hasta que la nueva conciencia femenina desentrae los misterios de la nutricin -que parecen relacionarse
ms que nada con la simultnea fructificacin de la tierra y del espritu-, la mujer cotidiana puede
empezar a ocuparse del lado receptivo y auto-protector de este aspecto de la Diosa: e alimentarse para
despus poder alimentar, preservarse para despus poder preservar a otros.
Una buena autoalimentacin consiste en proporcionarse materiales adecuados para sostener la propia vida y
promover el propio crecimiento.
Una buena auto-preservacin implica protegerse de destrucciones, impedir la propia descomposicin.
A la mujer adoctrinada en auto-negaciones esto le resulta muy difcil. La nutricia humana -ya sea madre
biolgica, madre psicolgica o madre de un proyecto- tiende a agotarse en sus tareas, porque nadie le ha dicho
cmo realimentarse. Nadie ha pensado en la fuente femenina de energa a la que hay que acudir cuando las
propias fuerzas se terminan. De all el agotamiento y el desgaste proverbiales de las mujeres proveedoras.
Pero hay que reaccionar contra esta situacin por medio de la lgica. Si no me ocupo de m misma, no podr
seguir ocupndome de los dems. Si no me renuevo de algn modo, no podr cumplir con mis funciones. El
sentido comn de la mujer es su mejor consejero, y si acierta a escucharlo no necesita de otros guas.
Pero, por desgracia, la fantstica irracionalidad del pensamiento patriarcal no le permite confiar en esa
sensatez ni utilizarla, y debe recurrir a expertos que (con suerte) le muestren desde afuera qu es lo que ms le
conviene.
Hay pues dos cosas que atender: a) con qu se alimenta una, y b) con qu se autodestruye habitualmente.
Autoalimentacin
Para no perdernos en un solo plano de la realidad, resulta muy til la clasificacin cudruple que hace la
Cabala, segn niveles de creciente densidad (o decreciente, de acuerdo al punto de partida). En consecuencia
convendra considerar cmo alimentarnos en cuatro sentidos, partiendo desde el mundo de la materia
slida.
1. En lo fsico denso: Comida natural que proporcione alto rendimiento nutritivo, pero tambin placer. (Un placer
sano no adictivo puede ser accin de gracias para con el universo, y el estar agradecida abre la puerta a nuevos
beneficios).
2. En lo psquico: ideas e imgenes que nutran bien nuestro intelecto y nuestras emociones. (Lo que
implica recibir tambin las ideas fuertes que nos asustan de antemano y las imgenes que solemos rechazar por
timidez, para ver si podemos extraerles alimentos apropiados para nuestra nueva etapa).
3. En el nivel creativo de la mente superior, o nivel de amor-sabidura: Actividades y relaciones que
genuinamente amemos y nos produzcan verdadero gozo. (A diferencia de los hbitos que dan seguridad
ficticia, o lo que creemos que nos gusta porque est de moda).
4. En lo espiritual: Un gran propsito que d sentido a nuestra vida. (Que no tiene por qu ser algo
espectacular o extravagante, pero s el desemboque natural de nuestras capacidades personales).
Autodestruccin
Autodestruirse es lo ms fcil en un entorno cultural desconectado de las races de la vida, y por supuesto
coincide en sentido inverso con los puntos anteriores. O sea que activamente nos destruimos haciendo lo
contrario de todo lo que nutre:
1. Comer segn impone la compulsin interna (Woodman habla por ejemplo de la "mam panecillo", que
suple la carencia de una buena relacin con la Madre-Materia). O comer lo que imponen otros desde
afuera, aunque sean bienintencionados (no a todas nos hacen el mismo efecto favorable las dietas
consagradas, y a cada una le conviene descubrir la suya).
2. Aceptar ideas e imgenes que tiendan a despersonalizarnos y anular las diferencias. (El narctico de un libro
o un film edulcorado puede ser ms nocivo que la mera violencia, si oculta la intencin de redirigir nuestra
energa hacia los mismos viejos moldes).
3- Admitir las prcticas o relaciones que no van con nuestra naturaleza individual, aunque sean socialmente
correctas. (Son, a la larga, alimentos para otros, que a nosotras slo pueden hacernos el efecto de venenos).
4. Entregarse a los propsitos ajenos o a los proyectos de otro. (En esta etapa autonutrente es prematuro
hablar de proyectos colectivos, que necesitan un paso ms de madurez).
La mujer nutricia y preservadora puede entrenarse as para retomar conscientemente las tareas que ha venido
descuidando. De una preparacin como sta puede surgir la mujer autnoma y entera que en el prximo
aspecto (captulo 10) se ver potenciando a los dems, y que el mundo ha esperado a lo largo de milenios.
Madres de la humanidad
Los que estudian con percepcin los signos de los tiempos saben que es hora de renovaciones, y que la nueva
humanidad que se prepara necesita una gua y una inspiracin. Entre los lmites mezquinos en que ha aceptado
funcionar, la mujer cotidiana no acierta a darse cuenta de que ella, como madre, puede asumir esos roles
trascendentes. Puede y le corresponde ser la instructora del nuevo ser humano, puede guiarlo por vas ms
propicias, puede darle de beber del Santo Grial.
Las madres de la nueva humanidad somos nosotras, y nos toca formarla en los valores olvidados y en el respeto
por el orden natural. Entre los que alimentamos y amorosamente preservamos, estn los que cumplirn con
los propsitos de la inteligencia que sostiene el universo, las mujeres y los hombres que llevarn a la
especie hacia sus prximos destinos y le servirn de protectores y guardianes.
La Portadora del Grial puede infundirles desde ahora el amor y el valor que necesitan para hacerlo, y podr
siempre estar all para restaurar sus fuerzas cuando la tarea les pese demasiado. La nutricia cotidiana sanar al
mundo a travs de ellos si los ha nutrido bien, y la preservadora sabr que sus desvelos nunca han sido
exagerados.
Como madres de la humanidad regenerada, tenemos la responsabilidad de preparar legados que nutran y no
destruyan. A nadie ms que a la madre le corresponde instilar en el hijo varn la nocin visceral de la
sacralidad de todas las formas vivas, que le impedir ser depredador o asesino en el futuro. A nadie ms que
a la madre le toca encaminar a la hija por las vas de la autoestima femenina, en lugar de moldearla en el
error de que su identidad depende del varn que logre capturar.
Esos legados darn forma a la conciencia del joven ser humano colectivo, tal como la comida que le
preparamos integrar sus msculos y huesos. Por eso es importante que
ayudadas por todos los aspectos de la Diosa, nos vayamos librando de venenos mentales, psquicos y fsicos y
logremos poner en primer plano, sostenido ante nuestro corazn con
ambas manos, el Grial nutricio de nuestro propsito preservador.
Autoindagacin
1. Me he preguntado alguna vez, como el que busca Grial, qu es lo que pasa con nuestra cultura, qu la
aflige?; si es as, qu he contestado?
......................................................................................
He tenido alguna experiencia trascendente que pueda hacerme formular la otra pregunta ritual, "A quin
puede servirle esto"?
.....................................................................................
Cul ha sido, y cul es la respuesta a la pregunta?
......................................................................................
2. Logro visualizar el mundo del futuro que deseo para mis hijos, sin interponer un "no"?
......................................................................................
4. Soy capaz de disfrutar a solas la satisfaccin por las cosas constructivas que he logrado?
......................................................................................
Tengo o soy capaz de desarrollar la fortaleza necesaria para trabajar, por mi cuenta y sin testigos, en bien
de los dems?
......................................................................................
Espacio compartido
No he tenido hijos fsicos, pero lo mismo he sido madre nutricia y destructora. Conoc la alegra de
alimentar con ideas y emociones que despertaban entusiasmo, y tambin el dolor de que mis hijos se
alejaran por no haber dado con conciencia y en la medida exacta. Por haber sido imperiosa en el afn de
alimentar, y haberlo hecho sin fijarme en el momento ni en la cantidad correcta. Por haber sido yo, en
lugar de dar paso a la que porta el Grial.
