4 Etapas Vida Espiritual
4 Etapas Vida Espiritual
4 Etapas Vida Espiritual
I. Rayando la cancha.
En primer lugar, tengo que tener claro algunos aspectos centrales sobre un
acompaamiento espiritual sistemtico:
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Ejemplo: Persona que buscaba armona interna y dentro de
sus mltiples bsquedas se plante conversar
peridicamente con un cura. Sin embargo, asista a charlas
de filosofa budista y estudiaba para tarotista. El sacerdote
acept conversar, pero no fue propiamente un
acompaamiento, puesto que la persona buscaba claves de
autoayuda, conocer diversos enfoques existenciales, ms
que la voluntad de Dios en Cristo.
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II. Etapas de la Vida Espiritual
En segundo trmino, una vez claros los objetivos, los contenidos y los
instrumentos del AE, cmo acompao este proceso, hacia dnde ayudo a
caminar a mi acompaado, qu lo ayudo a discernir de su vida?
El Seor dijo a Abram: Deja tu pas, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda
a la tierra que yo te mostrar. Har de ti una gran nacin y te bendecir; voy a
engrandecer tu nombre, y t sers una bendicin. Bendecir a quienes te bendigan y
maldecir a quienes te maldigan. En ti sern bendecidas todas las razas de la tierra.
Parti Abram, tal como se lo haba dicho el Seor (Gen 15,1-6).
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l plantea las etapas de crecimiento espiritual de un religioso a propsito de su formacin, su artculo
se llama El Acompaamiento espiritual durante la formacin en la vida religiosa.
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Cada uno de nosotros fue llamado por Dios un da. Dios nos sedujo en algn
momento con mayor fuerza. El acompaamiento puede comenzar a partir de
una experiencia fundante de la persona. Puede ser un momento particular de
su vida, una etapa, una experiencia religiosa (retiro, jornada), una
experiencia lmite, un instante en que cuaja su relacin con Dios, en que
siente que Dios funda su vida.
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entren detrs de ustedes y mostrar mi gloria sobre el faran y todo sus ejrcitos, sus
carros y jinetes (Ex 14,15-17).
Se trata de ir rompiendo las amarras que esclavizan, dejar las cadenas. Estar
dispuesto a cambiar, a emprender camino hacia la libertad. Ponerle nombre a
las esclavitudes y no aplazar ms las rupturas, pues el proceso de conversin
ayuda a realizar lo que en otro momento se hace imposible. En esta etapa la
persona debe hacer las renuncias necesarias.
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Da seguridad, ofrece un brazo firme, da nimo.
El pueblo de Israel al salir de Egipto deja atrs sus esclavitudes, sin embargo,
la dura experiencia del desierto hace que surjan en el corazn de los israelitas
las tentaciones de volver atrs en su camino.
Y dijeron a Moiss: Acaso no haba sepulturas en Egipto para nos hayas trado a
morir en el desierto? Qu has hecho con nosotros sacndonos de Egipto? No te
dijimos claramente en Egipto: Djanos en paz, queremos servir a los egipcios? Porque
mejor es servir a los egipcios que morir en el desierto (xodo 14,11-12)
Quin nos dar carne para comer? Cmo nos acordamos del pescado que comamos
de balde en Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! En cambio
ahora nos encontramos dbiles. No hay nada. No vemos ms que el man. (Nmeros
11, 5-6)
Moiss tiene que escuchar con paciencia los reclamos del pueblo y no
desfallecer en su conduccin, pese a las crticas e incomprensiones. Moiss se
preocupa de sostener fsicamente al pueblo mediante el man, las perdices y el
agua. Pero tambin se ocupa de su bienestar espiritual en este momento de
crisis. Ve necesario recurrir a la ley para que el pueblo pueda sobrevivir en la
dureza del desierto y las tentaciones. Por mandato de Dios entrega los Diez
Mandamientos, las normas claras que marcan el camino del pueblo para que
no se pierda.
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cargo de todo lo que ha ido descubriendo de s y de los dems a la luz de la
conversin. La desilusin puede tomarse el corazn de la persona y
experimentar que una vida cristiana verdadera y radical no es posible para s,
para la Iglesia y/o para el mundo. Su propia negatividad, las sombras que ha
reconocido con la luz de Dios (y que se hacen evidentes en primer lugar en los
dems), pueden generar una reaccin de rechazo que provoque rabia,
inseguridad o desazn.
Puede suceder tambin que tras el entusiasmo propio de las dos primeras
etapas venga un perodo ms calmado y rutinario. La persona comienza a vivir
la vida en su normalidad ms spera. El da a da, la tarea cotidiana, se hacen
tediosas o desabridas. Probablemente le cueste ver a Dios en esa rutina, sienta
que el camino del herosmo se acab y que lo que fue un fuego se ha ido
extinguiendo.
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Cfr. Daro Moll, Encontrar a Dios en la Vida.
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o Una oracin semanal ms larga
o Lectura espiritual
o Lectura de formacin cristiana.
o Acompaamiento espiritual ms seguido
Viene a continuacin la lista de los reyes que los israelitas vencieron y cuyo territorio
conquistaron al otro lado del Jordn, desde el ro Amn hasta el cerro Hermn (Josu
12,1).
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En el acompaamiento, esta etapa de consolidacin se caracteriza por el
proceso que hace el acompaado por ganar territorios de autonoma. Esta
autonoma se expresa en dos aspectos:
a) La persona crece en
autonoma humana. Es decir, el acompaado va hacindose seor de s
mismo. En un proceso de maduracin de sus capacidades y condiciones
humanas, la persona va integrando las distintas reas de su existencia.
