ARTICULO03
ARTICULO03
ARTICULO03
CULTURAL AREQUIPEÑA
COMO CAMINO DE LA
IDENTIDAD NACIONAL
PERUANA 1
INTRODUCCIÓN
L
A MACIZA EXPRESIÓN HISTÓRICA Y CULTURAL QUE NOS OFRECE
AREQUIPA COMO REALIDAD ESPECÍFICA Y A LA VEZ COMO SIGNO
INTERPRETATIVO SUGERENTE DE LA REALIDAD NACIONAL,
OFRECE INNUMERABLES FLANCOS PARA DESARROLLAR UN CON-
JUNTO DE ANÁLISIS, ESTUDIOS E INVESTIGACIONES MUY PRO-
fundas que constituirían materia digna de un artículo como este. De
más está decir que la materia es abrumadoramente grande y que no
pretendemos agotarla en un ensayo de las presentes dimensiones.
1. Este artículo ha sido elaborado en sus primeros acápites en base al Discurso de Orden que pro-
nunciáramos en la Sesión Solemne organizada por el Concejo Provincial de A requipa para con-
memorar el cuadricentésimo quincuagésimo aniversario de la fundación española de la ciudad y
que se llevara a cabo en el Te a t ro Municipal de Arequipa el 15 de agosto de 1990.
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manera aislada del conjunto del Perú colonial. Arequipa, quizá como
el resto del país, es realidad de contrastes, lo hemos leído en los
brillantes discursos del historiador Francisco Mostajo, cuando nos
ha dicho que los polos del conocimiento del Derecho y de la lucha
ciudadana se producen entre la universidad por un lado, y el taller
artesanal por el otro. Ciudad donde las personas se persignan antes
de salir al combate, y donde junto con las primeras letras se aprende
a apilar sillares para hacer barricadas y donde se distingue el sonido
de las campanas para establecer si se exige al pueblo que acuda a la
Plaza de Armas, donde el orador toma por cátedra la base de los
arcos de la Catedral e inflama al pueblo con su discurso en el que
clama por el respeto a la Ley y a la Constitución.
Los temas que conforman la parte central de este ensayo son los
siguientes: La Historia de Arequipa, de cuánto se ha avanzado en el
conocimiento de la misma; de otro lado, proponemos los elementos
de una Teoría de Arequipa, que nos permita establecer lo que se ha
elaborado en cuanto explicación sobre la presencia de nuestra ciudad
2. Por su parte el doctor José Antonio del Busto prefiere el término de “mestizaje cultural”, pues el tér-
mino “aculturación” pese a ser directo y constante, adolece de vicio en español, idioma donde el
prefijo “a” significa “sin” o “hacia”. Ver José Antonio del Busto Duthurburu, El mestizaje en el Perú,
Universidad de Piura, Piura 1993, pp. 22-23.
3. Víctor Benavente, Historia Sintética de Arequipa, A requipa 1940, p. 179.
4. Máximo Neira Avendaño y otros, Historia General de Arequipa, Ediciones de la Fundación Manuel J.
Bustamante de la Fuente, Cuzzi y Cía. Impresores, Arequipa 1990.
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lo que el prejuicio y la
reiteración ha ido con-
sagrando, muchas veces
sin fundamento, sobre la
historia de Arequipa5.
En este sentido es
importante el aporte
que sobre la prehistoria
de la ciudad ha hecho
el arqueólogo Máximo
Neira Avendaño. Allí n o s
Catedral de Arequipa. es permitido visualizar
la ocupación humana del
espacio geográfico de Arequipa, y su ámbito regional, cuando
cazadores y recolectores altoandinos utilizaron abrigos, y se insta-
laron en campamentos en diversos lugares cercanos a Arequipa. Los
estilos arqueológicos Chuquibamba y Churajón son también exami-
nados por este autor, así como la presencia y difusión de los collaguas
desde la zona del Valle del río Colca6.
5. Un buen ejemplo de ello es la llamada “Fundación Incaica de A requipa”, que se considera como un
hecho histórico y que no se ha demostrado que se hubiera producido. Los Incas como sabemos no
tenían la costumbre occidental de “fundar” ciudades.
6. Máximo Neira Avendaño y otros, ob. cit., cap. I.
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d i f e renciados de los otros lugares del Perú8.