Ahora capto ms el mecanismo de mis tratos con la fuerza arquetpica nutricia, y espero la ocasin de
intentarlo de nuevo en el futuro con mayor capacidad. Tal vez cuando lo femenino consciente haga sentir sus
efectos sobre m y mis relaciones con la gente, que se articulan muchas veces segn el ciclo de Demter y
Persfone; ese circuito realimentador que, en opinin de las nuevas femeninas, es el ms importante para la
mujer.
Mirando hacia atrs observo mis relaciones con mi madre. Un ser extrao, frgil pero intenso, que todo lo
hizo con apuro, hasta el morirse a poco de cumplir los cuarenta aos.
Creo que slo ahora empiezo a comprender su enigma, ya que antes no me haca preguntas; me limitada
a intuirla y a vivir apasionadamente lo que emanaba de ella. Su legado, en suma, aunque a veces yo creyera
que eran logros mos: su amor por la belleza, su imaginacin y su curiosidad inagotables (hace medio
siglo era fantica pionera de la ciencia ficcin), su proyeccin hacia el futuro, su sentido de lo mgico.
Hasta hace poco estuvimos confundidas, no supe bien por ejemplo cundo era ella la que viva a travs de
m o cundo mis frustraciones reproducan las suyas. Como todas las hijas, repet sus errores, por ms que
me hubiera empecinado en ubicarme en el extremo opuesto -eso crea - para no seguir su ejemplo en
todas esas cosas donde la supuse fracasada: el matrimonio, la creacin artstica, el amor en general.
Ahora estoy sospechando que no fue del todo as, y trato de ver ms por entre el paisaje frondoso que
habitaba. Empiezo a dejar de verla como nutricia fallida y esposa insatisfecha, y creo captar algo ms
hondo e importante donde no fracas, donde a lo sumo dej cosas incompletas que yo puedo continuar
hasta el punto en que a mi vez deba dejarlas.
Caitln Matthews (en otro libro admirable, "Las Damas del Lago") me ayud a ver que mi madre asuma el
lado benvolo de la Protectora, de la que a m me toc al parecer el ms batallador. Nuestro circuito madre-
hija funciona en ese campo; y as como ella pudo haberse afirmado en mi obstinada autonoma, yo puedo
apreciar en ella el compromiso afectivo que le consumi la vida en pocos aos, al combinarse con la
falta de autoestima.
Su imagen es ambigua. Mis hermanas menores hablan de su distancia emocional, de la aridez de proveedora
estril de sus ltimos tiempos. Su rol estereotpico materno se haba quebrado bajo el peso de imposiciones
excesivas, dependencia amorosa de mi padre e impotencia personal. Pero lo peor es que no haba reconocido
su tarea ni haba tenido modo de saber, conscientemente, que poda instruir a los dems en los contactos con
los mundos invisibles. Porque, ms que el comn de las mujeres, era una mediadora entre la tierra slida y
sus amados mundos de la imaginacin.
En su generacin y su ambiente social, de todos modos, nadie la habra escuchado. Pero yo la escuch. Y as
como beb sus frustraciones en el nivel humano mezquino y reprimido de su poca, tambin beb sus
indicios muy sutiles acerca de las vas de acceso a lo Interior. Sin saberlo quiz, guardaba y transmita la
tradicin espiritual que hoy me alimenta.
Claro que no era feminista. Sin guardar recuerdo alguno de la Diosa, se limitaba a personificar a la mujer
amante del varn, sin saber que detrs se ocultaba el poderoso ginotipo de la que sirve al amor a travs del
sufrimiento; la que lo soporta todo, pero desde una postura que podramos llamar sacerdotal o mediadora de
ms altas voluntades. Ella se crea sola y agot sus reservas. Y, en consecuencia, me dio a m el impulso de
llegar a sus mismos bordes autodestructivos y pasar ms all, a una zona donde a veces me avergenzo de
estar tanto mejor que ella, y asistir a tantas cosas que la habran hecho feliz.
No s mucho ms sobre mi madre en realidad. Ella y mi abuela eran gente secreta, poco comunicativa, celosa
de su intimidad. Pero s bien que la am mucho, y que su muerte en plena juventud fue el gran dolor de mis
aos juveniles; as como despus, mucho ms tarde, perder a una hija espiritual especialmente amada fue el
gran dolor de mis aos ms recientes. En ambos casos el circuito realimentador se interrumpi, y
proyect hacia afuera la ruptura interna entre los dos aspectos de mi esencia femenina: la madre que
preserva y la hija que renueva, la que toma y la que da.
A nuestro alrededor la tierra yerma, espejo de nuestra alma, clama por el agua de la vida. Las voces del
planeta tratan de hacerse or por sobre los estruendos, los fragores ciudadanos, los estallidos de una psique colectiva
que se ha desenfrenado y corre ya por los caminos del pnico violento. De un pavor
disfrazado de bravata sanguinaria que est tratando de ocultar el desamparo, la debilidad inerme del hijo
que se ha quedado sin la Madre Los alardes de fuerza (el gatillo rpido, las violaciones, los misiles) son
solamente carencia de poder. El poder de que se habla no es ms que prepotencia. Por
eso la esperanza de la especie reside en nuevos seres potencia dos desde adentro, que construyan afuera una
cultura acorde con su cordura interior La Potenciadora ya trabaja para ellos. Lentamente madura en las mujeres
que estn
abiertas para dar salida a lo consciente femenino. Poco a poco se instala en sus centros sensibles para
fortalecerlas, y las prepara como instrumentos afinados que le permitirn llegar al mundo con nuevas
instrucciones, otros mtodos, renovados tesoros de sabidura prctica que den potenciacin
Todas podremos ser canales de poder si lo aceptamos. Si
comprendemos que con nuestros pies la Diosa puede caminar otra vez sobre la tierra. Si nos unimos como ente
colectivo redentor que puede dar a luz, nutrir y potenciar a una humanidad ms sana.
Palabras clave:
gua sabia
florecimiento de la tierra
crculos de apoyo
hermandad de las mujeres
CMO SE MANIFIESTA EN NUESTOA VIDA: Oscuramente las mujeres saben que son capaces de capacitar a otros.
Cinco milenios de subordinacin y autoestima decreciente no han conseguido cancelar la sensacin de que
les es posible dar aliento a los que tienen cerca, fortalecer a los que supuestamente son ms fuertes y dar
apoyo a los que en teora las sostienen. Este instinto aparece de mil modos en las mujeres de nuestra historia
cultural, incluso en formas desviadas de su ruta y redirigidas hacia el logro de ilusorias ventajas
personales. La mujer-sostn, como ahora se la llama, en ningn momento ha dejado de existir, y slo falta
que ahora aprenda a serlo segn lo que el universo espera de ella.
LA QUE POTENCIA
Lo Femenino Potenciador es el concepto ms revolucionario que propone la nueva espiritualidad de las
mujeres. Y no porque sea algo novedoso, ya que tradiciones nunca del todo desaparecidas (las de los celtas,
por ejemplo) muestran a la mujer como transformadora, iniciadora e iluminadora del varn, que lo potencia
para su renacimiento espiritual a travs del contacto con los trasfondos misteriosos de lo femenino
universal.
La cualidad potenciadora de lo femenino resulta inslita y casi incomprensible porque en nuestra cultura los
estere tipos se han impuesto demasiado. Que una mujer potencie (es decir, capacite a otro para que
desarrolle sus propias cualidades y se mueva en la tierra con mayor facilidad) es una especie de irona
demasiado cruel para con nuestro gnero, todava empeado en hallar fuerzas para su propia
supervivencia.
Sin embargo, la Diosa es tambin Potencladora. Y eso implica que, en lo profundo de la hembra humana
en desarrollo, hay un factor listo para ir ms all de lo materno nutricio-preservador, y completar esas
funciones con la habilidad de preparar al hijo (o al amante, o al ser humano; mas joven) para que participe
activamente de la vida en la tierra como ser potente, es decir capaz de hacer.