Esta integracin va dando a la persona seguridad en s misma. Seguridad
que se basa en el conocimiento y aceptacin personal de sus
potencialidades y lmites, de sus luces y oscuridades, y que le permite
desplegarse con fecundidad en la Iglesia y la sociedad.
b) La persona crece en
autonoma en la fe. Esto significa que los supuestos de la fe se van
internalizando de tal manera que se van poco a poco haciendo propios. No
es lo que otros me dicen que debo hacer, pensar, sentir, creer, sino lo que
yo asumo como mi fe, mi creencia, mi verdad a partir de lo que he
recibido de la Iglesia, mi familia, la sociedad. Esta es la madurez en la fe,
el paso de la ley externa a la ley interna de la caridad (Rom 5, 5; 7, 22; 8,
14-16).
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As como la tierra prometida es un don de Dios, el pueblo de Israel descubre
que su conquista es tambin una tarea. De este modo, la fecundidad del
cristiano resulta de la integracin de ambos aspectos en la persona. Don y
tarea, gracia y libertad, como dos lados de la misma moneda. La autonoma
no es independencia de Dios, muy por el contrario, se trata de la posesin
total de la gracia que acta en el corazn del hombre para cristificarlo, para
hacerlo uno con l como Jesucristo, hombre y Dios en una persona. El ser
humano por la gracia se hace ms humano y ms divino, es decir, ms s
mismo, ms seor de su vida, de su fe, de sus impulsos, de sus
sentimientos, de sus ideas, de su verdad.
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o Vida espiritual y eclesial (oracin, formacin, participacin y
compromiso)
o Vida de trabajo o estudio (construccin del Reino, capacidades y
lmites)
o Vida social (uso del dinero, preocupacin poltica, compromiso
social)
Entonces hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que mat a espada a los mejores
y en el edificio de su santuario, sin perdonar a joven ni a doncella, a viejo ni a canoso
Todos los objetos del templo de Dios, grandes y pequeos, los tesoros del templo del
Seor y los tesoros del rey y de sus jefes, todo se lo llev a Babilonia. Incendiaron el
templo de Dios y derribaron las murallas de Jerusaln, prendieron fuego a todos sus
palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada
los llev cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de l y de sus hijos hasta el
advenimiento del reino de los persas (2 Cron 36,17-21).
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Sin embargo, el Seor no abandona a su pueblo. Cuarenta aos despus de la
deportacin, Ciro, rey de Persia, derrota a los caldeos e impone un nuevo
orden. Israel ve en Ciro la liberacin operada por Dios, el monarca persa es
entendido como un enviado de Dios para su pueblo:
Y t Israel, siervo mo, Jacob, a quien eleg, linaje de Abraham mi amigo; que te tom
desde los cabos de la tierra, y desde lo ms remoto te llam y te dije: Siervo mo eres
t, te eleg y no te rechac. No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu
Dios. Yo te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera
(Isaas 41,8-10)
No temas, yo estoy contigo; desde oriente har volver a tu raza, y desde el poniente te
reunir. Dir al norte: Dmelos; y al sur No los retengas. Traer a mis hijos de lejos, y
a mis hijas de los confines de la tierra; a todos los que se llamen por mi nombre, a los
que para mi gloria cre, plasm e hice (Isaas 43, 5-7)
La vida del acompaado es, con toda seguridad, difcil. Todos cargamos con
nuestras dificultades y conflictos. Sin embargo, hay momentos en la vida en
que recibimos golpes especialmente fuertes. A lo largo del acompaamiento
una persona puede vivir una crisis de proporciones o una experiencia lmite
que lo quiebre.
La gracia del Dios fiel que rescata se dirige a fortalecer a la persona y a darle
las herramientas suficientes para seguir viviendo, incluso con una nuevo
sentido, ms hondo y sobrenatural. El dolor puede purificar la vida del
acompaado al abrir nuevas ventanas. Graham Green cita en una de sus
novelas: Hay lugares en el corazn que slo comienzan a existir cuando entra en
ellos el dolor.
Consuela, acoge.
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Permite que el acompaado dialogue con su dolor (sin angustiarse por lo
que l sufre, sin desear anestesiarlo).
Todo el proceso del pueblo de Dios que hemos descrito ha sido una
preparacin para la venida del Mesas.
Mara de Nazaret es imagen del pueblo abierto a recibir la Palabra de Dios que
pone su tienda entre nosotros. Su apertura humilde y sencilla permite que se
cumplan las promesas del Seor. Dios visita a su pueblo y realiza la salvacin
plena. La historia de Israel adquiere sentido con este evento fundamental de la
fe. La mujer pobre lleva en dentro de s al Salvador.
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Esta ltima etapa de la vida del acompaado, vivida en Dios, puede llegar a
ser la ms bella. La persona acumula experiencia (vivencias de todo tipo,
luminosas y umbras) y ahora, en la ltima etapa de su vida, la recoge.
Cultivando la actitud del sabio: restaa las heridas, purifica pecados, cierra
puertas y se va poco a poco preparando para el encuentro definitivo con el
Seor.
A nivel apostlico, puede verse llamado, del mismo modo que la Virgen, a
visitar a su prima Isabel, es decir, a transmitir a otros su experiencia y
sabidura. Est abierto a lo que el Seor le pueda pedir: He aqu la esclava del
Seor, hgase en m segn tu palabra (Lc 1,38)
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Cuadro resumen: Etapas de la Vida Espiritual
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