Artículo Diego Singer Revista SAP
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Epgrafe
El concepto filosfico de suspensin del juicio o epoj tiene una larga historia que
se remonta a los estoicos, se torna central en la escuela escptica y llega hasta la
fenomenologa husserliana. Sin embargo esta puesta en suspenso, esta puesta entre
parntesis del juicio se aplica a una acepcin especfica y acotada del juicio. En lo que
podemos denominar la constitucin de la subjetividad, se encuentran involucradas diversas
modalidades del juicio, esto es, diferentes formas de enlace, que describen, prescriben,
evalan o relacionan. La capacidad de juzgar no solamente define algo esencial de lo que
somos (perder el juicio implica perder algo precioso para la subjetividad), tambin somos
definidos por juicios ajenos que afectan nuestros modos de ser en el mundo. Todava resta
por realizar una historia del modo en que la suspensin del juicio, operada sobre ciertas
formas de juzgar, permitira la reconfiguracin de esos modos de ser, liberara enlaces
automatizados u obturados y permitira la creacin de otros nuevos. Este trabajo es un
pequesimo aporte a esa historia, desde la perspectiva de la intimidad. En este sentido,
deberemos revisar algunas concepciones de la nocin de intimidad, que no ha sido objeto
de un tratamiento demasiado extenso en la reflexin filosfica. Nos centraremos en las
perspectivas de Jos Luis Pardo y Franois Jullien sobre el tpico de la intimidad o lo
ntimo, entendiendo que an con todas las diferencias que encontramos entre sus
propuestas, la suspensin del juicio est presente como una de las consecuencias de la
instauracin o el despliegue de la intimidad.
Intimidad Privacidad
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mientras que se siente cierto pudor a la hora de usar el trmino privacidad (que define
aquello sobre lo que ellos realmente investigan), cargado de connotaciones negativas.
Esta distincin entre intimidad y privacidad ser central en la obra de Pardo. Asociada a lo
que denomina la teora frutal de la intimidad, un prejuicio de socilogos, psiclogos y
filsofos. Una cscara exterior (lo pblico), una carne interior (lo privado) que es aquello a
lo que pueden acceder los estudios sociales y un centro duro, un carozo ntimo inaccesible.
Comencemos por pensar el problema de la prdida. Suele escucharse que en los ltimos
tiempos estamos asistiendo a una prdida de la intimidad. Que estamos excesivamente
vueltos hacia afuera, en estado de exposicin permanente, como si furamos una media
dada vuelta, con sus costuras expuestas, que ya no puede volver a ubicar nuevamente un
adentro y un afuera claramente definidos. Antes de preguntarnos qu es la intimidad?,
comencemos entonces por pensar qu es lo que tememos perder cuando hablamos de la
prdida de la intimidad? Y por qu esa prdida nos interpela? Ser la necesidad de
conservar algo en nosotros que sea inaccesible para cualquier otro, algo que no pueda, algo
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que no deba entrar en el rgimen de la exhibicin? Ser entonces lo ntimo algo que
podamos definir por su negativo, aquello que es inaccesible a cualquier otro, aquello a lo
que slo cada uno de nosotros tiene derecho, aquello para lo que cada uno de nosotros
guarda celosamente la llave? Como una adolescente que guarda la pequea llave de su
diario ntimo una vez que ya ha aprendido que tiene tambin ella sus partes ntimas,
aquellas que no hay que exhibir. Ser la intimidad entonces el momento en el que estamos
solos con nosotros mismos, el momento en el que no tenemos que portar ya ninguna
mscara, ese momento inaccesible a cualquier otro, que demarca un adentro y un afuera?