Potenciar es dar empuje para vivir en el mundo con habilidad, aceptacin y posibilidad de conciliar
opuestos. Segn esta visin ms amplia de lo Materno Universal, no basta con dar a luz y preservar la vida
de la criatura en los, diversos planos: hay que ensearle adems a apreciar esa vida, y lanzarla hacia el
mundo como a una gran aventura psicoespiritual en la materia, la gran aventura de la encarnacin. Y eso exige
de la madre una actitud definitivamente activa, una capacidad solar o yang que hasta ahora se crea slo
masculina.
Potenciar es tambin, considerado desde el otro extremo, una va de servicio de tipo sacerdotal consagrada a
canalizar los poderes del espritu de manera impersonal y generosa. La misma vocacin que llev a muchas
mujeres a encerrarse , en el claustro de la religin patriarcalista, slo que practicada en forma libre en el gran
claustro del mundo segn las" propias directivas interiores. No importa si en lugar de monjas a sus
oficiantes las llamamos "sacerdotisas de la nueva dispensacin" (como los Matthews) o "chmanos de los
nuevos tiempo? (como Vicki Noble).
La Potenciadora requiere ms que nunca que revisemos las ideas preconcebidas o aceptadas demasiado
fcilmente, y que en general demos ms campo a las posibilidades de lo femenino. Por ejemplo:
1. As como existe en el varn un lado sensible y tierno que no tiene por qu ser considerado femenino,
tambin existe en la mujer un lado vigoroso y fuertemente independiente que no tiene por qu ser
considerado imitacin del hombre, Ese sera el desarrollo de su identidad solar, o femenina consciente.
2. La mujer consciente est capacitada para actuar en el mundo de manera efectiva, y verdaderamente
femenina, si no prescinde de sus conexiones con el mundo interno donde reside la verdadera fuente de
poder. Necesita entonces conservar tambin su identidad lunar, o femenina inconsciente.
3. La mujer consciente pero conectada servira as de canal de relacin entre lo visible y lo invisible,
transmitiendo a la materia y a los seres encarnados la sabidura potenciadora del espritu. Ese sera el desarrollo
definitivo de su autoconciencia femenina lunar-solar, conciliadora de opuestos.
Por supuesto un desarrollo equivalente, emprendido desde el otro extremo del espectro, est al alcance del
varn, y no es que la mujer quiera invadir terrenos y apropiarse de las dos polaridades, que en rigor
pertenecen a cualquier ser entero. Pero aun admitiendo esto quedan problemas muy serios para encarnar a
La Potenciadora en los finales de nuestra cultura, porque hay que revisar nociones falsas arraigadas. Por
ejemplo:
Que el entrenamiento terrestre es un castigo impuesto al ser humano como "destierro" de estados
superiores. Cuando en realidad (bien practicado, dentro de una visin amplia del destino de la especie) es un
florecimiento del espritu
Que la va de servicio voluntario es una condena de ostracismo y una renuncia a las ventajas ms
deseables de relacin, familia y sociedad. Cuando en realidad (bien asumida y en el momento evolutivo
ms propicio) es el gozoso ejercicio de una capacidad aceptada libremente.
Que materia y espritu son opuestos irreconciliables. Cuando en realidad son los dos polos del gran circuito
del ser.
La Potenciadora est al alcance de la mujer que ya realiz el entrenamiento necesario bosquejado en los
aspectos anteriores, que desarroll su independencia afianzando gradualmente su autoestima, y que
lleg a la conclusin (vivencial y de primera mano) de que espritu y materia son complementarios.
No todas podemos asumirla todava, porque requiere el desarrollo de la feminidad consciente en gestacin. Es
an el privilegio vocacional de las ms adelantadas de nosotras, pero sus invitaciones a la suprema
aventura del espritu encarnado pueden ser percibidas por todas. Como dice Vicki Noble, " la tarea de las
chmanos contemporneas es aprender a moverse, a actuar, a hacer lo que nuestras voces interiores nos
dicen que hay que hacer, aunque parezca socialmente inapropiado ". La sociedad, al fin, no es otra cosa que
una serie de pactos que cada tanto se han de renovar. Y el aspecto potenciador de la mujer requiere pactos
nuevos: con la vida, con el futuro, y con lo femenino.
La Diosa en la Tierra
Sin embargo esas responsabilidades estn vivas. Y el ltimo aspecto de la Diosa Una -la Potenciadora
con que culmina todo lo anterior- es el que nos recuerda a las mujeres que ya es hora de asumirlas y
aceptarlas nuevamente, si es que queremos contribuir a las transformaciones que nosotras mismas
proponemos.
El plano fsico es el fruto del rbol, nos dice la Cabala, y la vida en la tierra es una fructificacin de
habilidades que el espritu no podra adquirir en otra parte. Por eso los Dieces del Tarot representan
experiencias de transformacin que nos preparan para regresar a la fuente originaria, no sin antes haber
desarrollado totalmente nuestras posibilidades.
Las potenciaciones femeninas responsables representan, por lo tanto, el estmulo de la Madre Universal
para que despleguemos esas posibilidades, y podran tener lugar de cuatro modos diferentes, segn los
tipos de energa que simbolizan los palos del Tarot. Adaptando interpretaciones existentes muy profundas
(Matthews y Noble), podra decirse que la mujer consciente, en su carcter de potenciadora sabia, tiene el
compromiso de ayudar al hombre -y en general al ser humano patriarcal- de estas cuatro maneras:
En lo espiritual: a desembarazarse de los excesos del poder- sobre que impiden el funcionamiento de sus
facultades intuitivas, y a redistribuir la potencia acumulada que lo
sobrecarga y lo tensiona.
En lo afectivo creador, a practicar la comunicacin con la fuente interior, de la que surgirn nuevos tipos
de creatividad y de contentamiento sobre la base del compartir.
En lo psquico-mental inferior, a soltar las ideas perjudiciales largamente atesoradas -incluyendo las que
dan base a la desigualdad jerrquica entre los sexos-, y a armarse de renovada osada conceptual para
salir de la actual crisis.
En lo fsico-, a refirmar su asentamiento sobre la tierra nutricia recuperando el saber ancestral
menospreciado, y a organizar nuevos tipos de vida comunitaria, donde pueda fe
realmente integrarse.
Son, por supuesto, tareas de largo alcance que requerirn su tiempo, ya que aqu funciona ms que nunca
el sistema a dos puntas de los aspectos de la Diosa, y para potenciar hay que haber sido potenciada. Pero
la perspectiva queda abierta para la mujer dispuesta a tomar parte en las tareas de lo consciente
femenino.
LA POTENCIADORA ARQUETIPICA
Venerarla es afirmar, aun ante el sufrimiento y a menudo contra toda razn, que la vida es un gran don
y una constante ocasin de xtasis (Starhawk, "La Danza en Espiral").
El arquetipo de La Potenciadora, o La que da Sabidura para, moverse en el mundo, tiene diversos rostros
porque implica un resumen de las habilidades de los aspectos
anteriores. Tal como La Creadora tiene en potencia a los que sern sus nueve aspectos, el ltimo es la
actualizacin definitiva de todo lo anterior; la puesta en prctica del
espectro completo de las potencialidades femeninas; la Diosa recobrada como unidad activa, tras haber
desarrollado una por una sus facetas.
Matthews sugiere observar las imgenes supremas de lo femenino veneradas por las diversas civilizaciones y
culturas: Isis para el paganismo, Mara Virgen para los cristianos, la Kuan Yin china o la Mujer Bfalo Blanca
de los Sioux, a las que el pueblo se vuelve por instinto buscando soluciones efectivas para sus problemas. O
esa Sofa tan femenina, que
las religiones patriarcales disimularon tras el concepto de las Sabidura de Dios, pero que con su nombre
de mujer despierta resonancias -como dice Marin Woodman- "no
slo en nuestra mente, sino tambin en nuestro cuerpo y en nuestra alma".