8. José de Mesa y Teresa Gisbert, Determinantes del llamado estilo mestizo, en Contribuciones al estudio de
la arquitectura andina, Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, La Paz 1966. Ramón Gutiérrez,
A rquitectura y urbanismo de Iberoamérica, siglos XVI-XX, Editorial Cátedra, Madrid 1984. Héctor
Velarde, Arquitectura peruana, Editorial F.C.E., México 1946. Leopoldo Castedo, Historia del arte y de
la arquitectura latinoamericanas, Editorial Pomaire, Barcelona 1970. Alejandro Málaga Medina, La
arquitectura mestiza arequipeña: la ermita de la Basílica Catedral, en Plaza Mayor n. 9, Lima 1983. Eusebio
Quiroz Paz Soldán, La arquitectura mestiza arequipeña: del rancho de paja al palacio de sillar, en Plaza
Mayor n. 9, Lima 1983.
9. Ver Guillermo Galdos Rodríguez, La rebelión de los pasquines, Editorial Universitaria, Arequipa 1967.
Ver también Eusebio Quiroz Paz Soldán y otros, La Rebelión de 1780 en Arequipa, en Actas de las jor -
nadas peruano bolivianas de estudio científico del Altiplano boliviano y del sur del Perú, tomo III, La Paz
1976.
10. Ver Eusebio Quiroz Paz Soldán y Alejandro Málaga Medina, La Rebelión de Túpac Amaru en Arequipa,
en Historia de Arequipa n. 2, Arequipa 1983. Daniel Huamán Asillo, A requipa y las rebeliones de 1780,
Tesis para optar el Título Profesional de Licenciado en Historia UNSA, Arequipa 1988.
11. La vida y la obra de Mariano Melgar Valdivieso es materia de valiosos estudios. Destaca entre ellos
el libro del que es autor Aurelio Miró Quesada Sosa, Historia y Leyenda de Mariano Melgar, Ediciones
Cultura Hispánica, Madrid 1978.
12. Guillermo Zegarra Meneses, A requipa en el paso de la Colonia a la República, Imprenta Cuzzi,
A requipa 1973.
13. Ver A l e j a n d ro Málaga Medina, Seminario de San Jerónimo en Arequipa en Revista Peruana de Historia
Eclesiástica n. 1, Cusco 1989.
14. Ver Salvador Rodríguez Amésquita, Monografía de la Villa de Pampacolca, cuna del precursor Juan
Pablo Vizcardo y Guzmán, Arequipa 1971.
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Esta presencia de Arequipa en forma más concreta. No cabe duda de la
la vida política peruana forma vigorosa presencia del pensamiento
político de Vizcardo y Guzmán en la
parte esencial de su historia
Emancipación de América y la raíz del
republicana. mismo puede encontrarse en el mestiza-
je social y cultural en que vivió su infancia y parte de su juventud. El
pueblo de Arequipa, recogió las semillas sembradas de la libertad y
en las barricadas republicanas, en sus trincheras y en las torres de los
templos de la ciudad, repitió los gestos nobles de quienes legaron tan
valioso ejemplo. La presencia de Arequipa en la Historia del Perú,
como parte y signo de lo que es, resulta un hecho desde su momen-
to fundacional. Esta presencia de Arequipa en la vida política perua-
na forma parte esencial de su historia republicana.
15. Víctor Andrés Belaúnde, Trayectoria y destino, Memorias completas, Ediventas S.A., Lima 1967, t. I,
véase la primera parte, p. 85.
16. José Luis Bustamante y Rivero, Una visión del Perú, Elogio de Arequipa, Ediciones P.L.V., Lima 1972,
véase parte III, Elogio, p. 67.
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quipeña; en los artículos de Enrique Chirinos Soto; en el discurso de
Elías Lozada Benavente pronunciado en el Senado de la República en
1940; en el libro Arequipa de Patricio Ricketts, sin mencionar trabajos
específicamente historiográficos, vamos encontrando un hilo conduc-
tor realmente notable: el intento de explicar lo que significa esta presen-
cia de Arequipa en la Historia del Perú, lo que es Arequipa, ¿cuál es
la esencia de A requipa? En los libros que he mencionado encon-
tramos re f e rencias constantes al paisaje y la geografía, al medio ru r a l ,
y su contraste con el urbano, a la arquitectura mestiza, al espíritu re l i-
gioso que ha ganado para la ciudad el nombre de “Roma de América”,
el espíritu cívico, el sentido familiar, la trayectoria revolucionaria, el
espíritu romántico y el sentido social democrático admirable. Junto
con ello menciónase el aporte intelectual, jurídico, científico e histo-
riográfico de los arequipeños, su amor por la agricultura, cultivo
minucioso de la tierra, su apego al terruño, la existencia de un habla
popular plena de arcaísmos, de quechuismos y de cholismos.
17. J o rge Basadre, La multitud, la ciudad y el campo en la Historia del Perú, Ediciones Treintaitrés, Mosca
Azul Editores, Lima 1980, pp. 200-201.