Pero a propsito digo una adolescente, porque en una cultura patriarcal los hombres son
invitados justamente a exhibirse, ya que su sexualidad se encontrara naturalmente hacia
afuera, mientras que las mujeres deberan ser recatadas porque su sexualidad estara
dispuesta naturalmente hacia adentro. Por supuesto que tenemos que reducir sexualidad a
genitalidad en los dos casos, pero sabemos que esta construccin binaria de los gneros
constituye un mbito pblico para los hombres, espacios de competencia, exhibicin y uso
pblico de la razn, todo el mbito de la poltica, en el amplio sentido del trmino. Mientras
que relega a las mujeres al interior de los hogares, al cuidado de los nios, reino que no es
el de la poltica y la razn, sino el de los sentimientos y los afectos. Si bien esta es una
caricatura simplificada de cierto modo de articular una sociedad patriarcal, no es menos
cierto que la razn dominante, est asociada a la masculinidad, lo que Jacques Derrida
denomina falogocentrismo y que lo femenino estara ms cercano al mundo de la intimidad,
de lo que sucede puertas adentro, fuera de la vista que organiza el mundo de la razn y la
violencia pblicas.
Lo primero que quisiera que nos preguntemos entonces es si podemos pensar en algo as
como en una razn ntima. Y no me refiero al equvoco de lo que a veces se denomina
razn ntima pero no es sino un motivo ntimo. La razn, en tanto universal, no podra ser
en ningn caso algo ntimo, exhiba o no el producto de mi racionalidad, se tratara siempre
de algo que es pblico. En este sentido, no todo lo que pueda resguardar de la exhibicin o
la publicidad es por eso algo ntimo. Esto no solamente se reduce al mbito de la
racionalidad, sino a lo que podemos denominar singular o personal. Por ejemplo, si yo no
quiero hacer pblico el monto de mi salario mensual o un gusto particular por cocinar la
carne de tal o cual manera, no significa por eso que se trate de cuestiones ntimas. En
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consecuencia, que yo exhiba de diferentes maneras cualquiera de estas cuestiones: lo que
estoy comiendo, la msica que escucho o dnde me fui de vacaciones no significa que est
exhibiendo, exponiendo o compartiendo mi intimidad. En todo caso el equvoco al que
asistimos a menudo es el de asimilar sin problematizarlo demasiado la intimidad con la
privacidad. Una Historia de la vida privada como la que han escrito Georges Duby y
Philippe Aris no es una historia de la vida ntima. En muchos anlisis sociolgicos y an
cuando se habla del derecho a la intimidad, se suele confundir intimidad con privacidad.
La privacidad y todos los problemas asociados a su proteccin, su exhibicin, su invasin,
tienen que ver en todo caso, para nosotros, con el declive del liberalismo como principio
poltico y subjetivo de la proteccin de esa privacidad. Entonces, cuando deca
anteriormente que no poda haber una razn ntima, en realidad quera decir que no hay
algo as como una razn privada, por definicin, no puede ser privada o propia. Nadie
posee, de forma propia ms que otro, la razn, al menos para el concepto moderno
universal de la razn. Y en este sentido, as como no se puede privatizar la razn, tampoco
se puede exhibir la intimidad, o hacer de la intimidad un espectculo, para usar el lenguaje
de la antroploga Paula Sibilia.
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tenemos entonces que pensar en por qu la intimidad queda reducida a la privacidad y sta
luego a espectacularidad o comunicacin. Si sostenemos que hay una diferencia sustancial
entre intimidad y privacidad, comencemos a pensar, aunque sea nada ms que para dejar
algunas lneas trazadas, qu es lo que podemos entender por intimidad.
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ms interior es exterior a l, porque Dios no puede ser simplemente una entidad existente al
interior del alma de Agustn, eso sera no slo una blasfemia, sino una suprema tontera
interpretativa. Es decir, que el modelo de subjetividad en anillos concntricos propio de la
modernidad liberal est ac, como mnimo agujereado. Claramente no podemos parangonar
la proteccin de la privacidad del sujeto liberal, con el retiro hacia el interior de s del
cristiano devoto. El primero quiere conservarse o encontrar y reasegurar su propia
identidad, mientras que el segundo ansa perderse (en tanto yo) para encontrar al Otro y
transformarse. En ltima instancia son dos formas muy diferentes de entender la salvacin.