No es fcil visualizar lo femenino plenamente desplegado, que precisamente saldr a luz con la emergencia de la
nueva conciencia. Pero se puede imaginar con cuerpo femenino la esencia de su naturaleza, que puede
definirse de maneras diferentes: un proceso en movimiento, ya que hay que guardarse de cristalizarla en
formas o estados fijos tal como se hizo con la idea de Dios, convertido por nuestra imaginacin no cultivada en
un humano inmutable de grandes proporciones. (Por el contrario, La Virgen, la Madre y la Anciana Sabia
estn ahora activas en forma simultnea en la Potenciadora, y se
alternan segn lo que se requiera de ella).
un verbo activo, ya que su solidaridad le permite actuar eficazmente en este mundo y efectuar cambios y
transformaciones en nuestras circunstancias. (Es la Chamana o Mujer
Shakti que recorre el mundo para potenciar a otros, o la servidora del Grial que seala activamente su
presencia a los que buscan).
un centro a la vez receptivo e irradiante, ya que la conciliacin de opuestos le permite captar (Tomar)
las necesidades de los otros y Dar en consecuencia lo que
necesitan, canalizando las riquezas de los mundos interiores. (Es la Madre atenta que nos ensea a sortear las
dificultades de nuestro entrenamiento en este plano, y tambin el Grial mismo que hace florecer la tierra
con su integradora radiacin).
El concepto que importa retener es el de la Deidad Manifestada y no remota. Inmanente en el mundo y
cercana l a la creacin. Caminando por la tierra a travs de sus representantes encarnadas para estar cerca
de sus hijos y, como siempre ha hecho, alimentarlos y ayudarlos a crecer.
Perder a la Madre Universal a cambio de esgrimir un poder y sobre ilimitado ha sido el gran error del ser
humano, que al-n reprimir exageradamente a las mujeres dej a lo Divino Femenino sin medios libres de
manifestarse. Por eso las, a hembras de la especie necesitamos reaprender paso a paso regresando a nuestro
mundo, Caitln Matthews concluye con un prrafo de extraordinario poder de sugestin, que conmueve
especialmente a nuestra feminidad profunda:
"Todos estos desarrollos han tenido lugar dentro del siglo veinte, que creo ser considerado en el futuro la
poca revolucionaria en que la Diosa camin entre nosotros. Y me pregunto qu tipo demito contarn acerca
de nuestro tiempo.
El patriarcado impone una mujer sin potenciacin personal de ningn tipo, por temor a que le dispute el poder
sobre y sin tener en cuenta (por su propia tendencia represora) que una cosa no implica a otra necesariamente.
Por el contrario, el ser humano potenciado no busca manejar el poder sobre, que es simple sustituto de la real
potencia para asumir la vida.
Tal como estn las cosas, la mujer patriarcal sin potencia personal se encuentra en las siguientes
condiciones:
cortada de sus tradiciones femeninas y de los smbolos religiosos surgidos de su femenina identidad.
carente de los crculos de apoyo mutuo que deben existir entre mujeres tal como existen entre los
varones.
ignorante de las posibilidades de su feminidad desarrollada.
encerrada entre redes de conceptos restrictivos que le impiden ese desarrollo.
subordinada a otras voluntades que utilizan su ginerga para sus propios fines.
desnutrida y disminuida en su estructura fsica que no se integra a los ciclos de alimentacin del
universo.
excluida, en suma, de su tarea csmica normal.
Esto complace sumamente a quienes temen el regreso de la Diosa que trabajosamente desterraron, pero los
resultados observables en el mundo no pueden celebrarse. Si la hembra es la encargada de asegurar que la
especie sobreviva durante las pocas de crisis (como puede deducirse observando el comportamiento
de las madres animales y el de las madres humanas no sacadas de quicio por la represin), el estereotipo
femenino bosquejado ms arriba, separado de todo influjo potenciante, no augura nada bueno para la
humanidad.
Cuestionario
Cul considero la verdadera causa del desequilibrio psquico de la sociedad actual?
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Qu tareas me gustara poder cumplir en bien de la humanidad, si tuviera la autoconfanza necesaria para
imaginarlas?
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Cmo visualizo mi propia ancianidad, cmo me veo a m misma en la etapa de la Vieja Sabia?
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SEGUNDA PARTE
LA MUJER POTENCIADORA
Lema: "El mundo me necesita, pero no como desesperada acaparadora de energas que se me escapan,
sino como potenciada transmisora de sabidura tradicional"
Ninguna mujer, de la Edad de Piedra a la del Rock, vivi jams slo con la cabeza.
(Sj-Mor, "La Gran Madre Csmica").
Cuando llega a potenciarse, la mujer deja atrs cinco mil aos de subordinacin y ante ella se abren
inesperados panoramas. No es que est todo hecho, porque slo se trata de su necesaria puesta a punto
como agente til de los propsitos transpersonales; pero las perspectivas cambian tanto, incluso en el
comienzo de la potenciacin, que de repente todo empieza a revelar sentido. Por las redes que tendi la
Conectora y que atendi la Nutricia corre ahora la riqueza auxiliadora que procede de la Fuente.
Ms all de la edad cronolgica, la condicin de potencia-da-potenciadora es seal de madurez en la mujer.
Por eso el proceso de asumirla resulta tan difcil en la cultura de la Mujer Nia Dcil, la Mujer Seductora
Peligrosa y la Vieja Decrpita Expulsada. Es decir, la caricatura de la Triple Diosa que proponen los patriarcas
segn la aguda descripcin de Vicki Noble.
Ser madura, sin embargo, implica algo diferente que se sale de esos marcos conceptuales y toca a la
conciencia femenina en gestacin. Para Helen Luke, que ha llegado a la tercera etapa tanto por edad como por
desarrollo personal, se tratara ms bien de un reconocimiento del propio saber: la mujer tan madura como
para ser capaz de potenciar es "la mujer que sabe que sabe".
En torno de esa frase vibran extraos ecos profundamente evocativos. La vaga figura de una salvadora femenina
colectiva, sugerida en profecas y tradiciones de raigambre occidental, se agita a fines de este siglo decisivo
esperando cobrar formas que por fin sean reconocibles.
Cabe preguntarse entonces cmo se reconocer a la mujer salvadora o capacitadora, ya que la salvacin que se
requiere en estos tiempos es aprender a ser capazas, vivir en la tierra de maneras ms acordes con el orden
natural. Y algunos signos previstos podran ser los siguientes:
1. La mujer "que sabe que sabe" es la que desarroll su autoconciencia y se enter de los alcances de su
capacidad de comunicacin con la fuente interna de sabidura. Es decir que su saber no es solamente racional,
sino holstico o entero: una reconciliacin, sugiere Matthews, de ambos hemisferios del cerebro, "los lados
intelectual e intuitivo que han sido considerados hasta ahora masculino y femenino ".
2. La mujer potenciada-potnciadora es, segn Luke, "la que ha integrado la vida del espritu con la vida
instintiva de su carne". La que asume el compromiso con el verdadero eros y no utiliza al amor simplemente para
liberar tensiones; acto reido con su esencia que, mucho ms que al hombre, la pone al borde de la
desintegracin. Su autosaber implica, en este aspecto, estar consciente de lo que hace en el rea instintiva;
percatarse de sus propios sentimientos y advertir cul es el compromiso conjunto de su cuerpo y de su co-
razn.
3. La mujer capacitadora es la que acepta en s los ciclos de la vida y respeta en su propio cuerpo los
misterios de la sangre. Su sabidura le dice que el cese del sangrar posme-nopusico bien puede ser un
smbolo de la sanacin de la humanidad herida en la mujer natural. Esa mujer que admite el cambio sin
aferrarse a modalidades juveniles, ni sustituir el incremento de la vida interna con una frentica actividad
en lo exterior.
4. La capacitadora sabia, para Woodman, es la mujer que ha atravesado dentro de s muchas encrucijadas
(los sitios donde lo eterno cruza lo transitorio), y ha alcanzado el punto de entrega consciente donde las
demandas del ego ya no importan. Es la que "puede permitirse ser honesta", mirar de frente al dolor y estar
presente plenamente, de modo tal que cerca de ella los dems pueden experimentar su propia esencia.