18. Francisco Mostajo, Discurso de Orden en la apertura del año universitario de la Universidad Nacional de
San Agustín en 1950, en: Revista universitaria de la U.N.S.A. n. 38 Homenaje a Francisco Mostajo,
A requipa 1953, pp. 46-47.
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trario, hay en todos ellos un aliento
popular y una vigencia de valores
cívicos admirable, digna de poner en
relieve como parte conformante de
esta teoría19.
19. Las referencias sobre estos documentos se relacionan con las expresiones de Hipólito Sánchez sobre
el pueblo de Arequipa en los sucesos de 1857 y 1858: «Venid a Arequipa y os admiraréis de la calma
y serenidad que reina entre su pueblo armado que desafía la muerte... Aquí no hay legiones alis-
tadas ni se necesita capaces militares porque todo ciudadano es soldado de la patria y porque a la
primera campana de alarma se lanzan todos al combate rebosando de felicidad y con una vehe-
mencia que parece fueran a conquistar los tesoros del mundo o a recibir la corona de un imperio».
Véase Jorge Basadre, Historia de la República del Perú, ob. cit. t. III, p. 1137. El periódico arequipeño
La Guillotina del 19 de febre ro de 1865 publica el Manifiesto Revolucionario que dice «Hoy, Arequipa,
es el alma indignada, con el corazón palpitante de coraje se dirige a los pueblos, sus hermanos, y
protesta ante ellos y ante la América toda... Arequipa pide el castigo de los traidores, y armada del
derecho y la justicia, invoca a los demás pueblos».
El Manifiesto dirigido a la nación el 22 de agosto de 1930 por el Comandante Luis M. Sánchez Cerro,
dice: «El pronunciamiento que acaba de efectuarse en Arequipa es la expresión genuina de un
anhelo nacional fervoroso y unánime». El autor de este documento fue el doctor José Luis
Bustamante y Rivero con la colaboración de M. A. Vinelli y Gustavo La Jara. Los tres testimonios
confirman nuestro punto de vista.
20. «Crisol de mestizaje» es un concepto expresado por Francisco Mostajo en su Discurso de Orden p ro-
nunciado en la U.N.S.A. en 1950 y que hemos citado. Véase la p. 45.
21. Horacio Velazco Suárez, La ciudad mestiza, en Cuadernos del Milenio, Buenos A i res 1990, pp.118-119.
S o b re el yaraví arequipeño, véase Carlos Sánchez Málaga, La música en la costa, en: Fanal vol. XII, n.
47, Lima 1956, pp. 6-9. Sobre el habla popular de A requipa, véase Francisco Mostajo, Algunas pecu -
liaridades del lenguaje arequipeño, en: Revista Arequipa, p. 84. Acerca del mismo tema puede consul-
tarse también Enrique Carrión Ordóñez, La lengua en un texto de la ilustración, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1983, incluye un vocabulario etimológico, al que
podríamos denominar diccionario de arequipeñismos. La noticia... de Antonio Pereyra y Ruiz que
es el texto analizado por Carrión data de 1816, es un testimonio histórico y valioso.
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como resultado de un proceso de aculturación. Ella insiste, sobre
todo, en el problema de cómo la categoría de mestizo puede servir
como elemento de identidad cultural22.
22. Dos importantes síntesis sobre esta discusión pueden hallarse en: Julio Ortega, Crisis, identidad y cul -
tura en el Perú, en: Perú, identidad nacional, Ediciones CEDEP, Lima 1979 y en José Herrera Tamayo,
La identidad regional y la memoria colectiva, en Regionalización e Identidad Nacional, Ediciones CEPAR,
Lima 1988.
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igual a ella y cuanto más metida en el hinterland, más peruana, más
americana, menos una simple reproducción o fotografía»25.
25. José Tamayo Herrera, Regionalización ¿mito o realidad? e Identidad nacional ¿utopía o esperanza?, Centro
de Estudios País y Región, Lima 1988, p. 115.
26. José Antonio del Busto Duthurburu, El mestizaje en el Perú, en Tres ensayos peruanistas, Instituto Riva-
Agüero, PUCP, Lima 2003, p. 48.
27. José Agustín de la Puente Candamo, Reflexiones sobre el Perú mestizo, Lima 1966, pp. 25-26.
28. Ver César Pacheco Vélez, Ensayos de simpatía, Universidad del Pacífico, Lima 1993, p. 302.
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Belaúnde en que el mestizaje cultural peruano es dinámico y que en
ese sentido es una tarea, misión que se inició en un sentido en el siglo
XVI y aun no termina. Es un proceso que, dentro de lo previsible,
nadie ni nada puede detener. Además es un proceso irreversible
como ha demostrado suficientemente del Busto32.
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