Me salvo en la confirmacin de lo que soy, en ser dueo de m mismo o me salvo en
abandonarme a otro, en reconocer que no soy dueo de m mismo. As dice Franois Jullien
(Lo ntimo, 2013, p 31) El retiro en el interior de uno mismo desemboca en la relacin con
el Otro; o para decirlo tambin a la inversa, cuando por la apertura al Otro se descubre algo
ms interior en uno, cuando la profundizacin de lo ntimo dentro de m se efecta por
medio del acceso al Afuera de m.
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Y as como esta conciencia moderna cree poder manejar su privacidad, reservarla,
exhibirla, compartirla, en ltima instancia, comunicarla; as deca, hay algo en lo ntimo
que lo hace incomunicable. Por eso adelantaba al comienzo de esta lectura que no puedo
hacer de lo ntimo un espectculo, sino tan slo de lo privado. Porque lo ntimo como tal se
sustrae a la comunicabilidad. La intimidad construye un nuevo lenguaje, la comunicacin
depende de un lenguaje instaurado, de un cdigo compartido que arruina lo ntimo y que a
la vez es arruinado por lo ntimo. No importa cun exhibida est para los otros la
complicidad del gesto ntimo, nunca comunica a los otros lo que est sucediendo entre los
que estn en ese espacio intermedio de la intimidad. Y no puede tornarse accesible en
ningn caso, insisto, ms que lo privado, pero nunca lo ntimo, cuya resistencia a la
demanda de transparencia a la que asistimos hoy en da tiene que ser debidamente
apreciada. Lo privado siempre puede ser forzado a entrar en un rgimen de visibilidad,
comercializacin o espectculo; lo ntimo en cambio requiere de un consentimiento de otro
orden, no necesariamente voluntario para acceder a ello, pero a su vez, si logramos acceder
a determinada intimidad, nos tornamos nosotros ntimos a la vez, por ejemplo, en una
amistad y, en este sentido modificamos el entre anterior. No se puede ms que formar
parte de un acontecimiento del orden de lo ntimo, nunca podemos ser meramente
espectadores o emisores desinteresados.
Volvamos entonces a realizar nuestro recorrido para ver si podemos dejar planteados
algunos interrogantes para discutir entre todos. Si la razn y en este mismo sentido, la
comunicacin implican un comn compartido que no nos pertenece entendemos que s nos
pertenece lo propio, lo que llamamos lo privado? Qu sucedera entonces con un lenguaje
absolutamente singular, podramos llamarlo privado o estara remitiendo a un otro que
estara siempre por arribar? No permitira ese arribo justamente abrir no slo un lenguaje,
sino una gestualidad, una corporalidad, una temporalidad a la vez ms propia que ninguna
pertenencia privada, que nos desapropia de lo que podamos entender hasta ese momento
como lo que caracterizaba a nuestra identidad? No sera lo ntimo entonces una tercera
forma? Ya no la del comn de la razn o el lenguaje, o la de la individualidad privada, sino
la de un nosotros distinto. Un nosotros que no tiene reglas previas de constitucin, ni pactos
fijos de duracin, pero que podemos sentir como ms propio y genuino que cualquier
contrato comunicacional, en el mismo momento que nos desapropia.
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Dijimos al principio que tenamos miedo de estar perdiendo la intimidad, pero no se trataba
finalmente ms que de la banalidad de perder la privacidad. Sin embargo, no sera ms
terrible an perder la intimidad en el sentido que comenzamos a pensar? no sera terrible
no poder constituir ya lenguajes, gestos, temporalidad, corporalidades afectos a la vez los
ms interiores y los ms vinculantes? no sera terrible quedar incapacitados de poder
constituir nuevas intimidades? no sera terrible pensar que las nicas posibilidades que
tenemos son la exhibicin o la reserva de nuestra privacidad? no sera terrible la prdida
de aquello que nos arrojara fuera de nosotros pasando por nuestro ms profunda
interioridad?
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