Los cuatro puntos en conjunto son, por cierto, un retrato de la madurez. Y la madurez es por su parte: a) el
desarrollo completo del carcter, el cuerpo y los poderes personales; b)
el estado adecuado para servir de alimento o ser plenamente; til; c) la plena disposicin para el hacer. Pero
un hacer, en este caso, informado por la nueva autoconciencia.
Hacer desde el ser
Entre las diversas cosas que concilia, La Potenciadota diluye tambin el antiguo conflicto entre el ser y el
hacer.
Cada tanto los humanos fluctuamos entre ambas posiciones, en el intento de complacer las dos tendencias
sin sentirnos culpables de traicionar a ninguna. Segn predominen los ideales ("lo que importa es ser, no
hacer") o la preocupacin por resultados prcticos ("hay que hacer, mal o bien, pero hacer'), vamos de un
extremo a otro pero sin dejar de estar interiormente divididos. Porque "ser sin hacer" no da tierra a las
creaciones del espritu, y "hacer sin ser" resulta en movimientos que no responden a un diseo
trascendente.
La sabidura prctica que dicta lo Divino Femenino, propone como siempre un tercer trmino que es
simplemente un hacer desde el ser. la accin dirigida desde los puntos de origen, la "carne infundida de
espritu" que caracteriza a las potenciadoras.
Este hacer desde el ser no es posible sin una buena relacin con ambos polos, lo espiritual y lo material.
Relacin que, a su vez, es imposible sin desechar las jerarquas dualistas que han impuesto los patriarcas (con
su idea del espritu superior a la materia) y que slo una mujer potenciada, "que sabe que sabe", es capaz de
superar.
Despus de eso, las vas de accin que se abren ante la mujer madura son innumerables. Pero conviene
detenerse en una que ejemplifica a las dems e interesa especialmente a las sensibilidades femeninas: cmo
potenciar al hombre. Slo
al ocuparnos de eso la imaginacin de las mujeres se libera lo bastante como para visualizar, sin restricciones,
las potencialidades del futuro.
La potenciadora-potenciada est ms all de los engaos patriarcales, pero tambin (por eso mismo) ms
all de los manejos que obstaculizan hasta ahora la buena relacin entre los sexos.
Salida de toda servidumbre represora, puede bucear en los significados del amor y tratar de entenderlo
desde otra perspectiva ms abierta, donde se permita sin reparos la intervencin de lo divino en
nuestra vida. Puede haberse liberado y ser entera en s misma (es decir, poseer su propia identidad
completa sin tener que apoyarse en el varn). Puede ser autnoma y capaz de realizar. Pero en el corazn
de casi todas las mujeres persistir siempre la preocupacin materna por ese compaero de destino que
siente como amante y como hijo, y del que en ltimo trmino se considera responsable.
Por eso la accin de la potenciadora va a dirigirse siempre a sacar a su hijo-amante de los atolladeros
patriarcales. Si l simplemente cree en ella y la respeta, como lo ha hecho en otras pocas y en culturas
diferentes, sus capacitaciones femeninas mediadoras lo ayudarn a conciliar opuestos. Las conexiones con
el eros que ella es capaz de realizar estarn bien abiertas para que l pueda ahondar en el misterio, y las
vinculaciones con la tierra que ella es capaz de mantener estarn firmes para que l pueda habitar
dichosamente la materia.
Pero, qu es exactamente lo que necesita el hombre de la mujer potenciante, si es que realmente necesita
de ella? En su importante estudio sobre Tristn e Isolda y el amor romntico, Robert Johnson nos da
respuestas de primera mano sobre algunas necesidades masculinas que la nueva mujer podra aliviar. Y
mientras se desarrolla la conciencia integradora de La que Potencia nos conviene escuchar estos informes,
donde no ha intervenido nuestra fantasa ni ha interferido nuestra insatisfaccin. Algunos datos importan-
tes, segn Johnson, podran ser los siguientes:
a) el hombre occidental, representado por Tristn, le es obstinadamente fiel a un factor interior de carcter
sobrehumano que no puede poseer en este mundo (simbolizado en el mito por la Bella Isolda) y sufre as una
"muerte en vida" que le impide disfrutar de los placeres de lo humano;
b) cautivado por esa figura interna idealizada -lo que los junguianos llaman nima- rechaza a la mujer de
carne y hueso que le parece demasiado simple (en el mito una segunda Isolda, la de las Blancas Manos,
con la que Tristn se casa pero a la que nunca acabar de desposar).
c) finalmente muere de anhelo insatisfecho, sin poder unirse a la primera y sin querer aceptar a la
segunda. Desgarrado, dice Johnson, entre el amor divino y el amor humano mezclados trgicamente por
la mentalidad romntica. Sin haber podido disfrutar de las "simples dichas" de la vida que le ofreca la
Isolda terrenal.
Tristn muere sin duda a manos del dualismo-idealismo patriarcal, y al mismo Johnson se lo siente un poco
resignado al alabar las "pequeas y sencillas" alegras de la vida en la tierra, tal como un paciente alaba
dcilmente la medicina capaz de salvarlo. Pero su enfoque es vlido, y esa Isolda de la Tierra es imagen
cabal de la mujer potenciadora, capaz de potenciar al hroe enfermo de romanticismo y divisin interna.
De capacitarlo, segn el mismo Johnson, para ver la belleza y la sacralidad del mundo fsico y de la
ordinaria y humanidad, y edificar con ella una vida aceptable en el aqu y ahora.
El corolario que agregara a esto la perspectiva femenina es que la mujer terrena no es tan simple como la
Isolda de las Blancas Manos, contraparte dualista de la Isolda ideal en la perspectiva eternamente
dividida de nuestra cultura. La mujer consciente, al menos, desarrollar su humanidad encarnada segn
todos los aspectos de la Diosa que hemos recorrido, y aceptar en ella misma muchas cualidades que tal
vez no poseen los ideales proyectados de los hombres. El nima, en suma, deber esforzarse desde su
mundo interno por seguir siendo ms atractiva que la Diosa que v camina a plena luz sobre la tierra.
LA POTENCIADORA COTIDIANA
Todo en la vida es un acto de imaginacin. (Elizabeth Dodson-Gray, "La Naturaleza como acto de
imaginacin",en "El Redespertar de la Diosa").
Si se quiere espiritualizar la materia, como vimos, se necesita un hacer desde el ser. En su vida
cotidiana, la mujer potenciadora ya vive ms all de lo que Woodman llama los juegos desgastados. "No
tiene nada que perder, porque lo que ella es nadie puede quitrselo". Y a partir de esa base de identidad y
autoestima indestructibles, puede dedicarse a actuar y a traducir en gestos apropiados las instrucciones de su
feminidad profunda.
Los arquetipos cambian con la evolucin humana, la idea de Dios se desarrolla y la visin teolgica
ms avanzada afirma que la Deidad misma se transforma en respuesta a nuestra transformacin. El
llegar a ser de las mujeres, dijo hace tiempo Mary Daly, es una nueva fase en la bsqueda de Dios, y
acabar por ser un nuevo modo de que la Madre Universal se manifieste en este plano.
Dicho en trminos simblicos, la quieta y majestuosa Emperatriz del Tarot -hasta ahora reclinada
eternamente en su trono de piedra en medio de su mgico jardn-, se levanta y empieza a caminar. En donde
pisa, la tierra reflorece y para siempre deja de ser yerma. Las aguas de los pozos y los manantiales vuelven a
murmurar, y el Grial de sanacin est otra vez presente en el universo fsico.
Portando esa imagen mvil en nuestro corazn, las mujeres de estos tiempos podemos crear con la
imaginacin un mundo diferente. La potenciadora cotidiana es una gran imaginadora, porque sabe que sus
realidades slidas futuras se estn gestando, instante tras instante, en esa matriz interna. Y con la nueva
conciencia femenina, su lado solar desarrollado le permite organizar esas imgenes segn su propia manera
de mujer, e impulsarlas para que se cumplan en la prctica.
A esta altura de nuestro estudio lo arquetpico y lo cotidiano se interpenetran definitivamente, de modo
que es difcil hablar de la Diosa no encarnada o de la mujer desarrollada que no encarne a la Diosa. Los
dos polos, lo divino y lo humano, trabajan en acuerdo y se reflejan mutuamente. Y as como La
Potenciadora es la fuente interior de Sabidura Prctica, las tareas mltiples de la mujer que la encarna
pueden resumirse en una que las compendia a todas: ensear al espritu el arte de vivir sobre la tierra.
La muerte en vida de Tristn es slo la primera de las heridas del alma contempornea que pueden
sanarse con su ayuda, porque la visin dualista se deshace inevitablemente cuando se sacraliza la materia,
y se van suturando, una a una, las llagas abiertas de nuestras divisiones conceptuales.
Jean Markale, otro varn que estudia apasionadamente la cuestin femenina, dice lo siguiente acerca del papel restau-
rador que la mujer puede cumplir de nuevo en la sociedad actual, tal como en el mundo celta fue considerada
"iniciadora, transformadora y liberadora":
"Hemos visto que la transformacin del hombre por parte de la mujer era (para los celtas) una especie de
nuevo nacimiento, o vida nueva: como si el individuo quedara finalmente liberado de todas las influencias
traicioneras que le impedan ver las cosas. La humanidad necesita esta transformacin y esta revelacin,
que restauren una nueva raison d'tre tras tantos siglos de extravagancias y de guerras. La sociedad masculina
es agresiva y debe someterse a la pacfica transformacin de las mujeres y lo que ellas representan. Entonces
ser por fin capaz de liberarse de los tabes que la acosan".
Por supuesto Markale habla de una mujer capacitada y capacitadora, cuyo contacto cotidiano con la esencia
femenina le permite hacer vivir a cada uno, como el Grial, la experiencia que ms necesita. Por ejemplo, de
acuerdo con los dones de los Aspectos de la Diosa que detalla Matthews en "Las Damas del Lago":
Todos los caminos se abren ante la Mujer Potenciadora, que ha aprendido el secreto de la unin del espritu y lo
fsico, paradigma de todas las otras uniones. En cada uno de sus actos cotidianos, ya sin trabas, la presin
creadora de la Diosa Una puede al fin manifestarse plenamente. Su ginerga puede fluir para asociarse frtilmente
con la energa del hombre, y asentada en la etapa de la compasin puede hacer de su vida personal una gozosa
va de servicio voluntario.
Lo cotidiano, en suma, se funde con lo intemporal y la Potenciadora Arquetpica se confunde con su
representante en la tierra. Lo que significa que la Diosa en nosotras puede al fin cobrar forma y volverse
visible.
Autoindagacin
1. Tengo alguna forma de canalizar mis energas acumuladas cuando amenazan abrumarme? Cul es, o cul
podra ser?
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Suelo asumir responsabilidades o cargas excesivas, sin contar con un contacto espiritual que me permita
reforzar los puntos dbiles de mi personalidad?
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2. Agradezco debidamente a los poderes interiores mis momentos de contentamiento y logros?
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3. Cuando ya no se puede hacer otra cosa, soy capaz de soltar las ideas caducas a que mi yo estaba apegado?
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Tengo la suficiente audacia y resolucin como para salude mis crisis conceptuales?
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4. Me atrae la idea de pertenecer a crculos femeninos de apoyo, donde pueda manifestarse mi creatividad?
Si la respuesta es no, por qu?
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Espacio compartido
Previa a la potenciacin potenciadora, en mi experiencia, hay que librar con perseverancia inquebrantable la
batalla por la autoestima.
Miles de aos de condicionamiento subordinador no pueden ser borrados fcilmente, y las mujeres de
nuestra cultura giramos en crculos en torno a nuestra imagen deficiente. Pero hay que persistir.
El progreso por supuesto no es lineal. Por cada paso adelante hay retrocesos, muchas veces autoprovocados
casi con crueldad, como para probar que el represor interno que Starhawk llama directamente "auto-
odiador", sigue activo realmente dentro de nosotras. Pero al saberlo podemos seguir neutralizndolo,
afirmando una y otra vez nuestra identidad profunda.
He visto muchas veces que el secreto del logro es seguir caminando una vez que se ha hallado el camino, sin
que nos paralicen circunstancias aparentemente adversas. En el Tarot del Rey Arturo, los Matthews representan
al temido Cinco de Oros, la carta de las penurias materiales) como un paisaje tormentoso que los
Buscadores del Grial deban a veces recorrer, y donde al parecer los mismos elementos se oponan a
que avanzaran. Pero usando la lgica es fcil ver que toda tormenta pasa, y que los elementos carecen de
malicia como para oponrsenos adrede.
Y el secreto del avance, en mi experiencia, es contemplar la imagen de lo que quiere lograrse. En este caso nada
menos que la imagen de una mujer potenciada, que pasada la tormenta de fines del milenio asume su
lugar en la marcha de las cosas. Es decir, pone el Grial sanador nuevamente al alcance de la humanidad.
Vicki Noble sostiene que el planeta necesita una curacin chamnica (la expulsin de la enfermedad como
entidad invasora), porque el patriarcado y su violencia, hoy plenamente visible en nuestro entorno, han
actuado sobre la humanidad como una posesin. Y las mujeres somos las Indicadas para efectuar el acto
sanador, porque no tenemos tanto que perder con la expulsin de esa entidad, que ha creado en torno de
los hombres una red demasiado intrincada de dominacin disfrazada de ventajas.
Hay mucho por hacer, y es bien difcil. Pero cuando tiendo al desaliento, el buen sentido me dice que los
tiempos estn de: nuestra parte y que va a ser decisiva la emergencia de la Conciencia Femenina. Como la
Durga hind que aniquilaba a los demonios, hemos de ser bien yang y bien solares cumplir nuestro
exorcismo.
A las que en la actualidad luchamos por una feminidad reivindicada nos han tocado los momentos
previos al amanecer, cuando se intuye ansiosamente la actividad del nuevo
da pero todava no podemos iniciarla, y lo nico que nos resta es seguir concentrando nuestra fuerza
dirigida para que amanezca de una vez.
All, en el nuevo da, nos encontraremos todas.
CONCLUSIN:
Despus de leer lo anterior podrs decir que la situacin desesperada de las mujeres en el mundo, ms que
especulaciones de tipo religioso, exige acciones en el plano fsico. Es as, efectivamente, pero es slo la mitad
de la cuestin: un cambio de conciencia iniciado en el nivel profundo puede estimular esas acciones y hacer
las cosas menos duras para nuestras hijas, y las hijas de sus hijas que aguardan en el futuro Todo lo que
hemos visto apunta a ese cambio de conciencia, gestado en el plano arquetpico donde se mueven los
smbolos que condicionan nuestra vida. Las imgenes que nos dirigen pueden ser modificadas. Y la tarea de
las mujeres que descubren a la Diosa consiste, esencialmente, en superponer otra serie de tipos femeninos ms
flexibles, a los estereotipos castradores inventados por la sociedad. Tipos ms amplios y ms vivos, capaces
de grabarse en nuestros ncleos celulares para modificar desde all nuestras posturas bsicas y nuestras
reacciones ante lo que ocurre, y hasta los movimientos fsicos de nuestro cuerpo En el afn por conquistar
nuestro derecho a lo solar no nos conviene olvidar que nuestra parte oscura, nuestro yin, tiene su base ya
asentada en los estratos ms recnditos de la psique colectiva y desde all puede inspirar nuestras empresas. Los
esfuerzos de las mujeres ms volcadas hacia la actividad en lo social y lo poltico (las ms yang o solares, que
ya se estn moviendo en esos campos con habilidad creciente) necesitan ser apoyados por las otras, las que
nos movemos con conciencia en lo que Goethe llamaba "el reino de las Madres", donde se da origen a las
realidades slidas. Es decir, el reino femenino de la imaginacin La bsqueda de la feminidad completa
-nuestro Grial- es el esfuerzo previo que se nos exige antes de poder participar junto al varn en un manejo
justo de los recursos de la Tierra y del espritu. Slo despus de ser enteras, libres de moldes y dueas de
nuestra personal soberana, podremos encargarnos de nuestra parte intransferible en el programa humano: la
mediacin conciliadora y la defensa del orden natural A Pero antes hemos de pasar del sufrimiento a la labor
creativa. Del empantanamiento en el dolor (nuestro terreno ms familiar y transitado) al desarrollo de
nuestras habilidades femeninas. De nuestro agotamiento emocional a una conciencia de fuerza establecida y
de riqueza ahorrada a lo largo de los siglos Los tipos surgidos de los aspectos de la Diosa son diversas
maneras de lograrlo. Son patrones de creatividad, de habilidades, de fuerza y de riqueza utilizada. Ninguna de
nosotras puede ser todava una Mujer Completa, con los diez tipos perfectamente funcionales. A lo largo
de la vida, sin embargo, la activacin circunstancial de esas distintas posibilidades puede llevarnos hasta modos
generales de eficacia que an no podemos calcular.
EL FEMINISMO ESPIRITUAL
Hemos recorrido diez maneras de ser femeninas independientes de mandatos socioculturales. Hemos
observado a la feminidad fuera de todo contexto artificial, tal como se ha mostrado en brotes espontneos
arquetpicos y tal como podra mostrarse a travs de nosotras si colaborramos con ella. Al fin de nuestra
recorrida cabe preguntar qu pasar
en el mundo y en la historia humana cuando estos tipos -y ; muchos otros que surgirn ms tarde- sean
completamente operativos El feminismo espiritual (Starhawk, "Dreaming theDark", cap. 8) define las cinco
tareas bsicas que nos toca cumplir a las mujeres en el futuro inmediato: elaborar nuevos mitos, crear nuevas
estructuras, defender nuestros derechos, , transformar nuestro interior, amar. El programa es muy amplio,
cubre diversas reas y abarca tanto la accin externa como el trabajo hacia adentro. Slo resulta menos
desalentador si se dispone de instrumentos tan potentes como los diversos aspectos de la Diosa, capaces de
ubicarnos en un punto donde la nocin de lo difcil se diluye y podemos contemplar el cuadro entero de
nuestras ignoradas posibilidades. Visto ms en detalle: l. Los mitos femeninos, j inspiradores de culturas
favorables a la vida, ya estn cobrando forma -por ejemplo- detrs de las preocupaciones eclgicas y los
intentos de pacificacin universal. Slo nos falta advertir en el trasfondo la presencia de actitudes como las de
La Protectora o La Limitadora, que exigen la defensa de lo que est en peligro, y el reconocimiento de que
somos responsables de mucho ms que de nuestro propio bienestar. 2. Las nuevas estructuras no jerrquicas ya
se van insinuando en el rechazo cada vez ms firme de intolerancias y discriminaciones; ante todo, las que tienen
como blanco a la mujer y tambin las que se ensaan con cualquier variacin del orden rgido instituido,
aunque sea beneficiosa para todos. La Conectara y La Potenciadora sugieren nuevas formas de
interrelacionarnos y de vivir sobre la Tierra segn modelos que reemplazan la pirmide por el crculo de
apoyo, y la dominacin por el respeto mutuo. 3-Hacer respetar nuestros derechos (sobre todo en cuanto a
nuestra sexualidad y nuestro cuerpo) ya no se ve como una simple histeria feminista sino como una
lgica reaccin ante milenios de aberrante servidumbre. Aqu no sirven actitudes demasiado blandas; se
necesita un firme modelo femenino, como La Desafiante, que desarraigue viejos dogmas y preceptos, y
muestre al mundo que slo se trata de intereses enfermizos hacindose pasar por mandatos divinos. 4.
Explorar nuestro interior con el fin de depurarlo, es una empresa que asumieron hace tiempo los sistemas
esotricos de desarrollo espiritual, y ms recientemente la Psicologa profunda. Si queremos relaciones
saludables no hemos de proyectar sobre los otros nuestras propias sombras no reconocidas, y a las
mujeres nos toca, en consecuencia, identificar y transformar a los patriarcas internalizados que nos
impiden ser nosotras mismas. Slo la accin de potentes arquetipos como La Iniciadora o La Limitadora
puede ayudarnos a verlos claramente y descubrir nuestra verdadera identidad, ya que tanto sistemas
esotricos como psicologa estn contaminados de patricentrismo. 5. En cuanto a amar, es tal vez la gran
tarea global que sintetiza a todas en una actitud multifactica y multidireccional, que depende a la vez de una
"Visin del mundo totalmente redimida. Amar conscientemente est lejos de ser fcil. No se puede hablar de
amar a la ligera y slo a base de buena voluntad. Es preciso estar a limpia de trabas y conflictos personales.
Haber salido del capullo defensivo y enfrentado los esquemas culturales de miedo, inseguridad y
desconfianza. Haber revisado los 5 conceptos y definiciones del amor. Haber aceptado previamente la
dignidad equivalente de espritu y materia. Haberse construido una autoestima slida. Estar preparada para cana-
lizar una vibracin csmica proveniente de muy alto, y no poner trabas a su sagrado casamiento con las
fuerzas de la Tierra que percibimos en el cuerpo. No es exagerado decir que para hacerlo se requiere activar
todos los ginotipos inspirados en la Diosa, con especial atencin sobre La Liberadora, La Energizadora y La
Nutricia La mujer capaz de amar conscientemente, a s misma y a los otros, se relacionar con todo cuanto la
rodea de la misma bendita manera con que hoy se enamora de alguien especfico. Pero no ser una eleccin
apasionada (fruto del pensamiento dualista y jerrquico) ni una bsqueda inconsciente de sostn (fruto de su
falta de autoestima) ni un auto-permiso para ejercer su Eros entre estrechos lmites (slo necesario en una
cultura represora de lo ertico). Ser el libre intercambio de la fuerza amorosa y sanadora con su entorno y
el resto de la creacin. Ser el activo ejercicio de un nuevo respeto hacia s misma, que la har sentirse digna
transmisora de las vibraciones de la vida, y el reconocimiento de su nueva madurez como representante de
lo femenino universal El Eros se retrae ante una gran desilusin; se refugia en las profundidades
inconscientes cuando el dolor hace que cerremos la compuerta reguladora de su flujo en nuestro sistema
psicofsico. No sera raro entonces que el Eros general de la mujer universal -nuestro factor de conexin
profunda, sin el cual no somos otra cosa que lechos de mares muertos- estuviera recluido en nuestras
zonas ignoradas desde el profundo shock que nos produjo el patriarcado: el atroz desengao de la madre
ante el desprecio de los hijos y de la amante ante la agresin violenta del amado Ahora lleg el
momento de reabrir las compuertas para sanar la aridez del mundo. YI tras cumplir las etapas
purificadoras de ira y recriminacin i vamos quedando listas para hacerlo, instruidas desde lo profundo
por los arquetipos surgidos de la Diosa El plan de trabajo est trazado, y la potencia sugerente de los
smbolos ya est haciendo que funcione en nuestra psique. No pasar mucho tiempo antes de que, sin
darnos cuenta, {estemos ya corporizando estas diversas actitudes, respondiendo a los nuevos desafos, y
utilizando nuestra energa de signo femenino para vivir nuestro futuro en el presente.
Que as sea.
APNDICE:
HACIENDO CONTACTO
Si la imaginacin abre todas las puertas, como bien saben los que practican el antiguo arte occidental de las
visualizaciones dirigidas, un pequeo ejercicio de ese tipo puede servir de complemento prctico a todo
lo anterior.
Una de las maneras de hacer contacto con la Diosa es activar su imagen que duerme entre las brumas de
nuestra propia psique; y una de las maneras de activar una imagen arquetpica, es construirla en la mente
hasta lograr emocionarse al contemplarla con el ojo interior. No es demasiado difcil, y es posible
ayudarse con alguna imagen que ya exista, algn cuadro o dibujo que haya captado la fuerza numinosa
de lo Divino Femenino y nos transmita parte de ella. Yo recomiendo habitualmente las ilustraciones del
Tarot, porque suelen incluir una simbologa muy elocuente, que duplica el impacto y tiene efectos
perdurables. Las mejores de entre ellas Gas del Tarot de Rider-Waite, por ejemplo, o las del Tarot del Rey
Arturo) son realmente puertas que se abren hacia las dimensiones donde habitan los poderes interiores,
y slo esperan que pasemos el umbral.
Si decides hacer el ejercicio de contacto, contempla unos minutos bajo una luz brillante la carta de la
Emperatriz, el Arcano 3 de la serie mayor. Si has elegido la versin de Waite pintada por Pamela Coleman
Smith, vers a una mujer muy majestuosa, joven pero esplndidamente madura, sentada en medio de un
paisaje natural como una reina en su trono. Gobernando, y aguardando.
Ahora cierra los ojos e internaliza la imagen. Imagina que los bordes de la carta son realmente el marco de
una puerta que te permite entrar a ese jardn, cuyos colores , fragancias y texturas (basadas en tu propia
memoria imaginativa pero abiertas a lo inesperado) pueden llegar a ser muy definidos. Da un paso y
entra, sabiendo que entras a una zona de tu psique que tiene la incontrovertible realidad de tus propias
vivencias.
En el texto que sigue encontrars los lineamientos previos de la experiencia psquica que all podrs vivir.
Pero agrega lo tuyo, porque el encuentro con tu Diosa interna te pertenece en forma intransferible y ser
diferente al de todas las mujeres.
Ejercicio
Has entrado al paisaje, y la mujer est unos pocos metros ms all, delante tuyo. La rodea un halo sobre-
natural, pero a la vez se la presiente muy concreta, muy slida y tangible. Es un ser de otro mundo, pero da la
impresin de ser tambin humana y compartir nuestros dolores y nuestros gozos de mujer. Tiene una forma
definida, pero es tambin la esencia de tu feminidad: majestuosa, digna, soberana y benfica.
He all, personificada ante tus ojos, la inteligencia maternal que est detrs de cada brote y retoo en
primavera, que recubre los rboles con el milagro del verde renovado; que determina la arquitectura prodigiosa
de cada flor que se abre para perpetuar su especie, y el colorido de cada plumaje que se despliega en danzas de
apareamiento; y que gua la formacin de tu hijo dentro de tu vientre.
Madre de la Forma y Emperatriz de la materia densa, sabia y segura, seora del plcido ordenamiento de las
cosas, la Dama de la Huerta Primordial preside el jardn del paraso femenino sin pecado, y te bendice con la
irradiacin de su presencia.
Caminas hacia ella. Siente el contacto de tus pies desnudos con el tierno pasto fresco, que tapiza
espesamente la negrura de la tierra en el reducto de la Reina. Siente las suaves rfagas del aire tibio, vivo y
magnetizado, que trae olor a rosas y violetas, a naranjos en flor y a duraznos maduros, y te transmite la
cadencia de los altos cipreses que se mecen en el fondo. Siente el vibrar de abejas y cigarras, el canto imprevisible
de los pjaros, y sobre todo el susurro del agua que cae en algn lado, y chorrea acompasada sobre algn lecho
musgoso.
La Emperatriz te mira. Sin exigencias ni preceptos, sin imponerte ni pedirte nada. Ahora que ves sus ojos
insondables, sabes que la conoces desde siempre. Que no han dejado nunca de encontrarse en esta zona
oculta de tu psique, sin que te dieras cuenta ni lo concientizaras, pero sin posibilidad de separarse. Ella es t
misma en tu dimensin sagrada, y t eres ella en el mundo cotidiano. Y si se tocan, ya nada impedir que
adviertas su presencia en tus momentos de vigilia racional.
Vas hacia ella. Te das cuenta de pronto de que siempre has marchado hacia este encuentro, a travs del
dolor y todas las tremendas asperezas del camino. Sin conciencia de ella estabas incompleta, no percibas la
magna dignidad de tu naturaleza femenina. No sabas que reinabas con tan regia belleza en tus propios
confines interiores, que podas irradiar hacia el mundo de afuera tan poderosa y sanadora bendicin.
La Madre tiende la mano. Hacia ti, para facilitar que avances hacia ella. Hacia tu aura, para vivificarla con
nuevas energas inconfundiblemente femeninas. Hacia tu cuerpo, para que recuerde las corrientes de vida
que lo recorreran si no estuvieran bloqueados sus canales. Te invita al reconocimiento, a la reconciliacin, a
la fusin de identidades en una nica entidad divina-humana, que le permitir actuar en el mundo a travs
de tu organismo psicofsico. Nunca habas recibido tan trascendente invitacin.
A medida que avanzas, captas cada vez ms su realidad, sus vibraciones vivas, su palpitacin que
concuerda con la tuya. De ella has surgido como prolongacin densa, que alguna vez le permiti pasar por
el umbral que acabas de cruzar en sentido contrario, y a ella has de volver para descubrir quin eres.
A medida que avanzas, sientes que su mirada te traspasa cargada de hondo afecto. Lo Divino Femenino no es
una entidad indiferente ni remota. La Diosa no es una abstraccin impersonal. Captas su amor, por ms que
te parezca inmerecido. Captas el inters apasionado que siente por t, su criatura y su reflejo. Captas su
anhelo de que seas feliz, y de que aceptes por fin sus bendiciones.
La Madre te abre los brazos. No precisa palabras para decirte que no temas y vayas hacia ella. Sobre el jardn
cae una fina lluvia que no empaa la intensa luz del da, y que parece disolver tus miedos, tus corazas,
tus bloqueos. Te das cuenta de pronto de que puedes pedirle cualquier cosa, porque ha estado esperando que lo
hagas. Entiendes, ms all de toda duda, que nada es imposible si te apoyas en ella.
Al llegar junto al banco de piedra que le sirve de trono, te embriaga ms que nunca el perfume de las rosas
y la belleza del mundo natural. Sientes dentro de t el girar de los ciclos eternos, y la insondable gratitud de formar
parte de ellos. Quieres decrselo, dar gracias, adorar de algn modo, pero no es necesario. Slo tienes que dejar que
ella te abrace y decirle quedamente, sin palabras, lo que deseas realmente en tus momentos ms privados y
sinceros.
La Diosa escucha, porque no hay valla alguna entre las dos. Y por la forma en que te mira te das cuenta de que
ya, de antemano, ha bendecido y concretado tus deseos. Un calor dulce te recorre, mientras las auras
vibratorias de ambas se mezclan en una sola.
Por primera vez, en el transcurso de esta vida, te has encontrado con ella de manera consciente y voluntaria. No la
olvides.
Tras vivenciar el encuentro, con cualquiera de las infinitas variaciones que puedes agregarle, slo te falta
retroceder hacia el umbral por el que entraste y atravesarlo de regreso hacia tu mundo cotidiano.
Visualiza otra vez los bordes de la carta de Tarot, y deja que el paisaje de la Emperatriz vuelva a tener dos
dimensiones. Es tan slo un dibujo, pero encierra potentes experiencias que puedes repetir a voluntad.
Ahora debes volver a tu existencia diaria, intensamente y con acrecentada agudeza sensorial. La vida, al
fin de cuentas, es una gran celebracin.
FUENTES Y REFERENCIAS
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Qmnie Zweig, ed. "Ser Mujer" ("To be a Woman", 1990; version castellanada de Ed. Kairs,
Barcelona, 1992). Especialmente los captulos de Marin Woodman, Polly Young-Eisendrath y Jean
Shinoda Bolen.
El contenido de este libro queda abierto a otros aportes. El estudio de los Aspectos de la Diosa y los
correspondientes tipos femeninos apenas se inicia en nuestro medio, y puede beneficiarse con las
contribuciones -vivenciales o eruditas- de todas las lectoras que se interesen en la evolucin de nuestro
gnero, quieran profundizar en estos temas o s deseen hacer contacto a travs nuestro.